Solving my Problems (Niall Horan)

Lunes por la mañana otra vez. Había hecho mis tareas a última hora, todo por haber pasado el domingo con Niall, estuvimos toda la tarde echados en su patio conversando, en lo que parecía la primera vez en años. Me contó todo sobre el accidente de su padre y como al principio se había sentido tan culpable que se había recluido y en como ahora no podía dejar de estar triste aunque no quisiera. Me contó que bebía y se acostaba con chicas para olvidar, obviar un rato esa melancolía pero que nunca era efectivo; le prometí hacer lo posible, pero para ello tenía que llevarme con él, así podía ayudarlo. Me dijo que no quería involucrarme porque realmente sentía algo por mí pero no parecía querer alejarse de mí tampoco, eso sí no quería que sus amigos o los míos o nadie supiera. Nuestros amigos porque se preocuparían de que él me hiciera daño y el resto solo nos juzgaría, y él no quería eso. Dijo que yo le había gustado en aquel tiempo cuando todo estaba bien y que lo que sea que teníamos o tendríamos se sentía correcto, aunque él me advirtió miles de veces que él me heriría y todo se arruinaría.
Por supuesto desestimé eso y decidí hacer lo que mi instinto decía: Ayudarlo. Fuera la forma en que fuera.

Así que ahora estaba aquí, fingiendo que nada había pasado el fin de semana, mintiéndoles a mis amigos y a mi familia, pero no me sentía ni un poquitín culpable si eso significaba que podía ayudarlo. Caminé hacia mi casillero con mi mente llena de mentiras y de qué exactamente le diría a mis amigos, quien más me tenía preocupada (contrario a lo que la gente pudiera pensar) era Harry. El chico realmente tenía un sexto sentido en lo que se refería a las mentiras, especialmente cuando era yo quien las decía, esto de llevar tantos años siendo amigos se reflejaba en que él podía entender perfectamente mis gestos sin necesidad de palabras. Y eso era contraproducente para cuando quería esconderle algo.

Aún no tenía preparado que decir cuando un brazo me rodeó la cintura, por un segundo mi cerebro hizo corto circuito y creí que podría ser Niall, por lo que me sobresalté y me giré demasiado rápido, pero solo me encontré con Harry y Lou tratando de molestarme.

-Ah, hola chicos – dije dándome la vuelta hacia mi casillero, evitando así que miraran la mentira que se formaba en mi boca y se reflejaba en mi cara.
-¿Qué tal tu fin de semana? – Me preguntó Lou dando justo en el clavo – No supe nada de ti ni el sábado ni ayer.
-Estuve ocupada poniéndome al día con las tareas.
-¿Para qué? Si falta tan poco para ser libres que no tienen sentido – rió Lou.
-Se siente bien hacerlas sabiendo que es la última vez – mentí apresuradamente – Además, aún quedan 4 meses – reí para tranquilizar a Harry sobretodo, quien me miraba con incredulidad.
-Estaba esperando para ver en qué momento se darían cuenta que podemos no tener más exámenes importantes, pero que aún queda un buen tiempo antes de que puedan considerarse libres – dijo Harry seriamente.
-Hay no te lo tomes todo tan a pecho Style – lo molestó Lou y yo sonreí, quizás no iba a ser tan difícil ocultar lo mío con Niall.
-¿Los veo al almuerzo? – dije tras cerrar mi casillero, tenía que correr hacia el otro extremo del edificio para mi primera clase del día.
-Seguro – dijeron Harry y Lou a la vez, y se encaminaron hacia sus propios casilleros. Yo solté un suspiro de alivio y comencé a dirigirme hacia la sala de clases con premura, no quería llegar tarde y partir mal el día. No es nada bonito que un profesor te amonesté por algo como la impuntualidad.

Sin embargo, nunca llegué a la sala porque cuando iba en la mitad del pasillo que me conducía a esta, una mano surgió de la nada y me agarró del brazo tirándome hacia una puerta en medio del pasillo, la cual resultó ser la entrada a un armario lleno de escobas y útiles de aseos. Obviamente el dueño de la mano que me había secuestrado era Niall.

Tan pronto como me tuvo dentro del pequeño espacio con él, no perdió su tiempo y comenzó a besarme con fuerza, ante lo cual yo le respondí con el mismo entusiasmo. A diferencia de la otra noche, esta vez sabía a menta y olía a crema de afeitar, cosa que llamó mi atención y me sorprendió porque podía sentir su barba incipiente rozando la piel sensible de mi mandíbula. Sentí el timbre sonar a lo lejos y aunque no quería hacerlo puse mis manos en el pecho de Niall, y me separé de él poniendo la máxima distancia que podía debido al espacio.

-Debo ir a clases – le dije y él sonrió.
-No es necesario - Me dijo besándome de nuevo, más suavemente esta vez.
-Sí lo es Horan – murmuré contra su piel mientras trataba de alejarme de él.
-¿Así que Horan otra vez eh? – rió de forma silenciosa.
-Los viejos hábitos son difíciles de matar – reí abriendo mis ojos finalmente y mirando los de él. Amaba el color azul cristalino que me devolvía la mirada, lo prefería antes que los ojos enrojecidos o idos.

Él no respondió de inmediato, comenzó a mordisquear mi labio inferior y cuando mis manos pasaron de estar en su cintura a aferrar su camisa me dijo:

-La verdad es que me gusta oírte llamándome así – me miró seriamente – Como que me enciende – Y rompió a sonreír picaronamente.

Y fue eso, el tan solo hecho de ver su sonrisa, una real, lo que me convenció.

-Entonces salgamos de aquí y vayamos a otro lugar – hice una pausa para empinarme y poner mis labios cerca de su oreja, para poder susurrar - Horan.

No sé cómo fue todo, su reacción fue tan rápida que todo me pareció borroso, de pronto estábamos parados en un pequeño y oscuro armario y luego corríamos por el pasillo en dirección al baño de chicas más próximo. Y así fue toda la mañana, pasar corriendo de un lugar a otro para no ser atrapados; en el baño él se sentó en el estanque y conmigo entre sus piernas me besó hasta que le rogué que nos fuéramos a esconder a otro lado porque temía que nos viera alguien, él tan solo sonrió y siguió besándome hasta que una chica entró justo antes de que empezara el receso. Yo estaba muy nerviosa, no quería que no pillara y a Niall lo suspendieran o algo, pero él no podía contener la risa ni dejar de besarme, no supe si la chica habría escuchado sus besos o mis ruegos hacia él en infrasonido, pero aún así tan pronto ella se fue él me arrastró hacia los camarines de mujeres.

Otra vez tuve miedo de que nos encontráramos con alguien, pero él parecía saber muy bien donde esconderse y en qué horarios era seguro.

-¿Seguro que no llegara nadie? – dije en voz baja una vez que entramos.
-Confía en mí – me respondió sin mirarme y yo solo apreté su mano en respuesta. No necesitaba decirle nada respecto a eso, era otra la pregunta que rondaba en mi mente.
-Baños de mujeres, camarines de mujeres ¿Pasas mucho tiempo aquí?
-Sí – me respondió mirándome con una sonrisa traviesa- Las chicas odian hacer deporte y por lo general se escapan menos de clases.
-Um – fue mi inteligente respuesta, ya que no pude evitar pensar en alguien más ocupando mi lugar.
-Pero – comenzó a decir mientras me encerraba en uno de los cubículos de las duchas y me presionaba contra la pared – Es la primera vez que traigo a alguien conmigo. – Y me besó.

Otra vez.

Así pasó el primer receso y vino el segundo período, para cuando el tercer período empezaba las cosas entre nosotros se estaban calentando, las manos de él llevaban un buen rato bajo mi ropa, había desabrochado mi sujetador y yo tenía mis propias manos en los bolsillos traseros de su pantalón. Pero nos tuvimos que detener porque cuando el timbre sonó anunciando el comienzo del tercer período Niall se sobresaltó y dijo:

-Tenemos que irnos – y me arrastró de allí justo a tiempo, porque a la distancia vimos a una pequeña multitud de chicas de primer año caminando a los camarines.
-No tengo más escondites – me dijo sonando decepcionado, por lo que en vez de ir a clases lo arrastré hasta el único lugar que podía considerarse mi lugar: el techo. Caminamos sigilosamente por el pasillo y subimos las escaleras de dos en dos, para cuando llegamos a la puerta Niall ya había entendido hacia dónde íbamos y me preguntó:
-¿Tienes una llave?
-No la necesito – le respondí y esta vez fui yo quien sonrió de manera traviesa. Indiqué la llave que siempre estaba puesta en la puerta, la giré y salimos al techo. No estaba corriendo viento pero estaba fresco, miré a mí alrededor para ver si efectivamente estábamos solos y como no vi a nadie cerré la puerta y puse mis brazos alrededor del cuello de Niall.
-¿Qué te parece? ¿Sorprendido?
-Bastante – me respondió y me besó suavemente. Mis labios estaban hinchados y adoloridos y aunque yo no había dicho ninguna palabra él lo sabía. Nos recostamos contra una pared y apoyé mi cabeza en su hombro, y él apoyó la suya en la mía sumergiéndonos en un cómodo silencio. Hablamos muy poco, más bien fue un tiempo de descanso creo que para ambos era un reflexionar acerca de lo mucho que había cambiado la forma de ser entre nosotros desde el viernes.
-Lo siento – dijo de repente.
-¿Ah?
-Por lo del otro día – dijo lentamente – A la hora de almuerzo.
-Ah – dije sin saber muy bien cómo responderle – No te preocupes, no tiene importancia.
-Sí que la tiene – rebatió – Fui muy…
-Niall – lo interrumpí tomando una de sus manos y entrelazando sus dedos con los míos – Está bien, todo tiene sentido ahora – Él tan solo presionó mi mano como respuesta.

Después de eso, el tiempo volvió a pasar como un borrón y la hora de almuerzo llegó.

-Niall – dije suavemente remeciéndolo, él tenía los ojos cerrados y parecía dormir, pero muy alerta los abrió de inmediato.
-Tengo que irme, prometí almorzar con los chicos – él me miró pero no dijo nada.
-¿Niall?
-¿Tienes qué? – preguntó de pronto y supe que no podía irme, tenía que estar con él.
-¿Tienes algo más en mente?

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Niall había tomado mi auto y nos había conducido lejos, casi saliendo de la ciudad, había tomado un camino en dirección a un motel, pero en vez de estacionarse siguió de largo hasta un sendero oculto por el follaje. Era lo suficientemente privado para que pudiéramos estar en el auto y que no nos descubrieran.

Apenas estacionó el auto, solté mi cinturón y me pasé a su asiento, me senté sobre él con cuidado y entrelacé mis manos en su pelo.

-¿Qué tienes en mente Horan?
-¿Qué tienes tú en mente Pearce? – contra respondió y procedió a besarme, con furia otra vez. Lo que yo relacioné con el uso de su apellido.

Pronto el espacio se nos hizo poco y él tiro el asiento hacia atrás y yo me senté a horcajadas sobre él, todo esto sin dejar de besarnos. Él quitó de un tirón mi chaleco y con sus manos en mi piel comprobó que mi sostén aun estaba desabrochado, por lo que se deshizo también de mi polera. Yo tiré de su chaqueta y me peleé con su polera para tratar de quitársela, él trataba de seguir besándome mientras yo hacía esto pero se lo hacía difícil.
Gemí cuando agarró mi labio inferior con los dientes, no supe diferenciar si había sido placentero o doloroso, pero por lo visto toda una mañana de besos tenía sus consecuencias. Por supuesto, que estaba muy distraída con otras cosas como para notarlo: lo suave que era su piel en mis pechos, la forma en que se endurecía cierta zona de su cuerpo, sus besos a lo largo de mi mandíbula y clavícula y lo mucho que me estaba costando respirar y cómo no me podía quedar quieta en su regazo.

Finalmente, él subió mi falda por mis muslos y abrió su pantalón con dificultad.

-¿Tienes un condón? – dije respirando entrecortadamente.
-Siempre.
-No sé si me gusta o no esa respuesta – dije mirándolo fijamente mientras deslizaba el condón.
-Si te gusta – me dijo mientras me devolvía la mirada y me acomodaba.
-Tienes razón, sí me gusta – susurré contra sus labios y lo besé por enésima vez en el día.

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Una vez saciados, estábamos recostados en el asiento posterior de mi auto, Niall de espaldas y yo recostada sobre él. Había pasado un rato y el sueño estaba intentando vencerme.

-Deberíamos hacer esto todos los días – me susurró Niall de pronto, como si tuviera miedo de decirlo o pensarlo, o quizás de despertarme.
-Estás loco, tarde o temprano alguien descubriría que no estamos yendo a clases o yo a mi trabajo y que solo pasamos el tiempo alternando entre besarnos y acostarnos.
-¿Y a quién le importa? Está bien para mí, además ya aprobamos y tu futuro está claro.
-Pero el tuyo no.
-El mío no me importa.
-¿Qué pasó con tu sueño de estudiar música?
-Se acabó – fue su escueta respuesta, pero antes de que pudiera rebatir volvió a besarme y la réplica se escabulló de mi mente.
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FINALMENTE, perdón por la demora, ojalá les haya gustado el capítulo :) ¿Qué les pareció?
Besito <3

Estaba recostada en una reposera al lado de la piscina, un cigarro colgando en mi mano y el humo filtrándose entre mis labios, Niall estaba recostado sobre mis piernas con sus ojos cerrados, una botella de pisco colgando en su mano.

Miré la casa que se erguía imponente en la noche y me pregunté quién viviría en una casa así, tan fría y cubierta de mármol, blanco por todos lados, inmaculado, sin manchas…

Esta era la tercera noche seguida que irrumpíamos en alguna casa y nos recostábamos a descansar, muchas de ellas tenían piscina, pero la noche pasada habíamos entrado a una con un jacuzzi maravilloso y lo habíamos aprovechado estupendamente. Me encantaba sentir que Niall y yo estábamos lo más cerca que podíamos el uno del otro, física y emocionalmente.

Tras dos meses de hacer estupideces y payasadas y de quedar botados en callejones oscuros y amanecer al lado de contenedores de basura, habíamos decidido que nos merecíamos algo mejor, por lo que allanábamos algunas casas y pasábamos las interminables noches allí. Llevábamos unas semanas irrumpiendo casas, pero nunca tan seguido como ahora y si bien me siento en paz estando con él así, recostados el uno contra el otro con el único sonido particular de mí fumando o de él bebiendo, las cosas han estado un poco locas en el resto de nuestras vidas también.

Hemos faltado a suficientes clases para que nos expulsen, cosa que solo no pueden hacer porque somos de último año y ya rendimos nuestras pruebas para la universidad, aunque ninguno de nosotros está interesado en ir. Mi contrato sigue viento en popa así que realmente ya no teníamos ninguna preocupación… Excepto por el hecho de que nadie sabe de lo nuestro y es por eso que no hay nada tranquilo en nuestras vidas.

Cosas como escaparnos de clases o simplemente faltar, ignorar a nuestros amigos (y de paso a nuestros padres) se ha vuelto algo regular y casi normal en estos meses, pero el solo estar al lado de Niall me tranquiliza. Y es extraño porque estar con él hace que mi corazón se acelere, que mi estomago duela y que todo parezca más real. Me siento más viva.

Pero, también, siento que estamos perdiendo el control, que el asidero que Niall tenía en mí aún existe, pero que yo ya no estoy firme en ningún lugar. Yo ya no estoy sujeta a nada, mis amigos se han alejado un poco de mí debido a mis indiscreciones y mis padres no entienden que es lo que estoy haciendo, no me han retado ni nada, pero noto la diferencia en la forma en que me tratan…

No sé qué estamos haciendo, no sé cómo pararlo, ya no sé cómo ayudar a Niall, pero no quiero que esto que tenemos acabe, porque siento que si digo algo él se alejara de mí y quedare sola.

Lo amo.

Acabo de darme cuenta de esto, realmente lo amo. Y sí, quiero ayudarlo, pero no puedo hacerlo si no estoy aquí con él o en cualquier parte con él… Aunque al parecer desde esta posición también es difícil…

-¿Escuchaste eso?

-¿Eh? – pregunté desconcertada. Había estado demasiado metida en lo que estaba pensando que no había notado a  Niall sentado muy derecho en la reposera.

-Hay alguien en casa – susurró poniéndose de pie y tomándome de la mano – Hora de irse.

Miré hacia uno de los ventanales que daban hacia la piscina y ahí claramente podía verse la silueta de una mujer recortada en la oscuridad, notoria solo gracias a la luz que proyectaba la luna. Ella estaba claramente hablando por teléfono y no podía estar llamando a nadie más que a la policía.

-Hora de correr – dije y tras agarrar mis zapatos seguía a Niall, quien aún me sujetaba de la mano y saltamos la verja que nos separaba del jardín del vecino.

Corrimos por nuestras vidas, sin detenernos ni para recuperar el aliento, mi cabello se enredo en algunos arbustos, así como también mi ropa, pero me reí de ello, seguimos corriendo hasta que no hubo jardín y salimos a la acera. Niall rió, pero no se detuvo, corrió hasta que llegamos a la entrada del metro. Allí se detuvo inhaló y antes de que yo alcanzara a decir algo él me besó, me besó fuerte y duro y sentí como mis rodillas se convertían en gelatina, y la sensación de calor en mi estómago se propagó por todo mi cuerpo.

Se alejó de mí un segundo nada más, para arrastrarme al subterráneo, yo aún me sentía mareada por la falta de aire y de pronto me hallé en el baño de chicas del metro. Sabiendo que ninguna mujer nunca iba al baño ahí, era un lugar seguro para refugiarnos. Pero claramente Niall tenía en mente algo más que solo refugiarnos.

-¿Dos veces por noche no es suficiente para ti? – reí mientras besaba mi cuello y subía el vestido por mis piernas.

-Ni de cerca – susurró contra mi piel haciéndome suspirar.

Quizás hacerlo en el baño del metro no era ni de cerca lo más glamoroso, pero prefería a tenerlo así, y allí. Que no tenerlo de ninguna manera.

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