She will be loved. |Louis Tomlinson & Tú| TERMINADA.

Cuando Louis tocó el timbre de la casa te levantaste rápidamente del sofá y fuiste a abrir. Su coche estaba aparcado enfrente y sonreíste, eso significaba que se iba a quedar ya que había ido a su casa a por cambio de ropa. Saltaste a sus brazos y lo abrazaste fuertemente mientras que él sonreía y te apretaba contra él. Oh Dios, por fin volvías a verlo… su olor… su sonrisa… y eso que habían pasado poquísimos días. Sonaba histérico pero no podías estar muchos días sin él.

—¿Todo bien?—lo dejaste pasar y cerraste la puerta rápido para que el calor no se fuera.

—Sí, todo muy bien, ¿y tú? ¿Cómo que sigues despierta?

—Te estaba esperando—admitiste—. ¿Tienes hambre, estás muy cansado?

—Sí… las dos cosas sí—sonrió.

—Bien, porque he preparado pizza casera. Cámbiate, ponte cómodo y ya vengo—le diste un beso suave—. No te sientas incómodo, nadie entra aquí, estamos solos.

Él asintió y se sentó en el sofá con pereza, estaba cansado por el vuelo, por el cambio de horario y un sinfín de cosas más. Esos últimos días había estado estresado por toda la situación rara que había estado viviendo… y lo último con Eleanor había sido el golpe final, estaba tumbado en el suelo sin querer levantarse de momento.

Cuando volviste a la sala él estaba en sus pijamas de rayas y con los pies descalzos, vaya, esa imagen desearías tenerla todo el tiempo. Louis en pijamas sentado en tu sofá con los ojos cerrados. Sonreíste y colocaste la pizza en la mesa para volver de nuevo a la cocina a por el té ya que sabías que le encantaba.

—Volviste—sonrió abriendo los ojos.

—Ataquemos la comida—sonreíste de vuelta.

Comieron con tranquilidad, te contó las nuevas tonterías que había hecho con los chicos y para lo último dejó la bronca con Eleanor. Estabas enfadada, más que enfadada, ¿cómo podía ofenderle de esa manera después de haber sido su novia? Oh vamos, si alguien sabía que Louis no era gay, esa debería de ser ella, ¿no? ¿Cómo puedes llamar a tu novio gay si has estado acostándote con él? Gruñiste para tus adentros y la guerrera que llevabas dentro estaba afilándose las uñas para un ataque prontísimo. De hecho, si veías a esa chica alguna vez más, le dirías un par de cosas bien dichas.

—Pero da igual, ¿tú qué has hecho?

—Con la familia… y poco más. He cambiado un poco este lugar para hacerlo más acogedor y nada más, soy vaga, ¿vale?—reíste.

—No pasa nada, seremos vagos juntos—sonrió cansado.

—¿Vamos a dormir? Te ves cansado—le tocaste las ojeras con cuidado—. Tengo una manta que nos mantendrá muy, muy calentitos, vamos.

—Bien, dejaré esto aquí entonces…—dejó su chaqueta en el borde del sofá y se levantó.

—He cambiado la cama, he traído la de los huéspedes ya que es más grande—hablaste subiendo las escaleras—vamos a caber muy bien ahí y no pelearemos por manta.

—¡Frío, frío!—empezó a saltar Louis ya que venía descalzo y las escaleras eran de mármol, por tanto, estaban helados.

—Eso te pasa por no llevar calzado—reíste viendo como subía como un rayo hasta quedarse en la alfombra.

—Yo también te quiero cariño—te dijo sarcásticamente—. Sube esas escaleras con más energía, voy a congelarme aquí…

—Que pesado eres…—blanqueaste los ojos.

Al llegar a la cama diste un largo bostezo y te acomodaste bien, Louis no tardó ni cinco minutos contados en dormirse profundamente. Al verlo sonreíste con ternura, adoraba tenerlo a tu lado y no sentir ninguna culpa. Bueno, sentías culpa de que él hubiera cortado con su novia… pero no era esa culpa de que él estuviera engañándola contigo. Lo seguiste mirando por largo rato, en esos momentos miles y miles de cosas cursis te venían a la mente pero no era momento de decirlas o escribirlas… por tanto cerraste los ojos y esperaste a que el sueño te tomara a ti también.

A la mañana siguiente despertaste enredada entre las mantas y apretada contra Louis, su abrazo era realmente sofocante pero lo disfrutabas. Sus pies entrelazados con los tuyos… su brazo en tu cintura de manera posesiva… y sus labios casi tocándote la nuca. Un escalofrío recorrió tu cuerpo y te metiste más en él, si todas las mañanas serían así, demonios, él no dormiría en ningún lado que no fuera tu cama y contigo.

—Un poco más y te me subes encima… deja de meterte con tu trasero en mi tripa—escuchaste su voz ronca. Al escucharlo empezaste a reír mientras que un rubor coloreaba tus mejillas, mierda, no querías hacer eso. Casi por instinto, te alejaste un poco pero él volvió a acercarte—. No era nada serio, me gusta.

—Oh.

—Buenos días—sonrió besándote el cuello.

—Buenos días—te diste la vuelta quedando enfrente suya—. ¿Cómo has dormido?

—Bien, muy bien. ¿Qué hora es?

—Casi las doce.

—Bien entonces—se estiró.

—¿Qué vamos a hacer hoy?

—Nada. Estar en el sofá y volver a la cama, sofá… cama… y así sucesivamente—sonrió—no pienso hacer mucho. A eso se le llama día perfecto.

—Te lo mereces—lo besaste.

—Hmm, creo que sí—se subió encima de ti para profundizar el beso. ¿Louis quería sexo en la mañana, era eso o estabas entendiendo las señales mal? Que conste que estabas recién despertándote y que tus neuronas todavía no funcionaban bien. Sí… debía de ser eso… porque estaba quitándose la camiseta y… tocaba uno de tus pechos. Vaya, estabas nerviosa. Le seguiste la corriente dejando que te quitara el sujetador también, uh, libertad, eso se sentía bien.

—Louis…—intentaste hablar pero sonó como un gimoteo.

—No quiero que lleves sujetador estando por casa o durmiendo…—te besó.

Quisiste balbucear un sí o algo pero al sentirte completamente desnuda diste un grito de sorpresa y Louis rió divertido. Lo miraste nerviosa y cerraste los ojos cuando él se quitó los pantalones… no estabas preparada para verlo desnudo, te daba… ¿vergüenza? Sí, era eso, vergüenza.

—No te avergüences cariño, esto lo haremos más veces—te lo aseguró riendo. Tú abriste los ojos pero no miraste hacia abajo, querías mantener tu inocencia de momento, ya tendrías tiempo de… de estudiarlo con detenimiento.—Llevo tanto tiempo deseando esto… desde que te he conocido no he tocado a nadie más, te lo juro.

—Oh Louis…—lo miraste sorprendida, vaya, eso no te lo habías esperado y una sonrisa enorme cruzó tu cara, ya no tenías dudas, ni miedos, ni nada. Dejaste que Louis se acomodara entre tus piernas y lo miraste a los ojos profundamente sin pestañear o siquiera respirar. Al sentir el dolor cerraste los ojos con fuerzas y cerraste las piernas alrededor de las caderas de Louis. Joder.