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Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
mujer quieres matarnos! sube ya!
Pao Jonatica Forever :3
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
-Abrete para mí, _____________ -le ordenó en voz baja al alcanzar la parte más íntima y empezar a acariciarla-Déjame amarte como lo he imaginado miles de veces desde que te fuiste.
-Joseph..., por favor..., no pensarás...
Soltó un gritó ahogado cuando él le hizo recostarse en la cama y se subió sus piernas, con medias incluidas, sobre los hombros. Al sentir el contacto de la boca y la lengua de Joseph en sus zonas más sensibles, un calor y unas sensaciones irresistibles la hicieron estremecerse. Agarró con los puños cerrados los cabellos de su amado y gritó su nombre, se arqueó cuanto pudo, a punto de perder el control, pero él no le dio tregua. Con un cuidado experto, la llevó al clímax e hizo que exclamara con fuerza su nombre.
La silenció con un beso devastador, se situó sobre ella y la penetró profundamente. La llenó por completo, y la sensación fuerte y agradable de unidad fue tan intensa, tan increíble, que _____________ notó que los ojos se le llenaban de lágrimas. Afuera y otra vez adentro, con embates enérgicos que llegaban a lo más profundo de su ser y le lanzaban unas cálidas oleadas de placer que se propagaban multiplicándose. _____________ se mordió el labio inferior y se aferró al cuello de Joseph, acercándose cada vez más a un nuevo clímax.
¡Había echado tanto de menos a Joseph, lo había amado durante tanto tiempo y se había sentido tan sola!
El éxtasis la envolvió como una tormenta de verano, empapándola con una dulce lluvia plateada. Hundió los dedos en los músculos que recorrían los hombros de Joseph mientras él llegaba a su vez al éxtasis con el cuerpo rígido, tensado hacia delante, para relajarse después apoyando la frente en la suya.
Sintió la sonrisa de Joseph como un rayo tenue de sol.
-Te amo, _____________. No vuelvas a dejarme.
-No, mi amor -contestó sacudiendo despacio la cabeza-. Te lo prometo.
El conde de Dunstan estaba sentado en el salón posterior de Dunstan Manor leyendo un artículo del London Chronicle. Era tan corto que casi lo pasó por alto, y en él se mencionaba el regreso de la esposa de cierto lord, que había estado fuera casi un año. Una larga estancia «en el Continente», según el marqués de Jonas, era lo único que había mantenido alejada a su esposa. No tenía nada que ver en absoluto con el hecho de que se hubiera marchado al sospecharse que pudiera ser culpable del intento de asesinato de su tío.
Douglas apretó la mandíbula. La cólera le sacudía el cuerpo a ramalazos. ¿Que pudiera ser culpable? ¡Por supuesto que lo era! Esa chica no podía ni verlo. Había descubierto los planes que él tenía para acabar con ese marido suyo tan protector y quería asegurarse de que fracasaran.
Douglas se mofó de sí mismo. Bueno, la chavala no había conseguido matarlo, pero sí arruinarle la vida. Gracias a la rebeldía y la astucia de _____________ vivía él ahora en la casi soledad de su propiedad medio derruida de Bedfordshire. Sus planes para emprender una brillante carrera política se habían ido al garete, y el de casar a su hija con un hombre poderoso se había desintegrado incluso antes de haber tenido tiempo de madurar.
Estrujó el periódico y lo lanzó al fuego.
-¡Maldita sea! ¡Ojalá se pudra en el infierno! -exclamó en voz alta.
Se puso de pie, salió de la habitación y recorrió el vestíbulo sintiendo el frío de aquella casa vieja y sombría en cuanto se alejó de la chimenea. Con lo caro que era el carbón, no podían permitirse caldear todo el edificio y, aunque lo intentaran, la casa estaba en tan mal estado que el calor se escaparía por las grietas de las paredes.
-¡Ludlow! ¿Dónde estás, Ludlow?
El mayordomo apareció enseguida, con mitones y envuelto en una manta sobre la librea y los pantalones.
-¿Sí, milord? -Tenía la punta de la nariz roja y un ligero escalofrío recorrió su cuerpo huesudo.
-¿Dónde está mi hija? No la he visto en toda la mañana.
-Creo que sigue en la cama, milord. ¿Quiere que le pida que baje?
-Hágalo de inmediato -soltó Douglas, irritado-. Y dígale que no me haga esperar.
Era una chica inútil, como todas, que gemía y se quejaba sin cesar desde que se habían ido de Milford Park. Le causaba casi tanto pesar como _____________. Si no se enmendaba pronto, la casaría sólo para quitársela de encima. Tal vez no pudiera atrapar a ningún aristócrata joven y poderoso, como había planeado en su día, pero a su modo Muriel era un bocado bastante apetitoso. Seguro que podría cambiarla por una buena cantidad de monedas a algún viejo verde rico que se muriera por estar entre las piernas de una chica joven.
La causa de su irritación bajó las escaleras ataviada con una bata rosa que parecía más espantosa aún en contraste con el rojo de los cabellos sueltos.
-Empiezas a parecer una abandonada -le recriminó Douglas-. ¿Por qué estás todavía en la cama?
-Hace demasiado frío para levantarse. Esta casa tiene tantas corrientes de aire como una mazmorra. Sólo entro en calor cuando estoy dentro de la cama.
-Si tanto te gusta estar en la cama, quizá debería buscarte un marido. Estoy seguro de que lord Tilbert te haría entrar en calor bajo las sábanas.
-¿Lord Tilbert? -Muriel palideció, lo que le ocultó algunas pecas-. Lord Tilbert es un viejo chocho. No pensarás en serio casarme con un hombre como él, ¿no?
-Haré lo que tenga que hacer, hija. Será mejor que no lo olvides. Mientras tanto, quería decirte que voy a estar fuera un par de días.
-¿Te vas? ¿Adónde?
-Eso no es asunto tuyo. Baste decir que voy a buscar un poco de justicia. -Se giró y llamó al mayordomo que le servía también de ayuda de cámara-. ¡Ludlow! Prepáreme la maleta. Necesitaré ropa para una semana por lo menos.
-Sí, milord.
El escuálido hombre desapareció de inmediato.
-En cuanto a ti, Muriel, te sugiero que encuentres mejor forma de entrar en calor que quedarte en la cama quejándote. Si no, te advierto que lord Tilbert será el mejor de los pretendientes que te encontraré para casarte.
Dicho eso, se marchó a grandes pasos y dejó a la muchacha mirándolo pálida y temblorosa.
«Perfecto», pensó Douglas. Por lo menos, una de las dos mujeres a su cargo sabía cuál era su lugar.
La otra estaba a punto de averiguar lo que les sucedía a quienes se oponían a él.
-Joseph..., por favor..., no pensarás...
Soltó un gritó ahogado cuando él le hizo recostarse en la cama y se subió sus piernas, con medias incluidas, sobre los hombros. Al sentir el contacto de la boca y la lengua de Joseph en sus zonas más sensibles, un calor y unas sensaciones irresistibles la hicieron estremecerse. Agarró con los puños cerrados los cabellos de su amado y gritó su nombre, se arqueó cuanto pudo, a punto de perder el control, pero él no le dio tregua. Con un cuidado experto, la llevó al clímax e hizo que exclamara con fuerza su nombre.
La silenció con un beso devastador, se situó sobre ella y la penetró profundamente. La llenó por completo, y la sensación fuerte y agradable de unidad fue tan intensa, tan increíble, que _____________ notó que los ojos se le llenaban de lágrimas. Afuera y otra vez adentro, con embates enérgicos que llegaban a lo más profundo de su ser y le lanzaban unas cálidas oleadas de placer que se propagaban multiplicándose. _____________ se mordió el labio inferior y se aferró al cuello de Joseph, acercándose cada vez más a un nuevo clímax.
¡Había echado tanto de menos a Joseph, lo había amado durante tanto tiempo y se había sentido tan sola!
El éxtasis la envolvió como una tormenta de verano, empapándola con una dulce lluvia plateada. Hundió los dedos en los músculos que recorrían los hombros de Joseph mientras él llegaba a su vez al éxtasis con el cuerpo rígido, tensado hacia delante, para relajarse después apoyando la frente en la suya.
Sintió la sonrisa de Joseph como un rayo tenue de sol.
-Te amo, _____________. No vuelvas a dejarme.
-No, mi amor -contestó sacudiendo despacio la cabeza-. Te lo prometo.
El conde de Dunstan estaba sentado en el salón posterior de Dunstan Manor leyendo un artículo del London Chronicle. Era tan corto que casi lo pasó por alto, y en él se mencionaba el regreso de la esposa de cierto lord, que había estado fuera casi un año. Una larga estancia «en el Continente», según el marqués de Jonas, era lo único que había mantenido alejada a su esposa. No tenía nada que ver en absoluto con el hecho de que se hubiera marchado al sospecharse que pudiera ser culpable del intento de asesinato de su tío.
Douglas apretó la mandíbula. La cólera le sacudía el cuerpo a ramalazos. ¿Que pudiera ser culpable? ¡Por supuesto que lo era! Esa chica no podía ni verlo. Había descubierto los planes que él tenía para acabar con ese marido suyo tan protector y quería asegurarse de que fracasaran.
Douglas se mofó de sí mismo. Bueno, la chavala no había conseguido matarlo, pero sí arruinarle la vida. Gracias a la rebeldía y la astucia de _____________ vivía él ahora en la casi soledad de su propiedad medio derruida de Bedfordshire. Sus planes para emprender una brillante carrera política se habían ido al garete, y el de casar a su hija con un hombre poderoso se había desintegrado incluso antes de haber tenido tiempo de madurar.
Estrujó el periódico y lo lanzó al fuego.
-¡Maldita sea! ¡Ojalá se pudra en el infierno! -exclamó en voz alta.
Se puso de pie, salió de la habitación y recorrió el vestíbulo sintiendo el frío de aquella casa vieja y sombría en cuanto se alejó de la chimenea. Con lo caro que era el carbón, no podían permitirse caldear todo el edificio y, aunque lo intentaran, la casa estaba en tan mal estado que el calor se escaparía por las grietas de las paredes.
-¡Ludlow! ¿Dónde estás, Ludlow?
El mayordomo apareció enseguida, con mitones y envuelto en una manta sobre la librea y los pantalones.
-¿Sí, milord? -Tenía la punta de la nariz roja y un ligero escalofrío recorrió su cuerpo huesudo.
-¿Dónde está mi hija? No la he visto en toda la mañana.
-Creo que sigue en la cama, milord. ¿Quiere que le pida que baje?
-Hágalo de inmediato -soltó Douglas, irritado-. Y dígale que no me haga esperar.
Era una chica inútil, como todas, que gemía y se quejaba sin cesar desde que se habían ido de Milford Park. Le causaba casi tanto pesar como _____________. Si no se enmendaba pronto, la casaría sólo para quitársela de encima. Tal vez no pudiera atrapar a ningún aristócrata joven y poderoso, como había planeado en su día, pero a su modo Muriel era un bocado bastante apetitoso. Seguro que podría cambiarla por una buena cantidad de monedas a algún viejo verde rico que se muriera por estar entre las piernas de una chica joven.
La causa de su irritación bajó las escaleras ataviada con una bata rosa que parecía más espantosa aún en contraste con el rojo de los cabellos sueltos.
-Empiezas a parecer una abandonada -le recriminó Douglas-. ¿Por qué estás todavía en la cama?
-Hace demasiado frío para levantarse. Esta casa tiene tantas corrientes de aire como una mazmorra. Sólo entro en calor cuando estoy dentro de la cama.
-Si tanto te gusta estar en la cama, quizá debería buscarte un marido. Estoy seguro de que lord Tilbert te haría entrar en calor bajo las sábanas.
-¿Lord Tilbert? -Muriel palideció, lo que le ocultó algunas pecas-. Lord Tilbert es un viejo chocho. No pensarás en serio casarme con un hombre como él, ¿no?
-Haré lo que tenga que hacer, hija. Será mejor que no lo olvides. Mientras tanto, quería decirte que voy a estar fuera un par de días.
-¿Te vas? ¿Adónde?
-Eso no es asunto tuyo. Baste decir que voy a buscar un poco de justicia. -Se giró y llamó al mayordomo que le servía también de ayuda de cámara-. ¡Ludlow! Prepáreme la maleta. Necesitaré ropa para una semana por lo menos.
-Sí, milord.
El escuálido hombre desapareció de inmediato.
-En cuanto a ti, Muriel, te sugiero que encuentres mejor forma de entrar en calor que quedarte en la cama quejándote. Si no, te advierto que lord Tilbert será el mejor de los pretendientes que te encontraré para casarte.
Dicho eso, se marchó a grandes pasos y dejó a la muchacha mirándolo pálida y temblorosa.
«Perfecto», pensó Douglas. Por lo menos, una de las dos mujeres a su cargo sabía cuál era su lugar.
La otra estaba a punto de averiguar lo que les sucedía a quienes se oponían a él.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
ahhh este tipo otra vez hay va a fregarles la vida!!!
Es que es tan maldito!! Deberia de morirse!!!
Siguela!!
Es que es tan maldito!! Deberia de morirse!!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Mis hermosas, pregunta, ¿Con que Jonas le gustaría que fuera la proxima adaptación?
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
AAAAAAAAAHHH!!!
AHORA ESTE QUE TRAMAAAAA?????.....
AAAAAAAAAAAHHH!!!
CON EL QUE TU QUIERAS!!!!... LOS TRES ESTAN BIEN BUENOOOTEEEESSS!!!
AHORA ESTE QUE TRAMAAAAA?????.....
AAAAAAAAAAAHHH!!!
CON EL QUE TU QUIERAS!!!!... LOS TRES ESTAN BIEN BUENOOOTEEEESSS!!!
chelis
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
waaa ese hombreee no se cansa de molestarrrr :muere:
UUUUU A MI ME GUSTARÍA CON JOEEE ME ENCANTA :enamorado:
UUUUU A MI ME GUSTARÍA CON JOEEE ME ENCANTA :enamorado:
Samantha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
con el que quieras!! O el que quede mejor para el personaje!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Hola!!! JOE!!
Es solo que queda fantasticamente con cadanadaptacion que haces con el.
Muero por saber que libro elegiste esta vez!
Y volviendo, ese tipo es un... Dnenxidhebs
Que es lo que quiere hacer? :/
Es solo que queda fantasticamente con cadanadaptacion que haces con el.
Muero por saber que libro elegiste esta vez!
Y volviendo, ese tipo es un... Dnenxidhebs
Que es lo que quiere hacer? :/
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
hdsgfvbalskjgbdfkjg omgg! ese Joe es un perver total :3 hvjgbkfjd siguela! noo puede ser que ya va a acabar :s y bueno yo quiero otra adaptacion con Nick! kjgbsdkjgdf
Pao Jonatica Forever :3
Página 38 de 40. • 1 ... 20 ... 37, 38, 39, 40
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