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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
ñacañaca siii me encanta!!!
Ya quiero el proximo capi!!
Ya quiero el proximo capi!!
aranzhitha
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
Noooooooooooooooooooo
Me infartooo!!
Tienes que Seguirlaaaa :lloro:
Me infartooo!!
Tienes que Seguirlaaaa :lloro:
CariitoJonas15
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
OOOTROOO CAAPIISSS!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!
QUE SOPRESAA SE LLEVARAAA _____!!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!
SIGUELAA PORFIISS
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!
QUE SOPRESAA SE LLEVARAAA _____!!!!!
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!!
SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
Capitulo 3
(_Tn) suspiró. ¿Ni siquiera podía molestarse en abrir la puerta? Esto consolidaba
su teoría de que él sólo la veía como una amiga... un tipo de amiga muy casual
como de “mi casa es tu casa”.
Alcanzando el pomo, abrió la puerta hacia adentro, sorprendida al encontrar
luz tan tenue cuando entró.
Lo primero que vio fue el fuego ardiendo en la chimenea de su pequeña sala
de estar... una cálida bienvenida del típico invierno de Chicago arrojando nieve en
los suburbios exteriores.
La segunda cosa que notó fue a Nicholas tumbado cómodamente en un sillón.
Vestido sólo con su sombrero de Papá Noel. (_Tn) contuvo el aliento, sintiéndose
mareada. ¿Qué diablos...?
Su pene era aún más majestuoso de lo que había fantaseado, sobresaliendo
como una columna de piedra más allá de su ombligo y sobre su estómago que
parecía una tabla de lavar. Ausentemente se acariciaba con una mano, como
casualmente podría acariciar a un gato a su lado, y sus ojos destellaron más
brillantes que las luces de su árbol de Navidad cuando levantó la mirada hacia ella.
Ella sólo podía imaginar la mirada de estupefacción en su rostro.
Obligándose a cerrar su boca, y empujar su lata de galletas sobre la mesa más
cercana antes de dejarla caer, simplemente se quedó allí mirando.
— ¿Te gustaría sentarte en el regazo de Santa Claus, niñita?
Su ritmo cardíaco cayó a su coño, parecía palpitar, palpitar, palpitar contra
la entrepierna de sus jeans. Parte de ella quería preguntarle si estaba soñando. Y
parte de ella quería asegurarse de que no había comenzado el licor de huevo sin ella
y olvidado a quien había invitado esta noche. Pero la mayor parte sabía buscar su
regalo de Santa en el pene, así que sin decir una palabra, caminó hacia él.
El fuego calentaba la sala, pero (_Tn) sabía que el calor invadiendo sus
sentidos venía directamente de él, emitido por el sexual centellar en su mirada, la
perezosa confianza de su postura, el tácito poder irradiando de su tremenda
erección.
Bajarse sobre su desnudo muslo era, sorprendentemente, apenas tan
intimidante como excitante. A pesar de que una ola de placer se hizo eco a través
de su coño y culo, convirtiendo sus pezones en sólidas piedras contra su sostén,
estar tan cerca de él y de la magnífica erección entre sus piernas se sentía como
abrazar a un león dormido que podía despertar y subyugarla en cualquier
momento. Ella esperaba que él no pudiera sentirla temblar cuando su brazo se
deslizó alrededor de su cintura, mientras ella dejaba caer el suyo alrededor de sus
hombros.
Él la miró a los ojos.
— ¿Qué quieres para Navidad, (_Tn)?
Ella no pudo evitar encontrarse con su mirada, lamerse el labio superior, y
mirar hacia abajo a su pene.
—Eso.
Su sonrisa seductora envió otra oleada de humedad a través de su coño.
—Bueno, a Santa le gustaría dejártelo tener, duro y profundo, pero primero
tienes que responder una pregunta muy importante. ¿Has sido mala o buena?
La pregunta la hizo ruborizarse con un nuevo calor mientras dejaba escapar
una risita y le echaba su mejor mirada lúdica.
—Bueno, me temo que he sido una niña muy mala últimamente.
Su mirada nunca vaciló.
— ¿Qué has hecho que es tan malo?
—Durante el último mes he estado deseándote, y usando ropa interior de
encaje debajo de mí vestido de elfo solo esperando que tú la quitaras, y pensando en
cosas muy sucias sobre ti día y noche.
Su sonrisa se las arregló para mantenerse infaliblemente sexy, incluso
mientras se volvía un poco avergonzado.
—Santa lamenta que le llevara tanto tiempo darse cuenta de eso.
— ¿Y exactamente qué le advirtió a Santa?
—Un pajarito llamado Lisa me lo dijo. —La mujer, también de su oficina,
tomaba las fotografías de Santa en el centro comercial. (_Tn) había confiado en ella
un día durante el almuerzo, y ahora estaba repentinamente muy agradecida de que
Lisa no pudiera guardar un secreto.
—Desafortunadamente,
sin embargo. —Continuó, su sonrisa
desvaneciéndose. —Las niñas traviesas tienen que ser castigadas antes de que
obtengan lo que quieren para Navidad.
(_Tn) se mordió el labio.
— ¿Castigadas cómo?
Una sonrisa maliciosa se hizo cargo de su expresión cuando él desvió su
mirada hacia el árbol de Navidad junto al sillón.
—Santa tiene algunos regalos para que tú abras.
Mirando debajo del árbol, vio cuatro regalos, envueltos en un elegante papel
rojo y dorado. La visión le hizo tomar una respiración profunda. Esto significaba
que no fue un acto impulsivo de su parte... había estado planeándolo. Miró de
nuevo hacia él.
—Odio tener que decírtelo, Santa, pero los regalos no suenan mucho como
un castigo.
—Todavía no has visto los regalos.
Un emocionante dardo de incertidumbre se disparó desde su pecho hasta su
vientre. Ella estudió sus ojos, que lentamente estaban transformándose de lúdicos a
algo más serio e imponente. La siguiente vez que habló, su voz fue más profunda y
autoritaria.
—Siéntate en el suelo, cerca de los regalos.
(_Tn) no se movió. A ella realmente le gustaba mucho dónde estaba... ahora
que se había acostumbrado a su imponente desnuda presencia, particularmente no
quería dejar su estable muslo.
—Hazlo. —Le espetó a la ligera, haciéndola acobardarse. Su coño palpitó
cuando a toda prisa se levantó de su regazo y se arrodilló en el suelo junto a él.
Él señaló hacia el regalo más próximo.
—Abre ese.
Parecía como la caja de un suéter, pero tenía la sensación de que contenía
algo mucho más interesante. Escalofríos de anticipación corrieron hacia arriba por
sus brazos y hacia abajo por su espalda cuando poco a poco desenvolvió el regalo,
finalmente, tomando la tapa de la caja y esparciendo el papel de seda en el interior
para encontrar un corsé de terciopelo rojo y un par de medias rojas. A pesar de la
exuberancia del terciopelo, los broches de plata que lo fijaban para cerrarlo, junto
con los anillos de plata en las ligas, decían que era ropa interior diseñada para la
obediencia.
Su pecho se oprimió de excitación, haciendo difícil respirar. Él no había
estado bromeando sobre castigarla. Esto instantáneamente trajo de vuelta una parte
de la conversación que habían compartido esa tarde en estado de embriaguez
cuando él la había interrogado intensamente sobre sus gustos en los juegos de
cama.
— ¿Cómo te sientes acerca de dominación y sumisión?— él había
preguntado.
Antes de que él hubiera planteado la cuestión, nunca había tenido ningún
interés en ello, pero imaginándolo con él había sonado al instante intrigante, así
que ella había dicho, —Por un chico que me guste mucho, estaría dispuesta a
experimentar con ello.
Por lo tanto, parecía que experimentarían juntos.
Por otra parte, quizá Nicholas hacia esto todo el tiempo. Tal vez había
dominado antes, lo que significaría que la única persona que no sabía a ciencia
cierta lo que sucedería aquí era ella. Otro pequeño escalofrío subió por su columna,
irradiando hacia afuera a través de sus miembros, mientras ella pensaba, No actúes
nerviosa, incluso si lo estás. No seas tímida o vergonzosa. Abraza esto.
—Ve a ponértelo. —Señaló la habitación de al lado.
El corazón le latía a mil por hora mientras recogía el corsé y las medias,
luego entró en su habitación y encendió una lámpara. Cuando se desnudó de su lisa
ropa interior blanca, se miró en el espejo por encima del tocador y de repente
estuvo muy contenta de que él le hubiera proporcionado ropa interior para la
noche.
Arrojando su sujetador y bragas, ella envolvió el afelpado corsé a su
alrededor, asegurando los ganchos de metal y tirando apretado de los cordones. Un
ajuste perfecto, el corsé acentuaba su forma de reloj de arena y empujaba sus
pechos casi hasta su barbilla. El exquisito terciopelo apenas ocultaba sus pezones y
el sedoso forro de la prenda se frotaba contra las tensas protuberancias, poniéndolos
aún más duros.
A continuación subió las medias de seda lentamente por sus piernas,
uniéndolas a las ligas suspendidas del bustier largo hasta la cadera. Fue sólo cuando
se miró al espejo una vez más que se dio cuenta que no había un par de bragas para
ir con el conjunto. Cada poro de su cuerpo pareció tensarse ante el descubrimiento.
Ella bajó la mirada en el espejo hacia su afeitado coño, completamente abierto para
revelar su hambriento clítoris y los labios de su vulva. Se veía bonito, y oh, tan listo,
y no podía esperar para mostrárselo a Nicholas .
Cuando empezó a caminar hacia la sala de estar, las ligas elásticas se
deslizaron contra sus caderas y culo, creando una encantadora fricción sobre su
sensibilizada piel. El apretado corsé abrazó cada curva, aferrándose deliciosamente
a su estómago, cintura y pechos. En el momento en que pasó por la puerta, se
sentía como el último juguete de Navidad para lo Nicholas ... y ella ni siquiera tenía que
ser desenvuelta.
su teoría de que él sólo la veía como una amiga... un tipo de amiga muy casual
como de “mi casa es tu casa”.
Alcanzando el pomo, abrió la puerta hacia adentro, sorprendida al encontrar
luz tan tenue cuando entró.
Lo primero que vio fue el fuego ardiendo en la chimenea de su pequeña sala
de estar... una cálida bienvenida del típico invierno de Chicago arrojando nieve en
los suburbios exteriores.
La segunda cosa que notó fue a Nicholas tumbado cómodamente en un sillón.
Vestido sólo con su sombrero de Papá Noel. (_Tn) contuvo el aliento, sintiéndose
mareada. ¿Qué diablos...?
Su pene era aún más majestuoso de lo que había fantaseado, sobresaliendo
como una columna de piedra más allá de su ombligo y sobre su estómago que
parecía una tabla de lavar. Ausentemente se acariciaba con una mano, como
casualmente podría acariciar a un gato a su lado, y sus ojos destellaron más
brillantes que las luces de su árbol de Navidad cuando levantó la mirada hacia ella.
Ella sólo podía imaginar la mirada de estupefacción en su rostro.
Obligándose a cerrar su boca, y empujar su lata de galletas sobre la mesa más
cercana antes de dejarla caer, simplemente se quedó allí mirando.
— ¿Te gustaría sentarte en el regazo de Santa Claus, niñita?
Su ritmo cardíaco cayó a su coño, parecía palpitar, palpitar, palpitar contra
la entrepierna de sus jeans. Parte de ella quería preguntarle si estaba soñando. Y
parte de ella quería asegurarse de que no había comenzado el licor de huevo sin ella
y olvidado a quien había invitado esta noche. Pero la mayor parte sabía buscar su
regalo de Santa en el pene, así que sin decir una palabra, caminó hacia él.
El fuego calentaba la sala, pero (_Tn) sabía que el calor invadiendo sus
sentidos venía directamente de él, emitido por el sexual centellar en su mirada, la
perezosa confianza de su postura, el tácito poder irradiando de su tremenda
erección.
Bajarse sobre su desnudo muslo era, sorprendentemente, apenas tan
intimidante como excitante. A pesar de que una ola de placer se hizo eco a través
de su coño y culo, convirtiendo sus pezones en sólidas piedras contra su sostén,
estar tan cerca de él y de la magnífica erección entre sus piernas se sentía como
abrazar a un león dormido que podía despertar y subyugarla en cualquier
momento. Ella esperaba que él no pudiera sentirla temblar cuando su brazo se
deslizó alrededor de su cintura, mientras ella dejaba caer el suyo alrededor de sus
hombros.
Él la miró a los ojos.
— ¿Qué quieres para Navidad, (_Tn)?
Ella no pudo evitar encontrarse con su mirada, lamerse el labio superior, y
mirar hacia abajo a su pene.
—Eso.
Su sonrisa seductora envió otra oleada de humedad a través de su coño.
—Bueno, a Santa le gustaría dejártelo tener, duro y profundo, pero primero
tienes que responder una pregunta muy importante. ¿Has sido mala o buena?
La pregunta la hizo ruborizarse con un nuevo calor mientras dejaba escapar
una risita y le echaba su mejor mirada lúdica.
—Bueno, me temo que he sido una niña muy mala últimamente.
Su mirada nunca vaciló.
— ¿Qué has hecho que es tan malo?
—Durante el último mes he estado deseándote, y usando ropa interior de
encaje debajo de mí vestido de elfo solo esperando que tú la quitaras, y pensando en
cosas muy sucias sobre ti día y noche.
Su sonrisa se las arregló para mantenerse infaliblemente sexy, incluso
mientras se volvía un poco avergonzado.
—Santa lamenta que le llevara tanto tiempo darse cuenta de eso.
— ¿Y exactamente qué le advirtió a Santa?
—Un pajarito llamado Lisa me lo dijo. —La mujer, también de su oficina,
tomaba las fotografías de Santa en el centro comercial. (_Tn) había confiado en ella
un día durante el almuerzo, y ahora estaba repentinamente muy agradecida de que
Lisa no pudiera guardar un secreto.
—Desafortunadamente,
sin embargo. —Continuó, su sonrisa
desvaneciéndose. —Las niñas traviesas tienen que ser castigadas antes de que
obtengan lo que quieren para Navidad.
(_Tn) se mordió el labio.
— ¿Castigadas cómo?
Una sonrisa maliciosa se hizo cargo de su expresión cuando él desvió su
mirada hacia el árbol de Navidad junto al sillón.
—Santa tiene algunos regalos para que tú abras.
Mirando debajo del árbol, vio cuatro regalos, envueltos en un elegante papel
rojo y dorado. La visión le hizo tomar una respiración profunda. Esto significaba
que no fue un acto impulsivo de su parte... había estado planeándolo. Miró de
nuevo hacia él.
—Odio tener que decírtelo, Santa, pero los regalos no suenan mucho como
un castigo.
—Todavía no has visto los regalos.
Un emocionante dardo de incertidumbre se disparó desde su pecho hasta su
vientre. Ella estudió sus ojos, que lentamente estaban transformándose de lúdicos a
algo más serio e imponente. La siguiente vez que habló, su voz fue más profunda y
autoritaria.
—Siéntate en el suelo, cerca de los regalos.
(_Tn) no se movió. A ella realmente le gustaba mucho dónde estaba... ahora
que se había acostumbrado a su imponente desnuda presencia, particularmente no
quería dejar su estable muslo.
—Hazlo. —Le espetó a la ligera, haciéndola acobardarse. Su coño palpitó
cuando a toda prisa se levantó de su regazo y se arrodilló en el suelo junto a él.
Él señaló hacia el regalo más próximo.
—Abre ese.
Parecía como la caja de un suéter, pero tenía la sensación de que contenía
algo mucho más interesante. Escalofríos de anticipación corrieron hacia arriba por
sus brazos y hacia abajo por su espalda cuando poco a poco desenvolvió el regalo,
finalmente, tomando la tapa de la caja y esparciendo el papel de seda en el interior
para encontrar un corsé de terciopelo rojo y un par de medias rojas. A pesar de la
exuberancia del terciopelo, los broches de plata que lo fijaban para cerrarlo, junto
con los anillos de plata en las ligas, decían que era ropa interior diseñada para la
obediencia.
Su pecho se oprimió de excitación, haciendo difícil respirar. Él no había
estado bromeando sobre castigarla. Esto instantáneamente trajo de vuelta una parte
de la conversación que habían compartido esa tarde en estado de embriaguez
cuando él la había interrogado intensamente sobre sus gustos en los juegos de
cama.
— ¿Cómo te sientes acerca de dominación y sumisión?— él había
preguntado.
Antes de que él hubiera planteado la cuestión, nunca había tenido ningún
interés en ello, pero imaginándolo con él había sonado al instante intrigante, así
que ella había dicho, —Por un chico que me guste mucho, estaría dispuesta a
experimentar con ello.
Por lo tanto, parecía que experimentarían juntos.
Por otra parte, quizá Nicholas hacia esto todo el tiempo. Tal vez había
dominado antes, lo que significaría que la única persona que no sabía a ciencia
cierta lo que sucedería aquí era ella. Otro pequeño escalofrío subió por su columna,
irradiando hacia afuera a través de sus miembros, mientras ella pensaba, No actúes
nerviosa, incluso si lo estás. No seas tímida o vergonzosa. Abraza esto.
—Ve a ponértelo. —Señaló la habitación de al lado.
El corazón le latía a mil por hora mientras recogía el corsé y las medias,
luego entró en su habitación y encendió una lámpara. Cuando se desnudó de su lisa
ropa interior blanca, se miró en el espejo por encima del tocador y de repente
estuvo muy contenta de que él le hubiera proporcionado ropa interior para la
noche.
Arrojando su sujetador y bragas, ella envolvió el afelpado corsé a su
alrededor, asegurando los ganchos de metal y tirando apretado de los cordones. Un
ajuste perfecto, el corsé acentuaba su forma de reloj de arena y empujaba sus
pechos casi hasta su barbilla. El exquisito terciopelo apenas ocultaba sus pezones y
el sedoso forro de la prenda se frotaba contra las tensas protuberancias, poniéndolos
aún más duros.
A continuación subió las medias de seda lentamente por sus piernas,
uniéndolas a las ligas suspendidas del bustier largo hasta la cadera. Fue sólo cuando
se miró al espejo una vez más que se dio cuenta que no había un par de bragas para
ir con el conjunto. Cada poro de su cuerpo pareció tensarse ante el descubrimiento.
Ella bajó la mirada en el espejo hacia su afeitado coño, completamente abierto para
revelar su hambriento clítoris y los labios de su vulva. Se veía bonito, y oh, tan listo,
y no podía esperar para mostrárselo a Nicholas .
Cuando empezó a caminar hacia la sala de estar, las ligas elásticas se
deslizaron contra sus caderas y culo, creando una encantadora fricción sobre su
sensibilizada piel. El apretado corsé abrazó cada curva, aferrándose deliciosamente
a su estómago, cintura y pechos. En el momento en que pasó por la puerta, se
sentía como el último juguete de Navidad para lo Nicholas ... y ella ni siquiera tenía que
ser desenvuelta.
ya vendra lo mejor de toooodo
espero q les alla gustado nos leeremos en el próximo capitulo chicas ;)
ElitzJb
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
Faby Evans Jonas escribió:nueva lectora! sigueeela!!!
hey hola Bienvenidaaa
;)
ElitzJb
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
Oh Por Dios!!
skajskajdkasjdljsdlksjd
Siguelaaaa :D
CariitoJonas15
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
y asi quieren que sea buena para navidad?!!!
olvidenlo sere mala muajaja :twisted:
el mejor santa de todos!!!! *.*
dios santo esto se pone bueno siguela porfis!!
olvidenlo sere mala muajaja :twisted:
el mejor santa de todos!!!! *.*
dios santo esto se pone bueno siguela porfis!!
DanieladeJonas
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
AAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!
SANTAAAAAA YO QUIERO UN JOONAAASSS!!!.... JEJEJEJEJE
PORFIISSS!!!
AAAII CIELOOSS SI QUE ESE SANTA LE REGALO ALGOO MUY UTIL!!!
JAJAJA SIGUELA PORFIISS
SANTAAAAAA YO QUIERO UN JOONAAASSS!!!.... JEJEJEJEJE
PORFIISSS!!!
AAAII CIELOOSS SI QUE ESE SANTA LE REGALO ALGOO MUY UTIL!!!
JAJAJA SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
ahh ese Santa si que es caliente!!!
me encanta!!
siguela!!! :twisted:
me encanta!!
siguela!!! :twisted:
aranzhitha
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
Capitulo 4
*****
Nicholas podría haber jurado que su polla creció otra pulgada ante la vista de
(_Tn) en terciopelo rojo. Su cabello rubio miel caía en suaves ondas sobre los
hombros. Sus pechos exuberantes, hasta ahora sólo sombras del escote o
montículos ocultos bajo suéteres, estaban en orgullosa exhibición de sus areolas
sonrosadas, sus amplias curvas empujando alto sobre su pecho. Entre las rojas
correas del liguero, su caliente y desnudo coño brillaba para él. Nunca había
imaginado a (_Tn) como el tipo de chica que se afeita su vello púbico, sin embargo,
sólo un pequeño mechón de este se mantenía por encima de los desnudos labios de
su dulce coño.
Cada gramo de su cuerpo estaba súper-cargado con su aquiescencia... ahora
sólo esperaba que ella estuviera de acuerdo en todas sus peticiones. Había pasado el
último año con la chica equivocada, y cuando Lisa le había dicho que (_Tn) estaba
enamorada de él, se había sentido en un principio tonto como un tronco, pero con
la misma rapidez había sido golpeado con la sensación de que ella era la chica
adecuada. Por el momento, y durante mucho más tiempo, también. La natural
aceptación de su juego sensual reforzaba ese sentimiento.
Quería desesperadamente bajar el terciopelo rojo y chupar sus pezones,
quería chocar su polla contra su precioso coño rosa. Y sería muy fácil perder el
control a la vista misma de ella, pero tuvo que contenerse. Retenerse les traería a
ambos más placer al final, y Dios, cómo quería darle placer.
—Muy bonito. —Dijo, antes de señalar hacia otro regalo. —Ahora abre ese.
Observó con atención cuando ella se arrodilló al lado del árbol y arrancó el
papel de la siguiente caja, descubriendo un par de botas negras de cuero altas hasta
el muslo, con tacones de diez centímetros. Botas hechas para follar. A juzgar por el
ligero oleaje de sus pechos dentro de su confinamiento de terciopelo y la
instantánea anticipación llenando su mirada, a ella le gustaban. Miró el costado de
la caja, luego levantó los ojos hacia él.
— ¿Cómo sabías mi talla?
—De la misma manera en que Santa sabe qué regalarle a todos los niños y
niñas. Magia. —En realidad, había echado un vistazo en su bolsa cuando ella había
comprado un nuevo par de zapatos en su hora de almuerzo el sábado pasado.
Ella le ofreció una suave sonrisa.
— ¿Y ahora qué? —Su voz saliendo acalorada y entrecortada, su excitación
comenzando a construirse como él quería.
—Tráelas a mí— ordenó.
Tomando las botas altas de su mano, él puso una en el suelo delante de ella.
Curvando su mano calurosamente alrededor del nylon revistiendo su pantorrilla, la
ayudó a aliviar su pie hacia abajo en el suave cuero negro. Con movimientos
cuidadosos, apretó los cordones, pulgada a pulgada, enlazando la bota bien
ajustada a su tobillo, pantorrilla, muslo. Atando un lazo en la parte superior, bajó
su boca hasta su muslo, entregando un suave mordisco justo al lado de la liga. Ella
dejó escapar un ligero gemido que viajó directamente a su polla.
Le ató la otra bota de la misma lenta manera, consciente de que ella
observaba todos sus movimientos, sentía cada toque mientras ataba el cuero.
Cuando terminó, levantó la mirada hacia su rostro.
—Camina hasta la chimenea. Deja que te vea.
Mientras paseaba por la habitación, las apretadas y altas botas hacían que
sus piernas bien formadas lucieran de una milla de largo. Puede que fuera la víspera
de Navidad, pero ella chisporroteaba más caliente que el cuatro de julio.
Pausándose ante la chimenea para dejar que él la estudiara desde atrás, ella agitó su
desnudo culo levemente, luego se volvió y regresó, moviendo sus caderas, sus ojos
llenos de inconfundible calor. Se detuvo justo delante de él y estudió la curva de su
coño, así como el rosado clítoris sobresaliendo, a la espera de atención. Atención,
sin embargo, que no obtendría por un tiempo, de acuerdo a su plan de excitación
lenta pero intensa.
Aun así, se acercó, incapaz de resistir ahuecar gentilmente el desnudo
montículo en su palma. Ella se estremeció cuando él pasó sus dedos sobre la piel
ultra suave. Apartó su mano y miró hacia arriba a sus cristalinos ojos azules.
—Sólo las niñas malas afeitan sus coños.
Su mirada era vidriosa, sexy, expectante.
—Entonces eso demuestra lo mala que soy. Sin duda debería ser castigada.
Nicholas tiró de sus piernas juntas, su pene completamente erecto,
extendiéndose a lo largo de su abdomen.
—Voy a tener que darte nalgadas, niñita traviesa. Inclínate sobre mis
rodillas.
Instantáneamente, encontró sus suaves curvas extendidas a través de sus
muslos, su redondo culo centrado sobre él mientras ella usaba el brazo del sillón
para soportar la parte superior de su cuerpo. Maldita sea, sólo sentir su calor contra
él envió otra caliente ráfaga de excitación a su pene.
—Tienes un culo bonito. —Dijo en voz baja, luego trajo la palma de su
mano con fuerza sobre un cachete.
Ella gritó, un sonido que él percibía como mitad dolor mitad placer, y el
ligero pinchazo de su palma se hizo eco a través de su brazo, a lo largo de su torso.
Él palmeó su culo de nuevo, duro, y esta vez su grito era definitivamente un
gemido caliente.
—Dime que eres mala. —Ordenó.
Cuando ella no respondió de inmediato, golpeó su culo de nuevo.
—Dime.
—Oh, azótame, Santa. —Susurró ella con una voz totalmente sexy. —He
sido una niña mala. Azótame duro.
Su polla se puso aún más rígida y él la recompensó con más excitantes
nalgadas a su hermoso culo, donde una marca roja había comenzado a aparecer a
la luz del fuego.
—Oooh, sí, ¡azótame! ¡Azótame!
Dios, ella estaba caliente. Tan jodidamente caliente que estaba tentado a
hundir sus dedos entre la raja de su culo, en su mojado coño, más que listo para
sentir la caliente humedad de su cálido y apretado pasaje, pero no, se suponía que
tenía que ser un castigo, después de todo, y ella sonaba como si estuviera teniendo
un tiempo demasiado bueno. Su coño tendría que esperar.
Después de unos cuantos lindos y fuertes golpes más a su delicioso culo, se
detuvo bruscamente.
—Levántate.
Cuando se paró frente a él de nuevo, sus ojos llameaban con un nuevo
fuego, una oscuridad que le decía que... oh, sí... ella estaba teniendo un momento
muy bueno siendo disciplinada.
Él señaló otro regalo, y ella se arrodilló al lado y comenzó a desenvolverlo,
luciendo tan ansiosa como un niño en la mañana de Navidad.
—Oh...— jadeó suavemente cuando vio las esposas de color rojo y la
máscara para dormir de satén rojo; o en este caso, una máscara de esclavitud.
Colocando la caja a un lado, se levantó de nuevo sobre sus talones y volvió su
mirada sobre él, como si esperara por su siguiente instrucción. Tuvo que reprimir
una sonrisa de satisfacción ante cuan profunda y fácilmente ella se dejaba llevar por
el juego.
—Pásame las esposas, pero primero gira tu espalda hacia mí e inclínate muy
lentamente para conseguirlas.
Ella giró lejos de él y se dobló por la cintura para tomar las esposas de color
rojo, dándole una vista deliciosa de la parte trasera de su rosado coño.
—Muy bonito, nena. —Murmuró, tomando las esposas de su mano
extendida. —Mantén tu culo hacia mí y pon tus manos detrás de tu espalda. —
Cerró las esposas alrededor de su muñeca... un chasquido, luego dos... con su
estomago contrayéndose con la excitación de someterla a la fuerza.
—Ahora ve a sentarte en el sofá.
Sus ojos adquirieron un brillo vidrioso y sus mejillas se ruborizaron de
rosada anticipación mientras se acomodaba en el sofá cercano, con la luz del fuego
salpicando su piel. Finalmente se levantó de su posición relajada en el sillón, tomó
la máscara roja y se dirigió hacia ella.
—Abre tus piernas.
Ella separó sus muslos a la orden y él dejo caer su mirada a su bonito coño.
Se veía tan mojada que tenía que estar empapando el almohadón del sofá con sus
jugos. Dio un paso entre sus rodillas y dijo:
—Ahora muévete un poco más cerca del borde.
Sentándose recta, avanzó hacia adelante hasta que él ordenó:
—Detente.
Su rostro estaba al nivel de su polla, a sólo unas pocas pulgadas de distancia.
Su mirada estaba clavada en su erección y se veía francamente hambrienta. Maldita
sea, en verdad era una chica mala. Él lo había esperado como el infierno, pero
nunca había creído realmente que ella estaría tan metida en este tipo de juegos
sexuales. Su hambre y la falta de miedo la volvían aún más caliente.
Le deslizó la máscara de satén sobre sus ojos, cubriéndolos por completo. Se
sentó muy quieta y tranquila, dándole una sexy mordida a sus labios. Le hubiera
gustado tener una cámara para poder fotografiarla así, entonces podría congelar la
visión y mantenerla para siempre; su perfecta sumisa, esperando a ver lo que iba a
exigir de ella.
—Abre tu bonita boca para mí, niña mala.
Ella abrió sus labios ampliamente, dejando su lengua tendida ligeramente
sobre su labio inferior, claramente a la espera de su polla. Él sonrió. Sucia, malvada
niñita.
—Hay algo que quiero que pruebes. —Dijo en voz baja. — ¿Estás lista?
Ella asintió, la boca todavía en perfecta posición para chupar.
Estirándose detrás de él a la mesa de café, agarró el grueso bastón de
caramelo que había colocado allí antes, deslizándolo lentamente en la lengua a la
espera. Bajo el satén rojo, las comisuras de los labios se levantaron en una pequeña
sonrisa mientras un sonido de diversión escapaba de su garganta.
Se inclinó a su lado, susurrando: —Chúpalo para mí.
A medida que sus labios se cerraron firmemente sobre la barra de dulce, su
polla se sacudió. Deslizó el bastón de caramelo profundo en su aceptante boca,
una, dos, tres veces, y cuando él lentamente lo hizo hacia atrás, ella golpeó su
lengua sobre la punta tan sensualmente que casi lo sintió en la punta de su erección.
Colocando el bastón de caramelo a un lado, Nicholas se estiró, acariciando pelo,
reposicionándose a sí mismo de manera que su pene quedo peligrosamente cerca de
los cielos de sus labios, teñidos de color rojo oscuro del dulce de menta a rayas.
Escuchó su propia respiración llegando más rápido a medida que envolvía el puño
alrededor de la base de su eje, empujando la cabeza ligeramente contra su boca.
Ella se abrió para él, pero él se apartó, lejos; castigándose tanto a sí mismo
como a ella.
Su sonrisa desapareció, ella gimió de frustración.
— ¿Quieres esto, nena? —Ronroneó. — ¿Deseas esta polla en tu boca?
—Mmm, sí.
Consideró burlarse de ella un poco más, haciendo más difícil su trabajo,
haciéndola rogar, pero no creía que su cuerpo pudiera soportarlo. Así que estabilizó
su erección a la altura de su cara, entonces la alivió dentro.
Su gemido de deleite mientras sus húmedos labios se cerraban alrededor de
él lo hizo temblar. Maldita sea, era buena. Él deslizó su polla suave y
profundamente en los recovecos de su caliente boca, viendo cuan tranquila se
mantuvo, tranquila pero decidida, inclinándose hacia adelante para tomar aún más
de lo que ofrecía. Él gimió y empujó más y más profundo aún, hasta que más de la
mitad de su erección estaba enterrada entre esos bonitos labios rojos.
Él contuvo su respiración ligeramente cuando una fresca y hormigueante
sensación se hizo eco a través de su erección, de la menta persistiendo en su boca,
supuso. Nunca había sentido nada igual y se agregó infinitamente al placer
ondulando a través de su cuerpo.
Su polla palpitaba como loca, y por unos segundos pensó que podría
explotar, pero luego ella dio marcha atrás, cayendo en un caliente ritmo,
tomándola, retrocediendo, tomándola, retrocediendo.
—Mmm, sí, nena. —Gruñó. —Justo así.
Sólo observarla proveía casi el mismo disfrute que su boca daba. Nunca
había visto a una mujer parecer tan voraz, sin embargo, tan sumisa, al mismo
tiempo. Sus largos y profundos embistes entre sus labios pronto se convirtieron en
una follada a su boca; suavemente, pero a fondo. Amaba su confianza; ella no
podía ver, no podía tocar, pero confiaba en que él no empujaría demasiado lejos,
que no le daría algo que no pudiera manejar.
—Chupas mi polla muy bien, nena. —Susurró sobre ella.
Nicholas podría haber jurado que su polla creció otra pulgada ante la vista de
(_Tn) en terciopelo rojo. Su cabello rubio miel caía en suaves ondas sobre los
hombros. Sus pechos exuberantes, hasta ahora sólo sombras del escote o
montículos ocultos bajo suéteres, estaban en orgullosa exhibición de sus areolas
sonrosadas, sus amplias curvas empujando alto sobre su pecho. Entre las rojas
correas del liguero, su caliente y desnudo coño brillaba para él. Nunca había
imaginado a (_Tn) como el tipo de chica que se afeita su vello púbico, sin embargo,
sólo un pequeño mechón de este se mantenía por encima de los desnudos labios de
su dulce coño.
Cada gramo de su cuerpo estaba súper-cargado con su aquiescencia... ahora
sólo esperaba que ella estuviera de acuerdo en todas sus peticiones. Había pasado el
último año con la chica equivocada, y cuando Lisa le había dicho que (_Tn) estaba
enamorada de él, se había sentido en un principio tonto como un tronco, pero con
la misma rapidez había sido golpeado con la sensación de que ella era la chica
adecuada. Por el momento, y durante mucho más tiempo, también. La natural
aceptación de su juego sensual reforzaba ese sentimiento.
Quería desesperadamente bajar el terciopelo rojo y chupar sus pezones,
quería chocar su polla contra su precioso coño rosa. Y sería muy fácil perder el
control a la vista misma de ella, pero tuvo que contenerse. Retenerse les traería a
ambos más placer al final, y Dios, cómo quería darle placer.
—Muy bonito. —Dijo, antes de señalar hacia otro regalo. —Ahora abre ese.
Observó con atención cuando ella se arrodilló al lado del árbol y arrancó el
papel de la siguiente caja, descubriendo un par de botas negras de cuero altas hasta
el muslo, con tacones de diez centímetros. Botas hechas para follar. A juzgar por el
ligero oleaje de sus pechos dentro de su confinamiento de terciopelo y la
instantánea anticipación llenando su mirada, a ella le gustaban. Miró el costado de
la caja, luego levantó los ojos hacia él.
— ¿Cómo sabías mi talla?
—De la misma manera en que Santa sabe qué regalarle a todos los niños y
niñas. Magia. —En realidad, había echado un vistazo en su bolsa cuando ella había
comprado un nuevo par de zapatos en su hora de almuerzo el sábado pasado.
Ella le ofreció una suave sonrisa.
— ¿Y ahora qué? —Su voz saliendo acalorada y entrecortada, su excitación
comenzando a construirse como él quería.
—Tráelas a mí— ordenó.
Tomando las botas altas de su mano, él puso una en el suelo delante de ella.
Curvando su mano calurosamente alrededor del nylon revistiendo su pantorrilla, la
ayudó a aliviar su pie hacia abajo en el suave cuero negro. Con movimientos
cuidadosos, apretó los cordones, pulgada a pulgada, enlazando la bota bien
ajustada a su tobillo, pantorrilla, muslo. Atando un lazo en la parte superior, bajó
su boca hasta su muslo, entregando un suave mordisco justo al lado de la liga. Ella
dejó escapar un ligero gemido que viajó directamente a su polla.
Le ató la otra bota de la misma lenta manera, consciente de que ella
observaba todos sus movimientos, sentía cada toque mientras ataba el cuero.
Cuando terminó, levantó la mirada hacia su rostro.
—Camina hasta la chimenea. Deja que te vea.
Mientras paseaba por la habitación, las apretadas y altas botas hacían que
sus piernas bien formadas lucieran de una milla de largo. Puede que fuera la víspera
de Navidad, pero ella chisporroteaba más caliente que el cuatro de julio.
Pausándose ante la chimenea para dejar que él la estudiara desde atrás, ella agitó su
desnudo culo levemente, luego se volvió y regresó, moviendo sus caderas, sus ojos
llenos de inconfundible calor. Se detuvo justo delante de él y estudió la curva de su
coño, así como el rosado clítoris sobresaliendo, a la espera de atención. Atención,
sin embargo, que no obtendría por un tiempo, de acuerdo a su plan de excitación
lenta pero intensa.
Aun así, se acercó, incapaz de resistir ahuecar gentilmente el desnudo
montículo en su palma. Ella se estremeció cuando él pasó sus dedos sobre la piel
ultra suave. Apartó su mano y miró hacia arriba a sus cristalinos ojos azules.
—Sólo las niñas malas afeitan sus coños.
Su mirada era vidriosa, sexy, expectante.
—Entonces eso demuestra lo mala que soy. Sin duda debería ser castigada.
Nicholas tiró de sus piernas juntas, su pene completamente erecto,
extendiéndose a lo largo de su abdomen.
—Voy a tener que darte nalgadas, niñita traviesa. Inclínate sobre mis
rodillas.
Instantáneamente, encontró sus suaves curvas extendidas a través de sus
muslos, su redondo culo centrado sobre él mientras ella usaba el brazo del sillón
para soportar la parte superior de su cuerpo. Maldita sea, sólo sentir su calor contra
él envió otra caliente ráfaga de excitación a su pene.
—Tienes un culo bonito. —Dijo en voz baja, luego trajo la palma de su
mano con fuerza sobre un cachete.
Ella gritó, un sonido que él percibía como mitad dolor mitad placer, y el
ligero pinchazo de su palma se hizo eco a través de su brazo, a lo largo de su torso.
Él palmeó su culo de nuevo, duro, y esta vez su grito era definitivamente un
gemido caliente.
—Dime que eres mala. —Ordenó.
Cuando ella no respondió de inmediato, golpeó su culo de nuevo.
—Dime.
—Oh, azótame, Santa. —Susurró ella con una voz totalmente sexy. —He
sido una niña mala. Azótame duro.
Su polla se puso aún más rígida y él la recompensó con más excitantes
nalgadas a su hermoso culo, donde una marca roja había comenzado a aparecer a
la luz del fuego.
—Oooh, sí, ¡azótame! ¡Azótame!
Dios, ella estaba caliente. Tan jodidamente caliente que estaba tentado a
hundir sus dedos entre la raja de su culo, en su mojado coño, más que listo para
sentir la caliente humedad de su cálido y apretado pasaje, pero no, se suponía que
tenía que ser un castigo, después de todo, y ella sonaba como si estuviera teniendo
un tiempo demasiado bueno. Su coño tendría que esperar.
Después de unos cuantos lindos y fuertes golpes más a su delicioso culo, se
detuvo bruscamente.
—Levántate.
Cuando se paró frente a él de nuevo, sus ojos llameaban con un nuevo
fuego, una oscuridad que le decía que... oh, sí... ella estaba teniendo un momento
muy bueno siendo disciplinada.
Él señaló otro regalo, y ella se arrodilló al lado y comenzó a desenvolverlo,
luciendo tan ansiosa como un niño en la mañana de Navidad.
—Oh...— jadeó suavemente cuando vio las esposas de color rojo y la
máscara para dormir de satén rojo; o en este caso, una máscara de esclavitud.
Colocando la caja a un lado, se levantó de nuevo sobre sus talones y volvió su
mirada sobre él, como si esperara por su siguiente instrucción. Tuvo que reprimir
una sonrisa de satisfacción ante cuan profunda y fácilmente ella se dejaba llevar por
el juego.
—Pásame las esposas, pero primero gira tu espalda hacia mí e inclínate muy
lentamente para conseguirlas.
Ella giró lejos de él y se dobló por la cintura para tomar las esposas de color
rojo, dándole una vista deliciosa de la parte trasera de su rosado coño.
—Muy bonito, nena. —Murmuró, tomando las esposas de su mano
extendida. —Mantén tu culo hacia mí y pon tus manos detrás de tu espalda. —
Cerró las esposas alrededor de su muñeca... un chasquido, luego dos... con su
estomago contrayéndose con la excitación de someterla a la fuerza.
—Ahora ve a sentarte en el sofá.
Sus ojos adquirieron un brillo vidrioso y sus mejillas se ruborizaron de
rosada anticipación mientras se acomodaba en el sofá cercano, con la luz del fuego
salpicando su piel. Finalmente se levantó de su posición relajada en el sillón, tomó
la máscara roja y se dirigió hacia ella.
—Abre tus piernas.
Ella separó sus muslos a la orden y él dejo caer su mirada a su bonito coño.
Se veía tan mojada que tenía que estar empapando el almohadón del sofá con sus
jugos. Dio un paso entre sus rodillas y dijo:
—Ahora muévete un poco más cerca del borde.
Sentándose recta, avanzó hacia adelante hasta que él ordenó:
—Detente.
Su rostro estaba al nivel de su polla, a sólo unas pocas pulgadas de distancia.
Su mirada estaba clavada en su erección y se veía francamente hambrienta. Maldita
sea, en verdad era una chica mala. Él lo había esperado como el infierno, pero
nunca había creído realmente que ella estaría tan metida en este tipo de juegos
sexuales. Su hambre y la falta de miedo la volvían aún más caliente.
Le deslizó la máscara de satén sobre sus ojos, cubriéndolos por completo. Se
sentó muy quieta y tranquila, dándole una sexy mordida a sus labios. Le hubiera
gustado tener una cámara para poder fotografiarla así, entonces podría congelar la
visión y mantenerla para siempre; su perfecta sumisa, esperando a ver lo que iba a
exigir de ella.
—Abre tu bonita boca para mí, niña mala.
Ella abrió sus labios ampliamente, dejando su lengua tendida ligeramente
sobre su labio inferior, claramente a la espera de su polla. Él sonrió. Sucia, malvada
niñita.
—Hay algo que quiero que pruebes. —Dijo en voz baja. — ¿Estás lista?
Ella asintió, la boca todavía en perfecta posición para chupar.
Estirándose detrás de él a la mesa de café, agarró el grueso bastón de
caramelo que había colocado allí antes, deslizándolo lentamente en la lengua a la
espera. Bajo el satén rojo, las comisuras de los labios se levantaron en una pequeña
sonrisa mientras un sonido de diversión escapaba de su garganta.
Se inclinó a su lado, susurrando: —Chúpalo para mí.
A medida que sus labios se cerraron firmemente sobre la barra de dulce, su
polla se sacudió. Deslizó el bastón de caramelo profundo en su aceptante boca,
una, dos, tres veces, y cuando él lentamente lo hizo hacia atrás, ella golpeó su
lengua sobre la punta tan sensualmente que casi lo sintió en la punta de su erección.
Colocando el bastón de caramelo a un lado, Nicholas se estiró, acariciando pelo,
reposicionándose a sí mismo de manera que su pene quedo peligrosamente cerca de
los cielos de sus labios, teñidos de color rojo oscuro del dulce de menta a rayas.
Escuchó su propia respiración llegando más rápido a medida que envolvía el puño
alrededor de la base de su eje, empujando la cabeza ligeramente contra su boca.
Ella se abrió para él, pero él se apartó, lejos; castigándose tanto a sí mismo
como a ella.
Su sonrisa desapareció, ella gimió de frustración.
— ¿Quieres esto, nena? —Ronroneó. — ¿Deseas esta polla en tu boca?
—Mmm, sí.
Consideró burlarse de ella un poco más, haciendo más difícil su trabajo,
haciéndola rogar, pero no creía que su cuerpo pudiera soportarlo. Así que estabilizó
su erección a la altura de su cara, entonces la alivió dentro.
Su gemido de deleite mientras sus húmedos labios se cerraban alrededor de
él lo hizo temblar. Maldita sea, era buena. Él deslizó su polla suave y
profundamente en los recovecos de su caliente boca, viendo cuan tranquila se
mantuvo, tranquila pero decidida, inclinándose hacia adelante para tomar aún más
de lo que ofrecía. Él gimió y empujó más y más profundo aún, hasta que más de la
mitad de su erección estaba enterrada entre esos bonitos labios rojos.
Él contuvo su respiración ligeramente cuando una fresca y hormigueante
sensación se hizo eco a través de su erección, de la menta persistiendo en su boca,
supuso. Nunca había sentido nada igual y se agregó infinitamente al placer
ondulando a través de su cuerpo.
Su polla palpitaba como loca, y por unos segundos pensó que podría
explotar, pero luego ella dio marcha atrás, cayendo en un caliente ritmo,
tomándola, retrocediendo, tomándola, retrocediendo.
—Mmm, sí, nena. —Gruñó. —Justo así.
Sólo observarla proveía casi el mismo disfrute que su boca daba. Nunca
había visto a una mujer parecer tan voraz, sin embargo, tan sumisa, al mismo
tiempo. Sus largos y profundos embistes entre sus labios pronto se convirtieron en
una follada a su boca; suavemente, pero a fondo. Amaba su confianza; ella no
podía ver, no podía tocar, pero confiaba en que él no empujaría demasiado lejos,
que no le daría algo que no pudiera manejar.
—Chupas mi polla muy bien, nena. —Susurró sobre ella.
:twisted: genial no creen chias
quedo en una parte interesante y que deja mucho en q fantasear :twisted:
ojala y les alla gustado este capitulo
ya falta poco para q termine chicas y beuno nada gracias x sus comentarios :P
ElitzJb
Re: Ardiente Para Santa Nick Jonas y Tu. (TERMINADA)
SIN COMENTARIOOOSS!!!!!...
SI BUENO UNO O DOS!!!!
AAAII CIELOOSSS QUIEN DIRIA QUE ESE SANTA ERA UN GOLOSOOO!!!???
JAJAJA SIGUELA PORFIISS
SI BUENO UNO O DOS!!!!
AAAII CIELOOSSS QUIEN DIRIA QUE ESE SANTA ERA UN GOLOSOOO!!!???
JAJAJA SIGUELA PORFIISS
chelis
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