El placer de los fantasmas |Zayn Malik & Louis Tomlinson| [HOT]

Él la evaluó de manera atrevida, su mirada recorrió su longitud. Ella se estremeció bajo el toque invisible, la piel de gallina se elevó en sus miembros. Las terminaciones nerviosas en su polla se encendieron, inmediatamente rogando por su presencia entre sus piernas. El olor débil y almizclado de su excitación, acompañó su necesidad.

Louis sacudió la cabeza con pesar. —Traviesa, traviesa esclava. De alguna manera sabía que ibas a portarte mal.

De alguna manera, ella sabía que él no lo lamentaba ni un poco. —Lo siento, Amo— dijo ella, parpadeando hacia él. Le encantaba cuando hablaba así.

—No uses ese gesto de inocencia conmigo, esclava. Levántate. Inclínate y coloca
tus manos en el asiento, luego extiende tus piernas.

Con entusiasmo, ella accedió. Todo lo que planeaba hacer, estaba segura lo disfrutaría.

—¿Así?— preguntó ella.

Louis gimió. Sus manos acariciaron su trasero. Por el rabillo del ojo, vio a Zayn colocar con indiferencia los filetes en la parrilla de gas, en la parte exterior de la terraza. Levantando una botella de cerveza que debía haber llevado hasta sus labios, miraba a la distancia, como si nada inusual ocurriera a unos pocos metros de él. Una punzada de disgusto pasó por ella ante ese pensamiento. ¿Con cuántas otras mujeres habían jugado este juego? Louis le había dicho la rara palabra de seguridad ‘Muñeco de
nieve’ muy rápidamente.

Las manos de Louis dejaron su culo por un momento. Cuando regresaron, ella chilló por el helado gel que él tenía en los dedos.

—¿Dónde guardas eso? ¿En la Antártida?

—Silencio esclava— Hizo presión contra su ano, lubricando su apertura.

—Louis... Amo— balbuceó ella. —Yo nunca...—

—¡Silencio, esclava!— Sus dedos continuaron presionando hasta que la yema de un dedo se deslizó dentro de ella. —No te preocupes, cariño— dijo él, rompiendo el personaje por un momento. —Voy a ser suave contigo. Solo relájate.

Era difícil relajarse con su ‘Amo’ deslizando su dedo, luego dedos, dentro y fuera de su ano, ocasionalmente añadiendo un poco más del lubricante helado.

Justo cuando ella finalmente se acostumbró a su contacto, Louis retiró los dedos. Un momento después, algo más los sustituyó. Ella se esforzó para mirar por encima de su hombro, pero no pudo ver lo que era.

—La cabeza abajo— le dijo él. —Respira profundo. Ahora exhala.

El objeto se deslizó dentro de ella hasta que con un pop sus músculos se cerraron alrededor de la base estrecha. Presionaba contra su pared vaginal del lado opuesto. Ella nunca había experimentado un tapón, pero estaba bastante segura de que eso era lo que le había insertado.

El se limpió la mano con un paño de la caja de plástico que había traído. Ella se preguntó qué más tendría allí.

—Acuéstate sobre tu espalda— le dijo él. —Pon las manos sobre tu cabeza.

—Sí, Amo—respondió ella. Ahora sus pezones eran pequeñas rocas. Ella esperaba que él se los metiera en la boca y chupara esos puntos descarados con su lengua caliente.

De pie detrás de ella, él ajustó la parte superior del asiento de modo que estaba casi recostada. Tomó una de sus muñecas y puso uno de los aros de las esposas alrededor, luego la aseguró al marco de la silla. Ella le dio la otra mano dócilmente, aunque riachuelos de temor fluyeron a través de su cuerpo.

Tenía que creer que no era una tonta al abrirse a sí misma a todo lo que quisieran hacerle. Louis se preocupaba por ella y había estado preocupado acerca de cualquier miedo que pudiera tener. Como si supiera que ella podría sentirse insegura, agarró su barbilla con los dedos y le giró la mirada hacia él.

—¿Estás bien?— le preguntó.

—Sí, Amo. Perfectamente. Fóllame pronto— movió sus caderas. —Te necesito tanto.

—Veremos. Eres la más traviesa de las esclavas. Diciéndole a tu Amo qué hacer— él la reprendió. Tomó los tobillos y los esposó. La hizo doblar la primera pierna, y la aseguró al marco. Ella probó, mientras él aseguraba la otra, y encontró que tenía sólo algunos centímetros de libertad de acción para moverse. Antes de que pudiera entrar en pánico, él había sujetado el otro pie al marco en el otro lado.

Ella lo miró, sintiéndose totalmente vulnerable ante sus Amos, sus manos eran inútiles, sus piernas estaban dobladas y abiertas. Era de ellos para que la tomaran y no había nada que pudiera hacer al respecto.

—Eres nuestra, esclava— le dijo él. —Completamente nuestra.

____ tragó y tomó una respiración profunda que sonó un poco ahogada. De esta manera, tan abierta para él, su excitación era evidente. Tenía que ver cómo los jugos cubrían sus pliegues, haciéndola resbaladiza para él.

Su polla estaba tensa contra sus jeans. Él no hizo ningún movimiento.

—Por favor— le rogó ella.

Su cabeza se inclinó hacia abajo mientras él apretaba los labios y negaba con la cabeza.

—Traviesa, traviesa esclava.— Ella se mordió el labio. Él la recorrió, subiendo por el muslo con su uña. —¿Qué hará mi pequeña esclava, si hago esto?—

Ella apretó los pies contra el armazón de la silla y se levantó a sí misma para su toque. Él extendió su mano sobre la pelvis y la empujó suavemente hacia el asiento. Su pulgar se estiró hacia abajo para frotar su clítoris y ____ gimió de frustración.

Su cuerpo se apretó alrededor del tapón que había puesto en ella.

—Por favor...—suplicó.

—Por favor, ¿qué? ¿Por favor, Amo? ¿Por favor, déjame ir? ¿Qué?— preguntó él, malentendiéndola deliberadamente. —¡Oh no, todavía no!

Metiendo la mano en su caja de juguetes, sacó dos pequeños objetos. Hábilmente, los adjuntó a sus pezones. Ella gimió cuando un rayo de dolor pasó a través de cada punta. Luego pasó sus pulgares sobre ellos y los anillos comenzaron a vibrar.

—No— susurró ___ mientras estremecimientos por las sensaciones, iban desde sus pechos hacia su coño. —No puedo aguantarlo.

—Sabes la palabra que tienes que decir.

Ella apretó los labios, sus manos se apretaron en puños por la intensa estimulación.

Escalando entre sus piernas, él abrió su pantalón y sacó su polla. Larga y dura, se levantaba desde su oscuro parche de pelo, con la cabeza púrpura por su profunda necesidad. Lentamente, se acarició a sí mismo y la miró.

Ella miró la mano, hipnotizada por los movimientos hacia arriba y abajo sobre su eje. Un gemido se elevó de su garganta.

—Por favor, Amo. Déjame chuparte la polla— Deseaba probar el sabor de la perla de semen que se formaba en la cabeza mientras la acariciaba con su mano.

—Creo que prefiero estar dentro de ti—

Extendió más sus rodillas para darle espacio, pero no dijo una sola palabra, ya que él parecía hacer lo contrario de lo que ella pedía. Inclinándose hacia adelante, él apoyó la polla en su apertura y empujó dentro de ella. Aunque estaba resbaladiza, el lento deslizamiento de su polla generaba la suficiente
fricción. Su eje presionó cada punto sensitivo mientras sus suaves tejidos se apretaban a su alrededor. Ella se retorcía tratando de obtener más de él, desesperadamente necesitaba más. Duro. Rápido. Profundo.

—Oh Dios— gritó, retorciéndose bajo él.

—Te gusta—dijo él con voz áspera. —¿No es así? Estar indefensa y a mi merced.

—Sí, sí... sólo tú. Sólo Zayn— jadeó ella. Ella nunca podría hacer esto con nadie más. No confiaría lo suficiente, no como confiaba en Zayn y Louis.

—¡Qué chica tan mala eres— rió él, entre dientes.— Querer dos Amos. ¿Qué vamos hacer contigo?—

—Fóllame más fuerte— exigió ella, y luego agregó —Amo—

Su canal se cerró a su alrededor, tratando de retenerlo, e inmediatamente sintió el tapón que estaba dentro de ella, empujando contra él mientras se movía. ¿Era eso lo que se sentía al tener dos hombres a la vez? Era tan apretado. Se sentía tan llena. Ella quería saber lo que se sentía tener tanto a Zayn como a Louis en su interior al mismo tiempo.

—Louis..— ella rogó.

De repente, él se había ido.

—¡No!— exclamó ella, sus esposas golpearon el marco de la silla mientras trataba de llegar a él. Jadeando, ella lo miró fijamente. ¿Qué había sucedido? Louis había estado en ella, ambos llenos de placer, a segundos de correrse, ¿y ahora se alejaba y se ajustaba los pantalones?

Él tomó las pinzas de la mano de Zayn. Zayn se volvió hacia ella, con sus manos en sus pantalones. —He oído que has sido una chica mala.

Ella negó con la cabeza.

—Oh, lo has sido. No trates de engañarme— Como Louis había hecho, se abrió los pantalones y se arrodilló entre sus pies atados. —No puedo esperar para sentir tu dulce coño otra vez.

—¿Qué me están haciendo?— ella gimió, mientras él se deslizaba dentro de ella, sin preliminares, pero ella estaba preparada. —Sí— susurró, golpeando sus caderas contra él. Sus músculos internos apretaron su largo eje. Ella gimió cuando también apretó el tapón. Ella esperaba que fuera estimulante para los hombres también.

—¿Alguna vez has oído hablar del trabajo en equipo?—

—¿Al igual que un relevo?—

—Igual. Amantes que van alternando hasta que alguien gana—

—Oh, Dios mío— susurró ella.

—Tú no te corres. Nosotros no nos corremos—Esta *beep* del relevo podría durar mucho tiempo. El sudor cubrió su piel mientras ella intentaba trabajar frenéticamente para su liberación. Tenía que llegar. Ellos no podían detenerla. Zayn alcanzó entre sus pechos y la liberó de los anillos de sus pezones. Ella
gritó mientras el placer-dolor se disparaba a través de sus montículos. Cuando jadeó, él se inclinó y se metió el palpitante pico en la boca, tirando fuertemente mientras le pasaba la lengua por la punta. Sus dedos trabajaron la otra punta, hasta que ella estuvo de nuevo en un frenesí.

—Más— le rogó ella, sintiendo su canal inundarse a su alrededor. Sus muslos y su culo quemaban con sus esfuerzos. Ella no se detuvo, tomando todo lo que podía.

Acabar estaba a un golpe de distancia.

Con un suspiro, Zayn salió. Besó el borde de su la boca, mientras ella apretaba
los dientes con negación, pequeños sollozos la hacían temblar.

—Lo siento cariño. El policía malo de allí, dice que no te puedes correr.

—No lo escuches— declaró ella, mientras su cuerpo le pedía acabar. Al igual que Louis había hecho, él fue hasta la parrilla y tomó las pinzas. Louis regresó con ella.

—¿Le dijiste al Amo Joe que no me escuchara?—

Ella parpadeó hacia él, sintiendo el juego profundamente en su centro justo donde necesitaba correrse más de lo que necesitaba respirar.

—Por favor, Amo Louis— pidió ella. —Necesito...— Tragó preguntándose si podría decirlo en voz
alta. —Te necesito— dijo en su lugar.

Louis se inclinó en el final de la tumbona y mordisqueó el interior de un muslo y luego del otro. Tomando un tobillo, lo liberó y lo subió. Centrándose en su mirada, ligeramente cerró los dientes en su empeine. Los dedos de los pies de ____ se curvaron y ella trató de alejarse de las sensaciones que zumbaban por su pierna. Él repitió el movimiento con el talón de su pie, mientras su uña trazaba
una línea por detrás de sus dedos.

—No, detente— susurró ella, pero no quería que se detuviera con tanta fuerza, como para decir la palabra de seguridad.

Lentamente, él subió por su pierna, mordiéndola suavemente palmo a palmo a su paso. Le pasó la lengua por la parte posterior de la rodilla, hasta que ella se estremeció y, en serio, renovó su intento de liberarse de él. El no la dejó ir, en su lugar succionó la sensible piel.

El ajustó el sistema de cierre del pie otra vez, y luego se movió sobre ella sobre sus manos y rodillas, pero no la tocó. Bajó hasta que su pecho y rozó sus doloridos pezones y su boca estaba a milímetros
de la suya.

—¿Quiere mi esclava, tener mi polla dentro de ella?

—Sí. Más que casi cualquier cosa.

—Hmm...— respondió él. Para su disgusto, se sentó de nuevo y repitió el proceso con la otra pierna.