Superhuman |Harry Styles| -Terminada-

Dos horas después la fiesta sorpresa iba llegando a su fin. Amy saludaba a cada uno que se despedía, quedándose solamente con su hermano, sus primos, su novio y los dueños de la casa. Le había hecho prometer al ruloso que al final de la fiesta le aclararía todo, y ella lo entendió, porque era lo que él le quería decir en un principio y no pudo.
Harry se ofreció a llevar a los hermanos Müller a su departamento, pero Jake quiso irse con los gemelos, a quedarse a dormir. De paso, por la mañana se juntarían a almorzar. De modo que solo quedaban ellos dos.
Amanda se despidió de Jay y de las hermanas de Louis, mientras que Harry –que ya lo había hecho- se quedó hablando con su mejor amigo y la novia de éste, en el jardín, donde estaban estacionados los dos autos. Así fue como Amy los encontró, una vez que hubiera salido.
- Y bueno princesita, espero que la hayas pasado de lindo –expresó Louis, abrazando a Eleanor por la cintura. La castaña miraba todo con ojos brillantes y sonriente.
- Lo pasé excelente, gracias Tommo –dijo Amy
- Estamos cansados y debemos madrugar, así que nos estamos yendo –apuró Eleanor.
- Pero es domingo –comentó Harry, frunciendo el ceño.
- Almuerzo familiar –le explicó Louis a éste, y Harry entendió que los domingos a él le tocaba ir a la casa de los Calder, como tradición.
- Nos estamos hablando –despidió Amy.
Después de saludarse con tantos abrazos y alguna que otra palabra, cada pareja fue a su auto, abrazados y en silencio. Amy miraba de reojo a su novio, haciéndole entender que no estaba enojada, para nada. Sabía que tenía una explicación y quería escucharla, eso es todo.
- Te llevo a tu departamento y hablamos ahí, después me quedaré en el hospital –habló Harry, mientras ponía en marcha el auto. La miró de costado, dándole una sonrisa.
- ¿Por qué está internada? –preguntó Amy, tranquilamente
- Anoche tuvo un pico de fiebre –respondió, parándose en un semáforo
- ¿Cuántos años tiene?
- En dos semanas cumple cuatro.
- ¿Es tan linda como vos? -Amy le guiñó el ojo, y él la vio por el espejo retrovisor. Rió ante la pregunta.
- No como yo, pero es hermosa.
- Llévame al hospital, te acompañaré –ordenó Amy, mirándola fijamente
- Pero estás cansada –argumentó Harry
- No importa, quiero acompañarte, no quiero que te quedes solo
- No me importa quedarme solo, aprecio tu compañía, pero debes descansar.
- Harold –dijo con una voz fulminante. Eso bastó para que él cambiara de opinión, bufando.
- Esta bien, te llevaré. ¿Algún día me harás caso? –dijo rendido, cambiando el rumbo del camino, llegando al hospital.
- Y mientras tanto, me decís lo que tengas que decir

Una vez que llegaron, Harry la dirigió a unos pisos arriba, parándose enfrente de su habitación. Abrió la puerta, encontrándose con su hija durmiendo pacíficamente. Le dijo a la enfermera de turno que él se quedaría afuera, cuidándola. Amy se quedó en la puerta, observándola. Tenía ondas, casi el parecido con su novio. Inmediatamente se enamoró de la imagen de él besándole la mejilla, y acomodándole el pelo. La niña se movió, haciendo que Harry se separara y saliera de la habitación junto a Amy.
La sentó en la sala de espera, ofreciéndole un café. Tardo poco en volver con los dos vasos en los que salía vapor, dando aviso de que estaba caliente. Volvió a su lado, tomó un sorbo y se aclaró la garganta para poder hablar.
- Voy a comenzar mi historia desde el principio –empezó Harry
- Tenemos toda la noche.
- En algún momento tendrás que dormir.
- Callate Harold, empieza –mandó Amy, amablemente. Harry rió ante su torpeza y le robó un beso antes de volver a hablar.
- Hace un par de años, mi mamá comenzó a ser embajadora de este hospital. Yo me ofrecí como ayudante de la guardería de acá al lado. Pasé muchas horas junto a niños y descubrí que a partir de ese momento quería ser papá...
- Y llegó Darcy –continuó ella
- Y llegó ella, como un ángel. La encontraron abandonada en la puerta de una iglesia y la trajeron acá. Al hacerle los estudios para verificar que se encontraba en perfectas condiciones, descubrieron que ella es sorda.
- Pobre –compadeció ella, tomando su café.
- Nadie la quiso adoptar, por ese problema. Y yo no era lo suficientemente mayor para hacerlo. Le he pagado sus tratamientos con la fonoaudióloga y sus audífonos, esperando por ella.
- Eso es bueno, lo has hecho bien. ¿Es complicado llevar esa vida?
- No tanto. Es una persona común y corriente, su doctora está enseñándole a hablar, así será su vida.
- ¿Qué pasó después? –preguntó
- Ni bien cumplí la mayoría de edad, empecé con los trámites de adopción. Esperé mucho tiempo, hubo muchos papeles de por medio, y estaba el problema de que soy un padre soltero, sin madre. No es muy común eso.
- Nunca he visto una situación así –concordó ella.
- Y finalmente, hoy soy su papá oficial. Me la podré llevar a casa.
- ¿Tenés su cuarto ya listo?
- Me tomé todo el día ayer para hacerlo. Me gasté un dineral en regalos, más de lo que le di en su vida.
- La quieres, eso es obvio.
- La amo, como a ti –retrucó él, sonriéndole.
- Ella es tu prioridad ahora, como Jake para mí –recordó Amy.
- No puedo evitar tener miedo.
- Serás un padre genial Hazza, lo he visto. Es común tener miedo, me ha pasado. Pero lo lograrás, estaré ahí –le tranquilizó.
- Gracias linda. ¿Ya te dije que te amo? –preguntó Harry, acercando su cara a la de ella
- No escuché nada –mintió divertida, susurrando en sus labios.
- Entonces te lo repetiré: te amo –murmuró, sellando sus labios con las de ella, para demostrarle su cariño.