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Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 2 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
chelis escribió:NUUEEEVAAA LECTOORAAAA!!!
AAII SIGUELAA PORFIISSS!!!
QUIERO SABER QUIEN LA ENCONTROOO
GRACIAS por acompañarme en esta novela tambien, Te quiero :D
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
Gracias ya la sigo y bienvenidaAgus_Jonas98 escribió:Segunda Lectora!! Siguela Me Gustó mucho :)
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
Holas:) gracias por pasarte a leer la novela ya la sigoElitzJb escribió:aqui tiene un tercera y fiel lectora
espero q sigas esta historia esta muy interesante me gusta mucho
siguela por favor :)
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
No te preocupes GRACIAS POR LEER bssMar_Smile escribió:mas vale tarde que nunca.... jajaja .... me encanto:)... espero no tardes en seguirla!!!
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
Holas :) lo siento por no subir cap pero mi hermana siempre esta en la lap., la tablet no quiere prender y en mi cel no se puede subir asi que lo siento pero gracias por estar al pendiente por eso les voy a subir todas las partes del capitulo uno las amo Bss :(L):
___________________________________________________________________________________
Capítulo Uno
Soplaba un viento de diciembre y ______ Osborne se cruzó de brazos mientras contemplaba el mar. Al llegar un poco más temprano, algunas personas caminaban por la playa, pero en cuanto se dieron cuenta de los nubarrones se marcharon. Se encontraba sola en la playa y observó el paisaje que la rodeaba. El mar se veía del mismo color del cielo, parecía de hierro líquido, y la niebla, que comenzaba a hacerse densa, ocultaba el horizonte. En otro lugar, en otro tiempo, habría percibido la majestuosa belleza que la rodeaba, pero en ese momento, de pie en la playa, notó que no sentía nada en absoluto. En cierta forma le daba la impresión de que no estaba realmente ahí, como si todo aquello no fuera más que un sueño.
Apenas recordaba el viaje desde Boston aquella mañana, y al contemplar el mar agitado que se arremolinaba comprendió que en realidad no deseaba quedarse. Conduciría de vuelta a casa en cuanto terminara con lo que tenía pensado llevar a cabo, sin importar le tarde que fuera.
Cuando estuvo lista, ______ comenzó a caminar con lentitud hacia el agua. Llevaba bajo el brazo una bolsa que había empacado con esmero esa mañana. Pronto llegaría la marea alta y ése era el momento en que por fin lo haría. Encontró un lugar en una pequeña duna que se veía cómoda, se sentó en ella y abrió la bolsa. Buscó en ella hasta encontrar el sobre que quería. Aspiró profundo y parsimoniosamente levantó el sello.
En el interior había tres cartas dobladas con sumo cuidado, cartas que había leído más veces de las que podía recordar.
Él usó una pluma fuente para escribirlas y se veían manchas en varios lugares en los que la pluma había goteado. El papel de la carta, con la imagen de un velero en la esquina superior derecha, comenzaba a cambiar de color con el paso del tiempo. Sabía que llegaría el momento en que sería imposible leerlas, pero tal vez después de ese día ya no sentiría la necesidad de regresar a ellas con tanta frecuencia.
Cuando terminó de leerlas las volvió a meter en el sobre de manera tan meticulosa como las había sacado. Después de poner el sobre en la bolsa, miró de nuevo la playa. Desde donde estaba sentada podía ver el sitio en el que todo eso había comenzado.
Recordó que en cuanto amaneció se fue a correr. Era el inicio de un hermoso día de verano. Iba percibiendo poco a poco el mundo a su alrededor: oía el chillido agudo de las golondrinas de mar y el suave golpeteo de las olas que rompían en la arena. Aunque estaba de vacaciones, se había levantado a correr muy temprano para no tener que cuidarse de ver por dónde pasaba. En unas cuantas horas la playa estaría llena de turistas tendidos sobre sus toallas bajo el cálido Sol de Nueva Inglaterra, recibiendo sus rayos. Cape Cod siempre se encontraba repleto en aquella época del año, pero la mayor parte de los paseantes solían dormir hasta más tarde y _____ disfrutaba de la sensación de correr por la dura y lisa arena que quedaba al bajar la marea. Lo consideraba como un tipo de meditación, por lo que le gustaba hacerlo a solas.
Aunque adoraba a su hijo, se sentía feliz de no tenerlo a su lado. Todas las madres necesitan un descanso de vez en cuando y ansiaba tranquilizarse mientras estuviera ahí. Sin partidos vespertinos de fútbol ni reuniones de natación ni el canal MTV siempre sonando estrepitosamente en el fondo, sin tareas en las que tuviera que ayudarlo. Tres días antes había llevado a Kevin al aeropuerto para que tomara un avión y fuera a visitar a su padre, su ex marido, en California, y sólo cuando ella se lo recordó, él se dio cuenta que no le había dado un beso de despedida.
—Lo siento, mamá —había dicho mientras le echaba los brazos al cuello—. No me extrañes mucho, ¿de acuerdo? —luego se volvió hacia la sobrecargo para entregarle su boleto y casi saltó al avión.
Ella no lo culpaba por casi haberlo olvidado. A los doce años de edad se hallaba en esa extraña fase en la que uno piensa que besar a la madre en público no es precisamente algo grandioso. Además, tenía la mente en otro lado. Su padre y él planeaban visitar primero el Cañón del Colorado; luego recorrerían el río Colorado en balsa, durante una semana y al final irían a Disneylandia. Aunque estaría fuera durante varias semanas, ella sabía que era bueno para Kevin pasar algunas temporadas con su padre.
David no había sido el mejor de los maridos, pero era un buen padre para Kevin. Annette, su nueva esposa, estaba muy ocupada con su bebé, pero a Kevin le agradaba mucho y casi siempre hablaba con entusiasmo de sus visitas y de todo lo que se había divertido. En algunas ocasiones _____ se sentía un poco celosa al respecto, pero hacía lo posible para que Kevin no se diera cuenta.
Ahora, en la playa, corría a un paso moderadamente rápido. Deanna estaría esperando a que terminara de correr para desayunar juntas; sabía que Brian ya se habría ido y ______ moría de ganas de verla. Ellos eran una pareja madura, ambos frisaban los sesenta años, a pesar de lo cual Deanna era su mejor amiga.
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Capítulo Uno
Soplaba un viento de diciembre y ______ Osborne se cruzó de brazos mientras contemplaba el mar. Al llegar un poco más temprano, algunas personas caminaban por la playa, pero en cuanto se dieron cuenta de los nubarrones se marcharon. Se encontraba sola en la playa y observó el paisaje que la rodeaba. El mar se veía del mismo color del cielo, parecía de hierro líquido, y la niebla, que comenzaba a hacerse densa, ocultaba el horizonte. En otro lugar, en otro tiempo, habría percibido la majestuosa belleza que la rodeaba, pero en ese momento, de pie en la playa, notó que no sentía nada en absoluto. En cierta forma le daba la impresión de que no estaba realmente ahí, como si todo aquello no fuera más que un sueño.
Apenas recordaba el viaje desde Boston aquella mañana, y al contemplar el mar agitado que se arremolinaba comprendió que en realidad no deseaba quedarse. Conduciría de vuelta a casa en cuanto terminara con lo que tenía pensado llevar a cabo, sin importar le tarde que fuera.
Cuando estuvo lista, ______ comenzó a caminar con lentitud hacia el agua. Llevaba bajo el brazo una bolsa que había empacado con esmero esa mañana. Pronto llegaría la marea alta y ése era el momento en que por fin lo haría. Encontró un lugar en una pequeña duna que se veía cómoda, se sentó en ella y abrió la bolsa. Buscó en ella hasta encontrar el sobre que quería. Aspiró profundo y parsimoniosamente levantó el sello.
En el interior había tres cartas dobladas con sumo cuidado, cartas que había leído más veces de las que podía recordar.
Él usó una pluma fuente para escribirlas y se veían manchas en varios lugares en los que la pluma había goteado. El papel de la carta, con la imagen de un velero en la esquina superior derecha, comenzaba a cambiar de color con el paso del tiempo. Sabía que llegaría el momento en que sería imposible leerlas, pero tal vez después de ese día ya no sentiría la necesidad de regresar a ellas con tanta frecuencia.
Cuando terminó de leerlas las volvió a meter en el sobre de manera tan meticulosa como las había sacado. Después de poner el sobre en la bolsa, miró de nuevo la playa. Desde donde estaba sentada podía ver el sitio en el que todo eso había comenzado.
Recordó que en cuanto amaneció se fue a correr. Era el inicio de un hermoso día de verano. Iba percibiendo poco a poco el mundo a su alrededor: oía el chillido agudo de las golondrinas de mar y el suave golpeteo de las olas que rompían en la arena. Aunque estaba de vacaciones, se había levantado a correr muy temprano para no tener que cuidarse de ver por dónde pasaba. En unas cuantas horas la playa estaría llena de turistas tendidos sobre sus toallas bajo el cálido Sol de Nueva Inglaterra, recibiendo sus rayos. Cape Cod siempre se encontraba repleto en aquella época del año, pero la mayor parte de los paseantes solían dormir hasta más tarde y _____ disfrutaba de la sensación de correr por la dura y lisa arena que quedaba al bajar la marea. Lo consideraba como un tipo de meditación, por lo que le gustaba hacerlo a solas.
Aunque adoraba a su hijo, se sentía feliz de no tenerlo a su lado. Todas las madres necesitan un descanso de vez en cuando y ansiaba tranquilizarse mientras estuviera ahí. Sin partidos vespertinos de fútbol ni reuniones de natación ni el canal MTV siempre sonando estrepitosamente en el fondo, sin tareas en las que tuviera que ayudarlo. Tres días antes había llevado a Kevin al aeropuerto para que tomara un avión y fuera a visitar a su padre, su ex marido, en California, y sólo cuando ella se lo recordó, él se dio cuenta que no le había dado un beso de despedida.
—Lo siento, mamá —había dicho mientras le echaba los brazos al cuello—. No me extrañes mucho, ¿de acuerdo? —luego se volvió hacia la sobrecargo para entregarle su boleto y casi saltó al avión.
Ella no lo culpaba por casi haberlo olvidado. A los doce años de edad se hallaba en esa extraña fase en la que uno piensa que besar a la madre en público no es precisamente algo grandioso. Además, tenía la mente en otro lado. Su padre y él planeaban visitar primero el Cañón del Colorado; luego recorrerían el río Colorado en balsa, durante una semana y al final irían a Disneylandia. Aunque estaría fuera durante varias semanas, ella sabía que era bueno para Kevin pasar algunas temporadas con su padre.
David no había sido el mejor de los maridos, pero era un buen padre para Kevin. Annette, su nueva esposa, estaba muy ocupada con su bebé, pero a Kevin le agradaba mucho y casi siempre hablaba con entusiasmo de sus visitas y de todo lo que se había divertido. En algunas ocasiones _____ se sentía un poco celosa al respecto, pero hacía lo posible para que Kevin no se diera cuenta.
Ahora, en la playa, corría a un paso moderadamente rápido. Deanna estaría esperando a que terminara de correr para desayunar juntas; sabía que Brian ya se habría ido y ______ moría de ganas de verla. Ellos eran una pareja madura, ambos frisaban los sesenta años, a pesar de lo cual Deanna era su mejor amiga.
Última edición por ana_pau el Mar 08 Ene 2013, 1:10 pm, editado 1 vez
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
CAPITULO 1[Parte 2]
Deanna, directora administrativa del diario en el que _____ trabajaba, había tomado vacaciones en Cape Cod con su esposo Brian muchas veces a lo largo de los años. Siempre se alojaban en el mismo lugar, The Fisher House, y cuando ella se enteró de que Kevin iba a ir a visitar a su padre en California, Deanna insistió en que _____ los acompañara.
—Brian juega al golf todos los días que pasamos ahí y a mí me gustaría tener compañía —le había comentado— y además, ¿qué mas tienes que hacer?
______ sabía que tenía razón, y después de algunos días aceptó.
—Me da mucho gusto —le había dicho Deanna con una expresión de victoria en el rostro—. Te va a encantar el sitio.
______ tuvo que admitir que era un hermoso lugar para ir de visita, The Fisher House era la casa de un capitán de navío, bellamente restaurada, y se encontraba en el borde de un risco rocoso por encima de la bahía; al verla a la distancia, disminuyó su carrera a un trote. A diferencia de los corredores más jóvenes que aceleraban al final de sus carreras, ella prefería disminuir la velocidad y tomárselo con calma. A los treinta y seis ya no se recuperaba con tanta rapidez como antes.
Mientras su respiración se normalizaba pensó en cómo pasaría el resto del día. Llevaba cinco libros para esas vacaciones, libros que tenía interés en leer pero que durante todo el año por un motivo u otro no había podido abrir. Como articulista del Times de Boston y de otras muchas publicaciones que reproducían su columna, siempre estaba bajo presión para entregar a tiempo tres artículos por semana. No era nada fácil escribir de continuo algo original. Su columna “Padres modernos” se publicaba ya en sesenta diarios por todo el país, y si ella quería que otros periódicos compraran su columna no podía darse el lujo de tomarse ni siquiera unos cuantos días libres.
______ disminuyó el paso a una caminata y por fin se detuvo mientras un gaviotín del Caspio le volaba en círculos sobre la cabeza. Después de un momento se quitó los zapatos y los calcetines y caminó por la orilla dejando que las pequeñas olas le mojaran los pies. El agua era refrescante y pasó algunos minutos yendo de un lado a otro. Se alegró de haber encontrado tiempo para escribir algunas columnas extras en los últimos meses y así olvidarse por completo del trabajo durante esa semana. Sintió como si volviera a tener el control de su propio destino, como si apenas estuviera comenzando en el mundo.
Pero cuando cerró los ojos lo único en lo que pudo pensar fue en Kevin. El cielo era testigo de que quería pasar más tiempo con su hijo. Deseaba poder sentarse y charlar con él, jugar Monopolio o simplemente mirar el televisor sin sentir la urgencia de levantarse del sofá para hacer algo más importante.
El problema era que siempre tenía algo que hacer: platos que lavar, baños que asear, había que vaciar la caja de arena del gato, llevar a afinar los autos, lavar la ropa y pagar las cuentas. Y aunque Kevin ayudaba mucho con sus tareas en la casa, siempre estaba casi tan ocupado como ella con la escuela, sus amigos y todas sus demás actividades. Algunas veces le preocupaba que la vida se le estuviera escapando de las manos.
Sin embargo, ¿cómo podía cambiar todo aquello? Su madre solía decirle: «Hay que vivir la vida día con día», pero ella no tuvo que trabajar fuera de casa ni criar a un hijo sin el apoyo de un padre. No comprendía las presiones que ______ enfrentaba a diario. Tampoco su hermana menor, Janet, que había seguido los pasos de su madre y llevaba felizmente casada casi once años, con tres maravillosas hijas que daban fe de ello. Edward ganaba tan bien que podía mantener a su familia sin que Janet tuviera que trabajar. Había algunas veces en las que _____ pensaba que tal vez le agradaría una vida como ésa, aunque significara tener que renunciar a su trabajo.
Pero eso ya no podía ser. No después de que ella y David se divorciaron. Hacía ya tres años... cuatro si se contaba el tiempo en que estuvieron separados. No odiaba a David por lo ocurrido, pero el respeto que sentía por él se había hecho trizas. El adulterio no era algo con lo que ella pudiera vivir. El daño en su confianza se volvió irreparable.
Desde el divorcio sólo había tenido unas cuantas citas amorosas. Y no porque no fuera atractiva. Lo era, o al menos eso le decían con frecuencia. Tenía el cabello castaño oscuro, muy lacio, y lo llevaba largo en un corte hasta los hombros. El rasgo que más a menudo alababan eran sus ojos marrón con destellos castaños que atrapaban la luz siempre que estaba al aire libre. Como corría a diario se encontraba en buena condición física y no representaba la edad que tenía. Sin embargo, últimamente al mirarse al espejo había comenzado a sentir que se le notaba la edad.
Sus amigos creían que estaba loca.
—Te ves mejor ahora que hace algunos años —insistían, y todavía algunos hombres la miraban en los pasillos del supermercado. Pero ya no tenía veintidós años, y nunca volvería a tenerlos.
Cuando por fin llegaron los papeles del divorcio, sintió como si una pequeña parte de ella hubiera muerto. Su furia inicial se convirtió en tristeza y ahora sentía algo más, una especie de aturdimiento. Aunque estaba en constante actividad parecía como si ya nunca le ocurriera nada especial. Un día se había vuelto exactamente igual al anterior y ya no distinguía entre uno y otro. Una vez, casi un año atrás, se sentó al escritorio durante quince, minutos tratando de recordar la última cosa espontánea que había hecho. No pudo pensar en nada.
Todavía extrañaba a David de vez en cuando, o mejor dicho, extrañaba lo bueno de él. En especial le hacía falta la intimidad que nacía de abrazarse y susurrarle al otro a puerta cerrada.
Aunque amaba profundamente a Kevin, no era el mismo tipo de amor que deseaba en ese momento. Lo que sentía por Kevin era un gran amor de madre, tal vez el más profundo y sagrado de todos. Todavía le gustaba entrar en su habitación mientras dormía y sentarse en la cama para contemplarlo. Siempre se veía tan en paz, tan hermoso, con la cabeza en la almohada y envuelto en las frazadas. Sin embargo, ni siquiera esos maravillosos sentimientos cambiaban el hecho de que una vez que salía de la habitación de su hijo, se iba a la sala a tomar una copa de vino teniendo a Harvey, el gato, como compañía.
Soñaba con enamorarse, con tener a alguien que la tomara en los brazos y la hiciera sentir que era la única mujer que importaba; pero es difícil conocer a alguien adecuado en estos días. La mayor parte de los hombres de más de treinta años ya estaban casados y los divorciados parecían estar en busca de alguien más joven. Además, tenía que pensar en Kevin. Quería un compañero que lo tratara como es debido y no sólo como la carga inevitable de alguien a quien se desea.
No había tenido intimidad con un hombre desde que se divorció de David. No le faltaron oportunidades, por supuesto. Nunca era difícil para una mujer atractiva encontrar alguien con quién acostarse. Sin embargo, ése no era su estilo. No la habían educado así y no tenía intenciones de cambiar ahora. El sexo era muy importante, demasiado especial como para compartirlo con cualquiera.
Deanna, directora administrativa del diario en el que _____ trabajaba, había tomado vacaciones en Cape Cod con su esposo Brian muchas veces a lo largo de los años. Siempre se alojaban en el mismo lugar, The Fisher House, y cuando ella se enteró de que Kevin iba a ir a visitar a su padre en California, Deanna insistió en que _____ los acompañara.
—Brian juega al golf todos los días que pasamos ahí y a mí me gustaría tener compañía —le había comentado— y además, ¿qué mas tienes que hacer?
______ sabía que tenía razón, y después de algunos días aceptó.
—Me da mucho gusto —le había dicho Deanna con una expresión de victoria en el rostro—. Te va a encantar el sitio.
______ tuvo que admitir que era un hermoso lugar para ir de visita, The Fisher House era la casa de un capitán de navío, bellamente restaurada, y se encontraba en el borde de un risco rocoso por encima de la bahía; al verla a la distancia, disminuyó su carrera a un trote. A diferencia de los corredores más jóvenes que aceleraban al final de sus carreras, ella prefería disminuir la velocidad y tomárselo con calma. A los treinta y seis ya no se recuperaba con tanta rapidez como antes.
Mientras su respiración se normalizaba pensó en cómo pasaría el resto del día. Llevaba cinco libros para esas vacaciones, libros que tenía interés en leer pero que durante todo el año por un motivo u otro no había podido abrir. Como articulista del Times de Boston y de otras muchas publicaciones que reproducían su columna, siempre estaba bajo presión para entregar a tiempo tres artículos por semana. No era nada fácil escribir de continuo algo original. Su columna “Padres modernos” se publicaba ya en sesenta diarios por todo el país, y si ella quería que otros periódicos compraran su columna no podía darse el lujo de tomarse ni siquiera unos cuantos días libres.
______ disminuyó el paso a una caminata y por fin se detuvo mientras un gaviotín del Caspio le volaba en círculos sobre la cabeza. Después de un momento se quitó los zapatos y los calcetines y caminó por la orilla dejando que las pequeñas olas le mojaran los pies. El agua era refrescante y pasó algunos minutos yendo de un lado a otro. Se alegró de haber encontrado tiempo para escribir algunas columnas extras en los últimos meses y así olvidarse por completo del trabajo durante esa semana. Sintió como si volviera a tener el control de su propio destino, como si apenas estuviera comenzando en el mundo.
Pero cuando cerró los ojos lo único en lo que pudo pensar fue en Kevin. El cielo era testigo de que quería pasar más tiempo con su hijo. Deseaba poder sentarse y charlar con él, jugar Monopolio o simplemente mirar el televisor sin sentir la urgencia de levantarse del sofá para hacer algo más importante.
El problema era que siempre tenía algo que hacer: platos que lavar, baños que asear, había que vaciar la caja de arena del gato, llevar a afinar los autos, lavar la ropa y pagar las cuentas. Y aunque Kevin ayudaba mucho con sus tareas en la casa, siempre estaba casi tan ocupado como ella con la escuela, sus amigos y todas sus demás actividades. Algunas veces le preocupaba que la vida se le estuviera escapando de las manos.
Sin embargo, ¿cómo podía cambiar todo aquello? Su madre solía decirle: «Hay que vivir la vida día con día», pero ella no tuvo que trabajar fuera de casa ni criar a un hijo sin el apoyo de un padre. No comprendía las presiones que ______ enfrentaba a diario. Tampoco su hermana menor, Janet, que había seguido los pasos de su madre y llevaba felizmente casada casi once años, con tres maravillosas hijas que daban fe de ello. Edward ganaba tan bien que podía mantener a su familia sin que Janet tuviera que trabajar. Había algunas veces en las que _____ pensaba que tal vez le agradaría una vida como ésa, aunque significara tener que renunciar a su trabajo.
Pero eso ya no podía ser. No después de que ella y David se divorciaron. Hacía ya tres años... cuatro si se contaba el tiempo en que estuvieron separados. No odiaba a David por lo ocurrido, pero el respeto que sentía por él se había hecho trizas. El adulterio no era algo con lo que ella pudiera vivir. El daño en su confianza se volvió irreparable.
Desde el divorcio sólo había tenido unas cuantas citas amorosas. Y no porque no fuera atractiva. Lo era, o al menos eso le decían con frecuencia. Tenía el cabello castaño oscuro, muy lacio, y lo llevaba largo en un corte hasta los hombros. El rasgo que más a menudo alababan eran sus ojos marrón con destellos castaños que atrapaban la luz siempre que estaba al aire libre. Como corría a diario se encontraba en buena condición física y no representaba la edad que tenía. Sin embargo, últimamente al mirarse al espejo había comenzado a sentir que se le notaba la edad.
Sus amigos creían que estaba loca.
—Te ves mejor ahora que hace algunos años —insistían, y todavía algunos hombres la miraban en los pasillos del supermercado. Pero ya no tenía veintidós años, y nunca volvería a tenerlos.
Cuando por fin llegaron los papeles del divorcio, sintió como si una pequeña parte de ella hubiera muerto. Su furia inicial se convirtió en tristeza y ahora sentía algo más, una especie de aturdimiento. Aunque estaba en constante actividad parecía como si ya nunca le ocurriera nada especial. Un día se había vuelto exactamente igual al anterior y ya no distinguía entre uno y otro. Una vez, casi un año atrás, se sentó al escritorio durante quince, minutos tratando de recordar la última cosa espontánea que había hecho. No pudo pensar en nada.
Todavía extrañaba a David de vez en cuando, o mejor dicho, extrañaba lo bueno de él. En especial le hacía falta la intimidad que nacía de abrazarse y susurrarle al otro a puerta cerrada.
Aunque amaba profundamente a Kevin, no era el mismo tipo de amor que deseaba en ese momento. Lo que sentía por Kevin era un gran amor de madre, tal vez el más profundo y sagrado de todos. Todavía le gustaba entrar en su habitación mientras dormía y sentarse en la cama para contemplarlo. Siempre se veía tan en paz, tan hermoso, con la cabeza en la almohada y envuelto en las frazadas. Sin embargo, ni siquiera esos maravillosos sentimientos cambiaban el hecho de que una vez que salía de la habitación de su hijo, se iba a la sala a tomar una copa de vino teniendo a Harvey, el gato, como compañía.
Soñaba con enamorarse, con tener a alguien que la tomara en los brazos y la hiciera sentir que era la única mujer que importaba; pero es difícil conocer a alguien adecuado en estos días. La mayor parte de los hombres de más de treinta años ya estaban casados y los divorciados parecían estar en busca de alguien más joven. Además, tenía que pensar en Kevin. Quería un compañero que lo tratara como es debido y no sólo como la carga inevitable de alguien a quien se desea.
No había tenido intimidad con un hombre desde que se divorció de David. No le faltaron oportunidades, por supuesto. Nunca era difícil para una mujer atractiva encontrar alguien con quién acostarse. Sin embargo, ése no era su estilo. No la habían educado así y no tenía intenciones de cambiar ahora. El sexo era muy importante, demasiado especial como para compartirlo con cualquiera.
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
CAPITULO 1[Parte.3]
Así que ahora que estaba de vacaciones ansiaba hacer algunas cosas para ella sola: leer libros, escribir cartas a amigos de los que no había sabido en mucho tiempo, dormir hasta tarde, comer mucho y correr por las mañanas. Quería tener de nuevo la experiencia de la libertad, aunque fuera por un corto lapso.
También deseaba ir de compras. Planeaba probarse algunos vestidos nuevos y elegir un par de ellos que le resaltaran la figura y la hicieran sentir que todavía estaba viva y capaz de apasionarse. Y si algún hombre agradable la invitaba a salir, tal vez aceptaría, sólo para tener un pretexto que le permitiera usar la ropa nueva que pensaba comprar.
Con una renovada sensación de optimismo, _____ se dirigió a la casa. Caminaba cerca de la orilla cuando vio una piedra grande medio enterrada en la arena, a unos centímetros del lugar donde la marca matutina había alcanzado su punto más alto. «Qué raro», pensó, «se ve fuera de lugar ahí».
A medida que se acercaba notó algo más en el objeto que veía, era alargado y liso; cuando llegó a él se dio cuenta que no se trataba de una roca. Era una botella, probablemente abandonada por algún turista descuidado o por algún adolescente del lugar, de los que les gustaba ir ahí por la noche. Sin embargo, cuando llegó hasta ella, se sorprendió al descubrir que estaba tapada. La recogió, la sostuvo contra la luz y vio la nota en su interior.
Intentó sacar el corcho pero los dedos se le resbalaron cuando trató de quitarlo. No podía asirlo bien. Enterró las uñas cortas en la parte que sobresalía del corcho y giró lentamente la botella. Nada. Cambió de mano e hizo un nuevo intento. Apretó los dedos y se colocó la botella entre las piernas para sujetarla mejor y cuando estaba a punto de darse por vencida, el corcho cedió un poco. Volvió a agarrarlo como al principio... apretó... hizo girar la botella poco a poco. Fue saliendo más y más corcho. De pronto se aflojó y lo que quedaba del corcho se deslizó hacia afuera con facilidad.
Puso la botella boca abajo y la carta cayó de inmediato a la arena, a los pies de ______. Cuando se inclinó a levantarla vio que estaba bien atada con estambre.
Desató el estambre con cuidado y lo primero que notó al desenrollar el mensaje fue el papel. Era caro, grueso y resistente, tenía grabada la silueta de un velero en la esquina superior derecha. En la esquina superior izquierda estaba escrita una fecha:
22 de junio de 1997.
Hacía poco más de tres semanas.
Sintió curiosidad al sostener el mensaje frente a ella y fue entonces, en el amanecer de un cálido día de Nueva Inglaterra que leyó por primera vez la carta que cambiaría su vida para siempre.
___________________________________________________________________________________
Hasta ahi llea el capitulo espero y le halla gustado Bss
Así que ahora que estaba de vacaciones ansiaba hacer algunas cosas para ella sola: leer libros, escribir cartas a amigos de los que no había sabido en mucho tiempo, dormir hasta tarde, comer mucho y correr por las mañanas. Quería tener de nuevo la experiencia de la libertad, aunque fuera por un corto lapso.
También deseaba ir de compras. Planeaba probarse algunos vestidos nuevos y elegir un par de ellos que le resaltaran la figura y la hicieran sentir que todavía estaba viva y capaz de apasionarse. Y si algún hombre agradable la invitaba a salir, tal vez aceptaría, sólo para tener un pretexto que le permitiera usar la ropa nueva que pensaba comprar.
Con una renovada sensación de optimismo, _____ se dirigió a la casa. Caminaba cerca de la orilla cuando vio una piedra grande medio enterrada en la arena, a unos centímetros del lugar donde la marca matutina había alcanzado su punto más alto. «Qué raro», pensó, «se ve fuera de lugar ahí».
A medida que se acercaba notó algo más en el objeto que veía, era alargado y liso; cuando llegó a él se dio cuenta que no se trataba de una roca. Era una botella, probablemente abandonada por algún turista descuidado o por algún adolescente del lugar, de los que les gustaba ir ahí por la noche. Sin embargo, cuando llegó hasta ella, se sorprendió al descubrir que estaba tapada. La recogió, la sostuvo contra la luz y vio la nota en su interior.
Intentó sacar el corcho pero los dedos se le resbalaron cuando trató de quitarlo. No podía asirlo bien. Enterró las uñas cortas en la parte que sobresalía del corcho y giró lentamente la botella. Nada. Cambió de mano e hizo un nuevo intento. Apretó los dedos y se colocó la botella entre las piernas para sujetarla mejor y cuando estaba a punto de darse por vencida, el corcho cedió un poco. Volvió a agarrarlo como al principio... apretó... hizo girar la botella poco a poco. Fue saliendo más y más corcho. De pronto se aflojó y lo que quedaba del corcho se deslizó hacia afuera con facilidad.
Puso la botella boca abajo y la carta cayó de inmediato a la arena, a los pies de ______. Cuando se inclinó a levantarla vio que estaba bien atada con estambre.
Desató el estambre con cuidado y lo primero que notó al desenrollar el mensaje fue el papel. Era caro, grueso y resistente, tenía grabada la silueta de un velero en la esquina superior derecha. En la esquina superior izquierda estaba escrita una fecha:
22 de junio de 1997.
Hacía poco más de tres semanas.
Sintió curiosidad al sostener el mensaje frente a ella y fue entonces, en el amanecer de un cálido día de Nueva Inglaterra que leyó por primera vez la carta que cambiaría su vida para siempre.
Mi querida Catherine:
Como siempre, amor mío, te extraño, pero hoy me parece especialmente doloroso porque el mar me ha estado cantando y su canción es la de nuestra vida juntos. Casi puedo sentirte a mi lado mientras escribo esta carta y logro aspirar el aroma de flores silvestres que siempre me hace recordarte. Pero ahora todo eso no me provoca placer. Tus visitas son cada vez más espaciadas y a veces tengo la impresión de que la mayor parte de lo que soy desapareciera lentamente.
Sin embargo, intento sobrevivir. Al anochecer, cuando estay a solas, te llamo y cuando parece que mi dolor no puede ser más grande, encuentras una manera de regresar a mí. Anoche, en mis sueños, te vi en el muelle cerca de Wrightsville Beach. El viento te alborotaba los cabellos y tenías los ojos brillantes por la luz del atardecer. Mientras te contemplaba pensaba en lo hermosa que eres. Lentamente comencé a caminar hacia ti y, cuando por fin te volviste a verme, notó que los demás también te habían estado observando. “¿Acaso la conoces?”, me preguntaron con un celoso susurro, y mientras tú me sonreías respondí la pura verdad: “Mejor que a mi propio corazón”.
Me detuve al llegar hasta ti, te toqué con suavidad en la mejilla y tú inclinaste la cabeza y cerraste los ojos. Luego, como siempre, empezó a aparecer una niebla lenta que envolvió el mundo a nuestro alrededor, rodeándonos como si tratara de evitar que escapáramos. Como una nube que se expande y lo cubre todo, fue cerrándose, hasta que sólo quedamos tú y yo. La mirada que me diriges en ese momento me persigue. Siento tu tristeza y mi soledad. Y luego abres los brazos y das un paso atrás en la niebla, porque ése es tu sitio y no el mío. Anhelo ir contigo, pero tu única respuesta es negar con la cabeza porque los dos sabemos que eso es imposible.
Y observo con el corazón destrozado mientras te desvaneces poco a poco. Me encuentro esforzándome por recordar cada uno de los detalles de ese momento, cada detalle de ti. Pero pronto, siempre demasiado pronto, tu imagen desaparece y me quedo solo en el muelle y sin importar lo que otros piensen, inclino la cabeza y lloro, mucho, mucho.
Nicholas.
Sin embargo, intento sobrevivir. Al anochecer, cuando estay a solas, te llamo y cuando parece que mi dolor no puede ser más grande, encuentras una manera de regresar a mí. Anoche, en mis sueños, te vi en el muelle cerca de Wrightsville Beach. El viento te alborotaba los cabellos y tenías los ojos brillantes por la luz del atardecer. Mientras te contemplaba pensaba en lo hermosa que eres. Lentamente comencé a caminar hacia ti y, cuando por fin te volviste a verme, notó que los demás también te habían estado observando. “¿Acaso la conoces?”, me preguntaron con un celoso susurro, y mientras tú me sonreías respondí la pura verdad: “Mejor que a mi propio corazón”.
Me detuve al llegar hasta ti, te toqué con suavidad en la mejilla y tú inclinaste la cabeza y cerraste los ojos. Luego, como siempre, empezó a aparecer una niebla lenta que envolvió el mundo a nuestro alrededor, rodeándonos como si tratara de evitar que escapáramos. Como una nube que se expande y lo cubre todo, fue cerrándose, hasta que sólo quedamos tú y yo. La mirada que me diriges en ese momento me persigue. Siento tu tristeza y mi soledad. Y luego abres los brazos y das un paso atrás en la niebla, porque ése es tu sitio y no el mío. Anhelo ir contigo, pero tu única respuesta es negar con la cabeza porque los dos sabemos que eso es imposible.
Y observo con el corazón destrozado mientras te desvaneces poco a poco. Me encuentro esforzándome por recordar cada uno de los detalles de ese momento, cada detalle de ti. Pero pronto, siempre demasiado pronto, tu imagen desaparece y me quedo solo en el muelle y sin importar lo que otros piensen, inclino la cabeza y lloro, mucho, mucho.
Nicholas.
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Hasta ahi llea el capitulo espero y le halla gustado Bss
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
AAAAAAAAAAAAAIIIII!!!!.. QUE TRISTE RECUERDOOO!!!!!
POBRE DE NICK!!!
AAII SIGUELAA PORFIISSS
POBRE DE NICK!!!
AAII SIGUELAA PORFIISSS
chelis
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
OWWWW.... LLoré un montón es muuuyyy triiiisttteee yyy tiiiernooooo!!!!!!!! :love: :( Meee eencaantaaa!!!! La rayis se encontrará con Nicholas algun día???? Me encantaría saberloo!!!!!! O.o
Pobre Nicholas, debe sufrir muuchoo siin su Catherine!!! :'(
Me ennncaaannntoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Pliiiisshhhh!!!!!!!!!!!
SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA!!!!!!!!
bEsooossss!!!!! :D
Pobre Nicholas, debe sufrir muuchoo siin su Catherine!!! :'(
Me ennncaaannntoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Pliiiisshhhh!!!!!!!!!!!
SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA SEGUILA!!!!!!!!
bEsooossss!!!!! :D
Melisa-Love 4ever-Jonas
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
Pooobre Nicholas :'( me puse muy triste se me aguaron los ojos! Muyy Linda Novela!! Siguela Pronto me Encantó!!
Invitado
Invitado
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
HOLA :D estoy super mega ultra feliz porque los Jonas van a venir a Monterrey y cuando mi mama me lo dijo yo estaba en la secundaria y empece a gritar y llorar y tenia una cara asi porque realmente los amo y mi mama tambien estaba llorando conmigo (es mama Jonatica ) y lo mejor es que voy a comprar el paquete VIP osea los voy a conocer en PERSONA y yo asi como :wut: me hiba a desmayar amo a mi abuelo(el me dio 500Dls de regalo(cumpli 15 :D)) y si no fuera por el no tedria dinero para irlos a ver imaginense si asi estaba cuando mi mama me dijo que venian no quiero saber como me pondre cuando los tenga adelante AMO a mi familia y lo mmejor de todo me voy a comprar ropa super sexy para seducirlos y que se enamoren de mi okno :pokerface: bueno como estoy mega ultra feliz le voy a dejar las dos partes del capitulo 2 Las amoo Bss
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Capítulo Dos
— ¿Estuviste llorando? —preguntó Deanna cuando _____ llegó al porche trasero con la botella y el mensaje en la mano.
_____ se sintió avergonzada y se limpió los ojos mientras la mujer dejaba el diario y se levantaba de su asiento. Aunque tenía sobrepeso, y así había sido desde que ______ la conocía, se movió rápidamente para rodear la mesa con expresión preocupada.
—¿Te sientes bien? ¿Qué te ocurrió? ¿Estás herida? —tropezó con una de las sillas mientras se acercaba a tomar una de las manos de ______.
Ella negó con la cabeza.
—No me pasó nada, créeme. Me siento bien, de verdad. Es sólo que acabo de encontrar esta carta. Estaba dentro de una botella que arrojó el mar a la playa. Cuando la abrí y la leí... —se apartó un mechón que el viento le había volado a la cara—, me llegó muy hondo. Tal vez es una cosa tonta, lo sé —se enjugó una lágrima, le dio la carta a Deanna y se acercó a la mesa de hierro forjado de donde su amiga se había levantado—. Pero no pude evitarlo.
Deanna leyó la carta con lentitud y cuando la terminó miró a ______. También tenía húmedos los ojos.
—Es... hermosa —comentó por fin—. Es una de las cartas más conmovedoras que he leído.
—Eso fue lo que pensé.
Deanna acarició con los dedos las letras del escrito y se detuvo un momento.
—Me pregunto quiénes serán. Y por qué razón lanzarían al mar esta botella.
—No tengo idea.
—¿No tienes curiosidad?
El hecho era que _____ sí tenía curiosidad. Después de leerla la primera vez, la releyó y luego la leyó una tercera vez. Y se preguntó qué se sentiría que alguien la amara de ese modo.
—Una poca, pero ¿qué puedo hacer? No hay modo de que lo sepamos jamás.
—¿Qué harás con ella?
—Guardarla, supongo. En realidad no he pensado mucho en eso —_____ bebió un poco de jugo que se había servido—. Así que... ¿qué haremos hoy?
—Pensé que podríamos hacer algunas compras y después ir a comer a Provincetown. ¿Qué te parece?
—Es precisamente lo que creí que haríamos.
Las dos mujeres charlaron sobre los lugares a los que irían. Después Deanna se levantó y entró en la casa para servirse otra taza de café y _____ la observó mientras se marchaba.
Deanna había cumplido cincuenta y ocho años, tenía la cara redonda; llevaba el cabello corto, que poco a poco se volvía gris, peinado de manera sencilla, y era la mejor persona que conocía ______. Sabía mucho de música y de arte y vivía en un mundo lleno de optimismo y buen humor.
Cuando Deanna regresó a la mesa, se sentó y volvió a tomar la carta. Mientras la examinaba con atención, arqueó las cejas.
—Me pregunto... —comenzó en voz baja.
—¿Qué?
—Bueno, cuando estaba adentro se me ocurrió que deberíamos publicar esta carta en tu columna de esta semana.
—¿Cómo dices?
Deanna se inclinó sobre la mesa.
—Precisamente lo que oyes. Creo que deberíamos publicar esta carta. Es de verdad muy conmovedora. Puedo imaginarme a cientos de mujeres recortándola y pegándola en sus refrigeradores para que sus esposos puedan verla al regresar del trabajo.
—Ni siquiera sabemos quiénes son. ¿No crees que deberíamos pedir su permiso primero?
—No usaremos sus verdaderos nombres, y mientras no nos atribuyamos el crédito de haberla escrito ni divulguemos de dónde podría venir, estoy segura de que no habrá problema.
—Sé que probablemente sería legal, pero no estoy segura de que hacerlo sea correcto. Me refiero a que es una carta muy personal.
—______, es una historia de interés humano. A la gente le entusiasma mucho este tipo de cosas. Y recuerda, el tal Garrett envió la carta en una botella al mar. Tiene que haber imaginado que aparecería en alguna playa.
______ negó con la cabeza.
—No lo sé, Deanna...
—Bueno, piénsalo. No necesitas decidirlo ahora. Aunque yo creo que es una magnífica idea.
______ pensó en la carta mientras se desvestía para darse una ducha. Se encontró preguntándose cómo sería el hombre que la escribió... Nicholas, si es que ése era su verdadero nombre. Y ¿quién sería Catherine? Su amante o su esposa, eso era obvio. Se preguntó si estaría muerta o si algo más habría ocurrido para separarlos. Ella jamás, en toda su vida, había recibido una carta que siquiera se pareciera remotamente a ésa. David nunca había sido buen escritor, ni tampoco nadie más con quien hubiera salido. ¿Cómo sería aquel hombre? ¿Sería tan devoto en persona como parecía en aquella carta?
Se enjabonó y enjuagó el cabello y todas aquellas preguntas salieron de su cabeza mientras el agua fresca la recorría. Se lavó el resto del cuerpo con un paño y jabón humectante, pasó en el baño más tiempo del que necesitaba y finalmente salió de la ducha.
Se miró al espejo mientras se secaba con la toalla. Pensó que no lucía mal para ser una mujer de treinta y seis años con un hijo adolescente. Su pecho siempre había sido pequeño y no estaba colgado como el de otras mujeres de su edad. Tenía el abdomen plano y las piernas largas y delgadas por el ejercicio. En general se sentía satisfecha con el modo en que se veía aquella mañana y atribuyó su fácil y peculiar aceptación de sí misma al hecho de que estaba de vacaciones.
Después de aplicarse un poco de maquillaje se vistió con unos pantaloncillos cortos beige, una blusa sin mangas y unas sandalias marrón. En una hora el día sería caluroso y húmedo y no deseaba sentirse incómoda.
Ir de compras con Deanna era toda una experiencia.
Una vez que llegaron a Provincetown pasaron el resto de la mañana en las diversas tiendas. _____ compró tres vestidos nuevos y un traje de baño antes de que Deanna la arrastrara hasta una tienda de lencería que se llamaba Nightingales.
Ahí Deanna se volvió absolutamente loca. No pensaba comprar algo para ella misma, por supuesto, sino animar a _____ a hacerlo. Tomaba de los estantes alguna prenda interior de encaje y la sostenía en alto para que ______ la observara, y hacía comentarios como: “Esta se ve muy sensual” o “No tienes ninguno de este color, ¿o sí?”. Había por supuesto muchas otras personas a su alrededor cuando le hacía aquellos comentarios y _____ no podía evitar reír siempre que ocurría. La falta de inhibición de Deanna era una de las cosas que más le agradaban de ella. En verdad no le importaba lo que la gente pensara, y a menudo _____ deseaba parecerse un poco a ella.
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SIGAN abajo hay otro cap :)
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Capítulo Dos
— ¿Estuviste llorando? —preguntó Deanna cuando _____ llegó al porche trasero con la botella y el mensaje en la mano.
_____ se sintió avergonzada y se limpió los ojos mientras la mujer dejaba el diario y se levantaba de su asiento. Aunque tenía sobrepeso, y así había sido desde que ______ la conocía, se movió rápidamente para rodear la mesa con expresión preocupada.
—¿Te sientes bien? ¿Qué te ocurrió? ¿Estás herida? —tropezó con una de las sillas mientras se acercaba a tomar una de las manos de ______.
Ella negó con la cabeza.
—No me pasó nada, créeme. Me siento bien, de verdad. Es sólo que acabo de encontrar esta carta. Estaba dentro de una botella que arrojó el mar a la playa. Cuando la abrí y la leí... —se apartó un mechón que el viento le había volado a la cara—, me llegó muy hondo. Tal vez es una cosa tonta, lo sé —se enjugó una lágrima, le dio la carta a Deanna y se acercó a la mesa de hierro forjado de donde su amiga se había levantado—. Pero no pude evitarlo.
Deanna leyó la carta con lentitud y cuando la terminó miró a ______. También tenía húmedos los ojos.
—Es... hermosa —comentó por fin—. Es una de las cartas más conmovedoras que he leído.
—Eso fue lo que pensé.
Deanna acarició con los dedos las letras del escrito y se detuvo un momento.
—Me pregunto quiénes serán. Y por qué razón lanzarían al mar esta botella.
—No tengo idea.
—¿No tienes curiosidad?
El hecho era que _____ sí tenía curiosidad. Después de leerla la primera vez, la releyó y luego la leyó una tercera vez. Y se preguntó qué se sentiría que alguien la amara de ese modo.
—Una poca, pero ¿qué puedo hacer? No hay modo de que lo sepamos jamás.
—¿Qué harás con ella?
—Guardarla, supongo. En realidad no he pensado mucho en eso —_____ bebió un poco de jugo que se había servido—. Así que... ¿qué haremos hoy?
—Pensé que podríamos hacer algunas compras y después ir a comer a Provincetown. ¿Qué te parece?
—Es precisamente lo que creí que haríamos.
Las dos mujeres charlaron sobre los lugares a los que irían. Después Deanna se levantó y entró en la casa para servirse otra taza de café y _____ la observó mientras se marchaba.
Deanna había cumplido cincuenta y ocho años, tenía la cara redonda; llevaba el cabello corto, que poco a poco se volvía gris, peinado de manera sencilla, y era la mejor persona que conocía ______. Sabía mucho de música y de arte y vivía en un mundo lleno de optimismo y buen humor.
Cuando Deanna regresó a la mesa, se sentó y volvió a tomar la carta. Mientras la examinaba con atención, arqueó las cejas.
—Me pregunto... —comenzó en voz baja.
—¿Qué?
—Bueno, cuando estaba adentro se me ocurrió que deberíamos publicar esta carta en tu columna de esta semana.
—¿Cómo dices?
Deanna se inclinó sobre la mesa.
—Precisamente lo que oyes. Creo que deberíamos publicar esta carta. Es de verdad muy conmovedora. Puedo imaginarme a cientos de mujeres recortándola y pegándola en sus refrigeradores para que sus esposos puedan verla al regresar del trabajo.
—Ni siquiera sabemos quiénes son. ¿No crees que deberíamos pedir su permiso primero?
—No usaremos sus verdaderos nombres, y mientras no nos atribuyamos el crédito de haberla escrito ni divulguemos de dónde podría venir, estoy segura de que no habrá problema.
—Sé que probablemente sería legal, pero no estoy segura de que hacerlo sea correcto. Me refiero a que es una carta muy personal.
—______, es una historia de interés humano. A la gente le entusiasma mucho este tipo de cosas. Y recuerda, el tal Garrett envió la carta en una botella al mar. Tiene que haber imaginado que aparecería en alguna playa.
______ negó con la cabeza.
—No lo sé, Deanna...
—Bueno, piénsalo. No necesitas decidirlo ahora. Aunque yo creo que es una magnífica idea.
______ pensó en la carta mientras se desvestía para darse una ducha. Se encontró preguntándose cómo sería el hombre que la escribió... Nicholas, si es que ése era su verdadero nombre. Y ¿quién sería Catherine? Su amante o su esposa, eso era obvio. Se preguntó si estaría muerta o si algo más habría ocurrido para separarlos. Ella jamás, en toda su vida, había recibido una carta que siquiera se pareciera remotamente a ésa. David nunca había sido buen escritor, ni tampoco nadie más con quien hubiera salido. ¿Cómo sería aquel hombre? ¿Sería tan devoto en persona como parecía en aquella carta?
Se enjabonó y enjuagó el cabello y todas aquellas preguntas salieron de su cabeza mientras el agua fresca la recorría. Se lavó el resto del cuerpo con un paño y jabón humectante, pasó en el baño más tiempo del que necesitaba y finalmente salió de la ducha.
Se miró al espejo mientras se secaba con la toalla. Pensó que no lucía mal para ser una mujer de treinta y seis años con un hijo adolescente. Su pecho siempre había sido pequeño y no estaba colgado como el de otras mujeres de su edad. Tenía el abdomen plano y las piernas largas y delgadas por el ejercicio. En general se sentía satisfecha con el modo en que se veía aquella mañana y atribuyó su fácil y peculiar aceptación de sí misma al hecho de que estaba de vacaciones.
Después de aplicarse un poco de maquillaje se vistió con unos pantaloncillos cortos beige, una blusa sin mangas y unas sandalias marrón. En una hora el día sería caluroso y húmedo y no deseaba sentirse incómoda.
Ir de compras con Deanna era toda una experiencia.
Una vez que llegaron a Provincetown pasaron el resto de la mañana en las diversas tiendas. _____ compró tres vestidos nuevos y un traje de baño antes de que Deanna la arrastrara hasta una tienda de lencería que se llamaba Nightingales.
Ahí Deanna se volvió absolutamente loca. No pensaba comprar algo para ella misma, por supuesto, sino animar a _____ a hacerlo. Tomaba de los estantes alguna prenda interior de encaje y la sostenía en alto para que ______ la observara, y hacía comentarios como: “Esta se ve muy sensual” o “No tienes ninguno de este color, ¿o sí?”. Había por supuesto muchas otras personas a su alrededor cuando le hacía aquellos comentarios y _____ no podía evitar reír siempre que ocurría. La falta de inhibición de Deanna era una de las cosas que más le agradaban de ella. En verdad no le importaba lo que la gente pensara, y a menudo _____ deseaba parecerse un poco a ella.
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SIGAN abajo hay otro cap :)
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
Capitulo 2 [Parte.2]
Cuando regresaron a la casa, Brian leía el diario en la sala.
—¡Hola! ¿Cómo les fue?
—Bien —respondió Deanna—. Comimos en Provincetown y luego hicimos algunas compras. ¿Qué tal te fue hoy en el juego?
—Muy bien. Si no hubiera fallado en los últimos dos hoyos habría tirado un ochenta.
—Bueno, creo que sólo tendrás que seguir practicando hasta que te salga bien.
Brian rió.
—¿No te molesta?
—Por supuesto que no.
Brian sonrió mientras hojeaba el diario, satisfecho porque pasaría mucho tiempo en el campo de golf esa semana. Deanna reconoció la señal de que quería seguir leyendo el diario y dirigió su atención a _____.
—¿Quieres que juguemos gin rummy?
A Deanna le gustaban los juegos de cartas de cualquier tipo. Estaba inscrita en dos clubes de bridge, jugaba corazones como una campeona y llevaba la cuenta de cada vez que ganaba un solitario. Pero ella y _____ siempre jugaban gin rummy, porque era el único juego en el que Theresa tenía alguna oportunidad de ganar.
—Claro.
—Esperaba que dijeras eso. Las cartas están afuera, en la mesa.
____ salió para ir a la mesa en la que habían desayunado Deanna la siguió poco después con dos latas de Coca—Cola de dieta y se sentó frente a ella mientras _____ tomaba el mazo de cartas. Barajó y las repartió.
Deanna alzó la vista.
—Tenía la esperanza de que conocieras a alguna persona especial esta semana.
—Tú eres especial.
—Sabes a lo que me refiero... a un hombre. A uno que te dejara sin aliento.
_____ la miró sorprendida.
—En realidad no lo he buscado, Deanna.
Sacó el seis de diamantes y Deanna lo tomó antes de descartar el tres de picas. Deanna hablaba en el mismo tono que usaba la madre de _____ cuando discutían sobre ese tema.
—Han pasado casi tres años desde tu divorcio. ¿Acaso no has salido con nadie en ese tiempo?
—En realidad no. No desde que Matt como se llame me dijo que no quería a una mujer con hijos.
Deanna frunció el entrecejo por un momento.
—Algunas veces los hombres son unos verdaderos idiotas, y él es un ejemplo perfecto. Pero no todos son iguales. Hay muchos hombres buenos vagando por ahí... hombres que se enamorarían de ti en un instante.
_____ tomó el tres de picas y descartó el cuatro de diamantes.
—Por eso te quiero, Deanna. Dices las cosas más dulces.
Deanna tomó una carta del mazo.
—Pero es cierto. Créeme. Podría encontrar a una docena de hombres a los que les encantaría salir contigo.
—Pero eso no significa que a mí me agradarían ellos.
Deanna descartó el dos de espadas.
—Creo que tienes miedo.
—¿Por qué lo dices?
—Porque sé lo mucho que David te lastimó. Está en la naturaleza humana. Gato escaldado del agua fría huye. Los viejos proverbios encierran grandes verdades.
—Tal vez sea cierto. Pero estoy segura de que si el hombre correcto se presenta, lo sabré. Tengo fe.
—¿Qué clase de hombre estás buscando?
—No lo sé.
—Por supuesto que sí. Todos sabemos, aunque sea vagamente, qué queremos. Empieza con lo que es obvio, o sino, comienza con lo que no te gustaría. Por ejemplo... ¿estaría bien si él perteneciera a una pandilla de motociclistas?
_____ sonrió y llevó la mano al mazo para tomar una carta. Su juego se estaba formando. Otra carta y lo tendría listo. Descartó la sota de corazones.
—Nadie de una pandilla de motociclistas, eso es seguro —dijo moviendo la cabeza. Lo pensó un momento—. Mmm... supongo que sobre todo deberá ser el tipo de hombre que sea capaz de ser fiel. Y creo que me gustaría alguien como de mi edad —_____ se detuvo y frunció el entrecejo.
—¿Y?
—Espera un momento. No es tan sencillo como parece. Supongo que estoy de acuerdo con lo que se dice siempre: atractivo, amable, inteligente y encantador... tú sabes, todas esas cualidades que las mujeres buscan en un hombre —de nuevo se detuvo.
Deanna tomó la sota. Su expresión demostraba placer al poner a _____ en apuros.
—¿Y?
—Tendría que pasar algún tiempo con Kevin como si fuera su propio hijo. Eso es muy importante para mí. ¡Ah! Y, además, tendría que ser romántico y también atlético. No puedo respetar a un hombre al que pueda ganarle en las vencidas.
—¿Eso es todo?
—Sí. Es todo.
—Así que déjame ver si comprendí todo. Quieres a un hombre fiel, encantador, atractivo de treinta y tantos años, que además sea inteligente, romántico, atlético y que se lleve bien con Kevin ¿Correcto?
—Precisamente.
Aspiró profundo mientras colocaba su juego en la mesa.
—Bueno, por lo menos no eres muy exigente. Gin.
Esa tarde, a las seis, Brian y Deanna fueron a dar un paseo a la playa. _____ se quedó en la casa y los miró por la ventana mientras se alejaban tomados de la mano, caminando por la orilla del mar. Al verlos pensaba que tenían una relación ideal. Sus intereses eran completamente distintos, pero en vez de que eso los separara parecía unirlos más.
Después del atardecer los tres fueron en auto hasta Hyannis y cenaron en Sam’s Crabhouse. El lugar estaba atestado y tuvieron que esperar durante una hora para que les asignaran una mesa, pero los deliciosos cangrejos al vapor y la salsa de mantequilla derretida bien valían la pena. La mantequilla había sido sazonada con ajo y entre los tres se tomaron seis cervezas en dos horas.
Poco antes de terminar de cenar, Brian les preguntó acerca carta que venía en la botella.
—La leí cuando regresé de jugar al golf. Deanna la pegó en el refrigerador con un imán.
Deanna se encogió de hombros y se volvió a _____ con una expresión de “Te lo dije” en los ojos, pero no comentó nada.
—Me parece que es una carta muy especial. Tiene tanta tristeza... —continuó Brian.
—Lo sé —respondió _____—. Así me sentí cuando la leí.
—¿Sabes dónde queda Wrightsville Beach?
—No. Nunca la había oído mencionar.
—Está en North Carolina —explicó Brian mientras buscaba un cigarrillo en la bolsa de su camisa—. Fui a jugar al golf ahí una vez. Sus campos son maravillosos. Un poco planos, pero se puede jugar bien en ellos.
—Como puedes ver, para Brian, todo tiene relación con el golf —comentó Deanna alegremente.
Él encendió el cigarrillo y aspiró.
—Wrightsville Beach es una isla que está frente a la costa, cerca de Wilmington —dijo al tiempo que exhalaba el humo—. Hay muchas construcciones, pero las playas son hermosas, con arena blanca y aguas tibias. Es un estupendo lugar para pasar una semana, si tienes oportunidad.
____ no respondió y Deanna dijo con un tono travieso:
—Así que ahora ya sabernos de dónde es nuestro escritor misterioso y enamorado.
_____ se encogió de hombros.
—Supongo que sí, pero no hay modo de estar seguros. Pudo haber sido un sitio en el que ellos estuvieron de vacaciones o que visitaron. No significa que él viva ahí.
Deanna negó con la cabeza,
—No estoy de acuerdo. Por la manera en la que escribió la carta, me parece que su sueño fue demasiado real para incluir un lugar en el que sólo hubiera estado una o dos veces. Casi estoy segura de que vive en Wrightsville Beach o en Wilmington.
—Y, ¿eso qué?
Deanna se inclinó hacia adelante.
—¿Has pensado en lo que te dije acerca de publicar la carta?
—En realidad no. ¿Es tan importante para ti?
—______, reconozco una buena historia cuando la veo. En la actualidad la gente está tan ocupada que el romanticismo parece estar muriendo lentamente. Esta carta demuestra que aún existe.
Sin darse cuenta, ______ tomó un mechón de su cabello y comenzó a retorcerlo. Era una costumbre que tenía desde que era niña: lo hacía siempre que estaba considerando algo.
—De acuerdo —respondió por fin después de un rato.
—¿Lo harás?
—Sí, pero incluiremos sólo sus iniciales y omitiremos la parte donde habla de Wrightsville Beach. Escribiré un par de frases para presentarla.
—¡Me da mucho gusto! —exclamó Deanna con un entusiasmo casi infantil—. Sabía que lo harías. La enviaremos por fax mañana.
Más tarde, esa noche, ______ escribió el inicio de la columna a mano, en un papel que encontró en el cajón del escritorio. Al terminar, colocó las dos páginas en la mesa de noche que estaba tras ella y luego se metió en la cama. Esa noche no durmió bien.
A la mañana siguiente, ______ y Deanna fueron a Chatham y enviaron la columna por fax a Boston. Se publicaría en el diario un día después.
La mañana y la tarde las pasaron como el día anterior: fueron de compras, se relajaron en la playa, conversaron de trivialidades y tomaron una deliciosa cena. Cuando el diario llegó a la hora del desayuno, a la mañana siguiente, Deanna fue la primera en leerlo.
«Hace cuatro días, mientras estaba de vacaciones, encontré una botella en la playa con un mensaje profundamente conmovedor. No he podido olvidarlo y, aunque es algo distinto de lo que suelo escribir, en una época en la que el amor eterno y el compromiso parecen estar tan ausentes de nuestra vida, tengo la esperanza de que la encuentren tan significativa como lo fue para mí.»
El resto de la columna estaba dedicado a la carta.
—¡Maravilloso! —dijo cuando terminó de leer—. Ya impresa se ve mucho mejor de lo que imaginé. Vas a recibir muchas cartas por esta columna.
—Ya lo veremos —respondió ______ mientras comía un bagel sin estar muy segura de sí debía creerle o no a Deanna, pero todas maneras con curiosidad.
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ok ahora si ya que les deje las dos partes me voy las amo mucho mis loquitas BSS
Cuando regresaron a la casa, Brian leía el diario en la sala.
—¡Hola! ¿Cómo les fue?
—Bien —respondió Deanna—. Comimos en Provincetown y luego hicimos algunas compras. ¿Qué tal te fue hoy en el juego?
—Muy bien. Si no hubiera fallado en los últimos dos hoyos habría tirado un ochenta.
—Bueno, creo que sólo tendrás que seguir practicando hasta que te salga bien.
Brian rió.
—¿No te molesta?
—Por supuesto que no.
Brian sonrió mientras hojeaba el diario, satisfecho porque pasaría mucho tiempo en el campo de golf esa semana. Deanna reconoció la señal de que quería seguir leyendo el diario y dirigió su atención a _____.
—¿Quieres que juguemos gin rummy?
A Deanna le gustaban los juegos de cartas de cualquier tipo. Estaba inscrita en dos clubes de bridge, jugaba corazones como una campeona y llevaba la cuenta de cada vez que ganaba un solitario. Pero ella y _____ siempre jugaban gin rummy, porque era el único juego en el que Theresa tenía alguna oportunidad de ganar.
—Claro.
—Esperaba que dijeras eso. Las cartas están afuera, en la mesa.
____ salió para ir a la mesa en la que habían desayunado Deanna la siguió poco después con dos latas de Coca—Cola de dieta y se sentó frente a ella mientras _____ tomaba el mazo de cartas. Barajó y las repartió.
Deanna alzó la vista.
—Tenía la esperanza de que conocieras a alguna persona especial esta semana.
—Tú eres especial.
—Sabes a lo que me refiero... a un hombre. A uno que te dejara sin aliento.
_____ la miró sorprendida.
—En realidad no lo he buscado, Deanna.
Sacó el seis de diamantes y Deanna lo tomó antes de descartar el tres de picas. Deanna hablaba en el mismo tono que usaba la madre de _____ cuando discutían sobre ese tema.
—Han pasado casi tres años desde tu divorcio. ¿Acaso no has salido con nadie en ese tiempo?
—En realidad no. No desde que Matt como se llame me dijo que no quería a una mujer con hijos.
Deanna frunció el entrecejo por un momento.
—Algunas veces los hombres son unos verdaderos idiotas, y él es un ejemplo perfecto. Pero no todos son iguales. Hay muchos hombres buenos vagando por ahí... hombres que se enamorarían de ti en un instante.
_____ tomó el tres de picas y descartó el cuatro de diamantes.
—Por eso te quiero, Deanna. Dices las cosas más dulces.
Deanna tomó una carta del mazo.
—Pero es cierto. Créeme. Podría encontrar a una docena de hombres a los que les encantaría salir contigo.
—Pero eso no significa que a mí me agradarían ellos.
Deanna descartó el dos de espadas.
—Creo que tienes miedo.
—¿Por qué lo dices?
—Porque sé lo mucho que David te lastimó. Está en la naturaleza humana. Gato escaldado del agua fría huye. Los viejos proverbios encierran grandes verdades.
—Tal vez sea cierto. Pero estoy segura de que si el hombre correcto se presenta, lo sabré. Tengo fe.
—¿Qué clase de hombre estás buscando?
—No lo sé.
—Por supuesto que sí. Todos sabemos, aunque sea vagamente, qué queremos. Empieza con lo que es obvio, o sino, comienza con lo que no te gustaría. Por ejemplo... ¿estaría bien si él perteneciera a una pandilla de motociclistas?
_____ sonrió y llevó la mano al mazo para tomar una carta. Su juego se estaba formando. Otra carta y lo tendría listo. Descartó la sota de corazones.
—Nadie de una pandilla de motociclistas, eso es seguro —dijo moviendo la cabeza. Lo pensó un momento—. Mmm... supongo que sobre todo deberá ser el tipo de hombre que sea capaz de ser fiel. Y creo que me gustaría alguien como de mi edad —_____ se detuvo y frunció el entrecejo.
—¿Y?
—Espera un momento. No es tan sencillo como parece. Supongo que estoy de acuerdo con lo que se dice siempre: atractivo, amable, inteligente y encantador... tú sabes, todas esas cualidades que las mujeres buscan en un hombre —de nuevo se detuvo.
Deanna tomó la sota. Su expresión demostraba placer al poner a _____ en apuros.
—¿Y?
—Tendría que pasar algún tiempo con Kevin como si fuera su propio hijo. Eso es muy importante para mí. ¡Ah! Y, además, tendría que ser romántico y también atlético. No puedo respetar a un hombre al que pueda ganarle en las vencidas.
—¿Eso es todo?
—Sí. Es todo.
—Así que déjame ver si comprendí todo. Quieres a un hombre fiel, encantador, atractivo de treinta y tantos años, que además sea inteligente, romántico, atlético y que se lleve bien con Kevin ¿Correcto?
—Precisamente.
Aspiró profundo mientras colocaba su juego en la mesa.
—Bueno, por lo menos no eres muy exigente. Gin.
Esa tarde, a las seis, Brian y Deanna fueron a dar un paseo a la playa. _____ se quedó en la casa y los miró por la ventana mientras se alejaban tomados de la mano, caminando por la orilla del mar. Al verlos pensaba que tenían una relación ideal. Sus intereses eran completamente distintos, pero en vez de que eso los separara parecía unirlos más.
Después del atardecer los tres fueron en auto hasta Hyannis y cenaron en Sam’s Crabhouse. El lugar estaba atestado y tuvieron que esperar durante una hora para que les asignaran una mesa, pero los deliciosos cangrejos al vapor y la salsa de mantequilla derretida bien valían la pena. La mantequilla había sido sazonada con ajo y entre los tres se tomaron seis cervezas en dos horas.
Poco antes de terminar de cenar, Brian les preguntó acerca carta que venía en la botella.
—La leí cuando regresé de jugar al golf. Deanna la pegó en el refrigerador con un imán.
Deanna se encogió de hombros y se volvió a _____ con una expresión de “Te lo dije” en los ojos, pero no comentó nada.
—Me parece que es una carta muy especial. Tiene tanta tristeza... —continuó Brian.
—Lo sé —respondió _____—. Así me sentí cuando la leí.
—¿Sabes dónde queda Wrightsville Beach?
—No. Nunca la había oído mencionar.
—Está en North Carolina —explicó Brian mientras buscaba un cigarrillo en la bolsa de su camisa—. Fui a jugar al golf ahí una vez. Sus campos son maravillosos. Un poco planos, pero se puede jugar bien en ellos.
—Como puedes ver, para Brian, todo tiene relación con el golf —comentó Deanna alegremente.
Él encendió el cigarrillo y aspiró.
—Wrightsville Beach es una isla que está frente a la costa, cerca de Wilmington —dijo al tiempo que exhalaba el humo—. Hay muchas construcciones, pero las playas son hermosas, con arena blanca y aguas tibias. Es un estupendo lugar para pasar una semana, si tienes oportunidad.
____ no respondió y Deanna dijo con un tono travieso:
—Así que ahora ya sabernos de dónde es nuestro escritor misterioso y enamorado.
_____ se encogió de hombros.
—Supongo que sí, pero no hay modo de estar seguros. Pudo haber sido un sitio en el que ellos estuvieron de vacaciones o que visitaron. No significa que él viva ahí.
Deanna negó con la cabeza,
—No estoy de acuerdo. Por la manera en la que escribió la carta, me parece que su sueño fue demasiado real para incluir un lugar en el que sólo hubiera estado una o dos veces. Casi estoy segura de que vive en Wrightsville Beach o en Wilmington.
—Y, ¿eso qué?
Deanna se inclinó hacia adelante.
—¿Has pensado en lo que te dije acerca de publicar la carta?
—En realidad no. ¿Es tan importante para ti?
—______, reconozco una buena historia cuando la veo. En la actualidad la gente está tan ocupada que el romanticismo parece estar muriendo lentamente. Esta carta demuestra que aún existe.
Sin darse cuenta, ______ tomó un mechón de su cabello y comenzó a retorcerlo. Era una costumbre que tenía desde que era niña: lo hacía siempre que estaba considerando algo.
—De acuerdo —respondió por fin después de un rato.
—¿Lo harás?
—Sí, pero incluiremos sólo sus iniciales y omitiremos la parte donde habla de Wrightsville Beach. Escribiré un par de frases para presentarla.
—¡Me da mucho gusto! —exclamó Deanna con un entusiasmo casi infantil—. Sabía que lo harías. La enviaremos por fax mañana.
Más tarde, esa noche, ______ escribió el inicio de la columna a mano, en un papel que encontró en el cajón del escritorio. Al terminar, colocó las dos páginas en la mesa de noche que estaba tras ella y luego se metió en la cama. Esa noche no durmió bien.
A la mañana siguiente, ______ y Deanna fueron a Chatham y enviaron la columna por fax a Boston. Se publicaría en el diario un día después.
La mañana y la tarde las pasaron como el día anterior: fueron de compras, se relajaron en la playa, conversaron de trivialidades y tomaron una deliciosa cena. Cuando el diario llegó a la hora del desayuno, a la mañana siguiente, Deanna fue la primera en leerlo.
«Hace cuatro días, mientras estaba de vacaciones, encontré una botella en la playa con un mensaje profundamente conmovedor. No he podido olvidarlo y, aunque es algo distinto de lo que suelo escribir, en una época en la que el amor eterno y el compromiso parecen estar tan ausentes de nuestra vida, tengo la esperanza de que la encuentren tan significativa como lo fue para mí.»
El resto de la columna estaba dedicado a la carta.
—¡Maravilloso! —dijo cuando terminó de leer—. Ya impresa se ve mucho mejor de lo que imaginé. Vas a recibir muchas cartas por esta columna.
—Ya lo veremos —respondió ______ mientras comía un bagel sin estar muy segura de sí debía creerle o no a Deanna, pero todas maneras con curiosidad.
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ok ahora si ya que les deje las dos partes me voy las amo mucho mis loquitas BSS
ana_pau
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
ESTAOOSS IGUAALL!!!!... BUENO YO SOY DE MORELOS !!
PERO CUANDO CONFIRMARON FECHAS!!!!
GRITEEE COMO LOCAAA!!!
JAJAJAJAJAJA!!!!!..... LOS VEREMOOSSS DESPUES DE TANTOOO ESSSPERAARRR!!!!!!.....
Y BUENOOO!!!! ESPEREMOS QUE CUANDO SE ENTERE NICK NO SE ENOJE POR PUBLICAR SU CARTAA!!!!!... POR QUE SI SON DE NICK VERDAD????
AAAIII SIGUELAA PORFIISS
PERO CUANDO CONFIRMARON FECHAS!!!!
GRITEEE COMO LOCAAA!!!
JAJAJAJAJAJA!!!!!..... LOS VEREMOOSSS DESPUES DE TANTOOO ESSSPERAARRR!!!!!!.....
Y BUENOOO!!!! ESPEREMOS QUE CUANDO SE ENTERE NICK NO SE ENOJE POR PUBLICAR SU CARTAA!!!!!... POR QUE SI SON DE NICK VERDAD????
AAAIII SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Mensaje en una botella (Nick y tu) TERMINADA
JNLKASJDNKAJSND estoy Feliz Por Vos!!! sabia que los Jonas no dejarían fuera a México de su tour!! yo también los voy a ver cuando vengan a Argentina, aunque tambien queria comprarme el paquete vip no pude :/ pero estoy cerca de ellos y eso me pone feliz :). Volviendo a la Novela! espero que Nick no se enoje cuando publiquen la carta, y que ella se pueda encontrar con el pronto asldkjaksjdnaskd siguela!!! me gusto mucho la nove!!
Invitado
Invitado
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