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Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA

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Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA - Página 3 Empty Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA

Mensaje por ElitzJb Dom 20 Ene 2013, 6:38 pm

Capitulo 2

-Parte Dos-


Por alguna razón, las palabras de su amiga le pegaron como un golpe al plexo
solar. No tenía idea de por qué. No era como si nunca hubiera creído en ellos como
pareja.

Le tomo unos pocos segundos para reunir sus pensamientos dispersos.

—Está bien. Pero eso no significa que no puedes hablar con él. Tranquiliza al
hombre.

Elizabeth le dirigió una mirada.

—¿Desde cuándo has estado de su lado?

—No estoy de su lado. Sólo que se me ocurrió anoche que esto debe haberlo
golpeado realmente fuerte.

Por un momento el rostro de Elizabeth se hundió con culpabilidad. Luego levantó
su barbilla.

—No puedo pensar sobre él. Sé que suena egoísta, pero si me detengo a pensar
sobre todas las personas que van a decepcionarse, nunca voy a hacer esto. Y
necesito hacer esto,Tn,.

—Lo sé.

—¿Podemos llamar a Andy ahora?

—Absolutamente.

Ella llamó a su primo, y después de diez minutos de halagos que pronto
degeneraron en una abierta lambisconería, se las arregló para conseguir su
promesa de correr una búsqueda sobre Sam Blackwell. Elizabeth agradeció
efusivamente y fue de regreso a subir las escaleras para dormir más por su resaca.
A las tres de la tarde, Andy regresó la llamada con la última dirección conocida de
Sam Blackwell. Sintiéndose un poco aturdida, (Tn) coloco la señal de: “Regreso
en cinco minutos” en la ventana y cerro la tienda antes de dirigirse escaleras arriba.

Entró en un brillante, inmaculado departamento y oliendo a liquido de limpieza.

—Espero que no te importe. Necesitaba algo para hacer mientras esperaba. Otra
que no sea sentarme alrededor y dudar de mí, quiero decir —dijo Elizabeth
mientras enderezaba la pila de revistas en la mesa de café.

—¿Por qué me importaría? Puedes quedarte en cualquier momento. —(Tn) se
maravilló de lo bonito que se veía el espacio de su sala cuando no estaba enterrado
bajo papeles y ropa tirada.
La mirada de Elizabeth cayó en la pieza de papel en su mano.

—¿Es eso? ¿Llamó Andy?

(Tn) entregó la pieza de papel. Observó las cejas de Elizabeth levantarse hacia la
línea de cabello.

—¿Australia? ¿Él esta en Australia?

—De acuerdo a Andy, lo esta.

—Isla Philip. Ni siquiera he oído de ella.

—Lo busque. Está al sur de Melbourne. Una comunidad de playa.

Elizabeth miró fijamente la nota por un largo rato antes de encontrarse con la
mirada de (Tn).

—Entonces supongo que será mejor que reserve un boleto para Australia.

—Podríamos intentar llamarlo primero.

—No —dijo Elizabeth firmemente—. Quiero hacer esto en persona. Y será bueno
para una escapada de unos días.

—Entonces permite reservar esos boletos, pastelito.



Cuatro días más tarde, (Tn) esperó hasta que el cliente que acababa de atender
saliera de la tienda antes de marcar el número celular de su amiga. Había estado

contando las horas,

revisando el registro de llegadas del aeropuerto de

Tullamarine en Melbourne, Australia, esperando a que su amiga aterrizara.

Se mordió la uña del pulgar mientras esperaba que E contestara.

—(Tn). —La voz de Elizabeth se escuchaba en la línea telefónica clara como una
campana, casi como si estuviera en la habitación de al lado en vez de al otro lado
del mundo.

—E. ¿Cómo estuvo tu vuelo? ¿Qué está pasando? ¿Has hablado con él?
Habían discutido la estrategia antes de que Elizabeth se fuera, por lo que sabía que
su amiga planeaba ir directamente a la casa de su padre biológico y hacer contacto.

—Largo. No mucho. Y no. Estoy sentada frente a su casa ahora mismo, tratando de
conseguir coraje para llamar a la puerta.

La mano de (Tn) apretó el teléfono. Podía escuchar el miedo en la voz de
Elizabeth. La culpa comiéndosela. Si hubiera sido capaz de dejar la tienda, se
habría ido con ella. De haberlo hecho, Elizabeth no estaría haciendo frente a este
enorme desafío sola.

—Estás nerviosa —dijo (Tn).

—Sólo un poco.

—No lo estés. Una vez que te conozca, estará sobre la luna porque le has
localizado.

—No lo sé. Tal vez estoy haciendo todo esto mal. Tal vez debería haber hecho
contacto primero mediante una carta o correo electrónico, o utilizar un abogado
para romper el hielo...

—No. Has hecho lo correcto. Y aunque no lo hubieses hecho, estás allí ahora. Todo
lo que tienes que hacer es ir a tocar su puerta.

—Lo haces sonar tan fácil.

(Tn) podía oír la sonrisa en la voz de su amiga.

—Vamos, E. Eres una mujer en una misión, ¿recuerdas? Estás recuperando tu vida,
sacando todo por tu propia cuenta. Superar al viejo Droopy Drawers fue sólo el
primer paso.

—Me gustaría que no lo llamaras así. El hecho de que simplemente haya decidido
no casarme con él no significa que sea una mala persona.

—Cierto. No es como si fuera literalmente, aburriendo gente hasta morir. A pesar de
que te dio una puñalada bastante buena como para sofocarte parte de la vida.


—Tn...

—Lo siento. Creo que debería ser un delito penado para que alguien tan joven
como él, se vista como un viejo crujiente. ¿Cuántas personas de treinta y dos años
conoces que vistan trajes de punto con coderas de cuero?

—Sólo porque se vista de forma conservadora no quiere decir que sea crujiente,Tn.
No es más que... conservador. —Elizabeth terminó sin convicción.

—¿Conservador? Lo siento E, pero esa no es la palabra para un hombre que se niega
a tener relaciones sexuales en otra posición que no sea la del misionero. La palabra
que buscas es reprimido.

—No tienes idea de lo mucho que me arrepiento de haberte contado sobre eso
alguna vez, tn.

Hace varios meses, Elizabeth había confesado que le había pedido a Nicholas darle
un poco más de sazón a su vida sexual después de leer un artículo en una revista
sobre ser responsable de su propia sexualidad. Había sido uno de esos raros
momentos de completa franqueza de su amiga, quien por lo general era muy
privada con las cosas relacionadas al dormitorio, en el que (Tn) se horrorizó
cuando supo que Nicholas no sólo había rechazado discutir las necesidades de
Elizabeth, sino que también había logrado que Elizabeth se sintiera pequeña y
sucia y mala.

—No voy a pedir disculpas por negarme a permitirte barrer ese pequeño momento
bajo la alfombra —dijo (Tn)—. La gente normal, nota que estoy remarcando la
palabra normal, en lugar de estirado represivo, habla con su pareja acerca del sexo y
explora su sexualidad divirtiéndose en la cama. No te acaricia la cabeza y te dice
que te respeta demasiado para utilizarte, o cualquier otra excusa basura con la que
salió cuando finalmente tuviste el coraje para hablar con él. Y adoro que hubiese
volcado todo esto en tu contra, por cierto y no sobre su falta de testículos.

—Realmente no quiero hablar de esto de nuevo.

(Tn) escuchó las palabras de su amiga, pero estaba en marcha, las palabras
brotaban desde algún lugar largamente reprimido en su interior.
—Por el amor de Dios, no fue como si le hubieses pedido que te atara y se acercara
con un gratinador de queso o algo así. Querías probar el estilo perrito. Gran cosa
sangrienta. No había animales pequeños involucrados, o cuero, o cera caliente.

—He cancelado la boda,tn. Eso está definitivamente archivado bajo la etiqueta de
Pasado. Necesitas dejarlo ir.

Hubo una nota aguda en la voz de Elizabeth que actuó como un balde de agua fría.
(Tn) parpadeó y luego se pasó una mano por la cara.

—Tienes razón. Lo siento. Él sólo me saca de mis casillas —murmuró, plenamente
consciente de que había cruzado la línea, a lo grande.

—Bueno, probablemente nunca tendrás que verlo de nuevo, dado que escasamente
querrá verme una vez que haya superado el hecho de que lo dejé. Eso debe hacerte
sentir mejor.

(Tn) frunció el ceño mientras las palabras de Elizabeth golpeaban cerca de casa.
Ya que E tenía razón, por supuesto, no había absolutamente ninguna razón para
que alguna vez tuviese que pasar tiempo en compañía de Droopy Drawer ahora
que él y Elizabeth habían terminado.

(Tn) nunca más tendría que ver las ventanas de su nariz dilatarse con disgusto
ante algo que hubiese dicho, o soportar a su cabeza prejuiciosa observándola de la
cabeza a los pies. Nunca sabría si consiguió la membrecía al Club Savage que
codiciaba con tanto fervor, o si se habría hecho socio. Nunca más tendría que
rechinar los dientes cuando él optara por lo seguro, la opción más baja en todo,
desde elegir una bebida hasta probar un material de lectura.

La campana de la puerta sonó con fuerza cuando tres mujeres entraron a la tienda,
sacándola de sus pensamientos. Les sonrió distraídamente.

—E. Alguien entró en la tienda y tengo que irme. Pero puedes hacer esto, ¿de
acuerdo? Sólo sal del coche y preséntate. Cualquier cosa que venga después de eso,
podrás manejarla.
—Gracias, entrenador. Y gracias por todo el apoyo y los pañuelos que me has
estado pasando durante los últimos días —dijo Elizabeth.

—Bah.

Terminó la llamada, pero no salió de inmediato de detrás del mostrador para
atender a sus clientes. No entendía de dónde había venido la necesidad de
despotricar contra Nicholas . Durante los últimos días, había sentido lástima por él,
consciente del hecho de que sin importar lo que estuviese pasando en la vida de
Elizabeth, él se estaría sintiendo decaído ahora que la boda había sido cancelada.

Entonces, ¿dónde tenía toda esa frustración e ira acumulada?

No tenía ni idea.

Sacudió su cabeza, haciendo que sus largos pendientes se balancearan. El
funcionamiento de su subconsciente era para ella un misterio, en el mejor de los
casos, y quizá era preferible dejarlo de ese modo. Algunas cosas es mejor
desconocerlas.



El negocio estuvo tranquilo durante el resto del día y se las arregló para empujar el
desastroso rompimiento de Elizabeth y Nicholas lejos de su mente. Lo cual fue igual
de bueno. No quería convertirse en una de esas trágicas personas que vivían
colgadas del drama de la vida de otras personas. Si bien era cierto que había
pasado mucho tiempo desde que había tenido una relación por sí misma, no estaba
triste todavía. Esperaba.

Estaba bastante oscuro afuera para el momento que retiró el efectivo de la caja a las
seis. Aseguró lo recaudado en la caja fuerte, apagó todo menos la luz de seguridad
y caminó entre mostradores de ropa y perchas para sombreros y accesorios hasta la
puerta principal. Un día, cuando el árbol del dinero que había plantado en el
macetero de su ventana diera frutos, abriría un agujero en la pared e instalaría una
puerta interna desde la escalera hasta su apartamento. Originalmente pensado

para

ofrecer autonomía tanto al inquilino al por menor como al residente de
arriba, la entrada independiente era un verdadero dolor en el trasero cuando
estaba helando como esta noche.

Se deslizó en el frío y haló la puerta cerrándola tras de sí, tratando de caminar
rápidamente los pasos necesarios para poder retirarse al calor y confort de su
apartamento.

El hombre pareció aparecer de la nada, alto y ancho y rabioso. Chilló de terror y
saltó hacia atrás, pegando la parte de atrás de su cabeza contra la puerta.

—¿Dónde está? ¿Dónde la escondes?

Ella apretó las manos contra el pecho y miró a su atacante.

—Infierno en llamas, Nick, casi me haces orinarme encima. ¿Has oído hablar del
teléfono?

—¿Y que me cuelgues? No soy estúpido (Tn). Dime dónde está.

Se frotó la parte posterior de la cabeza.

—Si E no te dijo donde fue, no me corresponde a mí.

Se acercó más. A pesar del hecho de que no creía que Nicholas St Jonas le haría algún
daño, sintió una punzada de alarma. Nunca lo había visto tan enojado. O tan
desaliñado, ahora que lo veía en detalle. Tenía el cabello alborotado y su cara
erizada con sombra de barba. Lucía positivamente desenfadado comparado con su
usual culo meticuloso de costumbre.

—¿Qué pasa? ¿No tuviste oportunidad de planchar tu ropa interior esta mañana?
—preguntó.

Lanzó una mirada hacia su traje ceñido al cuerpo. Llevaba un sostén push-up
debajo de un top de lentejuelas estilo vintage. Una falda negra corta –está bien,
muy corta— y medias de encaje. Las botas hasta la rodilla resaltaban por sus altos
y puntiagudos tacones. El espejo de su habitación le había dicho que lucía un poco
zorra, pero la mirada condenatoria de Nicholas lo confirmó.
—Me disculpas si no estoy preparado para tomar un consejo de moda de alguien
que escoge su ropa en el catálogo de Playboy.

Sonaba tan presumido que tuvo que reír, a pesar de que una pequeña parte de ella
escocía ante su abierto desprecio. Parecía que los guantes estaban completa y
verdaderamente fuera ahora que Elizabeth no estaba de pie entre ellos.

Ella sacudió el cabello sobre su oreja, mostrando sus múltiples piercings. Sabía que
él los odiaba porque Elizabeth se lo había dicho una vez.

—¿No deberías hablarme con cariño? ¿No es eso lo que normalmente hace la gente
cuando quiere algo?

El aliento de Nicholas hacía vapor en el aire entre ellos. Observó cómo hacía un
visible esfuerzo por controlar su temperamento.

—Mis disculpas. Mi única excusa es que no he estado durmiendo bien. Sólo quiero
lo que sea mejor para Elizabeth. Por favor, dime dónde está.

Cada palabra era arrancada de él como los dientes en el dentista.

—E es la mejor juez de lo que es mejor para ella —dijo (Tn)—. Tú y los
Whittakers siempre están tratado de decidir las cosas por ella, presionándola hacia
cualquier forma que quieran que adopte. Déjenla hacer sus propias cosas, para
variar. Si ustedes están destinados a estar juntos, ella regresará.

Estaba temblando de frío y se volteó para abrir la puerta de su apartamento.
Asumió que el silencio de Nick significaba que finalmente había conseguido
llegarle, pero cuando trató de deslizarse en la calidez relativa del hueco de la
escalera, él bloqueó la puerta con su brazo.

—Por favor, (Tn). Si quieres que ruegue, lo haré.

Encontró su mirada, sin siquiera tratar de ocultar su herida y su dolor.

Hasta ese momento había estado convencida de que él veía a Elizabeth como un
trofeo, otro de los logros que había adquirido durante su ascenso en los rangos
sociales. Pero la mirada de sus ojos...
—De verdad la amas, ¿verdad? —preguntó en voz baja.

—Por supuesto que lo hago —dijo como si fuese la cosa más natural y obvia en el
mundo.

Por un momento —una centésima de segundo— (Tn) sintió un apretón de
envidia en su corazón. Deseó haber inspirado alguna vez tanta devoción sincera en
un hombre, sus novios anteriores siempre se habían ido con todo lo que pudieron
conseguir, ya fuera sexo, comida gratis o un apoyo emocional sin fin. Nunca había
tenido a nadie expresando su amor de manera tan inequívoca.

—Se ha ido a buscar a su padre. Su verdadero padre —dijo.

Él no dijo nada, sólo siguió mirándola en una muda súplica.

Maldita sea.

—Está bien, está bien. Ella no me indicó expresamente que no te dijera. Lo que no
significa que no me descuartizará cuando sepa que te lo dije, pero aun así. Está en
algún antiguo pub llamado La Isla de Wight en Phillip Island, Australia. Voló ayer
y hablé con ella esta mañana.

—¿Australia? —Nick parecía aturdido.

—Eso es correcto. Ahora bien, si no te importa, tengo varios catálogos de Playboy
que necesito revisar antes de salir a la calle por la noche.

Nicholas asintió con la cabeza en una breve señal de agradecimiento y luego se fue.
Deslizó la puerta hacia adentro y la bloqueó con cerrojo tras de sí.

Su estómago se revolvió con nerviosismo. Elizabeth no estaría feliz de que se
hubiese ido de lengua respecto a su paradero con su ex-prometido. Y temía pensar
qué haría Nick ahora, ¿llamaría a Elizabeth y le exigiría volver a casa y tomar su
lugar como madre de sus futuros hijos?

Otro pensamiento la golpeó.

¿Seguramente no correría hacia el otro lado del mundo por Elizabeth?
Lágrimas inexplicables llenaron sus ojos mientras pensaba en él haciendo
precisamente eso. El gran idiota.

Realmente amaba a Elizabeth. Verdadera, profunda, tal vez incluso locamente.

Y lo verdaderamente triste era que sabía que su amiga no sentía nada parecido a
eso por él.

Parpadeando para alejar las necias lágrimas, entró en el apartamento. No había
duda de que Nicholas St Jonas elegiría comer vidrio en lugar de saber que ella sentía
pena por él, pero no pudo impedirle hacerlo desde lejos. Podría ser un viejo antes
de tiempo y demasiado cosido para su gusto, pero era un hombre decente en su
corazón, sincero, generoso, amable, considerado. No se merecía ser herido de esa
manera.

Sus labios se torcieron en una sonrisa cínica.

¿Quién consigue lo que merece en la vida?

Muy pocos, como sabía por experiencia propia. Con el corazón y la mente pesados,
lanzó sus llaves en la mesa del pasillo y trató de averiguar cómo y cuándo
informar a Elizabeth que debería estar pendiente de un visitante inesperado.
___________________________________________________________________________________
continuara

pobre de nick :( no???? aqui la rayis es muuuuy sarcástica cierto!!!
pero no se preocupen eso se le pasara cuando de verdad se de cuenta q fue lo mejor para todos :).....
gracias x sus comentarios
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por chelis Dom 20 Ene 2013, 7:18 pm

AAII POBRECITOO DE NICK!!!..
PERO CREO QUE LE LLEGARA YA SU MEDIA NARANJAAAA!!!
AAAIIII PON OOTROOO
chelis
chelis


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Mensaje por aranzhitha Dom 20 Ene 2013, 7:56 pm

entoces Nick si quiere a E.???
Que mal por ellos!!
Siguela!!
aranzhitha
aranzhitha


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Mensaje por chelis Dom 20 Ene 2013, 8:08 pm

SE QUE NO SOY PACIENTEE!!!.. PERO PODRIAS SUBIR PRONTO UN CAPIS??
chelis
chelis


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Mensaje por Pidgejonas Lun 21 Ene 2013, 6:53 am

Hola doy nueva lectora, me gusta mucho tu nove, please siguela pronto
Pidgejonas
Pidgejonas


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Mensaje por andreita Lun 21 Ene 2013, 10:13 am

me da pesar con la pobre rayis

ellla quiere un amor asi
andreita
andreita


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Mensaje por chelis Lun 21 Ene 2013, 8:18 pm

OOOTROOOO
chelis
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Mensaje por M i c a e l a Lun 21 Ene 2013, 11:44 pm

que mal por Nick :( seguilaaaaaa
M i c a e l a
M i c a e l a


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Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA - Página 3 Empty Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA

Mensaje por chelis Mar 22 Ene 2013, 12:49 pm

ESPERANDO UN CAAPIIISSS
chelis
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Mensaje por andreita Mar 22 Ene 2013, 3:05 pm

Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA - Página 3 1755303498
andreita
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Mensaje por chelis Mar 22 Ene 2013, 3:46 pm

UNOO CHIIIQUUIIIIIITOOOOO
chelis
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Mensaje por ElitzJb Mar 22 Ene 2013, 4:34 pm

Pidgejonas escribió:Hola doy nueva lectora, me gusta mucho tu nove, please siguela pronto


hola bienvenida :hug:
genial q te guste ya la sigo
ElitzJb
ElitzJb


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Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA - Página 3 Empty Re: Su Mejor Peor Error Nicholas y __Tn. TERMINADA

Mensaje por chelis Mar 22 Ene 2013, 5:21 pm

EPERANDO UN CAPIS
chelis
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Mensaje por ElitzJb Mar 22 Ene 2013, 5:25 pm

Capítulo 3

(Parte Uno)



Nicholas condujo directo a casa, su orgullo y todo lo demás ardiendo
después de su encuentro con (Tn). La piedad en sus ojos. La
simpatía...

Ella era la última persona que quería que sintiera lástima por él. La última.

Y ahora era todo lo que podía hacer para no detenerse de dar media vuelta con el
auto para defenderse ante ella de lo que dijo que Elizabeth le había dicho a ella
sobre los últimos cinco días.

Que ella había confiado en (Tn) él no tenía dudas, al igual que sabía que justo
ahora (Tn) tenía una mejor idea de dónde él estaba con su prometida —ex
prometida— de la que él tenía. El conocimiento se sentía como una roca en su
vientre, tan desagradable como la lástima de (Tn).

Ésta no sería la primera vez que Elizabeth había confiado profundamente los
asuntos personales de su relación con su amiga. Le irritaba mucho más ahora que
entonces. Se había comprometido a compartir su vida con Elizabeth. A tener niños
y envejecer con ella. Odiaba el pensamiento que había cosas que ella no sentía que
podía hablar con él.

No es como si tú le dijeras todo. Eso era bueno para unos…

Empujó lejos el pensamiento errante. Esto no era sobre él. Esto era sobre Elizabeth.
Sobre lo que ella quería, lo que, aparentemente, (Tn) estaba al tanto y él no.
Toda su vida había poseído la habilidad para compartimentar sus sentimientos y
pensamientos, una habilidad de supervivencia que le había servido bien en la
urbanización propiedad del Gobierno donde había crecido. Mientras entraba en el
estacionamiento detrás de su departamento, se sacudió sus dudas, ira y el orgullo
herido. Su objetivo inmediato era encontrar a Elizabeth. Todo lo demás podía
esperar.

Una vez que estuvo dentro y al frente de su computadora, le tomó cinco minutos
reservar en el próximo vuelo a Melbourne, Australia. Había hecho una rápida
llamada al abuelo de Elizabeth, Edward Whittaker, para dejarle saber que estaba
yendo detrás de Elizabeth, escuchando con creciente impaciencia el consejo del
otro hombre de ser paciente pero intransigente en su trato hacia ella. El abuelo de
Elizabeth la adoraba pero no había forma de escapar del hecho que su actitud hacia
ella era sobreprotectora y más que un poco Victoriana.

Era una postura que siempre había puesto incómodo a Nicholas , pero nunca se había
sentido capaz de comentar esto ni a Edward o a la propia Elizabeth. Contra todo
pronóstico, Edward lo había contratado como un abogado novato recién salido de
la escuela de leyes y, cuando había notado a Nicholas golpeando en su nuevo
entorno, le ofreció la orientación y guía que había necesitado para navegar las
políticas fratricidas y jerarquías de un bufete de abogados de larga tradición. Todo
lo que era hoy se lo debía a Edward Whittaker.

Todo.

—Aprecio el consejo —dijo cuando el anciano finalmente se detuvo para tomar
aliento—, pero no estoy seguro que establecer las reglas me vaya a llevar a algún
lado con Elizabeth justo ahora.

—Ella está molesta. Todos entendemos eso. Pero una vez que se calme entenderá
que todos estaban haciendo lo mejor para ella.

Nicholas hizo una mueca. ¿No había dicho algo similar a (Tn) apenas hace veinte
minutos? Escuchando sus propias palabras de la boca de alguien más lo hizo muy
consciente de lo pomposo y condescendiente que debía haber sonado.
Se movió inquieto mientras recordaba otras ocasiones cuando había dicho algo
similar a Elizabeth. Por cinco días había vivido de la esperanza y certeza que lo que
sea que estuviese equivocado entre ellos podía ser reparado, ambos eran gente
racional después de todo, y tuvieron seis buenos años entre ellos, pero por primera
vez se deslizó una espina de duda en su mente.

Antes que ella hubiera salido fuera de la casa de su abuelo, Elizabeth lo había
acusado de no conocerla. Había dicho que estaba tan ocupado diciéndole lo que
era bueno para ella, que no tenía idea quién era o lo que realmente quería. Se había
llamado a sí misma cobarde por no hablar de sus verdaderos sentimientos.

Luego había cancelado su boda.

De nuevo, empujó los perturbadores pensamientos lejos. Una vez que la hubiera
encontrado, podrían hablar. Un puente, un desafío a la vez.

—Edward, necesito llegar al aeropuerto. He mandado un e-mail a mi asistente,
Tammy, sobre la reprogramación de mis casos por el resto de la semana. Con
suerte, estaré de vuelta con Elizabeth para el comienzo de la próxima semana.

—Mantente en contacto —dijo Edward. Había una nota frágil en su voz, un
recordatorio que estaba en el lado equivocado de los setenta.

—Lo haré. Tú y Vera tómenlo con calma, ¿sí? Tengo esto en la mano.

Finalizó la llamada y sacó su bolsa de viaje del estante superior del armario. Tiró
un par de cambios de ropa interior, una camisa limpia y varios artículos de
tocador, luego ordenó un taxi y arrojó su actual archivo de trabajo en su maletín, si
iba a estar atascado en el tránsito horas y horas, bien podría ser productivo. Cuatro
horas más tarde estaba en el aire, volando hacia el otro lado del mundo.

Gracioso, pero siempre había querido ir a Australia. De chico, su madre había sido
una ávida espectadora de telenovelas australianas, y él no podía oír la familiar
canción “Neighbours” sin ser transportado de vuelta al estrecho departamento
donde había crecido. Shirley St Jonas había amado el amplio cielo azul y el brillo de
la vida en Australia como se mostraba en el programa y cada día se sentaba
cómodamente en su sillón, la tetera lista, él a sus pies mientras miraban media hora

de pura ficción sobre un mundo que incluso entonces había sabido tan bien que era
demasiado bueno para ser verdad. Sin embargo, le había hecho querer ir y ver por
sí mismo. En el fondo de su mente, había pensado que era algo que él y Elizabeth
podrían hacer juntos un día.

Se sentía cansado y sucio para el momento que entró en la fría madrugada de un
día de verano de Melbourne unas veinticuatro horas después. Había reservado on-
line un auto de alquiler, se dirigió a la caseta y llenó el papeleo necesario. Media
hora después estaba en el camino, entrecerrando los ojos a las señales y tratando de
orientarse.

Philip Island estaba a una hora y media en auto de Melbourne. Se detuvo dos veces
por café, y eran cerca de las nueve de la mañana cuando se detuvo en un
estacionamiento en la tranquila ciudad costera de Cowes en Philp Island. A su
izquierda estaba un muelle de madera, metido en el agua azul brillante, a su
derecha una serie de boutiques con temáticas de playas vendiendo bikinis, toallas
de playa y bermudas. Movió el visor hacia abajo para comprobar su apariencia.
Sus ojos estaban inyectados en sangre, su cabello un desastre, su camisa arrugada y
floja. Se alisó el cabello con sus dedos antes de mover la visera de vuelta arriba. No
importaba que su ropa estuviera arrugada y sus ojos enrojecidos. Ninguna de esas
cosas iba a convencer a Elizabeth de volver a casa con él.

Renuente a dejar sus objetos de valor en el auto en una extraña ciudad, tomó
ambos, su bolso de viaje y su maletín con él mientras se dirigía al hotel Isle of
Wight. La chica detrás del mostrador era muy joven, que tal vez era el por qué
estaba feliz de entregarle el número de habitación de Elizabeth a un completo
extraño.

Miró alrededor de la barra principal mientras seguía sus instrucciones hacia las
escaleras que lo llevarían al primer piso. La alfombra estaba pegajosa bajo sus pies
y el aire olía a cerveza vieja y aceite de cocina. Un hombre moreno y fornido con el
cabello decolorado por el sol levantó amigablemente una mano hacia él mientras
pasaba el bar. Nicholas asintió en reconocimiento antes de subir la escalera.

Se detuvo cuando llegó a la habitación de Elizabeth, consciente de que su corazón
latía fuerte dentro de su pecho.

La amaba. Amaba su bondad y su paciencia y su tranquila determinación. Amaba
su elegancia y discreta dignidad. Era una de las mejores personas que conocía. La
necesitaba en su vida.

Necesitaba hacer que esto funcionase entre ellos. De lo contrario todo por lo que
había luchado no sería para nada ni nadie.

Levantó una mano y golpeó. Hubo un momento de silencio, luego oyó a alguien
moviéndose en torno al otro lado de la puerta.

Tomó una profunda respiración, esperando. Con esperanza.

Y luego la puerta se abrió.



(Tn) agonizó por un día completo sobre cómo decirle a Elizabeth lo que había
dicho y finalmente se decidió por la manera cobarde, un e-mail. Se sentó a redactar
un mensaje tres veces antes de finalmente simplemente confesar que se había ido
de lengua a C. M. —abreviatura de Droopy Drawers— y que estaba arrepentida
por ser una amiga tan débil pero que él había estado tan insistente y triste que se
había sentido incapaz de negarlo. Había pulsado enviar y se sentó a esperar la
respuesta de su amiga.

Tomó dos días antes que la respuesta de Elizabeth llegara a su bandeja de entrada,
dos días de (Tn) sudando y sintiéndose como la peor amiga.




Está bien, Tn. Hiciste lo correcto. No era mi intención para ti que quedaras
atrapada en medio de todo esto. Nicholas apareció en mi puerta hace un par de días.
Hablamos. Espero que nos hayamos separado como amigos. Supongo que el tiempo
lo dirá. Escribiré más cuando pueda.

Te amo,




(Tn) frunció el ceño hacia la pantalla de su laptop. ¿Era sólo ella, o el relato de
Elizabeth de lo que había pasado era totalmente inadecuado? ¿Dónde estaba
Nicholas ahora, por ejemplo? ¿Había vuelto a casa de nuevo? ¿Cuándo iba a regresar
a casa Elizabeth? Quizás (Tn) estaba leyendo demasiado en el económico mail de
su amiga, pero sentía que había algo más pasando con su amiga. Algo relacionado
con Nicholas y su padre.

La campana de la tienda tintineó y levantó la vista para ver una figura alta y de
hombros anchos llenando la puerta. El sol estaba directamente detrás de él,
reduciéndolo a una silueta, y su corazón dio un loco y nervioso golpe contra su
caja torácica.

—¿Nicholas ? —dijo.

Al momento que él se paró en la luz vio que no era Nicholas . La decepción
retumbaba en su estómago.

—Discúlpeme. ¿Puede decirme dónde encontrar la Estación de Metro más cercana?
—preguntó el con un claro acento americano.

—Al final de la calle, doble a la derecha. Debería ver la señal a su izquierda.

—Gracias. Que tenga un buen día.

La sonrisa cortés desapareció de sus labios cuando él salió. No tenía idea por qué
había pensado que podría haber sido Nicholas , por qué Nicholas había sido la primera
persona que saltó a su mente cuando había visto esa silueta alta y ancha en la
puerta. No había forma que Nicholas alguna vez apareciera en la tienda
voluntariamente. La despreciaba. Pensaba que ella era una mala influencia en
Elizabeth. Demonios, probablemente la culpaba por todo lo que había pasado con
su amiga.

No hace tantos días, Elizabeth le había dicho que no necesitaba preocuparse por
acalorarse bajo el cuello por Nicholas nunca más, desde que ella no tendría que verlo
de nuevo. (Tn) debería haber estado agradecida por el conocimiento. Debería
estar celebrando incluso ahora que nunca tendría que mirar a sus ojos grises que
condenan de nuevo.

¿Entonces por qué no lo estaba?



Los pasos de Nicholas hacía eco alrededor del espacio vacío mientras caminaba
desde el formal comedor a la cocina. Echó un mirada alrededor de la habitación a
los gabinetes blanco brillante y los mostradores de mármol Carrara1, (1Marmol de Carrara: Extraído de las canteras de los Alpes Apuanos en Carrara. Universalmente

conocido como uno de los mármoles más apreciados por su blancura (o con tonalidades azuladas -
grisáceas), casi sin vetas, y grano de fino aspecto harinoso.
)luego se
dirigió a la ventana para ver si el bastidor había sido reparado, según sus
instrucciones.

No que eso importaba. Nunca viviría en ese apartamento. Lo había comprado para
Elizabeth. Había planeado sorprenderla con la compra cuando regresaran de su
luna de miel. Había buscado por meses sólo por la propiedad adecuada. Los
adecuados vecinos, las adecuadas proporciones. Había tenido todo el lugar
pintado, tomando sus señales de la majestuosa mansión Mayfair de los abuelos de
Elizabeth.

Había sido engañado. Podía ver eso ahora. ¿Qué mujer quería una casa que no
había elegido por sí misma? Mejor aún, ¿qué mujer quería una casa que había sido
decorada a gusto de alguien más?

La ventana se movió suavemente, indicando que las cuerdas del marco habían sido
reemplazadas. Dejó que la ventana golpeara de nuevo al alféizar.

Debería ir a casa. Era tarde, y no había razón para esto. Simplemente estaba
echando sal en la herida. Mañana llamaría al agente inmobiliario y pondría este
lugar en el mercado. Con un poco de suerte, conseguiría su dinero de vuelta. Eso
era en lo que debería estar concentrado en este momento.



No había dónde sentarse, así que se sentó en el piso, su espalda contra uno de los
gabinetes de cocina, los pies apoyados en el suelo, las rodillas flexionadas. Apoyó
sus antebrazos en sus rodillas y contempló desde el pasillo a la puerta principal,
ignorando el hecho que estaba probablemente obteniendo polvo en su traje.

No sabía qué sentir, qué hacer consigo mismo. Por tanto tiempo su futuro se había
extendido enfrente de él como este pasillo, derecho, limpio y completamente
conocido. Había sabido exactamente qué necesitaba hacer, construir su reputación
en Whittaker, Malcom and Venables, hacerse socio, consolidar su posición en el
mundo. Elizabeth había sido una parte integral de eso, la mujer que había
imaginado a su lado mientras tomaba las medidas necesarias para llevarlo a donde
quería estar.

Resultó que, dónde había querido estar no era donde ella había querido estar.
Gracioso, pero nunca había pensado incluso preguntarle.

Justo como nunca había pensado en preguntarle si quería vivir en esta casa, con
estos colores de pintura.

Bajó su cabeza y masajeó el pequeño músculo entre sus cejas. Había sido un idiota.
Un ciego y tonto idiota. Y había pagado el precio. Había perdido a Elizabeth.

La mujer con que piensas que quieres casarte no existe. Ella es una construcción,
improvisada por mi desarrollado sentido del deber y tu deseo de estar conectado a un
hombre que en muchos aspectos ha llenado el papel de padre en tu vida. Yo sería una
terrible, terrible esposa para ti.

Las palabras de Elizabeth de hace tres días hicieron eco en su mente. En ese
momento, las había negado. No había querido oír lo que ella estaba diciendo.
Había sido impulsado por el miedo y el orgullo, determinado a llevarla a casa con
él. Se suponía que iban a caminar hacia el altar en apenas seis semanas a partir de
hoy. Todos sus amigos estaban invitados a la boda, así como los más importantes
de sus compañeros de trabajo. Si —cuando— llamara para cancelar la boda, el
hecho que Elizabeth lo había plantado sería de común conocimiento. La gente
hablaría y se reiría a sus espaldas. Habría especulación. Sería el hazmerreír. Un
hombre que no podía aferrar a su mujer.
Mientras la humillación se levantaba de nuevo en su interior, sabía que el golpe
que se había llevado su orgullo era el último de sus problemas. Más importante
para él era el hecho que Elizabeth había sido frustrada y reprimida por él y la vida
que ellos habían planeado juntos.

La había hecho infeliz, y no lo había visto. Ella lo había ocultado de él, pisado la
línea, aceptado todo, y sin embargo por dentro había sido asfixiante.

No es mi culpa. Es una mujer adulta. Podría haber hablado. Decirme lo que quería, cómo se
sentía. Se suponía que íbamos a ser iguales, después de todo.

Se puso de pie. Cepillándose el polvo del trasero de sus pantalones, se dirigió a la
puerta principal.

No podría dejar sus pensamientos detrás tan fácilmente. Lo atraparon mientras se
subía a su auto.

Porque Elizabeth había tratado de hablar con él, y la había ignorado. No hace tantos
meses, había esperado hasta que estaban teniendo una noche tranquila y le había
dicho en una nerviosa y autoconsciente manera que le gustaría experimentar más
en la habitación. Le había dicho que quería condimentar las cosas entre ellos,
intentar algo nuevo.

Y él había estado tan incómodo con lo que le había pedido que la había cerrado.
Consciente de sí mismo el calor quemó a través de su cuerpo mientras recordaba la
forma en que había desestimado sus propuestas. Le había dado unas palmaditas
en su cabeza y le dijo que no se preocupara sobre tales asuntos en su prisa por
terminar la conversación.

No era como si hubiera pedido algo ridículamente extraño, tampoco. Ciertamente
nada que no había hecho con sus otras novias. Las fantasías sexuales de ella habían
sido muy vainillas, muy mansas para los estándares normales, y sin embargo el
pensamiento de tirarla en la cama y tomarla desde atrás se había sentido como
decadente y fuera de cuestión para él como si ella le hubiera pedido que la
golpeara sangrientamente y la mirara dormir con diez hombres diferentes.
En su momento no se había detenido a preguntarse por qué, pero Elizabeth lo
había hecho, como se lo había demostrado tan elocuentemente cuando gentil pero
firmemente rompió los lazos que los unían hace tres días.

Vamos a llamar a las cosas por su nombre aquí. Para mejor o para peor, estoy fija en tu
mente como la nieta del hombre que respetas más que cualquier otra persona en el mundo.
Tú mismo lo dijiste, le debes todo. Cuando me miras, ves a la nieta de Edward Whittaker
primero y a mí segunda.

Por mucho que quería repudiar su punto de vista de su relación, sus palabras
habían resonado en su interior.

Veinte años atrás, se había hecho una promesa a sí mismo que no iba a repetir los
errores de sus padres. Había estado determinado a triunfar fuera del ciclo de
pobreza e ignorancia en el que había nacido. Se había pegado a la escuela cuando
sus compañeros la habían abandonado. Había ignorado las tentaciones de la droga,
bebidas y chicas, aun cuando el concejo del estado había estado plagado de
distracciones y tentaciones y pese a que su madre había estado desconcertada por
su determinación para superarse.

Él no había sido el chico más listo de la clase, pero había trabajado realmente duro,
estudiando y aprendiendo hasta que llegó al nivel de diez. La primera vez que
entró en la Biblioteca Wren en la Universidad de Trinity, miró alrededor y supo sin
duda que era el chico más pobre del lugar. Se había ganado una beca parcial él
mismo para costear su educación, pero no consiguió una ayuda del Gobierno para
gastos de manutención, por lo que trabajó en dos lugares diferentes mientras hacía
al mismo tiempo todo lo posible para tener un perfil atrayente a futuros
empleadores. Había escuchado a los presentadores de la BBC y los imitó hasta
lograr su duro acento del Norte de Londres, y se dejó ver donde sus compañeros
mejor acomodados se juntaban a parlotear. En poco tiempo, se había reinventado a
sí mismo, tanto como podía hacerlo un hombre que estaba mirando todo desde
afuera. Había hecho falta que un miembro honorario del lugar hacía tiempo como
Edward Whittaker se interesara en él para terminar la transformación. Bajo la guía
de Edward había limado sus últimos bordes afilados y se ganó el brillo que le
permitió pasar como alguien nacido para tener éxito. Hasta el día de hoy no sabía
por qué el hombre mayor se había interesado en él, quizás porque nunca tuvo un
propio hijo, así como a Marcus le faltó un padre, pero sin importar su motivación,
Edward había hecho posible su vida actual, y la idea de volverse parte de la familia
al casarse con Elizabeth se le hacía muy tentadora, que Elizabeth misma. Ella
estaba a años luz de las chicas con las que él había crecido. Ella siempre sabía qué
hacer o decir. Era hermosa, refinada, elegante. Su amor había sido el sello final de
su éxito.

Y todo había sido un castillo de naipes, su fachada se balanceaba precariamente en
la de Elizabeth. Sentado en su auto, se quedo mirando con tristeza por el
parabrisas.

Elizabeth había tenido el coraje de decir que toda pretensión era una mierda, pero
él había estado tan metido, tan desesperado por pertenecer que estuvo dispuesto a
jugar un papel el resto de su vida.

Tú, patético bastardo nunca lo suficientemente bueno.

Por un momento tuvo la urgencia de arrancar el auto y simplemente irse lejos de
todo. La vida que se había creado para sí mismo. La carrera que construyó tan
arduamente. Los amigos, los clubes. Podría conducir y conducir y conducir hasta
que estuviera en otro lugar. Y quizás comenzar de cero. Hacer todo de otra forma
esta vez.

Después de un largo rato, encendió el auto y condujo a casa. La verdad era que
había luchado demasiado por mucho tiempo por esta vida. Le gustara o no, aún
significaba mucho para él. Quizás eso lo hacía trágico o débil o idiota, pero era así.

Ahora sólo debía resolver qué hacer con ello.
____________________________________________________________
Continuara

mis chicas gracias x los comentarios
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por chelis Mar 22 Ene 2013, 6:46 pm

siento lastima por nick!!!!
pero si se paso un poco con eli!!!... pero creo que _____ lo ayudaraaa!!!
aaaaaaaaaaaaaaahhhhh
pon oootroo porfiiss
chelis
chelis


http://www.twitter.com/chelis960

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