Sólo somo la luna y yo.

El resto de la noche la pasamos jugando en el castillo y vistiendonos como princesas, Emily tenia vestidos de todas las tallas ya que algunos habían sido de Lauren años atrás así que no hubo ninguna dificiltad en encontrar unos cuantos vestidos que me sirvieran a la medida. A las nueve de la noche la pequeña Emily cayó profunda y me estaba aburriendo. Entré a la habitacion de huéspedes, la cual, al igual que todos los demas cuartos de la casa, era bellísima y muy amplia. Pero esta habitación tenía algo muy especial, algo que llenaba mi alma. En una de las paredes se alzaba un enorme ventanal que daba a la playa privada de la casa, sobre el mar se podía ver el reflejo de mi amiga la luna. Llena, blanca y hermosa. Ahí estaba ella al igual que cada noche, dispuesta a escucharme, a ser mi consuelo. Rapidamente reviso el closet para ponerme cómoda, pero como esperaba, no había ropa para dormir. En silencio, cuidando de no despertar a Emily, entré a la habitación principal y saqué una sencilla bata de dormir de Lauren. Tomé una ducha, dejando que el agua caliente limpiara mis poros llenos de la tan usual sal marina que vive en nuestro aire. Me puse la bata de dormir y me senté sobre la alfombra frente al ventanal. La luz de la luna me daba en la cara. Y ahí empecé como cada noche a contarle mi día al astro, la historia de la familia Youngerman y el hecho de que había empezado a trabajar. "¿Piensas que hago lo correcto?" Pregunté. Pude ver el movimiento vertical del astro, eso fue un "sí". Tras una hora de mi conversación con la luna escuché un súbito sonido proveniente del piso inferior. Me levanté de inmediato ¿algún ladrón? No, eso no me puede pasar en mi primer día de trabajo. Subí hasta la habitación de Nick y tomé un bate de beisbol que estaba junto a la puerta y bajé las escaleras descalza y sigilosa. Todo estaba ocuro y en silencio, miro al reloj luminoso de la pared y daba más de media noche. Me acerco con cuidado a la cocina y de repente escucho tras mi oreja:
- No me vas a golpear con mi propio bate ¿o sí? -
Por el susto casi le doy un buen golpe en la cabeza a Nick quien se encontraba un poco mareado y tambaleante, desde donde estaba podía oler el alcohol impregnado en su ropa.
- ¿Qué demonios haces? - pregunté exaltada
- Pues es mi casa ¿sí es mi casa? - estaba confundido
- Cállate - hice que se apoyara en mis hombros y con dificultad lo ayude a subir las escaleras
- Te amo Lyla - dijo en medio de su borrachera
- ¿Cómo? - ¿acaso había escuchado bien?
- ¡Que amo a Lyla! Pero no le digas - al parecer creía que hablaba con alguien mas. ¿Yo le gusto? ¿Le gusto a Nick Youngerman? - cumple años la otra semana ¿lo sabías? -
- No realmente - debía seguirle el juego. ¿Se acordaba de mi cumpleaños?
- Ese dia hay excursión a la playa - contó mientras lo metía en la cama - le pagué al director para que adelantara la excursión para ese día. Quiero que tenga el mejor de los cumpleaños y quiero que sea gracias a mí, aunque nunca lo sepa -
- ¿Por qué no le dices? - pregunté curiosa
- ¿Bromeas? ¡Lyla me odia! No soy capaz ni de hablarle, ahora mucho menos voy a declararmele. Creerá que es una broma de mal gusto o algo así, nunca sabrá lo que siento -
- Nunca digas nunca – respondí al cerrar la puerta
Salí de la habitación en estado de shock, no daba crédito a mis oídos. Al llegar a la puerta de mi habitación me encontré a la pequeña Emily arrodillada en el piso llorando con su oso de peluche en uno de sus brazos.
- ¿Que pasó linda? - me arrodillé junto a ella
- Tenía una pesadilla y como mis papis no están vine aquí y tampoco estabas - la pequeña rompió a llorar
- No llores Em por favor - la tomé de la mano y la ayudé a ponerse de pie - ¿Quieres dormir conmigo hoy? -
- Sí - dijo al sonarse la nariz, roja por el llanto
Nos acostamos en la cama y Emily se acomodó junto a mi pecho. Yo tardé horas en conciliar el sueño pues por mi mente pasaban mil preguntas sin respuesta ¿De verdad le gustaba a Nick? ¿Habría sido una broma? ¿Lo recordará en la mañana? ¿O simplemente seguiremos suponiendo que nos odiamos mutuamente? Luego de un rato caí vencida por el sueño.

- Lyla, despierta linda –
La voz suave y melodiosa de Lauren me despierta en la mañana, Emily aún seguía a mi lado, acurrucada y hecha una bolita. Me levanto de la cama con cuidado y salgo con la señora Youngerman hacia la cocina, me doy cuenta tarde de que aún traigo la bata de dormir cuando veo a Nick observándome desde el comedor. Tenía sus ojos clavados en el escote de mi pecho por lo que rápidamente pasé mis brazos sobre él.
- Aquí tienes Lyla – Lauren me dio mi paga. Nick siguió comiendo al escuchar a su madre
- Muchas gracias, iré a cambiarme y me voy – respondí apurada
- ¿No te quedas a desayunar? – preguntó Lauren – Sería muy descortés enviarte a casa así, por favor quédate –
- Está bien – forcé una sonrisa y fui a cambiarme
Cuando volví a la habitación Emily estaba sentada en la cama rascando su ojo con la mano.
- Em, no hagas eso te vas a lastimar – me senté junto a ella y le quité la mano del ojo
- Pero es que aún tengo sueño – contestó con la voz arrastrada
- Yo sé linda, mejor vamos a desayunar ¿sí? Estoy segura de que tu mamá hizo algo delicioso –
- Bueno –
Me puse la misma ropa del día anterior y fui a la cocina de la mano de la pequeña Emily, en cuanto entré Nick volteó a verme unos segundos, luego volvió a mirar su cereal de colores. Lauren había puesto en la mesa un plato de huevos con tocino, una taza de café y un vaso con jugo de naranja, agradecí y me senté en la mesa.
- Buenos días Nicholas – dije al sentarme
- Buenos días Lyla – respondió sin verme. Pasaron un par de segundos antes de que volviera a hablar – Gracias –
- ¿Disculpa? – me cogió desprevenida, ¿gracias por qué?
- Gracias, supongo que fuiste tú la que me llevó anoche a mi habitación ¿no? Perdona si hice algo descortés, no me acuerdo de nada – respondió susurrando
- Ah sí, tranquilo, no pasa nada – mucho mejor para mí si no recordaba nada
- ¿Vas a ir a la excursión en la playa? – preguntó sin mucho interés, a mí se me hizo un nudo en la garganta
- La verdad no sé, ése día cumplo años y creo que prefiero pasarlo con mamá –
- Deberías ir – dicho esto se levantó y se fue sin decir más
- Él es muy raro – Dijo Emily con la boca llena de su cereal lo que me hizo reír
- ¿Cierto? – ambas soltamos una carcajada
Cuando terminé de desayunar, tomé mis cosas y me fui a mi casa. Sabía que era temprano pues aún no había salido el sol completamente, debían ser las seis de la mañana. Tomé mi tiempo para pedalear por la playa pues hace mucho no lo hacía, casi siempre la playa estaba plagada de chicas rubias y operadas acompañadas de musculosos muchachos que creen que por jugar en la playa son atletas. A esta hora Los Hamptons era perfecto, vacío y tranquilo, sin voces chillonas o superficialidad, simplemente la playa, el mar y la espesa vegetación a los alrededores.
- ¡Buenos días! – exclamé al abrir la puerta de la casa
- Hola cariño, ¿Cómo te fue? – respondió mi madre saliendo de la cocina con dos tazas de café
- Muy bien, cuidé a Emily una niña muy tierna – conté al recibir la taza con el oscuro líquido
- ¿Te pagaron bien? – preguntó ansiosa
- Justo y muy necesario – exclamé sacudiendo frente a mí el delgado fajo de billetes
- Anda, ve a ducharte y me cuentas todo –
No lo tuvo que repetir dos veces pues hace calor y el sudor de la noche anterior seguía pegado en mi piel. Dejé que el agua fría recorriera mi cuerpo durante un largo tiempo, simplemente me paré bajo el grifo empapándome por completo. Salí y me vestí ligera, un short y una camisa suelta de tiras, mamá me esperaba tirada en un mueble con su café en las manos, a veces pienso que más que mi mamá ella es mi mejor amiga, y a decir verdad es todo lo que necesito.
Le conté con detenimiento todo lo que había visto en la casa, los pasillos, las habitaciones y el salón de música que tanto me atrajo, mamá me miraba fijamente asimilando cada palabra.
- ¿Te viste con Nick? – se me hizo un nudo en la garganta, no le había dicho nada sobre nuestro “encuentro”
- La verdad no ¿por qué preguntas?
- ¿Ustedes dos no están en el mismo grado? Supongo que se conocen
- Una cosa es que nos conozcamos, otra muy diferente es que hablemos. – respondí fríamente – además, él no estaba en casa, solo lo vi en el desayuno
¿Por qué mi mamá preguntaba por Nick? Era tan extraño como que yo le preguntara quién es mi papá, sí, así de raro. Era como si pretendiera o me insinuara algo de lo cual aún no me había dado cuenta, tal vez ella sabía de alguna manera el secreto de Nick.
El resto del fin de semana pasó tan rápido que no tuve tiempo de disfrutarlo, en menos de lo que esperaba otra vez era lunes y tenía que ir a la escuela. Me vestí con unos jeans desgastados, una camiseta suelta y tennis. La escuela no me queda muy lejos por lo que puedo ir en patineta. Tomé mi mochila y metí en ella sólo lo necesario: la agenda, un cuaderno y un par de lapiceros, así es más fácil ir sobre la tabla. Es divertido ir en patineta a la escuela, es como una clase de sello, soy la única en el lugar que tiene una, en realidad soy la única que se atreve a ir con un calzado diferente a tacones, y no es que no me gusten porque sí me gustan los tacones, solo que no los considero totalmente necesarios.
El primer bloque se me hace eterno, nada peor que iniciar la jornada con matemáticas. En un par de horas tendré historia y esa clase la comparto con Nick, espero que falte como usualmente hace para no tener que verlo. Salimos al primer descanso y voy a mi casillero para tomar el libro de historia. Al abrir la taquilla un papelito se cae de ésta: “Tú no sabes quién soy, y tampoco te lo diré, solo quiero asegurarme de que vayas a la excursión.”