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Mensaje por beautifuliarx Dom 05 Ago 2012, 1:43 pm

Nombre: Destino.
Autor: Alba.
Genero: Fantasía/Romance/Acción
Adaptación: Ninguna. La historia está escrita por mi. No plagios...
Advertencias: Ninguna.
Otras páginas:
Aquí y aquí.


Última edición por beautifuliarx el Lun 06 Ago 2012, 1:04 pm, editado 2 veces
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Mensaje por beautifuliarx Dom 05 Ago 2012, 1:47 pm



1. PROGRESSIVUM.








Estaba sentada como un indio, con los codos apoyados en las rodillas y mis manos sujetando mi cara. No. Esto no tiene ni pies ni cabeza.
—Vamos, andaaaaa. ¿Qué puede salir mal?
¿Que qué podía salir mal? Todo. Absolutamente todo. Era una idea descabellada. Quizá ella quiera ir, cosa que entiendo. Pero, ¿yo? Yo ahí no pinto nada.
— Oye, no puedo leerte la mente, ya lo sabes. No te quedes callada, dime algo.
Claro que no. Ally no puede leerme la mente. Soy la única con la que no puede usar su habilidad. O bueno, así lo llaman. Habilidades. Como si de algo bueno se tratara. ¿Qué tiene de bueno leer la mente? Imagínate. Todo el rato escuchando cosas que no quieres escuchar. Menudo asco. Pero claro, eso a Ally no le pasa, ella lo controla. O bueno, la mayoría del tiempo. Muchas veces me he enterado de cosas que, sinceramente, preferiría no saber, tan solo por el hecho de ser su mejor amiga. Pobre Ally. Aún recuerdo lo mal que lo pasó.
—¡Tierra llamando a Evelyn! ¡Eve!— salí de mi ensoñación mientras Ally me zarandeaba como una posesa. Sus manos me hacían daño en los brazos (A veces puede ser un poco bruta) así que puse mala cara y me solté de su agarre.
—¡Ay, para, para, para, me haces daño Allison Marie! — Ally me soltó pero me miraba con mala cara, claro, odia que la llamen Allison Marie, así la llaman siempre en el instituto y, bueno, en su gremio. Ally se apoyó en el cabecero de mi cama, totalmente recta, su pelo rubio, prácticamente blanco, estaba sujeto en una trenza de espiga a un lado que le llegaba por la cintura y sus grandes ojos verdes me miraban con un fingido enfado. ¿Os he dicho que Ally es una pésima actriz?
— Odio que me llamen así, no sé cuantas veces te lo tengo que repetir. Ya tengo bastante con aguantar a los profesores, además del gremio entero. ¿¡Qué les cuesta llamarme Ally?! ¡O incluso Allison! — Ally levantó los brazos y miró hacia arriba, como suplicando. Cuando volvió a su posición normal se cruzó de brazos y se sopló un poco de flequillo que le impedía ver. Con su mirada pude ver que se había acordado de lo que estábamos hablando. Vaya. Y yo que pensaba que ya se le había olvidado. Tonta de mi. — ¡Ey, no me distraigas! En serio Eve, ¿Qué puede salir mal? ¡No pierdes nada!
— ¡Todo! Todo puede salir mal. Desde el hecho de que soy un desastre conociendo gente hasta el sencillo hecho de que no tengo ninguna maldita habilidad.
Y era verdad. No la tenía. De mi instituto, creo que soy la única que no tiene una. Todos pueden hacer algo, leer mentes, transformarse en otros, telepatía, telequinesia, crear emociones, tener visiones e incluso tener una mente súper desarrollada. Yo no hago nada de eso. Sencillamente no hago nada. A mis dieciséis años aún no he desarrollado ninguna habilidad. Mamá ha llamado a los mejores neurólogos, médicos y psicólogos para ver si podían ver qué me pasaba. Pero todo está en orden. Se supone que tenía que haber desarrollado la habilidad a los doce, pero no pasó nada. Después de tragarme ocho años de preparación física, psicológica y emocional, no pasó nada. El día de mi cumpleaños número doce, me llevaron a las cabinas, una especie de edificio en la que meten a todos los niños que cumplen dos doce durante un día. Hay muchas habilidades que son peligrosas si no son controladas, así que allí te conectan a unas máquinas y te mantienen durante un día encerrado ahí. Sí, es muy deprimente, te tienes que pasar el día de tu duodécimo cumpleaños metido en una habitación siendo observado por tres doctores diferentes. En mi caso, no paso nada. Pero todos los meses tengo la obligación de ir allí, para que me revisen por si algo ha cambiado. Nunca pasa nada. Simplemente me tumban y me conectan a esos odiosos cables. Ally me contó que a ella, pasaron 13 horas hasta que le llegó. Desde la medianoche hasta la una del medio día estuvo ahí tumbada, sin hacer nada. Dice, que cuando pasó, oyó un montón de voces en su cabeza, y no solo voces, imágenes, para ella fue el peor día de su vida, a pesar de haber estado más que preparada para ello. Es normal, no sabes qué esperar, nadie sabe lo que le toca, aunque normalmente, suele depender de tu genética, los padres de Ally no tienen ese poder, pero su abuela lo tenía, así que había probabilidades de que pasara. Después de eso, pasas dos años enteros dando clases sobre tú habilidad y hasta los catorce años no te dejan un solo día sin visitar las cabinas. Me alegro de que a mi no me pasara nada.
— Eve, sí tienes habilidad. Todos tenemos una. Lo que pasa es que tú…bueno, tú aún no la has desarrollado.
— ¡Y cómo explicas que ninguna habilidad funcione conmigo! ¡Admítelo Ally! ¡Soy una mundi y ya está! — Le grité por fin. Ally se levantó echando leches y me apuntó con el dedo mientras su cara se ponía roja de furia.
—¡NO! ¡NO LO ERES! ¡DEJA DE DECIR QUE ERES UNA MUNDI CUANDO NO-LO-ERES! — Sus gafas se bajaron un poco por el tabique de su nariz, y su flequillo volvió a ponerse en su vista. Odia que lo diga. Que soy una mundi, quiero decir. Los mundi son como…por así decirlo un desecho social. Nadie quiere un hijo mundi. Nadie quiere un amigo mundi. Sencillamente, nadie quiere a un mundi. De ahí a que mi padre y yo no nos hablemos, prácticamente. Él es una pieza importante, es uno de los científicos más importantes de la ciudad. ¿Por qué? Por formar parte de la Sociedad Renacida. Un grupo de gente (bastante limitado) que han podido desarrollar dos o más habilidades. Creo que tan solo ha habido unos 520 Renacidos en Detroit desde que todo esto comenzó, actualmente tan solo hay 42 Renacidos y en la ciudad somos más de 880.000 habitantes. Se supone que me debería de sentir afortunada de tener el padre que tengo. Pero nunca me he sentido así. Papá esperaba que alguno de sus hijos fuera un Renacido y aunque Chris se acerca bastante gracias a su mente súper desarrollada, no es suficiente, por eso, tenía altas expectativas conmigo. Chris es tres años mayor que yo y ahora trabaja con papá en los laboratorios de Detroit. Lo bueno de todo esto es que aún le queda Lindsay, que es seis años menor que yo, para él, Lindsay es su niñita, su amor, su ojito derecho. Sí, la tengo envidia. Por que yo también quiero tener un padre que me aprecie.— ¡ES IMPOSIBLE QUE SEAS MUNDI! ¡TU PADRE ES UN RENACIDO Y TU MADRE HIJA DE UNO, EL PORCENTAJE DE QUE SEAS UNA MUNDI ES PRÁCTICAMENTE CERO, ASÍ QUE DEJA DE DECIR CHORRADAS, YA! ¡LOS MUNDIS NO SON NADA! TÚ ERES EVELYN DENNING, NO UNA MUNDI ASQUERO…— Ally seguía gritándome, con cara de enfado. La quiero mucho, pero a veces, parece mi segunda madre. O prácticamente, mi madre. Ally se niega a que yo sea una mundi, pero cada vez mis dieciocho se acercan más rápido y ya me veo viviendo a unos 100 kilómetros de Detroit, desterrada por ser una mundi. Lo bueno, viviré con la gente como yo, lo malo…perderé todo lo que quiero. Mi familia, mis amigos, e incluso el dejar la ciudad me duele. Me entran ganas de llorar de solo pensarlo. Noto mis ojos llorosos. No, mierda, no con Allison aquí —Oh, Eve…Lo siento, lo siento mucho, no pretendía que…Joder. — Ally se agachó y me abrazó, a su lado yo parecía mucho más pequeña. Ally es muy alta, mide casi 1.80 y es delgada pero sus curvas son de vértigo. Además le encantan los zapatos de tacón, aunque ahora lleva sus Converse rosas, desgastadísimas y sucias. Incluso con sus vaqueros más feos y su camiseta ancha se ve guapa. Todo le queda bien. A su lado soy…bueno, una mundi. Somos muy diferentes, yo tengo el pelo castaño oscuro, prácticamente negro,
y una tez muy clara, como mi padre, y tengo los ojos grises, como mi madre, desgraciadamente, también he heredado alguna que otra peca de ella. No soy alta, no llego al 1.65. Pero si soy delgada, no tengo muchas curvas ni mucho pecho tampoco. Debe ser que en vez de heredar eso de mi madre, decidí quedarme con sus pecas (que a ella le quedan muy bien con su pelo cobrizo) y su altura.
Noto que el agarre de Ally se afloja y se me queda mirándome, sus ojos también están llorosos (es muy sentimental) y su boca está en una línea recta.
—No pasa nada, Ally. — Ally me sonríe, pero su sonrisa no llega a sus ojos. Se vuelve a sentar frente a mi, en mi cama, sentada como un indio y sujetando el folleto que trajo hace un rato. El culpable de nuestra mini-discusión. Maldito folleto. Espera a que te pille.
—Eve…Por favor, dale una oportunidad. Por mi, por tu mejor amiga del alma, por la mejor amiga del mundo mundial. Por la mejor amiga que siempre está contigo, por la mejor amiga que tienes desde que tenías cuatro años, por esa a la que llamas a las cuatro de la mañana por que no puedes dormir. ¿Lo harás? ¿Lo harás por mi, Eve?
—Eres una exagerada.
—Ptfff, me dirás que es mentira lo que acabo de decir…—Vale, sí, la conozco desde que tenía cuatro años…pero, ¡Solo la he llamado una vez a las cuatro de la mañana! La otra fue a las dos. Y fue por que había recibido un mensaje del chico que me gustaba.
—No sé, Al. No me convence esa…cosa.
—Por Dios, Eve. No es una cosa, es un instituto.
—No, no no no. No es un instituto. Es el infierno materializado.
—Es un instituto. Te ayudarán a encontrar tu habilidad y a controlarla. Y entonces sabrás por que no te afecta ninguna habilidad. ¡Eve! Tiene a los mejores científicos de Nueva York y además dice Rose que los profesores están buenísimos.
—¿Tú te irías de aquí? ¿Dejarías a tu familia? ¡A tu gremio! —dije, dramáticamente, para ver si cambiaba de idea.
—¡Pues claro que sí! Tú sabes lo mucho que odio este sitio, Eve. ¿Mi familia? ¿Qué familia? Pagaría por alejarme de mi padre y esa estúpida novia suya, y mi hermana Rose vive allí, estudió allí cuando tenía 16, ¡justo como tú y yo! ¡Y mírala ahora! Vive en Nueva York, con su novio y es feliz. —Bueno, ella tiene sus razones para irse…A su padre le daría igual que se fuera, igual que hizo con Rose hace cuatro años. Desde entonces ella estaba deseando cumplir los 16 para poder entrar en ese instituto. Pero yo…yo tengo aquí a mi familia. Aunque, ¿Qué será de mi, si la única amiga que tengo…se va? Vale, no es mi única amiga, pero ciertamente, es casi así. Bert no cuenta como amigo. Y tampoco Violeta.
Ally sacó su teléfono de su bolsillo y revisó la hora y un mensaje. Seguro que es su madrastra/bruja diciéndole que vuelva a casa ahora mismo, que va a anochecer.
—Uggghhh, ya está la vieja pesada otra vez. ¡Ya van dos veces que me envía un mensaje! ¿Cuándo se dará cuenta de que paso de ella? — guardó su teléfono en su bolsillo trasero mientras se levantaba y se subía las gafas que se le habían vuelto a bajar a su tabique, he de decir que esas gafas negras de pasta que se acaba de comprar le sientan muy bien. —Bueno, Eve, me tengo que ir. Te dejo aquí el folleto. Míratelo, léelo y piénsatelo, ¿quieres? Dale una oportunidad al menos. —Me da el folleto y yo lo dejo en mi cama mientras me levanto para acompañarla hasta la puerta. Bajamos las escaleras y cuando estamos a punto de pisar el pasillo, aparecen Chris y papá, ambos vestidos aún con su bata blanca de los laboratorios.
—¿Y viste al becario? ¡Casi arruina el proyecto! Menos mal que Helen…¡Ey chicas!— dijo Chris, y aunque dijo chicas, solo miraba a Ally. A Ally antes le gustaba un poco mi hermano, aunque mi hermano siempre ha levantado las miradas de las chicas, tiene el pelo castaño claro, como Lindsay y ojos azul claro, como papá. Es alto y delgado, pero tiene el cuerpo desarrollado y unos músculos ligeramente marcados. Se parece mucho a mi padre, quitando el color del pelo. Él es un poco más alto, pero la forma de la cara es la misma, tienen la misma mandíbula y la misma nariz recta.
Christian siempre ha sido el chico perfecto y guapo que todas querían. Y de vez en cuando, un hermano espectacular. Cuando a los 12 se metían conmigo por no tener habilidad, él me defendía siempre. Ahora ya no se preocupa tanto por mi y mira mas por Lindsay, ahora se parece un poco más a papá.
—¡Hola, Christian! —Saludó a mi hermano con una sonrisa. Miró a mi padre, que tenía una pequeña sonrisa en la cara. — Hola señor Denning. — Parece que a mi padre le hizo gracia su saludo , por que abrió su sonrisa y mostró sus blancos dientes.
—Oh, vamos, Allison, creo que nos conocemos desde hace bastante tiempo como para que me llames Steve. —Allison agrandó también su sonrisa, un poco avergonzada.
—Claro, claro, señ..Steve.
—¿Vas a quedarte a cenar, Allison? Creo que Diane ha hecho lasaña.
—Oh, no, no. Mérida quiere que vaya en seguida, ya me ha mandado dos mensajes, no me gustaría enfadarla. —Nos dirigimos a la puerta mientras mi padre y mi hermano se despedían de Ally y una vez en el porche, Ally habló: — ¡Mira que viento hace! — Levantó un poco los brazos fuera del porche y noté como se movía su camisa. Hacía un poco de fresco, pero se estaba bien. — ¿No te encanta? —Me miró sonriente. De verdad, que Ally era la única persona que conocía que le encantaban las tormentas con mucho viento, y cuando había unos cuantos rayos, se volvía loca de felicidad. Yo prefiero los días lluviosos. Levanté mis cejas intentando decirle «Tía, eres muy rara…» Y parece ser que no lo entendió, por que su sonrisa se hizo más grande—Bueno, Eve, me voy ya, por favor. Por favor. Por favor. Piénsate bien lo del Instituto, ¿vale? — Me encogí de hombros.
—Me lo pensaré, pero no te prometo nada…No acaba de gustarme la idea, Ally, ya lo sabes… —Dirigí la mirada hacia la calle y miré a los coches pasar. Me gusta mucho mi barrio. Es tranquilo y…bueno, privilegiado. La casa de Ally no estaba muy lejos, solo a una manzana de la mía. Sus padres no eran Renacidos como el mío, ni tenían ningún antepasado que lo fuera, pero Rupert, el padre de Ally, es un gran empresario aquí en Detroit y tienen mucho dinero.
—Bueno…Eve, me voy, que la petarda me acaba de enviar otro mensaje. Dale un saludo a tu madre de mi parte. — Me saludó con la mano mientras se alejaba por la calle hacia la derecha y yo le correspondí el saludo, giré sobre mis talones y me volví hacia casa. Entré en la cocina y abrí la nevera. ¡Mierda! Mamá aún no ha comprado zumo. Cerré la nevera y vi que Lindsay entraba en la habitación, enfurruñada y con su uniforme escolar puesto, ella ha empezado las clases antes que yo, así que lleva, lo que es una semana enfadada con todo el mundo, suelta su mochila al suelo y aparece mamá unos segundos después cargada con bolsas de la compra. Me apresuro a ayudarla y ella me sonríe a modo de gracias.
—Es que…¡mamá! ¡Roland es un idiota!— Mi madre empezaba a sacar la compra de la bolsa cuando se giro para mirar a Lindsay con el ceño fruncido.
—¡Esa boca, Lind! — Lindsay se sentó en la sema y se cruzó de brazos.
—¿Qué pasa? —dije, curiosa de saber qué estaba pasando.
—Ese idi…Roland. Roland me tiró el mi comida en el recreo y—
—Lindsay, no hace falta que se lo di—
—¡Mamá, tú siempre dices que no se interrumpe cuando se está hablando! ¡No me interrumpas, jope!
—Pero, no creo que—dijo mamá de nuevo, mirándola con cara de súplica.
—¡Mamá!—volvió a decir Lindsay para que no la volviera a interrumpir.—Bueno, Eve, que Roland me tiró la comida en el recreo y empezó a decirme que yo iba a ser una mundi, justo como tú, pero yo…¡Yo te defendía, Eve! Y luego vino la idiota de su hermana mayor y…—Esta vez le interrumpí yo. Lo que me faltaba. Que ahora se burlaran de mi hermana pequeña por mi culpa.
—¿Quién es su hermana mayor? ¿Cuántos años tiene? —Estaba más que furiosa. ¡No tienen derecho a meterse con mi hermana!
—Es Isabel, Isabel Derry. Creo que tiene tu edad mas o menos. No sé, Evelyn.
¡Isabel! Esa…¡Será imbécil! Justo tenía que ser ella.
—Da igual, Lind. No dejes que te digan esas cosas.— Me agaché y me puse a su altura.— Tú no eres igual que yo, eres totalmente diferente. —Mamá seguía colocando la comida, aunque yo sabía que estaba atenta a nuestra conversación. Revolví un poco el pelo de mi hermana y le sonreí. — Esto no volverá a pasar. Te lo prometo.

Después de colocar la comida con mi madre, en un muy incómodo silencio, subo a mi habitación con las dos bolsas que me ha dado. Me ha comprado ropa, ya se acerca el nuevo curso y la ropa del año pasado no le parece suficiente. Abro la bolsa y veo dos pantalones vaqueros y una sudadera blanca. En la otra bolsa hay una caja de zapatos. Seguro que son las Converse rojas que le pedí. Las últimas se me rompieron haciendo el idiota con Ally.
Cuando me pruebo los pantalones y me miro al espejo me doy cuenta del progreso de mis brazos. Llevaba ya un mes y medio haciendo algo de ejercicio. De ahí a que tenga menos pecho de lo normal y unos brazos un poco esculpidos. Era la única forma de desahogarme. No me gusta que Ally escuche todo lo que me pasa. No es mi psicóloga personal. Para eso ya esta Amanda. Ella es con la que hablo todos los meses. A veces es un poco pesada, pero sabe como tratarme. En los últimos años me ha ayudado mucho.
Mirando de nuevo mi reflejo me quito los pantalones y me pongo mi pijama.
Esa Isabel se va ha enterar de lo que es bueno. Me imaginé a mi misma dándole un buen golpe en la cara a esa imbécil. Nadie se mete con los míos.
Me siento en la cama y cojo en folleto de Ally. En la portada del folleto sale un instituto, bastante bonito, rodeado de unos jardines verdes. El edificio se ve al fondo, y justo en medio de la portada hay una fuente de la que sale agua. Se ve a algunos alumnos sentados, con sus libros en las rodillas. Abro el folleto y leo lo que pone:

El Instituto Regional de Nueva York fue fundado por Edmund Felds, un científico enamorado de la ciencia y sobretodo de la Sociedad Progressivum, seres humanos con capacidades extraordinarias.
El centro tiene como propósito mejorar estas capacidades. Mejorar el control su buen desarrollo. Guiar a los alumnos de un modo independiente con nuestro profesorado.
El centro tiene unas plazas limitadas. Cada alumno que quiera ingresar deberá pasar unas pruebas de acceso y entregar los papeles requeridos.
Actualmente, tenemos 2500 plazas que se deberan reclamar el próximo 15 de Septiembre, para empezar el curso dos semanas después.


¿¡El 15 de Septiembre?! ¡Pero si tan solo falta una semana para eso! Maldita Allison.
Miro la siguiente página del folleto y me encuentro dos fotografías, la primera, un edificio lleno de ventanas y pequeños balcones. Parece una residencia. Y en la siguiente foto, salen canchas de bascket, tenis y voleyball, un campo de futbol, un gimnasio, una piscina interior y un campo de béisbol y rugby. Wow. Parece que es grande el campus.

La residencia consta de 1250 habitaciones, 625 para hombre y 652 para mujer. La residencia está dividida en dos secciones, como han podido observar, una para las mujeres y otra para los hombres. Ambas secciones tienen una sala común, un baño para cada habitación, que será para compartir, y salas específicas para cada gremio de Progressivum.
El campus tambien consta de sus zonas deportivas, donde los alumnos podrán pasar el rato libremente, siempre y cuando esté dentro de sus horas libres.


Paso la hoja y veo un texto larguísimo que trata de como fue fundada y fotos antiguas, no me pareció interesante, asi que pasé la hoja, y vi que era la última. Había una página web, asi que abrí mi ordenador portatil y tecleé hasta encontrarla.

Los requisitos eran más que obvios, ser miembro de la Sociedad Progressivum. Yo soy miembro, de momento, claro. Casi todas las grandes ciudades son únicamente para los Progressivum, menos alguna que otra por ahí, pero tanto Detroit, como Nueva York, Chicago, Los Ángeles, San Francisco, San Diego, Portland, Seattle, Dallas, Boston, Atlanta, Phoenix y muchas otras ciudades grandes son únicamente para nosotros. Los mundis son desterrados al cumplir los dieciocho.
Y, por supuesto, tener una habilidad. Aunque justo al lado, había una interrogación, le di click, y aparecí en una página que tenía como título:

CASOS DE SUBDESARROLLO.
Hay Progressivum que tardan más de lo normal en desarrollar su habilidad. En estos casos, las pruebas de acceso son más intensivas, así como los tests Psicológicos.
Los resultados de estas pruebas serán sumamente confidenciales, pues es importante para el bienestar de alumno.
Por favor, si es usted un alumno en subdesarrollo, debe presentarse en el mismo instituto para rellenar los papeles necesarios.
Un cordial saludo del Director General de Casos de Subdesarrollo, James Morgan.


—¡Evelyn, la cena! —me llamó la voz de mi hermano desde la escalera.

Una vez sentados en la mesa, todo era como siempre, mamá y Lind hablando, papá y Chris hablando, yo en un extremo de la mesa, excarvando en mi comida. Me daba miedo decírselo a mi padre, no sabia como iba a reaccionar. ¡Díselo de una vez!
—Papá.
Todos callaron en la mesa. Yo nunca hablaba. Esto era nuevo.
—Perdona, ¿Has dicho algo, Evelyn? —papá me miraba molesto, como si fuera una pequeña mosca molestando a la hora de cenar.
—Sí, papá, quiero ir a estudiar a Nueva York. —Papá levantó la ceja izquierda y me miró como si acabara de soltar una broma que no tenía gracia.
—Ajam, muy bien. Pues cuando cumplas los dieciocho, si es que puedes ir a Nueva York, irás. —Oh, claro, él creía que yo hablaba de la universidad. Y claro, el pensaba que para entonces, yo no pudiera entrar en ninguna ciudad Progressivum.
—No, papá,—Dije, mientras metía la mano en el bolsillo de mi pantalon y sacaba el folleto. Se lo dí a Lind para que se lo pasara. —Hablo de irme, ahora. De empezar este curso allí, en Nueva York. En ese instituto. —Papá ojeó el folleto con mala cara.
—¿No crees que es una idea descabellada? ¿Tú? ¿A un isntituto que tiene como proposito el desarrollo de tu habilidad? Evelyn, tú no tienes una.
—Lo sé, lo sé, papá. Pero Ally...Allison dice que su hermana fue allí y que tienen un profesorado especial para casos como yo. Que me ayudarán.
—No creo que puedan ayudarte más de lo que te están ayudando.
—¡Steve!—gritó mi madre. Estaba frunciendo el ceño y le miraba con cara dolida. A mi madre le dolía que me tratara así, pero tampoco podía culparle.— Steve, claro que pueden ayudarla más. Ese instituto es uno de los más importantes del pais. A lo mejor pueden ayudarla...
—No sé, Diane...—Ohhh, papá siempre dudaba con mamá. Ella le hacía flaquear, es su punto débil.
—Steve, es lo mínimo que podemos hacer por ella.
—Me lo pensaré.




—¡¿Qué se lo pensaría?!—Gritó la voz de Ally en el teléfono.
—Sí, que se lo pensaría.
Iba a matar a Ally. Mis instintos asesinos me llamaban ahora. Allison ha tenido el valor de llamarme a las ocho de la mañana.
—¡Ahhhh! ¡Eso es genial! ¡Estoy tan emocionada! —Ya la podía ver, con su pijama naranja y su pelo recogido en una coleta alta, en la cama tumbada y sonriendo como una idiota. — ¡Oye, tú! No te duermas. Dios mío, Eve. Eso significa que te lo pensaste.
—Pues claro que sí, idiota. ¿Cómo iba a dejar que mi mejor amiga se fuera de Detroit y yo quedarme aquí?
—Ohhh, eres la mejor amiga del mundo.
—Ya, ya. Lo sé. —Me froté los ojos con los dedos de mi mano libre y me coloqué el telefono en la oreja. —Ahora puedes...No sé...¿Dejarme dormir otra vez?
—Venga ya, no pretenderás que vas a dormir ahora. Oh no. Ya te digo yo que no, señorita Denning.
Oh no.
No.
No, por favor no.
—Señorita, le informo de que hoy, a las nueve y media de la mañana pasará la señorita Sanders, o sea se, yo, a buscarla, para ir preparando la ropa que deberá llevarse a Nueva York.
—Allison.
—Además, hoy, vamos a ver vuelos directos para dentro de unos días, para que vayamos a hacernos las pruebas de acceso.
—Allison. —Repetí de nuevo.
—Y... hoy hablaremos con mi hermana Rose para ver si nos puede dejar una habitacion mientras estemos allí.
—¡Allison, para!
—¿Qué? ¿Te parece mal mi plan? Ah, ya. Prefieres que vaya antes a buscarte. Bueno, pues si insistes iré a las nueve menos cuarto. Pero—
—¡Allison, mi padre ni siquiera me ha dado el visto bueno! ¡Para de hacer planes estúpidos!
Oí resoplar a Ally, incluso podía verla frunciendo el ceño y poniendo los ojos en blanco.
—Evelyn. Sabes perfectamente que cuando tu padre dice que no y tu madre dice que sí. Tú madre siempre gana. Y si hace falta...mis padres pueden hablar con los tuyos. En serio. Quiero que vengas conmigo...
—Y yo...—Quién hubiera pensado que iba a decir esto. —Yo quiero ir también.
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Mensaje por The Dreams Lun 06 Ago 2012, 11:19 am

¡Me encanta! Ya te lo dije en el otro foro pero te lo vuelvo a decir.
Espero que puedas colgar pronto el tercero, o el segundo ya que aquí todavía no lo has colgado.

P.D:
Deberías poner el otro foro en "Otras Paginas", por si acaso alguien piensa que es plagio.

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Mensaje por beautifuliarx Lun 06 Ago 2012, 11:37 am

2. LA VISIÓN.









—¿Y este?
Ally estaba cogiendo un vestido horroroso. Tenía un estampado con dos colores que no combinaban para nada además de que el corte del vestido era lo más feo del mundo mundial.
—Uggghhh, por Dios, Allison.
—Vale, vale,—Ally dejó el vestido donde estaba y se puso a mirar por la tienda.—Me parecía original.
—No, si original…era un rato. Pero de lo feo que era.
Al final Ally había venido a buscarme a las nueve y media y había convencido a mi madre de que pudiéramos ir al centro comercial. Nos habíamos recorrido solo tres tiendas y Ally ya tenía tres bolsas en una mano y tres en otra.
—Que alguien me explique, por qué narices aún no hay nada de la temporada Otoño-Invierno. ¡Estamos en Septiembre, por el amor de Dios!
—Cuando entenderás que siempre esperan a últimos del verano para vender todo lo que tienen de la temporada veraniega…—murmuré en voz baja. Cuando hago comentarios sobre moda Ally siempre me dice que me calle. Y bueno, es normal, yo no sé nada de moda. Casi siempre uso unos tejanos, Converse y una camiseta sencilla. No me gusta destacar. Pero Ally. Uy, Ally. A Allison Sanders le encanta la moda. Y básicamente todo lo que tenga que ver con ella. Le sienta bien cualquier cosa y rara vez va vestida como yo. Ayer fue un día raro por esa simple razón.
—Oye, Eve.
Oí la voz de Ally al fondo, pero estaba mirando a un bebé que estaba en brazos de su madre, el niño sonreía al verme, así que me puse a hacer caras raras para que se riera. Y lo conseguí.
Cuando el niño rió, su voz se volvió grave. Como la de un chaval de dieciséis o diecisiete años, mi visión se volvió borrosa y veía una imagen de un chico, con sus amigos. Todo normal, si no fuera, por que el chico esta rodeado de botellas de alcohol y cigarros.
Había gente bailando y fumando. Casi pude oler el ambiente cargado y asqueroso del lugar.
Luego se desvaneció.
—¡Evelyn!
Pestañeé varias veces antes de volver a mi ser. La respiración se me había agitado y el bebé de antes ya no estaba ahí con su madre. En su lugar estaba Ally, mirándome con el ceño fruncido.
—Ey, ¿estás bien?
Agité la cabeza un par de veces y me pasé las manos por el pelo, nerviosa.
—Sí, sí, creo que sí.
—¿Se puede saber qué te ha pasado? Te has quedado mirando al bebé como una pánfila.
Incliné mi cabeza y llevé mi mirada al suelo. Ya no había botellas, ni colillas de cigarros.
—Oh no. No, no, no. No puede ser que el instinto maternal te haya llegado tan pronto. ¡Por Dios Evelyn, tienes dieciséis años! ¿En qué estás pensando?
Miré a Ally con los ojos abiertos como platos.
—¿¡Pero qué dices?! No, Ally, no, nada de eso.
—¿Entonces, qué? ¿Me lo vas a decir hoy, o mañana?
—Sí, pero mejor vamos a tomar un café al Starbucks y te lo cuento.



Llegamos al Starbucks y ambas pedimos un frapuccino de crema con caramelo, nos sentamos en una mesa y le empecé a contar exactamente lo que pasó.
—Eh, eh, eh. Para el carro. ¿Me estás diciendo
que…básicamente…has tenido…una visión? —Dijo Ally aún con la pajita en su boca.
—Pues…pues…No lo sé. A lo mejor.
Por un momento pareció como si Ally se hubiera puesto seria pensando en algo, pero luego al momento soltó su vaso y sonrió.
—Entonces, ¡Eso significa que tienes la visión! ¡Tienes una habilidad!
—Alto, alto, alto, alto. No. No significa que tengo la visión. No sé que he visto. Ten en cuenta que son a penas las diez de la mañana, Allison.
—¿Y qué? ¡Estás más que despierta!
—No, Ally. No sé si lo que he visto es verdad o me lo he imaginado. Normalmente las primeras visiones son menos fuertes, son casi irreales. —Los Progressivum que tienen habilidad de la visión narran sus primeras visiones como algo irreal, como algo surrealista. Algo que es prácticamente imposible que pase. Bert me contó que se vio a si mismo montando en un caballo azul.
Lo que yo he visto era real. Lo que yo he visto era a ese bebé, dieciséis años después. Era real. Lo sé.
—Ya pero…Pero ¿Y si la cosa fuera diferente contigo? Y si…¿Si el hecho de que tengas ADN de un Renacido afectara en tu habilidad? Chris es muy inteligente. Más que los que tienen su misma habilidad. Quizá es cosa de tu ADN, Eve. ¿Nunca te lo has preguntado?
Pues no.
—¡Pues claro que no! ¡Nunca antes me había pasado cosa igual!
—Bueno, bueno. Tranquilízate , ¿quieres?
Aún trataba de calmarme, pero las manos seguían temblándome y aún podía oler el tabaco del ambiente.
—Es que…Ally. Era tan real…
—Sólo era una visión,—Ally me puso las manos encima de las mías, intentando tranquilizarme.—Mira, cuando vayamos a ese instituto verás como todo irá bien. Te van a ayudar. De verdad.
No contesté. Miré a través del cristal que separaba la cafetería del exterior y miré a las personas pasar.
Si tan solo pudiera ser como ellos…


Cuando volví a casa, me tiré en el sofá. Era casi la hora de comer así que esperé a que mi madre y mi hermana llegaran, ya que hoy Lind salía mas pronto.
Ally me llevó a casa después de comprar un rato más y hacerme olvidar momentáneamente mi visión.
No sé cuanto tiempo estuve tumbada en el sofá, pero un rato después oí las llaves girando a través de la puerta.
—¡Mamá, te juro que no le he hecho nada! Él solo vino y…—no oí lo siguiente por que mi madre gritó mi nombre como una loca.
—¡EVELYN DENNING, VEN AQUÍ AHORA MISMO!
Algo iba mal.
Realmente mal.
Corrí hacia la cocina y encontré a Lind con unos pelos de loca, su coleta hecha un asco y su camisa blanca del uniforme hecha jirones en las mangas.
—Pero…¿Qué narices…te ha pasado?—le dije con los ojos prácticamente fuera de las orbitas.
—Eso me gustaría saber a mi.
La voz de mi madre era fría. Muy fría. Bajo cero, diría yo. Levanté la mirada y la encontré apoyada en la encimera, con los brazos cruzados y mirándome. Su pelo estaba recogido en una coleta alta y su pelo caía por su espalda, totalmente liso. Maldita sea, por que no he heredado ese pelo. Te odio, mamá.
—¿Qué?
—¿Que qué? ¿Me vas ha contar por qué has pegado a Isabel Derry?
Perdón.
Creo que no he oído bien.
¿Yo? ¿A Isabel?
—¿¡Queeeeeeee?! ¡¿Yoooo?!
—No, Evelyn. El vecino de enfrente.
Lind se giró a mirar a mamá.
—Pero mamá, si ni siquiera tenemos vecin—
—¡CÁLLATE, LINDSAY!—la interrumpió mamá, gritando como una loca otra vez. Lindsay esta vez, levanto los brazos y se fue de la cocina.
—¿Y bien?
Estaba alucinando. Realmente este día no me está saliendo demasiado bien.
—Mamá, realmente, no sé de qué estás hablando.
—A veces odio no poder leerte, Evelyn. —Mamá nos lee. Literalmente. Su habilidad es identificar la verdad de la mentira. Yo soy la única que puede mentirla sin que se de cuenta. E incluso a veces, se da cuenta. —Evelyn, no me mientas. Roland ha dicho que su hermana ha dicho que tú la pegaste un puñetazo. No lo creíamos. Hasta que llegó y entonces vi su media cara hinchada. No mentía, Evelyn. Isabel decía la verdad cuando ha dicho que la golpeaste.
Pero eso es imposible. Yo no he golpeado a Isabel. Lo recordaría. No, estoy segura. Yo no he golpeado a esa idiota. Por muchas ganas que la tenga.
—Mamá…yo…
—Ahórrate tus disculpas. No quiero que vuelvas a ponerle la mano encima a nadie. ¿Me oyes? —Mamá se acercaba muy despacio a mi. Ella era más alta que yo. —Ya te lo dije con Kendall. Y te lo repito con Isabel. La próxima vez que—
—¡Mamá te juro que no la he golpeado! ¿Cuándo iba a hacerlo? ¿Ayer por la noche? ¿Mientras dormía? ¡Mamá no he vuelto a golpear a nadie después de Kendall!
Y era verdad. En mi vida solo había pegado a una persona. Y habíamos acabado tan mal las dos, que decidí no volver a hacerlo.
—Isabel no mentía, Eve. Ya te lo he dicho.
Pero eso es imposible. Algo va mal. O ella sabe mentir muy bien. Tan bien como para que mi madre no se entere, o la habilidad de mi madre ha fallado. Tonterías. Las habilidades nunca fallan.
—Ya te lo he dicho, mamá. No he golpeado ha nadie. No he tenido oportunidad de hacerlo. ¡No veo a esa imbécil desde que terminó el curso pasado, mamá!
—Se ha terminado esta charla, Evelyn. Vete a tu cuarto.



¡Es increíble!
¡Lo que me faltaba! Que me culparan incluso de las cosas que no hago.
Esto es el colmo. El como de los colmos.
Ptfff, ayer ni siquiera pensé en Isabel. Solo pensé en ella un momento con Lind y otro en mi cuarto.
No he tenido tiempo de golpearla.
Nunca la he golpeado.
Me puse mis guantes de boxeo y comencé a dar puñetazos al saco. Mi coleta se zarandeaba de un lado a otro cada vez que soltaba un puñetazo.
¡Este por mentirosa!
¡Y este otro por hacer que mi madre pensara algo que no es!
Y este…¡Este por que me da la gana!
Soltaba puñetazos, uno tras otro y otro y otro mas. Hasta que al final mis brazos me dolían y mis nudillos también de tanto golpear al saco. Mi respiración estaba agitada y el cabello fuera de mi coleta.
Chris apareció en el umbral de la puerta del gimnasio.
—¿Cabreada?
—¿Te parece? —Le miré con el ceño fruncido.
—Parece que sí. Sí, que lo estás. Mamá también está hecha una furia. ¿Qué ha pasado?
Era extraño que Chris se apareciera aquí y hablara conmigo, ya casi nunca lo hace.
Le conté lo que había pasado con mamá. Pero no mencioné nada de mi visión.
Tras contárselo se quedo mirándome con el ceño fruncido.
—¿Y tú dices que no la has golpeado?
No me creía él tampoco.
—¡Por el amor de Dios! ¿¡Cuándo iba a hacerlo!? —Me arranqué los guantes de boxeo y los arrojé al suelo para después tirarme al suelo y poner mis codos sobre mis rodillas y mi cabeza entre mis manos. — ¡¿Por qué nadie me cree!? ¿¡Por qué tengo que ser siempre yo la que miente o hace algo mal?!
—Eh, Evelyn, yo no te estoy culpando de nada. Solo te he preguntado. Creo que estás demasiado alterada.
Chris se sentó conmigo en el suelo.
—Yo creo en ti, Eve, lo sabes.
No, no lo sabía.
—Sí. —mentí.
—Creo que eres una buena persona y que si golpeaste a Kendall, fue por que se lo merecía. Mira…sé que no estamos tan unidos como antes…pero ya sabes, con eso de los laboratorios y todo ese lío. A penas tengo tiempo. —Miré en su dirección. Lucía abatido, tenía ojeras y los hombros caídos.
—Eh, Chris. No pasa nada. Ya soy mayorcita. Ahora Lind te necesita más que yo. —le sonreí tímidamente y él me devolvió la sonrisa. — ¿Sabes? Te abrazaría. Si no fuera por el hecho de que estoy asquerosamente hecha un asco.
Me levanté del suelo y me fijé en que Chris sonreía. Era una sonrisa de verdad. Nos miramos unos segundos y mi hermano, me cogió con el brazo y puso mi cabeza en su brazo y con su mano libre me revolvió el pelo.
—¡Ayyyy, mi Evy! ¡Qué ya se ha hecho mayooor!
—¡Suéltame, Christian!—le grité, pero a la vez reía.
Echaba de menos a este Chris.



—¿Y papá? —pregunté mientras metía un trozo de brócoli en mi boca.
Todos los demás en la mesa comían un filete de pollo con patatas. Yo soy vegetariana.
—Se quedó un poco más, estaba hablando con un tal, Scott Felds.
Casi escupo mi comida.
—¿¡Felds!? ¿Scott Felds? ¡Pero si ese es el director actual del Instituto Regional de Nueva York!
Y no lo comprendí hasta que lo dije en voz alta.
¡Papá estaba hablando con Scott Felds, por mí!
— Ah, ¿sí? Entonces a lo mejor si vas a ese Instituto tan guay.—Dijo Lind son sincera felicidad.
—¿Verdad que es guay?—Le dije a Lind como respuesta.
—Oh sí. Ya quisiera yo tener dieciséis años.
—Los tendrás, peque, los tendrás.—dijo Chris sonriéndole. Me tomé un momento en admirar a mis hermanos.
Joder.
Son iguales. El mismo pelo. Los mismos ojos. E incluso su sonrisa se parece. A ambos les salen unos hoyuelos monísimos en los mofletes cada vez que sonríen.
Mamá estaba en un silencio incómodo. Y digo incómodo por que mamá nunca está callada. Es mamá.
Seguro que está enfadada conmigo. Pues vale. Que se enfade. Yo no he hecho nada de todas formas.
Después de estar un rato en silencio, empecé a oír las llaves girando en la puerta.
¡Debe de ser papá!
Me aguante las ganas de levantarme de la mesa como una loca e ir corriendo con él. Primero, por que mamá se enfadaría y segundo, por que prefiero no molestar a papá.
—¿Hola? —pregunta la voz de papá, desde el pasillo.
—¡Hola papá! Estamos en el comedor.—Contesto Lind.
Mientras mamá iba a por el plato de papá, él entro en el comedor y nos saludo a todos. Cuando se sentó en la mesa, nos miramos.
—Evelyn, he hablado con el director de ese instituto. —Asiento, bajando la mirada a mi plato. —Además de con Rupert Sanders, el padre de Allison.
Oh Dios mío. Oh Dios mío.
»Y, tras una buena charla con el señor Sanders, he decidido dejarte ir a ese instituto. Te ayudarán más de lo que aquí lo hacen, él me explicó el caso de su hija Rose.
Ah, claro. Rose. Aunque Rose desarrolló su habilidad a los catorce pasó dos años horribles, hasta que a los catorce le llegó por fin. Rose desarrolló telepatía. Y su primer día lo pasó fatal, según Ally me contó, incluso llego a pensar que estaba loca. Que oía voces en su cabeza. No era capaz de controlarlas, hasta que, a los dieciséis, la metieron en ese instituto. Entonces Rose terminó siendo una de las mejores telepáticas de su gremio, y actualmente, lo sigue siendo. Además, trabaja como diseñadora de interiores y es muy famosa en Nueva York.
No puedo creer que Rupert haya convencido a mi padre.
Estoy tan feliz que me subiría a la mesa y me pondría a bailar como una loca.
Tengo que contárselo a Ally.
—Papá…¡No sabes cuán feliz estoy ahora mismo! —admití, con total sinceridad. —¡Muchas gracias por dejarme ir con Allison!
Y con esas, me levanté y cogí mi plato.
—¿No piensas comer más? —dijo mamá. En algún momento de mi conversación con papá ella se había sentado de nuevo en la mesa. Siempre es un poco pesada con el tema de la comida. Pero en fin, es mi madre.
—No, la verdad es que no tengo hambre ahora mismo.


—¡Hola, Evelyn, cielito! —El modo en que Mérida pronuncia mi nombre me pone los pelos de punta. Y no hablemos de ese cielito.
Tiene un acento sureño muy marcado, que puede quedar bonito en alguna que otra persona, pero no precisamente en ella.
Esos labios llenos de botox me dan un repelús que para que os voy a contar. Y esas extensiones de pelo rubias que le llegan hasta el culo no le sientan demasiado bien con su cara estirada.
Mérida es casi cuatro años mayor que Rupert, y, bueno, él ya está en sus cuarenta y muchos.
Un tiempo atrás, Ally y yo nos preguntábamos qué le veía a una mujer como ella. Pero era más que obvio.
Ese trasero y esa delantera son todo silicona.
Mérida es delgada y alta. Siempre lleva unos zapatos de tacón de vértigo y unos vestidos con mucho escote y demasiado cortos, para mi gusto.
No la odio. A veces es muy maja conmigo, aunque Ally no tenga la misma suerte de decir lo mismo.
—¡Hola Mérida! ¿Cómo estás? —Dije mientras pasaba al pasillo de la casa de los Sanders.
Su casa es muy parecida a la mía. Ambas tienen unos pasillos largos y muchas puertas que se quedan si usar durante mucho tiempo. Las dos tiene la cocina y el salón colocadas en el mismo lugar y son prácticamente del mismo tamaño. Papá puso una chimenea de leña en el salón y le hace parecer más pequeño. Nuestra casa es un poco más así a lo rústico. Sin embargo, la casa de Ally es totalmente moderna y sencilla.
El suelo es de un parquet claro, mientras que el mío es oscuro. Y las pareces de su casa varían entre varios colores, su salón está pintado de rojo y blanco, como la cocina, y cada habitación tiene un color específico. La habitación de Ally es de color verde pistacho y es muy grande, más que la mía.
Mi casa sin embargo tiene la mayoría de las paredes pintadas de colores crema, marrón y algunas incluso tienen piedra. Las puertas son oscuras, mientras que en casa de Ally, las puertas son blancas.
Mientras subía las escaleras me puse a admirar un nuevo cuadro que el señor Sanders había puesto justo al final de la escalera.
Esa pared era de color negra y había un montón de obras abstractas muy famosas. Rupert es un amante de todo lo relacionado con el arte, tiene una sala solamente para su gran piano de cola. Ally y yo solo lo hemos tocado una vez. Rupert es muy cuidadoso con ese piano. Además tiene una sala donde tiene un montón de lienzos y caballetes, algunos están siendo dibujados, otros siguen en blanco.
También tiene una sala de música. Ally y yo vamos mucho allí. Ella toca la guitarra, la batería y el piano. También el violín y el saxo.
Su padre la insistió mucho en que aprendiera a tocar y a cantar. De pequeña iba a coro todos los miércoles y viernes. Ally tiene una voz muy muy bonita.
Creo que el cuadro es de Joan Miró. Pero no estoy segura.
Se me da fatal arte.
Me dirijo al final del pasillo, donde hay una puerta y suena música y sé que Allison está escuchando November Rain de Guns N’Roses. Le encanta la música antigua.
Pero esa canción solo la escucha cuando la pasa algo.
Apresuro el paso a su habitación y la encuentro tirada en su inmensa cama con la música sonando a través de su equipo de música.
Su cama tiene un edredón tan grueso que casi no se la ve con tanto cojín y tanta manta.
La luz que pasa de su gran ventanal le da directamente en la cara y la mantiene con los ojos cerrados.
Seguro que ni me ha oído.
Admiro su habitación una vez más.
Sus paredes de verde pistacho y su parquet claro hacen que la cama y todos los muebles, que son todos blancos, destaquen muchísimo y le den un aire juvenil al ambiente.
Veo el mini pasillo que le lleva a su armario y su inmenso baño.
Y también a su gato Pearl encima de su cómoda, dormido.
Tiene el pelaje abundante y es gris, con unos ojos azules monísimos.
Luego está Ben, moviendo la cola mientras mira a Ally. Y me fijo de que ella tiene una pelota de tenis en la mano. Tira la pelota y Ben sale corriendo tras ella por toda la habitación. Ally deja caer su brazo y la mano le queda fuera de la cama, de modo que Ben pueda dejar ahí la pelota de nuevo.
—Hola. —Oigo su voz a través del cojín que tiene encima de su cara. —He oído a Mérida pensar que tus pantalones son horrorosos. —Oh, o sea que es así como me ha oído llegar. —Dime que no llevas puestos esos vaqueros andrajosos. —En realidad, los llevaba puestos. Pero no son tan feos. Solo son…unos tejanos viejos y desgastados. A mi me encantan. Ahora me quedaban un poquito anchos, por que había adelgazado, pero siguen pareciéndome bonitos de todas formas.
—No son tan feos…
Allison se quitó el cojín de la cara, con mala gana y levantó la cabeza para poder verme.
Me pregunto que pintas tendría.
Se había puesto a llover cuando iba de camino a su casa y además se había levantado un poquito de frío, así que me había puesto los pantalones, una camiseta de tirantes básica y una camisa ancha de cuadros azul. Y mis Converse negras.
—Por Dios, Eve. ¿Qué pensabas? ¿Qué ibas a ir a cortar leña al bosque?
Y no hablemos de mi pelo entonces.
—Aahhhhh, ¡tu pelo, Eve! —dijo, con cara horrorizada mientras se levantaba un poco y se ponía sobre sus codos.
—Me lo había alisado antes de venir,—dije, agarrando una goma que tenía en la muñeca y haciéndome una coleta alta, intentando arreglar el estropicio.—Pero ha llovido un poco y…
Ally se volvió a dejar caer en la cama.
—¿Qué te pasa?
—Ugh, ya sabes, esos días.
—Genial. Si quieres puedo quedarme y ver pelis coñazo contigo o si quieres puedo irme contigo al Instituto de Nueva York.
Ally giro la cabeza hacia mi como una loca y se levantó pero se quedó sentada en la cama.
—¿¡Qué?!
—Sí, ver pelis, tía. ¿Quién iba a decirlo? Evelyn Denning viendo pelis coñazo con su m—
—¡No seas idiota! ¿Me lo estás diciendo en serio? ¿Vas a venir de verdad? —me interrumpió Ally mientras me dio un golpe en el brazo derecho.
—¡Qué si, pesada! ¡Que sí que voy!
—¡Aaahhh! Eres la mejor amiga—
—Sí, la mejor amiga del mundo mundial. Lo sé. —La interrumpí, me lo había dicho tantas veces que ya me lo sabía de memoria. —Creo que mi papá sacará los billetes de avión para este sábado, y así poder ir el lunes a las pruebas de acceso.
—Oh Dios mío. Es de verdad, Evelyn. ¡Nos vamos a Nueva York! —dijo mientras me abrazaba, demasiado fuerte.
Nueva York, prepárate para recibir a Allison Sanders.
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Mensaje por beautifuliarx Lun 06 Ago 2012, 11:40 am

3.NUEVA YORK.









Y pensar que hace tres días estábamos en Detroit…
Los últimos tres días fueron puro papeleo, maletas y mi madre diciéndome:
—Ten cuidado, Nueva York es muy grande, no te descuides, que eres muy despistada.
El viernes Ally se quedó a dormir a casa y nos despertamos a las tres de la mañana para coger el avión a las seis y media. Le insistí a Ally en que era demasiado pronto, pero ella decía que su pelo tardaba en prepararse.
Papá se levantó una hora más tarde y los demás se despertaron a las cinco, para despedirse de nosotras.
Tan solo nos íbamos cinco días, para mi no era necesario todo esto.
—Pásalo bien, Evelyn. Y tráeme algún regalito, eh. —dijo Lind, aún con la voz ronca.
Chris me estrechó en sus brazos y se despidió de mi con un:
—Hasta pronto, Evy.
Y mamá me abrazó también, son sus brazos delgados y me volvió a repetir que tuviera cuidado. Una vez nos despedimos de todos, nos subimos al coche con papá y viajamos en silencio hasta el aeropuerto.
A la hora de despedirme de papá, para mi sorpresa, me abrazó y me dijo:
—Pasa las pruebas, Evelyn. Te van a ayudar.
—Lo haré, papá.
Seguimos abrazados un ratito más hasta que Ally dijo:
—Siento interrumpiros, pero, Eve, están llamando a nuestro vuelo.
Papá y Ally se despidieron con un pequeño abrazo y nos subimos al avión.
El viaje no duró más de dos horas y ambas nos dormimos nada más subir al avión. No era un avión grande, más bien pequeño, dos filas de tres asientos a cada lado.
Papá nos aseguro de que Rose y Peter, su novio, nos estarían esperando en el aeropuerto cuando llegáramos.



—¡Evelyn! ¡Evelyn, despierta, mira!—salí de mi sueño para encontrarme con Allison, señalando la mini ventanilla del avión, ella se había sentado a ese lado. Pero la hice prometer que al viaje de vuelta, iría yo ahí.
Madre mía.
¡Pedazo de vistas!
Todo eran edificios altísimos y más edificios. Sencillamente era lo más bonito que he visto.
—Es tan bonito que podría llorar de felicidad. ¡Estamos en Nueva York! —dije, sin fingir mi entusiasmo.
—¡¿Sabes cuantas tiendas geniales tiene que haber aquí?!
Para cuando me quise dar cuenta habíamos aterrizado y salíamos del avión hacia la sala donde Rose y Peter nos esperaban.
Cuando a Ally se le abrió la boca, sorprendida, supe a quién miraba. Dirigí mi mirada hacia la chica rubia y al chico alto que tenía al lado.
¡Esa no podía ser Rose!
La última vez que la vi llevaba sus típicas trenzas y se estaba preparando la maleta para irse a Nueva York, era una chica con muchas curvas, no es alta como su hermana, es mas bien como yo, solo que yo estoy más delgada y bueno, mi pelo es horrible comparado con el de las hermanas Sanders.
Ahora llevaba su pelo a la altura de los hombros, con un corte sencillo y un flequillo rectísimo. Con las mismas gafas que Allison usaba.
Se veía tan guapa.
El color de su pelo era el mismo que el de Allison, un rubio muy claro, casi plateado, pero se había dado algún que otro reflejo. Ambas tiene la misma mirada, esos ojos verdes grandes y la mirada felina, unas cejas finas, igual que sus narices y unos labios bien definidos.
Y el chico que tenía al lado.
Madre mía.
Si todos los chicos de aquí son así, yo me quedo aquí para siempre.
Tenía el pelo alborotado de un color rubio, castaño, raro.
No pude ver sus ojos desde donde estaba, pero juraría que eran marrones y tenia una nariz mas o menos grande, pero le sentaba bien con sus rasgos duros.
Tenia un cuerpo esculpido y, era muy guapo.
Y yo sabia que él lo sabía.
Tenía un aire de confianza en si mismo.
Ally soltó su maleta al suelo y salió corriendo a abrazar a su hermana. Yo, que me había quedado parada, cogí su maleta del suelo y me acerqué a ellas despacio, dándolas un tiempo para que se reencontraran. No me mola nada interrumpir en esos momentos.
—…estás altísima y guapísima. Oh, Ally…eres igual que mamá.—decía su hermana, toda emocionada. Ally se separó un poco para poder verla, estaba sonriendo y llorando.
—Bah, no digas tonterías, mamá siempre era mucho más guapa.
No es verdad. En realidad, Ally es igual que su madre. Rose se parece más a su padre, pero Ally era idéntica a Rachel.
Ally tenía una relación muy estrecha con sus padres, hasta que su madre tuvo el accidente y bueno…llego Mérida.
Y por fin, Ally y Rose se separaron y entonces Rose me miró y abrió los ojos como platos y la boca al mismo tiempo.
—¡Evelyn! —Y su abrazo me cogió por sorpresa. —Dios mío, no has cambiado nada.
—Supongo que…¿Gracias? —le sonreí tímidamente mientras se alejaba un poco de mi.
—Chicas, este es Peter, mi novio. Peter estas son—
—Rose Sanders y Evelyn Denning, lo has dicho más de tres veces hoy—dijo con una sonrisa en los labios, tenía los dientes perfectos. Los dientes más perfectos que he visto. —Chicas, os voy a llevar hasta el apartamento, y luego debo irme al trabajo. Es una pena que no pueda pasar la mañana con vosotras, pero de verdad que prefiero dejaros la mañana de chicas. —Todas reímos y le seguimos hasta el coche, en el aparcamiento.
Ally y Rose no paraban de hablar, yo estaba metida en mi mundo. Como de costumbre.
¿Qué habilidad tendrá Peter?
Cuando llegamos al coche Ally y yo fuimos directas a abrir las puertas.
—¡No! ¡No toquéis el…—Ally se había quedado parada pero yo puse mi mano en la puerta para abrirla. Una descarga me subió desde el dedo índice, me recorrió toda la columna y sentí como todos los pelos se me ponían de punta. Fue la peor sensación del mundo. Pegué un brinco hacia atrás y me topé con una columna en el aparcamiento. —…coche. —terminó Rose.
—¡Qué demonios fue eso! ¿Eve, estás bien? —gritó Ally.
—Sí. —mentí. Tenía la respiración ligeramente agitada y los ojos abiertos. Casi me quedo pegada a esa cosa infernal.
—El coche...está preparado únicamente para ser tocado con las manos registradas. Y como íbamos al aeropuerto active el sistema anti-robo…—Se disculpó Peter, con la mano en la nuca. Cuando Peter tocó el coche un montón de mini-rayos se dispararon alrededor del coche como si de una pequeña barrera se tratara, después los rayos y su luz desaparecieron cuando Peter quitó su mano. — Ya podéis subir.
Subimos al coche y Rose se subió al asiento del copiloto, yo detrás de ella y Ally detrás de Peter.
Todos estábamos en silencio. Pero yo ya no podía aguantarme la pregunta.
—¿Era esa tu habilidad? ¿La cosa esa que le has hecho al coche? —Peter me miró a través del retrovisor y pude ver que sonreía.
Bien.
No le había ofendido.
—No exactamente pero…algo así.
—Tiene un control sobre cualquier tipo de tecnología. —Nos explicó Rose, y digo nos, por que sé que Ally se moría por saberlo también.
—O sea, que eres como un tipo de cable eléctrico andante, ¿no? —dijo Ally.
Peter rió estrepitosamente ante tal comparación.
—Sí, algo así.
—¡Qué cosa tan rara! ¿Existe un gremio de eso?
—Claro que sí, Ally. —dijo Rose. —En Nueva York hay muchos más gremios que en Detroit. Es una ciudad más grande y con más personas. Hay todo tipo de habilidades aquí.
—¡Qué guay! —solté, sin darme cuenta.
—Sí, ¿Qué hay de vosotras chicas? ¿Cómo van esas habilidades vuestras? —Preguntó Peter. Ally me miró como diciendo «¿Empiezo yo?» Asentí con la cabeza.
—Bueno, —empezó Ally, sonriendo. —Yo leo los pensamientos de la gente. Y si me concentro, algún que otro recuerdo.
—Espero que no vayas por ahí escuchando todo lo que dicen, ha de ser un gran coñazo. —dijo Peter.
—¡Y qué lo digas!
—¿Y qué hay de ti, Evelyn? —me preguntó Peter.
¿Qué pensará si le digo que no tengo habilidad aún? ¡Pensará que soy una mundi!
¡Qué vergüenza!
—Yo…bueno, sigo en desarrollo.
Peter no pareció molesto, ni incomodo, nada de eso.
—Wow. Que extraño. Bueno, seguro que el Instituto te ayuda, ya lo verás.
Parece que ese instituto hace milagros o algo.



Después de que Peter nos dejara en su apartamento, se fue a su trabajo. Al parecer trabajaba en algún tipo de fábrica que hacía microchips para las máquinas súper avanzadas.
Y parece que cobra bien. Y también Rose.
Su apartamento es…simplemente espectacular.
Es todo blanco. Las paredes, el suelo, las puertas…todo.
El salón es muy grande, tratándose de un apartamento. Aunque claro, es un apartamento que está muy cerca del centro. Ha de valer un ojo de la cara.
Rose ha decorado su casa de modo que los muebles sean llamativos y hagan contraste con el color blanco de todo. Su sofá es de un color rojo vivo y las mesas y estantes de su salón son negras. La cocina tiene las encimeras de un color verde pistacho, como la habitación de Ally y la habitación en la que Ally yo nos quedaremos es de un fucsia precioso. Tiene una litera, con dos camas. Un escritorio con unas vistas preciosas y un armario muy grande, y un baño particular.
La habitación de ellos es enorme. Es toda de un color crema, que da un aire tranquilo a todo. Su cama es inmensa así como los ambos armarios, para él y para ella y un baño compartido. Su habitación tiene un balcón, no muy grande, pero si lo suficiente para salir a tomar el aire un poco.
Dejamos nuestras maletas en nuestras respectivas camas y nos fuimos a un restaurante cercano, que Rose prometía que era muy bueno.
El restaurante estaba casi vacío, solo había una mesa con unos cinco chicos que parecían ir a la universidad y una pareja de jubilados. Nos sentamos más cerca de los universitarios que de los jubilados y comenzamos a hablar sobre nuestras vidas en Detroit y Rose nos contaba para quién había trabajado. ¡Rose es súper conocida en Nueva York!
Mientras hablábamos con Rose, uno de los universitarios no paraba de pegar gritos en la cafetería, bebía café y comía una especie de magdalena de chocolate.
Justo cuando él iba a pegar un mordisco en su magdalena me miró y nos miramos durante un rato. Era feo. Realmente lo era. Casi asqueroso. Me hizo un movimiento de cejas que no me gustó nada y yo le levanté la ceja izquierda en respuesta.
Ojala y te salga un gusano de esa estúpida magdalena. Pensé.
Me imaginé su reacción, pero no me dio tiempo a reírme, por que el chico se había levantado a toda leche y había tirado su silla al hacerlo.
—¡¿Pero que cojones…?! ¡HABÍA UN MALDITO GUSANO EN MI MAGDALENA! ¿¡PERO QUE MIERDA DE RESTAURANTE ES ESTE?!
No daba crédito a lo que estaba viendo.
¿Realmente había un gusano en su magdalena?
Me eché a reír como una loca y Ally se tapaba la boca con la mano mientras reía conmigo.
—¡Tío! ¡Cálmate! —Dijo uno de sus amigos, mientras cogía la magdalena. —Eh, Klaus. Aquí no hay nada. —Dijo el mismo, a el chico.
—Tío, te juro que había un puto gusano en mi magdalena.
—¡Te lo has imaginado, pedazo de gilipollas! —Vaaaya. Qué vocabulario tan soez tienen por aquí. —¡Además me has tirado todo el café encima! —Allison tenía las manos en la tripa de tanto reír y Rose se limpiaba las lágrimas de los ojos mientras yo seguía mirando la escenita.
—¡No, no! ¡De verdad, que estaba ahí!
—Klaus, tío. —dijo otro, mientras se levantaba y dejaba un billete de en la mesa. —Vámonos anda.—Sus amigos le agarraron de los brazos y le sacaron del restaurante.
—¿Suele pasar esto muy a menudo? —Dijo Ally, sin poder controlar aún su risa.
—¡No! ¡Que va! —Rose tampoco paraba de reír.
Después de que nos trajeran la comida, empezamos a hablar sobre el tipo de pruebas que hacen en el Instituto.
—¿Son difíciles? ¿Qué te preguntan? ¿Es como algún tipo de examen? —le pregunté a Rose.
—No…Bueno, mas o menos. Una vez entran todos los que quieren una plaza y han entregado los papeles, cosa, que vosotras ya habéis hecho, ¿verdad? —preguntó ella, mirándonos expectante.
—Oh, sí. Papá se encargó de entregar nuestros papeles. —contestó Ally justo antes de que yo lo hiciera. —Mientras, Steve, su padre, sacaba los billetes y todo eso.
—Bien. Bueno, el caso es que cuando llegas ahí, te hacen pasar por un tipo de control, donde te dan un pequeño “pase”, por así decirlo, donde pone tu nombre, el color de tu gremio y un número.
—¡Pero yo no tengo gremio!
—Tranquila, Evelyn. Para casos como tú creo que hacen un tipo de procedimiento parecido, pero no del todo exacto. —explicó Rose. —Os irán llamando uno a uno y os harán las pruebas. En mi caso, me dieron una plaza para poder mejorar mi habilidad y desarrollarla en orden. Pero según sé, te hacen usar tu habilidad hasta el máximo, para saber cual es tu límite.
—¿Cómo que límite?
—Todo tiene un límite. Te pedirán que uses tu habilidad de un modo fuerte.
—¡Pero mi habilidad no tiene un estúpido modo fuerte! — se quejó Allison, que puso sus manos en su frente, sujetándose la cabeza.
—Ptfff, vaya que no. Rose, la última vez que no estudiamos para un examen,—comencé a decir. —Allison le robó de algún modo el recuerdo de que teníamos un examen a la profesora. Se quedó un poco trastornada. Pero funcionó.
—Eres una chivata.
—No, no. Está bien que me lo hayas dicho. Puedes usar eso como tu punto fuerte, Al.
—Sí, claro. ¿Y qué pretendes? ¿Qué le haga eso al que me examine? ¡Ni de broma!
—Obviamente no. Se lo harás al Sujeto.
Ay, madre.
¿Un…Sujeto?
—Te refieres a qué habrá ahí una persona que aguantará todos nuestros…ataques? —pregunté horrorizada.
—Sí, eso es exactamente a lo que me refiero.
—¡Pero eso es horrible!
—No, Evelyn. Esa persona forma parte de un gremio específico. Tienen la capacidad de crear una especie de armadura en su cerebro. Filtran las emociones, reconocen las cosas reales y las cosas que son externas, que no les pertenecen. Ellos le informarán al examinador de lo que has hecho, o intentado causarles. Y te pondrán una puntuación.
Sí, vale, genial. Pero, ¿y yo qué? Yo no hago nada.
Me siento tan fuera de lugar aquí…


—Vale, chicas. Os dejo para coloquéis vuestras cosas en el armario. Mañana vamos a salir y os voy a enseñar algunos sitios chulos de Nueva York. Si entráis en el Instituto, no podréis salir mucho. Solo los fines de semana, así que más vale que conozcáis algunos sitios a donde ir. —Y con esas Rose salió de la habitación. Y ambas dijimos a la vez:
—Me pido la cama de abajo. —dijo Ally.
—Me pido la cama de arriba. —dije yo.
Nos echamos a reír. Éramos tan distintas y a la vez tan parecidas.
Me subí a la parte de arriba de la litera y me quedé mirando a Ally mientras metía su ropa en el armario.
—Estoy nerviosa, ¿tú no?
¿Lo estaba? ¿Estaba realmente nerviosa?
—No, la verdad es que no. No pueden hacer nada conmigo.
—No digas eso. Ya sabes que algo te van a hacer, no te hagas la dura conmigo, Eve. Sé que estás casi tan nerviosa como yo.
Vale.
Quizás lo estaba.
Pero solo un poco.
—Es que,—empecé a decir.—Piénsalo Ally, ¿Qué se supone que van a hacer conmigo? Yo soy como una especie de bicho raro.
Casi pude ver como Ally rondaba los ojos.
—No eres ningún bicho raro. Para con eso.
Cuando Ally terminó de colocar su ropa, baje de la parte de arriba de la litera y me dispuse a abrir mi maleta.
—Necesito ir de compras.
—No, Ally. Lo que necesitas es un psicólogo que te ayude con esa obsesión tuya. ¡No puedes pasarte la vida comprando zapatos! —Ally abrió la boca y se puso la mano en el lado izquierdo de su pecho.
—¡Eh! Me ofendes.
—Es la verdad. —Dije mientras sacaba un par de vaqueros y los colgaba juntos en la misma percha.
Ally había dejado un hueco vacío que hacía de línea divisoria imaginaria de su ropa y la mía, coloqué mis dos vaqueros, mis converse rojas y mis mocasines negros justo debajo. Cojo la sudadera blanca que mamá me compró y la coloco junto a las otras prendas de ropa.
—Bueno, al menos yo me descargo haciendo algo más femenino que pegar puñetazos a un saco de boxeo.
Me giro y levanto mis cejas.
Luego finjo una cara de sorpresa…
—Ohhhh, con que es eso.
—¿El qué?
—¡Tienes envidia de mi querida Lexi! —Lexi es mi saco de boxeo. Sí, le pongo nombre a casi todas las cosas inanimadas. ¿Y qué? —Aww, que tierno. No te preocupes. Puedes hacer de Lexi, ahora que ella no está.
—Ohhh, no. Ni se te ocurra acercarte, Denning.
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Mensaje por Elimiranda Miér 08 Ago 2012, 8:30 pm

Nueva lectora, ¡siguela! Me enctanta :D
Elimiranda
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Mensaje por beautifuliarx Jue 09 Ago 2012, 9:31 am

4.PSICODELICA.





Estaba corriendo por un bosque.
Pero no estaba sola.
Los sentía. Por todas partes. Mirándome, atentos a cada paso que daba.
Estaba oscuro, pero todavía podía ver el brillo de su vestido, que se
ondeaba por el aire del bosque. Su pelo oscuro se movía con la gracia de
sus movimientos y de vez en cuando se giraba a mirarme.
Todo lo que ella tocaba parecía brillar. El suelo se volvía cristalino bajo sus pies y a veces temía que acabara desapareciendo.
Pero la tenía que seguir.
Seguí caminando, y corriendo, detrás de ella. Su vestido azul tenía aspecto húmedo y sucio.
Cuando paró, tuve que tener cuidado de no chocarme con ella.
Había parado en un claro, donde había un pequeño lago.
Pero no estábamos solas.
El lago tenía una forma circular, y era no era grande.
La chica a la que seguía tenía enfrente a otra, solo que ella tenía el pelo castaño claro y un vestido verde.
A su derecha estaba una chica con el pelo pelirrojo, y un vestido rojo oscuro.
Y a su izquierda, una chica con el pelo rubio y un vestido blanco.
Cuando me quise dar cuenta, la chica a la que seguía se había alejado y yo me había quedado en una especie de plataforma de tierra, en el medio del lago.
Intenté preguntar qué estaba pasando. Qué demonios hacía yo ahí.
Pero no podía hablar.
Y entonces pasó.
Los ojos de las chicas se volvieron completamente blancos. Todas
extendieron sus brazos y una mezcla de colores se elevó en el aire.
Entonces una voz grave y estrepitosa se levantó.
—Elegida.
Entonces el agua del lago se levantó, creando una gran ola enfrente mía.
Intenté gritar, pero como antes, ningún sonido salió de mi boca.
Y luego me di cuenta de que no tenía miedo, de que no me iba a pasar nada.
Del agua se extendían ramificaciones, pero no eran ramificaciones.
Eran brazos.
Brazos humanos, intentando salir de aquella gran masa de agua.
Me acerqué y tomé la mano de uno de ellos. Cuando lo hice, note un frío recorrer mis venas y calarme los huesos.
Noté que el agua se apoderaba de mi.
Que me ahogaba.
—¡Despierta!
Abrí los ojos y me levanté muy rápido. Tan rápido que me golpeé con toda la frente en el techo.
—¡Aaahhh! ¡Mierda! —dije mientras me agarraba la cara.
—Pero mira que eres bruta, eh.
Ah. Ally.
Estúpida Ally.
Mientras sostenía mi cara en mis manos, noté la cara mojada, así como el cuello de mi camiseta.
¡Maldita Ally!
—¿¡Bruta yo!? ¡Mira quién hablo, la que despierta a la gente con una
jarra de agua! ¿¡De que vas!? —dije mirándola con mucho odio.
—¡Haberte levantado cuando te llamé! Además, empecé echándote gotitas en
el brazo, pero como no te despertabas, te he tirado la jarra entera.
—¡No intentes excusarte! Habrá venganza. —Empecé a bajar de la litera y
me metí en el baño para darme una ducha. Allison se estaba riendo de mi.
Va ha ver esta lo que es bueno

. Pensé.
—¡Como te oiga reírte una vez mas…!—le advertí. Lo que causó que se riera más.
Cuando salí de la ducha me puse una toalla alrededor del cuerpo y una en
el pelo. Salí del cuarto de baño y me encontré a Ally con su teléfono.
—¡Un día de estos ya verás! —Ally levantó la vista de su teléfono y me dedicó una sonrisa ladeada y unas cejas levantadas.
—Siempre dices lo mismo.
—¡Pues esta vez va en serio! ¡He tenido el sueño más raro de mi vida por tu culpa!
—¿En serio? ¿Y qué has soñado?
Le conté mi sueño mientras me cepillaba el pelo. Al principio estaba muy
seria. Ally se tomaba un poco muy en serio todo eso de los sueños. Ella
creía que tenían algún poder psicológico. Pero después cuando le conté
lo del agua pareció tranquilizarse.
—Ahh, menos mal. Pensaba que ibas a ser abducida o algo así.
—Te lo tomas demasiado en serio. —Fui hacia el armario y saqué la
sudadera que mamá me regaló, unos tejanos ajustados, y mis Converse.
—Por cierto, ¿Qué hora se supone que es?
—Las ocho.
Dirigí mi mirada asesina hacia Allison.
—Te. Voy. A. Matar.


Lo que fue prácticamente toda la mañana la pasamos dando vueltas por Nueva York.
Pasamos por el recinto del Instituto, que era enorme. Bueno, más qué eso.
Era gigantesco.
Visitamos Central Park y tomamos algo por ahí. He de decir que no había
visto tanto chico guapo en toda mi vida. Los neoyorquinos estaban
buenísimos. Al menos la mayoría.
Estuvimos haciéndonos miles de fotos con cada tontería que veíamos. En
fin, no todos los días se tenía la oportunidad de estar en Nueva York.
El día estaba un poco nublado, y cuando pasamos por Battery Park, estaba prácticamente gris.
Desde allí divisamos la Estatua de la Libertad e hicimos unas cuantas fotos.
Me enamoré de Nueva York.
También pasamos por Rockefeller Center, que es donde ponían ese pedazo
de árbol de Navidad en época de Navidades. Y además Peter nos había
comprado unos tickets por Internet para subir al Empire State.
¡El Empire State! Las vistas eran alucinantes.
Me sentía como en una película.
Eso sí, estuvimos cogiendo ferries y el metro todo el rato. Además de recorrernos un buen trozo de Nueva York.
—Ugghh, estoy cansadísima. —dijeron Rose y Ally al mismo tiempo.
—¡Qué flojas! —dije con un ligero movimiento de mano. —Ally, parece
mentira, tú puedes pasar horas y horas en un Centro Comercial sin
cansarte.
—¡Ya pero esto es diferente! —se quejó de nuevo.
Inspiré con fuerza.
La humedad cargaba el ambiente, y era perfecto.
Se estaba tan bien. Además, soplaba una brisita que te hacía no pasar calor.
Sonó un teléfono móvil y resultó ser el de Peter.
—¿Hola? —contestó, con el ceño fruncido. — Ah, Conor. ¿Qué pasa? ¿Dónde
andas? Oh, genial, espera un momento. —Peter se separó un poco del
teléfono y se dirigió a nosotras.
—Chicas, ¿os importaría que Conor viniera a comer con nosotros?
No sé quien es Conor, y parece que Ally tampoco, pero a Rose no le
parecía mal la idea, así que al final Conor comería con nosotros.


Al parecer Conor trabajaba cerca del restaurante donde estábamos ahora.
—¡Peter!
Levanté la cabeza del menú y vi a un chico con el pelo cobrizo, y revuelto con unas gafas de pasta negra.
Tenía rasgos delicados, una nariz fina, y unos labios preciosos.
Nos saludó a todos y se sentó en la mesa, justo al lado de Peter y en frente mía.
—¡Ey, hola! Soy Conor, encantado. —me tendió su mano y yo la tomé e hizo lo mismo con Ally.
—El gusto es mío. Soy Ally, la hermana de Rose y ella es Evelyn Denning.
—¿Denning? ¿Cómo el dr. Denning? ¿De los Laboratorios de Detroit?
Abrí un poco demasiado los ojos.
—¿Le conoces?
—No, bueno, sí. En realidad, solo de oída. ¿Tenéis algún parentesco?
—Hmmm…soy su hija. —Esta vez los ojos de Conor fueron los que se abrieron un poco demasiado.
—¡Vaya! ¿En serio? Eso debe de ser muy guay.
Oh, sí. Me super encanta.

Pensé.
—Y, ¿Cómo es que le conoces? —pregunté curiosa. Vaya, mi padre era mas
importante de lo que me imaginaba si es sonado en Nueva York.
—Bueno, los laboratorios donde trabajo tienen un tipo de hermandad con
los laboratorios de Detroit. Una vez cada tres meses los máximos
representantes se reúnen, y bueno, tu padre está ahí siempre.
Oh, claro. Como no.
—¿Trabajas en los laboratorios? —preguntó Ally, que estaba muy atenta de nuestra conversación.
—Sí, pero no soy más que un mero psicólogo. —vi la decepción en los ojos
de Ally. Seguramente esperaba algún tipo de cotilleo, o algún chisme
que contar por ahí.
Por alguna razón levanté la vista al techo y me encuentré con que había una mini araña correteando por ahí.
Qué asco.
Odiaba las arañas.
Y Ally también. Recuerdo una vez en la que una araña se le posó en la
mano mientras hacíamos los deberes. Se puso a corretear por toda su
habitación moviendo la mano de un lado para otro como una loca de
remate.
Aahh, qué recuerdos.
Lo que daría por vivirlos de nuevo.
—Oh Dios mío. Oh Dios…¡OH, DIOS! —Oí la voz de Ally subir de tono más de lo normal. —¡QUÍTALA! ¡QUÍTALA! ¡EVELYN!
—¿¡Qué pasa?!
—Uggghhh, dime que lo que veo en la mesa no es una araña. Dime que no,
te lo suplico.—Salí de mi ensoñación y miré hacia la mesa.
No había nada.
—Allison, no hay nada en la mesa.
—Pero…pero…estaba ahí. —dijo Allison, confundida.
—¿Eres psicodélica? —Me preguntó Conor de repente. Rose y Peter se giraron a mirarme cuando Conor dijo eso.
—Psico…¿qué? —dijo Rose.
—Psicodélica. Eve, ¿Tienes una habilidad psicodélica? —insistió Conor.
¿Psicodélica? Eso suena a loco perdido.
—No sé siquiera lo que significa.
—He intentado divagar en tu mente hace un rato, para ver la habilidad
que poseías y al ver que no podía verla he deducido que eras una filtro.
¿Una filtro? ¿Pero que…?
—Eve, los filtro son los que os expliqué ayer, que podían filtrar las
emociones además de reconocer lo real de lo falso. —Ah, los Sujeto del
Instituto. — Es el único gremio inmune a cualquier tipo de control
mental. —Me explicó Rose.
—El caso es, —Continuó Conor. —Que cuando has entrado en la mente de Allison—
—¿¡Has entrado en mi cabeza!? ¿Cómo has podido, Eve? —me gritó Ally. —
Ooohhh, ya veo. La venganza por lo de esta mañana, eh. —dijo mientras se
cruzaba de brazos.—Chica mala.
—Continúo. —volvió a intentar explicarme Conor. —Cuando has entrado en
la mente de Allison, le has hecho ver algo que no era. Una imagen que no
era real. Pero ya que su cabeza no tiene la capacidad de procesar la
imagen, la ha identificado como real. Eso es ser psicodélico, tener la
habilidad de manifestar elementos psíquicos de una mente a otra.
Estaba alucinando. De verdad que lo estaba.
¿Tengo…una habilidad? Yo pensaba que era la visión. Pero luego aparece esta cosa extraña.
»Es una habilidad muy peligrosa. Pues puede hacer daño tanto psicológico como físico.
—¿Daño físico? ¿Cómo es eso posible? —preguntó Peter. Parece ser que todos estaban muy atentos a lo que Conor decía.
—Rara vez ocurre, pero si es posible. Si la mente del psicodélico es muy
fuerte y la del otro no lo es, él psicodélico puede manifestar lo que
él quiera y además hacer que el otro se haga daño físico sin darse
cuenta. —Conor me miraba con ojos analíticos. —Ocurre sobretodo cuando
la habilidad está sometida a ningún tipo de control, o cuando el
psicodélico no es consciente de su habilidad.
Y entonces lo vi claro.
Yo había golpeado a Isabel.
Había metido imágenes mías en su cabeza sin darme cuenta.
Y yo había hecho que ese tío viera un maldito bicho en su magdalena.
Y había hecho que Ally viera una araña en la mesa.
—¿Lo sabe tu padre? —continuó Conor, haciendo caso omiso de mi cara, que
debería de tener el color de la nieve. —Sería interesante que se lo
dijeras. El gremio de Psicodélicos es muy reducido, pero es una
habilidad muy fuerte.
Tenía una habilidad.
Dios mío, tenía una. ¡No era una mundi!
Una risa nerviosa se escapó de mis labios, agaché la cabeza y escondí mi
cara entre mis manos. La risa nerviosa se convirtió en una risa alta y
exagerada.
En una risa eufórica.
—¿Eve? ¿Estás bien? —preguntaron Rose y Ally al mismo tiempo. Lo que causó que mi risa fuera mayor.
Al final Peter se contagió de mi risa y se puso a reir conmigo. A Ally y
a Rose se les escapaba una sonrisa de los labios y Conor me miraba como
si estuviera loca.
—¿Bromeas? Estoy más que bien. Estoy…¡eufórica! —Abracé a Ally con todas
mis fuerzas y ella me correspondió el abrazo, como si supiera el motivo
de mi felicidad.
Idiota, claro que lo sabe, es tu mejor amiga.

Me dijo mi subconsciente.
—Te dije que tú no eras una mundi. Te lo dije. —me susurró Ally mientras nos abrazábamos, muy bajito, para que nadie nos oyera.
—Gracias por no perder esperanza en mi.
—Nunca la dejé de tener.


—¿Sabes lo que eso significa, verdad?
Ally estaba tumbada en su cama y yo en la parte de arriba de la litera
con la cabeza fuera para poder verla. Llevaba el pelo suelto, que me
caía a ambos lados de la cara.
Acabábamos de volver al piso de Rose y Peter, ellos habían salido un
momento a comprar algo al supermercado y nosotras decidimos quedarnos.
—No. —respondí con total sinceridad.
Aún estaba nerviosa por la conversación con Conor.
Quien iba a decir que yo, Evelyn, iba a tener una habilidad.
¡Y además una como esa!
Ally estaba con su iPad, mirando cosas sobre mi nueva habilidad.
—Significa que ya es seguro que entrarás en el instituto. —contestó ella sin levantar la mirada de su iPad.
—Tú no lo sabes.
—Claro que lo sé. Sería increíble que aún dudaras de mis instintos.
—Tus instintos pueden fallar. —me levanté y bajé a la cama de Ally. Ya
me empezaba a subir la sangre a la cabeza de tanto mirar hacia abajo.
—O puede que no.—dijo Ally mientras se levantaba un poco y se sentaba a
mi lado, de modo que veía también lo que estaba en el aparato.
Ally estaba metida en una página gubernamental, donde te inscribías y te informabas sobre tu gremio.
Obviamente, yo no había entrado en esa página. Solo te dejaban entrar con un número específico y tú nombre.
Una vez tienes la habilidad registrada , en las cabinas, un informático
te daba un número y, que, junto a tu nombre, te permitía entrar en la
página, registrarte como miembro de tu gremio y ver su información.
Aunque claro, la información que Ally tenía sobre el gremio de los
Psicodélicos era bastante limitada, ya que ella no pertenecía a ese
gremio.
—Mira, lee.—me dijo ella. Y yo leí lo que ponía.


Los Psicodélicos son un grupo bastante limitado. Provienen de
Europa. Exactamente de Polonia. El mayor número de Psicodélicos se
localizó en Varsovia, cuando la ciudad fue bombardeada , un 50% del
gremio se declaró fallecida, un 20% desaparecida y tan solo el 30% de
los Psicodélicos sobrevivió a los bombardeos. De ahí a que este gremio
sea tan escaso.

Actualmente, tan solo un 8% de los Progressivum en Estados Unidos desarrollan esta habilidad.



Wow.
—¡Tan solo un ocho por ciento! —exclamé. —¡Pero eso es poquísimo!
—Sí, por lo que parece estáis en peligro de extinción. —dijo Ally, y continué leyendo el pequeño texto.


Es una de las habilidades que más control requieren, ya que si no
se controla de una manera adecuada, o se utiliza para mal fin, puede
causar delirios, enfermedades psicológicas o incluso la muerte del
sujeto a la que se le aplique.


Dios santo.
La muerte.
—Madre mía. —dijo Ally, con los ojos salidos de sus orbitas y la mandíbula desencajada.
—Menuda mierda. —contesté. —Para una habilidad que tengo, va y me toca una asesina. Maldita genética de mierda.
—¿Tienes descendencia polaca? —preguntó Ally.
La madre de Ally era alemana, de ahí a su pelo súper rubio. Y de ahí a que Ally tuviera el pelo rubio también.
—No lo sé, debería preguntarle a mis padres.
—Sí. Oye, Eve…—dudó Ally.
Algo iba mal.
Lo sé, por que Ally nunca duda al decir las cosas.
—¿Qué pasa?
—No…Nada. Solo que…creo que no deberías decírselo a tus padres.
—¿Qué? ¿Por qué no?
—No sé…es que, el hecho de que tengas una habilidad tan rara…¿Y si les
da por investigar…contigo? —contestó Ally, mirándome por encima de sus
gafas, con sus cejas arqueadas.
—No creo que se les ocurra hacerlo, Ally. Mi padre trabaja de eso.
—¡Justamente por eso! Te meterán en las cabinas y no podrás ir a ningún
lado, Eve. Tendrás que pasar los dos años que podríamos estar en Nueva
York, en Detroit, yendo todos los días a esa cámara de tortura. ¿No lo
entiendes, Eve?
Pensando en ello…Allison tenía razón.
Pero no.
Mi padre no haría eso. Él no era así.
Mi padre no era tan malo. Era malo conmigo a veces y solo por que le había defraudado.
—Pero…es mi padre, Ally. Él haría lo mejor para mi. —dije, aunque dudando.
—Exacto. Y eso es lo mejor,—dijo Ally, marcando la palabra mejor
haciendo comillas con sus dedos. Y continuó. —Meterte en las cabinas
hasta que tu habilidad sea controlada. Tu padre es un científico. Eso es
lo que significa hacer lo mejor para él.
Ally se estaba pasando.
Mi padre no me usaría como una rata de laboratorio. Él…era mi padre, joder.
—Ally, creo que estás…exagerando.
—¡No! ¿Es que no lo ves, Ally? ¡Cuándo sepan que tienes una habilidad
poderosa van a querer—Ally no terminó la frase por que fue interrumpida
con la llegada de Peter y Rose. Y de verdad, lo prefería así. No me
gustaba pelear con Ally. Al final siempre acabábamos mal las dos.
—¡Hola, chicas! ¿Os gusta la comida china? —dijo Peter, desde el marco de nuestra puerta.
Ally le sonrió como si nada, como si no estuviéramos a punto de pelear. Se levantó, me miró y sonrió también.
—¿Vienes? —dijo mirándome desde arriba.
Odiaba que a Allison se le olvidaran tan rápido las cosas. Como si no tuvieran importancia.
Siempre que peleábamos, al día siguiente me llamaba como si nada. Y yo odiaba eso. Era rencorosa.
—Claro.


—Arriba, dormilona. Es el día.
—Nooooo. Un poquito más. —gruñí.
—¡EVELYN, ARRIBA! —me gritó de nuevo en el oído.
Y esta vez si me levanté.
—Idiota…—murmuré, con mala cara.
—¿Dices algo? —dijo Ally mientras se cepillaba el pelo. Ya se había
vestido y duchado, iba con un pantalón pitillo blanco y una camisa
turquesa, algo vaporosa, con unos mocasines color beige. El pelo le caía
haciendo unas ondas preciosas, se había delineado el ojo con negro
haciendo que el verde de sus ojos fuera más intenso.
Era tan guapa que incluso dolía.
—No, nada. —contesté bajando de la litera. —Voy a ducharme.


Al salir de la ducha, opté por ponerme unos pantalones azules oscuros
ajustados, una camiseta blanca sin mangas con una americana negra y mis
manoletinas negras.
El pelo decidí alisármelo totalmente.
Ojala no llueva.

Me dije a mi misma.
Por último, me delineé los ojos de color negro al igual que Ally.
No iba tan arreglada como ella, pero era algo viniendo de mi.
Salí del baño y no había nadie en la habitación, pero ambas camas estaba hechas. Miré el reloj que había en el escritorio.
¡Pero si solo eran las ocho!
Salí de la habitación y fui hacia la cocina, donde me encontré a Rose y a
Ally en una conversación animada que dejaron cuando yo entre.
—No estoy cien por cien segura, pero yo diría que s…¡Qué guapa estás, Eve! —dijo Ally, sonriendo.
Ally se había quitado sus gafas de pasta negra de ver y se había puesto
lentillas, además había pintado sus labios de un tono algo parecido al
rojo, pero un poco más claro. Le sentaba muy bien.
—No es nada comparado contigo, pero es algo. —contesté.
—Deberías aprender a aceptar los elogios, Evelyn, de verdad, estás muy
guapa.—dijo esta vez Rose. —Es la primera vez que te veo tan arreglada
desde…bueno, desde nunca.
No me gustaba que me elogiaran.
—Peter ha traído algo para que desayunemos antes de irnos. —dijo Ally,
cambiando el rumbo de la conversación y levantando una bolsa marrón.
Abrí la bolsa y había unos bollos con muy buena pinta.
Ojala sean mágicos y calmen mis nervios.


Después de comer algo, Rose nos llevó con su coche hasta el gigantesco campus del Instituto.
Había mucha gente.
Demasiada gente.
Estaba a punto de vomitar de los nervios.
—Dios mío. Hay muchísima gente, Rose. —dijo Ally, con cara de pánico.
—Unas diez mil personas, aproximádamente. —contestó Rose.
Joder. Diez mil personas.
Y solo podían entrar dos mil quinientas.
—Pero no os preocupéis. —continuó ella. —Lo haréis bien.
—Estoy apunto de desmayarme de los nervios. —admití.
Ally se giró en su asiento para dirigirme una mirada comprensiva.
—Yo también. —dijo ella, sonriendo nerviosamente.
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Mensaje por Invitado Jue 09 Ago 2012, 11:46 am

¡Holaaa! nueva lectora, Dios, me encanta, enserio jajaja, me has dejado super intrigada, ¿ cómo me haces eso ? ¬¬... jaja por favor, síguela pronto.
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Mensaje por The Dreams Jue 09 Ago 2012, 1:40 pm

beautifuliarx escribió:
Oí la voz de Ally al fondo, pero estaba mirando a un bebé que estaba en brazos de su madre, el niño sonreía al verme, así que me puse a hacer caras raras para que se riera. Y lo conseguí.
Cuando el niño rió, su voz se volvió grave. Como la de un chaval de dieciséis o diecisiete años, mi visión se volvió borrosa y veía una imagen de un chico, con sus amigos. Todo normal, si no fuera, por que el chico esta rodeado de botellas de alcohol y cigarros.
Había gente bailando y fumando. Casi pude oler el ambiente cargado y asqueroso del lugar.
Luego se desvaneció.
Esa tiene que ser su habilidad, o una de sus habilidades, ya que también tiene esta.
beautifuliarx escribió:
Justo cuando él iba a pegar un mordisco en su magdalena me miró y nos miramos durante un rato. Era feo. Realmente lo era. Casi asqueroso. Me hizo un movimiento de cejas que no me gustó nada y yo le levanté la ceja izquierda en respuesta.
Ojala y te salga un gusano de esa estúpida magdalena. Pensé.
Me imaginé su reacción, pero no me dio tiempo a reírme, por que el chico se había levantado a toda leche y había tirado su silla al hacerlo.
—¡¿Pero que cojones…?! ¡HABÍA UN MALDITO GUSANO EN MI MAGDALENA! ¿¡PERO QUE MIERDA DE RESTAURANTE ES ESTE?!
xDDD De momento lleva dos habilidades (o tres, ya que su madre y Ally no pueden usar las suyas con ella). Por lo que tiene que ser una renacida (¿Era así?)
beautifuliarx escribió:
Entonces una voz grave y estrepitosa se levantó.
—Elegida.
O.O ¡Que intriga!
beautifuliarx escribió:
—Eve, los filtro son los que os expliqué ayer, que podían filtrar las
emociones además de reconocer lo real de lo falso. —Ah, los Sujeto del
Instituto. — Es el único gremio inmune a cualquier tipo de control
mental. —Me explicó Rose.
¿Es por eso por lo que su madre y Ally no pueden usar sus habilidades con ella?


Wow, que intriga, tengo muchas ganas de saber que va a pasar en la pruebas.
The Dreams
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Mensaje por beautifuliarx Jue 09 Ago 2012, 3:40 pm

Ay chica, qué lío tienes jajajaajaja :PPP
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Mensaje por beautifuliarx Jue 09 Ago 2012, 3:41 pm

¡Bienvenidas a las nuevas lectoras ;)!
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Mensaje por beautifuliarx Jue 09 Ago 2012, 3:42 pm

5.LAS PRUEBAS.







Estábamos en la fuente del Instituto, sentadas, esperando a que abrieran las puertas del Instituto. Ambas teníamos una carpeta marrón en nuestras manos, donde ponía toda nuestra información.
Rose la rellenó por nosotras, y nos pidió que no la abriéramos.
Que simplemente se la entregáramos a los Seguridad de la entrada. Que ellos sabrían lo que hacer.
La primera vez que vi esta fuente, fue en el folleto que Ally me dio.
Entonces parecía mucho más pequeña.
Pero era muy grande.
El chorro principal era altísimo, pero no nos mojaba, por que la fuente era lo suficientemente grande para abarcar todo el agua que soltaba. Luego tenía chorros más pequeños que rodeaban la fuente y otros más pequeños cerca de donde
te sentabas.
El agua estaba sorprendentemente limpia y de vez en cuando veías alguna moneda
en el fondo de la fuente.
Ni que esto fuera la Fontana Di Trevi, por Dios.
—Dios mío, Eve. Estoy apunto de morir de los nervios.
—Y yo, —admití. —Mira.
Levanté mi mano y ésta comenzó a temblar débilmente, como marca de mi nerviosismo.
Ally rió nerviosamente y levantó la suya también.
—Estamos igual, guapa.
En ese momento sonó una campana.
La campana que anunciaba que era la hora.
Note que el nudo en el estómago se hacía más fuerte y que mis rodillas temblaban.
Ojala que no se note. Pensé.
—¿Lista? —dijo Ally levantándose.

Estábamos en la fila, ya cerca del control.
Había tres chicas vestidas de negro que no superan los treinta. La primera ojeaba los papeles, cosa para la cual se tomaba su tiempo, la segunda te daba el número y tu nombre y la tercera te decía a qué sala ir.
Yo estaba detrás de Ally, que estaba delante de un chico, que era el primero de la fila, habían pasado por lo menos dos horas o más desde que habíamos llegado hasta aquí.
El chico le dio su carpeta a la primera chica, que estaba sentada en un gran escritorio donde iba acumulando algunas fichas en carpetas independientes y luego clasificándolas con otras.

Luego, tecleaba algo en el ordenador y la barrera que te permitía pasar a la segunda chica se abría, mientras que ésta, tecleaba en su ordenador, sacaba un papel-pegatina, que tenía un número de cinco cifras. El del chico era 00711 y ponía SHANNON PIERCE al lado.
Después la barrera se volvió a abrir y la chica siguiente, que llevaba un pinganillo en la oreja y una máquina al lado que sacaba la indicación y otro número. Le dijo:
—Planta dos, pasillo tres, sala B. Buena suerte.
Y entonces el chico pasó por la puerta giratoria y desapareció.
Esta vez le tocaba a Ally.
Ella dejó su carpeta en la mesa, y cuando la chica hubo leído los papeles, levantó la mirada por encima de sus gafas finas hacia Ally, la cual dedicó una sonrisa sincera a la chica.
La chica tenía un atisbo de sonrisa en su cara mientras sellaba y clasificaba los papeles de Ally.
Luego pasó a la siguiente chica, que le dio el número 00712 con su nombre completo al lado: ALLISON MARIE SANDERS.
Luego se acercó a la última chica y ésta le dio la indicación y otro número más en un papel más pequeño. Y le dijo:
—Planta doce, pasillo cuatro, sala A. Buena suerte.
Y ya me tocaba a mi.
Dios mío.

Estaba a punto de desmayarme.
—Hola, bienvenida al Instituto Regional de Nueva York. —me dijo la chica. Me fijé en su
moño súper estirado y en su camisa y su falda negra. En su camisa había un pequeño rectángulo dorado que decía: CLAUDIA WOOD.
—Hola. —contesté yo.
—¿Tienes la carpeta? —me preguntó ella, totalmente seria.
Mierda, se me había olvidado dársela.
—Sí, sí,—dije, dándole mi carpeta. —Toma.
¿Qué habrá en esa carpeta? ¿Qué habrá puesto Rose en el formulario? Me pregunté mientras la chica los ojeaba.
Miré los papeles y ahí estaba yo, en una fotografía tamaño carnet.
La foto me la había hecho específicamente para mi matrícula en Detroit, pero al final, la he usado ahí.
Por lo que pude leer, ponía mi nombre completo, mi fecha de nacimiento, el
número de registro, el número de chip, que es lo que nos ponían cerca del cráneo para localizarnos en todo momento.
Te lo ponían nada más nacer.
También ponía el nombre de mis padres, y abajo del todo estaba la de la habilidad.

Logré leer que ponía Psicodélico clase E.
¿Clase E?

¿Qué era eso de clase E?
Noté cuando la chica, Claudia, llegó al final, donde ponía mi habilidad, por que sus cejas se elevaron un poco y dirigió una mirada rápida a mi. Una vez sellados todos mis papeles, me dió una mirada seria, más aún que la
anterior, hizó un movimiento de mano y la barra que había me dejó pasar.
Con que telequinesia, eh.

Normalmente, los que tienen telequinesis podían mover a personas, pero claro, a mi no.
No me afectaba ninguna habilidad, como ya sabéis.
Pasé a la siguiente chica, que se llamaba Rita Winston, y me dió el número 00713 con mi nombre al lado: EVELYN DENNING.

Ví que al lado del número había un cuadrado de color negro.
Su mano temblaba ligeramente cuando me dió el papel.
Y por último, la última chica, que se llamaba Jordana Harris, puso su mano en el pinganillo de su oído y me dijo después de darme el papel con la indicación:
—Planta trece, pasillo dos, sala D. Buena suerte.
Me apostaba lo que fuera a que no había ascensor.
Pero para mi sorpresa si lo había.
Dentro había otras nueve personas, con sus respectivos números.
—Hola. —digo al pasar.
Todos me contestaron al mismo tiempo.
Íbamos subiendo poco a poco y en la tercera planta salió la primera chica.
Luego en la cuarta planta salió un chico con pinta de querer matar a alguien.
En la quinta salieron dos personas, un chico y una chica, y cada uno fue hacia un pasillo diferente sin dirigirse una palabra.
En la séptima planta salió una chica alta y delgada, pero tan simpática que fue la única que nos dedicó un adiós.
En la octava planta salieron dos chicos que se dieron buena suerte mientras cada uno fue a un pasillo diferente.
Y ya solo quedábamos tres en el ascensor.
Una chica mulata, con rizos castaños, muy guapa.
Tenía unos labios grandes, pero muy bonitos, y unos ojos grandes y de color gris.
Era igual de alta que yo, y era delgada.
Y luego estaba el chico pelirrojo.
Tenía el pelo un poco así a lo loco y un montón de pecas por todos lados, era flacucho, pero tenía su encanto.
Éste último se salió en la planta número diez.
—Bueno, —comenzó a decir la chica. A medida que el ascensor iba subiendo. —¿A qué planta vas? —me preguntó ella.
Me pareció simpática, así que decidí contestarla.
—A la trece, ¿y tú?
—¡Vaya, yo también! —contestó ella, sonriéndome.
—¿A qué pasillo? —le pregunté yo esta vez.
—Al siete, ¿tú?
—Dos. —contesté cuando llegamos a la planta trece.
Las puertas se abrieron y dieron paso a lo que era un pequeño descansillo, donde dos puertas abiertas.
Cada puerta tenía una serie de números. La de la izquierda tenía números impares del uno al quince y la de la derecha números pares desde el dos al catorce.
—¿Los números se refieren a los pasillos, no? —preguntó ella. Estoy segura de que estaba tan nerviosa como yo.
—Creo que sí, pero eso se puede comprobar.
—Sí…—dijo ella. Inhaló profundamente con los ojos cerrados y luego me miró.—Supongo que…buena suerte,—dijo para después mirar mi pegatina donde ponía mi número y mi nombre.—Evelyn. —terminó.
—Lo mismo digo,—dije, y miré su pegatina. Decía Cloe O’Donis. —Cloe.
Y entonces cada una entró en su respectiva puerta, yo en la derecha, ella en la izquierda.
No me costó mucho encontrar el pasillo dos, pues era el primero, lo tomé girando a la derecha después de pasar por la puerta.
Al pasar al pasillo, pasabas a una habitación común.
Pero ésta estaba vacía.
Había un montón de sillas, y un gran ventanal que tenía unas vistas muy bonitas.
Supongo que tenía que encontrar la sala D.
Y tampoco me costó encontrarla, pues solo había cinco puertas en esa sala común y todas estaban entre abiertas, invitándome a entrar.
Entré a la puerta D, que resultó estar totalmente a oscuras.
Cerré la puerta y esperé.
Y Esperé.
—¿Hola?
Entonces un cachivache bajó del techo, tenía una luz verde que me examinó los ojos y luego una voz mecánica dijo:
—Evelyn Denning. 00713. Psicodélica. Clase E. Pase: accedido.
Entonces el bicho ese desapareció y una luz verde iluminó una puerta, y yo fui hacia ella.
Al abrir la puerta, tuve que entrecerrar los ojos por la iluminación.
La sala era totalmente blanca, había una camilla, o algo parecido en un extremo, luego había un escritorio, con un ordenador. Tres sillas delante de él y dos en la otra parte.
—Siéntate en la camilla, por favor. —repitió la voz mecánica.
¿Qué cojones era todo esto?
Hice lo que la bicho me dijo y me senté en la camilla. Los pies no me llegaban al suelo, así que comencé a balancearlos.
—Gracias por su colaboración. Pronto llegará el profesorado y el Sujeto. Buena suerte, Evelyn.
Esa cosa me ponía los pelos de punta.
Unos minutos después, entró un hombre alto, de pelo canoso, con gafas y unos ojos azules y saltones. Tenía el cuerpo delgado e iba con ropa negra y una bata
blanca. Detrás de él, entró uno, que era médico. Por el maletín que llevaba lo supe. Éste último estaba un poco gordito, calvo y usaba unas gafas redondas ya pasadas de moda.
Detrás de este último, entró una chica rubia. Con el pelo recogido en un moño alto y estirado, e iba vestida como las chicas de seguridad de antes, solo que esta última llevaba una bata.
Y por último, paso un chico, de unos dieciocho años.
Y madre mía. Qué chico.
Era alto. Con el pelo castaño claro, casi rubio. Era delgado, pero sus músculos se notaban a través de su ropa negra. Iba vestido igual que la chica que entró antes. Solo que él iba sin bata.
A medida que se acercaba más, noté que sus ojos eran marrones, un marrón muy claro que no llegaba al color verde. Su nariz era recta y su mandíbula era marcada.
Tenía el pelo alborotado, no lo tenía ni largo ni demasiado corto.
Podría admirarlo durante todo el día.
—Hola, Evelyn. Soy el profesor Gilbert. —dijo el hombre con canas. — Él es el doctor Kol. —Señaló al hombre calvo. —Ella, es la señorita Hilton, y, —dijo por último, señalando al chico que me había dejado loca. —nuestro
Sujeto.
¡¿Por qué no dice su nombre?!
Menuda mierda.
»Vamos a realizarte algunas pruebas médicas rápidas y otras para ver como va esa habilidad. Y alguna que otra preguntilla. ¿Te parece?
Asentí.
—Bien, —continuó esta vez el dr. Kol. —acércate aquí, querida.
Hice lo que dijo y me acerqué a él.
—Siéntate aquí.

Señaló la silla que había en frente del escritorio y yo me senté.
El Sujeto, el buenísimo sujeto, estaba sentado en una silla, que había cogido él antes, en una esquina de la habitación, con las piernas cruzadas y sus brazos cruzados sobre su regazo. A su lado estaba la chica.
Delante de mi estaban el dr. Kol y el profesor Gilbert.
—Extiende tu mano aquí. —dijo el dr. Kol, señalando una especie de cuadrado con luz debajo. Puse la mano ahí y sentí calor debajo.
—Bueno, Evelyn. —dijo esta vez el profesor Gilbert. —Cuéntanos un poco de ti. ¿Dónde vives? —el profesor estaba mirando mi ficha mientras me preguntaba.
—¿No se supone que eso sale en la ficha? —pregunté, sonando un poco brusca.
No es momento de ser brusca, Evelyn. Sé amable. Me dije a mi misma.
—Sí, pero quería una confirmación. Veo que eres hija del gran científico de Detroit, el señor Denning.
—Bueno, de ahí mi apellido. —contesté, sin pensar.
El doctor Kol estaba aguantándose la risa, mientras que al profesor Gilbert no le hizo ni pizca de gracia mi broma sarcástica.
—Iré al grano. ¿Desde cuando sabes que tienes la habilidad, Evelyn?
El doctor seguía analizando mi mano, pero esta vez me acercó una aguja y me empezó a sacar sangre, hice el amago de apartar el brazo y pegarle un puñetazo, pero su agarre era demasiado fuerte.
—Desde ayer.
—Wow, eso si que es pronto. ¿Y qué tal fue tu primera experiencia, Evelyn? ¿Cómo fue?
¿Cuál fue mi primera experiencia?
Isabel.
—Bueno,—comencé. —Yo estaba en mi cuarto, un poquito cabreada, y…básicamente me imaginé pegándole un puñetazo a una chica y…al día siguiente, ella tenía media cara hinchada.
El profesor arqueó las cejas.
—Interesante, muy interesante. ¿Entonces ni siquiera necesitas un contacto visual? Solo tu imaginación.
—Las últimas veces han sido con contacto visual.
—Pensé que esa había sido tu única vez…
El doctor Kol me liberó el brazo, por fin.
—No. —contesté yo. —Me enteré ayer, pero hace días que puedo hacerlo. Lo hice sin quierer—
—No te preocupes. —me interrumpió el profesor. —¿Qué tal todo, dr. Kol?
—Todo en orden. Puede empezar sus pruebas, profesor Gilbert.
—Y usted puede retirarse, muchas gracias, doctor.
El doctor Kol se despidió con un asentimiento y salió por donde había venido.
—Bien, señorita Hilton, tráigame la ficha de pruebas.
—Ahora mismo, profesor. —y la chica salió de la habitación. Y segundos después volvió a aparecer con unos papeles en las manos. —Aquí tiene.
—Muchas gracias. —contestó amablemente. La chica volvió a su posición anterior y prestó atención a nosotros. —Sujeto. Prueba nueve.
El chico se levantó y se acercó a mi, pero se sentó en la silla que había a mi lado. Cogió de un lado mi silla y la giró hasta que quedáramos ambos mirándonos el uno al otro, fijamente.
Dios mío, que guapo.
—Evelyn, —comenzó el profesor. Sacándome de mis pensamientos. —Voy a empezar fuerte contigo, por que ya sé que eres capaz de hacer daño físico sin contacto visual, así que las ocho primeras pruebas, las saltamos.
¿¡Las ocho primeras?!
Wow.

—La prueba número nueve consiste en que pongas emociones falsas sobre el Sujeto. Pero siempre sin contacto visual.
—¿Y como se supone que debo de hacer eso?

No podía concentrarme con esos ojazos marrones mirándome, por Dios.
—Sigue tus instintos.
—¿No importa qué emoción sea, verdad?
—No, simplemente, ponle una emoción. Intenta que se lo crea. —contestó el profesor.
Y entonces lo hice.
Cerré los ojos, y lo hice.
Me imaginé a ese guapísimo chico riendo. Siendo feliz, riendo hasta llorar de felicidad. Me le imaginé relajado, en el momento más feliz de su vida.
—Para. —dijo él.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó el profesor, algo molesto.
—No consigo crear el filtro.

—Pero que…
—No lo sé. —contestó el chico, parecía nervioso. Incluso parecía tener miedo.
—No he podido hacerlo. He sentido todo lo que me ha puesto. Lo he sentido todo, por un momento pensé que no estaba aquí.
—¿Entonces, lo he hecho bien o mal? —pregunté.
—Pero se supone que la Negación solo es entre los—

—¡Lo sé! Maldita sea, lo sé. ¡Pero te digo que lo he sentido! —el profesor fue interrumpido por el chico, que se levantó, con la mirada enfurecida.
¿Qué es la Negación?
Por Dios, necesitaba que alguien me explicara qué estaba pasando.
—Evelyn, dame tu mano. —me ordenó el profesor. Yo lo hice y esperé a que algo sucediera.
Pero nada pasó.

—Yo tampoco la siento. No puedo sentirla.
—¿Ves? —le dijo el chico.
Assshhh, por Dios.
¿Sentirme? ¿Pero qué demonios …?
Solté mi mano de la suya y dije:
—Sea lo que sea eso de sentirme…Si es tu habilidad, siento decirle que no va ha funcionar conmigo. Ninguna habilidad lo hace.
—Eso solo es con los Progressivum normales. Las habilidades del Circulo deberían de hacer efecto en ti. Se supone.
¿Habilidades del Circulo?
¿Hola? ¿Es qué nadie me iba a explicar que era todo esto?
O mejor, ¿Alguien que me dijera donde estaba la cámara oculta de esa estúpida broma que no tenía gracia?
—Hilton, inténtalo tú. —ordenó de nuevo el profesor, pero esta vez a la otra chica.
—¿Está seguro, profesor…? —dudó la chica.
—Totalmente.
Entonces la chica se acercó a mi y me tocó. Sus ojos se volvieron rojos un segundo y después volvieron a su color normal.
—No…no puedo. —dijo la chica, aturdida.
—Me lo imaginaba. —dijo el profesor, más aturdido de lo que ya estaba.
—¿Alguien puede explicarme qué esta pasando? —pregunté mientras me levantaba de la silla.
El chico resopló y me miró con cara malhumorada.
—Pues es muy sencillo, chica. —me contestó él. —No puedo crear ningún filtro y no podemos realizar la última prueba. Así de claro.
¡Será engreído!
¡Es normal que no lo entendiera! ¡Ni siquiera sabía que era eso de la Negación, de las habilidades del circulo o toda esa mierda que habían dicho!
—¿Qué es la Negación? —pregunté. Ya me estaba empezando a cabrear, y no era plan.
Todos hicieron como si yo no existiera y eso me cabreó aún más.
—¿Se ha planteado, profesor, que quizá la información que le dieron era equivocada? —dijo la chica, esta vez.

El profesor se acercó a la mesa, sacó una pequeña botella de agua y le pegó un trago.
¡¿Por qué nadie me contestaba!?
Apreté los puños e inspiré fuertemente.
—¿¡Quiere alguien contestarme de una vez!? —grité.
Y cuando lo hice el tapón de la botella salió disparado y el agua de la botella soltó un chorro de agua potente.
Yo me aparté instintivamente y me choqué contra la camilla donde antes estaba.
¿Había hecho yo eso?
El chico miraba a la chica con cara de perdonarle la vida.
—No, creo que no se han equivocado.
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Mensaje por Invitado Jue 09 Ago 2012, 4:49 pm

Jajajaja, ¡ me encanta ! por favor, sube otro capítulo, que estoy muy metida en esta historia jajaja, te lo digo enserio, he leído muchas en mi vida, pero la tuya es.. ¡ única !
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Mensaje por beautifuliarx Jue 09 Ago 2012, 5:07 pm

elenna escribió:Jajajaja, ¡ me encanta ! por favor, sube otro capítulo, que estoy muy metida en esta historia jajaja, te lo digo enserio, he leído muchas en mi vida, pero la tuya es.. ¡ única !
Os subo el seis, para que hagais vuestras propias conclusiones y os comáis un poquito la cabeza :-P
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Mensaje por beautifuliarx Jue 09 Ago 2012, 5:09 pm

6.EL CÍRCULO










Estaba sentada en la camilla donde me había sentado en un principio.
Solo que habían pasado ya dos horas desde entonces.

Me habían mandado sentarme ahí hasta que llegara James Morgan. El gerente general de los casos en subdesarrollo.
—¡Ella no está en subdesarrollo, por Dios! —exclamó entonces el chico.
—Ya sabes que él no es solamente el gerente general de esos casos, Jack.
Con que el guapísimo, y malhumorado chico, se llamaba Jack.
Bonito nombre.
Seguí con mis codos apoyados en mis rodillas y mis cabeza entre mis manos mientras el profesor y Jack seguían discutiendo.
La chica se había marchado hace tiempo y solo quedábamos nosotros tres. Y me apuestaba a que ya se había marchado muchísima gente del Instituto.
Ally debería de estar esperándome en la fuente desde hacía una eternidad.
Me permití acostarme encima de la camilla y dejé que mi pelo cayera a un lado de la camilla.
Ellos seguían discutiendo.
—¡Ella no es uno de nosotros, profesor! —argumentaba Jack.
—Estoy seguro de que sí, Jack.
—¡No! ¡No estás seguro! —gritaba de nuevo Jack. —¡Solo mírala! —Levantó la voz y una mano hacia donde estaba yo. —Se supone que entre nosotros sí podemos actuar. Se supone que mi gremio es el único que puede canalizar a el suyo.
—Nos avisaron con anterioridad de que esto podría pasar…—admitió el profesor.
Jack le miró confuso.
—¿Qué os avisaron? ¿¡Y por qué nadie me avisó a mi?! —Dios. Este chico estaba a punto de soltarle un puñetazo al pobre profesor, que mantenía su cabeza entre sus manos. —¡Me habría negado de haberlo sabido!
—Yo…sencillamente, creía que no sería posible tal cosa.
Esta vez Jack rió, rió fuertemente. Pero no era una risa divertida.

—¿No lo creía posible? ¿Qué hubiera pasado con la prueba diez, profesor? —le preguntó Jack, expectante. —¡Dígamelo!
¿Pero qué maneras eran esas de hablar a un profesor?
¡Menudo maleducado!
—No lo sé, Jack. No sé lo que habría pasado.
El chico resopló.
—Pues yo se lo voy a decir. Probablemente, yo ya no seguiría aquí.
¿Me lo parece a mi…o acababa de tacharme de asesina?
Reprimí las ganas que tenía de partirle la cara a ese imbécil, daba igual lo guapo que fuera, y seguí en mi posición.
—¡Ella es una abominación para el gremio de los filtro! —siguió Jack.
¡Una abominación!
No iba a permitir que hablaran de mi de esa manera, no mientras estaba yo delante.
Me daba igual quién fuera.
—¡¿Pero tú quién te crees que eres!? —exclamé, enfurecida. Continué levantándome de la camilla y acercándome a él.

El chico se puso de pie y noté que era mucho más alto que yo, quizá midiera 1.85 o más.
Pero a quién le importaba eso.
—¿¡Una abominación!? —continué gritando. —¡Vas a ver lo que es una abominación cuando te desfigure la cara! —Entonces el profesor se levantó y me agarró de los brazos. Yo intenté zafarme de él moviéndome, pero como veía que no me soltaba, una bombillita se me encendió.
Cerré los ojos y me imaginé que el profesor me soltaba e imaginé como mi rodilla se hundía primero en el estomago del chico, después le empujé con todas mis fuerzas, pero solo logré estamparlo contra la pared.
Entonces un grito familiar me sacó de mis pensamientos. Abrí los ojos y me encontré en el medio del cuarto. Con el profesor en el suelo detrás de mi y, a Jack estampado contra la pared con sus manos en el estómago.
—¡Evelyn!
Era Ally.
La mismísima Allison
Sanders estaba ahí a mi lado, de pie.
Aún seguía con su papel pegatina pegados a su ropa.
Y luego estaban otras dos chicas y un hombre alto y moreno en la puerta.
El hombre vestía de traje y tenía el pelo engominado hacia atrás.
Supuse que era James Morgan.
El hombre era alto e imponía poder.

Mucho poder.
Luego estaban las dos chicas.
Una tenía el pelo rojo.
Un rojo vivo, rojo sangre.
Iba vestida con un short vaquero rojo, del mismo tono de rojo, una camiseta negra ancha y unas botas militares negras. Tenía la tez muy blanca, como la mía y unos ojos grandes y de color negro.
Y luego estaba la otra chica.
Cloe.

Era la chica que con la que había bajado del ascensor, llevaba la misma ropa de antes. Una camiseta color verde oscuro, un pantalón blanco y unos mocasines negros.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó James acercándose a Jack y poniéndole la mano en el hombro.
Jack me dirigió una mirada asesina y yo se la devolví.
—¿Eve? ¿Estás bien? —preguntó Ally, mirándome preocupada.

—Sí. —Tenía los puños apretados al igual que mis labios.
—Pareces enfadada. —comentó ella.

—Ese chico me ha llamado abominación. ¡Y en toda mi cara! —gruñí.
Jack levantó la mirada y me señaló con el dedo.
—¡Si te lo he llamado es por que lo eres! ¡Mira lo que haces! ¡Eres un monstruo!

¿¡Un monstruo!?
¡Se va ha enterar!
Me solté del agarre de Ally y fui hacia él de nuevo.
Solo que esta vez la que me sujetó fue la chica del pelo rojo.
—¡Jack, basta! ¡Déjala en paz!
—¡Mírala, es ella la que viene a matarme! —gritó Jack.
—¡Yo no voy a matarte! ¡No soy una asesina, joder! —grité yo de vuelta.
—¡Se acabó el show, chicos! —dijo el señor Morgan.
Todos se callaron de repente.
Romina estaba al lado del profesor, que estaba sentado en la silla donde estaba antes. Ally estaba donde yo me encontraba antes y yo estaba con la chica de pelo rojo.
—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó el señor Morgan.
—¡Esa loca ha intentado matarme! —volvió a saltar Jack.
—¡Ya te he dicho que no soy una asesina!—contesté yo de nuevo. —¡Solo te dí lo que te merecías!

—¿Qué le has hecho a la chica, Jack? —preguntó Cloe.
Vaya, aquí todos conocen a ese imbécil.
—¡Nada! —dijo levantando las manos.
—¿Cómo que nada? ¡Me has llamado monstruo, además de tacharme de asesina! —admití yo.
—¡Pues por que lo eres! ¡Mira lo que nos has hecho! —gritó Jack acercándose a mi.
La chica de pelo rojo se puso delante mía con una velocidad increíble.
—¡Jack, solo por que no la puedes controlar, no significa que ella sea un monstruo!
—¡Pero es que lo es! —contraatacó de nuevo.
—Mira chaval, —comencé. —Vuelve a decirme que soy un monstruo y—

—Se acabó. Sentaos. —me interrumpió el señor Morgan.
Cloe, Ally y la chica del pelo rojo se fueron a sentarse a la camilla. Jack se sentó en la silla junto al profesor y el señor Morgan se sentó frente a ellos.
Yo me quedé de pie, con los brazos cruzados.

—¿Te sientas, Evelyn?—Dijo el señor Morgan, señalando la silla que estaba al lado de Jack.
—Me gustaría hablar contigo.
—No me pienso sentar hasta que me expliquéis qué está pasando aquí. —dije. —Y no me pienso sentar al lado de él.
—Sí, —dijo Jack. —mejor no te sientes a mi lado, bicho raro.
—Jack, silencio. —dijo el señor Morgan. —Vaya, profesor Gilbert, como usted ha dicho, no he sido capaz de usar mi habilidad en ella.
—¡Ya os dije que tenía la Negación! —dijo Ally. —Pero como el profesor no me hizo caso…

—¡Es que resultaba totalmente imposible tratándose del Circulo! —se excusó el profesor.
¿Qué Ally les dijo qué?
Oh Dios mío.

Me estoy volviendo loca por momentos.
—¿Qué tú qué? —dije dirigiéndome a Ally.—¿Qué es el circulo?
Y de nuevo, volvieron a evitarme.
—Bueno, es que Ally, —empezó a decir la chica del pelo rojo. —Eso era muy raro.
—Ya, Romina. —comenzó Cloe. —Pero no se puede tachar de imposible. Yo tampoco he podido grabar su imagen.
Con que Romina era la chica del pelo rojo, eh.
Miré con los ojos como platos hacia Cloe.
—¿Perdonaaaaa? —dije exageradamente alto.

Jack se levantó exasperadamente.
—Yo me largo. —dijo. —Paso de aguantar a niñas estúpidas.
—¡Vete entonces! —dije gritándole. Y como no se movía, seguí diciendo. —¿A qué esperas? ¡Ya estás tardando en salir aquí!
Y entonces se dio la vuelta, caminó hacia la puerta, la abrió y se fue.
Maldito arrogante de mierda.
Ojala y…

Bueno, mejor no pensar en nada, de momento.
—Por fin se va ese idiota. —dijo Romina.
El señor Morgan le miró con el ceño fruncido y ella levantó los brazos.
—¿Qué? —continuó ella. —Es un idiota.
Bien.

Por fin alguien que pensaba lo mismo que yo.
—Se acabó, Romina. —concluyó el señor Morgan. —No quiero ningún tipo de insulto hacia Jack. ¿Entendido?
—Sí, director Morgan. —dijo Romina poniendo los ojos en blanco.
—Profesor, puede explicarnos lo que ha sucedido ahora.
El profesor comenzó a contar lo que había pasado, desde el principio hasta que llegaron ellos.
No tuve que decir nada, ya que el profesor lo dijo todo.
—¿Y el dr. Kol dijo que las pruebas realizadas con anterioridad estaban bien? —preguntó James.

—Perfectas. Ningún defecto genético. Nada.
Esta vez el director James se dirigió hacia Ally.
—Allison, ¿tiene La Marca?
Ally se miró las manos y después de unos segundos levantó la mirada.
—Bueno, es que…no he podido hacerla.
—¿Cómo que no lo sabes? ¡Pues a qué esperas!

Entonces Ally miró a Romina y a Cloe y las tres se levantaron de la camilla y se encaminaron hacia mi, que seguía de pie en medio de la habitación.
¿Qué era eso de La Marca?
¿Qué me iban a hacer?
Ally se puso en frente mía. Romina a mi izquierda y Cloe al lado de Ally.
—Eve, necesito que confíes en mi. —empezó Ally. —¿Lo harás?
Dudé unos segundos.

Por supuesto que confiaba en ella.
—Sí.
—Esta bien, necesito que te quites tu americana y que extiendas después tu brazo derecho de manera que tu muñeca mire hacia arriba.
Entonces, después de asimilar lo que me había dicho, me quité la chaqueta y la dejé en una silla.

Extendí mi brazo hacia arriba.
Entonces Romina extendió el suyo y agarró su mano derecha en el extremo de mi codo, dejando su muñeca derecha hacia arriba también.
Después Cloe hizo lo mismo con el brazo de Romina y Ally hizo lo mismo con el brazo de Cloe. Y yo
agarré a Ally por el mismo lado.
Nuestros brazos formaban un cuadrado pequeño.
Entonces, como de la nada una pequeña marca apareció en mi muñeca.
Tenía la forma de un cuadrado perfecto.
Entonces nuestros brazos se separaron y el cuadrado desapareció, pero no del todo.
Solo quedaba uno de los lados del cuadrado. El mío era el lado derecho.
Cuando me fijé en las muñecas de las demás, Romina tenía el lado que estaba mirando hacia abajo, Cloe el de la izquierda y Ally el que estaba mirando hacia arriba.
—¡Por fin! ¡El circulo por fin se ha cerrado! —gritó Cloe, emocionada.

Sus pequeños rizos castaños comenzaron a moverse mientras ella daba palmaditas con las manos.
¿Qué el circulo se había cerrado?
¿Es que la gente no estudia geometría?
¡Eso era un cuadrado, por el amor de Dios!
—¿Ha funcionado? —preguntó James Morgan.
—Sí. —contestó Ally.
—Bien. Has cumplido con tu labor, Allison. —dijo James.—Gracias por traerla con nosotros.

Miré a Ally.
¿Cumplir con su labor?
¿Qué labor?
Ally bajó la mirada hacia al suelo y contestó.

—¿Puedo irme ya? —Preguntó apresuradamente.
—Por supuesto que sí. —contestó él.—Gracias de nuevo, nunca pensé que la encontraríamos, y gracias a ti, aquí la tenemos, a la mismísima Última Elegida.
Me costó un momento entender que hablaban de mi.
Yo era esa cosa que Ally había conseguido.
Yo era ese labor que Ally había cumplido.






—Por favor, dime algo.
Estaba tumbada en mi cama, ya en casa de Rose y Peter. No había hablado en todo el camino de vuelta a casa, Rose tampoco nos había preguntado por que ya sabía que algo iba mal.
Estaba con mi pijama puesto, mirando hacia el techo, pero sabía que la cabeza de Ally estaba asomada entre los barrotes.
—Por favor, Evelyn…
Ally no se daría por vencida, así que bajé de la litera y con Ally persiguiéndome, agarré mi iPod y mis cascos y volví a subir a la litera.
—Evelyn, por favor.
Me puse los cascos.
—¡Deja de comportarte como una niña de diez años! ¿No me piensas hablar? ¡Pues vale! —Ally desapareció de la habitación dando un portazo.
Y entonces dejé que la voz de Bon Jovi, un cantante antiguo, invadiera mis pensamientos.
Ella ya lo sabía.
Ella lo sabía y no me lo dijo.

Sabía que yo tenía una maldita habilidad desde siempre, sabía que yo no tenía ningún problema. Pero aún así, dejó que me torturaran yendo a las cabinas día a día.
Parece ser que Ally no era tan mala actriz como parecía.
Me había engañado todo este tiempo.
Quizá solo se hiciera amiga mía por el hecho de cerrar ese círculo, que en realidad era un cuadrado, quizá no hubiera amistad alguna entre nosotras.
Noté un nudo en mi garganta.
Intenté que desapareciera, pero seguía ahí.
Y no aguanté más.
Sollocé y hundí mi cara entre mis manos. Empecé a notar como se humedecían y que la respiración se me cortaba momentáneamente y me daban pequeños espasmos.
Lloré desconsoladamente.
Me quité mis cascos y apagué el iPod para después bajar de la litera y entrar al baño.
Aún seguía con pequeños espasmos y con lágrimas sobre mis mejillas, así que cerré el baño con cerrojo y comencé a llenar la bañera.
Mamá decía que un buen baño caliente aliviaba todos los males.
Cuando vi que la bañera empezaba a llenarse considerablemente, me quité la ropa y metí mis pies en la bañera.
El agua ardía, quemaba.
Pero no me importaba.
Me hundí en la bañera y dejé que mis pensamientos flotaran y que mis lágrimas se mezclaran con el agua de la bañera.
¿Cómo había podido?
Mi mejor amiga.
¿Siempre había estado fingiendo? Todo lo que hicimos juntas, cada momento… Ella lo único que quería era la estúpida marca.
Eso te pasa por confiar demasiado en la gente, estúpida. Me dijo mi subconsciente.

Cerré los ojos y desconecté.




No sé cuanto tiempo pasó, pero cuando desperté seguía en la bañera y el agua ya estaba fría.
Me froté los ojos y me miré las manos.
Tenían pequeñas arrugas en las yemas de los dedos, así que salí de la bañera, agarré una toalla y la envolví en mi cuerpo.
Y descubrí qué me había despertado.

—¿Evelyn?
Era Allison.
No, por favor.

No quería verla.
Entonces todo volvería de nuevo y me pondría a llorar frente a ella.
Me miré en el espejo y vi que tenía unas sobras grises bajo los ojos y el pelo seco por la parte de arriba.
No te derrumbes.
Déjala las cosas claras, haz como si simplemente la cosa te resbalara.

Tienes que parecer fuerte. Me dije a mi misma un par de veces.
Entonces los golpes en la puerta volvieron.
—¿Evelyn? ¿Estás bien? ¿Estás ahí?
—Sí, estoy aquí.
La voz de Ally no me contestó, pero oí como sus paso se alejaban de la puerta.
Quité el tapón de la bañera y me volví a poner lo que llevaba puesto y salí de la habitación.
Y allí estaba ella.
Y supe que había llorado. Aún tenía los ojos rojos y las mejillas encendidas.
—Oye, Eve—empezó a decir, mientras se levantaba.
—Lo primero, —la interrumpí. —No me vuelvas a llamar Eve. Lo segundo, no intentes excusarte o disculparte. Me importan una mierda tus disculpas. Y tercero. Como eres tan buena actriz, te pido que actúes como si estuviéramos
bien delante de la gente. —mis propias palabras me dolían pero la cara de Ally me partía el alma. —Así que mañana, cuando lleguemos a Detroit, vas a actuar como si nada de esto hubiera pasado, nos vamos a despedir como si nada de esto
hubiera pasado, pero no quiero que vuelvas a dirigirme la palabra nunca más.
La cara de Ally era puro horror.
Era el miedo materializado.
—Pero Eve, déjame explicarte, por favor. —Ally estaba al borde de las lágrimas, igual que yo. Pero ya no hay lágrimas que valgan.

Eso no se le hace a una amiga.
Me acerqué a ella, y a pesar de que ella era más alta que yo, la señalé con el dedo.
—No vuelvas a llamarme Eve. No te lo mereces.

Ally me cogió de la muñeca.
—Evelyn, por favor. Déjame que te lo explique.
—¿Explicar qué, Allison? ¿Qué me has engañado? ¿Qué te hiciste amiga mía solo por esto? ¿Eso es lo que tienes que explicarme? Por que si es eso, entonces no quiero escuchar nada.

—No es exactamente así. —se excusó Ally, volviendo a sentarse en su cama, enterrando su cabeza entre
sus manos.
Su pelo rubio estaba un poco enredado y aún llevaba la ropa de esta mañana, aunque apuesto a que ya había pasado la hora de comer.
—¿Ah no? ¡Entonces dime! —dije, con seriedad. —¡Sorpréndeme!
Ally inspiró y un pequeño espasmo la sacudió.
—Tú sabes que nos conocemos desde los cuatro años. Una niña de cuatro años es incapaz de hacer algo así. —explicó ella.
—Sí, te conozco desde los cuatro. Pero, mágicamente, a los once te mudaste muy cerca de mí y ahí empezó todo. ¿O no es así, Allison?

Ella se quedó mirándome unos segundos y después contesto.
—Yo—comenzó a decir.
—Limítate a decir sí o no.—la interrumpí.—¿Sabían tus padres todo esto?
—Sí.
—¿Te mudaste ahí por mi?

Comenzó a sollozar y a llorar desconsoladamente y yo solo quería abrazarla y decirla que aún la quería, que aún era mi mejor amiga.
Pero no.
Me había traicionado.
—¿Empezaste a conocerme solo por que pensasteis que yo cerraría el círculo?

Cubrió su boca con su mano para evitar sollozar demasiado alto.
—Sí.
—¿Entonces qué tienes que explicarme, Allison? Ya está todo explicado. —esta vez yo también empecé a notar los ojos llenos de lágrimas. —Esta amistad solo ha sido una farsa para ti. Tú solo cumplías con tu labor.

—Yo…Lo siento tanto, Evelyn…
—Yo también lo siento. —dije.— Siento haber confiado en ti.
beautifuliarx
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