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Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:entonces Simon si esta muerto??! :lloro:
No se puede hacer nada para que regrese!!
No es justo!! Esta bien que no me caia muy bien
Pero jamas hubiera querido que muriera!!
Maldito Valentine!! :¬¬: ojala tengas tu merecido!!
Mi Nicholas esta todo mal herido!!!
Y ahors que quiere la Inquisidora??
Siguela!!!
:wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut:
Todo es tan complicado! :x
Pero todo puede suceder! :scratch:
Oh Valntine tendrá su merecido :twisted:
Aunque quizás no en este libro! :fiu:
Ya veremos que sucede con ellos! ;)
Ya la sigo! \^.^/
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:ESPERAAAA SIIMOONN ESTA MUERTOOO????
NONONONONONOOOOOOOO!!!!
ESTOY COMO_______ ODIOO A VALENTINEEEE!!!!!
POR QUEEEE??? SIIIMOOONNNN!!!!?????
Y LUEGO QUE LE HARA _____????
AAAAIII SIGUELA PORFIISS
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Esperemos que no le haya pasado nada a Simón! :sad:
Todas odiamos a Valentine! #TeamAntiValentine ^.^//
Más le vale que a la rayiz no le haga nada! :¬¬:
Ya la sigo! \^.^/
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
Karli Jonas escribió:oh no... Entonces Simón... :( :( :(
Agggggg Valentine es @;":$:"2$:&1"1&:$:82@/$382@3$3
Y más es que como puede haber tanta tanta maldad en
Algo así :( y la rayis!!
Va a estar bien, para que la quiere??
Y Nick oh por dios irá a rescatarla cierto??
Oh si y más le vale a la inquisidora ayudarlo de
Buena manera
Ahhhh plis siguela no puedo creer
Esta ya por acabar y cada vez esta más buena
Plis siguelaaaaaa!!
Valentine es un hijo de su mama! :¬¬:
#TeamAntiValentine ^.^//
Más le vale que a la rayiz no le suceda nada! :¬¬:
Nicholas :(L): va a hacer lo que sea necesario! :suspect:
Verdad, es lo minimo que la inquisidora puede hacer por ellos! :fiu:
JAJAJAJAJ la verdad que si, todo se esta poniendo bueno! ;)
Ya la sigo! \^.^/
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
• OSCURIDAD VISIBLE - CAPITULO 18 (Parte 2)•
A pesar de la velocidad a la que volaban por los aires, ____(tn) habría pateado a Valentine de haber podido. Pero él la sujetaba como si sus brazos fuesen tiras de hierro. Los pies de la muchacha colgaban sueltos, pero por mucho que forcejeaba, no parecía capaz de alcanzar nada.
Cuando el demonio se inclinó y viró bruscamente, la joven dio un grito y Valentine rió. A continuación se encontraron girando a través de un estrecho túnel de metal y penetrando en el interior de una habitación mucho más grande y amplia. En lugar de soltarles sin miramientos, el demonio volador los depositó con suavidad en el suelo.
Ante la sorpresa de ____(tn), Valentine la soltó. Ella se apartó violentamente de él y fue hasta el centro de la habitación dando un traspiés y mirando frenética a su alrededor. Era un espacio grande: probablemente, en otro tiempo habría sido alguna especie de sala de máquinas. Todavía había maquinaria bordeando las paredes, apartada para crear un amplio espacio cuadrado en el centro. El suelo era de grueso metal negro cubierto de manchones más oscuros aquí y allí. En medio del espacio vacío había cuatro tinas lo bastante grandes para lavar a un perro en ellas. Los interiores de las dos primeras estaban manchados de un oscuro color marrón óxido. La tercera estaba llena de un líquido rojo oscuro. La cuarta estaba vacía.
Había un pequeño baúl de metal detrás de las tinas, con una tela oscura arrojada sobre él. Cuando se acercó más, vio que encima de la tela descansaba una espada de plata que resplandecía con una luz negruzca, casi una ausencia de iluminación: una radiante oscuridad visible.
____(tn) se volvió rápidamente y clavó la mirada en Valentine, que la observaba en silencio.
—¿Cómo has podido? —exigió ella—. ¿Cómo has podido matar a Simon? Era sólo un… era sólo un muchacho, sólo un ser humano corr…
—No era humano —cortó Valentine, con su voz sedosa—. Se había convertido en un monstruo. Tú no podías verlo, ____(tn), porque lucía el rostro de un amigo.
—No era ningún monstruo. —Se acercó un poco más a la Espada. Parecía enorme, pesada. Se preguntó si podría alzarla… e incluso si podía, ¿podría blandirla?—. Seguía siendo Simon.
—No creas que no comprendo tu situación —repuso Valentine, que permaneció sin moverse bajo el solitario haz de luz que penetraba por la trampilla del techo—. Me sucedió lo mismo cuando mordieron a Lucian.
—Me lo ha contado —le escupió ella—. Le diste una daga y le dijiste que se matara.
—Eso fue un error —dijo él.
—Al menos lo admites.
—Debí haberle matado yo mismo. Le habría demostrado que él me importaba.
____(tn) negó firmemente con la cabeza.
—Pero no te importaba. Jamás te ha importado nadie. Ni siquiera mi madre. Ni siquiera Nicholas. Eran sólo cosas que te pertenecían.
—Pero ¿no es eso el amor, ____(tn)? ¿Propiedad? «Yo soy de mi amado y mi amado es mío», como dice el Cantar de los Cantares.
—No. Y no me cites la Biblia. No creo que lo entiendas.
Estaba muy cerca del baúl ya, la empuñadura de la Espada al alcance de la mano. Tenía los dedos húmedos de sudor y se los secó disimuladamente en los vaqueros.
—No es simplemente que alguien te pertenezca, es que tú te entregas a esa persona. Dudo que jamás hayas dado nada a nadie. Excepto tal vez pesadillas.
—¿Darte a alguien? —La fina sonrisa no titubeó—. ¿Cómo tú te has entregado a Jonathan?
La mano de ____(tn), que se había ido alzando en dirección a la Espada, se cerró en un puño. Se lo llevó al pecho, mirándole con incredulidad.
—¿Qué?
—¿Crees que no he visto cómo os miráis? ¿El modo en que él pronuncia tu nombre? Quizá creas que yo no puedo sentir, pero eso no significa que no pueda ver sentimientos en otros. — El tono de Valentine era frío, cada palabra una astilla de hielo apuñalándole los oídos—. Supongo que sólo podemos culparnos a nosotros mismos, tu madre y yo; habiéndoos mantenido separados tanto tiempo jamás desarrollasteis la relación hacia el otro que habría sido más natural entre hermanos.
—No sé a qué te refieres. —A ____(tn) le castañeteaban los dientes.
—Creo que me explico perfectamente. —Se había apartado de la luz y su rostro era un estudio en sombras—. Vi a Jonathan después de que se enfrentara al demonio del miedo, ¿sabes? Se mostró a él bajo tu aspecto. Eso me dijo todo lo que necesitaba saber. El mayor miedo de Jonathan es el amor que siente por su hermana.
—Yo no hago lo que me ordenan —replicó Nicholas— Pero podría hacer lo que usted quiere si lo pide con amabilidad.
La Inquisidora dio la impresión de querer poner los ojos en blanco pero había olvidado cómo hacerlo.
—Necesito hablar contigo.
Nicholas miró a la Inquisidora con asombro.
—¿Ahora?
Ella le puso la mano sobre el brazo.
—Ahora.
—Está loca.
Nicholas miró a lo largo del barco. Parecía una reproducción del Infierno de El Bosco. La oscuridad estaba repleta de demonios que avanzaban penosamente, que aullaban, que graznaban y que atacaban con zarpas y dientes. Los nefilim iban de un lado a otro con sus armas brillando en la oscuridad, pero Nicholas podía ver ya que no había suficientes cazadores de sombras. De ningún modo eran suficientes.
—Ni hablar… Estamos en medio de una batalla…
La huesuda mano de la Inquisidora era sorprendentemente fuerte.
—Ahora.
Le empujó, y él dio un paso atrás, demasiado sorprendido para hacer nada más, y luego otro, hasta que estuvieron en el hueco de una pared. La mujer soltó a Nicholas y se palpó los pliegues de la oscura capa, extrayendo dos cuchillos serafín. Musitó sus nombres, y luego varias palabras que Nicholas no conocía, y los arrojó a la cubierta, a cada lado de él. Se clavaron de punta, y una única cortina de luz azul blanquecino surgió de ellos, creando un muro que aislaba a Nicholas y a la Inquisidora del resto del barco.
—¿Me está volviendo a encerrar? —quiso saber Nicholas, mirando a la mujer con incredulidad.
—Esto no es una Configuración Malachi. Puedes salir de ella si quieres. —Sus finas manos se entrelazaron con fuerza—. Jonathan…
—Quiere decir Nicholas. —Él ya no veía la batalla más allá del muro de luz blanca, pero seguía oyendo sus sonidos; los gritos y el aullar de los demonios. Si volvía la cabeza podía vislumbrar una pequeña sección del océano centelleando luminoso como diamantes desperdigados sobre la superficie de un espejo. Había alrededor de una docena de embarcaciones allí abajo, los elegantes trimaranes de múltiples cascos que se usaban en los lagos de Idris. Embarcaciones de cazadores de sombras—. ¿Qué hace aquí, Inquisidora? ¿Por qué ha venido?
—Tú tenías razón —repuso ella—. Sobre Valentine. No ha querido hacer el intercambio.
—Le dijo que me dejara morir. —Nicholas se sintió repentinamente mareado.
—En cuanto rehusó, reuní al Cónclave y les traje aquí. Te… te debo a ti y a tu familia una disculpa.
—Tomo nota —dijo él, que odiaba las disculpas—. ¿Alec e Isabelle? ¿Están aquí? ¿No se les castigará por ayudarme?
—Están aquí, y no, no se les castigará. —Todavía le miraba fijamente, escudriñándole con los ojos—. No puedo comprender a Valentine —dijo—. Que a un padre no le importe la vida de su hijo, su único hijo…
—Sí —repuso Nicholas; le dolía la cabeza y deseó que la mujer callase, o que un demonio les atacase—. Es una cuestión intrincada, ya lo creo.
—A menos…
Nicholas la miró sorprendido.
—A menos que ¿qué?
Ella le dio en el hombro con un dedo.
—¿De cuándo es esto?
Nicholas bajó la mirada y vio que el veneno del demonio araña le había abierto un agujero en la camiseta, que le dejaba buena parte del hombro izquierdo al descubierto.
—¿La camiseta? De Macy’s. Rebajas de invierno.
—La cicatriz. Esta cicatriz, aquí en el hombro.
—Ah, eso —A Nicholas le sorprendió la intensidad de su mirada—. No estoy seguro. Algo que sucedió cuando yo era muy pequeño, según dijo mi padre. Un accidente de alguna clase. ¿Por qué?
La Inquisidora siseó a través de los dientes apretados.
—No puede ser —murmuró—. Tú no puedes ser…
—Yo no puedo ser ¿qué?
Había una nota de incredulidad en la voz de la mujer.
—Todos estos años —continuó—, mientras te hacías mayor… ¿realmente pensabas que eras el hijo de Michael Wayland…?
Una furia intensa recorrió a Nicholas, convertida en más dolorosa por la diminuta punzada de decepción que la acompañó.
—Por el Ángel —escupió—, ¿me ha arrastrado aparte en medio de la batalla sólo para hacerme las mismas condenadas preguntas otra vez? No me creyó la primera vez y sigue sin creerme. Jamás me creerá, a pesar de todo lo que ha sucedido, incluso aunque todo lo que le dije era la verdad. —Señaló con un dedo en dirección a lo que sucedía al otro lado del muro de luz—. Yo debería estar ahí fuera peleando. ¿Por qué me mantiene aquí? ¿Para que cuando esto acabe, si todavía seguimos vivos, pueda ir a la Clave y contarles que no quise pelear en su bando como mi padre? Buen intento.
Ella había palidecido aún más de lo que él había pensando posible.
—Jonathan, no es eso lo que yo…
—¡Mi nombre es Nicholas! —gritó él.
La Inquisidora reculó, con la boca entreabierta, como si aún estuviese a punto de decir algo. Nicholas no quiso oírlo. Pasó por su lado muy digno, casi derribándola, y pateó uno de los cuchillos serafín de la cubierta. Éste cayó y la pared de luz desapareció.
Al otro lado reinaba el caos. Formas oscuras pasaban veloces de un lado a otro por la cubierta, demonios gateaban sobre cuerpo desplomados, y el aire estaba lleno de humo y gritos. Se esforzó por ver a alguien conocido en la refriega. ¿Dónde estaba Alec? ¿Isabelle?
—¡Nicholas! —La Inquisidora corrió tras él, con el rostro contraído por el miedo—. Nicholas, no tienes un arma, al menos coge…
Se interrumpió cuando un demonio se alzó surgiendo de la oscuridad frente a Nicholas como un iceberg ante la proa de un barco. No era ninguno que él hubiese visto antes; éste tenía el rostro arrugado y las manos ágiles de un mono enorme, pero también una larga cola recubierta de púas de un escorpión. Los ojos giraban de un lado a otro y eran amarillos. Le siseó por entre los dientes afilados como agujas. Antes de que Nicholas pudiera agacharse, la cola salió disparada al frente con la velocidad de una cobra al atacar. Vio cómo la afilada punta se acercaba a su cara…
Y por segunda vez esa noche, una sombra se interpuso entre él y la muerte. Desenvainando un cuchillo de hoja larga, la Inquisidora se arrojó frente a él, y recibió el aguijón de escorpión en el pecho. Gritó, pero se mantuvo en pie. La cola del demonio chasqueó hacia atrás, lista para otro golpe… pero el cuchillo de la Inquisidora ya había abandonado la mano, volando directo al blanco. Las runas grabadas en la hoja relucieron mientras hendía la garganta del demonio. Con un siseo, como de aire escapando de un globo pinchado, éste se dobló sobre sí mismo, contrayendo la cola a la vez que se desvanecía.
La Inquisidora se desplomó sobre la cubierta hecha un ovillo. Nicholas se arrodilló junto a ella y le puso la mano en el hombro, haciéndola volverse sobre la espalda. La parte delantera de su blusa gris se cubría lentamente de sangre. Tenía el rostro flácido y amarillo, y por un momento Nicholas pensó que ya estaba muerta.
—¿Inquisidora? —Era incapaz de pronunciar su nombre de pila, ni siquiera en aquel momento.
Los ojos de la mujer se abrieron con un pestañeo. El blanco empezaba ya a perder brillo. Con gran esfuerzo le hizo una seña para que se acercara a ella. Nicholas se inclinó, lo bastante cerca para oírla susurrarle a la oreja, susurrarle con su último aliento…
—¿Qué? —preguntó Nicholas, perplejo—. ¿Qué significa eso?
No hubo respuesta. La Inquisidora se había desplomado hacia atrás sobre la cubierta, los ojos muy abiertos y fijos, la boca curvada en lo que casi parecía una sonrisa.
Nicholas se sentó hacia atrás sobre los talones, petrificado y con la mirada fija. Estaba muerta. Muerta debido a él.
Algo le agarró por la parte posterior de la camiseta y tiró de él para ponerle en pie. Nicholas se llevó una mano al cinturón, recordó que estaba desarmado, giró en redondo y se encontró con un familiar par de ojos azules que le contemplaban con total incredulidad.
—Estas vivo —exclamó Alec; dos cortas palabras, pero cargadas de sentimiento.
El alivio resultaba evidente en su rostro, igual que el cansancio. A pesar de la frialdad del aire, tenía los cabellos negros pegados a las mejillas y la frente debido al sudor. Ropas y piel estaban surcadas de sangre y había un largo desgarrón en la manga de la chaqueta acorazada. Como si algo irregular y afilado la hubiese rasgado. Asía un guisarme ensangrentado con la mano derecha y el cuello de la camiseta de Nicholas con la izquierda.
—Parece que sí —admitió Nicholas—. Sin embargo, no será así durante mucho tiempo si no me das una arma.
Con una veloz mirada a su alrededor, Alec soltó a Nicholas, sacó un cuchillo serafín del cinturón y se lo pasó.
—Toma —dijo—. Se llama Samandiriel.
Nicholas apenas acababa de agarrar el arma cuando un demonio drevak de mediano tamaño correteó hacia ellos, chirriando imperiosamente. Nicholas alzó a Samandiriel, pero Alec ya había despachado a la criatura con una estocada de su guisarme.
—Bonita arma —dijo Nicholas, pero Alec miraba más allá de él, a la figura gris caída sobre la cubierta.
—¿Es ésa la Inquisidora? ¿Está…?
—Está muerta —afirmó Nicholas.
Alec apretó la mandíbula.
—¡En buena hora! ¿Cómo ha sido?
Nicholas iba a responder cuando le interrumpió un sonoro grito de «¡Alec! ¡Nicholas!». Era Isabelle que corría hacia ellos por entre el hedor y el humo. Llevaba una ajustada chaqueta oscura manchada de sangre amarillenta. Cadenas de oro adornadas con amuletos en forma de runas le rodeaban las muñecas y los tobillos, y llevaba el látigo enroscado a ella igual que una red de alambre de electro.
Extendió los brazos.
—Nicholas, pensábamos…
—No. —Algo hizo que Nicholas retrocediera, rehuyendo su contacto—. Estoy cubierto de sangre, Isabelle. No lo hagas.
Una expresión herida pasó por el rostro de la joven.
—Pero todos te hemos buscado… Mamá y papá han…
—¡Isabelle! —chillo Nicholas, pero era demasiado tarde. Un demonio araña enorme se alzó sobre las patas traseras detrás de ella, lanzando veneno amarillo desde los colmillos.
Isabelle chilló cuando el veneno la alcanzó, pero el látigo salió disparado con cegadora velocidad, cortando al demonio en dos. Éste cayó pesadamente a la cubierta en dos pedazos, luego desapareció.
Nicholas corrió hacia Isabelle justo cuando ésta se desplomaba. El látigo se le escurrió de la mano mientras él la cogía, acunándola torpemente contra él. Pudo ver cuánta cantidad del veneno la había alcanzado. Éste había salpicado principalmente la chaqueta, pero un poco le había alcanzado la garganta, y ahí la piel ardía y chisporroteaba. De un modo apenas audible, la muchacha gimoteó; Isabelle, que jamás demostraba dolor.
—Dámela a mí.
Era Alec, que soltaba ya su arma mientras corría a ayudar a su hermana. Tomó a Isabelle de los brazos de Nicholas y la depositó con cuidado sobre la cubierta. Arrodillándose junto a ella, estela en mano, alzó los ojos hacia Nicholas.
—Contén cualquier cosa que venga mientras la curo.
Nicholas no podía apartar los ojos de Isabelle. La sangre manaba abundantemente del cuello y caía sobre la chaqueta, empapándole el cabello.
—Tenemos que sacarla de este barco —dijo con voz ronca—. Si se queda aquí…
—¿Morirá? —Alec pasaba la punta de su estela tan delicadamente como podía sobre la garganta de su hermana—. Todos vamos a morir. Son demasiados. Nos están masacrando. La Inquisidora merecía morir por esto; esto es culpa suya.
—Un demonio scorpios intentó matarme —explicó Nicholas, preguntándose por qué lo decía, por qué defendía a quien odiaba—. La Inquisidora se colocó en medio. Me ha salvado la vida.
—¿De verdad? —El asombro era evidente en la voz de Alec—. ¿Por qué?
—Imagino que decidió que yo era digno de ser salvado.
—Pero ella siempre… —Alec se interrumpió, la expresión cambiando a una de alarma—. Nicholas, detrás de ti… dos…
Nicholas giró en redondo. Se acercaban dos demonios; un rapiñador, con el cuerpo parecido al de un caimán, los dientes serrados y la cola de escorpión enroscándose por encima del lomo, de un drevak, con la pálida carne de gusano reluciendo a la luz de la luna. Nicholas oyó cómo Alec, detrás de él, inhalaba asustado; luego Samandiriel abandonó su mano, abriendo una senda plateada en el aire. Rebanó la cola del rapiñador justo por debajo del saco de veneno, al final del largo aguijón.
El rapiñador aulló. El drevak volvió la cabeza, confuso… y el saco de veneno le alcanzó directamente el rostro. El saco se rompió, empapando de veneno al drevak. Éste emitió un único alarido incomprensible y se desplomó con la cabeza corroída hasta el hueso. Sangre y veneno salpicaron la cubierta al mismo tiempo que el drevak desaparecía. El rapiñador, con sangre manándole a borbotones del muñón que era la cola, se arrastró unos pocos pasos más antes de desaparecer también.
Nicholas se inclinó y recogió a Samandiriel con cuidado. La cubierta de metal chisporroteaba aún allí donde el veneno del rapiñador se había derramado sobre ella, abriéndole diminutos agujeros que se iban agrandando.
—Nicholas. —Alec estaba de pie, sosteniendo a una pálida Isabelle, que se acababa de levantar—. Tenemos que sacar a mi hermana de aquí.
—Perfecto —replicó Nicholas—. Tú sácala de aquí. Yo voy a ocuparme de eso.
—¿De qué? —preguntó Alec, desconcertado.
—De eso —volvió a decir Nicholas, y señaló.
Algo iba hacia ellos por entre el humo y las llamas, algo enorme, jorobado y sólido. De lejos parecía ya cinco veces más grande que cualquier otro demonio del barco, con el cuerpo acorazado y numerosas extremidades terminadas en una garra quitinosa afilada como una púa. Tenía la cabeza de un mosquito gigante incluido los ojos de insecto y la trompa colgante rojo sangre para alimentarse.
Alec inhaló con fuerza.
—¿Qué diablos es? —preguntó.
Nicholas pensó durante un momento.
—Uno grande —dijo finalmente—. Mucho.
—Nicholas…
Éste volvió la cabeza y miró a Alec, y luego a Isabelle. Algo en su interior le dijo que ésta podría muy bien ser la última vez que los viera, y sin embargo seguía sin sentir miedo, no por su persona. Quiso decirles algo, tal vez que les quería, que cualquiera de ellos valía más para él que mil Instrumentos Mortales y el poder que pudieran conferir. Pero las palabras no quisieron salir.
—Alec —se oyó decir—, lleva a Isabelle a la escala ahora o todos nosotros moriremos.
Alec le miró a los ojos y le sostuvo la mirada por un instante. Luego asintió y empujó a Isabelle, que seguía protestando, hacia la barandilla. La ayudó a subir a ella y luego a pasar al otro lado, y con un alivio inmenso Nicholas vio cómo la oscura cabeza de la joven desaparecía a medida que empezaba a descender por la escala.
«Y ahora tú, Alec —pensó—. Vete.»
Pero su amigo no se iba. Isabelle, fuera de la vista en aquellos momentos, lanzó un grito agudo de protesta cuando su hermano volvió a bajar de un salto de la barandilla sobre la cubierta del barco. El guisarme de Alec descansaba sobre la cubierta donde lo había dejado caer; lo asió entonces y avanzó para colocarse junto a Nicholas y enfrentarse al demonio que se aproximaba.
No consiguió llegar tan lejos. El demonio, que se le venía encima a Nicholas, efectuó un repentino viraje y fue hacia Alec con la ensangrentada trompa chasqueando a un lado y a otro ávidamente. Nicholas se volvió para cubrir a Alec, pero la cubierta de metal sobre la que estaba, podrida por el veneno, se hundió bajo él. El pie atravesó la plancha de acero, y Nicholas cayó violentamente sobre la cubierta.
Alec tuvo tiempo de chillar el nombre de Nicholas antes de que el demonio se abalanzara sobre él. Alec lo acuchilló con el guisarme, hundiendo profundamente el extremo afilado del arma en la carne del demonio. La criatura se echó atrás profiriendo un sobrecogedor alarido humano mientras que una sangre negra comenzaba a brotar a chorros de la herida. Alec retrocedió alargando la mano para coger otra arma justo cuando la garra del demonio le alcanzó con un trallazo, derribándole al suelo. Entonces, la trompa de la criatura se enroscó a su alrededor.
Isabelle chillaba. Nicholas forcejeó desesperadamente para sacar la pierna del agujero de la cubierta; afilados bordes de metal se le clavaron cuando consiguió liberarse de un tirón y se incorporó tambaleante.
Alzó a Samandiriel. Una potente luz, brillante como una estrella fugaz, surgió del cuchillo serafín. El demonio reculó emitiendo un quedo siseo. Relajó la presión sobre Alec, y por un momento, Nicholas pensó que tal vez fuera a soltarle. Entonces la criatura echó la cabeza hacia atrás con repentina y sobrecogedora rapidez y lanzó a Alec con una fuerza descomunal. Éste chocó contra la cubierta que la sangre volvía resbaladiza, patinó sobre ella… y cayó, con un único grito ronco, por el costado del barco.
Isabelle chillaba a todo pulmón el nombre de su hermano; sus alaridos eran como púas que se clavaban en los oídos de Nicholas. Samandiriel seguía llameando en su mano. La luz del arma iluminó al demonio, que avanzaba majestuoso hacia él con una mirada de insecto brillante y rapaz, pero lo único que Nicholas podía ver era a Alec; a Alec cayendo por el costado del barco, a Alec ahogándose en las negras aguas. Le pareció sentir el sabor de agua marina en la boca, o quizá fuera sangre. El demonio estaba casi sobre él; alzó el Samandiriel y lo arrojó. El demonio chilló con un sonido agudo y angustioso. Y entonces la cubierta cedió bajo Nicholas con un escalofriante chirrido de metal y el muchacho cayó a la oscuridad.
Cuando el demonio se inclinó y viró bruscamente, la joven dio un grito y Valentine rió. A continuación se encontraron girando a través de un estrecho túnel de metal y penetrando en el interior de una habitación mucho más grande y amplia. En lugar de soltarles sin miramientos, el demonio volador los depositó con suavidad en el suelo.
Ante la sorpresa de ____(tn), Valentine la soltó. Ella se apartó violentamente de él y fue hasta el centro de la habitación dando un traspiés y mirando frenética a su alrededor. Era un espacio grande: probablemente, en otro tiempo habría sido alguna especie de sala de máquinas. Todavía había maquinaria bordeando las paredes, apartada para crear un amplio espacio cuadrado en el centro. El suelo era de grueso metal negro cubierto de manchones más oscuros aquí y allí. En medio del espacio vacío había cuatro tinas lo bastante grandes para lavar a un perro en ellas. Los interiores de las dos primeras estaban manchados de un oscuro color marrón óxido. La tercera estaba llena de un líquido rojo oscuro. La cuarta estaba vacía.
Había un pequeño baúl de metal detrás de las tinas, con una tela oscura arrojada sobre él. Cuando se acercó más, vio que encima de la tela descansaba una espada de plata que resplandecía con una luz negruzca, casi una ausencia de iluminación: una radiante oscuridad visible.
____(tn) se volvió rápidamente y clavó la mirada en Valentine, que la observaba en silencio.
—¿Cómo has podido? —exigió ella—. ¿Cómo has podido matar a Simon? Era sólo un… era sólo un muchacho, sólo un ser humano corr…
—No era humano —cortó Valentine, con su voz sedosa—. Se había convertido en un monstruo. Tú no podías verlo, ____(tn), porque lucía el rostro de un amigo.
—No era ningún monstruo. —Se acercó un poco más a la Espada. Parecía enorme, pesada. Se preguntó si podría alzarla… e incluso si podía, ¿podría blandirla?—. Seguía siendo Simon.
—No creas que no comprendo tu situación —repuso Valentine, que permaneció sin moverse bajo el solitario haz de luz que penetraba por la trampilla del techo—. Me sucedió lo mismo cuando mordieron a Lucian.
—Me lo ha contado —le escupió ella—. Le diste una daga y le dijiste que se matara.
—Eso fue un error —dijo él.
—Al menos lo admites.
—Debí haberle matado yo mismo. Le habría demostrado que él me importaba.
____(tn) negó firmemente con la cabeza.
—Pero no te importaba. Jamás te ha importado nadie. Ni siquiera mi madre. Ni siquiera Nicholas. Eran sólo cosas que te pertenecían.
—Pero ¿no es eso el amor, ____(tn)? ¿Propiedad? «Yo soy de mi amado y mi amado es mío», como dice el Cantar de los Cantares.
—No. Y no me cites la Biblia. No creo que lo entiendas.
Estaba muy cerca del baúl ya, la empuñadura de la Espada al alcance de la mano. Tenía los dedos húmedos de sudor y se los secó disimuladamente en los vaqueros.
—No es simplemente que alguien te pertenezca, es que tú te entregas a esa persona. Dudo que jamás hayas dado nada a nadie. Excepto tal vez pesadillas.
—¿Darte a alguien? —La fina sonrisa no titubeó—. ¿Cómo tú te has entregado a Jonathan?
La mano de ____(tn), que se había ido alzando en dirección a la Espada, se cerró en un puño. Se lo llevó al pecho, mirándole con incredulidad.
—¿Qué?
—¿Crees que no he visto cómo os miráis? ¿El modo en que él pronuncia tu nombre? Quizá creas que yo no puedo sentir, pero eso no significa que no pueda ver sentimientos en otros. — El tono de Valentine era frío, cada palabra una astilla de hielo apuñalándole los oídos—. Supongo que sólo podemos culparnos a nosotros mismos, tu madre y yo; habiéndoos mantenido separados tanto tiempo jamás desarrollasteis la relación hacia el otro que habría sido más natural entre hermanos.
—No sé a qué te refieres. —A ____(tn) le castañeteaban los dientes.
—Creo que me explico perfectamente. —Se había apartado de la luz y su rostro era un estudio en sombras—. Vi a Jonathan después de que se enfrentara al demonio del miedo, ¿sabes? Se mostró a él bajo tu aspecto. Eso me dijo todo lo que necesitaba saber. El mayor miedo de Jonathan es el amor que siente por su hermana.
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—Yo no hago lo que me ordenan —replicó Nicholas— Pero podría hacer lo que usted quiere si lo pide con amabilidad.
La Inquisidora dio la impresión de querer poner los ojos en blanco pero había olvidado cómo hacerlo.
—Necesito hablar contigo.
Nicholas miró a la Inquisidora con asombro.
—¿Ahora?
Ella le puso la mano sobre el brazo.
—Ahora.
—Está loca.
Nicholas miró a lo largo del barco. Parecía una reproducción del Infierno de El Bosco. La oscuridad estaba repleta de demonios que avanzaban penosamente, que aullaban, que graznaban y que atacaban con zarpas y dientes. Los nefilim iban de un lado a otro con sus armas brillando en la oscuridad, pero Nicholas podía ver ya que no había suficientes cazadores de sombras. De ningún modo eran suficientes.
—Ni hablar… Estamos en medio de una batalla…
La huesuda mano de la Inquisidora era sorprendentemente fuerte.
—Ahora.
Le empujó, y él dio un paso atrás, demasiado sorprendido para hacer nada más, y luego otro, hasta que estuvieron en el hueco de una pared. La mujer soltó a Nicholas y se palpó los pliegues de la oscura capa, extrayendo dos cuchillos serafín. Musitó sus nombres, y luego varias palabras que Nicholas no conocía, y los arrojó a la cubierta, a cada lado de él. Se clavaron de punta, y una única cortina de luz azul blanquecino surgió de ellos, creando un muro que aislaba a Nicholas y a la Inquisidora del resto del barco.
—¿Me está volviendo a encerrar? —quiso saber Nicholas, mirando a la mujer con incredulidad.
—Esto no es una Configuración Malachi. Puedes salir de ella si quieres. —Sus finas manos se entrelazaron con fuerza—. Jonathan…
—Quiere decir Nicholas. —Él ya no veía la batalla más allá del muro de luz blanca, pero seguía oyendo sus sonidos; los gritos y el aullar de los demonios. Si volvía la cabeza podía vislumbrar una pequeña sección del océano centelleando luminoso como diamantes desperdigados sobre la superficie de un espejo. Había alrededor de una docena de embarcaciones allí abajo, los elegantes trimaranes de múltiples cascos que se usaban en los lagos de Idris. Embarcaciones de cazadores de sombras—. ¿Qué hace aquí, Inquisidora? ¿Por qué ha venido?
—Tú tenías razón —repuso ella—. Sobre Valentine. No ha querido hacer el intercambio.
—Le dijo que me dejara morir. —Nicholas se sintió repentinamente mareado.
—En cuanto rehusó, reuní al Cónclave y les traje aquí. Te… te debo a ti y a tu familia una disculpa.
—Tomo nota —dijo él, que odiaba las disculpas—. ¿Alec e Isabelle? ¿Están aquí? ¿No se les castigará por ayudarme?
—Están aquí, y no, no se les castigará. —Todavía le miraba fijamente, escudriñándole con los ojos—. No puedo comprender a Valentine —dijo—. Que a un padre no le importe la vida de su hijo, su único hijo…
—Sí —repuso Nicholas; le dolía la cabeza y deseó que la mujer callase, o que un demonio les atacase—. Es una cuestión intrincada, ya lo creo.
—A menos…
Nicholas la miró sorprendido.
—A menos que ¿qué?
Ella le dio en el hombro con un dedo.
—¿De cuándo es esto?
Nicholas bajó la mirada y vio que el veneno del demonio araña le había abierto un agujero en la camiseta, que le dejaba buena parte del hombro izquierdo al descubierto.
—¿La camiseta? De Macy’s. Rebajas de invierno.
—La cicatriz. Esta cicatriz, aquí en el hombro.
—Ah, eso —A Nicholas le sorprendió la intensidad de su mirada—. No estoy seguro. Algo que sucedió cuando yo era muy pequeño, según dijo mi padre. Un accidente de alguna clase. ¿Por qué?
La Inquisidora siseó a través de los dientes apretados.
—No puede ser —murmuró—. Tú no puedes ser…
—Yo no puedo ser ¿qué?
Había una nota de incredulidad en la voz de la mujer.
—Todos estos años —continuó—, mientras te hacías mayor… ¿realmente pensabas que eras el hijo de Michael Wayland…?
Una furia intensa recorrió a Nicholas, convertida en más dolorosa por la diminuta punzada de decepción que la acompañó.
—Por el Ángel —escupió—, ¿me ha arrastrado aparte en medio de la batalla sólo para hacerme las mismas condenadas preguntas otra vez? No me creyó la primera vez y sigue sin creerme. Jamás me creerá, a pesar de todo lo que ha sucedido, incluso aunque todo lo que le dije era la verdad. —Señaló con un dedo en dirección a lo que sucedía al otro lado del muro de luz—. Yo debería estar ahí fuera peleando. ¿Por qué me mantiene aquí? ¿Para que cuando esto acabe, si todavía seguimos vivos, pueda ir a la Clave y contarles que no quise pelear en su bando como mi padre? Buen intento.
Ella había palidecido aún más de lo que él había pensando posible.
—Jonathan, no es eso lo que yo…
—¡Mi nombre es Nicholas! —gritó él.
La Inquisidora reculó, con la boca entreabierta, como si aún estuviese a punto de decir algo. Nicholas no quiso oírlo. Pasó por su lado muy digno, casi derribándola, y pateó uno de los cuchillos serafín de la cubierta. Éste cayó y la pared de luz desapareció.
Al otro lado reinaba el caos. Formas oscuras pasaban veloces de un lado a otro por la cubierta, demonios gateaban sobre cuerpo desplomados, y el aire estaba lleno de humo y gritos. Se esforzó por ver a alguien conocido en la refriega. ¿Dónde estaba Alec? ¿Isabelle?
—¡Nicholas! —La Inquisidora corrió tras él, con el rostro contraído por el miedo—. Nicholas, no tienes un arma, al menos coge…
Se interrumpió cuando un demonio se alzó surgiendo de la oscuridad frente a Nicholas como un iceberg ante la proa de un barco. No era ninguno que él hubiese visto antes; éste tenía el rostro arrugado y las manos ágiles de un mono enorme, pero también una larga cola recubierta de púas de un escorpión. Los ojos giraban de un lado a otro y eran amarillos. Le siseó por entre los dientes afilados como agujas. Antes de que Nicholas pudiera agacharse, la cola salió disparada al frente con la velocidad de una cobra al atacar. Vio cómo la afilada punta se acercaba a su cara…
Y por segunda vez esa noche, una sombra se interpuso entre él y la muerte. Desenvainando un cuchillo de hoja larga, la Inquisidora se arrojó frente a él, y recibió el aguijón de escorpión en el pecho. Gritó, pero se mantuvo en pie. La cola del demonio chasqueó hacia atrás, lista para otro golpe… pero el cuchillo de la Inquisidora ya había abandonado la mano, volando directo al blanco. Las runas grabadas en la hoja relucieron mientras hendía la garganta del demonio. Con un siseo, como de aire escapando de un globo pinchado, éste se dobló sobre sí mismo, contrayendo la cola a la vez que se desvanecía.
La Inquisidora se desplomó sobre la cubierta hecha un ovillo. Nicholas se arrodilló junto a ella y le puso la mano en el hombro, haciéndola volverse sobre la espalda. La parte delantera de su blusa gris se cubría lentamente de sangre. Tenía el rostro flácido y amarillo, y por un momento Nicholas pensó que ya estaba muerta.
—¿Inquisidora? —Era incapaz de pronunciar su nombre de pila, ni siquiera en aquel momento.
Los ojos de la mujer se abrieron con un pestañeo. El blanco empezaba ya a perder brillo. Con gran esfuerzo le hizo una seña para que se acercara a ella. Nicholas se inclinó, lo bastante cerca para oírla susurrarle a la oreja, susurrarle con su último aliento…
—¿Qué? —preguntó Nicholas, perplejo—. ¿Qué significa eso?
No hubo respuesta. La Inquisidora se había desplomado hacia atrás sobre la cubierta, los ojos muy abiertos y fijos, la boca curvada en lo que casi parecía una sonrisa.
Nicholas se sentó hacia atrás sobre los talones, petrificado y con la mirada fija. Estaba muerta. Muerta debido a él.
Algo le agarró por la parte posterior de la camiseta y tiró de él para ponerle en pie. Nicholas se llevó una mano al cinturón, recordó que estaba desarmado, giró en redondo y se encontró con un familiar par de ojos azules que le contemplaban con total incredulidad.
—Estas vivo —exclamó Alec; dos cortas palabras, pero cargadas de sentimiento.
El alivio resultaba evidente en su rostro, igual que el cansancio. A pesar de la frialdad del aire, tenía los cabellos negros pegados a las mejillas y la frente debido al sudor. Ropas y piel estaban surcadas de sangre y había un largo desgarrón en la manga de la chaqueta acorazada. Como si algo irregular y afilado la hubiese rasgado. Asía un guisarme ensangrentado con la mano derecha y el cuello de la camiseta de Nicholas con la izquierda.
—Parece que sí —admitió Nicholas—. Sin embargo, no será así durante mucho tiempo si no me das una arma.
Con una veloz mirada a su alrededor, Alec soltó a Nicholas, sacó un cuchillo serafín del cinturón y se lo pasó.
—Toma —dijo—. Se llama Samandiriel.
Nicholas apenas acababa de agarrar el arma cuando un demonio drevak de mediano tamaño correteó hacia ellos, chirriando imperiosamente. Nicholas alzó a Samandiriel, pero Alec ya había despachado a la criatura con una estocada de su guisarme.
—Bonita arma —dijo Nicholas, pero Alec miraba más allá de él, a la figura gris caída sobre la cubierta.
—¿Es ésa la Inquisidora? ¿Está…?
—Está muerta —afirmó Nicholas.
Alec apretó la mandíbula.
—¡En buena hora! ¿Cómo ha sido?
Nicholas iba a responder cuando le interrumpió un sonoro grito de «¡Alec! ¡Nicholas!». Era Isabelle que corría hacia ellos por entre el hedor y el humo. Llevaba una ajustada chaqueta oscura manchada de sangre amarillenta. Cadenas de oro adornadas con amuletos en forma de runas le rodeaban las muñecas y los tobillos, y llevaba el látigo enroscado a ella igual que una red de alambre de electro.
Extendió los brazos.
—Nicholas, pensábamos…
—No. —Algo hizo que Nicholas retrocediera, rehuyendo su contacto—. Estoy cubierto de sangre, Isabelle. No lo hagas.
Una expresión herida pasó por el rostro de la joven.
—Pero todos te hemos buscado… Mamá y papá han…
—¡Isabelle! —chillo Nicholas, pero era demasiado tarde. Un demonio araña enorme se alzó sobre las patas traseras detrás de ella, lanzando veneno amarillo desde los colmillos.
Isabelle chilló cuando el veneno la alcanzó, pero el látigo salió disparado con cegadora velocidad, cortando al demonio en dos. Éste cayó pesadamente a la cubierta en dos pedazos, luego desapareció.
Nicholas corrió hacia Isabelle justo cuando ésta se desplomaba. El látigo se le escurrió de la mano mientras él la cogía, acunándola torpemente contra él. Pudo ver cuánta cantidad del veneno la había alcanzado. Éste había salpicado principalmente la chaqueta, pero un poco le había alcanzado la garganta, y ahí la piel ardía y chisporroteaba. De un modo apenas audible, la muchacha gimoteó; Isabelle, que jamás demostraba dolor.
—Dámela a mí.
Era Alec, que soltaba ya su arma mientras corría a ayudar a su hermana. Tomó a Isabelle de los brazos de Nicholas y la depositó con cuidado sobre la cubierta. Arrodillándose junto a ella, estela en mano, alzó los ojos hacia Nicholas.
—Contén cualquier cosa que venga mientras la curo.
Nicholas no podía apartar los ojos de Isabelle. La sangre manaba abundantemente del cuello y caía sobre la chaqueta, empapándole el cabello.
—Tenemos que sacarla de este barco —dijo con voz ronca—. Si se queda aquí…
—¿Morirá? —Alec pasaba la punta de su estela tan delicadamente como podía sobre la garganta de su hermana—. Todos vamos a morir. Son demasiados. Nos están masacrando. La Inquisidora merecía morir por esto; esto es culpa suya.
—Un demonio scorpios intentó matarme —explicó Nicholas, preguntándose por qué lo decía, por qué defendía a quien odiaba—. La Inquisidora se colocó en medio. Me ha salvado la vida.
—¿De verdad? —El asombro era evidente en la voz de Alec—. ¿Por qué?
—Imagino que decidió que yo era digno de ser salvado.
—Pero ella siempre… —Alec se interrumpió, la expresión cambiando a una de alarma—. Nicholas, detrás de ti… dos…
Nicholas giró en redondo. Se acercaban dos demonios; un rapiñador, con el cuerpo parecido al de un caimán, los dientes serrados y la cola de escorpión enroscándose por encima del lomo, de un drevak, con la pálida carne de gusano reluciendo a la luz de la luna. Nicholas oyó cómo Alec, detrás de él, inhalaba asustado; luego Samandiriel abandonó su mano, abriendo una senda plateada en el aire. Rebanó la cola del rapiñador justo por debajo del saco de veneno, al final del largo aguijón.
El rapiñador aulló. El drevak volvió la cabeza, confuso… y el saco de veneno le alcanzó directamente el rostro. El saco se rompió, empapando de veneno al drevak. Éste emitió un único alarido incomprensible y se desplomó con la cabeza corroída hasta el hueso. Sangre y veneno salpicaron la cubierta al mismo tiempo que el drevak desaparecía. El rapiñador, con sangre manándole a borbotones del muñón que era la cola, se arrastró unos pocos pasos más antes de desaparecer también.
Nicholas se inclinó y recogió a Samandiriel con cuidado. La cubierta de metal chisporroteaba aún allí donde el veneno del rapiñador se había derramado sobre ella, abriéndole diminutos agujeros que se iban agrandando.
—Nicholas. —Alec estaba de pie, sosteniendo a una pálida Isabelle, que se acababa de levantar—. Tenemos que sacar a mi hermana de aquí.
—Perfecto —replicó Nicholas—. Tú sácala de aquí. Yo voy a ocuparme de eso.
—¿De qué? —preguntó Alec, desconcertado.
—De eso —volvió a decir Nicholas, y señaló.
Algo iba hacia ellos por entre el humo y las llamas, algo enorme, jorobado y sólido. De lejos parecía ya cinco veces más grande que cualquier otro demonio del barco, con el cuerpo acorazado y numerosas extremidades terminadas en una garra quitinosa afilada como una púa. Tenía la cabeza de un mosquito gigante incluido los ojos de insecto y la trompa colgante rojo sangre para alimentarse.
Alec inhaló con fuerza.
—¿Qué diablos es? —preguntó.
Nicholas pensó durante un momento.
—Uno grande —dijo finalmente—. Mucho.
—Nicholas…
Éste volvió la cabeza y miró a Alec, y luego a Isabelle. Algo en su interior le dijo que ésta podría muy bien ser la última vez que los viera, y sin embargo seguía sin sentir miedo, no por su persona. Quiso decirles algo, tal vez que les quería, que cualquiera de ellos valía más para él que mil Instrumentos Mortales y el poder que pudieran conferir. Pero las palabras no quisieron salir.
—Alec —se oyó decir—, lleva a Isabelle a la escala ahora o todos nosotros moriremos.
Alec le miró a los ojos y le sostuvo la mirada por un instante. Luego asintió y empujó a Isabelle, que seguía protestando, hacia la barandilla. La ayudó a subir a ella y luego a pasar al otro lado, y con un alivio inmenso Nicholas vio cómo la oscura cabeza de la joven desaparecía a medida que empezaba a descender por la escala.
«Y ahora tú, Alec —pensó—. Vete.»
Pero su amigo no se iba. Isabelle, fuera de la vista en aquellos momentos, lanzó un grito agudo de protesta cuando su hermano volvió a bajar de un salto de la barandilla sobre la cubierta del barco. El guisarme de Alec descansaba sobre la cubierta donde lo había dejado caer; lo asió entonces y avanzó para colocarse junto a Nicholas y enfrentarse al demonio que se aproximaba.
No consiguió llegar tan lejos. El demonio, que se le venía encima a Nicholas, efectuó un repentino viraje y fue hacia Alec con la ensangrentada trompa chasqueando a un lado y a otro ávidamente. Nicholas se volvió para cubrir a Alec, pero la cubierta de metal sobre la que estaba, podrida por el veneno, se hundió bajo él. El pie atravesó la plancha de acero, y Nicholas cayó violentamente sobre la cubierta.
Alec tuvo tiempo de chillar el nombre de Nicholas antes de que el demonio se abalanzara sobre él. Alec lo acuchilló con el guisarme, hundiendo profundamente el extremo afilado del arma en la carne del demonio. La criatura se echó atrás profiriendo un sobrecogedor alarido humano mientras que una sangre negra comenzaba a brotar a chorros de la herida. Alec retrocedió alargando la mano para coger otra arma justo cuando la garra del demonio le alcanzó con un trallazo, derribándole al suelo. Entonces, la trompa de la criatura se enroscó a su alrededor.
Isabelle chillaba. Nicholas forcejeó desesperadamente para sacar la pierna del agujero de la cubierta; afilados bordes de metal se le clavaron cuando consiguió liberarse de un tirón y se incorporó tambaleante.
Alzó a Samandiriel. Una potente luz, brillante como una estrella fugaz, surgió del cuchillo serafín. El demonio reculó emitiendo un quedo siseo. Relajó la presión sobre Alec, y por un momento, Nicholas pensó que tal vez fuera a soltarle. Entonces la criatura echó la cabeza hacia atrás con repentina y sobrecogedora rapidez y lanzó a Alec con una fuerza descomunal. Éste chocó contra la cubierta que la sangre volvía resbaladiza, patinó sobre ella… y cayó, con un único grito ronco, por el costado del barco.
Isabelle chillaba a todo pulmón el nombre de su hermano; sus alaridos eran como púas que se clavaban en los oídos de Nicholas. Samandiriel seguía llameando en su mano. La luz del arma iluminó al demonio, que avanzaba majestuoso hacia él con una mirada de insecto brillante y rapaz, pero lo único que Nicholas podía ver era a Alec; a Alec cayendo por el costado del barco, a Alec ahogándose en las negras aguas. Le pareció sentir el sabor de agua marina en la boca, o quizá fuera sangre. El demonio estaba casi sobre él; alzó el Samandiriel y lo arrojó. El demonio chilló con un sonido agudo y angustioso. Y entonces la cubierta cedió bajo Nicholas con un escalofriante chirrido de metal y el muchacho cayó a la oscuridad.
:wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut:
Okay! Todo esta de color hormiga!
La Inquisidora murió protegiendo a Nicholas :(L):
Alguna de ustedes tiene idea de porque (? :fiu:
& no fue pq al final ella se haya equivocado respecto a él & Valentine! :fiu:
Alguna otra idea! (? :scratch:
Bueno ahora si que estamos llegando al final! ;)
Vuelvo más tarde con más! :D
Disfruten el capitulo! :hug:
\^.^/
Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
yo pienso que la Inquisidora descubrio algo!!! :wut: pero que es??
tengo la sospecha de que Nicholas no es hijo de Valentine :suspect:
porque si nos ponemos a pensar el no se parece a Valentine
bueno físicamente porque en modo un poco :¬¬:
en cambio la rayiz se parece a Valentine
entonces asi Nick y la rayiz podran estar juntos :twisted:
hay nooo todos estan muriendo :lloro:
ahora que pasar no se pueden morir si no no va haber historia
que feo que murio la Inquisidora, aunque fue por salvar a Nick
siguela!!!!
tengo la sospecha de que Nicholas no es hijo de Valentine :suspect:
porque si nos ponemos a pensar el no se parece a Valentine
bueno físicamente porque en modo un poco :¬¬:
en cambio la rayiz se parece a Valentine
entonces asi Nick y la rayiz podran estar juntos :twisted:
hay nooo todos estan muriendo :lloro:
ahora que pasar no se pueden morir si no no va haber historia
que feo que murio la Inquisidora, aunque fue por salvar a Nick
siguela!!!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
OMJ creo que tengo mis ligeras sospechas
Del porqué murió la inquisidora salvando a Nick
OMJ esto esta cada vez más intenso me encanta
Ahhhhhh plis siguelaaaaaaaaaa
La rayis estará bien cierto??
OMJ. Valentine ha descubierto los sentimientos
De la rayis y Nick pero vaaaa eso que le importa
Ojalá no se agarré de eso para hacerles más daño
OMJ siguela yaaaaaa!!
Oye por cierto soy una grosera ha e unos días me dijiste
Que podíamos hablar por Twitter cierto?? O lo soñé hahaha
Va como sea!! Aún no se sí te sigo creo que si cual es tu cuenta??
Del porqué murió la inquisidora salvando a Nick
OMJ esto esta cada vez más intenso me encanta
Ahhhhhh plis siguelaaaaaaaaaa
La rayis estará bien cierto??
OMJ. Valentine ha descubierto los sentimientos
De la rayis y Nick pero vaaaa eso que le importa
Ojalá no se agarré de eso para hacerles más daño
OMJ siguela yaaaaaa!!
Oye por cierto soy una grosera ha e unos días me dijiste
Que podíamos hablar por Twitter cierto?? O lo soñé hahaha
Va como sea!! Aún no se sí te sigo creo que si cual es tu cuenta??
Karli Jonas
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:yo pienso que la Inquisidora descubrio algo!!! :wut: pero que es??
tengo la sospecha de que Nicholas no es hijo de Valentine :suspect:
porque si nos ponemos a pensar el no se parece a Valentine
bueno físicamente porque en modo un poco :¬¬:
en cambio la rayiz se parece a Valentine
entonces asi Nick y la rayiz podran estar juntos :twisted:
hay nooo todos estan muriendo :lloro:
ahora que pasar no se pueden morir si no no va haber historia
que feo que murio la Inquisidora, aunque fue por salvar a Nick
siguela!!!!
Así es, ella descubrió algo, PERO, No te diré que! xD :P
Así es, todos están callendo en batalla!
Veremos como acaba esto! :sad:
\^.^/ Ya la sigo!
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
Karli Jonas escribió:OMJ creo que tengo mis ligeras sospechas
Del porqué murió la inquisidora salvando a Nick
OMJ esto esta cada vez más intenso me encanta
Ahhhhhh plis siguelaaaaaaaaaa
La rayis estará bien cierto??
OMJ. Valentine ha descubierto los sentimientos
De la rayis y Nick pero vaaaa eso que le importa
Ojalá no se agarré de eso para hacerles más daño
OMJ siguela yaaaaaa!!
Oye por cierto soy una grosera ha e unos días me dijiste
Que podíamos hablar por Twitter cierto?? O lo soñé hahaha
Va como sea!! Aún no se sí te sigo creo que si cual es tu cuenta??
:D Esperemos que sean ciertas tus sospechas! :roll:
Lo sé, esto se pone cada vez mejor!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Todos deben de estar bien! :pokerface:
Sip Valentine lo sabe! & no lo va a usar para hacer el bien
créeme! :¬¬: :¬¬:
Sip, me tienes agregada, te mande mención, espero respuesta! ;)
\^.^/ Ya la sigo!
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
• DIESIRAE - CAPITULO 19 (Parte 1)•
—Te equivocas —dijo ____(tn), pero su voz carecía de convicción—. No sabes nada sobre mí o Nicholas. Simplemente intentas…
—¿Qué? Intento llegar hasta ti, ____(tn). Hacerte comprender.
No había ningún sentimiento en la voz de Valentine que ____(tn) pudiera detectar más allá de una leve diversión.
—Te estás riendo de nosotros. Crees que puedes utilizarme para hacer daño a Nicholas, así que te ríes de nosotros. Ni siquiera estás enojado —añadió—. Un auténtico padre estaría enojado.
—Soy un auténtico padre. La misma sangre que corre por mis venas corre por las tuyas.
—Tú no eres mi padre. Luke lo es —replicó ____(tn), casi con voz cansina—. Ya hemos hablado de esto.
—Sólo consideras a Luke como tu padre por su relación con tu madre…
—¿Su relación? —____(tn) lanzó una sonora carcajada—. Luke y mi madre son amigos.
Por unos segundos estuvo segura de que veía pasar una expresión de sorpresa por el rostro de Valentine. «Pero ¿es eso verdad?», fue todo lo que él dijo.
—¿Realmente crees que él soportó todo esto… —añadió luego—, Lucian, quiero decir…, esta vida de silencio y de ocultarse y huir, esta devoción a la protección de un secreto que ni siquiera él comprendía por completo, simplemente por amistad? A tu edad sabes muy poco sobre la gente, ____(tn), y menos sobre los hombres.
—Puedes hacer todas las insinuaciones sobre Luke que desees. No servirá de nada. Estás equivocado respecto a él, igual que te equivocas con Nicholas. Tienes que darle a todo el mundo motivos egoístas para lo que hacen, porque sólo eres capaz de comprender motivos egoístas.
—¿Es eso lo que sería si él amara a tu madre? ¿Egoísta? —preguntó Valentine— ¿Qué hay del interesado en el amor, ____(tn)? ¿O es que tú sientes, en lo más profundo, que tu precioso Lucian no es ni realmente humano ni realmente capaz de sentimientos como los comprenderíamos nosotros…?
—Luke es tan humano como lo soy yo —le echó en cara ella—. Tú sólo eres un fanático.
—Claro que no —replicó Valentine—. Soy cualquier cosa excepto eso. —Se le acercó un poco más, y ella fue a colocarse frente a la Espada, ocultándola de sus ojos—. Piensas así de mí porque me miras a mí y a lo que hago a través de la lente de tu comprensión mundana del mundo. Los mundanos crean distinciones entre ellos mismos, distinciones que parecen ridículas a cualquier cazador de sombras. Sus distinciones están basadas en la raza, la religión, la identidad nacional, en cualquiera de una docena de indicadores menores e irrelevantes.
Para los mundanos estas distinciones entre ellos mismos, distinciones que parecen lógicas, pues aunque no pueden ver, comprender o reconocer la existencia de los mundos demoníacos, enterrada aún en algún lugar de sus antiquísimos recuerdos, poseen la información de que deambulando por esta tierra hay seres que son «distintos», que no pertenecen aquí, y cuya única intención es hacer daño y destruir. Puesto que la amenaza de los demonios es invisible para los mundanos, éstos deben asignar la amenaza a otros de su propia especie. Colocan el rostro de su enemigo sobre el rostro del vecino, y de este modo quedan aseguradas generaciones de sufrimiento. —Dio otro paso hacia ella y ____(tn) retrocedió instintivamente; su cuerpo tocaba ya el baúl—. Yo no soy así —siguió él—. Yo puedo ver la verdad. Los mundanos ven como a través de un espejo, oscuramente, pero los cazadores de sombras… nosotros vemos cara a cara. Conocemos la verdad del mal y sabemos qué, si bien anda entre nosotros, no es algo nuestro. A lo que no pertenece a nuestro mundo no se le debe permitir echar raíces aquí, crecer como una flor venenosa y extinguir toda vida.
____(tn) había tenido la intención de ir a por la Espada y luego a por Valentine, pero sus palabras la impresionaron. Tenía una voz tan suave, tan persuasiva, y también ella pensaba que a los demonios no se les debía permitir que permanecieran en la tierra para consumirla y convertirla en cenizas como ya habían consumido tantos otros mundos… Casi tenía sentido lo que él decía, pero…
—Luke no es un demonio —afirmó.
—Me da la impresión, ____(tn) —repuso Valentine—, de que has tenido muy poca experiencia sobre lo que es y no es un demonio. Has conocido a unos pocos subterráneos que te han parecido muy amables, y es a través de la lente de su amabilidad que miras el mundo. Los demonios, para ti, son criaturas espantosas que saltan de la oscuridad para desgarrar y matar. Y existen tales criaturas. Pero también existen demonios profundamente sutiles que saben ocultarse muy bien, demonios que deambulan entre humanos sin ser reconocidos y sin que se les ponga trabas. Sin embargo les he visto hacer cosas tan atroces que sus colegas demonios parecían delicadas criaturas en comparación. Conocí a un demonio en Londres que se hacía pasar por un poderoso financiero. Jamás estaba solo, así que me resultó difícil acercarme lo suficiente para matarlo, aunque yo sabía lo que era. Hacía que sus sirvientes le llevaran animales y niños pequeños; cualquier cosa que fuese pequeña e indefensa…
—Para. —____(tn) se llevó las manos a los oídos—. No quiero oírlo.
Pero la voz de Valentine siguió con su perorata, inexorable, amortiguada, pero no inaudible.
—Los devoraba despacio, a lo largo de muchos días. Tenía sus trucos, sus modos de mantenerlos con vida en medio de las peores torturas imaginables. Si puedes imaginar a un niño intentando arrastrarse hacia ti con la mitad del cuerpo arrancado…
—¡Para! —____(tn) apartó violentamente las manos de las orejas—. ¡Es suficiente, suficiente!
—Los demonios se alimentan de muerte, dolor y locura —continuó Valentine—. Cuando yo mato, es porque debo. Tú has crecido en un paraíso falsamente hermoso, rodeado de frágiles paredes de cristal, hija mía. Tu madre creó el mundo en el que quería vivir y te crió en él, pero jamás te contó que todo era una ilusión. Y todo el tiempo los demonios aguardaban, con sus armas de sangre y terror, para hacer añicos el cristal y liberarte de la mentira.
—Tú hiciste pedazos esas paredes —musitó ____(tn)—. Fuiste tú quién me arrastró a todo esto. Nadie más que tú.
—¿Y el cristal que te cortó, el dolor que sentiste, la sangre? ¿Me culpas también de eso? No fui yo quién te metió en la prisión.
—Para. Deja ya de hablar.
A ____(tn) le zumbaba la cabeza. Quería gritarle: «¡Tú secuestraste a mi madre, tú lo hiciste, es culpa tuya!». Pero había empezado a ver lo que Luke había querido decir al indicar que no se podía discutir con Valentine. De algún modo, éste había hecho que le fuera imposible estar en desacuerdo con él sin sentir que estaba defendiendo a demonios que partían a niños a mordiscos. Se preguntó cómo lo había soportado Nicholas todos aquellos años, viviendo a la sombra de aquella personalidad exigente y abrumadora. Empezó a ver de dónde provenía la arrogancia de Nicholas, la arrogancia y las emociones cuidadosamente controladas.
El borde del pequeño baúl se le estaba clavando en la parte posterior de las piernas. Podía sentir el frío que emanaba de la Espada, que hacía que los pelos del cogote se le erizaban.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —preguntó a Valentine.
—¿Qué te hace pensar que quiero algo de ti?
—No estarías charlando conmigo de lo contrario. Me habrías dado un porrazo en la cabeza y estarías esperando para… para llevar a cabo cualquiera que sea el siguiente paso después de esto.
—El siguiente paso —respondió él— es que tus amigos cazadores de sombras te localicen y que yo les diga que si quieren recuperarte con vida tendrán que cambiar a la chica loba por ti. Todavía necesito su sangre.
—¡Jamás me cambiarán por Maia!
—Ahí es donde te equivocas —replicó Valentine—. Conocen el valor de un subterráneo comparado con el de un niño cazador de sombras. Harán el trueque. La Clave lo exige.
—¿La Clave? ¿Quieres decir… que es parte de la Ley?
—Codificada en su existencia misma —repuso él—. Ahora ¿lo ves? No somos tan diferentes, La Clave y yo, o Jonathan y yo, o incluso tú y yo, ____(tn). Simplemente tenemos un pequeño desacuerdo respecto al método. —Sonrió y se adelantó para recorrer el espacio que mediaba entre ellos.
Moviéndose con más rapidez de la que se había creído capaz, ____(tn) llevó la mano detrás de ella y agarró la Espada. Era tan pesada como había pensando que sería, tan pesada que casi perdió el equilibro. Extendiendo una mano para estabilizarse, la lanzó y apuntó con la hoja a Valentine.
La caída de Nicholas finalizó abruptamente cuando se golpeó contra la dura superficie de metal con la fuerza suficiente como para que le castañetearan los dientes. Tosió, notando el sabor a sangre en la boca, y se incorporó penosamente.
Estaba de pie sobre una pasarela de metal pintada de un verde apagado. El interior del barco estaba hueco; era una enorme cámara resonante de metal con oscuras paredes que se curvaban hacia fuera. Al mirar arriba, Nicholas pudo ver un diminuto pedazo de cielo estrellado a través del agujero humeante del casco, que quedaba a bastante altura.
El vientre del barco era un laberinto de pasarelas y escalas que parecían no conducir a ninguna parte, retorciéndose unas sobre otras como las tripas de una serpiente gigante. Hacía un frío glacial. Nicholas pudo ver cómo el aliento le surgía en blancas volutas al espirar. Había muy poca luz. Entrecerró los ojos para ver en las sombras; luego metió la mano en el bolsillo para sacar su piedra-runa de luz mágica.
Su resplandor blanco iluminó la penumbra. La pasarela era larga, con una escala en el extremo opuesto que descendía a un nivel inferior. Mientras Nicholas iba hacia ella, algo centelleó a sus pies.
Se inclinó. Era una estela. No pudo evitar mirar fijamente a su alrededor, casi como si esperara que alguien se materializara surgiendo de las sombras; ¿cómo demonios había ido a parar allí abajo una estela de cazador de sombras? La recogió con cuidado. Todas las estelas poseían una especie de aura, una huella fantasmal de la personalidad del propietario. Aquélla le produjo una sacudida de doloroso reconocimiento. ____(tn).
Una repentina risa queda rompió el silencio. Nicholas se volvió en redondo, mientras se metía la estela en el cinturón. Bajo el resplandor de la luz mágica, distinguió una figura oscura al final de la pasarela. El rostro quedaba oculto en la sombra.
—¿Quién anda ahí? —llamó.
No hubo respuesta, únicamente la sensación de que alguien se reía de él. Nicholas se llevó automáticamente la mano al cinto, pero había soltado el cuchillo serafín al caer. Se había quedado sin armas.
Pero ¿qué le había enseñado su padre siempre? Usada correctamente, casi cualquier cosa podía ser una arma. Avanzó despacio hacia la figura, los ojos asimilando los distintos detalles de lo que lo rodeaba: un travesaño al que podía agarrarse para balancearse y lanzar patadas; un saliente retorcido de metal roto contra el que podía lanzar a un adversario, perforándole la columna vertebral. Todos aquellos pensamientos pasaron por su mente en una fracción de segundo, la única fracción de segundo antes de que la figura del final de la pasarela se volviera, con los blancos cabellos brillando bajo la luz mágica, y Nicholas le reconociera.
Nicholas se detuvo en seco.
—¿Padre? ¿Eres tú?
Lo primero que notó Alec fue el frío glacial. Lo segundo fue que no podía respirar. Intentó inspirar aire y su cuerpo se convulsionó. Se sentó muy erguido, expulsando sucia agua del río de los pulmones en un amargo vómito que hizo que diera arcadas y se atragantase.
Finalmente pudo respirar, aunque parecía que le ardieran los pulmones. Jadeando, miró a su alrededor. Estaba sentado en una plataforma de metal de chapa… no, estaba en la parte trasera de una camioneta. Una camioneta, que flotaba en medio del río. De los cabellos y la ropa le chorreaba agua helada. Y Magnus Bane estaba sentado frente a él, contemplándole con ambarinos ojos felinos que brillaban en la oscuridad.
Los dientes empezaron a castañetearle.
—¿Qué… qué ha pasado?
—Intentaste beberte el East River —respondió Magnus, y Alec vio, como si fuera por primera vez, que las ropas de Magnus también estaban empapadas y se pegaban al cuerpo como una segunda oscura piel—. Te he sacado.
A Alec le martilleaba la cabeza. Se palpó el cinturón en busca de la estela, pero había desaparecido. Intentó recordar: el barco, invadido de demonios; Isabelle que caía y Nicholas agarrándola; sangre por todas partes, el demonio que atacaba…
—¡Isabelle! Estaba descendiendo cuando caí…
—Está perfectamente. Ha conseguido llegar a una embarcación. La he visto. —Magnus alargó la mano para tocar la cabeza de Alec—. Tú, por otra parte, podrías padecer una conmoción cerebral.
—Tengo que regresar a la batalla. —Alec le apartó la mano—. Eres un brujo. ¿No puedes, no sé, hacer que vuele de vuelta al barco o algo y arreglar lo de mi conmoción al mismo tiempo?
Magnus, con la mano todavía extendida, se recostó contra el costado de la plataforma de la camioneta. A la luz de las estrellas, sus ojos eran esquilas de color verde y dorado, duras y planas como gemas.
—Lo siento —se disculpó Alec, al notar cómo habían sonado sus palabras, aunque seguía sintiendo que Magnus debería darse cuenta de que llegar al barco era lo más importante—. Sé que no tienes que ayudarnos… Es un favor…
—Para. Yo no te hago favores, Alec. Yo hago cosas por ti por que…, bueno, ¿por qué crees que lo hago?
Algo se alzó en la garganta del muchacho, interrumpiendo su respuesta. Era siempre así cuando estaba con Magnus. Era como si una brújula de dolor o pesar habitara dentro de su corazón, y cuando quería decir algo, cualquier cosa que parecía importante o cierta, se alzaba y ahogaba las palabras.
—Tengo que regresar al barco —repitió, finalmente.
Magnus parecía demasiado cansado para sentirse siquiera enojado.
—Te ayudaría —repuso—. Pero no puedo. Despojar al barco de las salvaguardas protectoras ya ha sido bastante terrible…, es un hechizo poderoso, muy poderoso, con una base demoníaca…, pero cuando has caído, he tenido que colocar a toda prisa un hechizo en la furgoneta para que no se hundiera si yo perdía el conocimiento. Y perderé el conocimiento, Alec. Es sólo cuestión de tiempo. —Se pasó una mano por los ojos—. No quería que te ahogaras —murmuró—. El hechizo debería durar lo suficiente para que consigas llevar la camioneta de vuelta a tierra.
—No… me he dado cuenta.
Alec miró a Magnus, que tenía trescientos años, pero que siempre había parecido intemporal, como si hubiese dejado de envejecer alrededor de los diecinueve años. En aquellos momentos tenía marcadas arrugas en la piel que le rodeaba ojos y boca. El pelo que le colgaba lacio sobre la frente y los hombros hundidos no formaban parte de su acostumbrada postura despreocupada, sino que reflejaba su absoluto agotamiento.
Alec extendió las manos. Bajo la luz de la luna, se veían pálidas y arrugadas por el agua y salpicadas de docenas de cicatrices plateadas. Magnus las contempló, y luego contempló a Alec, con la confusión ensombreciéndole la mirada.
—Cógeme las manos —ofreció Alec—. Y coge también mi energía. La que necesites… para seguir funcionando.
Magnus no se movió.
—Pensaba que tenías que regresar al barco.
—Tengo que pelear —respondió él—. Pero eso es lo que tú estás haciendo, ¿verdad? Participas en la pelea tanto como los cazadores de sombras que hay en el barco… y sé que puedes coger parte de mi energía, he oído hablar de brujos que lo han hecho… así que te la ofrezco. Tómala. Es tuya.
Valentine sonrió. Lucía su coraza negra y unos guanteletes que brillaban como los caparazones de negros insectos.
—Hijo mío.
—No me llames así —replicó Nicholas, y luego, notando que le empezaban a temblar las manos añadió—: ¿Dónde está ____(tn)?
Valentine seguía sonriendo.
—Me desafió —respondió—. Tuve que darle una lección.
—¿Qué le has hecho?
—Nada. —Valentine se acercó más a Nicholas, lo bastante cerca para tocarle de haber alargado la mano; no lo hizo—. Nada de lo que no vaya a recuperarse.
Nicholas cerró el puño con fuerza para que su padre no lo viera temblar.
—Quiero verla.
—¿De veras? ¿Con todo esto en marcha? —Valentine echó un vistazo hacia lo alto, como si pudiese ver a través del casco del barco la carnicería que tenía lugar en la cubierta—. Yo habría pensado que querrías estar combatiendo con el resto de tus amigos cazadores de sombras. Es una lástima que sus esfuerzos sean vanos.
—Eso no lo sabes.
—Sí lo sé. Por cada uno de ellos, puedo invocar a un millar de demonios. Ni siquiera los mejores nefilim pueden resistir ante tal desventaja. Como en el caso —añadió— de la pobre Imogen.
—¿Cómo sabes…?
—Veo todo lo que sucede en mi barco. —Los ojos de Valentine se entrecerraron— Sabes que es culpa tuya que muriera, ¿verdad?
Nicholas inspiró con fuerza. Sentía que el corazón le martilleaba como si quisiera saltarle fuera del pecho.
—De no ser por ti, ninguno de ellos habría venido al barco —continuó Valentine—. Creían que te estaban rescatando, ya sabes. Si sólo se hubiese tratado de los dos subterráneos, no se habrían molestado.
Nicholas casi lo había olvidado.
—Simon y Maia…
—Bueno, están muertos. Los dos. —El tono de Valentine era despreocupado, incluso indulgente—. ¿Cuántos tienen que morir, Nicholas, antes de que veas la verdad?
Nicholas sintió como si tuviera la cabeza llena de un remolino de humo. El hombro le ardía de dolor.
—Ya hemos tenido esta conversación. Estás equivocado, padre. Tal vez puedas estar en lo cierto respecto a demonios, incluso puede que tengas razón sobre la Clave, pero éste no es el modo…
—Me refiero —le interrumpió Valentine— a ¿cuándo te darás cuenta de que eres igual que yo?
A pesar del frío, Nicholas había empezado a sudar.
—¿Qué?
—Tú y yo somos iguales —respondió Valentine—. Tal y como me dijiste antes, tú eres lo que yo te hice ser, y te convertí en una copia de mí mismo. Tienes mi coraje. Y posees esa cualidad que hace que otros den su vida por ti sin vacilar.
Algo martilleó en el fondo de la mente de Nicholas. Algo que debería saber, o que había olvidado; el hombro le ardía…
—¡No quiero que la gente dé su vida por mí! —gritó.
—No. Sí que lo quieres. Te gusta saber que Alec e Isabelle morirían por ti. Que tu hermana lo haría. La Inquisidora sí murió por ti, ¿no es así, Jonathan? Y tú te quedaste a un lado y la dejaste…
—¡No!
—Eres igual que yo… No es de extrañar, ¿verdad? Somos padre e hijo, ¿por qué no deberíamos ser iguales?
—¡No!
Con un movimiento veloz Nicholas tiró del retorcido saliente de metal, que se desprendió de la pared con un resonante chasquido; el borde roto había quedado serrado y muy afilado.
—¡No soy como tú! —chilló, y hundió el saliente de metal en el pecho de su padre.
Valentine abrió la boca y retrocedió tambaleante, con el extremo del trozo de metal sobresaliéndole del pecho. Por un momento, Nicholas sólo pudo mirarle, pensando: «Me he equivocado… es realmente él…», pero entonces, Valentine pareció plegarse sobre sí mismo, y él cuerpo fue desmoronándose como si fuese arena. El aire se llenó de olor a quemado mientras el cuerpo de Valentine se convertía en cenizas y se dispersaba en el aire helado.
—Agramon —musitó, y cayó de rodillas sobre la pasarela.
Fueron sólo unos pocos instantes los que pasó arrodillado en el suelo mientras el martilleo de su pulso iba aminorando, pero a Nicholas le pareció una eternidad. Cuando finalmente se levantó, tenía las piernas agarrotadas por el frío y las yemas de los dedos azules. El aire apestaba a quemado, aunque no había ni rastro de Agramon.
Recuperó el pedazo de metal y, agarrándolo con una mano, Nicholas se encaminó a la escala situada al final de la pasarela. El esfuerzo de descender penosamente sólo con la mano libre le aclaró la cabeza. Saltó del último travesaño encontrándose una segunda pasarela estrecha que discurría a lo largo de la pared de metal en una enorme bodega. Había docenas de otras pasarelas recorriendo las paredes y toda una variedad de tuberías y maquinaria. Se oían estallidos procedentes del interior de las tuberías, y de vez en cuando alguna de ellas soltaba un chorro de lo que parecía vapor, aunque el aire seguía siendo glacial.
«Vaya la que te has montando aquí, padre», pensó Nicholas. El desnudo interior industrial del barco no encajaba con el Valentine que él conocía, que era muy quisquilloso incluso respecto al tipo de cristal tallado del que estaban hechas sus licoreras. Nicholas miró alrededor. Lo que había allí abajo era un laberinto; no habría modo de saber en qué dirección debía salir. Se volvió para descender por la siguiente escala y advirtió una marca roja en el suelo de metal.
Sangre. La rascó con la punta de la bota. Todavía estaba húmeda, ligeramente viscosa. Sangre fresca. Se le aceleró el pulso. Recorrió un tramo más de pasarela, vio otra mancha roja, y luego otra un poco más allá, como un rastro de migas de pan en un cuento de hadas.
Nicholas siguió la sangre, las botas resonando contra la plancha de metal. La pauta que seguían las salpicaduras de sangre era peculiar, no era como si hubiese habido una lucha, sino más bien como si hubiesen transportado a alguien, sangrando, por la pasarela…
Llegó a una puerta. Estaba hecha de metal negro, con abolladuras y muescas aquí y allá. La huella ensangrentada de una mano estaba alrededor del pomo. Asiendo con más fuerza el irregular trozo de metal, Nicholas empujó la puerta.
Una oleada de aire aún más frío le golpeó. Nicholas inhaló con fuerza. La habitación estaba vacía excepto por una tubería de metal que discurría a lo largo de una pared y lo que parecía un montón de arpillera en el rincón. Penetraba un poco de luz a través de un ojo de buey situado muy arriba en la pared. Cuando Nicholas avanzó con cautela, la luz del ojo de buey cayó sobre el montón del rincón, y el muchacho se dio cuenta de que no era una pila de basura en absoluto,si no un cuerpo.
El corazón de Nicholas empezó a golpearle en el pecho como una puerta sin cerrar en un vendaval.
El suelo de metal estaba cubierto de sangre pegajosa. Sus botas se soltaban de él con un desagradable sonido de succión mientras cruzaba la habitación e iba a inclinarse junto a la figura hecha un ovillo en el rincón. Un chico moreno vestido con vaqueros y camiseta azul empapada en sangre.
Nicholas agarró el cuerpo por el hombro y tiró de él. Éste se volvió, laxo y sin fuerza, los ojos castaños mirando sin vida hacia el techo. Nicholas sintió un nudo en la garganta. Era Simon, y estaba blanco como el papel. Tenía un feo tajo en la base de la garganta, y también en ambas muñecas, dejando abiertas heridas irregulares.
Nicholas cayó de rodillas, sujetando aún el hombro de Simon. Pensó con desesperación en ____(tn), en su dolor cuando lo descubriera, en el modo en que le había apretado las manos entre las suyas, con tanta fuerza en aquellos dedos pequeños. «Encuentra a Simon. Sé que lo harás.»
Y lo había hecho. Pero demasiado tarde.
—¿Qué? Intento llegar hasta ti, ____(tn). Hacerte comprender.
No había ningún sentimiento en la voz de Valentine que ____(tn) pudiera detectar más allá de una leve diversión.
—Te estás riendo de nosotros. Crees que puedes utilizarme para hacer daño a Nicholas, así que te ríes de nosotros. Ni siquiera estás enojado —añadió—. Un auténtico padre estaría enojado.
—Soy un auténtico padre. La misma sangre que corre por mis venas corre por las tuyas.
—Tú no eres mi padre. Luke lo es —replicó ____(tn), casi con voz cansina—. Ya hemos hablado de esto.
—Sólo consideras a Luke como tu padre por su relación con tu madre…
—¿Su relación? —____(tn) lanzó una sonora carcajada—. Luke y mi madre son amigos.
Por unos segundos estuvo segura de que veía pasar una expresión de sorpresa por el rostro de Valentine. «Pero ¿es eso verdad?», fue todo lo que él dijo.
—¿Realmente crees que él soportó todo esto… —añadió luego—, Lucian, quiero decir…, esta vida de silencio y de ocultarse y huir, esta devoción a la protección de un secreto que ni siquiera él comprendía por completo, simplemente por amistad? A tu edad sabes muy poco sobre la gente, ____(tn), y menos sobre los hombres.
—Puedes hacer todas las insinuaciones sobre Luke que desees. No servirá de nada. Estás equivocado respecto a él, igual que te equivocas con Nicholas. Tienes que darle a todo el mundo motivos egoístas para lo que hacen, porque sólo eres capaz de comprender motivos egoístas.
—¿Es eso lo que sería si él amara a tu madre? ¿Egoísta? —preguntó Valentine— ¿Qué hay del interesado en el amor, ____(tn)? ¿O es que tú sientes, en lo más profundo, que tu precioso Lucian no es ni realmente humano ni realmente capaz de sentimientos como los comprenderíamos nosotros…?
—Luke es tan humano como lo soy yo —le echó en cara ella—. Tú sólo eres un fanático.
—Claro que no —replicó Valentine—. Soy cualquier cosa excepto eso. —Se le acercó un poco más, y ella fue a colocarse frente a la Espada, ocultándola de sus ojos—. Piensas así de mí porque me miras a mí y a lo que hago a través de la lente de tu comprensión mundana del mundo. Los mundanos crean distinciones entre ellos mismos, distinciones que parecen ridículas a cualquier cazador de sombras. Sus distinciones están basadas en la raza, la religión, la identidad nacional, en cualquiera de una docena de indicadores menores e irrelevantes.
Para los mundanos estas distinciones entre ellos mismos, distinciones que parecen lógicas, pues aunque no pueden ver, comprender o reconocer la existencia de los mundos demoníacos, enterrada aún en algún lugar de sus antiquísimos recuerdos, poseen la información de que deambulando por esta tierra hay seres que son «distintos», que no pertenecen aquí, y cuya única intención es hacer daño y destruir. Puesto que la amenaza de los demonios es invisible para los mundanos, éstos deben asignar la amenaza a otros de su propia especie. Colocan el rostro de su enemigo sobre el rostro del vecino, y de este modo quedan aseguradas generaciones de sufrimiento. —Dio otro paso hacia ella y ____(tn) retrocedió instintivamente; su cuerpo tocaba ya el baúl—. Yo no soy así —siguió él—. Yo puedo ver la verdad. Los mundanos ven como a través de un espejo, oscuramente, pero los cazadores de sombras… nosotros vemos cara a cara. Conocemos la verdad del mal y sabemos qué, si bien anda entre nosotros, no es algo nuestro. A lo que no pertenece a nuestro mundo no se le debe permitir echar raíces aquí, crecer como una flor venenosa y extinguir toda vida.
____(tn) había tenido la intención de ir a por la Espada y luego a por Valentine, pero sus palabras la impresionaron. Tenía una voz tan suave, tan persuasiva, y también ella pensaba que a los demonios no se les debía permitir que permanecieran en la tierra para consumirla y convertirla en cenizas como ya habían consumido tantos otros mundos… Casi tenía sentido lo que él decía, pero…
—Luke no es un demonio —afirmó.
—Me da la impresión, ____(tn) —repuso Valentine—, de que has tenido muy poca experiencia sobre lo que es y no es un demonio. Has conocido a unos pocos subterráneos que te han parecido muy amables, y es a través de la lente de su amabilidad que miras el mundo. Los demonios, para ti, son criaturas espantosas que saltan de la oscuridad para desgarrar y matar. Y existen tales criaturas. Pero también existen demonios profundamente sutiles que saben ocultarse muy bien, demonios que deambulan entre humanos sin ser reconocidos y sin que se les ponga trabas. Sin embargo les he visto hacer cosas tan atroces que sus colegas demonios parecían delicadas criaturas en comparación. Conocí a un demonio en Londres que se hacía pasar por un poderoso financiero. Jamás estaba solo, así que me resultó difícil acercarme lo suficiente para matarlo, aunque yo sabía lo que era. Hacía que sus sirvientes le llevaran animales y niños pequeños; cualquier cosa que fuese pequeña e indefensa…
—Para. —____(tn) se llevó las manos a los oídos—. No quiero oírlo.
Pero la voz de Valentine siguió con su perorata, inexorable, amortiguada, pero no inaudible.
—Los devoraba despacio, a lo largo de muchos días. Tenía sus trucos, sus modos de mantenerlos con vida en medio de las peores torturas imaginables. Si puedes imaginar a un niño intentando arrastrarse hacia ti con la mitad del cuerpo arrancado…
—¡Para! —____(tn) apartó violentamente las manos de las orejas—. ¡Es suficiente, suficiente!
—Los demonios se alimentan de muerte, dolor y locura —continuó Valentine—. Cuando yo mato, es porque debo. Tú has crecido en un paraíso falsamente hermoso, rodeado de frágiles paredes de cristal, hija mía. Tu madre creó el mundo en el que quería vivir y te crió en él, pero jamás te contó que todo era una ilusión. Y todo el tiempo los demonios aguardaban, con sus armas de sangre y terror, para hacer añicos el cristal y liberarte de la mentira.
—Tú hiciste pedazos esas paredes —musitó ____(tn)—. Fuiste tú quién me arrastró a todo esto. Nadie más que tú.
—¿Y el cristal que te cortó, el dolor que sentiste, la sangre? ¿Me culpas también de eso? No fui yo quién te metió en la prisión.
—Para. Deja ya de hablar.
A ____(tn) le zumbaba la cabeza. Quería gritarle: «¡Tú secuestraste a mi madre, tú lo hiciste, es culpa tuya!». Pero había empezado a ver lo que Luke había querido decir al indicar que no se podía discutir con Valentine. De algún modo, éste había hecho que le fuera imposible estar en desacuerdo con él sin sentir que estaba defendiendo a demonios que partían a niños a mordiscos. Se preguntó cómo lo había soportado Nicholas todos aquellos años, viviendo a la sombra de aquella personalidad exigente y abrumadora. Empezó a ver de dónde provenía la arrogancia de Nicholas, la arrogancia y las emociones cuidadosamente controladas.
El borde del pequeño baúl se le estaba clavando en la parte posterior de las piernas. Podía sentir el frío que emanaba de la Espada, que hacía que los pelos del cogote se le erizaban.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —preguntó a Valentine.
—¿Qué te hace pensar que quiero algo de ti?
—No estarías charlando conmigo de lo contrario. Me habrías dado un porrazo en la cabeza y estarías esperando para… para llevar a cabo cualquiera que sea el siguiente paso después de esto.
—El siguiente paso —respondió él— es que tus amigos cazadores de sombras te localicen y que yo les diga que si quieren recuperarte con vida tendrán que cambiar a la chica loba por ti. Todavía necesito su sangre.
—¡Jamás me cambiarán por Maia!
—Ahí es donde te equivocas —replicó Valentine—. Conocen el valor de un subterráneo comparado con el de un niño cazador de sombras. Harán el trueque. La Clave lo exige.
—¿La Clave? ¿Quieres decir… que es parte de la Ley?
—Codificada en su existencia misma —repuso él—. Ahora ¿lo ves? No somos tan diferentes, La Clave y yo, o Jonathan y yo, o incluso tú y yo, ____(tn). Simplemente tenemos un pequeño desacuerdo respecto al método. —Sonrió y se adelantó para recorrer el espacio que mediaba entre ellos.
Moviéndose con más rapidez de la que se había creído capaz, ____(tn) llevó la mano detrás de ella y agarró la Espada. Era tan pesada como había pensando que sería, tan pesada que casi perdió el equilibro. Extendiendo una mano para estabilizarse, la lanzó y apuntó con la hoja a Valentine.
*************************************
La caída de Nicholas finalizó abruptamente cuando se golpeó contra la dura superficie de metal con la fuerza suficiente como para que le castañetearan los dientes. Tosió, notando el sabor a sangre en la boca, y se incorporó penosamente.
Estaba de pie sobre una pasarela de metal pintada de un verde apagado. El interior del barco estaba hueco; era una enorme cámara resonante de metal con oscuras paredes que se curvaban hacia fuera. Al mirar arriba, Nicholas pudo ver un diminuto pedazo de cielo estrellado a través del agujero humeante del casco, que quedaba a bastante altura.
El vientre del barco era un laberinto de pasarelas y escalas que parecían no conducir a ninguna parte, retorciéndose unas sobre otras como las tripas de una serpiente gigante. Hacía un frío glacial. Nicholas pudo ver cómo el aliento le surgía en blancas volutas al espirar. Había muy poca luz. Entrecerró los ojos para ver en las sombras; luego metió la mano en el bolsillo para sacar su piedra-runa de luz mágica.
Su resplandor blanco iluminó la penumbra. La pasarela era larga, con una escala en el extremo opuesto que descendía a un nivel inferior. Mientras Nicholas iba hacia ella, algo centelleó a sus pies.
Se inclinó. Era una estela. No pudo evitar mirar fijamente a su alrededor, casi como si esperara que alguien se materializara surgiendo de las sombras; ¿cómo demonios había ido a parar allí abajo una estela de cazador de sombras? La recogió con cuidado. Todas las estelas poseían una especie de aura, una huella fantasmal de la personalidad del propietario. Aquélla le produjo una sacudida de doloroso reconocimiento. ____(tn).
Una repentina risa queda rompió el silencio. Nicholas se volvió en redondo, mientras se metía la estela en el cinturón. Bajo el resplandor de la luz mágica, distinguió una figura oscura al final de la pasarela. El rostro quedaba oculto en la sombra.
—¿Quién anda ahí? —llamó.
No hubo respuesta, únicamente la sensación de que alguien se reía de él. Nicholas se llevó automáticamente la mano al cinto, pero había soltado el cuchillo serafín al caer. Se había quedado sin armas.
Pero ¿qué le había enseñado su padre siempre? Usada correctamente, casi cualquier cosa podía ser una arma. Avanzó despacio hacia la figura, los ojos asimilando los distintos detalles de lo que lo rodeaba: un travesaño al que podía agarrarse para balancearse y lanzar patadas; un saliente retorcido de metal roto contra el que podía lanzar a un adversario, perforándole la columna vertebral. Todos aquellos pensamientos pasaron por su mente en una fracción de segundo, la única fracción de segundo antes de que la figura del final de la pasarela se volviera, con los blancos cabellos brillando bajo la luz mágica, y Nicholas le reconociera.
Nicholas se detuvo en seco.
—¿Padre? ¿Eres tú?
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Lo primero que notó Alec fue el frío glacial. Lo segundo fue que no podía respirar. Intentó inspirar aire y su cuerpo se convulsionó. Se sentó muy erguido, expulsando sucia agua del río de los pulmones en un amargo vómito que hizo que diera arcadas y se atragantase.
Finalmente pudo respirar, aunque parecía que le ardieran los pulmones. Jadeando, miró a su alrededor. Estaba sentado en una plataforma de metal de chapa… no, estaba en la parte trasera de una camioneta. Una camioneta, que flotaba en medio del río. De los cabellos y la ropa le chorreaba agua helada. Y Magnus Bane estaba sentado frente a él, contemplándole con ambarinos ojos felinos que brillaban en la oscuridad.
Los dientes empezaron a castañetearle.
—¿Qué… qué ha pasado?
—Intentaste beberte el East River —respondió Magnus, y Alec vio, como si fuera por primera vez, que las ropas de Magnus también estaban empapadas y se pegaban al cuerpo como una segunda oscura piel—. Te he sacado.
A Alec le martilleaba la cabeza. Se palpó el cinturón en busca de la estela, pero había desaparecido. Intentó recordar: el barco, invadido de demonios; Isabelle que caía y Nicholas agarrándola; sangre por todas partes, el demonio que atacaba…
—¡Isabelle! Estaba descendiendo cuando caí…
—Está perfectamente. Ha conseguido llegar a una embarcación. La he visto. —Magnus alargó la mano para tocar la cabeza de Alec—. Tú, por otra parte, podrías padecer una conmoción cerebral.
—Tengo que regresar a la batalla. —Alec le apartó la mano—. Eres un brujo. ¿No puedes, no sé, hacer que vuele de vuelta al barco o algo y arreglar lo de mi conmoción al mismo tiempo?
Magnus, con la mano todavía extendida, se recostó contra el costado de la plataforma de la camioneta. A la luz de las estrellas, sus ojos eran esquilas de color verde y dorado, duras y planas como gemas.
—Lo siento —se disculpó Alec, al notar cómo habían sonado sus palabras, aunque seguía sintiendo que Magnus debería darse cuenta de que llegar al barco era lo más importante—. Sé que no tienes que ayudarnos… Es un favor…
—Para. Yo no te hago favores, Alec. Yo hago cosas por ti por que…, bueno, ¿por qué crees que lo hago?
Algo se alzó en la garganta del muchacho, interrumpiendo su respuesta. Era siempre así cuando estaba con Magnus. Era como si una brújula de dolor o pesar habitara dentro de su corazón, y cuando quería decir algo, cualquier cosa que parecía importante o cierta, se alzaba y ahogaba las palabras.
—Tengo que regresar al barco —repitió, finalmente.
Magnus parecía demasiado cansado para sentirse siquiera enojado.
—Te ayudaría —repuso—. Pero no puedo. Despojar al barco de las salvaguardas protectoras ya ha sido bastante terrible…, es un hechizo poderoso, muy poderoso, con una base demoníaca…, pero cuando has caído, he tenido que colocar a toda prisa un hechizo en la furgoneta para que no se hundiera si yo perdía el conocimiento. Y perderé el conocimiento, Alec. Es sólo cuestión de tiempo. —Se pasó una mano por los ojos—. No quería que te ahogaras —murmuró—. El hechizo debería durar lo suficiente para que consigas llevar la camioneta de vuelta a tierra.
—No… me he dado cuenta.
Alec miró a Magnus, que tenía trescientos años, pero que siempre había parecido intemporal, como si hubiese dejado de envejecer alrededor de los diecinueve años. En aquellos momentos tenía marcadas arrugas en la piel que le rodeaba ojos y boca. El pelo que le colgaba lacio sobre la frente y los hombros hundidos no formaban parte de su acostumbrada postura despreocupada, sino que reflejaba su absoluto agotamiento.
Alec extendió las manos. Bajo la luz de la luna, se veían pálidas y arrugadas por el agua y salpicadas de docenas de cicatrices plateadas. Magnus las contempló, y luego contempló a Alec, con la confusión ensombreciéndole la mirada.
—Cógeme las manos —ofreció Alec—. Y coge también mi energía. La que necesites… para seguir funcionando.
Magnus no se movió.
—Pensaba que tenías que regresar al barco.
—Tengo que pelear —respondió él—. Pero eso es lo que tú estás haciendo, ¿verdad? Participas en la pelea tanto como los cazadores de sombras que hay en el barco… y sé que puedes coger parte de mi energía, he oído hablar de brujos que lo han hecho… así que te la ofrezco. Tómala. Es tuya.
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Valentine sonrió. Lucía su coraza negra y unos guanteletes que brillaban como los caparazones de negros insectos.
—Hijo mío.
—No me llames así —replicó Nicholas, y luego, notando que le empezaban a temblar las manos añadió—: ¿Dónde está ____(tn)?
Valentine seguía sonriendo.
—Me desafió —respondió—. Tuve que darle una lección.
—¿Qué le has hecho?
—Nada. —Valentine se acercó más a Nicholas, lo bastante cerca para tocarle de haber alargado la mano; no lo hizo—. Nada de lo que no vaya a recuperarse.
Nicholas cerró el puño con fuerza para que su padre no lo viera temblar.
—Quiero verla.
—¿De veras? ¿Con todo esto en marcha? —Valentine echó un vistazo hacia lo alto, como si pudiese ver a través del casco del barco la carnicería que tenía lugar en la cubierta—. Yo habría pensado que querrías estar combatiendo con el resto de tus amigos cazadores de sombras. Es una lástima que sus esfuerzos sean vanos.
—Eso no lo sabes.
—Sí lo sé. Por cada uno de ellos, puedo invocar a un millar de demonios. Ni siquiera los mejores nefilim pueden resistir ante tal desventaja. Como en el caso —añadió— de la pobre Imogen.
—¿Cómo sabes…?
—Veo todo lo que sucede en mi barco. —Los ojos de Valentine se entrecerraron— Sabes que es culpa tuya que muriera, ¿verdad?
Nicholas inspiró con fuerza. Sentía que el corazón le martilleaba como si quisiera saltarle fuera del pecho.
—De no ser por ti, ninguno de ellos habría venido al barco —continuó Valentine—. Creían que te estaban rescatando, ya sabes. Si sólo se hubiese tratado de los dos subterráneos, no se habrían molestado.
Nicholas casi lo había olvidado.
—Simon y Maia…
—Bueno, están muertos. Los dos. —El tono de Valentine era despreocupado, incluso indulgente—. ¿Cuántos tienen que morir, Nicholas, antes de que veas la verdad?
Nicholas sintió como si tuviera la cabeza llena de un remolino de humo. El hombro le ardía de dolor.
—Ya hemos tenido esta conversación. Estás equivocado, padre. Tal vez puedas estar en lo cierto respecto a demonios, incluso puede que tengas razón sobre la Clave, pero éste no es el modo…
—Me refiero —le interrumpió Valentine— a ¿cuándo te darás cuenta de que eres igual que yo?
A pesar del frío, Nicholas había empezado a sudar.
—¿Qué?
—Tú y yo somos iguales —respondió Valentine—. Tal y como me dijiste antes, tú eres lo que yo te hice ser, y te convertí en una copia de mí mismo. Tienes mi coraje. Y posees esa cualidad que hace que otros den su vida por ti sin vacilar.
Algo martilleó en el fondo de la mente de Nicholas. Algo que debería saber, o que había olvidado; el hombro le ardía…
—¡No quiero que la gente dé su vida por mí! —gritó.
—No. Sí que lo quieres. Te gusta saber que Alec e Isabelle morirían por ti. Que tu hermana lo haría. La Inquisidora sí murió por ti, ¿no es así, Jonathan? Y tú te quedaste a un lado y la dejaste…
—¡No!
—Eres igual que yo… No es de extrañar, ¿verdad? Somos padre e hijo, ¿por qué no deberíamos ser iguales?
—¡No!
Con un movimiento veloz Nicholas tiró del retorcido saliente de metal, que se desprendió de la pared con un resonante chasquido; el borde roto había quedado serrado y muy afilado.
—¡No soy como tú! —chilló, y hundió el saliente de metal en el pecho de su padre.
Valentine abrió la boca y retrocedió tambaleante, con el extremo del trozo de metal sobresaliéndole del pecho. Por un momento, Nicholas sólo pudo mirarle, pensando: «Me he equivocado… es realmente él…», pero entonces, Valentine pareció plegarse sobre sí mismo, y él cuerpo fue desmoronándose como si fuese arena. El aire se llenó de olor a quemado mientras el cuerpo de Valentine se convertía en cenizas y se dispersaba en el aire helado.
—Agramon —musitó, y cayó de rodillas sobre la pasarela.
Fueron sólo unos pocos instantes los que pasó arrodillado en el suelo mientras el martilleo de su pulso iba aminorando, pero a Nicholas le pareció una eternidad. Cuando finalmente se levantó, tenía las piernas agarrotadas por el frío y las yemas de los dedos azules. El aire apestaba a quemado, aunque no había ni rastro de Agramon.
Recuperó el pedazo de metal y, agarrándolo con una mano, Nicholas se encaminó a la escala situada al final de la pasarela. El esfuerzo de descender penosamente sólo con la mano libre le aclaró la cabeza. Saltó del último travesaño encontrándose una segunda pasarela estrecha que discurría a lo largo de la pared de metal en una enorme bodega. Había docenas de otras pasarelas recorriendo las paredes y toda una variedad de tuberías y maquinaria. Se oían estallidos procedentes del interior de las tuberías, y de vez en cuando alguna de ellas soltaba un chorro de lo que parecía vapor, aunque el aire seguía siendo glacial.
«Vaya la que te has montando aquí, padre», pensó Nicholas. El desnudo interior industrial del barco no encajaba con el Valentine que él conocía, que era muy quisquilloso incluso respecto al tipo de cristal tallado del que estaban hechas sus licoreras. Nicholas miró alrededor. Lo que había allí abajo era un laberinto; no habría modo de saber en qué dirección debía salir. Se volvió para descender por la siguiente escala y advirtió una marca roja en el suelo de metal.
Sangre. La rascó con la punta de la bota. Todavía estaba húmeda, ligeramente viscosa. Sangre fresca. Se le aceleró el pulso. Recorrió un tramo más de pasarela, vio otra mancha roja, y luego otra un poco más allá, como un rastro de migas de pan en un cuento de hadas.
Nicholas siguió la sangre, las botas resonando contra la plancha de metal. La pauta que seguían las salpicaduras de sangre era peculiar, no era como si hubiese habido una lucha, sino más bien como si hubiesen transportado a alguien, sangrando, por la pasarela…
Llegó a una puerta. Estaba hecha de metal negro, con abolladuras y muescas aquí y allá. La huella ensangrentada de una mano estaba alrededor del pomo. Asiendo con más fuerza el irregular trozo de metal, Nicholas empujó la puerta.
Una oleada de aire aún más frío le golpeó. Nicholas inhaló con fuerza. La habitación estaba vacía excepto por una tubería de metal que discurría a lo largo de una pared y lo que parecía un montón de arpillera en el rincón. Penetraba un poco de luz a través de un ojo de buey situado muy arriba en la pared. Cuando Nicholas avanzó con cautela, la luz del ojo de buey cayó sobre el montón del rincón, y el muchacho se dio cuenta de que no era una pila de basura en absoluto,si no un cuerpo.
El corazón de Nicholas empezó a golpearle en el pecho como una puerta sin cerrar en un vendaval.
El suelo de metal estaba cubierto de sangre pegajosa. Sus botas se soltaban de él con un desagradable sonido de succión mientras cruzaba la habitación e iba a inclinarse junto a la figura hecha un ovillo en el rincón. Un chico moreno vestido con vaqueros y camiseta azul empapada en sangre.
Nicholas agarró el cuerpo por el hombro y tiró de él. Éste se volvió, laxo y sin fuerza, los ojos castaños mirando sin vida hacia el techo. Nicholas sintió un nudo en la garganta. Era Simon, y estaba blanco como el papel. Tenía un feo tajo en la base de la garganta, y también en ambas muñecas, dejando abiertas heridas irregulares.
Nicholas cayó de rodillas, sujetando aún el hombro de Simon. Pensó con desesperación en ____(tn), en su dolor cuando lo descubriera, en el modo en que le había apretado las manos entre las suyas, con tanta fuerza en aquellos dedos pequeños. «Encuentra a Simon. Sé que lo harás.»
Y lo había hecho. Pero demasiado tarde.
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
:lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:
Todo es tan complicado!
:sad: :sad: :sad: :sad: :sad: :sad:
Ojala que todos salgan con bien de esta! u.u
Disfruten el capitulo!
Mañana traigo el final de este libro! ;)
\^.^/
Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
:lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:
awww todos estan muriendo :sad: :wut:
Alec al fin va a hacerle caso a Magnus??
y la rayiz que paso con ella??
no se puede hacer nada por Simon??
siguela!!!!!!
awww todos estan muriendo :sad: :wut:
Alec al fin va a hacerle caso a Magnus??
y la rayiz que paso con ella??
no se puede hacer nada por Simon??
siguela!!!!!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro: :lloro:
awww todos estan muriendo :sad: :wut:
Alec al fin va a hacerle caso a Magnus??
y la rayiz que paso con ella??
no se puede hacer nada por Simon??
siguela!!!!!!
:wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut: :lloro:
Lo sé todo esta hecho un desastre!
Esperemos que todo salga bien! :sad:
Aunque todo puede suceder.....
Ya la sigo! ;)
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
• DIESIRAE - CAPITULO 19 (Parte 2) •
Cuando Nicholas tenía diez años, su padre le había explicado todos los modos de matar a un vampiro. Clávale una estaca. Clávale una estaca. Córtale la cabeza y préndele fuego igual que a una fantasmagórica calabaza ahuecada. Deja que el sol lo abrase hasta convertirlo en cenizas. O quítale toda la sangre. Necesitaban sangre para vivir, la necesitaban para funcionar, igual que los coches necesitan gasolina. Contemplando la herida irregular de la garganta de Simon, no era difícil darse cuenta de lo que Valentine había hecho.
Alargó la mano para cerrarle los ojos a Simon. Si ____(tn) tenía que verle muerto, mejor que no le viera así. Bajó la mano hacia el cuello de la camiseta de Simon, para subírsela y cubrir el corte.
Simon se movió. Los párpados temblaron levemente y se abrieron, los ojos se le quedaron en blanco. Luego emitió un borboteo, un sonido tenue, y echó los labios hacia atrás para mostrar las puntas de unos colmillos de vampiro. La respiración vibró en la garganta acuchillada.
A Nicholas le ascendió una sensación de náusea por la garganta mientras sus manos se cerraban con más fuerza sobre el cuello de la camiseta de Simon. No estaba muerto. Pero ¡cielos!, el dolor debía de ser increíble. No podía curarse, no podía regenerarse, no sin…
No sin sangre. Nicholas soltó la camisa de Simon y se subió la manga derecha con los dientes. Usando el extremo irregular del metal roto, se hizo un profundo corte longitudinal en la muñeca. La sangre afloró a la superficie. Soltó su improvisada arma, que golpeó el suelo con un sonido metálico. Podía oler su propia sangre en el aire, ácida y ferrosa.
Bajó la mirada hacia Simon, que no se había movido. La sangre descendía ya por la mano de Nicholas, y la muñeca le escocía. La sostuvo por encima del rostro de Simon, dejando que el líquido le goteara por los dedos y se derramara sobre la boca del muchacho. No hubo reacción. Simon no se movía. Nicholas se acercó más; ahora estaba arrodillado sobre él, su aliento lanzando blanca volutas al gélido aire. Se inclinó al frente y presionó la muñeca ensangrentada contra la boca de Simon.
—Bebe mi sangre, idiota —musitó—. Bébela.
Por un momento no sucedió nada. Entonces los ojos de Simon se cerraron con un parpadeo. Nicholas sintió una punzada aguda en la muñeca, una especie de tirón, una presión fuerte… y la mano derecha de Simon se alzó veloz y fue a cerrarse con firmeza sobre el brazo de Nicholas, justo por encima del codo. La espalda de Simon se arqueó abandonando el suelo, mientras la presión sobre la muñeca de Nicholas aumentaba a medida que los colmillos de Simon se hundían más profundamente. Un dolor agudo acudió por el brazo del cazador de sombras.
—Ya está bien —dijo—. Ya está bien, es suficiente.
Los ojos de Simon se abrieron. Ya no estaban en blanco, los iris marrón oscuro se clavaron en Nicholas. Había color en las mejillas, un rubor intenso como una fiebre. Los labios estaban ligeramente entreabiertos, los colmillos blancos manchados de sangre.
—¿Simon? —dijo Nicholas.
Simon se levantó y se movió con una velocidad increíble, derribando a Nicholas de costado y rodando a continuación sobre él. La cabeza del cazador de sombras golpeó contra el suelo de metal, y los oídos le zumbaron mientras los dientes de Simon se le hundían en el cuello. Se retorció, intentando liberarse, pero los brazos del otro muchacho eran como abrazaderas de hierro, inmovilizándole contra el suelo, con los dedos clavándosele en los hombros.
Pero Simon no le hacía daño, no en realidad, el dolor, que había empezado siendo agudo, fue perdiendo intensidad hasta convertirse en una especie de sorda quemazón, agradable como la quemadura de la estela en ciertas ocasiones. Una somnolienta sensación de paz se abrió paso por las venas de Nicholas, y éste sintió que los músculos se le relajaban; las manos que habían estado intentando apartar a Simon un momento antes ahora le apretaron más hacia él. Podía sentir el latido de su propio corazón, sentir cómo se aminoraba, el martilleo apagándose para convertirse en un eco más suave. Una oscuridad reluciente penetró furtiva por los bordes de su visión, hermosa y extraña. Nicholas cerró los ojos…
Y sintió una estocada de dolor en el cuello. Profirió un grito ahogado, y abrió los ojos de golpe. Simon estaba incorporado sobre él, mirándole con los ojos abiertos, ya la mano sobre su propia boca. Las heridas habían desaparecido, aunque sangre fresca le manchaba la parte delantera de la camiseta.
Nicholas volvía a sentir el dolor de los hombros magullados, el corte en la muñeca, la garganta perforada. Ya no oía los latidos de su corazón, pero sabía que seguía golpeando en el interior del pecho.
Simon apartó la mano de la boca. Los colmillos ya no estaban.
—Podría haberte matado —exclamó, y había una especie de súplica en la voz.
—Y yo te lo habría permitido —repuso Nicholas.
Simon le miró fijamente, luego emitió un ruidito gutural. Rodó apartándose de Nicholas y se quedó arrodillado en el suelo, abrazándose los codos. Nicholas pudo ver las oscuras venas del muchacho a través de la piel pálida de la garganta, ramificándose en líneas azules y púrpura. Venas llenas de sangre.
«Mi sangre.» Nicholas se sentó en el suelo. Buscó torpemente una estela. Pasársela por el brazo fue como tirar de una tubería de plomo a través de un campo de rugby. La cabeza parecía a punto de estallarle. Cuando terminó el iratze, recostó la cabeza contra la pared, respirando penosamente, mientras el dolor le abandonaba a medida que la runa curativa hacía efecto. «Mi sangre en sus venas.»
—Lo siento —se lamentó Simon—. Lo siento mucho.
La runa curativa ya hacía efecto. La cabeza de Nicholas empezó a despejarse, y el golpeteo del corazón aminoró. Se puso en pie con cuidado, esperando sentir el vahído, pero se sintió únicamente un poco débil y cansado. Simon seguía de rodillas, con la mirada clavada en las manos. Nicholas le cogió por la parte posterior de la camiseta, izándole.
—Deja de disculparte —dijo, soltando a Simon—. Y ponte en marcha. Valentine tiene a ____(tn), y no tenemos mucho tiempo.
En cuanto los dedos de ____(tn) se cerraron alrededor de la empuñadura de Maellartach, una aguda descarga helada le recorrió el brazo. Valentine la contempló con una expresión levemente interesada mientras ella lanzaba una exclamación ahogada de dolor cuando los dedos se le quedaron ateridos. La muchacha aferró con desesperación el arma, pero ésta se le resbaló de la mano y cayó estrepitosamente al suelo a sus pies.
Apenas vio moverse a Valentine. Al cabo de un instante, él estaba frente a ella empuñando la espada. ____(tn) sintió un terrible escozor en la mano. Echó una ojeada y vio que le estaba saliendo un rojo y ardiente verdugón en la palma.
—¿De verdad has pensando —comenzó Valentine, con un deje de indignación en la voz— que te dejaría acercarte a una arma que pensase que podías usar? —Negó con la cabeza—. No has comprendido ni una palabra de lo que te he dicho, ¿cierto? Parece que de mis dos hijos, sólo uno es capaz de comprender la verdad.
____(tn) cerró la mano herida, agradeciendo casi el dolor.
—Si te refieres a Nicholas, él también te odia.
Valentine blandió la Espada, alzándola y colocando la punta a la altura de la clavícula de la muchacha.
—Eso es suficiente —dijo—, por tu parte.
La punta de la Espada era afilada; al respirar, le pinchó la garganta, y un hilillo de sangre le empezó a descender por el pecho. El contacto de la Espada pareció derramar frío por sus venas, enviándole crepitantes partículas de hielo a través de los brazos y las piernas, y entumeciéndole las manos.
—Estropeada por tu educación —continuó Valentine—. Tu madre fue siempre una mujer obstinada. Ésa era una de las cosas que amé de ella al principio. Pensé que se mantendría leal a sus ideales.
Resultaba extraño, pensó ____(tn) con una especie de horror distante, que la vez que había visto a su padre en Renwick, éste había exhibido su considerable carisma personal ante Nicholas. En esos momentos, no se molestaba en hacerlo, y sin la superficial pátina de encanto, parecía… vacío. Igual que una estatua hueca, con los ojos hundidos para mostrar sólo oscuridad en el interior.
—Dime, ____(tn)… ¿te habló alguna vez tu madre de mí?
—Me contó que mi padre estaba muerto.
«No digas nada más —se advirtió a sí misma, pero estaba segura de que él podía leer el resto de las palabras en sus ojos—. Y ojalá hubiese sido cierto.»
—¿Y jamás te dijo que eras diferente? ¿Especial?
____(tn) tragó saliva, y la punta de la hoja le cortó un poco más profundamente. Más sangre le goteó por el pecho.
—Jamás me dijo que yo era una cazadora de sombras.
—¿Sabes por qué —inquirió Valentine, mirándola por encima de la Espada— me dejó tu madre?
Las lágrimas contenidas le abrasaron la garganta y ____(tn) emitió un sonido estrangulado.
—¿Te refieres a que sólo hubo un motivo?
—Ella me dijo —prosiguió él, como si ____(tn) no hubiese hablado— que yo había convertido a su primer hijo en un monstruo. Me abandonó antes de que pudiera hacer lo mismo con el segundo. Tú. Pero lo hizo demasiado tarde.
El frío en la garganta de ____(tn), y en sus extremidades, era tan intenso que ya no podía ni tiritar. Era como si la espada la estuviese convirtiendo en hielo.
—Ella jamás diría eso —musitó ____(tn)— Nicholas no es un monstruo. Ni tampoco yo.
—Yo no hablaba de…
La trampilla sobre sus cabezas se abrió con un fuerte golpe, y dos figuras imprecisas se dejaron caer por el agujero, aterrizando justo detrás de Valentine. El primero, advirtió ____(tn) con una sacudida de alivio, era Nicholas. El chico surcó el aire como una flecha disparada desde un arco, dirigiéndose certera a su blanco. Aterrizó en el suelo con suavidad. Aferraba un largo trozo de metal manchado de sangre en una mano, con el extremo partido en una afilada punta.
La segunda figura aterrizó junto a Nicholas con la misma ligereza, si bien no con la misma elegancia. ____(tn) vio el contorno de un muchacho más delgado, de cabellos oscuros, y pensó: «Alec». No comprendió quién era hasta que el chico se irguió y reconoció el rostro familiar.
Se olvidó de la espada, del frío, del dolor en la garganta, se olvidó de todo.
—¡Simon!
Simon miró hacia ella. Los ojos de ambos se encontraron durante apenas un instante, y ____(tn) esperó que él pudiera leer en su rostro su total y abrumadora sensación de alivio. Las lágrimas que habían estado amenazando con brotar comenzaron a salir y se le derramaron por el rostro. No hizo nada para secarlas.
Valentine volvió la cabeza para mirar tras él, y la boca se le desencajó en la primera expresión de sincera sorpresa que ____(tn) había visto jamás en su rostro. Se volvió de cara a Nicholas y a Simon.
En cuanto la punta de la espada abandonó la garganta de ____(tn), el helor desapareció, llevándose todas sus energías con él. La muchacha cayó de rodillas, tiritando de un modo incontrolable, y cuando alzó las manos para secarse las lágrimas del rostro, vio que las yemas de los dedos estaban blancas por el inicio de la congelación.
Nicholas la miró fijamente con horror, luego miró a su padre.
—¿Qué le has hecho?
—Nada —respondió Valentine, recuperando el control de sí mismo—. Aún.
Ante la sorpresa de ____(tn), Nicholas palideció, como si las palabras de su padre le hubiesen horrorizado.
—Soy yo quién debería de estar preguntando qué has hecho, Jonathan —continuó Valentine, y aunque habló a Nicholas, tenía los ojos puestos en Simon—. ¿Por qué sigue vivo? Los vampiros pueden regenerarse, pero no si se quedan con tan poca sangre.
—¿Te refieres a mí? —inquirió Simon.
____(tn) le miró con sorpresa. Simon sonaba diferente. No como un chiquillo que se insolenta con un adulto; más bien como alguien capaz de enfrentarse a Valentine Morgenstern en igualdad de condiciones.
—Bueno, eso es cierto, me dejaste por muerto. Bien, más muerto aún.
—Cállate. —Nicholas lanzó una mirada iracunda a Simon; tenía los ojos muy sombríos—. Déjame contestar a mí. —Se volvió hacia su padre—. He dejado que Simon bebiera mi sangre — explicó—. Para salvarlo.
El rostro ya severo de Valentine adquirió una expresión aún más dura, como si los huesos se abrieran paso al exterior a través de la piel.
—¿Has dejado voluntariamente que un vampiro bebiera tu sangre?
Nicholas pareció vacilar por un momento; dirigió una rápida ojeada a Simon, que estaba mirando a Valentine con una expresión de intenso odio. Luego dijo, con cuidado:
—Sí.
—No tienes ni idea de lo que has hecho, Jonathan —exclamó Valentine en un tono de voz terrible—. Ni idea.
—He salvado una vida —respondió él—. Una que tú intentaste eliminar. Eso sí lo sé.
—No era una vida humana —replicó Valentine—. Resucitaste a un monstruo que no hará más que matar para volver a alimentarse. Su especie está siembre hambrienta…
—Estoy hambriento justo ahora —observó Simon, y sonrió para mostrar que los colmillos habían abandonado sus fundas; los dientes le centellearon blancos y afilados sobre el labio inferior—. No me importaría un poco más de sangre. Desde luego tu sangre probablemente se me atragantaría, ponzoñoso pedazo de…
Valentine lanzó una carcajada.
—Me gustaría verte intentarlo, vampiro —le desafió—. Cuando la Espada-Alma te atraviese, arderás mientras mueres.
____(tn) vio que los ojos de Nicholas se posaron en la Espada, y luego en ella. Había una pregunta no formulada en ellos. Rápidamente, dijo:
—La Espada no ha sido convertida —explicó rápidamente— No del todo. No consiguió la sangre de Maia, así que no pudo finalizar la ceremonia…
Valentine se volvió hacia ella empuñando la Espada, y ____(tn) le vio sonreír. La Espada pareció dar una sacudida en su mano, y a continuación algo la golpeó; fue como ser derribada por una ola, ser abatida y luego alzada en contra de su voluntad y arrojada por los aires. La chica rodó por el suelo, incapaz de detenerse, hasta que golpeó contra el mamparo con dolorosa violencia. Cayó a los pies de Valentine jadeando por la falta de aire y el dolor.
Simon empezó a ir hacia ella a la carrera. Valentine blandió la Espada-Alma y se alzó una cortina de puro fuego que envió a Simon hacia atrás dando traspiés.
____(tn) se incorporó penosamente sobre los codos. Tenía la boca llena de sangre. Todo le daba vueltas y se preguntó con cuánta violencia se había golpeado la cabeza y si iba a perder el conocimiento. Usó toda su fuerza de voluntad para mantenerse consciente.
El fuego había desaparecido, pero Simon seguía agazapado en el suelo, aturdido. Valentine le dirigió una breve ojeada, y luego miró a Nicholas.
—Si matas al vampiro ahora —dijo—, todavía puedes deshacer lo que has hecho.
—No —musitó Nicholas.
—Coge el arma que empuñas y húndesela en el corazón. —La voz de Valentine era queda—. Un simple gesto. Nada que no hayas hecho antes.
Nicholas respondió con una mirada impávida a la mirada iracunda de su padre.
—Vi a Agramon —dijo—. Tenía tu cara.
—¿Viste a Agramon? —La Espada-Alma centelleó cuando Valentine avanzó hacia su hijo—. ¿Y sigues vivo?
—Lo he matado.
—¿Has matado al Demonio del Miedo pero no quieres matar a un vampiro, ni siquiera si yo te lo ordeno?
Nicholas se quedó observando a Valentine con el rostro inexpresivo.
—Es un vampiro, es cierto —repuso—. Pero se llama Simon.
Valentine se detuvo frente a Nicholas con la Espada-Alma en la mano ardiendo con una cruda luz negra. ____(tn) se preguntó por un aterrado instante si Valentine iría a clavársela a Nicholas allí mismo, y si Nicholas pensaba permitírselo.
—¿Debo entender, entonces —inquirió Valentine—, que no has cambiado de idea? ¿Lo que me dijiste cuando viniste a verme la otra vez era tu decisión definitiva o te arrepientes de haberme desobedecido?
Nicholas meneó lentamente la cabeza. Una mano sujetaba aún el puntal roto, pero la otra mano, la derecha, la tenía en la cintura, sacando algo del cinturón. Sus ojos, no obstante, no abandonaron ni por un momento los de Valentine, y ____(tn) no estaba segura de si Valentine veía lo que él estaba haciendo. Esperó que no.
—Sí —respondió Nicholas—, lamento haberte desobedecido.
«¡No!» pensó ____(tn), y el corazón se le cayó a los pies. ¿Acaso se había dado por vencido, o quizá pensaba que era el único modo de salvarlos a ella y a Simon?
El rostro de Valentine se dulcificó.
—Jonathan…
—Sobre todo —siguió Nicholas— porque planeo volver a hacerlo. Justo ahora.
La mano se movió, veloz como el rayo, y algo salió disparado por el aire en dirección a ____(tn). Cayó a pocos centímetros de ésta, golpeando el metal con un tintineo y rodando a continuación. Los ojos de la muchacha se abrieron de par en par.
Era la estela de su madre.
Valentine empezó a reír.
—¿Una estela? Nicholas, ¿es alguna especie de broma? O es que finalmente…
____(tn) no oyó el resto de lo que dijo; se alzó pesadamente, jadeando por el dolor que le acuchillaba la cabeza. Los ojos se le llenaron de lágrimas y la visión se le nubló; alargó una mano temblorosa hacia la estela… y cuando sus dedos la tocaron, oyó una voz dentro de su cabeza, tan claro como si su madre estuviese junto a ella. «Toma la estela, ____(tn). Úsala. Sabes qué hacer.»
Los dedos de ____(tn) se cerraron con fuerza alrededor de la estela. Se sentó en el suelo, haciendo caso omiso de la oleada de dolor que le recorrió la cabeza y le descendió por la espalda. Era una cazadora de sombras, y el dolor era algo con lo que debía vivir. Vagamente, pudo oír a Valentine pronunciar su nombre, sus pisadas acercándose más… y se arrojó contra el mamparo, alargando al frente la estela con tal fuerza que cuando la punta tocó el metal, le pareció oír el chisporroteo de algo que ardía.
Empezó a dibujar. Como sucedía siempre cuando dibujaba, el mundo se desvaneció y sólo quedaron ella, la estela y el metal sobre el que dibujaba. Recordó haber estado fuera de la celda de Nicholas murmurando para sí, «Abre, abre, abre», y supo que había empleado toda su energía para crear la runa que había roto las cadenas de Nicholas. Y comprendió que la energía que había puesto en aquella runa no era ni una décima parte, ni una centésima parte de la energía que estaba poniendo en la que estaba dibujando.
Las manos le ardían y gritó mientras arrastraba la estela por el metal, dejando una gruesa línea negra como el carbón tras ella. «Abre.»
Todo su desaliento, toda su decepción, toda su rabia pasó a través de sus dedos y penetró en la estela y en la runa. «Abre.» Todo su amor, todo su alivio al ver vivo a Simon, toda su esperanza de que todavía podrían sobrevivir. «¡Abre!»
La mano, sosteniendo todavía la estela, le cayó sobre el regazo. Por un momento reinó un silencio total mientras todos ellos, Nicholas, Valentine, incluso Simon, contemplaban fijamente la runa que ardía sobre el mamparo del buque.
Fue Simon quien habló, volviendo la cabeza hacia Nicholas.
—¿Qué pone?
Pero fue Valentine quien respondió, sin apartar los ojos de la pared. Tenía una expresión en el rostro… que no era en absoluto la que ____(tn) había esperado, una mezcla de triunfo y espanto, de desesperación y deleite.
—Pone —contestó—: «Mene mene tekel upharsin».
____(tn) se levantó penosamente.
—Eso no es lo que pone —musitó—. Pone «abre».
Valentine miró a la muchacha a los ojos.
—____(tn)…
El chillido del metal ahogó sus palabras. La pared sobre la que ____(tn) había dibujado, una pared compuesta de planchas de sólido acero, se combó y se estremeció. Los remaches saltaron de los encajes y chorros de agua penetraron en la habitación.
____(tn) pudo oír que Valentine gritaba, pero la voz quedó sofocada por los ruidos ensordecedores del metal al ser arrancado a medida por cada clavo, cada tornillo y cada remache que mantenían unido al enorme barco empezaban a soltarse de sus sujeciones.
Intentó correr hacia Nicholas y Simon, pero cayó de rodillas cuando otra oleada de agua penetró por el agujero de la pared, cada vez más grande. Esta vez la ola la derribó, y el agua helado la empujó hacia abajo. En algún lugar, Nicholas gritaba su nombre, la voz tronaba desesperada por encima de los chirridos del barco. Ella gritó su nombre sólo una vez antes de verse arrastrada al río a través del irregular agujero del mamparo.
Se agitó y pateó en las aguas negras. La atenazó el terror a la oscuridad total y a las profundidades del río, a los millones de toneladas de agua que la rodeaban, que presionaban sobre ella, arrebatándole el aire de los pulmones. No sabía dónde estaba la superficie ni en qué dirección nadar. Ya no podía seguir conteniendo la respiración. Tragó una bocanada de agua sucia, con el pecho reventándole de dolor y estrellas estrellándole tras los ojos. En sus oídos, el sonido del agua en movimiento fue reemplazado por un agudo, dulce e imposible cántico. «Me estoy muriendo», pensó maravillada. Un par de manos pálidas surgieron de las aguas y la atrajeron hacia sí. Largos cabellos flotaron a su alrededor. «Mamá», pensó ____(tn), pero antes de que pudiera ver con claridad el rostro de su madre, la oscuridad le cerró los ojos.
Alargó la mano para cerrarle los ojos a Simon. Si ____(tn) tenía que verle muerto, mejor que no le viera así. Bajó la mano hacia el cuello de la camiseta de Simon, para subírsela y cubrir el corte.
Simon se movió. Los párpados temblaron levemente y se abrieron, los ojos se le quedaron en blanco. Luego emitió un borboteo, un sonido tenue, y echó los labios hacia atrás para mostrar las puntas de unos colmillos de vampiro. La respiración vibró en la garganta acuchillada.
A Nicholas le ascendió una sensación de náusea por la garganta mientras sus manos se cerraban con más fuerza sobre el cuello de la camiseta de Simon. No estaba muerto. Pero ¡cielos!, el dolor debía de ser increíble. No podía curarse, no podía regenerarse, no sin…
No sin sangre. Nicholas soltó la camisa de Simon y se subió la manga derecha con los dientes. Usando el extremo irregular del metal roto, se hizo un profundo corte longitudinal en la muñeca. La sangre afloró a la superficie. Soltó su improvisada arma, que golpeó el suelo con un sonido metálico. Podía oler su propia sangre en el aire, ácida y ferrosa.
Bajó la mirada hacia Simon, que no se había movido. La sangre descendía ya por la mano de Nicholas, y la muñeca le escocía. La sostuvo por encima del rostro de Simon, dejando que el líquido le goteara por los dedos y se derramara sobre la boca del muchacho. No hubo reacción. Simon no se movía. Nicholas se acercó más; ahora estaba arrodillado sobre él, su aliento lanzando blanca volutas al gélido aire. Se inclinó al frente y presionó la muñeca ensangrentada contra la boca de Simon.
—Bebe mi sangre, idiota —musitó—. Bébela.
Por un momento no sucedió nada. Entonces los ojos de Simon se cerraron con un parpadeo. Nicholas sintió una punzada aguda en la muñeca, una especie de tirón, una presión fuerte… y la mano derecha de Simon se alzó veloz y fue a cerrarse con firmeza sobre el brazo de Nicholas, justo por encima del codo. La espalda de Simon se arqueó abandonando el suelo, mientras la presión sobre la muñeca de Nicholas aumentaba a medida que los colmillos de Simon se hundían más profundamente. Un dolor agudo acudió por el brazo del cazador de sombras.
—Ya está bien —dijo—. Ya está bien, es suficiente.
Los ojos de Simon se abrieron. Ya no estaban en blanco, los iris marrón oscuro se clavaron en Nicholas. Había color en las mejillas, un rubor intenso como una fiebre. Los labios estaban ligeramente entreabiertos, los colmillos blancos manchados de sangre.
—¿Simon? —dijo Nicholas.
Simon se levantó y se movió con una velocidad increíble, derribando a Nicholas de costado y rodando a continuación sobre él. La cabeza del cazador de sombras golpeó contra el suelo de metal, y los oídos le zumbaron mientras los dientes de Simon se le hundían en el cuello. Se retorció, intentando liberarse, pero los brazos del otro muchacho eran como abrazaderas de hierro, inmovilizándole contra el suelo, con los dedos clavándosele en los hombros.
Pero Simon no le hacía daño, no en realidad, el dolor, que había empezado siendo agudo, fue perdiendo intensidad hasta convertirse en una especie de sorda quemazón, agradable como la quemadura de la estela en ciertas ocasiones. Una somnolienta sensación de paz se abrió paso por las venas de Nicholas, y éste sintió que los músculos se le relajaban; las manos que habían estado intentando apartar a Simon un momento antes ahora le apretaron más hacia él. Podía sentir el latido de su propio corazón, sentir cómo se aminoraba, el martilleo apagándose para convertirse en un eco más suave. Una oscuridad reluciente penetró furtiva por los bordes de su visión, hermosa y extraña. Nicholas cerró los ojos…
Y sintió una estocada de dolor en el cuello. Profirió un grito ahogado, y abrió los ojos de golpe. Simon estaba incorporado sobre él, mirándole con los ojos abiertos, ya la mano sobre su propia boca. Las heridas habían desaparecido, aunque sangre fresca le manchaba la parte delantera de la camiseta.
Nicholas volvía a sentir el dolor de los hombros magullados, el corte en la muñeca, la garganta perforada. Ya no oía los latidos de su corazón, pero sabía que seguía golpeando en el interior del pecho.
Simon apartó la mano de la boca. Los colmillos ya no estaban.
—Podría haberte matado —exclamó, y había una especie de súplica en la voz.
—Y yo te lo habría permitido —repuso Nicholas.
Simon le miró fijamente, luego emitió un ruidito gutural. Rodó apartándose de Nicholas y se quedó arrodillado en el suelo, abrazándose los codos. Nicholas pudo ver las oscuras venas del muchacho a través de la piel pálida de la garganta, ramificándose en líneas azules y púrpura. Venas llenas de sangre.
«Mi sangre.» Nicholas se sentó en el suelo. Buscó torpemente una estela. Pasársela por el brazo fue como tirar de una tubería de plomo a través de un campo de rugby. La cabeza parecía a punto de estallarle. Cuando terminó el iratze, recostó la cabeza contra la pared, respirando penosamente, mientras el dolor le abandonaba a medida que la runa curativa hacía efecto. «Mi sangre en sus venas.»
—Lo siento —se lamentó Simon—. Lo siento mucho.
La runa curativa ya hacía efecto. La cabeza de Nicholas empezó a despejarse, y el golpeteo del corazón aminoró. Se puso en pie con cuidado, esperando sentir el vahído, pero se sintió únicamente un poco débil y cansado. Simon seguía de rodillas, con la mirada clavada en las manos. Nicholas le cogió por la parte posterior de la camiseta, izándole.
—Deja de disculparte —dijo, soltando a Simon—. Y ponte en marcha. Valentine tiene a ____(tn), y no tenemos mucho tiempo.
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En cuanto los dedos de ____(tn) se cerraron alrededor de la empuñadura de Maellartach, una aguda descarga helada le recorrió el brazo. Valentine la contempló con una expresión levemente interesada mientras ella lanzaba una exclamación ahogada de dolor cuando los dedos se le quedaron ateridos. La muchacha aferró con desesperación el arma, pero ésta se le resbaló de la mano y cayó estrepitosamente al suelo a sus pies.
Apenas vio moverse a Valentine. Al cabo de un instante, él estaba frente a ella empuñando la espada. ____(tn) sintió un terrible escozor en la mano. Echó una ojeada y vio que le estaba saliendo un rojo y ardiente verdugón en la palma.
—¿De verdad has pensando —comenzó Valentine, con un deje de indignación en la voz— que te dejaría acercarte a una arma que pensase que podías usar? —Negó con la cabeza—. No has comprendido ni una palabra de lo que te he dicho, ¿cierto? Parece que de mis dos hijos, sólo uno es capaz de comprender la verdad.
____(tn) cerró la mano herida, agradeciendo casi el dolor.
—Si te refieres a Nicholas, él también te odia.
Valentine blandió la Espada, alzándola y colocando la punta a la altura de la clavícula de la muchacha.
—Eso es suficiente —dijo—, por tu parte.
La punta de la Espada era afilada; al respirar, le pinchó la garganta, y un hilillo de sangre le empezó a descender por el pecho. El contacto de la Espada pareció derramar frío por sus venas, enviándole crepitantes partículas de hielo a través de los brazos y las piernas, y entumeciéndole las manos.
—Estropeada por tu educación —continuó Valentine—. Tu madre fue siempre una mujer obstinada. Ésa era una de las cosas que amé de ella al principio. Pensé que se mantendría leal a sus ideales.
Resultaba extraño, pensó ____(tn) con una especie de horror distante, que la vez que había visto a su padre en Renwick, éste había exhibido su considerable carisma personal ante Nicholas. En esos momentos, no se molestaba en hacerlo, y sin la superficial pátina de encanto, parecía… vacío. Igual que una estatua hueca, con los ojos hundidos para mostrar sólo oscuridad en el interior.
—Dime, ____(tn)… ¿te habló alguna vez tu madre de mí?
—Me contó que mi padre estaba muerto.
«No digas nada más —se advirtió a sí misma, pero estaba segura de que él podía leer el resto de las palabras en sus ojos—. Y ojalá hubiese sido cierto.»
—¿Y jamás te dijo que eras diferente? ¿Especial?
____(tn) tragó saliva, y la punta de la hoja le cortó un poco más profundamente. Más sangre le goteó por el pecho.
—Jamás me dijo que yo era una cazadora de sombras.
—¿Sabes por qué —inquirió Valentine, mirándola por encima de la Espada— me dejó tu madre?
Las lágrimas contenidas le abrasaron la garganta y ____(tn) emitió un sonido estrangulado.
—¿Te refieres a que sólo hubo un motivo?
—Ella me dijo —prosiguió él, como si ____(tn) no hubiese hablado— que yo había convertido a su primer hijo en un monstruo. Me abandonó antes de que pudiera hacer lo mismo con el segundo. Tú. Pero lo hizo demasiado tarde.
El frío en la garganta de ____(tn), y en sus extremidades, era tan intenso que ya no podía ni tiritar. Era como si la espada la estuviese convirtiendo en hielo.
—Ella jamás diría eso —musitó ____(tn)— Nicholas no es un monstruo. Ni tampoco yo.
—Yo no hablaba de…
La trampilla sobre sus cabezas se abrió con un fuerte golpe, y dos figuras imprecisas se dejaron caer por el agujero, aterrizando justo detrás de Valentine. El primero, advirtió ____(tn) con una sacudida de alivio, era Nicholas. El chico surcó el aire como una flecha disparada desde un arco, dirigiéndose certera a su blanco. Aterrizó en el suelo con suavidad. Aferraba un largo trozo de metal manchado de sangre en una mano, con el extremo partido en una afilada punta.
La segunda figura aterrizó junto a Nicholas con la misma ligereza, si bien no con la misma elegancia. ____(tn) vio el contorno de un muchacho más delgado, de cabellos oscuros, y pensó: «Alec». No comprendió quién era hasta que el chico se irguió y reconoció el rostro familiar.
Se olvidó de la espada, del frío, del dolor en la garganta, se olvidó de todo.
—¡Simon!
Simon miró hacia ella. Los ojos de ambos se encontraron durante apenas un instante, y ____(tn) esperó que él pudiera leer en su rostro su total y abrumadora sensación de alivio. Las lágrimas que habían estado amenazando con brotar comenzaron a salir y se le derramaron por el rostro. No hizo nada para secarlas.
Valentine volvió la cabeza para mirar tras él, y la boca se le desencajó en la primera expresión de sincera sorpresa que ____(tn) había visto jamás en su rostro. Se volvió de cara a Nicholas y a Simon.
En cuanto la punta de la espada abandonó la garganta de ____(tn), el helor desapareció, llevándose todas sus energías con él. La muchacha cayó de rodillas, tiritando de un modo incontrolable, y cuando alzó las manos para secarse las lágrimas del rostro, vio que las yemas de los dedos estaban blancas por el inicio de la congelación.
Nicholas la miró fijamente con horror, luego miró a su padre.
—¿Qué le has hecho?
—Nada —respondió Valentine, recuperando el control de sí mismo—. Aún.
Ante la sorpresa de ____(tn), Nicholas palideció, como si las palabras de su padre le hubiesen horrorizado.
—Soy yo quién debería de estar preguntando qué has hecho, Jonathan —continuó Valentine, y aunque habló a Nicholas, tenía los ojos puestos en Simon—. ¿Por qué sigue vivo? Los vampiros pueden regenerarse, pero no si se quedan con tan poca sangre.
—¿Te refieres a mí? —inquirió Simon.
____(tn) le miró con sorpresa. Simon sonaba diferente. No como un chiquillo que se insolenta con un adulto; más bien como alguien capaz de enfrentarse a Valentine Morgenstern en igualdad de condiciones.
—Bueno, eso es cierto, me dejaste por muerto. Bien, más muerto aún.
—Cállate. —Nicholas lanzó una mirada iracunda a Simon; tenía los ojos muy sombríos—. Déjame contestar a mí. —Se volvió hacia su padre—. He dejado que Simon bebiera mi sangre — explicó—. Para salvarlo.
El rostro ya severo de Valentine adquirió una expresión aún más dura, como si los huesos se abrieran paso al exterior a través de la piel.
—¿Has dejado voluntariamente que un vampiro bebiera tu sangre?
Nicholas pareció vacilar por un momento; dirigió una rápida ojeada a Simon, que estaba mirando a Valentine con una expresión de intenso odio. Luego dijo, con cuidado:
—Sí.
—No tienes ni idea de lo que has hecho, Jonathan —exclamó Valentine en un tono de voz terrible—. Ni idea.
—He salvado una vida —respondió él—. Una que tú intentaste eliminar. Eso sí lo sé.
—No era una vida humana —replicó Valentine—. Resucitaste a un monstruo que no hará más que matar para volver a alimentarse. Su especie está siembre hambrienta…
—Estoy hambriento justo ahora —observó Simon, y sonrió para mostrar que los colmillos habían abandonado sus fundas; los dientes le centellearon blancos y afilados sobre el labio inferior—. No me importaría un poco más de sangre. Desde luego tu sangre probablemente se me atragantaría, ponzoñoso pedazo de…
Valentine lanzó una carcajada.
—Me gustaría verte intentarlo, vampiro —le desafió—. Cuando la Espada-Alma te atraviese, arderás mientras mueres.
____(tn) vio que los ojos de Nicholas se posaron en la Espada, y luego en ella. Había una pregunta no formulada en ellos. Rápidamente, dijo:
—La Espada no ha sido convertida —explicó rápidamente— No del todo. No consiguió la sangre de Maia, así que no pudo finalizar la ceremonia…
Valentine se volvió hacia ella empuñando la Espada, y ____(tn) le vio sonreír. La Espada pareció dar una sacudida en su mano, y a continuación algo la golpeó; fue como ser derribada por una ola, ser abatida y luego alzada en contra de su voluntad y arrojada por los aires. La chica rodó por el suelo, incapaz de detenerse, hasta que golpeó contra el mamparo con dolorosa violencia. Cayó a los pies de Valentine jadeando por la falta de aire y el dolor.
Simon empezó a ir hacia ella a la carrera. Valentine blandió la Espada-Alma y se alzó una cortina de puro fuego que envió a Simon hacia atrás dando traspiés.
____(tn) se incorporó penosamente sobre los codos. Tenía la boca llena de sangre. Todo le daba vueltas y se preguntó con cuánta violencia se había golpeado la cabeza y si iba a perder el conocimiento. Usó toda su fuerza de voluntad para mantenerse consciente.
El fuego había desaparecido, pero Simon seguía agazapado en el suelo, aturdido. Valentine le dirigió una breve ojeada, y luego miró a Nicholas.
—Si matas al vampiro ahora —dijo—, todavía puedes deshacer lo que has hecho.
—No —musitó Nicholas.
—Coge el arma que empuñas y húndesela en el corazón. —La voz de Valentine era queda—. Un simple gesto. Nada que no hayas hecho antes.
Nicholas respondió con una mirada impávida a la mirada iracunda de su padre.
—Vi a Agramon —dijo—. Tenía tu cara.
—¿Viste a Agramon? —La Espada-Alma centelleó cuando Valentine avanzó hacia su hijo—. ¿Y sigues vivo?
—Lo he matado.
—¿Has matado al Demonio del Miedo pero no quieres matar a un vampiro, ni siquiera si yo te lo ordeno?
Nicholas se quedó observando a Valentine con el rostro inexpresivo.
—Es un vampiro, es cierto —repuso—. Pero se llama Simon.
Valentine se detuvo frente a Nicholas con la Espada-Alma en la mano ardiendo con una cruda luz negra. ____(tn) se preguntó por un aterrado instante si Valentine iría a clavársela a Nicholas allí mismo, y si Nicholas pensaba permitírselo.
—¿Debo entender, entonces —inquirió Valentine—, que no has cambiado de idea? ¿Lo que me dijiste cuando viniste a verme la otra vez era tu decisión definitiva o te arrepientes de haberme desobedecido?
Nicholas meneó lentamente la cabeza. Una mano sujetaba aún el puntal roto, pero la otra mano, la derecha, la tenía en la cintura, sacando algo del cinturón. Sus ojos, no obstante, no abandonaron ni por un momento los de Valentine, y ____(tn) no estaba segura de si Valentine veía lo que él estaba haciendo. Esperó que no.
—Sí —respondió Nicholas—, lamento haberte desobedecido.
«¡No!» pensó ____(tn), y el corazón se le cayó a los pies. ¿Acaso se había dado por vencido, o quizá pensaba que era el único modo de salvarlos a ella y a Simon?
El rostro de Valentine se dulcificó.
—Jonathan…
—Sobre todo —siguió Nicholas— porque planeo volver a hacerlo. Justo ahora.
La mano se movió, veloz como el rayo, y algo salió disparado por el aire en dirección a ____(tn). Cayó a pocos centímetros de ésta, golpeando el metal con un tintineo y rodando a continuación. Los ojos de la muchacha se abrieron de par en par.
Era la estela de su madre.
Valentine empezó a reír.
—¿Una estela? Nicholas, ¿es alguna especie de broma? O es que finalmente…
____(tn) no oyó el resto de lo que dijo; se alzó pesadamente, jadeando por el dolor que le acuchillaba la cabeza. Los ojos se le llenaron de lágrimas y la visión se le nubló; alargó una mano temblorosa hacia la estela… y cuando sus dedos la tocaron, oyó una voz dentro de su cabeza, tan claro como si su madre estuviese junto a ella. «Toma la estela, ____(tn). Úsala. Sabes qué hacer.»
Los dedos de ____(tn) se cerraron con fuerza alrededor de la estela. Se sentó en el suelo, haciendo caso omiso de la oleada de dolor que le recorrió la cabeza y le descendió por la espalda. Era una cazadora de sombras, y el dolor era algo con lo que debía vivir. Vagamente, pudo oír a Valentine pronunciar su nombre, sus pisadas acercándose más… y se arrojó contra el mamparo, alargando al frente la estela con tal fuerza que cuando la punta tocó el metal, le pareció oír el chisporroteo de algo que ardía.
Empezó a dibujar. Como sucedía siempre cuando dibujaba, el mundo se desvaneció y sólo quedaron ella, la estela y el metal sobre el que dibujaba. Recordó haber estado fuera de la celda de Nicholas murmurando para sí, «Abre, abre, abre», y supo que había empleado toda su energía para crear la runa que había roto las cadenas de Nicholas. Y comprendió que la energía que había puesto en aquella runa no era ni una décima parte, ni una centésima parte de la energía que estaba poniendo en la que estaba dibujando.
Las manos le ardían y gritó mientras arrastraba la estela por el metal, dejando una gruesa línea negra como el carbón tras ella. «Abre.»
Todo su desaliento, toda su decepción, toda su rabia pasó a través de sus dedos y penetró en la estela y en la runa. «Abre.» Todo su amor, todo su alivio al ver vivo a Simon, toda su esperanza de que todavía podrían sobrevivir. «¡Abre!»
La mano, sosteniendo todavía la estela, le cayó sobre el regazo. Por un momento reinó un silencio total mientras todos ellos, Nicholas, Valentine, incluso Simon, contemplaban fijamente la runa que ardía sobre el mamparo del buque.
Fue Simon quien habló, volviendo la cabeza hacia Nicholas.
—¿Qué pone?
Pero fue Valentine quien respondió, sin apartar los ojos de la pared. Tenía una expresión en el rostro… que no era en absoluto la que ____(tn) había esperado, una mezcla de triunfo y espanto, de desesperación y deleite.
—Pone —contestó—: «Mene mene tekel upharsin».
____(tn) se levantó penosamente.
—Eso no es lo que pone —musitó—. Pone «abre».
Valentine miró a la muchacha a los ojos.
—____(tn)…
El chillido del metal ahogó sus palabras. La pared sobre la que ____(tn) había dibujado, una pared compuesta de planchas de sólido acero, se combó y se estremeció. Los remaches saltaron de los encajes y chorros de agua penetraron en la habitación.
____(tn) pudo oír que Valentine gritaba, pero la voz quedó sofocada por los ruidos ensordecedores del metal al ser arrancado a medida por cada clavo, cada tornillo y cada remache que mantenían unido al enorme barco empezaban a soltarse de sus sujeciones.
Intentó correr hacia Nicholas y Simon, pero cayó de rodillas cuando otra oleada de agua penetró por el agujero de la pared, cada vez más grande. Esta vez la ola la derribó, y el agua helado la empujó hacia abajo. En algún lugar, Nicholas gritaba su nombre, la voz tronaba desesperada por encima de los chirridos del barco. Ella gritó su nombre sólo una vez antes de verse arrastrada al río a través del irregular agujero del mamparo.
Se agitó y pateó en las aguas negras. La atenazó el terror a la oscuridad total y a las profundidades del río, a los millones de toneladas de agua que la rodeaban, que presionaban sobre ella, arrebatándole el aire de los pulmones. No sabía dónde estaba la superficie ni en qué dirección nadar. Ya no podía seguir conteniendo la respiración. Tragó una bocanada de agua sucia, con el pecho reventándole de dolor y estrellas estrellándole tras los ojos. En sus oídos, el sonido del agua en movimiento fue reemplazado por un agudo, dulce e imposible cántico. «Me estoy muriendo», pensó maravillada. Un par de manos pálidas surgieron de las aguas y la atrajeron hacia sí. Largos cabellos flotaron a su alrededor. «Mamá», pensó ____(tn), pero antes de que pudiera ver con claridad el rostro de su madre, la oscuridad le cerró los ojos.
OMJ! OMJ! OMJ!
Bueno Simón esta vivo!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Mi Nicho :(L): lo salvo! \^.^/
Él siempre tan lindo! *.*
Pero & la rayiz! :scratch:
Esperemos que este bien también! u.u
Disfruten el capitulo! :)
Más tarde vuelvo con la tercer parte de este! ;)
Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
ohhhhh Nicholas salvo a Simon!!!!!!!!!!!!!! :lloro:
ahhhh que alegria aunque eso casi le cuesta la muerte!!!
maldito Valentine es tan gghhdgrgrhfh :¬¬:
lo quiero matar :twisted:
y que le pasara a la rayiz?? :suspect:
ya quiero saber que hizo Valentine para que
Fueran especial ella y Nicholas
siguela!!!!!!!!!
ahhhh que alegria aunque eso casi le cuesta la muerte!!!
maldito Valentine es tan gghhdgrgrhfh :¬¬:
lo quiero matar :twisted:
y que le pasara a la rayiz?? :suspect:
ya quiero saber que hizo Valentine para que
Fueran especial ella y Nicholas
siguela!!!!!!!!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
FUE SU MAAAMAAAAA??????!!!
AAAAAAAII UNA DISCULPAA POR NO COMENTAR ANTES!!!!.. JEJEJE ES QUE COMO EMPESARON LAS POSADAS!!!..... PUES TENGO QUE IIIRRR POR DULCES, PONCHE.... MAS DULCES..... Y MAS PONCHEEEE!!!!
JEJEJEJE PERO YA ESTOY AL COOORRRIENTEEEE!!!!!!
AAAAAAAAHHHHH!!!! NICK SALVO A SIMOOONNN!!!.... PERO POR QUE VALENTINE DIJO QUE FUE UN ERROORRR!!!!!... QUE CONTIENE LA SANGRE DE NICK?????......
AAAAAAAII UNA DISCULPAA POR NO COMENTAR ANTES!!!!.. JEJEJE ES QUE COMO EMPESARON LAS POSADAS!!!..... PUES TENGO QUE IIIRRR POR DULCES, PONCHE.... MAS DULCES..... Y MAS PONCHEEEE!!!!
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AAAAAAAAHHHHH!!!! NICK SALVO A SIMOOONNN!!!.... PERO POR QUE VALENTINE DIJO QUE FUE UN ERROORRR!!!!!... QUE CONTIENE LA SANGRE DE NICK?????......
chelis
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
:lloro: mas!!!!!
aranzhitha
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