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Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 2 de 3. • 1, 2, 3
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Me gusta lo que llevas!
Nueva lectora! O/
sigue asi! esta buena!
besos corazon! xx.
Nueva lectora! O/
sigue asi! esta buena!
besos corazon! xx.
Jeannette Mendoza
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
¡¡Hola!! Chicas, mañana subo dos caps. juntos, hoy no me anda bien internet, ademas tengo que rendir, dos materias, una mañana y otra el miercoles, si las rindo bien, EL FIN DE SEMANA HAY MARATON!!!!! Rueguen porque las apruebe o no pasare a 4to x.x, enrealidad la tendria que volver a rendir en febrero, pero quiero sacarmelas ahora de encima xxx.
Siganme en twitter, mencionenme si quieren mas capssss. (@fioreviglioni) ¡¡Las Adoro!!
Siganme en twitter, mencionenme si quieren mas capssss. (@fioreviglioni) ¡¡Las Adoro!!
Emma Allister
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Que todo te salga bien corazon!
ESPERO EL MARATON CON ANSIAS!!! ;)
besos xx.
ESPERO EL MARATON CON ANSIAS!!! ;)
besos xx.
Jeannette Mendoza
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
¡¡Hola amores!! Paso a informarles que rendi bien Ética, asi que ahora les dejo los dos capitulos que les prometi. Ahora rueguen a todos los santos franceses que conozcan para aprobar mañana frances asi tienen 2 capitulos mas!!
Espero les gusten estos capitulos.
[list][*][{ I/II }/list]
Capítulo 5
El despertador sonó a una hora indecente, sobre todo teniendo en cuenta que ______ no había pegado ojo en toda la noche. Ese día empezaba a trabajar en ‘The Whiteboard’ y no tenía ni idea de lo que iba a hacer; además, estaba convencida de que ya no sabía nada de inglés, y que lo del diseño gráfico era algo que había aprendido hacía años y de lo que no se acordaba mucho. «_______, serénate. Tienes 24 años y estás preparada para hacerlo bien. Eso, siempre y cuando no te vuelvas loca: deja ya de hablar sola de una vez.» Finalizado el auto sermón, se desperezó y fue a ducharse.
Bajo el agua, ______ invirtió todo su tiempo en resolver una cuestión completamente absurda pero de vital importancia, dado su estado de ánimo: cómo vestirse el primer día de trabajo. ¿Vaqueros estilo estudiante de Bellas Artes? ¿Traje estilo diseñadora italiana? ¿De negro y con un par de collares estilo intelectual barcelonesa? ¿Falda? En fin, la única opción que tenía era llamar a Helena. Ella era genial con lo de las primeras impresiones; siempre sabía qué ponerse. Seguro que era un gen que a ella no le pusieron. Logrado su primer objetivo, ducharse, ______ se puso el albornoz, se peinó y salió del baño para llamar a su hermana.
—¿Helena?
—¡______! ¿Sabes qué hora es? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
—Claro que estoy bien, y para ti son las 7.30. ¿Te pasa algo a ti?
—No, nada, que es de lo más normal que me llames a estas horas de la mañana al móvil —respondió sarcástica Helena a la vez que bostezaba.
—Perdona, no me acordaba de lo bien que se vive siendo universitaria.
—Bueno, en fin, ¿qué quieres? No, no me lo digas, ¡te has acostado con ese bombón!
—No. Te juro que no me he acostado con nadie. —______ se estaba sonrojando con la conversación. Cómo se le había ocurrido llamar a la cabra de su hermana pequeña.
—Está bien, si no me llamas para contarme eso, ¿qué te pasa?
— ¿Qué me pongo para ir hoy al trabajo? No, no te rías, ya sabes que eres infinitamente mejor que yo para combinar la ropa. Por favor, ayúdame, es mi primer día.
—Vamos a ver, tengamos en cuenta todos los factores: es tu primer día, vas a trabajar con fotógrafos y periodistas y, lo más importante, ese tío bueno va a estar contigo... Eh. Ya sé, ponte el pantalón negro de cintura baja con la camisa blanca de hilos plateados, el pañuelo que le robaste a mamá y las botas negras. Así estarás interesante y atractiva, y píntate un poco los ojos. ¿Vale?
—Vale. Eres la mejor. Muchas gracias, te llamaré cuando vuelva. Besos.
—De nada, pero a no ser que te acuestes con como se llame, la próxima vez llámame a una hora normal. Me vuelvo a la cama. Adiós y, como dice papá, a por ellos, que son pocos y cobardes. Besos.
Resuelto el problema de la ropa, ________ colgó el teléfono y se dispuso a seguir al pie de la letra las instrucciones de Helena. Cuando estuvo vestida, se secó el pelo y se maquilló un poquito los ojos. Al mirarse al espejo, decidió que no estaba nada mal, se veía atractiva y, si sus nervios no la traicionaban, podía incluso causar buena impresión. Ya eran las 7.30. Louis le había dicho que tenían que salir a las 8.00, así que aún le quedaba un ratito para desayunar algo. Se dirigió a la cocina.
—Buenos días. —Louis le sonrió a la vez que le servía una taza de té.
—Buenos días. Gracias. —______ aceptó la taza y se sentó. Estaba nerviosa y no quería echarse el té por encima; eso sí que sería un problema.
— ¿Estás nerviosa? —Louis se sentó delante de ella—. No lo estés. Todo irá bien, ya lo verás. —Quería tranquilizarla y le acariciaba los nudillos con el pulgar.
— ¿Yo? No, bueno, sí, sí estoy nerviosa. No sé qué voy a hacer, seguro que, sea lo sea, no sabré hacerlo. La pifiaré y tendré que volver a Barcelona, tú te enfadarás y Niall me matará. Así que sí estoy nerviosa y... ¿se puede saber por qué sonríes?
—Por nada. Cuando te pones nerviosa, empiezas a hablar sin sentido y me recuerda a cuando eras pequeña.
— ¡Vaya! Esto sí que es tranquilizador, ahora resulta que parezco una niña pequeña. —______ notaba que estaba cada vez más nerviosa y el hecho de que él la mirara con aquellos ojos tan dulces y que le acariciara la mano, no la estaba ayudando en absoluto.
—Eh, yo no he dicho eso. Vamos, no te preocupes, todo saldrá bien. Tenemos que irnos ya. Por el camino te cuento lo que vas a hacer y ya verás cómo dentro de una semana lo tienes todo controlado. —Louis se levantó, dejó las tazas en el fregadero y recogió unos papeles que estaban en la mesa del comedor.
—______, ¿vamos? —le preguntó a la vez que abría la puerta de la calle.
—Sí, sólo espero que no te arrepientas.
______ cogió su bolso y, cuando iba a salir, Louis le puso ambas manos encima de los hombros y la miró:
— ¿Sí? —preguntó ella ante su silencio.
—Nada, sólo quería decirte que estás guapísima.
Dicho esto, salieron del piso y Louis cerró la puerta.
En la calle se notaba que era lunes y que la gente tenía que ir a trabajar; todo el mundo parecía llegar tarde. ______ y Louis se dirigieron al metro. ‘The Whiteboard’ estaba sólo a dos paradas y, mientras esperaban, Louis le contó los distintos caminos que podía utilizar para ir al trabajo y las ventajas e inconvenientes de cada alternativa. Cuando salieron del vagón, a ______ empezaron a temblarle las piernas y se sentó en un banco de la estación.
— ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal? —le preguntó Louis preocupado.
—No, bueno —respondió ella sin mirarlo a la cara—. Estoy nerviosa y, cuando estoy nerviosa, además de hablar sin sentido, me tiemblan las piernas. Es sólo un momento.
Louis se sentó a su lado y le puso una mano sobre la rodilla.
—No te preocupes. —Tras un silencio añadió—: Creo que nunca me había sentado en un banco del metro. ¿Sabes?, ______, desde que has llegado, y sólo hace tres días, me siento distinto. El problema es que aún no he decidido si me gusta o me molesta.
Este último comentario consiguió llamar la atención de ______, que levantó la cabeza y se encontró mirando directamente a Louis a los ojos, con lo que él se atrevió a añadir:
—Aunque hay una cosa que sí tengo clara.
— ¿Ah, sí?
—Sí, y es que me da miedo averiguarlo.
______ vio que hablaba en serio. Aquel hombre de casi dos metros, que había cruzado medio mundo persiguiendo noticias, le tenía miedo. Pero en sus ojos ámbar había algo más que miedo; había curiosidad. La misma curiosidad que había en los de ella. No era la fascinación infantil que había sentido de pequeña, sino algo más profundo, más real. Louis desvió la vista hacia sus labios. Seguía sin decir nada y ella tampoco sabía qué responder a su último comentario. Él la miraba concentrado, como si estuviera sopesando qué decir y cómo decírselo. A ______ se le empezó a acelerar el pulso, y la estampida de búfalos que había sentido cuando lo vio días atrás, volvió a atravesar su estómago. Louis parecía fascinado y, despacio, levantó la mano y la acercó al rostro de ______. En ese instante, el resto del mundo desapareció. La estación de metro, la gente, el ruido, todo. Sólo estaban ellos dos mirándose a los ojos como si fuera la primera vez. Louis le acarició la mejilla, sus dedos temblaban casi tanto como las piernas de ______. Le recorrió la ceja con el dedo índice, resiguió lentamente la nariz y se detuvo encima de sus labios. Una breve pausa y su boca siguió el mismo destino.
Louis se apartó como si de repente se hubiera dado cuenta de dónde estaban. Respiró hondo y carraspeó. Cuando volvió a hablar, ______ no supo si habían pasado dos minutos, dos segundos o dos horas.
—Deberíamos irnos. —Se levantó y esperó a que ella hiciera lo mismo—. Es por aquí —señaló Louis. La cogió por el brazo y se detuvo de nuevo delante de ella—. ______, lo siento.
— ¿El qué? —Ella fingió no saber a qué se refería.
—Eh... —Louis se sonrojó de nuevo—. Haberte... besado. —Ni él mismo sabía cómo definir lo que acababa de pasar.
—Ah, eso. —Hizo un esfuerzo por no ruborizarse y aparentar normalidad—. No te preocupes. Ya sabes, los latinos somos muy cariñosos, y al fin y al cabo tú sólo eres medio inglés, ¿no? —______ no sabía cómo se le había ocurrido semejante tontería—. Además, seguro que no te has olvidado de que en mi familia todo el día nos estamos besuqueando y abrazando. Aún me acuerdo de lo incómodo que te sentías cuando mi madre te achuchaba.
—Ya, claro —farfulló Louis agradecido por el cambio de enfoque—. No quisiera que te sintieras incómoda conmigo. No debería haberlo hecho.
—Para ya, pareces sacado de una novela de Jane Austen. No me siento incómoda contigo, y tampoco voy a llamar a mi padre o a mis hermanos para que te obliguen a casarte conmigo.
—Me alegro. -Louis empezaba a relajarse de nuevo, pero siendo sincero consigo mismo, tenía que reconocer que le molestaba un poco que ella no estuviera más afectada por su beso—. Deberíamos acelerar el paso o no llegaremos.
Caminaron a más velocidad y, tras unos doscientos metros, se detuvieron delante de un edificio negro con cristales tintados y un guardia de seguridad en la puerta. En una de las placas de la pared se leía «The Whiteboard».
«Bueno, supongo que aquí empieza mi futuro», pensó ______.
— ¿Preparada? —preguntó Louis.
—Sí. Preparada.
—Tu departamento está en el primer piso, yo estoy en el segundo, junto con los periodistas, y con Sam, el señor Abbot, el director. Ahora está de viaje, pero cuando vuelva te lo presentaré. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
Estaban en el ascensor, por suerte con más gente, oficinistas de otras empresas que ocupaban también el edificio. Se paró en la primera planta y ellos dos salieron.
—Tu trabajo va ser sencillo al principio. Luego ya se irá complicando. Vamos a buscar a Jack para que te presente al resto del equipo y te cuente los detalles. ¡Jack!
En ese momento, Jack, que estaba sentado delante de un ordenador, se levantó y se dirigió hacia ellos.
Debía de tener unos treinta y pocos años y era la viva imagen del típico aventurero. Nada más verlo, ______ pensó que sería genial para sustituir a Harrison Ford en el papel de Indiana Jones, o como imagen del National Geographic.
—Jack, te presento a ______ Martí, la nueva diseñadora del departamento. —Al ver que la miraba con curiosidad añadió—: Fui a buscarla al aeropuerto el viernes, ¿recuerdas que te lo comenté?
—Sí, claro. Es un placer, ______. —Le besó la mano—. Y dime, ¿a pesar de que Louis llegó tarde al aeropuerto has decidido quedarte? —Le soltó afectuosamente la mano—. Te juro que los ingleses auténticos no somos así. Nosotros sí que sabemos cómo tratar a una dama. —Le cogió el abrigo—. ¿Cómo has pasado el fin de semana?
—Bien, gracias. Y sí, al final me quedo. Tampoco tengo adonde ir.
—Eso es porque no quieres —respondió Jack flirteando, como era costumbre en él.
—Déjate de tonterías, Jack, a las diez tengo una reunión y quiero dejar a ______ instalada en su sitio. —«Además —pensó Louis—, si vuelves a mirarla de esa manera te saco los ojos de las órbitas.»
A ______, ajena a esos pensamientos, le sorprendió bastante el tono de Louis, y para quitarle aspereza a sus palabras le dijo:
—Tranquilo, vete. Seguro que Jack me tratará muy bien. Intentaré no hacerte quedar mal.
Jack se dio cuenta de que entre aquellos dos pasaba algo, y decidió optar por hacerse el tonto y dejar de flirtear con ______ antes de que Louis decidiera arrancarle la cabeza.
—Nosotros también tenemos mucho trabajo, así que si quieres seguirme te presentaré a los diseñadores, fotógrafos y otros lunáticos del departamento. Louis, nos vemos luego y te cuento lo del reportaje sobre China. Adiós.
Dicho esto, Jack y ______ dejaron solo a Louis frente al ascensor. Se quedó refunfuñando entre dientes algo así como « ¡Que no sé cómo tratar a una dama!». Al final, decidió subir al segundo piso por la escalera, a ver si así se relajaba un poco.
Jack presentó a ______ a todo el departamento gráfico, la condujo a un pequeño cubículo al lado del suyo y le explicó qué se esperaba de ella. Su trabajo iba a consistir básicamente en maquetar las páginas. Tenía que revisar los tipos de letra y los espacios, y asegurarse de que las fotografías estuvieran colocadas correctamente antes de enviar la versión definitiva a imprimir. No era muy creativo, pero le permitiría conocer el mundo de la edición y, si era lista, quizá algún día podría dar el salto hacia algo más. Además, en su currículum iba a quedar muy bien el hecho de haber trabajado en una revista inglesa y, cuando volviera a Barcelona, seguro que encontraría la manera de sacarle partido. Eso era lo que ______ más deseaba, que al volver a su ciudad todo aquello hubiera servido para algo; si no, no sabía qué narices estaba haciendo en Londres, sin su familia, rodeada de gente con un peculiar sentido del humor, y enamorándose de un hombre que por el momento no quería tener ninguna relación y que se reservaba para alguien muy especial a quien ni siquiera conocía aún.
Por suerte, gracias a Jack y a sus otros compañeros, su primer día de trabajo fue todo un éxito. ______ se hizo rápidamente con los programas de la revista y en seguida captó en qué consistía su tarea. Las horas pasaron volando, y cuando llegó la hora de salir, Jack apareció por encima de su cubículo.
—Esto es todo por hoy. Vamos, no nos hagas quedar mal haciendo ya horas extra y vete a casa. ¿Esperas a que venga Lou o te vas sola?
—¿Lou?
—Sí, Lou. La hija de Sam, el jefe de la revista, no sabía pronunciar la «s » cuando era pequeña y empezó a llamarlo así; luego su padre la imitó, y a continuación todo el mundo empezó a hacerlo, así que... —Levantó las manos.
—Supongo que no está tan mal cuando te acostumbras. Pero a mí me sigue gustando más Louis —respondió ______—. Era como lo llamábamos de pequeño.
—Bueno, así qué, ¿esperas a Louis o no? Yo voy saliendo.
______ estaba pensando qué debía hacer cuando se abrió el ascensor y de él salió su objeto de preocupación.
—¿Estás lista para irnos?
—No puedo creer lo que ven mis ojos —intervino Jack burlón—. Louis yéndose de la revista antes de la una de la madrugada. Imposible. ______ —prosiguió dirigiéndose a ella—, te has ganado mi admiración para toda la vida.
—No digas tonterías —respondió ella sonrojada.
—Eso mismo, no digas tonterías —la secundó Lou, y cogió el abrigo de ______, que estaba colgado en el perchero que había junto al ascensor—. Vamos, antes de ir a casa me gustaría enseñarte un poco el barrio.
Jack, que no podía dejar de sonreír, observó cómo los dos se iban juntos, e iniciaban así una rutina que se repetiría a lo largo de toda la semana.
En efecto, a partir de ese día, siempre que le era posible Louis iba a buscar a ______ para irse juntos a su casa. Pero la verdad era que tardaban horas en llegar. Al final de la jornada de trabajo, los dos tenían tantas cosas que contarse que solían dar un paseo para poder charlar. Ella acostumbraba a detenerse a comprar lo que iba a cocinar esa noche y, para compensarla, él la llevaba a los rincones más insólitos y bonitos de la ciudad. Con ______, Lou estaba descubriendo un Londres que nunca había visto. Era como si la ciudad se hubiera llenado de olores y colores que antes no estaban allí.
Una tarde que salieron de la revista un poco antes de lo habitual, Louis la llevó a pasear a Hyde Park y la convenció para comer algo allí, sentados en un banco. En esa ocasión, le contó que no hablaba con su madre desde hacía diez años, y que lo peor de todo era que ya no la echaba de menos. ______ no intentó consolarlo ni le dijo ninguna sensiblería, se limitó a comentar que ella se lo perdía; que si su madre no se daba cuenta de lo que estaba echando por la borda, entonces tampoco se merecía que él se sintiera culpable por no hablar con ella. Y tras estas dos frases, que reconfortaron a Louis más de lo que ella creía, ______ le explicó un cuento que su abuela solía contarle sobre cómo se formó la constelación de la Osa Menor. En ese mismo instante, Louis supo que jamás podría volver a visitar Hyde Park sin pensar en ______.
Espero les gusten estos capitulos.
[list][*][{ I/II }/list]
Capítulo 5
El despertador sonó a una hora indecente, sobre todo teniendo en cuenta que ______ no había pegado ojo en toda la noche. Ese día empezaba a trabajar en ‘The Whiteboard’ y no tenía ni idea de lo que iba a hacer; además, estaba convencida de que ya no sabía nada de inglés, y que lo del diseño gráfico era algo que había aprendido hacía años y de lo que no se acordaba mucho. «_______, serénate. Tienes 24 años y estás preparada para hacerlo bien. Eso, siempre y cuando no te vuelvas loca: deja ya de hablar sola de una vez.» Finalizado el auto sermón, se desperezó y fue a ducharse.
Bajo el agua, ______ invirtió todo su tiempo en resolver una cuestión completamente absurda pero de vital importancia, dado su estado de ánimo: cómo vestirse el primer día de trabajo. ¿Vaqueros estilo estudiante de Bellas Artes? ¿Traje estilo diseñadora italiana? ¿De negro y con un par de collares estilo intelectual barcelonesa? ¿Falda? En fin, la única opción que tenía era llamar a Helena. Ella era genial con lo de las primeras impresiones; siempre sabía qué ponerse. Seguro que era un gen que a ella no le pusieron. Logrado su primer objetivo, ducharse, ______ se puso el albornoz, se peinó y salió del baño para llamar a su hermana.
—¿Helena?
—¡______! ¿Sabes qué hora es? ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
—Claro que estoy bien, y para ti son las 7.30. ¿Te pasa algo a ti?
—No, nada, que es de lo más normal que me llames a estas horas de la mañana al móvil —respondió sarcástica Helena a la vez que bostezaba.
—Perdona, no me acordaba de lo bien que se vive siendo universitaria.
—Bueno, en fin, ¿qué quieres? No, no me lo digas, ¡te has acostado con ese bombón!
—No. Te juro que no me he acostado con nadie. —______ se estaba sonrojando con la conversación. Cómo se le había ocurrido llamar a la cabra de su hermana pequeña.
—Está bien, si no me llamas para contarme eso, ¿qué te pasa?
— ¿Qué me pongo para ir hoy al trabajo? No, no te rías, ya sabes que eres infinitamente mejor que yo para combinar la ropa. Por favor, ayúdame, es mi primer día.
—Vamos a ver, tengamos en cuenta todos los factores: es tu primer día, vas a trabajar con fotógrafos y periodistas y, lo más importante, ese tío bueno va a estar contigo... Eh. Ya sé, ponte el pantalón negro de cintura baja con la camisa blanca de hilos plateados, el pañuelo que le robaste a mamá y las botas negras. Así estarás interesante y atractiva, y píntate un poco los ojos. ¿Vale?
—Vale. Eres la mejor. Muchas gracias, te llamaré cuando vuelva. Besos.
—De nada, pero a no ser que te acuestes con como se llame, la próxima vez llámame a una hora normal. Me vuelvo a la cama. Adiós y, como dice papá, a por ellos, que son pocos y cobardes. Besos.
Resuelto el problema de la ropa, ________ colgó el teléfono y se dispuso a seguir al pie de la letra las instrucciones de Helena. Cuando estuvo vestida, se secó el pelo y se maquilló un poquito los ojos. Al mirarse al espejo, decidió que no estaba nada mal, se veía atractiva y, si sus nervios no la traicionaban, podía incluso causar buena impresión. Ya eran las 7.30. Louis le había dicho que tenían que salir a las 8.00, así que aún le quedaba un ratito para desayunar algo. Se dirigió a la cocina.
—Buenos días. —Louis le sonrió a la vez que le servía una taza de té.
—Buenos días. Gracias. —______ aceptó la taza y se sentó. Estaba nerviosa y no quería echarse el té por encima; eso sí que sería un problema.
— ¿Estás nerviosa? —Louis se sentó delante de ella—. No lo estés. Todo irá bien, ya lo verás. —Quería tranquilizarla y le acariciaba los nudillos con el pulgar.
— ¿Yo? No, bueno, sí, sí estoy nerviosa. No sé qué voy a hacer, seguro que, sea lo sea, no sabré hacerlo. La pifiaré y tendré que volver a Barcelona, tú te enfadarás y Niall me matará. Así que sí estoy nerviosa y... ¿se puede saber por qué sonríes?
—Por nada. Cuando te pones nerviosa, empiezas a hablar sin sentido y me recuerda a cuando eras pequeña.
— ¡Vaya! Esto sí que es tranquilizador, ahora resulta que parezco una niña pequeña. —______ notaba que estaba cada vez más nerviosa y el hecho de que él la mirara con aquellos ojos tan dulces y que le acariciara la mano, no la estaba ayudando en absoluto.
—Eh, yo no he dicho eso. Vamos, no te preocupes, todo saldrá bien. Tenemos que irnos ya. Por el camino te cuento lo que vas a hacer y ya verás cómo dentro de una semana lo tienes todo controlado. —Louis se levantó, dejó las tazas en el fregadero y recogió unos papeles que estaban en la mesa del comedor.
—______, ¿vamos? —le preguntó a la vez que abría la puerta de la calle.
—Sí, sólo espero que no te arrepientas.
______ cogió su bolso y, cuando iba a salir, Louis le puso ambas manos encima de los hombros y la miró:
— ¿Sí? —preguntó ella ante su silencio.
—Nada, sólo quería decirte que estás guapísima.
Dicho esto, salieron del piso y Louis cerró la puerta.
En la calle se notaba que era lunes y que la gente tenía que ir a trabajar; todo el mundo parecía llegar tarde. ______ y Louis se dirigieron al metro. ‘The Whiteboard’ estaba sólo a dos paradas y, mientras esperaban, Louis le contó los distintos caminos que podía utilizar para ir al trabajo y las ventajas e inconvenientes de cada alternativa. Cuando salieron del vagón, a ______ empezaron a temblarle las piernas y se sentó en un banco de la estación.
— ¿Qué te pasa? ¿Te encuentras mal? —le preguntó Louis preocupado.
—No, bueno —respondió ella sin mirarlo a la cara—. Estoy nerviosa y, cuando estoy nerviosa, además de hablar sin sentido, me tiemblan las piernas. Es sólo un momento.
Louis se sentó a su lado y le puso una mano sobre la rodilla.
—No te preocupes. —Tras un silencio añadió—: Creo que nunca me había sentado en un banco del metro. ¿Sabes?, ______, desde que has llegado, y sólo hace tres días, me siento distinto. El problema es que aún no he decidido si me gusta o me molesta.
Este último comentario consiguió llamar la atención de ______, que levantó la cabeza y se encontró mirando directamente a Louis a los ojos, con lo que él se atrevió a añadir:
—Aunque hay una cosa que sí tengo clara.
— ¿Ah, sí?
—Sí, y es que me da miedo averiguarlo.
______ vio que hablaba en serio. Aquel hombre de casi dos metros, que había cruzado medio mundo persiguiendo noticias, le tenía miedo. Pero en sus ojos ámbar había algo más que miedo; había curiosidad. La misma curiosidad que había en los de ella. No era la fascinación infantil que había sentido de pequeña, sino algo más profundo, más real. Louis desvió la vista hacia sus labios. Seguía sin decir nada y ella tampoco sabía qué responder a su último comentario. Él la miraba concentrado, como si estuviera sopesando qué decir y cómo decírselo. A ______ se le empezó a acelerar el pulso, y la estampida de búfalos que había sentido cuando lo vio días atrás, volvió a atravesar su estómago. Louis parecía fascinado y, despacio, levantó la mano y la acercó al rostro de ______. En ese instante, el resto del mundo desapareció. La estación de metro, la gente, el ruido, todo. Sólo estaban ellos dos mirándose a los ojos como si fuera la primera vez. Louis le acarició la mejilla, sus dedos temblaban casi tanto como las piernas de ______. Le recorrió la ceja con el dedo índice, resiguió lentamente la nariz y se detuvo encima de sus labios. Una breve pausa y su boca siguió el mismo destino.
Louis se apartó como si de repente se hubiera dado cuenta de dónde estaban. Respiró hondo y carraspeó. Cuando volvió a hablar, ______ no supo si habían pasado dos minutos, dos segundos o dos horas.
—Deberíamos irnos. —Se levantó y esperó a que ella hiciera lo mismo—. Es por aquí —señaló Louis. La cogió por el brazo y se detuvo de nuevo delante de ella—. ______, lo siento.
— ¿El qué? —Ella fingió no saber a qué se refería.
—Eh... —Louis se sonrojó de nuevo—. Haberte... besado. —Ni él mismo sabía cómo definir lo que acababa de pasar.
—Ah, eso. —Hizo un esfuerzo por no ruborizarse y aparentar normalidad—. No te preocupes. Ya sabes, los latinos somos muy cariñosos, y al fin y al cabo tú sólo eres medio inglés, ¿no? —______ no sabía cómo se le había ocurrido semejante tontería—. Además, seguro que no te has olvidado de que en mi familia todo el día nos estamos besuqueando y abrazando. Aún me acuerdo de lo incómodo que te sentías cuando mi madre te achuchaba.
—Ya, claro —farfulló Louis agradecido por el cambio de enfoque—. No quisiera que te sintieras incómoda conmigo. No debería haberlo hecho.
—Para ya, pareces sacado de una novela de Jane Austen. No me siento incómoda contigo, y tampoco voy a llamar a mi padre o a mis hermanos para que te obliguen a casarte conmigo.
—Me alegro. -Louis empezaba a relajarse de nuevo, pero siendo sincero consigo mismo, tenía que reconocer que le molestaba un poco que ella no estuviera más afectada por su beso—. Deberíamos acelerar el paso o no llegaremos.
Caminaron a más velocidad y, tras unos doscientos metros, se detuvieron delante de un edificio negro con cristales tintados y un guardia de seguridad en la puerta. En una de las placas de la pared se leía «The Whiteboard».
«Bueno, supongo que aquí empieza mi futuro», pensó ______.
— ¿Preparada? —preguntó Louis.
—Sí. Preparada.
—Tu departamento está en el primer piso, yo estoy en el segundo, junto con los periodistas, y con Sam, el señor Abbot, el director. Ahora está de viaje, pero cuando vuelva te lo presentaré. ¿De acuerdo?
—De acuerdo.
Estaban en el ascensor, por suerte con más gente, oficinistas de otras empresas que ocupaban también el edificio. Se paró en la primera planta y ellos dos salieron.
—Tu trabajo va ser sencillo al principio. Luego ya se irá complicando. Vamos a buscar a Jack para que te presente al resto del equipo y te cuente los detalles. ¡Jack!
En ese momento, Jack, que estaba sentado delante de un ordenador, se levantó y se dirigió hacia ellos.
Debía de tener unos treinta y pocos años y era la viva imagen del típico aventurero. Nada más verlo, ______ pensó que sería genial para sustituir a Harrison Ford en el papel de Indiana Jones, o como imagen del National Geographic.
—Jack, te presento a ______ Martí, la nueva diseñadora del departamento. —Al ver que la miraba con curiosidad añadió—: Fui a buscarla al aeropuerto el viernes, ¿recuerdas que te lo comenté?
—Sí, claro. Es un placer, ______. —Le besó la mano—. Y dime, ¿a pesar de que Louis llegó tarde al aeropuerto has decidido quedarte? —Le soltó afectuosamente la mano—. Te juro que los ingleses auténticos no somos así. Nosotros sí que sabemos cómo tratar a una dama. —Le cogió el abrigo—. ¿Cómo has pasado el fin de semana?
—Bien, gracias. Y sí, al final me quedo. Tampoco tengo adonde ir.
—Eso es porque no quieres —respondió Jack flirteando, como era costumbre en él.
—Déjate de tonterías, Jack, a las diez tengo una reunión y quiero dejar a ______ instalada en su sitio. —«Además —pensó Louis—, si vuelves a mirarla de esa manera te saco los ojos de las órbitas.»
A ______, ajena a esos pensamientos, le sorprendió bastante el tono de Louis, y para quitarle aspereza a sus palabras le dijo:
—Tranquilo, vete. Seguro que Jack me tratará muy bien. Intentaré no hacerte quedar mal.
Jack se dio cuenta de que entre aquellos dos pasaba algo, y decidió optar por hacerse el tonto y dejar de flirtear con ______ antes de que Louis decidiera arrancarle la cabeza.
—Nosotros también tenemos mucho trabajo, así que si quieres seguirme te presentaré a los diseñadores, fotógrafos y otros lunáticos del departamento. Louis, nos vemos luego y te cuento lo del reportaje sobre China. Adiós.
Dicho esto, Jack y ______ dejaron solo a Louis frente al ascensor. Se quedó refunfuñando entre dientes algo así como « ¡Que no sé cómo tratar a una dama!». Al final, decidió subir al segundo piso por la escalera, a ver si así se relajaba un poco.
Jack presentó a ______ a todo el departamento gráfico, la condujo a un pequeño cubículo al lado del suyo y le explicó qué se esperaba de ella. Su trabajo iba a consistir básicamente en maquetar las páginas. Tenía que revisar los tipos de letra y los espacios, y asegurarse de que las fotografías estuvieran colocadas correctamente antes de enviar la versión definitiva a imprimir. No era muy creativo, pero le permitiría conocer el mundo de la edición y, si era lista, quizá algún día podría dar el salto hacia algo más. Además, en su currículum iba a quedar muy bien el hecho de haber trabajado en una revista inglesa y, cuando volviera a Barcelona, seguro que encontraría la manera de sacarle partido. Eso era lo que ______ más deseaba, que al volver a su ciudad todo aquello hubiera servido para algo; si no, no sabía qué narices estaba haciendo en Londres, sin su familia, rodeada de gente con un peculiar sentido del humor, y enamorándose de un hombre que por el momento no quería tener ninguna relación y que se reservaba para alguien muy especial a quien ni siquiera conocía aún.
Por suerte, gracias a Jack y a sus otros compañeros, su primer día de trabajo fue todo un éxito. ______ se hizo rápidamente con los programas de la revista y en seguida captó en qué consistía su tarea. Las horas pasaron volando, y cuando llegó la hora de salir, Jack apareció por encima de su cubículo.
—Esto es todo por hoy. Vamos, no nos hagas quedar mal haciendo ya horas extra y vete a casa. ¿Esperas a que venga Lou o te vas sola?
—¿Lou?
—Sí, Lou. La hija de Sam, el jefe de la revista, no sabía pronunciar la «s » cuando era pequeña y empezó a llamarlo así; luego su padre la imitó, y a continuación todo el mundo empezó a hacerlo, así que... —Levantó las manos.
—Supongo que no está tan mal cuando te acostumbras. Pero a mí me sigue gustando más Louis —respondió ______—. Era como lo llamábamos de pequeño.
—Bueno, así qué, ¿esperas a Louis o no? Yo voy saliendo.
______ estaba pensando qué debía hacer cuando se abrió el ascensor y de él salió su objeto de preocupación.
—¿Estás lista para irnos?
—No puedo creer lo que ven mis ojos —intervino Jack burlón—. Louis yéndose de la revista antes de la una de la madrugada. Imposible. ______ —prosiguió dirigiéndose a ella—, te has ganado mi admiración para toda la vida.
—No digas tonterías —respondió ella sonrojada.
—Eso mismo, no digas tonterías —la secundó Lou, y cogió el abrigo de ______, que estaba colgado en el perchero que había junto al ascensor—. Vamos, antes de ir a casa me gustaría enseñarte un poco el barrio.
Jack, que no podía dejar de sonreír, observó cómo los dos se iban juntos, e iniciaban así una rutina que se repetiría a lo largo de toda la semana.
En efecto, a partir de ese día, siempre que le era posible Louis iba a buscar a ______ para irse juntos a su casa. Pero la verdad era que tardaban horas en llegar. Al final de la jornada de trabajo, los dos tenían tantas cosas que contarse que solían dar un paseo para poder charlar. Ella acostumbraba a detenerse a comprar lo que iba a cocinar esa noche y, para compensarla, él la llevaba a los rincones más insólitos y bonitos de la ciudad. Con ______, Lou estaba descubriendo un Londres que nunca había visto. Era como si la ciudad se hubiera llenado de olores y colores que antes no estaban allí.
Una tarde que salieron de la revista un poco antes de lo habitual, Louis la llevó a pasear a Hyde Park y la convenció para comer algo allí, sentados en un banco. En esa ocasión, le contó que no hablaba con su madre desde hacía diez años, y que lo peor de todo era que ya no la echaba de menos. ______ no intentó consolarlo ni le dijo ninguna sensiblería, se limitó a comentar que ella se lo perdía; que si su madre no se daba cuenta de lo que estaba echando por la borda, entonces tampoco se merecía que él se sintiera culpable por no hablar con ella. Y tras estas dos frases, que reconfortaron a Louis más de lo que ella creía, ______ le explicó un cuento que su abuela solía contarle sobre cómo se formó la constelación de la Osa Menor. En ese mismo instante, Louis supo que jamás podría volver a visitar Hyde Park sin pensar en ______.
Emma Allister
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Entonces, aqui esta el 2do capitulo del mini maraton de hoy. Espero que les siga gustando jeje.
Capítulo 6
Hacía ya cinco semanas que había llegado a Londres; cinco semanas desde que trabajaba en ‘The Whiteboard’, cinco semanas viviendo con Louis; cinco semanas increíbles. Al principio, había creído que se le pasaría, que ella y Louis sólo serían amigos. Nada más lejos de la realidad.
Durante esas cinco semanas, habían compartido muchas cosas. Cada noche, después de cenar, se quedaban hablando, recordando sus aventuras de cuando eran pequeños, o contándose cosas que ninguno de los dos había contado nunca antes a nadie. Luego, cada mañana, iban a trabajar juntos, y a la hora de salir, si Louis tenía que quedarse hasta más tarde, la llamaba para que se fuera con Jack o con otro de sus compañeros. Nunca dejaba que se marchase sola. Los fines de semana eran aún «peor». Louis la había llevado al teatro, a cenar con sus amigos, al cine. Le abría las puertas de los taxis, le decía lo guapa que estaba y, de vez en cuando, le daba la mano o le acariciaba la mejilla. Pero nada más. Si seguía así, ______ iba a volverse completamente loca.
Trabajar en el mismo sitio y compartir piso ya era de por sí difícil de sobrellevar, pero si a eso le sumaba lo encantador que estaba cuando salían por ahí juntos, la cosa rozaba ya la tortura.
________ recordaba como especialmente «dolorosa» la noche del pasado sábado, cuando Louis la sorprendió con dos entradas para la ópera. La Royal Opera House estaba muy cerca de su piso, y era un edificio precioso que justo acababan de restaurar. Conseguir entradas para cualquiera de los espectáculos que allí se ofrecían no sólo era muy difícil, sino también carísimo. Cuando le preguntó cómo las había obtenido, Louis se limitó a responder que eso no era asunto suyo y que lo único que ella tenía que hacer era disfrutar del concierto. ______ no se acordaba de cómo se había vestido ella esa noche, pero nunca olvidaría lo atractivo que estaba él, con su traje oscuro y sus gafas. Louis era miope y siempre llevaba lentillas, pero esa noche estaba demasiado cansado como para ponérselas, por lo que optó por llevar las gafas; la alternativa habría sido no ver nada. Durante el concierto, él le susurraba al oído sus comentarios. De todos es sabido lo educados que son los ingleses, y hasta qué extremos son capaces de llegar para no molestar a los demás, pero saber eso no evitaba que a ______ se le pusiera la piel de gallina cada vez que él se le acercaba.
Lo peor de todo fue cuando, al finalizar la ópera, fueron a tomar una copa con sus amigos. Jack, Amanda, su hermana Rachel, Nicholas y Monica estaban en un local a unas cuantas manzanas, y de camino hacia allí, Louis la rodeó con el brazo; según él, para evitar que se cayera con los tacones que llevaba, pero ______ no acabó de tragarse esa excusa. Casi cada día llevaba zapatos de tacón, y él no se preocupaba tanto. Tan pronto como cruzaron la puerta del local, Louis la soltó, respiró hondo (cosa que hacía cada vez más a menudo) y fue a charlar con Jack. ______ se acercó a Amanda para hacer lo mismo, pero Nicholas la interceptó, se sentó a su lado y, con sus bromas y piropos, logró que se sonrojara. Era incorregible; incluso la convenció para que bailara con él un par de canciones. Lástima que al final de la segunda Louis decidió que había llegado el momento de regresar a casa y, sin ningún tacto, tiró de ella hacia la salida.
Todas las noches, antes de dormirse, ______ intentaba pasar revista al día para ver si lograba averiguar lo que de verdad pretendía Louis: había veces en que llegaba a la conclusión de que él sólo quería que fueran amigos, ¿por qué si no le habría estado hablando de la guapa periodista que había conocido unos meses atrás en París? Pero había otras noches en las que estaba convencida de que él también quería algo más, ¿a qué venían si no esas caricias y esas miradas? ¿O ese instinto de protección que al parecer tenía hacia ella?
— ¿Te apetece ir a cenar hoy con mis amigos? —preguntó Louis, sacándola así de su ensimismamiento.
Era viernes y seguro que los amigos de Lou habían reservado en algún sitio genial.
—Claro. —«A lo mejor esta noche lograré saber qué sientes por mí», pensó ______—. Si a ti te apetece, por mí ningún problema.
—Perfecto —respondió Louis, y se sacó el móvil del bolsillo para llamar a Jack y confirmarle su asistencia. Era curioso, sus amigos ya daban por sentado que él y ______ iban juntos a todos lados.
La cena era en un restaurante de Covent Garden, muy cerca de su casa; un sitio precioso, de esos donde los camareros van todos vestidos de negro. Esa noche, Jack y los demás parecían empeñados en vaciar la bodega del restaurante, y en que ______ les contara los trapos sucios de la infancia de Louis.
—Vamos, ______, cuéntanos algo muy vergonzoso —suplicó Nicholas por enésima vez mientras volvía a llenarle la copa.
—_______—la interrumpió Lou—, antes de hacerlo piensa en todas las cosas que yo sé de ti y que empezaré a contar. Sí, creo que comenzaré por aquel fin de año en que...
______ le tapó la boca con las manos. El vino se le estaba subiendo a la cabeza.
—No te atreverás.
Louis se calló de golpe al notar las manos de ______ sobre sus labios. Ver cómo ella le sonreía era más de lo que podía aguantar; abrió un poco la boca, y cuando su lengua rozó los dedos de su carcelera, ______ lo soltó de inmediato. A él también le estaba afectando la bebida, porque de haber tenido sus facultades intactas, nunca le habría lamido los dedos.
—Está bien, no lo contaré. Pero a cambio de mi silencio, debes prometerme que no te dejarás convencer por estos canallas y que no te creerás nada de lo que te expliquen. —Guiñó un ojo a sus amigos y, afortunadamente, la conversación se dirigió hacia otros temas.
—Bueno, ______, ya que no vas a contarnos ningún trapo sucio de Lou, ¿por qué no nos explicas algo más sobre ti? —Propuso Nicholas mirándola a los ojos—. Aún no me creo eso de que no tienes novio. ¿Es que todos los hombres de Barcelona están ciegos?
_______ se sonrojó, bebió un poquito más de vino y respondió:
—No son sólo los de Barcelona. Tampoco puede decirse que aquí hagan cola ante mi puerta.
—Eso es porque no miras en la dirección adecuada —replicó Nicholas al instante.
—Ya, seguro que eso se lo dices a todas —dijo ella sonriéndole.
— ¡Pues claro! —soltó Nicholas, riéndose de sí mismo.
—Todos deberíamos seguir tu ejemplo, Nicholas —intervino Jack cuando también dejó de reírse—. Menos en aquel caso en que tuve que pedirle a aquella mujer policía que no te arrestara.
— ¿Qué? ¿Casi lo arrestan? —______ miró entusiasmada a Jack—. Cuéntamelo.
—Eres un traidor —farfulló Nicholas, pero sin enfadarse, pues seguía sonriendo—. Te advierto que si esa boca empieza a largar, yo les contaré a todos lo de la sueca.
Jack meditó durante medio segundo y luego, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo:
—De acuerdo, cuéntaselo. Ya sabes que no soy vergonzoso.
—Sabía que podía contar contigo, Jack. Vamos, empieza a hablar y no te olvides ningún detalle. —______ volvió a servirse vino, e hizo lo mismo con la copa de Louis.
—Mierda. —Nicholas cogió la servilleta para cubrirse la cara y no ver ni oír cómo todos sus amigos se reían de él.
Así pasaron un par de horas más, riendo y bebiendo, hasta que Nicholas, viendo que el restaurante estaba ya vacío, les advirtió.
—Chicos, esta gente tiene que cerrar.
—Sí, ya es muy tarde. ______, deberíamos irnos. Debes de estar cansada y a mí me iría bien dormir. Mañana tengo que revisar unos documentos... No todos podemos disfrutar de un sábado sin trabajo.
—Lou, eres un pesado —lo interrumpió Jack—, pero sigo queriéndote. Largaos, nos vemos el lunes en el trabajo. ______, como siempre, ha sido un placer.
—Eh, no te olvides de darme dos besos —gritó Nicholas acercándose a ella—. Me encanta esa costumbre española, creo que voy a apropiarme de ella.
______ le dio un beso en cada mejilla y empezó a ponerse el abrigo.
A las despedidas de Jack y Nicholas siguieron las de los demás. Todos fueron muy cariñosos e intentaron sobornarla de varias maneras para que antes de irse desvelara algún chisme sobre Louis. Ella se despidió con una sonrisa y les prometió que en la próxima cena les contaría algo realmente «inspirador».
«Por fin solos», pensó Louis. La cena había sido muy agradable. Desde el primer día, ______ había conectado muy bien con todos sus amigos, y ellos parecían adorarla. Especialmente Nicholas, que esa noche la había estado mirando con mucho interés, tanto que había llegado a ponerlo nervioso. No era que a él le importara, pero ¿era necesario que cada dos palabras la piropeara y que no parase de darle palmaditas en la mano? ¿Y a qué había venido eso de los dos besos? Al día siguiente mismo hablaría con ______ para advertirle que Nicholas, aunque era uno de sus mejores amigos, no era de fiar.
Iban caminando en silencio, hasta que ella interrumpió sus pensamientos.
—Louis, ¿te preocupa algo? Estás muy callado.
—No, no estoy preocupado. ¿Tú estás contenta? —Tras un silencio añadió—: Lo pareces.
______ sonrió, no paraba de hacerlo.
—Sí, lo estoy. Estoy contenta, feliz. Hace dos meses, estaba hecha un lío, no tenía trabajo, mi mejor amiga estaba más preocupada por su último ligue que por mí, y tenía miedo de qué pasaría al venir a Londres. Temía verte de nuevo y no saber hacer mi trabajo, y volver a enamorarme de... —Al darse cuenta de lo relajada que se sentía por culpa del vino, cerró la boca de golpe.
—¿A enamorarte de quién? —Louis le cogió la mano que ella no había parado de mover mientras hablaba sin control. Estaban delante del portal, y ______ lo miraba perpleja. Notaba cómo el corazón le retumbaba en los oídos y cómo se le erizaban los pelos de la nuca.
—De nadie. Tonterías, ya sabes. Hemos bebido demasiado —susurró ella, pero Louis seguía mirándola fijamente. Le había soltado la mano, pero ahora todo su cuerpo la tenía atrapada contra el portal. No la tocaba, sus manos estaban apoyadas en la pared a ambos lados de la cabeza de _______.
—No hemos bebido tanto, lo sabes perfectamente. —Soltó el aliento—. Mira, esto ya está durando demasiado. Si seguimos así, tarde o temprano voy a volverme loco, de modo que deberíamos hacer algo al respecto.
Los ojos de Louis estaban fijos en ella, eran más oscuros, más intensos que nunca. ______ pensó que iba a besarla, quería que la besara, pero él permanecía quieto, a sólo unos milímetros de ella, sin hacer nada, mirándola como nunca nadie la había mirado; entonces se atrevió a preguntar:
—No sé a qué te refieres —mintió ella—. ¿De qué estás hablando?
—De esto.
En ese momento, Louis bajó la cabeza. Sus labios rozaron los de ella y, antes de besarla, dijo:
—Necesito tocarte. —Le rozó el pelo con las manos—. Te necesito.
Empezó de un modo tierno, lento, como una caricia, y ______ notó cómo se le derretían las rodillas. Era tan dulce. Louis le besó los párpados, las mejillas, e inició un camino de besos por sus pómulos, su mandíbula, hasta la comisura de sus labios.
—Me encanta tu olor. Me vuelve loco, hueles a... no sé, pero me dan ganas de besarte todo el cuerpo. —Entonces posó la boca justo detrás de su oreja y, lentamente, se dirigió hacia sus labios. ______ no sabía qué hacer, evidentemente la habían besado antes, pero no así; aquello era un ataque a todos sus sentidos. Tenía los ojos cerrados, esperando sentir sus labios de nuevo, cuando Louis susurró.
—Abre la boca, ______, separa los labios y bésame.
Ella obedeció, y en ese momento supo que estaba perdida y absolutamente loca por aquel hombre. Cuando sus lenguas se tocaron, los dos perdieron el control. Louis apartó las manos de la pared y las colocó encima de sus hombros, sólo unos segundos; a continuación empezaron a deslizarse y recorrerle el cuerpo, hasta pararse en sus caderas. El único propósito de Louis era sentirla, tenía que estar más cerca de ella; le separó las piernas para así poder colocarse en medio. ______ tampoco permanecía quieta. Empezó a acariciarle la nuca, el pecho, necesitaba tocarlo, lamerlo, o si no explotaría. Pero cuando empezaron a jadear, Louis se paró. ¿Qué estaba haciendo? ¡A su edad, en medio de la calle y con ______! Seguro que se estaba volviendo loco.
—Lo siento, no sé qué me ha pasado. —Fue lo primero que dijo, a la vez que sacaba las llaves para abrir la puerta.
— ¿Que lo sientes? ¿Estás loco? ¿Por qué lo sientes? Yo no.
Louis, que subía los peldaños de dos en dos, negó a la puerta de su apartamento en un tiempo récord. ______ intentaba seguirle.
— ¡Malditos tacones! ¡Louis, para un segundo!
Nada, seguía haciéndose el sordo. Abrió la puerta, lanzó las llaves encima de la mesita que había junto a la entrada y, cuando iba a entrar en su cuarto, ______ logró interceptarlo.
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Capítulo 6
Hacía ya cinco semanas que había llegado a Londres; cinco semanas desde que trabajaba en ‘The Whiteboard’, cinco semanas viviendo con Louis; cinco semanas increíbles. Al principio, había creído que se le pasaría, que ella y Louis sólo serían amigos. Nada más lejos de la realidad.
Durante esas cinco semanas, habían compartido muchas cosas. Cada noche, después de cenar, se quedaban hablando, recordando sus aventuras de cuando eran pequeños, o contándose cosas que ninguno de los dos había contado nunca antes a nadie. Luego, cada mañana, iban a trabajar juntos, y a la hora de salir, si Louis tenía que quedarse hasta más tarde, la llamaba para que se fuera con Jack o con otro de sus compañeros. Nunca dejaba que se marchase sola. Los fines de semana eran aún «peor». Louis la había llevado al teatro, a cenar con sus amigos, al cine. Le abría las puertas de los taxis, le decía lo guapa que estaba y, de vez en cuando, le daba la mano o le acariciaba la mejilla. Pero nada más. Si seguía así, ______ iba a volverse completamente loca.
Trabajar en el mismo sitio y compartir piso ya era de por sí difícil de sobrellevar, pero si a eso le sumaba lo encantador que estaba cuando salían por ahí juntos, la cosa rozaba ya la tortura.
________ recordaba como especialmente «dolorosa» la noche del pasado sábado, cuando Louis la sorprendió con dos entradas para la ópera. La Royal Opera House estaba muy cerca de su piso, y era un edificio precioso que justo acababan de restaurar. Conseguir entradas para cualquiera de los espectáculos que allí se ofrecían no sólo era muy difícil, sino también carísimo. Cuando le preguntó cómo las había obtenido, Louis se limitó a responder que eso no era asunto suyo y que lo único que ella tenía que hacer era disfrutar del concierto. ______ no se acordaba de cómo se había vestido ella esa noche, pero nunca olvidaría lo atractivo que estaba él, con su traje oscuro y sus gafas. Louis era miope y siempre llevaba lentillas, pero esa noche estaba demasiado cansado como para ponérselas, por lo que optó por llevar las gafas; la alternativa habría sido no ver nada. Durante el concierto, él le susurraba al oído sus comentarios. De todos es sabido lo educados que son los ingleses, y hasta qué extremos son capaces de llegar para no molestar a los demás, pero saber eso no evitaba que a ______ se le pusiera la piel de gallina cada vez que él se le acercaba.
Lo peor de todo fue cuando, al finalizar la ópera, fueron a tomar una copa con sus amigos. Jack, Amanda, su hermana Rachel, Nicholas y Monica estaban en un local a unas cuantas manzanas, y de camino hacia allí, Louis la rodeó con el brazo; según él, para evitar que se cayera con los tacones que llevaba, pero ______ no acabó de tragarse esa excusa. Casi cada día llevaba zapatos de tacón, y él no se preocupaba tanto. Tan pronto como cruzaron la puerta del local, Louis la soltó, respiró hondo (cosa que hacía cada vez más a menudo) y fue a charlar con Jack. ______ se acercó a Amanda para hacer lo mismo, pero Nicholas la interceptó, se sentó a su lado y, con sus bromas y piropos, logró que se sonrojara. Era incorregible; incluso la convenció para que bailara con él un par de canciones. Lástima que al final de la segunda Louis decidió que había llegado el momento de regresar a casa y, sin ningún tacto, tiró de ella hacia la salida.
Todas las noches, antes de dormirse, ______ intentaba pasar revista al día para ver si lograba averiguar lo que de verdad pretendía Louis: había veces en que llegaba a la conclusión de que él sólo quería que fueran amigos, ¿por qué si no le habría estado hablando de la guapa periodista que había conocido unos meses atrás en París? Pero había otras noches en las que estaba convencida de que él también quería algo más, ¿a qué venían si no esas caricias y esas miradas? ¿O ese instinto de protección que al parecer tenía hacia ella?
— ¿Te apetece ir a cenar hoy con mis amigos? —preguntó Louis, sacándola así de su ensimismamiento.
Era viernes y seguro que los amigos de Lou habían reservado en algún sitio genial.
—Claro. —«A lo mejor esta noche lograré saber qué sientes por mí», pensó ______—. Si a ti te apetece, por mí ningún problema.
—Perfecto —respondió Louis, y se sacó el móvil del bolsillo para llamar a Jack y confirmarle su asistencia. Era curioso, sus amigos ya daban por sentado que él y ______ iban juntos a todos lados.
La cena era en un restaurante de Covent Garden, muy cerca de su casa; un sitio precioso, de esos donde los camareros van todos vestidos de negro. Esa noche, Jack y los demás parecían empeñados en vaciar la bodega del restaurante, y en que ______ les contara los trapos sucios de la infancia de Louis.
—Vamos, ______, cuéntanos algo muy vergonzoso —suplicó Nicholas por enésima vez mientras volvía a llenarle la copa.
—_______—la interrumpió Lou—, antes de hacerlo piensa en todas las cosas que yo sé de ti y que empezaré a contar. Sí, creo que comenzaré por aquel fin de año en que...
______ le tapó la boca con las manos. El vino se le estaba subiendo a la cabeza.
—No te atreverás.
Louis se calló de golpe al notar las manos de ______ sobre sus labios. Ver cómo ella le sonreía era más de lo que podía aguantar; abrió un poco la boca, y cuando su lengua rozó los dedos de su carcelera, ______ lo soltó de inmediato. A él también le estaba afectando la bebida, porque de haber tenido sus facultades intactas, nunca le habría lamido los dedos.
—Está bien, no lo contaré. Pero a cambio de mi silencio, debes prometerme que no te dejarás convencer por estos canallas y que no te creerás nada de lo que te expliquen. —Guiñó un ojo a sus amigos y, afortunadamente, la conversación se dirigió hacia otros temas.
—Bueno, ______, ya que no vas a contarnos ningún trapo sucio de Lou, ¿por qué no nos explicas algo más sobre ti? —Propuso Nicholas mirándola a los ojos—. Aún no me creo eso de que no tienes novio. ¿Es que todos los hombres de Barcelona están ciegos?
_______ se sonrojó, bebió un poquito más de vino y respondió:
—No son sólo los de Barcelona. Tampoco puede decirse que aquí hagan cola ante mi puerta.
—Eso es porque no miras en la dirección adecuada —replicó Nicholas al instante.
—Ya, seguro que eso se lo dices a todas —dijo ella sonriéndole.
— ¡Pues claro! —soltó Nicholas, riéndose de sí mismo.
—Todos deberíamos seguir tu ejemplo, Nicholas —intervino Jack cuando también dejó de reírse—. Menos en aquel caso en que tuve que pedirle a aquella mujer policía que no te arrestara.
— ¿Qué? ¿Casi lo arrestan? —______ miró entusiasmada a Jack—. Cuéntamelo.
—Eres un traidor —farfulló Nicholas, pero sin enfadarse, pues seguía sonriendo—. Te advierto que si esa boca empieza a largar, yo les contaré a todos lo de la sueca.
Jack meditó durante medio segundo y luego, con una sonrisa de oreja a oreja, dijo:
—De acuerdo, cuéntaselo. Ya sabes que no soy vergonzoso.
—Sabía que podía contar contigo, Jack. Vamos, empieza a hablar y no te olvides ningún detalle. —______ volvió a servirse vino, e hizo lo mismo con la copa de Louis.
—Mierda. —Nicholas cogió la servilleta para cubrirse la cara y no ver ni oír cómo todos sus amigos se reían de él.
Así pasaron un par de horas más, riendo y bebiendo, hasta que Nicholas, viendo que el restaurante estaba ya vacío, les advirtió.
—Chicos, esta gente tiene que cerrar.
—Sí, ya es muy tarde. ______, deberíamos irnos. Debes de estar cansada y a mí me iría bien dormir. Mañana tengo que revisar unos documentos... No todos podemos disfrutar de un sábado sin trabajo.
—Lou, eres un pesado —lo interrumpió Jack—, pero sigo queriéndote. Largaos, nos vemos el lunes en el trabajo. ______, como siempre, ha sido un placer.
—Eh, no te olvides de darme dos besos —gritó Nicholas acercándose a ella—. Me encanta esa costumbre española, creo que voy a apropiarme de ella.
______ le dio un beso en cada mejilla y empezó a ponerse el abrigo.
A las despedidas de Jack y Nicholas siguieron las de los demás. Todos fueron muy cariñosos e intentaron sobornarla de varias maneras para que antes de irse desvelara algún chisme sobre Louis. Ella se despidió con una sonrisa y les prometió que en la próxima cena les contaría algo realmente «inspirador».
«Por fin solos», pensó Louis. La cena había sido muy agradable. Desde el primer día, ______ había conectado muy bien con todos sus amigos, y ellos parecían adorarla. Especialmente Nicholas, que esa noche la había estado mirando con mucho interés, tanto que había llegado a ponerlo nervioso. No era que a él le importara, pero ¿era necesario que cada dos palabras la piropeara y que no parase de darle palmaditas en la mano? ¿Y a qué había venido eso de los dos besos? Al día siguiente mismo hablaría con ______ para advertirle que Nicholas, aunque era uno de sus mejores amigos, no era de fiar.
Iban caminando en silencio, hasta que ella interrumpió sus pensamientos.
—Louis, ¿te preocupa algo? Estás muy callado.
—No, no estoy preocupado. ¿Tú estás contenta? —Tras un silencio añadió—: Lo pareces.
______ sonrió, no paraba de hacerlo.
—Sí, lo estoy. Estoy contenta, feliz. Hace dos meses, estaba hecha un lío, no tenía trabajo, mi mejor amiga estaba más preocupada por su último ligue que por mí, y tenía miedo de qué pasaría al venir a Londres. Temía verte de nuevo y no saber hacer mi trabajo, y volver a enamorarme de... —Al darse cuenta de lo relajada que se sentía por culpa del vino, cerró la boca de golpe.
—¿A enamorarte de quién? —Louis le cogió la mano que ella no había parado de mover mientras hablaba sin control. Estaban delante del portal, y ______ lo miraba perpleja. Notaba cómo el corazón le retumbaba en los oídos y cómo se le erizaban los pelos de la nuca.
—De nadie. Tonterías, ya sabes. Hemos bebido demasiado —susurró ella, pero Louis seguía mirándola fijamente. Le había soltado la mano, pero ahora todo su cuerpo la tenía atrapada contra el portal. No la tocaba, sus manos estaban apoyadas en la pared a ambos lados de la cabeza de _______.
—No hemos bebido tanto, lo sabes perfectamente. —Soltó el aliento—. Mira, esto ya está durando demasiado. Si seguimos así, tarde o temprano voy a volverme loco, de modo que deberíamos hacer algo al respecto.
Los ojos de Louis estaban fijos en ella, eran más oscuros, más intensos que nunca. ______ pensó que iba a besarla, quería que la besara, pero él permanecía quieto, a sólo unos milímetros de ella, sin hacer nada, mirándola como nunca nadie la había mirado; entonces se atrevió a preguntar:
—No sé a qué te refieres —mintió ella—. ¿De qué estás hablando?
—De esto.
En ese momento, Louis bajó la cabeza. Sus labios rozaron los de ella y, antes de besarla, dijo:
—Necesito tocarte. —Le rozó el pelo con las manos—. Te necesito.
Empezó de un modo tierno, lento, como una caricia, y ______ notó cómo se le derretían las rodillas. Era tan dulce. Louis le besó los párpados, las mejillas, e inició un camino de besos por sus pómulos, su mandíbula, hasta la comisura de sus labios.
—Me encanta tu olor. Me vuelve loco, hueles a... no sé, pero me dan ganas de besarte todo el cuerpo. —Entonces posó la boca justo detrás de su oreja y, lentamente, se dirigió hacia sus labios. ______ no sabía qué hacer, evidentemente la habían besado antes, pero no así; aquello era un ataque a todos sus sentidos. Tenía los ojos cerrados, esperando sentir sus labios de nuevo, cuando Louis susurró.
—Abre la boca, ______, separa los labios y bésame.
Ella obedeció, y en ese momento supo que estaba perdida y absolutamente loca por aquel hombre. Cuando sus lenguas se tocaron, los dos perdieron el control. Louis apartó las manos de la pared y las colocó encima de sus hombros, sólo unos segundos; a continuación empezaron a deslizarse y recorrerle el cuerpo, hasta pararse en sus caderas. El único propósito de Louis era sentirla, tenía que estar más cerca de ella; le separó las piernas para así poder colocarse en medio. ______ tampoco permanecía quieta. Empezó a acariciarle la nuca, el pecho, necesitaba tocarlo, lamerlo, o si no explotaría. Pero cuando empezaron a jadear, Louis se paró. ¿Qué estaba haciendo? ¡A su edad, en medio de la calle y con ______! Seguro que se estaba volviendo loco.
—Lo siento, no sé qué me ha pasado. —Fue lo primero que dijo, a la vez que sacaba las llaves para abrir la puerta.
— ¿Que lo sientes? ¿Estás loco? ¿Por qué lo sientes? Yo no.
Louis, que subía los peldaños de dos en dos, negó a la puerta de su apartamento en un tiempo récord. ______ intentaba seguirle.
— ¡Malditos tacones! ¡Louis, para un segundo!
Nada, seguía haciéndose el sordo. Abrió la puerta, lanzó las llaves encima de la mesita que había junto a la entrada y, cuando iba a entrar en su cuarto, ______ logró interceptarlo.
Emma Allister
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Me gusta, pero ¿qué le pasa a Lou? Primero hace algo, y luego se arrepiente. Es muy malo, tiene que liberar sus sentimientos y, no ya no sigo, soy cursi. :D Peor bueno, con lo cursi y todo así me quieren. Me gusta tu novela. Síguela. ;D
MabelSalguero
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
LOUIS WILLIAM TOMLINSON ¡¿QUÉ MIERDA PASA CONTIGO?!
¿Como estuvo tu examen de francés? Espero que bien :)))))
¿Como estuvo tu examen de francés? Espero que bien :)))))
hearmeroar
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
¡¡Hola pau!! aprobe frances!! Gracias por preguntar linda, solo me queda aprobar una materia mas para pasar a 4to jeje. Aqui dejo los dos capitulos que prometi. Las adorooo.
{ I/II } (Maraton)
Capítulo 7
—Aparta y déjame entrar en mi habitación —refunfuñó Louis pasándose nerviosamente las manos por el pelo y sin mirarla a la cara.
— ¿Se puede saber qué te pasa? Nos hemos besado y... yo... bueno, a mí... me ha gustado. Mucho. —Ella intentó acariciarle la mejilla, pero él se apartó como si le hubiera quemado.
—______, apártate, me quiero acostar. Estoy cansado, y lo que ha pasado abajo es sólo una muestra más que evidente de lo mucho que necesito dormir, así que apártate y vete a la cama. Mañana será otro día y los dos nos habremos olvidado de esta tontería. —Levantó la ceja y, con una mano, intentó que se hiciera a un lado.
—No. No pienso moverme hasta que me contestes una pregunta. —A ______ empezaba a temblarle la voz. Quizá todo lo que había sentido mientras se besaban estaba sólo en su imaginación. Pero no, ella había notado cómo a Louis le latía el corazón, cómo se le aceleraba el pulso, así que tenía que saberlo—. ¿Por qué sientes haberme besado?
Entonces él la miró, se mesó el cabello por enésima vez, respiró profundamente y contestó:
—Lo siento porque ha sido un error, una tontería. El cansancio, la cena, el vino, esa camisa roja. Un error. Yo no puedo hacer esto. No contigo.
—No ha sido ningún error. —Y diciéndolo, le rodeó el cuello con los brazos y volvió a besarlo. Él se resistió unos segundos, pero en seguida respondió al beso con todas sus fuerzas.
—______, para. Si no paras tú, yo ya no podré hacerlo.
Louis dijo esas palabras mientras, con una mano, le desabrochaba los botones de la camisa, y con la otra abría la puerta de su habitación.
— ¿Y quién te ha pedido que lo hagas?
Ella le lamió el cuello y empezó a levantarle la camiseta. Una pequeña parte de su cerebro le dijo que al día siguiente se arrepentiría, pero con los labios de él recorriéndole la clavícula, descartó esos pensamientos por completo.
Louis sabía que aquello no estaba bien, que ______ se merecía mucho más de lo que él estaba dispuesto a darle en esos momentos, pero Dios, había intentado ser noble y ella se lo había puesto muy difícil. Debería apartarla, encerrarse en su habitación y no salir de allí hasta que supiera si estaba dispuesto a arriesgar su corazón por ______. Sin embargo, ahora, lo único en lo que podía pensar era en que su cuerpo la necesitaba; necesitaba sentir que ella le deseaba, sentir cómo sus manos le recorrían el cuerpo, cómo ella le entregaba un poco de su alma. Dios, qué egoísta era. Tenía que apartarla sin perder un instante, mientras aún tuviera fuerzas.
—______, princesa. —Le cogió las manos y las apartó de su abdomen, pero ella se soltó y las colocó encima de su entrepierna. - No puedo.
— ¿No puedes qué? —Le besó la mandíbula.
—Esto... —Louis la miró a los ojos, y al ver el calor que brillaba en ellos, se rindió—. Bésame.
Y ella lo hizo.
Los dos se buscaron frenéticamente, con sus labios, sus manos, su piel. Era como si no pudieran respirar el uno sin el otro. Se desnudaron en segundos, sin delicadeza, con prisa, sin importarles nada más a ninguno de los dos.
Cuando estuvieron desnudos, Louis se detuvo un segundo para observarla.
—Eres preciosa. Ven aquí. —Cogió una caja de preservativos sin abrir—. ¿Estás segura? —preguntó una última vez antes de tumbarse a su lado.
—Cierra la boca —fue la única respuesta que obtuvo antes de que ______ se sentara encima de él y lo besara.
Louis no pudo aguantar más; llevaba cinco semanas en un estado de permanente excitación y al sentir su piel desnuda junto a la de él, su cuerpo tomó el control, entró dentro de ella y perdió la poca cordura que le quedaba.
—Louis —gimió ______, sorprendida, y con una mano buscó la de él.
—Me gusta que me llames así. Sólo tú me llamas así. —Louis entrelazó sus dedos con los de ella y le acercó los nudillos a los labios.
Quería decir algo más, pero no sabía qué. Sabía que lo que estaba sintiendo no era sólo placer, aunque fuera el mayor que había experimentado nunca; sabía que era algo más, pero no lograba identificarlo, de modo que optó por no decir nada.
Los dos se movían al unísono, diciéndose con sus cuerpos aquello que llevaban semanas sintiendo, y cuando ninguno de los dos pudo soportarlo más, ambos se abandonaron por completo.
Cuando dejaron de temblar, ______ se acurrucó encima de Louis y le besó el hueco del cuello. Louis no dejaba de acariciarle el pelo mientras intentaba recuperar la respiración.
«Debería soltarla», pensó Louis, pero no podía. Acababa de tener el mayor orgasmo de su vida y aún estaba excitado. Eso no era normal, o al menos no para él. No podía parar, no podía dejar de moverse, quería, necesitaba volver a sentir cómo ella lo envolvía en su calor una vez más. Intentó obligarse a apartarse, pero cuando casi había reunido las fuerzas necesarias para hacerlo, ______ volvió a mover las caderas, dándole permiso para volver a perder el control. Esta vez intentó ser más delicado, se dijo que la acariciaría, que la besaría... pero se equivocó. En cuanto ella le lamió el lóbulo de lo oreja, todo su cuerpo se prendió fuego, y juntos se precipitaron de nuevo hacia el límite.
Pasados unos minutos, se dio cuenta de que con dos veces tampoco tenía bastante; tal vez nunca lo tuviera. ______ se había dormido abrazada a él y, con mucho cuidado, la colocó a su lado y se levantó para ir al baño. Regresó en seguida y se quedó mirándola.
Había sido un error. Los dos llevaban semanas atormentándose con miradas furtivas y caricias inocentes, y esa noche el vino había destruido las pocas defensas que a ambos les quedaban. De todos modos, Louis era lo bastante honesto como para reconocer que había sido la mejor noche de toda su vida. Por mucho que quisiera engañarse y justificar su comportamiento por el nivel de alcohol en su sangre o por el cansancio acumulado, nada podía ocultar lo que había sentido al acostarse con ______. Él había estado con bastantes mujeres, no podía decirse que fuera un semental ni un mujeriego, pero tampoco había sido un monje, y nunca, nunca, había sentido tanto placer como esa noche con ella. ¿Cómo podía saber si era algo más? ¿Cómo podía saber si valía la pena arriesgarse? ¿Que no acabaría como su padre?
La respuesta era muy sencilla; no podía saberlo. Y, por el momento, Louis no estaba dispuesto a arriesgarse. Así que sólo le quedaba una opción: seguir solo. Se abrazó a ______. Ella aún estaba dormida, y Louis aprovechó cada instante para acariciar su piel y grabar en su memoria cada detalle, porque cuando se despertara, le diría que esa noche maravillosa había sido sólo una noche de sexo sin compromiso, y que él no sentía nada por ella.
En resumen, iba a mentirle.
Cuando ______ abrió los ojos, se dio cuenta de dos cosas: una, le dolían partes de su cuerpo que no recordaba que tuviese, y dos, el culpable de eso ya no estaba a su lado. Se desperezó un poco y cerró de nuevo los ojos para recordar los besos y las caricias de la noche. Hasta entonces, ______ creía que esos ataques de pasión sólo ocurrían en las películas y en esas novelas que a ella tanto le gustaba leer, y por primera vez en su vida se alegraba de poder decir que la realidad, en ocasiones, supera a la ficción. Dios, ese hombre debería llevar la señal de «peligro, inflamable» pegada a la frente. Pero a pesar de lo mucho, mucho, que le había gustado lo que habían hecho juntos, ______ no podía dejar de sentir que faltaba algo; algo que hacía que no hubiera sido perfecto. Había una frase que se le había quedado grabada en la mente: «Yo no puedo hacer esto. No contigo». Le dolía que Louis lo hubiera dicho, y no podía fingir que no sabía lo que quería decir. Él nunca había ocultado que, por el momento, no quería tener ninguna relación estable con nadie, que lo único que quería y podía ofrecer a una mujer era una relación física. ______ sabía perfectamente lo que él había querido decir con esa maldita frase. Louis sólo estaba dispuesto a involucrar su cuerpo, y mientras su corazón no siguiera el mismo camino, lo único que podían compartir era sexo; y ella no estaba dispuesta a conformarse con eso.
______ se dio cuenta de que quedarse allí tumbada, intentando imaginar lo que iba a suceder, no llevaba a ninguna parte, así que se desperezó por última vez y fue a ducharse. No sabía cómo iba a encontrar a Louis después de lo de la noche pasada, pero sí sabía que necesitaba tener la cabeza despejada antes de hablar con él.
Louis oyó el agua de la ducha y repasó todo lo que tenía intención de decirle a ______. Asumiría toda la responsabilidad de lo sucedido y le recordaría que ella era la hermana de su mejor amigo y, como tal, no podían tener una aventura. Sí, una aventura era todo lo que estaba dispuesto a ofrecerle. Él sabía que era insultante, y de hecho contaba con que ella se sintiera tan ofendida que nunca más quisiera saber nada de él. Eso era mucho mejor que correr el riesgo de tener una relación normal y acabar enamorándose o, lo que era aún peor, acabar como su padre. En cualquier caso, tampoco quería llegar a ese punto, lo que pretendía era convencer a ______ de que lo de la noche anterior había sido una locura, que no volvería a repetirse, y que lo mejor que podían hacer era olvidarlo. Ellos tenían que trabajar y vivir juntos. Por muy peligroso que pareciera, Louis no estaba dispuesto a permitir que ella se fuera de su apartamento. Se decía a sí mismo que era porque se lo debía a toda su familia, pero una pequeña parte de él sabía que eso era sólo una excusa. Conveniente, sí, pero una excusa al fin y al cabo.
—Louis, ¿piensas contestar?
— ¿Qué? —Preguntó él, que ni siquiera se había dado cuenta de que ______ había entrado en la cocina—. ¿Qué pasa?
—El teléfono, ¿piensas contestar?
—Claro. —Se dio la vuelta y abrió su móvil—. Tomlinson. —Siempre contestaba así cuando lo llamaban del trabajo—. De acuerdo. Voy para allá.
Tras esta escueta conversación, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.
—Louis, ¿quién era? ¿Pasa algo? ¿Por qué te llaman de la revista un sábado por la mañana? —preguntó ______ preocupada.
Entonces, Louis pareció acordarse de que ella estaba de pie a su lado y se volvió para mirarla.
—Era Sam, el director de la revista —respondió él poniéndose la chaqueta—. Al parecer, en la edición de esta semana de la revista The Scope’ aparecen dos de los artículos que nosotros teníamos preparados para nuestro número.
______ no entendía nada, y eso debió de reflejarse en su rostro, porque Louis añadió:
—El mismo artículo exactamente. No el mismo tema, ni el mismo enfoque. El mismo artículo. Nos lo han robado.
—¿Robado? —Levantó las manos asombrada—. ¿Por qué?
—No lo sé. Supongo que en The Scope’ no deben de estar muy contentos con la competencia. No sé, pero tengo que ir a la revista para hablar con Sam y decidir qué hacemos al respecto.
Al ver que él no la invitaba a acompañarlo y que ya tenía un pie fuera del apartamento, ______ se lo preguntó directamente:
—¿Quieres que te acompañe?
—¿Para qué?
Esa respuesta, acompañada de la frialdad que empañaba su mirada, le dejó claro que lo de la noche no había cambiado su relación.
—Para nada —respondió, intentando disimular su decepción—. Llamaré a alguien para salir a dar una vuelta.
—Como quieras. Hablamos luego, ¿te parece? —Y cerró la puerta sin esperar a que ella respondiera.
¿Hablar?
De acuerdo, hablarían, pero después de las inexistentes muestras de afecto de esa mañana, ______ sabía que era una conversación que no iba a gustarle demasiado. Era evidente que el día no iba a ser para nada como ella se lo había imaginado antes de ducharse.
Louis salió del piso a toda prisa. No sólo porque quisiera llegar pronto a la revista para hablar con Sam, sino también porque necesitaba huir de ______. Sólo la había visto durante unos segundos y todo su estudiado discurso había desaparecido de su mente. Tenía que alejarse de ella, tal vez así se tranquilizaría y se olvidaría de lo bien que se había sentido en sus brazos. Si de algo estaba seguro era de que él no quería tener ninguna relación con nadie; era demasiado complicado, demasiado arriesgado. Su trabajo lo llenaba por completo y, en cuanto al sexo, no era demasiado difícil conseguirlo cuando le apetecía.
« ¿Y el amor?», le susurró una voz rebelde dentro de su cabeza. El amor había acabado con su padre, y le había demostrado a él que para lo único que sirve es para hacer desgraciado a quien lo siente y a todos los que lo rodean. No, Louis no quería saber nada del amor. Por eso, lo mejor para todos era cortar de raíz lo que había entre él y ______. Si ella fuera una de esas mujeres a las que les bastaba con la relación física y un par de cenas al mes, tal vez podrían seguir así durante los casi cinco meses más que ella iba a estar en Londres, pero él sabía que ______ no era de ésas. El día en que se enamorase lo haría por completo, y a ese hombre le entregaría su cuerpo, su vida y su corazón; pero Louis no estaba preparado para hacer lo mismo. Sin embargo, al imaginarse a ______ con otro hombre, un impulso asesino lo invadió de golpe. Por suerte, en ese momento llegó a la puerta de entrada de la revista y no tuvo tiempo de analizarlo.
Entró en la sala de reuniones y vio que Sam estaba leyendo The Scope’.
Sam Abbot era un hombre de unos sesenta años, excéntrico, brillante y quizá lo más parecido que tenía Louis a un ángel de la guarda. Se habían conocido cuando éste trabajaba como becario en un periódico local y Sam fue allí para estrangular al que se había atrevido a escribir un artículo satírico comparando el parlamento británico con la caza del zorro. Pero cuando Sam conoció a su víctima, decidió que era mejor utilizar a «aquel muchacho descarado» para otros fines, y le ofreció un trabajo como periodista en uno de los periódicos de mayor tirada de Londres. Desde entonces, cada vez que Louis se metía en un lío por no saber cerrar el pico o por no entender el sentido del humor británico, Sam lo ayudaba, y cada vez que Sam quería obtener la mejor noticia, el mejor enfoque o disfrutar de una partida de snooker, llamaba a Louis.
—¿Piensas entrar o vas a quedarte ahí pasmado? —preguntó Sam frunciendo el cejo.
—Lo siento. —Louis tuvo que hacer un esfuerzo para no sonrojarse. Tenía que hablar con ______ esa misma noche—. ¿Es ésa la revista?
—La misma. —Sam se frotó la cara con las manos—. Están los dos artículos que íbamos a publicar esta semana. Míralo tú mismo. —Le ofreció la revista.
Louis le echó un vistazo y, pasados unos minutos, la tiró encima de la mesa.
—Tienes razón. ¿Qué vamos a hacer?
—Varias cosas. Primero, vamos a averiguar quién demonios nos ha robado esos textos, y segundo, tenemos que encontrar el modo de publicar el ejemplar de esta semana sin ellos. ¿Tienes alguna idea?
—Sobre quién ha robado los artículos, no, pero creo que sé cómo podemos publicar el ejemplar del miércoles sin problema. Hay un par de piezas que descarté en números anteriores y que podríamos utilizar en éste.
—Perfecto.
—¿Y sobre el robo? —Louis aún no se podía creer qué alguien les hubiera robado los artículos.
—Tenemos que pensar algo. Tenemos que averiguar qué ha pasado antes de que se repita. Tengo la sensación de que esto no va a ser un caso aislado.
— ¿Por qué lo dices?
—Porque me duele la pierna.
Louis lo miró estupefacto.
—No me mires así. Desde que me rompí la pierna, cada vez que tengo un mal presentimiento me duele. Y nunca falla.
Louis sonrió aliviado. Tal vez la pierna de Sam fallara esa vez.
Sam y Louis se pasaron casi todo el día repasando los nuevos artículos y decidieron que, de momento, ellos dos serían los únicos que tendrían copias de los archivos.
—Deberíamos irnos —dijo Sam mirando el reloj—. Silvia y las niñas querían ir a cenar a un restaurante y mañana tenemos un compromiso fuera de la ciudad, así que...
—Tranquilo. Yo también debería irme ya. —Louis se quitó las gafas y se dispuso a apagar el ordenador.
—¿Cómo van las cosas con esa chica, con la hermana de Niall?
—______.
—¿Quién?
—______. La hermana de Niall se llama ______.
—Ah. Bueno, pues, ¿cómo van las cosas con ______? —Sam empezaba a sonreír de un modo extraño. Nunca había visto a Louis ponerse tan nervioso por una simple pregunta.
—Bien. —Cogió la chaqueta, e iba a despedirse cuando Sam insistió.
— ¿Sólo bien?
—Sí, bien. Normal.
Sam conocía demasiado bien a Louis como para saber que no le estaba diciendo la verdad y que, además, no tenía intención de hacerlo. Así que optó por no insistir; ya encontraría el momento adecuado para volver a intentarlo.
—Me alegro. —Apagó la luz de la sala y los dos se encaminaron hacia el ascensor.
Bajaron en silencio, pensativos.
—Nos vemos el lunes. —Sam se despidió con una sonrisa.
Algo preocupaba a Louis, y estaba dispuesto a apostarse su mejor taco de billar a que era esa chica con la que tenía una relación «normal».
Louis decidió regresar a su apartamento caminando. Así tenía más tiempo para pensar en lo que iba a decirle a ______ cuando la viera. No debería haberse acostado con ella. Él siempre había tenido claro que no quería tener una relación con nadie, que con su trabajo y sus amigos ya tenía más que suficiente. Y acostarse con ______ había sido un error, un error. Ella era dulce, lista, divertida... perfecta. Pero no para él. Sí, tenían que olvidar lo que había pasado y ser sólo amigos. Ojalá ella pensara lo mismo.
______ vio la cara de Louis al entrar en el apartamento y supo que algo iba mal.
—Hola. ¿Habéis averiguado algo sobre el robo?
—No, nada. —Colgó la chaqueta y se sentó en el sofá como si no pudiera dar ni un paso más. Se lo veía muy cansado—. ______, tenemos que hablar.
—Esa frase nunca me ha gustado.
— ¿Cuál?
—«Tenemos que hablar.» Cuando la dicen mis padres significa que he hecho algo muy malo, cuando la dice Niall, que me he metido en un lío, y cuando la dice una de las niñas, mis hermanas, que quieren pedirme dinero o ropa prestada. Y si lo dicen los gemelos, significa que ellos se han metido en un lío y quieren que yo los ayude a salir de él.
—Bueno, yo no quiero que me prestes dinero ni ninguna de tus faldas.
—Ya, pero seguro que estoy metida en un lío.
Ambos sonrieron, pero a Louis la sonrisa no le llegó a los ojos.
— ¿Qué pasa? —preguntó ______.
—Tenemos que hablar de lo de anoche.
—Esto va de mal en peor —murmuró ella sin que él la oyese.
— ¿Por qué no te sientas? —Louis dio unas palmadas en el sofá y, cuando ella se sentó, continuó—: Lo de anoche no debería haber sucedido nunca.
— ¿Ah, no? —______ no podía creer lo que estaba oyendo, pero justo cuando iba a contestarle, vio que él se disponía a continuar y optó por dejarlo acabar antes de decir nada.
—Lo de anoche, aunque fue fantástico, no debería haber sucedido nunca. Los dos habíamos bebido demasiado y perdimos la cabeza. Pero tú estás en mi casa, y yo debería haber sido capaz de controlar mis impulsos y no abusar así de tu confianza.
________ tuvo que morderse la lengua para no interrumpirlo; ya volvía a sonar como un personaje de una novela de Jane Austen. Para ella, la noche había sido fantástica, y la única queja que tenía era que él lo lamentara.
—De hecho, intenté detenerme, pero bueno, tú... Bueno, ahora eso ya no tiene importancia. Tú eres la hermana de mi mejor amigo y yo no quiero perder su amistad, ni la tuya, por nada del mundo. Creo que lo mejor que podríamos hacer es olvidarlo y pasar página, ¿no crees?
Cómo ______ no contestó, Louis continuó:
—Yo valoro mucho nuestra amistad —repitió.
—Y yo. —______ decidió interrumpirlo. Si de la boca de Louis salía la palabra «amigos» una vez más, iba a matarlo—. No te preocupes, ya está olvidado.
— ¿En serio? —Louis parecía tan aliviado que a ella le entraron ganas de abofetearlo—. Me quitas un gran peso de encima, creí que te enfadarías.
— ¿Enfadarme? ¿Por qué? —Levantó las cejas para dar más credibilidad a su actuación—. ¿Por no declararme tu amor eterno tras una noche juntos? Una noche de la que apenas recuerdo nada, por cierto.
Ante ese cínico comentario, Louis retrocedió un poco. Una cosa era que ella estuviera de acuerdo con él en lo de ser sólo amigos, y otra muy distinta que no fuera capaz de acordarse de lo fantástico que había sido todo entre ellos. Porque lo había sido, ¿no?
—Ya, bueno. Me alegro de que hayamos aclarado las cosas. —Louis tenía miedo de mirarla a los ojos, pero sabía que tenía que hacerlo. Sólo así lograría asegurarse de que ella no estaba fingiendo esa indiferencia—. ______.
— ¿Sí?
—Creo que lo que pasó anoche fue porque en estas últimas semanas hemos pasado demasiado tiempo juntos. Ya sabes, aquí, en el trabajo, los fines de semana. Los dos bebimos demasiado y bueno, tú estabas aquí, y yo...
________ estaba tan estupefacta que no podía pronunciar ni una sola palabra. Esa mañana no esperaba que él le propusiera matrimonio, ni que le declarara su amor incondicional, pero tampoco contaba con que dijera que todo había sido un error y que lo mejor era olvidarlo. Según él, sólo se habían acostado porque estaban medio borrachos y porque en los últimos días se habían visto demasiado. ¡Menuda estupidez!
Cuando Louis dijo «tenemos que hablar», ______ ya supuso que le soltaría el rollo «seamos sólo amigos», y acertó. Pero utilizar el alcohol y la proximidad física para justificar haberse acostado con ella era el colmo.
Después de lo de la noche anterior, ______ creía que su relación iría hacia adelante, que los dos seguirían hablando cada noche hasta las tantas, que seguirían compartiendo cenas, cines, paseos... pero que ahora todo eso iría acompañado de besos, caricias y sentimientos. Se había imaginado que, durante el tiempo que estuviera trabajando en Londres, se enamorarían y que luego ya encontrarían la manera de continuar con su relación. Si pasados esos meses su relación se rompía, o si ambos decidían no seguir con ella, lo superaría. Le dolería, pero lo superaría. Sin embargo, ver que él ni siquiera estaba dispuesto a intentarlo, que prefería pasar página y no arriesgarse, le dolía mucho más de lo que había imaginado. Tenía ganas de gritarle, de insultarlo, de decirle que era un cobarde. Pero no hizo nada. Si él no estaba dispuesto a darle una oportunidad, su relación estaba condenada desde el principio, y ella no sabía cómo decirle que se equivocaba.
—¿Estás de acuerdo? —preguntó Louis al finalizar su discurso.
—Sí. —______ apenas lo había escuchado.
— ¿Sí?
—Claro. Seguro que tienes razón. Al fin y al cabo, así nos ahorramos problemas. Quién sabe, a lo mejor terminarías enamorándote de mí, y eso sería catastrófico.
Louis levantó las cejas e iba a decir algo, pero ______ lo interrumpió:
—Tranquilo, estaba siendo sarcástica. Ya sé que eso es imposible. Tan imposible como que yo me enamore de ti. Vaya tontería. Mira, no te preocupes, ya está olvidado. A partir de ahora, haremos tal como tú has dicho; tú seguirás con tu vida y yo con la mía. Es eso lo que quieres, ¿no?
—Sí —respondió Louis muy inseguro.
—De acuerdo. —______ se frotó los ojos. No estaba dispuesta a derramar ni una sola lágrima delante de él—. Me voy a dormir. Buenas noches.
—Buenas noches.
______ cerró el libro que estaba leyendo antes de que él llegara y se dirigió hacia su habitación. Estaba ya a punto de entrar cuando oyó que Louis la llamaba.
—¿______?
— ¿Sí?
—Mañana estaré fuera todo el día, he quedado con Sam
Eso era mentira. Sam tenía un compromiso con su familia, y Louis más bien se pasaría todo el día en el gimnasio, o en casa de Jack. Vio la cara de ______ y apretó los puños con fuerza para controlar las ganas que tenía de levantarse, correr hacia ella y abrazarla. Había conseguido decir todo lo que quería, y seguía creyendo que era lo mejor, pero al verla, lo único que deseaba hacer era besarla hasta que los dos perdieran el sentido. Así que decidió que debía distanciarse un poco, a ver si así conseguía recuperar su autocontrol.
—No hay problema. Yo también tengo planes.
— ¿Qué planes? —no pudo evitar preguntar Louis.
—Nada en especial. He quedado con Nicholas para ir a pasear por Hyde Park y luego iremos a almorzar —respondió ______ mientras rezaba para que Nicholas estuviera libre y pudiera convertir esa mentira en verdad.
—Ah, bueno. —Louis tuvo que hacer un esfuerzo para no gritarle y decirle que no quería que fuera a pasear a Hyde Park con Nicholas, que ese paseo le pertenecía a él y que ella no tenía derecho a sustituir el recuerdo de ese día que ellos dos habían compartido en ese parque por uno nuevo con otro hombre. Pero no dijo nada de eso—. Espero que lo paséis bien. Dile a Nicholas que lo veré el miércoles.
—Claro. —______ lo miró a los ojos una vez más y luego se volvió hacia la puerta de su habitación—. Buenas noches.
Y cerró sin esperar a que él respondiera.
{ I/II } (Maraton)
Capítulo 7
—Aparta y déjame entrar en mi habitación —refunfuñó Louis pasándose nerviosamente las manos por el pelo y sin mirarla a la cara.
— ¿Se puede saber qué te pasa? Nos hemos besado y... yo... bueno, a mí... me ha gustado. Mucho. —Ella intentó acariciarle la mejilla, pero él se apartó como si le hubiera quemado.
—______, apártate, me quiero acostar. Estoy cansado, y lo que ha pasado abajo es sólo una muestra más que evidente de lo mucho que necesito dormir, así que apártate y vete a la cama. Mañana será otro día y los dos nos habremos olvidado de esta tontería. —Levantó la ceja y, con una mano, intentó que se hiciera a un lado.
—No. No pienso moverme hasta que me contestes una pregunta. —A ______ empezaba a temblarle la voz. Quizá todo lo que había sentido mientras se besaban estaba sólo en su imaginación. Pero no, ella había notado cómo a Louis le latía el corazón, cómo se le aceleraba el pulso, así que tenía que saberlo—. ¿Por qué sientes haberme besado?
Entonces él la miró, se mesó el cabello por enésima vez, respiró profundamente y contestó:
—Lo siento porque ha sido un error, una tontería. El cansancio, la cena, el vino, esa camisa roja. Un error. Yo no puedo hacer esto. No contigo.
—No ha sido ningún error. —Y diciéndolo, le rodeó el cuello con los brazos y volvió a besarlo. Él se resistió unos segundos, pero en seguida respondió al beso con todas sus fuerzas.
—______, para. Si no paras tú, yo ya no podré hacerlo.
Louis dijo esas palabras mientras, con una mano, le desabrochaba los botones de la camisa, y con la otra abría la puerta de su habitación.
— ¿Y quién te ha pedido que lo hagas?
Ella le lamió el cuello y empezó a levantarle la camiseta. Una pequeña parte de su cerebro le dijo que al día siguiente se arrepentiría, pero con los labios de él recorriéndole la clavícula, descartó esos pensamientos por completo.
Louis sabía que aquello no estaba bien, que ______ se merecía mucho más de lo que él estaba dispuesto a darle en esos momentos, pero Dios, había intentado ser noble y ella se lo había puesto muy difícil. Debería apartarla, encerrarse en su habitación y no salir de allí hasta que supiera si estaba dispuesto a arriesgar su corazón por ______. Sin embargo, ahora, lo único en lo que podía pensar era en que su cuerpo la necesitaba; necesitaba sentir que ella le deseaba, sentir cómo sus manos le recorrían el cuerpo, cómo ella le entregaba un poco de su alma. Dios, qué egoísta era. Tenía que apartarla sin perder un instante, mientras aún tuviera fuerzas.
—______, princesa. —Le cogió las manos y las apartó de su abdomen, pero ella se soltó y las colocó encima de su entrepierna. - No puedo.
— ¿No puedes qué? —Le besó la mandíbula.
—Esto... —Louis la miró a los ojos, y al ver el calor que brillaba en ellos, se rindió—. Bésame.
Y ella lo hizo.
Los dos se buscaron frenéticamente, con sus labios, sus manos, su piel. Era como si no pudieran respirar el uno sin el otro. Se desnudaron en segundos, sin delicadeza, con prisa, sin importarles nada más a ninguno de los dos.
Cuando estuvieron desnudos, Louis se detuvo un segundo para observarla.
—Eres preciosa. Ven aquí. —Cogió una caja de preservativos sin abrir—. ¿Estás segura? —preguntó una última vez antes de tumbarse a su lado.
—Cierra la boca —fue la única respuesta que obtuvo antes de que ______ se sentara encima de él y lo besara.
Louis no pudo aguantar más; llevaba cinco semanas en un estado de permanente excitación y al sentir su piel desnuda junto a la de él, su cuerpo tomó el control, entró dentro de ella y perdió la poca cordura que le quedaba.
—Louis —gimió ______, sorprendida, y con una mano buscó la de él.
—Me gusta que me llames así. Sólo tú me llamas así. —Louis entrelazó sus dedos con los de ella y le acercó los nudillos a los labios.
Quería decir algo más, pero no sabía qué. Sabía que lo que estaba sintiendo no era sólo placer, aunque fuera el mayor que había experimentado nunca; sabía que era algo más, pero no lograba identificarlo, de modo que optó por no decir nada.
Los dos se movían al unísono, diciéndose con sus cuerpos aquello que llevaban semanas sintiendo, y cuando ninguno de los dos pudo soportarlo más, ambos se abandonaron por completo.
Cuando dejaron de temblar, ______ se acurrucó encima de Louis y le besó el hueco del cuello. Louis no dejaba de acariciarle el pelo mientras intentaba recuperar la respiración.
«Debería soltarla», pensó Louis, pero no podía. Acababa de tener el mayor orgasmo de su vida y aún estaba excitado. Eso no era normal, o al menos no para él. No podía parar, no podía dejar de moverse, quería, necesitaba volver a sentir cómo ella lo envolvía en su calor una vez más. Intentó obligarse a apartarse, pero cuando casi había reunido las fuerzas necesarias para hacerlo, ______ volvió a mover las caderas, dándole permiso para volver a perder el control. Esta vez intentó ser más delicado, se dijo que la acariciaría, que la besaría... pero se equivocó. En cuanto ella le lamió el lóbulo de lo oreja, todo su cuerpo se prendió fuego, y juntos se precipitaron de nuevo hacia el límite.
Pasados unos minutos, se dio cuenta de que con dos veces tampoco tenía bastante; tal vez nunca lo tuviera. ______ se había dormido abrazada a él y, con mucho cuidado, la colocó a su lado y se levantó para ir al baño. Regresó en seguida y se quedó mirándola.
Había sido un error. Los dos llevaban semanas atormentándose con miradas furtivas y caricias inocentes, y esa noche el vino había destruido las pocas defensas que a ambos les quedaban. De todos modos, Louis era lo bastante honesto como para reconocer que había sido la mejor noche de toda su vida. Por mucho que quisiera engañarse y justificar su comportamiento por el nivel de alcohol en su sangre o por el cansancio acumulado, nada podía ocultar lo que había sentido al acostarse con ______. Él había estado con bastantes mujeres, no podía decirse que fuera un semental ni un mujeriego, pero tampoco había sido un monje, y nunca, nunca, había sentido tanto placer como esa noche con ella. ¿Cómo podía saber si era algo más? ¿Cómo podía saber si valía la pena arriesgarse? ¿Que no acabaría como su padre?
La respuesta era muy sencilla; no podía saberlo. Y, por el momento, Louis no estaba dispuesto a arriesgarse. Así que sólo le quedaba una opción: seguir solo. Se abrazó a ______. Ella aún estaba dormida, y Louis aprovechó cada instante para acariciar su piel y grabar en su memoria cada detalle, porque cuando se despertara, le diría que esa noche maravillosa había sido sólo una noche de sexo sin compromiso, y que él no sentía nada por ella.
En resumen, iba a mentirle.
Cuando ______ abrió los ojos, se dio cuenta de dos cosas: una, le dolían partes de su cuerpo que no recordaba que tuviese, y dos, el culpable de eso ya no estaba a su lado. Se desperezó un poco y cerró de nuevo los ojos para recordar los besos y las caricias de la noche. Hasta entonces, ______ creía que esos ataques de pasión sólo ocurrían en las películas y en esas novelas que a ella tanto le gustaba leer, y por primera vez en su vida se alegraba de poder decir que la realidad, en ocasiones, supera a la ficción. Dios, ese hombre debería llevar la señal de «peligro, inflamable» pegada a la frente. Pero a pesar de lo mucho, mucho, que le había gustado lo que habían hecho juntos, ______ no podía dejar de sentir que faltaba algo; algo que hacía que no hubiera sido perfecto. Había una frase que se le había quedado grabada en la mente: «Yo no puedo hacer esto. No contigo». Le dolía que Louis lo hubiera dicho, y no podía fingir que no sabía lo que quería decir. Él nunca había ocultado que, por el momento, no quería tener ninguna relación estable con nadie, que lo único que quería y podía ofrecer a una mujer era una relación física. ______ sabía perfectamente lo que él había querido decir con esa maldita frase. Louis sólo estaba dispuesto a involucrar su cuerpo, y mientras su corazón no siguiera el mismo camino, lo único que podían compartir era sexo; y ella no estaba dispuesta a conformarse con eso.
______ se dio cuenta de que quedarse allí tumbada, intentando imaginar lo que iba a suceder, no llevaba a ninguna parte, así que se desperezó por última vez y fue a ducharse. No sabía cómo iba a encontrar a Louis después de lo de la noche pasada, pero sí sabía que necesitaba tener la cabeza despejada antes de hablar con él.
Louis oyó el agua de la ducha y repasó todo lo que tenía intención de decirle a ______. Asumiría toda la responsabilidad de lo sucedido y le recordaría que ella era la hermana de su mejor amigo y, como tal, no podían tener una aventura. Sí, una aventura era todo lo que estaba dispuesto a ofrecerle. Él sabía que era insultante, y de hecho contaba con que ella se sintiera tan ofendida que nunca más quisiera saber nada de él. Eso era mucho mejor que correr el riesgo de tener una relación normal y acabar enamorándose o, lo que era aún peor, acabar como su padre. En cualquier caso, tampoco quería llegar a ese punto, lo que pretendía era convencer a ______ de que lo de la noche anterior había sido una locura, que no volvería a repetirse, y que lo mejor que podían hacer era olvidarlo. Ellos tenían que trabajar y vivir juntos. Por muy peligroso que pareciera, Louis no estaba dispuesto a permitir que ella se fuera de su apartamento. Se decía a sí mismo que era porque se lo debía a toda su familia, pero una pequeña parte de él sabía que eso era sólo una excusa. Conveniente, sí, pero una excusa al fin y al cabo.
—Louis, ¿piensas contestar?
— ¿Qué? —Preguntó él, que ni siquiera se había dado cuenta de que ______ había entrado en la cocina—. ¿Qué pasa?
—El teléfono, ¿piensas contestar?
—Claro. —Se dio la vuelta y abrió su móvil—. Tomlinson. —Siempre contestaba así cuando lo llamaban del trabajo—. De acuerdo. Voy para allá.
Tras esta escueta conversación, se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta.
—Louis, ¿quién era? ¿Pasa algo? ¿Por qué te llaman de la revista un sábado por la mañana? —preguntó ______ preocupada.
Entonces, Louis pareció acordarse de que ella estaba de pie a su lado y se volvió para mirarla.
—Era Sam, el director de la revista —respondió él poniéndose la chaqueta—. Al parecer, en la edición de esta semana de la revista The Scope’ aparecen dos de los artículos que nosotros teníamos preparados para nuestro número.
______ no entendía nada, y eso debió de reflejarse en su rostro, porque Louis añadió:
—El mismo artículo exactamente. No el mismo tema, ni el mismo enfoque. El mismo artículo. Nos lo han robado.
—¿Robado? —Levantó las manos asombrada—. ¿Por qué?
—No lo sé. Supongo que en The Scope’ no deben de estar muy contentos con la competencia. No sé, pero tengo que ir a la revista para hablar con Sam y decidir qué hacemos al respecto.
Al ver que él no la invitaba a acompañarlo y que ya tenía un pie fuera del apartamento, ______ se lo preguntó directamente:
—¿Quieres que te acompañe?
—¿Para qué?
Esa respuesta, acompañada de la frialdad que empañaba su mirada, le dejó claro que lo de la noche no había cambiado su relación.
—Para nada —respondió, intentando disimular su decepción—. Llamaré a alguien para salir a dar una vuelta.
—Como quieras. Hablamos luego, ¿te parece? —Y cerró la puerta sin esperar a que ella respondiera.
¿Hablar?
De acuerdo, hablarían, pero después de las inexistentes muestras de afecto de esa mañana, ______ sabía que era una conversación que no iba a gustarle demasiado. Era evidente que el día no iba a ser para nada como ella se lo había imaginado antes de ducharse.
Louis salió del piso a toda prisa. No sólo porque quisiera llegar pronto a la revista para hablar con Sam, sino también porque necesitaba huir de ______. Sólo la había visto durante unos segundos y todo su estudiado discurso había desaparecido de su mente. Tenía que alejarse de ella, tal vez así se tranquilizaría y se olvidaría de lo bien que se había sentido en sus brazos. Si de algo estaba seguro era de que él no quería tener ninguna relación con nadie; era demasiado complicado, demasiado arriesgado. Su trabajo lo llenaba por completo y, en cuanto al sexo, no era demasiado difícil conseguirlo cuando le apetecía.
« ¿Y el amor?», le susurró una voz rebelde dentro de su cabeza. El amor había acabado con su padre, y le había demostrado a él que para lo único que sirve es para hacer desgraciado a quien lo siente y a todos los que lo rodean. No, Louis no quería saber nada del amor. Por eso, lo mejor para todos era cortar de raíz lo que había entre él y ______. Si ella fuera una de esas mujeres a las que les bastaba con la relación física y un par de cenas al mes, tal vez podrían seguir así durante los casi cinco meses más que ella iba a estar en Londres, pero él sabía que ______ no era de ésas. El día en que se enamorase lo haría por completo, y a ese hombre le entregaría su cuerpo, su vida y su corazón; pero Louis no estaba preparado para hacer lo mismo. Sin embargo, al imaginarse a ______ con otro hombre, un impulso asesino lo invadió de golpe. Por suerte, en ese momento llegó a la puerta de entrada de la revista y no tuvo tiempo de analizarlo.
Entró en la sala de reuniones y vio que Sam estaba leyendo The Scope’.
Sam Abbot era un hombre de unos sesenta años, excéntrico, brillante y quizá lo más parecido que tenía Louis a un ángel de la guarda. Se habían conocido cuando éste trabajaba como becario en un periódico local y Sam fue allí para estrangular al que se había atrevido a escribir un artículo satírico comparando el parlamento británico con la caza del zorro. Pero cuando Sam conoció a su víctima, decidió que era mejor utilizar a «aquel muchacho descarado» para otros fines, y le ofreció un trabajo como periodista en uno de los periódicos de mayor tirada de Londres. Desde entonces, cada vez que Louis se metía en un lío por no saber cerrar el pico o por no entender el sentido del humor británico, Sam lo ayudaba, y cada vez que Sam quería obtener la mejor noticia, el mejor enfoque o disfrutar de una partida de snooker, llamaba a Louis.
—¿Piensas entrar o vas a quedarte ahí pasmado? —preguntó Sam frunciendo el cejo.
—Lo siento. —Louis tuvo que hacer un esfuerzo para no sonrojarse. Tenía que hablar con ______ esa misma noche—. ¿Es ésa la revista?
—La misma. —Sam se frotó la cara con las manos—. Están los dos artículos que íbamos a publicar esta semana. Míralo tú mismo. —Le ofreció la revista.
Louis le echó un vistazo y, pasados unos minutos, la tiró encima de la mesa.
—Tienes razón. ¿Qué vamos a hacer?
—Varias cosas. Primero, vamos a averiguar quién demonios nos ha robado esos textos, y segundo, tenemos que encontrar el modo de publicar el ejemplar de esta semana sin ellos. ¿Tienes alguna idea?
—Sobre quién ha robado los artículos, no, pero creo que sé cómo podemos publicar el ejemplar del miércoles sin problema. Hay un par de piezas que descarté en números anteriores y que podríamos utilizar en éste.
—Perfecto.
—¿Y sobre el robo? —Louis aún no se podía creer qué alguien les hubiera robado los artículos.
—Tenemos que pensar algo. Tenemos que averiguar qué ha pasado antes de que se repita. Tengo la sensación de que esto no va a ser un caso aislado.
— ¿Por qué lo dices?
—Porque me duele la pierna.
Louis lo miró estupefacto.
—No me mires así. Desde que me rompí la pierna, cada vez que tengo un mal presentimiento me duele. Y nunca falla.
Louis sonrió aliviado. Tal vez la pierna de Sam fallara esa vez.
Sam y Louis se pasaron casi todo el día repasando los nuevos artículos y decidieron que, de momento, ellos dos serían los únicos que tendrían copias de los archivos.
—Deberíamos irnos —dijo Sam mirando el reloj—. Silvia y las niñas querían ir a cenar a un restaurante y mañana tenemos un compromiso fuera de la ciudad, así que...
—Tranquilo. Yo también debería irme ya. —Louis se quitó las gafas y se dispuso a apagar el ordenador.
—¿Cómo van las cosas con esa chica, con la hermana de Niall?
—______.
—¿Quién?
—______. La hermana de Niall se llama ______.
—Ah. Bueno, pues, ¿cómo van las cosas con ______? —Sam empezaba a sonreír de un modo extraño. Nunca había visto a Louis ponerse tan nervioso por una simple pregunta.
—Bien. —Cogió la chaqueta, e iba a despedirse cuando Sam insistió.
— ¿Sólo bien?
—Sí, bien. Normal.
Sam conocía demasiado bien a Louis como para saber que no le estaba diciendo la verdad y que, además, no tenía intención de hacerlo. Así que optó por no insistir; ya encontraría el momento adecuado para volver a intentarlo.
—Me alegro. —Apagó la luz de la sala y los dos se encaminaron hacia el ascensor.
Bajaron en silencio, pensativos.
—Nos vemos el lunes. —Sam se despidió con una sonrisa.
Algo preocupaba a Louis, y estaba dispuesto a apostarse su mejor taco de billar a que era esa chica con la que tenía una relación «normal».
Louis decidió regresar a su apartamento caminando. Así tenía más tiempo para pensar en lo que iba a decirle a ______ cuando la viera. No debería haberse acostado con ella. Él siempre había tenido claro que no quería tener una relación con nadie, que con su trabajo y sus amigos ya tenía más que suficiente. Y acostarse con ______ había sido un error, un error. Ella era dulce, lista, divertida... perfecta. Pero no para él. Sí, tenían que olvidar lo que había pasado y ser sólo amigos. Ojalá ella pensara lo mismo.
______ vio la cara de Louis al entrar en el apartamento y supo que algo iba mal.
—Hola. ¿Habéis averiguado algo sobre el robo?
—No, nada. —Colgó la chaqueta y se sentó en el sofá como si no pudiera dar ni un paso más. Se lo veía muy cansado—. ______, tenemos que hablar.
—Esa frase nunca me ha gustado.
— ¿Cuál?
—«Tenemos que hablar.» Cuando la dicen mis padres significa que he hecho algo muy malo, cuando la dice Niall, que me he metido en un lío, y cuando la dice una de las niñas, mis hermanas, que quieren pedirme dinero o ropa prestada. Y si lo dicen los gemelos, significa que ellos se han metido en un lío y quieren que yo los ayude a salir de él.
—Bueno, yo no quiero que me prestes dinero ni ninguna de tus faldas.
—Ya, pero seguro que estoy metida en un lío.
Ambos sonrieron, pero a Louis la sonrisa no le llegó a los ojos.
— ¿Qué pasa? —preguntó ______.
—Tenemos que hablar de lo de anoche.
—Esto va de mal en peor —murmuró ella sin que él la oyese.
— ¿Por qué no te sientas? —Louis dio unas palmadas en el sofá y, cuando ella se sentó, continuó—: Lo de anoche no debería haber sucedido nunca.
— ¿Ah, no? —______ no podía creer lo que estaba oyendo, pero justo cuando iba a contestarle, vio que él se disponía a continuar y optó por dejarlo acabar antes de decir nada.
—Lo de anoche, aunque fue fantástico, no debería haber sucedido nunca. Los dos habíamos bebido demasiado y perdimos la cabeza. Pero tú estás en mi casa, y yo debería haber sido capaz de controlar mis impulsos y no abusar así de tu confianza.
________ tuvo que morderse la lengua para no interrumpirlo; ya volvía a sonar como un personaje de una novela de Jane Austen. Para ella, la noche había sido fantástica, y la única queja que tenía era que él lo lamentara.
—De hecho, intenté detenerme, pero bueno, tú... Bueno, ahora eso ya no tiene importancia. Tú eres la hermana de mi mejor amigo y yo no quiero perder su amistad, ni la tuya, por nada del mundo. Creo que lo mejor que podríamos hacer es olvidarlo y pasar página, ¿no crees?
Cómo ______ no contestó, Louis continuó:
—Yo valoro mucho nuestra amistad —repitió.
—Y yo. —______ decidió interrumpirlo. Si de la boca de Louis salía la palabra «amigos» una vez más, iba a matarlo—. No te preocupes, ya está olvidado.
— ¿En serio? —Louis parecía tan aliviado que a ella le entraron ganas de abofetearlo—. Me quitas un gran peso de encima, creí que te enfadarías.
— ¿Enfadarme? ¿Por qué? —Levantó las cejas para dar más credibilidad a su actuación—. ¿Por no declararme tu amor eterno tras una noche juntos? Una noche de la que apenas recuerdo nada, por cierto.
Ante ese cínico comentario, Louis retrocedió un poco. Una cosa era que ella estuviera de acuerdo con él en lo de ser sólo amigos, y otra muy distinta que no fuera capaz de acordarse de lo fantástico que había sido todo entre ellos. Porque lo había sido, ¿no?
—Ya, bueno. Me alegro de que hayamos aclarado las cosas. —Louis tenía miedo de mirarla a los ojos, pero sabía que tenía que hacerlo. Sólo así lograría asegurarse de que ella no estaba fingiendo esa indiferencia—. ______.
— ¿Sí?
—Creo que lo que pasó anoche fue porque en estas últimas semanas hemos pasado demasiado tiempo juntos. Ya sabes, aquí, en el trabajo, los fines de semana. Los dos bebimos demasiado y bueno, tú estabas aquí, y yo...
________ estaba tan estupefacta que no podía pronunciar ni una sola palabra. Esa mañana no esperaba que él le propusiera matrimonio, ni que le declarara su amor incondicional, pero tampoco contaba con que dijera que todo había sido un error y que lo mejor era olvidarlo. Según él, sólo se habían acostado porque estaban medio borrachos y porque en los últimos días se habían visto demasiado. ¡Menuda estupidez!
Cuando Louis dijo «tenemos que hablar», ______ ya supuso que le soltaría el rollo «seamos sólo amigos», y acertó. Pero utilizar el alcohol y la proximidad física para justificar haberse acostado con ella era el colmo.
Después de lo de la noche anterior, ______ creía que su relación iría hacia adelante, que los dos seguirían hablando cada noche hasta las tantas, que seguirían compartiendo cenas, cines, paseos... pero que ahora todo eso iría acompañado de besos, caricias y sentimientos. Se había imaginado que, durante el tiempo que estuviera trabajando en Londres, se enamorarían y que luego ya encontrarían la manera de continuar con su relación. Si pasados esos meses su relación se rompía, o si ambos decidían no seguir con ella, lo superaría. Le dolería, pero lo superaría. Sin embargo, ver que él ni siquiera estaba dispuesto a intentarlo, que prefería pasar página y no arriesgarse, le dolía mucho más de lo que había imaginado. Tenía ganas de gritarle, de insultarlo, de decirle que era un cobarde. Pero no hizo nada. Si él no estaba dispuesto a darle una oportunidad, su relación estaba condenada desde el principio, y ella no sabía cómo decirle que se equivocaba.
—¿Estás de acuerdo? —preguntó Louis al finalizar su discurso.
—Sí. —______ apenas lo había escuchado.
— ¿Sí?
—Claro. Seguro que tienes razón. Al fin y al cabo, así nos ahorramos problemas. Quién sabe, a lo mejor terminarías enamorándote de mí, y eso sería catastrófico.
Louis levantó las cejas e iba a decir algo, pero ______ lo interrumpió:
—Tranquilo, estaba siendo sarcástica. Ya sé que eso es imposible. Tan imposible como que yo me enamore de ti. Vaya tontería. Mira, no te preocupes, ya está olvidado. A partir de ahora, haremos tal como tú has dicho; tú seguirás con tu vida y yo con la mía. Es eso lo que quieres, ¿no?
—Sí —respondió Louis muy inseguro.
—De acuerdo. —______ se frotó los ojos. No estaba dispuesta a derramar ni una sola lágrima delante de él—. Me voy a dormir. Buenas noches.
—Buenas noches.
______ cerró el libro que estaba leyendo antes de que él llegara y se dirigió hacia su habitación. Estaba ya a punto de entrar cuando oyó que Louis la llamaba.
—¿______?
— ¿Sí?
—Mañana estaré fuera todo el día, he quedado con Sam
Eso era mentira. Sam tenía un compromiso con su familia, y Louis más bien se pasaría todo el día en el gimnasio, o en casa de Jack. Vio la cara de ______ y apretó los puños con fuerza para controlar las ganas que tenía de levantarse, correr hacia ella y abrazarla. Había conseguido decir todo lo que quería, y seguía creyendo que era lo mejor, pero al verla, lo único que deseaba hacer era besarla hasta que los dos perdieran el sentido. Así que decidió que debía distanciarse un poco, a ver si así conseguía recuperar su autocontrol.
—No hay problema. Yo también tengo planes.
— ¿Qué planes? —no pudo evitar preguntar Louis.
—Nada en especial. He quedado con Nicholas para ir a pasear por Hyde Park y luego iremos a almorzar —respondió ______ mientras rezaba para que Nicholas estuviera libre y pudiera convertir esa mentira en verdad.
—Ah, bueno. —Louis tuvo que hacer un esfuerzo para no gritarle y decirle que no quería que fuera a pasear a Hyde Park con Nicholas, que ese paseo le pertenecía a él y que ella no tenía derecho a sustituir el recuerdo de ese día que ellos dos habían compartido en ese parque por uno nuevo con otro hombre. Pero no dijo nada de eso—. Espero que lo paséis bien. Dile a Nicholas que lo veré el miércoles.
—Claro. —______ lo miró a los ojos una vez más y luego se volvió hacia la puerta de su habitación—. Buenas noches.
Y cerró sin esperar a que él respondiera.
Emma Allister
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Lo prometido, es deuda. ¡¡Las quiero!!
{ II/II }
Capítulo 8
Por suerte, gracias a Jack y a sus otros compañeros, a ______ las horas en el trabajo se le pasaban muy rápido, y apenas veía a Louis. Por otra parte, cuando lo veía, él estaba tan distante y arisco que incluso era preferible no verlo. Lo echaba mucho de menos; echaba de menos sus conversaciones, sus sonrisas...
Ya hacía algo más de una semana de la noche fatídica, del «error», y ______ llegó a la conclusión de que no podían seguir así. Era absurdo. Parecían dos novios de instituto. Era una situación ridícula y muy incómoda.
Incluso sus amigos se habían dado cuenta, y a ella empezaban a agotársele las excusas para justificar que ella y Louis ya no salieran tanto juntos. Después de varias noches sin dormir y de un montón de llamadas a su madre, decidió que lo mejor sería que se buscase un piso donde pasar el tiempo que le quedaba en Londres. Al menos así podría estar tranquila y, si tenía suerte, tal vez lograra olvidarse de Louis.
Con esa idea en mente, empezó una nueva semana. El lunes, justo antes de que dieran las cinco, Jack apareció por encima de su cubículo.
—Ya es hora de salir. Vamos, apaga el ordenador. No te olvides de que soy tu jefe y tienes que hacerme caso —añadió sonriendo—. ¿Esperas a que venga Louis o quieres que te acompañe yo?
—La verdad es que he quedado con Nicholas.
— ¿Ah, sí?
—Sí, me ha llamado antes para invitarme al cine y hemos quedado allí dentro de media hora. —Mientras hablaba con él, ______ apagó su ordenador y recogió el bolso del suelo.
— ¿Qué película vais a ver?
—No sé, ya sabes cómo es Nicholas. No ha querido decírmelo porque es una sorpresa. En fin, mañana te cuento. Gracias por ofrecerte a acompañarme, Jack, pero como ves, no hace falta.
—De nada. ¿Sabe Lou que vas a llegar tarde a casa? —le preguntó Jack levantando una ceja.
—No, no lo sabe. Pero no te preocupes, no creo que le importe.
Jack y ______ estaban de pie ante el ascensor cuando las puertas se abrieron, y dentro vieron a Louis. Llevaba las gafas, señal de que estaba muy cansado, e iba cargado de papeles.
—Jack, suerte que te encuentro. ¿Podrías decirme por qué las fotografías del reportaje de China no son las que tú y yo decidimos y por qué la portada de este mes es tan horrible? Creía que todo había quedado claro.
—Louis, estaré encantado de hablar contigo. La verdad es que llevo todo el día persiguiéndote para hacerlo. ¿Te acuerdas de que esta mañana habíamos quedado?
—Ah, lo siento, he tenido un día horrible. ¿Podemos hablar ahora?
—Por supuesto, tú eres el jefe —respondió Jack mirando a ______, que aún esperaba para entrar en el ascensor.
—¡______! —exclamó Louis sonrojado—. No te había visto.
—Tranquilo, no pasa nada. ¿Ves como tenía razón? —Añadió ella mirando a Jack—. En fin, me voy. Hasta mañana.
Entró en el ascensor y pulsó el botón para que las puertas se cerrasen. No tenía ganas de estar junto a aquel frío energúmeno ni un minuto más del necesario.
—Jack, ¿sobre qué tenía razón ______?
—Sobre ti. Dice que últimamente no te importa demasiado nada de lo que hace. Pasa, sentémonos y a ver si de una vez nos aclaramos con lo de este reportaje.
—No sé, a lo mejor podríamos dejarlo para mañana, así me voy a casa con ______.
—Ah... ______ no va hacia tu casa, ha quedado con Nicholas para ir al cine. —En ese mismo instante, Jack vio cómo la cara de Louis pasaba de la sorpresa al enfado en un tiempo récord.
— ¿Al cine? ¿Con Nicholas? ¿Solos? —Al ver que Jack no contestaba, añadió fingiendo indiferencia—: Bueno, pues espero que les guste la película. ¿Miramos las fotografías de China de una vez o esperamos a que ellas solas decidan cuáles van en el reportaje? —Louis empezó a mover las carpetas y a refunfuñar.
—Yo ya estoy listo. Pásame las carpetas antes de que las rompas. —Jack intentó no reírse, y empezó a escoger las fotografías.
Cuando ______ llegó al cine, Nicholas la estaba esperando en la puerta con las entradas en la mano. Como ya era habitual en él, la saludó con dos besos y entraron corriendo a la sala, pues la sesión estaba a punto de empezar. Unas dos horas más tarde, cuando las luces se encendieron, ______ estaba mucho más contenta y relajada, aunque la película había sido horrible. Nicholas había escogido una comedia malísima, pero él no había parado de hacer comentarios en voz baja para que ella se riera. Pocos minutos después de aparecer los primeros créditos en la pantalla, Nicholas se había sacado del bolsillo de la chaqueta una bolsa llena de regaliz, el favorito de ______. Salieron del cine aún riéndose y él la invitó a comer una pizza en un pequeño restaurante que había cerca, uno de esos sitios donde las venden en porciones.
—No puedo creer que me hayas invitado a ver esa película tan mala. ¿Se puede saber en qué estabas pensando al comprar las entradas? —le preguntó ______ sonriendo.
—Está bien, voy a confesarte la verdad. —Se limpió las manos con la servilleta—. Cuando has aceptado salir conmigo me he quedado tan sorprendido, que he tenido que improvisar. —Al ver que ella se sonrojaba añadió—: Vamos, no disimules. ¿Louis y tú os habéis peleado?
—¿Por qué lo preguntas? —______ no quería que ninguno de sus amigos supiera lo que había pasado entre ellos. Acabara como acabara su relación con Louis, ellos eran amigos de él desde hacía muchos años, y ella no quería dañar esa amistad.
—Vamos, desde que llegaste te habré pedido unas cien veces que salieras conmigo, y hasta hoy nunca habías aceptado.
—Eso no es verdad —replicó ella—. Nos vemos casi cada fin de semana.
—Ya, pero con los demás. —Al ver que ella iba a interrumpirlo de nuevo, levantó la mano para detenerla—. La única vez que hemos quedado solos, aparte de hoy, fue ese domingo por la mañana que me llamaste para pasear por Hyde Park, y creo que en todas las horas que estuvimos allí dijiste tres palabras. Las conté, fueron «hola», «Nicholas» y «adiós».
—Lo siento —dijo ______ avergonzada—. Esa mañana no me encontraba muy bien.
—Tranquila. Me gustó pasear contigo.
______ levantó una ceja, incrédula.
—De acuerdo, no me gustó —reconoció Nicholas sonriendo—, pero me alegra ver que hoy ha sido distinto. Lo he pasado muy bien. —Le cogió la mano que tenía apoyada encima de la mesa—_______, no es ningún secreto que creo que eres muy atractiva, ni que en otras circunstancias me gustaría que fuéramos algo más que amigos.
—¿Qué circunstancias? —preguntó ella.
—Si Louis y tú no os estuvierais empezando a enamorar el uno del otro —contestó él sin inmutarse—. No intentes negarlo. Todo el mundo cree que nunca me entero de nada porque siempre estoy bromeando, pero la verdad es que siempre he sido el primero en saber cuándo uno de mis amigos está pasando por un mal trago o si, como en este caso, está enamorado. A Louis se le nota a la legua.
—Pues lo notarás tú, porque yo...
—______, tendrías que ver la cara que pone cada vez que te digo un piropo. En ocasiones he llegado a temer por mi integridad física. Y cuando te doy dos besos, su expresión es realmente cómica.
______ no sabía qué decir, pero como era obvio que no podía mentirle a Nicholas, optó por ser sincera. Ella no tenía a nadie con quien hablar sobre esas cosas allí en Londres y con Nicholas siempre había notado que había una química especial, como la que tenía con sus hermanos.
—¿De verdad?
—De verdad. —Nicholas siguió cogiéndole la mano—. Mira, me gusta mucho estar contigo, creo que lo pasamos muy bien juntos, ¿tú no?
—Sí, yo también lo paso muy bien contigo.
—Gracias. Para mí es toda una novedad quedar con una chica sólo para charlar y reírme un rato, así que quiero que sepas que me encantaría que nos siguiéramos viendo.
—A mí también. Además, así puedo hablar con alguien sobre Louis. —Ahora que ______ no tenía que disimular, estaba aún más contenta.
—Claro, será un placer torturar un poco al bueno de Lou. —Nicholas sonrió—. Siempre he pensado que debería aprender a relajarse, y me encanta verlo sufrir por una chica. Aunque espero que ese sufrimiento no sea en vano, Lou se merece ser feliz.
—Ya lo sé. —______ dio un último sorbo a su bebida—. Bueno, ahora que ya conoces mi más oscuro secreto, ¿por qué no me cuentas algo sobre tu última conquista? Tal vez podríamos intercambiar consejos; tú me enseñas a volver loco a Louis y yo te desvelo los misterios de la mente femenina.
Nicholas se rió y, tras pagar la cuenta, acompañó a ______ a su casa. De camino, ella le contó que tenía intención de buscar un piso, y él se ofreció a ayudarla; le dijo que le parecía muy buena idea y que tal vez así Louis reaccionaría. Cuando llegaron al portal, se despidieron con un abrazo, y Nicholas, como de costumbre, le dio su par de besos. ______ sonrió y entró. Estaba contenta. Después de casi dos semanas pésimas, ese día todo había empezado a cambiar; tenía un amigo con quien poder reír y hablar sobre Louis, y buscar piso ya no le parecía tan horrible. Al día siguiente mismo empezaría a hojear los anuncios de los periódicos.
Louis salió de la revista a las ocho, unas tres horas después de que ______ se hubiese ido. Esperaba que le hubiera gustado película. Y una mie&$a; si era sincero esperaba que la película hubiese sido horrible, que Nicholas la hubiera dejado tirada y que... Nada, lo que de verdad quería era haber sido él quien fuera al cine con ella. Con ese pensamiento, dobló la esquina que había justo antes de llegar a su casa y se quedó helado. Delante del portal estaban ______ y Nicholas abrazados. Louis cerró los ojos y se dio media vuelta: si se daban un beso no quería verlo, no se veía capaz de soportarlo.
Sin pensar lo que hacía, empezó a andar en sentido contrario. Caminó sin rumbo durante más de una hora y, por más que lo intentaba, no podía quitarse de la mente la imagen de ______ y Nicholas abrazándose. ¿La habría besado? Él lo habría hecho, pero si Nicholas se había atrevido a tocarle un solo pelo de la cabeza, iba a tener problemas.
Pero ¿qué estaba diciendo? Él no tenía ningún derecho a pensar esas cosas, al fin y al cabo eso era exactamente lo que pretendía, ¿o no? Sí, sí lo era. Él no quería tener una relación con ______, sólo quería que fueran amigos. Claro que una parte muy egoísta de él deseaba que ella no saliera con nadie durante los meses que le quedaban en Londres. Louis se dio cuenta entonces de que la echaba de menos, echaba de menos las charlas, los paseos. En las últimas casi dos semanas, él la había estado evitando y, al hacerlo, había eliminado la mejor parte del día. Desde aquella noche, él y ______ apenas se habían visto; él se había concentrado en su trabajo y ella había empezado a salir a solas con sus amigos. Louis sabía que a menudo quedaba con Amanda y con otras compañeras del trabajo, y eso nunca le había preocupado, pero quedar con Nicholas ya era otra cosa. No es que estuviera celoso, para nada. Pero él conocía muy bien a su amigo, sabía que era un seductor y no quería que le hiciera daño a ______. Eso era lo único que le preocupaba.
Louis se detuvo en seco en medio de la calle como si hubiera descubierto algo importante. Ya estaba. Por fin sabía lo que tenía que hacer; tenía que recuperar su amistad con ______, quería que volviera a sonreírle y quería volver a charlar con ella hasta las tantas. Aprovecharía una de esas charlas para advertirle sobre Nicholas, y seguro que entonces todo volvería a la normalidad. Lo único que tenía que hacer era asegurarse de no tocarla de nuevo. Ya sabía lo que pasaría si lo hacía, y no quería arriesgarse a eso. Era valiente, pero no tanto; y con este último pensamiento, tomó el camino de regreso a su piso.
______ se puso el pijama y decidió que leería un rato. No tenía sueño y a lo mejor así podía esperar a que Louis llegara y empezar a poner en práctica los consejos que Nicholas le había dado. Según él, Louis se pasaba la mano por el pelo siempre que ella se mordía el labio, y eso era señal de que se ponía muy nervioso. ______ se estaba preparando un té cuando sonó el teléfono. No tuvo tiempo de dejar la tetera encima de la mesa antes de que el contestador ya respondiera a la llamada.
—Louis, «cari», ¿estás ahí? —Era Monique. ______ se quedó helada. Según Louis, hacía más de tres meses que no la veía—. Supongo que no. —Soltó una risa tonta—. Te llamaba para decirte que he encontrado esa bufanda tuya que tanto te gusta detrás de mi sofá. —Hizo una pausa dramática y continuó—. Si quieres recuperarla, ya sabes dónde estoy. Chao.
______ estaba tan furiosa que temió romper el asa de la taza que aún sujetaba entre los dedos. Intentó serenarse. Si analizaba con calma el mensaje de Monique, podía darse cuenta de que nada implicaba que Louis hubiera estado con ella. Esa bufanda, si en realidad existía, podía haber estado allí desde mucho antes de que ella llegara a Londres. Pero ______ estaba tan enfadada que no era capaz de pensar. Dejó la taza y se sentó en una de las sillas que había en la cocina. Ahora lo veía todo claro: Louis no quería tener nada con ella. A él sólo le interesaban las mujeres como Monique, mujeres que utilizaban una excusa tan cutre como una bufanda perdida para llamar su atención. Y pensar que había echado de menos sus conversaciones... Era obvio que para él eso no significaba nada. El muy cretino le había mentido. Dios, y ella que se había creído todo ese rollo sobre lo de encontrar a alguien especial. ______ se dio cuenta de que ya no podía seguir en ese piso; una cosa era que él no quisiera ser su pareja y otra muy distinta, y mucho más dolorosa, era que él le hubiese mentido, que se hubiera burlado de ella. Por extraño que pareciera, ______ no derramó ni una sola lágrima, y sin pensar en lo tarde que era, descolgó el teléfono y llamó a Nicholas.
— ¿Sí? —respondió éste con voz soñolienta.
— ¿Decías en serio lo de ayudarme a buscar piso? —preguntó ella sin disculparse siquiera.
—¿______? —Nicholas se despertó de golpe y encendió la luz de su habitación para asegurarse de que no estaba soñando—. ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?
—Claro que estoy bien. —Respiró hondo—. Y no, no ha pasado nada.
—Ya. —Nicholas era perfectamente capaz de distinguir el dolor que se escondía en las palabras de ______—. Vamos, cuéntamelo.
—Ha llamado Monique.
— ¿Monique? —Eso era mucho peor de lo que imaginaba—. ¿Y qué quería? Hace mucho que no se ven.
—Seguro. —______ estaba convencida de que Nicholas intentaba encubrir a su amigo para cumplir con la solidaridad masculina y todas esas chorradas.
—Te lo juro. —Movió la almohada para estar más cómodo—. Y bien, ¿qué quería?
—Devolverle una bufanda.
—______, piénsalo bien, casi estamos en junio. Nadie lleva bufanda en esta época; ni siquiera el estirado de Louis.
______ tuvo que reconocer que en eso tenía razón.
—Da igual. Esa llamada ha sido sólo un aviso —replicó ______ enigmática.
— ¿Un aviso de qué? —Nunca lograría entender a las mujeres.
—De que si me quedo aquí acabaré pasándolo muy mal. —Respiró hondo de nuevo—. ¿Vas a ayudarme?
—Claro que sí. Te ayudaré, y no sólo con lo del piso. —Nicholas siempre había pensado que Louis era un hombre muy inteligente, pero empezaba a tener serias dudas al respecto.
—Gracias. —______ comenzó a recuperar la calma, pero al ver la hora que era se sobresaltó—. Dios mío, Nicholas, es tardísimo.
—Ya lo sé. —Bostezó—. Deberías acostarte.
—Siento haberte despertado —se disculpó ______.
—No pasa nada. Para eso están los amigos. Buenas noches. —Nicholas colgó antes de que ella pudiera desearle lo mismo.
_______ se quedó en la cocina unos minutos más. Lavó la tetera y la taza que había ensuciado para nada y, cuando estaba a punto de apagar la luz, oyó cómo se abría la puerta del piso.
—¿______? —Louis entró en la cocina—. ¿Aún estás despierta?
—Sí —respondió ella escueta—. Me he preparado un té, pero me temo que no puedo ofrecerte. Acabo de tirarlo todo.
—No te preocupes. — ¿Eran imaginaciones suyas o ______ estaba más seria que de costumbre?—. Lo único que tengo ganas de hacer es acostarme.
______ estuvo tentada de preguntarle si solo o con Monique, pero se mordió la lengua.
—Me voy a mi cuarto —dijo ella antes de darle la espalda y echar a andar—. Buenas noches.
Louis le colocó una mano en el hombro y la detuvo.
—No creo que puedas dormir si acabas de beberte una taza de té —comentó con una tímida sonrisa en los labios—. ¿Por qué no te quedas aquí conmigo a charlar un rato? Me gustaría hablar contigo sobre Nicholas.
—El té lo he tirado —respondió ella apartando la mano de él—, así que no creo que tenga problemas para dormir. Y sobre Nicholas no tienes nada que decir. No es asunto tuyo. —Lo miró a los ojos e, imitando su sonrisa, añadió—: Y si quieres «charlar» con alguien llama a Monique. Ella estará encantada de hablar contigo. —Al ver que Louis la miraba atónito, continuó—: Ha llamado hace un rato, «cari».
Cuando Louis reaccionó, ______ ya se había encerrado en su habitación. Fue hacia el contestador y escuchó el mensaje de Monique. El calificativo que utilizó sonaba fatal. Arreglar eso iba a ser más difícil de lo que creía.
{ II/II }
Capítulo 8
Por suerte, gracias a Jack y a sus otros compañeros, a ______ las horas en el trabajo se le pasaban muy rápido, y apenas veía a Louis. Por otra parte, cuando lo veía, él estaba tan distante y arisco que incluso era preferible no verlo. Lo echaba mucho de menos; echaba de menos sus conversaciones, sus sonrisas...
Ya hacía algo más de una semana de la noche fatídica, del «error», y ______ llegó a la conclusión de que no podían seguir así. Era absurdo. Parecían dos novios de instituto. Era una situación ridícula y muy incómoda.
Incluso sus amigos se habían dado cuenta, y a ella empezaban a agotársele las excusas para justificar que ella y Louis ya no salieran tanto juntos. Después de varias noches sin dormir y de un montón de llamadas a su madre, decidió que lo mejor sería que se buscase un piso donde pasar el tiempo que le quedaba en Londres. Al menos así podría estar tranquila y, si tenía suerte, tal vez lograra olvidarse de Louis.
Con esa idea en mente, empezó una nueva semana. El lunes, justo antes de que dieran las cinco, Jack apareció por encima de su cubículo.
—Ya es hora de salir. Vamos, apaga el ordenador. No te olvides de que soy tu jefe y tienes que hacerme caso —añadió sonriendo—. ¿Esperas a que venga Louis o quieres que te acompañe yo?
—La verdad es que he quedado con Nicholas.
— ¿Ah, sí?
—Sí, me ha llamado antes para invitarme al cine y hemos quedado allí dentro de media hora. —Mientras hablaba con él, ______ apagó su ordenador y recogió el bolso del suelo.
— ¿Qué película vais a ver?
—No sé, ya sabes cómo es Nicholas. No ha querido decírmelo porque es una sorpresa. En fin, mañana te cuento. Gracias por ofrecerte a acompañarme, Jack, pero como ves, no hace falta.
—De nada. ¿Sabe Lou que vas a llegar tarde a casa? —le preguntó Jack levantando una ceja.
—No, no lo sabe. Pero no te preocupes, no creo que le importe.
Jack y ______ estaban de pie ante el ascensor cuando las puertas se abrieron, y dentro vieron a Louis. Llevaba las gafas, señal de que estaba muy cansado, e iba cargado de papeles.
—Jack, suerte que te encuentro. ¿Podrías decirme por qué las fotografías del reportaje de China no son las que tú y yo decidimos y por qué la portada de este mes es tan horrible? Creía que todo había quedado claro.
—Louis, estaré encantado de hablar contigo. La verdad es que llevo todo el día persiguiéndote para hacerlo. ¿Te acuerdas de que esta mañana habíamos quedado?
—Ah, lo siento, he tenido un día horrible. ¿Podemos hablar ahora?
—Por supuesto, tú eres el jefe —respondió Jack mirando a ______, que aún esperaba para entrar en el ascensor.
—¡______! —exclamó Louis sonrojado—. No te había visto.
—Tranquilo, no pasa nada. ¿Ves como tenía razón? —Añadió ella mirando a Jack—. En fin, me voy. Hasta mañana.
Entró en el ascensor y pulsó el botón para que las puertas se cerrasen. No tenía ganas de estar junto a aquel frío energúmeno ni un minuto más del necesario.
—Jack, ¿sobre qué tenía razón ______?
—Sobre ti. Dice que últimamente no te importa demasiado nada de lo que hace. Pasa, sentémonos y a ver si de una vez nos aclaramos con lo de este reportaje.
—No sé, a lo mejor podríamos dejarlo para mañana, así me voy a casa con ______.
—Ah... ______ no va hacia tu casa, ha quedado con Nicholas para ir al cine. —En ese mismo instante, Jack vio cómo la cara de Louis pasaba de la sorpresa al enfado en un tiempo récord.
— ¿Al cine? ¿Con Nicholas? ¿Solos? —Al ver que Jack no contestaba, añadió fingiendo indiferencia—: Bueno, pues espero que les guste la película. ¿Miramos las fotografías de China de una vez o esperamos a que ellas solas decidan cuáles van en el reportaje? —Louis empezó a mover las carpetas y a refunfuñar.
—Yo ya estoy listo. Pásame las carpetas antes de que las rompas. —Jack intentó no reírse, y empezó a escoger las fotografías.
Cuando ______ llegó al cine, Nicholas la estaba esperando en la puerta con las entradas en la mano. Como ya era habitual en él, la saludó con dos besos y entraron corriendo a la sala, pues la sesión estaba a punto de empezar. Unas dos horas más tarde, cuando las luces se encendieron, ______ estaba mucho más contenta y relajada, aunque la película había sido horrible. Nicholas había escogido una comedia malísima, pero él no había parado de hacer comentarios en voz baja para que ella se riera. Pocos minutos después de aparecer los primeros créditos en la pantalla, Nicholas se había sacado del bolsillo de la chaqueta una bolsa llena de regaliz, el favorito de ______. Salieron del cine aún riéndose y él la invitó a comer una pizza en un pequeño restaurante que había cerca, uno de esos sitios donde las venden en porciones.
—No puedo creer que me hayas invitado a ver esa película tan mala. ¿Se puede saber en qué estabas pensando al comprar las entradas? —le preguntó ______ sonriendo.
—Está bien, voy a confesarte la verdad. —Se limpió las manos con la servilleta—. Cuando has aceptado salir conmigo me he quedado tan sorprendido, que he tenido que improvisar. —Al ver que ella se sonrojaba añadió—: Vamos, no disimules. ¿Louis y tú os habéis peleado?
—¿Por qué lo preguntas? —______ no quería que ninguno de sus amigos supiera lo que había pasado entre ellos. Acabara como acabara su relación con Louis, ellos eran amigos de él desde hacía muchos años, y ella no quería dañar esa amistad.
—Vamos, desde que llegaste te habré pedido unas cien veces que salieras conmigo, y hasta hoy nunca habías aceptado.
—Eso no es verdad —replicó ella—. Nos vemos casi cada fin de semana.
—Ya, pero con los demás. —Al ver que ella iba a interrumpirlo de nuevo, levantó la mano para detenerla—. La única vez que hemos quedado solos, aparte de hoy, fue ese domingo por la mañana que me llamaste para pasear por Hyde Park, y creo que en todas las horas que estuvimos allí dijiste tres palabras. Las conté, fueron «hola», «Nicholas» y «adiós».
—Lo siento —dijo ______ avergonzada—. Esa mañana no me encontraba muy bien.
—Tranquila. Me gustó pasear contigo.
______ levantó una ceja, incrédula.
—De acuerdo, no me gustó —reconoció Nicholas sonriendo—, pero me alegra ver que hoy ha sido distinto. Lo he pasado muy bien. —Le cogió la mano que tenía apoyada encima de la mesa—_______, no es ningún secreto que creo que eres muy atractiva, ni que en otras circunstancias me gustaría que fuéramos algo más que amigos.
—¿Qué circunstancias? —preguntó ella.
—Si Louis y tú no os estuvierais empezando a enamorar el uno del otro —contestó él sin inmutarse—. No intentes negarlo. Todo el mundo cree que nunca me entero de nada porque siempre estoy bromeando, pero la verdad es que siempre he sido el primero en saber cuándo uno de mis amigos está pasando por un mal trago o si, como en este caso, está enamorado. A Louis se le nota a la legua.
—Pues lo notarás tú, porque yo...
—______, tendrías que ver la cara que pone cada vez que te digo un piropo. En ocasiones he llegado a temer por mi integridad física. Y cuando te doy dos besos, su expresión es realmente cómica.
______ no sabía qué decir, pero como era obvio que no podía mentirle a Nicholas, optó por ser sincera. Ella no tenía a nadie con quien hablar sobre esas cosas allí en Londres y con Nicholas siempre había notado que había una química especial, como la que tenía con sus hermanos.
—¿De verdad?
—De verdad. —Nicholas siguió cogiéndole la mano—. Mira, me gusta mucho estar contigo, creo que lo pasamos muy bien juntos, ¿tú no?
—Sí, yo también lo paso muy bien contigo.
—Gracias. Para mí es toda una novedad quedar con una chica sólo para charlar y reírme un rato, así que quiero que sepas que me encantaría que nos siguiéramos viendo.
—A mí también. Además, así puedo hablar con alguien sobre Louis. —Ahora que ______ no tenía que disimular, estaba aún más contenta.
—Claro, será un placer torturar un poco al bueno de Lou. —Nicholas sonrió—. Siempre he pensado que debería aprender a relajarse, y me encanta verlo sufrir por una chica. Aunque espero que ese sufrimiento no sea en vano, Lou se merece ser feliz.
—Ya lo sé. —______ dio un último sorbo a su bebida—. Bueno, ahora que ya conoces mi más oscuro secreto, ¿por qué no me cuentas algo sobre tu última conquista? Tal vez podríamos intercambiar consejos; tú me enseñas a volver loco a Louis y yo te desvelo los misterios de la mente femenina.
Nicholas se rió y, tras pagar la cuenta, acompañó a ______ a su casa. De camino, ella le contó que tenía intención de buscar un piso, y él se ofreció a ayudarla; le dijo que le parecía muy buena idea y que tal vez así Louis reaccionaría. Cuando llegaron al portal, se despidieron con un abrazo, y Nicholas, como de costumbre, le dio su par de besos. ______ sonrió y entró. Estaba contenta. Después de casi dos semanas pésimas, ese día todo había empezado a cambiar; tenía un amigo con quien poder reír y hablar sobre Louis, y buscar piso ya no le parecía tan horrible. Al día siguiente mismo empezaría a hojear los anuncios de los periódicos.
Louis salió de la revista a las ocho, unas tres horas después de que ______ se hubiese ido. Esperaba que le hubiera gustado película. Y una mie&$a; si era sincero esperaba que la película hubiese sido horrible, que Nicholas la hubiera dejado tirada y que... Nada, lo que de verdad quería era haber sido él quien fuera al cine con ella. Con ese pensamiento, dobló la esquina que había justo antes de llegar a su casa y se quedó helado. Delante del portal estaban ______ y Nicholas abrazados. Louis cerró los ojos y se dio media vuelta: si se daban un beso no quería verlo, no se veía capaz de soportarlo.
Sin pensar lo que hacía, empezó a andar en sentido contrario. Caminó sin rumbo durante más de una hora y, por más que lo intentaba, no podía quitarse de la mente la imagen de ______ y Nicholas abrazándose. ¿La habría besado? Él lo habría hecho, pero si Nicholas se había atrevido a tocarle un solo pelo de la cabeza, iba a tener problemas.
Pero ¿qué estaba diciendo? Él no tenía ningún derecho a pensar esas cosas, al fin y al cabo eso era exactamente lo que pretendía, ¿o no? Sí, sí lo era. Él no quería tener una relación con ______, sólo quería que fueran amigos. Claro que una parte muy egoísta de él deseaba que ella no saliera con nadie durante los meses que le quedaban en Londres. Louis se dio cuenta entonces de que la echaba de menos, echaba de menos las charlas, los paseos. En las últimas casi dos semanas, él la había estado evitando y, al hacerlo, había eliminado la mejor parte del día. Desde aquella noche, él y ______ apenas se habían visto; él se había concentrado en su trabajo y ella había empezado a salir a solas con sus amigos. Louis sabía que a menudo quedaba con Amanda y con otras compañeras del trabajo, y eso nunca le había preocupado, pero quedar con Nicholas ya era otra cosa. No es que estuviera celoso, para nada. Pero él conocía muy bien a su amigo, sabía que era un seductor y no quería que le hiciera daño a ______. Eso era lo único que le preocupaba.
Louis se detuvo en seco en medio de la calle como si hubiera descubierto algo importante. Ya estaba. Por fin sabía lo que tenía que hacer; tenía que recuperar su amistad con ______, quería que volviera a sonreírle y quería volver a charlar con ella hasta las tantas. Aprovecharía una de esas charlas para advertirle sobre Nicholas, y seguro que entonces todo volvería a la normalidad. Lo único que tenía que hacer era asegurarse de no tocarla de nuevo. Ya sabía lo que pasaría si lo hacía, y no quería arriesgarse a eso. Era valiente, pero no tanto; y con este último pensamiento, tomó el camino de regreso a su piso.
______ se puso el pijama y decidió que leería un rato. No tenía sueño y a lo mejor así podía esperar a que Louis llegara y empezar a poner en práctica los consejos que Nicholas le había dado. Según él, Louis se pasaba la mano por el pelo siempre que ella se mordía el labio, y eso era señal de que se ponía muy nervioso. ______ se estaba preparando un té cuando sonó el teléfono. No tuvo tiempo de dejar la tetera encima de la mesa antes de que el contestador ya respondiera a la llamada.
—Louis, «cari», ¿estás ahí? —Era Monique. ______ se quedó helada. Según Louis, hacía más de tres meses que no la veía—. Supongo que no. —Soltó una risa tonta—. Te llamaba para decirte que he encontrado esa bufanda tuya que tanto te gusta detrás de mi sofá. —Hizo una pausa dramática y continuó—. Si quieres recuperarla, ya sabes dónde estoy. Chao.
______ estaba tan furiosa que temió romper el asa de la taza que aún sujetaba entre los dedos. Intentó serenarse. Si analizaba con calma el mensaje de Monique, podía darse cuenta de que nada implicaba que Louis hubiera estado con ella. Esa bufanda, si en realidad existía, podía haber estado allí desde mucho antes de que ella llegara a Londres. Pero ______ estaba tan enfadada que no era capaz de pensar. Dejó la taza y se sentó en una de las sillas que había en la cocina. Ahora lo veía todo claro: Louis no quería tener nada con ella. A él sólo le interesaban las mujeres como Monique, mujeres que utilizaban una excusa tan cutre como una bufanda perdida para llamar su atención. Y pensar que había echado de menos sus conversaciones... Era obvio que para él eso no significaba nada. El muy cretino le había mentido. Dios, y ella que se había creído todo ese rollo sobre lo de encontrar a alguien especial. ______ se dio cuenta de que ya no podía seguir en ese piso; una cosa era que él no quisiera ser su pareja y otra muy distinta, y mucho más dolorosa, era que él le hubiese mentido, que se hubiera burlado de ella. Por extraño que pareciera, ______ no derramó ni una sola lágrima, y sin pensar en lo tarde que era, descolgó el teléfono y llamó a Nicholas.
— ¿Sí? —respondió éste con voz soñolienta.
— ¿Decías en serio lo de ayudarme a buscar piso? —preguntó ella sin disculparse siquiera.
—¿______? —Nicholas se despertó de golpe y encendió la luz de su habitación para asegurarse de que no estaba soñando—. ¿Estás bien? ¿Ha pasado algo?
—Claro que estoy bien. —Respiró hondo—. Y no, no ha pasado nada.
—Ya. —Nicholas era perfectamente capaz de distinguir el dolor que se escondía en las palabras de ______—. Vamos, cuéntamelo.
—Ha llamado Monique.
— ¿Monique? —Eso era mucho peor de lo que imaginaba—. ¿Y qué quería? Hace mucho que no se ven.
—Seguro. —______ estaba convencida de que Nicholas intentaba encubrir a su amigo para cumplir con la solidaridad masculina y todas esas chorradas.
—Te lo juro. —Movió la almohada para estar más cómodo—. Y bien, ¿qué quería?
—Devolverle una bufanda.
—______, piénsalo bien, casi estamos en junio. Nadie lleva bufanda en esta época; ni siquiera el estirado de Louis.
______ tuvo que reconocer que en eso tenía razón.
—Da igual. Esa llamada ha sido sólo un aviso —replicó ______ enigmática.
— ¿Un aviso de qué? —Nunca lograría entender a las mujeres.
—De que si me quedo aquí acabaré pasándolo muy mal. —Respiró hondo de nuevo—. ¿Vas a ayudarme?
—Claro que sí. Te ayudaré, y no sólo con lo del piso. —Nicholas siempre había pensado que Louis era un hombre muy inteligente, pero empezaba a tener serias dudas al respecto.
—Gracias. —______ comenzó a recuperar la calma, pero al ver la hora que era se sobresaltó—. Dios mío, Nicholas, es tardísimo.
—Ya lo sé. —Bostezó—. Deberías acostarte.
—Siento haberte despertado —se disculpó ______.
—No pasa nada. Para eso están los amigos. Buenas noches. —Nicholas colgó antes de que ella pudiera desearle lo mismo.
_______ se quedó en la cocina unos minutos más. Lavó la tetera y la taza que había ensuciado para nada y, cuando estaba a punto de apagar la luz, oyó cómo se abría la puerta del piso.
—¿______? —Louis entró en la cocina—. ¿Aún estás despierta?
—Sí —respondió ella escueta—. Me he preparado un té, pero me temo que no puedo ofrecerte. Acabo de tirarlo todo.
—No te preocupes. — ¿Eran imaginaciones suyas o ______ estaba más seria que de costumbre?—. Lo único que tengo ganas de hacer es acostarme.
______ estuvo tentada de preguntarle si solo o con Monique, pero se mordió la lengua.
—Me voy a mi cuarto —dijo ella antes de darle la espalda y echar a andar—. Buenas noches.
Louis le colocó una mano en el hombro y la detuvo.
—No creo que puedas dormir si acabas de beberte una taza de té —comentó con una tímida sonrisa en los labios—. ¿Por qué no te quedas aquí conmigo a charlar un rato? Me gustaría hablar contigo sobre Nicholas.
—El té lo he tirado —respondió ella apartando la mano de él—, así que no creo que tenga problemas para dormir. Y sobre Nicholas no tienes nada que decir. No es asunto tuyo. —Lo miró a los ojos e, imitando su sonrisa, añadió—: Y si quieres «charlar» con alguien llama a Monique. Ella estará encantada de hablar contigo. —Al ver que Louis la miraba atónito, continuó—: Ha llamado hace un rato, «cari».
Cuando Louis reaccionó, ______ ya se había encerrado en su habitación. Fue hacia el contestador y escuchó el mensaje de Monique. El calificativo que utilizó sonaba fatal. Arreglar eso iba a ser más difícil de lo que creía.
Emma Allister
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Síguela, ¿'Cari'?, está fatal ese calificativo. Cuando Monique dijo lo de la bufanda yo pensé: "Que se la coma el perro". Me gusta, ;D
MabelSalguero
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Siguela pronto! se esta poniendo buenisima!
me encanta la nove corazon! y gracias por el maraton! ;)
besos xx,
me encanta la nove corazon! y gracias por el maraton! ;)
besos xx,
Jeannette Mendoza
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
SIGUE TU NOVE!!!!
NO LA DEJES ASI!
POR FAVOR!
DAME CAP!
TE LO RUEGO!
NO ME HAGAS ESTO!
ME DEJASTE CON CURIOSIDAD Y CON LA INTRIGA DE QUERER SABER QUE VA A PASAR!
NO ME RENDIRE HASTA QUE SUBAS CAAAP!
por fis!
att: tu fiel lectora Jeannette
besos xx.
NO LA DEJES ASI!
POR FAVOR!
DAME CAP!
TE LO RUEGO!
NO ME HAGAS ESTO!
ME DEJASTE CON CURIOSIDAD Y CON LA INTRIGA DE QUERER SABER QUE VA A PASAR!
NO ME RENDIRE HASTA QUE SUBAS CAAAP!
por fis!
att: tu fiel lectora Jeannette
besos xx.
Jeannette Mendoza
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Hola Jeanette!!! Perdon por tardar tantooo, es que desaprobe otras materias y bueno, no me dejaban usar mucho la compu pero I'M BACK BITCHESSS!!!!
Capítulo 9
Al día siguiente, fiel a su promesa, Nicholas la acompañó a visitar un par de pisos. Él era arquitecto, así que, además de darle ánimos, también le dio buenos consejos sobre los defectos y virtudes de cada apartamento que visitaron. ______ no le había dicho a Louis que estaba buscando otro lugar donde vivir. No creía que le importara, pero además, no quería pelearse con él, y estaba segura de que cuando se lo contara se pelearían. No porque él quisiera que ella siguiera en su casa, sino porque Louis le había prometido a Niall que cuidaría de ella y, por muchos defectos que Louis tuviera, era incapaz de romper una promesa hecha a su mejor amigo.
Había sido un día de lo más raro. No podía decirse que Louis y ella hubieran hecho las paces, nada más lejos de la realidad, pero él había empezado a comportarse de un modo extraño. Como, por ejemplo, mandándole e-mails en el trabajo para decirle cualquier tontería. Después de la extraña conversación que la noche anterior habían tenido delante de la puerta de la cocina, a eso de las once de la mañana ______ recibió un e-mail que decía:
¿Te gustó la película? Si es buena, ¿te molestaría mucho acompañarme esta noche al cine?
Por cierto, hace meses que no llevo bufanda. Creo que no volveré a usar jamás.
Lou!
______ tuvo que leerlo un par de veces para asegurarse de que no veía visiones. No contestó hasta las tres de la tarde.
La película es malísima.
Yo no descartaría volver a usar bufanda.
________.
La risotada de Louis al leer la respuesta de ______ hizo que Sam, que estaba en otro despacho, fuese corriendo para ver qué pasaba.
Esa noche, _______ llegó tarde a casa. Después de visitar pisos con Nicholas y descartarlos porque eran demasiado caros y demasiado viejos, estaba tan cansada que ni siquiera cenó. Louis aún no había llegado; tal vez al final hubiera decidido ir al cine solo, o con Monique. Sólo de pensarlo se le ponían los pelos de punta. Pero justo en ese instante se abrió la puerta y llegó él.
—Hola —dijo mirándola de arriba abajo—. ¿Hace mucho que has llegado?
—No, ¿por qué?
—Por nada. Pareces cansada.
—Lo estoy. —Después de los e-mails de esa mañana, ______ no sabía qué decir—. Voy a acostarme.
—¿No vas a preguntarme si he ido al cine?
—No. —Aunque le costara horrores no pensaba preguntárselo.
—Pues no he ido. —Ella se dio la vuelta y Louis continuó—: Sin ti no habría tenido gracia. Me he quedado trabajando hasta ahora. —Al ver que ella no iba a decir nada, se rindió—. Buenas noches, _______.
—Buenas noches.
El miércoles, antes de las diez de la mañana, _______ recibió otro e-mail:
Según mi horóscopo, hoy es un día excelente para entrar en contacto con la naturaleza. ¿Quieres ir a Hyde Park?
Lou!
______ le respondió a las doce:
No deberías creer en esas cosas. Nunca aciertan.
________.
Louis sonrió.
Esa tarde, ______ fue a visitar un par de pisos más y, cuando le contó a Nicholas lo de los e-mails, casi le dio un ataque de risa. Cuando consiguió calmarse, lo único que dijo fue:
— ¿Lo ves, ______? Yo tenía razón.
— ¿Sobre qué?
—Sobre lo de Louis. Sabía que estaba loco por ti.
Ella decidió ignorar ese comentario, pero tenía que reconocer que cada vez tenía menos ganas de encontrar el piso perfecto.
El jueves, a eso de las tres, _______ aún no había recibido ningún e-mail y supuso que Louis ya se había cansado, pero a las tres y media vio que se había equivocado:
Oh, bella doncella, estoy preso en una celda con el malvado tirano Sam y la bruja Amanda. ¿Seríais tan gentil de venir a rescatarme? Os prometo que luego os llevaré a la mejor posada del feudo.
Sir Louis (caballero de la Mesa Redonda)
______ tuvo que morderse los labios para no reír. Se había olvidado de que Louis y Sam tenían una reunión muy importante, y seguro que no había tenido ni un momento libre. Contestó en menos de dos minutos:
Oh, sir Louis, me temo que deberéis liberaros solo. Me atrevería a sugerir que utilicéis vuestra espada, pero una doncella como yo no sabe de esas cosas.
Lady _______.
Louis se sonrojó al leerlo, y cuando Sam le preguntó qué pasaba, lo único que se le ocurrió decir fue que tenía calor. Y vaya si lo tenía. ______ seguía sin querer hacer nada con él, pero al menos esa vez había tardado menos de dos horas en contestar, lo cual ya era una victoria. Esa noche, él volvió a llegar tarde y, muy a su pesar, vio que _______ ya se había acostado. Al día siguiente volvería a intentarlo.
El viernes a las nueve de la mañana ______ abrió ansiosa su correo electrónico y vio que aún no había recibido ningún e-mail de Louis. Tal vez se lo enviaría más tarde. A las once seguía sin haber recibido nada. Ni a las once y media. Se juró a sí misma que no volvería a consultar el correo hasta las doce y media y se obligó a esperar hasta entonces. A esa hora sí había un e-mail de Louis:
Echo de menos hablar contigo.
Lou!
______ casi se cayó de la silla. Los otros mensajes habían sido simpáticos, medio en broma. Aquello no se lo esperaba. Antes de que pudiera pensarlo mejor, contestó:
Yo también.
_______.
Louis abrió el mensaje de ______ y respiró aliviado. Se había pasado toda la noche pensando qué escribir. Nada le parecía lo suficientemente ingenioso, así que al final optó por decirle sinceramente lo que pensaba. Por suerte, ______ había sido igual de sincera y por fin había bajado un poco la guardia. Como no quería que ella tuviera tiempo para cambiar de opinión, le mandó en seguida otro e-mail.
Llegaré tarde a casa.
¿Te importaría esperarme despierta?
Louis!
Cuando ______ vio que él le había mandado otro e-mail en apenas cinco minutos de diferencia, le dio un vuelco el corazón. Sonrió no sólo por lo que le decía, sino también porque había firmado «Louis». Ella sólo lo había llamado así la noche que se acostaron. No estaba segura de qué pretendía Louis con ese cambio de actitud, pero decidió arriesgarse.
Te esperaré.
________.
______ pensó que si tenía que esperarlo, bien podía hacerlo con estilo, y decidió cocinar algo. A ella siempre le había gustado cocinar, la relajaba; muchas de las mejores decisiones que había tomado en su vida, las había tomado delante de un horno o unos fogones. Por su parte, Louis se pasó toda la reunión mirando el reloj. Cuando por fin terminó, se despidió de todos los directivos sin perder un minuto y salió a toda prisa del edificio. Estaba impaciente por llegar a casa y hablar con ______. Lo tenía todo pensado; primero se disculparía otra vez por lo de esa noche, luego se disculparía por su comportamiento de las últimas dos semanas, y más tarde le advertiría sobre Nicholas. Seguro que, después, todo volvería a la normalidad: ellos dos serían amigos de nuevo y, dentro de más o menos cuatro meses, ella regresaría a Barcelona y él seguiría allí, con su corazón intacto y su vida tal como a él le gustaba.
— ¿Hola? —saludó Louis al abrir la puerta.
—Hola, ¿qué haces ahí quieto en la entrada? ¿Te pasa algo? —______ había salido de la cocina. Llevaba un pantalón de algodón gris con una sudadera rosa que le dejaba un hombro al descubierto, y blandía una cuchara en la mano.
—No. No me pasa nada. ¿Ese olor viene de mi cocina?
—Sí. Hacía tiempo que me apetecía comer lubina al horno y hoy me he decidido a prepararla. Espero que te guste.
—Sí, claro. Me sorprende que el horno funcione, creo que eres la primera persona que lo utiliza. Huele muy bien.
—Gracias. La verdad es que me ha costado un poquito encenderlo, pero ahora lo único que me falta es poner la mesa. ¿Quieres cenar conmigo o ya has cenado? —______ volvió a la cocina para comprobar que el pescado estuviera en su punto.
—No. Quiero decir, sí. —Louis titubeaba, no tenía ni idea de cómo reaccionar. El discurso que había preparado se le olvidó por completo y en lo único que era capaz de pensar era en dos cosas: la primera, ______ iba vestida con una camiseta que daba ganas de empezar a besarle el hombro, el cuello... y la segunda, tenía que cambiar la dirección de su pensamiento o iba a tener problemas. Ellos dos sólo iban a ser amigos.
—No te entiendo. —«Cosa que ya es habitual», pensó ______—. ¿Quieres o no quieres cenar?
—Sí, quiero cenar. No, no he cenado antes, y si me das cinco minutos, me cambio de ropa y pongo la mesa. ¿Te parece bien?
—Sí, me parece perfecto, pero que sean dos minutos, el pescado casi está.
En su habitación, Louis se cambió de ropa, se puso un pantalón de algodón que utilizaba a veces para ir a correr, y una camiseta, e intentó borrarse de la cabeza la insinuante imagen del hombro de ______. No pudo. Salió de la habitación y puso la mesa.
— ¿Puedo hacer algo más? —preguntó luego.
—No, ya está. Siéntate. Pero luego tú te encargas de recoger los platos y limpias la cocina.
—Claro, si tú cocinas, yo limpio. Como debe ser, ¿no? —dijo él, y le guiñó un ojo.
______ sirvió la comida y los dos empezaron a cenar. Louis fue el primero en romper aquel cómodo silencio:
— ¿Aún sigues enfadada?
—Nunca he estado enfadada. —Al ver que él levantaba una ceja añadió—: Es sólo que, en estas últimas dos semanas, no hemos coincidido mucho. —______ había decidido seguir los consejos de Nicholas y fingir que ella no lo había echado de menos. Según Nicholas, nada ponía más nervioso a un hombre que sentirse ignorado.
—Ya. —Como no sabía qué más decir, optó por seguir con el pescado.
—Esto era lo que querías, ¿no? —______ bebió un poco de agua y continuó—: Volver a tener tu espacio, recuperar tu vida. Al menos eso me pareció entender, y creo que tenías toda la razón. —No estaba dispuesta a que él creyera que ella no pensaba lo mismo que él.
Louis la miró estupefacto. Se había estado comportando como un idiota; la había estado evitando para nada. Entonces se dio cuenta de que había música, y sonrió.
— ¿Sinatra?
—Sí, es ideal para cocinar y para bailar. Tiene un ritmo especial, como si te guiara. No sé.
— ¿Sabes que eres la única persona que conozco que considera la música de ese modo? En fin, creo que sólo hay una manera de comprobar tu teoría de Sinatra y, como no tengo ni idea de cocinar, ¿quieres bailar conmigo?
Louis se levantó de su silla y le tendió la mano mientras sonaba Fly me to the moon.
— ¿Te has vuelto loco? ¿Bailar aquí?
—Sí, claro. Vamos, no seas cobarde. —La miró a los ojos, desafiándola.
—Está bien, pero luego no digas que soy yo la que hace cosas raras.
Se levantó de la silla y aceptó el reto.
______ estaba de pie frente a Louis. Él le cogió las manos y las colocó alrededor de su cuello y, con las suyas, le recorrió lentamente la espalda para acabar apoyándose justo en sus caderas.
—______, te he echado de menos. Baila conmigo. Por favor. —Louis sabía que eso le iba a causar problemas, y que era justo lo que no tenía que hacer, pero no pudo evitarlo.
—Yo también te he echado de menos.
Empezaron a bailar suavemente. ______ apoyó su mejilla en el pecho de Louis y notó cómo latía su corazón, cómo le temblaba la respiración. Él bajó la cabeza para así poder notar su perfume, el olor de su pelo y, a la vez, besarle el cuello, el hombro que lo había vuelto loco durante la cena, la mejilla. Le acariciaba la espalda, primero por encima de la sudadera, hasta que el tacto del algodón no fue suficiente, y decidió arriesgarse y tocarla de verdad, por debajo, sentir su piel. Al notar la mano de Louis por debajo de la camiseta, ______ se apartó sorprendida, pero no tuvo tiempo de decir nada, pues Louis la besó con todas sus fuerzas, como si la vida le fuera en ello.
Ella le respondió. Le encantaba cómo la besaba, como si la necesitara para respirar. Un beso siguió a otro, Louis seguía acariciándola y besándola, primero en la boca, luego en el cuello. La canción ya se había acabado, pero a ninguno de los dos parecía importarle. ______ quería tocarlo a él, así que también se atrevió a meter las manos por debajo de la camiseta. Sonrió al notar cómo Louis se estremecía. Era increíble, tenía un torso único y no tenía bastante con tocarlo, quería verlo, así que se arriesgó y le quitó la camiseta.
—______, ¿no te han dicho nunca que es de mala educación mirar así a alguien? —bromeó él mientras le besaba los nudillos de la mano y empezaba a recorrerle el brazo con los labios.
—Ah, sí, no sé. Creo que lo que de verdad sería de mala educación es no mirar. Y, sin duda, no besarte sería aún peor.
Él apartó la cabeza al oír ese comentario y la atrajo hacia él para besarla como hacía horas que deseaba hacer. Seguro que luego se arrepentiría, pero por el momento, estaba en el cielo. Louis se apartó entonces un poco, lo suficiente para poder quitarle a ella la camiseta, y entonces fue él quien se quedó sorprendido. La noche en que se acostaron, la habitación estaba muy oscura y apenas había podido apreciarla. ______, incómoda, se sonrojó e intentó recuperar su camiseta.
—No, por favor. Deja que te mire. Eres perfecta. —La recorrió lentamente con la mirada y con las manos, acariciando cada centímetro, como si quisiera aprenderse sus formas de memoria—. Princesa, no tienes ni idea de todo lo que tengo ganas de hacerte. Primero voy a tocarte, a acariciarte, después voy a besarte. Por todo el cuerpo. Y luego, cuando ya no podamos aguantarlo más, haremos el amor. Hasta el amanecer.
—Hablas demasiado, Louis.
______ lo besó como nunca antes había besado a nadie. A él le encantaba cómo lo hacía, cómo su cuerpo se adaptaba al suyo, cómo respondía a sus caricias, pero lo que más le gustaba era el calor que sentía cuando lo llamaba «Louis»; era como saber que todo iba a ir bien. Necesitaba estar con ella, tocarla, saber que ella lo deseaba tanto como él. Dejó de besarla, tenía que recuperar un poco el control o todo acabaría demasiado pronto. Sorprendida, ______ preguntó:
— ¿Te pasa algo? —Le acariciaba la nuca y le besaba el cuello.
—No, nada malo. —Él también le besaba el cuello dirigiéndose hacia los pechos.
— ¿Y bueno? —______ se estremeció al notar cómo le desabrochaba el sujetador.
— ¿Bueno?
Louis no tenía ni idea de lo que le preguntaba; apenas podía recordar su propio nombre.
—Sí, tonto, ¿te pasa algo bueno? —______ tenía el pulso acelerado y las piernas ya no le respondían.
—Ah, sí, compruébalo tú misma. —Cogió la mano de ______ y la guió hasta su entrepierna—. Tócame.
—Claro, siempre que tú hagas lo mismo.
Se atrevió a meter la mano por dentro del pantalón de Louis.
—Dios, ______, para. No, no pares. Vamos a mi habitación. Quiero que estés en mi cama ya.
La cogió en brazos, besándola con toda la pasión que sentía.
Y entonces sonó el teléfono. Los tres primeros timbrazos no los oyó ninguno de los dos, pero el cuarto logró captar su atención.
—Louis, el teléfono. —______ intentaba zafarse del abrazo para que él pudiera contestar.
—No voy a cogerlo, ahora mismo estoy ocupado. —Siguió besándola en el ombligo.
—Cógelo, a lo mejor es importante. —Aunque la verdad era que no quería que él dejara lo que estaba haciendo.
—Esto sí que es importante. —Empezó a bajarle el pantalón—. Ya saltará el contestador automático, princesa.
Y eso fue exactamente lo que pasó, que saltó el contestador automático y Niall empezó a hablar por el altavoz. Louis se quedó paralizado.
—Hola, Louis, supongo que para variar no estás en casa. He llamado al móvil y tampoco te he localizado, supongo que estarás por ahí, con alguno de tus ligues. —Al oír la palabra «ligues» ______ se separó de Louis como si tuviera una enfermedad contagiosa—. En fin, sólo te llamaba para preguntar cómo estaba ______, ya sabes que es mi debilidad. No quiero llamarla a ella para no parecer el típico hermano mayor histérico, pero como lo soy, he decidido llamarte a ti. Volveré a intentarlo más tarde. Cuida de mi pequeña. Adiós.
El pitido del contestador sacó a ______ del estado de trance en el que había entrado. Louis, por su parte, estaba ya completamente vestido; había recuperado su camiseta y su actitud de témpano de hielo al segundo de oír la voz de Niall.
—______, vístete, por favor. —Le acercó el sujetador y la camiseta. Le temblaba un poco el pulso, pero su cara no mostraba ninguna emoción más allá del enfado y la vergüenza.
— ¿Se puede saber qué te pasa? ¿Por qué pones esa cara? Louis, respóndeme, por favor. No entiendo nada. Hace un momento, estábamos tan bien, y ahora parece que no puedas soportar estar en la misma habitación que yo. —Notaba cómo la voz empezaba a temblarle de rabia y de algo más complicado que por el momento no quería analizar—. ¿Es por Niall?
Louis levantó la cabeza, que hasta ese momento había tenido entre las manos, y la miró. Durante un segundo fue como si quisiera abrazarla, pero en seguida desvió la mirada hacia el despertador y respondió:
—No.
— ¿NO?
—Está bien, sí, pero sólo en parte. —Se levantó de la silla y empezó a pasear por la habitación—. No sé qué me pasa contigo, pero me está volviendo loco y no me gusta nada. Nada. Cuando eras pequeña ya me pasaba. Siempre estaba preocupado por saber dónde estabas, si te veía sonreír me ponía nervioso, Dios, incluso le hablé de ti a Nana. Cuando había tan mal ambiente en casa, pasar un rato contigo bastaba para que volviera a tener un poco de confianza en el amor. Hubo un momento en que pensé que era tan evidente lo que me pasaba que si la policía lo descubría me arrestarían. —______ estaba paralizada, no se atrevía a interrumpirle—. ¿Sabes que cuando vine a vivir a Inglaterra te echaba de menos? Tú eras una adolescente y yo te echaba de menos; patético.
—No es patético. A mí también me pasaba todo eso. —______ se levantó y empezó a andar hacia él. Decidió ser igual de sincera—. Yo también me estoy volviendo loca, también te echaba de menos y aún me pongo nerviosa si me sonríes. —Se atrevió a poner la mano en su espalda y notó que estaba rígido.
—No lo entiendes, ______, yo no quiero sentirme así. He visto lo que hace el amor, he visto cómo aniquila todo lo que toca y no lo quiero en mi vida. Ni ahora ni nunca. No soy capaz. —Sonrió, una sonrisa que a ______ le rompió el corazón—. Hasta ahora me ha ido bien, siempre he estado con mujeres que sólo querían pasar el rato, divertirse. Contigo no sé si podría controlarlo. Y si saliera mal, no sólo nos haríamos daño, sino que perdería al mejor amigo del mundo, y tu familia nunca podría perdonármelo.
Se apartó de ella.
— ¿No has pensado que podría acabar bien? ¿Que podrías ser feliz? —______ se notaba los ojos llenos de lágrimas que no tenía ninguna intención de derramar.
—El riesgo no merece la pena. —Suspiró y cerró los párpados un instante—. Creo que lo mejor será que no volvamos a estar solos. Está visto que eso nos trae problemas. Mira, en estas últimas semanas casi no hemos coincidido, de modo que lo único que tenemos que hacer es seguir así hasta que te vayas. —Al ver que ella no decía nada, preguntó—: ¿En qué piensas?
—Pienso que eres un cobarde y un exagerado. Podríamos intentarlo. La vida no es un culebrón; si sale mal, mi hermano no vendrá a matarte o a pedir que te cases conmigo. Y si sale bien, ¿quién sabe?, a lo mejor incluso eres feliz. Louis, cariño —añadió—, nunca he sentido por nadie lo que siento por ti. Ni cuando era pequeña ni ahora. —Intentó abrazarlo, pero él volvió a apartarse, y entonces ella comprendió que nada de lo que pudiera decir o hacer lo haría cambiar de opinión.
—No. Prefiero dejar las cosas como están. Lo mejor es que nos vayamos a dormir. —Se levantó y le abrió la puerta de la habitación—. Esto ha sido un error, sólo tenemos que olvidarlo y actuar como compañeros de piso. Mañana será otro día.
Viendo que Louis daba por terminada la conversación, ______ lo miró una vez más a los ojos, para ver si veía algo que le recordara al hombre que hacía sólo unos minutos la besaba como si la necesitara para sobrevivir. Pero él ya no estaba allí. Entonces decidió decirle lo del piso.
—Esta semana he visto unos cuantos pisos que podría alquilar.
Si a Louis le sorprendió la noticia, lo disimuló a la perfección.
—No es necesario —dijo tras unos segundos.
—Sí lo es.
—Puedes quedarte aquí. —Louis se frotó los ojos—. No me importa.
—A mí sí. —______ se obligó a mantener la mirada fija en sus ojos—. Supongo que la semana que viene ya lo tendré todo listo, entonces me iré. —Él seguía sin inmutarse—. Como mañana es sábado, si quieres me iré a pasar el fin de semana a casa de Nicholas.
Al oír el nombre de su amigo, a Louis le tembló un músculo de la mandíbula.
—Ya te he dicho que no es necesario. —Apretaba el pomo de la puerta con tanta fuerza que empezaba a tener los nudillos blancos—. No creo que a él le guste ser plato de segunda mesa.
De la rabia que sintió, a ______ se le llenaron los ojos de lágrimas, pero se negó a derramar ninguna delante de Louis e irguió en cambio la espalda para contestarle:
—Mira, una cosa es que tú seas un cobarde y que sólo te encuentres cómodo acostándote con mujeres por las que no sientes nada. Pero no te atrevas a insinuar que yo hago lo mismo. —Estaba furiosa, y al ver que a él le dolía esa acusación, sintió un poco de alivio.
—Lo siento, no quería decir eso —se disculpó Louis a media voz. En el mismo instante en que pronunció las palabras, sabía que se estaba equivocando. ______ era incapaz de utilizar a Nicholas, pero una parte de él había querido hacerle daño, había querido que ella dejara de mirarlo con aquellos ojos llenos de comprensión, porque sabía que, de lo contrario, él no iba a poder alejarse.
—Yo en cambio sí quería decir lo que he dicho. —Y con esto, salió de la habitación sin mirar atrás.
Como era de esperar, ninguno de los dos durmió.
Louis pasó toda la noche recordando cómo las discusiones de sus padres le había arruinado la infancia, pero si era sincero, eso no había sido lo peor. Lo peor había sido ver cómo su padre, aún completamente enamorado de su mujer, se había ido consumiendo hasta morir. A Rupert Tomlinson no le había importado nada, ni su propia madre, que lo apoyaba, ni su hijo. Se había dedicado a beber hasta perder el sentido y, cuando lo consiguió, decidió que ese estado etílico se iba a convertir en su estado habitual. Incluso ahora, Louis tenía que esforzarse por recordar a su padre sobrio. Por suerte, Nana siempre había estado a su lado, y lo ayudó a no odiarlo. Con ______ entre sus brazos, sentía como hacía años que no sentía. No sólo porque lo excitaba más allá de la razón, sino porque con ella tenía ganas de temblar, de emocionarse, de arriesgarse a bajar la guardia; pero si valoraba todas las consecuencias, bueno, era mejor así. Sí, sin duda no arriesgarse era la mejor decisión. No entendía por qué el corazón le daba un vuelco al pensarlo, y por qué su entrepierna se negaba a aceptarlo. En fin, ya lo lograría de alguna manera.
Capítulo 9
Al día siguiente, fiel a su promesa, Nicholas la acompañó a visitar un par de pisos. Él era arquitecto, así que, además de darle ánimos, también le dio buenos consejos sobre los defectos y virtudes de cada apartamento que visitaron. ______ no le había dicho a Louis que estaba buscando otro lugar donde vivir. No creía que le importara, pero además, no quería pelearse con él, y estaba segura de que cuando se lo contara se pelearían. No porque él quisiera que ella siguiera en su casa, sino porque Louis le había prometido a Niall que cuidaría de ella y, por muchos defectos que Louis tuviera, era incapaz de romper una promesa hecha a su mejor amigo.
Había sido un día de lo más raro. No podía decirse que Louis y ella hubieran hecho las paces, nada más lejos de la realidad, pero él había empezado a comportarse de un modo extraño. Como, por ejemplo, mandándole e-mails en el trabajo para decirle cualquier tontería. Después de la extraña conversación que la noche anterior habían tenido delante de la puerta de la cocina, a eso de las once de la mañana ______ recibió un e-mail que decía:
¿Te gustó la película? Si es buena, ¿te molestaría mucho acompañarme esta noche al cine?
Por cierto, hace meses que no llevo bufanda. Creo que no volveré a usar jamás.
Lou!
______ tuvo que leerlo un par de veces para asegurarse de que no veía visiones. No contestó hasta las tres de la tarde.
La película es malísima.
Yo no descartaría volver a usar bufanda.
________.
La risotada de Louis al leer la respuesta de ______ hizo que Sam, que estaba en otro despacho, fuese corriendo para ver qué pasaba.
Esa noche, _______ llegó tarde a casa. Después de visitar pisos con Nicholas y descartarlos porque eran demasiado caros y demasiado viejos, estaba tan cansada que ni siquiera cenó. Louis aún no había llegado; tal vez al final hubiera decidido ir al cine solo, o con Monique. Sólo de pensarlo se le ponían los pelos de punta. Pero justo en ese instante se abrió la puerta y llegó él.
—Hola —dijo mirándola de arriba abajo—. ¿Hace mucho que has llegado?
—No, ¿por qué?
—Por nada. Pareces cansada.
—Lo estoy. —Después de los e-mails de esa mañana, ______ no sabía qué decir—. Voy a acostarme.
—¿No vas a preguntarme si he ido al cine?
—No. —Aunque le costara horrores no pensaba preguntárselo.
—Pues no he ido. —Ella se dio la vuelta y Louis continuó—: Sin ti no habría tenido gracia. Me he quedado trabajando hasta ahora. —Al ver que ella no iba a decir nada, se rindió—. Buenas noches, _______.
—Buenas noches.
El miércoles, antes de las diez de la mañana, _______ recibió otro e-mail:
Según mi horóscopo, hoy es un día excelente para entrar en contacto con la naturaleza. ¿Quieres ir a Hyde Park?
Lou!
______ le respondió a las doce:
No deberías creer en esas cosas. Nunca aciertan.
________.
Louis sonrió.
Esa tarde, ______ fue a visitar un par de pisos más y, cuando le contó a Nicholas lo de los e-mails, casi le dio un ataque de risa. Cuando consiguió calmarse, lo único que dijo fue:
— ¿Lo ves, ______? Yo tenía razón.
— ¿Sobre qué?
—Sobre lo de Louis. Sabía que estaba loco por ti.
Ella decidió ignorar ese comentario, pero tenía que reconocer que cada vez tenía menos ganas de encontrar el piso perfecto.
El jueves, a eso de las tres, _______ aún no había recibido ningún e-mail y supuso que Louis ya se había cansado, pero a las tres y media vio que se había equivocado:
Oh, bella doncella, estoy preso en una celda con el malvado tirano Sam y la bruja Amanda. ¿Seríais tan gentil de venir a rescatarme? Os prometo que luego os llevaré a la mejor posada del feudo.
Sir Louis (caballero de la Mesa Redonda)
______ tuvo que morderse los labios para no reír. Se había olvidado de que Louis y Sam tenían una reunión muy importante, y seguro que no había tenido ni un momento libre. Contestó en menos de dos minutos:
Oh, sir Louis, me temo que deberéis liberaros solo. Me atrevería a sugerir que utilicéis vuestra espada, pero una doncella como yo no sabe de esas cosas.
Lady _______.
Louis se sonrojó al leerlo, y cuando Sam le preguntó qué pasaba, lo único que se le ocurrió decir fue que tenía calor. Y vaya si lo tenía. ______ seguía sin querer hacer nada con él, pero al menos esa vez había tardado menos de dos horas en contestar, lo cual ya era una victoria. Esa noche, él volvió a llegar tarde y, muy a su pesar, vio que _______ ya se había acostado. Al día siguiente volvería a intentarlo.
El viernes a las nueve de la mañana ______ abrió ansiosa su correo electrónico y vio que aún no había recibido ningún e-mail de Louis. Tal vez se lo enviaría más tarde. A las once seguía sin haber recibido nada. Ni a las once y media. Se juró a sí misma que no volvería a consultar el correo hasta las doce y media y se obligó a esperar hasta entonces. A esa hora sí había un e-mail de Louis:
Echo de menos hablar contigo.
Lou!
______ casi se cayó de la silla. Los otros mensajes habían sido simpáticos, medio en broma. Aquello no se lo esperaba. Antes de que pudiera pensarlo mejor, contestó:
Yo también.
_______.
Louis abrió el mensaje de ______ y respiró aliviado. Se había pasado toda la noche pensando qué escribir. Nada le parecía lo suficientemente ingenioso, así que al final optó por decirle sinceramente lo que pensaba. Por suerte, ______ había sido igual de sincera y por fin había bajado un poco la guardia. Como no quería que ella tuviera tiempo para cambiar de opinión, le mandó en seguida otro e-mail.
Llegaré tarde a casa.
¿Te importaría esperarme despierta?
Louis!
Cuando ______ vio que él le había mandado otro e-mail en apenas cinco minutos de diferencia, le dio un vuelco el corazón. Sonrió no sólo por lo que le decía, sino también porque había firmado «Louis». Ella sólo lo había llamado así la noche que se acostaron. No estaba segura de qué pretendía Louis con ese cambio de actitud, pero decidió arriesgarse.
Te esperaré.
________.
______ pensó que si tenía que esperarlo, bien podía hacerlo con estilo, y decidió cocinar algo. A ella siempre le había gustado cocinar, la relajaba; muchas de las mejores decisiones que había tomado en su vida, las había tomado delante de un horno o unos fogones. Por su parte, Louis se pasó toda la reunión mirando el reloj. Cuando por fin terminó, se despidió de todos los directivos sin perder un minuto y salió a toda prisa del edificio. Estaba impaciente por llegar a casa y hablar con ______. Lo tenía todo pensado; primero se disculparía otra vez por lo de esa noche, luego se disculparía por su comportamiento de las últimas dos semanas, y más tarde le advertiría sobre Nicholas. Seguro que, después, todo volvería a la normalidad: ellos dos serían amigos de nuevo y, dentro de más o menos cuatro meses, ella regresaría a Barcelona y él seguiría allí, con su corazón intacto y su vida tal como a él le gustaba.
— ¿Hola? —saludó Louis al abrir la puerta.
—Hola, ¿qué haces ahí quieto en la entrada? ¿Te pasa algo? —______ había salido de la cocina. Llevaba un pantalón de algodón gris con una sudadera rosa que le dejaba un hombro al descubierto, y blandía una cuchara en la mano.
—No. No me pasa nada. ¿Ese olor viene de mi cocina?
—Sí. Hacía tiempo que me apetecía comer lubina al horno y hoy me he decidido a prepararla. Espero que te guste.
—Sí, claro. Me sorprende que el horno funcione, creo que eres la primera persona que lo utiliza. Huele muy bien.
—Gracias. La verdad es que me ha costado un poquito encenderlo, pero ahora lo único que me falta es poner la mesa. ¿Quieres cenar conmigo o ya has cenado? —______ volvió a la cocina para comprobar que el pescado estuviera en su punto.
—No. Quiero decir, sí. —Louis titubeaba, no tenía ni idea de cómo reaccionar. El discurso que había preparado se le olvidó por completo y en lo único que era capaz de pensar era en dos cosas: la primera, ______ iba vestida con una camiseta que daba ganas de empezar a besarle el hombro, el cuello... y la segunda, tenía que cambiar la dirección de su pensamiento o iba a tener problemas. Ellos dos sólo iban a ser amigos.
—No te entiendo. —«Cosa que ya es habitual», pensó ______—. ¿Quieres o no quieres cenar?
—Sí, quiero cenar. No, no he cenado antes, y si me das cinco minutos, me cambio de ropa y pongo la mesa. ¿Te parece bien?
—Sí, me parece perfecto, pero que sean dos minutos, el pescado casi está.
En su habitación, Louis se cambió de ropa, se puso un pantalón de algodón que utilizaba a veces para ir a correr, y una camiseta, e intentó borrarse de la cabeza la insinuante imagen del hombro de ______. No pudo. Salió de la habitación y puso la mesa.
— ¿Puedo hacer algo más? —preguntó luego.
—No, ya está. Siéntate. Pero luego tú te encargas de recoger los platos y limpias la cocina.
—Claro, si tú cocinas, yo limpio. Como debe ser, ¿no? —dijo él, y le guiñó un ojo.
______ sirvió la comida y los dos empezaron a cenar. Louis fue el primero en romper aquel cómodo silencio:
— ¿Aún sigues enfadada?
—Nunca he estado enfadada. —Al ver que él levantaba una ceja añadió—: Es sólo que, en estas últimas dos semanas, no hemos coincidido mucho. —______ había decidido seguir los consejos de Nicholas y fingir que ella no lo había echado de menos. Según Nicholas, nada ponía más nervioso a un hombre que sentirse ignorado.
—Ya. —Como no sabía qué más decir, optó por seguir con el pescado.
—Esto era lo que querías, ¿no? —______ bebió un poco de agua y continuó—: Volver a tener tu espacio, recuperar tu vida. Al menos eso me pareció entender, y creo que tenías toda la razón. —No estaba dispuesta a que él creyera que ella no pensaba lo mismo que él.
Louis la miró estupefacto. Se había estado comportando como un idiota; la había estado evitando para nada. Entonces se dio cuenta de que había música, y sonrió.
— ¿Sinatra?
—Sí, es ideal para cocinar y para bailar. Tiene un ritmo especial, como si te guiara. No sé.
— ¿Sabes que eres la única persona que conozco que considera la música de ese modo? En fin, creo que sólo hay una manera de comprobar tu teoría de Sinatra y, como no tengo ni idea de cocinar, ¿quieres bailar conmigo?
Louis se levantó de su silla y le tendió la mano mientras sonaba Fly me to the moon.
— ¿Te has vuelto loco? ¿Bailar aquí?
—Sí, claro. Vamos, no seas cobarde. —La miró a los ojos, desafiándola.
—Está bien, pero luego no digas que soy yo la que hace cosas raras.
Se levantó de la silla y aceptó el reto.
______ estaba de pie frente a Louis. Él le cogió las manos y las colocó alrededor de su cuello y, con las suyas, le recorrió lentamente la espalda para acabar apoyándose justo en sus caderas.
—______, te he echado de menos. Baila conmigo. Por favor. —Louis sabía que eso le iba a causar problemas, y que era justo lo que no tenía que hacer, pero no pudo evitarlo.
—Yo también te he echado de menos.
Empezaron a bailar suavemente. ______ apoyó su mejilla en el pecho de Louis y notó cómo latía su corazón, cómo le temblaba la respiración. Él bajó la cabeza para así poder notar su perfume, el olor de su pelo y, a la vez, besarle el cuello, el hombro que lo había vuelto loco durante la cena, la mejilla. Le acariciaba la espalda, primero por encima de la sudadera, hasta que el tacto del algodón no fue suficiente, y decidió arriesgarse y tocarla de verdad, por debajo, sentir su piel. Al notar la mano de Louis por debajo de la camiseta, ______ se apartó sorprendida, pero no tuvo tiempo de decir nada, pues Louis la besó con todas sus fuerzas, como si la vida le fuera en ello.
Ella le respondió. Le encantaba cómo la besaba, como si la necesitara para respirar. Un beso siguió a otro, Louis seguía acariciándola y besándola, primero en la boca, luego en el cuello. La canción ya se había acabado, pero a ninguno de los dos parecía importarle. ______ quería tocarlo a él, así que también se atrevió a meter las manos por debajo de la camiseta. Sonrió al notar cómo Louis se estremecía. Era increíble, tenía un torso único y no tenía bastante con tocarlo, quería verlo, así que se arriesgó y le quitó la camiseta.
—______, ¿no te han dicho nunca que es de mala educación mirar así a alguien? —bromeó él mientras le besaba los nudillos de la mano y empezaba a recorrerle el brazo con los labios.
—Ah, sí, no sé. Creo que lo que de verdad sería de mala educación es no mirar. Y, sin duda, no besarte sería aún peor.
Él apartó la cabeza al oír ese comentario y la atrajo hacia él para besarla como hacía horas que deseaba hacer. Seguro que luego se arrepentiría, pero por el momento, estaba en el cielo. Louis se apartó entonces un poco, lo suficiente para poder quitarle a ella la camiseta, y entonces fue él quien se quedó sorprendido. La noche en que se acostaron, la habitación estaba muy oscura y apenas había podido apreciarla. ______, incómoda, se sonrojó e intentó recuperar su camiseta.
—No, por favor. Deja que te mire. Eres perfecta. —La recorrió lentamente con la mirada y con las manos, acariciando cada centímetro, como si quisiera aprenderse sus formas de memoria—. Princesa, no tienes ni idea de todo lo que tengo ganas de hacerte. Primero voy a tocarte, a acariciarte, después voy a besarte. Por todo el cuerpo. Y luego, cuando ya no podamos aguantarlo más, haremos el amor. Hasta el amanecer.
—Hablas demasiado, Louis.
______ lo besó como nunca antes había besado a nadie. A él le encantaba cómo lo hacía, cómo su cuerpo se adaptaba al suyo, cómo respondía a sus caricias, pero lo que más le gustaba era el calor que sentía cuando lo llamaba «Louis»; era como saber que todo iba a ir bien. Necesitaba estar con ella, tocarla, saber que ella lo deseaba tanto como él. Dejó de besarla, tenía que recuperar un poco el control o todo acabaría demasiado pronto. Sorprendida, ______ preguntó:
— ¿Te pasa algo? —Le acariciaba la nuca y le besaba el cuello.
—No, nada malo. —Él también le besaba el cuello dirigiéndose hacia los pechos.
— ¿Y bueno? —______ se estremeció al notar cómo le desabrochaba el sujetador.
— ¿Bueno?
Louis no tenía ni idea de lo que le preguntaba; apenas podía recordar su propio nombre.
—Sí, tonto, ¿te pasa algo bueno? —______ tenía el pulso acelerado y las piernas ya no le respondían.
—Ah, sí, compruébalo tú misma. —Cogió la mano de ______ y la guió hasta su entrepierna—. Tócame.
—Claro, siempre que tú hagas lo mismo.
Se atrevió a meter la mano por dentro del pantalón de Louis.
—Dios, ______, para. No, no pares. Vamos a mi habitación. Quiero que estés en mi cama ya.
La cogió en brazos, besándola con toda la pasión que sentía.
Y entonces sonó el teléfono. Los tres primeros timbrazos no los oyó ninguno de los dos, pero el cuarto logró captar su atención.
—Louis, el teléfono. —______ intentaba zafarse del abrazo para que él pudiera contestar.
—No voy a cogerlo, ahora mismo estoy ocupado. —Siguió besándola en el ombligo.
—Cógelo, a lo mejor es importante. —Aunque la verdad era que no quería que él dejara lo que estaba haciendo.
—Esto sí que es importante. —Empezó a bajarle el pantalón—. Ya saltará el contestador automático, princesa.
Y eso fue exactamente lo que pasó, que saltó el contestador automático y Niall empezó a hablar por el altavoz. Louis se quedó paralizado.
—Hola, Louis, supongo que para variar no estás en casa. He llamado al móvil y tampoco te he localizado, supongo que estarás por ahí, con alguno de tus ligues. —Al oír la palabra «ligues» ______ se separó de Louis como si tuviera una enfermedad contagiosa—. En fin, sólo te llamaba para preguntar cómo estaba ______, ya sabes que es mi debilidad. No quiero llamarla a ella para no parecer el típico hermano mayor histérico, pero como lo soy, he decidido llamarte a ti. Volveré a intentarlo más tarde. Cuida de mi pequeña. Adiós.
El pitido del contestador sacó a ______ del estado de trance en el que había entrado. Louis, por su parte, estaba ya completamente vestido; había recuperado su camiseta y su actitud de témpano de hielo al segundo de oír la voz de Niall.
—______, vístete, por favor. —Le acercó el sujetador y la camiseta. Le temblaba un poco el pulso, pero su cara no mostraba ninguna emoción más allá del enfado y la vergüenza.
— ¿Se puede saber qué te pasa? ¿Por qué pones esa cara? Louis, respóndeme, por favor. No entiendo nada. Hace un momento, estábamos tan bien, y ahora parece que no puedas soportar estar en la misma habitación que yo. —Notaba cómo la voz empezaba a temblarle de rabia y de algo más complicado que por el momento no quería analizar—. ¿Es por Niall?
Louis levantó la cabeza, que hasta ese momento había tenido entre las manos, y la miró. Durante un segundo fue como si quisiera abrazarla, pero en seguida desvió la mirada hacia el despertador y respondió:
—No.
— ¿NO?
—Está bien, sí, pero sólo en parte. —Se levantó de la silla y empezó a pasear por la habitación—. No sé qué me pasa contigo, pero me está volviendo loco y no me gusta nada. Nada. Cuando eras pequeña ya me pasaba. Siempre estaba preocupado por saber dónde estabas, si te veía sonreír me ponía nervioso, Dios, incluso le hablé de ti a Nana. Cuando había tan mal ambiente en casa, pasar un rato contigo bastaba para que volviera a tener un poco de confianza en el amor. Hubo un momento en que pensé que era tan evidente lo que me pasaba que si la policía lo descubría me arrestarían. —______ estaba paralizada, no se atrevía a interrumpirle—. ¿Sabes que cuando vine a vivir a Inglaterra te echaba de menos? Tú eras una adolescente y yo te echaba de menos; patético.
—No es patético. A mí también me pasaba todo eso. —______ se levantó y empezó a andar hacia él. Decidió ser igual de sincera—. Yo también me estoy volviendo loca, también te echaba de menos y aún me pongo nerviosa si me sonríes. —Se atrevió a poner la mano en su espalda y notó que estaba rígido.
—No lo entiendes, ______, yo no quiero sentirme así. He visto lo que hace el amor, he visto cómo aniquila todo lo que toca y no lo quiero en mi vida. Ni ahora ni nunca. No soy capaz. —Sonrió, una sonrisa que a ______ le rompió el corazón—. Hasta ahora me ha ido bien, siempre he estado con mujeres que sólo querían pasar el rato, divertirse. Contigo no sé si podría controlarlo. Y si saliera mal, no sólo nos haríamos daño, sino que perdería al mejor amigo del mundo, y tu familia nunca podría perdonármelo.
Se apartó de ella.
— ¿No has pensado que podría acabar bien? ¿Que podrías ser feliz? —______ se notaba los ojos llenos de lágrimas que no tenía ninguna intención de derramar.
—El riesgo no merece la pena. —Suspiró y cerró los párpados un instante—. Creo que lo mejor será que no volvamos a estar solos. Está visto que eso nos trae problemas. Mira, en estas últimas semanas casi no hemos coincidido, de modo que lo único que tenemos que hacer es seguir así hasta que te vayas. —Al ver que ella no decía nada, preguntó—: ¿En qué piensas?
—Pienso que eres un cobarde y un exagerado. Podríamos intentarlo. La vida no es un culebrón; si sale mal, mi hermano no vendrá a matarte o a pedir que te cases conmigo. Y si sale bien, ¿quién sabe?, a lo mejor incluso eres feliz. Louis, cariño —añadió—, nunca he sentido por nadie lo que siento por ti. Ni cuando era pequeña ni ahora. —Intentó abrazarlo, pero él volvió a apartarse, y entonces ella comprendió que nada de lo que pudiera decir o hacer lo haría cambiar de opinión.
—No. Prefiero dejar las cosas como están. Lo mejor es que nos vayamos a dormir. —Se levantó y le abrió la puerta de la habitación—. Esto ha sido un error, sólo tenemos que olvidarlo y actuar como compañeros de piso. Mañana será otro día.
Viendo que Louis daba por terminada la conversación, ______ lo miró una vez más a los ojos, para ver si veía algo que le recordara al hombre que hacía sólo unos minutos la besaba como si la necesitara para sobrevivir. Pero él ya no estaba allí. Entonces decidió decirle lo del piso.
—Esta semana he visto unos cuantos pisos que podría alquilar.
Si a Louis le sorprendió la noticia, lo disimuló a la perfección.
—No es necesario —dijo tras unos segundos.
—Sí lo es.
—Puedes quedarte aquí. —Louis se frotó los ojos—. No me importa.
—A mí sí. —______ se obligó a mantener la mirada fija en sus ojos—. Supongo que la semana que viene ya lo tendré todo listo, entonces me iré. —Él seguía sin inmutarse—. Como mañana es sábado, si quieres me iré a pasar el fin de semana a casa de Nicholas.
Al oír el nombre de su amigo, a Louis le tembló un músculo de la mandíbula.
—Ya te he dicho que no es necesario. —Apretaba el pomo de la puerta con tanta fuerza que empezaba a tener los nudillos blancos—. No creo que a él le guste ser plato de segunda mesa.
De la rabia que sintió, a ______ se le llenaron los ojos de lágrimas, pero se negó a derramar ninguna delante de Louis e irguió en cambio la espalda para contestarle:
—Mira, una cosa es que tú seas un cobarde y que sólo te encuentres cómodo acostándote con mujeres por las que no sientes nada. Pero no te atrevas a insinuar que yo hago lo mismo. —Estaba furiosa, y al ver que a él le dolía esa acusación, sintió un poco de alivio.
—Lo siento, no quería decir eso —se disculpó Louis a media voz. En el mismo instante en que pronunció las palabras, sabía que se estaba equivocando. ______ era incapaz de utilizar a Nicholas, pero una parte de él había querido hacerle daño, había querido que ella dejara de mirarlo con aquellos ojos llenos de comprensión, porque sabía que, de lo contrario, él no iba a poder alejarse.
—Yo en cambio sí quería decir lo que he dicho. —Y con esto, salió de la habitación sin mirar atrás.
Como era de esperar, ninguno de los dos durmió.
Louis pasó toda la noche recordando cómo las discusiones de sus padres le había arruinado la infancia, pero si era sincero, eso no había sido lo peor. Lo peor había sido ver cómo su padre, aún completamente enamorado de su mujer, se había ido consumiendo hasta morir. A Rupert Tomlinson no le había importado nada, ni su propia madre, que lo apoyaba, ni su hijo. Se había dedicado a beber hasta perder el sentido y, cuando lo consiguió, decidió que ese estado etílico se iba a convertir en su estado habitual. Incluso ahora, Louis tenía que esforzarse por recordar a su padre sobrio. Por suerte, Nana siempre había estado a su lado, y lo ayudó a no odiarlo. Con ______ entre sus brazos, sentía como hacía años que no sentía. No sólo porque lo excitaba más allá de la razón, sino porque con ella tenía ganas de temblar, de emocionarse, de arriesgarse a bajar la guardia; pero si valoraba todas las consecuencias, bueno, era mejor así. Sí, sin duda no arriesgarse era la mejor decisión. No entendía por qué el corazón le daba un vuelco al pensarlo, y por qué su entrepierna se negaba a aceptarlo. En fin, ya lo lograría de alguna manera.
Emma Allister
Re: Nadie como tu. (Louis Tomlinson)
Oh en serio? cuantas dejaste? siento haberte molestado tanto con eso de que subieras cap pero es que tu novela esta buenisisma!
Espero que pases o que hayas pasado todas tu materias!
yo casi dejo una pero logre rescatarla todavia! :s
por cierto a que grado pasas? yo paso a 4to y tengo 15 años :)
Me encanto el cap espero que la sigas pronto y que todo te salga bien!
JURO QUE SIEMPRE ME DEJAS MAS COLGADA DE LO QUE YA ESTOY DE TU NOVELA! AMO DEMASIADO, CREO QUE MAS DE LO QUE SE DEBE, ESTA NOVELA ES UNA DE MIS POCAS ADICCIONES...
me encanta lo que llevas y espero que lo sepas!
TE ADVIERTO QUE NUNCA VOY A DEJAR DE LEER TU NOVELA ASI QUE POR FAVOR NO ME VAYAS A DEJAR ASI!
att tu fiel lectora Jeannette! :)
besos .xx
Espero que pases o que hayas pasado todas tu materias!
yo casi dejo una pero logre rescatarla todavia! :s
por cierto a que grado pasas? yo paso a 4to y tengo 15 años :)
Me encanto el cap espero que la sigas pronto y que todo te salga bien!
JURO QUE SIEMPRE ME DEJAS MAS COLGADA DE LO QUE YA ESTOY DE TU NOVELA! AMO DEMASIADO, CREO QUE MAS DE LO QUE SE DEBE, ESTA NOVELA ES UNA DE MIS POCAS ADICCIONES...
me encanta lo que llevas y espero que lo sepas!
TE ADVIERTO QUE NUNCA VOY A DEJAR DE LEER TU NOVELA ASI QUE POR FAVOR NO ME VAYAS A DEJAR ASI!
att tu fiel lectora Jeannette! :)
besos .xx
Jeannette Mendoza
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