The Last Chance [Zayn Malik].

El despertador de su celular sonaba incesante marcando las 8 a.m. Un día nuevo comenzaba. Se estiró haciendo que todos los huesos de su cuerpo traquearan. Con cansancio, arrastrando los pies se dirigió al baño para asearse, vestirse y partir a la universidad. Una vez que estuvo completamente arreglado, el castaño de ojos azules bajó paulatinamente las escaleras de su casa. Escuchó unos gritos provenientes de la cocina, quizás. “Genial, otra pelea más” pensó, suspiró cansando. Las pocas ganas de desayunar que tenía, se habían esfumado con los aparatosos gritos de sus padres. Tomó las llaves, del pequeño cesto de la mesa de vidrio de la entrada…se disponía abrir la puerta, pero sólo una palabra…una simple palabra lo hizo parar en seco.
–¿Qué has dicho? –la voz de Lisa se impregnó de asombro.
–¡He dicho que quiero el divorcio! –exclamó Stephen.
Esa palabra de ocho letras, una insignificante palabra; pero que a su vez dejó tan aturdido a Louis, tanto como si le hubieran cacheteado más de 5 veces seguidas.
–¡Pues lo tendrás! –exclamó molesta la mujer.
A lo que Lisa salió de la cocina, para ir a la planta de arriba de la casa se encontró con la mirada inexpresiva de su hijo mayor. Su mirada se entristeció, quería explicarle lo sucedido pero no logró que de sus labios saliera una sola palabra. Louis sólo salió de su casa dando un fuerte portazo, por hoy se alejaría de todo…a la mierda sus padres, a la mierda la universidad, a la mierda él y por más cruel que sonara: a la mierda su hermana. Se sentía inútil, quería hacer algo por salvar a su hermana, algo por salvar a su familia…pero ahora todo se veía imposible. Dobló a la derecha en un costado de la carretera para conducir por un sendero, rodeado de flores y árboles enormes. Detuvo el auto, sacando de él una botella de alcohol…sonrió amargamente. Desde que su familia había empezado a resquebrajarse, él había conseguido una manera de distanciarse por un rato de todo aquello…el que dijo que el alcohol quitaba todas las penas, pues de verdad que no estaba equivocado.
Caminó unos minutos, hasta que llegó a su escondite. Aquel lugar lo había descubierto junto con Sam hace algún tiempo, cada vez que se sentían aprisionados acudían a ese lugar para relajarse con el sonido del agua que caía en la pequeña cascada, el sonido de los pájaros o simplemente para respirar el aire en compañía de los grandes árboles y la variedad de flores que había…parecía un lugar sacado de un cuento de hadas. Louis se sentó bajo el gran roble y sin pensarlo dos veces destapó la botella llevándola a sus labios, sintió como aquel líquido le quemaba la garganta; pero eso no era nada en comparación a como se sentía y sin previo aviso las lágrimas saladas corrieron por sus mejillas. En ese momento se sentía como un niño indefenso.


Ivanna soltó un leve suspiro, llevaba sentada más de una hora en una de las mesas del Day-Spring. A penas había salido de clases corrió hasta allá, necesitaba hablar con Zayn de lo ocurrido noches atrás…no podía creer que llevaba más de 4 días sin hablarle. Vio llegar a Liam, puntual como siempre…minutos después vio a Harry, apurado como siempre…y Zayn, bueno él aún nada. Tamborileaba sus uñas contra la mesa y movía su pierna derecha desesperándose cada vez más…hasta que lo vio llegar, tan relajado como siempre. Corrió a su encuentro, llamando la atención de algunos clientes.
–Tengo que hablar contigo –soltó de una vez, con la seguridad en cada palabra.
El moreno siguió de largo, sin inmutarse, sin siquiera dirigirle una mirada. Ivanna se quedó estática, completamente impresionada ante aquel acto.
–Zayn…deja de ignorarme.
La castaña una vez que reaccionó lo tiró del brazo, tratando de que el moreno la mirara. Pero fue imposible, su rostro era inexpresivo…se soltó delicadamente del agarre y continuó con paso lento a la cocina del local.
Pasó toda la tarde sentada desde la misma mesa en la que lo esperaba desde comienzos de la tarde. Observaba cada paso que daba, su manera de atender a los clientes; pero él hacía como si ella no estuviera ahí, como si fuera invisible…pero de algo sí estaba segura: no se iría de ahí hasta hablar con él, así tuviera que esperar a que se fuera el último cliente.
–Zayn…¡basta de que me ignores! –gritó desesperadamente la chica, mientras el moreno estaba detrás del pequeño mostrador.
Liam y Harry intercambiaron miradas y caminaron rápidamente hasta la cocina, dejándolos a ellos solos. Ivanna había esperado justamente hasta que el último cliente se fue y los chicos cerraron las puertas del local. Zayn tarareaba una canción, haciendo ademán de contar el dinero ganado ese día.
–Es que…eres imposible. De verdad…eres un egoísta.
Zayn finalmente la vio, con una ceja levantada y en su rostro expresión contrariada.
–¿Egoísta? –murmuró el joven.
Ivanna lo miró con los ojos entrecerrados.
–¡Oh! Por fin emites palabra.
Zayn puso cara de fastidio, dándole la espalda se disponía a caminar en dirección a la cocina. El rostro de la castaña enrojeció de furia y en un movimiento veloz ya se encontraba detrás del mostrador.
–¡Deja de ignorarme! –exclamó con enfado–. Lo único que he querido durante toda la tarde, he incluso estos cuatro días en los que no tuvimos comunicación alguna es hablar contigo de lo que pasó la otra noche. Pero prefieres evadir las cosas, no dar la cara…
–Ivanna no quiero hablar contigo –la interrumpió con voz serena.
–¡No me importa! A eso me refiero con que eres un egoísta…cada vez que tienes un problema simplemente huyes, no lo afrontas…sólo actúas de una manera estúpida en la cual te haces daño a ti mismo y a los demás, buscas la manera más fácil, la que menos te haga lidiar con el problema. Eres un egoísta conmigo, eres un egoísta hasta con tus propios amigos, eres un egoísta con tu padre…incluso contigo mismo eres egoísta.
La mirada de Zayn se ensombreció al escucharla nombrar a su padre. Ivanna tragó en seco, sintiendo un retorcijón en el estómago, pero lo ignoró…estaba molesta, solo quería terminar de desahogarse.
–No te atrevas a mencionar a mi padre –Zayn tenía los dientes apretados y una mirada cargada de rencor.
–Con todo respeto Zayn, pero sabes que lo eres…si no fueras tan egoísta, no tuvieras a tu padre en esa clínica y no estuvieras torturándote todos los días yendo a visitarlo. Creo que no soy la única que te lo dicho…y solo te lo digo porque me importas, porque me imagino lo mucho que te debe de doler…pero sólo hay una solución para eso y es dejarlo ir, no puedes aferrarte a esa idea de que mejorará porque tu más que nadie sabes que ya es imposible. Permítele descansar en paz y permítete a ti también estar tranquilo.
Ivanna sorprendida por el giro de la conversación y Zayn encolerizado por sus palabras tan contundentes. Apretó sus puños y más fuerte su mandíbula.
–No sabes lo que dices –susurró, con su mirada encolerizada.
–Puede que lo sepa, puede que no…es todo lo que te tenía que decir.
Dicho esto la chica giró sobre sus talones y salió corriendo del local, lentamente la culpa por haber dicho todo aquello comenzaba a recorrer cada rincón de su cuerpo; pero estaba molesta y los seres humanos somos tan idiotas que cuando estamos sumamente molestos cometemos el error de decir cosas de las cuales después nos arrepentimos. Zayn parado como una roca, con los puños apretados a sus costados inhalaba y exhalaba para no perder la poca serenidad que le quedaba, él se molestaba porque sabía que Ivanna tenía razón pero es tan orgulloso…que no lo quería aceptar.
Una mano se posó en su hombro y una voz familiar retumbó tras él.
–Sabes que tiene razón, en cada palabra que dijo tenía toda la razón –susurró Liam.
Zayn quitó la mano de Liam con un movimiento brusco, tomó sus pertenecías y salió a grandes zancadas en busca de su moto para desaparecer. Tenía que pensar, quería estar solo.

La morena estaba tendida en el sofá de su casa, con el control de la TV en mano cambiando de canal una y otra vez. Un golpeteo fuerte en la puerta principal y luego el timbre la hizo levantarse de un brinco. Al abrir la puerta sus ojos se abrieron de par en par.
–Hola Sam, no sabía a dónde ir…así que aquí estoy –el ojiazul esbozo una débil sonrisa.
Por su forma de arrastrar las palabras y su aspecto desaliñado la morena supo que algo en Louis no estaba bien. Lo hizo pasar y ambos se sentaron en el mueble.
–Estuviste bebiendo.
Se atrevió a decir Sam luego de unos minutos. Louis sólo asintió.
–Sólo un poquito –Louis soltó una risita.
–¡¿Un poquito?! –exclamó–. Louis mírate, estas desecho. Me prometiste que no lo volverías a hacer.
Desde hace un poco más de 7 meses Louis bebía para olvidarse de todo, Sam había tratado de ayudarlo pero era difícil y más aun sin saber las razones por las que lo hacía. Se había formulado miles de hipótesis en su cabeza, pero al final de día todas parecían ser muy tontas.
–Es que…todo es un asco –sus palabras salían atropelladas a causa del alcohol.
–¿Qué pasó? –Sam acarició con delicadeza la mejilla de su amigo.
–Mis padres…se quieren divorciar…lo escuché esta mañana…
Sam guardó silencio, mirándolo con tristeza esperó a que continuara.
–¡Estoy harto de sus peleas! ¡Harto de sus estúpidas peleas! –exclamó el castaño dejando que aquellas lágrimas le volvieran a inundar sus mejillas. Sam sólo lo abrazó fuertemente, él escondió su cara en su cuello.
–Seguro tiene solución Louis, todo en esta vida tiene solución –lo trató de consolar.
–¡No Sam! Todo es porque mi madre está enfrascada en algo que no tiene esa estúpida solución…ella quiere que mi hermana se cure, está desesperada y pierde la cabeza.
Sam frunció el seño ¿su hermana estaba enferma? ¿cuál hermana? Cuando conoció a Louis él le había contado que tenía dos hermanas, pero no le había dado detalles de ellas…y hace poco descubrió que Ivanna era su hermana, pero…Ivanna se veía perfectamente sana así que podría ser la otra. Sam separó a Louis delicadamente, aún tomándolo por los hombros con delicadeza dijo:
–No me habías contado que tu hermana estaba enferma.
–Nadie lo sabe…está muy enferma, Sam. Y yo sólo tengo miedo: miedo de que me deje, miedo de que mis padres ya no estén juntos. Tengo miedo de que mi familia se destruya.
Sam vio completamente el dolor reflejado en esos ojos azules que ella tanto amaba. Tuvo que tragar repetidas veces para que el nudo en su garganta desapareciera.
–¿Es por eso que bebes? ¿Para olvidar todo? –preguntó con su voz ya quebrada al final.
Louis asintió.
–Nunca le había dicho esto a nadie, quería guardármelo –confesó.
–Sabes que siempre contaras conmigo.
Sam lo volvió a estrechar en un abrazo, minutos después Louis se quedó dormido sobre su hombro…producto del alcohol y de las lágrimas traicioneras. Sam lo miró y sonrió, se veía tan tierno en ese estado de reposo. Sabía que después de que se le pasara la borrachera al castaño, él no se acordaría de todo aquello…por un momento la morena llegó a pensar que todo aquello era producto del mismo estado de embriaguez…Louis estaba muy tomado y quizás pudo haber inventado todo. Se regañó a sí misma por pensar aquello, esas lágrimas se veían verdaderas y cargadas de grandes sentimientos; luego recordó lo que dicen por ahí “los borrachos y los niños pequeños siempre dicen la verdad”.