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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 25 Dic 2012, 11:55 am

FELIZ NAVIDAD! GIRLS! :hug:


Espero que hayan tenido una muy bonita noche buena! *.*

Que hayan cenado muy rico! :fiu:

& les deseo lo mejor en esta temporada! ;)

Tanto para ustedes como su familia! :)

Cuidense & bueno, como no puedo darles un regalo fisicamente,
les dejo un mini-maratón! ;)

Las quiero chicas! :(L): :hug:

Nos estamos leyendo!

\^.^/

X
HeyItsLupitaNJ
HeyItsLupitaNJ


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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 25 Dic 2012, 12:44 pm

• DONDE LOS ÁNGELES TEMEN PISAR - CAPITULO 7 (Parte 2) •

Capitulo 1/ 3



-Yo no tengo lado, ____(tn) querida –dijo Magnus con una onda de su pipa–. Y en realidad, es culpa tuya que tuviera que congelarlo durante un ratito. Estabas terriblemente cerca de decirle que no soy Ragnor Fell.

-Eso es porque tú no eres Ragnor Fell.

Magnus echó un chorro de humo de la boca y la contempló pensativamente a través de la neblina.

-Vamos –dijo él–, déjame enseñarte algo.

Él sostuvo la puerta de la pequeña casa abierta, haciendo un gesto para que entrara. Con un último vistazo incrédulo a Sebastian, ____(tn) le siguió.

El interior de la casita estaba sin luz. La débil luz del día manando por las ventanas era suficiente para mostrar a ____(tn) que estaban en una gran habitación llena de sombras. Había un extraño olor en el aire, como de basura quemándose. Ella hizo un débil sonido de asfixia cuando Magnus levantó la mano y chasqueó una vez los dedos de nuevo. Una brillante luz azul floreció de las yemas de sus dedos. ____(tn) dio un grito ahogado. La habitación estaba hecha un desastre: muebles hechos astillas, cajones abiertos y su contendido diseminado por todas partes. Páginas rasgadas de libros dispersadas por el aire como ceniza. Incluso los cristales de la ventana estaban hechos trizas.

-Recibí un mensaje de Fell la noche pasada –dijo Magnus–, pidiéndome que nos encontráramos aquí. Llegué aquí… y lo encontré así. Todo destruido, y la fetidez de demonios por todas partes.

-¿Demonios? Pero los demonios no pueden entrar en Idris…

-No te digo que lo hayan hecho. Sólo te estoy contando lo que ocurrió – Magnus hablaba sin inflexión–. El lugar apestaba a algo demoniaco en origen. El cuerpo de Ragnor estaba sobre el suelo. Él no estaba muerto cuando se fueron, pero lo estaba cuando llegué yo –se giró hacia ella–. ¿Quién sabía que estabas buscándole?

-Madeleine –susurró ____(tn)–, pero ella está muerta. Sebastian, Nicholas y Simón. Los Lightwood…

-Ah –dijo Magnus–. Si los Lightwood saben, la Clave bien puede saber hasta la fecha, y Valentine tiene espías en la Clave.

-Debería haberlo mantenido en secreto en vez de preguntar a todo el mundo por él –dijo ____(tn) con horror–. Es por mi culpa. Debería haber advertido a Fell…

-Debería señalar –dijo Magnus–, que no podías encontrar a Fell, que de hecho ese es el por qué de que preguntaras a todos por él. Mira, Madeleine y tú sólo pensasteis en Fell como en alguien que podía ayudar a tu madre. No como en alguien en quien Valentine podría estar interesado más allá de eso. Pero hay más. Valentine podría no haber sabido cómo despertar a tu madre, pero parecía saber que lo que ella había hecho para ponerse en ese estado tenía una conexión con algo que él quería mucho. Un libro de hechizos especial.

-¿Cómo sabes todo eso? –preguntó ____(tn).

-Porque Ragnor me lo dijo.

-Pero…

Magnus la interrumpió con un gesto.

-Los brujos tienen formas de comunicarse entre ellos. Tienen sus propios lenguajes –levantó la mano que sostenía la llama azul–. Logos. Letras de fuego, cada una de al menos quince centímetros de alto, aparecieron sobre las paredes como si estuvieran grabadas en la piedra con oro líquido. Las letras corrían por las paredes deletreando palabras que ____(tn) no podía leer. Ella se giró hacia Magnus.

-¿Qué dice?

-Ragnor hizo esto cuando supo que estaba muriendo. Contar al brujo que sea que viniera detrás de él qué fue lo que ocurrió –cuando Magnus se giró, el resplandor de las letras ardiendo iluminaba sus ojos de gato con oro–. Fue atacado por los siervos de Valentine. Ellos reclamaron el Libro del Blanco. Junto al Libro Gris, está entre los más famosos volúmenes de obra sobrenatural jamás escritos. Ambos tienen la receta de la pócima que tomó Jocelyn, y la receta del antídoto para ello está contenida en ese libro.

La boca de ____(tn) se abrió.

-¿Así que estaba aquí?

-No. Le pertenecía a tu madre. Todo lo que hizo Ragnor fue aconsejarle dónde esconderlo de Valentine.

-Entonces está…

-Está en la casa solariega de los Wayland. Los Wayland tenían su casa muy cerca de donde vivían Jocelyn y Valentine; eran sus vecinos más cercanos. Ragnor sugirió que tu madre ocultara el libro en su casa, donde Valentine nunca lo buscaría. En la biblioteca, de hecho.

-Pero Valentine vivió en la casa de los Wayland durante años después de aquello –protestó ____(tn)–. ¿No lo habría encontrado?

-Fue escondido dentro de otro libro. Uno que era poco probable que Valentine abriera alguna vez –Magnus sonrió torciendo la boca–. Recetas Sencillas para Amas de Casa. Nadie puede decir que tu madre no tuviera sentido del humor.

-Entonces, ¿has ido a la casa de los Wayland? ¿Has buscado el libro?

Magnus sacudió la cabeza.

-____(tn), hay protecciones para equivocar el camino hacia la casa. No sólo impiden el paso a la Clave; impiden el paso a todo el mundo.

Especialmente a los Submundo. Tal vez si tuviera tiempo para trabajar en ello, podría forzarlas, pero…

-Entonces, ¿nadie puede entrar en la casa? –la desesperación se abría camino en su pecho–. ¿Es imposible?

-No he dicho nadie –dijo Magnus –Puedo pensar en al menos una persona que podría introducirse en la casa casi con toda seguridad.

-¿Te refieres a Valentine?

-Me refiero –dijo Magnus–, al hijo de Valentine.

____(tn) sacudió la cabeza.

-Nicholas no me ayudará, Magnus. Él no me quiere aquí. De hecho, dudo que él me hable en absoluto.

Magnus la miró con aire meditabundo.

-Creo –dijo él–, que no hay mucho que Nicholas no hiciera por ti, si tú se lo pides.

____(tn) abrió la boca y luego la cerró de nuevo. Ella pensó en la manera en que Magnus siempre pareció saber lo que Alec sentía por Nicholas, lo que Simón sentía por ella. Sus sentimientos por Nicholas debían estar escritos sobre su cara incluso ahora, y Magnus era un lector experto. Ella apartó la mirada.

-Dices que puedo convencer a Nicholas de venir a la casa conmigo y conseguir el libro –dijo ella–. ¿Y luego qué? No sé cómo hacer un hechizo, o hacer un antídoto…

Magnus resopló.

-¿Creías que yo te estaba dando todos estos consejos gratis? Una vez que consigas el Libro del Blanco, quiero que me lo traigas directamente.

-¿El libro? ¿Tú Lo quieres?

-Es uno de los libros de hechizos más poderosos del mundo. Por supuesto que lo quiero. Además, para ser justos, pertenece a los hijos de Lilith, no a los de Raziel. Es un libro de brujería y debería estar en manos de un brujo.

-Pero lo necesito… para curar a mi madre…

-Necesitas una página de él, que puedes quedarte. El resto es mío. Y a cambio, cuando me traigas el libro, prepararé el antídoto para ti y se lo administraré a Jocelyn. No puedes decir que no sea un trato justo –él le ofreció una mano–. ¿Sellamos el acuerdo?

Después de un momento de vacilación ____(tn) estrechó su mano.

-Será mejor que no me arrepienta de esto.

-Desde luego que espero que no –dijo Magnus volviéndose alegremente hacia la puerta de entrada. Sobre las paredes las letras de fuego ya estaban desvaneciéndose–. El arrepentimiento es una emoción tan inútil, ¿no te parece?

El sol fuera parecía especialmente brillante después de la oscuridad de la casita. ____(tn) se quedó parpadeando mientras su visión volvía a enfocarse: las montañas a lo lejos, Caminante mascando hierba alegremente y Sebastian inmóvil como una estatua sobre el césped, una mano todavía extendida. Ella se volvió a Magnus.

-¿Podrías descongelarle ahora, por favor?

Magnus parecía divertido.

-Me sorprendí cuando recibí el mensaje de Sebastian esta mañana –dijo él–, diciendo que estaba haciéndote un favor, nada menos. ¿Cómo has terminado conociéndolo?

-Es primo de unos amigos de los Lightwood o algo así. Es bueno, lo prometo.

-Bueno, bah. Es guapísimo –Magnus lanzó una mirada ensoñadora en su dirección–. Podrías dejarlo aquí. Podría colgar sombreros de él y demás.

-No. No puedo hacerlo.

-¿Por qué no? ¿Te gusta él? –los ojos de Magnus despedían un destello–. A él parece que le gustas tú. Le vi agarrándote la mano allí fuera, como una ardilla lanzada tras un cacahuete.

-¿Por qué no hablamos de tu vida amorosa? –replicó ____(tn)–. ¿Qué pasa
contigo y Alec?

-Alec rehúsa reconocer que tenemos una relación, así que yo rehúso reconocerlo a él. Me envió un mensaje de fuego pidiéndome un favor el otro día. Iba dirigido al “Brujo Bane”, como si fuera un perfecto desconocido. Aún sigue colgado de Nicholas, creo, aunque esa relación nunca irá a ninguna parte. Un problema sobre el que imagino que no sabes nada…

-Oh, cállate –____(tn) miró a Magnus con desagrado–. Mira, si no descongelas a Sebastian, entonces no podré irme de aquí nunca, y tú nunca conseguirás el Libro del Blanco.

-Oh, está bien, está bien. ¿Pero podría hacerte una petición? No le cuentes nada de lo que te acabo de decir, sea amigo de los Lightwood o no

–Magnus chasqueó los dedos de mala gana.

El rostro de Sebastian volvió a la vida, como un video volviendo a la acción después de haber estado en pausa.

-…ayudarnos –dijo él–. Esto no es simplemente un problema menor. Esto es cosa de vida o muerte.

-Vosotros, los Nephilim, pensáis que todos vuestros problemas son de vida o muerte –dijo Magnus–. Ahora marchaos. Habéis comenzado a aburrirme.

-Pero…

-Iros –dijo Magnus con un tono peligroso en su voz. Chispas azules resplandecían en las puntas de sus largos dedos, y hubo un repentino olor fuerte en el aire, como de algo quemándose. Los ojos de gato de Magnus brillaban. Incluso aunque ella sabía que era una actuación, ____(tn) no pudo remediar echarse atrás.

-Creo que deberíamos irnos, Sebastian –dijo ella.

Los ojos de Sebastian se habían estrechado.

-Pero ____(tn)…

-Vamos a… –ella vaciló, y, agarrándole por el brazo, medio tirando de él hacia Caminante. A regañadientes, él la siguió hablando entre dientes bajo su respiración. Con un gesto de alivio, ____(tn) echó un vistazo hacia atrás sobre el hombro. Magnus estaba en la puerta de la casita, los brazos cruzados sobre el pecho. Interceptando su mirada, él sonrió y bajó un párpado en un brillante guiño.



****************************



-Lo siento, ____(tn) –Sebastian tenía una mano sobre el hombro de ____(tn) y la otra sobre su cintura mientras la ayudaba a subir de vuelta sobre Caminante.

Ella trataba de aplacar la vocecilla interior de su cabeza que le advertía que no se volviera a montar en el caballo, o en cualquier caballo, ni dejara que él la alzara. Ella lanzó una pierna sobre la silla y se sentó por sí misma, diciéndose que estaba en equilibrio sobre un enorme sofá en movimiento y no sobre una criatura viva que podía volverse y morderla en cualquier momento.

-¿Lo siento por qué? –preguntó ella mientras él se subía de un simple balanceo detrás de ella. Era casi molesto la facilidad con que lo hacía, como si estuviera bailando, pero reconfortante de ver. Él sabía claramente lo que estaba haciendo, pensó ella mientras la rodeaba con los brazos para coger las riendas. Supuso que era bueno que uno de ellos lo hiciera.

-Por lo de Ragnor Fell. No esperaba que él no estuviera dispuesto a ayudar. Aunque, los brujos son caprichosos. Tú ya conocías uno antes, ¿no?

-Conozco a Magnus Bane –ella se giró momentáneamente para mirar por encima de Sebastian hacia la casita, perdiéndose en la distancia detrás de ellos. El humo estaba ascendiendo por la chimenea con la forma de figuritas bailando. ¿Mágnuses bailarines? Ella no podía decirlo desde allí–. Él es el Gran Brujo de Brooklyn.

-¿Se parece mucho a Fell?

-Horriblemente similar. No pasa nada por lo de Fell. Sabía que había la posibilidad de que rehusara ayudarnos.

-Pero prometí ayudarte –Sebastian sonaba realmente disgustado–. Bueno, al menos hay algo más que puedo enseñarte, de forma que el día no resulte una completa pérdida de tiempo.

-¿Qué es? –ella se volvió otra vez para mirarle. El sol estaba en lo más alto del cielo detrás de él, avivando su cabello oscuro con un contorno de oro.

Sebastian sonrío abiertamente.

-Ya lo verás.

Mientras se alejaban de Alicante, las paredes de verde follaje les azotaban por cada uno de los lados, dando paso a cada tanto una bella e improbable vista: helados lagos azules, verdes valles, montañas grises, plateados tajos de ríos y arroyos flanqueados por bancos de flores. ____(tn) se preguntó cómo sería vivir en un lugar como ese. No podía remediarlo, pero se sentía nerviosa, casi expuesta, sin el consuelo de altos edificios cerniéndose sobre ella. No es que no hubiera ningún edificio en absoluto. De vez en cuando el tejado de un gran edificio de piedra se elevaba a la vista sobre los árboles. Había casas solariegas, explicó Sebastian (gritándole al oído): las casas de campo de las familias de Cazadores de Sombras adineradas. Éstas le recordaban a ____(tn) las viejas mansiones a lo largo del Río Hudson, al norte de Manhattan, donde los neoyorkinos ricos pasaban el verano hacía cientos de años. El camino bajo ellos había dejado de ser de gravilla y estaba sin asfaltar. ____(tn) se sacudió la ensoñación cuando remontaron una colina y Sebastian detuvo a Caminante.

-Aquí es –dijo él.

____(tn) miró.

-Esto.

Era una masa derrumbada de ennegrecida piedra carbonizada, reconocible sólo por el perfil de lo que tuvo que ser una vez una casa: había una hueca chimenea todavía apuntando hacia el cielo, y un trozo de muro con una enorme ventana sin cristales en su centro. La mala hierba crecía entre los cimientos, verde entre el negro.

-No lo entiendo –dijo ella–. ¿Por qué estamos aquí?

-¿No lo sabes? –preguntó Sebastian–. Aquí fue donde tu madre y tu padre vivieron. Donde nació tu hermano. Era la casa de los Fairchild.

No por primera vez, ____(tn) escuchó la voz de Hodge en su cabeza.

“Valentine provocó un gran fuego y se quemó a sí mismo hasta la muerte junto a su familia, su esposa y su hijo. Las negras tierras abrasadas. Nadie ha construido allí después. Dicen que el lugar está maldito.”

Sin más palabras ella se deslizó de la montura. Escuchó a Sebastian llamarla, pero ella ya estaba medio corriendo medio resbalándose colina abajo. El terreno se nivelaba donde una vez se levantó la casa; las piedras ennegrecidas de lo que una vez había sido un sendero se tendían secas y agrietadas bajo sus pies. Entre las malas hierbas podía ver una serie de escalones que terminaban abruptamente a unos pocos metros del terreno.

-____(tn)… –Sebastian la siguió a través de la hierba, pero ella apenas era consciente de su presencia.

Girando lentamente en círculo, ella lo abarcó todo. Árboles quemados, medio muertos. Lo que probablemente alguna vez debía haber sido fresca hierba, extendiéndose en una inclinada colina. Podía ver el tejado de lo que seguramente fue otra casa cercana a lo lejos, justo sobre la línea de arbolado. El sol destellaba sobre los trozos de cristales rotos de una ventana en una pared que estaba todavía en pie. Ella dio un paso dentro de las ruinas sobre una plataforma de piedra ennegrecida. Podía ver los límites de las habitaciones, de las puertas… Incluso un armario quemado, casi intacto, arrojado contra un lateral con los pedazos de porcelana hechos trizas esparcidos, mezclándose con la tierra negra.

Una vez esto había sido una auténtica casa, habitada por gente que vivía y respiraba. Su madre había vivido aquí, se había casado aquí, tenido un bebe aquí. Y luego Valentine había venido y lo había reducido todo a polvo y cenizas, dejando a Jocelyn pensando que su hijo había muerto, llevándola a ocultarle la verdad sobre este mundo a su hija… Una sensación de penetrante tristeza invadió a ____(tn). Más de una vida se había destruido en este lugar. Ella puso la mano sobre su cara y casi se sorprendió de encontrarla mojada: había estado llorando sin saberlo.

-____(tn), lo siento. Pensé que querías ver esto –era Sebastian, haciendo crujir los escombros en su camino hacia ella, sus botas levantando ráfagas de ceniza. Él parecía preocupado.

Ella se giró hacia él.

-Oh, quiero. Quería. Gracias.

El viento se había levantado. Agitaba su oscuro cabello sobre su rostro.

Él le dedicó una sonrisa compungida.

-Debe ser difícil pensar en todo lo que ocurrió en este lugar, en Valentine, en tu madre… Ella tuvo coraje increíble.

-Lo sé –dijo ____(tn)–. Lo tuvo. Lo tiene.

Él tocó el rostro de ella ligeramente.

-Igual que tú.

-Sebastian, tú no sabes nada de mí.

-Eso no es verdad –su otra mano se alzó y ahora tenía su rostro entre las manos. Su tacto era suave, casi indeciso–. Lo he escuchado todo sobre ti, ____(tn). El modo en el que luchaste con tu padre por la Copa Inmortal, el modo en el que entraste es ese hotel infectado de vampiros detrás de tu amigo. Isabelle me contó historias, y he escuchado rumores, también. Y desde la primera… la primera vez que escuché tu nombre… he querido conocerte. Sabía que serías extraordinaria.

Ella se rió de forma inestable.

-Espero que no estés demasiado desilusionado.

-No –dijo él en voz baja, deslizando las yemas de los dedos bajo su barbilla–. No, en absoluto.

Levantó la cara de ella hacia la suya. Ella estaba demasiado sorprendida para moverse, incluso cuando él se inclinó sobre ella y se dio cuenta, tardíamente, de lo que estaba haciendo: de forma refleja ella cerró los ojos mientras los labios de él rozaban los suyos con delicadeza, enviando escalofríos a través de ella. Un repentino e intenso deseo de ser estrechada y besada de una manera que pudiera hacerle olvidar todo lo que la invadía.

Ella subió los brazos, enroscándolos alrededor del cuello de él, en parte para sujetarse y en parte para tirar de él más cerca. El cabello de él cosquilleaba en las yemas de sus dedos, no sedoso como el de Nicholas pero fino y suave, y ella no debería estar pensando en Nicholas.

Empujó hacia atrás los pensamientos sobre él mientras los dedos de Sebastian recorrían sus mejillas y la línea de su mandíbula. Su tacto era suave, a pesar de los callos de las yemas de sus dedos. Por supuesto, Nicholas tenía los mismos callos de luchar; probablemente todos los Cazadores de Sombras los tenían…

Ella restringió drásticamente el pensamiento sobre Nicholas, o lo intentó, pero no fue bien. Podía verlo incluso con los ojos cerrados… Ver los afilados ángulos y planos de un rostro que ella nunca pudo dibujar correctamente, no importaba cuánto la imagen de él hubiera ardido en el interior de su mente; ver los delicados huesos de sus manos, la piel cicatrizada de sus hombros…

El intenso deseo que había surgido en ella se desvaneció rápidamente con un violento retroceso, como una banda elástica soltada de golpe. Ella se quedó paralizada, incluso cuando los labios de Sebastian presionaron más sobre los suyos y sus manos se movieron para sujetar la parte de atrás de su cuello… Estaba paralizada con la helada sacudida de saber que había algo equivocado. Algo estaba terriblemente equivocado, algo que iba incluso más allá de su desesperado deseo por alguien a quien no podía tener. Era algo más: una repentina sacudida de horror, como si ella hubiera estado dando un paso con seguridad hacia delante y de repente se desplomara en un negro vacío.

Dio un grito ahogado y se apartó bruscamente de Sebastian con tal fuerza que casi tropieza. Si él no hubiera estado sosteniéndola, se habría caído.

-____(tn) –sus ojos desenfocados, sus mejillas ruborizadas con un color brillante–. ____(tn), ¿qué va mal?

-Nada –su voz sonaba débil a sus propios oídos–. Nada… Es sólo que, yo no debería tener… No estoy realmente preparada…

-¿Hemos ido demasiado rápido? Podemos llevarlo más despacio… –él fue a tocarla, y antes de que pudiera detenerse a sí misma, se había apartado estremeciéndose. Él parecía afligido–. No voy a hacerte daño, ____(tn).

-Lo sé.

-¿Ha ocurrido algo? –su mano se elevó y acarició su pelo hacia atrás; ella se mordió las ganas de apartarse–. ¿Nicholas…

-¿Nicholas? –¿Sabía él que ella había estado pensando en Nicholas, sería capaz de decirlo? Y al mismo tiempo…– Nicholas es mi hermano. ¿Por qué lo sacas así? ¿A qué te refieres?

-Sólo pensaba… –él sacudió la cabeza, el dolor y la confusión persiguiéndose el uno al otro en sus rasgos–, que quizás alguien te ha hecho daño.

Su mano estaba todavía sobre su mejilla. Ella levantó la suya y suavemente pero con firmeza la apartó, devolviéndola a su lado.

-No. Nada de eso. Es sólo que… –ella vaciló–. Siento que es un error.

-¿Un error? –el dolor en su cara desapareció reemplazado por la incredulidad–. ____(tn), nosotros tenemos una conexión. Tú sabes que la tenemos. Desde el primer segundo en el que te vi…

-Sebastian, no…

-Sentí como si fueras alguien a quien hubiera estado esperando siempre. Vi que tú lo sentiste también. No me digas que no.

Pero eso no era lo que ella había sentido. Ella sintió como si le hubiera dado la vuelta a una esquina en una ciudad extraña y de repente se hubiera visto a sí misma surgiendo enfrente de ella. Un sorprendente y no totalmente agradable reconocimiento, casi: ¿Cómo puede ser esto?

-Yo no –dijo ella.

El enfado que ascendió a sus ojos –repentino, oscuro, incontrolado– la tomó por sorpresa. Él agarró sus muñecas con una presión dolorosa.

-Eso no es verdad.

Ella intentó soltarse.

-Sebastian…

-No es verdad –la negrura de sus ojos parecía consumir las pupilas. Su cara era como una máscara blanca, dura y rígida.

-Sebastian –dijo ella con tanta calma como pudo–, me estás haciendo daño.

Él la soltó. Su pecho estaba alzándose y cayendo rápidamente.

-Lo siento –dijo él–. Lo siento. Creí que…

Bueno, creíste mal, quiso decir ____(tn), pero se mordió las palabras. No quería ver esa mirada en su cara otra vez.

-Deberíamos volver –dijo ella en su lugar–. Oscurecerá pronto.

Él asintió con la cabeza, entumecido, pareciendo tan estupefacto por su arrebato como ella lo estaba. Se dio la vuelta y se dirigió hacia Caminante, que estaba paciendo hierba a la ancha sombra de un árbol. ____(tn) vaciló un momento, luego le siguió –parecía que allí no había nada más que ella pudiera hacer. Echó un vistazo clandestino a sus muñecas mientras se encontraba a un paso detrás de él –estaban circundadas con rojo donde los dedos de él la habían agarrado, y más aún extraño, las yemas de sus dedos estaban manchadas de negro, como si de alguna manera las hubiera teñido con tinta.

Sebastian estuvo en silencio mientras le ayudaba a montar a Caminante de nuevo.

-Lo siento si di a entender algo sobre Nicholas –dijo él finalmente mientras ella se acomodaba en la montura–. Él nunca haría nada para hacerte daño. Sé que es por tu bien que ha estado visitando a ese vampiro prisionero en el Gard…

Fue como si todo en el mundo se detuviera de golpe con un chirrido.

____(tn) podía oír su propia respiración silbando dentro y fuera de sus oídos, ver sus manos, heladas como las manos de una estatua, tendidas todavía contra el borrén de la montura.

-¿Un vampiro prisionero? –susurró ella.

Sebastian volvió su cara sorprendida hacia la suya.

-Sí –dijo él–. Simón, ese vampiro que trajeron con ellos de Nueva York. Pensaba… Quiero decir, estaba seguro de que sabías todo eso. ¿No te lo dijo Nicholas?

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 25 Dic 2012, 12:45 pm

• UNO DE LOS VIVOS - CAPITULO 8 •

Capitulo 2/ 3




Simón se despertó con la luz del sol destellando brillantemente sobre un objeto que había sido empujado a través de los barrotes de su ventana. Se puso en pie, su cuerpo dolorido por el hambre, y vio que era un frasco de metal, del tamaño de una fiambrera termo. Un trozo de papel de carta enrollado había sido atado alrededor de su cuello. Desenganchándolo,

Simón desenrolló el papel y leyó:

“Simón: esto es sangre fresca de vaca de la carnicería. Espero que esté bien. Nicholas me dijo lo que le contaste, y quiero que sepas que pienso que es realmente valiente. Sólo aguanta ahí y nosotros encontraremos la manera de sacarte.

XOXOXOXOXOXOXOXOXOXOX Isabelle”

Simón sonrió por los garabatos de las Xs y las Os que corrían a lo largo del pie de la página. Era bueno saber que el vistoso cariño de Isabelle no se había resentido por las presentes circunstancias. Desenroscó el tapón del frasco y dio varios tragos antes de que una fuerte sensación de pinchazo entre sus omóplatos le hiciera volverse.

Raphael estaba tranquilamente en el centro de la habitación. Tenía las manos juntas a la espalda, sus hombros menudos señalados. Llevaba una camisa muy ajustada y una chaqueta oscura. Una cadena dorada brillaba en su garganta. Simón casi dio arcadas sobre la sangre que estaba bebiendo.

-Tú… Tú no puedes estar aquí.

La sonrisa de Raphael de algún modo conseguía dar la impresión de que sus colmillos estaban mostrándose, aunque no lo estaban.

-Tranquilo, Daylighter.

-No estoy asustado –esto no era rigurosamente verdad. Simón se sentía como si se hubiera tragado algo afilado. No había visto a Raphael desde la noche en la que él mismo se abrió camino, ensangrentado y magullado, fuera de una tumba excavada precipitadamente en Queens. Todavía recordaba a Raphael dándole bolsas de sangre animal, y la manera en la que él las hizo pedazos con los dientes como si él mismo fuera un animal.

No era algo que le gustara recordar. Habría sido feliz de no volver a ver al chico vampiro nunca más–. El sol todavía está en lo alto. ¿Cómo estás aquí?

-No lo estoy –la voz de Raphael era suave como la mantequilla–. Soy una proyección. Mira -él balanceó la mano pasándola a través de la pared de piedra que tenía al lado–. Soy como el humo. No puedo hacerte daño. Por supuesto, tampoco puedes hacérmelo tú a mí.

-No quiero hacerte daño –Simón dejó el frasco sobre el catre–. Quiero saber qué estás haciendo aquí.

-Te fuiste de Nueva York de forma muy repentina, Daylighter. No te diste cuenta de que se suponía que debías informar al vampiro jefe de tu área local cuando abandonaras la ciudad, ¿no?

-¿Vampiro jefe? ¿A qué te refieres? Creía que el vampiro jefe era alguien más…

-Camille no ha vuelto aún con nosotros –dijo Raphael sin ninguna emoción aparente–. Yo tengo el mando en su ausencia. Sabrías todo esto si te preocuparas por conocer las leyes de los de tu clase.

-Mi salida de Nueva York no fue exactamente planeada con mucha antelación. Y no te ofendas, pero realmente no pienso en ti como en uno de mi clase.

-Dios –Raphael bajó los ojos como ocultando la diversión–. Eres testarudo.

-¿Cómo puedes decir eso?

-Parece obvio, ¿no?

-Quiero decir… –la garganta de Simón se cerró–. Esa palabra. Puedes decirla, y yo no…

Dios.

Los ojos de Raphael se alzaron enfocándose, parecía divertido.

-Tiempo –dijo él–, y práctica. Y fe, o su ausencia… Ambas son de alguna manera la misma cosa. Ya aprenderás, con el tiempo, pequeño polluelo.

-No me llames eso.

-Pero es lo que eres. Eres un Niño de la Noche. ¿No fue ese el por qué de que Valentine te capturara y tomara tu sangre? ¿Por lo que eres?

-Pareces muy bien informado –dijo Simón–. Quizás deberías contarme.

Los ojos de Raphael se estrecharon.

-También he escuchado el rumor de que bebiste la sangre de un Cazador de Sombras y eso es lo que te dio tu don, tu capacidad de andar bajo la luz del sol. ¿Es verdad?

A Simón se le puso el vello de punta.

-Eso es ridículo. Si la sangre de Cazadores de Sombras pudiera dar a los vampiros la capacidad de andar bajo la luz del sol, todo el mundo lo sabría ya. La sangre Nephilim escasearía. Y nunca más habría paz entre los vampiros y los Cazadores de Sombras después de eso. Así que es algo bueno que no sea verdad.

Una débil sonrisa apareció en las comisuras de la boca de Raphael.

-Bastante verdad. Hablando de suplementos, te has dado cuenta, ¿no, Daylighter? ¿Que ahora eres un artículo valioso? No hay un Submundo sobre la faz de la Tierra que no quiera ponerte la mano encima.

-¿Eso te incluye?

-Por supuesto que sí.

-¿Y qué harías si me pones la mano encima?

Raphael se encogió ligeramente de hombros.

-Tal vez esté solo a la hora de pensar que la capacidad de andar a la luz del sol podría no ser tan don como otros vampiros creen. Somos los Niños de la Noche por alguna razón. Es posible que te considere más como una abominación, como la humanidad me considera a mí.

-¿Eso crees?

-Es posible –la expresión de Raphael era neutral–. Creo que eres un peligro para todos nosotros. Un peligro para la clase vampira, si lo prefieres. Y no puedes quedarte en esta celda para siempre, Daylighter. Al final saldrás y volverás al mundo otra vez. Volverás a mí otra vez. Pero puedo decirte una cosa. Juro que no te haré daño, y no intentaré encontrarte, si tú juras esconderte una vez que Aldertree te suelte. Si juras irte tan lejos que nunca nadie te encuentre, y nunca más ponerte en contacto con nadie a quien conocieras en tu vida mortal. No puedo ser más justo.

Pero Simón ya estaba sacudiendo la cabeza.

-No puedo dejar a mi familia. O a ____(tn).

Raphael hizo un sonido irritado.

-Ellos ya no son parte de quien eres. Ahora eres un vampiro.

-Pero yo no quiero serlo –dijo Simón.

-Mírate, quejándote –dijo Raphael–. Nunca enfermarás, nunca morirás, y serás fuerte y joven para siempre. Nunca envejecerás. ¿De qué te quejas?

Joven para siempre, pensó Simón. Sonaba bien, pero ¿en realidad querría alguien tener dieciséis años para siempre? Habría sido otra cosa quedar congelado para siempre a los veinticinco, ¿pero los dieciséis? ¿Para ser siempre un desgarbado, para no cambiar nunca, ni la cara ni el cuerpo? Por no mencionar que, con esta apariencia, nunca sería capaz de entrar en un bar y pedir una bebida. Nunca. Por toda la eternidad.

-Y –añadió Raphael–, ni siquiera tienes que abandonar el sol.

Simón no tenía deseos de volver por ese camino de nuevo.

-Escuché a otros hablar de ti en Dumort –dijo él–. Sé que te santiguas cada domingo y que vas a ver a tu familia. Apuesto a que ni siquiera saben que eres un vampiro. Así que no me digas que deje a todas las personas de mi vida atrás. No lo haré, y no mentiré y diré que sí.

Los ojos de Raphael brillaron.

-Lo que mi familia crea no importa. Es lo que yo creo. Lo que sé. Un vampiro de verdad sabe que está muerto. Acepta su muerte. Pero tú, tú crees que todavía eres uno de los vivos. Es lo que te hace tan peligroso. Tú no puedes admitir que ya no estás vivo.



*************************************



Era la hora del crepúsculo cuando ____(tn) cerró la puerta de la casa de Amatis detrás de ella y cerró con el pestillo. Se recostó contra la puerta durante un largo instante en la oscuridad de la entrada, sus ojos medio cerrados. El agotamiento le pesaba en cada uno de sus miembros y las
piernas le dolían terriblemente.

-¿____(tn)? –la apremiante voz de Amatis rompió el silencio–. ¿Eres tú? ____(tn) se quedó donde estaba, a la deriva de la tranquilizante oscuridad de detrás de sus ojos cerrados. Quería tanto estar en casa, que casi podía degustar el sabor metálico del aire de las calles de Brooklyn. Podía ver a su madre sentada en su silla junto a la polvorienta ventana, luz amarillo pálido manando a través de las ventanas del apartamento, iluminando su lienzo mientras ella pintaba. La añoranza se retorció en sus tripas con dolor.

-____(tn) –la voz venía de mucho más cerca esta vez. Los ojos de ____(tn) se abrieron de golpe. Amatis estaba enfrente de ella, el pelo gris echado hacia atrás severamente, las manos sobre las caderas.

-Tu hermano está aquí para verte. Está esperando en la cocina.

-¿Nicholas está aquí? –____(tn) luchó por mantener la furia y el asombro fuera de su rostro. No tenía sentido mostrar lo enfadada que estaba frente a la hermana de Luke.

Amatis estaba mirándola con curiosidad.

-¿No debería haberle dejado entrar? Creía que querías verle.

-No, está bien –dijo ____(tn), manteniendo con dificultad incluso su tono–. Sólo estoy cansada.

-Huh –parecía que Amatis no se creía eso–. Bueno, estaré arriba si quieres algo. Necesito un sueñecito.

____(tn) no podía imaginar para qué podría necesitar a Amatis, pero asintió con la cabeza y rengueó por el pasillo hasta la cocina, que estaba inundada de una brillante luz. Había un cuenco con fruta sobre la mesa –naranjas, manzanas y peras– y una pieza de grueso pan al lado con mantequilla y queso, y un plato junto a lo que parecía… ¿galletas? ¿De verdad había Amatis hecho galletas?

Sentado a la mesa Nicholas. Estaba inclinado hacia delante apoyado sobre los codos, su cabello dorado alborotado, su camisa ligeramente abierta por el cuello. Ella podía ver la gruesa banda de Marcas cubriendo su clavícula.

Él sostenía una galleta con la mano vendada. Así que Sebastian estaba en lo cierto; se había herido a sí mismo. No es que a ella le importara.

-Bueno –dijo él–, has vuelto. Estaba empezando a pensar que te habías caído en un canal.

____(tn) simplemente lo miraba, sin palabras. Ella se preguntaba si él podría leer el enfado en sus ojos. Él se echó hacia atrás en la silla, dejando caer de manera informal un brazo por detrás de ésta. Si no hubiera sido por el rápido pulso en la base de su garganta, casi podría haberse creído su aire de indiferencia.

-Pareces agotada –añadió él–. ¿Dónde has estado todo el día?

-Salí con Sebastian.

-¿Sebastian? –su mirada de total asombro fue momentáneamente grata.

-Me acompañó a casa anoche –dijo ____(tn), y en su mente las palabras “Sólo seré tu hermano a partir de ahora, sólo tu hermano” golpearon como el ritmo de un corazón dañado–. Y hasta el momento, él es la única persona en la ciudad que ha sido remotamente agradable conmigo. Así que sí, salí con Sebastian.

-Ya veo –Nicholas devolvió la galleta al plato, su cara en blanco–. ____(tn), he venido aquí para disculparme. No debí hablarte de la manera en que lo hice.

-No –dijo ____(tn)–, no debiste.

-También he venido para preguntarte si podrías reconsiderar el volver a Nueva York.

-Dios –dijo ____(tn)–, eso otra vez…

-No es seguro para ti estar aquí.

-¿Qué es lo que te preocupa? –preguntó ella sin tono alguno en la voz–. ¿Que me metan en prisión como han hecho con Simón?

La expresión de Nicholas no cambió, pero se reclinó en la silla, levantando los pies del suelo, como si ella casi le hubiera dado un empujón.

-¿Simón…?

-Sebastian me ha contado lo que le ocurrió –ella continuaba con la misma voz plana–. ¿Qué hiciste? ¿Cómo le trajiste aquí y luego dejaste simplemente que terminara tirado en una prisión? ¿Estás intentando conseguir que yo te odie?

-¿Y tú te fías de Sebastian? –preguntó Nicholas–. Acabas de conocerle, ____(tn).

Ella le miró fijamente.

-¿No es verdad?

Él se encontró con su mirada, pero el rostro de él estaba ido aún, como el de Sebastian cuando ella le apartó.

-Es verdad.

Ella agarró un plato de la mesa y se lo tiró. Él lo esquivó, haciendo girar la silla, y el plato golpeó la pared sobre el fregadero y se hizo trizas en un estallido de porcelana rota. Él saltó de la silla mientras ella agarraba otro plato y lo tiraba, su puntería salvaje: éste rebotó contra el frigorífico y golpeó el suelo a los pies de Nicholas donde se rompió en dos.

-¿Cómo pudiste? Simón confiaba en ti. ¿Dónde está ahora? ¿Qué van a hacerle?

-Nada –dijo Nicholas–. Él está bien. Le vi anoche…

-¿Antes o después de yo verte? ¿Antes o después de que fingieras que todo iba bien y mostrarte tan bien?

-¿De dónde has sacado esa idea de que yo estuviera tan bien? –Nicholas se atragantó con algo que casi parecía una risa–. Debo ser mejor actor de lo que pensaba –había una sonrisa torcida en su cara.

Fue una cerilla para la yesca de la furia de ____(tn): ¿Cómo se atrevía a reírse de ella ahora? Ella fue a por el cuenco de la fruta, pero de repente no parecía ser suficiente. Dio una patada a la silla apartándola de su camino y se lanzó ella misma sobre él, sabiendo que eso sería la última cosa que él esperaría que hiciera.

La fuerza de su repentino ataque le cogió con la guardia baja. Ella arremetió con violencia y él se tambaleó hacia atrás, yendo a parar con dureza contra el borde de la encimera. Ella medio cayó contra él, oyendo la respiración entrecortada de él, y retiró ciegamente el brazo, sin saber siquiera lo que quería hacer…

Ella había olvidado lo rápido que era él. Su puño no golpeó en la cara de él, sino en su mano levantada; él envolvió con sus dedos los suyos, forzando su brazo a retroceder hasta un lado. De repente ella fue consciente de lo cerca que estaban; ella estaba echada contra él, apretándole hacia atrás contra la encimera con el leve peso de su cuerpo.

-Suéltame la mano.

-¿En realidad vas a golpearme si lo hago? –su voz era dura y suave, sus ojos centelleaban.

-¿No crees que te lo mereces?

Sentía la subida y caída de su pecho contra ella mientras él rió sin diversión.

-¿Crees que planeé todo esto? ¿De verdad crees que yo haría eso?

-Bueno, no te gusta Simón ¿no? Quizás nunca te gustó.

Nicholas hizo un duro sonido de incredulidad y soltó la mano de ella.

Cuando ____(tn) dio un paso hacia atrás, alargó su brazo derecho, la palma hacia arriba. A ella le llevó un momento darse cuenta de lo que él le estaba mostrando: una cicatriz irregular a lo largo de su muñeca.

-Aquí –dijo él, su voz tensa como un cable–, es donde me corté la muñeca para dejar a tu amigo vampiro beber mi sangre. Casi me mata. Y ahora, ¿crees que simplemente le abandonaría sin pensarlo?

Ella miró fijamente la cicatriz sobre la muñeca de Nicholas… Una de tantas sobre su cuerpo, cicatrices de todas las formas y tamaños.

-Sebastian me dijo que trajiste a Simón aquí, y luego Alec marchó con él al Gard. Dejó a la Clave quedarse con él. Tú debías haber sabido…

-Le traje aquí por accidente. Le pedí que viniera al Instituto de forma que pudiera hablar con él. Sobre ti, en realidad. Pensé que quizás él podría convencerte de desechar la idea de venir a Idris. Si te sirve de algún consuelo, él ni siquiera lo consideró. Mientras él estaba allí, fuimos atacados por Repudiados. Tuve que arrastrarlo a través del Portal conmigo.

Era eso o dejarle allí para morir.

-¿Pero por qué llevarlo a la Clave? Debías haber sabido…

-La razón por la que lo enviamos allí es porque el único Portal en Idris está en el Gard. Ellos nos dijeron que le enviarían de vuelta a Nueva York.

-¿Y tú les creíste? ¿Después de lo que pasó con la Inquisidor?

-____(tn), la Inquisidor era una anomalía. Esa pudo haber sido tu primera experiencia con la Clave, pero no fue la mía… La Clave somos nosotros. Los Nephilim. Ellos cumplen la Ley.

-Excepto los que no lo hacen.

-No –dijo Nicholas–, no lo hacen –él sonaba muy cansado–. Y la peor parte de todo esto –añadió él–, es recordar a Valentine despotricar de la Clave, lo corrupta que es, cómo necesita ser limpiada. Y, por el Ángel que estoy de acuerdo con él.

____(tn) se quedó en silencio, primero porque no podía pensar en nada que decir, y luego por el sobrecogimiento cuando Nicholas alargó las manos –casi como si no estuviera pensando lo que estaba haciendo– y tiró de ella hacia él. Para su sorpresa, ella le dejó. A través del blanco material de su camisa podía ver los contornos de sus Marcas, negras y onduladas, trazadas sobre su piel como lametones de llama. Ella quería echar la cabeza sobre él, quería sentir sus brazos rodeándola de la manera en la que quería aire cuando se ahogaba en el Lago Lyn.

-Él puede tener razón en lo de que las cosas necesitan arreglarse –dijo ella finalmente–, pero no la tiene en cuanto a la manera en la que deben ser arregladas. Puedes ver eso, ¿no?

Él medio cerró los ojos. Había crecientes sombras grises bajo ellos, observó ella, vestigios de noches sin dormir.

-No estoy seguro de que pueda ver nada. Tienes razón en estar enfadada, ____(tn). No debería haber confiado en la Clave. Yo quería tanto pensar que la Inquisidor era una anomalía, que estaba actuando sin su autoridad, que había todavía alguna parte de ser un Cazador de Sombras en la que podía confiar.

-Nicholas –susurró ella.

Él abrió los ojos y bajó la mirada hacia ella. Ella y Nicholas estaban bastante cerca, se dio cuenta ella, como para que se tocaran por completo sus cuerpos de arriba abajo; incluso sus rodillas se estaban tocando, y ella pudo sentir el latido del corazón de él. Apártate de él, se decía a sí misma, pero sus piernas no le obedecían.

-¿Qué? –dijo él, su voz muy suave.

-Quiero ver a Simón –dijo ella–. ¿Puedes llevarme a verle?

Tan repentinamente como la había agarrado, la soltó.

-No. Todavía se supone que no estás en Idris. No puedes entrar en el Gard como si tal cosa.

-Pero él pensará que todos le hemos abandonado. Pensará…

-Fui a verle –dijo Nicholas–. Iba a soltarle. Iba a hacer pedazos los barrotes de la ventana con mis manos –su voz era realista–. Pero no me dejó.

-¿Que no te dejó? ¿Quería quedarse en prisión?

-Dijo que el Inquisidor estaba husmeando detrás mi familia, detrás de mí. Aldertree quiere culparnos de lo que ocurrió en Nueva York. Él no puede llevarse a uno de nosotros y torturarlo, la Clave no lo vería bien, pero está intentando que Simón le cuente alguna historia donde todos nosotros estemos confabulados con Valentine. Simón dijo que si yo le liberaba, entonces el Inquisidor sabría que había sido yo, y sería incluso peor para los Lightwood.

-Es muy noble por su parte, pero ¿cuál es su plan de largo alcance? ¿Quedarse en prisión para siempre?

Nicholas se encogió de hombros.

-No hemos resuelto eso exactamente.

____(tn) espiró con exasperación.

-Hombres –dijo ella–. Está bien. Mira. Lo que necesitas es una cuartada. Nos aseguraremos de que estás en algún lugar donde todos puedan verte, y a los Lightwood también, y entonces conseguiremos que Magnus libere a Simón de la cárcel y lo devuelva a Nueva York.

-Odio decirte esto, ____(tn), pero no hay forma de que Magnus hiciera eso. No importa lo mono que él piense que es Alec, no va a ir directamente contra la Clave como un favor hacia nosotros.

-Podría –dijo ____(tn)–, por el Libro del Blanco.

Nicholas parpadeó.

-¿El qué?

Rápidamente ____(tn) le contó acerca de la muerte de Ragnor Fell, de Magnus apareciendo en lugar de Fell, y del libro de hechizos. Nicholas escuchaba con atónita atención hasta que ella terminó.

-¿Demonios? –dijo él–. ¿Magnus dijo que Fell había sido asesinado por demonios?

____(tn) proyectó su mente hacia el pasado.

-No… Dijo que el lugar apestaba a algo demoniaco en origen. Y que Fell fue asesinado por siervos de Valentine. Eso fue todo lo que dijo.

-Alguna magia negra deja un aura que apesta como los demonios –dijo Nicholas–. Si Magnus no fue específico es, probablemente, porque para él no es nada agradable que haya un brujo ahí fuera practicando magia negra, violando la Ley. Pero está lejos de ser la primera vez que Valentine consigue que uno de los Niños de Lilith acometa su asquerosa tentativa. ¿Recuerdas al niño brujo que mató en Nueva York?

-Valentine utilizó su sangre para el Ritual. Lo recuerdo –____(tn) se estremeció–. Nicholas, ¿quiere Valentine el Libro por la misma razón que yo? ¿Despertar a mi madre?

-Puede. O si lo que dice Magnus es así, puede que Valentine sólo lo quiera por el poder que podría adquirir con él. De cualquier manera, será mejor que lo consigamos antes que él.

-¿Crees que hay alguna posibilidad de que esté en la casa de los Wayland?

-Sé que está allí –dijo él para su sorpresa–. ¿Ese libro de cocina? ¿Recetas para Amas de Casa o lo que sea? Lo he visto antes. En la biblioteca de la casa. Era el único libro de cocina allí.

____(tn) sentía vértigo. Casi había dejado de creerse que pudiera ser verdad.

-Nicholas… Si me llevas a la casa, y conseguimos el libro, me iré a casa con Simón. Haz esto por mí y me iré a Nueva York, y no volveré, lo juro.

-Magnus tenía razón… Hay protecciones sobre la casa que confunden la dirección –dijo él lentamente–. Te llevaré allí, pero no está cerca. Caminando, podría llevarnos cinco horas.

____(tn) alargó la mano y tiró de la estela de él fuera del bucle de su cinturón. La sostuvo en alto entre ellos, donde ésta brillaba con una débil luz blanca no distinta de la luz de las torres de cristal.

-¿Quién ha dicho nada sobre caminar?



********************************



-Tienes extraños visitantes, Daylighter –dijo Samuel–. Primero, Jonathan Morgenstern, y ahora el vampiro jefe de la ciudad de Nueva York. Estoy impresionado.

¿Jonathan Morgenstern? Le llevó un momento a Simón darse cuenta de a quién se refería, por supuesto, Nicholas. Él estaba sentado sobre el suelo en el centro de la habitación, girando el frasco vacío en las manos una y otra vez ociosamente.

-Supongo que soy más importante de lo que me había dado cuenta.

-E Isabelle Lightwood te trajo la sangre –dijo Samuel–. Eso sí que es todo un servicio de mensajería.

Simón levantó la cabeza.

-¿Cómo sabes que Isabelle la trajo? Yo no he dicho nada…

-La vi por la ventana. Es exactamente igual que su madre –dijo Samuel–, al menos del modo que era su madre hace años –hubo una pausa poco elegante–. Sé que la sangre es sólo un recurso provisional –añadió él–. Muy pronto el Inquisidor comenzará a preguntarse si ya te has muerto de hambre. Si te encuentra perfectamente sano, deducirá que hay algo entre manos y te matará de todas maneras.

Simón miró hacia arriba al techo. Las runas estaban escavadas en la piedra de forma superpuesta, unas sobre otras como los guijarros en la playa.

-Supongo que sólo me queda creer a Nicholas cuando dice que encontrará la manera de sacarme –dijo él. Cuando Samuel no dijo nada en respuesta, añadió–. Le pediré que te saque a ti también, lo prometo. No te dejaré aquí abajo.

Samuel hizo un sonido ahogado, como una risa que no pudiera emerger completamente de su garganta.

-Oh, no creo que Nicholas Morgenstern vaya a querer rescatarme –dijo él–. Además, morirte de hambre aquí abajo es el menor de tus problemas, Daylighter. Bastante pronto Valentine atacará la ciudad, y entonces lo más probable es que todos nosotros muramos.

Simón parpadeó.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Fui muy cercano a él en un tiempo. Conocí sus planes. Sus metas. Tiene la intención de destruir las protecciones de Alicante y golpear a la Clave en el mismo corazón de su poder.

-Pero creía que los demonios no podían traspasar las protecciones. Pensaba que eran impenetrables.

-Eso dicen. Se requiere sangre de demonio para anular las protecciones, ya ves, y sólo puede ser hecho desde el interior de la propia Alicante. Si no fuera porque los demonios no pueden traspasar las protecciones… Bueno, es una completa paradoja, o debería serlo. Pero Valentine afirmó que encontraría la forma de eludir eso, una forma de penetrar las defensas. Y yo le creo. Encontrará una forma para anular las protecciones, entrará en la ciudad con su ejército de demonios y nos matará a todos.

La llana certeza de la voz de Samuel envió un escalofrío por la columna de Simón.

-Suenas terriblemente resignado. ¿No deberías hacer algo? ¿Advertir a la Clave?

-Ya les advertí. Cuando me interrogaron. Les dije una y otra vez que Valentine pretendía destruir las protecciones, pero desestimaron mis palabras. La Clave piensa que las protecciones resistirán para siempre porque lo han hecho durante miles de años. Pero eso mismo hizo Roma, hasta que los bárbaros llegaron. Todo cae algún día –se reía: un sonido amargo y enojado–. Considera una competición ver quién te mata primero, Daylighter… Valentine, los otros Submundos o la Clave.



***********************************



En algún lugar entre el aquí y el allí la mano de ____(tn) se soltó de la de Nicholas. Cuando el huracán la escupió y golpeó el suelo, lo hizo sola, fuertemente, y rodó sobre sí misma jadeando hasta detenerse. Ella se incorporó lentamente y miró alrededor. Estaba tendida en el centro de una alfombra persa que había sobre el suelo de una amplia sala con paredes de piedra. Había distintas piezas de mobiliario aquí y allá; las sábanas blancas que las cubrían las transformaban en jorobados y pesados fantasmas.

Cortinas de terciopelo caían sobre las enormes ventanas de cristal; el terciopelo era blanco-gris por el polvo, y motas de polvo bailaban a la luz de la luna.

-¿____(tn)? –Nicholas emergió de detrás de una enorme forma blanca ensabanada; podría haber sido un gran piano–. ¿Estás bien?

-Muy bien –ella se levantó haciendo un pequeño gesto de dolor. Le dolía el codo–. A pesar del hecho de que Amatis probablemente me matará cuando volvamos. Considerando que hice añicos todos sus platos y he abierto un Portal en su cocina.

Él le tendió una mano.

-Por si sirve de algo –dijo él ayudándola a ponerse de pie–, estoy muy impresionado.

-Gracias –____(tn) echó un vistazo alrededor–. Así que, ¿aquí es dónde te criaste? Es como algo sacado de un cuento de hadas.

-Yo estaba pensando en una película de terror –dijo Nicholas–. Dios, hacía años que no veía este lugar. No solía estar tan…

-¿Tan frío? –____(tn) temblaba un poco. Se abotonó el abrigo, pero el frío en la casa era más que frío físico: el lugar se sentía frío, como si allí nunca hubiera habido calidez o luz o risas en su interior.

-No –dijo Nicholas–. Siempre fue frío. Iba a decir polvoriento –él sacó la piedra de luz mágica del bolsillo, y ésta cobró vida resplandeciendo entre sus dedos. Su brillo blanco iluminó su rostro desde abajo, descubriendo las sombras de debajo de su pómulos, la hondonada de sus sienes–. Este es el estudio y nosotros necesitamos la biblioteca. Vamos.

Él la guió desde la habitación por un largo pasillo cubierto con docenas de espejos que les devolvían sus propios reflejos. ____(tn) no se había dado cuenta de lo desaliñada que estaba: su abrigo estaba lleno de polvo, su cabello enredado por el viento. Intentó arreglárselo con discreción y sorprendió la sonrisa de Nicholas en el espejo de al lado. Por alguna razón, debido sin duda a algún tipo de magia misteriosa de los Cazadores de Sombras, que ella no tenía esperanzas de entender, su cabello se encontraba perfecto.

Al pasillo daban una serie de puertas, algunas de ellas abiertas. A través de ellas ____(tn) podía ver rápidos destellos de otras habitaciones, tan polvorientas y aparentemente abandonadas como el estudio. Michael Wayland no había tenido parentela, había dicho Valentine, así que ella supuso que nadie habría heredado este lugar después de su “muerte” –ella había asumido que Valentine había seguido viviendo allí, pero parecía evidente que no era el caso. Todo respiraba pesar y desuso. En Renwick, Valentine había llamado a este sitio “hogar”, se lo había mostrado a Nicholas en el espejo Portal, el dorado recuerdo de campos verdes y suaves rocas, pero aquello, pensó ____(tn), también había sido una mentira. Era evidente que en realidad Valentine no había vivido allí desde hacía años… Quizás, sólo había dejado que aquello se viniera abajo, o había venido aquí sólo ocasionalmente para caminar por el oscuro pasillo como un fantasma. Llegaron a una puerta al final del corredor y Nicholas la abrió empujándola con el hombro, apartándose para dejar pasar a ____(tn) delante de él. Ella había estado dibujando la biblioteca del Instituto, y esta sala no era completamente diferente a aquella: las mismas paredes llenas con hileras superpuestas de libros y las mismas escaleras corredizas para alcanzar los estantes más altos. Aunque el techo era liso y con vigas, no cónico, y no había mesa escritorio. Cortinas de terciopelo verde, sus pliegues glaseados de polvo blanco, colgaban sobre ventanas que alternaban paneles de cristal verdes y azules. A la luz de la luna brillaban como colores escarchados.

Más allá del cristal todo era oscuridad.

-¿Esta es la biblioteca? –dijo ella a Nicholas en un susurro, aunque no estaba segura de por qué estaba susurrando. Algo se cernía profundamente sobre aquella gran casa vacía.

Él estaba mirando más allá de ella, sus ojos oscuros por el recuerdo.

-Solía sentarme en el asiento de esa ventana y leer lo que fuera que mi padre me asignara ese día. Diferentes idiomas en días diferentes: francés los sábados, inglés los domingos… Pero no me acuerdo ahora de qué día era latín, los lunes o martes…

____(tn) tuvo un rápido destello de la imagen de Nicholas cuando era niño, un libro en equilibrio sobre sus rodillas mientras estaba sentado en el marco de la ventana, mirando hacia fuera… ¿Qué? ¿Había jardines? ¿Una vista? ¿Un alto muro de espinas como el muro que rodeaba el castillo de la Bella Durmiente? Ella le vio mientras leía, la luz que entraba a través de la ventana arrojando cuadrados azules y verdes sobre su pelo rubio y el pequeño rostro, más serio de lo que cualquier otro con diez años pudiera estar.

-No me acuerdo –dijo él otra vez, mirando fijamente la oscuridad.

Ella le tocó el hombro.

-No importa, Nicholas.

-Supongo que no –se sacudió como saliendo de un sueño, y atravesó la sala, la luz mágica iluminando su camino. Se arrodilló para examinar una hilera de libros y se enderezó con uno de ellos en la mano–. “Recetas Sencillas para Amas de Casa” –dijo él–. Aquí está.

Ella atravesó rápidamente la habitación y lo tomó. Era un libro aparentemente común, con una cubierta azul, polvoriento como todo en aquella casa. Cuando lo abrió el polvo revoloteó desde sus páginas como una reunión de palomillas. Un gran agujero cuadrado había sido practicado en el centro del libro. Acomodado en el interior del agujero como una joya engastada había un pequeño volumen, del tamaño de un libro de bolsillo pequeño, encuadernado en piel blanca con el título grabado en doradas letras en latín. ____(tn) reconoció las palabras “blanco” y “libro”, pero cuando lo sacó y lo abrió, para su sorpresa las páginas estaban cubiertas con escritura delgada y oscura en un lenguaje que ella no podía entender.

-Griego –dijo Nicholas mirando sobre su hombro–, de la variedad clásica.

-¿Puedes leerlo?

-No con facilidad –admitió él–, han pasado años. Pero Magnus será capaz, imagino –él cerró el libro y lo deslizó en el bolsillo del abrigo verde de ella antes de volverse hacia las estanterías de libros, pasando los dedos sobre las hileras de libros, sus yemas rozando los lomos.

-¿Hay alguno de ellos que quieras llevarte contigo? –preguntó ella dulcemente–. Si quieres…

Nicholas se rió y apartó la mano.

-Sólo se me permitía leer lo que tenía asignado –dijo él–. Había algunas baldas que tenían libros que no tenía permitido ni tocar –él indicó una serie de libros que estaban más altos, encuadernados todos en idéntica piel marrón–. Una vez leí uno de ellos, cuando tenía seis años, sólo para ver a qué venía tanto jaleo. Resultó ser un diario que mi padre estaba escribiendo. Sobre mí. Notas sobre “Mi hijo, Jonathan Christopher.” Me azotó con un cinturón cuando descubrió que lo había leído. En realidad, era la primera vez que tenía constancia de que tuviera un segundo nombre.

Un repentino dolor de odio por su padre atravesó a ____(tn).

-Bien, Valentine no está aquí ahora.

-____(tn)… –comenzó Nicholas con una nota de advertencia en su voz, pero ella ya estaba alcanzando y sacando uno de los libros de la balda prohibida, tirándolo al suelo. Dio un satisfactorio golpetazo–. ¡____(tn)!

-Oh, vamos –ella lo hizo otra vez, tirando otro libro, luego otro. El polvo salía de sus páginas cuando golpeaban el suelo–. Prueba.

Nicholas la miró un momento, y luego una media sonrisa burlona se dibujó en la comisura de su boca. Alargando la mano, barrió con su brazo la balda tirando el resto de libros al suelo con un fuerte estruendo. Se puso a reír… y entonces se detuvo, levantando la cabeza como un gato levanta las orejas hacia un sonido lejano–. ¿Has oído eso?

¿Oído el qué? Se disponía a preguntar ____(tn), pero se detuvo a sí misma. Había un sonido, más alto ahora, un agudo zumbido y chirrido, como el sonido de un mecanismo volviendo a la vida. El sonido parecía proceder del interior del muro. Ella dio involuntariamente un paso hacia atrás justo cuando las piedras que estaban enfrente de ellos se deslizaron hacia atrás con un gruñido oxidado. Un hueco se abrió de par en par detrás de las piedras… Una especie de entrada se abrió paso bruscamente en el muro.

Más allá de ésta había unas escaleras sumergiéndose en la oscuridad.


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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 Empty Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 25 Dic 2012, 12:45 pm

• ESTA SANGRE CULPABLE - CAPITULO 9 (Parte 1) •

Capitulo 3/ 3



-Ni siquiera recordaba que hubiera un sótano aquí –dijo Nicholas, mirando más allá de ____(tn) hacia el enorme agujero en el muro.

Levantó la luz mágica y su brillo rebotó en el túnel que se dirigía hacia abajo. Las paredes eran negras y resbaladizas, hechas de una suave piedra oscura que ____(tn) no reconocía. Los escalones relucían como si estuvieran húmedos. Un extraño olor ascendía lentamente por la abertura: frío, húmedo, rancio, con un raro matiz metálico que le crispaba los nervios.

-¿Qué crees que podría haber ahí abajo?

-No lo sé –Nicholas se dirigió a las escaleras; puso un pie sobre el primer escalón, evaluándolo, y después se encogió de hombros como si ya hubiera tomado una decisión. Comenzó a bajar los escalones moviéndose con cuidado. A medio camino se giró y levantó la mirada hacia ____(tn)–. ¿Vienes? Puedes esperarme aquí arriba si quieres.

Ella echó un vistazo alrededor en la biblioteca vacía, luego se estremeció y se apresuró detrás de él.

Las escaleras bajaban en espiral en círculos más y más cerrados, como si estuvieran abriéndose camino a través del interior de la enorme concha de una caracola. El olor se hizo más fuerte cuando llegaron al fondo, y los escalones se ensancharon para entrar en una gran habitación cuadrada, cuyas paredes de piedra estaban surcadas con marcas de humedad… y otras manchas más oscuras. El suelo estaba garabateado con marcas: un revoltijo de pentagramas y runas, con piedras blancas diseminadas aquí y allá. Nicholas dio un paso hacia delante y algo crujió bajo sus pies. Él y ____(tn) miraron hacia abajo al mismo tiempo.

-Huesos –susurró ____(tn). No eran piedras blancas después de todo, sino huesos de todas las formas y tamaños, diseminados por todo el suelo–. ¿Qué estaba haciendo él aquí abajo?

La luz mágica ardía en la mano de Nicholas, arrojando su fantasmagórico brillo sobre la habitación.

-Experimentos –dijo Nicholas con una voz tensa y seca–, la Reina Seelie dijo…

-¿Qué tipo de huesos son estos? –la voz de ____(tn) se elevó–. ¿Son huesos de animales?

-No –Nicholas dio una patada a una pila de huesos, esparciéndolos–, no todos.

El pecho de ____(tn) se tensó.

-Creo que deberíamos volver.

En su lugar, Nicholas alzó la luz mágica en su mano. Resplandeció intensamente, y luego más intensamente aún, iluminando el aire con una brillantez dura y blanca. Las lejanas esquinas de la habitación se abrieron al foco de luz. Tres de ellas estaban vacías. La cuarta estaba tapada con una tela suspendida. Había algo detrás de la tela, una forma jorobada…

-Nicholas –susurró ____(tn)–, ¿qué es eso?

Él no contestó. De repente tenía un cuchillo seráfico en la mano libre; ____(tn) no sabía cuándo lo había sacado, pero brillaba a la luz mágica como una espada de hielo.

-Nicholas, no –dijo ____(tn), pero era demasiado tarde… Él se lanzó a grandes zancadas hacia delante y dio un tirón de la tela hacia un lado con el extremo del cuchillo, luego la agarró y tiró de ella hacia abajo, cayendo con una florecida nube de polvo.

Nicholas se tambaleó hacia atrás, la luz mágica cayó de su mano. Mientras la brillante luz caía, ____(tn) pudo vislumbrar brevemente su rostro: era una blanca máscara de horror. ____(tn) se hizo con la luz mágica antes de que todo se quedara a oscuras y la levantó, desesperada por ver lo que había podido impresionar a Nicholas, al imperturbable Nicholas, tan gravemente.

Al principio, todo lo que vio fue la forma de un hombre… Un hombre envuelto en un sucio harapo blanco, agachado en el suelo. Esposas circundaban sus muñecas y tobillos, amarradas a un gran gancho enclavado en el suelo de piedra. ¿Cómo puede estar vivo? Pensó ____(tn) con horror y bilis ascendiendo por su garganta. La piedra-runa se agitó en su mano, y la luz danzó en parches sobre el prisionero: vio los escuálidos brazos y piernas, todos llenos de cicatrices, con las marcas de incontables torturas.

El cráneo de una cara se giró hacia ella, las negras cuencas vacías donde deberían haber estado los ojos… Y entonces hubo un crujido seco, y ella vio que lo que había pensado que era un harapo blanco eran alas, blancas alas alzándose detrás de su espalda en dos medias lunas de blanco puro, la única cosa pura en aquella mugrienta habitación. Ella dio un grito seco.

-Nicholas. ¿Ves…

-Lo veo –Nicholas, de pie a su lado, habló con una voz que se quebraba como cristales rotos.

-Dijiste que no habían ángeles… Que nadie había visto alguna vez uno…

Nicholas estaba susurrando algo por debajo de su respiración, un hilo de lo que sonaba como palabrotas frutos del pánico. Él trastabilló hacia el frente, hacia la criatura acurrucada sobre el suelo… y retrocedió, como si hubiera rebotado contra una pared invisible. Mirando hacia abajo, ____(tn) vio que el ángel estaba en cuclillas sobre un pentagrama hecho de runas entrelazadas que estaban talladas profundamente en el suelo; éstas brillaban con una débil luz fosforescente.

-Las runas –susurró ella–. No podemos pasar…

-Pero debe haber algo… –dijo Nicholas, su voz cercana a quebrarse–, algo que podamos hacer.

El ángel levantó la cabeza. ____(tn) vio distraída, con una pena terrible, que tenía el cabello dorado y rizado como el de Nicholas que brillaba tenuemente a la luz. Los rizos se aferraban cerca de los huecos de su cráneo. Sus ojos eran fosos, su rostro acuchillado con cicatrices, como una bella pintura destruida por vándalos. Mientras le miraba, la boca del ángel se abrió y un sonido manó de su garganta… No palabras, sino una penetrante música dorada, la sencilla nota de un canto, sostenida, sostenida, y sostenida tan alta y dulce que el sonido era como dolor…

Una avalancha de imágenes se alzó ante los ojos de ____(tn). Ella todavía tenía aferrada firmemente la piedra-runa, pero su luz se había ido; ella se había ido, ya no estaba allí sino en algún otro lugar, donde las imágenes del pasado fluían ante ella como en un sueño con los ojos abiertos…

Fragmentos, colores, sonidos.

Ella estaba en una bodega, despejada y limpia, una sencilla runa enorme garabateada sobre el suelo de piedra. Un hombre estaba en pie junto a ésta; sostenía un libro abierto en una mano y una blanca antorcha llameante en la otra. Cuando levantó la cabeza, ____(tn) vio que era Valentine: mucho más joven, su rostro sin arrugas y bello, sus ojos oscuros despejados y brillantes. Mientras él profería un cántico, la runa se incendió, y cuando las llamas desaparecieron una figura arrugada se erigía entre las cenizas: un ángel, las alas desplegadas y ensangrentadas, como un pájaro caído del cielo…

La escena cambió. Valentine estaba junto a una ventana, a su lado una mujer joven con brillante pelo rojo. Un familiar anillo de plata relucía en la mano de él mientras la rodeaba con sus brazos. Con una sacudida de dolor ____(tn) reconoció a su madre… Pero ella era joven, sus rasgos suaves y vulnerables. Llevaba un camisón blanco y estaba evidentemente embarazada.

-Los Acuerdos –estaba diciendo Valentine con enfado–, no sólo han sido la peor idea que la

Clave ha tenido jamás, sino lo peor que le ha podido ocurrir a los Nephilim. Eso nos ligará a los Submundos, atados a esas criaturas…

-Valentine –dijo Jocelyn con una sonrisa –basta de política, por favor – ella alzaba los brazos y rodeaba el cuello de Valentine, su expresión llena de amor; y la de él lo estaba también, pero había algo más en él, algo que hizo a ____(tn) sentir un escalofrío recorriendo su columna…

Valentine estaba de rodillas en el centro de un círculo de árboles. Había una brillante luna en lo más alto, iluminando el negro pentagrama que había sido descrito sobre la tierra escarpada del claro. Las ramas de los árboles conformaban una gruesa red en lo alto; allí donde se extendían sobre los límites del pentagrama sus hojas se curvaban y se volvían negras.

En el centro de la estrella de cinco puntas estaba sentada una mujer de cabello largo y brillante; su forma era delgada y hermosa, su rostro oculto en la sombra, sus brazos desnudos y blancos. Su mano izquierda estaba extendida frente a ella, y cuando separó los dedos ____(tn) pudo ver que había un largo corte en la palma, vertiendo un lento chorro de sangre en una copa de plata que descansaba sobre el filo del pentagrama. La sangre parecía negra a la luz de la luna, o tal vez era negra.

-El niño nacido con esta sangre en él –decía ella, y su voz era suave y hermosa–, superará en poder a los Grandes Demonios de los abismos entre los mundos. Será más poderoso que Asmodeo, más fuerte que el shedim de las tormentas. Si es correctamente adiestrado, no hay nada que él no pueda hacer. Aunque, te advierto –añadió ella–, consumirá su humanidad, como el veneno consume la vida en la sangre.

-Mis agradecimientos, Dama de Edom –dijo Valentine, y cuando extendió las manos para tomar la copa de sangre, la mujer levantó el rostro, y ____(tn) vio que, aunque ella era bella por lo demás, sus ojos eran negros agujeros vacíos de los que colgaban agitándose tentáculos negros, como antenas sondeando el aire.

____(tn) contuvo un chillido…

La noche, el bosque, desaparecieron. Jocelyn estaba frente a alguien que ____(tn) no podía ver. Ella ya no estaba embarazada, y su brillante cabello caía desordenado alrededor de su afligida cara de desesperación.

-No puedo quedarme con él, Ragnor –dijo ella–, ni un solo día más. Leí su libro. ¿Sabes lo que le ha hecho a Jonathan? No creía que ni siquiera Valentine pudiera hacer eso –sus hombros se sacudieron–. Él ha utilizado sangre de demonio… Jonathan ya no es un bebé. Ni siquiera es humano; es un monstruo…

Ella desapareció. Valentine caminaba de un lado para otro incesantemente alrededor del círculo de runas, un cuchillo seráfico brillando en su mano.

-¿Por qué no hablas? –mascullaba él–. ¿Por qué no me das lo que quiero?

Él abatió el cuchillo y el ángel se retorció mientras un líquido dorado manaba de su herida como luz de sol derramándose.

-Si no me das respuestas –bufó Valentine–, puedes darme tu sangre. Me hará más bien a mí y a los míos que a ti.

Ahora estaban en la biblioteca de los Wayland. La luz del sol brillaba a través de los cristales con forma de rombo de las ventanas, inundando la habitación de azul y verde. Venían voces de otra habitación: sonidos de risas y conversación, había una fiesta. Jocelyn se arrodillaba hasta una balda, mirando de un lado a otro. Sacó un grueso libro de su bolsillo y lo deslizó en el estante…

Y ella se fue. La escena mostraba un sótano, el mismo sótano en el que ____(tn) sabía que se encontraba ahora. El mismo pentagrama garabateado cicatrizaba en el suelo, y dentro del centro de la estrella se situaba el ángel.

Valentine estaba de pie, una vez más con un ardiente cuchillo seráfico en la mano. Ahora parecía mayor, ya no un hombre joven.

-Ithuriel –dijo él–, somos viejos amigos, ¿no? Te podría haber dejado enterrado vivo bajo aquellas ruinas, pero no, te traje aquí conmigo. Todos estos años te he tenido encerrado, esperando el día en que me dijeras lo que quiero… necesito… saber –él se aproximó, tendiendo la espada, sus llamas iluminando la barrera rúnica con un reflejo–. Cuando te convoqué, soñaba con que me dijeras el por qué. Por qué Raziel nos creó, su raza de Cazadores de Sombras, pero no nos dio los poderes que tienen los Submundos: la rapidez de los lobos, la inmoralidad del Reino de las Hadas, la magia de los brujos, incluso la resistencia de los vampiros. Él nos dejó desnudos ante los huéspedes del infierno, a no ser por estas líneas pintadas sobre nuestra piel. ¿Por qué sus poderes deben ser mayores que los nuestros? ¿Por qué no participamos de lo que ellos tienen? ¿Cómo puede ser eso justo?

Dentro de la estrella encarceladora estaba sentado el ángel en silencio como una estatua de mármol, inmóvil, sus alas plegadas. Sus ojos no expresaban más que una terrible pena silenciosa. La boca de Valentine se torció.

-Muy bien. Mantén tu silencio. Tendré mi oportunidad –Valentine levantó la espada–. Tengo la Copa Mortal, Ithuriel, y pronto tendré la Espada… Pero sin el Espejo no puedo comenzar la invocación. El Espejo es todo lo que necesito. Dime dónde está. Dime dónde está, Ithuriel, y te dejaré morir.

La escena se rasgó en pedazos, y mientras su visión se apagaba, ____(tn) vislumbró retazos de imágenes ahora familiares para ella de sus propias pesadillas: ángeles con alas blancas y negras, extensiones de agua reflejada, oro y sangre… y Nicholas, alejándose de ella, siempre alejándose de ella. ____(tn) alargó la mano hacia él, y por primera vez la voz del ángel habló en su cabeza con palabras que ella podía entender.

No son los primeros sueños que te he mostrado.

La imagen de una runa reventó detrás de sus ojos, como fuegos artificiales –no una runa que ella hubiera visto alguna vez con anterioridad; era tan fuerte, simple y sencilla como un nudo atado. Se fue en un suspiro también, y cuando desapareció, el canto del ángel cesó. ____(tn) volvió a su propio cuerpo, tambaleándose sobre los pies en la habitación mugrienta y hedionda. El ángel estaba en silencio, congelado, las alas plegadas, una efigie apenada. ____(tn) dejó salir su respiración con un sollozo.

-Ithuriel –ella alargó las manos hacia el ángel, sabiendo que no podía traspasar las runas, doliéndole el corazón.

Durante años el ángel había estado allí abajo, sentado en silencio y solo en la negrura, encadenado y muriendo de hambre pero incapaz de morir…

Nicholas estaba al lado de ella. Ésta pudo ver por su rostro desolado que él también lo había visto todo. Él miraba hacia abajo al cuchillo seráfico en su mano y luego de nuevo al ángel. Su ciego rostro estaba vuelto hacia ellos con una súplica silenciosa.

Nicholas dio un paso hacia delante, y luego otro. Sus ojos estaban fijos en el ángel, y era como si, pensó ____(tn), hubiera algún tipo de comunicación silenciosa pasando entre ellos, algún tipo de habla que ella no podía oír.

Los ojos de Nicholas estaban brillantes como discos de oro, llenos de luz reflectada.

-Ithuriel –susurró él.

La espada en su mano ardió como una antorcha. Su brillo era cegador.

El ángel alzó el rostro, como si la luz fuera visible a sus ojos ciegos. Alargó las manos, las cadenas que envolvían sus muñecas repiquetearon como música discordante. Nicholas se volvió hacia ella.

-____(tn) –dijo él–. Las runas.

Las runas. Por un momento ella le miró, confundida, pero los ojos de él le instaban hacia delante. Ella dirigió hacia Nicholas la luz mágica, tomó la estela de él de su bolsillo, y se arrodilló junto a las runas garabateadas.

Parecía como si hubieran sido abiertas en la piedra con algo afilado. Ella dirigió una mirada fugaz a Nicholas. Su expresión la sorprendió, el centelleo de sus ojos… Estaban llenos de fe en ella, de confianza en sus capacidades. Con la punta de la estela trazó varias líneas en el suelo, cambiando las runas de encadenar a runas de liberar, de encarcelamiento a apertura. Éstas rompían a arder mientras las trazaba, como si estuviera arrastrando el extremo de un fósforo sobre azufre.

Una vez hecho, ella se volvió a poner de pie. Las runas titilaban ante ella. Repentinamente Nicholas se puso a su lado. La piedra de luz mágica ahogada, la única iluminación venía del cuchillo seráfico al que él nombró por el ángel, llameando en su mano. Lo extendió, y esta vez su mano pasó a través de la barrera de las runas como si no hubiera nada allí. El ángel alzó sus manos y tomó la espada. Cerró sus ojos ciegos, y ____(tn) pensó por un momento que sonreía. Volvió la espada en su empuñadura hasta que la afilada punta descansó sólo tocando su esternón. ____(tn) dio un pequeño grito y se echó hacia delante, pero Nicholas agarró su brazo, su agarre como el hierro, y tiró de ella hacia atrás… justo cuando el ángel condujo la espada hacia su lugar.

La cabeza del ángel cayó hacia atrás, las manos tiraron de la empuñadura, que sobresalía justo de donde estaría su corazón… Si los ángeles tenían corazón; ____(tn) no lo sabía. Llamas salían de su herida, extendiéndose más allá de la espada. El cuerpo del ángel resplandecía en llamas blancas, las cadenas sobre sus muñecas ardían escarlatas, como hierro dejado demasiado tiempo en el fuego. ____(tn) pensó en pinturas medievales de santos consumidos en las llamas de un éxtasis sagrado –y las alas del ángel se desplegaron anchas y blancas ante ellos, también se envolvieron y ardieron, un entramado de fuego resplandeciente.

____(tn) ya no podía mirar. Se volvió y enterró su rostro en el hombro de Nicholas. Su brazo la rodeó, su presión ajustada y dura.

-Está bien –dijo él contra su pelo–. Está bien.

Pero el aire estaba lleno de humo y el suelo se sintió como si estuviera balanceándose bajo sus pies. Sólo cuando Nicholas dio un traspié ella se dio cuenta de que no era la conmoción: el suelo estaba moviéndose. Se soltó de Nicholas y se tambaleó; las piedras bajo sus pies rechinaban unas contra otras, y una fina lluvia de suciedad estaba tamizándose desde el techo. El ángel era un pilar de humo; las runas a su alrededor brillaban dolorosamente. ____(tn) las contempló, descodificando sus significados, y luego miró como loca a Nicholas:

-La casa… Estaba vinculada a Ithuriel. Si el ángel muere, la casa…

No terminó la frase. Él ya había agarrado su mano y estaba corriendo por las escaleras, tirando de ella detrás de él. Las escaleras se estaban elevando y torciendo; ____(tn) se cayó, golpeándose la rodilla dolorosamente con un escalón, pero el agarre de Nicholas en su mano no se aflojó. Se levantó ignorando el dolor en la pierna, sus pulmones llenos de asfixiante polvo.

Ellos llegaron a la parte de arriba de los escalones y se abalanzaron dentro de la biblioteca. Detrás de ellos ____(tn) pudo oír el estruendo del resto de las escaleras derrumbándose. La cosa no estaba mucho mejor allí; la habitación se estaba sacudiendo, los libros se caían de sus estantes. Una estatua estaba tirada donde se había volcado, en una pila de fragmentos irregulares. Nicholas soltó la mano de ____(tn), agarró una silla y, antes de que ella pudiera preguntarle qué pretendía hacer, la arrojó contra la vidriera de colores. Ésta arremetió a través de una cascada de cristales rotos. Nicholas se volvió y le tendió la mano. Detrás de él, a través del marco irregular que quedó, ella podía ver una extensión de hierba saturada de luz de luna y una línea de copas de árboles a lo lejos. Parecía haber bastante altura. No puedo saltar esa distancia, pensó ella, y estaba a punto de sacudir la cabeza hacia Nicholas cuando vio los ojos de él ensanchados, su boca tomando la forma de una advertencia. Uno de los pesados bustos de mármol que estaban alineados en las estanterías más altas se había volcado y estaba cayendo en su dirección; ella se apartó de su camino, y golpeó el suelo a centímetros de dónde ella estaba, dejando un considerable hundimiento en el suelo.

Un segundo después, los brazos de Nicholas estaban alrededor de ella y él la estaba levantando, sus pies en el aire. Estaba demasiado sorprendida para oponer resistencia mientras él la llevaba hacia la ventana rota y la tiraba sin ceremonia alguna desde ella. Golpeó sobre una elevación cubierta de hierba que había justo debajo de la ventana y cayó rodando por su empinada pendiente, adquiriendo velocidad hasta que fue a dar contra un montículo con suficiente fuerza como para dejarla sin respiración. Se incorporó, sacudiéndose la hierba del pelo. Un segundo después Nicholas vino a parar a su lado; a diferencia de ella, él terminó de rodar poniéndose en cuclillas inmediatamente, mirando colina arriba hacia la finca.

____(tn) se volvió para mirar hacia donde estaba mirando él, pero él ya la había agarrado, empujándola hacia abajo a la depresión entre dos colinas.

Más tarde encontraría oscuros cardenales sobre la parte superior de los brazos; ahora sólo dio un grito ahogado por la sorpresa cuando él la tiró al suelo y se puso sobre ella, protegiéndola con su cuerpo mientras estallaba un gran estruendo. Sonó como si la tierra se rompiera en pedazos, como un volcán entrando en erupción. Una ráfaga de polvo blanco se expandía por el cielo. ____(tn) oyó el sonido de un fuerte golpeteo a su alrededor. Por un desconcertado momento ella pensó que había empezado a llover… Luego, se dio cuenta de que eran escombros, suciedad y cristales rotos: el detritus de la casa destrozada siendo arrojado alrededor de ellos como mortal granizo.




:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

OMJ!

Super intensos los capitulos no creen! (?

:sad: :sad: :sad: :sad: :sad: :sad: :sad:


Pobre del Ángel!

Valentine es el peor de todos! :x :x

#TeamAntiValentine4Ever

Ahora que pasara! :fiu:

Espero que les guste su regalo! (? JAJAJAJA

Las leo después! ;)

\^.^/

Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 Empty Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

Mensaje por aranzhitha Mar 25 Dic 2012, 2:49 pm

Lu! tengo que decirte algo Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 2039594227
lamentablemente ya no me esta
gustando la nove :¬¬:
no se solo paso :scratch:
ya no es lo mismo!!! :lloro:
y pues tendre que decir adios :P


jajajajaja no te creas era una broma :fiu:
inocente palomita adelantado
ne! la verdad me encanta la nove!!!! :lloro:
pero tengo una noticia!!
no podre comentar desde mañana ni leer !!! :lloro:
porque me voy de vacaciones a la playa!!! :twisted:
y no me voy a poder conectar a leer :lloro:
pero no te preocupes regresare!!! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 2039594227
bien me ecanto el mini-maraton
fue tan dfghjks :wut:
todo lo que descubrimos!!!!!!!!
pobre del Ángel!!!!! :lloro:
entonces según lo que entiende
la rayiz tiene sangre de Ángel?? :scratch:
y por eso puede crear runas y todo eso??
y Nicholas tiene sangre de Demonio??
y por eso es tan bueno en todo lo físico???
pero lo que no se es como logro Valentine que la ingirieran???
el tal Sebastian no me causa buena espina :suspect:
me he quedado en shock Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 167695056 con toda esta informacion!!!
siguela!!! estare ansiosa por leer cuando regrese!!!


aranzhitha
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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 Empty Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

Mensaje por chelis Mar 25 Dic 2012, 3:00 pm

PRIMERO QUE NADA
GRAAACIIAAS POR LOS BUENOS DESEOOSSS!!!.. ESPEREMOS QUE TAMBIEN TE VALLA BIEN EN ESTE NUEVO AÑO!!!!!...
JEJEJ Y QUE TU FAMILIA Y TU TENGAN MUCHAS VENDICIONES!!!!!
BUENO EN LO REFERENTE A LA NOVE!!!!... GUUUAAUUU SOY FAN DE MAGNUS!!! :) AAAAAAHH AMO A ESE BRUUUUUJOOOOOO!!!!!...
JEJEJE
Y BUENO ESE MALDITO DE VALENTINE ES UN MOUSTROOO .. COMO LE PUDO HACER ESO A NICK!!!.. DIGO A SUS HIJOS????...
AAAAAAAAAAAHHHHH!!!
Y HACERLE ESO A UN ANGEL... UN ANGEL???
CIELOS ... PERO ENTONCES NO TIENEN LA MISMA SANGRE ___ Y NICK!!!
Y PODRAN ESTAR JUNTOS!!!!!
AAAAAAAAAAAAAHHHH!!!
IGUELA PORFIISS
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 Empty Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

Mensaje por HeyItsLupitaNJ Miér 26 Dic 2012, 10:56 am

aranzhitha escribió:Lu! tengo que decirte algo Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 2039594227
lamentablemente ya no me esta
gustando la nove :¬¬:
no se solo paso :scratch:
ya no es lo mismo!!! :lloro:
y pues tendre que decir adios :P


jajajajaja no te creas era una broma :fiu:
inocente palomita adelantado
ne! la verdad me encanta la nove!!!! :lloro:
pero tengo una noticia!!
no podre comentar desde mañana ni leer !!! :lloro:
porque me voy de vacaciones a la playa!!! :twisted:
y no me voy a poder conectar a leer :lloro:
pero no te preocupes regresare!!! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 2039594227
bien me ecanto el mini-maraton
fue tan dfghjks :wut:
todo lo que descubrimos!!!!!!!!
pobre del Ángel!!!!! :lloro:
entonces según lo que entiende
la rayiz tiene sangre de Ángel?? :scratch:
y por eso puede crear runas y todo eso??
y Nicholas tiene sangre de Demonio??
y por eso es tan bueno en todo lo físico???
pero lo que no se es como logro Valentine que la ingirieran???
el tal Sebastian no me causa buena espina :suspect:
me he quedado en shock Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 167695056 con toda esta informacion!!!
siguela!!! estare ansiosa por leer cuando regrese!!!






:wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut: :lloro:

Bueno chica, te la aventaste buena! :suspect:

JAJAJJA nunca me espere que me hicieras esa broma!

Estaba de WTF! :suspect: no le gusta! (? :scratch:

JAJAJAJAJ menos mal que solo fue un susto! :¬¬:

xD :roll:

OMJ! Diviertete mucho en la playita! :) ntp, la nove aquí
va a estar para cuando vuelvas! ;)

Sip verdad este capitulo fue muy revelador!

Así exactamente como entendiste, es como son las cosas!

Digamos que Valentine experimento con los dos! :x

#TeamAntiValentine4Ever recuerda! :twisted:

Bueno más adelante verás como Valentine logro eso! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 2039594227

Bueno Sebastian mmm es Sebastian, pronto entenderás mas de él!

Nos leemos pronto! ;)

\^.^/

Ya la sigo! ;)

X
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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 Empty Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

Mensaje por HeyItsLupitaNJ Miér 26 Dic 2012, 11:01 am

chelis escribió:PRIMERO QUE NADA
GRAAACIIAAS POR LOS BUENOS DESEOOSSS!!!.. ESPEREMOS QUE TAMBIEN TE VALLA BIEN EN ESTE NUEVO AÑO!!!!!...
JEJEJ Y QUE TU FAMILIA Y TU TENGAN MUCHAS VENDICIONES!!!!!
BUENO EN LO REFERENTE A LA NOVE!!!!... GUUUAAUUU SOY FAN DE MAGNUS!!! :) AAAAAAHH AMO A ESE BRUUUUUJOOOOOO!!!!!...
JEJEJE
Y BUENO ESE MALDITO DE VALENTINE ES UN MOUSTROOO .. COMO LE PUDO HACER ESO A NICK!!!.. DIGO A SUS HIJOS????...
AAAAAAAAAAAHHHHH!!!
Y HACERLE ESO A UN ANGEL... UN ANGEL???
CIELOS ... PERO ENTONCES NO TIENEN LA MISMA SANGRE ___ Y NICK!!!
Y PODRAN ESTAR JUNTOS!!!!!
AAAAAAAAAAAAAHHHH!!!
IGUELA PORFIISS



;) Gracias, así es esperemos que el 2013 nos sorprenda a todas! :twisted:

Lo sé, Magnus es genial :(L): me encanta!

Lástima es es Gay! :sad: JAJAJAJAJ

#TeamAntiValentine4Ever Recuerda! :twisted:

Definitivamente Valentine esta loco! :¬¬:

Bueno no te apresures aún, tenemos misterios por delante
que descubrir todavía! ;)

\^.^/

Ya la sigo! ;)

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Miér 26 Dic 2012, 11:22 am

• ESTA SANGRE CULPABLE - CAPITULO 9 (Parte 2) •



Nicholas la apretó más fuerte contra el suelo, su cuerpo plano contra el de ella, el latido del corazón de él casi tan alto en los oídos de ella como el sonido de las ruinas de la casa hundiéndose.

El estruendo del derrumbe fue decayendo lentamente, como humo desvaneciéndose en el aire. Fue reemplazado por el alto chillido de pájaros asustados; ____(tn) podía verlos sobre los hombros de Nicholas, dando vueltas en círculo contra el cielo oscuro.

-Nicholas –dijo ella bajito–, creo que se me ha caído tu estela en algún sitio.

Él se echó para atrás ligeramente, sosteniéndose sobre los codos, y bajó la mirada hacia ella. Incluso en la oscuridad ella podía verse reflejada en sus ojos; su rostro estaba surcado por el hollín y la suciedad, el cuello de su camisa rasgado.

-No pasa nada. Siempre que no estés herida.

-Estoy bien –sin pensarlo, ella levantó un mano, sus dedos rozando suavemente por el cabello de él. Ella lo sintió tenso, sus ojos oscureciéndose–. Había hierba en tu pelo –dijo ella. Tenía la boca seca; la adrenalina corría por sus venas. Todo lo que acababa de ocurrir, el ángel, el derrumbe de la casa... parecía menos real que lo que veía en los ojos de Nicholas.

-No deberías tocarme –dijo él.

Su mano se congeló donde estaba, su palma contra su mejilla.

-¿Por qué no?

-Sabes por qué –dijo él, y se apartó de ella, rodando sobre la espalda–. Viste lo que yo he visto, ¿no? El pasado, el ángel. Nuestros padres.

Era la primera vez, pensó ella, que él les había llamado eso. Nuestros padres. Ella se giró sobre un lado, queriendo alcanzarle con la mano pero no segura de si debería. Él estaba mirando ciegamente hacia arriba, al cielo.

-Lo vi.

-Sabes lo que soy –las palabras fueron espiradas en un susurro angustiado–. Soy en parte demonio, ____(tn). En parte demonio. Lo has entendido bien, ¿no? –sus ojos sostuvieron los de ella como taladradoras–. Viste lo que Valentine estaba intentando hacer. Utilizaba sangre de demonio… La utilizaba en mí antes incluso de que naciera. Soy en parte un monstruo. En parte todo aquello que he intentando tan duramente extinguir, destruir.

____(tn) apartó de su memoria la voz de Valentine diciendo, Ella me dejó porque convertí a su primer hijo en un monstruo.

-Pero los brujos son en parte demonio. Como Magnus. Eso no les hace malvados…

-No en parte Grandes Demonios. Oíste lo que la mujer demonio dijo. Consumirá su humanidad, como el veneno consume la vida en la sangre.

La voz de ____(tn) tembló.

-No es verdad. No puede serlo. No tiene sentido…

-Pero lo es –había una desesperación furiosa en la expresión de Nicholas. Ella podía ver el destello de la cadena de plata alrededor de su garganta desnuda, iluminando como una baliza bajo la luz de las estrellas–. Eso lo explica todo.

-¿Te refieres a que eso explica por qué eres un Cazador de Sombras tan increíble? ¿Por qué eres leal, e intrépido, y honesto, y todo lo que los demonios no son?

-Eso explica –dijo él sin alterar la voz–, por qué siento de la manera en que lo hago por ti.

-¿Qué quieres decir?

Él se quedó en silencio durante un largo instante, mirándola a través del minúsculo espacio que los separaba. Ella podía sentirlo, incluso aunque no estuviera tocándola, como si todavía estuviese tendido con su cuerpo contra el suyo.

-Eres mi hermana –dijo él finalmente–. Mi hermana, mi sangre, mi familia. Debería querer protegerte –él se rió quedamente y sin humor–, protegerte de la clase de chicos que quieren hacer contigo exactamente lo que yo quiero hacer.

La respiración de ____(tn) atrapada.

-Dijiste que sólo querías ser mi hermano de ahora en adelante.

-Mentí –dijo él–. Los demonios mienten, ____(tn). Ya sabes, hay algunos tipos de heridas que puedes sufrir cuando eres un Cazador de Sombras, heridas internas por el veneno de demonio. Incluso puedes no saber que hay algo que está mal en ti, pero estás sangrando lentamente por dentro hasta la muerte. Eso es como esto, ser sólo tu hermano.

-Pero Aline…

-Tenía que intentarlo. Y lo hice –su voz sonaba sin vida–. Pero Dios sabe, que no quiero a nadie más que a ti. Yo incluso no quiero querer a nadie más que a ti –él alargó la mano, arrastró los dedos ligeramente por el cabello de ella, las yemas de los dedos rozando su mejilla–. Ahora al menos sé por qué.

La voz de ____(tn) había decaído a un susurro.

-Yo tampoco quiero a nadie más que a ti.

Ella era recompensada por la contención en su respiración. Lentamente, él tiró de sí hacia arriba apoyándose sobre sus codos. Ahora él la miraba desde arriba, y su expresión había cambiado… Había una mirada en su rostro que ella no había visto nunca antes, una luz soñolienta, casi mortal en sus ojos. Él dejó a sus dedos arrastrarse hacia abajo, de su mejilla a sus labios, perfilando la forma de su boca con la punta de un dedo.

-Tú deberías probablemente –dijo él–, decirme que no haga esto.

Ella no dijo nada. No quería decirle que parara. Estaba cansada de decir no a Nicholas… De nunca dejarse a sí misma sentir lo que su corazón entero quería que sintiese. Sea cual sea el precio.

Él se agachó, sus labios contra su mejilla, rozándola ligeramente… Y aún ese ligero toque enviaba escalofríos a través de sus nervios, escalofríos que hacían temblar su cuerpo entero.

-Si quieres que pare, dímelo ahora –susurró él. Cuando ella aún no dijo nada, él rozó su boca contra el hueco de sus sienes–. O ahora –trazó la línea de su pómulo–. O ahora –sus labios estaban contra los suyos–. O…

Pero ella había levantado las manos y tiró de él hacia abajo, hacia ella, y el resto de palabras se perdieron contra su boca. Él la besaba con delicadeza, cuidadosamente, pero no era moderación lo que ella quería, no ahora, no después de todo este tiempo, y anudó sus puños en su camisa, tirando de él más fuerte contra ella. Él profirió un gemido bajo y suavemente en su garganta, y luego sus brazos la rodearon, pegándola más a él, y rodaron sobre la hierba, juntos y enredados, todavía besándose. Había piedras clavándose en la espalda de ____(tn), y le dolía el hombro donde se había golpeado al caer de la ventana, pero a ella no le importaba.

Todo lo que existía era Nicholas; todo lo que sentía, esperaba, respiraba, quería y veía era a Nicholas. Nada más importaba.

A pesar de su abrigo, ella podía sentir su calor quemando a través de sus ropas y las de ella. Tiró de su chaqueta para quitársela, y entonces de algún modo su camisa también estuvo fuera. Los dedos de ella exploraban su cuerpo mientras la boca de él exploraba el suyo: piel suave sobre delgado músculo, cicatrices como finos alambres. Ella tocó la cicatriz en forma de estrella de su hombro –era suave y plana, como si fuera una parte de su piel, no elevada como el resto de sus cicatrices. Suponía que eran imperfecciones, estas marcas, pero no se sentían de esa manera para ella; eran una historia, grabada sobre su cuerpo: el mapa de una vida de guerra sin fin.

Él intentó torpemente desabrochar los botones de su abrigo, sus manos temblando. Ella pensó que nunca antes había visto las manos de Nicholas inseguras.

-Yo lo haré –dijo ella, y se echó mano al último botón; cuando se incorporó, algo frío y metálico chocó con su clavícula, e hizo una exclamación entrecortada por la sorpresa.

-¿Qué pasa? –Nicholas se congeló–. ¿Te he hecho daño?

-No. Ha sido esto –ella tocó la cadena de plata que rodeaba su cuello. En su final colgaba un pequeño aro de metal plateado. Había chocado contra ella cuando ésta se había inclinado hacia delante. Ella lo estaba mirando fijamente ahora.

Ese anillo –el metal labrado con su diseño de estrellas– ella conocía ese anillo. El anillo de Morgenstern. Era el mismo anillo que había relucido sobre la mano de Valentine en el sueño que el ángel les había mostrado. Había sido suyo, y se lo había dado a Nicholas, como había sido siempre a lo largo del tiempo, de padre a hijo.

-Lo siento –dijo Nicholas. Él dibujó la línea de su mejilla con la punta del dedo, había una intensidad como de ensueño en su mirada–. Olvidé que llevaba esta maldita cosa.

Un frío repentino inundó las venas de ____(tn).

-Nicholas –dijo ella en voz baja–. Nicholas, no.

-¿Que no qué? ¿Que no lleve el anillo?

-No, no… no me toques. Para un segundo.

Su rostro se volvió más calmo. Las preguntas habían ahuyentado la confusión de la ensoñación en sus ojos, pero no dijo nada, sólo retiró la mano.

-Nicholas –dijo ella otra vez–. ¿Por qué? ¿Por qué ahora?

Sus labios se abrieron por la sorpresa. Ella pudo ver una línea oscura donde él se había mordido el labio de abajo, o tal vez lo había mordido ella.

-¿Por qué ahora, el qué?

-Dijiste que no había nada entre nosotros. Que si nosotros… Si nosotros nos permitíamos sentir lo que queríamos sentir, estaríamos haciendo daño a todos los que nos importan.

-Ya te lo he dicho. Estaba mintiendo –sus ojos se suavizaron–. ¿Crees que yo no quería…?

-No –dijo ella–. No, no soy estúpida, ya sé eso. Pero cuando has dicho que ahora ya por fin entiendes por qué sientes de la manera que lo haces por mí, ¿qué querías decir?

No es que ella no lo supiera, pensó ella, pero tenía que preguntarlo, tenía que escuchárselo.

Nicholas agarró sus muñecas y llevó sus manos hasta su cara, entrelazando los dedos con los de ella.

-¿Recuerdas lo que te dije en casa de los Penhallow? –preguntó él–. ¿Que nunca piensas lo que haces antes de hacerlo, y que ese es el por qué de que destruyas todo lo que tocas?

-No, había olvidado eso. Gracias por recordármelo.

Él apenas parecía percibir el sarcasmo en su voz.

-No estaba hablando de ti, ____(tn). Estaba hablando de mí. Así es cómo soy yo –él giró ligeramente la cara y los dedos de ella se deslizaron por su mejilla–. Al menos ahora sé por qué. Sé qué es lo que está mal en mí. Y tal vez… Tal vez ese sea el por qué te necesito tanto. Porque si Valentine me hizo un monstruo, entonces supongo que a ti te hizo una clase de ángel. Y Lucifer amaba a Dios, ¿no? Bueno, eso dice Milton.

____(tn) tomó aire.

-Yo no soy un ángel. Y ni siquiera sé para qué utilizó Valentine la sangre de Ithuriel… Quizás Valentine sólo la quería para sí mismo…

-Él dijo que la sangre era para “él y los suyos” –dijo Nicholas tranquilamente–. Eso explica por qué puedes hacer lo que haces, ____(tn). La Reina Seelie dijo que nosotros, ambos éramos experimentos. No sólo yo.

-No soy un ángel, Nicholas –repitió ella–. No devuelvo libros de la biblioteca. Bajo música ilegalmente de Internet. Miento a mi madre. Soy completamente normal.

-No para mí –él estaba mirando hacia abajo, a ella. Su rostro se cernía contra un fondo de estrellas. No había nada de su habitual arrogancia en su expresión. Ella nunca lo había visto tan indefenso, pero incluso esa vulnerabilidad estaba mezclada de un odio hacia sí mismo que le consumía tan profundamente como una herida–. ____(tn), yo…

-Suéltame –dijo ____(tn).

-¿Qué? –el deseo en sus ojos se rompió en mil pedazos como los fragmentos del espejo Portal en Renwick, y por un instante su expresión fue de un asombro vacío.

Ella apenas soportaba mirarle y aún así dijo no. Viéndolo ahora, incluso si no hubiera estado enamorada de él, la parte de ella que era hija de su madre, que amaba cada cosa bella por su sola belleza, le habría querido de todos modos. Pero luego, precisamente porque era hija de su madre es que aquello era imposible.

-Escúchame –dijo ella–, y deja mis manos –las apartó, cerrándolas en puños apretados para que parasen de temblar.

Él no se movió. Su labio se contrajo, y por un momento ella vio otra vez esa luz depredadora en sus ojos, pero ahora mezclada con enfado.

-¿Supongo que no quieres decirme por qué?

-Crees que sólo me quieres porque eres diabólico, no humano. Tú simplemente quieres algo para odiarte a ti mismo. No te dejaré utilizarme para demostrarte a ti mismo lo despreciable que eres.

-Yo nunca he dicho eso. Nunca he dicho que te estuviera utilizando.

-Muy bien –dijo ella–. Dime ahora que no eres un monstruo. Dime que no hay nada malo en ti. Y dime que me querrías incluso aunque no tuvieras sangre de demonio. Porque yo no tengo sangre de demonio. Y aun así te quiero.

Sus miradas se enlazaron larga y fijamente, la de él llena de una furia ciega; por un momento ninguno de los dos respiró, y luego él se apartó de ella, maldiciendo, y rodó para ponerse en pie. Recogiendo su camisa de la hierba, se la metió por la cabeza, todavía con una mirada feroz. Se la bajó dejándola sobre los vaqueros y se dio la vuelta para buscar la chaqueta. ____(tn) se puso en pie, tambaleándose un poco. El viento punzante le puso la carne de gallina en los brazos. Sentía sus piernas como si estuvieran hechas de cera medio fundida. Se abrochó los botones del abrigo con los dedos entumecidos, luchando con las ganas de romper a llorar. Llorar no le ayudaría en nada ahora.

El aire estaba todavía lleno de polvo y ceniza danzantes, la hierba estaba sembrada de escombros por todas partes: pedazos de muebles destrozados; las páginas de libros llevadas tristemente por el viento; astillas de madera dorada; el trozo de casi media escalera misteriosamente ilesa. ____(tn) se giró para mirar a Nicholas; él estaba dándole patadas a pedazos de escombros con salvaje satisfacción.

-Bien –dijo él–, estamos jodidos.

Eso no era lo que ella había esperado. Parpadeó.

-¿Qué?

-¿Recuerdas? Perdiste mi estela. No hay posibilidad de que dibujes un Portal ahora –él pronunció las palabras con un placer amargo, como si la situación le satisficiera de una forma oscura–. No tenemos otra forma de regresar. Vamos a tener que andar.



****************************



Habría sido un paseo agradable bajo otras circunstancias. Acostumbrada a las luces de la ciudad, ____(tn) no podía creer lo oscura que era la noche en Idris. Las espesas sombras negras que bordeaban el camino a cada uno de sus lados parecían estar plagadas de cosas apenas visibles, e incluso con la luz mágica de Nicholas ella sólo podía ver unos cuantos centímetros por delante de ellos. Echaba de menos el alumbrado público, el brillo ambiental de las farolas, los sonidos de la ciudad. Todo lo que ella podía oír ahora era el crujido firme de sus botas sobre la grava y, de vez en cuando, su propia respiración resoplando por la sorpresa cuando tropezaba con una roca extraviada.

Después de varias horas comenzaron a dolerle los pies y tenía la boca seca como el pergamino. El aire se había vuelto muy frío, y ella iba encorvada temblando, las manos metidas en sus bolsillos profundamente.

Pero, todo aquello incluso habría sido soportable si tan sólo Nicholas le hubiera hablado. Él no había dicho una palabra desde que dejaron la casa a excepción de bruscas indicaciones, diciéndole qué camino tomar en una bifurcación del camino, u ordenándole que bordeara un bache. Incluso entonces, dudaba que le importara mucho si ella se caía dentro de un bache, excepto por que eso les retrasaría.

Finalmente, el cielo al este comenzó a brillar. ____(tn), dando un traspié medio dormida, subió la cabeza sorprendida.

-Pronto amanecerá.

Nicholas la miró con suave desdén.

-Eso es Alicante. El sol no saldrá hasta dentro de tres horas al menos. Esas son las luces de la ciudad.

Demasiado aliviada porque estaban casi en casa, no le importó su actitud, ____(tn) apretó el paso. Rodearon una curva y se encontraron caminando por un ancho y sucio sendero que atravesaba una ladera. Éste serpenteaba por la curva de la pendiente, desapareciendo donde se doblaba a lo lejos. Aunque la ciudad aún no era visible, el aire se había hecho más brillante, el cielo estaba saturado de un brillo de un rojizo peculiar.

-Debemos estar cerca –dijo ____(tn)–. ¿Hay un atajo tras la colina?

Nicholas estaba frunciendo el ceño.

-Algo va mal –dijo él bruscamente.

Él salió, medio corriendo camino abajo, sus botas enviando ráfagas de polvo que relucían ocres con la extraña luz. ____(tn) corrió para seguirle el paso, ignorando las protestas de sus pies llenos de ampollas. Rodearon la siguiente curva y Nicholas patinó al pararse repentinamente, lo que llevó a ____(tn) a estrellarse con él. En otras circunstancias, podría haber sido cómico. En ésta no lo fue.

La luz rojiza era más fuerte ahora, lanzando un resplandor escarlata al cielo nocturno, iluminando la colina sobre la que estaban como si fuera la luz del día. Columnas de humo ondulaban desde el valle de abajo, como las plumas desplegadas de un pavo real. Alzándose del vapor negro estaban las torres demonio de Alicante, sus caparazones cristalinos como flechas de fuego penetrando el aire cargado de humo. A través del denso humo ____(tn) pudo vislumbrar el crepitar de las llamas escarlatas, diseminado por la ciudad como un puñado de brillantes joyas sobre un ropaje oscuro.

Parecía increíble, pero allí estaba: estaban sobre una ladera que se cernía sobre Alicante, y bajo ellos la ciudad estaba ardiendo.





:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

Bueno problemas a la vista! :fiu:

Pobre de mi Nicho! :(L):

:sad: :sad: :sad: :sad: :sad:

No sabe ni que pensar de él mismo! :(

Esperemos que todo salga bien! :suspect:

Bueno las leo más tarde! ;)

Disfruten el capi! :3

\^.^/

Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
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Mensaje por chelis Miér 26 Dic 2012, 12:09 pm

GUUUUAAUUUUUUU!!!!
PERO POR QUEEEEE SIEMPRE SE INTERRUMPEN EN LO MAS INTERESANTEEEE????
AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!
NICK NO TE JUSGUES TAN MAAAALLLLL!!!!!
AAAAAAAAHHH!!!
VALENTINE SE ADELANTOOOOO!!!!!
YA ENTROOOO?????? A LA CIUDAD????
AAAAAAAAAAHH SIGUELAAA PORFIISSS
chelis
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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Miér 26 Dic 2012, 5:16 pm

chelis escribió:GUUUUAAUUUUUUU!!!!
PERO POR QUEEEEE SIEMPRE SE INTERRUMPEN EN LO MAS INTERESANTEEEE????
AAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!
NICK NO TE JUSGUES TAN MAAAALLLLL!!!!!
AAAAAAAAHHH!!!
VALENTINE SE ADELANTOOOOO!!!!!
YA ENTROOOO?????? A LA CIUDAD????
AAAAAAAAAAHH SIGUELAAA PORFIISSS


JAJAJAJJAJA

Tienes toda la razón! xD

Quizás pq no deberían de hacer eso! :fiu:

:P :P :P :P :P

u.u el pobre del Nicho :(L): tiene una opinión muy mal
acerca de él mismo! :sad:

Bueno ya veremos que esta pasando en la ciudad! ;)

\^.^/

Ya la sigo! :D

X
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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Miér 26 Dic 2012, 5:31 pm

• FUEGO Y ESPADA - CAPITULO 10 (Parte 1) •



-Es tarde –dijo Isabelle ansiosamente dando un tirón de la cortina de encaje frente a la alta ventana de la sala de estar–. Debería estar ya de vuelta.

-Sé razonable, Isabelle –señaló Alec en ese tono superior de hermano mayor que parecía dar a entender que mientras ella, Isabelle, podía ser propensa a la histeria, él, Alec, estaba siempre perfectamente tranquilo. Incluso su postura, estaba tumbado en uno de los sobrerrellenos sillones al lado de la chimenea de los Penhallow como si nada en el mundo le importara, parecía planeada para hacer resaltar lo despreocupado que estaba–. Nicholas hace esto cuando está alterado, se marcha y se da una vuelta. Dijo que se iba a dar un paseo. Regresará. Isabelle suspiró. Casi deseaba que sus padres estuvieran allí, pero estaban todavía fuera en el Gard. Lo que fuera que la Clave estuviera discutiendo, la reunión del Concilio se estaba alargando extremadamente.

-Pero él conoce Nueva York. No conoce Alicante…

-Probablemente lo conoce mejor que tú –Aline estaba sentada en el sofá leyendo un libro, sus páginas encuadernadas en piel rojo oscuro. Su cabello negro estaba estirado hacia atrás en una trenza francesa, sus ojos fijos sobre el volumen extendido sobre sus rodillas. Isabelle, que nunca había sido muy lectora, siempre envidió la capacidad de esa gente que se perdía en un libro. Había un montón de cosas por las que una vez había envidiado a Aline, ser pequeña y bonita de una manera delicada, por decir algo, no una amazona tan alta con tacones que sobrepasaba a casi todos los chicos que conocía. Pero luego, Isabelle se había dado cuenta sólo recientemente que las otras chicas no eran como para ser envidiadas, evitadas o detestadas–. Él vivió aquí hasta los diez años. Vosotros, chicos, sólo la habéis visitado unas cuantas veces.

Isabelle levantó la mano hasta su garganta con el ceño fruncido. El colgante que pendía de la cadena que rodeaba su cuello había dado un fuerte y repentino latido, pero normalmente sólo latía ante la presencia de demonios, y estaban en Alicante. No había forma de que hubiera demonios cerca. Quizás el colgante estaba fallando.

-No creo que esté dando una vuelta, de todas maneras. Creo que es bastante obvio dónde ha ido –respondió Isabelle.

Alec levantó la mirada.

-¿Crees que ha ido a ver a ____(tn)?

-¿Todavía está ella aquí? Creí que se suponía que iba a regresar a Nueva York –Aline dejó caer el libro cerrado– ¿Dónde se está quedando la hermana de Nicholas, de todas formas?

Isabelle se encogió de hombros.

-Pregúntale a él –dijo ella dirigiendo la vista hacia Sebastian.

Sebastian estaba tirado sobre el sofá que estaba enfrente del de Aline. También tenía un libro en la mano, y su cabeza oscura estaba inclinada sobre él. Alzó los ojos como si pudiera sentir la mirada de Isabelle sobre él.

-¿Estás hablando de mí? –preguntó él suavemente.

Todo en Sebastian era suave, pensó Isabelle con una punzada de irritación. Ella se había quedado impresionada al principio por su aspecto, esos pómulos nítidamente planos y esos insondables ojos negros, pero su personalidad afable y comprensiva le crispaba ahora. No le gustaban los chicos que parecían no enfadarse nunca por nada. En el mundo de Isabelle, la furia era igual a pasión, era igual a pasarlo bien.

-¿Qué estás leyendo? –preguntó ella, más bruscamente de lo que quería– ¿Es ese uno de los libros de cómics de Max?

-Sip –Sebastian miraba hacia abajo al ejemplar del Santuario del Ángel que se mantenía en equilibrio sobre el brazo del sofá–. Me gustan los dibujos.

Isabelle resopló exasperada. Disparándole una mirada, Alec dijo: -Sebastian, hoy más temprano… ¿Sabía Nicholas dónde habías ido?

-¿Te refieres a que yo había salido con ____(tn)? –Sebastian parecía divertido–. Mira, no es un secreto. Se lo habría dicho a Nicholas si lo hubiese visto.

-No veo por qué le importaría –Aline puso el libro a un lado, un filo en su voz–. No es que Sebastian haya hecho nada malo. ¿Y qué si él quiere enseñarle a ____(tn) algo de Idris antes de que se vaya a casa? Nicholas debería estar contento de que su hermana no se esté quedando sentada aburrida y enfadada.

-Él puede ser muy… protector –dijo Alec después de una ligera vacilación.

Aline frunció el ceño.

-Él debería alejarse. No puede ser bueno para ella estar tan sobreprotegida. La mirada de su cara sobre nosotros cuando entró, era como si no hubiera visto nunca antes a nadie besarse. Quiero decir, quién sabe, quizás no lo haya visto nunca.

-Sí lo ha visto –dijo Isabelle pensando en la forma en la que Nicholas había besado a ____(tn) en la Corte Seelie. No era algo en lo que le gustara pensar, a Isabelle no le gustaba regodearse en su propio pesar, mucho menos en el de otra gente–. No es eso.

-Entonces, ¿qué es? –Sebastian se puso derecho, apartando un mechón de pelo oscuro de los ojos. Isabelle captó un destello de algo, una línea roja en su palma, como una cicatriz–. ¿Es simplemente que él me odia personalmente? Porque no sé qué es lo que yo…

-Ese es mi libro –una pequeña voz interrumpió el discurso de Sebastian.

Era Max, de pie en la entrada de la sala de estar. Llevaba un pijama gris y su cabello castaño estaba desordenado como si acabara de despertarse.

Estaba observando la novela manga situada junto a Sebastian.

-¿Qué, esto? –Sebastian le tendió el ejemplar del Santuario del Ángel–. Aquí tienes, chaval.

Max se lanzó atravesando la habitación y recuperó el libro. Miraba a Sebastian con el ceño fruncido.

-No me llames chaval.

Sebastian se rió y se puso de pie.

-Voy a por algo de café –dijo él, y se dirigió a la cocina. Se detuvo y se volvió en la entrada–. ¿Alguien quiere algo?

Hubo un coro de negativas. Con un encogimiento de hombros Sebastian desapareció dentro de la cocina, dejando la puerta cerrada detrás de él.

-Max –dijo Isabelle con dureza–, no seas maleducado.

-No me gusta cuando la gente coge mis cosas –Max pegó el libro de cómics a su pecho.

-Madura, Max. Él sólo lo había tomado prestado –la voz de Isabelle salía más irritable de lo que pretendía; estaba todavía preocupada por Nicholas, ella lo sabía, y estaba pagándolo con su hermano pequeño–. Deberías estar en la cama de todas formas. Es tarde.

-Hay ruido arriba en la colina. Me ha despertado –Max parpadeaba; sin sus gafas, todo estaba bastante más borroso para él–. Isabelle…

El tono interrogatorio de su voz captó la atención de ella. Isabelle se apartó de la ventana.

-¿Qué?

-¿Alguna vez la gente ha subido a las torres demonio? ¿Como, por alguna razón?

Aline subió la mirada.

-¿Subir a las torres demonio? –ella se rió–. No, nunca nadie ha hecho eso. Es completamente ilegal, por decir algo, y además, ¿por qué querría hacerlo?

Aline, pensó Isabelle, no tenía mucha imaginación. Ella misma podía pensar en montones de razones por las que alguien podría querer subir a las torres demonio, aunque tan sólo fuera para escupir el chicle sobre los viandantes de allá abajo.

Max estaba frunciendo el ceño.

-Pero alguien lo ha hecho. Lo sé, yo vi…

-Lo que sea que creas que has visto, probablemente lo soñaste –le dijo Isabelle.

La cara de Max se arrugó. Detectando una potencial fusión nuclear, Alec se levantó y extendió una mano.

-Vamos, Max –dijo él, no sin cariño –Vamos a devolverte a la cama.

-Todos nosotros deberíamos irnos a la cama –dijo Aline poniéndose en pie. Fue hasta la ventana junto a la que estaba Isabelle y tiró de las cortinas cerrándolas con firmeza–. Ya es casi media noche; ¿quién sabe cuándo regresarán ellos del Concilio? No tiene sentido quedarse…

El colgante en el cuello de Isabelle latió de nuevo, bruscamente… Y entonces la ventana frente a la que estaba Aline se hizo añicos. Aline gritó mientras unas manos entraban por el agujero abierto… No unas manos, en realidad, pudo ver Isabelle con la claridad de la conmoción, sino unas garras enormes y con escamas, surcadas por sangre y un fluido negruzco.

Éstas atraparon a Aline y tiraron de ella a través de la ventana destrozada antes de que ella pudiera proferir un segundo grito.

El látigo de Isabelle estaba sobre la mesa de al lado de la chimenea.

Corría ahora de un extremo al otro para ir a por él, esquivando a Sebastian, que había salido corriendo de la cocina.

-Coge las armas –dijo ella con brusquedad mientras él miraba alrededor con estupefacción–. ¡Ve! –chilló ella, y salió hacia la ventana.

Junto a la chimenea Alec estaba sosteniendo a Max mientras el chico más pequeño se retorcía y gritaba, intentando zafarse del agarre de su hermano. Alec tiró de él hacia la puerta. Bien, pensó Isabelle, Saca a Max de aquí.

El aire frío soplaba a través de la ventana destrozada. Isabelle se subió la falda y dio una patada al resto de los cristales rotos, agradecida por la robusta suela de las botas. Cuando los cristales estuvieron apartados, ella agachó la cabeza y saltó por el agujero abierto en el marco, aterrizando con una sacudida sobre el sendero de piedra de la entrada de abajo. A primera vista el sendero parecía vacío. No había alumbrado en todo el canal; la iluminación principal aquí venía de las ventanas de las casas cercanas. Isabelle se movió hacia delante con cautela, su látigo electrum estaba enrollado a su lado. Ella tenía el látigo desde hacía tanto tiempo, había sido un regalo de su padre por su duodécimo cumpleaños, que lo sentía como parte de ella ahora, como una extensión fluida de su brazo derecho.

Las sombras se espesaban mientras ella se alejaba de la casa y se dirigía al Puente Oldcastle, que se arqueaba sobre el canal Princewater con una extraña perspectiva desde el sendero. Las sombras en su base estaban apiñadas tan densamente como moscas negras… Y entonces, mientras Isabelle observaba, algo se movió en la sombra, algo blanco y rápido como una flecha. Isabelle corrió, atravesando el borde bajo de unos setos que conformaban el límite del jardín de alguien y saltó sobre la calzada de ladrillo que corría por debajo del puente. Su látigo había empezado a brillar con una fuerte luz plateada, y con su débil iluminación ella pudo ver a Aline estaba tendida lacia y sin vida en el borde del canal. Un demonio de un tamaño enorme estaba tirado sobre la parte superior de ella, aplastándola con el peso de su grueso cuerpo de lagarto, su cara enterrada en su cuello…

Pero no podía ser un demonio. Nunca había habido demonios en Alicante. Nunca. Mientras Isabelle observaba conmocionada, la cosa levantó la cabeza y olfateó el aire, como si la hubiera sentido allí. Era ciego, vio ella, una gruesa línea de dientes serrados corrían como una cremallera a lo largo de su frente donde deberían estar los ojos. Además tenía otra boca sobre la mitad inferior de la cara, repleta de colmillos chorreantes. Los laterales de su estrecha cola resplandecían cuando la movía de adelante a atrás, e Isabelle vio, acercándose más, que la cola estaba ribeteada de líneas de huesos afilados como cuchillas.

Aline se movió e hizo un ruido, un quejido ahogado. El alivio se derramó sobre Isabelle, ella había estado casi segura de que Aline estaba muerta, pero duró poco. Cuando Aline se movió, Isabelle vio que su blusa había sido desgarrada por la parte delantera. Había marcas de garras sobre su pecho, y la cosa tenía la otra garra enganchada en la cinturilla de sus vaqueros.

Una oleada de náusea recorrió a Isabelle. El demonio no estaba tratando de matar a Aline… No aún. El látigo de Isabelle cobró vida en su mano como la espada llameante de un ángel vengador; ella se lanzó hacia delante, el látigo cayendo cortante sobre la espalda del demonio. El demonio profirió un chillido y se apartó rodando de Aline. Se abalanzó sobre Isabelle, sus dos bocas abiertas, las garras afiladas dirigidas a la cara de ella. Saltando hacia atrás, ella lanzó el látigo hacia delante otra vez; éste cercenó la cara del demonio, su pecho, sus patas. Una miríada de marcas de azotes entrecruzados brotó sobre la piel de escamas del demonio, goteando sangre y veneno. Una larga lengua bífida se disparó desde la boca de arriba, tratando de tantear la cara de Isabelle. Había un bulbo al final de ésta, vio ella, una especie de aguijón, como el de un escorpión. Movió rápidamente la muñeca a un lado y el látigo se enroscó sobre la lengua del demonio, atándola con bandas de electrum flexible. El demonio gritaba y gritaba mientras ella tiraba del nudo fuerte y bruscamente. La lengua del demonio se cayó con un ruido húmedo y nauseabundo sobre los ladrillos de la calzada sobreelevada.

Isabelle hizo retroceder el látigo de un fuerte tirón. El demonio se giró y huyó, moviéndose con rapidez, haciendo movimientos parecidos a los de una serpiente. Isabel se lanzó tras de él. El demonio estaba a medio camino del recorrido que llevaba a la calzada sobreelevada cuando una forma oscura surgió delante de él. Algo relampagueó en la oscuridad, y el demonio cayó estremeciéndose al suelo.

Isabelle vino y se paró abruptamente. Aline vigilaba al demonio caído, una daga delgada en su mano, ella la debía haber llevado en su cinturón.

Las runas sobre el cuchillo brillaban con una iluminación intermitente mientras ella bajaba la daga, hundiéndola una y otra vez en el retorcido cuerpo del demonio hasta que la cosa paró de moverse por completo y desapareció.

Aline miró hacia arriba. Su rostro estaba en blanco. No hizo movimiento para cerrarse la blusa, a pesar de los botones rasgados. La sangre salía de las profundas marcas de los arañazos de su pecho. Isabelle dejó salir un bajo susurro.

-Aline… ¿Estás bien?

Aline dejó caer la daga al suelo con un ruido estrepitoso. Sin pronunciar palabra se giró y corrió, desapareciendo en la oscuridad bajo el puente.

Atrapada por la sorpresa, Isabelle maldijo y se lanzó tras Aline. Deseaba haber llevado algo más práctico que un vestido de terciopelo esa noche, aunque al menos se había puesto las botas. Dudaba de que pudiera haber alcanzado a Aline de llevar tacones.

Había una escalera de metal al otro lado de la calzada sobreelevada, que llevaba a la Calle Princewater de nuevo. Aline estaba aturdida en la parte superior de la escalera. Subiendo el pesado dobladillo de su vestido, Isabelle la siguió, sus botas repiqueteando sobre los escalones. Cuando alcanzó la parte superior, miró alrededor buscando a Aline.

Y se quedó mirando. Ella estaba al pie del ancho camino que estaba enfrente de la casa de los Penhallow. Ya no podía ver a Aline… La otra chica había desaparecido dentro de una agitada muchedumbre de gente que llenaba la calle. Y no sólo personas. Había cosas en la calle, demonios, docenas de ellos, quizás más, como la criatura lagarto con garras que Aline había despachado bajo el puente. Dos o tres cuerpos yacían ya en la calle, uno a sólo unos centímetros de Isabelle, un hombre, media caja torácica arrancada. Isabelle podía ver por su pelo gris que era mayor. Pero, por supuesto que lo era, pensó ella, su mente marchando al ralentí, la rapidez de su pensamiento entorpecida por el pánico. Todos los adultos estaban en el Gard. Abajo en la ciudad sólo había niños, los ancianos y los enfermos…

El aire de matiz rojizo estaba lleno de olor a quemado, la noche estaba rasgada por los alaridos y los gritos. Todas las puertas estaban abiertas aquí y allá en las hileras de casas, la gente saliendo como flechas de ellas y luego parándose muertas al ver la calle llena de monstruos. Era imposible, inimaginable. Nunca en la historia un solo demonio había traspasado las protecciones de las torres demonios. Y ahora había docenas. Cientos.

Quizás más, inundando las calles como una marea venenosa. Isabelle sentía como si estuviera atrapada detrás de una pared de cristal, capaz de verlo todo pero incapaz de moverse, observando congelada cómo un demonio agarraba a un chico que huía y lo levantaba físicamente del suelo, hundiendo sus dientes serrados en su hombro. El chico gritó, pero sus gritos se perdían en el clamor que rasgaba la noche. El sonido se elevó y se elevó en volumen: el aullido de los demonios, la gente llamándose unos a otros por los nombres, los sonidos de los pies corriendo y los cristales aplastados. Algunos bajaban por la calle gritando palabras que ella no podía entender… Algo sobre las torres demonios. Isabelle miró hacia arriba. Las altas agujas se cernían centinelas sobre la ciudad como siempre lo habían hecho, pero en lugar del reflejo de la luz plateada de las estrellas, o incluso la luz roja de la ciudad quemándose, estaban tan mortecinamente blancas como la piel de un cadáver. Su luminiscencia había desaparecido.

Un escalofrío la recorrió. No era de extrañar que las calles estuvieran llenas de monstruos… De alguna manera, increíblemente, las torres demonio habían perdido su magia. Las protecciones que habían resguardado Alicante durante mil años habían desaparecido.



******************************



Samuel había permanecido en silencio desde hacía horas, pero Simón todavía estaba despierto, mirando desvelado en la oscuridad, cuando oyó el chillido. Levantó la cabeza. Silencio. Miró alrededor con inquietud… ¿Había soñado el ruido? Afinó el oído, pero incluso con su reciente sensibilidad acústica, nada era audible. Estaba por recostarse y relajarse cuando los gritos se oyeron otra vez, clavándose en sus oídos como agujas.

Sonaban como si vinieran de fuera del Gard.

Levantándose, se puso sobre la cama y miró por la ventana. Vio el césped verde extendiéndose lejos, la luz distante de la ciudad, un débil brillo en la distancia. Él estrechó los ojos. Había algo mal en la luz de la ciudad, algo… apagado. Fue la penumbra la que se lo recordó… Y había puntos moviéndose de aquí a allá en la oscuridad, como agujas de fuego, serpenteando por las calles. Una nube pálida se levantó sobre las torres, y el aire se llenó del hedor del humo.

-Samuel –Simón podía oír la alarma en su propia voz–. Algo va mal.

Escuchó puertas abriéndose y pasos. Voces enronquecidas gritando. Simón apretó la cara contra los barrotes cuando pares de botas se lanzaron hacia el exterior, levantando piedras a su paso, los Cazadores de Sombras llamándose unos a otros mientras marchaban a toda velocidad desde el Gard a la ciudad.

-¡Las protecciones están desactivadas! ¡Las protecciones están desactivadas!

-¡No podemos abandonar el Gard!

-¡El Gard no importa! ¡Nuestros hijos están ahí abajo!

Sus voces se hacían cada vez más débiles. Simón se apartó de la ventana, respirando entrecortadamente.

-¡Samuel! Las protecciones…

-Lo sé. Lo he oído –la voz de Samuel venía con fuerza del otro lado del muro. No sonaba asustado sino resignado, e incluso, quizás, un poco triunfal al demostrarse que tenía razón–. Valentine ha atacado mientras la Clave estaba en sesión. Inteligente.

-Pero el Gard, esto está fortificado, ¿por qué no se quedan aquí arriba?

-Les escuchaste. Porque todos los niños están en la ciudad. Niños, mayores, no pueden dejarlos allí abajo simplemente.

Los Lightwood. Simón pensó en Nicholas, y luego, con terrible claridad, en el rostro pequeño y pálido de Isabelle bajo su corona de cabello oscuro, en su determinación para la lucha, en las Xs y Os de niña sobre la nota que le había escrito.

-Pero tú les dijiste… Tú le dijiste a la Clave lo que ocurriría. ¿Por qué no te creyeron?

-Porque las protecciones son su religión. No creer en el poder de las protecciones es no creer que ellos sean especiales, elegidos y protegidos por el Ángel. Podrían creer también que son simplemente mundanos normales.

Simón se inclinó hacia atrás para mirar por la ventana otra vez, pero el humo se había espesado, llenándose el aire de una palidez grisácea. Ya no podía oír las voces gritando en el exterior; había gritos a lo lejos, pero eran muy débiles.

-Creo que la ciudad está en llamas.

-No –la voz de Samuel era muy tranquila–, creo que es el Gard el que está ardiendo. Probablemente, fuego demonio. Valentine iría a por el Gard, si pudiera.

-Pero… –a Simón se le atropellaban las palabras–. Pero alguien vendrá y nos dejará salir, ¿no? El Cónsul, o… o Aldertree. No pueden simplemente dejarnos aquí abajo para morir.

-Eres un Submundo –dijo Samuel–, y yo un traidor. ¿De verdad crees que es probable que hagan algo?


JAJAJAJJAJA
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

OMJ!

Todo se esta complicando!

:x :x :x :x :x :x :x :x

& lo que viene!

:sad: :sad: :sad: :sad: :sad: :sad:

Disfruten el capi, yo vuelvo con más mañana! ;)

\^.^/

Lu wH!;*
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Mensaje por chelis Miér 26 Dic 2012, 6:02 pm

GUUUAAUU ME QUEDE SIN PALABRAAAAAASSSSALINE UYOOOOOO POR QUE TENIA MIEDO????... ELLA NO ESTA ENTRENADA COMO ISABELLE!!!!!!!????
AAAAAHHHHH!!!... CREO QUE YA NO CONFIO EN SEBASTIAN!!!!!!
CIELOOSS SIGUELAAA Y QUE SAQUE A SIMON DE AHIIIII!!!!!......
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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Jue 27 Dic 2012, 11:39 am

chelis escribió:GUUUAAUU ME QUEDE SIN PALABRAAAAAASSSSALINE UYOOOOOO POR QUE TENIA MIEDO????... ELLA NO ESTA ENTRENADA COMO ISABELLE!!!!!!!????
AAAAAHHHHH!!!... CREO QUE YA NO CONFIO EN SEBASTIAN!!!!!!
CIELOOSS SIGUELAAA Y QUE SAQUE A SIMON DE AHIIIII!!!!!......




:wut: :wut: :wut: :wut:

Lo sé, todo es muy fuerte verdad! :sad:

Sip, la pobre esta muerta de miedo! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 2039594227

Bueno pronto verás que sucede con Sebastian!

\^.^/

Ya la sigo! ;)

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Jue 27 Dic 2012, 11:54 am

• FUEGO Y ESPADA - CAPITULO 10 (Parte 2) •



-¡Isabelle! ¡Isabelle!

Alec tenía las manos sobre sus hombros y la estaba sacudiendo. Isabelle levantó la cabeza lentamente; el blanco rostro de su hermano flotaba contra la oscuridad de detrás de él. Un trozo de madera curvada sobresalía por detrás de su hombro derecho: tenía su arco sujeto a la espalda, el mismo arco que Simón había utilizado para matar al Gran Demonio Abbadon. Ella no podía recordar a su hermano caminando hacia ella, no podía recordar verle en la calle en absoluto; era como si se hubiera materializado enfrente de ella de repente, como un fantasma.

-Alec –su voz surgía lenta e irregular–. Alec, para. Estoy bien.

Ella se soltó de él.

-No pareces estar bien –Alec echó un vistazo hacia arriba y maldijo bajo su respiración–. Tenemos que salir de la calle. ¿Dónde está Aline?

Isabelle parpadeó. No había demonios a la vista; alguien estaba sentado sobre los escalones de la fachada de la casa frente a la que estaban ellos y estaba llorando con una serie de gritos altos y estridentes. El cuerpo del hombre mayor todavía estaba en la calle, y el olor de demonios estaba por todas partes.

-Aline… Uno de los demonios intentó… intentó… –controló su respiración, la mantuvo. Ella era Isabelle Lightwood. Ella no se ponía histérica, no importaba cuál fuera el motivo–. Lo matamos, pero luego ella salió corriendo. Intenté seguirla, pero era demasiado rápida –ella miraba hacia arriba a su hermano–. Demonios en la ciudad –dijo ella–. ¿Cómo es posible?

-No lo sé –Alec sacudió la cabeza–. Las protecciones deben estar desactivadas. Había cuatro o cinco demonios Oni aquí fuera cuando salí de la casa. Encontré uno acechando entre los arbustos. Los otros salieron corriendo, pero podrían volver. Vamos. Volvamos a la casa.

La persona sobre la escalera todavía estaba sollozando. El sonido les acompañó mientras se apresuraban de vuelta a la casa de los Penhallow. La calle se quedó vacía de demonios, pero podían oír explosiones, llantos y pasos haciendo eco desde las sombras de otras calles oscurecidas. Cuando subían los escalones de la fachada de los Penhallow, Isabelle echó un vistazo hacia atrás justo a tiempo para ver un largo tentáculo serpenteante saliendo de la oscuridad entre las dos casas y apresar a la mujer sollozante en los escalones. Sus sollozos se volvieron chillidos. Isabelle intentó volverse, pero Alec ya la había agarrado y la empujaba delante de él hacia el interior de la casa, cerrando y echando el pestillo de la puerta principal detrás de ellos. La casa estaba a oscuras.

-Apagué las luces. No quería atraer a ninguno más –explicó Alec empujando a Isabelle delante de él hasta la sala de estar.

Max estaba sentado en el suelo junto a las escaleras, sus brazos rodeando las rodillas. Sebastian estaba junto a la ventana, clavando leños de madera que había cogido de la chimenea sobre el agujero abierto en el cristal.

-Listo –dijo él apartándose y dejando el martillo sobre la estantería–. Eso debería valer por algún tiempo.

Isabelle se dejó caer junto a Max y le acarició el pelo.

-¿Estás bien?

-No –sus ojos estaban enormes y asustados–. Intenté mirar por la ventana, pero Sebastian me dijo que me agachase.

-Sebastian tenía razón –dijo Alec–. Había demonios en la calle.

-¿Todavía están ahí?

-No, pero todavía hay algunos en la ciudad. Tenemos que pensar en lo que vamos a hacer a continuación.

Sebastian estaba frunciendo el ceño.

-¿Dónde está Aline?

-Salió corriendo –explicó Isabelle–. Fue culpa mía. Debería haber sido…

-No fue culpa tuya. Sin ti estaría muerta –habló Alec en una voz cortante–. Mira, no tenemos tiempo para recriminarnos a nosotros mismos. Voy a ir tras de Aline. Quiero que vosotros tres os quedéis aquí. Isabelle, cuida de Max. Sebastian, termina de asegurar la casa.

Isabelle habló más alto con indignación.

-¡No quiero que salgas ahí fuera solo! Llévame contigo.

-Soy el adulto aquí. Lo que digo se cumple –el tono de Alec plano–. Hay muchas posibilidades de que nuestros padres estén de vuelta en cualquier momento del Gard. Si la mayoría de nosotros está aquí, será mejor. Sería muy fácil que nos separáramos ahí fuera. No me arriesgaré, Isabelle –su mirada pasó a Sebastian–. ¿Lo has entendido?

Sebastian ya había sacado su estela.

-Me ocuparé de proteger la casa con Marcas.

-Gracias –Alec ya estaba a medio camino de la puerta; se volvió y miró a Isabelle.

Ella se encontró con sus ojos por una fracción de segundo. Luego, él ya se había ido.

-Isabelle –era Max con su pequeña voz hablando bajo–, tu muñeca está sangrando.

Isabelle miró hacia abajo. No tenía recuerdos de haberse herido la muñeca, pero Max tenía razón: la sangre ya había manchado la manga de su chaqueta blanca. Se puso en pie.

-Voy a por mi estela. Ahora vuelvo y te ayudo con las runas, Sebastian.

Él asintió con la cabeza.

-Podría contar con algo de ayuda. Esta no es mi especialidad.

Isabelle subió las escaleras sin preguntarle cuál podría ser en realidad su especialidad. Ella se sentía extenuada, con una necesidad extrema de una Marca de energía. Podía hacerse una ella misma si era necesario, aunque Alec y Nicholas siempre habían sido mejores con esos tipos de runas que ella.

Una vez dentro de su cuarto, rebuscó entre sus cosas la estela y algunas armas extras. Mientras metía cuchillos seráficos en la parte superior de las botas, su mente estaba en Alec y en la mirada que ambos compartieron cuando salía por la puerta. No era la primera vez que había visto a su hermano marcharse, sabiendo que podría no volver a verlo nunca más. Era algo que aceptaba, siempre lo había aceptado como parte de su vida; no fue hasta que conoció a ____(tn) y a Simón que se diera cuenta de que para la mayoría de la gente, por supuesto, no era nunca así. Ellos no vivían con la muerte como constante compañera, una fría respiración tras su cuello incluso la mayoría de los días normales. Siempre había sentido tanto desdén por los mundanos, al igual que todos los demás Cazadores de Sombras, había creído que eran blandos y estúpidos como borregos en su autocomplacencia. Ahora se preguntaba si todo ese odio no provendría simplemente del hecho de que ella estaba celosa. Debía ser agradable no preocuparse cada vez que uno de los miembros de tu familia salía por la puerta de que no volviera nunca.

Ella estaba a medio camino por las escaleras, su estela en la mano, cuando sintió que algo iba mal. La sala de estar estaba vacía. Max y Sebastian no se veían por ningún sitio. Había una Marca de protección a medio terminar sobre uno de los leños que Sebastian había clavado sobre la ventana rota. El martillo que había utilizado no estaba. Su estómago se tensó.

-¡Max! –gritó ella girando en círculo–. ¡Sebastian! ¿Dónde estáis?

La voz de Sebastian le respondió desde la cocina.

-Isabelle… aquí.

El alivio la inundó, dejándole la cabeza ligera.

-Sebastian, eso no es divertido –dijo ella entrando en la cocina–. Creí vosotros estabais…

Ella dejó la puerta cerrarse detrás de ella. La cocina estaba a oscuras, más de lo que lo estaba la sala de estar. Forzó los ojos para ver a Sebastian y Max, y no vio nada sino sombras.

-¿Sebastian? –la incertidumbre se notaba en su voz–. Sebastian, ¿qué estáis haciendo aquí? ¿Dónde está Max?

-Isabelle –ella creyó ver algo moverse, una sombra oscura contra sobras más claras. La voz de él era suave, amable, casi encantadora. Ella no se había dado cuenta antes de ahora de la bella voz que tenía él–. Isabelle, lo siento.

-Sebastian, estás actuando de una forma extraña. Para.

-Lo siento, eres tú –dijo él–. Lo ves, de entre todos ellos, la que más me gustabas eras tú.

-Sebastian…

-Entre todos ellos –dijo él otra vez con la misma voz baja–, pensaba que tú eras la que más se parecía a mí.

Él bajó el puño entonces, con el martillo en él.



**********************************



Alec atravesaba a toda velocidad las oscuras calles en llamas, llamando a gritos una y otra vez a Aline. Cuando dejó el barrio de Princewater y entró en el corazón de la ciudad, el pulso se le aceleró. Las calles eran como una pintura del Bosco hecha realidad: llenas de criaturas grotescas y macabras, y de escenas de repentina y espantosa violencia. Desconocidos, presas del pánico, empujaban a Alec sin mirarlo y pasaban corriendo y gritando sin un destino aparente. El aire apestaba a humo y a demonios. Algunas de las casas estaban en llamas; otras tenían las ventanas destrozadas. Los adoquines centelleaban con los cristales rotos. Mientras se acercaba más a un edificio, vio que lo que pensaba que era una descolorida mancha de pintura era una enorme franja de sangre fresca salpicada sobre el revoque. Él se giró en el sitio, mirando en todas direcciones, pero no vio nada que le aclarase; sin embargo, se alejó tan rápidamente como pudo. Alec era el único de los hijos de los Lightwood que recordaba Alicante.

Era un niño pequeño cuando se marcharon de allí, aun así tenía recuerdos de las torres brillantes, las calles llenas de nieve en invierno, hileras de luces mágicas envolviendo tiendas y casas, el agua salpicando en la fuente de la sirena en el Salón. Él siempre había sentido un extraño tirón en el corazón con la idea de Alicante, la esperanza casi dolorosa de que su familia regresaría algún día al lugar al que pertenecía. Ver la ciudad así era como ver la muerte de todo lo bello.

Girando en un ancho bulevar, en una de las calles que conducían al Salón de los Acuerdos, vio una jauría de demonios Belial sumergiéndose por un pasaje abovedado bufando y bramando. Remolcaban algo detrás ellos… Algo que se movía nerviosa y espasmódicamente mientras era arrastrado sobre los adoquines de la calle. Él bajó como una flecha por la calle, pero los demonios ya se habían ido. Ovillada contra la base de un pilar había una forma renqueante de la que se filtraba un rastro delgado y oscuro de sangre. Cristales rotos crujieron como guijarros bajo las botas de Alec cuando se arrodilló para volver el cuerpo. Después de una única mirada al rostro morado y deformado, se estremeció y salió de allí, agradecido de que no fuera nadie que él conociera.

Un ruido le hizo detenerse. Olió la fetidez antes de que lo viera: la sombra de algo jorobado y enorme deslizándose hacia él desde el lejano final de la calle. ¿Un Gran Demonio? Alec no esperó a descubrirlo. Se lanzó por la calle hacia una de las casas más altas, saltando al alféizar de una ventana cuyo cristal estaba hecho trizas. Unos pocos minutos después, estaba arrastrándose por el tejado, doliéndole las manos, sus rodillas destrozadas. Se puso en pie, sacudiéndose el polvo de las manos, y contempló Alicante. Las ruinosas torres demonio arrojaban su mortecina luz sin brillo sobre las convulsas calles de la ciudad, donde cosas cortaban, se arrastraban y se movían con sigilo en las sombras entre los edificios, como cucarachas correteando por un oscuro apartamento. El aire llevaba sollozos y gritos, el sonido del clamor, nombres transportados por el viento… Y había gritos de demonios también, aullidos de caos y de deleite, chillidos que penetraban tanto como el dolor en los oídos humanos. El humo se elevaba sobre las casas de piedra del color de la miel como una bruma, envolviendo las agujas del Salón de los Acuerdos. Elevando la mirada hacia el Gard, Alec vio una avalancha de Cazadores de Sombras bajando a toda prisa por el sendero de la colina, iluminados por las luces mágicas que portaban. La Clave estaba dirigiéndose a la batalla.

Se movió hasta el borde del tejado. Los edificios aquí estaban muy juntos, sus aleros casi se tocaban. Era fácil saltar de este tejado al siguiente, y luego al que venía después. Se encontró corriendo con ligereza por los tejados, saltando las cortas distancias que había entre las casas. Agradecía el viento frío en su rostro, abrumado por la fetidez de demonios. Había estado corriendo durante unos cuantos minutos antes de darse cuenta de dos cosas: una, estaba corriendo hacia las blancas agujas del Salón de los Acuerdos; y dos, había algo allá al frente, en una plaza entre dos callejones, algo que se parecía a una creciente ducha de chispas, excepto que éstas eran azules, de un oscuro azul de llamas de gas. Alec había visto chispas azules como esas antes. Observó un momento antes de empezar a correr.

El tejado más cercano a la plaza estaba considerablemente inclinado. Alec lo bajó resbalando por un lado, sus botas golpeando contra las flojas tejas. Suspendido precariamente en el filo, miró hacia abajo. Bajo él se encontraba la Plaza de la Cisterna, y su visión estaba en parte obstaculizada por un enorme poste de metal que medio sobresalía de la fachada del edificio frente al que él estaba. El letrero de madera de una tienda colgaba de él, meciéndose con la brisa. La plaza allá abajo estaba llena de demonios Iblis: con forma humana, pero constituidos por una sustancia parecida a humo negro en volutas, cada uno de ellos con un par de ardientes ojos amarillos. Éstos se habían alineado y se estaban moviendo lentamente hacia la sola figura de un hombre con un llamativo abrigo gris, forzándole a replegarse contra una pared. Alec se quedó paralizado mirando. Todo en aquel hombre le era familiar: la suave curva de su espalda, la salvaje maraña de su oscuro cabello corto y la forma en la que el fuego azul surgía de las puntas de sus dedos como revoloteantes y cianóticas moscas de fuego.

Magnus. El brujo estaba arrojando lanzas de fuego azul a los demonios; una lanza dio contra el pecho de un demonio que estaba adelantado. Con un sonido como el de un cubo de agua vertiéndose sobre llamas, éste se estremeció y desapareció con un estallido de cenizas. Los demás se movieron para cubrir ese lugar, los demonios Iblis no eran muy inteligentes, y Magnus arrojó otra serie de lanzas abrasadoras. Varios Iblis cayeron, pero ahora otro demonio, más astuto que los otros, había rodeado a Magnus y estaba acercándose por detrás de él, ya dispuesto a golpear… Alec no se detuvo a pensar. En su lugar, saltó agarrando el borde del tejado mientras caía, y luego se soltó bajando todo recto para agarrarse al poste de metal, del que se balanceó a su alrededor disminuyendo la velocidad de su caída. Se soltó dejándose caer ligeramente sobre el suelo.

Los demonios, sorprendidos, comenzaron a girarse, sus ojos amarillos como joyas en llamas; Alec sólo tuvo tiempo para reflexionar que si él fuera Nicholas, habría tenido algo ingenioso que decir antes de sacar el cuchillo seráfico de su cinturón y dirigirlo contra el demonio. Con un alarido polvoriento el demonio desapareció, la violencia de su salida de esta dimensión salpicó a Alec con una fina lluvia de ceniza.

-¿Alec? –Magnus estaba mirándolo fijamente. Él había despachado al resto de los demonios Iblis, y la plaza se quedó vacía a no ser por ellos dos–. ¿Acabas… acabas de salvarme la vida?

Alec sabía que debería decir algo como, Por supuesto, porque soy un Cazador de Sombras y eso es lo que hago, o Ese es mi trabajo. Nicholas habría dicho algo así. Nicholas siempre sabía decir lo adecuado. Pero las palabras que en realidad salieron de la boca de Alec fueron bastante diferentes… Y sonaban malhumoradas incluso a sus oídos.

-Nunca me devolviste las llamadas –dijo él–. Te he llamado tantas veces y nunca me has devuelto la llamada.

Magnus miraba a Alec como si éste hubiera perdido la cabeza.

-Tu ciudad está bajo ataque –dijo él–. Las protecciones se han desactivado y las calles están llenas de demonios. ¿Y tú quieres saber por qué no te he llamado?

Alec puso su mandíbula en una postura testaruda.

-Quiero saber por qué no me has devuelto las llamadas.

Magnus alzó las manos en el aire con un gesto de total exasperación.

Alec observó con interés que cuando lo hizo, unas cuantas chispas se escaparon de las puntas de sus dedos, como moscas de fuego escapando de un bote.

-Eres idiota.

-¿Por eso no me has llamado? ¿Porque soy idiota?

-No –Magnus fue hacia él a grandes zancadas–. No te he llamado porque estoy cansado de que sólo me quieras cerca cuando necesitas algo. Estoy cansado de verte enamorado de otro alguien… Alguien que, a propósito, nunca te corresponderá. No de la forma que yo.

-¿Tú me quieres?

-Estúpido Nephilim –dijo Magnus pacientemente–. ¿Por qué si no estoy aquí? ¿Por qué si no habría pasado las últimas semanas recomponiendo a los tontos de tus amigos cada vez que se lastiman? ¿Y sacándote de cada situación ridícula en la que te encuentras? ¡Y todo completamente gratis!

-No lo había visto de esa manera –admitió Alec.

-Por supuesto que no. Tú nunca lo has visto de ninguna manera –los ojos de gato de Magnus brillaban con enfado–. Tengo setecientos años, Alexander. Sé cuando algo no va a funcionar. Ni siquiera admitirás que existo ante tus padres.

Alec lo miró fijamente.

-¿Tienes setecientos años?

-Bueno –enmendó Magnus–, ochocientos. Pero no los aparento. De todas formas, estás desviándote del tema. El tema es… Pero Alec nunca descubrió cuál era el tema porque en ese momento una docena más de demonios Iblis entró a raudales en la plaza. Sintió como su mandíbula cayó.

-¡Maldita sea!

Magnus siguió su mirada. Los demonios ya estaban abriéndose en abanico en un medio círculo alrededor de ellos, sus ojos amarillos resplandeciendo.

-Una forma de cambiar de tema, Lightwood.

-¿Sabes qué te digo? –Alec sacó un segundo cuchillo seráfico–. Sobreviviremos a esto, y te prometo que te presentaré a toda mi familia. Magnus alzó las manos, sus dedos brillando con individuales llamas azules celeste. Éstas iluminaban su sonrisa con un ardiente brillo azul.

-Es un trato.




:lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:

Max! :sad: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 2039594227

Bueno odiemos a Sebastian desde ya! :x

#TeamAntiSebastian

Esperemos que Isabelle este bien! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 7 167695056

& que Sebastian no se salga con la suya! :x :x

Las leo más tarde! ;)

\^.^/

Lu wH!;*
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