She will be loved. |Louis Tomlinson & Tú| TERMINADA.

Lo que son momentos solos no tuvieron mucho. Si no estaban con las gemelas, estaban paseando, visitando a amigos y familiares… o simplemente estaban todos en la sala hablando. Tenían unos pocos minutos cuando todo el mundo se iba a dormir pero esos eran pocos ya que los dos estaban cansados y se quedaban dormidos… y desde que Phoebe había pillado la manía de dormir en la cama de Louis, las cosas estaban peor. No te molestaba no tener mucha intimidad, te ponía feliz poder ir con él a un partido de fútbol o a visitar a algún amigo viejo… con eso te bastaba porque sabías que estaba a tu lado y tú estabas con él. Él te daba la mano y no hacía falta más. Te alcanzaba para sentir que eras bien acogida. Más que besarle, más que acostaros juntos, más que ninguna otra cosa, él te daba la mano y eso era amor.

—¿Regalos para Navidad?—preguntaste cuando Louis suspiró, no sabía qué comprar a sus hermanas pues tenían casi de todo.

—Sí… es urgente, en dos días es Navidad y no tengo ni un regalo. Eso es grave, muy grave, me despellejan vivo si no hay regalos.

—Vale, me da miedo… te acompaño—reíste.

Los dos salieron de la casa con la excusa de que irían a ver a unos amigos en el centro comercial, eso les dejó tiempo suficiente para andar de tienda en tienda y ver cualquier cosa pequeña que les llamaba la atención. Por supuesto que mientras que Louis estaba distraído en alguna cosa, tú mirabas cosas para regalarle a él ya que era Navidad… pues… era así. Querías hacerle un regalo… no sería nada ostentoso pues no tenías mucho dinero pero al final de cuentas el detalle contaba.

—¿Podemos parar ahora?—te quejaste andando detrás de él.

—¿Ya te has cansado?—preguntó mirándote con cariño.

—Un poco—admitiste poniéndote a su lado—. ¿No podemos tomar algo y después seguir? Necesito una bebida, de verdad. Y algo dulce… por favor.

—Vamos—rió.

Esto de no poder darle la mano cuando iban por la calle era insoportable, siempre tenías que meterte las manos en los bolsillos para que la tentación no te ganara. Suspiraste y miraste a Louis que andaba a tu lado seriamente. Era hermoso, nunca te cansarías de decirlo, te había tocado el gordo de la lotería.

—¿Contenta ya?—rió él cuando estaban sentados y disfrutando de la deliciosa tarta que había comprado.

—Muy contenta—sonreíste—. Come, está muy rica.

—Quiero irme de aquí para no estar en la vista de todos y poder darte un maldito beso—bufó.

—Por aquí cerca hay una cabina de fotos—te encogiste de hombros.

—Ah, buena idea, come rápido que nos vamos—rió él.

Terminaron, pagaron y se metieron ahí dentro donde se sentaron. Iban a hacerse fotos, por supuesto. Louis metió el dinero y esperó, eligió la opción que quería y te acercó a él para las fotos. Hicieron caras tontas, sacaron la lengua, se tocaron la cara… rieron como estúpidos… y finalmente, en la última foto se besaban. Louis cogió las fotos y sonrieron cuando las vieron.

—¿Nos podemos ver aquí en una hora o así?—preguntaste pensativa—Por favor. Es que… no te lo puedo decir.

—Uhm, ¿qué tienes que hacer?—preguntó.

—Una cosa, por favor—rogaste haciendo ojitos—¿por favor?

—Vale—asintió—. Aquí en una hora, yo iré a comprar… otros regalos que me hacen falta, sí.

Los dos se separaron y tú te llevaste las fotos, no sabías qué regalarle a Louis más. Le habías comprado una pulsera de plata bastante bonita pero eso no te parecía suficiente así que al ver las fotos… se te había ocurrido algo, por supuesto, no era nada ostentoso o algo así, era más de valor sentimental. Entraste en una tienda de fotografías y hablaste con el encargado. Querías hacer mayor la foto que se habían hecho Louis y tú para después ponerla en un marco bonito. El chico te dijo que en unos veinte minutos la foto estaría así que saliste y fuiste a comprar algún marco para la foto.
Encontraste el marco perfecto y lo compraste. Al volver a la tienda tuviste que esperar unos minutos más pero no te molestó, todavía te quedaba como media hora para volver a verte con Louis.

—Ya está señorita—te entregó el chico la foto guardada en un sobre amarillo—. Gracias.

—De nada, adiós—saliste.

La media hora pasó rápido teniendo en cuenta que estuviste mirando alguna que otra tienda de ropa, el tiempo pasaba volando. Volviste donde habías quedado con Louis y viste que él ya estaba ahí. Sonrieron con ternura y los dos desearon darse un abrazo o un beso… pero simplemente lo saludaste con la mano y empezaron a andar rumbo al coche, era tiempo de volver a casa y esconder los regalos, las chicas eran muy tercas cuando se proponían encontrar algo.

—¿Sabes un buen lugar?—preguntó Louis mientras que estaban en el coche.

—¿Cuál?

—Tu maleta… ahí no se atreverían a mirar pues eres una invitada—sonrió—así que cuando ellas se vayan, repartiremos los regalos entre tus cosas… ya sabes, ahí no mirarán por respeto, supongo, y espero que no lo hagan.

—Tranquilo—reíste—están impacientes, es normal. A mí la Navidad me encanta, es bonita… o por lo menos lo era cuando mi mamá vivía, siempre sabía cómo hacerlo más especial. ¡Adoraba hacer el árbol… era tan espectacular! Y las galletitas que hacía, yummy. Ahora bueno… supongo que las cosas han cambiado.

—Vamos, no te pongas triste—te cogió la mano y la besó—. Hoy vamos a adornar toda la casa con luces… y el veinticuatro haremos el árbol, nos tienes a nosotros, por lo menos, ¿verdad?

—Sí… te lo agradezco Louis—suspiraste triste—. ¿Sabes? Debería de haber visitado a mi padre… es Navidad y está solo… le he comprado un regalo.

—Vamos a visitarlo, ¿te parece?—sonrió.

—¿Podremos?—lo miraste sorprendida.

—Sí, claro que podremos.

—Siento no habértelo dicho nada, se me ha pasado, a veces me siento mal por ser feliz y él ahí hundido, no sé… ¿es normal? ¿Estoy siendo una mala hija?

—No, no lo estás siendo. Tú debes seguir con tu vida, salir adelante, gracias a ti él está en ese centro de rehabilitación recuperándose. Tú mantienes esa casa en este mismo instante, y aunque las cosas no son de lo mejor, no significa que tienes que hundirte en la miseria.

—Gracias…—suspiraste.

—No seas tonta y no pienses en esas cosas anda—te apretó la mano—. Sonríe que hemos llegado a casa cariño.

—Te quiero—suspiraste.

—Yo también te quiero—aseguró. Sabías que los ‘te quiero’ de Louis no eran directamente lo que tú querías… pero te bastaba con eso. Todo esto llevaba tiempo y no ibas a obligarlo a nada, a Eleanor le había dicho después de cinco meses ese ‘te amo’ tan esperado.