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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Dom 06 Ene 2013, 8:40 pm

• SALUDO Y DESPEDIDA - CAPITULO 18 (Parte 2) •


La galería era larga y serpenteante, corriendo en zigzag una y otra vez como si Nicholas estuviera avanzando a través de las entrañas de un monstruo enorme. Olía como a roca húmeda, cenizas y algo más, algo frío, húmedo y extraño que le recordaba a Nicholas ligeramente al olor de la Ciudad de Hueso.

Finalmente, la galería se abrió a una cámara circular. Enormes estalactitas, con su superficie tan pulimentada como gemas, pendían de un alto techo de piedra encrestado. El suelo era liso como si hubiera sido pulido, alternándose aquí y allá con diseños arcanos de relucientes incrustaciones de piedra. Una serie de estalagmitas en bruto rodeaba la cámara. En el mismo centro de la sala se levantaba una enorme estalagmita de cuarzo, alzándose del suelo como un colmillo gigante, estampado aquí y allí con motivos rojizos. Observando más de cerca, Nicholas vio que las caras de la estalagmita eran transparentes, los diseños rojizos el resultado de algo girando en volutas y moviéndose en su interior, como una probeta de cristal llena de humo coloreado.

Arriba en lo alto, se filtraba luz desde un agujero circular en la piedra, una claraboya natural. Con toda certeza la sala había sido producto más del diseño que de la casualidad…, los intrincados diseños trazados en el suelo hacían eso muy obvio…, pero, ¿quién habría ahuecado una cámara subterránea tan enorme, y por qué?

Un agudo graznido hizo eco en la sala, enviando una sacudida a través de los nervios de Nicholas. Éste se agachó detrás de una voluminosa estalagmita, sofocando su luz mágica, justo cuando dos figuras emergieron de las sombras en el lejano fondo de la sala y se movían hacia él, con las cabezas inclinadas entre sí en conversación. Sólo cuando llegaron al centro de la sala y la luz los alcanzó él los reconoció.

Sebastian.

Y Valentine.



*******************************



Esperando evitar la multitud, Simón hizo el largo camino de regreso al estrado sumergiéndose detrás de las hileras de pilares que bordeaban los laterales del Salón. Mantenía la cabeza gacha mientras caminaba, perdido en sus pensamientos. Parecía extraño que Alec, sólo un año o dos mayor que Isabelle, se dirigiera a luchar en una guerra y el resto de ellos fueran a quedarse atrás. E Isabelle parecía tranquila con ello. Nada de gritos, nada de histerismos. Era como si lo hubiera esperado. Quizás lo hacía. Quizás todos ellos lo hacían.

Estaba cerca de los escalones del estrado cuando levantó la vista y vio, para su sorpresa, a Raphael de pie frente a Luke, luciendo su habitual carencia de casi toda expresión. Luke, por otra parte, parecía agitado…, estaba sacudiendo la cabeza con las manos levantadas en señal de protesta, y Jocelyn, detrás de él, parecía indignada. Simón no podía ver la cara de ____(tn), le estaba dando la espalda, pero la conocía tan bien que reconoció su tensión sólo por la posición de sus hombros.

No queriendo que Raphael le viera, Simón se hundió tras un pilar y escuchó. Incluso sobre el murmullo de la multitud él era capaz de oír la voz de Luke alzándose.

-Eso está fuera de toda discusión –estaba diciendo Luke–. No puedo creer que ni siquiera lo pidas.

-Y yo no puedo creer que os neguéis. –La voz de Rafael era tranquila y clara, la voz todavía alta y aguda de un niño–. Es una cosa tan pequeña.

-No es una cosa. –____(tn) sonaba enojada–. Es Simón. Es una persona.

-Es un vampiro –dijo Raphael–, lo que parece que sigues olvidando.

-¿No eres un vampiro tú también? –preguntó Jocelyn, su tono tan helado como lo había sido cada vez que ____(tn) y Simón se habían metido en problemas por hacer algo estúpido–. ¿Estás diciendo que vuestra vida no tiene valor?

Simón se apretó contra el pilar. ¿Qué estaba pasando?

-Mi vida tiene gran valor –dijo Raphael–, al ser, a diferencia de las vuestras, eterna. No hay fin para lo que yo pueda llevar a cabo, mientras que hay un claro final por el que estáis preocupados. Pero esa no es la cuestión. Él es un vampiro, uno de los nuestros, y estoy pidiendo que se me devuelva.

-Tú no puedes tenerlo de vuelta –soltó ____(tn) bruscamente–. En primer lugar, nunca le has tenido. Tampoco te interesaste nunca por él, hasta que descubriste que podía andar bajo la luz del día…

-Posiblemente –dijo Raphael–, pero no por la razón que piensas.

Él ladeó la cabeza, sus ojos brillantes, ligeros y oscuros moviéndose con rapidez como los de un pájaro.

-Ningún vampiro debería tener el poder que tiene él –dijo–, al igual que ningún Cazador de Sombras debería tener el poder que tenéis tú y tu hermano. Durante años se nos ha dicho que nosotros éramos algo equivocado y antinatural. Pero esto… esto es antinatural.

-Raphael. –El tono de Luke era de advertencia–. No sé qué es lo que esperas. Pero no hay ninguna posibilidad de que te dejemos hacerle daño a Simón.

-Pero dejaréis que Valentine y su ejército de demonios dañe a toda esta gente, a vuestros aliados.

Raphael hizo un gesto grandilocuente que abarcaba la sala.

-¿Les dejaréis arriesgar sus vidas según su propio criterio pero no le daréis a Simón la misma oportunidad? Quizás él haría algo diferente a lo que vosotros queréis. –Él bajó el brazo–. Sabéis que no lucharemos a vuestro lado si no es así. Los Hijos de la Noche no tomarán parte en este día.

-Entonces, no toméis parte en él –dijo Luke–. No compraré vuestra colaboración con una vida inocente. Yo no soy Valentine.

Raphael se volvió hacia Jocelyn.

-¿Y tú, Cazadora de Sombras? ¿Vas a dejar que este hombre lobo decida lo que es mejor para tu gente?

Jocelyn estaba mirando a Raphael como si éste fuera una cucaracha que hubiera encontrado arrastrándose por el limpio suelo de su cocina. Muy lentamente ella dijo:

-Si pones una mano sobre Simón, vampiro, te cortaré en pedacitos y te daré de comer a mi gato. ¿Lo entiendes?

La boca de Raphael se tensó.

-Muy bien –dijo él–. Cuando yazcáis moribundos sobre la Llanura de Brocelind, podréis preguntaros si una vida verdaderamente tenía tanto valor.

Él desapareció. Luke se volvió rápidamente hacia ____(tn), pero Simón ya no les estaba observando: estaba mirando hacia abajo, a sus manos. Había pensado que estarían temblando, pero estaban tan inmóviles como las de un cadáver. Muy lentamente, las cerró hasta convertirlas en puños.



*****************************



Valentine tenía el aspecto que siempre había tenido: un hombre grande vestido con una equipación de Cazadores de Sombras modificada, sus hombros anchos y fornidos en contraste con su rostro marcadamente plano y de rasgos finos. Llevaba la Espada Mortal sujeta a lo largo de la espalda con una voluminosa cartera. Llevaba un ancho cinturón con numerosas armas asomando desde él: gruesas dagas de caza, estrechos estiletes y cuchillos de despellejar. Observando a Valentine desde detrás de la roca, Nicholas se sentía como siempre lo hacía ahora cuando pensaba en su padre…, un persistente afecto familiar corroído por la desolación, la decepción y la desconfianza.

Era extraño ver a su padre con Sebastian, que parecía… diferente.

También vestía la equipación, y llevaba una larga espada de empuñadura plateada sujeta al cinto, pero no era lo que llevaba lo que le chocó tanto a Nicholas. Era su cabello, ya no un casco de bucles oscuros sino rubios, un rubio luminoso, de una especie de oro blanco. Le sentaba bien, en realidad, mejor que el cabello oscuro que tenía; su piel ya no parecía tan asombrosamente pálida. Debió de teñir su pelo para parecerse al verdadero Sebastian Verlac, y este era realmente su aspecto. Una amarga e irritante ola de odio recorrió a Nicholas, y eso era todo lo que podía hacer para mantenerse oculto detrás de la roca y no arremeter hacia adelante para rodear el cuello de Sebastian con sus manos.

Hugo graznó otra vez y descendió en picado para aterrizar sobre el hombro de Valentine. Una punzada extraña atravesó a Nicholas, viendo al cuervo en la postura que había llegado a ser tan familiar para él durante los años que había conocido a Hodge. Hugo había vivido prácticamente en el hombro de su tutor, y verlo sobre el de Valentine se hacía tan extraño, incluso incorrecto, a pesar de todo lo que Hodge había hecho.

Valentine alzó la mano y acarició las lustrosas plumas del ave, asintiendo con la cabeza como si los dos estuvieran inmersos en una conversación. Sebastian observaba, con sus pálidas cejas arqueadas.

-¿Alguna palabra de Alicante? –dijo él cuando Hugo se impulsó desde el hombro de Valentine y se hizo al aire otra vez, rozando con las alas las puntas parecidas a gemas de las estalactitas.

-Nada tan comprensible como me gustaría –dijo Valentine. El sonido de la voz de su padre, fría y serena como siempre, atravesó a Nicholas como una flecha. Sus manos se agitaron involuntariamente y las presionó con fuerza a los lados, agradecido por el gran volumen de la roca que lo guardaba de ser visto.

-Una cosa es segura. La Clave se está aliando con las fuerzas de los Submundos de Lucian.

Sebastian frunció el ceño.

-Pero Malachi dijo que…

-Malachi ha fracasado. –La mandíbula de Valentine estaba tensa.

Para sorpresa de Nicholas, Sebastian se movió hacia delante y puso una mano sobre el brazo de Valentine. Había algo en aquel contacto…, algo de carácter íntimo y de confianza…, que hizo que Nicholas sintiese el estómago como si hubiera sido invadido por un nido de lombrices. Nadie tocaba a Valentine así. Ni siquiera él habría tocado a su padre así.

-¿Estás afectado? –preguntó Sebastian, y el mismo tono aparecía en su voz, la misma suposición grotesca y extraña de cercanía.

-La Clave ha ido más lejos de lo que pensaba. Sabía que los Lightwood estaban corrompidos más allá de toda esperanza, y que ese tipo de corrupción es contagiosa. Es por ello que traté de impedirles la entrada en Idris. Pero que el resto se haya dejado llenar las mentes con el veneno de Lucian con tanta facilidad, cuando ni siquiera es Nephilim…

La indignación de Valentine era evidente, pero él no se apartó de Sebastian, observó Nicholas con creciente incredulidad, no se movió para quitarse la mano del chico de su hombro.

-Estoy decepcionado. Pensé que entrarían en razón. Habría preferido que las cosas no terminaran de esta manera.

Sebastian parecía divertido.

-Yo no estoy de acuerdo –dijo él–. Piensa en ellos, preparados para la batalla, partiendo al galope hacia la gloria, sólo para descubrir que nada de eso importa. Que su gesto es inútil. Piensa en el aspecto de sus caras. –Su boca se desplegó en una amplia sonrisa.

-Jonathan –suspiró Valentine–. Esta es una necesidad desagradable, no algo de lo que deleitarse.

¿Jonathan? Nicholas trató de agarrarse a la roca, con las manos repentinamente resbaladizas. ¿Por qué Valentine llamaría a Sebastian por su nombre? ¿Había sido una equivocación? Pero Sebastian no parecía sorprendido.

-¿No es mejor si disfruto de lo que estoy haciendo? –dijo Sebastian–. Por cierto, me lo pasé muy bien en Alicante. Los Lightwood han sido mejor compañía de lo que me dejaste creer, especialmente esa Isabelle. Desde luego, nos despedimos de forma memorable. En cuanto a ____(tn)…

Sólo escuchar a Sebastian decir el nombre de ____(tn) hizo que el corazón de Nicholas diera un repentino brinco, un latido doloroso.

-Ella no se parecía nada a como pensé que sería. –Sebastian continuó de mal humor–. No se parecía nada a mí.

-No hay nadie en el mundo como tú, Jonathan. Y, en cuanto a ____(tn), siempre ha sido exactamente como su madre.

-Ella no admite lo que quiere realmente –dijo Sebastian–. Aún no. Pero vendrá.

Valentine enarcó una ceja.

-¿Qué quieres decir con que vendrá?

Sebastian sonrió abiertamente, una sonrisa que llenó a Nicholas de una furia casi incontrolable. Se mordió fuertemente el labio inferior, paladeando el sabor de la sangre.

-Oh, ya sabes –dijo Sebastian–. A nuestro lado. No puedo esperar. Engañarla ha sido lo más divertido que he hecho en años.

-No se supone que tuvieras que divertirte. Se supone que estabas descubriendo lo que ella estaba buscando. Y cuando lo encontró…, sin ti, podría añadir…, dejas que ella se lo dé a un brujo. Y luego, no logras traerla contigo cuando te fuiste, a pesar de la amenaza que ella supone para nosotros. No es que sea un éxito maravilloso, Jonathan.

-Intenté traerla. Ellos no le quitaban ojo de encima, y no podía secuestrarla precisamente en mitad del Salón de los Acuerdos. –Sebastian sonaba enfurruñado–. Además, te lo dije, ella no tiene ni idea de cómo utilizar ese poder suyo con las runas. Es demasiado ingenua para entrañar ningún peligro…

-Lo que sea que esté planeando la Clave ahora, ella está en el centro de ello –dijo Valentine–. Hugo cuenta mucho. La vio sobre el estrado en el Salón de los Acuerdos. Si ella le muestra su poder a la Clave…

Nicholas sintió un chispazo de temor por ____(tn), mezclado con una extraña especie de orgullo… Por supuesto, ella estaba en el centro del asunto. Esa era su ____(tn).

-Entonces, ellos lucharán –dijo Sebastian–. Que es lo que nosotros queremos, ¿no? ____(tn) no importa. Es la batalla la que importa.

-La subestimas, creo –dijo Valentine en voz baja.

-Estuve observándola –dijo Sebastian–. Si su poder es tan ilimitado como pareces creer, lo podría haber empleado en sacar a su amiguito vampiro de la prisión…, o en salvar a ese idiota de Hodge cuando estaba muriéndose…

-El poder no tiene que ser ilimitado para ser mortífero –dijo Valentine–. Y en cuanto a Hodge, quizás deberías mostrar un poco más de reserva al considerar su muerte, ya que eres quien le mató.

-Estaba a punto de hablarles del Ángel. Tuve que hacerlo.

-Querías hacerlo. Siempre quieres. –Valentine sacó un par de gruesos guantes de piel del bolsillo y se los puso lentamente–. Quizás se lo habría contado. Quizás no. Todos esos años él cuidó de Nicholas en el Instituto y debió preguntarse qué era lo que estaba criando. Hodge era uno de los pocos que sabían que había más de un chico. Sabía que él no me traicionaría…, era demasiado cobarde para eso. –Él flexionó los dedos dentro de los guantes, frunciendo el ceño.

¿Más de un chico? ¿De qué estaba hablando Valentine?

Sebastian desestimó a Hodge con una ondulación de la mano.

-¿A quién le importa lo que pensaba? Está muerto y adiós, muy buenas.

–Sus ojos resplandecían muy oscuros–. ¿Vas a ir al lago ahora?

-Sí. ¿Tienes claro lo que se tiene que hacer? –Valentine lanzó la barbilla en dirección a la espada en el cinto de Sebastian–. Utiliza eso. No es la Espada Mortal, pero su alianza es suficientemente demoniaca para este propósito.

-¿No puedo ir al lago contigo? –La voz de Sebastian había tomado un claro tono de queja–. ¿No podemos simplemente liberar al ejército ahora?

-Aún no es medianoche. Dije que les daría hasta la medianoche. Todavía pueden cambiar de opinión.

-Ellos no van a…

-Di mi palabra. La mantendré. –El tono de Valentine fue definitivo–. Si no sabes nada de Malachi para medianoche, abre la puerta.

Viendo la indecisión de Sebastian, Valentine pareció impacientarse.

-Necesito que hagas esto, Jonathan. No puedo esperar aquí a la medianoche; casi me llevará una hora llegar al lago a través de las galerías, y no tengo intención de alargar la batalla mucho tiempo. Las futuras generaciones deben conocer cuán rápido perdió la Clave y lo contundente que fue nuestra victoria.

-Es sólo que lamentaré perderme la convocación. Me gustaría estar allí cuando lo hagas.

El aspecto de Sebastian era melancólico, pero había algo calculado bajo ello, algo de ademán desdeñoso, de codicia y planificación; y algo extrañamente, deliberadamente… frío. No es que eso pareciera preocuparle a Valentine.

Para desconcierto de Nicholas, Valentine tocó un lado del rostro de Sebastian, un rápido gesto de cariño manifiesto, antes de volverse y dirigirse hacia el lejano fondo de la caverna, donde se acumulaban espesos coágulos de sombras. Él se detuvo allí, una pálida figura contra la oscuridad.

-Jonathan –volvió a llamar él, y Nicholas subió la mirada, incapaz de remediarlo–, contemplarás el rostro del Ángel algún día. Después de todo, tú heredarás los Instrumentos Mortales una vez que yo me vaya. Tal vez algún día tú también convoques a Raziel.

-Eso me gustaría –dijo Sebastian, y se quedó muy quieto mientras Valentine, con un asentimiento final de la cabeza, desaparecía en la oscuridad. La voz de Sebastian cayó hasta convertirse casi en un susurro–. Eso me gustaría mucho. –Él gruñó–, Me gustaría escupirle en su puto rostro.

Él se dio la vuelta, su rostro era una máscara blanca con la luz tenue.

-Tú también podrías salir, Nicholas –dijo él–. Sé que estás aquí.

Nicholas se quedó helado… pero sólo durante un segundo. Su cuerpo se movió antes de que su mente tuviera tiempo de ponerse a su nivel, catapultándolo sobre los pies. Corrió por la entrada de la galería, pensando sólo en llevarlo al exterior, en conseguir mandar un mensaje, de algún modo, a Luke.

Pero la entrada estaba bloqueada. Sebastian estaba de pie allí, su expresión serena y de deleite, los brazos extendidos, los dedos casi tocando las paredes de la galería.

-De verdad –dijo él–, no creerías realmente que eras más rápido que yo, ¿no?

Nicholas derrapó al pararse bruscamente. Su corazón latía de modo desparejo en el pecho, como un metrónomo roto, pero su voz era firme.

-Puesto que soy mejor que tú de todas las maneras imaginables, tenía su lógica.

Sebastian sólo sonrió.

-Podía oír los latidos de tu corazón –dijo él bajito–, cuando nos observabas a mí y a Valentine. ¿Te ha molestado?

-¿Qué parezca que estás saliendo con mi padre? –Nicholas se encogió de hombros–. Eres un poco joven para él, para ser honesto.

-¿Qué?

Por primera vez desde que Nicholas le había conocido, Sebastian parecía atónito. Aunque Nicholas fue capaz de disfrutarlo sólo por un momento, antes de que Sebastian recobrara la compostura. Había un destello oscuro en sus ojos que indicaba que no perdonaba a Nicholas por hacerle perder la calma.

-Me preguntaba por ti a veces –continuó Sebastian con la misma voz suave–. Allí parecía haber algo en ti, en ocasiones, algo detrás de esos ojos amarillos tuyos. Un destello de inteligencia, a diferencia del resto de tu estúpida familia adoptiva. Pero supongo que sólo era una pose, una postura. Eres tan tonto como el resto, a pesar de tu década de buena educación.

-¿Qué sabes tú de mi educación?

-Más de lo que podrías creer. –Sebastian bajó las manos–. El mismo hombre que te crió, me crió a mí. Sólo que él no se cansó de mí después de los primeros diez años.

-¿Qué quieres decir?

La voz de Nicholas salió en un susurro, y luego, cuando miró fijamente el rostro impasible y adusto de Sebastian, parecía que viera al otro chico por primera vez…, el cabello blanco, los ojos negros de antracita, las duras líneas de su rostro, como algo esculpido en piedra…, y vio en su mente el rostro de su padre cuando el ángel se lo mostró, joven, afilado, alerta y airado, y lo supo.

-Tú –dijo él–. Valentine es tu padre. Tú eres mi hermano.

Pero Sebastian ya no estaba frente a él; de repente estuvo detrás de él, y sus brazos alrededor de los hombros de Nicholas como si quisiera abrazarle, pero sus manos estaban apretadas en puños.

-Saludo y despedida, hermano mío –escupió él, y entonces sus brazos tiraron hacia arriba con brusquedad y se tensaron, cortando la respiración de Nicholas.



********************************



____(tn) estaba exhausta. Un sordo dolor de cabeza martilleante, efecto secundario de dibujar la Runa de la Alianza, se había instalado en su lóbulo frontal. Lo sentía como alguien intentando echar abajo una puerta por el lado equivocado.

-¿Estás bien? –Jocelyn puso la mano sobre el hombro de ____(tn)–. Parece que no te sintieras bien.

____(tn) bajó la mirada… y vio la negra runa enmarañada que cruzaba el dorso de la mano de su madre, la gemela de la que tenía Luke sobre su palma. El estómago se le contrajo. Estaba tratando de manejar el hecho de que dentro de pocas horas su madre estaría en realidad luchando contra un ejército de demonios…, tan sólo empujando intencionadamente el pensamiento cada vez que éste afloraba.

-Sólo me estaba preguntando dónde está Simón. –____(tn) se levantó–. Voy a ir a buscarlo.

-¿Ahí abajo? –Jocelyn bajó la mirada con preocupación a la multitud.

Ésta estaba disminuyendo ahora, notó ____(tn), mientras aquellos que habían sido marcados inundaban la parte delantera de las puertas en el exterior de la plaza. Malachi estaba junto a las puertas, con su impasible rostro bronceado, mientras indicaba a Submundos y Cazadores de Sombras a dónde ir.

-Estaré perfectamente. –____(tn) pasó junto a su madre y Luke lentamente de camino a los escalones del estrado–. Enseguida vuelvo. La gente se volvía para mirarla fijamente mientras descendía los escalones y se deslizaba en la multitud. Podía sentir los ojos sobre ella, el peso de las miradas. Registró la multitud, buscando a los Lightwood o a Simón, pero no vio a nadie que conociera…, y es que era bastante difícil ver nada sobre la muchedumbre, considerando lo bajita que era. Con un suspiro ____(tn) se alejó hacia el lado oeste del Salón, donde la multitud era menos densa.

En el momento en que se acercó a la alta hilera de pilares de mármol, una mano salió disparada de entre dos de éstos y tiró de ella hacia un lado.

____(tn) tuvo tiempo para dar un grito ahogado de sorpresa, y luego estaba en la oscuridad detrás del mayor de los pilares, con la espalda contra la fría pared de mármol, las manos de Simón agarrando sus brazos.

-No grites, ¿vale? Sólo soy yo –dijo él.

-Por supuesto que no voy a gritar. No seas ridículo. –____(tn) miró a un lado y a otro, preguntándose qué estaba pasando…, ella sólo podía ver trozos y retazos del Salón, entre los pilares.

-¿Pero de qué va este rollo espía James Bond? Venía a buscarte, de todas maneras.

-Lo sé. He estado esperando a que bajaras del estrado. Quería hablar contigo donde nadie más nos pudiera oír. –Él se pasó la lengua por los labios con nerviosismo–. He oído lo que dijo Raphael. Lo que él quería.

-Oh, Simón. –Los hombros de ____(tn) se hundieron–. Mira, no ha pasado nada. Luke le dijo que se fuera…

-Quizás no debería haberlo hecho –dijo Simón–. Quizás debería haberle dado a Raphael lo que quería.

Ella le miraba parpadeando.

-¿Te refieres a ti? No seas estúpido. De ninguna manera…

-Hay una manera. –Apretó las manos sobre los brazos de ella–. Quiero hacer esto. Quiero que Luke le diga a Raphael que el trato está en pie. O se lo diré yo mismo.

-Sé lo que estás haciendo –protestó ____(tn)–, y lo respeto y te admiro por ello, pero no tienes que hacerlo, Simón, no tienes que hacerlo. Lo que Raphael estaba pidiendo está mal, y nadie te juzgará por no sacrificarte a ti mismo por una guerra que no es la tuya…

-Pero es eso exactamente –dijo Simón–. Raphael tiene razón en lo que dijo. Yo soy un vampiro, y tú sigues olvidándote de eso. O tal vez sólo quieres olvidarlo. Pero yo soy un Submundo y tú una Cazadora de Sombras, esta lucha es de ambos.

-Pero tú no eres como ellos…

-Soy uno de ellos. –Él hablaba lentamente, de forma deliberada, como si se asegurara absolutamente de que ella entendía cada palabra que estaba diciendo–. Y siempre lo seré. Si los Submundos luchan en esta guerra junto a los Cazadores de Sombras sin la participación de la gente de Raphael, entonces no habrá escaño en el Concilio para los Hijos de la Noche. Estarán al margen del mundo que Luke está intentando crear, un mundo donde los Cazadores de Sombras y los Submundos funcionen juntos. Estén juntos. Los vampiros se quedarán fuera de eso. Serán los enemigos de los Cazadores de Sombras. Yo seré tu enemigo.

-Yo nunca podría ser tu enemiga.

-Eso me mataría –dijo Simón simplemente–. Pero no puedo servirme de nada para apartarme y fingir que no soy parte de esto. Y no te estoy pidiendo permiso. Me gustaría que me ayudaras. Pero si no lo haces, conseguiré que Maia me lleve al campamento de los vampiros de todas formas, y me entregaré yo mismo a Raphael. ¿Lo has entendido?

Ella lo miraba fijamente. Él estaba agarrando sus brazos tan fuertemente que ella podía sentir la sangre latiendo bajo la piel de las manos. Ella pasó la lengua sobre sus secos labios; la boca le sabía amarga.

-¿Qué puedo hacer yo –susurró ella–, para ayudarte?

Ella lo miraba con incredulidad mientras él se lo contaba. Ya estaba sacudiendo la cabeza antes de que él finalizara, con el cabello batiéndole hacia delante y atrás, casi cubriéndole los ojos.

-No –dijo ella–, esa es una idea descabellada, Simón. Eso no es un don, es un castigo…

-Tal vez no para mí –dijo Simón.

Él echó un vistazo a la multitud, y ____(tn) vio a Maia allí de pie, observándolos, con expresión abiertamente curiosa. Claramente estaba esperando a Simón. "Demasiado rápido", pensó ____(tn). "Todo esto está sucediendo demasiado rápido."

-Es mejor que la alternativa, ____(tn).

-No…

-Puede que no me dañe en absoluto. Me refiero a que yo ya he sido castigado, ¿no? Ya no puedo entrar en una iglesia, en una sinagoga, no puedo decir… no puedo decir nombres sagrados, no puedo envejecer, ya estoy apartado de la vida normal. Quizás esto no cambie nada.

-Pero quizás sí lo haga.

Él soltó sus brazos, deslizó la mano rodeándola por un lado y tiró de la estela de Patrick fuera de su cinturón. Se la tendió.

-____(tn) –dijo él–. Haz esto por mí. Por favor.

Ella tomó la estela con los dedos entumecidos y la levantó, poniendo en contacto su punta con la piel de Simón, justo sobre los ojos. "La primera Marca", había dicho Magnus. La primera de todas. Ella pensó en eso y la estela comenzó a moverse de la manera que un bailarín comienza a moverse cuando empieza la música.

Las líneas negras se trazaban por sí mismas sobre su frente como una flor abriéndose en una película acelerada. Cuando estuvo hecha, su mano derecha le dolía y ardía, pero cuando se apartó y miró, supo que había dibujado algo perfecto, extraño y antiguo, algo de muy a comienzos de la historia. Aquello brilló como una estrella sobre los ojos de Simón cuando éste pasó los dedos por su frente, su expresión era deslumbrada y confundida.

-Puedo sentirlo –dijo él–, como una quemadura.

-No sé qué pasará –susurró ella–. No sé qué efectos secundarios tendrá a largo plazo.

Esbozando media sonrisa, levantó la mano para tocar su mejilla.

-Esperemos que tengamos la oportunidad de descubrirlo.




:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

Esto se pone cada vez mejor! :twisted:

:x :x :x :x :x :x :x :x

Maldito Sebastian, mas te vale que no le pase nada al Nicho! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 2039594227

#TeamAntiSebastian4Ever :twisted: :twisted:

Disfruten del capi, las leo mañana, no se a que hora! :scratch:

Veremos como queda mi horario en la escuela! :sad:

PD: Solo nos quedan 2 apis & el epílogo! :suspect:

\^.^/

Lu wH!;*
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Mensaje por aranzhitha Dom 06 Ene 2013, 9:08 pm

awwww mi Nicho!!!
maldito Sebastian!! #TeamAntiSebastian4Ever
entonces Malachi es un espía?? y es malo
esta de parte de Valentine!!! :evil:
que quiere hacer Simón??
que le hizo la rayiz??
síguela!!!
PD: suerte en tu primer día!!!! :P
aranzhitha
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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Lun 07 Ene 2013, 2:19 pm

aranzhitha escribió:awwww mi Nicho!!!
maldito Sebastian!! #TeamAntiSebastian4Ever
entonces Malachi es un espía?? y es malo
esta de parte de Valentine!!! :evil:
que quiere hacer Simón??
que le hizo la rayiz??
síguela!!!
PD: suerte en tu primer día!!!! :P


Ohhh si! :twisted:

#TeamAntiSebastian4Ever

:x :x :x :x :x :x :x :x :x :x :x

Todo se pone feo verdad! u.u

Ya verás que pasa con Simón! ;)

PD: Mi primer día fue fatal! u.u tuve muchos problemas con mi horario! :sad:

\^.^/

Ya la sigo! ;)

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Lun 07 Ene 2013, 2:36 pm

• PENIEL - CAPITULO 19 (Parte 1) •



Maia estuvo en silencio la mayor parte del camino al bosque, manteniendo la cabeza agachada y mirando de un lado a otro de vez en cuando, con su nariz arrugada por la concentración. Simón se preguntaba si ella estaría oliendo el camino, y decidió que, aunque eso fuese un poco raro, desde luego contaba como un talento útil. Él también se encontró con que no tenía que apresurarse para seguirle el ritmo, no importaba lo rápido que ella se moviera. Incluso cuando alcanzaron el trillado sendero que llevaba al interior del bosque y Maia empezó a correr –rápidamente, silenciosamente y agachándose, muy pegada al suelo– él no tuvo problema para ajustarse a su paso. Era una cosa de ser vampiro que podía decir sinceramente que le divertía.

Todo fue demasiado rápido; el bosque se espesaba y ellos estaban corriendo entre los árboles, sobre el denso terreno surcado por gruesas raíces y hojas caídas. Las ramas sobre sus cabezas hacían dibujos como de encajes contra la luz del cielo estrellado. Emergieron de los árboles a un claro con grandes rocas esparcidas que brillaban como cuadrados dientes blancos. Había pilas amontonadas de hojas aquí y allí, como si alguien hubiera estado en el lugar con un rastrillo gigante.

-¡Raphael! –Maia había hecho bocina con las manos alrededor de su boca y estaba llamando en voz suficientemente alta para asustar a los pájaros, que salieron de las copas de los árboles que se cernían a lo alto–. ¡Raphael, muéstrate!

Silencio. Luego, las sombras susurraron; hubo un suave sonido de golpeteo, como la lluvia golpeando un tejado de hojalata. Las hojasamontonadas en el suelo se levantaron por el aire en diminutos ciclones.

Simón oyó a Maia toser; ella tenía las manos levantadas, como para apartar las hojas de su rostro, de sus ojos. Tan repentinamente como se había levantado el viento, se disipó. Raphael estaba allí en pie, a sólo escasos metros de Simón. Rodeándolo estaba un grupo de vampiros, pálidos e inmóviles como árboles a la luz de la luna. Sus expresiones eran frías, desajustadas, con una desnuda hostilidad. Él reconoció a algunos de ellos del Hotel Dumort: la menuda Lily y al rubio Jacob, sus ojos tan estrechos como cuchillos. Así como jamás había visto antes a muchos de ellos.

Raphael dio un paso hacia adelante. Su piel estaba cetrina, los ojos rodeados de sombras negras, pero sonrió cuando vio a Simón.

-Daylighter –respiró él–. Has venido.

-He venido –dijo Simón–. Estoy aquí, así que… ya está hecho.

-Está lejos de estar hecho, Daylighter.

Raphael miró a Maia.

-Licántropo –dijo éste–, vuelve junto al líder de tu manada y dale las gracias por cambiar de opinión. Dile que los Hijos de la Noche lucharán al lado de su gente en la Llanura de Brocelind.

El rostro de Maia estaba tenso.

-Luke no ha cambiado…

Simón la interrumpió precipitadamente.

-Está bien, Maia. Vete.

Los ojos de ella estaban luminosos y tristes.

-Simón, pienso –dijo ella–, que no tienes que hacer esto.

-Sí tengo. –Su tono era firme–. Maia, muchas gracias por traerme aquí.

Ahora vete.

-Simón…

Él bajó la voz.

-Si no te vas, nos matarán a ambos, y todo esto habrá sido para nada. Vete. Por favor.

Ella asintió con la cabeza y se apartó, transformándose cuando se volvió, de forma que un momento era una esbelta chica humana, con trenzas atadas con abalorios sobre los hombros, y al siguiente golpeaba el suelo corriendo a cuatro patas, un lobo veloz y silencioso. Ella se precipitó como una flecha desde el claro y desapareció en las sombras.

Simón se volvió de nuevo a los vampiros…, y casi profiere un grito en voz alta; Raphael estaba de pie justo enfrente de él, a escasos centímetros. De cerca su piel mostraba las reveladoras tracerías oscuras del hambre. Simón pensó en esa noche en el Hotel Dumort –rostros apareciendo de la oscuridad, risas fugaces, el olor de la sangre– y se estremeció.

Raphael alzó las manos hacia Simón y agarró sus hombros, la presión de sus manos aparentemente ligeras era como el hierro.

-Gira la cabeza –dijo él–, y mira a las estrellas. Será más fácil de esa manera.

-Así que vas a matarme –dijo Simón.

Para su sorpresa, él no sentía temor, ni tan siquiera una particular inquietud; todo parecía haberse ralentizado hasta conferir una perfecta claridad. Él era simultáneamente consciente de cada hoja en las ramas que estaban sobre él, de cada minúsculo guijarro sobre el suelo, de cada par de ojos que descansaban en él.

-¿Qué pensabas? –dijo Raphael…, con un poco de tristeza, pensó Simón–. No es personal, te lo aseguro. Es como dije antes…, eres demasiado peligroso para que se te permita continuar como eres. Si yo hubiera sabido lo que llegarías a ser…

-Nunca me habrías dejado salir de aquella tumba. Lo sé –dijo Simón.

Raphael se encontró con su mirada.

-Todo el mundo hace lo que debe para sobrevivir. En ese aspecto todavía somos como los humanos.

Sus dientes de aguja se deslizaron fuera de las vainas como delicadas cuchillas.

-Quédate quieto –dijo él–. Esto será rápido.

Él se inclinó hacia delante.

-Espera –dijo Simón, y cuando Raphael se echó para atrás con el ceño fruncido, lo dijo de nuevo con más fuerza–. Espera. Hay algo que tengo que enseñarte.

Raphael hizo un sonido bajo de siseo.

-Será mejor que estés haciendo algo más que retrasarme, Daylighter.

-Lo estoy. Hay algo que pensaba que deberías ver.

Simón alzó la mano y se apartó el cabello de la frente. Lo sentía como un gesto estúpido, incluso teatral, pero mientras lo hacía, vio la blanca cara de desesperación de ____(tn) cuando le miró, con la estela en la mano, y pensó, "Bueno, por su bien, al menos lo he intentado".

El efecto en Raphael fue tan asombroso como instantáneo. Se propulsó hacia atrás como si Simón hubiera blandido un crucifijo hacia él, sus ojos abriéndose como platos.

-Daylighter –escupió él–. ¿Quién te hizo eso?

Simón sólo se le quedó mirando fijamente. No estaba seguro de la reacción que esperaba, pero no había sido esta.

-____(tn) –dijo Raphael respondiendo a su propia pregunta–, por supuesto. Sólo un poder como el suyo permitiría esto…, un vampiro, marcado, y con una Marca como esa…

-¿Una Marca como qué? –dijo Jacob, el chico esbelto y rubio que estaba justo detrás de Raphael.

El resto de los vampiros también estaban mirando fijamente, con expresiones que mezclaban la confusión y un creciente temor. Cualquier cosa que asustara a Raphael, pensó Simón, estaba seguro que los asustaría a ellos también.

-Esta Marca –dijo Raphael, todavía mirando sólo a Simón–, no es una de esas del Libro Gris. Es una Marca incluso más antigua que aquellas. Una de las antiguas, dibujada por la propia mano del Hacedor.

Él hizo como si fuera a tocar la frente de Simón pero no parecía bastante capaz de poder hacerlo; su mano se sostuvo en el aire por un momento, luego cayó a su lado.

-Tales Marcas son mencionadas, pero nunca había visto una. Y esta… Simón dijo:

-“Por consiguiente, quienquiera que dé muerte a Caín, venganza será llevada sobre él siete veces mayor. Y él Señor puso una Marca sobre Caín, no fuera que alguien encontrándolo le asesinara.” Puedes intentar matarme, Raphael. Pero no te lo aconsejaría.

-¿La Marca de Caín? –dijo Jacob con incredulidad–. ¿Esa Marca sobre ti, es la Marca de Caín?

-Mátalo –dijo una vampira pelirroja que estaba cerca de Jacob. Ésta hablaba con un fuerte acento…, ruso, pensó Simón, aunque no estaba seguro–. Mátalo de todas maneras.

La expresión de Raphael fue una mezcla de ira e incredulidad.

-Yo no lo haré –aseguró él–. Cualquier daño que se le haga será devuelto al agresor siete veces mayor. Esa es la naturaleza de la Marca. Por supuesto, si cualquiera de vosotros quiere ser el que asuma ese riesgo de todos modos, adelante.

Nadie habló ni se movió.

-Ya pensaba yo que no –dijo Raphael. Sus ojos repasaron a Simón–. Como la reina malvada del cuento de hadas, Lucian Graymark me ha enviado una manzana envenenada. Supongo que él esperaba que yo te hiciera daño, y que recogiera el consiguiente castigo.

-No –dijo Simón a toda prisa–. No…, Luke ni siquiera sabe lo que he hecho. Su gesto fue hecho de buena fe. Tú tienes que cumplir con él.

-¿Así que tú elegiste esto? –Por primera vez había algo diferente al desprecio, pensó Simón, en la forma en que Raphael le estaba mirando–. Esto no es un simple hechizo de protección, Daylighter. ¿Sabes cuál fue el castigo de Caín?

Él habló bajito, como compartiendo un secreto con Simón.

-“Y ahora errarás maldito por la Tierra. Un fugitivo y un vagabundo tú serás.

-Entonces –dijo Simón–, vagaré, si eso es lo que toca. Haré lo que tenga que hacer.

-Todo esto –dijo Raphael–. Todo esto por los Nephilim.

-No sólo por los Nephilim –dijo Simón–. También estoy haciendo esto por vosotros. Incluso aunque no lo queráis.

Él levantó la voz de forma que los silenciosos vampiros que les rodeaban pudieran oírle.

-A vosotros os preocupaba que si otros vampiros supiesen lo que me había sucedido, creerían que la sangre de los Cazadores de Sombras también podría permitirles a ellos andar a la luz del día. Pero ese no es el por qué de que yo tenga este poder. Fue algo que hizo Valentine. Un experimento. Él causó esto, no Nicholas. Y no es repetible. No sucederá otra vez.

-Supongo que él está diciendo la verdad –dijo Jacob, para sorpresa de Simón–. Ciertamente he conocido a uno o dos Hijos de la Noche que habían probado a los Cazadores de Sombras en el pasado. Ninguno de ellos ha desarrollado afición por la luz del sol.

-Era un motivo para rehusar ayudar a los Cazadores de Sombras antes – dijo Simón, volviéndose de nuevo hacia Raphael–, pero ahora, ahora que ellos me han enviado a vosotros…

Él dejó el resto de la frase suspendida en el aire, inacabada.

-No intentes chantajearme, Daylighter –le advirtió Raphael–. Una vez que los Hijos de la Noche han cerrado un trato, lo cumplen, no importa lo mal que los traten.

Él sonrió ligeramente, con los dientes de aguja resplandeciendo en la oscuridad.

-Sólo hay una cosa –dijo él–. Una última acción que requiero de ti para probar que ciertamente actúas aquí de buena fe. –El énfasis que puso en las dos últimas palabras fue introducido con frío.

-¿Qué es? –preguntó Simón.

-Nosotros no seremos los únicos vampiros que luchen en la batalla de Lucian Graymark –dijo Raphael–. Tú también.



****************************



Nicholas abrió los ojos a una vorágine plateada. Su boca estaba llena de un líquido amargo. Tosió, preguntándose por un momento si estaba ahogándose…, pero si era así, era sobre tierra firme. Él estaba sentado recto con la espalda contra una estalagmita, y sus manos estaban atadas detrás de él. Tosió de nuevo y la sal llenó su boca. No estaba ahogándose, se dio cuenta, sólo asfixiándose en sangre.

-¿Despierto, hermanito pequeño? –Sebastian se puso de rodillas frente a él con un trozo de cuerda en las manos, su sonrisa como un puñal desenvainado–. Bien. Temí por un momento haberte matado demasiado pronto.

Nicholas giró la cabeza a un lado y escupió un buche de sangre al suelo.

Sentía la cabeza como si un globo estuviera siendo inflado en su interior, presionando contra el interior de su cráneo. La vorágine plateada sobre su cabeza fue disminuyendo de velocidad hasta detenerse con el brillante estampado de las estrellas, visible a través del agujero en el techo de la cueva.

-¿Esperando a una ocasión especial para matarme? Ya llega la Navidad.

Sebastian dirigió a Nicholas una mirada pensativa.

-Tienes la boca muy rápida. No aprendiste eso de Valentine. ¿Qué aprendiste de él? Tampoco me parece que te enseñara mucho sobre lucha.

–Él se inclinó acercándose más–. ¿Sabes qué me regaló él por mi noveno cumpleaños? Una lección. Me enseñó que había un lugar en la espalda de un hombre en el que, si hundes la espada, puedes atravesarle el corazón y romperle la columna, todo de una vez. ¿Qué recibiste tú por tu noveno cumpleaños, chico angelito? ¿Una galletita?

-¿Noveno cumpleaños? –Nicholas tragó con fuerza–. Entonces dime, ¿en qué agujero te ha tenido a ti mientras yo crecía? Porque no recuerdo haberte visto por la casa solariega.

-Yo me crié en el valle. –Sebastian movió la barbilla bruscamente hacia la salida de la cueva–. Tampoco recuerdo haberte visto por aquí, ahora que lo pienso. Aunque yo sabía de ti. Apuesto a que tú no sabías nada de mí.

Nicholas sacudió la cabeza.

-Valentine no fue muy dado a presumir de ti. No puedo imaginar por qué.

Los ojos de Sebastian destellaban. Era fácil ver, ahora, el parecido con Valentine: la misma combinación inusual de cabello blanco plateado y ojos negros, los mismos huesos finos que el otro, un rostro moldeado con menos fuerza habría parecido delicado.

-Yo lo sabía todo de ti –dijo él–, pero tú no sabes nada ¿no?

Sebastian se puso en pie.

-Te quería vivo para que vieras esto, hermanito –dijo él–. Así que observa, y hazlo con atención.

Con un movimiento tan rápido que fue casi invisible, él sacó la espada de la vaina en su cinto. Ésta tenía la empuñadura de plata, y al igual que la Espada Mortal brillaba con una tenue luz oscura. Un diseño de estrellas estaba grabado en la superficie de su negra hoja; ésta capturó la luz de las verdaderas estrellas cuando Sebastian giró la espada y ardió como el fuego. Nicholas contuvo la respiración. Se preguntaba si Sebastian simplemente quería matarle; pero no, Sebastian le habría matado ya mientras él estaba inconsciente si esa fuera su intención. Nicholas observaba mientras Sebastian se movía hacia el centro de la cámara, con la espada sostenida ligeramente en la mano, aunque ésta parecía ser bastante pesada. La cabeza le daba vueltas. ¿Cómo podía Valentine tener otro hijo? ¿Quién era su madre? ¿Alguien más del Círculo? ¿Era mayor o más joven que Nicholas?

Sebastian llegó hasta la enorme estalagmita de matiz rojo del centro de la sala. Parecía latir mientras él se aproximaba, y el humo en su interior ondeaba más deprisa. Sebastian con los ojos medio cerrados levantó la espada. Él dijo algo…, una palabra en un discordante idioma demoniaco…, y llevó la espada de un lado a otro, con fuerza y rapidez, en un arcocortante.

La parte superior de la estalagmita fue esquilada. Su interior, hueco como un tubo de ensayo, se llenó con una masa de humo negro y rojo, que giraba en volutas hacia fuera como gas escapándose de un globo pinchado.

Hubo un estruendo…, menos un sonido que una especie de presión explosiva. Nicholas sintió como se le taponaban los oídos. De repente era difícil respirar. Él quiso rasgar el cuello de su camisa, pero no podía mover las manos: estaban atadas demasiado fuerte detrás de él.

Sebastian estaba medio oculto detrás de la columna rezumante de rojo y negro. Ésta estaba enroscándose, girando en espirales hacia arriba…

-¡Observa! –gritó él con el rostro resplandeciendo. Sus ojos estaban ardiendo, su cabello blanco azotándose en el creciente viento, y Nicholas se preguntó si su padre habría tenido ese aspecto cuando era joven: terrible y aún así, de algún modo, fascinante–. ¡Mira y contempla el ejército de Valentine!

Su voz quedó ahogada entonces por el sonido. Era un sonido como de marea estrellándose contra la orilla, el romper de una ola enorme acarreando un inmenso detritus con ella, los huesos destrozados de ciudades enteras, la avalancha de un gran poder diabólico. Una enorme columna de negrura retorciéndose, agitándose a toda velocidad manaba de la estalagmita quebrada, levantándose en el aire y vertiéndose a través del hueco excavado en el techo de la caverna. Demonios. Ellos se alzaban chillando, profiriendo alaridos y gruñidos, una masa en ebullición de garras, zarpas, dientes y ojos ardientes. Nicholas recordó el estar sobre la cubierta del buque de Valentine mientras el cielo, la tierra, el mar y todo a su alrededor se volvía una pesadilla; esto era peor. Era como si la Tierra se hubiera resquebrajado y el infierno se derramara sobre ella. Los demonios portaban una fetidez como de mil cadáveres pudriéndose. Las manos de Nicholas se retorcían una contra la otra, girando hasta que las cuerdas cortaron sus muñecas y éstas sangraron. Un sabor ácido surgió en su boca, y se ahogaba en sangre y bilis sin poder hacer nada mientras el último de los demonios ascendía y desaparecía en lo alto, una oscura inundación de horror tapando las estrellas.

Nicholas pensó que podía haber perdido el conocimiento durante un minuto o dos. Ciertamente, hubo un periodo de negrura durante el cual los alaridos y los aullidos sobre su cabeza fueron debilitándose y él parecía estar suspendido en el espacio, sintiendo una sensación de distancia que era de algún modo… llena de paz.

Todo sucedió demasiado rápido. De repente, él regresó de golpe a su cuerpo, las muñecas atormentadas por el dolor, los hombros demasiado forzados hacia atrás, el hedor a demonio tan pesado en el aire que giró la cabeza hacia un lado e inevitablemente hizo arcadas sobre el suelo. Oyó una risa seca y miró hacia arriba, tragando con fuerza contra el ácido en su garganta. Sebastian se arrodilló sobre él, sentándose a horcajadas sobre las piernas de Nicholas, sus ojos resplandecientes.

-Está bien, hermanito pequeño –dijo él–. Ya se han ido.

A Nicholas le lloraban los ojos, tenía la garganta áspera. Su voz salió ronca.

-Él dijo a medianoche. Valentine dijo que abrieras la puerta a medianoche. Aún no puede ser medianoche.

-Me figuro que siempre es mejor pedir perdón que permiso en este tipo de situaciones. –Sebastian alzó la mirada al cielo ahora vacío–. Les llevará cinco minutos alcanzar la Llanura de Brocelind desde aquí, bastante menos tiempo de lo que le llevará a Padre alcanzar el lago. Quiero ver algo de sangre Nephilim derramada. Quiero verles retorcerse y morir sobre el suelo. Ellos merecen vergüenza antes de que sean olvidados.

-¿Realmente crees que los Nephilim tengan tan pocas posibilidades contra los demonios? No es como si no estuvieran preparados…

Sebastian le desdeñó con un golpe de muñeca.

-Pensé que nos estabas escuchando. ¿No has entendido el plan? ¿No sabes lo que mi padre va a hacer?

Nicholas no dijo nada.

-Estuvo bien –dijo Sebastian–, que me llevaras hasta Hodge esa noche. Si él no hubiera revelado que el Espejo que nosotros buscábamos era el Lago Lyn, no estoy seguro de que esta noche hubiera sido posible. Porque cualquiera que tenga los dos primeros Instrumentos Mortales y se ponga ante el Cristal Mortal puede convocar al Ángel Raziel a que salga de él, exactamente como hizo Jonathan Cazador de Sombras hace mil años. Y una vez que hayas convocado al Ángel, puedes hacer la petición de una cosa. Una tarea. Un… favor.

-¿Un favor? –Nicholas sintió frío por todas partes–. ¿Y Valentine va a reclamar la derrota de los Cazadores de Sombras en Brocelind?

Sebastian se puso en pie.

-Eso sería un desperdicio –dijo él–. No. Él va a exigir que todos los Cazadores de Sombras que no hayan bebido de la Copa Mortal…, que todos aquellos que no sean sus seguidores…, sea despojados de sus poderes. Ellos ya no serán Nephilim. Y en consecuencia, llevar las Marcas que tienen ellos… –Él sonrió–. Se convertirán en Repudiados, fácil presa para los demonios, y aquellos Submundos que no hayan huido serán rápidamente erradicados.

A Nicholas le zumbaban los oídos con un sonido discordante y metálico.

Estaba mareado.

-Ni siquiera Valentine –dijo él–, ni siquiera Valentine haría nunca eso…

-Por favor –dijo Sebastian–. ¿Realmente crees que mi padre no llevará a cabo lo que ha planeado?

-Nuestro padre –dijo Nicholas.

Sebastian bajó la mirada hacia él. Su cabello era una aureola blanca; se parecía al tipo de ángel malo que podría haber seguido a Lucifer fuera del Cielo.

-Perdona –dijo éste, con algo de diversión–, ¿estás rezando?

-No. He dicho nuestro padre. Me refiero a Valentine. No tu padre. El nuestro.

Por un momento Sebastian careció de expresión; luego, su boca hizo un extraño en las comisuras y sonrió burlonamente.

-Chico angelito –dijo él–, eres idiota ¿verdad? Justo lo que mi padre siempre dijo.

-¿Por qué sigues llamándome eso? –exigió Nicholas–. ¿Por qué estás rajando tonterías de ángeles?

-Dios –dijo Sebastian–, no sabes nada, ¿verdad? ¿Alguna vez mi padre te dijo una palabra que no fuera mentira?

Nicholas sacudió la cabeza. Él había estado tirando de las cuerdas que ataban sus muñecas, pero cada vez que tiraba de éstas parecía quedar sujeto aún más fuerte. Podía sentir el latido de su pulso en cada uno de sus dedos.

-¿Cómo sabes que él no te estuvo mintiendo a ti?

-Porque yo soy de su sangre. Soy exactamente como él. Cuando se haya ido, yo gobernaré la Clave después de él.

-Yo no presumiría de ser exactamente como él si fuera tú.

-Está eso, también. –La voz de Sebastian carecía de emoción–. Yo no finjo ser algo diferente a lo que soy. No me comporto como si me horrorizara lo que mi padre tiene que hacer para salvar a su gente, incluso aunque no quieran (o si me preguntas a mí, merezcan), ser salvados.

¿Quién preferirías tú tener por hijo, un chico que está orgulloso de que seas su padre o uno que se encoje ante ti por la vergüenza y el miedo?

-Yo no tengo miedo de Valentine –dijo Nicholas.

-Deberías –dijo Sebastian–. Deberías tener miedo de mí.

Había algo en su voz que hizo a Nicholas renunciar a su forcejeo con las ataduras y mirar hacia arriba. Sebastian todavía estaba sosteniendo su espada de brillo negro. Era algo oscuro y bello, pensó Nicholas, incluso cuando Sebastian bajó su punta de forma que descansó sobre la clavícula de Nicholas, justo rasguñando su manzana de Adán. Nicholas luchó por mantener la voz firme.

-¿Y ahora qué? ¿Vas a matarme mientras estoy atado? ¿Tanto te asusta la idea de luchar conmigo?

Nada, ni un parpadeo de emoción, pasó por el pálido rostro de Sebastian.

-Tú –dijo él–, no eres una amenaza para mí. Eres un fastidio. Una molestia.

-Entonces, ¿por qué no me desatas las manos?

Sebastian, completamente inmóvil, miró fijamente a Nicholas. Parecía una estatua, pensó Nicholas, como la estatua de algún príncipe pasado…, uno que hubiera muerto joven y malogrado. Y es que esa era la diferencia entre Sebastian y Valentine; aunque ambos compartieran la misma apariencia de frío mármol, Sebastian tenía un aire como de algo estropeado…, algo corroído en su interior.

-No soy idiota –dijo Sebastian–, no consigues provocarme. Sólo te dejé con vida el tiempo suficiente para que pudieras ver los demonios. Ahora cuando mueras y regreses con tus antepasados ángeles, puedes decirles que ya no hay lugar para ellos en este mundo. Ellos han fallado a la Clave, y la Clave no los necesitará nunca más. Ahora tenemos a Valentine.

-¿Vas a matarme porque quieres que yo le dé un mensaje a Dios de tu parte? –Nicholas sacudió la cabeza, la punta de la espada arañándole la garganta–. Estás más loco de lo que pensaba.

Sebastian sólo sonrió y empujó la espada ligeramente más profunda; cuando Nicholas tragaba, podía sentir la punta marcando su tráquea.

-Si tienes alguna oración verdadera, hermanito pequeño, dila ahora.

-No tengo ninguna oración –dijo Nicholas–. Tengo un mensaje, sin embargo. Para nuestro padre. ¿Se lo darás?

-Por supuesto –dijo Sebastian tranquilamente, pero hubo algo en la forma en que lo dijo, un parpadeo de vacilación antes de hablar, que confirmó lo que Nicholas ya estaba pensando.

-Estás mintiendo –dijo él–. Tú no le darás el mensaje, porque no vas a decirle lo que has hecho. Él nunca te ha pedido que me mataras, y no se alegrará cuando lo descubra.

-Tonterías. No eres nada para él.

-Crees que él nunca sabrá lo que me ha sucedido si me matas ahora, aquí. Puedes decirle que caí en la batalla, o él simplemente supondrá qué es lo que ha pasado. Pero estás equivocado si piensas que no lo sabrá. Valentine siempre sabe.

-No sabes de lo que estás hablando –dijo Sebastian, pero su rostro se había tensado.

Nicholas siguió hablando, ganando terreno y ventaja.

-No puedes ocultar lo que estás haciendo, no obstante. Hay un testigo.

-¿Un testigo? –Sebastian parecía casi sorprendido, lo que Nicholas consideró como una cierta victoria–. ¿De qué estás hablando?

-El cuervo –dijo Nicholas–. Él ha estado observándonos desde las sombras. Él le contará todo a Valentine.

-¿Hugo?

Sebastian se precipitó a mirar hacia arriba, y aunque el cuervo no estaba en ningún lugar a la vista, el rostro de Sebastian cuando volvió a mirar hacia Nicholas estaba lleno de duda.

-Si Valentine sabe que me asesinaste mientras estaba atado e indefenso, se enfadará contigo –dijo Nicholas, y oyó su propia voz descendiendo a la cadencia de su padre, a la manera que Valentine hablaba cuando quería algo: suave y persuasiva–. Él te llamará cobarde. Nunca te perdonará.

Sebastian no dijo nada. Estaba mirando fijamente a Nicholas, con sus labios moviéndose nerviosamente y el odio hirviendo detrás de sus ojos como veneno.

-Desátame –dijo Nicholas suavemente–. Desátame y lucha conmigo. Es la única manera.

Los labios de Sebastian se tensaron de nuevo, fuertemente, y esta vez Nicholas pensó que había ido demasiado lejos. Sebastian apartó la espada y la alzó, y la luz de la luna la hizo estallar en miles de fragmentos plateados, plateados como las estrellas, plateados como el color de su cabello. Él descubrió los dientes…, y el aliento silbante de la espada cortó el aire de la noche con un grito cuando la hizo descender describiendo un arco.



**********************************



____(tn) estaba sentada en los escalones del estrado en el Salón de los Acuerdos, sosteniendo la estela con ambas manos. Jamás se había sentido así de sola. El Salón estaba completamente, totalmente vacío. ____(tn) había buscado por todas partes a Isabelle una vez que los luchadores hubieron atravesado todos el Portal, pero no había sido capaz de encontrarla. Aline le había dicho que probablemente Isabelle volvería a casa de los Penhallow, donde Aline y unos cuantos adolescentes más se pensaba que cuidarían de al menos una docena de chicos que no cumplían la edad para luchar. Ella intentó conseguir que ____(tn) fuese allí con ella, pero ____(tn) rehusó. Si no podía encontrar a Isabelle, prefería estar sola que con casi extraños. O eso había pensado ella. Pero sentada allí, encontró el silencio y el vacío haciéndose cada vez más y más agobiantes. Ella todavía no se había movido. Estaba tratando con todas sus fuerzas de no pensar en Nicholas, de no pensar en Simón, no pensar en su madre o en Luke, o Alec…, y la única manera de no pensar que había encontrado era continuar inmóvil y mirar fijamente a un sencillo recuadrado de mármol en el suelo en su lugar, contando las grietas en él una y otra vez. Había seis. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Ella terminaba de contar y empezaba otra vez, desde el principio. Una…

El cielo explosionó sobre su cabeza. O al menos sonó como si fuera eso. ____(tn) alzó la cabeza y miró hacia arriba, a través del techo transparente del Salón. El cielo había sido oscuro hasta hacía un momento; ahora era una masa enturbiada de llamas y negrura, saturada de una desagradable luz naranja. Cosas se movían contra esa luz…, cosas espantosas que ella no quería ver, cosas que la hacían sentirse agradecida a la oscuridad por impedirle la visión. Los atisbos esporádicos ya eran suficientemente malos.

Allá en lo alto la claraboya trasparente se mecía y torcía mientras pasaba la gran cantidad de demonios, como si estuviera siendo combada por un tremendo calor. Al final, hubo un sonido como de un disparo, y una grieta enorme apareció en el cristal, extendiéndose como una telaraña en innumerables fisuras. ____(tn) se agachó cubriéndose la cabeza con las manos cuando llovió cristal a su alrededor como lágrimas.



*********************************



Ellos casi estaban en el campo de batalla cuando llegó el sonido, rasgando la noche por la mitad. Un momento los bosques estaban tan silenciosos como oscuros; al momento siguiente el cielo estuvo iluminado con un infernal resplandor naranja. Simón se tambaleó y por poco cae: se agarró al tronco de un árbol para estabilizarse y mirar hacia arriba, casi incapaz de creer lo que estaba viendo. A su alrededor, todos los demás vampiros estaban mirando fijamente al cielo, sus blancos rostros alzados como flores de florecimiento nocturno para captar la luz de la luna, mientras pesadilla tras pesadilla surcaban los cielos.




:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

Todo esta color hormiga!

u.u

#TeamAntiSebastian4Ever

Que pasará! u.u

Las leo más tarde! ;)

Disfruten del capi!

NOTA: Peniel significa algo que nos llena de mucho amor, gozo y libertad.

\^.^/

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Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 Empty Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA!

Mensaje por aranzhitha Lun 07 Ene 2013, 3:13 pm

awwwww ya va a empezar la pelea!!!! :wut:
que se me hace que Isabelle se escabullo hacia la batalla
entonces Simon va a luchar tambien???
a que no muera nadie :lloro:
y quien va a detener a Valentine si todos estan en la batalla
maldito Sebastian tramposo :evil:
#TeamAntiSebastian4Ever
siguela!!!
Pd: lo siento por tu dia Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 2039594227 suele ser asi el primer dia, pero todo mejorara

aranzhitha
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Mensaje por chelis Lun 07 Ene 2013, 4:10 pm

:wut: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 MALDITO SEBASTIAN!!!.. DIGO JONATHAN!!! :wut: :wut: COMO DEJO IR A LOS DEMONIOOOSSS!!!
Y MALTRATAR A NICK!!????
AAAIIII SIGUELAA PORFIISSS!!!!!....
ESTA NOVE.. ESTA PARA MORIR DE INFARTO EN CUALQUIER MOMENTO!!!!
JAJAJAJAJ .. PERO ES QUE ES ADICTIVAAAA!!!!
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por aranzhitha Lun 07 Ene 2013, 9:21 pm

siguela!!! :lloro:
aranzhitha
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Mensaje por chelis Mar 08 Ene 2013, 12:01 pm

ESPERANDO UN CAPIS
chelis
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http://www.twitter.com/chelis960

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 08 Ene 2013, 6:21 pm

aranzhitha escribió:awwwww ya va a empezar la pelea!!!! :wut:
que se me hace que Isabelle se escabullo hacia la batalla
entonces Simon va a luchar tambien???
a que no muera nadie :lloro:
y quien va a detener a Valentine si todos estan en la batalla
maldito Sebastian tramposo :evil:
#TeamAntiSebastian4Ever
siguela!!!
Pd: lo siento por tu dia Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 2039594227 suele ser asi el primer dia, pero todo mejorara




:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

Viene lo bueno!

:twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:

Esperemos que nuestro equipo salga ileso! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056

Bueno vas a ver que sucede con Simón e Izzy! ;)

\^.^/

Ya la sigo! ;)

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 08 Ene 2013, 6:22 pm

chelis escribió: :wut: Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 167695056 MALDITO SEBASTIAN!!!.. DIGO JONATHAN!!! :wut: :wut: COMO DEJO IR A LOS DEMONIOOOSSS!!!
Y MALTRATAR A NICK!!????
AAAIIII SIGUELAA PORFIISSS!!!!!....
ESTA NOVE.. ESTA PARA MORIR DE INFARTO EN CUALQUIER MOMENTO!!!!
JAJAJAJAJ .. PERO ES QUE ES ADICTIVAAAA!!!!



:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

Por eso somos #TeamAntiSebastian4ever

:twisted: :twisted: :twisted: :twisted: :twisted:

JAJAJAJAJ espero que no te me mueras un día de estos! ;)

\^.^/

Ya la sigo! ;)

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 08 Ene 2013, 6:23 pm

aranzhitha escribió:siguela!!! :lloro:




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Ya la sigo! ;)

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 08 Ene 2013, 6:23 pm

chelis escribió:ESPERANDO UN CAPIS




\^.^/

Ya la sigo! ;)

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Mensaje por HeyItsLupitaNJ Mar 08 Ene 2013, 6:56 pm

• PENIEL - CAPITULO 19 (Parte 2) •


-Sigues desmayándote en mi presencia –dijo Sebastian–. Es sumamente tedioso.

Nicholas abrió los ojos. El dolor se abrió como una lanza a través de su cabeza. Subió la mano para tocarse un lado de la cara…, y se dio cuenta de que ya no tenía las manos atadas detrás de él. Un trozo de cuerda se arrastró desde su muñeca. Su mano se apartó negra de su rostro…, de sangre, oscura a la luz de la luna.

Él miró a su alrededor atentamente. Ya no estaban en la caverna: estaba echado sobre tierra blanda y hierba sobre el terreno del valle, no lejos de la casa de piedra. Podía oír el sonido del agua en el arroyo, claramente cercano. Enlazadas las ramas de los árboles allá en lo alto bloqueaban algo la luz de la luna, pero ésta era aún bastante brillante.

-Levántate –dijo Sebastian–. Tienes cinco segundos antes de que te mate ahí donde estás.

Nicholas se puso en pie tan lentamente que pensó que él podría salirse con la suya. Estaba todavía un poco mareado. Luchando por mantenerse en equilibrio, clavó los talones de sus botas en la tierra blanda, tratando de darse a sí mismo algo de estabilidad.

-¿Por qué me has traído aquí fuera?

-Por dos razones –dijo Sebastian–. Uno, me divertía el golpearte fuera. Dos, sería malo para cualquiera de nosotros sangrar sobre el suelo de esa caverna. Confía en mí. Y pienso derramar mucha de tu sangre. Nicholas se llevó la mano al cinturón, y se le cayó el alma a los pies. O se le habían caído la mayoría de sus armas mientras Sebastian le arrastraba por las galerías, o, más probable, Sebastian las había tirado. Todo lo que él le había dejado era una daga. Era de hoja corta…, demasiado corta, no se podía igualar a una espada.

-No es mucha arma esa... –Sebastian sonreía abiertamente, blanco en la oscuridad encandilada por la luna.

-No puedo luchar con esto –dijo Nicholas, tratando de sonar tan tembloroso y nervioso como podía.

-Qué pena. –Sebastian se acercó más a Nicholas, sonriendo.

Él estaba sosteniendo su espada sin excesivo vigor, teatralmente indiferente, la punta de sus dedos golpeando ligeramente con ritmo la empuñadura. Si iba a haber una oportunidad para él, pensó Nicholas, probablemente era esta. Echó el brazo hacia atrás y le dio un puñetazo en la cara a Sebastian tan fuerte como pudo.

Un hueso crujió bajo sus nudillos. El golpe dejó a Sebastian tumbado.

Se había resbalado hacia atrás en el suelo, saliendo despedida la espada de su mano. Nicholas la alcanzó mientras se lanzaba hacia delante como una flecha, y un segundo después estaba sobre Sebastian, espada en mano.

A Sebastian le estaba sangrando la nariz, la sangre de un rojo escarlata le surcaba el rostro. Él levantó la mano y se apartó el cuello, dejando al descubierto su pálida garganta.

-Bien, adelante –dijo él–. Mátame ya.

Nicholas vaciló. No quería vacilar, pero ahí estaba: una fastidiosa renuencia a matar a alguien yaciendo indefenso en el suelo frente a él. Nicholas recordó a Valentine burlándose de él, de nuevo en Renwick, desafiando a su hijo a que lo matara, y Nicholas no había sido capaz de hacerlo. Pero Sebastian era un asesino. Él había matado a Max y a Hodge.

Alzó la espada. Y Sebastian salió como una erupción del suelo, más rápido de lo que el ojo podía captar. Parecía volar en el aire, ejecutando una elegante voltereta hacia atrás y aterrizando con gracia sobre la hierba, apenas a medio metro de distancia. Mientras lo hacía, dio una patada, golpeando la mano de Nicholas. La patada mandó la espada girando fuera de su puño. Sebastian la agarró en el aire, riéndose, y la hizo descender batiéndola hacia el corazón de Nicholas. Nicholas dio un salto hacia atrás y la espada cortó el aire justo frente a él, rasgando su camisa por la parte de delante. Hubo un dolor punzante y Nicholas sintió manar la sangre de un corte poco profundo que le cruzaba el pecho.

Sebastian se reía entre dientes, avanzando hacia Nicholas, que se echó hacia atrás rebuscando su insuficiente daga en el cinturón mientras él se acercaba. Miró alrededor, esperando desesperadamente que hubiera algo más que pudiera utilizar como arma…, un palo largo, algo. No había nada a su alrededor más que hierba, el río pasando al lado y los árboles sobre él, extendiendo sus ramas allá arriba como una red verde. De pronto recordó la Configuración Malachi con la que la Inquisidor le dejó atrapado. Sebastian no era el único que podía saltar. Sebastian blandió de nuevo la espada hacia él, pero Nicholas ya había saltado…, todo recto hacia arriba en el aire. La rama del árbol más bajo estaba a unos seis metros; él se agarró a ella, balanceándose hacia arriba. Arrodillándose sobre la rama, vio a Sebastian, en el suelo, dar la vuelta y mirar hacia arriba. Nicholas lanzó la daga y oyó a Sebastian gritar. Jadeando, éste se enderezó…

Y de repente Sebastian estaba sobre la rama a su lado. Su pálido rostro estaba enrojecido por la ira, el brazo de la espada chorreando sangre.

Evidentemente, él había dejado caer la espada en la hierba, aunque eso simplemente les hacía estar más equilibrados, pensó Nicholas, ya que él había perdido su daga también. Vio con cierta satisfacción que, por primera vez, Sebastian parecía enfadado… enfadado y sorprendido, como si una mascota que él hubiera creído que estaba domesticada le hubiera mordido.

-Eso ha sido divertido –dijo Sebastian–. Pero se acabó.

Él se lanzó sobre Nicholas, agarrándole por la cintura y tirándole de la rama.

Cayeron seis metros por el aire firmemente agarrados, tirando el uno del otro…, y golpearon el suelo con fuerza, con suficiente fuerza para que Nicholas viera estrellas detrás de sus párpados. Agarró el brazo herido de Sebastian y clavó los dedos en él; Sebastian gritó y le propinó un revés que le cruzó la cara a Nicholas. La boca de Nicholas estaba llena de sangre salada; atragantándose con ella mientras rodaban los dos por el suelo, atacándose violentamente a puñetazos. Él sintió una repentina sacudida de frío; ellos habían caído rodando por una ligera pendiente que daba al río y estaban tirados medio dentro, medio fuera del agua. Sebastian estaba jadeando, y Nicholas aprovechó la oportunidad para agarrar al otro chico por el cuello y cerrar las manos alrededor de éste apretando. Sebastian se asfixiaba, sujetando la muñeca derecha de Nicholas con la mano y empujándola hacia atrás con suficiente fuerza como para romper huesos. Nicholas se oyó a sí mismo gritar como desde la lejanía, y Sebastian aprovechó la ventaja retorciéndole la muñeca rota despiadadamente hasta que Nicholas le soltó y cayó en el fango frío y aguado, con un alarido desesperado de dolor por el brazo. Medio arrodillado sobre el pecho de Nicholas, una rodilla fuertemente clavada en sus costillas, Sebastian le sonreía burlonamente. El blanco y negro de sus ojos destacaba sobre una máscara de suciedad y sangre. Algo refulgía en su mano derecha. La daga de Nicholas. Él debía haberla cogido del suelo. Su filo descansando directamente sobre el corazón de Nicholas.

-Y nos encontramos exactamente donde estábamos hacía cinco minutos –dijo Sebastian–. Has tenido tu oportunidad, Wayland. ¿Unas últimas palabras?

Nicholas lo miraba fijamente, su boca manando sangre, escociéndole los ojos por el sudor, y sólo sintió una sensación de total y vacío agotamiento. ¿Realmente era así como iba a morir?

-¿Wayland? –dijo él–. Sabes que ese no es mi nombre.

-Tienes tanto derecho a él como al nombre de Morgenstern –dijo Sebastian.

Él se inclinó hacia delante, apoyando su peso sobre la daga. Su punta atravesaba la piel de Nicholas, enviando una punzada caliente de dolor por su cuerpo. El rostro de Sebastian estaba a centímetros del suyo, su voz era un susurro siseante.

-¿De verdad creías que eras hijo de Valentine? ¿Realmente creías una cosa tan patética y chirriante como que tú fueras digno de ser un Morgenstern, de ser mi hermano?

Él se echó el blanco cabello hacia atrás; estaba lacio por el sudor y el agua del arroyo.

-Tú eres un niño cambiado –dijo él–. Mi padre hizo una carnicería con un cadáver para hacerse contigo y convertirte en uno de sus experimentos. Él te crió como su hijo, pero eras demasiado débil para ser algo provechoso para él. Tú no podías ser un guerrero. Tú no eras nada. Inútil. Así que te encajó a los Lightwood y esperó a que pudieras ser de alguna utilidad para él más adelante, como un reclamo. O un señuelo. Él nunca te quiso.

Los ojos de Nicholas parpadeaban candentes.

-Entonces tú…

-Yo soy el hijo de Valentine. Jonathan Christopher Morgenstern. Tú nunca tuviste ningún derecho a ese nombre. Tú eres un fantasma. Un impostor.

Sus ojos estaban negros y centelleantes, y de repente Nicholas oyó la voz de su madre, como en un sueño –aunque ella no era su madre– diciendo “Jonathan ya no es un bebé. Él no es tan siquiera humano; es un monstruo.”

-Tú eres ese –Nicholas se ahogaba–. El de la sangre de demonio. No yo.

-Eso es cierto –La daga se deslizó otro milímetro más en la carne de Nicholas. Sebastian todavía estaba sonriendo, pero era un rictus de sonrisa, como el de una calavera–. Tú eres el chico ángel. He tenido que oírlo todo sobre ti. Tú, con tu bonita cara de ángel y tus buenas maneras y tus delicados, delicados sentimientos. Ni siquiera podías ver a un pájaro morir sin llorar. No me extraña que Valentine estuviera avergonzado de ti.

-No –Nicholas olvidó la sangre en su boca, olvidó el dolor–. Eres tú del que él está avergonzado. ¿Crees que no te llevó con él al lago porque necesitaba que tú te quedaras aquí y abrieras la puerta a medianoche? Como si él no supiera que tú serías incapaz de esperar. No te ha llevado con él porque le vergüenza plantarse ante el Ángel y enseñarle lo que ha hecho. Mostrarle la cosa que ha fabricado. Mostrarte a ti.

Nicholas alzaba la vista hacia Sebastian…, podía sentir una lástima terrible y triunfal centelleando en sus propios ojos.

-Él sabe que no hay nada humano en ti. Tal vez te quiera, pero también te detesta…

-¡Cállate!

Sebastian presionó sobre la daga, retorciendo la empuñadura. Nicholas se encorvó hacia atrás con un grito, y el sufrimiento estalló como un relámpago detrás de sus ojos.

"Voy a morir –pensó él–. Estoy agonizando. Esto es eso." Se preguntó si su corazón ya había sido traspasado. Él no se podía mover, no podía respirar. Sabía que ahora debía parecerse a una mariposa prendida con alfileres sobre un tablero. Intentó hablar, intentó decir un nombre, pero no salió nada de su boca más que sangre.

Y sin embargo, Sebastian pareció leer en sus ojos.

-____(tn). Casi se me había olvidado. Estás enamorado de ella, ¿verdad? La vergüenza por tus asquerosos impulsos incestuosos casi debe haberte matado. Qué lástima que no supieras que ella no es tu hermana en realidad. Podías haber pasado el resto de tu vida con ella, si tan sólo no hubieras sido tan estúpido.

Él se agachó, empujando el cuchillo con más fuerza, su filo rozando hueso. Le habló a Nicholas al oído con una voz tan suave como un susurro.

-Ella también te ama –dijo él–. Ten eso en cuenta mientras mueres.

La oscuridad inundó los bordes de la visión de Nicholas, como tinte derramándose sobre una fotografía, borrando la imagen. De pronto, no hubo dolor en absoluto. No sentía nada, ni siquiera el peso de Sebastian sobre él, como si estuviera flotando. El rostro de Sebastian ondeaba sobre él, blanco contra la oscuridad, la daga levantada en su mano. Algo relucía con un brillo de oro en la muñeca de Sebastian, como si llevara un brazalete. Pero no era un brazalete, porque aquello estaba moviéndose.

Sebastian miró hacia su mano sorprendido, mientras la daga caía de su puño abierto y daba contra el fango con un sonido audible.

Luego, la mano, separada de su muñeca, golpeó el suelo a su lado. Nicholas miraba fijamente maravillado, mientras la mano amputada de Sebastian rebotaba y venía a descansar contra un par de altas botas negras. Las botas estaban sujetas a un par de piernas delicadas, que ascendían hasta un torso esbelto y un rostro familiar cubierto con una cascada de cabello negro. Nicholas alzó los ojos y vio a Isabelle, su látigo empapado en sangre, sus ojos fijos sobre Sebastian, que estaba mirando boquiabierto el muñón ensangrentado de su muñeca con asombro.

Isabelle sonreía con una expresión grave.

-Eso ha sido por Max, hijo de puta.

-Zorra –bufó Sebastian, y se puso de pie de un salto cuando el látigo de Isabelle se volvió de nuevo hacia él cortante y con una velocidad increíble.

Él se hizo a un lado y desapareció. Hubo un susurro…, él debía de haber desaparecido entre los árboles, pensó Nicholas, aunque estaba demasiado malherido para volver la cabeza y mirar.

-¡Nicholas!

Isabelle se arrodilló cerniéndose sobre él, con la estela brillando en la mano izquierda. Sus ojos estaban brillantes por las lágrimas; él debía tener bastante mal aspecto, se dio cuenta Nicholas, para que Isabelle estuviera así.

-Isabelle –intentó decir él.

Él quería decirle que se fuera, que corriera, que no importaba lo espectacular, lo valiente y talentosa que fuera ella –y era todas esas cosas–, ella no era rival para Sebastian. Y no había forma de que Sebastian fuera a dejar que una cosa pequeña, como que le cercenaran la mano, le detuviera.

Pero todo lo que salió de la boca de Nicholas fue una especie de sonido balbuceante.

-No hables –Él sintió la punta de la estela arder contra la piel de su pecho–. Te pondrás bien.

Isabelle le sonrió trémulamente.

-Probablemente estés preguntándote qué demonios estoy haciendo aquí –dijo ella–. No sé cuánto sabes… No sé qué te ha dicho Sebastian…, pero tú no eres hijo de Valentine.

La iratze estaba cerca de ser finalizada; Nicholas ya podía sentir el dolor atenuándose. Asintió débilmente con la cabeza, tratando de decirle: Lo sé.

-De todos modos, yo no iba a venir en busca tuya después de que salieras corriendo, porque dijiste en tu nota que no lo hiciera y entendí eso.

Pero no había manera de que yo te fuera a dejar morir pensando que tenías sangre de demonio, o sin decirte que no hay nada malo en ti, aunque, sinceramente, ¿cómo pudiste en primer lugar pensar algo tan estúpido…

La mano de Isabelle se sacudió, y ella se quedó congelada, no queriendo estropear la runa.

-Y tú necesitabas saber que ____(tn) no es tu hermana –dijo ella, más dulcemente–, porque… porque simplemente necesitabas saberlo. Así que conseguí que Magnus me ayudara a rastrearte. Utilicé ese soldadito de madera que le diste a Max. No creo que Magnus lo hubiera hecho normalmente, pero digamos que simplemente estaba de un sorprendente buen humor, y pude decirle que Alec quería que él lo hiciera…, aunque eso no era estrictamente verdad, pero pasará un rato antes de que descubra eso. Y una vez que supe dónde estabas, bueno, él ya había creado ese Portal, y se me da muy bien moverme a hurtadillas…

Isabelle gritó. Nicholas trató de alcanzarla, pero ella estaba fuera de su alcance, siendo levantada y lanzada a un lado. El látigo cayó de su mano.

Ella luchó por arrodillarse, pero Sebastian ya estaba frente a ella. Sus ojos centelleaban llenos de cólera, y había una tela ensangrentada atada al muñón de su muñeca. Isabelle salió como una flecha tras su látigo, pero Sebastian se movía más rápido. Dio un giro y le propinó una fuerte patada.

La bota de él entró en contacto con su caja torácica. Nicholas casi creyó poder oír romperse las costillas de Isabelle cuando salió volando hacia atrás, aterrizando torpemente de costado. Él la oyó gritar –Isabelle, que nunca gritaba de dolor– cuando Sebastian le propinó otra patada, y luego recogió el látigo, blandiéndolo en la mano.

Nicholas giró sobre su costado. La iratze casi finalizada había ayudado, pero el dolor en su pecho todavía era fuerte, y él supo, de un modo distante, que el hecho de que tosiera sangre probablemente quería decir que tenía el pulmón perforado. No estaba seguro de cuánto tiempo le daba eso.

Minutos, posiblemente. Él tanteó buscando la daga allí donde Sebastian la había dejado caer, al lado de los horripilantes restos de su mano. Nicholas se puso en pie tambaleándose. El olor a sangre estaba por todas partes. Pensó en la visión de Magnus, el mundo volviéndose sangre, y su mano resbalosa se tensó sobre la empuñadura de la daga.

Él dio un paso hacia delante. Luego otro más. Sentía cada paso como si estuviera arrastrando los pies a través de cemento. Isabelle estaba gritándole improperios a Sebastian, que estaba riéndose mientras hacía bajar el látigo sobre su cuerpo. Sus gritos hicieron a Nicholas tirar hacia adelante como un pez prendido a un anzuelo, pero éstos se alzaban más débiles a medida que él se movía. El mundo daba vueltas a su alrededor como en una atracción de feria.

"Un paso más", se decía Nicholas. Uno más. Sebastian le estaba dando la espada; estaba concentrado en Isabelle. Probablemente, él pensaba que Nicholas ya estaba muerto. Y casi lo estaba. "Un paso", se decía a sí mismo, pero él no podía darlo, no podía moverse, no podía arrastrar los pies un paso más hacia adelante. La negrura estaba entrando en tropel por los flancos de su visión…, una negrura más profunda que la del sueño. Una negrura que borraría todo lo que él había visto alguna vez y que le llevaba a un descanso que sería absoluto.

Paz. Él pensó, de pronto, en ____(tn)…, en ____(tn) tal como la había visto la última vez, dormida, con el cabello extendido por la almohada y la mejilla sobre la mano. Él había pensado entonces que nunca había visto nada tan pacífico en su vida, pero por supuesto ella sólo estaba durmiendo, como cualquier otra persona podría dormir. No había sido su paz la que le había sorprendido, sino la suya propia. La paz que sintió al estar con ella no se parecía a nada que hubiera conocido antes.

El dolor sacudió su columna, y se dio cuenta con sorpresa de que, de algún modo, sin su propia voluntad, las piernas le habían llevado hacia adelante en ese último paso crucial. Sebastian tenía el brazo retrasado, el látigo brillando en su mano; Isabelle yacía sobre la hierba, hecha un ovillo, ya sin gritar…, ya sin moverse en absoluto.

-Pequeña zorra Lightwood –estaba diciendo Sebastian–. Debí aplastarte la cara con ese martillo cuando tuve la oportunidad…

Y Nicholas irguió la mano, con la daga en ella, y hundió la hoja en la espalda de Sebastian.

Sebastian se tambaleó hacia adelante, el látigo se cayó de su mano. Se volvió lentamente y miró a Nicholas, y Nicholas pensó, con un horror distante, que quizás Sebastian verdaderamente no era humano, que era imposible de matar después de todo. El rostro de Sebastian estaba en blanco, se había ido la hostilidad de él y el fuego oscuro de sus ojos. Sin embargo, ya no se parecía a Valentine. Parecía… espantado.

Él abrió la boca, como si quisiera decirle algo a Nicholas, pero sus rodillas ya estaban dobladas. Se derrumbó en el suelo, la fuerza de la caída le envió deslizándose pendiente abajo hasta el río. Él vino a descansar sobre su espalda, los ojos con la mirada perdida fijos en el cielo; el agua fluyendo a su alrededor, llevándose los oscuros hilos de su sangre arroyo abajo con la corriente.

“Él me enseñó que había un lugar en la espalda de un hombre en el que, si hundes la espada, puedes atravesarle el corazón y romperle la columna, todo de una vez”, había dicho Sebastian. "Supongo que recibimos el mismo regalo de cumpleaños ese año, hermano mayor", pensó Nicholas. "¿No?"

-¡Nicholas! –Era Isabelle, su rostro ensangrentado, tratando de adoptar una posición sentada con gran dificultad–. ¡Nicholas!

Él intentó volverse hacia ella, intentó decir algo, pero sus palabras se habían ido. Se dejó caer de rodillas. Un peso enorme estaba presionándole sobre los hombros, y la tierra estaba llamándole: túmbate, túmbate,túmbate. Él a penas fue consciente de Isabelle gritando su nombre cuando la oscuridad se lo llevó.



********************************



Simón era un veterano en innumerables batallas. Es decir, si contabas las batallas que tenían lugar mientras se jugaba a Dragones y Mazmorras.

Su amigo Eric era aficionado a la historia bélica y él era el que normalmente organizaba la parte de guerra de los juegos, que consistían en docenas de minúsculas figuritas moviéndose en líneas rectas a través de un paisaje plano dibujado sobre papel de estraza.

Esa era la manera en la que él había pensado en las batallas siempre…, o del modo en el que eran en las películas, con dos grupos de gente avanzando la una contra la otra a través de una extensión llana de tierra.

Líneas rectas y progresión ordenada.

Esto no se parecía nada a eso.

Esto era el caos, un tumulto de griterío y movimiento, y el paisaje no era plano sino una masa de barro y sangre hecha una pasta densa e inestable. Simón había imaginado que los Hijos de la Noche irían al campo de batalla y serían recibidos por alguien que se ocupara de eso; imaginó que primero vería la batalla desde una distancia y sería capaz de ver como las dos partes chocaban una contra la otra. Pero no había saludo y no había partes. La batalla surgió de entre las tinieblas como si él hubiera pasado por accidente desde el lado desierto de una calle a un disturbio en mitad de Time Square…, de repente había multitudes levantándose a su alrededor, manos agarrándole, empujándole fuera de su camino, y los vampiros se estaban dispersando, zambulléndose en la batalla sin tan siquiera dedicarle una mirada.

Y había demonios… demonios por todas partes, y nunca había imaginado la clase de sonidos que harían, el chillido, el ulular y el gruñir, y lo que era peor, los sonidos de los desgarros, del triturar y de la hambrienta satisfacción. Simón deseaba poder apagar su oído de vampiro, pero no podía y los sonidos eran como cuchillos penetrándole los tímpanos.

Él tropezó con un cuerpo que estaba tendido medio dentro medio fuera del fango, se volvió para ver si necesitaba su ayuda, y vio a sus pies que el Cazador de Sombras estaba completamente destrozado desde los hombros.

El blanco hueso relucía contra la tierra oscura y, a pesar de la naturaleza vampírica de Simón, sintió náuseas. `Debo ser el único vampiro del mundo que se pone enfermo ante la visión de la sangre´, pensó, y entonces algo le golpeó fuertemente por detrás y zozobró, resbalándose por una pendiente de fango hasta un hoyo.

Simón no era el único allí abajo. Él se recostó sobre la espalda justo cuando el demonio apareció sobre él. Se parecía a la imagen de la Muerte de un grabado medieval: un esqueleto animado con un hacha ensangrentada agarrada firmemente en una mano huesuda. Él se lanzó hacia un lado cuando la hoja cayó con un golpe sordo a centímetros de su rostro. El esqueleto hizo un ruido siseante de decepción y alzó de nuevo el hacha… Y fue golpeado desde un lateral por un garrote de madera nudosa. El esqueleto reventó en pedazos como una piñata llena de huesos. Un Cazador de Sombras se alzaba ante Simón. No era uno que hubiera visto antes. Un hombre alto, barbado y salpicado de sangre, que se pasaba la mugrienta mano por la frente mientras bajaba la mirada a Simón, dejando atrás un surco oscuro.

-¿Estás bien?

Aturdido, Simón asintió con la cabeza y comenzó a ponerse en pie con dificultad.

-Gracias.

El extraño se inclinó ofreciéndole una mano a Simón para ayudarle a levantarse. Simón la aceptó y salió volando del hoyo. Aterrizó sobre sus pies en el borde, resbalándose sobre el fango húmedo. El extraño le ofreció una sonrisa avergonzada.

-Lo siento. Fuerza de Submundo… Mi compañero es un hombre lobo. No estoy acostumbrado.

Él miró detenidamente el rostro de Simón.

-Eres un vampiro, ¿no?

-¿Cómo lo has sabido?

El hombre sonrió. Era una especie de sonrisa cansada, pero no había nada desagradable en ella.

-Tus colmillos. Emergen cuando lucháis. Lo sé porque… –Él se interrumpió.

Simón podía terminar la frase por él: "Lo sé por la parte de vampiros que me ha tocado matar".

-De todas formas, gracias por luchar junto a nosotros.

-Yo… –Simón estaba a punto de decir que él no había luchando exactamente todavía. Ni contribuido con nada realmente.

Se volvió para decirlo, y salió exactamente una palabra de su boca antes de que algo imposiblemente enorme, con garras y alas andrajosas bajara majestuosamente del cielo y clavara las zarpas en la espalda del Cazador de Sombras.

El hombre ni siquiera gritó. Echó la cabeza hacia atrás, como si estuviera mirando hacia arriba sorprendido, preguntándose qué lo había agarrado…, y luego, se había ido, agitándose en el cielo negro y vacío en un remolino de dientes y alas. Su garrote golpeó el suelo a los pies de Simón.

Simón no se movió. Todo el asunto, desde el momento en que él se había caído en el hoyo, había durado menos de un minuto. Se giró con entumecimiento, mirando a su alrededor las espadas girando a través de la oscuridad, las cortantes garras de los demonios, los puntos de iluminación que se movían a toda velocidad aquí y allá en la negrura, como luciérnagas revoloteando a través del follaje…, y entonces, se dio cuenta de lo que eran. Las luces resplandecientes de los cuchillos seráficos.

Él no podía ver a los Lightwood, ni a los Penhallow, ni a Luke, ni a nadie más que pudiera reconocer. Él no era un Cazador de Sombras. Y aun así, aquel hombre le había dado las gracias, las gracias por luchar. Lo que él le había dicho a ____(tn) era verdad: esa era su batalla también; y se le necesitaba allí. No al Simón humano, que era dulce, torpe, algo friki y odiaba la sangre, sino al Simón vampiro, una criatura a la que él apenas conocía tan siquiera.

“Los verdaderos vampiros saben que ellos están muertos”, había dicho Raphael. Pero Simón no se sentía muerto. Él nunca se había sentido más vivo. Se giró cuando otro demonio apareció enfrente de él; éste era una cosa parecida a un lagarto, con escamas y dientes de roedor. Se echó rápidamente sobre Simón con las negras garras extendidas.

Simón dio un salto. Golpeó contra el enorme lateral de la cosa y se aferró a ella, con las uñas clavándose y las escamas cediendo el paso bajo su presión. La Marca de su frente cimbreó cuando hundió los colmillos en el cuello del demonio.

Aquello sabía horrible.



*******************************



Cuando los cristales dejaron de caer, había un agujero en el techo de varios metros de ancho, como si un meteorito se hubiera precipitado a través de él. El aire frío se colaba por la brecha. Tiritando, ____(tn) se puso de pie sacudiéndose la ropa del polvo de cristal.

La luz mágica que había iluminado el Salón se había extinguido; el interior estaba ahora sombrío, lleno de sombras y polvo. Sólo era visible la débil iluminación del decaído Portal de la plaza, brillando a través de la puerta principal abierta.

Posiblemente, ya no era seguro quedarse allí, pensó ____(tn). Ella debería ir a casa de los Penhallow y unirse a Aline. Había atravesado parte del Salón cuando se oyeron unos pasos sobre el suelo de mármol. Con el corazón palpitándole, ella se volvió y vio a Malachi, una oscura sombra alargada y sinuosa a la media luz, yendo hacia el estrado a grandes zancadas. Pero, ¿qué estaba haciendo todavía allí? ¿No debería estar con el resto de Cazadores de Sombras en el campo de batalla?

Cuando se acercó al estrado, ella notó algo que le hizo ponerse la mano en la boca, sofocando un grito de sorpresa. Había una oscura forma encorvada posada sobre el hombro de Malachi. Un pájaro. Un cuervo, para ser exactos.

Hugo.

____(tn) se sumergió agachándose detrás de un pilar cuando Malachi subía los escalones del estrado. Había algo inequívocamente furtivo en la forma en que miraba de un lado a otro. Aparentemente satisfecho por ser inadvertido, él sacó algo pequeño y reluciente del bolsillo y lo deslizó sobre su dedo. ¿Un anillo? Él lo sujetó y lo hizo girar, y ____(tn) recordó a Hodge en la biblioteca del Instituto, tomando el anillo de la mano de Nicholas…

El aire enfrente de Malachi titiló débilmente, como ocurre con el calor. Una voz habló desde él, una voz familiar, serena y refinada, ahora con un toque de la más leve irritación.

-¿Qué es, Malachi? No estoy de humor para chácharas en este momento.

-Mi señor Valentine –dijo Malachi. Su habitual hostilidad había sido sustituida por un servilismo baboso–, Hugo me ha visitado no hace ni un momento, trayéndome noticias. Supongo que ya habrá llegado hasta el Espejo, y por consiguiente él me buscó en su lugar. Pensé que querría saberlo.

El tono de Valentine era agudo.

-Muy bien. ¿Qué noticias?

-Es su hijo, señor. Su otro hijo. Hugo le siguió el rastro hasta el valle de la cueva. Puede que él incluso le haya seguido a través de las galerías hasta el lago.

____(tn) se agarraba al pilar con los dedos empalidecidos. Estaban hablando de Nicholas.

Valentine lanzó un gruñido.

-¿Se ha encontrado allí con su hermano?

-Hugo dice que los dejó a los dos luchando.

A ____(tn) le dio una vuelta el estómago. ¿Nicholas, luchando con Sebastian? Pensó en la manera en que Sebastian levantó a Nicholas en el Gard y lo lanzó, como si no pesara nada. Una ola de pánico se cernió sobre ella, tan intenso que por un momento los oídos le zumbaron. Para cuando volvió a estar la sala enfocada, ella se había perdido lo que sea que Valentine hubiese dicho a Malachi en respuesta.

-Son los que son bastante mayores para ser marcados pero no lo suficiente para luchar los que me preocupan –estaba diciendo Malachi ahora–. Ellos no han votado en la decisión del Concilio. Parece injusto castigarles del mismo modo que deben ser castigados aquellos que están luchando.

-He considerado eso. –La voz de Valentine era un ruido sordo y bajo–. Debido a que los adolescentes están marcados de forma más ligera, les llevará más tiempo transformarse en Repudiados. Al menos varios días. Creo que podría ser reversible.

-¿Aunque aquellos de nosotros que hayamos bebido de la Copa Mortal continuaremos perfectamente sin ser afectados?

-Estoy ocupado, Malachi –dijo Valentine–. Te dije que estarás a salvo. Estoy confiando mi propia vida a este proceso. Ten algo de fe.

Malachi inclinó la cabeza.

-Tengo una gran fe, mi señor. La he mantenido durante muchos años, en silencio, sirviéndoos siempre.

-Y serás recompensado –dijo Valentine.

Malachi alzó la mirada.

-Mi señor…

Pero el aire había dejado de titilar. Valentine se había ido. Malachi frunció el entrecejo, luego bajó los escalones del estrado y fue hacia la puerta principal. ____(tn) se echó hacia atrás encogiéndose contra el pilar, esperando desesperadamente que él no la viera. Su corazón estaba martilleando. ¿De qué había ido todo eso? ¿Qué era todo eso de los Repudiados? La respuesta centelleaba en un rincón de su mente, pero parecía demasiado horrible para contemplarla. Ni siquiera Valentine haría…

Algo voló hasta su rostro entonces, oscuro y hecho un remolino. Apenas tuvo tiempo de subir los brazos para cubrirse los ojos cuando algo le rasgó el dorso de las manos. Oyó un fortísimo graznido, y las alas batieron contra sus muñecas levantadas.

-¡Hugo! ¡Es suficiente! –Era la voz aguda de Malachi–. ¡Hugo!

Hubo otro graznido más y un golpe sordo, luego silencio. ____(tn) bajó los brazos y vio al cuervo yaciendo inmóvil a los pies del Cónsul…, aturdido o muerto, ella no podía saberlo. Con un gruñido Malachi le dio una patada al cuervo apartándolo salvajemente de su camino, y fue hacia ____(tn) a grandes zancadas con una mirada fulminante. Él la agarró por la muñeca sangrante y tiró de ella arrastrándola.

-Niña estúpida –dijo–. ¿Cuánto tiempo has estado ahí escuchando?

-El suficiente para saber que eres uno de los del Círculo –escupió ella, retorciendo la muñeca bajo su puño, pero él la sujetaba firmemente–. Estás del lado de Valentine.

-Sólo hay un único lado. –Su voz salió entre dientes–. La Clave es estúpida, está equivocada, complaciendo a medio hombres medio monstruos. Todo lo que quiero es purificarla, devolverla a su antiguo esplendor. Un objetivo con el que pensarías que todos los Cazadores de Sombras estarían de acuerdo, pero no… Ellos escuchan a cretinos y a amantes de los demonios como tú y Lucian Graymark. Y ahora tú envías a la flor de los Nephilim a morir en esta batalla ridícula…, un gesto inútil con el que no se conseguirá nada. Valentine ya ha comenzado el ritual; pronto el Ángel se alzará y los Nephilim se convertirán en Repudiados. Los que se salven serán los pocos bajo la protección de Valentine…

-¡Eso es asesinato! ¡Él va a asesinar a Cazadores de Sombras!

-No asesinato –dijo el Cónsul. Su voz sonaba con una pasión de fanático–, limpieza. Valentine creará un nuevo mundo de Cazadores de Sombras, un mundo purgado de debilidad y corrupción.

-La debilidad y la corrupción están en el mundo –dijo ____(tn) abruptamente–. Está en las personas. Y siempre lo estará. El mundo sólo necesita personas buenas para compensarlo. Y vosotros estáis planeando matarlas a todas.

Él la miró por un momento con sincera sorpresa, como si estuviera asombrado por la fuerza de su tono.

-Bonitas palabras de una niña que traicionaría a su propio padre. – Malachi la acercó con un movimiento brusco a él, tirando brutalmente de su muñeca sangrante–. Quizás simplemente deberíamos ver cuánto le importaría a Valentine si yo te enseñara…

Pero ____(tn) nunca descubrió lo que él quería enseñarle. Una forma oscura se precipitó entre ellos…, las alas extendidas y las garras abiertas.

El cuervo se agarró a Malachi con la punta de sus garras, rastillando surcos sangrientos a lo largo de su cara. Con un chillido el Cónsul soltó a ____(tn) y levantó los brazos, pero Hugo había dado la vuelta y estaba acuchillándole ferozmente con el pico y las garras. Malachi se tambaleó hacia atrás, sacudiendo los brazos, hasta chocarse fuertemente contra el filo de un banco. Éste se cayó con un estrépito, desequilibrado, él se desplomó detrás de él con un grito ahogado…, rápidamente interrumpido.

____(tn) corrió hasta donde yacía Malachi arrugado sobre el suelo de mármol, ya con un círculo de sangre arremolinándose a su alrededor. Él había aterrizado sobre una pila de cristales del techo roto, y uno de los pedazos puntiagudos le había perforado la garganta. Hugo todavía estaba cerniéndose en el aire, dando vueltas en círculo sobre el cuerpo de Malachi.

Lanzó un graznido triunfal mientras ____(tn) lo miraba fijamente…, aparentemente no había agradecido las patadas y golpes del Cónsul. A Malachi se le debería haber ocurrido algo mejor que atacar a una de las criaturas de Valentine, pensó ____(tn) amargamente. El ave no era más indulgente que su amo.

Pero ahora no había tiempo para pensar en Malachi. Alec había dicho que había protecciones activadas alrededor del lago, y que si alguien llegaba allí a través de un Portal se dispararía una alarma. Valentine ya estaba probablemente en el Espejo… No había tiempo que perder.

Andando hacia atrás ____(tn) se alejó del cuervo, se volvió y corrió hacia las puertas del Salón y más allá hacia el resplandor del Portal.




:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:

Izzy es la mejor! ;)

Tienes que salvar al Nicho :(L): Izzy!

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No si este capitulo esta cardiaco, el proximo no van a creer que pasa.....

Bueno les aviso, que ahora solo abra capitulos en la noche! :sad:

La escuela apesta! Buuuuuh! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 2039594227

No me da tiempo de nada, PERO tendrán su capi diario si o si! ;)

En fin, disfruten & las leo mañana! *.*

\^.^/

Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
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Mensaje por chelis Mar 08 Ene 2013, 7:44 pm

ESTAA CARDIAAACOOOOOO!!!!
AAAII III CIELOSS CREOO QUE TE INVITARE A MI VELORIOOO!!!!
PERO AUNQUE MUERA ... COMO FANTASMAAA LEEEREEE ESTA NOOOVEEE!!!!
Y DESCUIDA QUE ESTARE ESPERANDO EL CAAPIISSS!!!!!!!
P.D. NO TE PREOCUPES PROMETO NO ESPANTAR Y NI VISITAR TU CASA!!!!!........ A MENOS QUE NO SUBAS UN DIA CAPIS!!!... :)
chelis
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Mensaje por aranzhitha Mar 08 Ene 2013, 8:19 pm

ahhh Izzy es la ley!!! Cazadores de Sombras - Ciudad de Cristal - NicholasJ&TU (Adaptación) TERMINADA! - Página 14 1606340316
Por lo menos se vengo del cretino de Sebastian!!!
Pero si esta muerto?? Nick si lo mato verdad!!
Y mi Nicho no se puede morir!!! :lloro:
Lo va a salvar la rayiz!! Verda??
Ahh maldito Valentine!!! Ojala le arruinen sus planes!!
Que bueno que se murio el consul!!!
Por fin hizo añgo bueno Hugo!!
Siguela!!!
Y no te preocupes esperaremos deseosas ese capi cada noche!!
aranzhitha
aranzhitha


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