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Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
Capítulo 3.
Abrí los ojos y me encontré con la oscuridad de la noche, pero algo más.
Un cuerpo sobre mi, encargado de deborar la piel de mi escote, casi llegando a la loma de mis pechos. Me moví y me apoyé en mis codos. Provoqué que dejara de hacer lo que estaba haciendo. Su rostro se levantó y con sus ojos cerrados, se colocó a la altura de mi rostro.
—No tienes idea de cuanto te deseo…— volvió a acercarse e intentó capturar mis labios, pero lo aparté bruscamente de mí.
—¡¿Qué haces, estúpido?! —había quedado recostado sobre mi cama, e intentó levantarse para acercarse a mí, nuevamente.
—Por favor, necesito que me perdones —tomó mi mejilla y lo aparté.
—¡Estas borracho, Joseph! ¡Salí YA de mi cama! ¡Vete de aquí! —lo empujé, casi tirándolo del colchón.
Comenzó a caminar cuando se vió forzado. Llegó a la puerta y lo dejé ahí para ir a buscarle su almohada y su sábana. Sentí unas manos en mi cadera y aparecía un leve peso en mi hombro derecho. Giré mi cabeza, mirándolo incrédula. Arrastró su nariz por mi piel llegando al costado de mi cuello, respirando mi aroma. Cuando exhaló el aire, un escalofrío me inundó y el odio fue hacia mí misma.
—¿Me perdonas… cierto? —aún seguía el tono ido en su voz.
—Te perdono si sales de mi vista. ¡Vete! —me volteé bruscamente, y coloqué lo que tenía en mis manos en su pecho, y comencé a empujarlo nuevamente.
Logré que saliera de la habitación y cerré la puerta en su cara, antes de que pudiera volver a hacer algo. Apoyé mi espalda contra ésta, aún sorprendida por todo lo que había pasado.
¿Por qué me pedía que lo perdonara? Eso era demasiado raro, jamás había hecho algo parecido conmigo. Si podía odiarme más, o insultarme de cualquier manera, lo hubiera hecho.
Estaba borracho, eso era todo, por la mañana volvería a odiarme como siempre.
Cuando caminé hacia mi cama para poder seguir descansando, me tropecé con algo en mis pies, pisandolo y rozandome con algo que parecia suave y frío. A tientas encontré el pequeño interruptor que encendía mi luz de noche y cuando la oscuridad se desvaneció, encontré ante mis ojos una rosa roja tirada en la áspera alfombra del cuarto que ambos compartíamos.
Recordé el momento en el que Joe intentaba despertarme, mientras me rozaba el brazo con algo suave. En ese momento, mi mente se asombro al descubrir que él me había llevado una rosa, que con mi disturbio y enojo, había provocado que terminara en el piso.
Yo amaba las rosas y más las de ese color, él lo sabía.
Aún algo estupefacta ante aquella acción, tomé la flor entre mis dedos y delicadamente la guardé dentro de un cuaderno, con mis anotaciones especiales e íntimas, que permanecía debajo de mi almohada días y noches.
La coloqué justo en una página donde había escrito hacía muchos años atrás, algo muy especial que solo yo sabía.
***
La alarma de mi celular comenzó a sonar y cuando vi la pantalla, me di cuenta que solo tenía una hora para prepararme e ir a la sesión de fotos de la cual debía encargarme.
Rápidamente, corrí hacia el baño para tomar una ducha. Luego de eso, rodeada con mi toalla, me dirigí hacia el living para verificar si Joe seguía durmiendo. Sorpresivamente, él no se encontraba allí, ni en ninguna parte del departamento. Eso había llamado mi atención, pero aprovechando que no se encontraba, me moví con más libertad, sin tener que preocuparme de enfrentarlo por lo que había pasado por la noche anterior.
Me vestí adecuadamente, con mis pantalones negros, una camisa blanca con algo de escote y mis hermosos zapatos de taco. Tomé mi gran cartera con los folletos que me habían mandado. Salí prácticamente corriendo del departamento, sin tomar desayuno alguno. Tenía en mente alimentarme con mi amigo, en algún restaurante de por allí cerca. Primero, debía llegar a mi destino para que no se desencadenara ningún problema.
—¿Cómo está la mejor fotógrafa? —escucharlo me hizo sonreír, era otro que podía sacarme una sonrisa aunque estuviera de mala gana.
—¡Chris! Muy bien, ¿y tú? —le ofrecí un abrazo como saludo, el cuál respondió.
—Muy bien. DEMASIADO —hizo demasiada énfasis a esa palabra, lo que causó que lo mirara con una ceja levantada.
—¿Por qué tan feliz, cariño? —comenzamos a caminar en dirección donde se llevaría a cabo la sesión de fotos.
Iban a promocionar un perfume de hombre para verano, así que todos optamos porque sería más sexy que hubiera un hombre completamente mojado, publicando un perfume. ¿Quién no miraría una promoción de ese tipo?
—No tienes idea al modelo que trajeron para las fotos. Es un bombón —si bien era hombre, en realidad, le gustaban los de su mismo género.
—¿En serio? Wow, quiero verlo ya —terminé de anunciar cuando llegábamos a unos jardines, dónde habían armado todo el set para que pudiéramos sacar las fotos.
—Allí está… —me lo señaló y aquél hombre se encontraba de espalda. Pude admirar solo su parte de atrás.
Su espalda era simplemente perfecta, y digna de ser envidiada por cualquier hombre. Se podía ver que se dedicaba a hacer ejercicio, todos los músculos de su espalda estaban muy bien contorneados.
Pero luego y, lamentablemente, se volteó.
—Ay no… esto solo me puede pasar a mí —me quejé, no creyendo lo que habían visto mis ojos a tan solo unos metros de mí.
—¿Qué sucede? Es perfecto para las fotos, no es profesional, pero tiene un cuerpo perfecto. Y según me enteré, quiere ganarse la vida en algo —chismeó Chris, susurrando la última parte.
¿Sería que buscaba ganarse la vida de algo, y abandonar mi departamento, dejándome en paz de una vez por todas?
—Es Joseph, Chris. Del que me quejo todos los días —bufé.
—Oh… entiendo. Creo que va a ser un día largo… —pensó por un segundo y luego me miró, colocando una mano suya en mi hombro— ¡Para ti! Yo voy a disfrutar la vista, mientras le alcanzo toda la vestimenta que debe usar —se fue casi trotando, muy feliz de la vida.
—¡_____! Finalmente te encuentro. Necesito que empieces a prepararte para empezar a sacar las fotos, ya mandamos al modelo a cambiarse —la productora de las sesiones de fotos se había acercado. Corrí mi vista de ella para mirar donde antes se encontraba Joe, y vi como era guiado por Chris hacia los camerinos portátiles, que solo usábamos cuando estábamos al aire libre.
—De acuerdo, Liz. Estoy yendo —besé la mejilla de la productora, que además, era mi mejor amiga.
Necesitaba muchas veces de una compañera femenina, más allá de que me llevara mucho mejor con los hombres. Bueno, con casi todos.
Muy a mi pesar, tuve que dirigirme hacia donde se encontraba la pileta. Me detuve solo un poco antes del borde, para comenzar a arreglar la cámara que debía usar, con los diferentes lentes.
Cuando mi cámara estuvo completamente lista, Chris se detuvo a mi lado, anunciándome que todo estaba listo. Levanté mi mirada y fue ahí cuando la suya enfoco mis ojos, y él se sorprendió al verme.
Por lo menos, no sabía que yo trabajaba ahí, y se había llevado una sorpresa. Había tenido la mínima sospecha de que su presencia allí simplemente era una mala broma de su parte, como para arruinarme otro día de mi vida. Era triste pensarlo, pero en ese momento, podía pensar cualquier cosa de Joe.
—Bien… —respiré profundo— ¿Ya están todos listos? —dije, con tono autoritario. Todos asintieron y miré a mi costado donde se encontraban los folletos que me indicaban como se quería que trabajara. Todo diseñado, al gusto del creador del perfume.
Comencé a odiar que justamente a mí, me hubieran elegido para encargarme de esas fotos. ¿Por qué a mí y no otra? Yo sabía la respuesta. Si mi amiga no hubiera sido la productora de todo eso, y no le hubiera hablado tan bien de mí al responsable del perfume, no hubiera estado allí. Aquello no tenía nada de malo, considerando la buena propaganda que tendría. Pero había algo más, la realidad era que tenía un karma, y se llamaba Joseph. Tal vez, todo hubiera sido mejor si no lo hubieran elegido a él, como el modelo de las fotos. Aunque lo bueno de aquella decisión, era el dinero que le pagarían y por fin él iba a alejarse de mi departamento y yo podría disfrutarlo, como había planeado desde un principio.
—Joseph… —respiré profundo antes de pedir lo que, lamentablemente, debía pedir. Joe me miraba expectante, todavía un tanto sorprendido.
Quería sonreír ante sus gestos, me sentía alegre de poder decirle qué hacer, y que él tuviera que obedecerme sin chistar. Era algo que había querido hacer hacía mucho tiempo. Pero trataba de mantenerme seria y poder realizar mi trabajo, con éxito.
—Necesito que te metas dentro de la pileta —le indiqué. Me volteé hacia el personal, que se encontraba a mi espalda— ¿Dónde esta el perfume de utilería? — un hombre salió corriendo, en busca de lo que había pedido.
—¿Quieres… que me vaya acomodando? —lo escuché argumentar a Joe, que se había acercado a un metro de mí. Sonreí.
—Si, por favor —caminé un poco alredor de la pileta—. Sería bueno que primero te mojes todo el cuerpo y luego te coloques en esa esquina. Trata de estar lo más mojado posible, sobre todo en el rostro y el pelo —le ofrecí una última sonrisa y él asintió en respuesta. Su rostro no me decía nada.
Luego de que pude observar que se encontraba posicionado en el lugar que le había indicado, indiqué al personal que colocara el perfume de utilería, en una pequeña mesa especial para el agua. Posicionada unos metros delante de Joe, para que hiciera contraste y se notaran las distancias. La pequeña mesa también se encontraba algo mojada y detrás, Joe había quedado en perfectas condiciones. El agua hacía un increíble juego con su cuerpo y pelo.
Tomé una foto de prueba y él se sorprendió ante el flash que emitió la cámara.
—Trata de estar relajado… —le sonreí con suficiencia— Necesito que mires con sensualidad hacia la cámara, pero que no sea de manera brusca, sino algo delicado —lo observé, para luego, colocarme detrás de la cámara para comenzar a regular el lente. Al encontrar el punto justo, me encontré con el rostro de Joe, completamente en el estado sensual que le había pedido. Era digno de esos pedidos, él sabía como hacerlo—. Perfecto.
Tomé un par de fotos más en aquella pose y comencé a indicarle distintas formas nuevas para que se colocase ante mí. Tenía que admitir que yo, por mi parte, lo estaba disfrutando mucho. Al momento de pedirle que se sacara la remera y nadara un poco para que lo filmaran, esperaba ansiosa a sus acciones y observar como se contraían sus músculos ante cada movimiento.
Debía aceptarlo, era mujer, tenía hormonas y Joe era el hombre perfecto con el cual una podía derretirse. Era una oportunidad única, considerando que jamás lo vería de esa forma de nuevo, mucho menos le pediría que lo hiciera para mí, intencionalmente. Podía sacarme el gusto en ese momento, luego seguir con mi vida y la conciencia muy tranquila. Totalmente satisfecha.
Holaa Chicas Como Estan? Perdón Por Subir tarde, pero Acá tienen Cap ^^ espero que les guste, y que hayan Pasado una hermosa Navidad en Familia! :) Las Quiero Mucho, disfruten del Cap
Abrí los ojos y me encontré con la oscuridad de la noche, pero algo más.
Un cuerpo sobre mi, encargado de deborar la piel de mi escote, casi llegando a la loma de mis pechos. Me moví y me apoyé en mis codos. Provoqué que dejara de hacer lo que estaba haciendo. Su rostro se levantó y con sus ojos cerrados, se colocó a la altura de mi rostro.
—No tienes idea de cuanto te deseo…— volvió a acercarse e intentó capturar mis labios, pero lo aparté bruscamente de mí.
—¡¿Qué haces, estúpido?! —había quedado recostado sobre mi cama, e intentó levantarse para acercarse a mí, nuevamente.
—Por favor, necesito que me perdones —tomó mi mejilla y lo aparté.
—¡Estas borracho, Joseph! ¡Salí YA de mi cama! ¡Vete de aquí! —lo empujé, casi tirándolo del colchón.
Comenzó a caminar cuando se vió forzado. Llegó a la puerta y lo dejé ahí para ir a buscarle su almohada y su sábana. Sentí unas manos en mi cadera y aparecía un leve peso en mi hombro derecho. Giré mi cabeza, mirándolo incrédula. Arrastró su nariz por mi piel llegando al costado de mi cuello, respirando mi aroma. Cuando exhaló el aire, un escalofrío me inundó y el odio fue hacia mí misma.
—¿Me perdonas… cierto? —aún seguía el tono ido en su voz.
—Te perdono si sales de mi vista. ¡Vete! —me volteé bruscamente, y coloqué lo que tenía en mis manos en su pecho, y comencé a empujarlo nuevamente.
Logré que saliera de la habitación y cerré la puerta en su cara, antes de que pudiera volver a hacer algo. Apoyé mi espalda contra ésta, aún sorprendida por todo lo que había pasado.
¿Por qué me pedía que lo perdonara? Eso era demasiado raro, jamás había hecho algo parecido conmigo. Si podía odiarme más, o insultarme de cualquier manera, lo hubiera hecho.
Estaba borracho, eso era todo, por la mañana volvería a odiarme como siempre.
Cuando caminé hacia mi cama para poder seguir descansando, me tropecé con algo en mis pies, pisandolo y rozandome con algo que parecia suave y frío. A tientas encontré el pequeño interruptor que encendía mi luz de noche y cuando la oscuridad se desvaneció, encontré ante mis ojos una rosa roja tirada en la áspera alfombra del cuarto que ambos compartíamos.
Recordé el momento en el que Joe intentaba despertarme, mientras me rozaba el brazo con algo suave. En ese momento, mi mente se asombro al descubrir que él me había llevado una rosa, que con mi disturbio y enojo, había provocado que terminara en el piso.
Yo amaba las rosas y más las de ese color, él lo sabía.
Aún algo estupefacta ante aquella acción, tomé la flor entre mis dedos y delicadamente la guardé dentro de un cuaderno, con mis anotaciones especiales e íntimas, que permanecía debajo de mi almohada días y noches.
La coloqué justo en una página donde había escrito hacía muchos años atrás, algo muy especial que solo yo sabía.
***
La alarma de mi celular comenzó a sonar y cuando vi la pantalla, me di cuenta que solo tenía una hora para prepararme e ir a la sesión de fotos de la cual debía encargarme.
Rápidamente, corrí hacia el baño para tomar una ducha. Luego de eso, rodeada con mi toalla, me dirigí hacia el living para verificar si Joe seguía durmiendo. Sorpresivamente, él no se encontraba allí, ni en ninguna parte del departamento. Eso había llamado mi atención, pero aprovechando que no se encontraba, me moví con más libertad, sin tener que preocuparme de enfrentarlo por lo que había pasado por la noche anterior.
Me vestí adecuadamente, con mis pantalones negros, una camisa blanca con algo de escote y mis hermosos zapatos de taco. Tomé mi gran cartera con los folletos que me habían mandado. Salí prácticamente corriendo del departamento, sin tomar desayuno alguno. Tenía en mente alimentarme con mi amigo, en algún restaurante de por allí cerca. Primero, debía llegar a mi destino para que no se desencadenara ningún problema.
—¿Cómo está la mejor fotógrafa? —escucharlo me hizo sonreír, era otro que podía sacarme una sonrisa aunque estuviera de mala gana.
—¡Chris! Muy bien, ¿y tú? —le ofrecí un abrazo como saludo, el cuál respondió.
—Muy bien. DEMASIADO —hizo demasiada énfasis a esa palabra, lo que causó que lo mirara con una ceja levantada.
—¿Por qué tan feliz, cariño? —comenzamos a caminar en dirección donde se llevaría a cabo la sesión de fotos.
Iban a promocionar un perfume de hombre para verano, así que todos optamos porque sería más sexy que hubiera un hombre completamente mojado, publicando un perfume. ¿Quién no miraría una promoción de ese tipo?
—No tienes idea al modelo que trajeron para las fotos. Es un bombón —si bien era hombre, en realidad, le gustaban los de su mismo género.
—¿En serio? Wow, quiero verlo ya —terminé de anunciar cuando llegábamos a unos jardines, dónde habían armado todo el set para que pudiéramos sacar las fotos.
—Allí está… —me lo señaló y aquél hombre se encontraba de espalda. Pude admirar solo su parte de atrás.
Su espalda era simplemente perfecta, y digna de ser envidiada por cualquier hombre. Se podía ver que se dedicaba a hacer ejercicio, todos los músculos de su espalda estaban muy bien contorneados.
Pero luego y, lamentablemente, se volteó.
—Ay no… esto solo me puede pasar a mí —me quejé, no creyendo lo que habían visto mis ojos a tan solo unos metros de mí.
—¿Qué sucede? Es perfecto para las fotos, no es profesional, pero tiene un cuerpo perfecto. Y según me enteré, quiere ganarse la vida en algo —chismeó Chris, susurrando la última parte.
¿Sería que buscaba ganarse la vida de algo, y abandonar mi departamento, dejándome en paz de una vez por todas?
—Es Joseph, Chris. Del que me quejo todos los días —bufé.
—Oh… entiendo. Creo que va a ser un día largo… —pensó por un segundo y luego me miró, colocando una mano suya en mi hombro— ¡Para ti! Yo voy a disfrutar la vista, mientras le alcanzo toda la vestimenta que debe usar —se fue casi trotando, muy feliz de la vida.
—¡_____! Finalmente te encuentro. Necesito que empieces a prepararte para empezar a sacar las fotos, ya mandamos al modelo a cambiarse —la productora de las sesiones de fotos se había acercado. Corrí mi vista de ella para mirar donde antes se encontraba Joe, y vi como era guiado por Chris hacia los camerinos portátiles, que solo usábamos cuando estábamos al aire libre.
—De acuerdo, Liz. Estoy yendo —besé la mejilla de la productora, que además, era mi mejor amiga.
Necesitaba muchas veces de una compañera femenina, más allá de que me llevara mucho mejor con los hombres. Bueno, con casi todos.
Muy a mi pesar, tuve que dirigirme hacia donde se encontraba la pileta. Me detuve solo un poco antes del borde, para comenzar a arreglar la cámara que debía usar, con los diferentes lentes.
Cuando mi cámara estuvo completamente lista, Chris se detuvo a mi lado, anunciándome que todo estaba listo. Levanté mi mirada y fue ahí cuando la suya enfoco mis ojos, y él se sorprendió al verme.
Por lo menos, no sabía que yo trabajaba ahí, y se había llevado una sorpresa. Había tenido la mínima sospecha de que su presencia allí simplemente era una mala broma de su parte, como para arruinarme otro día de mi vida. Era triste pensarlo, pero en ese momento, podía pensar cualquier cosa de Joe.
—Bien… —respiré profundo— ¿Ya están todos listos? —dije, con tono autoritario. Todos asintieron y miré a mi costado donde se encontraban los folletos que me indicaban como se quería que trabajara. Todo diseñado, al gusto del creador del perfume.
Comencé a odiar que justamente a mí, me hubieran elegido para encargarme de esas fotos. ¿Por qué a mí y no otra? Yo sabía la respuesta. Si mi amiga no hubiera sido la productora de todo eso, y no le hubiera hablado tan bien de mí al responsable del perfume, no hubiera estado allí. Aquello no tenía nada de malo, considerando la buena propaganda que tendría. Pero había algo más, la realidad era que tenía un karma, y se llamaba Joseph. Tal vez, todo hubiera sido mejor si no lo hubieran elegido a él, como el modelo de las fotos. Aunque lo bueno de aquella decisión, era el dinero que le pagarían y por fin él iba a alejarse de mi departamento y yo podría disfrutarlo, como había planeado desde un principio.
—Joseph… —respiré profundo antes de pedir lo que, lamentablemente, debía pedir. Joe me miraba expectante, todavía un tanto sorprendido.
Quería sonreír ante sus gestos, me sentía alegre de poder decirle qué hacer, y que él tuviera que obedecerme sin chistar. Era algo que había querido hacer hacía mucho tiempo. Pero trataba de mantenerme seria y poder realizar mi trabajo, con éxito.
—Necesito que te metas dentro de la pileta —le indiqué. Me volteé hacia el personal, que se encontraba a mi espalda— ¿Dónde esta el perfume de utilería? — un hombre salió corriendo, en busca de lo que había pedido.
—¿Quieres… que me vaya acomodando? —lo escuché argumentar a Joe, que se había acercado a un metro de mí. Sonreí.
—Si, por favor —caminé un poco alredor de la pileta—. Sería bueno que primero te mojes todo el cuerpo y luego te coloques en esa esquina. Trata de estar lo más mojado posible, sobre todo en el rostro y el pelo —le ofrecí una última sonrisa y él asintió en respuesta. Su rostro no me decía nada.
Luego de que pude observar que se encontraba posicionado en el lugar que le había indicado, indiqué al personal que colocara el perfume de utilería, en una pequeña mesa especial para el agua. Posicionada unos metros delante de Joe, para que hiciera contraste y se notaran las distancias. La pequeña mesa también se encontraba algo mojada y detrás, Joe había quedado en perfectas condiciones. El agua hacía un increíble juego con su cuerpo y pelo.
Tomé una foto de prueba y él se sorprendió ante el flash que emitió la cámara.
—Trata de estar relajado… —le sonreí con suficiencia— Necesito que mires con sensualidad hacia la cámara, pero que no sea de manera brusca, sino algo delicado —lo observé, para luego, colocarme detrás de la cámara para comenzar a regular el lente. Al encontrar el punto justo, me encontré con el rostro de Joe, completamente en el estado sensual que le había pedido. Era digno de esos pedidos, él sabía como hacerlo—. Perfecto.
Tomé un par de fotos más en aquella pose y comencé a indicarle distintas formas nuevas para que se colocase ante mí. Tenía que admitir que yo, por mi parte, lo estaba disfrutando mucho. Al momento de pedirle que se sacara la remera y nadara un poco para que lo filmaran, esperaba ansiosa a sus acciones y observar como se contraían sus músculos ante cada movimiento.
Debía aceptarlo, era mujer, tenía hormonas y Joe era el hombre perfecto con el cual una podía derretirse. Era una oportunidad única, considerando que jamás lo vería de esa forma de nuevo, mucho menos le pediría que lo hiciera para mí, intencionalmente. Podía sacarme el gusto en ese momento, luego seguir con mi vida y la conciencia muy tranquila. Totalmente satisfecha.
Holaa Chicas Como Estan? Perdón Por Subir tarde, pero Acá tienen Cap ^^ espero que les guste, y que hayan Pasado una hermosa Navidad en Familia! :) Las Quiero Mucho, disfruten del Cap
Invitado
Invitado
Re: Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHH!!!
SIGO DICIENDO QUE JOE ESTA ENAMORADO DE ___!!!!!
PERO TIENE MIEDO A DECIRCELOOOO!!!!
Y ESTA CELOSO DE NICK!!!
AAAAIII!!!!
QUIEN NO TIRARIA BABA CON ESE CUERPAZO DE JOEEEE!!!!????
SIGO DICIENDO QUE JOE ESTA ENAMORADO DE ___!!!!!
PERO TIENE MIEDO A DECIRCELOOOO!!!!
Y ESTA CELOSO DE NICK!!!
AAAAIII!!!!
QUIEN NO TIRARIA BABA CON ESE CUERPAZO DE JOEEEE!!!!????
chelis
Re: Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
Capítulo 4.
—Yo también muero de hambre —acordé con Chris, quién me había confesado lo que cruzaba también por mi mente.
—Estaba pensando en ir a buscar unos cafés y tostados, esos de lo que te gustan a ti… ¿Qué te parece? —se sentó a mi lado, en su escritorio.
Yo estaba muy concentrada, mirando cada una de las fotos que le había sacado a Joe. En todas me resultaba muy sexy, no podía decidirme cuál usar para la portada oficial.
—Ajam… —susurré, débilmente.
—¿Y eso qué significa? —preguntó, avanlazándose sobre su escritorio para mirarme fijamente. No estaba prestándole atención, esa era la verdad. Necesitaba encontrar alguna diferencia en las fotos, que hiciera que una fuera menos atractiva de la otra, para ir descartando. Pero cada vez se me hacía más difícil— ¡______!
—¡¿Qué?! —pregunté sobresaltada, ante su grito repentino.
—Deja de babearte, es tu compañero de vivienda. Pueden acusarte de violación.
—¿De qué hablas? —levanté una ceja, confundida.
—Estas ardiendo de solo mirar las fotitos de Joe, no quiero imaginar cuando lo miras semi desnudo al salir de la ducha. Imagino que camina de esa forma por el departamento, ¿no? —se echó hacia atrás, un tanto pensantivo— Creo que voy a ir a visitarte más seguido —se relamió y sonreí.
—Cuando quieras, aparécete. No soporto estar mucho tiempo conviviendo con él.
—Pero te mueres por tocarlo, ¿cierto?
—¡Jamás! —lo miré incrédula.
—No te creo… —me miró con el ceño fruncido, tratando de leer mis facciones.
—¿Por qué no vas a comprar la comida? Muero de hambre —le recordé, remarcando las últimas palabras.
—Bien, si no quieres hablar del tema, no hablaremos. Dime cuando estés preparada… —me guiñó el ojo y sonriendo salió caminando de nuestra oficina a cumplir mi antojo.
Estaba totalmente atareada con el trabajo de las fotos y la difícil decisión de no saber cuál elegir porque todas me gustaban y cada vez me agradaban mucho más. Si las miraba más de dos veces seguidas, empezaba a optar por usarlas todas y la verdad era, que no tenía esa opción. Podía elegir dos, para poder hacer anuncios de una sola propaganda, para emitir dos puntos de vista del perfume. Pero entre tantas, me sentía mareada, algo que no solía sucederme considerando que era muy neutral en mis opciones de elección. Así debía ser mi trabajo, aunque amaba cada uno de mis trabajos no podía dejarme llevar demasiado por mis gustos. Con las fotos de Joe, debía actuar de la misma forma.
Solo me había tomado un descanso cuando Chris arribó con la merienda recién comprada. Un café y tostados calientes, con lo bien que me venía llenar el estómago en ese momento. Con la energía de una comida deliciosa uno podía pensar mucho mejor. Así que luego de una charla amena y haber comido lo que necesitaba mi cuerpo, comencé nuevamente con mi trabajo. Totalmente seria, y decidida a adelantar todo lo que pudiera para tener el trabajo realizado en menos de dos semanas, tal como me lo habían pedido. A mi lado, Chris se encargaba de fabricar el paisaje que le había explicado que quería, para el desarrollo de las fotos y provocar al público, esa seducción que emitiría el aroma del perfume, y emanaba la mirada y el cuerpo mojado del modelo.
—Bien… _______ —estaba ansiosa. Me tambaleaba sobre mis tacos y rasgaba mis uñas, pintadas de un rojo pasión. Mientras mi jefe y Francesco, el que había solicitado las fotos para el perfume, ojeaban el trabajo terminado y colocado en carpetas negras, muy prolijamente. Un trabajo que me había encargado de hacer yo, personalmente a mano. Para que ningún detalle fuera librado al azar.
—Es… ¡más que perfecto! —exclamó Francesco en su tono francés mezclado con el idioma inglés americano.
—Muchas… gracias —comenté sorprendida.
Más allá que mi trabajo pudiera ser reconocido mundialmente, me habían enseñado a mantener mi humildad en pie y no perderla o esconderla bajo la tierra, la humildad era una virtud que no debía ser desperdiciada ni tampoco sobreestimada, podía servir de mucho si era usada de buena forma y adecuadamente. Eso lo había aprendido de mi padre.
—¿Sabes qué? —argumentó, Francesco, aún entusiasmado— Un socio mío quiere trabajar con ustedes y yo te recomendé como fotógrafa, aún sin saber como habían salido mis fotos. Es para un trabajo aparte, nada que ver conmigo.
—¿Otro trabajo? No puedo creerlo —comenté entusiasmada.
—Si… pero tienes que viajar a Francia, él quiere desarrollar las fotos en unos bosques de un pueblo que nació él —la poca saliva que había en mi boca, apenas pasó por mi garganta y me atraganté con facilidad.
—¿Disculpe? —pregunté, aún más sorprendida.
—Y lleva a ese modelo tuyo, el que trabajo en mis fotos también. Dile que tiene un gran futuro en este medio —Francesco se levantó de su asiento reclinable y me llamó la atención de que dijera que Joe era perfecto para esos trabajos— Tu jefe va a comunicarte todo —me sonrió por última vez y salió por la puerta de la oficina de mi jefe.
Miré entusiasmada al hombre del otro lado del escritorio, Francis me sonreía con orgullo. Me sentía de esa forma hacia mí misma.
—Bien, ya lo escuchaste. Tu y ese chico que trabajo contigo deben viajar a París —aún sin poder creer lo que mis oídos escuchaban, mi boca se abrió por un momento y traté de despejar cualquier pensamiento y centrarme en lo que realmente estaba sucediendo. Necesitaba comprobarlo o volver a escucharlo con más serenidad.
—¿París?
—Siéntate, debo explicarte lo que necesitamos para esa publicidad —con cuidado de no tropezarme con algún objeto en mi camino, por estar algo torpe ante semejantes noticias, me senté en la cómoda silla de escritorio y escuché con atención todo lo que debía saber.
Sin pensarlo, la ansiedad apareció en mi cuerpo y se vio reflejada en el movimiento insistente de mi pierna derecha.
***
Al llegar al departamento, entre aún con el entusiasmo recorriendo mis venas. Cada poro de mi piel expulsaba felicidad y no me importaba si tenía que pasar tiempo con Joe en París. Era una ciudad europea que yo deseaba conocer desde muy joven, no iba a perder ninguna oportunidad.
Encontré a Joe cenando bajo una tenue luz en la mesa de la cocina. Me observó con sus ojos llenos de su típico brillo vital, sin ningún sentimiento a flote más que una luz. Su mandíbula se mantuvo estática por un momento, pero al segundo siguió masticando para tragar la comida que le quedaba. Tomó un sorbo de agua y se sentó recto, para volver a mirarme mientras yo me colocaba de frente a él.
—Yo no tenía idea de que trabajas allí —parecía justificarse ante lo sucedido en el estudio de fotografía. Algo que ni siquiera me había molestado en lo absoluto.
—No digas nada. No voy a quejarme —sus ojos al fin mostraban un reflejo, y la sorpresa los invadía.
Me encogí de hombros y me dediqué a servirme agua en un vaso, para beberla frente a él. Antes de comenzar a explicar lo importante.
—Esto es para ti… —coloqué dos sobres blancos en la mesa y los deslizé hasta dejarlos a unos centímetros de su mano izquierda.
—¿Qué son?
—Ábrelos —ante mi respuesta, abrió uno que delineaba su nombre en el dorso del sobre. Al abrirlo se encontró con el cheque de su paga por el trabajo que había logrado.
—¿Pagan tan rápido? —exclamó, con una pizca de sorpresa en su voz. Mirando la cifra que estaba impresa en el papel.
—Hay mucho más —le señalé el otro sobre, sin ningún escrito, con mi mirada.
Me observó escrupulosamente en busca de una respuesta pero solo atiné a sonreírle. Una tenue línea de ligera paz nos rodeaba y parecía que nada podía salir mal en ese momento. Joe permanecía tranquilo y yo no veía ningún signo en su rostro de querer atacarme de alguna forma. Mi respiración era tranquila por primera vez a su lado, después de muchos años.
—¿Un pasaje? —asentí, con una sonrisa pintada en mis labios— No lo entiendo.
—¿Qué hay que entender? —enfatizé de forma obvia— Debemos irnos a París.
—¿Para qué? —rodé los ojos ante semejante pregunta.
—El hombre que contrató las fotos para las que trabajaste hoy, había recomendado mi trabajo a un sujeto importante vinculado a las pasarelas de París. Yo acepté el trabajo cuando termino de aceptar las fotos por las cuales trabajamos hoy, pero también me pidió explícitamente que te llevara conmigo. Dice que tienes futuro en este negocio —me encogí de hombros. La verdad era que jamás había visto a Joe destacarse en algo, últimamente. Y que estuviera sucediendo dentro de mi ámbito, me impresionaba y perturbaba a la vez. El miedo estaba plantado como una pequeña partícula de polén, que llega a través del aire.
—¿Aceptaste sin siquiera consultarme? —su mandíbula se tenso y su mirada me atravesó como un látigo interrogativo.
—¿Notaste la paga que te di por un simple trabajo americano de un perfume Francés? —sacudí el sobre con el cheque frente a sus ojos y el me lo arrebató rápidamente— Imagínate cuanto podrías ganar como modelo de una línea de ropa francesa, diseñada por un importante influyente en la moda de estos tiempos.
—No necesito tanto dinero —la molestia me atravesó. Joe se estaba negando a acompañarme a un viaje que era importante para mí. Él no lo sabía, pero eso podía ser el puntapié a una nueva era de mi profesión. Necesitaba viajar y si no llegaba con el modelo para las fotos, estaría frita.
—¿Me estas cargando? —me levanté de mi silla de un salto, mis nudillos golpearon levemente la mesa de madera a pocos centímetros de mi cuerpo— Si consigues un dinero suficiente, que dudo que eso no pase, podrías al fin obtener un departamento propio. Tus cosas, sin nadie con quien compartir habitación. Podrías hacer cualquier cosa en tu casa. Y sobre todo, alejarte de la persona que más detestas. ¿No quieres eso?
—Mi punto no es alejarme y no perjudicarte más, ______. Solo quiero hacerte la vida imposible —sus palabras me golpearon tan rápido que apenas podía digerirlas.
—¿De que estás hablando?
—Si me alejo de este departamento —se paró, alejándose de su silla para alcanzar mi posición defensiva—, ya no tendré conexión alguna contigo y creéme que mi más preciado deseo es volverte loca.
—Creo que eso lo dejaste muy en claro, Joe. El último año que vivimos casi todo el tiempo juntos, me volviste más loca de lo que crees. Deseo cumplido. ¿ahora podemos volver al punto en el cual tu aceptas viajar a tan impactante lugar?
—No está en mis planes —se encogió de hombros e intentó alejarse pero lo mantuve, aferrando mi mano a su codo.
—Tus planes son volverme loca, lo entiendo —dije, aburrida de sus juegos—Por favor, Joe. Para con esto. Te juro que no entiendo porqué lo haces. No entiendo qué fue lo que cambio en nosotros y si pudiera hacer algo al respecto. Algún indicio para saber qué sucedió contigo. Cambiaría todo, daría mi cuerpo y alma para volver a tener a esa hermosa persona junto a mí. Viviendo conmigo y compartiendo las cosas que compartíamos antes de que esta neblina oscura nos rodeara —sus ojos me perforaron sin tapujos.
Saqué mi mano del agarre fuerte de su codo, para tomarlo de las manos y volver a mirarlo a los ojos.
—Se que aún estas ahí, Joe. Se que todo esto es una máscara. Yo te quiero como siempre lo hice y espero que pienses sobre esto —su silencio era devastador, pero agradecía que me dejara hablar por primera vez para aclarar mis pensamientos en voz alta—. Pediría perdón pero ni siquiera se porque tendría que hacerlo. Espero que puedas aclarármelo un día. Por la amistad que tuvimos —lo solté y comencé a caminar fuera de la cocina.
Antes de salir me volteé y miré su espalda. Mientras su rostro seguía en la misma posición en la que lo había dejado hacía segundos.
—El viernes nos vamos. Espero levantarme y ver tus maletas armadas. Perderé toda esperanza si eso sucede —las lágrimas del recuerdo se agolparon mi garganta y corrí por el pasillo para encerrarme en el baño a desahogarme
—Yo también muero de hambre —acordé con Chris, quién me había confesado lo que cruzaba también por mi mente.
—Estaba pensando en ir a buscar unos cafés y tostados, esos de lo que te gustan a ti… ¿Qué te parece? —se sentó a mi lado, en su escritorio.
Yo estaba muy concentrada, mirando cada una de las fotos que le había sacado a Joe. En todas me resultaba muy sexy, no podía decidirme cuál usar para la portada oficial.
—Ajam… —susurré, débilmente.
—¿Y eso qué significa? —preguntó, avanlazándose sobre su escritorio para mirarme fijamente. No estaba prestándole atención, esa era la verdad. Necesitaba encontrar alguna diferencia en las fotos, que hiciera que una fuera menos atractiva de la otra, para ir descartando. Pero cada vez se me hacía más difícil— ¡______!
—¡¿Qué?! —pregunté sobresaltada, ante su grito repentino.
—Deja de babearte, es tu compañero de vivienda. Pueden acusarte de violación.
—¿De qué hablas? —levanté una ceja, confundida.
—Estas ardiendo de solo mirar las fotitos de Joe, no quiero imaginar cuando lo miras semi desnudo al salir de la ducha. Imagino que camina de esa forma por el departamento, ¿no? —se echó hacia atrás, un tanto pensantivo— Creo que voy a ir a visitarte más seguido —se relamió y sonreí.
—Cuando quieras, aparécete. No soporto estar mucho tiempo conviviendo con él.
—Pero te mueres por tocarlo, ¿cierto?
—¡Jamás! —lo miré incrédula.
—No te creo… —me miró con el ceño fruncido, tratando de leer mis facciones.
—¿Por qué no vas a comprar la comida? Muero de hambre —le recordé, remarcando las últimas palabras.
—Bien, si no quieres hablar del tema, no hablaremos. Dime cuando estés preparada… —me guiñó el ojo y sonriendo salió caminando de nuestra oficina a cumplir mi antojo.
Estaba totalmente atareada con el trabajo de las fotos y la difícil decisión de no saber cuál elegir porque todas me gustaban y cada vez me agradaban mucho más. Si las miraba más de dos veces seguidas, empezaba a optar por usarlas todas y la verdad era, que no tenía esa opción. Podía elegir dos, para poder hacer anuncios de una sola propaganda, para emitir dos puntos de vista del perfume. Pero entre tantas, me sentía mareada, algo que no solía sucederme considerando que era muy neutral en mis opciones de elección. Así debía ser mi trabajo, aunque amaba cada uno de mis trabajos no podía dejarme llevar demasiado por mis gustos. Con las fotos de Joe, debía actuar de la misma forma.
Solo me había tomado un descanso cuando Chris arribó con la merienda recién comprada. Un café y tostados calientes, con lo bien que me venía llenar el estómago en ese momento. Con la energía de una comida deliciosa uno podía pensar mucho mejor. Así que luego de una charla amena y haber comido lo que necesitaba mi cuerpo, comencé nuevamente con mi trabajo. Totalmente seria, y decidida a adelantar todo lo que pudiera para tener el trabajo realizado en menos de dos semanas, tal como me lo habían pedido. A mi lado, Chris se encargaba de fabricar el paisaje que le había explicado que quería, para el desarrollo de las fotos y provocar al público, esa seducción que emitiría el aroma del perfume, y emanaba la mirada y el cuerpo mojado del modelo.
—Bien… _______ —estaba ansiosa. Me tambaleaba sobre mis tacos y rasgaba mis uñas, pintadas de un rojo pasión. Mientras mi jefe y Francesco, el que había solicitado las fotos para el perfume, ojeaban el trabajo terminado y colocado en carpetas negras, muy prolijamente. Un trabajo que me había encargado de hacer yo, personalmente a mano. Para que ningún detalle fuera librado al azar.
—Es… ¡más que perfecto! —exclamó Francesco en su tono francés mezclado con el idioma inglés americano.
—Muchas… gracias —comenté sorprendida.
Más allá que mi trabajo pudiera ser reconocido mundialmente, me habían enseñado a mantener mi humildad en pie y no perderla o esconderla bajo la tierra, la humildad era una virtud que no debía ser desperdiciada ni tampoco sobreestimada, podía servir de mucho si era usada de buena forma y adecuadamente. Eso lo había aprendido de mi padre.
—¿Sabes qué? —argumentó, Francesco, aún entusiasmado— Un socio mío quiere trabajar con ustedes y yo te recomendé como fotógrafa, aún sin saber como habían salido mis fotos. Es para un trabajo aparte, nada que ver conmigo.
—¿Otro trabajo? No puedo creerlo —comenté entusiasmada.
—Si… pero tienes que viajar a Francia, él quiere desarrollar las fotos en unos bosques de un pueblo que nació él —la poca saliva que había en mi boca, apenas pasó por mi garganta y me atraganté con facilidad.
—¿Disculpe? —pregunté, aún más sorprendida.
—Y lleva a ese modelo tuyo, el que trabajo en mis fotos también. Dile que tiene un gran futuro en este medio —Francesco se levantó de su asiento reclinable y me llamó la atención de que dijera que Joe era perfecto para esos trabajos— Tu jefe va a comunicarte todo —me sonrió por última vez y salió por la puerta de la oficina de mi jefe.
Miré entusiasmada al hombre del otro lado del escritorio, Francis me sonreía con orgullo. Me sentía de esa forma hacia mí misma.
—Bien, ya lo escuchaste. Tu y ese chico que trabajo contigo deben viajar a París —aún sin poder creer lo que mis oídos escuchaban, mi boca se abrió por un momento y traté de despejar cualquier pensamiento y centrarme en lo que realmente estaba sucediendo. Necesitaba comprobarlo o volver a escucharlo con más serenidad.
—¿París?
—Siéntate, debo explicarte lo que necesitamos para esa publicidad —con cuidado de no tropezarme con algún objeto en mi camino, por estar algo torpe ante semejantes noticias, me senté en la cómoda silla de escritorio y escuché con atención todo lo que debía saber.
Sin pensarlo, la ansiedad apareció en mi cuerpo y se vio reflejada en el movimiento insistente de mi pierna derecha.
***
Al llegar al departamento, entre aún con el entusiasmo recorriendo mis venas. Cada poro de mi piel expulsaba felicidad y no me importaba si tenía que pasar tiempo con Joe en París. Era una ciudad europea que yo deseaba conocer desde muy joven, no iba a perder ninguna oportunidad.
Encontré a Joe cenando bajo una tenue luz en la mesa de la cocina. Me observó con sus ojos llenos de su típico brillo vital, sin ningún sentimiento a flote más que una luz. Su mandíbula se mantuvo estática por un momento, pero al segundo siguió masticando para tragar la comida que le quedaba. Tomó un sorbo de agua y se sentó recto, para volver a mirarme mientras yo me colocaba de frente a él.
—Yo no tenía idea de que trabajas allí —parecía justificarse ante lo sucedido en el estudio de fotografía. Algo que ni siquiera me había molestado en lo absoluto.
—No digas nada. No voy a quejarme —sus ojos al fin mostraban un reflejo, y la sorpresa los invadía.
Me encogí de hombros y me dediqué a servirme agua en un vaso, para beberla frente a él. Antes de comenzar a explicar lo importante.
—Esto es para ti… —coloqué dos sobres blancos en la mesa y los deslizé hasta dejarlos a unos centímetros de su mano izquierda.
—¿Qué son?
—Ábrelos —ante mi respuesta, abrió uno que delineaba su nombre en el dorso del sobre. Al abrirlo se encontró con el cheque de su paga por el trabajo que había logrado.
—¿Pagan tan rápido? —exclamó, con una pizca de sorpresa en su voz. Mirando la cifra que estaba impresa en el papel.
—Hay mucho más —le señalé el otro sobre, sin ningún escrito, con mi mirada.
Me observó escrupulosamente en busca de una respuesta pero solo atiné a sonreírle. Una tenue línea de ligera paz nos rodeaba y parecía que nada podía salir mal en ese momento. Joe permanecía tranquilo y yo no veía ningún signo en su rostro de querer atacarme de alguna forma. Mi respiración era tranquila por primera vez a su lado, después de muchos años.
—¿Un pasaje? —asentí, con una sonrisa pintada en mis labios— No lo entiendo.
—¿Qué hay que entender? —enfatizé de forma obvia— Debemos irnos a París.
—¿Para qué? —rodé los ojos ante semejante pregunta.
—El hombre que contrató las fotos para las que trabajaste hoy, había recomendado mi trabajo a un sujeto importante vinculado a las pasarelas de París. Yo acepté el trabajo cuando termino de aceptar las fotos por las cuales trabajamos hoy, pero también me pidió explícitamente que te llevara conmigo. Dice que tienes futuro en este negocio —me encogí de hombros. La verdad era que jamás había visto a Joe destacarse en algo, últimamente. Y que estuviera sucediendo dentro de mi ámbito, me impresionaba y perturbaba a la vez. El miedo estaba plantado como una pequeña partícula de polén, que llega a través del aire.
—¿Aceptaste sin siquiera consultarme? —su mandíbula se tenso y su mirada me atravesó como un látigo interrogativo.
—¿Notaste la paga que te di por un simple trabajo americano de un perfume Francés? —sacudí el sobre con el cheque frente a sus ojos y el me lo arrebató rápidamente— Imagínate cuanto podrías ganar como modelo de una línea de ropa francesa, diseñada por un importante influyente en la moda de estos tiempos.
—No necesito tanto dinero —la molestia me atravesó. Joe se estaba negando a acompañarme a un viaje que era importante para mí. Él no lo sabía, pero eso podía ser el puntapié a una nueva era de mi profesión. Necesitaba viajar y si no llegaba con el modelo para las fotos, estaría frita.
—¿Me estas cargando? —me levanté de mi silla de un salto, mis nudillos golpearon levemente la mesa de madera a pocos centímetros de mi cuerpo— Si consigues un dinero suficiente, que dudo que eso no pase, podrías al fin obtener un departamento propio. Tus cosas, sin nadie con quien compartir habitación. Podrías hacer cualquier cosa en tu casa. Y sobre todo, alejarte de la persona que más detestas. ¿No quieres eso?
—Mi punto no es alejarme y no perjudicarte más, ______. Solo quiero hacerte la vida imposible —sus palabras me golpearon tan rápido que apenas podía digerirlas.
—¿De que estás hablando?
—Si me alejo de este departamento —se paró, alejándose de su silla para alcanzar mi posición defensiva—, ya no tendré conexión alguna contigo y creéme que mi más preciado deseo es volverte loca.
—Creo que eso lo dejaste muy en claro, Joe. El último año que vivimos casi todo el tiempo juntos, me volviste más loca de lo que crees. Deseo cumplido. ¿ahora podemos volver al punto en el cual tu aceptas viajar a tan impactante lugar?
—No está en mis planes —se encogió de hombros e intentó alejarse pero lo mantuve, aferrando mi mano a su codo.
—Tus planes son volverme loca, lo entiendo —dije, aburrida de sus juegos—Por favor, Joe. Para con esto. Te juro que no entiendo porqué lo haces. No entiendo qué fue lo que cambio en nosotros y si pudiera hacer algo al respecto. Algún indicio para saber qué sucedió contigo. Cambiaría todo, daría mi cuerpo y alma para volver a tener a esa hermosa persona junto a mí. Viviendo conmigo y compartiendo las cosas que compartíamos antes de que esta neblina oscura nos rodeara —sus ojos me perforaron sin tapujos.
Saqué mi mano del agarre fuerte de su codo, para tomarlo de las manos y volver a mirarlo a los ojos.
—Se que aún estas ahí, Joe. Se que todo esto es una máscara. Yo te quiero como siempre lo hice y espero que pienses sobre esto —su silencio era devastador, pero agradecía que me dejara hablar por primera vez para aclarar mis pensamientos en voz alta—. Pediría perdón pero ni siquiera se porque tendría que hacerlo. Espero que puedas aclarármelo un día. Por la amistad que tuvimos —lo solté y comencé a caminar fuera de la cocina.
Antes de salir me volteé y miré su espalda. Mientras su rostro seguía en la misma posición en la que lo había dejado hacía segundos.
—El viernes nos vamos. Espero levantarme y ver tus maletas armadas. Perderé toda esperanza si eso sucede —las lágrimas del recuerdo se agolparon mi garganta y corrí por el pasillo para encerrarme en el baño a desahogarme
Invitado
Invitado
Re: Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
guuuaauuu!!!
yo tambien quiero saber que le pasa a joe????
aaaii sigueelaaaa
yo tambien quiero saber que le pasa a joe????
aaaii sigueelaaaa
chelis
Re: Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
Hola nueva lectora! Soy yhosdaly de Venezuela
Amo tu nove Ok
Casi me muero de un infarto como demonios se te ocurre dejarla así?
Síguela mujer por piedad síguelaaa
Si-gue-la
S
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A
Amo tu nove Ok
Casi me muero de un infarto como demonios se te ocurre dejarla así?
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Yhosdaly
Re: Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
Capítulo 5.-
Miré mi reflejo demacrado en el espejo. Ni el mejor agua caliente había quitado la hinchazón roja que rodeaba mis ojos de llorar con tanta desesperación. Prefería llorar a guardarme el dolor. Ya era suficiente lo que sentía.
La angustia se apoderaba de mi cabeza al volver a pensar todo lo que sucedía. No me importaba demasiado el viaje o si perdía la oportunidad de mi vida porque Joe decidía no viajar. Me dolía más el trato que ambos manteníamos, ya no soportaba tenerlo como mi enemigo cuando necesitaba vivir determinados momentos junto a él.
Pero los recuerdos agolpaban mi memoria y no podía evitar recordar los momentos que habíamos sido los mejores amigos inseparables hasta que nos peleamos por primera vez. No podía evitar recordarlo. Pero necesitaba hacerlo, porque seguía sin comprender lo que había pasado. Había sucedido hacía demasiado tiempo y apenas recordaba cuáles habían sido los hechos que desencadenaron la discusión. Recordaba bien que ambos estábamos en el último año de secundaria y él me había pedido que fuera con él al baile de graduación. Había comprado mi vestido, de ese color que ambos amábamos. Los zapatos combinaban, mientras que el peinado y el maquillaje eran una obra maestra de una peluquería de la ciudad de San Francisco. Mi mamá había decidido que era un motivo especial para sacar un poco de dinero de lo que ahorrábamos para situciones especiales o de emergencia, como ella bien calificaba. Y todo hubiera resultado muy especial junto a mi pareja de baile, si él alguna vez se hubiera presentado, si él hubiera asistido a recojerme al horario en el que había indicado.
Joe jamás apareció y yo esperé sentada en el sillón de la sala de mi casa, por horas.
*Flashback*
—¿Qué paso contigo? —pregunté junto a él, mientras revisaba el motor de su auto.
El verano comenzaba a azotar la ciudad y las gotas de sudor afloraban del cuerpo flacucho de Joe, que se dedicaba a arreglar los desperfectos de su auto.
—¿A qué te refieres? —su cabeza vagaba debajo del capó del auto. Mientras movía sus dedos entre los cables del motor .
—Me dejaste plantada —agudizé y el dolor me atravesó de solo recordar como me había sentido la noche anterior.
—Creí que tenías mejores cosas que hacer —su tono despectivo me hirió sentimentalmente.
—¿Qué dices? Solo esperé por ti, Joe —lágrimas bañaron mis ojos, pero no las derramé—. Compré un vestido para ti, me peiné y maquillé solo para ti. ¿Por qué no apareciste?
—No me engañes, perra. Tenías mejores planes que pasarlo conmigo —su tono frío y sus ojos escrutadores invadieron mi zona personal, más allá de la distancia.
—¡Joe! —una lágrimas no pudo contenerse— ¿Por qué me tratas así?
—No te hagas la inocente conmigo. ¿Si? Ya bastante tuve contigo, por favor vete —caminó a zancadas hasta llegar a la puerta del conductor del auto, para tratar de sentarse. Pero se vio interrumpido cuando lo tomé por la mano.
—¿Qué sucede contigo, Joe? ¿Dónde esta mi dulce amigo?
—El dulce y patético amigo se ha ido. No trates de seducirme como lo haces con los demás. Vete a pasar el tiempo con el otro.
—¿El otro? —pregunté, aterrorizada ante la situación. Pero Joe solo encendió el motor y apretó el acelerador tan fuerte que el capó del auto, que no había procurado en cerrar, descendió rápidamente ante el envión de la velocidad que había tomado el vehículo.
Allí me quedé, estupefacta ante todas las palabras que había implantado Joe en mi rostro. Pero solo una había quedado efectiva en su diálogo. Según él, yo era una perra traicionera.
Joe se alejo de mi vida como una estrella fugaz y ni siquiera me había dado el tiempo suficiente de entenderlo, y poder tratar de descifrar lo que había pasado. Lo que nos había separado.
*Fin Flashback*
Rodeé mi cuerpo con una toalla para secarlo, luego de haber tomado un baño caliente para despejar mi mente. Necesitaba tranquilizarme y el vapor de agua relajaba mis músculos que estaban llenos de tensión. Peiné mi corta cabellera frente al espejo y masaje los muscúlos de mi rostro para que no demostraran cuánto había llorado bajo la lluvia, y antes también. Cuando observé que estaba bastante agradable ante mis ojos, salí del baño para dirigirme hacia mi cuarto. Nuestro cuarto.
Al prender la luz de la habitación, la imagen de Joe recostado sobre mi cama con sus manos entrelazadas bajo su cabeza y a lo largo del colchón, me sobresaltó. La verdad era que no esperaba su presencia allí, y menos sobre mi cama.
—¡Joe! —llevé mi mano hacia mi pecho, haciendo alusión al ritmo cardíaco que se había acelerado en mí.
—Solo esperaba para decirte algo —no fue hasta que se levantó, que noté que solo estaba vestido con su bóxer negro. Fue en ese momento en el qué noté que ambos manteníamos una casi desnudez.
Mis manos comenzaron a temblar y temí que la toalla se deslizara por mis dedos.
—Si vienes a advertirme de que no viajarás, no hay problema. Lo solucionaré.
—Puedas estar tranquila —lo vi levantarse de la cama y caminar hasta llegar frente a mí. Pero mi cuerpo no lo detuvo y siguió avanzando, provocando que yo retrocediera, para no estar pegada a él. Pero terminé pegada a la pared, con su mano colocada en ella sobre mi hombro derecho, encerrando mi cuerpo contra el suyo— iré a molestarte en otro país y en otro continente. No te desharás de mí tan fácilmente.
Una sonrisa agolpó mi pecho, pero no quería demostrarle que me complacía.
—Me parece bien que cumplas tu deber como… —me impresioné cuando me di cuenta que diría la palabra que no era la que correspondí. Él y yo ya no éramos amigos.
—¿Amante? Creí que no me querías en tu cama —su cabeza se balanceó más abajo, donde sus labios ondulaban entre la zona de la punta de mi nariz y mis labios.
—No te ilusiones —acaricié su barbilla con mi dedo índice desocupado, mientras mi otra mano sostenía mi toalla, su barba algo crecida me raspó dulcemente. Ante su repentino estado de estatua, me moví a un costado y me aparté hacia el armario para cambiarme.
—Ya lo hice —mi caminar se detuvo y me volteé para mirarlo sobre mi hombro, y él me esperaba. Erguido, sus músculos completamente tensos luego de su confesión.
—Qué lástima, no creas que puedes tenerme con tan cautivante frase —ironizé.
—Éramos jóvenes y te superé cuando apreté el acelerador de mi auto, alejándote de mi vida.
—Bien por ti —levanté mi mentón, tratando de aparentar que no me dolía el que me hubiera alejado de su vida.
—Tuve suerte de darme cuenta la clase de persona que eres —primer daga del día.
—¿Y qué clase de persona crees que soy?
—Si lo digo, voy a comerme una cachetada.
—Guárdatelo, Joe. Estoy cansada de tus insultos monótonos. Ya se volvieron una rutina y no me afectan —mentiras.
Tomé, apresuradamente, el pijama que estaba en el primer estante de mi armario y caminé a toda prisa al baño para volver a cambiarme y desaparecer de su vista, antes de las lágrimas pudieran llenar mis ojos volviéndome un tomate. Resistí las ganas y las lágrimas jamás salieron. No me sentía muy de acuerdo en seguir llorando por la persona que me había hecho deprimir y derramar lágrimas, por la misma situación desde hacía siete años. Estaba cansada y saturada de sus estúpidas excusas para tratarme como si fuera una cualquier porque él creía que me había convertido en eso de un día para el otro. No entendía de dónde podría él haber sacado semejante conclusión. Me conocía de toda una vida cuándo nuestra pelea se desató por ese motivo y yo seguía siendo la misma persona. Solo había tenido un novio en la vida, James, habíamos hecho el primer año de facultada y aunque Nick, mi mejor amigo después de Joe, me advirtió que no era una buena persona yo jamás lo había escuchado. Y asi fue cuando James pidió en cierto punto de nuestra relación que ya era el tiempo adecuado para avanzar un paso más. Pero yo no me sentía preparada y la verdad era, que seguía siendo virgen. No la había perdido en ningún baile de graduación, porque nunca había ido, ni tampoco antes o después de eso. No me sentía extraña y tampoco estaba preparada para afrontarlo en ese momento. Y así fue como paso de no importarme, a sentirme la persona más idiota por no haber aceptado a estar con James. Ya que solo un día después de mi rechazo, comenzó a divulgar mi secreto por todos nuestros compañeros de facultad que se burlaban en mi rostro. Fue así que entendí que lo nuestro se había terminado. Jamás lo volví a ver, y tampoco me importaba hacerlo. Según fuentes cercanas, estaba viviendo en otro país y nunca había terminado la facultad para dedicarse a un negocio que mantenía el padre.
De esa manera, me había detruido el corazón y juntando el maltrato que obtenía del que había sido mi mejor amigo, pero que yo lo seguía amando como siempre había hecho. Mis sentimientos no estaban en un buen cuidado con respecto al amor. No confiaba en ningún hombre excepto los que eran mis mejores amigos, los cuales eran casos especiales.
Miré mi reflejo demacrado en el espejo. Ni el mejor agua caliente había quitado la hinchazón roja que rodeaba mis ojos de llorar con tanta desesperación. Prefería llorar a guardarme el dolor. Ya era suficiente lo que sentía.
La angustia se apoderaba de mi cabeza al volver a pensar todo lo que sucedía. No me importaba demasiado el viaje o si perdía la oportunidad de mi vida porque Joe decidía no viajar. Me dolía más el trato que ambos manteníamos, ya no soportaba tenerlo como mi enemigo cuando necesitaba vivir determinados momentos junto a él.
Pero los recuerdos agolpaban mi memoria y no podía evitar recordar los momentos que habíamos sido los mejores amigos inseparables hasta que nos peleamos por primera vez. No podía evitar recordarlo. Pero necesitaba hacerlo, porque seguía sin comprender lo que había pasado. Había sucedido hacía demasiado tiempo y apenas recordaba cuáles habían sido los hechos que desencadenaron la discusión. Recordaba bien que ambos estábamos en el último año de secundaria y él me había pedido que fuera con él al baile de graduación. Había comprado mi vestido, de ese color que ambos amábamos. Los zapatos combinaban, mientras que el peinado y el maquillaje eran una obra maestra de una peluquería de la ciudad de San Francisco. Mi mamá había decidido que era un motivo especial para sacar un poco de dinero de lo que ahorrábamos para situciones especiales o de emergencia, como ella bien calificaba. Y todo hubiera resultado muy especial junto a mi pareja de baile, si él alguna vez se hubiera presentado, si él hubiera asistido a recojerme al horario en el que había indicado.
Joe jamás apareció y yo esperé sentada en el sillón de la sala de mi casa, por horas.
*Flashback*
—¿Qué paso contigo? —pregunté junto a él, mientras revisaba el motor de su auto.
El verano comenzaba a azotar la ciudad y las gotas de sudor afloraban del cuerpo flacucho de Joe, que se dedicaba a arreglar los desperfectos de su auto.
—¿A qué te refieres? —su cabeza vagaba debajo del capó del auto. Mientras movía sus dedos entre los cables del motor .
—Me dejaste plantada —agudizé y el dolor me atravesó de solo recordar como me había sentido la noche anterior.
—Creí que tenías mejores cosas que hacer —su tono despectivo me hirió sentimentalmente.
—¿Qué dices? Solo esperé por ti, Joe —lágrimas bañaron mis ojos, pero no las derramé—. Compré un vestido para ti, me peiné y maquillé solo para ti. ¿Por qué no apareciste?
—No me engañes, perra. Tenías mejores planes que pasarlo conmigo —su tono frío y sus ojos escrutadores invadieron mi zona personal, más allá de la distancia.
—¡Joe! —una lágrimas no pudo contenerse— ¿Por qué me tratas así?
—No te hagas la inocente conmigo. ¿Si? Ya bastante tuve contigo, por favor vete —caminó a zancadas hasta llegar a la puerta del conductor del auto, para tratar de sentarse. Pero se vio interrumpido cuando lo tomé por la mano.
—¿Qué sucede contigo, Joe? ¿Dónde esta mi dulce amigo?
—El dulce y patético amigo se ha ido. No trates de seducirme como lo haces con los demás. Vete a pasar el tiempo con el otro.
—¿El otro? —pregunté, aterrorizada ante la situación. Pero Joe solo encendió el motor y apretó el acelerador tan fuerte que el capó del auto, que no había procurado en cerrar, descendió rápidamente ante el envión de la velocidad que había tomado el vehículo.
Allí me quedé, estupefacta ante todas las palabras que había implantado Joe en mi rostro. Pero solo una había quedado efectiva en su diálogo. Según él, yo era una perra traicionera.
Joe se alejo de mi vida como una estrella fugaz y ni siquiera me había dado el tiempo suficiente de entenderlo, y poder tratar de descifrar lo que había pasado. Lo que nos había separado.
*Fin Flashback*
Rodeé mi cuerpo con una toalla para secarlo, luego de haber tomado un baño caliente para despejar mi mente. Necesitaba tranquilizarme y el vapor de agua relajaba mis músculos que estaban llenos de tensión. Peiné mi corta cabellera frente al espejo y masaje los muscúlos de mi rostro para que no demostraran cuánto había llorado bajo la lluvia, y antes también. Cuando observé que estaba bastante agradable ante mis ojos, salí del baño para dirigirme hacia mi cuarto. Nuestro cuarto.
Al prender la luz de la habitación, la imagen de Joe recostado sobre mi cama con sus manos entrelazadas bajo su cabeza y a lo largo del colchón, me sobresaltó. La verdad era que no esperaba su presencia allí, y menos sobre mi cama.
—¡Joe! —llevé mi mano hacia mi pecho, haciendo alusión al ritmo cardíaco que se había acelerado en mí.
—Solo esperaba para decirte algo —no fue hasta que se levantó, que noté que solo estaba vestido con su bóxer negro. Fue en ese momento en el qué noté que ambos manteníamos una casi desnudez.
Mis manos comenzaron a temblar y temí que la toalla se deslizara por mis dedos.
—Si vienes a advertirme de que no viajarás, no hay problema. Lo solucionaré.
—Puedas estar tranquila —lo vi levantarse de la cama y caminar hasta llegar frente a mí. Pero mi cuerpo no lo detuvo y siguió avanzando, provocando que yo retrocediera, para no estar pegada a él. Pero terminé pegada a la pared, con su mano colocada en ella sobre mi hombro derecho, encerrando mi cuerpo contra el suyo— iré a molestarte en otro país y en otro continente. No te desharás de mí tan fácilmente.
Una sonrisa agolpó mi pecho, pero no quería demostrarle que me complacía.
—Me parece bien que cumplas tu deber como… —me impresioné cuando me di cuenta que diría la palabra que no era la que correspondí. Él y yo ya no éramos amigos.
—¿Amante? Creí que no me querías en tu cama —su cabeza se balanceó más abajo, donde sus labios ondulaban entre la zona de la punta de mi nariz y mis labios.
—No te ilusiones —acaricié su barbilla con mi dedo índice desocupado, mientras mi otra mano sostenía mi toalla, su barba algo crecida me raspó dulcemente. Ante su repentino estado de estatua, me moví a un costado y me aparté hacia el armario para cambiarme.
—Ya lo hice —mi caminar se detuvo y me volteé para mirarlo sobre mi hombro, y él me esperaba. Erguido, sus músculos completamente tensos luego de su confesión.
—Qué lástima, no creas que puedes tenerme con tan cautivante frase —ironizé.
—Éramos jóvenes y te superé cuando apreté el acelerador de mi auto, alejándote de mi vida.
—Bien por ti —levanté mi mentón, tratando de aparentar que no me dolía el que me hubiera alejado de su vida.
—Tuve suerte de darme cuenta la clase de persona que eres —primer daga del día.
—¿Y qué clase de persona crees que soy?
—Si lo digo, voy a comerme una cachetada.
—Guárdatelo, Joe. Estoy cansada de tus insultos monótonos. Ya se volvieron una rutina y no me afectan —mentiras.
Tomé, apresuradamente, el pijama que estaba en el primer estante de mi armario y caminé a toda prisa al baño para volver a cambiarme y desaparecer de su vista, antes de las lágrimas pudieran llenar mis ojos volviéndome un tomate. Resistí las ganas y las lágrimas jamás salieron. No me sentía muy de acuerdo en seguir llorando por la persona que me había hecho deprimir y derramar lágrimas, por la misma situación desde hacía siete años. Estaba cansada y saturada de sus estúpidas excusas para tratarme como si fuera una cualquier porque él creía que me había convertido en eso de un día para el otro. No entendía de dónde podría él haber sacado semejante conclusión. Me conocía de toda una vida cuándo nuestra pelea se desató por ese motivo y yo seguía siendo la misma persona. Solo había tenido un novio en la vida, James, habíamos hecho el primer año de facultada y aunque Nick, mi mejor amigo después de Joe, me advirtió que no era una buena persona yo jamás lo había escuchado. Y asi fue cuando James pidió en cierto punto de nuestra relación que ya era el tiempo adecuado para avanzar un paso más. Pero yo no me sentía preparada y la verdad era, que seguía siendo virgen. No la había perdido en ningún baile de graduación, porque nunca había ido, ni tampoco antes o después de eso. No me sentía extraña y tampoco estaba preparada para afrontarlo en ese momento. Y así fue como paso de no importarme, a sentirme la persona más idiota por no haber aceptado a estar con James. Ya que solo un día después de mi rechazo, comenzó a divulgar mi secreto por todos nuestros compañeros de facultad que se burlaban en mi rostro. Fue así que entendí que lo nuestro se había terminado. Jamás lo volví a ver, y tampoco me importaba hacerlo. Según fuentes cercanas, estaba viviendo en otro país y nunca había terminado la facultad para dedicarse a un negocio que mantenía el padre.
De esa manera, me había detruido el corazón y juntando el maltrato que obtenía del que había sido mi mejor amigo, pero que yo lo seguía amando como siempre había hecho. Mis sentimientos no estaban en un buen cuidado con respecto al amor. No confiaba en ningún hombre excepto los que eran mis mejores amigos, los cuales eran casos especiales.
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Re: Tequila & Amor (Joe y Tu) -Terminada-
Yhosdaly escribió:Hola nueva lectora! Soy yhosdaly de Venezuela
Amo tu nove Ok
Casi me muero de un infarto como demonios se te ocurre dejarla así?
Síguela mujer por piedad síguelaaa
Si-gue-la
S
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S
I
G
U
E
L
A
Bienvenida Yhosdaly!!! Que Bueno Que te Haya Gustado La Nove asdnaskjdn No Mueras DD: Jajaja Ahí Subí Un Capitulo Espero que lo disfrutes, gracias por pasarte! :)
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