Superhuman |Harry Styles| -Terminada-

Noviembre se estaba acercando, y con ello, el fin de año. En dos meses pueden pasar muchas cosas, cosas fantásticas y cosas inesperadas. Lo que ocurrió en este caso. Amanda estaba en su departamento reviviendo viejos momentos mientras veía a Darcy dormir en su cama, y Jake estudiaba en su habitación.
Su mente se reportó primero al cumpleaños número 4 de la niña, el primero en el que ella iba a estar con sus padres adoptivos. La casualidad fue que la fecha coincidió con el de Jake, por lo que hubo festejo doble.

- ¡Tío J! ¡Tío J! ¡Has venido! –exclamó una Darcy feliz, corriendo a sus brazos, haciendo que él la levantase
- Por supuesto, no iba a faltar a mi fiesta de cumpleaños –bromeó Jake guiñándole el ojo. Le besó la mejilla y la bajó. Darcy volvió al patio, donde estaba con sus amigos del jardín.
- ¿Trajiste lo que te pedí? –le preguntó Amy
- ¿Alguna vez te he fallado? –Jake frunció el ceño, entregándole un paquete grande en una bolsa. Harry amagó para agarrarla y ayudarle.
- Gracias. Casi me vuelvo loco al ver que me faltaba ese detalle –le comentó Harry haciendo una mueca. Se llevó el paquete para la cocina, metiéndola en la cocina.
- ¿Tenés las velas? -dudó Jake, acercándose a su cuñado
- Lo compré hace un rato… Uno para cada uno –le contestó guiñándole el ojo.
- Amor, pásame las bebidas. Los niños estarán sedientos de tanto jugar –indicó Amy, del otro lado de la barra.
- Tendrás que acostumbrarte a querer esta casa como si fuera tuya –le aconsejó Harry, pasándoles las botellas.
- Algún día finalmente lo haré –agarró las botellas y desapareció de ahí, viéndose en el patio, con cuatro chicos rodeándola, con sus vasos de plásticos.
- Vamos Jake, es hora de la torta –gritó Harry, con la susodicha en las manos. Jake fue astuto y agarró el paquete de fósforos para prender las velas que quedaban ahí colgando.
La vela roja era el 4. Las azules formaban un 15. Tras un feliz cumpleaños de parte de todos y los silbidos de Harry, los dos –sobrina y tío- soplaron sus respectivas velitas. Luego de una ronda de aplausos y abrazos, Amy dispuso a cortar la torta, mientras que Harry le besaba el cuello. Jake se quejaba de estas muestras amorosas, pero reía, sacando fotos a medias.

Era como si hubiera pasado mucho tiempo. Las risas de Darcy todavía le sonaban en la cabeza, mientras la veía posada en la cama durmiendo como el ángel que es. Y moría de ternura cada vez que la veía en los brazos de Harry, así era como se enamoraba día a día más de lo que ya estaba.
Su mente ahora viajó hacía la separación de Niall y Milagros en un lapso de… doce horas. Ambos estaban histéricos en ese momento, por lo que pronto se dieron cuenta de que no podían vivir sin estar juntos. Pasaron un mal momento, pero eso ya ha quedado en el olvido.

- Tranquila Mil, dime que ha pasado –consoló Amy a su mejor amiga, en el departamento de ésta última. Balbuceaba y lloraba poco, obligándose a no hacerlo, no le salía tan fácilmente.
- Anoche salimos, con Liam, Danielle, Louis y Eleanor. Él se pasó de copas, y no solo eso, me confundió con otra –chilló.
- Sabes que Niall tiene problemas con la bebida, siempre la tuvo.
- Me prometió que se iba a controlar.
- Estas cosas cuestan hacerlo. No es un alcohólico. Simplemente… le gusta hacerlo de vez en cuando.
- Amy, no lo entiendes.
- No lo comprendo, y pasara lo que pasara, te he dicho que no me metería en sus problemas de pareja, ¿lo recuerdas?
- Lo recuerdo –susurró.
- Así que no intentes ponerme de algún bando. Estoy en territorio neutro acá, ¿De acuerdo?
- Está bien. Mierda, por más enojada que esté con él, lo sigo amando.
- Es un duende muy querido –rió Amy. Mili la fulminó con la mirada, y ella entendió.- Perdón, dejaré de hablar de él.
- Lo extraño.
- Sos bipolar, ¿sabías?
- Joder –gritó.
- Exacto –coincidió con su mejor amiga-. El amor es una jodida mierda –bromeó Amy, guiñándole el ojo. Se echan a reír y luego se exaltan al escuchar el timbre. Amy se ofrece a abrir, pues se imaginaba quien sería la persona que estuviera del otro lado.
- Hola princesa… -saludó Niall con una sonrisa. Luego carraspeó- ¿Está….? –empieza a preguntar, pero Amy sabe que no tiene sentido que siga, por lo que se corre, dejándolo pasar. Corre inmediatamente hacía el sofá donde se encontraba su novia. Amy cierra la puerta luego de dejar que Liam entrara, riéndose junto a ella.
Los dos se quedaron parados en la puerta, observando como Milagros y Niall se arreglaban, siendo tan cursis que daban arcadas. Liam solo reía por la torpeza del rubio y Amy le imitó.
- Parece que al final, los tórtolos no pueden vivir separados –comentó Liam, luego de ver como ellos dos se besaban apasionadamente.
- Coincido con vos –dijo riendo. Miró al sofá y después se dirigió a Liam:- ¿Querés ir a tomar un café?
- Dale –contestó Liam sonriente. Ambos sabían que los novios necesitaban intimidad.

Ese tiempo fue en el que Liam y Amy se volvieron tan amigos, que la chica ya lo tomaba como otro hermano más. Fueron cada vez más salidas como esa solo para charlar sobre de que iba la vida y si alguno tenía problemas con algo.
Pensándolo bien, debía agradecerle a Milagros por encontrar nuevos amigos y otros hermanos. Sin ella, no podría haberse reencontrado con su confidente de toda la secundaria y a su hermanastro. Tal como no podía haber conocido a Liam, a Zayn, y… a Harry.
Como todo pensamiento, todo termina en el ruloso. Se acordó, esta vez, con una sonrisa melancólica, de cuando cumplieron el primer mes. Caía sábado, por lo que Harry decidió pasar un fin de semana a solas con ella, en una quinta alejados del mundo. Dejó a Darcy a cargo de Anne y Gemma, y se marchó con ella, el sábado por la mañana. Y volvieron el domingo al caer la noche.
La quinta era de sus abuelos. Le había pedido las llaves a su padre, quien las tenía desde que ellos habían muerto. Harry pasaba parte de su niñez ahí, por lo que decidió que era hora de que Amy conociera su lugar favorito en el mundo. Ella se sorprendió al saber que era la única chica a la que había traído. Pues claro, con las demás no había sentido la necesidad de hacerlo.
Amy lloró de emoción al entrar. Estaba adormilada, había pasado de estar en su cama a esas horas de la mañana a estar en un auto junto a su novio. La entrada estaba llena de pétalos de flores. La mesa estaba lista para poder almorzar, y al lado había un canasto, por lo que supuso que iban a hacer picnic. Harry lo tenía todo fríamente calculado, a la noche iba a cocinarle él.
Habían hecho un tour por la casa, pasando por las habitaciones, el comedor y los dos baños. También la había llevado al patio, donde estaba el patio con una piscina. La pasaron genial, él se encargaba de hacerla reír y de recordarle lo mucho que la ama. Ella solo daba su parte, ya no había nada más que decir. Harry la había dejado sin palabras, era todo un romántico.

- Espero que te haya gustado mi regalo –dijo Amy, cuando los dos estaban sentados en el sillón. Harry había descubierto el regalo de ella, un cuaderno lleno de fotos impresas con frases colgando por todas partes, lugares en blanco. Había fotos de él solo, ella sola y de los dos. Incluso de los tres, con Darcy.
- Es… maravilloso. El regalo más hermoso que me han hecho –dijo admirando las fotos y besándola.
- Me preguntaba… ¿Qué le das a un hombre que lo tiene todo? Y esto me pareció tan original que solamente lo hice.
- Es perfecto. Te amo Amy, no tienes idea de cuánto. Me harías muy feliz si te quedaras –expresó, acariciándole la mejilla con su nariz
- ¿Ahora? –preguntó Amanda, revolviéndose confundida.
- Siempre –contestó él.
- Te amo –correspondió ella a sus besos.
Fueron tantos, que se convirtieron en uno dos veces esa noche. Y otras veces a la mañana siguiente.