Superhuman |Harry Styles| -Terminada-

Harry también estaba melancólico en el balcón de su pieza, mirando la lluvia torrente caer sin parar. Su hija se había quedado con Amanda, por lo que estaría solo. Dejó caer una lágrima consternado, decidido a seguir adelante. Ya había pasado todo, claramente como una película.
Los recuerdos no tardaron en venir, uno tras otro. Momentos felices como momentos tristes. Había pasado tanto, y solo en dos meses… Después de todo, el seguía parado con la frente en alto, mientras que cuando estaba solo era otra persona.
Su mente viajó hacía dos semanas atrás, en la cual salió con Zayn y Louis. Esa noche, Darcy se quedó con su abuelo y Gemma; mientras que el resto de los chicos estaban ocupados en sus vidas sociales y con sus respectivas parejas. Perrie estaba de gira junto a su banda, Eleanor tuvo que viajar por su trabajo y Amy simplemente se quedó con Jake y sus primos. Dos noches atrás tuvieron una reunión con un representante de una firma de discos y compañías, que les oyó cantar en un bar y quedó encantado. Les ofreció grabar un disco, y ellos dijeron que lo pensarían. Ese fue el motivo por el festejo de los tres.

- Un CD lo cambia todo –comentó Zayn, luego de volver de afuera, donde había estado fumando.
- Es loco, ver cómo hemos acabado –coincidió Louis, maravillado.
- ¿Qué decís? Esto recién empieza –festejó Harry-. Fue nuestro sueño… pero quiero seguir estando de perfil bajo, me gusta así.
- Si quieres ser de perfil bajo, no te metas en problemas –bromeó Louis- lo lograremos hermano, todo está en nuestros ojos.
- Ver ahora, que estamos felices… -comentó Zayn melancólico.
- ¿Cómo vas con la rubia? –le preguntó Harry, tomando un sorbo de la botella de cerveza chica.
- Que raro, hace meses te preguntaba yo lo mismo –dijo Zayn, haciendo una mueca que provocó risas masculinas- Vamos bien, es perfecto. Ella es perfecta.
- ¿Ya superaron esa crisis? –participó Louis, frunciendo el ceño
- ¿Qué crisis? –Bromeó Zayn- Solo fue una pelea tonta, como sucede en todas las parejas. Lo único que hay que hacer es saber superarlos.
- Las mujeres son criaturas emocionales –comentó Louis, los dos lo miraron extrañados -¿Qué? Eso leí en la revista que compró Eleanor.
- Eres raro, Louis, siempre lo pienso.
- Que tengas una novia tan simple como Amy no quiere decir que yo sea el raro.
- ¿Qué tienes con mi novia?
- Calma la fiera, che, solo es un comentario en el aire –tranquilizó Zayn, riendo
- Es como mi hermana, espero que la estés cuidando.
- Por supuesto. Si le pasara algo, yo… -no pudo terminar, tuvo un escalofrío. Zayn se dio cuenta de eso y cambió de tema.
- ¿Qué les parece si alguna vez nos vamos a tu cabaña, Louis? Hay lugar suficiente para todos, ¿No crees?
- ¡Que buena idea! Organizaré esa salida.

Esa salida nunca ocurrió… al menos todavía no. Todos estaban ocupados con su trabajo, sus novias y sus obligaciones. Y se le agregaba que habían aceptado grabar el disco, pero con la condición de que esperaran un tiempo para acomodar los horarios de los cinco, así les es más comodo para hacerlo.
Se juntaban de vez en cuando para escribir unas nuevas canciones, mientras que Harry les mostraba las que escribía con cada experiencia, esas que guardaba en su cuaderno secreto, esas de las que los chicos quedaron maravillados. Al principio lo quisieron matar por esconderles una cosa así, pero después lo festejaron por ser un buen compositor. Y la verdad era que en esas canciones se inspiraban en las dos mujeres que dieron luz a su vida últimamente, o en sus cuatro amigos de casi toda la vida.
Recordando a su hija, recordó aquella vez que la llevó al parque de atracciones luego de retirarla de una mañana en el jardín. Según sus maestras, se había integrado perfectamente con sus compañeros y no tenía ningún drama en las comprensiones. Su fonoaudióloga dio el visto bueno de seguir con las sesiones de rehabilitación, pues ella iba mejorando a medida que iba creciendo.

- ¿Después de comer podemos ir a la calesita? –preguntó Darcy, haciendo que sus ojos brillasen a la luz del sol
- ¿Otra vez quieres ir a la calesita? –preguntó fingiendo cansancio. Él evitó sonreír - ¿Es que no te cansas? –frunció el ceño, haciéndole cosquillas para hacerla reír. Amaba el sonido de sus risas.
- Por favorcito –rogó juntando las manos y haciendo pucheros.
- Eso me recuerda a alguien… Cierta persona te ha enseñado eso, ¿verdad? –adivinó sonriendo, al recordar a su novia
- Cierta persona… ¿Podemos ir?
- Claro, por ti lo que sea. –respondió, rendido. Al verla sonreír, no pudo evitar hacerlo tambien.
- ¿Te gusta que Amy sea mi mamá? –preguntó la niña, a punto de terminar su helado
- Me basta con que sea mi mujer, pero sí, me gusta. ¿A vos?
- Pues claro… es re buena conmigo. ¿Ella no tiene a sus padres?
- No, su papá se fue, y su mamá está en el cielo –contestó, quitándole el mechón molesto de sus ojos
- ¿A dónde se fue su papá?
- No lo sé, nena – respondió, pensando cómo cambiar de tema.
- ¿Me prometes que nunca me abandonarás? –Darcy tenía los ojos tan brillantes que parecía que iba a llorar, y Harry se enterneció. La besó en la mejilla y le respondió, mirándola fijamente a los ojos.
- Te lo prometo, nena, nunca lo haré –juró. Y cumplirá esa palabra.

Buenos momentos eran las salidas con Darcy, con su novia, con sus amigos y con su familia. Lo era el aniversario de primer mes que tenía planeado festejar junto a Amy y lo hizo; lo era el cumpleaños número cuatro de su hija, cumpliendo su palabra de invitar a todos sus amigos para que no estuviera sola; y finalmente, lo era cantar todas las noches junto a sus otros cuatro amigos.
Pero ese día, lamentablemente, iba a llegar. El momento en el que cada uno tomaba su rumbo, diferente. Nunca quería que pasara, por lo que nunca lo pensó y nunca estuvo preparado. Le tomó de improviso, y le costará recuperarse. Pero, pese a todo, la seguirá amando como el primer día.

- Harry, tenemos que hablar –dijo Amy, un poco nerviosa ante la mirada inquisitiva del ruloso
- Uh uh –tatareó dudoso- esas palabras nunca son buenas
- Es porque no lo son –admitió la chica acomodándose en el sofá de la casa de su novio.
- ¿Qué pasa amor? ¿Qué te tiene tan preocupada? –preguntó, a la vez que le tomaba las manos
- Este último tiempo has estado estresado con el trabajo y con la nena, no hemos tenido tiempo para nosotros –empezó, aclarándose la garganta. La voz le salía muy suave, casi inaudible. Se había quedado toda la noche despierta pensando su decisión definitiva.
- Amy… -repercutió, pero ella siguió hablando
- Dejame hablar –calló. El solo asintió, pensando a donde iba a parar esta conversación.- El poco tiempo que hemos estado solos, siempre discutimos, por celos o por cualquier boludez. Eso no le hace bien a la pareja.
- Lo podremos solucionar – se esperanzó Harry, mientras tenía los ojos llorosos. Ya sabía cómo iba a terminar.
- No Harry, no lo haremos. No sabés confiar en mí.
- ¿Sugieres que cortemos? ¿Qué cada uno siga adelante? –le interrumpió, sintiendo esos malditos ojos picando.
- Sería lo mejor. Al menos por un tiempo. Podemos ser amigos, por Darr.
- No quiero ser tu amigo, maldita sea.
- Harry, no hagas esto más difícil de lo que es. Lo he pensado muy seriamente, por favor, respeta mi decisión.
- Sí eso es lo que quieres… -dijo rendido. Se dejó vencer por las lágrimas.
- Gracias –agradeció ella, empezando a caer unas gotas saladas de sus ojos.
- Sabés que no será solo un tiempo, será un para siempre –murmuró entre dientes
- Solo el tiempo lo dirá. Seguiré manteniendo mi promesa, todavía te amo
- Pero eso no cambia nada, ¿no? –ella no respondió y el silencio otorga.
- Cuídate Hazza –despidió, dándole un beso cerca de su boca. Separó sus manos de las de él y salió por la puerta.
Él la vio irse, sumido en una profunda tristeza. Sabía que la había perdido, y no hay vuelta atrás. Se dejó caer en el sofá, mientras se descargaba con todo lo que podía. Una hora después, apareció Louis para reconfortarlo, quedándose con él toda la noche.