The Runaways (Harry & Joah)

Se saco la chaqueta y la amarro a una sabanas que había recolectado en su estadía, tomo sus pantalones y los coció con la chaqueta, pero aun así le faltaban metros para no caer al piso y destruir todos sus huesos.
La desesperación la consumía y la adrenalina viajaba por sus venas a la misma velocidad que su corazón bombeaba.

Esta ya no era la vez cuando se escapo del internado de niñas, esta era diferente. Escaparse de una cárcel ya no era fácil. La seguridad en estos años habían aumentado y especialmente cuando supieron que Joan Chadwick había sido entregada a la policía. Seguramente, porque las calles estarían más seguras sin esa desgracia de la humanidad.

Tomo entre sus manos la cuerda improvisada de sabanas que hizo y la ato a un tubo que conducía el acondicionado del lugar.

Dio un salto, con las manos enredadas en las sabanas y con suma precisión bajo sosteniéndose del tubo y las sabanas. Parecía una oruga que baja por un tubo de forma vertical.

A Joah no le daba tanto desasosiego caerse en el abismo del suelo –que extrañamente eran quince pisos- y romperse sus huesos. Le daba más miedo desatar esa furia interior que la consumía como una droga y no podía controlar fácilmente.

Sus padres se habían equivocado en mandarla a un internado de señoritas, o también a una cárcel, debían haberla internado en un hospital psiquiátrico, Joah no era normal, tenía serios problemas de ira e incontrolables ganas de matar gente cada dos minutos o en cuanto viera a alguien que no fuera de su agrado (o sea, la mayoría de la gente).

Cuando toco suelo firme, soltó un suspiro ahogado y se dio media vuelta, con suma cautela. Se encorvó para pasar desapercibida entre los matorrales y en puntillas corrió hasta la salida, en donde había: dos guardias y un vigilante con una pistola.
“Vaya que desconfían de los rehenes”

Camino hasta esconderse detrás de un gran roble, de grueso tronco y matorrales alrededor. Ladeo su cabeza y un poco su cuerpo, cuidando no dejarse al descubierto y salir atrapada, miro a sus tres próximas víctimas y pensó rápidamente que armas utilizaría para empezar.

Saco del su bolsillo de su pantalón, un cuchillo oxidado. Se armo de valor y con todas sus fuerzas se subió al árbol. Desde la copa vio a los dos guardias y medito, que lo mejor era dejar al vigilante para el final, de seguro los guardias no tenían mucha experiencia en escapadas de rehenes.

Salto desde la punta del árbol y cayó sobre los dos guardias, después de dos puñetazos y uno en la parte baja de cada uno, cayeron inconscientes al suelo y se levanto para ir en busca del vigilante.

Fue más rápido y fácil de lo que ella pensó. No había necesidad de matarlos, de seguro tenían familias que mantener y Joah no era tan frívola de corazón, como para dejar a unos niños sin su padre. Solo mataba…cuando eran necesarios, o si sus instintos asesinos asomaban su iris y la envolvían en un sinfín de emociones aniquiladoras.


Después de unos minutos en los que Joah estaba cansada de caminar por el bosque, se decidió por tomar un descanso. Durante el recorrido piensa en su vida, la de su familia y todo lo que dejo atrás por ingresar al lado oscuro de la vida.

A lo mejor robar no era el mejor pasatiempo, siendo que no le faltaba nada. Pero la sensación que a Joah le encantaba era ver los rostros asustados de sus víctimas, era algo enfermizo y despiadado, pero Joah no quería ser igual a las demás.

Estaba en Nueva York, era imposible comportarse como las desenfrenadas adolescentes de hoy, siendo que la mayoría eran rubias ricas y superficiales, además de racistas.
Y eso era lo que yo valoraba de Joah, ella era una especia de Robin Hood salvando vidas de inocentes y matando al millonario caprichoso. Bueno, nunca tan así, pero el parentesco y semejanzas se hacían notar en ciertos aspectos, de estos dos personajes.

Joah era feliz con la vida que llevaba, nómade y rebelde con causa. Defensora de razas negras y culturas extranjeras, odiaba cuando ella presenciaba un acto de discriminación a un afroamericano y el negro tenía que sufrir las consecuencias y secuelas de ser esclavo (indirectamente) de un blanco, y solamente por el color de piel.

Pasado una media hora, Joah se levanto entusiasmada por el largo viaje que le espera, matando y asaltando personas. Verdaderamente estaba enferma, pero aun así admiraba la extraña forma de pensar de Joah.
En la carretera desolada de Stonfield, un tour bus de turistas pasa por el lado de ella, este se detuvo ya que a unos pasos se encontraba una gasolinera. Los turistas entusiasmados bajaron a sacar fotos hasta las lagartijas que pasaban por ahí.

Joah decidió entrar a la cafetería, hacer como que iba a comprar y asaltar a algunos de los descerebrados trotamundos.
Desde el segundo piso del tour bus había una familia completa. Dos niñas y un niño adolescente, a este último le pareció linda Joah y grito desde arriba;

— ¡Hey! ¡Preciosa! ¿Por qué no me das un tour tu mejor?

Joah elevo la vista y se halló con un chico güero de ojos cerúleos. Joan en un exaspero por la cólera que la corroía, cada vez que la incitaban, se limito a levantarle el dedo majadero y el rubio se sentó callado, mirándola desde arriba.

Cuando va entrando a la cafetería un chico alto y de rulos se acerca a la fila y se coló antes que ella. Nuevamente la cólera se asoma por las entrañas de Joah y trata de controlarse y no hacer nada, todavía.

El chico de rulos que se había colado en la fila, mira despreocupadamente las paredes, llenos de anuncios de cachorros perdidos y venta de terrenos en esta desolada ciudad. Y entre las fotos e impresiones había un impróvido cartel con letras grandes diciendo: “Se busca”. En la foto de debajo de las letras, salía una chica de cabello café oscuro y desordenado, de penetrantes ojos verdes y piel pálida como la de un muerto. Salía vestida de negro, con pantalones, camisa rasgada y sucia, tenía un tajo en el cuello y más abajo yacía;
“Ella es Joan Chadwick, una chica de 18 años que ha sido formalizada en variadas ocasiones, es de New Jersey y se busca por; homicidios, venta de drogas y armas ilegales, además de tener un problema psicológico que retrasa su formalización por homicidios. Si usted la ve, no dude en llamar al siguiente numero; 7692817 o contáctenos al siguiente mail…”

La desesperación en el chico aumenta cuando mira de reojo a la chica que está detrás del, la misma chica de la foto, de seguro era Joah.

Estúpido e idiota al no haberse percatado de eso antes, de seguro por su mente pasaba una idea de cómo matarlo por haberle robado el puesto.
Harry, el chico de rulos quien se había osado de faltarle el respeto a Joan Chadwick, buscada por toda América, sentía temor y angustia.

“Cálmate, si no te mueves ella no hará nada. Respira y bota. Inhala y exhala. Ya está bien, ahora cédele el puesto y actúa normal. ¡Vamos esto lo puedes hacer, eres Harry Styles, el famoso integrante de la banda One direction!”
Y mientras Harry, el chico de rulos, debatía en que hacer, Joah lo miraba divertida por los gestos de terror y tensión que se le acumulaban en el rostro. Pensó que podría jugar un minuto con él, aprovechando el poder de miedo que tenia, algo de dinero debía de tener, tenia buena pinta. Aparte los turistas siempre traen dinero consigo.

— ¿Qué hace un turista como tú en un lugar como este? —le susurro a las espaldas del. Harry sintió como su corazón se paraba en ese instante y un ataque de asma se asomaba por sus pulmones. Era Joah, la chica de la foto, la chica. ¡Era la chica que se buscaba por toda América!

Se giro lentamente, tratando de recomponerse y no demostrar temor ante ella, Joah miraba el cartel en donde salía su foto, con la reseña de su vida en letras pequeñas, sobre un papel desgastado.
—Así que…ya viste la foto ¿No? —bisbiseo desafiante, pero alerta. Harry trago un nudo de saliva que se había acumulado y terminó por girarse.

Y ahí estaba, la misma chica de la foto, la misma chica que era buscada muerta o viva por New York, la misma chica que de seguro debe haber en cientos de impresiones de la copia de ese papel, donde yacían sus delitos y su nombre.

— ¿De qué foto me estás hablando? —hablo Harry, tratando de sonar valeroso y con intrepidez, a pesar que lo único que quería era salir corriendo de ahí y esconderse en los brazos afables de Louis.
¿Dónde estaba su Louis para consolarlo?

— ¿Tú crees que no te vas a llevar un recuerdo mío? —empleaba una frecuencia de voz sosegada y serena, mirándolo plenamente alerta y a la vez despreocupada. De seguro tenia guarda espaldas.

—Llévate todo mi dinero, pero no me hagas daño— siseo acobardado y a la vez perturbado por el rostro de Joah.

—El dinero es lo de menos… ¿Harry? ¿Harry Styles? Bueno da igual, lo relevante es ver que sufras…
— ¡No! —en ese momento todos giraron asustados por el grito de Harry. Algunos se acercaron a pedirle un autógrafo y otros a brindarle ayuda.

Mientras la aglomeración de gente se empezaba acumular alrededor de Harry, Joah fructifico la oportunidad de escapar por la puerta trasera, de seguro había guardias en la entrada y lo que menos quería era estar de nuevo en esa cárcel.

“Con que Harry Styles, la famosa estrella de Inglaterra.” Pensaba Joah en su fuero interno.

La tarde se empezaba a ser noche y los turistas debían regresar al tour bus. Joah se asomo por la puerta trasera y miro a través de un espejo cuanta gente había, escruto con la mirada si había un vehículo para robar y se fijo que detrás del bous, se encontraba un auto negro y elegante, rodeado de cuatro chicos vestidos aristocráticos y fumando cigarros. De seguro eran los compañeros de banda de Harry.

Dio la vuelta a la cafetería, por atrás y giro en sus talones para quedar enfrente de los cuatro chicos. Uno voto la colilla de cigarro al suelo y la boca de Joah se hizo agua al instante, miro por el rabillo del ojo si venían más personas y ahí lo vio.

Ahí venia Harry Styles, blanco como una hoja de papel y tieso como una estatua. Los guardias se habían quedado dentro de la cafetería para terminar de tomar un café, Harry hubiese preferido que lo acompañasen hasta llegar al auto, pero no podía demostrar tanta raquitismo ante sus amigos, se supone que él era valiente.

Llego sano y salvo hasta el piloto del auto y entro. Resoplo acongojado y miro de reojo a los chicos.
—No saben el susto que pase allí dentro— musito con la voz ronca y frotándose las sienes.

Louis al instante entro el copiloto y acaricio los rulos de Harry. Zayn, Liam y Niall entraron a la parte trasera y asomaron sus cabezas para quedar más cerca de él y escuchar el relato.

— ¿Qué sucedió? —indago Zayn intrigado. Louis le hizo un ademan con la mano para que continuara.
—Me cole en una fila, delante de una chica americana. Ella había chasqueado la lengua y se enojo, lo pude sentir, a pesar de estar de espaldas a ella. Y empecé a mirar los carteles del tablón de anuncios y entonces…

Mientras Harry, el macho alfa que se respeta contaba el relato de su susto, Joah buscaba una forma de robarles el auto, pero no podía hacerlo sin armas, eran muchos y ella no era una reina de las artes marciales, tampoco una gran luchadora y no poseía mucha fuerza, lo que yo rescataba de ella era su astucia y suspicacia para hacer las cosas y eso era lo que le ayudaba a hacer todos sus cometidos.
Entro a la cafetería, con la chaqueta puesta y el gorro cubriéndole la mirada. Camino hasta quedar al lado de los guardias con la cabeza gacha, para que no la descubrieran.

—Quiero un café, bien cargado— le susurro frívola, como siempre lo hacía. Los guardias miraron de reojo a Joah y esta giro la cabeza, mirando hacia el lado contrario de ellos.

Escucho unos murmullos provenientes de ellos y cayó en la cuenta que no podía permanecer mucho tiempo allí dentro salva. Así que sin más previo aviso, tomo la única pistola, que a pesar de no tener ni una mísera bala en el y apunto a los dos guardias de seguridad en la cabeza, disimuladamente para que nadie más se fijara en la presencia de ella.

— ¿Qué es lo que quieres? —susurro uno, tratando de sacar una pistola de su bolsillo. Joah tomo sus manos y las puso al frente, donde ella las viera.

—Fácil. Quiero dinero, armas y ese lujoso auto de afuera— les gruño en el oído a cada uno. El que estaba a la izquierda trato de sacar su arma, la dejo en la mano de Joah. El de la derecha hizo el mismo acto y sacaron sus billeteras para depositarlas al frente de la vista de Joah.

Rápidamente tomo todas las cosas y se las guardo en los bolsillos. Ellos resoplaron angustiados por estar tan cercanos a la muerte. Se alejo un poco de ellos y les musito:
—Que fácil fue, esta pistola es demasiado antigua y ni balas tiene. Muchas gracias caballeros y déjenme decirles algo; si yo hubiese sido famoso, no les hubiera resguardado mi vida en sus manos, no sirven ni como policías. ¿Acaso no saben distinguir en una pistola cargada o no?

Y dicho eso, salió de ahí deprisa, cargando la pistola con balas y municiones en su bolsillo delantero de su polerón.
Dio nuevamente la vuelta a la cafetería y era ahora o nunca para robar ese auto. Miro a los chicos que estaban dentro del auto. Uno en el asiento del copiloto y los cuatro restantes estaban en la parte trasera, consolando a Harry por su susto.

Vio como los guardias salían de la cafetería pálidos del susto y se dirigían hasta el auto.
—Tienen que irse lo antes posible de aquí, hay una psicópata suelta y es peligroso que ustedes sigan aquí. Nosotros avisaremos a policía del paradero de la chica, mientras, ustedes vayan hasta New York y digan que aumenten la seguridad.

Los cinco chicos asintieron y echaron a andar el auto con sigilo, lentamente avanzaba el auto y Joah corrió por los matorrales para alcanzarlos, total a esa velocidad hasta una tortuga los alcanzaba.
Louis manejaba lento, mirando para todos lados y teniendo cuidado. En ese momento pudo divisar que de los matorrales apareció una chica apuntándolos con una pistola e impidiéndoles el paso, era detenerse o arrollarla, pero Louis no tenía el coraje suficiente para hacerlo.
— ¡Es ella! ¡Es ella! ¡Díganle que salga de ahí!...

En ese preciso momento, después de que Harry gritara como desquiciado eso, se desmayo. Los chicos en un arrebato de ideas hicieron que Louis frenara bruscamente y quedaran a escasos metros de Joah.
Camino hasta quedar más cerca del piloto y entro la cabeza por la ventana. Seguía apuntándolos con la pistola y eso hacía que los atemorizara, provocando cierto aire de superioridad en Joah.
La hacía sentir imponente.

—Salgan o mueren— musito mirándolos divertida. Ellos al instante y sin titubear salieron del carro lo más rápido que sus pies le permitían y se alejaron hasta la vereda de matorrales.

Joah entro rápidamente y encendió el auto, comenzó a andar despacio y les grito desde el auto.
— ¡Adiós idiotas!

Les levanto el dedo del medio y arranco lo más rápido que el auto pudiera.

Los chicos estaban ahí, varados a unos cuantos kilómetros de la cafetería. Louis miro a los chicos y abrió los ojos a tope cuando se fijo que faltaba uno, el más importante, Harry.
— ¡Chicos! ¡Harry! ¡Se lo llevo! —grito exasperado y tomándose el cabello entre sus manos en un espalmo de desespero.

Pero ya era demasiado tarde, Joah se lo había llevado inconscientemente en la parte trasera del auto. Llevaba un chico desmayado y sin darse cuenta aceleraba a toda prisa.
Ese era el tipo de cosas que me gustaban de Joan, su astucia y la ideología que tenía en pensar una cosa y poseerla al instante, solo por el hecho de proponérselas y hacerlas a su gusto.
Quedaba un largo camino por recorrer y lo haría sin precaverse de que el famoso cantante Harry Styles se encontraba desmayado a los pies de los asientos traseros.

Ay Joah que haremos contigo...

(...)Harry sintió pena y nostalgia al verse en la situación siguiente; estaba prácticamente solo, en una carretera desierta, con una loca desquiciada, maquina asesina de personas. Sintió lastima por el mismo, por su vida que se iba por la borda si a Joah le daban esos ataques homicidas y su ira se descontrolaba. Estaba totalmente perdido, pero la única opción que le quedaba era amigarse con ella y asumir una posible falsa amistad, hasta que ella lo deje ser libre. Ya que dudaba mucho que lo dejara en libertad condicional si se le ocurrían torturas. (...)