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Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
hay noo!!! Joseph no puede sentir repulsion por ella!!!
Michael que se salve!!
Siguela!!
Michael que se salve!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
waaa pobre le pasa cado cosa a la chicaa siguela porfavorrr :corre:
Samantha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
NONONONONOOOOOOOO!!!!!... CUANDO SERAN FELICEESS!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!
POR QUE LA VIDA SE TUERCE Y SE TUERCE ????... POBRE DE ____!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!
POR QUE LA VIDA SE TUERCE Y SE TUERCE ????... POBRE DE ____!!!!
chelis
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
CAPITULO 23
Tenía que irse. No podía enfrentarse a la posibilidad, mejor dicho, probabilidad de que la detuvieran por asesinato. Era el sospechoso más claro y lo sabía. Incluso Joseph la creía culpable.
Joseph. En realidad, él era el motivo real de su huida. No olvidaría nunca la expresión de su cara mientras la observaba con Michael. O la expresión impenetrable que adoptó cuando ella terminó su truculenta tarea.
A pesar de lo terrible que fue que la viese trabajando en el sótano, esto era mucho peor. No volvería a mirarla sin ver su vestido empapado en sangre, sin preguntarse qué clase de mujer era ella en realidad. Sin duda, Allison Hartman no era así. Lady Allison era la feminidad en persona. Lady Allison era la mujer que a Joseph le gustaba.
Sin dejar de temblarle las manos metió un tercer vestido en la bolsa y tiró encima el cepillo plateado del tocador, dos camisones blancos y otro par de zapatos, el segundo un poco más cómodo que el par de piel resistente que llevaba puesto para el viaje.
Miró por la ventana. Era tarde y los sirvientes dormían. La oscuridad envolvía el castillo, pero una luna plateada asomaba entre las nubes. Inspiró con dificultad y echó un último vistazo a la habitación que tanto había llegado a gustarle y que echaría mucho de menos: las colgaduras de terciopelo, tan elegantes y a la vez tan acogedoras y cálidas, la cama que compartió tan a menudo con Joseph, las horas de placer que conocieron el uno en brazos del otro.
Se frotó los hombros y se abrazó para combatir un escalofrío de desesperación. No quería pensar en Joseph, no iba a hacerlo. Si lo hacía, no se iría. Su mirada se desvió un momento a la nota que había dejado en el escritorio francés del rincón. Le devolvía su libertad a Joseph y lo instaba a llevar el tipo de vida que siempre había deseado. Se merecía por lo menos eso, después de todos los problemas que ella le había causado.
Se secó una lágrima que consiguió de algún modo llegar a la mejilla, cerró la bolsa de viaje y salió del dormitorio.
Necesitó toda su fuerza de voluntad para no detenerse en la habitación de Michael a verlo una vez más, pero sabía que la niñera estaría durmiendo a los pies de la cama y no se atrevía a despertarla. Michael se estaba curando con rapidez. Se pondría bien y, cuando Joseph volviera, estaría en muy buenas manos.
Ya no la inquietaba Michael. De nuevo era ella quien estaba en peligro. Irse del castillo de Running, con algo de ventaja sobre los hombres de la policía, era la única opción que tenía. Además, huía de Joseph. Estaba enamorada de un hombre que no la amaba, un hombre que sólo sentía algo por la mujer que él quería que fuera, no por la mujer que era en realidad. Tenía que marcharse antes de que volviera, antes de que la mirara con esos bonitos ojos llenos de repugnancia.
Había visto esa mirada en los ojos de su tío, en los del obispo Tallman y en los médicos del manicomio. Tenía que irse y tenía que ser esa noche. Como de costumbre, haría lo que fuera necesario para sobrevivir.
Huir de la casa resultó más sencillo de lo que suponíaó pensó en llevarse un caballo, pero decidió que era mejor que no. Una vez llegara a una posada viajaría en diligencia, y eso resultaría más rápido y la ruta sería así más difícil de seguir. Esta vez las cosas iban a ser diferentes, ya que tenía dinero para pagarse los gastos. Joseph se mostraba muy generoso con su asignación y ella gastaba muy poco. No pasaría frío ni iría sucia. Tenía ropa de abrigo y también un plan.
Ya por la mañana, después de caminar toda la noche, llegó a una posada llamada Peregrines Roost. La diligencia apareció antes de mediodía. Pagó el viaje y subió al coche. Durante los siguientes días cambió de diligencia cuatro veces, siguiendo primero una dirección y luego otra, temerosa de que le siguieran el rastro. Cuando llegó a Saint Ives, en la alejada costa de Cornwall, estaba segura de que nadie sería capaz de encontrarla.
Había estado en ese pueblecito años atrás, con sus padres, cuando era pequeña. Entonces el sitio le encantó, y mientras oía el ruido de las olas contra los acantilados, asomada a la ventana del coche, vio que la belleza agreste de la región no había cambiado.
Pensó que quizá podría empezar allí una nueva vida, y la idea suavizó un poco la terrible sensación de pérdida que le causaba un dolor terrible en el pecho. Después, se acordó de Joseph, pensó en sus ojos negros plateados, en el modo tierno en que le sonreía, en el modo en que siempre había tratado de protegerla; y, en el fondo de su corazón, donde nadie podía verla, lloró en silencio.
Le resultaba verdaderamente difícil admitir que estaba equivocado.
Tan difícil que tardó tres días en reunir el valor suficiente. No estaba seguro de qué decir, de cómo abordar un tema de tanta importancia: los intereses, las creencias de _____________, la raíz de sus problemas con ella.
Así que dejó el castillo y se fue él solo para reflexionar sobre todo lo ocurrido, unos acontecimientos que habían cambiado tanto su modo de pensar, cambiado toda su vida. Necesitaba ver las cosas con claridad, pensarlas bien. Quería estar seguro.
Cuando regresó, era demasiado tarde.
Sentado tras el escritorio de palisandro de su estudio, desarrugó los bordes de la nota de _____________. Tras seis días y miles de lecturas, el papel estaba gastado y viejo. No necesitaba mirar las palabras; se sabía el mensaje de memoria. Pero ese pedazo de papel era lo último que tenía de _____________ y lo conservaría hasta que ella volviera.
Alisó el papel en la mesa y las letras lo hirieron al recordarle lo imbécil que había sido.
Joseph. En realidad, él era el motivo real de su huida. No olvidaría nunca la expresión de su cara mientras la observaba con Michael. O la expresión impenetrable que adoptó cuando ella terminó su truculenta tarea.
A pesar de lo terrible que fue que la viese trabajando en el sótano, esto era mucho peor. No volvería a mirarla sin ver su vestido empapado en sangre, sin preguntarse qué clase de mujer era ella en realidad. Sin duda, Allison Hartman no era así. Lady Allison era la feminidad en persona. Lady Allison era la mujer que a Joseph le gustaba.
Sin dejar de temblarle las manos metió un tercer vestido en la bolsa y tiró encima el cepillo plateado del tocador, dos camisones blancos y otro par de zapatos, el segundo un poco más cómodo que el par de piel resistente que llevaba puesto para el viaje.
Miró por la ventana. Era tarde y los sirvientes dormían. La oscuridad envolvía el castillo, pero una luna plateada asomaba entre las nubes. Inspiró con dificultad y echó un último vistazo a la habitación que tanto había llegado a gustarle y que echaría mucho de menos: las colgaduras de terciopelo, tan elegantes y a la vez tan acogedoras y cálidas, la cama que compartió tan a menudo con Joseph, las horas de placer que conocieron el uno en brazos del otro.
Se frotó los hombros y se abrazó para combatir un escalofrío de desesperación. No quería pensar en Joseph, no iba a hacerlo. Si lo hacía, no se iría. Su mirada se desvió un momento a la nota que había dejado en el escritorio francés del rincón. Le devolvía su libertad a Joseph y lo instaba a llevar el tipo de vida que siempre había deseado. Se merecía por lo menos eso, después de todos los problemas que ella le había causado.
Se secó una lágrima que consiguió de algún modo llegar a la mejilla, cerró la bolsa de viaje y salió del dormitorio.
Necesitó toda su fuerza de voluntad para no detenerse en la habitación de Michael a verlo una vez más, pero sabía que la niñera estaría durmiendo a los pies de la cama y no se atrevía a despertarla. Michael se estaba curando con rapidez. Se pondría bien y, cuando Joseph volviera, estaría en muy buenas manos.
Ya no la inquietaba Michael. De nuevo era ella quien estaba en peligro. Irse del castillo de Running, con algo de ventaja sobre los hombres de la policía, era la única opción que tenía. Además, huía de Joseph. Estaba enamorada de un hombre que no la amaba, un hombre que sólo sentía algo por la mujer que él quería que fuera, no por la mujer que era en realidad. Tenía que marcharse antes de que volviera, antes de que la mirara con esos bonitos ojos llenos de repugnancia.
Había visto esa mirada en los ojos de su tío, en los del obispo Tallman y en los médicos del manicomio. Tenía que irse y tenía que ser esa noche. Como de costumbre, haría lo que fuera necesario para sobrevivir.
Huir de la casa resultó más sencillo de lo que suponíaó pensó en llevarse un caballo, pero decidió que era mejor que no. Una vez llegara a una posada viajaría en diligencia, y eso resultaría más rápido y la ruta sería así más difícil de seguir. Esta vez las cosas iban a ser diferentes, ya que tenía dinero para pagarse los gastos. Joseph se mostraba muy generoso con su asignación y ella gastaba muy poco. No pasaría frío ni iría sucia. Tenía ropa de abrigo y también un plan.
Ya por la mañana, después de caminar toda la noche, llegó a una posada llamada Peregrines Roost. La diligencia apareció antes de mediodía. Pagó el viaje y subió al coche. Durante los siguientes días cambió de diligencia cuatro veces, siguiendo primero una dirección y luego otra, temerosa de que le siguieran el rastro. Cuando llegó a Saint Ives, en la alejada costa de Cornwall, estaba segura de que nadie sería capaz de encontrarla.
Había estado en ese pueblecito años atrás, con sus padres, cuando era pequeña. Entonces el sitio le encantó, y mientras oía el ruido de las olas contra los acantilados, asomada a la ventana del coche, vio que la belleza agreste de la región no había cambiado.
Pensó que quizá podría empezar allí una nueva vida, y la idea suavizó un poco la terrible sensación de pérdida que le causaba un dolor terrible en el pecho. Después, se acordó de Joseph, pensó en sus ojos negros plateados, en el modo tierno en que le sonreía, en el modo en que siempre había tratado de protegerla; y, en el fondo de su corazón, donde nadie podía verla, lloró en silencio.
Le resultaba verdaderamente difícil admitir que estaba equivocado.
Tan difícil que tardó tres días en reunir el valor suficiente. No estaba seguro de qué decir, de cómo abordar un tema de tanta importancia: los intereses, las creencias de _____________, la raíz de sus problemas con ella.
Así que dejó el castillo y se fue él solo para reflexionar sobre todo lo ocurrido, unos acontecimientos que habían cambiado tanto su modo de pensar, cambiado toda su vida. Necesitaba ver las cosas con claridad, pensarlas bien. Quería estar seguro.
Cuando regresó, era demasiado tarde.
Sentado tras el escritorio de palisandro de su estudio, desarrugó los bordes de la nota de _____________. Tras seis días y miles de lecturas, el papel estaba gastado y viejo. No necesitaba mirar las palabras; se sabía el mensaje de memoria. Pero ese pedazo de papel era lo último que tenía de _____________ y lo conservaría hasta que ella volviera.
Alisó el papel en la mesa y las letras lo hirieron al recordarle lo imbécil que había sido.
Última edición por NiinnyJonas el Mar 07 Mayo 2013, 9:28 pm, editado 1 vez
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
awww la rayiz se fue :misery:
Y justo cuando Joseph ya estaba aceptando su pasion por la medicina
Tengo una duda Joseph se llama Luciera??? :maloso:
Porque ese nombre se escucha de mujer :xd: jajaja
Siguela!!!
Y justo cuando Joseph ya estaba aceptando su pasion por la medicina
Tengo una duda Joseph se llama Luciera??? :maloso:
Porque ese nombre se escucha de mujer :xd: jajaja
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
aranzhitha escribió:awww la rayiz se fue :misery:
Y justo cuando Joseph ya estaba aceptando su pasion por la medicina
Tengo una duda Joseph se llama Luciera??? :maloso:
Porque ese nombre se escucha de mujer :xd: jajaja
Siguela!!!
Hahahahha se llama Marques Luciera Litchfield xd se me fue eso... porque siempre le ponian Litch... xd
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Haha me mato el nombre del Marquez haha
Pero... Pero, esto es muy fuerte. Muy fuerte.
Te agradezci que subas siempre la novela.
Pero... Pero, esto es muy fuerte. Muy fuerte.
Te agradezci que subas siempre la novela.
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Nooooo!!!.. Y joe que no esta!!!.... Aaaaaaaaaaahhhh que no se valla!!!!!....
chelis
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
A la mierda! Ya supo que se fue, ne es que tambn chingao apoco no le da cossa a la chica! Osea! No mamen que no se sienta mal me caga eso que sab q le gusta y solo por amor se pone a chillar aagh protejem de todo mal Dioss!
Pao Jonatica Forever :3
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Querido Joseph:
Seguro que mi tío ya ha muerto. Te ruego que creas que soy inocente de su asesinato, aunque, dadas las circunstancias, eso te resultará dificil. Te dejo con la esperanza de que se acaben los problemas que te he ocasionado y porque tengo miedo.
Al irme, deseo también dejarte libre.
Obtén la anulación de la que hablábamos y cásate con una mujer de tu agrado. Aunque me gustaría que las cosas fuesen distintas, jamás podría ser la clase de mujer que tú deseas. Después de lo que ocurrió con Michael, estoy segura de que la repugnancia que sientes por mí hace que esa realidad sea más que evidente.
Cuídate, amor mío, y por favor cuida de Michael. Sé que lo harás. Te dejo con un sólo pesar, no haber tenido nunca el valor de decirte que te amo y nunca dejaré de amarte.
Tu amiga para siempre, _____________
Las letras se volvieron borrosas y se juntaron entre sí. Joseph se frotó los ojos, dobló el papel y se lo metió en el bolsillo del chaleco, de modo que la nota regresara a su sitio, sobre su corazón. Llevaba buscándola seis días. Los seis días más largos de su vida. Estaba exhausto, preocupado, abatido y lleno de arrepentimiento. Pero no abandonaría hasta encontrarla.
Cuando la localizara, le diría lo que descubrió mientras contemplaba cómo le salvaba la vida a ese pequeño al que tanto había llegado él a querer. Le diría que había estado equivocado sobre sus estudios, que lo que hacía era importante. Y que no importaba que fuera una mujer. Por la vida de un sólo niño, todos esos años de aprendizaje, todo lo que ella había sufrido, bien valían la pena.
Y le diría que la amaba. Aunque Joseph no había creído nunca en tales sentimientos, al verla en esos momentos terribles con Michael se dio cuenta de que nunca en su vida estuvo tan orgulloso de otra persona ni sintió una conexión tan intensa con otro ser humano.
Estaba enamorado de ella. Por completo y sin la menor duda. En un rincón de su mente, enterrado a tal profundidad que ni siquiera era consciente de ello, había imaginado que era una mujer como su madre y eso le daba miedo. Pero lo cierto era que _____________ Grayson no se parecía en nada a Denise Jonas. Era buena, decente y digna de su confianza. La amaba de un modo desmesurado y se moría de ganas de decírselo. En su nota le decía que ella también lo amaba y, por primera vez, Joseph sabía lo afortunado que era.
Y lo desesperado que estaba por tenerla de vuelta con él.
Se pasó una mano por los cabellos para apartárselos de la frente. Llevaba la ropa salpicada de barro y necesitaba un afeitado. No le importaba. En cuanto Jason llegara, partiría de nuevo en busca de _____________. En alguna parte tenía que haber alguien que la hubiera visto, alguien que la recordara, que supiese qué dirección tomó.
No corría un peligro inmediato ante la justicia, aunque su marcha la hacía parecer aún más culpable. Su tío. no había muerto, como todo el mundo creía que iba a suceder, sino que se estaba recuperando despacio. Viviría y, como no existían pruebas concluyentes de que _____________ fuera la culpable del intento de asesinato y Dunstan quería acallar las habladurías y dar por zanjado el asunto lo antes posible, ya no tenían a la policía encima.
En cuanto a él, tenía que admitir que hubo un momento en que dudó de ella al enterarse del trato terrible que había sufrido a manos del despiadado Dunstan; pero, con sólo mirarla a la cara, supo de inmediato que no era la culpable. _____________ curaba a la gente, no la mataba. Si la justicia volvía a amenazarla, él encontraría el modo de protegerla costara lo que costara. Ella no volvería a tener nunca miedo.
La puerta se abrió en ese momento y la figura alta de Jason se agachó para entrar.
-Los caballos nos esperan. ¿Estás listo? .
-Tomaré la capa y los guantes y me reuniré contigo en la entrada -asintió Joseph y, al ver la ligera inclinación de la cabeza del duque, sintió una gran gratitud por el apoyo inquebrantable de su amigo.
«La encontraremos. No descansaremos hasta dar con ella», había afirmado rotundo Jason cuando se enteró de la noticia, y su voz contenía un tono de decisión tan firme que Joseph le creyó.
Descolgó la chaqueta del respaldo de una silla, hizo caso omiso de su dolor de cabeza y del cansancio de su cuerpo y siguió a su amigo al exterior.
_____________ dejó su casita con tejado de pizarra en los acantilados, a las afueras de Saint Ives, y se apresuró a recorrer el camino hacia el pueblo. Llevaba viviendo en el pueblecito costero casi dos meses, trabajando como comadrona entre un sinfín de otras tareas.
Ese día la había llamado Agnus Pots, una mujer mayor tan encorvada y arrugada que parecía un nomo, para ayudar a la joven esposa de un pescador a dar a luz a su primer hijo. Agnus era la comadrona del pueblo hasta la llegada de _____________, pero se estaba volviendo demasiado débil para el trabajo y se alegró de poder contratar a una ayudante.
Las primeras semanas fue evidente que _____________ era capaz de otras cosas además de asistir partos, y sus deberes se ampliaron. Personas de todas las edades, clases y dolencias empezaron a ir a su casa en las afueras del pueblo y _____________ hacía lo posible por ayudarlas.
Era la clase de vida que siempre había deseado. Su trabajo era importante. Se sentía útil. Necesitada.
Y desesperada, dolorosamente sola.
Extrañaba a Joseph mucho más de lo que pudiera haber imaginado. Echaba de menos su sonrisa, el sonido de su voz, el mero hecho de verle entrar en una habitación. Echaba de menos al pequeño Michael y se preocupaba por él. Añoraba su hogar en Sussex, a su marido y a su familia con un dolor punzante que no la dejaba nunca. Rogaba que Joseph fuese capaz de perdonarla por haber trastornado su vida una vez más y esperaba que en el futuro encontrara cierta tranquilidad.
Seguro que mi tío ya ha muerto. Te ruego que creas que soy inocente de su asesinato, aunque, dadas las circunstancias, eso te resultará dificil. Te dejo con la esperanza de que se acaben los problemas que te he ocasionado y porque tengo miedo.
Al irme, deseo también dejarte libre.
Obtén la anulación de la que hablábamos y cásate con una mujer de tu agrado. Aunque me gustaría que las cosas fuesen distintas, jamás podría ser la clase de mujer que tú deseas. Después de lo que ocurrió con Michael, estoy segura de que la repugnancia que sientes por mí hace que esa realidad sea más que evidente.
Cuídate, amor mío, y por favor cuida de Michael. Sé que lo harás. Te dejo con un sólo pesar, no haber tenido nunca el valor de decirte que te amo y nunca dejaré de amarte.
Tu amiga para siempre, _____________
Las letras se volvieron borrosas y se juntaron entre sí. Joseph se frotó los ojos, dobló el papel y se lo metió en el bolsillo del chaleco, de modo que la nota regresara a su sitio, sobre su corazón. Llevaba buscándola seis días. Los seis días más largos de su vida. Estaba exhausto, preocupado, abatido y lleno de arrepentimiento. Pero no abandonaría hasta encontrarla.
Cuando la localizara, le diría lo que descubrió mientras contemplaba cómo le salvaba la vida a ese pequeño al que tanto había llegado él a querer. Le diría que había estado equivocado sobre sus estudios, que lo que hacía era importante. Y que no importaba que fuera una mujer. Por la vida de un sólo niño, todos esos años de aprendizaje, todo lo que ella había sufrido, bien valían la pena.
Y le diría que la amaba. Aunque Joseph no había creído nunca en tales sentimientos, al verla en esos momentos terribles con Michael se dio cuenta de que nunca en su vida estuvo tan orgulloso de otra persona ni sintió una conexión tan intensa con otro ser humano.
Estaba enamorado de ella. Por completo y sin la menor duda. En un rincón de su mente, enterrado a tal profundidad que ni siquiera era consciente de ello, había imaginado que era una mujer como su madre y eso le daba miedo. Pero lo cierto era que _____________ Grayson no se parecía en nada a Denise Jonas. Era buena, decente y digna de su confianza. La amaba de un modo desmesurado y se moría de ganas de decírselo. En su nota le decía que ella también lo amaba y, por primera vez, Joseph sabía lo afortunado que era.
Y lo desesperado que estaba por tenerla de vuelta con él.
Se pasó una mano por los cabellos para apartárselos de la frente. Llevaba la ropa salpicada de barro y necesitaba un afeitado. No le importaba. En cuanto Jason llegara, partiría de nuevo en busca de _____________. En alguna parte tenía que haber alguien que la hubiera visto, alguien que la recordara, que supiese qué dirección tomó.
No corría un peligro inmediato ante la justicia, aunque su marcha la hacía parecer aún más culpable. Su tío. no había muerto, como todo el mundo creía que iba a suceder, sino que se estaba recuperando despacio. Viviría y, como no existían pruebas concluyentes de que _____________ fuera la culpable del intento de asesinato y Dunstan quería acallar las habladurías y dar por zanjado el asunto lo antes posible, ya no tenían a la policía encima.
En cuanto a él, tenía que admitir que hubo un momento en que dudó de ella al enterarse del trato terrible que había sufrido a manos del despiadado Dunstan; pero, con sólo mirarla a la cara, supo de inmediato que no era la culpable. _____________ curaba a la gente, no la mataba. Si la justicia volvía a amenazarla, él encontraría el modo de protegerla costara lo que costara. Ella no volvería a tener nunca miedo.
La puerta se abrió en ese momento y la figura alta de Jason se agachó para entrar.
-Los caballos nos esperan. ¿Estás listo? .
-Tomaré la capa y los guantes y me reuniré contigo en la entrada -asintió Joseph y, al ver la ligera inclinación de la cabeza del duque, sintió una gran gratitud por el apoyo inquebrantable de su amigo.
«La encontraremos. No descansaremos hasta dar con ella», había afirmado rotundo Jason cuando se enteró de la noticia, y su voz contenía un tono de decisión tan firme que Joseph le creyó.
Descolgó la chaqueta del respaldo de una silla, hizo caso omiso de su dolor de cabeza y del cansancio de su cuerpo y siguió a su amigo al exterior.
_____________ dejó su casita con tejado de pizarra en los acantilados, a las afueras de Saint Ives, y se apresuró a recorrer el camino hacia el pueblo. Llevaba viviendo en el pueblecito costero casi dos meses, trabajando como comadrona entre un sinfín de otras tareas.
Ese día la había llamado Agnus Pots, una mujer mayor tan encorvada y arrugada que parecía un nomo, para ayudar a la joven esposa de un pescador a dar a luz a su primer hijo. Agnus era la comadrona del pueblo hasta la llegada de _____________, pero se estaba volviendo demasiado débil para el trabajo y se alegró de poder contratar a una ayudante.
Las primeras semanas fue evidente que _____________ era capaz de otras cosas además de asistir partos, y sus deberes se ampliaron. Personas de todas las edades, clases y dolencias empezaron a ir a su casa en las afueras del pueblo y _____________ hacía lo posible por ayudarlas.
Era la clase de vida que siempre había deseado. Su trabajo era importante. Se sentía útil. Necesitada.
Y desesperada, dolorosamente sola.
Extrañaba a Joseph mucho más de lo que pudiera haber imaginado. Echaba de menos su sonrisa, el sonido de su voz, el mero hecho de verle entrar en una habitación. Echaba de menos al pequeño Michael y se preocupaba por él. Añoraba su hogar en Sussex, a su marido y a su familia con un dolor punzante que no la dejaba nunca. Rogaba que Joseph fuese capaz de perdonarla por haber trastornado su vida una vez más y esperaba que en el futuro encontrara cierta tranquilidad.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!!!
MIRA JOSEPH ... ES EN PARTE POR TU CULPA!!!!!.... PEROOO ENCUENTRALAAA!!! ESOS SEIS DIAS SE CONVIRTIERON EN SEMANAS!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!
SIGUELAA PORFIISS
MIRA JOSEPH ... ES EN PARTE POR TU CULPA!!!!!.... PEROOO ENCUENTRALAAA!!! ESOS SEIS DIAS SE CONVIRTIERON EN SEMANAS!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!
SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Dos meses!?? Que tristeza!!! :'(
Por favor continuala pronto! Es hermosa :')
Por favor continuala pronto! Es hermosa :')
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
oh Dios!! Ya pasaron dos meses separados!!
Pero te dijimos Joseph y no quisistes escuchar!!
Asi que ahora sufre!!
Siguela!!!
Pero te dijimos Joseph y no quisistes escuchar!!
Asi que ahora sufre!!
Siguela!!!
aranzhitha
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