The Last Chance [Zayn Malik].

Nerviosa. Muda. Completamente absorta en sus pensamientos. Así estaba Ivanna en ese momento mientras caminaba al lado de Zayn bajo el resguardo del paraguas ante la lluvia que arreciaba aquella tarde. Siempre le había gustado la lluvia, el olor de humedad que se desprendía en el aire y todas esas cosas. Para muchos la lluvia podría significar tristeza, pero para ella no era así; para ella era tranquilizante.
Pero en ese momento, justo en ese momento la lluvia no le parecía tan tranquilizante. Por su lado, Zayn se había percatado que algo sucedía con la castaña; pero tras varios intentos fallidos por saber qué le ocurría se rindió ante el “no me pasa nada, estoy bien” de Ivanna. Obviamente él no le creyó y pensó que tal vez hablándole de cualquier tema ella le prestaría más atención y dejaría de lado lo que fuera que estuviera pensando, pero eso no estaba sucediendo y mientras Zayn hablaba y hablaba, Ivanna estaba totalmente desconectada del mundo, tanto que el sonido de los carros pasar por los grandes charcos de agua, el sonido de las gotas de lluvia impactar contra el asfalto y la misma voz del chico le parecía lejano. Ivanna se detuvo súbitamente callando la charla de Zayn aún mirando los charcos de agua sobre el asfalto.
―¿Sucede algo? ―preguntó Zayn, extrañado.
Ivanna tomó una larga respiración para luego soltar el aire de golpe.
―Tengo que decirte algo.
La castaña se sorprendió de lo limpia y lo fuerte que sonó su voz en aquel momento. Zayn apretó sus manos entrelazadas.
―¿Qué sucede?
Ivanna subió su mirada y por primera vez en toda la tarde desde que Zayn había llegado a su casa, se atrevió a mirarlo fijamente a los ojos. Luego de unos segundos sin decir nada, habló:
―Zayn…―hizo una pausa― estoy enferma.
El moreno frunció el seño con evidente preocupación.
―¿Qué tienes? ¿Tienes fiebre?¿Náuseas?
Y como tal padre desesperado le tocó la frente a Ivanna.
―¿Por qué no me lo dijiste? Si me lo hubieras dicho no te hubiera dejado salir de tu casa…sobre todo con este clima. Volvamos a…
―¡No! ―lo interrumpió Ivanna, casi al borde la desesperación―. No es nada de eso, Zayn. No tengo fiebre, ni una simple gripe…Maldición, sabía que esto no sería fácil. Odio esto, lo odio.
Ivanna quitó su mirada de Zayn tan rápido como pudo para tratar de que aquel nudo en la garganta desapareciera un poco y quizás, sólo quizás facilitar su tarea de decir todo. Zayn frunció el seño, ahora preocupado a la misma vez que confundido. Tomó delicadamente de la barbilla a la chica haciendo que lo mirara. Al ver las lágrimas agolparse en los ojos de Ivanna estuvo a punto de caer, odiaba verla así.
―Ivanna, ¿qué sucede? ―preguntó con tono autoritario.
La castaña cerró los ojos fuertemente. No debía mirar a Zayn. No debía, no quería y sobretodo no podía.
―Zayn, tengo cáncer ―dijo a penas en un susurro, pero que no logró ser opacado por el sonido de la lluvia, ni de los automóviles. Abrió los ojos nuevamente y sus lágrimas terminaron de salir finalmente en el momento en que se encontró a Zayn con su rostro inexpresivo y tan pálido como un papel.
―Estás…bromeando ―preguntó el chico, aunque más bien sonó como una afirmación.
―No, Zayn. No estoy bromeando, no podría bromear con algo así.
Las piernas del moreno temblaron como gelatina y sintió que en ese momento caería al piso ¿qué era eso? ¿Qué estaba sucediendo? No lo podía creer. Simplemente, no lo podía creer. Zayn quedó estático, con la mirada perdida y el brazo semidoblado aun sosteniendo el paraguas. Pareciera un robot, ni siquiera pestañaba hasta que por fin dio una señal de vida. Una lágrima corrió por su mejilla, luego dos, luego tres.
―¿Cuánto tiempo te queda? ―preguntó finalmente, con todo el dolor de su alma.
―Si decido hacerme una operación mi tiempo se alargaría a cinco años y si no…
Ivanna calló por unos segundos.
―¿Si no qué? ―preguntó Zayn. Su voz sonó extremadamente lejana, como si estuviera desde un extremo de un túnel.
―Si no…diez o quizás veinticinco meses.
―¿Por qué no me lo dijiste antes?
―Traté Zayn, traté. Pero no podía…nadie más que mi familia lo sabía. Quería llevar una vida normal el tiempo que me quedara, no quería que me miraran con lástima…
Las lágrimas corrían cada vez más por las mejillas de la castaña, Zayn la interrumpió.
―Me conoces, sabes que nunca te habría podido ver de esa manera.
―…no quería que me trataran como mi madre lo hacía, desde que enfermé me sobreprotege en exceso. Me trataba como si no fuera capaz de hacer las cosas. Zayn…―su voz se quebró y un sollozo ahogó sus palabras.
―Te ves perfecta…como si no tuvieses nada.
Ivanna sorbió por su nariz y limpió unas cuantas lágrimas, una leve sonrisa surcó su rostro.
―Los médicos no encontraban explicación, es muy raro ¿sabes? Decían que tenía una gran resistencia…muchas ganas de vivir, lo normal sería que estuviera postrada en una cama.
El moreno cerró los ojos y tomó dos largas respiraciones. Ivanna alzó lentamente su mano derecha y rozó con ésta la mejilla del chico, haciendo que él abriera los ojos.
―Te lo quise decir desde antes…no estaba en mis planes enamorarme de ti, lo tenía todo planeado, estaba mentalizada y preparada para lo que viniera…y de repente llegaste tú e hiciste que odiara todo lo que me pasaba.
Ivanna no pudo seguir viendo aquellos ojos cargados de lágrimas del chico, retrocedió unos pocos pasos y luego dándole la espalda al moreno corrió bajo la lluvia, lejos de él. Lejos del dolor que sentía en ese momento. Mientras Zayn seguía plantado en la acera tratando de entender todas aquellas palabras. Todo aquello se sintió como un balde de agua helada cayendo sobre él, como si lo hubieran golpeado repetidas veces en el rostro. Estaba completamente aturdido. Caminó por las calles, más parecido a un muerto en vida. Sus pies tomaron vida propia, guiándolo a un lugar que ni siquiera sabía. No se sorprendió al ver en qué dirección iba cuando dobló la esquina y luego cruzó la calle; abrió las puertas del local y plegó el paraguas para luego sacudir las gotas de agua. Caminó entre las mesas hasta llegar a la cocina dónde se encontraban Harry y Liam. Ambos vieron el estado en que había llegado a su amigo y con una leve seña de cabeza, le indicaron a los que se encontraban dentro de la cocina que salieran.
―¿Qué tal te fue? ―preguntó Harry, dudoso.
Una lágrima corrió nuevamente por la mejilla de Zayn, él la limpió bruscamente. Harry y Liam intercambiaron miradas preocupadas.
―Zayn, ¿está todo bien? ―preguntó Liam.
Las lágrimas siguieron cayendo, Zayn tomó un plato cercano y lo lanzó al suelo como método de desahogo. Luego otro plato, luego un vaso, luego lo que encontraba. Los dos chicos trataban de tranquilizarlo, Harry trató de inmovilizarlo haciéndole una llave.
―¡Zayn, basta! ―exclamó Liam―. ¿Qué demonios sucede?
―¡Va a morir! ―gritó el moreno.
Harry soltó el agarre y Liam frunció el ceño.
―¿Quién va a morir? ―preguntó confundido el ojiverde.
―Ivanna…―susurró Zayn.
Sin más nada qué decir Zayn salió de la cocina del Day-Spring dejando a sus amigos con las palabras a medio decir y completamente confundidos. Corrió hasta el estacionamiento, pasando por todas las miradas atentas de los clientes y de los encargados del local. Todo lo que quería era huir, como siempre lo hacía…subió a su motocicleta y prendió el motor, sin importarle estarse mojando por la lluvia. No entendía lo que estaba sucediendo, ¿por qué todo lo que él llegaba a querer se terminaba yendo? No era una opción valiente huir, pero era lo que más necesitaba…quería Ivanna y no quería que ella se alejara de él, pero ahora eso resultaba imposible. Ella se iría, al igual que se fue su madre cuando él estaba pequeño, al igual que se fue su padre en tiempo reciente. Aceleró la motocicleta. Prometió no volver a encariñarse tan profundo de alguien justamente para evitar ese vacío que en ese momento sentía, pero no cumplió. Sus lágrimas se confundían con la lluvia. Prometió a Ivanna que no volvería a escapar, que le haría frente a las situaciones difíciles; pero no estaba cumpliendo. La situación lo estaba dominando, no lo hacía pensar con lógica. La situación simplemente era mucho más fuerte que él. En ese momento lo único que lo hacía sentir bien eran las gotas de lluvia golpeando contra su cuerpo y deseó más que nunca que la lluvia curara esa nueva herida que tenía, pero eso era imposible. La herida estaba ahí, al rojo vivo...incapaz de ser curada.