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Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Sdnfcdxx Que caps:3 fjksjkdfjdf tendran 1313 okno --' siiguelaaa!
Pao Jonatica Forever :3
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Se inclinó hacia ella, ladeó la cabeza y besó a _____________ sin dejar de estrecharla entre sus brazos. Fue un beso cuidadoso, una exploración tierna. Entonces, esos labios cálidos y carnosos se separaron bajo los suyos y Joseph estuvo perdido. El deseo se apoderó de él con una fuerza arrolladora. Los músculos del estómago se le contrajeron y todo su cuerpo se puso rígido.
La besó con pasión, con fuerza. Su lengua se deslizó en el interior para saborearla más profundamente mientras movía su boca sobre la de ella, primero a un lado y después al otro. _____________ emitió un ruido sordo con la garganta y le rodeó el cuello con los brazos. Joseph notó cómo se estremecía, sintió el contacto suave de los senos y un nuevo estallido de pasión le invadió la entrepierna.
Acarició las nalgas de _____________ y gimió en voz queda al contacto de unas formas redondeadas y tersas, la apretó con más fuerza contra su excitación y aumentó la fuerza del beso, incapaz de saciarse, ajeno a lo que lo rodeaba.
Sólo Dios sabe qué habría pasado en los siguientes instantes de no ser porque llamaron con suavidad a la puerta. Joseph se apartó de _____________ como si se hubiera quemado y ella titubeó con los ojos medio entornados y la boca húmeda y rosada por el beso. Él la sujetó con un brazo y se maldijo por lo que había permitido que sucediera, mientras se esforzaba en recuperar el control.
-Quédate aquí. Veré quién es.
_____________ no dijo nada. Su atención estaba concentrada en la puerta y el brillo del deseo se había apagado en su semblante para quedar sustituido por una expresión de terror. Joseph avanzó hacia la ventana, echó una ojeada al exterior y, al ver que sólo se trataba de Bennie Taylor, dio gracias a los dioses de la fortuna por su oportuna intervención.
Levantó el pasador y abrió la puerta.
-Hola, Bennie. ¿Qué pasa?
El muchacho daba vueltas, nervioso, al sombrero de fieltro marrón que tenía en las manos.
-Su tía me envió a buscarle -anunció mirando hacia donde estaba _____________, que lo escuchaba muy tensa-. Unos hombres de la policía han ido a verle. Ella les dijo que estaba usted fuera, por un asunto de negocios, pero tiene miedo de que vuelvan y pensó que podría querer estar allí por si regresan.
-Ya lo creo. -Joseph se volvió hacia _____________, vibrando aún por el ardor no liberado y agradecido por la oportunidad de escapar-. Como al parecer tu doncella te ha abandonado, Bennie pasará la noche en los establos. No quiero que te quedes aquí sola.
_____________ asintió incómoda. Aunque tenía la cabeza alta, estaba muy colorada. Sabía, como él, que lo ocurrido entre ellos dos no tendría que haber sucedido. Joseph maldijo para sus adentros. Pensaba que debería disculparse, pero ya lo había hecho antes y eso no le impidió repetir la falta.
Maldición. En lo que se refería a esa mujer, tal vez fuera él quien estaba loco.
-No tienes por qué preocuparte -le aseguró-. Te haré saber si hay algún problema. -Forzó una sonrisa-Siento perderme el estofado.
_____________ no dijo nada. Se quedó allí de pie, con aspecto frágil y vacilante, y Joseph volvió a maldecirse. Decidió que se mantendría alejado del pabellón de caza.
Tendría que hacerlo por el bien de ambos.
Mientras tanto, se ocuparía de los policías.
_____________ pasó una noche atormentada, llena de sueños agotadores del pasado y de terror por lo que podría depararle el futuro. Se despertaba con cada sonido, segura de que los policías la habían encontrado, deseando tener algún modo de protegerse si lo hacían. Cuando no tenía miedo, pensaba en Joseph, dividida entre reprenderse a sí misma por lo que había hecho y lamentar que su encuentro hubiera finalizado tan pronto. El recuerdo de los besos ardientes y apasionados del marqués se sumaba a sus temores, y amaneció más tensa y consumida, más exhausta que cuando se marchó a dormir.
Hasta última hora de la tarde siguiente no llegó una nota de Joseph. Afirmaba que los policías sólo querían preguntar algunas cosas más. No tenían idea de dónde estaba ella, aunque seguían buscándola.
«Estás a salvo, _____________» -finalizaba la nota-. «No tienes por qué tener miedo.»
Pero tenía motivos más que suficientes para estar asustada y ella lo sabía. Estaba más desesperada que nunca por encontrar un modo de protegerse y, después de la última y apasionada visita del marqués, se le había ocurrido un plan.
Al principio pensó que lo mejor era decírselo, rogarle que la ayudara; seguro que aceptaría. Pero cuanto más vueltas le daba más se convencía de que jamás accedería a algo así. Era demasiado arriesgado. Demasiado temerario. Demasiado insensato.
Y también era total y claramente egoísta. No podía esperar que el marqués de Jonas cancelara su boda para casarse con otra persona, aunque esa unión fuera a durar sólo un año. Y no sería un matrimonio tan simple porque, a no ser que una autoridad superior lo obligara a ello, su tío no daría nunca su permiso.
Recorrió una y otra vez la estancia de un lado a otro procurando convencerse de que era mejor olvidar esa idea. Joseph no accedería nunca y sin su consentimiento aquello era impensable. Plantearse siquiera la posibilidad de traicionar al único hombre en quien podía confiar, un hombre que se había arriesgado por ella y que seguía haciéndolo día tras día para protegerla, resultaba de lo más despreciable.
Su conciencia le advertía que rechazara la idea, que permaneciera oculta y rogara que Joseph descubriera un modo de ayudarla o de que no la encontraran.
La besó con pasión, con fuerza. Su lengua se deslizó en el interior para saborearla más profundamente mientras movía su boca sobre la de ella, primero a un lado y después al otro. _____________ emitió un ruido sordo con la garganta y le rodeó el cuello con los brazos. Joseph notó cómo se estremecía, sintió el contacto suave de los senos y un nuevo estallido de pasión le invadió la entrepierna.
Acarició las nalgas de _____________ y gimió en voz queda al contacto de unas formas redondeadas y tersas, la apretó con más fuerza contra su excitación y aumentó la fuerza del beso, incapaz de saciarse, ajeno a lo que lo rodeaba.
Sólo Dios sabe qué habría pasado en los siguientes instantes de no ser porque llamaron con suavidad a la puerta. Joseph se apartó de _____________ como si se hubiera quemado y ella titubeó con los ojos medio entornados y la boca húmeda y rosada por el beso. Él la sujetó con un brazo y se maldijo por lo que había permitido que sucediera, mientras se esforzaba en recuperar el control.
-Quédate aquí. Veré quién es.
_____________ no dijo nada. Su atención estaba concentrada en la puerta y el brillo del deseo se había apagado en su semblante para quedar sustituido por una expresión de terror. Joseph avanzó hacia la ventana, echó una ojeada al exterior y, al ver que sólo se trataba de Bennie Taylor, dio gracias a los dioses de la fortuna por su oportuna intervención.
Levantó el pasador y abrió la puerta.
-Hola, Bennie. ¿Qué pasa?
El muchacho daba vueltas, nervioso, al sombrero de fieltro marrón que tenía en las manos.
-Su tía me envió a buscarle -anunció mirando hacia donde estaba _____________, que lo escuchaba muy tensa-. Unos hombres de la policía han ido a verle. Ella les dijo que estaba usted fuera, por un asunto de negocios, pero tiene miedo de que vuelvan y pensó que podría querer estar allí por si regresan.
-Ya lo creo. -Joseph se volvió hacia _____________, vibrando aún por el ardor no liberado y agradecido por la oportunidad de escapar-. Como al parecer tu doncella te ha abandonado, Bennie pasará la noche en los establos. No quiero que te quedes aquí sola.
_____________ asintió incómoda. Aunque tenía la cabeza alta, estaba muy colorada. Sabía, como él, que lo ocurrido entre ellos dos no tendría que haber sucedido. Joseph maldijo para sus adentros. Pensaba que debería disculparse, pero ya lo había hecho antes y eso no le impidió repetir la falta.
Maldición. En lo que se refería a esa mujer, tal vez fuera él quien estaba loco.
-No tienes por qué preocuparte -le aseguró-. Te haré saber si hay algún problema. -Forzó una sonrisa-Siento perderme el estofado.
_____________ no dijo nada. Se quedó allí de pie, con aspecto frágil y vacilante, y Joseph volvió a maldecirse. Decidió que se mantendría alejado del pabellón de caza.
Tendría que hacerlo por el bien de ambos.
Mientras tanto, se ocuparía de los policías.
_____________ pasó una noche atormentada, llena de sueños agotadores del pasado y de terror por lo que podría depararle el futuro. Se despertaba con cada sonido, segura de que los policías la habían encontrado, deseando tener algún modo de protegerse si lo hacían. Cuando no tenía miedo, pensaba en Joseph, dividida entre reprenderse a sí misma por lo que había hecho y lamentar que su encuentro hubiera finalizado tan pronto. El recuerdo de los besos ardientes y apasionados del marqués se sumaba a sus temores, y amaneció más tensa y consumida, más exhausta que cuando se marchó a dormir.
Hasta última hora de la tarde siguiente no llegó una nota de Joseph. Afirmaba que los policías sólo querían preguntar algunas cosas más. No tenían idea de dónde estaba ella, aunque seguían buscándola.
«Estás a salvo, _____________» -finalizaba la nota-. «No tienes por qué tener miedo.»
Pero tenía motivos más que suficientes para estar asustada y ella lo sabía. Estaba más desesperada que nunca por encontrar un modo de protegerse y, después de la última y apasionada visita del marqués, se le había ocurrido un plan.
Al principio pensó que lo mejor era decírselo, rogarle que la ayudara; seguro que aceptaría. Pero cuanto más vueltas le daba más se convencía de que jamás accedería a algo así. Era demasiado arriesgado. Demasiado temerario. Demasiado insensato.
Y también era total y claramente egoísta. No podía esperar que el marqués de Jonas cancelara su boda para casarse con otra persona, aunque esa unión fuera a durar sólo un año. Y no sería un matrimonio tan simple porque, a no ser que una autoridad superior lo obligara a ello, su tío no daría nunca su permiso.
Recorrió una y otra vez la estancia de un lado a otro procurando convencerse de que era mejor olvidar esa idea. Joseph no accedería nunca y sin su consentimiento aquello era impensable. Plantearse siquiera la posibilidad de traicionar al único hombre en quien podía confiar, un hombre que se había arriesgado por ella y que seguía haciéndolo día tras día para protegerla, resultaba de lo más despreciable.
Su conciencia le advertía que rechazara la idea, que permaneciera oculta y rogara que Joseph descubriera un modo de ayudarla o de que no la encontraran.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
ahhh porque tenian que interrumpir?!!
Joseph casate con ella!!!
Siguela!!!
Joseph casate con ella!!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
:O lo pensó.
Que genialidad!! Gracias por subir!!!
Que genialidad!! Gracias por subir!!!
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Casi se había convencido a sí misma cuando Bennie Taylor llegó corriendo y golpeó como un loco la puerta con los puños.
-¡Los he visto, milady! ¡Los he visto en el pueblo!
_____________ abrió de inmediato.
-Por el amor de Dios, Bennie, ¿de qué estás hablando?
-De los hombres de la policía, milady. Los he visto en Gorsham preguntando cosas sobre usted.
-¡Oh, Dios mío!
-Están insistiendo mucho para obtener información. Allí nadie sabe donde está usted, claro, pero pensé que querría saberlo.
_____________ tragó saliva. Por supueso que quería saber¬o. Las piernas empezaron a temblarle bajo la falda.
Bennie apretó el ala de su sombrero de fieltro marrón.
-Vigilaré bien, milady, no se preocupe. Si veo señal de que vienen hacia aquí, correré a avisarla. Podrá esconderse en el bosque hasta que traiga a su Excelencia.
-Gracias, Bennie -dijo _____________ tras humedecerse los labios, que tenía secos como la arena del desierto-. Has hecho muy bien.
El muchacho asintió con la cabeza y echó a correr hacia los árboles. _____________ cerró la puerta y se apoyó en ella con los ojos cerrados y el cuerpo tembloroso. Si antes ya estaba asustada, ahora sentía terror. Si cerraba los ojos, casi podía oír la risa lasciva de los guardias cuando le quitaban la ropa. En cualquier momento llegarían las autoridades al pabellón. La llevarían otra vez a ese sitio horrible y no podía hacer nada para evitarlo.
Tenía los ojos llenos de lágrimas, pero las contuvo. No iba a quedarse con los brazos cruzados y permitir que la destruyeran. Esta vez se protegería. El plan que había medio tramado acudió a su mente con una fuerza inusitada y en ese instante supo lo que tenía que hacer.
Corría más peligro que nunca y se le acababa el tiempo. Antes de cambiar de idea, fue al aparador y abrió el cajón de abajo. Sacó pluma y tintero y varios pliegos de papel, se sentó a la mesa situada a un lado del salón y empezó a escribir la carta que había redactado mentalmente esa mañana. Le temblaba la mano y eso le hizo derramar gotas de tinta en la hoja.
Inspiró varias veces para tranquilizarse y empezó de nuevo, procurando que los rasgos de su escritura fueran amplios y enérgicos, a diferencia de los suyos habituales, más delicados. Escribía a un hombre que tiempo atrás fuera amigo de su padre, el obispo Edwin Tallman.
Aunque el obispo se creyó la historia de su tío cuando a ella la enviaron al hospital y se negó por desgracia a interceder en su favor, era un hombre de principios y una figura muy respetada en la Iglesia. Ostentaba uno de los veinticuatro asientos de los obispos en la Cámara de los Lores y tenía influencia entre todos los miembros de la nobleza.
Aparte de ser inflexible en sus creencias, el obispo era uno de los pocos hombres con poder suficiente para imponer su voluntad al duque de Dunstan. _____________ ter¬minó la misiva, devolvió la pluma al tintero y la leyó:
Os escribo, obispo Tallman, porque me he enterado de que fuisteis un buen amigo del difunto conde de Milford. Si deseáis ayudar a lady _____________ Grayson, llevad a su tío, lord Dunstan, a la aldea de Gorsham la noche del 20 de noviembre. En el bosque de Wealden se encuentra un pabellón de caza aislado, a un kilómetro de la carretera que conduce al pueblo. La encontraréis ahí a las diez en punto con el hombre responsable de su secuestro. En recuerdo de la amistad que os unía a su padre, no permitáis que Dunstan vaya a buscarla solo.
_____________ se tragó el miedo que acallaba su sentimiento de culpa. Si su plan funcionaba, el obispo viajaría a Gorsham con el conde y sus hombres. Llegarían al pabellón alrededor de las diez y encontrarían a lord Jonas en una situación comprometedora con lady _____________ Grayson.
Esperaba que, con los esfuerzos recientes del marqués por liberarla de Saint Bart, su insistencia en que no estaba loca y el hecho de que ella era pura, el obispo insistiría en que Joseph se casara con ella.
Y si su tío se negaba a permitir la unión se vería tan acabado ante los ojos de la sociedad como lo estaría el marqués de Jonas.
Dobló la nota y la selló con una gota de lacre. Pediría a Bennie Taylor que pagara a uno de los chicos del pueblo para que la entregara.
Miró la carta y un escalofrío de terror le recorrió el cuerpo. Lo arriesgaba todo en la posibilidad más extrema. Si no salía bien, volvería a Saint Bart o a algún sitio peor, si eso era posible.
Pero si salía bien sería libre.
Reflexionó de nuevo sobre los términos de la custodia que la habían inspirado a tomar esa iniciativa: una cláusula que la liberaba del control de su tío en el caso de contraer matrimonio. Lo hubiera hecho años atrás para escapar del conde, pero como la herencia pasaría al marido, su tío no habría dado jamás su consentimiento.
Si el plan salía bien, no tendría más remedio.
Era un esquema brillante, suponiendo que funcionara.
Joseph era la mosca en el pastel. No quería herirlo. Era un buen hombre, el amigo más leal que había tenido nunca. No quería involucrarlo en su vida más de lo que ya lo estaba, pero tenía a los policías prácticamente en la puerta y, cada día que pasaba, su tío se encontraba más cerca de encontrarla. Y cuando así fuera, y la enviaran de nuevo al manicomio, su vida terminaría.
Su conciencia entraba en conflicto con sus sentimientos hacia Joseph, sentimientos que, lo confesaba, eran mucho más profundos que los de una amistad; pero racionalizó su propio papel en la destrucción de la vida que el marqués se había organizado con tanto cuidado. No estaba enamorado de Allison Hartman, al menos a ella le daba esa impresión. El beso apasionado de la noche anterior no era el de un hombre enamorado de otra mujer.
-¡Los he visto, milady! ¡Los he visto en el pueblo!
_____________ abrió de inmediato.
-Por el amor de Dios, Bennie, ¿de qué estás hablando?
-De los hombres de la policía, milady. Los he visto en Gorsham preguntando cosas sobre usted.
-¡Oh, Dios mío!
-Están insistiendo mucho para obtener información. Allí nadie sabe donde está usted, claro, pero pensé que querría saberlo.
_____________ tragó saliva. Por supueso que quería saber¬o. Las piernas empezaron a temblarle bajo la falda.
Bennie apretó el ala de su sombrero de fieltro marrón.
-Vigilaré bien, milady, no se preocupe. Si veo señal de que vienen hacia aquí, correré a avisarla. Podrá esconderse en el bosque hasta que traiga a su Excelencia.
-Gracias, Bennie -dijo _____________ tras humedecerse los labios, que tenía secos como la arena del desierto-. Has hecho muy bien.
El muchacho asintió con la cabeza y echó a correr hacia los árboles. _____________ cerró la puerta y se apoyó en ella con los ojos cerrados y el cuerpo tembloroso. Si antes ya estaba asustada, ahora sentía terror. Si cerraba los ojos, casi podía oír la risa lasciva de los guardias cuando le quitaban la ropa. En cualquier momento llegarían las autoridades al pabellón. La llevarían otra vez a ese sitio horrible y no podía hacer nada para evitarlo.
Tenía los ojos llenos de lágrimas, pero las contuvo. No iba a quedarse con los brazos cruzados y permitir que la destruyeran. Esta vez se protegería. El plan que había medio tramado acudió a su mente con una fuerza inusitada y en ese instante supo lo que tenía que hacer.
Corría más peligro que nunca y se le acababa el tiempo. Antes de cambiar de idea, fue al aparador y abrió el cajón de abajo. Sacó pluma y tintero y varios pliegos de papel, se sentó a la mesa situada a un lado del salón y empezó a escribir la carta que había redactado mentalmente esa mañana. Le temblaba la mano y eso le hizo derramar gotas de tinta en la hoja.
Inspiró varias veces para tranquilizarse y empezó de nuevo, procurando que los rasgos de su escritura fueran amplios y enérgicos, a diferencia de los suyos habituales, más delicados. Escribía a un hombre que tiempo atrás fuera amigo de su padre, el obispo Edwin Tallman.
Aunque el obispo se creyó la historia de su tío cuando a ella la enviaron al hospital y se negó por desgracia a interceder en su favor, era un hombre de principios y una figura muy respetada en la Iglesia. Ostentaba uno de los veinticuatro asientos de los obispos en la Cámara de los Lores y tenía influencia entre todos los miembros de la nobleza.
Aparte de ser inflexible en sus creencias, el obispo era uno de los pocos hombres con poder suficiente para imponer su voluntad al duque de Dunstan. _____________ ter¬minó la misiva, devolvió la pluma al tintero y la leyó:
Os escribo, obispo Tallman, porque me he enterado de que fuisteis un buen amigo del difunto conde de Milford. Si deseáis ayudar a lady _____________ Grayson, llevad a su tío, lord Dunstan, a la aldea de Gorsham la noche del 20 de noviembre. En el bosque de Wealden se encuentra un pabellón de caza aislado, a un kilómetro de la carretera que conduce al pueblo. La encontraréis ahí a las diez en punto con el hombre responsable de su secuestro. En recuerdo de la amistad que os unía a su padre, no permitáis que Dunstan vaya a buscarla solo.
_____________ se tragó el miedo que acallaba su sentimiento de culpa. Si su plan funcionaba, el obispo viajaría a Gorsham con el conde y sus hombres. Llegarían al pabellón alrededor de las diez y encontrarían a lord Jonas en una situación comprometedora con lady _____________ Grayson.
Esperaba que, con los esfuerzos recientes del marqués por liberarla de Saint Bart, su insistencia en que no estaba loca y el hecho de que ella era pura, el obispo insistiría en que Joseph se casara con ella.
Y si su tío se negaba a permitir la unión se vería tan acabado ante los ojos de la sociedad como lo estaría el marqués de Jonas.
Dobló la nota y la selló con una gota de lacre. Pediría a Bennie Taylor que pagara a uno de los chicos del pueblo para que la entregara.
Miró la carta y un escalofrío de terror le recorrió el cuerpo. Lo arriesgaba todo en la posibilidad más extrema. Si no salía bien, volvería a Saint Bart o a algún sitio peor, si eso era posible.
Pero si salía bien sería libre.
Reflexionó de nuevo sobre los términos de la custodia que la habían inspirado a tomar esa iniciativa: una cláusula que la liberaba del control de su tío en el caso de contraer matrimonio. Lo hubiera hecho años atrás para escapar del conde, pero como la herencia pasaría al marido, su tío no habría dado jamás su consentimiento.
Si el plan salía bien, no tendría más remedio.
Era un esquema brillante, suponiendo que funcionara.
Joseph era la mosca en el pastel. No quería herirlo. Era un buen hombre, el amigo más leal que había tenido nunca. No quería involucrarlo en su vida más de lo que ya lo estaba, pero tenía a los policías prácticamente en la puerta y, cada día que pasaba, su tío se encontraba más cerca de encontrarla. Y cuando así fuera, y la enviaran de nuevo al manicomio, su vida terminaría.
Su conciencia entraba en conflicto con sus sentimientos hacia Joseph, sentimientos que, lo confesaba, eran mucho más profundos que los de una amistad; pero racionalizó su propio papel en la destrucción de la vida que el marqués se había organizado con tanto cuidado. No estaba enamorado de Allison Hartman, al menos a ella le daba esa impresión. El beso apasionado de la noche anterior no era el de un hombre enamorado de otra mujer.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Oh por todos los cielos! Osea que va a sacrificarlo todo, teniendo en cuenta que las cosas puedan empeorar como no.. Por su libertad. Tengo que presentimiento que en algun momento se va a enterar Joe y se viene la podrida. :O
Me pregunto si yo haría lo mismo estando en su lugar ...
Vuelve pronto!!
Y muchas gracias por subir 2 veces hoy!! :D
Me pregunto si yo haría lo mismo estando en su lugar ...
Vuelve pronto!!
Y muchas gracias por subir 2 veces hoy!! :D
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Waaa si funcionara el plan? Espero q si ... :/ siguela pobre d mi :'( qiero mas caps
Por cierto pase d pagina wuju xD
Por cierto pase d pagina wuju xD
Pao Jonatica Forever :3
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
De todos modos, aunque lo estuviera, en menos de un año _____________ cumpliría los veintiuno, la edad legal para casarse sin el consentimiento de su tío. Joseph podría obtener la anulación y ambos serían libres para casarse con quien quisieran. Con el atractivo de su herencia, _____________ no tendría dificultad en encontrar un hombre más adecuado con el que casarse.
Aun así, era un plan complejo y podían salir mal muchas cosas. Rogaba que no.
Le vino a la cabeza una imagen de Joseph en una de sus diatribas y una punzada de miedo le recorrió la espalda. Se enfadaría; mejor dicho, se pondría furioso. Pero, una vez ejecutado el plan, seguro que ella lograría encontrar un modo de convencerlo para que la perdonara. Sin duda lo haría cuando se diera cuenta de que, más adelante, le sería posible volver a la vida que había planeado.
Mientras tanto, lo único que _____________ tenía que hacer era pensar en cómo atraer al marqués al pabellón la noche del 20 de noviembre. Cuando estuviera ahí, encontraría la forma de seducirlo o, por lo menos, de lograr que llegara lo suficientemente lejos en ese sentido para que pareciera convincente.
Su piel se estremeció con una extraña sensación de cosquilleo. _____________ se dijo a sí misma que era miedo y no la expectativa de lo que la esperaba.
Tras el escritorio de su estudio, Douglas Roth, conde de Dunstan, releyó por última vez la nota que el obispo le había entregado:
Os escribo, obispo Tallman, porque me he enterado de que fuisteis un buen amigo del difunto conde de Milford. Si deseáis ayudar a lady _____________ Grayson, llevad a su tío, lord Dunstan, a la aldea de Gorsham la noche del 20 de noviembre. En el bosque de Wealden se encuentra un pabellón de caza aislado, a un kilómetro de la carretera que conduce al pueblo. La encontraréis ahí a las diez en punto con el hombre responsable de su secuestro. En recuerdo de la amistad que os unía a su padre, no permitáis que Dunstan vaya a buscarla solo.
Examinó la escritura enérgica, algo irregular, y se preguntó quién la habría redactado, aunque no le importaba lo más mínimo. Por fin, su búsqueda implacable había dado frutos. En cuestión de días, recuperaría a su exasperante sobrina, desaparecida desde hacía tanto tiempo. Una vez la tuviera en su poder, lo arreglaría de tal modo que sus problemas quedarían resueltos para siempre y sus intereses volverían a estar asegurados.
-¿Qué le parece, milord? -le preguntó el obispo Tallman, un hombre majestuoso de cabellos plateados, que se levantó de la silla al otro lado de la mesa y apoyó en ella unas manos elegantes, con los huesos y las venas marcados bajo la piel.
Douglas sonrió.
-Creo que habéis hecho un gran servicio al traerme esta carta -contestó-. Como podéis imaginar, estoy muy preocupado por la seguridad de _____________.
-Así pues, ¿desea acompañarme, como sugiere la nota?
-¿Acompañaros? No hay ninguna necesidad de que os molestéis más. Saldré enseguida con un puñado de hombres y...
-Iré yo también, y seguiré las indicaciones del mensaje a rajatabla. Es nuestra mayor esperanza de encontrar a lady _____________. Lord Milton fue un amigo muy querido. He sufrido muchas noches de insomnio debido a la decisión que tomó usted de enviar a esa joven a un lugar como Saint Bart. Sé que tenía sus motivos y, dadas las circunstancias, no los discuto. Pero le debo a mi mejor amigo hacer todo lo posible por su hija. Haré lo que pide la nota.
Dunstan apretó con fuerza la mandíbula. No quería la injerencia de aquel anciano, pero quizá tenía razón en lo de seguir las instrucciones de la nota. Llegar demasiado pronto podría asustar a su presa.
Suspiró para sus adentros. Sería mucho más fácil si pudiera matarla.
Por desgracia, si lo hacía, la herencia pasaría a unas primas, hijas del hermano menor del difunto conde. No, tenía que encontrar a la chica y encerrarla. Mientras estuviese loca y no muerta, él controlaría su dinero.
Se apartó los cabellos de la cara y se puso de pie para rodear el escritorio y situarse junto al obispo. Quizás esta vez, en lugar de enviarla a Saint Bart, pudiera encerrarla en una de las torres de Milford Park. Antes no había querido tomarse tal mal pero, tal vez fuera la mejor solución. Con su sobrina cerca de su alcance, se aseguraría de que no se escapara y también de que siguiera con vida.
Por lo menos, durante cierto tiempo..., el suficiente para desviar el importe de su herencia sin que lo pillaran.
Sonrió al hombre alto y canoso que estaba de pie frente a él.
-Muy bien, obispo, actuaremos cómo digáis. Podéis pasar aquí la noche y saldremos por la mañana. Llegaremos al pueblo a primera hora de la noche siguiente, a punto para ir al pabellón a las diez en punto. Esperemos que quien envió la nota nos haya dado la información correcta.
-Muy bien, milord -asintió el obispo Tallman, al parecer satisfecho con la decisión-. Ahora, si me dispensa, me gustaría retirarme.
-Por supuesto -dijo Douglas-. Pediré al ama de llaves que prepare una habitación, y mi hija os acompañará arriba en cuanto esté a punto.
Observó cómo el obispo se alejaba con la espalda muy erguida. Era un hombre de dignidad y honor. Se había creído la historia de Dunstan y se horrorizó al pensar que la hija de su querido amigo estaba involucrada en algo que él consideraba muy cercano a la brujería.
Douglas se reía por dentro al pensar qué diría la conciencia de ese anciano si supiera que los sufrimientos de la chica se debían a los prejuicios religiosos, a la incapacidad del obispo para ver las cosas más allá del ámbito de su querida Iglesia. Lo que cegó a aquel hombre fue el interés nada adecuado de _____________ por la medicina.
Aun así, era un plan complejo y podían salir mal muchas cosas. Rogaba que no.
Le vino a la cabeza una imagen de Joseph en una de sus diatribas y una punzada de miedo le recorrió la espalda. Se enfadaría; mejor dicho, se pondría furioso. Pero, una vez ejecutado el plan, seguro que ella lograría encontrar un modo de convencerlo para que la perdonara. Sin duda lo haría cuando se diera cuenta de que, más adelante, le sería posible volver a la vida que había planeado.
Mientras tanto, lo único que _____________ tenía que hacer era pensar en cómo atraer al marqués al pabellón la noche del 20 de noviembre. Cuando estuviera ahí, encontraría la forma de seducirlo o, por lo menos, de lograr que llegara lo suficientemente lejos en ese sentido para que pareciera convincente.
Su piel se estremeció con una extraña sensación de cosquilleo. _____________ se dijo a sí misma que era miedo y no la expectativa de lo que la esperaba.
Tras el escritorio de su estudio, Douglas Roth, conde de Dunstan, releyó por última vez la nota que el obispo le había entregado:
Os escribo, obispo Tallman, porque me he enterado de que fuisteis un buen amigo del difunto conde de Milford. Si deseáis ayudar a lady _____________ Grayson, llevad a su tío, lord Dunstan, a la aldea de Gorsham la noche del 20 de noviembre. En el bosque de Wealden se encuentra un pabellón de caza aislado, a un kilómetro de la carretera que conduce al pueblo. La encontraréis ahí a las diez en punto con el hombre responsable de su secuestro. En recuerdo de la amistad que os unía a su padre, no permitáis que Dunstan vaya a buscarla solo.
Examinó la escritura enérgica, algo irregular, y se preguntó quién la habría redactado, aunque no le importaba lo más mínimo. Por fin, su búsqueda implacable había dado frutos. En cuestión de días, recuperaría a su exasperante sobrina, desaparecida desde hacía tanto tiempo. Una vez la tuviera en su poder, lo arreglaría de tal modo que sus problemas quedarían resueltos para siempre y sus intereses volverían a estar asegurados.
-¿Qué le parece, milord? -le preguntó el obispo Tallman, un hombre majestuoso de cabellos plateados, que se levantó de la silla al otro lado de la mesa y apoyó en ella unas manos elegantes, con los huesos y las venas marcados bajo la piel.
Douglas sonrió.
-Creo que habéis hecho un gran servicio al traerme esta carta -contestó-. Como podéis imaginar, estoy muy preocupado por la seguridad de _____________.
-Así pues, ¿desea acompañarme, como sugiere la nota?
-¿Acompañaros? No hay ninguna necesidad de que os molestéis más. Saldré enseguida con un puñado de hombres y...
-Iré yo también, y seguiré las indicaciones del mensaje a rajatabla. Es nuestra mayor esperanza de encontrar a lady _____________. Lord Milton fue un amigo muy querido. He sufrido muchas noches de insomnio debido a la decisión que tomó usted de enviar a esa joven a un lugar como Saint Bart. Sé que tenía sus motivos y, dadas las circunstancias, no los discuto. Pero le debo a mi mejor amigo hacer todo lo posible por su hija. Haré lo que pide la nota.
Dunstan apretó con fuerza la mandíbula. No quería la injerencia de aquel anciano, pero quizá tenía razón en lo de seguir las instrucciones de la nota. Llegar demasiado pronto podría asustar a su presa.
Suspiró para sus adentros. Sería mucho más fácil si pudiera matarla.
Por desgracia, si lo hacía, la herencia pasaría a unas primas, hijas del hermano menor del difunto conde. No, tenía que encontrar a la chica y encerrarla. Mientras estuviese loca y no muerta, él controlaría su dinero.
Se apartó los cabellos de la cara y se puso de pie para rodear el escritorio y situarse junto al obispo. Quizás esta vez, en lugar de enviarla a Saint Bart, pudiera encerrarla en una de las torres de Milford Park. Antes no había querido tomarse tal mal pero, tal vez fuera la mejor solución. Con su sobrina cerca de su alcance, se aseguraría de que no se escapara y también de que siguiera con vida.
Por lo menos, durante cierto tiempo..., el suficiente para desviar el importe de su herencia sin que lo pillaran.
Sonrió al hombre alto y canoso que estaba de pie frente a él.
-Muy bien, obispo, actuaremos cómo digáis. Podéis pasar aquí la noche y saldremos por la mañana. Llegaremos al pueblo a primera hora de la noche siguiente, a punto para ir al pabellón a las diez en punto. Esperemos que quien envió la nota nos haya dado la información correcta.
-Muy bien, milord -asintió el obispo Tallman, al parecer satisfecho con la decisión-. Ahora, si me dispensa, me gustaría retirarme.
-Por supuesto -dijo Douglas-. Pediré al ama de llaves que prepare una habitación, y mi hija os acompañará arriba en cuanto esté a punto.
Observó cómo el obispo se alejaba con la espalda muy erguida. Era un hombre de dignidad y honor. Se había creído la historia de Dunstan y se horrorizó al pensar que la hija de su querido amigo estaba involucrada en algo que él consideraba muy cercano a la brujería.
Douglas se reía por dentro al pensar qué diría la conciencia de ese anciano si supiera que los sufrimientos de la chica se debían a los prejuicios religiosos, a la incapacidad del obispo para ver las cosas más allá del ámbito de su querida Iglesia. Lo que cegó a aquel hombre fue el interés nada adecuado de _____________ por la medicina.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
ojala que todo salga bien!!
Si no perdera la libertad otra vez!!
Y esperemos que Joseph no se enoje!!
Siguela!!!
Si no perdera la libertad otra vez!!
Y esperemos que Joseph no se enoje!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Maldito! -.-
Sólo hay que esperar.. Verdad?
Gracias por subir la novela :')
Sólo hay que esperar.. Verdad?
Gracias por subir la novela :')
Augustinesg
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Hay omg! Spero todo saglga bien, de que Jose se enojara se enojara! Pobre pero se librara de su tonta prometida muajaxD ya me imagino como los encontraran! Waaa muero suubee capp!
Pao Jonatica Forever :3
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
Y había sido lo bastante tonto para permitir que eso lo convenciera de una mentira bien inventada.
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Esa era la última parte de ese cap xd
Esa era la última parte de ese cap xd
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
CAPITULO 10
Hasta entonces, por lo que _____________ podía imaginar, su plan funcionaba según lo previsto. Solicitó una cita urgente con Joseph para la noche del día 20 y recibió una nota en la que éste aceptaba ir. Llegaría a cenar a las ocho, como le había pedido. La respuesta decía que comentarían ese asunto que ella consideraba tan importante.
Por el tono de la nota era evidente que Joseph no deseaba ir. Accedía a regañadientes. _____________ sabía que lo preocupaba que se repitiera lo sucedido con anterioridad, y con razón. Ella tenía intención de asegurarse de que fuera así.
¿Pero cómo iba a lograrlo?
¿Y hasta qué punto estaba dispuesta a llegar en su seducción?
«Hasta donde sea necesario», le decía una vocecita en su interior.
Era una idea incómoda, pero haría lo que tenía que hacer. Esperaba que su tío llegara mucho antes de que pasara nada.
La noche del 20 llegó como un viento lúgubre del norte que la enfrió con una gélida sensación de terror. _____________ caminaba arriba y abajo por el salón, con el vestido de seda de color malva ondeando alrededor de sus tobillos. La doncella, Fanny, lo había arreglado a petición suya; le bajó el escote cuadrado para dejar al descubierto más cantidad de pecho. No llevaba miriñaque, sólo la enagua y el corsé rígido de ballenas que hacía que sus senos adquirieran una tentadora forma redondeada sobre el corpiño escotado. Se había dejado el pelo suelto, sujeto a ambos lados de la cabeza con unas peinetas de concha.
Echó un vistazo al reloj de la pared, cuyo largo péndulo de metal oscilaba sin cesar a un lado y a otro. Las ocho y cuarto. Joseph ya tendría que haber llegado; solía ser muy puntual. El marqués era un hombre de disciplina rigurosa y que se enorgullecía de una vida ordenada y precisa. Contempló el reloj, vio pasar los minutos y notó que el sudor empezaba a resbalarle entre los senos. Seguro que había pasado algo. ¿Cuál sería el motivo de la demora?
Se tiró de la cutícula del pulgar, tan nerviosa que le hacía encontrarse mal. Seguro que iría. Lo había prometido y jamás faltaba a su palabra. Trató de tranquilizarse, recordó lo importante que era que todo pareciera normal cuando él llegara, pero empezaron a temblarle las manos. Estaba hecha un manojo de nervios y no sabía si huir del pabellón, mientras todavía tuviera esa posibilidad, o rogar que Joseph llegara antes de que fuese demasiado tarde.
Diez minutos después llegó, y _____________ a punto de llorar de alivio al verle entrar en la cañada y cruzar el patio para llevar a Blade al establo. Cuando por fin se presentó en la casa, ella casi había perdido el control. Esbozó una sonrisa, inspiró a fondo para calmarse y abrió la puerta en cuanto llamó.
-Mi caballo se clavó una piedra -le explicó sin más-. Cojeaba mucho. Tuve que caminar el último kilómetro y medio.
-Tenía miedo de que hubiera pasado algo. Pasa, por favor. Debes de estar muy cansado.
Joseph entró con el entrecejo fruncido y _____________ noto que su pose denotaba cierta tensión.
-Sé que estás ocupado. Te agradezco que hayas venido.
-Dijiste que era importante. Por el tono de tu mene, no podía negarme. -Echó un vistazo a la habitación buscando a la doncella y _____________ se sonrojó un poco-. ¿Dónde está Fanny?
-Le he dado la noche libre -contestó tras humedecerse los labios, que tenía rígidos y secos-. Necesitaba hablar contigo en privado. Creí que era mejor que estuviéramos solos.
El marqués frunció aun más el entrecejo y apretó las mandíbulas. _____________ trató de sonreír, aunque no le salió demasiado bien.
-Sé que seguramente habrías preferido no venir, pero necesitaba verte. -Se acercó a la mesa, donde descansaba un jarro con cerveza junto a una jarra de peltre-. Debes de tener sed después de un viaje tan difícil. Tengo brandy y jerez. La madre de Bennie me envió la cerveza.
Joseph soltó el aire con fuerza y se relajó un poco, o quizás aceptó que ya que estaba allí no podía irse sin ser un maleducado.
-Una jarra de cerveza me iría de maravilla.
_____________ llenó la jarra de peltre y se sirvió una copita de jerez. Tomó un buen sorbo con la esperanza de que la ayudara a relajarse.
-La cena está lista -anunció-. Podemos hablar después de comer.
Fue hacia la chimenea, donde se calentaban las empanadas de venado, pero Joseph la detuvo a medio camino y la obligó a enfrentarse a él agarrándola por la muñeca.
-Quiero saber qué pasa. ¿Por qué me hiciste venir? ¿Qué era tan importante que casi insististe en que viniera? ¿De qué quieres hablar?
Sintió una opresión terrible. ¿Qué podría decir para que él se lo creyera? ¿Cómo se le ocurrió tratar de engañarlo? Tenía el estómago revuelto. Las cosas se estaban complicando y se le acababa el tiempo. No iba a conseguirlo, y entonces llegaría su tío y su vida habría terminado.
Unas lágrimas inesperadas le asomaron a los ojos. Parpadeó para intentar contenerlas, pero le resbalaron por las mejillas. Quiso tranquilizarse y el cuerpo empezó a temblarle sin poder impedirlo.
-Sé que no querías venir. Sé que fue una imposición terrible, pero...
-Dime qué pasa -la apremió Joseph con más suavidad que antes, levantándole la cara por debajo del mentón y mirándola directamente a los ojos llorosos.
-Estoy muy asustada. -_____________ sacudió la cabeza-. Me digo que todo saldrá bien, pero, por mucho que lo intento, no consigo creerlo. Va a venir, sé que lo hará. Me encontrará y me llevará de aquí. Tengo ganas de salir corriendo, pero no tengo adónde ir. Me siento atrapada y confusa y tú... eres el único a quien puedo recurrir. -Se le quebró la voz al pronunciar esta última frase y algo brilló en los ojos de Joseph.
Por el tono de la nota era evidente que Joseph no deseaba ir. Accedía a regañadientes. _____________ sabía que lo preocupaba que se repitiera lo sucedido con anterioridad, y con razón. Ella tenía intención de asegurarse de que fuera así.
¿Pero cómo iba a lograrlo?
¿Y hasta qué punto estaba dispuesta a llegar en su seducción?
«Hasta donde sea necesario», le decía una vocecita en su interior.
Era una idea incómoda, pero haría lo que tenía que hacer. Esperaba que su tío llegara mucho antes de que pasara nada.
La noche del 20 llegó como un viento lúgubre del norte que la enfrió con una gélida sensación de terror. _____________ caminaba arriba y abajo por el salón, con el vestido de seda de color malva ondeando alrededor de sus tobillos. La doncella, Fanny, lo había arreglado a petición suya; le bajó el escote cuadrado para dejar al descubierto más cantidad de pecho. No llevaba miriñaque, sólo la enagua y el corsé rígido de ballenas que hacía que sus senos adquirieran una tentadora forma redondeada sobre el corpiño escotado. Se había dejado el pelo suelto, sujeto a ambos lados de la cabeza con unas peinetas de concha.
Echó un vistazo al reloj de la pared, cuyo largo péndulo de metal oscilaba sin cesar a un lado y a otro. Las ocho y cuarto. Joseph ya tendría que haber llegado; solía ser muy puntual. El marqués era un hombre de disciplina rigurosa y que se enorgullecía de una vida ordenada y precisa. Contempló el reloj, vio pasar los minutos y notó que el sudor empezaba a resbalarle entre los senos. Seguro que había pasado algo. ¿Cuál sería el motivo de la demora?
Se tiró de la cutícula del pulgar, tan nerviosa que le hacía encontrarse mal. Seguro que iría. Lo había prometido y jamás faltaba a su palabra. Trató de tranquilizarse, recordó lo importante que era que todo pareciera normal cuando él llegara, pero empezaron a temblarle las manos. Estaba hecha un manojo de nervios y no sabía si huir del pabellón, mientras todavía tuviera esa posibilidad, o rogar que Joseph llegara antes de que fuese demasiado tarde.
Diez minutos después llegó, y _____________ a punto de llorar de alivio al verle entrar en la cañada y cruzar el patio para llevar a Blade al establo. Cuando por fin se presentó en la casa, ella casi había perdido el control. Esbozó una sonrisa, inspiró a fondo para calmarse y abrió la puerta en cuanto llamó.
-Mi caballo se clavó una piedra -le explicó sin más-. Cojeaba mucho. Tuve que caminar el último kilómetro y medio.
-Tenía miedo de que hubiera pasado algo. Pasa, por favor. Debes de estar muy cansado.
Joseph entró con el entrecejo fruncido y _____________ noto que su pose denotaba cierta tensión.
-Sé que estás ocupado. Te agradezco que hayas venido.
-Dijiste que era importante. Por el tono de tu mene, no podía negarme. -Echó un vistazo a la habitación buscando a la doncella y _____________ se sonrojó un poco-. ¿Dónde está Fanny?
-Le he dado la noche libre -contestó tras humedecerse los labios, que tenía rígidos y secos-. Necesitaba hablar contigo en privado. Creí que era mejor que estuviéramos solos.
El marqués frunció aun más el entrecejo y apretó las mandíbulas. _____________ trató de sonreír, aunque no le salió demasiado bien.
-Sé que seguramente habrías preferido no venir, pero necesitaba verte. -Se acercó a la mesa, donde descansaba un jarro con cerveza junto a una jarra de peltre-. Debes de tener sed después de un viaje tan difícil. Tengo brandy y jerez. La madre de Bennie me envió la cerveza.
Joseph soltó el aire con fuerza y se relajó un poco, o quizás aceptó que ya que estaba allí no podía irse sin ser un maleducado.
-Una jarra de cerveza me iría de maravilla.
_____________ llenó la jarra de peltre y se sirvió una copita de jerez. Tomó un buen sorbo con la esperanza de que la ayudara a relajarse.
-La cena está lista -anunció-. Podemos hablar después de comer.
Fue hacia la chimenea, donde se calentaban las empanadas de venado, pero Joseph la detuvo a medio camino y la obligó a enfrentarse a él agarrándola por la muñeca.
-Quiero saber qué pasa. ¿Por qué me hiciste venir? ¿Qué era tan importante que casi insististe en que viniera? ¿De qué quieres hablar?
Sintió una opresión terrible. ¿Qué podría decir para que él se lo creyera? ¿Cómo se le ocurrió tratar de engañarlo? Tenía el estómago revuelto. Las cosas se estaban complicando y se le acababa el tiempo. No iba a conseguirlo, y entonces llegaría su tío y su vida habría terminado.
Unas lágrimas inesperadas le asomaron a los ojos. Parpadeó para intentar contenerlas, pero le resbalaron por las mejillas. Quiso tranquilizarse y el cuerpo empezó a temblarle sin poder impedirlo.
-Sé que no querías venir. Sé que fue una imposición terrible, pero...
-Dime qué pasa -la apremió Joseph con más suavidad que antes, levantándole la cara por debajo del mentón y mirándola directamente a los ojos llorosos.
-Estoy muy asustada. -_____________ sacudió la cabeza-. Me digo que todo saldrá bien, pero, por mucho que lo intento, no consigo creerlo. Va a venir, sé que lo hará. Me encontrará y me llevará de aquí. Tengo ganas de salir corriendo, pero no tengo adónde ir. Me siento atrapada y confusa y tú... eres el único a quien puedo recurrir. -Se le quebró la voz al pronunciar esta última frase y algo brilló en los ojos de Joseph.
NiinnyJonas
Re: Seda y Acero (Joe y Tu) [Adaptación Terminada]
funcionara?? Joseph se molestara??
Espero que no se enoje!!!
Siguela!!! Sube mas!!!
Espero que no se enoje!!!
Siguela!!! Sube mas!!!
aranzhitha
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