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Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
A qui les dejo rapidion dos capitulos porque estoy haciendo tarea y no las queria dejar mas abandonadas :) BSS
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Capitulo 6 [Parte 3]
Cuando por fin llegó el día en que _____ y Kevin irían a visitarlo, Nicholas compró algunas cosas para comer, lavó su camión por dentro y por fuera y después se bañó antes de dirigirse, nervioso, al aeropuerto.
Cuando _____ bajó del avión con Kevin a su lado, toda la inquietud de Nicholas se desvaneció de pronto. Estaba más hermosa de lo que recordaba. Kevin se veía exactamente igual que su fotografía, y se parecía mucho a su madre: tenía el cabello y los ojos oscuros. El chico llevaba unas bermudas largas, tenis Nike y una camiseta de un concierto de Hootie and the Blowfish.
Cuando _____ vio a Nicholas lo saludó con la mano y él caminó hacia ellos para ayudar con el equipaje de mano. _____ se acercó a él y lo besó alegremente en la mejilla.
—Nicholas, quiero presentarte a mi hijo, Kevin —dijo ella con gran orgullo.
—Hola, Kevin. ¿Estás listo para tus lecciones de buceo este fin de semana?
—Eso creo. He estado leyendo algo sobre el tema —respondió el chico, tratando de parecer mayor.
—Vaya, qué bien. Si tenemos suerte tal vez hasta podamos lograr que recibas tu certificado antes de que te marches.
—¿Puede hacerse eso en unos cuantos días?
—Por supuesto. Hay que resolver un examen escrito y pasar algunas horas en el agua con un instructor, pero como serás mi único estudiante este fin de semana, a menos que tu madre quiera aprender también, tendremos tiempo más que suficiente.
—¡Eso es genial! —exclamó Kevin con alegría—. ¿También tú aprenderás, mamá?
—No lo sé. Tal vez.
—Creo que deberías hacerlo —dijo Kevin—. Sería divertido.
—Bien —aceptó ella elevando los ojos al cielo—. Aprenderé también pero si veo algún tiburón cerca, renuncio.
—¿Tú crees que haya tiburones? —preguntó Kevin con tono preocupado.
—Sí, es probable que veamos algunos tiburones, pero son pequeños y no molestan a las personas.
—¿Estás seguro?
— Segurísimo.
—¡Genial! —repitió Kevin para sí.
Después de recoger su equipaje y detenerse a comer algo, Nicholas los condujo a un motel que se encontraba a kilómetro y medio de su casa, por la playa. Una vez que dejaron el equipaje, Nicholas regresó a su camión y volvió con un libro y algunos papeles.
—Kevin, esto es para ti.
—¿Qué es?
—Es el manual y los exámenes que debes resolver para tu certificación. Si quieres ir directo a la piscina mañana tienes que leer las primeras dos secciones y resolver el primer examen —le entregó el libro a Kevin.
—Podemos hacerlo juntos mañana por la mañana si estás muy cansado para comenzar ahora —dijo _____.
—No estoy cansado —aseguró Kevin con rapidez.
—Entonces, ¿estás de acuerdo en que Nicholas y yo charlemos en el patio un rato?
—Sí, adelante —respondió y dejó de prestarle atención a su madre en cuanto dio vuelta a la primera página.
Una vez afuera, Nicholas y _____ se sentaron uno frente al otro.
—Te agradezco que hagas esto por él.
—Oye, no olvides que eso es lo que hago para ganarme la vida —después de asegurarse de que Kevin seguía leyendo acerco la silla un poco más—. Te ves de maravilla —añadió—. Te aseguro que eras la mujer más hermosa que bajó del avión.
_____ se sonrojó sin querer.
—Gracias. Tú también te ves muy bien —se inclinó hacia él y lo besó—. Quisiera que no viviéramos tan lejos. Eres del tipo que le crea a una hábito.
—Lo tomaré como un cumplido.
Tres horas más tarde y mucho tiempo después de que Kevin se durmió, _____ condujo a Nicholas al pasillo y cerró la puerta. Se besaron largo rato; a los dos les costaba trabajo separarse.
—Me gustaría mucho que pudieras quedarte esta noche a mi lado —susurró ella.
—También a mí, pero creo que ya debo irme —él no parecía muy convencido de lo que decía.
—¿Me harías un favor?
—Lo que quieras.
—Sueña conmigo, ¿de acuerdo?
A la mañana siguiente, Kevin despertó temprano y corrió las cortinas para dejar que la luz del Sol inundara la habitación. _____ entrecerró los ojos y se dio vuelta en la cama, tratando de ganar unos minutos más de descanso, pero Kevin era insistente.
—Mamá, tienes que hacer el examen antes de que nos vayamos.
—Es muy temprano todavía —respondió ella y cerró los ojos de nuevo—. ¿Puedes darme unos minutos más, cariño?
—No tenemos tiempo —aseguró él mientras se sentaba en la cama y la sacudía por el hombro con suavidad—. Ni siquiera has leído la primera sección.
—¿Resolviste todo anoche?
—Sí —respondió—. Mi examen está allá, pero no me copies, ¿de acuerdo? Tienes que saber todo esto.
—Muy bien, muy bien —dijo ella.
Se levantó, estiró los brazos por encima de la cabeza y se dirigió a la pequeña mesa. Tomó el manual y comenzó el primer capítulo. Por fortuna la información no era difícil y terminó de leer antes de que Kevin acabara de bañarse y vestirse. Tomó su examen y lo colocó frente a ella. Kevin se acercó y miró por encima del hombro de su madre hasta que ella tuvo que pedirle que se fuera a ver televisión.
—Pero no hay nada que ver —dijo él con desaliento.
—Entonces lee algo.
—No traje nada para leer.
—Entonces sólo siéntate y guarda silencio. Déjame hacer mi examen en paz.
—Está bien, no diré una sola palabra. Estaré tan mudo como una estatua.
Y así fue... durante dos minutos. Luego comenzó a silbar.
_____ dejé la pluma y miró a su hijo.
—¿Por qué estás silbando?
—Porque estoy aburrido.
—Entonces enciende el televisor.
—No hay nada en la tele...
Y así continuaron hasta que ella logró terminar. Tardó casi una hora para hacer algo que, de haber estado sola en su oficina hubiera podido resolver en la mitad del tiempo.
A las nueve en punto Nicholas llamó a la puerta de la habitación del motel y Kevin corrió a abrirle.
—¿Ya están listos? —preguntó.
—Claro que sí —respondió Kevin de inmediato—. Los exámenes ya están resueltos. Voy a traértelos.
Corrió a la mesa mientras su madre se levantaba de la cama para darle a Nicholas un rápido beso de buenos días.
Nicholas le sonrió a Kevin cuando éste le entregó los exámenes. Los tomó y comenzó a revisar las respuestas.
—Mi madre tuvo algunos problemas con un par de preguntas, pero yo le ayudé —se pavoneó Kevin mientras _____ elevaba la mirada al cielo—. ¿Lista para irnos, mamá?
—Cuando tú lo estés —contestó ella.
—Entonces vamos —dijo Kevin, y caminó por el pasillo, delante de ellos, hacia el camión de Nicholas.
Durante toda la mañana y parte de la tarde, Nicholas les enseñó los principios básicos del buceo. Aprendieron cómo funcionaba el equipo, cómo debían ponérselo, cómo probarlo y cómo respirar por la boquilla, primero al lado de la piscina y luego bajo el agua. Kevin, siempre exagerando la nota, pensó que después de algunos minutos sumergido sabía todo lo necesario.
—Es fácil —le dijo a Nicholas—. Creo que estaré listo para ir al mar esta tarde.
—Estoy seguro que sí, pero de todas maneras tenemos que tomar las lecciones en el orden correcto.
—¿Cómo lo hace mi mamá?
—Bien.
—¿Tan bien como yo?
—Los dos lo están haciendo de maravilla.
Después de unas horas en el agua, tanto Kevin como ____ se cansaron. Fueron a comer y una vez más Nicholas contó sus anécdotas de buceo, esta vez para que Kevin las oyera. El chico no dejaba de hacer preguntas con los ojos muy abiertos. Nicholas respondió con paciencia a cada una de ellas y _____ sintió alivio al ver que parecían llevarse bien.
Después de detenerse en el motel para recoger el libro y la lección del día siguiente, Nicholas los llevó a los dos a su casa. Aunque Kevin había planeado comenzar de inmediato los siguientes capítulos, un vistazo a la playa lo hizo cambiar de idea. Tomó la toalla que Nicholas le tendía y corrió al agua. Nicholas y _____ se sentaron en el porche trasero y lo miraron.
—Es un buen muchacho —comentó Nicholas en voz baja—. Lo has educado bien.
Ella le tomó la mano y la besó con suavidad.
—No sabes lo que significa para mí que me digas eso. No he conocido hombres que quieran conversar con Kevin, ya no digamos estar con él.
—Ellos se lo pierden.
Ella sonrió.
—¿Cómo es que siempre sabes precisamente qué decir para hacerme sentir mejor?
—Quizá sea porque sacas lo mejor que hay en mí.
—Tal vez así sea.
A la mañana siguiente las lecciones fueron un poco más avanzadas. _____ y Kevin practicaron la respiración usando un solo tanque, en caso de que alguno de los dos se quedara sin aire y tuvieran que compartirlo, y Nicholas les advirtió acerca de lo peligroso que podía resultar asustarse estando sumergidos y subir a la superficie con demasiada prisa.
—Si lo hacen les dará algo que se conoce como la enfermedad de los buzos. Puede poner en peligro sus vidas.
También pasaron un buen tiempo en la parte más profunda de la piscina, nadando bajo el agua durante largos períodos y practicando cómo destaparse los oídos. Para finalizar la clase, Nicholas les enseñó una técnica para saltar desde el borde de la piscina sin que se les cayera el visor. Como era de esperarse, después de tantas horas en el agua los dos estaban cansados y listos para dar por terminado el día.
—¿Iremos al mar mañana? —preguntó Kevin mientras regresaban al camión.
—Si quieren. Creo que ya están bien preparados, pero si lo prefieren, podemos pasar otro día en la piscina.
—No, yo ya estoy listo.
—¿Estás seguro? No quisiera apresurarlos.
—Estoy seguro —respondió de inmediato.
—¿Qué haremos el resto del día? —preguntó _____.
Nicholas comenzó a cargar los tanques de oxígeno en la parte posterior del camión.
—Pensé que podríamos ir a navegar. Parece que el tiempo será magnífico.
—¿Crees que también pueda aprender a hacer eso? —preguntó Kevin ansioso.
—Claro. Te nombraré mi segundo de a bordo.
—¿Necesito algún tipo de certificado?
—No. Eso depende del capitán, y como yo soy el capitán, puedo hacerlo de inmediato.
—¡Fantástico! —Kevin miró a _____ con los ojos desmesuradamente abiertos y ella casi pudo leer sus pensamientos: «Primero aprendo a bucear y luego me nombran segundo de a bordo. ¡Esperen a que se lo cuente a mis amigos! »
Nicholas acertó cuando predijo que habría un clima ideal y los tres pasaron un rato maravilloso en el mar. Nicholas le enseñó a Kevin lo básico acerca de la navegación: desde cuándo y cómo cambiar de curso hasta anticipar la dirección del viento tomando como punto de referencia a las nubes. Al igual que la primera vez que se reunieron, llevaban sándwiches y ensalada, pero esta vez cedieron a una familia de marsopas que jugueteaba alrededor del velero mientras comían.
Ya era tarde cuando regresaron a los muelles y después de que Nicholas le enseñó a Kevin cómo resguardar el bote para protegerlo de una tormenta inesperada, los llevó de vuelta al motel. Como los tres estaban agotados, ______ y Nicholas se despidieron apresuradamente y cuando él llegó a su casa tanto Theresa como Kevin ya se habían dormido.
A la mañana siguiente Nicholas los llevé a su primera expedición de buceo en el mar. Después de que pasó el nerviosismo inicial, comenzaron a divertirse y terminaron utilizando dos tanques cada uno. Gracias al tranquilo clima de la costa, el agua estaba transparente y la visibilidad era magnífica. Nicholas les tomó algunas fotografías cuando exploraban uno de los buques que naufragó en las aguas poco profundas de la costa de North Carolina.
Volvieron a pasar la tarde en la casa de Nicholas. Después Kevin se quedó dormido frente al televisor y Nicholas y ______ aprovecharon para sentarse juntos en el porche trasero, acariciados por la brisa húmeda y cálida.
—No puedo creer que ya nos marchemos mañana por la noche —dijo _____—. Estos últimos dos días volaron.
Él la rodeó con el brazo y la acercó. _____ le puso la cabeza en el hombro. El silencio hizo que llegara de lejos el sonido de las olas que rompían en la playa.
—¿Sabes, Nicholas? En realidad me siento muy cómoda contigo.
—¿Cómoda? Lo dices como si fuera un sofá.
—No quise que sonara así. Me refiero a que cuando estamos juntos me siento muy bien conmigo misma.
—¡Qué bueno!, porque yo también me siento muy bien contigo.
—¿Muy bien? ¿Eso es todo?
Él movió la cabeza.
—No, no es todo.
La miró y luego volvió los ojos al mar. Después de un momento susurró en voz baja:
—Te amo.
Theresa oyó cómo las palabras se repetían en su cerebro. Te amo. Y esta vez sin ambivalencias.
—¡Oh, Nicholas...! —comenzó ella con incertidumbre, antes de que él la interrumpiera con un movimiento de cabeza.
—____, no espero que sientas lo mismo. Sólo quiero que sepas lo que yo siento —le pasó un dedo con suavidad por la mejilla y los labios—. Te amo, ______.
—Yo también te amo —le aseguró ella con ternura, articulando las palabras con la esperanza de que fueran verdad.
Luego se abrazaron por largo rato.
Pasaron el último día en Wilmington practicando como lo habían hecho antes, y cuando terminaron su lección final, Nicholas les entregó sus certificados.
—Ahora puedes bucear cuando quieras y donde quieras —le dijo a Kevin, que sostenía el certificado como si fuera de oro—, pero recuerda que no es seguro bucear solo. Siempre ve con alguien que te acompañe.
_____ pagó la cuenta del hotel y Nicholas los llevó al aeropuerto. Una vez que _____ y Kevin abordaron, él se quedó algunos minutos para observar cómo el avión comenzaba a alejarse de la puerta de abordaje.
Ya en sus asientos, _____ y Kevin hojearon algunas revistas. Durante la primera parte del viaje, Kevin se volvió de pronto y le preguntó:
—Mamá, ¿piensas casarte con Nicholas?
_____ tardó un momento en responder.
—No estoy segura. Sé que no quiero casarme con él inmediatamente. Todavía tenemos que conocernos.
—Pero, ¿es posible que quieras casarte con Nicholas en el futuro?
—Tal vez.
Kevin pareció aliviado.
—Me alegra. Te veías muy feliz cuando estaban juntos.
Ella se acercó y le tocó la mano.
—Bueno, ¿qué habrías dicho si te hubiera contestado que quiero casarme con él de inmediato?
Él lo pensó un momento.
—Supongo que me habría preguntado dónde íbamos a vivir.
Por más que lo intentó, a _____ no se le ocurrió una buena respuesta. Era cierto. ¿Dónde vivirían?
Capítulo Siete
Al cuarto día de que _____ se fue de Wilmington, Nicholas soñó con Catherine. En el sueño se encontraban en un campo cubierto de césped, rodeado por un precipicio que daba al mar. Caminaban juntos, tomados de la mano y conversaban, cuando de pronto ella se soltaba. Lo miraba por encima del hombro, reía y lo invitaba a perseguirla. Él lo hacía, y sentía lo mismo que el día en que se casaron.
Se acercaba poco a poco a ella, cuando se daba cuenta de que Catherine se dirigía al precipicio. Nicholas le gritaba que se detuviera, pero ella corría aún más de prisa.
Él le gritaba que diera vuelta, pero ella parecía no oírlo. Nicholas sentía cómo la adrenalina le corría por el cuerpo alimentada por un temor que lo paralizaba.
—¡Detente, Catherine! —gritaba.
El precipicio estaba a pocos metros de distancia. Él se acercaba, pero seguía demasiado lejos. «No voy a poder detenerla», pensaba presa del pánico.
Entonces, de una manera tan repentina como había comenzado a correr, Catherine se detenía. Se volvía a mirarlo a sólo unos centímetros de la orilla.
—No te muevas —gritaba él. Nicholas llegaba junto a ella y la tomaba de la mano mientras respiraba pesadamente.
Ella sonreía y miraba a sus espaldas.
—¿Creíste que me perderías?
—Sí —respondía él en voz baja—. Y te prometo que nunca permitiré que vuelva a pasar.
Nicholas despertó con sobresalto, se sentó en la cama y permaneció despabilado durante varias horas. Cuando por fin pudo volver a dormir, cayó en un sueño intranquilo y eran casi las diez de la mañana cuando logró levantarse. Todavía cansado y deprimido, llamó a su padre, con quien se reuniría para desayunar en el lugar acostumbrado.
—No sé si podré ver de nuevo a _____ —le confesó después de un rato de intercambiar trivialidades.
Su padre enarcó una ceja pero no respondió. Nicholas continuó.
—Tal vez no estamos destinados el uno para el otro. Me refiero a que ella vive a miles de kilómetros de distancia, tiene su propia vida, sus propios intereses. No quiero ir a vivir a Boston y estoy seguro de que ella no desea vivir aquí, así que ¿qué nos queda?
Nicholas guardó silencio y esperó a que su padre respondiera.
—Me parece que estás inventando pretextos —comentó Jeb en voz muy baja.
—No, papá, no es así. Sólo trato de resolver esta situación.
—¿Con quién crees que estás hablando, Nicholas? —movió la cabeza—. Sé exactamente por lo que estás pasando. Cuando tu madre murió, yo también inventé pretextos. Durante años me dije a mí mismo todo tipo de cosas. Y, ¿quieres saber a dónde me llevaron? —miró a su hijo—. Estoy viejo y cansado, pero sobre todo estoy solo. Si pudiera retroceder en el tiempo, cambiaría muchas cosas —Jeb se detuvo y su tono se hizo más dulce—. Trataría de buscar a alguien. Porque ¿sabes algo, Nicholas? Creo que a tu madre le hubiera gustado que yo encontrara a alguien. Ella habría deseado que yo fuera feliz. Y, ¿sabes por qué?
Nicholas no respondió.
—Porque ella me amaba. Y si estás convencido de que estás demostrando tu amor por Catherine al sufrir como lo has venido haciendo, entonces, en alguna parte del camino, debo haberme equivocado al educarte.
—No te equivocaste.
—Creo que sí, porque cuando te miro me veo a mí mismo y, para serte franco, preferiría ver algo distinto. Me gustaría ver a alguien que sabe que está bien seguir adelante y que también está bien encontrar a una persona que pueda hacerlo a uno feliz. Sin embargo, en este momento me parece que me miro al espejo y veo como era yo hace veinte años.
Nicholas pasó la tarde solo, caminando por la playa y meditando acerca de lo que le había dicho su padre.
Cuando se comunicó con ______ más tarde, esa misma noche, el sentimiento de traición que le había provocado la pesadilla era menos intenso. Cuando ella respondió el teléfono, lo sintió menguar todavía más.
—Me da gusto que llamaras —le dijo ella con alegría—. Pensé mucho en ti hoy.
—Yo también estuve pensando en ti —aseguró él—. Desearía que estuvieras aquí.
—¿Estás bien? Te oigo un poco triste.
—No te preocupes, estoy bien. Pero, me siento solo, eso es todo. ¿Cómo estuvo tu día hoy?
—Como siempre. Con mucho que hacer en el trabajo y mucho que hacer en casa. Pero me siento mejor después de oír tu voz. Y a ti, ¿qué tal te fue?
—Hoy te extrañé mucho.
—Sólo hemos dejado de vernos unos cuantos días —comentó ella con suavidad.
—Lo sé. Y hablando del tema ¿cuándo volveremos a vernos?
—Mmm, ¿qué te parece si en tres semanas? Estaba pensando que tal vez tú pudieras venir esta vez. Kevin estará en un campamento de fútbol soccer toda la semana y podremos pasar algún tiempo a solas.
Mientras ella hablaba, Nicholas miraba la fotografía de Catherine que tenía sobre la mesa de noche. Necesitó de algunos segundos para responder.
—Bueno, supongo que podría ir.
—No pareces muy convencido.
—Pero lo estoy.
—Entonces, ¿te pasa algo?
—No.
Ella guardó silencio, insegura.
—¿De verdad estás bien, Nicholas?
Tuvieron que transcurrir varios días y varias llamadas telefónicas a ______ para que Nicholas comenzara a sentirse mejor. Poco a poco la imagen de la pesadilla comenzó a desvanecerse. El calor de finales de verano parecía hacer que el tiempo pasara con más lentitud de lo normal, pero Nicholas se mantenía tan ocupado como podía, haciendo lo posible para no pensar en las complejidades de su nueva situación.
Dos semanas más tarde llegó a Boston.
Después de recogerlo en el aeropuerto, _____ le mostró a Nicholas la ciudad. Comieron en Faneuil Hall, vieron los botes de remos deslizarse por el río Charles y se deleitaron con su mutua compañía. Cuando el día comenzó a refrescar y el sol se ocultó tras de los árboles se detuvieron en un restaurante de comida mexicana y compraron algo para llevar al departamento. Sentado en el piso de la sala, a la luz de las velas, Nicholas miró a su alrededor.
—Tienes un lindo departamento —comentó—. No sé por qué pensé que sería más pequeño, sin embargo veo que es más grande que mi casa.
—Sólo un poco, pero gracias. Para nosotros está perfecto.
Afuera del departamento podía oírse con claridad el ruido del tránsito de la ciudad. Un auto frenó, se oyó el sonido de una bocina y de inmediato el aire se llenó con el ruido de otros autos que se unían al coro.
—¿Es siempre tan tranquilo y silencioso? —preguntó él.
Ella hizo un gesto hacia la ventana.
—Las noches de viernes y sábado son las peores, pero si se vive aquí el tiempo suficiente, uno termina por acostumbrarse.
Los ruidos de la ciudad continuaron. Una sirena ululó a la distancia y el sonido se hacía cada vez más intenso conforme se aproximaba por las calles.
—¿Podrías poner algo de música? —preguntó Nicholas.
—Claro. ¿Qué te gustaría?
—Me gustan los dos tipos —respondió él haciendo una pausa dramática—. Country y country.
Ella rió.
—De esas no tengo. ¿Qué te parece un poco de jazz?
Se levantó, eligió un disco que pensó que podría gustarle a Nicholas y lo puso en el aparato de sonido. Momentos más tarde la música comenzó a oírse, precisamente cuando el embotellamiento de tránsito en la calle pareció terminar.
—Así que... ¿qué opinas de Boston hasta ahora? —preguntó ella volviendo a sentarse.
—Me gusta. Para ser una gran ciudad no está tan mal. Siempre me la imaginaba muy distinta: con multitudes, asfalto, rascacielos, ni un solo árbol a la vista y asaltantes en cada esquina. Pero no es así en absoluto.
Ella sonrió.
—Es agradable, ¿verdad? Quiero decir, por supuesto que no es como la playa, pero tiene su encanto, sobre todo si consideras lo que la ciudad tiene que ofrecer. Puedes ir a conciertos, museos o simplemente pasear por una zona del centro a la que llamamos Common. Aquí hay algo para todos... incluso un club de yates.
Parecía como si le estuviera vendiendo el lugar, así que Nicholas decidió cambiar de tema.
—¿Dijiste que Kevin se fue a un campamento de fútbol?
A la mañana siguiente Nicholas y ______ pasearon por los vecindarios italianos del North End de Boston, caminaron a lo largo de las calles estrechas y serpenteantes y se detuvieron a comer cannoli y a tomar café. Nicholas le preguntó sobre su trabajo mientras recorrían la ciudad.
—¿Podrías escribir tu columna en casa?
—Con el paso del tiempo supongo que sí, pero por el momento no es posible.
—¿Por qué no?
—Bueno, para comenzar no está establecido en mi contrato. A menudo tengo que entrevistar gente, y eso toma tiempo... en ocasiones hasta debo viajar un poco. Además, tengo que hacer investigaciones y cuando estoy en la oficina tengo acceso a muchas más fuentes. Y también habría que considerar el hecho de que necesito un lugar donde puedan ponerse en contacto conmigo. Gran parte del material que produzco es de interés humano por lo que recibo llamadas durante todo el día. Si trabajara en casa, sé que muchas personas llamarían por la noche y no estoy dispuesta a sacrificar el tiempo que le dedico a Kevin.
Nicholas se detuvo en una tienda que se extendía sobre la acera y que vendía fruta fresca. Tomó un par de manzanas de una canasta y le entregó una a _____.
—¿Qué es lo que más éxito ha tenido de lo que has escrito en tu Columna? —preguntó.
_____ sintió que se quedaba sin aliento. ¿Lo que tuvo más éxito? Fácil. Una vez encontré un mensaje en una botella y recibí casi doscientas cartas.
Se obligó a pensar en algo más.
—Bueno, recibo mucha correspondencia cuando escribo sobre niños discapacitados —respondió por fin.
—Debe ser gratificante —dijo él mientras le pagaba al tendero.
—Lo es.
Antes de dar una mordida a su manzana, Nicholas preguntó.
—¿Podrías seguir escribiendo tu columna si cambiaras de diario?
Ella sopesó la pregunta.
—Sería difícil, en especial si quiero que mi columna se siga publicando en otros diarios. Apenas me estoy haciendo de un nombre como articulista y el tener el respaldo del Times de Boston me ayuda mucho en realidad. ¿Por qué?
—Simple curiosidad —respondió él en voz baja.
El resto de sus vacaciones, el tiempo pasó volando. Por las mañanas ______ iba al trabajo algunas horas y luego regresaba a casa para pasar las tardes y noches con Nicholas. A veces alquilaban una película para verla en casa después de cenar, pero por lo general preferían pasar el tiempo juntos sin otras distracciones.
Durante los siguientes dos meses su relación a larga distancia comenzó a evolucionar de un modo que ni _____ ni Nicholas anticiparon, aunque debieron haberlo hecho.
Ajustaron sus calendarios y lograron verse tres veces más, siempre en fines de semana. Una vez ______ voló a Wilmington para que pudieran estar solos y pasaron el tiempo encerrados en la casa de Nicholas. Él, a su vez, viajó a Boston dos veces y pasó la mayor parte del tiempo yendo y viniendo para asistir a los torneos de fútbol soccer de Kevin.
Cuando estaban juntos durante esos fines de semana parecía como si nada más importara en el mundo, pero ninguno de los dos hablaba de lo que ocurriría en el futuro.
Como no se veían muy a menudo, su relación tenía más altibajos de los que ninguno de los dos hubiera experimentado antes. Todo parecía bien cuando estaban juntos y todo iba mal cuando no lo estaban. Para Nicholas, cada vez era más difícil tolerar la distancia entre ellos. Como él lo veía, alguno de los dos tendría que cambiar su estilo de vida de manera radical.
Pero, ¿quién?
Él tenía su propio negocio en Wilmington. ______ tenía una floreciente carrera en Boston.
No quería pensar al respecto. En vez de ello se concentraba en el hecho de que amaba a _____ y se aferraba a la idea de que si estaban destinados a estar juntos, encontrarían una manera de lograrlo.
Sin embargo, muy en su interior sabía que no iba a ser fácil y no sólo por la distancia entre ellos. Después de regresar de su segundo viaje a Boston, mandó ampliar y enmarcar una foto de _____. La colocó en la mesa de noche, frente a la fotografía de Catherine, pero a pesar de lo que sentía por _____ le parecía que estaba fuera de lugar en su habitación. Unos días más tarde, cambió de sitio la fotografía al otro lado del cuarto, pero eso no sirvió de nada. Sin importar dónde la pusiera parecía como si los ojos de Catherine la siguieran. Por fin, guardó el retrato de ______ en el fondo de un cajón y tomó el de Catherine. Suspiró, se sentó en la cama y lo sostuvo frente a él.
—Nosotros no teníamos estos problemas —susurró mientras pasaba el dedo sobre la fotografía—. Para nosotros todo fue siempre fácil, ¿verdad?
Al darse cuenta de que la fotografía no iba a responderle, maldijo su estupidez y volvió a sacar el retrato de _____.
Cuando los miró, incluso él comprendió perfectamente la razón por la que tenía tantos conflictos con todo aquello. Sí, amaba a _____ más de lo que pensó que fuera posible, pero todavía estaba enamorado de Catherine. ¿Sería posible amar a dos personas al mismo tiempo?
—Muero de deseos de volver a verte —confesó Nicholas.
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Capitulo 6 [Parte 3]
Cuando por fin llegó el día en que _____ y Kevin irían a visitarlo, Nicholas compró algunas cosas para comer, lavó su camión por dentro y por fuera y después se bañó antes de dirigirse, nervioso, al aeropuerto.
Cuando _____ bajó del avión con Kevin a su lado, toda la inquietud de Nicholas se desvaneció de pronto. Estaba más hermosa de lo que recordaba. Kevin se veía exactamente igual que su fotografía, y se parecía mucho a su madre: tenía el cabello y los ojos oscuros. El chico llevaba unas bermudas largas, tenis Nike y una camiseta de un concierto de Hootie and the Blowfish.
Cuando _____ vio a Nicholas lo saludó con la mano y él caminó hacia ellos para ayudar con el equipaje de mano. _____ se acercó a él y lo besó alegremente en la mejilla.
—Nicholas, quiero presentarte a mi hijo, Kevin —dijo ella con gran orgullo.
—Hola, Kevin. ¿Estás listo para tus lecciones de buceo este fin de semana?
—Eso creo. He estado leyendo algo sobre el tema —respondió el chico, tratando de parecer mayor.
—Vaya, qué bien. Si tenemos suerte tal vez hasta podamos lograr que recibas tu certificado antes de que te marches.
—¿Puede hacerse eso en unos cuantos días?
—Por supuesto. Hay que resolver un examen escrito y pasar algunas horas en el agua con un instructor, pero como serás mi único estudiante este fin de semana, a menos que tu madre quiera aprender también, tendremos tiempo más que suficiente.
—¡Eso es genial! —exclamó Kevin con alegría—. ¿También tú aprenderás, mamá?
—No lo sé. Tal vez.
—Creo que deberías hacerlo —dijo Kevin—. Sería divertido.
—Bien —aceptó ella elevando los ojos al cielo—. Aprenderé también pero si veo algún tiburón cerca, renuncio.
—¿Tú crees que haya tiburones? —preguntó Kevin con tono preocupado.
—Sí, es probable que veamos algunos tiburones, pero son pequeños y no molestan a las personas.
—¿Estás seguro?
— Segurísimo.
—¡Genial! —repitió Kevin para sí.
Después de recoger su equipaje y detenerse a comer algo, Nicholas los condujo a un motel que se encontraba a kilómetro y medio de su casa, por la playa. Una vez que dejaron el equipaje, Nicholas regresó a su camión y volvió con un libro y algunos papeles.
—Kevin, esto es para ti.
—¿Qué es?
—Es el manual y los exámenes que debes resolver para tu certificación. Si quieres ir directo a la piscina mañana tienes que leer las primeras dos secciones y resolver el primer examen —le entregó el libro a Kevin.
—Podemos hacerlo juntos mañana por la mañana si estás muy cansado para comenzar ahora —dijo _____.
—No estoy cansado —aseguró Kevin con rapidez.
—Entonces, ¿estás de acuerdo en que Nicholas y yo charlemos en el patio un rato?
—Sí, adelante —respondió y dejó de prestarle atención a su madre en cuanto dio vuelta a la primera página.
Una vez afuera, Nicholas y _____ se sentaron uno frente al otro.
—Te agradezco que hagas esto por él.
—Oye, no olvides que eso es lo que hago para ganarme la vida —después de asegurarse de que Kevin seguía leyendo acerco la silla un poco más—. Te ves de maravilla —añadió—. Te aseguro que eras la mujer más hermosa que bajó del avión.
_____ se sonrojó sin querer.
—Gracias. Tú también te ves muy bien —se inclinó hacia él y lo besó—. Quisiera que no viviéramos tan lejos. Eres del tipo que le crea a una hábito.
—Lo tomaré como un cumplido.
Tres horas más tarde y mucho tiempo después de que Kevin se durmió, _____ condujo a Nicholas al pasillo y cerró la puerta. Se besaron largo rato; a los dos les costaba trabajo separarse.
—Me gustaría mucho que pudieras quedarte esta noche a mi lado —susurró ella.
—También a mí, pero creo que ya debo irme —él no parecía muy convencido de lo que decía.
—¿Me harías un favor?
—Lo que quieras.
—Sueña conmigo, ¿de acuerdo?
A la mañana siguiente, Kevin despertó temprano y corrió las cortinas para dejar que la luz del Sol inundara la habitación. _____ entrecerró los ojos y se dio vuelta en la cama, tratando de ganar unos minutos más de descanso, pero Kevin era insistente.
—Mamá, tienes que hacer el examen antes de que nos vayamos.
—Es muy temprano todavía —respondió ella y cerró los ojos de nuevo—. ¿Puedes darme unos minutos más, cariño?
—No tenemos tiempo —aseguró él mientras se sentaba en la cama y la sacudía por el hombro con suavidad—. Ni siquiera has leído la primera sección.
—¿Resolviste todo anoche?
—Sí —respondió—. Mi examen está allá, pero no me copies, ¿de acuerdo? Tienes que saber todo esto.
—Muy bien, muy bien —dijo ella.
Se levantó, estiró los brazos por encima de la cabeza y se dirigió a la pequeña mesa. Tomó el manual y comenzó el primer capítulo. Por fortuna la información no era difícil y terminó de leer antes de que Kevin acabara de bañarse y vestirse. Tomó su examen y lo colocó frente a ella. Kevin se acercó y miró por encima del hombro de su madre hasta que ella tuvo que pedirle que se fuera a ver televisión.
—Pero no hay nada que ver —dijo él con desaliento.
—Entonces lee algo.
—No traje nada para leer.
—Entonces sólo siéntate y guarda silencio. Déjame hacer mi examen en paz.
—Está bien, no diré una sola palabra. Estaré tan mudo como una estatua.
Y así fue... durante dos minutos. Luego comenzó a silbar.
_____ dejé la pluma y miró a su hijo.
—¿Por qué estás silbando?
—Porque estoy aburrido.
—Entonces enciende el televisor.
—No hay nada en la tele...
Y así continuaron hasta que ella logró terminar. Tardó casi una hora para hacer algo que, de haber estado sola en su oficina hubiera podido resolver en la mitad del tiempo.
A las nueve en punto Nicholas llamó a la puerta de la habitación del motel y Kevin corrió a abrirle.
—¿Ya están listos? —preguntó.
—Claro que sí —respondió Kevin de inmediato—. Los exámenes ya están resueltos. Voy a traértelos.
Corrió a la mesa mientras su madre se levantaba de la cama para darle a Nicholas un rápido beso de buenos días.
Nicholas le sonrió a Kevin cuando éste le entregó los exámenes. Los tomó y comenzó a revisar las respuestas.
—Mi madre tuvo algunos problemas con un par de preguntas, pero yo le ayudé —se pavoneó Kevin mientras _____ elevaba la mirada al cielo—. ¿Lista para irnos, mamá?
—Cuando tú lo estés —contestó ella.
—Entonces vamos —dijo Kevin, y caminó por el pasillo, delante de ellos, hacia el camión de Nicholas.
Durante toda la mañana y parte de la tarde, Nicholas les enseñó los principios básicos del buceo. Aprendieron cómo funcionaba el equipo, cómo debían ponérselo, cómo probarlo y cómo respirar por la boquilla, primero al lado de la piscina y luego bajo el agua. Kevin, siempre exagerando la nota, pensó que después de algunos minutos sumergido sabía todo lo necesario.
—Es fácil —le dijo a Nicholas—. Creo que estaré listo para ir al mar esta tarde.
—Estoy seguro que sí, pero de todas maneras tenemos que tomar las lecciones en el orden correcto.
—¿Cómo lo hace mi mamá?
—Bien.
—¿Tan bien como yo?
—Los dos lo están haciendo de maravilla.
Después de unas horas en el agua, tanto Kevin como ____ se cansaron. Fueron a comer y una vez más Nicholas contó sus anécdotas de buceo, esta vez para que Kevin las oyera. El chico no dejaba de hacer preguntas con los ojos muy abiertos. Nicholas respondió con paciencia a cada una de ellas y _____ sintió alivio al ver que parecían llevarse bien.
Después de detenerse en el motel para recoger el libro y la lección del día siguiente, Nicholas los llevó a los dos a su casa. Aunque Kevin había planeado comenzar de inmediato los siguientes capítulos, un vistazo a la playa lo hizo cambiar de idea. Tomó la toalla que Nicholas le tendía y corrió al agua. Nicholas y _____ se sentaron en el porche trasero y lo miraron.
—Es un buen muchacho —comentó Nicholas en voz baja—. Lo has educado bien.
Ella le tomó la mano y la besó con suavidad.
—No sabes lo que significa para mí que me digas eso. No he conocido hombres que quieran conversar con Kevin, ya no digamos estar con él.
—Ellos se lo pierden.
Ella sonrió.
—¿Cómo es que siempre sabes precisamente qué decir para hacerme sentir mejor?
—Quizá sea porque sacas lo mejor que hay en mí.
—Tal vez así sea.
A la mañana siguiente las lecciones fueron un poco más avanzadas. _____ y Kevin practicaron la respiración usando un solo tanque, en caso de que alguno de los dos se quedara sin aire y tuvieran que compartirlo, y Nicholas les advirtió acerca de lo peligroso que podía resultar asustarse estando sumergidos y subir a la superficie con demasiada prisa.
—Si lo hacen les dará algo que se conoce como la enfermedad de los buzos. Puede poner en peligro sus vidas.
También pasaron un buen tiempo en la parte más profunda de la piscina, nadando bajo el agua durante largos períodos y practicando cómo destaparse los oídos. Para finalizar la clase, Nicholas les enseñó una técnica para saltar desde el borde de la piscina sin que se les cayera el visor. Como era de esperarse, después de tantas horas en el agua los dos estaban cansados y listos para dar por terminado el día.
—¿Iremos al mar mañana? —preguntó Kevin mientras regresaban al camión.
—Si quieren. Creo que ya están bien preparados, pero si lo prefieren, podemos pasar otro día en la piscina.
—No, yo ya estoy listo.
—¿Estás seguro? No quisiera apresurarlos.
—Estoy seguro —respondió de inmediato.
—¿Qué haremos el resto del día? —preguntó _____.
Nicholas comenzó a cargar los tanques de oxígeno en la parte posterior del camión.
—Pensé que podríamos ir a navegar. Parece que el tiempo será magnífico.
—¿Crees que también pueda aprender a hacer eso? —preguntó Kevin ansioso.
—Claro. Te nombraré mi segundo de a bordo.
—¿Necesito algún tipo de certificado?
—No. Eso depende del capitán, y como yo soy el capitán, puedo hacerlo de inmediato.
—¡Fantástico! —Kevin miró a _____ con los ojos desmesuradamente abiertos y ella casi pudo leer sus pensamientos: «Primero aprendo a bucear y luego me nombran segundo de a bordo. ¡Esperen a que se lo cuente a mis amigos! »
Nicholas acertó cuando predijo que habría un clima ideal y los tres pasaron un rato maravilloso en el mar. Nicholas le enseñó a Kevin lo básico acerca de la navegación: desde cuándo y cómo cambiar de curso hasta anticipar la dirección del viento tomando como punto de referencia a las nubes. Al igual que la primera vez que se reunieron, llevaban sándwiches y ensalada, pero esta vez cedieron a una familia de marsopas que jugueteaba alrededor del velero mientras comían.
Ya era tarde cuando regresaron a los muelles y después de que Nicholas le enseñó a Kevin cómo resguardar el bote para protegerlo de una tormenta inesperada, los llevó de vuelta al motel. Como los tres estaban agotados, ______ y Nicholas se despidieron apresuradamente y cuando él llegó a su casa tanto Theresa como Kevin ya se habían dormido.
A la mañana siguiente Nicholas los llevé a su primera expedición de buceo en el mar. Después de que pasó el nerviosismo inicial, comenzaron a divertirse y terminaron utilizando dos tanques cada uno. Gracias al tranquilo clima de la costa, el agua estaba transparente y la visibilidad era magnífica. Nicholas les tomó algunas fotografías cuando exploraban uno de los buques que naufragó en las aguas poco profundas de la costa de North Carolina.
Volvieron a pasar la tarde en la casa de Nicholas. Después Kevin se quedó dormido frente al televisor y Nicholas y ______ aprovecharon para sentarse juntos en el porche trasero, acariciados por la brisa húmeda y cálida.
—No puedo creer que ya nos marchemos mañana por la noche —dijo _____—. Estos últimos dos días volaron.
Él la rodeó con el brazo y la acercó. _____ le puso la cabeza en el hombro. El silencio hizo que llegara de lejos el sonido de las olas que rompían en la playa.
—¿Sabes, Nicholas? En realidad me siento muy cómoda contigo.
—¿Cómoda? Lo dices como si fuera un sofá.
—No quise que sonara así. Me refiero a que cuando estamos juntos me siento muy bien conmigo misma.
—¡Qué bueno!, porque yo también me siento muy bien contigo.
—¿Muy bien? ¿Eso es todo?
Él movió la cabeza.
—No, no es todo.
La miró y luego volvió los ojos al mar. Después de un momento susurró en voz baja:
—Te amo.
Theresa oyó cómo las palabras se repetían en su cerebro. Te amo. Y esta vez sin ambivalencias.
—¡Oh, Nicholas...! —comenzó ella con incertidumbre, antes de que él la interrumpiera con un movimiento de cabeza.
—____, no espero que sientas lo mismo. Sólo quiero que sepas lo que yo siento —le pasó un dedo con suavidad por la mejilla y los labios—. Te amo, ______.
—Yo también te amo —le aseguró ella con ternura, articulando las palabras con la esperanza de que fueran verdad.
Luego se abrazaron por largo rato.
Pasaron el último día en Wilmington practicando como lo habían hecho antes, y cuando terminaron su lección final, Nicholas les entregó sus certificados.
—Ahora puedes bucear cuando quieras y donde quieras —le dijo a Kevin, que sostenía el certificado como si fuera de oro—, pero recuerda que no es seguro bucear solo. Siempre ve con alguien que te acompañe.
_____ pagó la cuenta del hotel y Nicholas los llevó al aeropuerto. Una vez que _____ y Kevin abordaron, él se quedó algunos minutos para observar cómo el avión comenzaba a alejarse de la puerta de abordaje.
Ya en sus asientos, _____ y Kevin hojearon algunas revistas. Durante la primera parte del viaje, Kevin se volvió de pronto y le preguntó:
—Mamá, ¿piensas casarte con Nicholas?
_____ tardó un momento en responder.
—No estoy segura. Sé que no quiero casarme con él inmediatamente. Todavía tenemos que conocernos.
—Pero, ¿es posible que quieras casarte con Nicholas en el futuro?
—Tal vez.
Kevin pareció aliviado.
—Me alegra. Te veías muy feliz cuando estaban juntos.
Ella se acercó y le tocó la mano.
—Bueno, ¿qué habrías dicho si te hubiera contestado que quiero casarme con él de inmediato?
Él lo pensó un momento.
—Supongo que me habría preguntado dónde íbamos a vivir.
Por más que lo intentó, a _____ no se le ocurrió una buena respuesta. Era cierto. ¿Dónde vivirían?
Capítulo Siete
Al cuarto día de que _____ se fue de Wilmington, Nicholas soñó con Catherine. En el sueño se encontraban en un campo cubierto de césped, rodeado por un precipicio que daba al mar. Caminaban juntos, tomados de la mano y conversaban, cuando de pronto ella se soltaba. Lo miraba por encima del hombro, reía y lo invitaba a perseguirla. Él lo hacía, y sentía lo mismo que el día en que se casaron.
Se acercaba poco a poco a ella, cuando se daba cuenta de que Catherine se dirigía al precipicio. Nicholas le gritaba que se detuviera, pero ella corría aún más de prisa.
Él le gritaba que diera vuelta, pero ella parecía no oírlo. Nicholas sentía cómo la adrenalina le corría por el cuerpo alimentada por un temor que lo paralizaba.
—¡Detente, Catherine! —gritaba.
El precipicio estaba a pocos metros de distancia. Él se acercaba, pero seguía demasiado lejos. «No voy a poder detenerla», pensaba presa del pánico.
Entonces, de una manera tan repentina como había comenzado a correr, Catherine se detenía. Se volvía a mirarlo a sólo unos centímetros de la orilla.
—No te muevas —gritaba él. Nicholas llegaba junto a ella y la tomaba de la mano mientras respiraba pesadamente.
Ella sonreía y miraba a sus espaldas.
—¿Creíste que me perderías?
—Sí —respondía él en voz baja—. Y te prometo que nunca permitiré que vuelva a pasar.
Nicholas despertó con sobresalto, se sentó en la cama y permaneció despabilado durante varias horas. Cuando por fin pudo volver a dormir, cayó en un sueño intranquilo y eran casi las diez de la mañana cuando logró levantarse. Todavía cansado y deprimido, llamó a su padre, con quien se reuniría para desayunar en el lugar acostumbrado.
—No sé si podré ver de nuevo a _____ —le confesó después de un rato de intercambiar trivialidades.
Su padre enarcó una ceja pero no respondió. Nicholas continuó.
—Tal vez no estamos destinados el uno para el otro. Me refiero a que ella vive a miles de kilómetros de distancia, tiene su propia vida, sus propios intereses. No quiero ir a vivir a Boston y estoy seguro de que ella no desea vivir aquí, así que ¿qué nos queda?
Nicholas guardó silencio y esperó a que su padre respondiera.
—Me parece que estás inventando pretextos —comentó Jeb en voz muy baja.
—No, papá, no es así. Sólo trato de resolver esta situación.
—¿Con quién crees que estás hablando, Nicholas? —movió la cabeza—. Sé exactamente por lo que estás pasando. Cuando tu madre murió, yo también inventé pretextos. Durante años me dije a mí mismo todo tipo de cosas. Y, ¿quieres saber a dónde me llevaron? —miró a su hijo—. Estoy viejo y cansado, pero sobre todo estoy solo. Si pudiera retroceder en el tiempo, cambiaría muchas cosas —Jeb se detuvo y su tono se hizo más dulce—. Trataría de buscar a alguien. Porque ¿sabes algo, Nicholas? Creo que a tu madre le hubiera gustado que yo encontrara a alguien. Ella habría deseado que yo fuera feliz. Y, ¿sabes por qué?
Nicholas no respondió.
—Porque ella me amaba. Y si estás convencido de que estás demostrando tu amor por Catherine al sufrir como lo has venido haciendo, entonces, en alguna parte del camino, debo haberme equivocado al educarte.
—No te equivocaste.
—Creo que sí, porque cuando te miro me veo a mí mismo y, para serte franco, preferiría ver algo distinto. Me gustaría ver a alguien que sabe que está bien seguir adelante y que también está bien encontrar a una persona que pueda hacerlo a uno feliz. Sin embargo, en este momento me parece que me miro al espejo y veo como era yo hace veinte años.
Nicholas pasó la tarde solo, caminando por la playa y meditando acerca de lo que le había dicho su padre.
Cuando se comunicó con ______ más tarde, esa misma noche, el sentimiento de traición que le había provocado la pesadilla era menos intenso. Cuando ella respondió el teléfono, lo sintió menguar todavía más.
—Me da gusto que llamaras —le dijo ella con alegría—. Pensé mucho en ti hoy.
—Yo también estuve pensando en ti —aseguró él—. Desearía que estuvieras aquí.
—¿Estás bien? Te oigo un poco triste.
—No te preocupes, estoy bien. Pero, me siento solo, eso es todo. ¿Cómo estuvo tu día hoy?
—Como siempre. Con mucho que hacer en el trabajo y mucho que hacer en casa. Pero me siento mejor después de oír tu voz. Y a ti, ¿qué tal te fue?
—Hoy te extrañé mucho.
—Sólo hemos dejado de vernos unos cuantos días —comentó ella con suavidad.
—Lo sé. Y hablando del tema ¿cuándo volveremos a vernos?
—Mmm, ¿qué te parece si en tres semanas? Estaba pensando que tal vez tú pudieras venir esta vez. Kevin estará en un campamento de fútbol soccer toda la semana y podremos pasar algún tiempo a solas.
Mientras ella hablaba, Nicholas miraba la fotografía de Catherine que tenía sobre la mesa de noche. Necesitó de algunos segundos para responder.
—Bueno, supongo que podría ir.
—No pareces muy convencido.
—Pero lo estoy.
—Entonces, ¿te pasa algo?
—No.
Ella guardó silencio, insegura.
—¿De verdad estás bien, Nicholas?
Tuvieron que transcurrir varios días y varias llamadas telefónicas a ______ para que Nicholas comenzara a sentirse mejor. Poco a poco la imagen de la pesadilla comenzó a desvanecerse. El calor de finales de verano parecía hacer que el tiempo pasara con más lentitud de lo normal, pero Nicholas se mantenía tan ocupado como podía, haciendo lo posible para no pensar en las complejidades de su nueva situación.
Dos semanas más tarde llegó a Boston.
Después de recogerlo en el aeropuerto, _____ le mostró a Nicholas la ciudad. Comieron en Faneuil Hall, vieron los botes de remos deslizarse por el río Charles y se deleitaron con su mutua compañía. Cuando el día comenzó a refrescar y el sol se ocultó tras de los árboles se detuvieron en un restaurante de comida mexicana y compraron algo para llevar al departamento. Sentado en el piso de la sala, a la luz de las velas, Nicholas miró a su alrededor.
—Tienes un lindo departamento —comentó—. No sé por qué pensé que sería más pequeño, sin embargo veo que es más grande que mi casa.
—Sólo un poco, pero gracias. Para nosotros está perfecto.
Afuera del departamento podía oírse con claridad el ruido del tránsito de la ciudad. Un auto frenó, se oyó el sonido de una bocina y de inmediato el aire se llenó con el ruido de otros autos que se unían al coro.
—¿Es siempre tan tranquilo y silencioso? —preguntó él.
Ella hizo un gesto hacia la ventana.
—Las noches de viernes y sábado son las peores, pero si se vive aquí el tiempo suficiente, uno termina por acostumbrarse.
Los ruidos de la ciudad continuaron. Una sirena ululó a la distancia y el sonido se hacía cada vez más intenso conforme se aproximaba por las calles.
—¿Podrías poner algo de música? —preguntó Nicholas.
—Claro. ¿Qué te gustaría?
—Me gustan los dos tipos —respondió él haciendo una pausa dramática—. Country y country.
Ella rió.
—De esas no tengo. ¿Qué te parece un poco de jazz?
Se levantó, eligió un disco que pensó que podría gustarle a Nicholas y lo puso en el aparato de sonido. Momentos más tarde la música comenzó a oírse, precisamente cuando el embotellamiento de tránsito en la calle pareció terminar.
—Así que... ¿qué opinas de Boston hasta ahora? —preguntó ella volviendo a sentarse.
—Me gusta. Para ser una gran ciudad no está tan mal. Siempre me la imaginaba muy distinta: con multitudes, asfalto, rascacielos, ni un solo árbol a la vista y asaltantes en cada esquina. Pero no es así en absoluto.
Ella sonrió.
—Es agradable, ¿verdad? Quiero decir, por supuesto que no es como la playa, pero tiene su encanto, sobre todo si consideras lo que la ciudad tiene que ofrecer. Puedes ir a conciertos, museos o simplemente pasear por una zona del centro a la que llamamos Common. Aquí hay algo para todos... incluso un club de yates.
Parecía como si le estuviera vendiendo el lugar, así que Nicholas decidió cambiar de tema.
—¿Dijiste que Kevin se fue a un campamento de fútbol?
A la mañana siguiente Nicholas y ______ pasearon por los vecindarios italianos del North End de Boston, caminaron a lo largo de las calles estrechas y serpenteantes y se detuvieron a comer cannoli y a tomar café. Nicholas le preguntó sobre su trabajo mientras recorrían la ciudad.
—¿Podrías escribir tu columna en casa?
—Con el paso del tiempo supongo que sí, pero por el momento no es posible.
—¿Por qué no?
—Bueno, para comenzar no está establecido en mi contrato. A menudo tengo que entrevistar gente, y eso toma tiempo... en ocasiones hasta debo viajar un poco. Además, tengo que hacer investigaciones y cuando estoy en la oficina tengo acceso a muchas más fuentes. Y también habría que considerar el hecho de que necesito un lugar donde puedan ponerse en contacto conmigo. Gran parte del material que produzco es de interés humano por lo que recibo llamadas durante todo el día. Si trabajara en casa, sé que muchas personas llamarían por la noche y no estoy dispuesta a sacrificar el tiempo que le dedico a Kevin.
Nicholas se detuvo en una tienda que se extendía sobre la acera y que vendía fruta fresca. Tomó un par de manzanas de una canasta y le entregó una a _____.
—¿Qué es lo que más éxito ha tenido de lo que has escrito en tu Columna? —preguntó.
_____ sintió que se quedaba sin aliento. ¿Lo que tuvo más éxito? Fácil. Una vez encontré un mensaje en una botella y recibí casi doscientas cartas.
Se obligó a pensar en algo más.
—Bueno, recibo mucha correspondencia cuando escribo sobre niños discapacitados —respondió por fin.
—Debe ser gratificante —dijo él mientras le pagaba al tendero.
—Lo es.
Antes de dar una mordida a su manzana, Nicholas preguntó.
—¿Podrías seguir escribiendo tu columna si cambiaras de diario?
Ella sopesó la pregunta.
—Sería difícil, en especial si quiero que mi columna se siga publicando en otros diarios. Apenas me estoy haciendo de un nombre como articulista y el tener el respaldo del Times de Boston me ayuda mucho en realidad. ¿Por qué?
—Simple curiosidad —respondió él en voz baja.
El resto de sus vacaciones, el tiempo pasó volando. Por las mañanas ______ iba al trabajo algunas horas y luego regresaba a casa para pasar las tardes y noches con Nicholas. A veces alquilaban una película para verla en casa después de cenar, pero por lo general preferían pasar el tiempo juntos sin otras distracciones.
Durante los siguientes dos meses su relación a larga distancia comenzó a evolucionar de un modo que ni _____ ni Nicholas anticiparon, aunque debieron haberlo hecho.
Ajustaron sus calendarios y lograron verse tres veces más, siempre en fines de semana. Una vez ______ voló a Wilmington para que pudieran estar solos y pasaron el tiempo encerrados en la casa de Nicholas. Él, a su vez, viajó a Boston dos veces y pasó la mayor parte del tiempo yendo y viniendo para asistir a los torneos de fútbol soccer de Kevin.
Cuando estaban juntos durante esos fines de semana parecía como si nada más importara en el mundo, pero ninguno de los dos hablaba de lo que ocurriría en el futuro.
Como no se veían muy a menudo, su relación tenía más altibajos de los que ninguno de los dos hubiera experimentado antes. Todo parecía bien cuando estaban juntos y todo iba mal cuando no lo estaban. Para Nicholas, cada vez era más difícil tolerar la distancia entre ellos. Como él lo veía, alguno de los dos tendría que cambiar su estilo de vida de manera radical.
Pero, ¿quién?
Él tenía su propio negocio en Wilmington. ______ tenía una floreciente carrera en Boston.
No quería pensar al respecto. En vez de ello se concentraba en el hecho de que amaba a _____ y se aferraba a la idea de que si estaban destinados a estar juntos, encontrarían una manera de lograrlo.
Sin embargo, muy en su interior sabía que no iba a ser fácil y no sólo por la distancia entre ellos. Después de regresar de su segundo viaje a Boston, mandó ampliar y enmarcar una foto de _____. La colocó en la mesa de noche, frente a la fotografía de Catherine, pero a pesar de lo que sentía por _____ le parecía que estaba fuera de lugar en su habitación. Unos días más tarde, cambió de sitio la fotografía al otro lado del cuarto, pero eso no sirvió de nada. Sin importar dónde la pusiera parecía como si los ojos de Catherine la siguieran. Por fin, guardó el retrato de ______ en el fondo de un cajón y tomó el de Catherine. Suspiró, se sentó en la cama y lo sostuvo frente a él.
—Nosotros no teníamos estos problemas —susurró mientras pasaba el dedo sobre la fotografía—. Para nosotros todo fue siempre fácil, ¿verdad?
Al darse cuenta de que la fotografía no iba a responderle, maldijo su estupidez y volvió a sacar el retrato de _____.
Cuando los miró, incluso él comprendió perfectamente la razón por la que tenía tantos conflictos con todo aquello. Sí, amaba a _____ más de lo que pensó que fuera posible, pero todavía estaba enamorado de Catherine. ¿Sería posible amar a dos personas al mismo tiempo?
—Muero de deseos de volver a verte —confesó Nicholas.
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
AAAAAII POBRE DE NIIICKK!!
AMAR A ALGUIEN ASI DEBE DE SER UN HONOR!!!..
PERO MIRA QUE NICK SUFRE MUCHO!!! CUANDO SU ESPOSA MURIO!!!
AAAII SIGUELA PORFIS
AMAR A ALGUIEN ASI DEBE DE SER UN HONOR!!!..
PERO MIRA QUE NICK SUFRE MUCHO!!! CUANDO SU ESPOSA MURIO!!!
AAAII SIGUELA PORFIS
chelis
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
oh por dios q tristeza me da por el
nah debe ser frustrante eso de seguir enamorado del recuerdo de tu primer amor...
espero q no haga sufrir a la rayis
siguela quiero mas capitulos ....
nah debe ser frustrante eso de seguir enamorado del recuerdo de tu primer amor...
espero q no haga sufrir a la rayis
siguela quiero mas capitulos ....
ElitzJb
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
OWWW :3 NICKII!!! ES TAN ASKJDGJK!! :ilusion:
ME ENCANTA TU NOVEEEEE!!!!!!!!!
ESTÁ BUENÍSIIIIMAAA!!!!!!!
POR FASSS SIGUELAAA!!!
BESOOSS!!
ME ENCANTA TU NOVEEEEE!!!!!!!!!
ESTÁ BUENÍSIIIIMAAA!!!!!!!
POR FASSS SIGUELAAA!!!
BESOOSS!!
Melisa-Love 4ever-Jonas
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
Hola :P como estan???? pues yo muy feliz porque adivinen que FALTAN 7 DIAS!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! para conocer a mi novios :enamorado: que muy apenas puedo dormir por la emocion, anoche me levante como 5 veces en la madrugada diciendome: "mi misma OK tranquilisate solo faltan 7 sias asi que duermete" y adivinen que paso mi misma me contesto diciendo "mi misma es imposible porque son los JONAS mis amores y los voy aconecer" y blablablabla y asi hasta que me quede dormida, bueno las dejo para no aburrirlas mas BSS
__________________________________________________________________________________________________
Capitulo 7 [Parte2]
Era mediados de noviembre, un par de semanas antes del Día de Acción de Gracias. _____ y Kevin planeaban viajar en avión para pasar ese día con los padres de ella y _____ había acordado con Garrett que iría a visitarlo el fin de semana anterior para estar más tiempo con él.
—Yo también quiero verte —le aseguró—. Y me prometiste que por fin iba a conocer a tu padre, no lo olvides.
—Planea cocinar una comida anticipada de Acción de Gracias para nosotros en su casa. No deja de preguntarme qué te gusta comer. Te aseguro que está nervioso.
—¿Crees que yo le agrade?
—Estoy seguro de ello.
El día anterior a la llegada de _____, Nicholas podó el césped de la casa de su padre mientras Jeb desempacaba la porcelana de fiesta que ya casi nunca usaba.
—¿A qué hora crees que querrá comer?
—No lo sé.
—¿No le preguntaste?
—No.
—Entonces, dime ¿cómo voy a saber en qué momento meter el pavo al horno?
—Prepáralo para que comamos a media tarde. Es más sencillo de lo que parece.
—Tal vez no sea importante para ti, pero es la primera vez y voy a verla y si terminan casados no quiero ser el protagonista de ninguna historia graciosa que puedan contar después.
Nicholas enarcó las cejas.
—¿Quién dijo que nos casaríamos?
—Nadie.
—¿Entonces por qué lo dijiste?
—Porque —respondió con rapidez— no estaba seguro de que tú fueras a mencionarlo alguna vez.
Nicholas miró a su padre.
—¿Crees que deba casarme con ella?
Jeb hizo un guiño y respondió:
—No importa lo que yo crea. Lo que importa es lo que pienses tú, ¿verdad?
Esa misma noche, Nicholas acababa de abrir la puerta del frente de su casa cuando el teléfono comenzó a sonar. Corrió a contestar y oyó la voz que esperaba.
—¿Nicholas? —preguntó _____—. Pareces estar sin aliento.
Él sonrió.
—¡Ah, hola, ______! Acabo de llegar. Mi padre me tuvo en su casa todo el día, arreglando el lugar. Arde en deseos de conocerte.
Hubo un incómodo momento de silencio.
—Acerca de mañana... —dijo ella por fin.
Él sintió que se le cerraba la garganta.
—¿Qué pasa?
Transcurrieron unos instantes antes de que respondiera.
—De verdad lo lamento mucho, pero no podré ir a Wilmington.
—¿Pasa algo malo?
—No, todo está bien. Sólo que me surgió un compromiso de último minuto... hay una conferencia muy importante a la que tengo que asistir.
Él cerró los ojos.
—¿De qué es?
—Es para editores importantes y gente de los medios de comunicación. Se reunirán en Dallas este fin de semana. Deanna piensa que es una buena idea que me reúna con algunos de ellos.
—¿Acabas de enterarte?
—No... bueno, sí. Sabía que habría una conferencia, pero no se suponía que yo fuera a asistir. Deanna utilizó sus influencias —ella titubeó—. De verdad lo lamento mucho, Nicholas, pero es la oportunidad de mi vida.
Él guardó silencio por un momento. Luego dijo simplemente:
—Lo entiendo.
— Estás enojado conmigo, ¿verdad?
—No.
______ se dio cuenta por el tono de voz que no decía la verdad, pero no creyó que hubiera algo que pudiera decir para que Nicholas se sintiera mejor.
—¿Le dirás a tu padre que lamento no poder ir?
—Sí, se lo diré.
—¿Puedo llamarte el fin de semana?
—Si quieres.
Al día siguiente Nicholas comió con su padre, quien hizo lo posible por restarle importancia al asunto.
—Si es como ella te dijo —razonó su padre—, tiene una buena razón. Tiene un hijo al que debe mantener y debe hacer lo mejor que pueda para darle todo lo necesario. Además es sólo un fin de semana no es nada en el gran esquema general de las cosas.
Garrett se retrepó en la silla y con un movimiento hizo a un lado su plato a medio comer.
—Yo entiendo todo eso, papá. Es sólo que hace un mes que no la veo y esperaba con ansia su visita.
—¿No crees que ella también quería verte?
—Eso me dijo.
Jeb se inclinó sobre la mesa y volvió a colocar el plato de Nicholas frente a él.
—Toma tu comida —le dijo—. Pasé todo el día cocinando y no vas a desperdiciarla.
Nicholas miró su plato. Aunque ya no tenía apetito, tomó en tenedor y probó un pequeño bocado.
—¿Sabes? —dijo su padre mientras seguía comiendo—. No será la última vez que esto suceda. Mientras sigan viviendo a miles de kilómetros de distancia, seguirá pasando, y no se verán tanto como quisieran.
—Lo sé —respondió Nicholas sencillamente.
Su padre enarcó la ceja y esperó. Al ver que Nicholas no decía nada más, Jeb continuó:
—¿Lo sé? ¿Es lo único que tienes que decir?
Nicholas se encogió de hombros.
—¿Qué más puedo decir?
—Puedes decir que la próxima vez que la veas tratarán de resolver esto. Es lo que puedes decir.
—¿Por qué eres tan drástico al respecto?
—Porque —dijo— si no lo resuelven, tú y yo vamos a seguir comiendo juntos y solos durante los próximos veinte años.
—¿Estás cansada? —preguntó Nicholas.
Estaba tendido en su cama mientras hablaba con _____ por teléfono.
—Sí. Acabo de llegar. Ha sido un fin de semana muy largo.
—¿Salió todo como lo esperabas?
—Eso creo. No hay modo de saberlo todavía, pero conocí a mucha gente que con el tiempo podría ayudarme con mi columna.
—Entonces fue bueno que asistieras.
—Bueno y malo. La mayor parte del tiempo la pasé deseando estar contigo y no ahí.
Hubo una breve pausa.
—¿Nicholas?
—Sí.
—¿Sigues enojado conmigo?
—No —respondió él con suavidad—. Tal vez me siento triste, pero no enojado.
—¿Porque no fui este fin de semana?
—No. Porque no estás aquí todos los fines de semana.
Ella respondió con dulzura.
—Sólo quiero que sepas que lamento no haber estado contigo este fin de semana.
—Lo sé.
—¿Puedo compensarte?
—¿Qué tienes en mente?
—Bueno, ¿crees que podrías venir a visitarme después del Día de Acción de Gracias?
—Supongo que sí.
—Qué bien, porque voy a planear un fin de semana especial sólo para nosotros dos.
Cuando llegó a Boston dos semanas más tarde, ____ lo recibió en el aeropuerto. Ella le había pedido que usara algo elegante y él bajó del avión vistiendo un saco.
—¡Vaya! —exclamó ella—. ¡Te ves estupendo!
Del aeropuerto fueron directamente a cenar. ______ había hecho reservaciones en el restaurante más elegante de la ciudad.
Disfrutaron tranquilos de una maravillosa comida y después llevó a Nicholas a ver la obra musical Les Misérables, basada en la novela de Víctor Hugo que se estaba presentando en Boston.
Cuando llegaron al departamento de _____ ya era tarde. Para Nicholas el siguiente día fue igualmente apresurado. ______ lo llevó a su oficina y lo presentó con todos sus compañeros; por la tarde visitaron el museo de arte de Boston, y esa noche se reunieron con Deanna y Brian para cenar en Anthony’s, un restaurante en el piso más alto del Prudential Building que ofrecía una vista maravillosa de toda la ciudad.
Nicholas nunca había visto nada parecido.
La mesa estaba muy cerca de una ventana. Deanna y Brian se levantaron de sus asientos para recibirlos y _____ realizó las presentaciones pertinentes.
—Me da mucho gusto conocerte, Nicholas —dijo Deanna—. Siento haber obligado a _____ a ir conmigo a esa conferencia. Espero que no te hayas enfadado mucho con ella.
—No, no te preocupes —respondió él mientras asentía con cierta rigidez.
—Me alegra, porque al verlo en retrospectiva, estoy segura de que valió la pena.
Nicholas la miró con curiosidad. _____ se inclinó y preguntó:
—¿A qué te refieres, Deanna?
Los ojos de Deanna brillaban.
—Recibí noticias ayer. Hablé con Dan Mandel, el director de Media Information Inc., y resulta que quedó muy impresionado contigo. Le gustó la manera en que te desenvolviste en el congreso. Y lo mejor de todo... —Deanna se detuvo para aumentar la tensión e hizo lo posible por contener una sonrisa.
—¿Sí?
—Va a incluir tu columna en todos sus diarios a partir de enero.
—¿Estás bromeando? —preguntó incrédula _____.
Se cubrió la boca con la mano para ahogar un grito, pero aun así fue lo suficientemente fuerte como para que la gente de las mesas cercanas se volviera a mirarlos.
Deanna movió la cabeza.
—No. Quiere volver a hablar contigo el martes. Arreglé una tele conferencia para las diez de la mañana.
—No puedo creerlo —_____ se inclinó hacia ella y en un impulso abrazó a Deanna, con la emoción reflejada en el rostro.
Brian le dio un pequeño codazo a Nicholas.
—Magníficas noticias ¿eh?
Nicholas tardó un poco en responder.
—Sí... magníficas.
Deanna y _____ charlaron sin parar el resto de la velada. Nicholas guardó silencio, sin saber bien qué añadir. Como si percibiera su incomodidad, Brian se acercó a Nicholas.
—¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Hasta mañana por la noche.
Brian asintió.
—Supongo que es difícil no poder verse a menudo, ¿verdad?
—A veces.
—Ya me lo imagino. Sé que _____ se deprime por esa causa de vez en cuando.
Al otro lado de la mesa, ella le sonrió a Nicholas.
—¿De qué hablan ustedes dos? —preguntó muy animada.
—De esto y aquello —respondió Brian.
Nicholas asintió sin responder y _____ notó que cambiaba de postura a cada rato. Era evidente que se sentía incómodo, aunque ella no estaba segura de la razón, y eso la dejó perpleja.
—Estuviste muy callado esta noche —comentó _____.
Habían regresado al departamento y estaban sentados en el sofá mientras en el radio se oía música de fondo.
—Supongo que no tenía mucho qué decir.
—¿Disfrutaste de tu charla con Brian?
—Sí. Es una persona agradable —Nicholas se detuvo—, pero no soy muy bueno cuando estoy en grupos, en especial cuando siento que no encajo muy bien. Es sólo que... —se detuvo.
—¿Qué?
Él movió la cabeza.
—Nada.
—No, ¿qué ibas a decir?
Después de un momento, él respondió con palabras cuidadosamente elegidas.
—Sólo iba a decir que todo este fin de semana ha sido muy extraño para mí. El teatro, las comidas caras, salir con tus amigos... en fin —se encogió de hombros—. No es para mí. No es nada de lo que yo haría normalmente.
—Es por eso que planeé así este fin de semana. Quería que conocieras algo diferente.
—No vine aquí para hacer algo diferente. Vine para pasar algún tiempo en paz contigo. Ni siquiera hemos tenido oportunidad de conversar y me voy mañana.
—Eso no es cierto. Anoche estuvimos solos en la cena y hoy otra vez, en el museo. Ha habido tiempo suficiente para charlar.
—Tú sabes a lo que me refiero.
—No, no lo sé. ¿Qué quieres hacer? ¿Quedarte sentado en el departamento?
Él no le respondió. Luego se levantó del sofá, atravesó la habitación y apagó el radio.
—Hay algo extremadamente importante que quiero decirte desde que llegué —dijo él.
—¿Qué es?
Se volvió, reunió todo su valor y aspiró profundo.
—Este mes sin verte ha sido muy duro para mí y en este momento no estoy seguro si quiero que sigamos así.
Theresa contuvo la respiración por un segundo.
Al ver su expresión, Nicholas se acercó a ella.
—No es lo que crees —aclaró él a toda prisa—. No es que ya no quiera volver a verte. Quiero verte todo el tiempo —cuando llegó al sofá, se arrodilló frente a ella.
_____ lo miró, sorprendida. Él la tomó de las manos.
—Quiero que te mudes a Wilmington.
Aunque ella sabía que iba a suceder tarde o temprano, no lo había esperado tan pronto ni de esa manera.
Nicholas continuó:
—Sé que es un gran paso, pero si te mudaras no pasaríamos estos largos períodos separados. Podríamos vernos a diario —él se acercó y le acarició la mejilla—. Quiero caminar por la playa contigo. Quiero que naveguemos juntos. Quiero que estés ahí cuando vuelva a casa de la tienda. Quiero que nos sintamos como si nos hubiéramos conocido durante toda la vida.
Las palabras salían de la boca de Nicholas con rapidez y entre más hablaba más sentía _____ que la cabeza le daba vueltas. Le parecía como si Nicholas estuviera tratando de recrear su relación con Catherine.
—Espera un minuto —lo interrumpió ella por fin—. No puedo sencillamente tomar mis cosas y marcharme. Me refiero a que Kevin está en la escuela. Es feliz aquí. Este es su hogar. Aquí tiene a sus amigos y el fútbol.
—Puede tener todo eso en Wilmington. ¿Acaso no viste ya lo bien que nos llevamos?
Ella le soltó la mano, cada vez más frustrada.
—Y, ¿qué hay de mi columna? ¿Quieres que renuncie a ella?
—Lo que no quiero es que renunciemos a nuestra relación. Hay una gran diferencia.
—Entonces, ¿por qué no puedes tú mudarte a Boston?
—Y, ¿qué haría aquí?
—Lo mismo que haces en Wilmington. Dar clases de buceo, salir a navegar, lo que sea. Es mucho más fácil para ti que para mí.
—No podría. Como ya te dije, esto... —hizo un gesto para señalar el cuarto y las ventanas— no es para mí. Me sentiría perdido en esta ciudad.
_____ se levantó y atravesó la habitación, muy agitada. Se pasó la mano por el cabello.
—No es justo. Es como si nos pusieras una condición: “Podemos estar juntos pero tendrá que ser a mi manera”. Quieres que renuncie a todo por lo que he luchado, pero no estás dispuesto a dar nada a cambio —ella no le quitó los ojos de encima.
Nicholas se puso de pie y caminó hacia _____. Al acercarse, ella retrocedió y levantó los brazos poniendo así una barrera.
—Escucha, Nicholas, no quiero que me toques en este momento, ¿de acuerdo?
Él dejó caer los brazos a los costados. Durante un largo rato ninguno de los dos dijo nada.
______ cruzó los brazos y desvió la mirada.
—Entonces supongo que tu respuesta es no —dijo él por fin.
Ella respondió con cuidado.
—No. Mi respuesta es que vamos a tener que hablar más de esto.
—¿Para que trates de convencerme de que estoy equivocado?
Aquel comentario no merecía una respuesta. _____ movió la cabeza y caminó hasta la mesa del comedor, tomó su bolso y se dirigió a la puerta del frente.
—¿Estás escapando?
Abrió la puerta y la mantuvo así mientras respondía.
—No, Nicholas. No estoy escapando. Sólo necesito algunos minutos a solas para pensar. No me gusta que me hables así. Acabas de pedirme que cambie toda mi vida y voy a necesitar tiempo para tomar una decisión.
Se marchó del departamento. Nicholas miró la puerta durante un par de segundos, para ver si regresaba. Al ver que no lo hacía, caminó por todo el lugar. Entró en la cocina, después en la habitación de Kevin y salió. Cuando llegó al dormitorio de ______ se detuvo un momento antes de entrar. Se acercó a la cama, se sentó, colocó la cabeza entre las manos y se preguntó qué podría hacer. De alguna manera sentía que no había nada que pudiera decir cuando ella volviera que no los llevara a una nueva discusión.
Lo pensó por un momento antes de decidir por fin que le escribiría una carta para expresarle lo que sentía. Escribir siempre le ayudaba a pensar con más claridad.
Miró hacia la mesita de noche. Vio el teléfono, pero no encontró papel ni pluma. Abrió el cajón, lo revisó y halló casi al frente una pluma. Siguió buscando el papel y encontró un par de libros de bolsillo, algunas revistas y unos joyeros vacíos; de pronto vio algo que le era familiar.
Un velero.
Estaba en una hoja de papel metida en una delgada agenda. Lo tomó, pensando que se trataba de alguna de las cartas que le había escrito a _____ durante los últimos dos meses, pero de pronto se quedó inmóvil.
¿Cómo era posible? Aquel papel para correspondencia había sido un regalo de Catherine y él sólo lo usaba cuando le escribía a ella. Las cartas para Theresa las había escrito en un papel distinto.
Contuvo el aliento. Con una rapidez sorprendente revisó el cajón, sacó la agenda y con suavidad retiró no una sino tres hojas. Todavía confundido, parpadeó con fuerza antes de mirar la primera página y ahí, escritas de su puño y letra, estaban las palabras: “Mi querida Catherine”.
«¡Oh, Dios mío!», pensó. Miró la segunda hoja. Era una fotocopia. “Mi querida Catherine...”
La siguiente carta. “Querida Catherine...”
—¿Qué es esto? —murmuró, incapaz de creer lo que estaba viendo—. ¡No puede ser! —volvió a leer las cartas sólo para poder confirmarlo.
Era verdad. Eran sus cartas, las cartas para Catherine que había arrojado por la borda del Happenstance y que no había esperado volver a ver jamás.
Apenas oyó el ruido de la puerta del frente al abrirse y volver a cerrarse.
—Nicholas, ya regresé —dijo _____. Se detuvo y él pudo oírla recorrer el departamento. Luego preguntó: —¿Dónde estás?
Él no respondió.
_____ entró en la habitación y lo miró. Estaba pálido y tenía blancos los nudillos por sujetar con fuerza las hojas.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
Él levantó la cabeza lentamente y la miró.
Como una ola, todo la golpeó de pronto: el cajón abierto, los papeles que tenía él en las manos, la expresión del rostro... y supo de inmediato lo que había ocurrido.
—Nicholas, yo... verás, puedo explicarte todo —dijo ella en voz baja y rápida.
—Mis cartas —susurró él. La miró con una mezcla de confusión y rabia—. ¿Cómo obtuviste mis cartas?
—Encontré una en la playa, y...
Él la interrumpió.
—¿La encontraste?
Ella asintió y trató de explicarle.
—Cuando estuve en Cape Cod. Un día salí a correr y encontré la botella.
Nicholas miró la primera página, la única carta original. Era la que había escrito ese mismo año. Pero las otras...
—¿Y éstas? —preguntó sosteniendo en alto las copias.
_____ respondió con suavidad.
—Me las enviaron.
—¿Quién? —confundido, se levantó de la cama.
Ella dio un paso hacia él con la mano en alto.
—Otras personas que también las encontraron. Una de ellas leía mi columna
—¿Publicaste mi carta? —lo dijo como si acabara de recibir un golpe en el abdomen.
—No sabía... —comenzó ella.
—¿No sabías qué? —dijo él en voz alta, con el dolor reflejándose en su voz—. ¿Que esto no era algo que yo quisiera que todo el mundo viera?
—Estaba en la playa. Tenías que saber que alguien la encontraría —explicó ella rápidamente—. No puse sus nombres.
—Pero la publicaste en el diario —miró de nuevo las cartas y luego a _______, como si la viera por primera vez—. Me mentiste.
—No lo hice.
Él no la oía.
—Me mentiste —repitió como si hablara consigo mismo—. Y fuiste a buscarme. ¿Para qué? Para poder escribir otra columna. ¿De eso se trata todo esto?
—No. Estás equivocado.
—Entonces, ¿de qué se trató?
—Después de leer tus cartas yo... quise conocerte.
No comprendía lo que ella estaba diciendo. Vino a su mente la imagen de Catherine y sostuvo las cartas frente a sí.
—Eran mis cartas... mis sentimientos, mi manera de hacer frente a la pérdida de mi esposa. Mías, no tuyas.
—No quise lastimarte.
Los músculos de la mandíbula se le tensaron.
—Usaste mis sentimientos por Catherine y trataste de manipularlos para convertirlos en lo que tú querías. Creíste que porque amaba a Catherine también te amaría a ti, ¿no es cierto?
De pronto ______ se sintió incapaz de hablar.
—Lo planeaste desde el principio, ¿verdad? Todo el asunto estaba arreglado.
Él pareció aturdido un momento y ella se le acercó.
—Sí, Nicholas, admito que quería conocerte. Las cartas eran tan hermosas... pero no sabía lo que iba a ocurrir. No planeé nada después de eso —lo tomó de la mano—. Te amo, Nicholas. Esto tienes que creerlo.
Cuando terminó de hablar, él se soltó y se alejó.
—¿Qué clase de persona eres? Estás atrapada en alguna de extraña fantasía...
—¡Cállate, Nicholas! —le gritó furiosa mientras las lágrimas se le agolpaban en los ojos.
Sostuvo en alto las cartas otra vez y con voz quebrada dijo:
—Crees que comprendes lo que tuvimos Catherine y yo, pero no es así. No importa cuántas cartas leas, no importa lo bien que me conozcas, nunca comprenderás. Lo que hubo entre ella y yo era real y verdadero. Fue real y ella también era real.
Luego, molesto, agregó algo que la lastimo mas que cualquier cosa de lo que había dicho hasta ese momento.
—Nuestra relación ni por mucho se acerca a lo que hubo entre Catherine y yo.
No esperó una respuesta. En vez de ello pasó a su lado y tomó su maleta. Con enorme furia arrojó todo en el interior y la cerró a toda prisa. Por un momento ella pensó en detenerlo, pero el comentario la había dejado aturdida.
Él cogió su maleta.
—Estas —dijo mostrándole las cartas— son mías, así que me las llevo—. Sin otra palabra que agregar se dio vuelta, atravesó la sala y se marchó.
Capítulo Ocho
Nicholas tomó un taxi al aeropuerto, pero no halló vuelo de regreso y se encontró pasando la noche en la terminal, todavía furioso e incapaz de dormir. Durante horas caminó frente a tiendas que hacía mucho habían cerrado, deteniéndose sólo de vez en cuando para mirar a través de las barreras que mantenían a raya a los viajeros nocturnos.
A la mañana siguiente tomó el primer vuelo que pudo, llegó a su casa poco después de las once y fue directo a su habitación. Sin embargo, mientras estaba acostado en la cama, lo ocurrido la tarde anterior comenzó a repetirse en su cabeza, lo que lo mantuvo despierto. Al final, se dio por vencido. Se bañó, se vistió y se sentó otra vez en la cama. Contempló la fotografía de Catherine y la llevó a la sala. Encontró las cartas donde las había dejado, sobre la mesa de centro. Con la fotografía frente a sí, leyó las cartas con lentitud, casi con veneración, mientras sentía cómo la presencia de Catherine llenaba el cuarto.
—¡Vaya! Pensé que habías olvidado por completo nuestra cita —dijo él mientras veía a Catherine caminar por el muelle con una bolsa de comestibles.
Ella sonreía, lo tomó de la mano y subió a bordo.
—No lo olvidé. Es sólo que tuve que desviarme un poco en el camino. Fui a ver al doctor.
Él le quitó la bolsa y la puso a un lado.
—¿Ocurre algo? Sé que no te has sentido bien últimamente.
—Estoy bien —respondió ella—, pero no creo que pueda navegar esta noche.
—Te pasa algo malo, ¿verdad?
Catherine sonrió de nuevo y se inclinó para sacar un pequeño paquete de la bolsa. Nicholas la miró y ella comenzó a abrirlo.
—Cierra los ojos —le pidió— y te lo contaré todo.
Todavía sin saber qué hacer, Nicholas cerró los ojos y oyó como se rompía un papel de China.
—Muy bien, ya puedes abrirlos.
Catherine sostenía frente a ella una prenda de bebé.
—¿Qué es eso? —preguntó sin comprender.
Estaba muy animada.
—Estoy embarazada —explicó con emoción.
—¿Embarazada?
—Sí. Oficialmente tengo ocho semanas.
—¿Ocho semanas?
Sorprendido y titubeante, Nicholas tomó la ropita de bebé y la sostuvo delicadamente en la mano; luego se inclinó hacia delante y le dio a Catherine un abrazo.
—¡No puedo creerlo!
—Pues es verdad.
Una amplia sonrisa se le dibujó en los labios cuando por fin comprendió lo que le estaba diciendo.
—¡Estás embarazada!
Catherine cerró los ojos y le susurró al oído:
—Y tú vas a ser padre.
Los pensamientos de Nicholas fueron interrumpidos por el chirrido de la puerta. Su padre metió la cabeza en la habitación.
—Vi tu camión afuera —le dijo—. No esperaba que volvieras hasta esta tarde —al ver que Nicholas no le respondió, su padre entró y descubrió la fotografía de Catherine en la mesa—. ¿Estás bien, hijo? —preguntó con cautela.
Se sentaron en la sala mientras Garrett le explicaba la situación desde el principio: sus sueños recurrentes, los mensajes que había estado enviando en botellas, y por fin, la discusión sostenida con ______ la noche anterior. Cuando terminó, su padre le quitó las cartas de la mano.
—Debe de haber sido una verdadera sorpresa —dijo al tiempo que miraba las hojas de papel—, pero, ¿no crees que te portaste un poco duro con ella?
Nicholas movió la cabeza con cansancio.
—Ella sabía todo sobre mí. Ella lo planeó todo.
—No, no fue así —lo contradijo su padre con suavidad—. Tal vez haya venido a conocerte, pero no hizo que te enamoraras de ella. Eso lo hiciste solo.
Nicholas desvió la cara antes de volver a mirar la fotografía que tenía sobre la mesa.
—Pero, ¿no crees que estuvo mal que no me lo dijera? ¿Crees que estuvo bien que lo ocultara?
Jeb suspiró.
—Tal vez no te dijo lo de las cartas, de acuerdo, y tal vez sí debió hacerlo. Pero eso no es lo que te molesta ahora. Estás enojado porque te hizo darte cuenta de algo que no deseas admitir.
Nicholas miró a su padre sin tener nada que responder. Luego se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, con la repentina urgencia de escapar de aquella conversación. En el refrigerador encontró una jarra de té y se sirvió un vaso. Abrió el congelador y tomó la bandeja de metal con hielos para sacar un par de cubos. En un arranque repentino de frustración, tiró de la palanca con demasiada fuerza y los cubos de hielo salieron volando sobre el mostrador y cayeron al suelo.
Mientras Nicholas murmuraba maldiciones en la cocina, Jeb caminó hasta la puerta corrediza. La abrió y miró cómo los vientos fríos de diciembre, provenientes del Atlántico, hacían que las olas rompieran con violencia; el ruido hacía eco por toda la casa. Jeb contempló el mar, lo miró agitarse y revolverse, hasta que oyó que llamaban a la puerta.
Se volvió, preguntándose quién podría ser. Entonces se dio cuenta de que todas las veces que estuvo antes en casa de su hijo nadie lo había ido a visitar.
Nicholas estaba en la cocina y, aparentemente, no había oído que llamaban.
Jeb fue a abrir.
—¡Ya voy! —gritó.
Cuando abrió la puerta del frente, una ráfaga de viento se coló en la sala, lanzando las cartas al suelo. Sin embargo, Jeb no lo notó. Toda su atención se centró en la visitante que estaba en el porche.
Frente a él se encontraba una mujer joven, de cabello oscuro a la que nunca había visto. Se detuvo un instante y supo exactamente de quién se trataba. Se hizo a un lado para dejarla pasar.
—Pase —murmuró en voz baja.
Cuando entró y cerró la puerta a sus espaldas, el viento cesó de pronto. _____ miró a Jeb incómoda.
—Usted debe de ser _____ —dijo Jeb—. He oído hablar mucho de usted.
Ella se cruzó de brazos, sin saber qué hacer.
—Sé que no me esperaba, pero...
—No se preocupe —la animó Jeb.
—¿Está Nicholas en casa?
Jeb asintió y le indicó la cocina con la cabeza.
—Sí, aquí está. Fue a servirse algo de beber.
—¿Cómo está?
Jeb se limitó a encogerse de hombros y con cierta lentitud esbozó una sonrisa irónica.
—Tendrá que hablar con él.
_____ asintió, preguntándose de pronto si habría sido una buena idea ir allá. Miró a su alrededor y de inmediato vio las cartas tiradas en el piso y, por encima del hombro de Jeb, la fotografía de Catherine.
Por lo general aquella fotografía estaba en el dormitorio y, por alguna razón, ahora estaba ahí, a la vista, y ella no podía quitarle los ojos de encima. Todavía la miraba cuando Nicholas volvió a la sala.
—Papá, ¿qué ocurrió aquí...?
Se quedó inmóvil. ____ se enfrentó a él, insegura. Durante un largo rato ninguno de los dos dijo nada. Luego Theresa aspiró profundo.
—Hola, Nicholas—dijo.
Nicholas no contestó nada. Jeb tomó sus llaves de la mesa.
—Ustedes dos tienen mucho de qué hablar, así que me marcho.
Jeb se dirigió a la puerta del frente y, mirando de lado a ____, murmuró:
—Fue un placer conocerla —enarcó las cejas y se encogió de hombros, como si le deseara suerte.
Un momento después se encontraba afuera.
—¿A qué viniste? —preguntó Nicholas con suavidad una vez que estuvieron solos.
—Quería volver a verte —respondió ella en voz baja.
—¿Por qué?
Ella no respondió. En vez de ello, tras un leve titubeo se acercó a él mirándolo a los ojos. Cuando estuvo cerca le puso un dedo en los labios y movió la cabeza para evitar que hablara.
—Chitón —susurró—. No hagas preguntas ahora. Por favor.
Lo abrazó. Con cierta renuencia él también la abrazó y ______ descansó la cabeza en él. Le besó el cuello y lo acercó más a ella. La boca de _____ pasó poco a poco a la mejilla y después a los labios. Sin darse cuenta, él comenzó a responder. Las manos de Nicholas le recorrieron la espalda, apretándola contra él.
En la sala, con el rugido del mar haciendo eco por la casa, se abrazaron con fuerza. Por fin, _____ se separó y le dio la mano. Sujetó la de él y lo guió hasta el dormitorio.
Más tarde, Nicholas despertó solo. Al darse cuenta de que la ropa de ____ tampoco estaba, tomó sus pantalones vaqueros y su camisa. Todavía se estaba abotonando cuando salió de la habitación y comenzó a buscar a _____ por la casa.
La encontró en la cocina, sentada a la mesa. Tenía una taza de café frente a ella, casi vacía. La cafetera ya estaba en el fregadero.
_____ lo miró por encima del hombro.
—Ven a sentarte conmigo —pidió—. Tengo mucho que decirte.
Nicholas se sentó a la mesa.
Sin mirarlo, ella buscó en su regazo, sacó las cartas y las colocó lentamente sobre la mesa. Al parecer las había recogido del suelo mientras él dormía.
—Encontré la botella cuando corría, el verano pasado —comenzó con voz firme pero distante—. Después de leerla, me solté a llorar. Era muy hermosa. Supongo que me identifiqué con lo que escribías porque yo también me sentía muy sola.
Lo miró.
—Esa mañana se la mostré a Deanna. El publicarla fue su idea. Al principio yo no quería. Pensaba que era demasiado personal, pero ella consideró que no le haría mal a nadie. Creía que era un bello documento humano que la gente podría leer, así que cedí.
Suspiró.
—Cuando volví a Boston recibí la llamada de una persona que había leído la columna. Ella me envió la segunda carta; la había encontrado algunos años antes.
Se detuvo.
—¿Alguna vez has oído hablar de la revista Yankee?
—No.
—Es una publicación regional de Nueva Inglaterra. Ahí fue donde encontré la tercera carta.
Nicholas la miró sorprendido.
—¿La publicaron ahí?
—Sí. Tenía tres cartas, Nicholas, y cada una de ellas me había hecho el mismo efecto que la primera. Así que con la ayuda de Deanna averigüé quién eras y vine aquí a conocerte —sonrió con tristeza—. No vine a enamorarme de ti, ni a escribir una columna. Vine a ver quién eras. Eso era todo, pero luego hablamos y si lo recuerdas, me invitaste a navegar. De no haberlo hecho probablemente habría vuelto a casa ese mismo día.
______ se acercó y colocó la mano sobre la de Nicholas.
—Pero ¿sabes qué? La pasamos tan bien esa noche, que entonces me di cuenta de que quería volver a verte. No por las cartas sino por la forma en que me trataste. Y desde ahí todo pareció darse de manera natural.
Él permaneció en silencio un instante, contemplando las cartas.
—¿Por qué no me dijiste que las tenías? —preguntó.
—Hubo veces en que quise hacerlo, pero supongo que me convencí a mí misma de que no importaba cómo nos habíamos conocido, sino lo bien que nos llevábamos —se detuvo—. Además, pensé que no lo comprenderías. No quería perderte.
—Si me lo hubieras dicho antes, lo habría entendido.
Ella lo miró con atención mientras él hablaba.
—¿En verdad, Nicholas? ¿Realmente lo habrías comprendido?
Él sabía que era el momento de la verdad. Al ver que él no respondió, ______ movió la cabeza y desvió la mirada. Se enjugó una lágrima en el rabillo del ojo, tratando a todas luces de no llorar, decidida a no derrumbarse.
—Cuando me hablaste por primera vez de Catherine vi tu expresión. Era evidente que todavía la amabas. Y anoche, a pesar de tu furia, volví a ver ese gesto en tu rostro. A pesar de todo el tiempo que hemos pasado juntos, todavía no la olvidas. Y luego... lo que dijiste... —ella aspiró profundo y de manera irregular—. No sólo estabas enojado por haber encontrado las cartas; estabas furioso porque sentías que yo amenazaba lo que Catherine y tú compartieron... y todavía lo crees.
Otra vez se acercó para tocarle la mano.
—Eres quien eres, Nicholas. Eres un hombre que ama profundamente, pero también que se enamora para siempre. Sin importar cuánto me ames, no creo que puedas olvidar alguna vez a tu esposa y yo no puedo vivir siempre preguntándome si soy tan buena como ella.
—Podemos tratar —comenzó a decir él con voz ronca—. Quiero decir, puedo intentarlo. Sé que puedo hacer que sea diferente...
_____ lo interrumpió con un breve apretón de mano.
—Sé que lo crees y parte de mí quiere creerlo también. Si me abrazaras ahora y me pidieras que me quedara, estoy segura de que no podría negarme. Y seguiríamos como hasta ahora lo hemos hecho, los dos creyendo que todo está bien; pero no puede ser ¿no lo ves? —se detuvo—. Nicholas, no puedo competir con ella. Y por más que quisiera seguir con esto, no puedo, porque tú mismo no permitirás que continúe.
—Pero te amo.
Ella sonrió con dulzura. Le soltó la mano para acariciarle suavemente la mejilla.
—Yo también te amo, Nicholas. Sólo que a veces el amor no es suficiente.
Nicholas, con el rostro pálido, guardó silencio cuando ella terminó. En aquella larga pausa entre ellos, _____ comenzó a llorar.
—No puedo quedarme, Nicholas. A pesar de lo mucho que los dos lo deseemos, no puedo.
Las palabras lo golpearon con fuerza. De pronto Nicholas sintió que la cabeza le daba vueltas.
—No... —dijo con voz entrecortada.
_____ se levantó con decisión, a sabiendas de que debía marcharse antes de que perdiera el valor. Afuera comenzaba una ligera lluvia con bruma.
—Tengo que irme.
Se colocó el bolso al hombro y comenzó a caminar hacia la puerta. Por un momento Nicholas permaneció demasiado sorprendido para poder moverse.
Por fin, aturdido, se levantó y la siguió por la puerta. La lluvia caía ya con más fuerza. El automóvil alquilado estaba estacionado en la entrada. Nicholas la vio abrir la puerta, incapaz de pensar en nada que pudiera decirle.
En el asiento del conductor, ella buscó entre las llaves un momento y luego colocó la adecuada en el interruptor de encendido. Se obligó a sonreír débilmente mientras cerraba la puerta del auto. A pesar de la lluvia, bajó la ventanilla para verlo una vez más con claridad. Dio vuelta a la llave y el motor arrancó.
—Te extrañaré, Nicholas —le dijo en voz baja, sin saber si él podría oírla o no.
Dio marcha atrás.
Nicholas se quedó de pie, sin poder moverse.
—Por favor —dijo en tono desgarrador—, ¡no te vayas!
Ella no respondió. Sabiendo que rompería a llorar de nuevo si permanecía ahí más tiempo, subió la ventanilla y comenzó a retroceder. Nicholas dio un paso hacia el auto y puso la mano sobre el techo en movimiento y los dedos se le resbalaron sobre la superficie mojada que lentamente retrocedía hasta la calle.
Sentía que se le escapaba su última oportunidad.
—¡______! —le gritó—. ¡Espera!
El ruido de la lluvia impidió que ella lo oyera. El auto ya se alejaba de la casa. Nicholas corrió hasta la calle.
—¡______! —volvió a gritar.
Estaba a mitad de la calle y corría detrás del auto, metiéndose en los charcos que comenzaban a formarse. Las luces de los frenos parpadearon un instante y el auto se detuvo. Nicholas sabía que ella miraba por el retrovisor y lo veía acortar la distancia. Todavía tenía una oportunidad...
De pronto las luces de los frenos se apagaron y el auto comenzó a avanzar una vez más. Nicholas siguió corriendo detrás, persiguiéndolo por la calle. La lluvia caía con fuerza, convertida en tormenta que le empapaba la camisa y le hacía difícil ver.
Por fin disminuyó la carrera a un trote y luego se detuvo. Mientras la lluvia caía a su alrededor, él se quedó de pie en medio de la calle, mirando cómo el vehículo de _____ se alejaba cada vez más y desaparecía.
Se había marchado.
Momentos más tarde un automóvil hizo sonar su claxon tras él y Nicholas sintió que su corazón revivía. Se volvió con rapidez y se limpió la lluvia de los ojos, casi esperando ver el rostro de _____ tras el cristal, pero de inmediato vio que se había equivocado. Nicholas se hizo a un lado para dejar pasar al auto y, al sentir la mirada de curiosidad que le dirigió el hombre, se dio cuenta que nunca se había sentido tan solo.
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Capitulo 7 [Parte2]
Era mediados de noviembre, un par de semanas antes del Día de Acción de Gracias. _____ y Kevin planeaban viajar en avión para pasar ese día con los padres de ella y _____ había acordado con Garrett que iría a visitarlo el fin de semana anterior para estar más tiempo con él.
—Yo también quiero verte —le aseguró—. Y me prometiste que por fin iba a conocer a tu padre, no lo olvides.
—Planea cocinar una comida anticipada de Acción de Gracias para nosotros en su casa. No deja de preguntarme qué te gusta comer. Te aseguro que está nervioso.
—¿Crees que yo le agrade?
—Estoy seguro de ello.
El día anterior a la llegada de _____, Nicholas podó el césped de la casa de su padre mientras Jeb desempacaba la porcelana de fiesta que ya casi nunca usaba.
—¿A qué hora crees que querrá comer?
—No lo sé.
—¿No le preguntaste?
—No.
—Entonces, dime ¿cómo voy a saber en qué momento meter el pavo al horno?
—Prepáralo para que comamos a media tarde. Es más sencillo de lo que parece.
—Tal vez no sea importante para ti, pero es la primera vez y voy a verla y si terminan casados no quiero ser el protagonista de ninguna historia graciosa que puedan contar después.
Nicholas enarcó las cejas.
—¿Quién dijo que nos casaríamos?
—Nadie.
—¿Entonces por qué lo dijiste?
—Porque —respondió con rapidez— no estaba seguro de que tú fueras a mencionarlo alguna vez.
Nicholas miró a su padre.
—¿Crees que deba casarme con ella?
Jeb hizo un guiño y respondió:
—No importa lo que yo crea. Lo que importa es lo que pienses tú, ¿verdad?
Esa misma noche, Nicholas acababa de abrir la puerta del frente de su casa cuando el teléfono comenzó a sonar. Corrió a contestar y oyó la voz que esperaba.
—¿Nicholas? —preguntó _____—. Pareces estar sin aliento.
Él sonrió.
—¡Ah, hola, ______! Acabo de llegar. Mi padre me tuvo en su casa todo el día, arreglando el lugar. Arde en deseos de conocerte.
Hubo un incómodo momento de silencio.
—Acerca de mañana... —dijo ella por fin.
Él sintió que se le cerraba la garganta.
—¿Qué pasa?
Transcurrieron unos instantes antes de que respondiera.
—De verdad lo lamento mucho, pero no podré ir a Wilmington.
—¿Pasa algo malo?
—No, todo está bien. Sólo que me surgió un compromiso de último minuto... hay una conferencia muy importante a la que tengo que asistir.
Él cerró los ojos.
—¿De qué es?
—Es para editores importantes y gente de los medios de comunicación. Se reunirán en Dallas este fin de semana. Deanna piensa que es una buena idea que me reúna con algunos de ellos.
—¿Acabas de enterarte?
—No... bueno, sí. Sabía que habría una conferencia, pero no se suponía que yo fuera a asistir. Deanna utilizó sus influencias —ella titubeó—. De verdad lo lamento mucho, Nicholas, pero es la oportunidad de mi vida.
Él guardó silencio por un momento. Luego dijo simplemente:
—Lo entiendo.
— Estás enojado conmigo, ¿verdad?
—No.
______ se dio cuenta por el tono de voz que no decía la verdad, pero no creyó que hubiera algo que pudiera decir para que Nicholas se sintiera mejor.
—¿Le dirás a tu padre que lamento no poder ir?
—Sí, se lo diré.
—¿Puedo llamarte el fin de semana?
—Si quieres.
Al día siguiente Nicholas comió con su padre, quien hizo lo posible por restarle importancia al asunto.
—Si es como ella te dijo —razonó su padre—, tiene una buena razón. Tiene un hijo al que debe mantener y debe hacer lo mejor que pueda para darle todo lo necesario. Además es sólo un fin de semana no es nada en el gran esquema general de las cosas.
Garrett se retrepó en la silla y con un movimiento hizo a un lado su plato a medio comer.
—Yo entiendo todo eso, papá. Es sólo que hace un mes que no la veo y esperaba con ansia su visita.
—¿No crees que ella también quería verte?
—Eso me dijo.
Jeb se inclinó sobre la mesa y volvió a colocar el plato de Nicholas frente a él.
—Toma tu comida —le dijo—. Pasé todo el día cocinando y no vas a desperdiciarla.
Nicholas miró su plato. Aunque ya no tenía apetito, tomó en tenedor y probó un pequeño bocado.
—¿Sabes? —dijo su padre mientras seguía comiendo—. No será la última vez que esto suceda. Mientras sigan viviendo a miles de kilómetros de distancia, seguirá pasando, y no se verán tanto como quisieran.
—Lo sé —respondió Nicholas sencillamente.
Su padre enarcó la ceja y esperó. Al ver que Nicholas no decía nada más, Jeb continuó:
—¿Lo sé? ¿Es lo único que tienes que decir?
Nicholas se encogió de hombros.
—¿Qué más puedo decir?
—Puedes decir que la próxima vez que la veas tratarán de resolver esto. Es lo que puedes decir.
—¿Por qué eres tan drástico al respecto?
—Porque —dijo— si no lo resuelven, tú y yo vamos a seguir comiendo juntos y solos durante los próximos veinte años.
—¿Estás cansada? —preguntó Nicholas.
Estaba tendido en su cama mientras hablaba con _____ por teléfono.
—Sí. Acabo de llegar. Ha sido un fin de semana muy largo.
—¿Salió todo como lo esperabas?
—Eso creo. No hay modo de saberlo todavía, pero conocí a mucha gente que con el tiempo podría ayudarme con mi columna.
—Entonces fue bueno que asistieras.
—Bueno y malo. La mayor parte del tiempo la pasé deseando estar contigo y no ahí.
Hubo una breve pausa.
—¿Nicholas?
—Sí.
—¿Sigues enojado conmigo?
—No —respondió él con suavidad—. Tal vez me siento triste, pero no enojado.
—¿Porque no fui este fin de semana?
—No. Porque no estás aquí todos los fines de semana.
Ella respondió con dulzura.
—Sólo quiero que sepas que lamento no haber estado contigo este fin de semana.
—Lo sé.
—¿Puedo compensarte?
—¿Qué tienes en mente?
—Bueno, ¿crees que podrías venir a visitarme después del Día de Acción de Gracias?
—Supongo que sí.
—Qué bien, porque voy a planear un fin de semana especial sólo para nosotros dos.
Cuando llegó a Boston dos semanas más tarde, ____ lo recibió en el aeropuerto. Ella le había pedido que usara algo elegante y él bajó del avión vistiendo un saco.
—¡Vaya! —exclamó ella—. ¡Te ves estupendo!
Del aeropuerto fueron directamente a cenar. ______ había hecho reservaciones en el restaurante más elegante de la ciudad.
Disfrutaron tranquilos de una maravillosa comida y después llevó a Nicholas a ver la obra musical Les Misérables, basada en la novela de Víctor Hugo que se estaba presentando en Boston.
Cuando llegaron al departamento de _____ ya era tarde. Para Nicholas el siguiente día fue igualmente apresurado. ______ lo llevó a su oficina y lo presentó con todos sus compañeros; por la tarde visitaron el museo de arte de Boston, y esa noche se reunieron con Deanna y Brian para cenar en Anthony’s, un restaurante en el piso más alto del Prudential Building que ofrecía una vista maravillosa de toda la ciudad.
Nicholas nunca había visto nada parecido.
La mesa estaba muy cerca de una ventana. Deanna y Brian se levantaron de sus asientos para recibirlos y _____ realizó las presentaciones pertinentes.
—Me da mucho gusto conocerte, Nicholas —dijo Deanna—. Siento haber obligado a _____ a ir conmigo a esa conferencia. Espero que no te hayas enfadado mucho con ella.
—No, no te preocupes —respondió él mientras asentía con cierta rigidez.
—Me alegra, porque al verlo en retrospectiva, estoy segura de que valió la pena.
Nicholas la miró con curiosidad. _____ se inclinó y preguntó:
—¿A qué te refieres, Deanna?
Los ojos de Deanna brillaban.
—Recibí noticias ayer. Hablé con Dan Mandel, el director de Media Information Inc., y resulta que quedó muy impresionado contigo. Le gustó la manera en que te desenvolviste en el congreso. Y lo mejor de todo... —Deanna se detuvo para aumentar la tensión e hizo lo posible por contener una sonrisa.
—¿Sí?
—Va a incluir tu columna en todos sus diarios a partir de enero.
—¿Estás bromeando? —preguntó incrédula _____.
Se cubrió la boca con la mano para ahogar un grito, pero aun así fue lo suficientemente fuerte como para que la gente de las mesas cercanas se volviera a mirarlos.
Deanna movió la cabeza.
—No. Quiere volver a hablar contigo el martes. Arreglé una tele conferencia para las diez de la mañana.
—No puedo creerlo —_____ se inclinó hacia ella y en un impulso abrazó a Deanna, con la emoción reflejada en el rostro.
Brian le dio un pequeño codazo a Nicholas.
—Magníficas noticias ¿eh?
Nicholas tardó un poco en responder.
—Sí... magníficas.
Deanna y _____ charlaron sin parar el resto de la velada. Nicholas guardó silencio, sin saber bien qué añadir. Como si percibiera su incomodidad, Brian se acercó a Nicholas.
—¿Cuánto tiempo te quedarás?
—Hasta mañana por la noche.
Brian asintió.
—Supongo que es difícil no poder verse a menudo, ¿verdad?
—A veces.
—Ya me lo imagino. Sé que _____ se deprime por esa causa de vez en cuando.
Al otro lado de la mesa, ella le sonrió a Nicholas.
—¿De qué hablan ustedes dos? —preguntó muy animada.
—De esto y aquello —respondió Brian.
Nicholas asintió sin responder y _____ notó que cambiaba de postura a cada rato. Era evidente que se sentía incómodo, aunque ella no estaba segura de la razón, y eso la dejó perpleja.
—Estuviste muy callado esta noche —comentó _____.
Habían regresado al departamento y estaban sentados en el sofá mientras en el radio se oía música de fondo.
—Supongo que no tenía mucho qué decir.
—¿Disfrutaste de tu charla con Brian?
—Sí. Es una persona agradable —Nicholas se detuvo—, pero no soy muy bueno cuando estoy en grupos, en especial cuando siento que no encajo muy bien. Es sólo que... —se detuvo.
—¿Qué?
Él movió la cabeza.
—Nada.
—No, ¿qué ibas a decir?
Después de un momento, él respondió con palabras cuidadosamente elegidas.
—Sólo iba a decir que todo este fin de semana ha sido muy extraño para mí. El teatro, las comidas caras, salir con tus amigos... en fin —se encogió de hombros—. No es para mí. No es nada de lo que yo haría normalmente.
—Es por eso que planeé así este fin de semana. Quería que conocieras algo diferente.
—No vine aquí para hacer algo diferente. Vine para pasar algún tiempo en paz contigo. Ni siquiera hemos tenido oportunidad de conversar y me voy mañana.
—Eso no es cierto. Anoche estuvimos solos en la cena y hoy otra vez, en el museo. Ha habido tiempo suficiente para charlar.
—Tú sabes a lo que me refiero.
—No, no lo sé. ¿Qué quieres hacer? ¿Quedarte sentado en el departamento?
Él no le respondió. Luego se levantó del sofá, atravesó la habitación y apagó el radio.
—Hay algo extremadamente importante que quiero decirte desde que llegué —dijo él.
—¿Qué es?
Se volvió, reunió todo su valor y aspiró profundo.
—Este mes sin verte ha sido muy duro para mí y en este momento no estoy seguro si quiero que sigamos así.
Theresa contuvo la respiración por un segundo.
Al ver su expresión, Nicholas se acercó a ella.
—No es lo que crees —aclaró él a toda prisa—. No es que ya no quiera volver a verte. Quiero verte todo el tiempo —cuando llegó al sofá, se arrodilló frente a ella.
_____ lo miró, sorprendida. Él la tomó de las manos.
—Quiero que te mudes a Wilmington.
Aunque ella sabía que iba a suceder tarde o temprano, no lo había esperado tan pronto ni de esa manera.
Nicholas continuó:
—Sé que es un gran paso, pero si te mudaras no pasaríamos estos largos períodos separados. Podríamos vernos a diario —él se acercó y le acarició la mejilla—. Quiero caminar por la playa contigo. Quiero que naveguemos juntos. Quiero que estés ahí cuando vuelva a casa de la tienda. Quiero que nos sintamos como si nos hubiéramos conocido durante toda la vida.
Las palabras salían de la boca de Nicholas con rapidez y entre más hablaba más sentía _____ que la cabeza le daba vueltas. Le parecía como si Nicholas estuviera tratando de recrear su relación con Catherine.
—Espera un minuto —lo interrumpió ella por fin—. No puedo sencillamente tomar mis cosas y marcharme. Me refiero a que Kevin está en la escuela. Es feliz aquí. Este es su hogar. Aquí tiene a sus amigos y el fútbol.
—Puede tener todo eso en Wilmington. ¿Acaso no viste ya lo bien que nos llevamos?
Ella le soltó la mano, cada vez más frustrada.
—Y, ¿qué hay de mi columna? ¿Quieres que renuncie a ella?
—Lo que no quiero es que renunciemos a nuestra relación. Hay una gran diferencia.
—Entonces, ¿por qué no puedes tú mudarte a Boston?
—Y, ¿qué haría aquí?
—Lo mismo que haces en Wilmington. Dar clases de buceo, salir a navegar, lo que sea. Es mucho más fácil para ti que para mí.
—No podría. Como ya te dije, esto... —hizo un gesto para señalar el cuarto y las ventanas— no es para mí. Me sentiría perdido en esta ciudad.
_____ se levantó y atravesó la habitación, muy agitada. Se pasó la mano por el cabello.
—No es justo. Es como si nos pusieras una condición: “Podemos estar juntos pero tendrá que ser a mi manera”. Quieres que renuncie a todo por lo que he luchado, pero no estás dispuesto a dar nada a cambio —ella no le quitó los ojos de encima.
Nicholas se puso de pie y caminó hacia _____. Al acercarse, ella retrocedió y levantó los brazos poniendo así una barrera.
—Escucha, Nicholas, no quiero que me toques en este momento, ¿de acuerdo?
Él dejó caer los brazos a los costados. Durante un largo rato ninguno de los dos dijo nada.
______ cruzó los brazos y desvió la mirada.
—Entonces supongo que tu respuesta es no —dijo él por fin.
Ella respondió con cuidado.
—No. Mi respuesta es que vamos a tener que hablar más de esto.
—¿Para que trates de convencerme de que estoy equivocado?
Aquel comentario no merecía una respuesta. _____ movió la cabeza y caminó hasta la mesa del comedor, tomó su bolso y se dirigió a la puerta del frente.
—¿Estás escapando?
Abrió la puerta y la mantuvo así mientras respondía.
—No, Nicholas. No estoy escapando. Sólo necesito algunos minutos a solas para pensar. No me gusta que me hables así. Acabas de pedirme que cambie toda mi vida y voy a necesitar tiempo para tomar una decisión.
Se marchó del departamento. Nicholas miró la puerta durante un par de segundos, para ver si regresaba. Al ver que no lo hacía, caminó por todo el lugar. Entró en la cocina, después en la habitación de Kevin y salió. Cuando llegó al dormitorio de ______ se detuvo un momento antes de entrar. Se acercó a la cama, se sentó, colocó la cabeza entre las manos y se preguntó qué podría hacer. De alguna manera sentía que no había nada que pudiera decir cuando ella volviera que no los llevara a una nueva discusión.
Lo pensó por un momento antes de decidir por fin que le escribiría una carta para expresarle lo que sentía. Escribir siempre le ayudaba a pensar con más claridad.
Miró hacia la mesita de noche. Vio el teléfono, pero no encontró papel ni pluma. Abrió el cajón, lo revisó y halló casi al frente una pluma. Siguió buscando el papel y encontró un par de libros de bolsillo, algunas revistas y unos joyeros vacíos; de pronto vio algo que le era familiar.
Un velero.
Estaba en una hoja de papel metida en una delgada agenda. Lo tomó, pensando que se trataba de alguna de las cartas que le había escrito a _____ durante los últimos dos meses, pero de pronto se quedó inmóvil.
¿Cómo era posible? Aquel papel para correspondencia había sido un regalo de Catherine y él sólo lo usaba cuando le escribía a ella. Las cartas para Theresa las había escrito en un papel distinto.
Contuvo el aliento. Con una rapidez sorprendente revisó el cajón, sacó la agenda y con suavidad retiró no una sino tres hojas. Todavía confundido, parpadeó con fuerza antes de mirar la primera página y ahí, escritas de su puño y letra, estaban las palabras: “Mi querida Catherine”.
«¡Oh, Dios mío!», pensó. Miró la segunda hoja. Era una fotocopia. “Mi querida Catherine...”
La siguiente carta. “Querida Catherine...”
—¿Qué es esto? —murmuró, incapaz de creer lo que estaba viendo—. ¡No puede ser! —volvió a leer las cartas sólo para poder confirmarlo.
Era verdad. Eran sus cartas, las cartas para Catherine que había arrojado por la borda del Happenstance y que no había esperado volver a ver jamás.
Apenas oyó el ruido de la puerta del frente al abrirse y volver a cerrarse.
—Nicholas, ya regresé —dijo _____. Se detuvo y él pudo oírla recorrer el departamento. Luego preguntó: —¿Dónde estás?
Él no respondió.
_____ entró en la habitación y lo miró. Estaba pálido y tenía blancos los nudillos por sujetar con fuerza las hojas.
—¿Estás bien? —preguntó ella.
Él levantó la cabeza lentamente y la miró.
Como una ola, todo la golpeó de pronto: el cajón abierto, los papeles que tenía él en las manos, la expresión del rostro... y supo de inmediato lo que había ocurrido.
—Nicholas, yo... verás, puedo explicarte todo —dijo ella en voz baja y rápida.
—Mis cartas —susurró él. La miró con una mezcla de confusión y rabia—. ¿Cómo obtuviste mis cartas?
—Encontré una en la playa, y...
Él la interrumpió.
—¿La encontraste?
Ella asintió y trató de explicarle.
—Cuando estuve en Cape Cod. Un día salí a correr y encontré la botella.
Nicholas miró la primera página, la única carta original. Era la que había escrito ese mismo año. Pero las otras...
—¿Y éstas? —preguntó sosteniendo en alto las copias.
_____ respondió con suavidad.
—Me las enviaron.
—¿Quién? —confundido, se levantó de la cama.
Ella dio un paso hacia él con la mano en alto.
—Otras personas que también las encontraron. Una de ellas leía mi columna
—¿Publicaste mi carta? —lo dijo como si acabara de recibir un golpe en el abdomen.
—No sabía... —comenzó ella.
—¿No sabías qué? —dijo él en voz alta, con el dolor reflejándose en su voz—. ¿Que esto no era algo que yo quisiera que todo el mundo viera?
—Estaba en la playa. Tenías que saber que alguien la encontraría —explicó ella rápidamente—. No puse sus nombres.
—Pero la publicaste en el diario —miró de nuevo las cartas y luego a _______, como si la viera por primera vez—. Me mentiste.
—No lo hice.
Él no la oía.
—Me mentiste —repitió como si hablara consigo mismo—. Y fuiste a buscarme. ¿Para qué? Para poder escribir otra columna. ¿De eso se trata todo esto?
—No. Estás equivocado.
—Entonces, ¿de qué se trató?
—Después de leer tus cartas yo... quise conocerte.
No comprendía lo que ella estaba diciendo. Vino a su mente la imagen de Catherine y sostuvo las cartas frente a sí.
—Eran mis cartas... mis sentimientos, mi manera de hacer frente a la pérdida de mi esposa. Mías, no tuyas.
—No quise lastimarte.
Los músculos de la mandíbula se le tensaron.
—Usaste mis sentimientos por Catherine y trataste de manipularlos para convertirlos en lo que tú querías. Creíste que porque amaba a Catherine también te amaría a ti, ¿no es cierto?
De pronto ______ se sintió incapaz de hablar.
—Lo planeaste desde el principio, ¿verdad? Todo el asunto estaba arreglado.
Él pareció aturdido un momento y ella se le acercó.
—Sí, Nicholas, admito que quería conocerte. Las cartas eran tan hermosas... pero no sabía lo que iba a ocurrir. No planeé nada después de eso —lo tomó de la mano—. Te amo, Nicholas. Esto tienes que creerlo.
Cuando terminó de hablar, él se soltó y se alejó.
—¿Qué clase de persona eres? Estás atrapada en alguna de extraña fantasía...
—¡Cállate, Nicholas! —le gritó furiosa mientras las lágrimas se le agolpaban en los ojos.
Sostuvo en alto las cartas otra vez y con voz quebrada dijo:
—Crees que comprendes lo que tuvimos Catherine y yo, pero no es así. No importa cuántas cartas leas, no importa lo bien que me conozcas, nunca comprenderás. Lo que hubo entre ella y yo era real y verdadero. Fue real y ella también era real.
Luego, molesto, agregó algo que la lastimo mas que cualquier cosa de lo que había dicho hasta ese momento.
—Nuestra relación ni por mucho se acerca a lo que hubo entre Catherine y yo.
No esperó una respuesta. En vez de ello pasó a su lado y tomó su maleta. Con enorme furia arrojó todo en el interior y la cerró a toda prisa. Por un momento ella pensó en detenerlo, pero el comentario la había dejado aturdida.
Él cogió su maleta.
—Estas —dijo mostrándole las cartas— son mías, así que me las llevo—. Sin otra palabra que agregar se dio vuelta, atravesó la sala y se marchó.
Capítulo Ocho
Nicholas tomó un taxi al aeropuerto, pero no halló vuelo de regreso y se encontró pasando la noche en la terminal, todavía furioso e incapaz de dormir. Durante horas caminó frente a tiendas que hacía mucho habían cerrado, deteniéndose sólo de vez en cuando para mirar a través de las barreras que mantenían a raya a los viajeros nocturnos.
A la mañana siguiente tomó el primer vuelo que pudo, llegó a su casa poco después de las once y fue directo a su habitación. Sin embargo, mientras estaba acostado en la cama, lo ocurrido la tarde anterior comenzó a repetirse en su cabeza, lo que lo mantuvo despierto. Al final, se dio por vencido. Se bañó, se vistió y se sentó otra vez en la cama. Contempló la fotografía de Catherine y la llevó a la sala. Encontró las cartas donde las había dejado, sobre la mesa de centro. Con la fotografía frente a sí, leyó las cartas con lentitud, casi con veneración, mientras sentía cómo la presencia de Catherine llenaba el cuarto.
—¡Vaya! Pensé que habías olvidado por completo nuestra cita —dijo él mientras veía a Catherine caminar por el muelle con una bolsa de comestibles.
Ella sonreía, lo tomó de la mano y subió a bordo.
—No lo olvidé. Es sólo que tuve que desviarme un poco en el camino. Fui a ver al doctor.
Él le quitó la bolsa y la puso a un lado.
—¿Ocurre algo? Sé que no te has sentido bien últimamente.
—Estoy bien —respondió ella—, pero no creo que pueda navegar esta noche.
—Te pasa algo malo, ¿verdad?
Catherine sonrió de nuevo y se inclinó para sacar un pequeño paquete de la bolsa. Nicholas la miró y ella comenzó a abrirlo.
—Cierra los ojos —le pidió— y te lo contaré todo.
Todavía sin saber qué hacer, Nicholas cerró los ojos y oyó como se rompía un papel de China.
—Muy bien, ya puedes abrirlos.
Catherine sostenía frente a ella una prenda de bebé.
—¿Qué es eso? —preguntó sin comprender.
Estaba muy animada.
—Estoy embarazada —explicó con emoción.
—¿Embarazada?
—Sí. Oficialmente tengo ocho semanas.
—¿Ocho semanas?
Sorprendido y titubeante, Nicholas tomó la ropita de bebé y la sostuvo delicadamente en la mano; luego se inclinó hacia delante y le dio a Catherine un abrazo.
—¡No puedo creerlo!
—Pues es verdad.
Una amplia sonrisa se le dibujó en los labios cuando por fin comprendió lo que le estaba diciendo.
—¡Estás embarazada!
Catherine cerró los ojos y le susurró al oído:
—Y tú vas a ser padre.
Los pensamientos de Nicholas fueron interrumpidos por el chirrido de la puerta. Su padre metió la cabeza en la habitación.
—Vi tu camión afuera —le dijo—. No esperaba que volvieras hasta esta tarde —al ver que Nicholas no le respondió, su padre entró y descubrió la fotografía de Catherine en la mesa—. ¿Estás bien, hijo? —preguntó con cautela.
Se sentaron en la sala mientras Garrett le explicaba la situación desde el principio: sus sueños recurrentes, los mensajes que había estado enviando en botellas, y por fin, la discusión sostenida con ______ la noche anterior. Cuando terminó, su padre le quitó las cartas de la mano.
—Debe de haber sido una verdadera sorpresa —dijo al tiempo que miraba las hojas de papel—, pero, ¿no crees que te portaste un poco duro con ella?
Nicholas movió la cabeza con cansancio.
—Ella sabía todo sobre mí. Ella lo planeó todo.
—No, no fue así —lo contradijo su padre con suavidad—. Tal vez haya venido a conocerte, pero no hizo que te enamoraras de ella. Eso lo hiciste solo.
Nicholas desvió la cara antes de volver a mirar la fotografía que tenía sobre la mesa.
—Pero, ¿no crees que estuvo mal que no me lo dijera? ¿Crees que estuvo bien que lo ocultara?
Jeb suspiró.
—Tal vez no te dijo lo de las cartas, de acuerdo, y tal vez sí debió hacerlo. Pero eso no es lo que te molesta ahora. Estás enojado porque te hizo darte cuenta de algo que no deseas admitir.
Nicholas miró a su padre sin tener nada que responder. Luego se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, con la repentina urgencia de escapar de aquella conversación. En el refrigerador encontró una jarra de té y se sirvió un vaso. Abrió el congelador y tomó la bandeja de metal con hielos para sacar un par de cubos. En un arranque repentino de frustración, tiró de la palanca con demasiada fuerza y los cubos de hielo salieron volando sobre el mostrador y cayeron al suelo.
Mientras Nicholas murmuraba maldiciones en la cocina, Jeb caminó hasta la puerta corrediza. La abrió y miró cómo los vientos fríos de diciembre, provenientes del Atlántico, hacían que las olas rompieran con violencia; el ruido hacía eco por toda la casa. Jeb contempló el mar, lo miró agitarse y revolverse, hasta que oyó que llamaban a la puerta.
Se volvió, preguntándose quién podría ser. Entonces se dio cuenta de que todas las veces que estuvo antes en casa de su hijo nadie lo había ido a visitar.
Nicholas estaba en la cocina y, aparentemente, no había oído que llamaban.
Jeb fue a abrir.
—¡Ya voy! —gritó.
Cuando abrió la puerta del frente, una ráfaga de viento se coló en la sala, lanzando las cartas al suelo. Sin embargo, Jeb no lo notó. Toda su atención se centró en la visitante que estaba en el porche.
Frente a él se encontraba una mujer joven, de cabello oscuro a la que nunca había visto. Se detuvo un instante y supo exactamente de quién se trataba. Se hizo a un lado para dejarla pasar.
—Pase —murmuró en voz baja.
Cuando entró y cerró la puerta a sus espaldas, el viento cesó de pronto. _____ miró a Jeb incómoda.
—Usted debe de ser _____ —dijo Jeb—. He oído hablar mucho de usted.
Ella se cruzó de brazos, sin saber qué hacer.
—Sé que no me esperaba, pero...
—No se preocupe —la animó Jeb.
—¿Está Nicholas en casa?
Jeb asintió y le indicó la cocina con la cabeza.
—Sí, aquí está. Fue a servirse algo de beber.
—¿Cómo está?
Jeb se limitó a encogerse de hombros y con cierta lentitud esbozó una sonrisa irónica.
—Tendrá que hablar con él.
_____ asintió, preguntándose de pronto si habría sido una buena idea ir allá. Miró a su alrededor y de inmediato vio las cartas tiradas en el piso y, por encima del hombro de Jeb, la fotografía de Catherine.
Por lo general aquella fotografía estaba en el dormitorio y, por alguna razón, ahora estaba ahí, a la vista, y ella no podía quitarle los ojos de encima. Todavía la miraba cuando Nicholas volvió a la sala.
—Papá, ¿qué ocurrió aquí...?
Se quedó inmóvil. ____ se enfrentó a él, insegura. Durante un largo rato ninguno de los dos dijo nada. Luego Theresa aspiró profundo.
—Hola, Nicholas—dijo.
Nicholas no contestó nada. Jeb tomó sus llaves de la mesa.
—Ustedes dos tienen mucho de qué hablar, así que me marcho.
Jeb se dirigió a la puerta del frente y, mirando de lado a ____, murmuró:
—Fue un placer conocerla —enarcó las cejas y se encogió de hombros, como si le deseara suerte.
Un momento después se encontraba afuera.
—¿A qué viniste? —preguntó Nicholas con suavidad una vez que estuvieron solos.
—Quería volver a verte —respondió ella en voz baja.
—¿Por qué?
Ella no respondió. En vez de ello, tras un leve titubeo se acercó a él mirándolo a los ojos. Cuando estuvo cerca le puso un dedo en los labios y movió la cabeza para evitar que hablara.
—Chitón —susurró—. No hagas preguntas ahora. Por favor.
Lo abrazó. Con cierta renuencia él también la abrazó y ______ descansó la cabeza en él. Le besó el cuello y lo acercó más a ella. La boca de _____ pasó poco a poco a la mejilla y después a los labios. Sin darse cuenta, él comenzó a responder. Las manos de Nicholas le recorrieron la espalda, apretándola contra él.
En la sala, con el rugido del mar haciendo eco por la casa, se abrazaron con fuerza. Por fin, _____ se separó y le dio la mano. Sujetó la de él y lo guió hasta el dormitorio.
Más tarde, Nicholas despertó solo. Al darse cuenta de que la ropa de ____ tampoco estaba, tomó sus pantalones vaqueros y su camisa. Todavía se estaba abotonando cuando salió de la habitación y comenzó a buscar a _____ por la casa.
La encontró en la cocina, sentada a la mesa. Tenía una taza de café frente a ella, casi vacía. La cafetera ya estaba en el fregadero.
_____ lo miró por encima del hombro.
—Ven a sentarte conmigo —pidió—. Tengo mucho que decirte.
Nicholas se sentó a la mesa.
Sin mirarlo, ella buscó en su regazo, sacó las cartas y las colocó lentamente sobre la mesa. Al parecer las había recogido del suelo mientras él dormía.
—Encontré la botella cuando corría, el verano pasado —comenzó con voz firme pero distante—. Después de leerla, me solté a llorar. Era muy hermosa. Supongo que me identifiqué con lo que escribías porque yo también me sentía muy sola.
Lo miró.
—Esa mañana se la mostré a Deanna. El publicarla fue su idea. Al principio yo no quería. Pensaba que era demasiado personal, pero ella consideró que no le haría mal a nadie. Creía que era un bello documento humano que la gente podría leer, así que cedí.
Suspiró.
—Cuando volví a Boston recibí la llamada de una persona que había leído la columna. Ella me envió la segunda carta; la había encontrado algunos años antes.
Se detuvo.
—¿Alguna vez has oído hablar de la revista Yankee?
—No.
—Es una publicación regional de Nueva Inglaterra. Ahí fue donde encontré la tercera carta.
Nicholas la miró sorprendido.
—¿La publicaron ahí?
—Sí. Tenía tres cartas, Nicholas, y cada una de ellas me había hecho el mismo efecto que la primera. Así que con la ayuda de Deanna averigüé quién eras y vine aquí a conocerte —sonrió con tristeza—. No vine a enamorarme de ti, ni a escribir una columna. Vine a ver quién eras. Eso era todo, pero luego hablamos y si lo recuerdas, me invitaste a navegar. De no haberlo hecho probablemente habría vuelto a casa ese mismo día.
______ se acercó y colocó la mano sobre la de Nicholas.
—Pero ¿sabes qué? La pasamos tan bien esa noche, que entonces me di cuenta de que quería volver a verte. No por las cartas sino por la forma en que me trataste. Y desde ahí todo pareció darse de manera natural.
Él permaneció en silencio un instante, contemplando las cartas.
—¿Por qué no me dijiste que las tenías? —preguntó.
—Hubo veces en que quise hacerlo, pero supongo que me convencí a mí misma de que no importaba cómo nos habíamos conocido, sino lo bien que nos llevábamos —se detuvo—. Además, pensé que no lo comprenderías. No quería perderte.
—Si me lo hubieras dicho antes, lo habría entendido.
Ella lo miró con atención mientras él hablaba.
—¿En verdad, Nicholas? ¿Realmente lo habrías comprendido?
Él sabía que era el momento de la verdad. Al ver que él no respondió, ______ movió la cabeza y desvió la mirada. Se enjugó una lágrima en el rabillo del ojo, tratando a todas luces de no llorar, decidida a no derrumbarse.
—Cuando me hablaste por primera vez de Catherine vi tu expresión. Era evidente que todavía la amabas. Y anoche, a pesar de tu furia, volví a ver ese gesto en tu rostro. A pesar de todo el tiempo que hemos pasado juntos, todavía no la olvidas. Y luego... lo que dijiste... —ella aspiró profundo y de manera irregular—. No sólo estabas enojado por haber encontrado las cartas; estabas furioso porque sentías que yo amenazaba lo que Catherine y tú compartieron... y todavía lo crees.
Otra vez se acercó para tocarle la mano.
—Eres quien eres, Nicholas. Eres un hombre que ama profundamente, pero también que se enamora para siempre. Sin importar cuánto me ames, no creo que puedas olvidar alguna vez a tu esposa y yo no puedo vivir siempre preguntándome si soy tan buena como ella.
—Podemos tratar —comenzó a decir él con voz ronca—. Quiero decir, puedo intentarlo. Sé que puedo hacer que sea diferente...
_____ lo interrumpió con un breve apretón de mano.
—Sé que lo crees y parte de mí quiere creerlo también. Si me abrazaras ahora y me pidieras que me quedara, estoy segura de que no podría negarme. Y seguiríamos como hasta ahora lo hemos hecho, los dos creyendo que todo está bien; pero no puede ser ¿no lo ves? —se detuvo—. Nicholas, no puedo competir con ella. Y por más que quisiera seguir con esto, no puedo, porque tú mismo no permitirás que continúe.
—Pero te amo.
Ella sonrió con dulzura. Le soltó la mano para acariciarle suavemente la mejilla.
—Yo también te amo, Nicholas. Sólo que a veces el amor no es suficiente.
Nicholas, con el rostro pálido, guardó silencio cuando ella terminó. En aquella larga pausa entre ellos, _____ comenzó a llorar.
—No puedo quedarme, Nicholas. A pesar de lo mucho que los dos lo deseemos, no puedo.
Las palabras lo golpearon con fuerza. De pronto Nicholas sintió que la cabeza le daba vueltas.
—No... —dijo con voz entrecortada.
_____ se levantó con decisión, a sabiendas de que debía marcharse antes de que perdiera el valor. Afuera comenzaba una ligera lluvia con bruma.
—Tengo que irme.
Se colocó el bolso al hombro y comenzó a caminar hacia la puerta. Por un momento Nicholas permaneció demasiado sorprendido para poder moverse.
Por fin, aturdido, se levantó y la siguió por la puerta. La lluvia caía ya con más fuerza. El automóvil alquilado estaba estacionado en la entrada. Nicholas la vio abrir la puerta, incapaz de pensar en nada que pudiera decirle.
En el asiento del conductor, ella buscó entre las llaves un momento y luego colocó la adecuada en el interruptor de encendido. Se obligó a sonreír débilmente mientras cerraba la puerta del auto. A pesar de la lluvia, bajó la ventanilla para verlo una vez más con claridad. Dio vuelta a la llave y el motor arrancó.
—Te extrañaré, Nicholas —le dijo en voz baja, sin saber si él podría oírla o no.
Dio marcha atrás.
Nicholas se quedó de pie, sin poder moverse.
—Por favor —dijo en tono desgarrador—, ¡no te vayas!
Ella no respondió. Sabiendo que rompería a llorar de nuevo si permanecía ahí más tiempo, subió la ventanilla y comenzó a retroceder. Nicholas dio un paso hacia el auto y puso la mano sobre el techo en movimiento y los dedos se le resbalaron sobre la superficie mojada que lentamente retrocedía hasta la calle.
Sentía que se le escapaba su última oportunidad.
—¡______! —le gritó—. ¡Espera!
El ruido de la lluvia impidió que ella lo oyera. El auto ya se alejaba de la casa. Nicholas corrió hasta la calle.
—¡______! —volvió a gritar.
Estaba a mitad de la calle y corría detrás del auto, metiéndose en los charcos que comenzaban a formarse. Las luces de los frenos parpadearon un instante y el auto se detuvo. Nicholas sabía que ella miraba por el retrovisor y lo veía acortar la distancia. Todavía tenía una oportunidad...
De pronto las luces de los frenos se apagaron y el auto comenzó a avanzar una vez más. Nicholas siguió corriendo detrás, persiguiéndolo por la calle. La lluvia caía con fuerza, convertida en tormenta que le empapaba la camisa y le hacía difícil ver.
Por fin disminuyó la carrera a un trote y luego se detuvo. Mientras la lluvia caía a su alrededor, él se quedó de pie en medio de la calle, mirando cómo el vehículo de _____ se alejaba cada vez más y desaparecía.
Se había marchado.
Momentos más tarde un automóvil hizo sonar su claxon tras él y Nicholas sintió que su corazón revivía. Se volvió con rapidez y se limpió la lluvia de los ojos, casi esperando ver el rostro de _____ tras el cristal, pero de inmediato vio que se había equivocado. Nicholas se hizo a un lado para dejar pasar al auto y, al sentir la mirada de curiosidad que le dirigió el hombre, se dio cuenta que nunca se había sentido tan solo.
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
ahhh!!! Lloré!!! un montónn!! :lloro:
Amo esta novelaa!! Leela antes de subiirla porque varias veces leo "Theresa" y me confunde!!
Porr faaass!! Siguelaa prontoo!!
Suerte Con Los Jonas!!
Hablas Inglés?? Quiero saber nada más :D
Besooss!
Amo esta novelaa!! Leela antes de subiirla porque varias veces leo "Theresa" y me confunde!!
Porr faaass!! Siguelaa prontoo!!
Suerte Con Los Jonas!!
Hablas Inglés?? Quiero saber nada más :D
Besooss!
Melisa-Love 4ever-Jonas
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
AAAII NOOO POR QUE LA VIDA ES ASII !!?????
PORFIIS QUE SEAN FELICES LOS DOOOSSS!!
AAAII SIGUELAAA... LLORE CON ESTE CAAAPIIIIISSS
PORFIIS QUE SEAN FELICES LOS DOOOSSS!!
AAAII SIGUELAAA... LLORE CON ESTE CAAAPIIIIISSS
chelis
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
hay no dios xq le dejo eso a ella eso me hizo llorar como no tenes idea
pobre de la rayis.
y encima el quería q se quedare per entiendo la lógica de la rayis
yo sabia q algo asi estaba x venir
por favor siguela quiero mas anda por favor sigue
pobre de la rayis.
y encima el quería q se quedare per entiendo la lógica de la rayis
yo sabia q algo asi estaba x venir
por favor siguela quiero mas anda por favor sigue
ElitzJb
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