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Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Aaaaaaaahhhhh!!!! La van a descubrir!!!!!.... Cielos la tus se merece ser feliz!!!!.. Ojala que el abogado la escuche.... Y que joe no se enoje mucho con _______
chelis
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Las mejillas de Winnie perdieron color. Durante un momento fugaz, desvió la mirada hacia el río que serpenteaba entre el bosque.
-Pues no lo sé -contestó sin mirarlo a la cara-Quizás haya ido al pueblo.
-Será eso -convino Joseph, pero no lo creyó. Ni por un instante.
Se le tensó un músculo de la mandíbula. Su tía estaba mintiendo y no lo hacía demasiado bien, sobre todo ahora que tenía la cabeza puesta en Londres. Encubría a _____________, pero ¿por qué?
Winnie subió al estribo de hierro del carruaje y se instaló junto a su doncella. Cuando el vehículo arrancó, saludó con la mano por la ventanilla, pero su mirada se desvió otra vez hacia el río.
Y entonces Joseph supo con exactitud adónde había ido su mujer y una punzada de incredulidad y cólera le hizo sentir un repentino calor en la nuca.
-¡Joder! -Volvió a la casa y se detuvo un momento en la entrada-. ¡Reeves! Tráigame la capa, deprisa.
-Sí, milord.
El mayordomo regresó con la prenda de lana, que Joseph se colocó sobre los hombros. Furioso con _____________ y maldiciéndose por ser tan imbécil, se fue a los establos a por su caballo.
No tardó en llegar a la cabaña de piedra que sirviera en otro tiempo de casa del encargado de la finca, y, en cuanto llegó a lo alto del montículo, comprobó que sus sospechas eran ciertas. La yegua de _____________ estaba a resguardo en el cobertizo de detrás y una columna de humo gris se elevaba de la chimenea.
Soltó un taco y descendió la colina.
-Espero que le vaya bien, señora Finch. Los furúnculos pueden ser muy peligrosos, por no decir nada de lo dolorosos que son.
-Ya lo creo, bonita -corroboró la mujer menuda y huesuda, con una sonrisa que le dejó al descubierto unas encías oscuras y las puntas de unos dientes medio podridos-. Ya no me duele tanto el trasero.
_____________ ya suponía que no. Le había aplicado un ungüento preparado sobre todo con trifolia y grasa de cerdo, un bálsamo que descubrió en el diario de un médico que había servido con el ejército en India. Les fue de maravilla a los soldados con los que empleó el ungüento, y _____________ esperaba que le fuera bien a la señora Finch.
Con su brazo huesudo, la mujer revolvió en la cesta que llevaba y localizó por fin una pequeña vasija tapada y se la entregó.
-Tenga, bonita. Le dejo una confitura de ciruela que hago yo misma. Y gracias otra vez.
-De nada, señora Finch. Adiós.
_____________ cerró la puerta con un suspiro de satisfacción y volvió al libro que estaba leyendo, una obra de remedios populares medievales de Sussex que la duquesa había encontrado en Carlyle Hall y le envió como regalo de Navidad.
Acababa de sentarse en la cómoda butaca de orejas frente a la chimenea cuando oyó el ruido de la puerta al abrirse de golpe y entrar el marqués como una exhalación. _____________ se levantó tan deprisa que el libro se le cayó del regazo y aterrizó a sus pies. Por un instante se quedó mirando las páginas dobladas del viejo manuscrito, pero no se agachó a recogerlo, sino que echó la cabeza atrás y miró directamente a los airados ojos negros de su marido.
Joseph movía los músculos de la mandíbula y tenía los labios contraídos en un gesto sombrío. Su mirada se desvió del rostro de _____________ a los frascos y los cubiletes de la mesa estrecha que recorría la pared hasta las macetas de arcilla del alféizar de la ventana, donde unos brotes verdes de varias hierbas crecían en la tierra margosa. _____________ se encontró una mesa desvencijada y de madera en el desván y le pidió al tonelero que la apuntalara y le cortara un poco las patas para que quedara más baja. Le servía de mesa de reconocimiento.
Aunque la cabaña estaba limpia y caldeada con alfombras compradas a un vendedor ambulante en el pueblo, las pilas de libros cubrían casi todas las superficies disponibles, muchos de ellos trasladados desde la biblioteca del castillo. _____________ se estremeció cuando el marqués reconoció algunos libros suyos. Después, volvió a mirarla a ella.
-Quizás empiece a fallarme la memoria, pero, si no recuerdo mal, cuando me pediste permiso para usar este sitio te dije que no.
Ella tragó saliva y se obligó a mantenerle la mirada.
-Me doy cuenta de que he actuado en contra de tus deseos, pero...
-¿Actuado en contra de mis deseos? ¿Es una forma fina de decir que desobedeciste mis órdenes por completo e hiciste exactamente lo que quisiste?
_____________ se mordió el labio inferior para evitar temblar. El marqués era un hombre temible cuando estaba enfadado y en ese momento el adjetivo se quedaba corto.
-La cabaña no se usaba y yo necesitaba un sitio para trabajar. Esperaba que lo aprobaras. Como no lo hiciste, no me quedó otra solución.
-¿Es así como tú lo ves? ¿Que no te quedó otra solución que desobedecer mis deseos?
Apretó tanto la mandíbula que se le marcó un músculo en la mejilla. _____________ necesitó toda su fuerza de voluntad para no salir corriendo. Pero lo que hizo fue levantar el mentón y decir:
-Soy tu esposa, por lo menos de momento. Me pareció que eso me daba cierta libertad.
Los ojos de Joseph la recorrieron, unos ojos ardientes que parecían abrasarla.
-Por lo menos en eso tienes razón. Eres efectivamente mi esposa. -Dio un paso inquietante hacia ella, de modo que quedaron a unos centímetros-. Mi error ha sido no asegurarme de que lo comprendieras del todo. Creo que ha llegado el momento de que ponga remedio a esa situación.
_____________ soltó un grito ahogado cuando Joseph la agarró por los hombros y la atrajo con fuerza hacia él. Le aplastó los labios con los suyos y, por un momento, ella se quedó quieta, sintiendo el calor de aquella boca, la humedad cálida de la lengua al deslizarse entre sus dientes. Los brazos de su marido la rodearon con fuerza para acercarla aún más a él, y _____________ notó la dureza de su excitación.
-Pues no lo sé -contestó sin mirarlo a la cara-Quizás haya ido al pueblo.
-Será eso -convino Joseph, pero no lo creyó. Ni por un instante.
Se le tensó un músculo de la mandíbula. Su tía estaba mintiendo y no lo hacía demasiado bien, sobre todo ahora que tenía la cabeza puesta en Londres. Encubría a _____________, pero ¿por qué?
Winnie subió al estribo de hierro del carruaje y se instaló junto a su doncella. Cuando el vehículo arrancó, saludó con la mano por la ventanilla, pero su mirada se desvió otra vez hacia el río.
Y entonces Joseph supo con exactitud adónde había ido su mujer y una punzada de incredulidad y cólera le hizo sentir un repentino calor en la nuca.
-¡Joder! -Volvió a la casa y se detuvo un momento en la entrada-. ¡Reeves! Tráigame la capa, deprisa.
-Sí, milord.
El mayordomo regresó con la prenda de lana, que Joseph se colocó sobre los hombros. Furioso con _____________ y maldiciéndose por ser tan imbécil, se fue a los establos a por su caballo.
No tardó en llegar a la cabaña de piedra que sirviera en otro tiempo de casa del encargado de la finca, y, en cuanto llegó a lo alto del montículo, comprobó que sus sospechas eran ciertas. La yegua de _____________ estaba a resguardo en el cobertizo de detrás y una columna de humo gris se elevaba de la chimenea.
Soltó un taco y descendió la colina.
-Espero que le vaya bien, señora Finch. Los furúnculos pueden ser muy peligrosos, por no decir nada de lo dolorosos que son.
-Ya lo creo, bonita -corroboró la mujer menuda y huesuda, con una sonrisa que le dejó al descubierto unas encías oscuras y las puntas de unos dientes medio podridos-. Ya no me duele tanto el trasero.
_____________ ya suponía que no. Le había aplicado un ungüento preparado sobre todo con trifolia y grasa de cerdo, un bálsamo que descubrió en el diario de un médico que había servido con el ejército en India. Les fue de maravilla a los soldados con los que empleó el ungüento, y _____________ esperaba que le fuera bien a la señora Finch.
Con su brazo huesudo, la mujer revolvió en la cesta que llevaba y localizó por fin una pequeña vasija tapada y se la entregó.
-Tenga, bonita. Le dejo una confitura de ciruela que hago yo misma. Y gracias otra vez.
-De nada, señora Finch. Adiós.
_____________ cerró la puerta con un suspiro de satisfacción y volvió al libro que estaba leyendo, una obra de remedios populares medievales de Sussex que la duquesa había encontrado en Carlyle Hall y le envió como regalo de Navidad.
Acababa de sentarse en la cómoda butaca de orejas frente a la chimenea cuando oyó el ruido de la puerta al abrirse de golpe y entrar el marqués como una exhalación. _____________ se levantó tan deprisa que el libro se le cayó del regazo y aterrizó a sus pies. Por un instante se quedó mirando las páginas dobladas del viejo manuscrito, pero no se agachó a recogerlo, sino que echó la cabeza atrás y miró directamente a los airados ojos negros de su marido.
Joseph movía los músculos de la mandíbula y tenía los labios contraídos en un gesto sombrío. Su mirada se desvió del rostro de _____________ a los frascos y los cubiletes de la mesa estrecha que recorría la pared hasta las macetas de arcilla del alféizar de la ventana, donde unos brotes verdes de varias hierbas crecían en la tierra margosa. _____________ se encontró una mesa desvencijada y de madera en el desván y le pidió al tonelero que la apuntalara y le cortara un poco las patas para que quedara más baja. Le servía de mesa de reconocimiento.
Aunque la cabaña estaba limpia y caldeada con alfombras compradas a un vendedor ambulante en el pueblo, las pilas de libros cubrían casi todas las superficies disponibles, muchos de ellos trasladados desde la biblioteca del castillo. _____________ se estremeció cuando el marqués reconoció algunos libros suyos. Después, volvió a mirarla a ella.
-Quizás empiece a fallarme la memoria, pero, si no recuerdo mal, cuando me pediste permiso para usar este sitio te dije que no.
Ella tragó saliva y se obligó a mantenerle la mirada.
-Me doy cuenta de que he actuado en contra de tus deseos, pero...
-¿Actuado en contra de mis deseos? ¿Es una forma fina de decir que desobedeciste mis órdenes por completo e hiciste exactamente lo que quisiste?
_____________ se mordió el labio inferior para evitar temblar. El marqués era un hombre temible cuando estaba enfadado y en ese momento el adjetivo se quedaba corto.
-La cabaña no se usaba y yo necesitaba un sitio para trabajar. Esperaba que lo aprobaras. Como no lo hiciste, no me quedó otra solución.
-¿Es así como tú lo ves? ¿Que no te quedó otra solución que desobedecer mis deseos?
Apretó tanto la mandíbula que se le marcó un músculo en la mejilla. _____________ necesitó toda su fuerza de voluntad para no salir corriendo. Pero lo que hizo fue levantar el mentón y decir:
-Soy tu esposa, por lo menos de momento. Me pareció que eso me daba cierta libertad.
Los ojos de Joseph la recorrieron, unos ojos ardientes que parecían abrasarla.
-Por lo menos en eso tienes razón. Eres efectivamente mi esposa. -Dio un paso inquietante hacia ella, de modo que quedaron a unos centímetros-. Mi error ha sido no asegurarme de que lo comprendieras del todo. Creo que ha llegado el momento de que ponga remedio a esa situación.
_____________ soltó un grito ahogado cuando Joseph la agarró por los hombros y la atrajo con fuerza hacia él. Le aplastó los labios con los suyos y, por un momento, ella se quedó quieta, sintiendo el calor de aquella boca, la humedad cálida de la lengua al deslizarse entre sus dientes. Los brazos de su marido la rodearon con fuerza para acercarla aún más a él, y _____________ notó la dureza de su excitación.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
YA LE CAYO EL CHAHUSTLE!!!!!!... JAJAJJA ESPEREMOS QUE SE LE PASE EL ENOJOOOO!!!!... YO CREO QUE CON LO QUE PASARA SI SE CONTENTARA!!!
JAJAJAJJAJAJAJJA
SIGUE PORFIIISS
JAJAJAJJAJAJAJJA
SIGUE PORFIIISS
chelis
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
hay Joseph no te enojes!!
Ya sabes que la rayiz hace lo quiere!
Mejor resignate!!
Siguela!!
Ya sabes que la rayiz hace lo quiere!
Mejor resignate!!
Siguela!!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Oh por Todos lo cielos!. Pensé que se armaba la podrida en serio.
Esto es fuerte. Verdaderamente.
Gracias!! Gracias!!
Esto es fuerte. Verdaderamente.
Gracias!! Gracias!!
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
La sorpresa se convirtió en sentimiento cuando algo cambió en la actitud de Joseph, que subió las manos para acariciarle la cara y gimió. El beso se volvió dulce, empezó a seducir, además de exigir, y el deseo surgió de la nada como una brisa cálida. Cuando Joseph le saboreó las comisuras de los labios y le deslizó la lengua por el labio inferior, _____________ sintió un cosquilleo por todo el cuerpo y un calor intenso la envolvió y se le concentró en el bajo vientre. El beso lento, lánguido, se convirtió de nuevo en apasionado y ella lo devolvió con una impaciencia fogosa, mientras su propio deseo crecía con cada latido de su corazón.
Inconscientemente, subió las manos por la solapa de Joseph, las entrelazó alrededor del cuello y empezaron a temblarle las piernas. Él debió de notarlo, porque la empujó suavemente hasta hacerle tocar la pared con las caderas, lo que le sirvió de apoyo. Otro beso húmedo, ardiente, y _____________ gimió en voz baja. Su marido le besó un lado del cuello, le mordisqueó el lóbulo de la oreja y empezó a desabrocharle los botones de la parte posterior de su sencillo vestido de lana gris. Sin apartar esos abrasadores ojos negros de ella, le quitó una a una las horquillas del pelo y _____________ oyó el ruido que hacían al llegar al suelo de piedra y sintió el peso de la copiosa melena cayéndole sobre los hombros.
-Dios mío, _____________.
Joseph enredó los dedos entre los mechones ondulados, le echó la cabeza hacia atrás y la besó, violándole la boca, tomándola con la lengua. _____________ le devolvió el beso con la misma pasión ardiente. Se estremecía de pies a cabeza, acalorada, aturdida y debilitada.
Con movimientos diestros y decididos, Joseph le bajó el vestido por los brazos, desabrochó las presillas de las enaguas y dejó deslizarse las prendas hasta el suelo. Con sólo la camisa, las medias y las ligas, ella se aferró a él cuando bajó la cabeza hacia sus senos y los besó a través de la tela, empapando el fino algodón con la lengua y observando cómo los pezones se erguían como si cobraran vida.
-Eres mía, _____________ -le susurró mientras le retiraba de un hombro el tirante de la camisa-. Eres mi esposa y lo seguirás siendo.
-Pero..., ¿pero qué hay de...?
La acalló con un beso apasionado y ansioso que le arrancó unos ruiditos lastimeros de la garganta. Después le acarició los senos desnudos, paseó la lengua alrededor de los pezones, y a _____________ le fallaron las piernas. Si no se cayó fue sólo porque él la sujetaba con fuerza. Cuando introdujo una rodilla entre las piernas para dejarla sentada a horcajadas sobre su muslo, _____________ sintió un dolor cálido y ardiente en su parte más íntima.
Sentía un cosquilleo por todo el cuerpo. Por Dios, estaba a punto, caliente y húmeda del modo más embarazoso, con la cabeza tan confusa que no podía pensar. Joseph le aplastó los senos con las manos, los acarició, los tanteó, los saboreó. _____________ deslizó unos dedos temblorosos por los cabellos que su marido llevaba recogidos en la nuca, los soltó de la cinta y unos mechones sedosos le cubrieron las palmas de las manos.
Joseph la besó mientras se desabrochaba los botones de la bragueta y, una vez liberada de los pantalones, oprimió la dureza rígida de su excitación contra el cuerpo de la mujer. Se abrió paso entre el vello rizado de la entrepierna y empezó a frotarse, primero con suavidad y después más intensamente. Sabía muy bien cómo tocarla, cómo darle placer. Unas sacudidas de deseo recorrieron el cuerpo de _____________, que se oyó a sí misma exclamando el nombre de su marido.
Joseph la acariciaba con pericia.
-Soy tu marido -susurró mientras con sus manos expertas aumentaba la necesidad de su esposa-. Dilo.
_____________ gimoteó.
-Dilo -insistió él en voz baja.
-Eres mi... marido.
Le separó las piernas y la penetró con un solo impulso que la levantó del suelo. _____________ se aferró a sus hombros y le clavó las uñas mordiéndose el labio inferior.
Joseph se salió con suavidad, la penetró de nuevo y _____________ sintió que un placer intenso la invadía. Afuera y adentro, despacio, con intención; los músculos de Joseph se flexionaban, se contraían, y los de _____________ seguían el ritmo de las pulsaciones. Joseph la levantó en vilo, se colocó las piernas de _____________ alrededor de la cintura y volvió a penetrarla.
-¡Dios mío, te he deseado durante tanto tiempo!
La tomó profundamente, penetrándola despacio y con exquisito cuidado. _____________ intentaba pensar, pero no podía; a duras penas se acordaba de respirar.
Oyó la voz de Joseph desde lejos, grave, pastosa y áspera:
-Me gustas tanto... Me encantas...
Esas palabras la aturdieron más aún. Se aferró al cuello de Joseph, con todo el cuerpo temblando de deseo y necesidad y los músculos del estómago contrayéndose. Dos fuertes acometidas más y arañó los hombros de Joseph sollozando su nombre. Se le tensó el cuerpo y se le relajó a continuación con una explosión de placer tan intenso que pensó que iba a desmayarse.
Joseph la penetró un poco más y, después, su cuerpo se contrajo alcanzando a su vez el clímax, vertiendo su simiente en ella mientras le agarraba las nalgas con las manos. Tras el éxtasis, _____________ siguió aferrada a él pensando en lo mucho que lo amaba y en lo bien que se sentía estando con él de ese modo. Y pensó también en lo mucho que había deseado que pasara exactamente eso.
Inconscientemente, subió las manos por la solapa de Joseph, las entrelazó alrededor del cuello y empezaron a temblarle las piernas. Él debió de notarlo, porque la empujó suavemente hasta hacerle tocar la pared con las caderas, lo que le sirvió de apoyo. Otro beso húmedo, ardiente, y _____________ gimió en voz baja. Su marido le besó un lado del cuello, le mordisqueó el lóbulo de la oreja y empezó a desabrocharle los botones de la parte posterior de su sencillo vestido de lana gris. Sin apartar esos abrasadores ojos negros de ella, le quitó una a una las horquillas del pelo y _____________ oyó el ruido que hacían al llegar al suelo de piedra y sintió el peso de la copiosa melena cayéndole sobre los hombros.
-Dios mío, _____________.
Joseph enredó los dedos entre los mechones ondulados, le echó la cabeza hacia atrás y la besó, violándole la boca, tomándola con la lengua. _____________ le devolvió el beso con la misma pasión ardiente. Se estremecía de pies a cabeza, acalorada, aturdida y debilitada.
Con movimientos diestros y decididos, Joseph le bajó el vestido por los brazos, desabrochó las presillas de las enaguas y dejó deslizarse las prendas hasta el suelo. Con sólo la camisa, las medias y las ligas, ella se aferró a él cuando bajó la cabeza hacia sus senos y los besó a través de la tela, empapando el fino algodón con la lengua y observando cómo los pezones se erguían como si cobraran vida.
-Eres mía, _____________ -le susurró mientras le retiraba de un hombro el tirante de la camisa-. Eres mi esposa y lo seguirás siendo.
-Pero..., ¿pero qué hay de...?
La acalló con un beso apasionado y ansioso que le arrancó unos ruiditos lastimeros de la garganta. Después le acarició los senos desnudos, paseó la lengua alrededor de los pezones, y a _____________ le fallaron las piernas. Si no se cayó fue sólo porque él la sujetaba con fuerza. Cuando introdujo una rodilla entre las piernas para dejarla sentada a horcajadas sobre su muslo, _____________ sintió un dolor cálido y ardiente en su parte más íntima.
Sentía un cosquilleo por todo el cuerpo. Por Dios, estaba a punto, caliente y húmeda del modo más embarazoso, con la cabeza tan confusa que no podía pensar. Joseph le aplastó los senos con las manos, los acarició, los tanteó, los saboreó. _____________ deslizó unos dedos temblorosos por los cabellos que su marido llevaba recogidos en la nuca, los soltó de la cinta y unos mechones sedosos le cubrieron las palmas de las manos.
Joseph la besó mientras se desabrochaba los botones de la bragueta y, una vez liberada de los pantalones, oprimió la dureza rígida de su excitación contra el cuerpo de la mujer. Se abrió paso entre el vello rizado de la entrepierna y empezó a frotarse, primero con suavidad y después más intensamente. Sabía muy bien cómo tocarla, cómo darle placer. Unas sacudidas de deseo recorrieron el cuerpo de _____________, que se oyó a sí misma exclamando el nombre de su marido.
Joseph la acariciaba con pericia.
-Soy tu marido -susurró mientras con sus manos expertas aumentaba la necesidad de su esposa-. Dilo.
_____________ gimoteó.
-Dilo -insistió él en voz baja.
-Eres mi... marido.
Le separó las piernas y la penetró con un solo impulso que la levantó del suelo. _____________ se aferró a sus hombros y le clavó las uñas mordiéndose el labio inferior.
Joseph se salió con suavidad, la penetró de nuevo y _____________ sintió que un placer intenso la invadía. Afuera y adentro, despacio, con intención; los músculos de Joseph se flexionaban, se contraían, y los de _____________ seguían el ritmo de las pulsaciones. Joseph la levantó en vilo, se colocó las piernas de _____________ alrededor de la cintura y volvió a penetrarla.
-¡Dios mío, te he deseado durante tanto tiempo!
La tomó profundamente, penetrándola despacio y con exquisito cuidado. _____________ intentaba pensar, pero no podía; a duras penas se acordaba de respirar.
Oyó la voz de Joseph desde lejos, grave, pastosa y áspera:
-Me gustas tanto... Me encantas...
Esas palabras la aturdieron más aún. Se aferró al cuello de Joseph, con todo el cuerpo temblando de deseo y necesidad y los músculos del estómago contrayéndose. Dos fuertes acometidas más y arañó los hombros de Joseph sollozando su nombre. Se le tensó el cuerpo y se le relajó a continuación con una explosión de placer tan intenso que pensó que iba a desmayarse.
Joseph la penetró un poco más y, después, su cuerpo se contrajo alcanzando a su vez el clímax, vertiendo su simiente en ella mientras le agarraba las nalgas con las manos. Tras el éxtasis, _____________ siguió aferrada a él pensando en lo mucho que lo amaba y en lo bien que se sentía estando con él de ese modo. Y pensó también en lo mucho que había deseado que pasara exactamente eso.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Picante.
Nono, sin palabras.
Hahah, podes creer que me encanta. No?
Obviamente te lo agradezco de todo corazón. Voy a llorar.. Bueno, no soy tan sensible Hahah. Por las dudas lo aclaro. Puedo negar eso último verdad?
Estoy loca.
Nono, sin palabras.
Hahah, podes creer que me encanta. No?
Obviamente te lo agradezco de todo corazón. Voy a llorar.. Bueno, no soy tan sensible Hahah. Por las dudas lo aclaro. Puedo negar eso último verdad?
Estoy loca.
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
CIELOS JOSEPH... NO ES UN MUEBLE PARA QUE LE HABLE ASI!!!!!... AAAII EN ESOS TIEMPOS ERAN MACHISTAS!!!!
chelis
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
el Joseph ya se dio cuenta que no puede vivir sin ella!!!
Siguela!!!
Me encanta ya lo sabes!!
Siguela!!!
Me encanta ya lo sabes!!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
CAPITULO 17
Pasaron los minutos. Joseph besó con ternura a _____________ en el cuello y la dejó en el suelo. Su cuerpo estaba saciado y satisfecho como nunca desde hacía semanas. Percibía el aroma del perfume suave de su esposa, notaba aún el sabor de sus labios. Le gustaba la sensación de ese cuerpo delgado entre sus brazos.
Le dio un último beso, se agachó, recuperó la camisa de ella y se la dio. _____________ se la pasó por la cabeza mientras él se abrochaba los botones de la bragueta.
No era su intención haberla tomado, todavía no. Fue a la cabaña para encararse con ella, pero la cólera lo espoleó y el deseo lo impulsó a actuar. Al recordar lo increíble que era la sensación de estar dentro de ella, no lo lamentó en absoluto.
Le acarició la mejilla mientras su mente retrocedía hacia otros momentos, otras mujeres. Aunque no era un amante egoísta, con las otras se limitaba a obtener placer, las usaba como ellas a él, y no dejaba nada de sí mismo una vez que terminaba.
Con _____________ era distinto. Cada vez que la miraba, la deseaba. Cuando le hacía el amor, se perdía dentro de ella como no le había ocurrido nunca. Quería darle placer, quería absorberla en su piel, fundirse con ella hasta que no se supiera dónde terminaba él y empezaba ella. _____________ alimentaba en él una necesidad que ni siquiera sabía que la tenía, y esa necesidad parecía aumentar cada vez que hacían el amor.
Lo asustaba pensar que una mujer pudiera afectarlo tanto, pero, a pesar de eso, quería hacer el amor con ella de nuevo.
Se abrochó el último botón de los pantalones y vio que ella lo observaba con unos enormes ojos inquisitivos. La confusión había reemplazado la satisfacción perezosa de unos momentos antes.
-¿Y la anulación, Joseph? Creía que estábamos de acuerdo en que era lo mejor. Es lo que ambos queríamos.
-¿Lo es? Puede ser que alguna vez pensara que era lo mejor, pero ya no. No va a haber ninguna anulación, _____________. Estamos casados y lo seguiremos estando.
-Pero yo creía... Si querías que el matrimonio fuera de verdad, ¿por qué no volviste a mi dormitorio? Ya sé que esa noche fue algo..., que no te gusté..., pero esperaba que con el tiempo...
-¿Era eso lo que creías? ¿Que no me gustaste? Por el amor de Dios, _____________, desde el día en que entraste en mi estudio no he pensado en otra cosa que no fuera en acostarme contigo. -E incluso entonces, al verla con los cabellos oscuros sueltos y los labios hinchados por los besos, la deseaba de nuevo.
-Si eso es cierto, ¿por qué no volviste a mi dormitorio?
-¿Querías que lo hiciera? -preguntó él, pasándole un dedo por la mandíbula, lo que hizo que se estremeciera otra vez.
-Sí -afirmó _____________, que desvió la mirada, algo ruborizada-. Me gustó cómo me tocaste, cómo me hiciste sentir. Sé que la mayoría de la gente cree que una mujer no debería desear a un hombre, pero yo no soy como la mayoría de las mujeres.
Joseph no iba a discutir eso. Era distinta a todas las mujeres que él había conocido. Y precisamente esa diferencia lo inquietaba.
Soltó un suspiro, antes de reconocer:
-Tal vez por eso me mantuve alejado. Quería aclararme las ideas. Una vez lo hice, me di cuenta de que lo mejor era que siguiéramos casados.
-¿Por qué? Puede ser que me desees, pero no me amas. ¿Por qué quieres seguir casado con una mujer a la que no amas?
Incómodo con el tema, Joseph se agachó y recuperó del suelo el vestido de lana.
-Levanta los brazos -le ordenó.
_____________ obedeció en silencio y él le pasó el vestido por la cabeza, se lo colocó bien en la cintura y se puso a abrocharle los botones, mientras decía:
-El amor es para los inocentes y los tontos, _____________. Yo no soy ninguna de esas dos cosas. Compañerismo, objetivos comunes, paternidad. Ésos son los aspectos importantes a tener en cuenta en un matrimonio.
Ella no lo contradijo, pero había algo en sus ojos que indicaba que no estaba del todo de acuerdo. Joseph se volvió, frunció el entrecejo al ver lo que lo rodeaba y empezó a recorrer el interior de la cabaña. El desagrado que sintiera antes regresó con una fuerza perturbadora.
-Sé que crees que lo que haces es importante, _____________, pero sabes que no lo apruebo. -Levantó un plato de peltre que contenía un jarabe pegajoso-. ¿Qué es esto?
-Es un remedio que estoy preparando para la tos.
Joseph se lo llevó a la nariz y, al olerlo, inhaló un aroma a regaliz y a algo dulce.
-¿De qué está hecho?
-Vino blanco, regaliz en polvo, azúcar cande, polvos de árnica y media docena de higos.
El marqués frunció el entrecejo y dejó el plato en la mesa.
-Eres la marquesa de Jonas -dijo mientras proseguía la inspección levantando una botella medio llena aquí, un cubilete allá, y se dirigía por fin adonde ella estaba-. Preparar pociones y elixires no es lo que debe hacer una dama de tu posición.
-Ayudo a la gente. ¿Cómo puede ser eso malo?
-Tienes suerte de que no digan que eres una bruja, y todavía está por ver si ayudas o no a alguien. Roger Ferris contó que su mujer estuvo en cama tres días después de tomar una de tus pociones. Sólo Dios sabe el daño que podrías provocar en otra alma desafortunada.
-La mujer de Roger guardó cama como excusa para evitar sus deberes matrimoniales. Al parecer, su marido es bastante inepto a la hora de hacer el amor.
Le dio un último beso, se agachó, recuperó la camisa de ella y se la dio. _____________ se la pasó por la cabeza mientras él se abrochaba los botones de la bragueta.
No era su intención haberla tomado, todavía no. Fue a la cabaña para encararse con ella, pero la cólera lo espoleó y el deseo lo impulsó a actuar. Al recordar lo increíble que era la sensación de estar dentro de ella, no lo lamentó en absoluto.
Le acarició la mejilla mientras su mente retrocedía hacia otros momentos, otras mujeres. Aunque no era un amante egoísta, con las otras se limitaba a obtener placer, las usaba como ellas a él, y no dejaba nada de sí mismo una vez que terminaba.
Con _____________ era distinto. Cada vez que la miraba, la deseaba. Cuando le hacía el amor, se perdía dentro de ella como no le había ocurrido nunca. Quería darle placer, quería absorberla en su piel, fundirse con ella hasta que no se supiera dónde terminaba él y empezaba ella. _____________ alimentaba en él una necesidad que ni siquiera sabía que la tenía, y esa necesidad parecía aumentar cada vez que hacían el amor.
Lo asustaba pensar que una mujer pudiera afectarlo tanto, pero, a pesar de eso, quería hacer el amor con ella de nuevo.
Se abrochó el último botón de los pantalones y vio que ella lo observaba con unos enormes ojos inquisitivos. La confusión había reemplazado la satisfacción perezosa de unos momentos antes.
-¿Y la anulación, Joseph? Creía que estábamos de acuerdo en que era lo mejor. Es lo que ambos queríamos.
-¿Lo es? Puede ser que alguna vez pensara que era lo mejor, pero ya no. No va a haber ninguna anulación, _____________. Estamos casados y lo seguiremos estando.
-Pero yo creía... Si querías que el matrimonio fuera de verdad, ¿por qué no volviste a mi dormitorio? Ya sé que esa noche fue algo..., que no te gusté..., pero esperaba que con el tiempo...
-¿Era eso lo que creías? ¿Que no me gustaste? Por el amor de Dios, _____________, desde el día en que entraste en mi estudio no he pensado en otra cosa que no fuera en acostarme contigo. -E incluso entonces, al verla con los cabellos oscuros sueltos y los labios hinchados por los besos, la deseaba de nuevo.
-Si eso es cierto, ¿por qué no volviste a mi dormitorio?
-¿Querías que lo hiciera? -preguntó él, pasándole un dedo por la mandíbula, lo que hizo que se estremeciera otra vez.
-Sí -afirmó _____________, que desvió la mirada, algo ruborizada-. Me gustó cómo me tocaste, cómo me hiciste sentir. Sé que la mayoría de la gente cree que una mujer no debería desear a un hombre, pero yo no soy como la mayoría de las mujeres.
Joseph no iba a discutir eso. Era distinta a todas las mujeres que él había conocido. Y precisamente esa diferencia lo inquietaba.
Soltó un suspiro, antes de reconocer:
-Tal vez por eso me mantuve alejado. Quería aclararme las ideas. Una vez lo hice, me di cuenta de que lo mejor era que siguiéramos casados.
-¿Por qué? Puede ser que me desees, pero no me amas. ¿Por qué quieres seguir casado con una mujer a la que no amas?
Incómodo con el tema, Joseph se agachó y recuperó del suelo el vestido de lana.
-Levanta los brazos -le ordenó.
_____________ obedeció en silencio y él le pasó el vestido por la cabeza, se lo colocó bien en la cintura y se puso a abrocharle los botones, mientras decía:
-El amor es para los inocentes y los tontos, _____________. Yo no soy ninguna de esas dos cosas. Compañerismo, objetivos comunes, paternidad. Ésos son los aspectos importantes a tener en cuenta en un matrimonio.
Ella no lo contradijo, pero había algo en sus ojos que indicaba que no estaba del todo de acuerdo. Joseph se volvió, frunció el entrecejo al ver lo que lo rodeaba y empezó a recorrer el interior de la cabaña. El desagrado que sintiera antes regresó con una fuerza perturbadora.
-Sé que crees que lo que haces es importante, _____________, pero sabes que no lo apruebo. -Levantó un plato de peltre que contenía un jarabe pegajoso-. ¿Qué es esto?
-Es un remedio que estoy preparando para la tos.
Joseph se lo llevó a la nariz y, al olerlo, inhaló un aroma a regaliz y a algo dulce.
-¿De qué está hecho?
-Vino blanco, regaliz en polvo, azúcar cande, polvos de árnica y media docena de higos.
El marqués frunció el entrecejo y dejó el plato en la mesa.
-Eres la marquesa de Jonas -dijo mientras proseguía la inspección levantando una botella medio llena aquí, un cubilete allá, y se dirigía por fin adonde ella estaba-. Preparar pociones y elixires no es lo que debe hacer una dama de tu posición.
-Ayudo a la gente. ¿Cómo puede ser eso malo?
-Tienes suerte de que no digan que eres una bruja, y todavía está por ver si ayudas o no a alguien. Roger Ferris contó que su mujer estuvo en cama tres días después de tomar una de tus pociones. Sólo Dios sabe el daño que podrías provocar en otra alma desafortunada.
-La mujer de Roger guardó cama como excusa para evitar sus deberes matrimoniales. Al parecer, su marido es bastante inepto a la hora de hacer el amor.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
JAJAJAJAJJAJAJAJAJAJJAJAJAESE JOSEPH NO CAMBIAAA!!! CREO QUE EL INGENUO ES OTRO!!!!!
Y QUE DEJE DE SER TAN MACHISTA!!!!!....
Y QUE DEJE DE SER TAN MACHISTA!!!!!....
chelis
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