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Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
chelis escribió:SII MERECEMOSSS UN CAAAPIISS
Si que lo merecen! ;)
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
Karli Jonas escribió:OMJ como es posible 4....4 caps
Me he perdido, dios donde me metí en este tiempo
Ahhhhh cada uno más intenso que el otro
OMJ dime que Simón esta bien!! Aún es vampirojoven
Para morí!! Awww mi vida Maia toda linda con Simón
Y agggg odio a Valentine es tan impertinente, odioso,
Malcriado y aggggg todo lo malo tiene
Pero ahhh amo a Nick sabía que le diría que no
No es un amor???
Por supuesto que si :D
Awwww en verdad amo a la rayis y a Nick son
Tan perfectamente únicos y compatibles
Me encantan!!
Hehehe confieso que me ha dado risa la menera en que
Llegarán con Valentine hahaha es única :D
Sólo eso es de ellos
Y OMJ ahhhh ame tu avatar, Dios!!! Nick se ve
Extremadamente sexy, tierno, adorable, perfecto y más
Obvio es el que esperábamos hahahaha
Plis siguela proto!! :D
:fiu: Por eso no te debes de desaparecer mucho tiempo! xD
Esperemos que Simón este bien, al igual que Maia!
:wut: :wut: :wut: :wut: :wut: :wut:
Valentine! ese hombre es todo lo malo que te puedas imaginar!
#TeamAntiValentine ^.^//
El Nicho :(L): es todo un lindo! *.*
Si ellos son el uno para el otro! ;) :hug:
JAJAJAJAJ lo sé yo también quiero un transporte de esos! :P
*.* Lo sé también AMO mi avatar! ;)
Ya la sigo! ;)
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
• AL ESTE DEL EDEN - CAPITULO 17 (Parte 2)•
—Creo que deberíamos entrar —dijo Isabelle, con la oreja presionada contra la puerta de la biblioteca, mientras hacía una seña a Alec para que se acercara más—. ¿Puedes oír algo?
Alec se inclinó hacia adelante junto a su hermana, teniendo cuidado de no dejar caer el teléfono que sostenía. Magnus había dicho que llamaría si tenía noticias o si sucedía algo. Hasta el momento, no lo había hecho.
—No.
—Exactamente. Han dejado de chillarse. —Los ojos oscuros de Isabelle brillaron—. Ahora están esperando a Valentine.
Alec se apartó de la puerta y recorrió a grandes zancadas el pasillo hasta la ventana más próxima. El cielo tenía el color del carbón medio hundido en cenizas color rubí.
—Se está poniendo el sol.
Isabelle alargó la mano hacia el picaporte.
—Vamos.
—Isabelle, espera…
—No quiero que pueda mentirnos sobre lo que diga Valentine —replicó ella—. O lo que suceda. Además, quiero verle. Al padre de Nicholas. ¿No quieres tú?
Alec retrocedió hasta la puerta de la biblioteca.
—Sí, pero esto no es una buena idea, porque…
Isabelle empujó hacia abajo el picaporte de la puerta de la biblioteca. Ésta se abrió de par en par. Con una ojeada burlona por encima del hombro de su hermano, la muchacha pasó al interior; maldiciendo entre dientes, Alec la siguió.
Su madre y la Inquisidora estaban de pie en extremos opuestos del enorme escritorio, como boxeadores enfrentándose en un cuadrilátero. Maryse tenía las mejillas de un rojo intenso y los cabellos desordenados, caídos alrededor del rostro. Isabelle dirigió una veloz mirada a Alec, como para decir: «Quizá no deberíamos haber entrado aquí. Mamá parece furiosa».
Por otra parte, si Maryse parecía enojada, la Inquisidora estaba, sin lugar a dudas, enfurecida. Giró en redondo cuando la puerta de la biblioteca se abrió, con la boca crispada en un modo horrible.
—¿Qué hacéis vosotros aquí? —gritó.
—¿Imogen! —exclamó Maryse.
—¡Maryse! —El tono de la Inquisidora se elevó—. Ya os he soportado más que suficiente a ti y a los delincuentes de tus hijos…
—Imogen —repitió Maryse.
Había algo en la voz, una especie de urgencia, que hizo que incluso la Inquisidora se volviera y mirara.
El aire junto al globo terráqueo de latón rielaba igual que el agua, y algo empezaba a tomar forma en él, igual que pintura negra extendida a pinceladas sobre tela blanca, que fue evolucionando hasta convertirse en una figura de un hombre de hombros anchos. La imagen oscilaba, demasiado para que Alec pudiera ver algo más aparte de que el hombre era alto y tenía una mata de pelo muy corto de un color blanco como la sal.
—Valentine.
La Inquisidora parecía sorprendida, se dijo Alec, aunque sin duda debía de haber estado esperándole.
El aire junto al globo terráqueo rieló con más fuerza, e Isabelle lanzó un grito ahogado cuando un hombre surgió del oscilante aire, como si ascendiera a través de capas de agua. El padre de Nicholas era un hombre imponente, con más de un metro ochenta de estatura, un amplio pecho y brazos fornidos rodeados de músculos fibrosos. La cara era casi triangular, afilándose para terminar en una dura barbilla. Podría habérsele considerado apuesto, pensó Alec, pero era sorprendentemente distinto a Nicholas y carecía de toda la belleza de su hijo. La empuñadura de una espada resultaba visible justo por encima del hombro izquierdo: la Espada Mortal. No necesitaba ir armado, ya que no estaba presente de un modo corpóreo, así que debía de llevarla para irritar a la Inquisidora. Aunque tampoco era que ésta necesitase que la irritasen más de lo que ya estaba.
—Imogen —saludó Valentine; los oscuros ojos miraron a la Inquisidora con una expresión de satisfecha diversión.
«Eso es Nicholas de pies a cabeza, esa mirada», pensó Alec.
—Y Maryse, mi Maryse…, ha pasado mucho tiempo.
—No soy tu Maryse, Valentine —dijo ésta con cierta dificultad tragando saliva con fuerza.
—Y éstos deben ser tus hijos —prosiguió Valentine como si ella no hubiese hablado.
Posó los ojos en Isabelle y Alec. Un leve escalofrío recorrió al chico, como si algo le hubiese tirado de los nervios. Las palabras del padre de Nicholas eran totalmente normales, incluso corteses, pero había algo en su mirada inexpresiva y rapaz que hizo que Alec quisiera colocarse frente a su hermana y ocultarla de la vista de Valentine.
—Son iguales que tú.
—Deja a mis hijos fuera, Valentine —replicó Maryse, esforzándose a todas luces por mantener la voz serena.
—Bueno, eso no me parece muy justo —repuso él—, teniendo en cuenta que tú no has dejado a mi hijo fuera. —Volvió la cabeza hacia la Inquisidora—. Recibí tu mensaje. ¿Es eso lo mejor que puedes hacer?
La mujer no se había movido; pestañeó lentamente, como un lagarto.
—Espero que los términos de mi oferta estuviesen perfectamente claros.
—Mi hijo a cambio de los Instrumentos Mortales. Era eso, ¿correcto? De lo contrario le matarás.
—¿Matarle? —replicó Isabelle—. ¡MAMÁ!
—Isabelle —exclamó Maryse con voz serena—. Cállate.
La Inquisidora lanzó a Isabelle y a Alec una mirada cargada de veneno por entre los entrecerrados párpados.
—Son los términos correctos, Morgenstern.
—Entonces mi respuesta es no.
—¿No? —Pareció como si la Inquisidora hubiese dado un paso al frente sobre tierra firme y ésta hubiese cedido bajo sus pies—. No puedes marcarte un farol conmigo, Valentine. Haré exactamente lo que he dicho que haría.
—No dudo de ti en absoluto, Imogen. Siempre has sido una mujer con una voluntad inquebrantable e implacable. Reconozco estas cualidades en ti porque yo también las poseo.
—No me parezco en nada a ti. Sigo la Ley…
—¿Incluso cuando te ordena que mates a un chico todavía adolescente simplemente para castigar a su padre?
—Esto no tiene nada que ver con la Ley, Imogen. Es porque tú me odias y me culpas por la muerte de tu hijo, y éste es tu modo de recompensarme. No servirá de nada. No renunciaré a los Instrumentos Mortales, ni siquiera por Jonathan.
La Inquisidora se limitó a mirarle de hito en hito.
—Pero es tu hijo —repuso—. Tu niño.
—Los niños efectúan sus propias elecciones —replicó Valentine—. Esto es algo que jamás comprendiste. Ofrecí seguridad a Jonathan si permanecía a mi lado; la rechazó y regresó con vosotros, y tú te vengarás de él como le dije que harías. Si algo eres, Imogen, es previsible.
La Inquisidora no pareció reparar en el insulto.
—La Clave insistirá en su muerte, en el caso de que no me entregues los Instrumentos Mortales —replicó como alguien atrapado en una pesadilla—. No podré detenerles.
—Me doy perfecta cuenta de eso —repuso Valentine—. Pero no hay nada que yo pueda hacer. Le ofrecí una oportunidad. No la aceptó.
—¡Cabrón —gritó Isabelle de improviso, e hizo ademán de lanzarse sobre él; Alec la agarró del brazo y la arrastró hacia atrás, sujetándola allí—. Es un imbécil —siseó. Luego alzó la voz, gritando a Valentine—: ¡Eres un…!
—¡Isabelle!
Alec le tapó la boca a su hermana con la mano mientras Valentine les dedicaba a ambos una única y divertida ojeada.
—Tú… le ofreciste… —La Inquisidora empezaba a recordar a Alec un robot al que se le están fundiendo los circuitos—. ¿Y él te rechazó? —Meneó la cabeza—. Pero él es tu espía…, tu arma…
—¿Eso es lo que pensabas? —inquirió él, con una sorpresa aparentemente genuina—. No estoy precisamente interesado en espiar los secretos de la Clave. Sólo estoy interesado en su destrucción, y para alcanzar ese fin poseo armas muchísimo más poderosas que un muchacho.
—Pero…
—Cree lo que quieras —replicó Valentine con un encogimiento de hombros—. No eres nada, Imogen Herondale. El mascarón de proa es un régimen cuyo poder pronto quedará hecho añicos, su reinado finiquitado. No hay nada que tengas que ofrecerme que yo pudiese desear.
—¡Valentine!
La Inquisidora se lanzó hacia él, como si pudiera detenerle, atraparle, pero sus manos sólo lo atravesaron como si fuera agua. Con una expresión de suprema repugnancia, él retrocedió y desapareció.
El cielo estaba recorrido por los últimos lametones de un fuego que se extinguía, y el agua había adquirido un color hierro. ____(tn) se arrebujó mejor en la chaqueta y tiritó.
—¿Tienes frío?
Nicholas había estado de pie en el extremo de la furgoneta, contemplando la estela que el vehículo dejaba tras de sí: dos líneas blancas de espuma hendiendo el agua. Ahora se acercó y se dejó resbalar junto a ella, con la espalda contra la ventanilla que daba a la cabina. La ventanilla misma estaba casi totalmente empañada por el humo azulado.
—¿Tú no?
—No.
Negó con la cabeza, se quitó la cazadora y se la pasó. ____(tn) se la puso, agradeciendo la suavidad del cuero. Era demasiado grande pero le resultaba muy reconfortante.
—Te quedarás en la furgoneta tal y como Luke te dijo que hicieras, ¿de acuerdo? —dijo él.
—¿Tengo elección?
—No en el sentido literal, no.
____(tn) se quitó el guante y le tendió la mano. Él se la tomó, agarrándola con fuerza, y ella bajó la mirada hacia los dedos entrelazados de ambos, los suyos tan pequeños, cuadrados en las puntas, y los de él largos y delgados.
—Encontrarás a Simon por mí —dijo ella—. Sé que lo harás.
—____(tn)… —Ella pudo ver el agua que les rodeaba reflejada en los ojos de Nicholas—. Puede que esté… quiero decir, puede ser que…
—No. —Su tono no dejaba lugar a la duda—. Estará bien. Tiene que estarlo.
Nicholas suspiró. Sus iris ondularon con agua azul oscuro… como si fuesen lágrimas, se dijo ____(tn), pero no eran lágrimas, sólo reflejos.
—Hay algo que quiero preguntarte —dijo él—. Temía preguntártelo antes. Pero ahora no temo a nada.
Cubrió la mejilla de ____(tn) con la mano, la palma cálida sobre la piel fría, y ella descubrió que su propio miedo había desaparecido, como si él pudiera traspasarle el poder de la runa que impedía sentir miedo a través del tacto. Alzó la barbilla, entreabriendo los labios expectante; la boca de Nicholas rozó la suya levemente, tan levemente que pareció la caricia de una pluma, el recuerdo de un beso, y luego él se echó atrás, abriendo los ojos de par en par; ____(tn) vio la pared negra reflejada en ellos, alzándose hasta ocultar el incrédulo tono dorado: la sombra del barco.
Nicholas la soltó con una exclamación y se incorporó apresuradamente. ____(tn) se levantó con torpeza, con la pesada cazadora de Nicholas haciéndole perder el equilibrio. Chispas azules salían volando de la ventanilla de la cabina, y a su luz pudo ver que el costado del barco era de chapa de metal negro, que había una fina escala descendiendo por un lado y que una barandilla de hierro recorría la parte superior. Sobre la barandilla estaban posadas lo que parecían enormes aves de extraño aspecto. Oleadas de frío parecían emanar del barco igual que el aire gélido de un iceberg. Cuando Nicholas le gritó, su aliento surgió en blancas volutas, y las palabras quedaron ahogadas en el repentino rugir de motores del enorme barco.
Ella le miró arrugando el cejo.
—¿Qué? ¿Qué has dicho?
Él metió una mano bajo la chaqueta de la joven y le rozó la piel desnuda con las yemas de los dedos. ____(tn) lanzó un chillido de sorpresa, pero Nicholas le sacó rápidamente del cinturón el cuchillo serafín que le había entregado antes, se lo puso en la mano y la soltó.
—He dicho que sacases a Abrariel, porque ya vienen.
—¿Quién viene?
—Los demonios.
Señaló hacia arriba. Al principio, ____(tn) no vio nada. Entonces reparó en las enormes aves extrañas que había visto antes. Éstas se tiraban desde la barandilla una a una, cayendo como piedras por el costado del barco… para a continuación enderezarse y marchar directas hacia donde la furgoneta flotaba sobre las olas. A medida que se acercaban, ____(tn) vio que no eran aves en absoluto, sino horrendas criaturas voladoras parecidas a pterodáctilos, con amplias alas correosas y huesudas cabezas triangulares. Tenían la boca repleta de serrados dientes de tiburón, una hilera tras otra de ellos, y sus zarpas centelleaban igual que rectas cuchillas.
Nicholas trepó como pudo al techo de la cabina, con Telantes llameando en la mano. Cuando la primera de las criaturas voladoras llegaba a ellos, Nicholas lanzó el cuchillo. Éste alcanzó al demonio y le rebanó la parte superior del cráneo. Con un agudo y asustado chirrido, la criatura cayó hacia el lado, moviendo las alas espasmódicamente. Cuando chocó con el océano, el agua hirvió.
El segundo demonio golpeó el capó de la furgoneta y las zarpas dejaron largos surcos sobre el metal. Se estrelló contra el parabrisas dejando el cristal convertido en una telaraña de vidrio agrietado. ____(tn) gritó a Luke, pero otro de los seres caía en picado sobre ella descendiendo desde el cielo plomizo como una flecha. La muchacha tiró hacia arriba de la manga de la cazadora de Nicholas y extendió el brazo para mostrar la runa defensiva. El demonio chirrió como había hecho el otro, moviendo las alas para retroceder… pero ya se había acercado demasiado y estaba al alcance de ____(tn). Mientras le hundía Abrariel en el pecho vio que no tenía ojos, únicamente unas hendiduras a ambos lados del cráneo. El ser estalló en mil pedazos dejando una voluta de humo negro tras él.
—Bien hecho —exclamó Nicholas.
Éste había bajado de un salto de la cabina de la furgoneta para despachar a otra de las chirriantes criaturas voladoras. Había desenvainado también una daga y la empuñadura ya estaba cubierta de sangre negra.
—¿Qué son estas cosas? —jadeó ____(tn), blandiendo a Abrariel en un amplio arco que abrió un tajo en el pecho de uno de los demonios voladores.
El ser graznó e intentó golpearla con una ala. A tan poca distancia, la muchacha pudo ver que las alas terminaban en huesudas crestas afiladas como cuchillas. La criatura enganchó la manga de la cazadora de Nicholas y la desgarró.
—Mi cazadora —protestó Nicholas enfurecido, y la apuñaló cuando ésta se alzaba, perforándole la espalda y haciendo que el ser desapareciera con un chirrido—. Adoraba esa cazadora.
____(tn) le miró atónita, luego giró en redondo cuando el desgarrador chirrido del metal le atacó los oídos. Dos de los demonios voladores habían agarrado entre las zarpas el techo de la cabina y lo estaban arrancando. El chirrido del metal desgarrándose inundó el aire. Luke estaba sobre el capó, acuchillando a las criaturas con su kindjal. Una cayó por el costado del vehículo y desapareció antes de tocar el agua. La otra alzó veloz el vuelo con el techo de la furgoneta firmemente sujeto entre las garras, lanzando agudos chillidos de triunfo, y fue de vuelta al barco.
Por el momento el cielo estaba despejado. ____(tn) corrió al frente y miró en el interior de la cabina. Magnus se hallaba desplomado en su asiento, con el rostro ceniciento. Estaba demasiado oscuro para poder ver si estaba herido.
—¡Magnus! —gritó—. ¿Estás herido?
—No. —El brujo se esforzó por incorporarse, pero volvió a dejarse caer en el asiento—. Sólo estoy… exhausto. Los hechizos de protección del barco son fuertes. Contrarrestarlos, desactivarlos, es… difícil. —La voz se debilitó—. Pero si no lo hago, cualquiera que pise ese barco que no sea Valentine, morirá.
—Tal vez deberías venir con nosotros —suspiró Luke.
—No puedo trabajar en las salvaguardas si estoy en el barco. Tengo que hacerlo desde aquí. Así es como funciona. —La sonrisa de Magnus fue dolorosa—. Además, no sirvo en una pelea. Mis talentos se hallan en otras partes.
—Pero y si necesitamos… —empezó a decir ____(tn), todavía inclinada hacia el interior de la cabina.
—¡____(tn)! —chilló Luke, pero era demasiado tarde.
Ninguno de ellos había visto a la criatura alada aferrada, totalmente inmóvil, al costado de la furgoneta. De repente ésta se alzó hacia arriba, moviendo las alas en un vuelo lateral, y hundió con fuerza las garras en la parte posterior de la cazadora de ____(tn), toda ella una masa borrosa de alas oscuras y dientes apestosos e irregulares. Con un aullante chirrido de triunfo, el ser alzó el vuelo, con ____(tn) colgando impotente en sus garras.
—¡____(tn)! —volvió a chillar Luke, y corrió a toda velocidad hasta el borde del capó de la furgoneta. Se detuvo allí, mirando con desesperación hacia la menguante figura alada con su colgante carga flácida.
—No la matará —dijo Nicholas, reuniéndose con él en el capó—. Le está llevando la pieza a Valentine.
Hubo algo en el tono de la voz que hizo que a Luke se le helara la sangre. Volvió la cabeza para mirar sorprendido al muchacho.
—Pero…
No acabó la frase. Nicholas ya se había zambullido en el agua, saltando desde la furgoneta de un único y grácil movimiento. Cayó a las sucias aguas del río y empezó a nadar hacia el barco con poderosas patadas que creaban remolinos de espuma en el agua.
Luke se volvió hacia Magnus, cuyo pálido rostro era apenas visible a través del parabrisas agrietado. Alzó una mano y le pareció ver que Magnus asentía en respuesta.
Enfundando el kindjal, se zambulló en el río en pos de Nicholas.
Alec soltó a Isabelle, medio esperando que ésta empezara a chillar en cuanto le quitara la mano de la boca. No lo hizo. Permaneció quieta junto a él y se quedó mirando fijamente cómo la Inquisidora se erguía, tambaleándose ligeramente, con el rostro de un blanco grisáceo.
—Imogen —llamó Maryse, y no había sentimiento en la voz, ni siquiera ira.
La Inquisidora no pareció oírla. Su expresión no cambió mientras se dejaba caer sin fuerzas en el viejo sillón de Hodge.
—Dios mío —exclamó, clavando la mirada en el escritorio—. ¿Qué he hecho?
Maryse hizo una seña a su hija.
—Trae a tu padre.
Isabelle, con una expresión tan asustada como Alec no le había visto nunca, asintió y abandonó la habitación.
Maryse cruzó la estancia hacia la Inquisidora y la miró.
—¿Qué has hecho, Imogen? —dijo—. Le has entregado la victoria a Valentine. Eso es lo que has hecho.
—No —musitó ella.
—Sabías exactamente lo que Valentine planeaba cuando encerraste a Nicholas. Te negaste a permitir que la Clave interviniera porque habría interferido en tu plan. Querías hacer sufrir a Valentine como él te ha hecho sufrir a ti; mostrarle que tenías el poder de matar a su hijo como él había matado al tuyo. Querías humillarle.
—Sí…
—Pero Valentine no se deja humillar —continuó Maryse—. Yo podría habértelo dicho. Jamás le tuviste controlado. Sólo fingió considerar tu oferta para tener la absoluta certeza de que no tendríamos tiempo de pedir refuerzos a Idris, Y ahora es demasiado tarde.
La Inquisidora alzó los ojos con expresión enloquecida. Los cabellos se le habían soltado del moño y le colgaban en mechones lacios alrededor del rosto. Su aspecto era el más humano que Alec le había visto nunca, pero no le produjo la menor satisfacción. Las palabras de su madre le dejaron helado: «demasiado tarde».
—No, Maryse —repuso la mujer—. Todavía podemos…
—¿Todavía qué? —La voz de Maryse se quebró— ¿Llamar a la Clave? No disponemos de los días, las horas que necesitarían para llegar aquí si vamos a enfrentarnos a Valentine… y Dios sabe que no tenemos elección.
—Vamos a tener que hacerlo ahora —interrumpió una voz profunda.
Detrás de Alec, con expresión sumamente sombría, estaba Robert Lightwood.
Alec contempló boquiabierto a su padre. Hacía años que no le había visto vestido con el equipo de caza; había estado ocupado en tareas administrativas, en dirigir el Cónclave y en ocuparse de cuestiones referentes a los subterráneos. Algo en el hecho de ver a su padre con sus gruesas y acorazadas ropas oscuras, con el sable sujeto a la espalda, devolvió a Alec a su infancia, cuando su padre había sido el hombre más imponente, fuerte y aterrador que podía imaginar. Y seguía resultando aterrador. No había visto a su padre desde que se había puesto en ridículo a sí mismo en casa de Luke, así que intentó captar su mirada ahora, pero Robert miraba a Maryse.
—El Cónclave está listo —informó— Los botes aguardan en el muelle.
Las manos de la Inquisidora aletearon alrededor de su rostro.
—No sirve de nada —farfulló—. No somos suficientes… no podemos de ningún modo…
Robert hizo caso omiso de ella.
—Deberíamos marcharnos en seguida —sugirió, y en su tono había el respeto del que había carecido al dirigirse a la Inquisidora.
—Pero la Clave… —empezó a decir ésta— deberían ser informados.
Maryse empujó el teléfono del escritorio en dirección a la mujer, con energía.
—Cuéntaselo tú. Cuéntales lo que has hecho. Es tu trabajo, al fin y al cabo.
La Inquisidora no dijo nada, se limitó a contemplar fijamente el teléfono, con una mano sobre la boca.
Antes de que Alec pudiera empezar a compadecerse de ella, la puerta volvió a abrirse y entró Isabelle ataviada con su equipo de cazadora de sombras, con el largo látigo de plata y oro en una mano y una naginata de asta de madera en la otra. Miró a su hermano ceñuda.
—Ve a prepararte —dijo—. Partimos hacia el barco de Valentine inmediatamente.
Alec no pudo evitarlo; la comisura de los labios se le crispó hacia arriba. ¡Isabelle era siempre tan resuelta!
—¿Eso es para mí? —le preguntó, indicando la naginata.
Su hermana la apartó violentamente de él.
—¡Ve a buscar la tuya!
«Algunas cosas no cambian nunca». Alec marchó en dirección a la puerta, pero le detuvo una mano que se posó en su hombro. Alzó los ojos sorprendido.
Era su padre. Contemplaba a Alec, y aunque no sonreía, había una expresión de orgullo en su rostro arrugado y cansado.
—Si necesitas un acero, Alexander; mi guisarme está en la entrada. Si quieres usarla.
Alec tragó saliva y asintió, pero antes de que pudiera dar las gracias a su padre oyó a Isabelle detrás de él.
—Aquí tienes, mamá —dijo.
Alec se volvió y vio a su hermana entregar la naginata a su madre, que la tomó y la hizo girar expertamente en la mano.
—Gracias, Isabelle —dijo Maryse, y con un movimiento tan veloz como cualquiera de los de su hija bajó la espada para apuntar directamente al corazón de la Inquisidora.
Imogen Herondale alzó la mirada hacia Maryse con los ojos inexpresivos y destrozados de una estatua estropeada.
—¿Vas a matarme, Maryse?
Maryse siseó por entre los cerrados dientes.
—Frío, frío —replicó— Necesitamos a todo cazador de sombras que esté en la ciudad, y justo ahora, eso te incluye a ti. Levanta, Imogen, y prepárate para la batalla. A partir de ahora, las órdenes las doy yo. —Sonrió sombría—. Y lo primero que vas a hacer es liberar a mi hijo de esa maldita Configuración Malachi.
Su aspecto era magnífico mientras lo decía, pensó Alec con orgullo, una auténtica guerrera cazadora de sombras, cada una de sus arrugas llameando con justa furia.
Odiaba tener que estropear el momento… pero no tardarían en descubrir por sí mismos que Nicholas se había ido. Era mejor que alguien amortiguara el golpe.
Carraspeó.
—Lo cierto es —comenzó— que hay algo que probablemente deberíais saber…
Alec se inclinó hacia adelante junto a su hermana, teniendo cuidado de no dejar caer el teléfono que sostenía. Magnus había dicho que llamaría si tenía noticias o si sucedía algo. Hasta el momento, no lo había hecho.
—No.
—Exactamente. Han dejado de chillarse. —Los ojos oscuros de Isabelle brillaron—. Ahora están esperando a Valentine.
Alec se apartó de la puerta y recorrió a grandes zancadas el pasillo hasta la ventana más próxima. El cielo tenía el color del carbón medio hundido en cenizas color rubí.
—Se está poniendo el sol.
Isabelle alargó la mano hacia el picaporte.
—Vamos.
—Isabelle, espera…
—No quiero que pueda mentirnos sobre lo que diga Valentine —replicó ella—. O lo que suceda. Además, quiero verle. Al padre de Nicholas. ¿No quieres tú?
Alec retrocedió hasta la puerta de la biblioteca.
—Sí, pero esto no es una buena idea, porque…
Isabelle empujó hacia abajo el picaporte de la puerta de la biblioteca. Ésta se abrió de par en par. Con una ojeada burlona por encima del hombro de su hermano, la muchacha pasó al interior; maldiciendo entre dientes, Alec la siguió.
Su madre y la Inquisidora estaban de pie en extremos opuestos del enorme escritorio, como boxeadores enfrentándose en un cuadrilátero. Maryse tenía las mejillas de un rojo intenso y los cabellos desordenados, caídos alrededor del rostro. Isabelle dirigió una veloz mirada a Alec, como para decir: «Quizá no deberíamos haber entrado aquí. Mamá parece furiosa».
Por otra parte, si Maryse parecía enojada, la Inquisidora estaba, sin lugar a dudas, enfurecida. Giró en redondo cuando la puerta de la biblioteca se abrió, con la boca crispada en un modo horrible.
—¿Qué hacéis vosotros aquí? —gritó.
—¿Imogen! —exclamó Maryse.
—¡Maryse! —El tono de la Inquisidora se elevó—. Ya os he soportado más que suficiente a ti y a los delincuentes de tus hijos…
—Imogen —repitió Maryse.
Había algo en la voz, una especie de urgencia, que hizo que incluso la Inquisidora se volviera y mirara.
El aire junto al globo terráqueo de latón rielaba igual que el agua, y algo empezaba a tomar forma en él, igual que pintura negra extendida a pinceladas sobre tela blanca, que fue evolucionando hasta convertirse en una figura de un hombre de hombros anchos. La imagen oscilaba, demasiado para que Alec pudiera ver algo más aparte de que el hombre era alto y tenía una mata de pelo muy corto de un color blanco como la sal.
—Valentine.
La Inquisidora parecía sorprendida, se dijo Alec, aunque sin duda debía de haber estado esperándole.
El aire junto al globo terráqueo rieló con más fuerza, e Isabelle lanzó un grito ahogado cuando un hombre surgió del oscilante aire, como si ascendiera a través de capas de agua. El padre de Nicholas era un hombre imponente, con más de un metro ochenta de estatura, un amplio pecho y brazos fornidos rodeados de músculos fibrosos. La cara era casi triangular, afilándose para terminar en una dura barbilla. Podría habérsele considerado apuesto, pensó Alec, pero era sorprendentemente distinto a Nicholas y carecía de toda la belleza de su hijo. La empuñadura de una espada resultaba visible justo por encima del hombro izquierdo: la Espada Mortal. No necesitaba ir armado, ya que no estaba presente de un modo corpóreo, así que debía de llevarla para irritar a la Inquisidora. Aunque tampoco era que ésta necesitase que la irritasen más de lo que ya estaba.
—Imogen —saludó Valentine; los oscuros ojos miraron a la Inquisidora con una expresión de satisfecha diversión.
«Eso es Nicholas de pies a cabeza, esa mirada», pensó Alec.
—Y Maryse, mi Maryse…, ha pasado mucho tiempo.
—No soy tu Maryse, Valentine —dijo ésta con cierta dificultad tragando saliva con fuerza.
—Y éstos deben ser tus hijos —prosiguió Valentine como si ella no hubiese hablado.
Posó los ojos en Isabelle y Alec. Un leve escalofrío recorrió al chico, como si algo le hubiese tirado de los nervios. Las palabras del padre de Nicholas eran totalmente normales, incluso corteses, pero había algo en su mirada inexpresiva y rapaz que hizo que Alec quisiera colocarse frente a su hermana y ocultarla de la vista de Valentine.
—Son iguales que tú.
—Deja a mis hijos fuera, Valentine —replicó Maryse, esforzándose a todas luces por mantener la voz serena.
—Bueno, eso no me parece muy justo —repuso él—, teniendo en cuenta que tú no has dejado a mi hijo fuera. —Volvió la cabeza hacia la Inquisidora—. Recibí tu mensaje. ¿Es eso lo mejor que puedes hacer?
La mujer no se había movido; pestañeó lentamente, como un lagarto.
—Espero que los términos de mi oferta estuviesen perfectamente claros.
—Mi hijo a cambio de los Instrumentos Mortales. Era eso, ¿correcto? De lo contrario le matarás.
—¿Matarle? —replicó Isabelle—. ¡MAMÁ!
—Isabelle —exclamó Maryse con voz serena—. Cállate.
La Inquisidora lanzó a Isabelle y a Alec una mirada cargada de veneno por entre los entrecerrados párpados.
—Son los términos correctos, Morgenstern.
—Entonces mi respuesta es no.
—¿No? —Pareció como si la Inquisidora hubiese dado un paso al frente sobre tierra firme y ésta hubiese cedido bajo sus pies—. No puedes marcarte un farol conmigo, Valentine. Haré exactamente lo que he dicho que haría.
—No dudo de ti en absoluto, Imogen. Siempre has sido una mujer con una voluntad inquebrantable e implacable. Reconozco estas cualidades en ti porque yo también las poseo.
—No me parezco en nada a ti. Sigo la Ley…
—¿Incluso cuando te ordena que mates a un chico todavía adolescente simplemente para castigar a su padre?
—Esto no tiene nada que ver con la Ley, Imogen. Es porque tú me odias y me culpas por la muerte de tu hijo, y éste es tu modo de recompensarme. No servirá de nada. No renunciaré a los Instrumentos Mortales, ni siquiera por Jonathan.
La Inquisidora se limitó a mirarle de hito en hito.
—Pero es tu hijo —repuso—. Tu niño.
—Los niños efectúan sus propias elecciones —replicó Valentine—. Esto es algo que jamás comprendiste. Ofrecí seguridad a Jonathan si permanecía a mi lado; la rechazó y regresó con vosotros, y tú te vengarás de él como le dije que harías. Si algo eres, Imogen, es previsible.
La Inquisidora no pareció reparar en el insulto.
—La Clave insistirá en su muerte, en el caso de que no me entregues los Instrumentos Mortales —replicó como alguien atrapado en una pesadilla—. No podré detenerles.
—Me doy perfecta cuenta de eso —repuso Valentine—. Pero no hay nada que yo pueda hacer. Le ofrecí una oportunidad. No la aceptó.
—¡Cabrón —gritó Isabelle de improviso, e hizo ademán de lanzarse sobre él; Alec la agarró del brazo y la arrastró hacia atrás, sujetándola allí—. Es un imbécil —siseó. Luego alzó la voz, gritando a Valentine—: ¡Eres un…!
—¡Isabelle!
Alec le tapó la boca a su hermana con la mano mientras Valentine les dedicaba a ambos una única y divertida ojeada.
—Tú… le ofreciste… —La Inquisidora empezaba a recordar a Alec un robot al que se le están fundiendo los circuitos—. ¿Y él te rechazó? —Meneó la cabeza—. Pero él es tu espía…, tu arma…
—¿Eso es lo que pensabas? —inquirió él, con una sorpresa aparentemente genuina—. No estoy precisamente interesado en espiar los secretos de la Clave. Sólo estoy interesado en su destrucción, y para alcanzar ese fin poseo armas muchísimo más poderosas que un muchacho.
—Pero…
—Cree lo que quieras —replicó Valentine con un encogimiento de hombros—. No eres nada, Imogen Herondale. El mascarón de proa es un régimen cuyo poder pronto quedará hecho añicos, su reinado finiquitado. No hay nada que tengas que ofrecerme que yo pudiese desear.
—¡Valentine!
La Inquisidora se lanzó hacia él, como si pudiera detenerle, atraparle, pero sus manos sólo lo atravesaron como si fuera agua. Con una expresión de suprema repugnancia, él retrocedió y desapareció.
****************************************
El cielo estaba recorrido por los últimos lametones de un fuego que se extinguía, y el agua había adquirido un color hierro. ____(tn) se arrebujó mejor en la chaqueta y tiritó.
—¿Tienes frío?
Nicholas había estado de pie en el extremo de la furgoneta, contemplando la estela que el vehículo dejaba tras de sí: dos líneas blancas de espuma hendiendo el agua. Ahora se acercó y se dejó resbalar junto a ella, con la espalda contra la ventanilla que daba a la cabina. La ventanilla misma estaba casi totalmente empañada por el humo azulado.
—¿Tú no?
—No.
Negó con la cabeza, se quitó la cazadora y se la pasó. ____(tn) se la puso, agradeciendo la suavidad del cuero. Era demasiado grande pero le resultaba muy reconfortante.
—Te quedarás en la furgoneta tal y como Luke te dijo que hicieras, ¿de acuerdo? —dijo él.
—¿Tengo elección?
—No en el sentido literal, no.
____(tn) se quitó el guante y le tendió la mano. Él se la tomó, agarrándola con fuerza, y ella bajó la mirada hacia los dedos entrelazados de ambos, los suyos tan pequeños, cuadrados en las puntas, y los de él largos y delgados.
—Encontrarás a Simon por mí —dijo ella—. Sé que lo harás.
—____(tn)… —Ella pudo ver el agua que les rodeaba reflejada en los ojos de Nicholas—. Puede que esté… quiero decir, puede ser que…
—No. —Su tono no dejaba lugar a la duda—. Estará bien. Tiene que estarlo.
Nicholas suspiró. Sus iris ondularon con agua azul oscuro… como si fuesen lágrimas, se dijo ____(tn), pero no eran lágrimas, sólo reflejos.
—Hay algo que quiero preguntarte —dijo él—. Temía preguntártelo antes. Pero ahora no temo a nada.
Cubrió la mejilla de ____(tn) con la mano, la palma cálida sobre la piel fría, y ella descubrió que su propio miedo había desaparecido, como si él pudiera traspasarle el poder de la runa que impedía sentir miedo a través del tacto. Alzó la barbilla, entreabriendo los labios expectante; la boca de Nicholas rozó la suya levemente, tan levemente que pareció la caricia de una pluma, el recuerdo de un beso, y luego él se echó atrás, abriendo los ojos de par en par; ____(tn) vio la pared negra reflejada en ellos, alzándose hasta ocultar el incrédulo tono dorado: la sombra del barco.
Nicholas la soltó con una exclamación y se incorporó apresuradamente. ____(tn) se levantó con torpeza, con la pesada cazadora de Nicholas haciéndole perder el equilibrio. Chispas azules salían volando de la ventanilla de la cabina, y a su luz pudo ver que el costado del barco era de chapa de metal negro, que había una fina escala descendiendo por un lado y que una barandilla de hierro recorría la parte superior. Sobre la barandilla estaban posadas lo que parecían enormes aves de extraño aspecto. Oleadas de frío parecían emanar del barco igual que el aire gélido de un iceberg. Cuando Nicholas le gritó, su aliento surgió en blancas volutas, y las palabras quedaron ahogadas en el repentino rugir de motores del enorme barco.
Ella le miró arrugando el cejo.
—¿Qué? ¿Qué has dicho?
Él metió una mano bajo la chaqueta de la joven y le rozó la piel desnuda con las yemas de los dedos. ____(tn) lanzó un chillido de sorpresa, pero Nicholas le sacó rápidamente del cinturón el cuchillo serafín que le había entregado antes, se lo puso en la mano y la soltó.
—He dicho que sacases a Abrariel, porque ya vienen.
—¿Quién viene?
—Los demonios.
Señaló hacia arriba. Al principio, ____(tn) no vio nada. Entonces reparó en las enormes aves extrañas que había visto antes. Éstas se tiraban desde la barandilla una a una, cayendo como piedras por el costado del barco… para a continuación enderezarse y marchar directas hacia donde la furgoneta flotaba sobre las olas. A medida que se acercaban, ____(tn) vio que no eran aves en absoluto, sino horrendas criaturas voladoras parecidas a pterodáctilos, con amplias alas correosas y huesudas cabezas triangulares. Tenían la boca repleta de serrados dientes de tiburón, una hilera tras otra de ellos, y sus zarpas centelleaban igual que rectas cuchillas.
Nicholas trepó como pudo al techo de la cabina, con Telantes llameando en la mano. Cuando la primera de las criaturas voladoras llegaba a ellos, Nicholas lanzó el cuchillo. Éste alcanzó al demonio y le rebanó la parte superior del cráneo. Con un agudo y asustado chirrido, la criatura cayó hacia el lado, moviendo las alas espasmódicamente. Cuando chocó con el océano, el agua hirvió.
El segundo demonio golpeó el capó de la furgoneta y las zarpas dejaron largos surcos sobre el metal. Se estrelló contra el parabrisas dejando el cristal convertido en una telaraña de vidrio agrietado. ____(tn) gritó a Luke, pero otro de los seres caía en picado sobre ella descendiendo desde el cielo plomizo como una flecha. La muchacha tiró hacia arriba de la manga de la cazadora de Nicholas y extendió el brazo para mostrar la runa defensiva. El demonio chirrió como había hecho el otro, moviendo las alas para retroceder… pero ya se había acercado demasiado y estaba al alcance de ____(tn). Mientras le hundía Abrariel en el pecho vio que no tenía ojos, únicamente unas hendiduras a ambos lados del cráneo. El ser estalló en mil pedazos dejando una voluta de humo negro tras él.
—Bien hecho —exclamó Nicholas.
Éste había bajado de un salto de la cabina de la furgoneta para despachar a otra de las chirriantes criaturas voladoras. Había desenvainado también una daga y la empuñadura ya estaba cubierta de sangre negra.
—¿Qué son estas cosas? —jadeó ____(tn), blandiendo a Abrariel en un amplio arco que abrió un tajo en el pecho de uno de los demonios voladores.
El ser graznó e intentó golpearla con una ala. A tan poca distancia, la muchacha pudo ver que las alas terminaban en huesudas crestas afiladas como cuchillas. La criatura enganchó la manga de la cazadora de Nicholas y la desgarró.
—Mi cazadora —protestó Nicholas enfurecido, y la apuñaló cuando ésta se alzaba, perforándole la espalda y haciendo que el ser desapareciera con un chirrido—. Adoraba esa cazadora.
____(tn) le miró atónita, luego giró en redondo cuando el desgarrador chirrido del metal le atacó los oídos. Dos de los demonios voladores habían agarrado entre las zarpas el techo de la cabina y lo estaban arrancando. El chirrido del metal desgarrándose inundó el aire. Luke estaba sobre el capó, acuchillando a las criaturas con su kindjal. Una cayó por el costado del vehículo y desapareció antes de tocar el agua. La otra alzó veloz el vuelo con el techo de la furgoneta firmemente sujeto entre las garras, lanzando agudos chillidos de triunfo, y fue de vuelta al barco.
Por el momento el cielo estaba despejado. ____(tn) corrió al frente y miró en el interior de la cabina. Magnus se hallaba desplomado en su asiento, con el rostro ceniciento. Estaba demasiado oscuro para poder ver si estaba herido.
—¡Magnus! —gritó—. ¿Estás herido?
—No. —El brujo se esforzó por incorporarse, pero volvió a dejarse caer en el asiento—. Sólo estoy… exhausto. Los hechizos de protección del barco son fuertes. Contrarrestarlos, desactivarlos, es… difícil. —La voz se debilitó—. Pero si no lo hago, cualquiera que pise ese barco que no sea Valentine, morirá.
—Tal vez deberías venir con nosotros —suspiró Luke.
—No puedo trabajar en las salvaguardas si estoy en el barco. Tengo que hacerlo desde aquí. Así es como funciona. —La sonrisa de Magnus fue dolorosa—. Además, no sirvo en una pelea. Mis talentos se hallan en otras partes.
—Pero y si necesitamos… —empezó a decir ____(tn), todavía inclinada hacia el interior de la cabina.
—¡____(tn)! —chilló Luke, pero era demasiado tarde.
Ninguno de ellos había visto a la criatura alada aferrada, totalmente inmóvil, al costado de la furgoneta. De repente ésta se alzó hacia arriba, moviendo las alas en un vuelo lateral, y hundió con fuerza las garras en la parte posterior de la cazadora de ____(tn), toda ella una masa borrosa de alas oscuras y dientes apestosos e irregulares. Con un aullante chirrido de triunfo, el ser alzó el vuelo, con ____(tn) colgando impotente en sus garras.
—¡____(tn)! —volvió a chillar Luke, y corrió a toda velocidad hasta el borde del capó de la furgoneta. Se detuvo allí, mirando con desesperación hacia la menguante figura alada con su colgante carga flácida.
—No la matará —dijo Nicholas, reuniéndose con él en el capó—. Le está llevando la pieza a Valentine.
Hubo algo en el tono de la voz que hizo que a Luke se le helara la sangre. Volvió la cabeza para mirar sorprendido al muchacho.
—Pero…
No acabó la frase. Nicholas ya se había zambullido en el agua, saltando desde la furgoneta de un único y grácil movimiento. Cayó a las sucias aguas del río y empezó a nadar hacia el barco con poderosas patadas que creaban remolinos de espuma en el agua.
Luke se volvió hacia Magnus, cuyo pálido rostro era apenas visible a través del parabrisas agrietado. Alzó una mano y le pareció ver que Magnus asentía en respuesta.
Enfundando el kindjal, se zambulló en el río en pos de Nicholas.
**************************************
Alec soltó a Isabelle, medio esperando que ésta empezara a chillar en cuanto le quitara la mano de la boca. No lo hizo. Permaneció quieta junto a él y se quedó mirando fijamente cómo la Inquisidora se erguía, tambaleándose ligeramente, con el rostro de un blanco grisáceo.
—Imogen —llamó Maryse, y no había sentimiento en la voz, ni siquiera ira.
La Inquisidora no pareció oírla. Su expresión no cambió mientras se dejaba caer sin fuerzas en el viejo sillón de Hodge.
—Dios mío —exclamó, clavando la mirada en el escritorio—. ¿Qué he hecho?
Maryse hizo una seña a su hija.
—Trae a tu padre.
Isabelle, con una expresión tan asustada como Alec no le había visto nunca, asintió y abandonó la habitación.
Maryse cruzó la estancia hacia la Inquisidora y la miró.
—¿Qué has hecho, Imogen? —dijo—. Le has entregado la victoria a Valentine. Eso es lo que has hecho.
—No —musitó ella.
—Sabías exactamente lo que Valentine planeaba cuando encerraste a Nicholas. Te negaste a permitir que la Clave interviniera porque habría interferido en tu plan. Querías hacer sufrir a Valentine como él te ha hecho sufrir a ti; mostrarle que tenías el poder de matar a su hijo como él había matado al tuyo. Querías humillarle.
—Sí…
—Pero Valentine no se deja humillar —continuó Maryse—. Yo podría habértelo dicho. Jamás le tuviste controlado. Sólo fingió considerar tu oferta para tener la absoluta certeza de que no tendríamos tiempo de pedir refuerzos a Idris, Y ahora es demasiado tarde.
La Inquisidora alzó los ojos con expresión enloquecida. Los cabellos se le habían soltado del moño y le colgaban en mechones lacios alrededor del rosto. Su aspecto era el más humano que Alec le había visto nunca, pero no le produjo la menor satisfacción. Las palabras de su madre le dejaron helado: «demasiado tarde».
—No, Maryse —repuso la mujer—. Todavía podemos…
—¿Todavía qué? —La voz de Maryse se quebró— ¿Llamar a la Clave? No disponemos de los días, las horas que necesitarían para llegar aquí si vamos a enfrentarnos a Valentine… y Dios sabe que no tenemos elección.
—Vamos a tener que hacerlo ahora —interrumpió una voz profunda.
Detrás de Alec, con expresión sumamente sombría, estaba Robert Lightwood.
Alec contempló boquiabierto a su padre. Hacía años que no le había visto vestido con el equipo de caza; había estado ocupado en tareas administrativas, en dirigir el Cónclave y en ocuparse de cuestiones referentes a los subterráneos. Algo en el hecho de ver a su padre con sus gruesas y acorazadas ropas oscuras, con el sable sujeto a la espalda, devolvió a Alec a su infancia, cuando su padre había sido el hombre más imponente, fuerte y aterrador que podía imaginar. Y seguía resultando aterrador. No había visto a su padre desde que se había puesto en ridículo a sí mismo en casa de Luke, así que intentó captar su mirada ahora, pero Robert miraba a Maryse.
—El Cónclave está listo —informó— Los botes aguardan en el muelle.
Las manos de la Inquisidora aletearon alrededor de su rostro.
—No sirve de nada —farfulló—. No somos suficientes… no podemos de ningún modo…
Robert hizo caso omiso de ella.
—Deberíamos marcharnos en seguida —sugirió, y en su tono había el respeto del que había carecido al dirigirse a la Inquisidora.
—Pero la Clave… —empezó a decir ésta— deberían ser informados.
Maryse empujó el teléfono del escritorio en dirección a la mujer, con energía.
—Cuéntaselo tú. Cuéntales lo que has hecho. Es tu trabajo, al fin y al cabo.
La Inquisidora no dijo nada, se limitó a contemplar fijamente el teléfono, con una mano sobre la boca.
Antes de que Alec pudiera empezar a compadecerse de ella, la puerta volvió a abrirse y entró Isabelle ataviada con su equipo de cazadora de sombras, con el largo látigo de plata y oro en una mano y una naginata de asta de madera en la otra. Miró a su hermano ceñuda.
—Ve a prepararte —dijo—. Partimos hacia el barco de Valentine inmediatamente.
Alec no pudo evitarlo; la comisura de los labios se le crispó hacia arriba. ¡Isabelle era siempre tan resuelta!
—¿Eso es para mí? —le preguntó, indicando la naginata.
Su hermana la apartó violentamente de él.
—¡Ve a buscar la tuya!
«Algunas cosas no cambian nunca». Alec marchó en dirección a la puerta, pero le detuvo una mano que se posó en su hombro. Alzó los ojos sorprendido.
Era su padre. Contemplaba a Alec, y aunque no sonreía, había una expresión de orgullo en su rostro arrugado y cansado.
—Si necesitas un acero, Alexander; mi guisarme está en la entrada. Si quieres usarla.
Alec tragó saliva y asintió, pero antes de que pudiera dar las gracias a su padre oyó a Isabelle detrás de él.
—Aquí tienes, mamá —dijo.
Alec se volvió y vio a su hermana entregar la naginata a su madre, que la tomó y la hizo girar expertamente en la mano.
—Gracias, Isabelle —dijo Maryse, y con un movimiento tan veloz como cualquiera de los de su hija bajó la espada para apuntar directamente al corazón de la Inquisidora.
Imogen Herondale alzó la mirada hacia Maryse con los ojos inexpresivos y destrozados de una estatua estropeada.
—¿Vas a matarme, Maryse?
Maryse siseó por entre los cerrados dientes.
—Frío, frío —replicó— Necesitamos a todo cazador de sombras que esté en la ciudad, y justo ahora, eso te incluye a ti. Levanta, Imogen, y prepárate para la batalla. A partir de ahora, las órdenes las doy yo. —Sonrió sombría—. Y lo primero que vas a hacer es liberar a mi hijo de esa maldita Configuración Malachi.
Su aspecto era magnífico mientras lo decía, pensó Alec con orgullo, una auténtica guerrera cazadora de sombras, cada una de sus arrugas llameando con justa furia.
Odiaba tener que estropear el momento… pero no tardarían en descubrir por sí mismos que Nicholas se había ido. Era mejor que alguien amortiguara el golpe.
Carraspeó.
—Lo cierto es —comenzó— que hay algo que probablemente deberíais saber…
:wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut:
Nomino a Valentine como peor padre del mundo! #EhDicho!
#TeamAntiValentine ^.^//
OMJ! Todo esta poniéndose peor a cada capi!
:x :x :x
Ahora tienen a la rayiz! :sad: Esperemos que todos salgan con bien de esto! u.u
Las leo más tarde! ;)
Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
ahhhhh que emocion estoy fascinada!!!!
Jajaja esa Inquisidora a perdido su poder muajaja!!
Me encanta ya empienza la pelea!!
Y maldito Valentine ya tiene a la rayiz!!
Ahh que van a decir cuando se enteren que Nicholas ya se fue desde a que horas!!
Siguela!!!
Jajaja esa Inquisidora a perdido su poder muajaja!!
Me encanta ya empienza la pelea!!
Y maldito Valentine ya tiene a la rayiz!!
Ahh que van a decir cuando se enteren que Nicholas ya se fue desde a que horas!!
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
siguela!!! Quiero mas!!! \^.^/
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
OMJ OMJ OMJ OMJ!!!
No la paredes dejar así necesito caps yaaaaaaa
Ahhhh lo único que pido es que la rayis se encuentre bien
Y es más que obvio que Nick la rescatara
Ahhhh plis plis plis siguelaaaaa!!
Ya me imagino la cara que mudó la inquisidora
Cuando descubrió su gran error
O si, seguro que esta más que arrepentida
Y ahhhh cuando se enteren que Nick
No esta hahahaha me reír un poco de ella
Siguela!!
No la paredes dejar así necesito caps yaaaaaaa
Ahhhh lo único que pido es que la rayis se encuentre bien
Y es más que obvio que Nick la rescatara
Ahhhh plis plis plis siguelaaaaa!!
Ya me imagino la cara que mudó la inquisidora
Cuando descubrió su gran error
O si, seguro que esta más que arrepentida
Y ahhhh cuando se enteren que Nick
No esta hahahaha me reír un poco de ella
Siguela!!
Karli Jonas
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
siguela!!! Quiero mas!!! \^.^/
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:ahhhhh que emocion estoy fascinada!!!!
Jajaja esa Inquisidora a perdido su poder muajaja!!
Me encanta ya empienza la pelea!!
Y maldito Valentine ya tiene a la rayiz!!
Ahh que van a decir cuando se enteren que Nicholas ya se fue desde a que horas!!
Siguela!!!
JAJAJAJ pobre de la Inquisidora!
Pero bueno Maryse Rule! ;)
Así es la acción esta por comenzar! :twisted:
Ya la sigo! ;)
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:siguela!!! Quiero mas!!! \^.^/
En eso estoy! :D
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
Karli Jonas escribió:OMJ OMJ OMJ OMJ!!!
No la paredes dejar así necesito caps yaaaaaaa
Ahhhh lo único que pido es que la rayis se encuentre bien
Y es más que obvio que Nick la rescatara
Ahhhh plis plis plis siguelaaaaa!!
Ya me imagino la cara que mudó la inquisidora
Cuando descubrió su gran error
O si, seguro que esta más que arrepentida
Y ahhhh cuando se enteren que Nick
No esta hahahaha me reír un poco de ella
Siguela!!
Esperemos que todos esten bien!
xD pobre de la inquisidora, le dieron una probada de
su propia medicina! xD
Ella se lo busco! :¬¬:
Ya la sigo! ;)
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
aranzhitha escribió:siguela!!! Quiero mas!!! \^.^/
Ya va! :D
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HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
• OSCURIDAD VISIBLE - CAPITULO 18 (Parte 1)•
____(tn) siempre había odiado las montañas rusas, aquella sensación en la que el estómago parecía caérsele a los pies cuando la vagoneta descendía en picado. Ser arrancada de la furgoneta y arrastrada por los aires como un ratón en las garras de una águila era diez veces peor. Lanzó un sonoro chillido cuando sus pies abandonaron la plataforma del vehículo y su cuerpo se elevó hacia las alturas a una velocidad increíble. Chilló y se retorció…, hasta que miró abajo y vio lo muy por encima que estaba ya del agua y comprendió lo que sucedería si el demonio volador la soltaba.
Se quedó totalmente quieta. La camioneta parecía un juguete allá abajo, flotando en un modo que parecía imposible sobre las olas. La ciudad se balanceaba a su alrededor, como paredes nebulosas de luz resplandeciente. Podría haber resultado hermoso de no haberse sentido tan aterrada. El demonio se ladeó y descendió en picado, y de improviso, en lugar de subir, ____(tn) bajaba. Imaginó a la criatura dejándola caer cientos de metros por el aire hasta chocar contra la helada agua negra y cerró los ojos; pero caer a ciegas era peor. Volvió a abrirlos y vio la cubierta negra del barco alzándose como una mano a punto de sacarlos del cielo de un manotazo. Chilló por segunda vez mientras descendía hacia la cubierta… y a través de un cuadrado oscuro abierto en su superficie. Estaban ya en el interior del barco.
La criatura voladora aminoró la velocidad. Bajaban a través del centro de la nave, rodeados de cubiertas de metal con barandillas. ____(tn) vislumbró maquinaria oscura; ninguna parecía estar en condiciones de funcionar, y había equipos y herramientas abandonados en varios lugares. Si alguna vez había habido iluminación eléctrica, ya no funcionaba, aunque un leve resplandor lo impregnaba todo. Fuera lo que fuera que había propulsado el barco en el pasado, Valentine lo propulsaba en la actualidad con algo distinto.
Algo que había extraído el calor directamente de la atmósfera. Un aire gélido le azotó el rostro cuando el demonio alcanzó la parte inferior de la nave y se metió por un pasillo largo y mal iluminado. El ser no era especialmente cuidadoso con ella, y la rodilla de la muchacha chocó con una tubería cuando la criatura dobló la esquina, enviándole una oleada de dolor pierna arriba. ____(tn) gritó y oyó la risa sibilante del demonio por encima de su cabeza. Entonces él la soltó, y ella cayó. Contorsionándose en el aire, ____(tn) intentó colocar manos y rodillas bajo el cuerpo antes de golpear el suelo. Casi funcionó. Chocó contra el suelo con un impacto estremecedor y rodó a un lado, aturdida.
Yacía sobre una dura superficie de metal, en semioscuridad. Aquello probablemente había sido un lugar de almacenamiento en algún momento, porque las paredes eran lisas y sin puertas. Había una abertura cuadrada muy por encima de su cabeza, a través de la cual se filtraba la única luz disponible. Sentía todo el cuerpo como si fuese un cardenal enorme.
—¿____(tn)?
La voz era un susurro. Rodó sobre el costado, haciendo un gesto de dolor. Había una sombra arrodillada junto a ella y, a medida que los ojos se le fueron adaptando a la oscuridad, vio una pequeña figura curvilínea, unos cabellos trenzados, unos ojos castaño oscuro. Maia.
—____(tn), ¿eres tú?
Ésta se sentó en el suelo, haciendo caso omiso del terrible dolor que sentía en la espalda.
—Maia. Maia, Dios mío.
Clavó la mirada en la otra muchacha, luego la paseó frenéticamente por la habitación. Estaba vacía a excepción de ellas dos.
—Maia, ¿dónde está él? ¿Dónde está Simon?
Maia se mordió el labio. Tenía las muñecas ensangrentadas, advirtió ____(tn), y el rostro surcado de lágrimas secas.
—____(tn), lo siento tanto —contestó la muchacha con su voz queda y ronca—. Simon está muerto.
Calado hasta los huesos y medio congelado, Nicholas se desplomó sobre la cubierta del barco, con el agua chorreando de cabellos y ropas. Alzó los ojos para contemplar el nublado cielo nocturno, respirando entrecortadamente. No había sido tarea fácil trepar por la desvencijada escala de hierro mal atornillada al costado metálico de la nave, en especial con manos resbaladizas y ropas empapadas que lastraban sus movimientos.
De no haber sido por la runa que quitaba el miedo, reflexionó, probablemente le habría inquietado que uno de los demonios voladores lo arrancara de la escala como un pájaro arrancando un insecto de una enredadera. Por suerte, parecían haber regresado al barco una vez que se habían hecho con ____(tn). Nicholas no era capaz de imaginar el motivo, pero hacía tiempo que había desistido de intentar entender por qué su padre hacía nada.
Por encima de él apareció una cabeza recortándose contra el cielo. Era Luke, que había alcanzado lo alto de la escala. Éste trepó laboriosamente por encima de la barandilla y se dejó caer al otro lado. Bajó la mirada hacia Nicholas.
—¿Estás bien?
—Perfectamente.
Nicholas se puso en pie. Tiritaba. Hacía frío en la embarcación, más frío del que había hecho en el agua… y ya no tenía la cazadora. Se la había dado a ____(tn).
El muchacho miró a su alrededor.
—En algún lugar hay una puerta que conduce al interior del barco. La encontré la última vez. Sólo tenemos que recorrer la cubierta hasta que volvamos a encontrarla.
Luke empezó a andar.
—Deja que yo vaya primero —añadió Nicholas, colocándose delante de él.
Luke le lanzó una mirada de suma perplejidad, dio la impresión de que iba a decir algo, pero finalmente se puso a andar junto a Nicholas mientras se aproximaba a la parte delantera del barco, donde el chico había estado con Valentine la noche anterior. El muchacho podía oír el aceitoso chapoteo del agua contra la proa, mucho más abajo.
—Tu padre —comenzó Luke—, ¿qué dijo cuando le viste? ¿Qué te prometió?
—Ya sabes. Lo de costumbre. Una provisión perpetua de entradas para ver a los Knicks. —Nicholas hablaba quitándole importancia, pero el recuerdo le afectó más que el frío—. Dijo que se aseguraría de que no nos sucedería nada ni a mí ni a nadie que me importase si abandonaba a la Clave y regresaba a Idris con él.
—Crees… —Luke vaciló—, ¿crees que le haría daño a ____(tn) para desquitarse contigo?
Rodearon la proa, y Nicholas vislumbró brevemente la estatua de la Libertad a lo lejos, un pilar de luz resplandeciente.
—No, creo que la ha cogido para hacernos venir a la nave, para tener una moneda de cambio. Eso es todo.
—No estoy seguro de que necesite una moneda de cambio.
Luke habló en voz queda mientras desenvainaba el kindjal. Nicholas volvió la cabeza para seguir la dirección de la mirada de su compañero, y por un momento se quedó pasmado.
Había un agujero negro en la cubierta del lado oeste del barco, un agujero como si hubiesen recortado un cuadrado en el metal, y de sus profundidades manaba una oscura nube de monstruos. Nicholas rememoró la última vez que había estado allí de pie, con la Espada Mortal en la mano, contemplando horrorizado cómo el cielo sobre su cabeza y el mar a sus pies se convertían en arremolinadas masas de seres de pesadilla. Sólo que en aquellos momentos los tenía ante él, una algarabía de demonios: los raum de color blanco hueso que les habían atacado en casa de Luke; demonios oni con sus cuerpos verdes, bocas amplias y cuernos; los sigilosos y negros demonios kuri, demonios araña con sus ocho brazos finalizados en pinzas y los colmillos rezumantes de veneno que les sobresalían de las cuencas de los ojos…
Nicholas fue incapaz de contarlos. Palpó en busca de Camael y lo sacó del cinturón, iluminando la cubierta con su blanco resplandor. Los demonios sisearon ante su visión, pero ninguno de ellos retrocedió. La runa contra el miedo del omóplato del muchacho empezó a arder, y éste se preguntó a cuantos demonios podría matar antes de que el símbolo se consumiera.
—¡Para! ¡Para! —La mano de Luke, cerrada sobre la parte posterior de la camisa de Nicholas, tiró de éste hacia atrás—. Hay demasiados, Nicholas. Si podemos retroceder hasta la escala…
—No podemos. —Nicholas se desasió violentamente de la mano del Luke y señaló—. Nos han rodeado por ambos lados.
Era cierto. Una falange de demonios Moloch, con llamas saliendo a chorros de sus ojos vacíos, les cortaba la retirada. Luke empezó a soltar tacos, con fluidez y brutalidad.
—Salta por la borda, entonces. Los contendré.
—Salta tú —replicó Nicholas—. Yo estoy perfectamente aquí.
Luke echó la cabeza hacia atrás. Sus orejas se habían vuelto puntiagudas, y cuando gruñó a Nicholas, los labios retrocedieron sobre caninos que eran repentinamente afilados.
—Eres…
Se interrumpió cuando un demonio Moloch saltó sobre él con las garras extendidas. Nicholas lo acuchilló con tranquilidad en la columna vertebral cuando pasó por su lado, y el ser cayó sobre Luke tambaleándose y aullando. El licántropo lo agarró con manos que eran zarpas y lo arrojó por encima de la barandilla.
—Has usado esa runa que quita el miedo ¿verdad? —inquirió Luke, volviéndose hacia Nicholas con ojos que brillaban ambarinos.
Se oyó un lejano chapoteo.
—Respuesta correcta —admitió Nicholas.
—¡Cielos! —exclamó Luke—. ¿Te la has puesto tú mismo?
—No. ____(tn).
El cuchillo serafín de Nicholas hendió el aire con fuego blanco; dos demonios drevak cayeron. Pero había docenas avanzando vacilantes hacia ellos, con las manos finalizadas en agujas extendidas.
—Es buena en runas, ya sabes.
—Adolescentes —exclamó Luke, como si fuese la palabra más asquerosa que conocía, y se arrojó sobre la horda que iba hacia ellos.
—¿Muerto? —____(tn) se quedó mirando a Maia como si ésta hubiese hablado en búlgaro—. No puede estar muerto.
Maia no dijo nada, se limitó a contemplarla con ojos tristes y oscuros.
—Yo lo sabría. —____(tn) se incorporó y se presionó un puño contra el pecho—. Lo sabría aquí.
—También yo pensaba eso —repuso Maia—. En una ocasión. Pero no lo sabes. Uno nunca lo sabe.
____(tn) se incorporó penosamente. La cazadora de Nicholas le colgaba de un hombro con la parte posterior casi hecha tiras. Se la sacó con un gesto impaciente y la dejó caer al suelo. Estaba destrozada, la espalda cubierta de una docena de marcas de garras afiladas. «A Nicholas no le gustará nada que le haya estropeado la cazadora —pensó—. Tendré que comprarle una nueva. Tendré que…»
Aspiró una larga y entrecortada bocanada de aire. Podía oír el martilleo de su propio corazón, pero también eso sonaba distante.
—¿Qué… le sucedió?
Maia seguía arrodillada en el suelo.
—Valentine nos atrapó a los dos —explicó ésta—. Nos encadenó juntos en una bodega. Luego vino con un arma… una espada muy larga y brillante, como si refulgiera. Me arrojó polvo de plata para que no pudiese enfrentarme a él, y… y le cortó el cuello a Simon. —Su voz se debilitó hasta convertirse en un susurro—. Luego le cortó las muñecas y vertió sangre en unos cuencos. Algunas de esas criaturas demoníacas suyas entraron y le ayudaron a cogerla. Luego simplemente dejó a Simon allí tirado, sin tripas, como un juguete que ya no sirve para nada. Chillé… pero sabía que estaba muerto. Entonces uno de los demonios me cogió y me trajo aquí abajo.
____(tn) se apretó el dorso de la mano contra la boca; apretó y apretó hasta que notó la sangre salada. El sabor ácido de la sangre pareció abrirse paso a través de la niebla de su cerebro.
—Tenemos que salir de aquí.
—No quisiera ofender, pero eso es evidente. —Maia se puso en pie con una mueca de dolor—. No hay salida. Ni siquiera para un cazador de sombras. A lo mejor si tú fueses…
—¿Si yo fuese qué? —exigió ____(tn), deambulando por el espacio cuadrado de la celda que las contenía—. ¿Nicholas? Bueno, pues no lo soy. —Pateó la pared, que resonó hueca, luego metió la mano en el bolsillo y sacó su estela—. Pero poseo mis propias habilidades.
Apretó la punta de la estela contra la pared y empezó a dibujar. Las líneas parecían fluir de ella, negras y ardientes, igual que la ira furiosa que sentía. Estrelló la estela contra la pared una y otra vez y las líneas negras fluyeron de la punta igual que llamas. Cuando se apartó, respirando laboriosamente, vio que Maia contemplaba atónita con los ojos abiertos.
—Chica —exclamó ésta—, ¿qué has hecho?
____(tn) no estaba segura. Parecía como si hubiese arrojado un cubo de ácido contra la pared. El metal que rodeaba la runa se combaba y goteaba igual que un helado en un día caluroso. Dio un paso atrás, observándolo con cautela mientras un agujero del tamaño de un perro grande se abría en la pared. Pudo ver vigas de acero detrás de él, más partes de las tripas de la nave. Los bordes del agujero chisporroteaban aún, aunque éste había dejado de extenderse hacia el exterior. Maia dio un paso al frente, apartando el brazo de ____(tn).
—Espera. —____(tn) se sintió repentinamente nerviosa—. El metal fundido… podría ser como… lodo tóxico o algo así.
Maia lanzó un resoplido.
—Soy de Nueva Jersey. Nací en medio de lodo tóxico. —Fue resueltamente hacia el agujero y miró por él—. Hay una pasarela de metal al otro lado —anunció—. Bien…, voy a pasar.
Se dio la vuelta y metió los pies por el agujero, luego las piernas, retrocediendo despacio. Hizo una mueca mientras retorcía el cuerpo para pasar, entonces se quedó muy quieta.
—¡Ay! Me he atascado. ¿Me ayudas? —Le alargó las manos.
____(tn) le cogió las manos y empujó. El rostro de Maia se puso blanco, luego rojo… y de improviso la muchacha quedó libre, igual que el corcho de una botella de champán al saltar de la botella. Con un chillido, cayó hacia atrás. Se oyó un estrépito, y ____(tn) metió la cabeza por el agujero.
—¿Estás bien?
Maia yacía sobre una estrecha pasarela de metal unos metros más abajo. Rodó sobre sí misma lentamente y se sentó, haciendo una mueca de dolor.
—Mi tobillo…, pero estaré perfectamente —añadió al ver la cara de ____(tn)—. Nosotros también sanamos con rapidez, ya sabes.
—Lo sé. De acuerdo, me toca a mí.
A ____(tn) la estela se le clavó incómodamente en el estómago mientras se inclinaba, preparada para pasar a través del agujero tras Maia. La distancia hasta la pasarela resultaba inquietante, pero no tanto como la idea de aguardar en la bodega a lo que fuera que fuese a buscarlas. Giró sobre sí misma, se tumbó sobre el estómago y fue metiendo los pies por el agujero…
Y algo la agarró por la parte posterior de la camiseta, tirando de ella hacia arriba. La estela se le cayó del cinturón y tintineó al suelo. ____(tn) lanzó un grito entrecortado de sorpresa y dolor; la tira del cuello del suéter se le clavó en la garganta y sintió como si se ahogara. Al cabo de un momento la soltaron y se estrelló contra el suelo, las rodillas golpeando el metal con un hueco sonido metálico. Dando boqueadas, rodó sobre la espalda y miró arriba, sabiendo lo que vería.
Valentine la observaba de pie junto a ella. En una mano sostenía un cuchillo serafín que relucía con una fuerte luz blanca. La otra mano, con la que le había agarrado por la camiseta, estaba cerrada en un puño. El cincelado rostro blanco mostraba una mueca de desprecio.
—Siempre la hija de tu madre, ____(tn) —dijo—. ¿Qué has hecho ahora?
____(tn) se incorporó dolorosamente hasta quedar de rodillas. Tenía la boca llena de sangre procedente del labio que se había desgarrado. Al mirar a Valentine, la rabia contenida floreció como una flor envenenada en su pecho. Aquel hombre, su padre, había matado a Simon y lo había dejado muerto en el suelo como si fuese basura. Ella había pensando que había sentido odio antes en su vida; estaba equivocada. Esto sí era odio.
—La chica loba —prosiguió Valentine, frunciendo el ceño—, ¿dónde está?
____(tn) se inclinó y le escupió la sangre que tenía en la boca sobre los zapatos. Con una aguda exclamación de repugnancia y sorpresa, él retrocedió alzando el arma que tenía en la mano y, por un momento, ____(tn) vio la furia en sus ojos y pensó que realmente iba a hacerlo, que realmente iba a matarla allí mismo, arrodillada a sus pies, por escupirle en los zapatos.
Lentamente, él bajó el arma. Sin palabras, pasó junto a ____(tn) y fue a mirar con atención por el agujero que ésta había abierto en la pared. ____(tn) se volvió despacio, escudriñando el suelo hasta que la vio. La estela de su madre. Alargó el brazo hacia ella, conteniendo la respiración.
Valentine vio lo que hacía y, de una única zancada, cruzó la bodega. Tiró la estela fuera del alcance de ____(tn) de una patada. La estela giró por el suelo de metal y fue a caer por el agujero de la pared. ____(tn) entrecerró los ojos, sintiendo la pérdida de la estela como si volviera a perder a su madre.
—Los demonios encontrarán a tu amiga subterránea —dijo Valentine, con su voz fría y sosegada. Mientras enfundaba el cuchillo serafín—. No hay ningún sitio al que pueda huir. No hay ningún sitio al que ninguno de vosotros pueda ir. Ahora levántate, ____(tn).
Lentamente, ____(tn) se puso en pie. Le dolía todo el cuerpo. Soltó una exclamación de sorpresa cuando Valentine la agarró por los hombros, le dio la vuelta para que le diera la espalda y luego silbó; fue un sonido agudo, cortante y desagradable. El aire se agitó en lo alto y ____(tn) oyó el aleteo repulsivo de alas correosas. Con un gritito intentó desasirse, pero Valentine era demasiado fuerte. Las alas se colocaron alrededor de ambos y a continuación se vieron alzados por los aires juntos, con Valentine sosteniéndola en sus brazos, como si realmente fuera su padre.
Nicholas había pensando que Luke y él ya estarían muertos a aquellas alturas y no estaba seguro de por qué no era así. La sangre había vuelto resbaladiza la cubierta del barco, y él estaba cubierto de mugre. Incluso tenía los cabellos lacios y pegajosos por el icor y los ojos le escocían debido a la sangre y al sudor. Tenía un corte profundo en la parte superior del brazo derecho carecía de tiempo para grabarse una runa curativa en la piel. Cada vez que alzaba el brazo, un dolor abrasador le recorría el costado.
Se las habían apañado para meterse en un hueco en la pared de metal del barco, y peleaban desde aquel refugio mientras los demonios se abalanzaban sobre ellos. Nicholas había usado sus dos chakhrams y ya sólo le quedaba el último cuchillo serafín y la daga que le había cogido a Isabelle. No era demasiado; con tan pobre armamento no habría salido siquiera a enfrentarse a unos pocos demonios, y en esos momentos se enfrentaba a una horda. Debería estar asustado, lo sabía, pero apenas sentía nada; únicamente repugnancia por los demonios, que no pertenecían a este mundo, e ira hacia Valentine, que los había convocado. Vagamente, sabía que su falta de miedo no era algo bueno. Ni siquiera le asustaba la gran cantidad de sangre que perdía por el brazo.
Un demonio araña avanzó hacia Nicholas, chirriando y disparando veneno amarillo. Él se agachó para apartarse, pero no con la rapidez suficiente para evitar que unas cuantas gotas de veneno le salpicaran la camiseta. Ésta siseó mientras corroía la tela; Nicholas fue sintiendo su escozor a medida que le quemaba la carne igual que una docena de diminutas agujas sobrecalentadas.
El demonio araña chasqueó satisfecho y soltó otro chorro de veneno. Nicholas se agachó y el veneno alcanzó a un demonio oni que iba hacia él desde el otro lado; el oni lanzó un alarido agónico con las zarpas extendidas y, retorciéndose, se abrió paso hacia el demonio araña. Los dos forcejearon, rodando por la cubierta.
Los demonios que los rodeaban se apartaron en tropel del veneno derramado, que creaba una barrera entre ellos y el cazador de sombras. Nicholas aprovechó el momentáneo respiro para volverse hacia Luke, que estaba a su lado. Luke resultaba casi irreconocible. Las orejas se alzaban hasta finalizar en afiladas puntas lobunas; los labios estaban retirados del enfurecido hocico en un rictus permanente; las manos en forma de zarpas estaban ennegrecidas con icor de demonio.
—Deberíamos ir hacia las barandillas. —La voz de Luke era un medio gruñido—. Salir del barco. No podemos matarlos a todos. A lo mejor Magnus…
—No me parece que nos esté yendo tan mal. —Nicholas hizo girar el cuchillo serafín, lo que fue una mala idea; la mano estaba húmeda de sangre y el arma estuvo a punto de resbalarle—. Dada la situación.
Luke emitió un sonido que podría haber sido tanto un gruñido como una carcajada, o bien una combinación de ambos. Entonces algo enorme e informe cayó del cielo, derribándolos a ambos. Nicholas se golpeó con fuerza contra el suelo, y el cuchillo serafín salió despedido de su mano. Chocó contra la cubierta, resbaló por la superficie de metal y cruzó el borde de la cubierta, desapareciendo de la vista. Nicholas lanzó una palabrota y se incorporó tambaleante. La cosa que había aterrizado sobre ellos era un demonio oni. Era insólitamente grande para uno de su clase; por no mencionar insólitamente listo al haber pensado en trepar al tejado y dejarse caer sobre ellos desde lo alto. El ser estaba sentado encima de Luke, atacándole con los colmillos afilados que le sobresalían de la frente. Luke se defendía lo mejor que podía con sus propias zarpas, pero ya estaba empapado en sangre; su kindjal yacía a unos treinta centímetros de distancia sobre la cubierta. El hombre trató de ir a por él, y el oni lo agarró de una pierna con una mano que era como una pala y tiró de ella doblándola igual que la rama de un árbol sobre la rodilla. Nicholas oyó el chasquido de hueso al quebrarse al mismo tiempo que Luke gritaba.
El muchacho se lanzó a por el kindjal, lo agarró y rodó hasta ponerse en pie, descargando la daga con fuerza contra el cogote del demonio oni. Ésta le cortó con fuerza suficiente como para decapitarla, y la criatura se dobló hacia adelante a la vez que un chorro de sangre negra brotaba del cuello cercenado. Al cabo de un momento, el demonio había desaparecido. El kindjal golpeó la cubierta junto a Luke.
Nicholas se precipitó hacia él y se arrodilló.
—Tu pierna…
—Está rota. —Luke se sentó con un tremendo esfuerzo, y el rostro se le crispó de dolor.
—Pero vosotros curáis deprisa.
Luke miró alrededor con rostro sombrío. El oni podría estar muerto, pero los otros demonios habían aprendido de su ejemplo y trepaban en tropel al tejado. Nicholas no podía saber, a la débil luz de la luna, cuántos había… ¿docenas? ¿Cientos? Al llegar a cierto número ya dejaba de importar.
Luke cerró la mano alrededor de la empuñadura del kindjal.
—No lo bastante deprisa.
Nicholas sacó la daga de Isabelle del cinturón. Era la última de sus armas y parecía patéticamente pequeña. Una aguda emoción le taladró; no era miedo, seguía estando más allá de aquello, sino pensar. Vio a Alec y a Isabelle como si estuviesen de pie ante él, sonriéndole, y luego vio a ____(tn) con los brazos extendidos como si le diera la bienvenida a casa.
Se puso en pie justo cuando los demonios caían desde el tejado en una oleada, en una marea oscura que ocultaba la luna. Se movió para intentar tapar a Luke, pero no sirvió de nada; las criaturas estaban por todas partes. Una se alzó imponente ante él. Era un esqueleto de más de metro ochenta, sonriendo burlón con dientes rotos. Pedazos de banderines de oración tibetanos de brillantes colores le colgaban de los huesos putrefactos. Empuñaba una katana en una mano huesuda, lo que era poco corriente: la mayoría de demonios no se armaban. La hoja, grabada con runas demoníacas, era más larga que el brazo de Nicholas, curva, afilada y letal.
Nicholas lanzó la daga. Golpeó la huesuda caja torácica del demonio y se quedó allí atorada. El demonio apenas pareció advertirlo; se limitó a seguir avanzando, inexorable como la muerte. El aire a su alrededor apestaba a muerte y a cementerios. Alzó la katana en una mano que era una garra…
Una sombra gris hendió la oscuridad frente a Nicholas, una sombra que se movió con un movimiento de rotación preciso y mortífero. El arco descendente de la katana se cortó con un fuerte rechinar de metal contra metal; la figura oscura empujó la katana hacia atrás y con la otra mano lanzó una cuchillada ascendente a una velocidad que el ojo de Nicholas apenas pudo seguir. El demonio cayó hacia atrás, el cráneo haciéndose pedazos mientras el ser se desmenuzaba y desaparecía. Alrededor Nicholas pudo oír los alaridos de demonios que aullaban de dolor y sorpresa. Se volvió y vio que docenas de siluetas, siluetas humanas, trepaban por las barandillas, saltaban al suelo y corrían a enfrentarse a los demonios, que reptaban serpenteaban, siseaban y volaban por la cubierta. Empuñaban espadas de luz y vestían las ropas oscuras y resistentes de…
—¿Cazadores de sombras? —soltó Nicholas tan sorprendido que lo dijo en voz alta.
—¿Quién si no? —Una sonrisa centelleó en la oscuridad.
—¿Malik? ¿Eres tú?
Malik inclinó la cabeza.
—Lamento lo sucedido antes —dijo—. Tenía órdenes.
Nicholas estaba a punto de decir a Malik que acababa de salvarle la vida, que compensaba más que sobradamente su intento, horas antes, de impedir que Nicholas saliera del Instituto, cuando un grupo de demonios raum se abalanzó en tropel sobre ellos, azotando el aire con los tentáculos. Malik giró en redondo y arremetió contra ellos con un grito, su cuchillo serafín llameando como una estrella. Nicholas iba a seguirle cuando una mano lo agarró por el brazo y tiró de él a un lado.
Era un cazador de sombras vestido todo de negro con una capucha ocultando el rostro.
—Ven conmigo.
La mano tiraba insistentemente de su manga.
—Tengo que ir con Luke. Le han herido. —Tiró hacia atrás el brazo—. Suéltame.
—Ah, por el Ángel…
La figura le soltó y alzó las manos para echar hacia atrás la capucha de la larga copa, dejando al descubierto un estrecho rostro blanco y unos ojos grises que llameaban como esquirlas de diamante.
—¿Harás lo que se te ordena ahora, Jonathan?
Era la Inquisidora.
Se quedó totalmente quieta. La camioneta parecía un juguete allá abajo, flotando en un modo que parecía imposible sobre las olas. La ciudad se balanceaba a su alrededor, como paredes nebulosas de luz resplandeciente. Podría haber resultado hermoso de no haberse sentido tan aterrada. El demonio se ladeó y descendió en picado, y de improviso, en lugar de subir, ____(tn) bajaba. Imaginó a la criatura dejándola caer cientos de metros por el aire hasta chocar contra la helada agua negra y cerró los ojos; pero caer a ciegas era peor. Volvió a abrirlos y vio la cubierta negra del barco alzándose como una mano a punto de sacarlos del cielo de un manotazo. Chilló por segunda vez mientras descendía hacia la cubierta… y a través de un cuadrado oscuro abierto en su superficie. Estaban ya en el interior del barco.
La criatura voladora aminoró la velocidad. Bajaban a través del centro de la nave, rodeados de cubiertas de metal con barandillas. ____(tn) vislumbró maquinaria oscura; ninguna parecía estar en condiciones de funcionar, y había equipos y herramientas abandonados en varios lugares. Si alguna vez había habido iluminación eléctrica, ya no funcionaba, aunque un leve resplandor lo impregnaba todo. Fuera lo que fuera que había propulsado el barco en el pasado, Valentine lo propulsaba en la actualidad con algo distinto.
Algo que había extraído el calor directamente de la atmósfera. Un aire gélido le azotó el rostro cuando el demonio alcanzó la parte inferior de la nave y se metió por un pasillo largo y mal iluminado. El ser no era especialmente cuidadoso con ella, y la rodilla de la muchacha chocó con una tubería cuando la criatura dobló la esquina, enviándole una oleada de dolor pierna arriba. ____(tn) gritó y oyó la risa sibilante del demonio por encima de su cabeza. Entonces él la soltó, y ella cayó. Contorsionándose en el aire, ____(tn) intentó colocar manos y rodillas bajo el cuerpo antes de golpear el suelo. Casi funcionó. Chocó contra el suelo con un impacto estremecedor y rodó a un lado, aturdida.
Yacía sobre una dura superficie de metal, en semioscuridad. Aquello probablemente había sido un lugar de almacenamiento en algún momento, porque las paredes eran lisas y sin puertas. Había una abertura cuadrada muy por encima de su cabeza, a través de la cual se filtraba la única luz disponible. Sentía todo el cuerpo como si fuese un cardenal enorme.
—¿____(tn)?
La voz era un susurro. Rodó sobre el costado, haciendo un gesto de dolor. Había una sombra arrodillada junto a ella y, a medida que los ojos se le fueron adaptando a la oscuridad, vio una pequeña figura curvilínea, unos cabellos trenzados, unos ojos castaño oscuro. Maia.
—____(tn), ¿eres tú?
Ésta se sentó en el suelo, haciendo caso omiso del terrible dolor que sentía en la espalda.
—Maia. Maia, Dios mío.
Clavó la mirada en la otra muchacha, luego la paseó frenéticamente por la habitación. Estaba vacía a excepción de ellas dos.
—Maia, ¿dónde está él? ¿Dónde está Simon?
Maia se mordió el labio. Tenía las muñecas ensangrentadas, advirtió ____(tn), y el rostro surcado de lágrimas secas.
—____(tn), lo siento tanto —contestó la muchacha con su voz queda y ronca—. Simon está muerto.
************************************
Calado hasta los huesos y medio congelado, Nicholas se desplomó sobre la cubierta del barco, con el agua chorreando de cabellos y ropas. Alzó los ojos para contemplar el nublado cielo nocturno, respirando entrecortadamente. No había sido tarea fácil trepar por la desvencijada escala de hierro mal atornillada al costado metálico de la nave, en especial con manos resbaladizas y ropas empapadas que lastraban sus movimientos.
De no haber sido por la runa que quitaba el miedo, reflexionó, probablemente le habría inquietado que uno de los demonios voladores lo arrancara de la escala como un pájaro arrancando un insecto de una enredadera. Por suerte, parecían haber regresado al barco una vez que se habían hecho con ____(tn). Nicholas no era capaz de imaginar el motivo, pero hacía tiempo que había desistido de intentar entender por qué su padre hacía nada.
Por encima de él apareció una cabeza recortándose contra el cielo. Era Luke, que había alcanzado lo alto de la escala. Éste trepó laboriosamente por encima de la barandilla y se dejó caer al otro lado. Bajó la mirada hacia Nicholas.
—¿Estás bien?
—Perfectamente.
Nicholas se puso en pie. Tiritaba. Hacía frío en la embarcación, más frío del que había hecho en el agua… y ya no tenía la cazadora. Se la había dado a ____(tn).
El muchacho miró a su alrededor.
—En algún lugar hay una puerta que conduce al interior del barco. La encontré la última vez. Sólo tenemos que recorrer la cubierta hasta que volvamos a encontrarla.
Luke empezó a andar.
—Deja que yo vaya primero —añadió Nicholas, colocándose delante de él.
Luke le lanzó una mirada de suma perplejidad, dio la impresión de que iba a decir algo, pero finalmente se puso a andar junto a Nicholas mientras se aproximaba a la parte delantera del barco, donde el chico había estado con Valentine la noche anterior. El muchacho podía oír el aceitoso chapoteo del agua contra la proa, mucho más abajo.
—Tu padre —comenzó Luke—, ¿qué dijo cuando le viste? ¿Qué te prometió?
—Ya sabes. Lo de costumbre. Una provisión perpetua de entradas para ver a los Knicks. —Nicholas hablaba quitándole importancia, pero el recuerdo le afectó más que el frío—. Dijo que se aseguraría de que no nos sucedería nada ni a mí ni a nadie que me importase si abandonaba a la Clave y regresaba a Idris con él.
—Crees… —Luke vaciló—, ¿crees que le haría daño a ____(tn) para desquitarse contigo?
Rodearon la proa, y Nicholas vislumbró brevemente la estatua de la Libertad a lo lejos, un pilar de luz resplandeciente.
—No, creo que la ha cogido para hacernos venir a la nave, para tener una moneda de cambio. Eso es todo.
—No estoy seguro de que necesite una moneda de cambio.
Luke habló en voz queda mientras desenvainaba el kindjal. Nicholas volvió la cabeza para seguir la dirección de la mirada de su compañero, y por un momento se quedó pasmado.
Había un agujero negro en la cubierta del lado oeste del barco, un agujero como si hubiesen recortado un cuadrado en el metal, y de sus profundidades manaba una oscura nube de monstruos. Nicholas rememoró la última vez que había estado allí de pie, con la Espada Mortal en la mano, contemplando horrorizado cómo el cielo sobre su cabeza y el mar a sus pies se convertían en arremolinadas masas de seres de pesadilla. Sólo que en aquellos momentos los tenía ante él, una algarabía de demonios: los raum de color blanco hueso que les habían atacado en casa de Luke; demonios oni con sus cuerpos verdes, bocas amplias y cuernos; los sigilosos y negros demonios kuri, demonios araña con sus ocho brazos finalizados en pinzas y los colmillos rezumantes de veneno que les sobresalían de las cuencas de los ojos…
Nicholas fue incapaz de contarlos. Palpó en busca de Camael y lo sacó del cinturón, iluminando la cubierta con su blanco resplandor. Los demonios sisearon ante su visión, pero ninguno de ellos retrocedió. La runa contra el miedo del omóplato del muchacho empezó a arder, y éste se preguntó a cuantos demonios podría matar antes de que el símbolo se consumiera.
—¡Para! ¡Para! —La mano de Luke, cerrada sobre la parte posterior de la camisa de Nicholas, tiró de éste hacia atrás—. Hay demasiados, Nicholas. Si podemos retroceder hasta la escala…
—No podemos. —Nicholas se desasió violentamente de la mano del Luke y señaló—. Nos han rodeado por ambos lados.
Era cierto. Una falange de demonios Moloch, con llamas saliendo a chorros de sus ojos vacíos, les cortaba la retirada. Luke empezó a soltar tacos, con fluidez y brutalidad.
—Salta por la borda, entonces. Los contendré.
—Salta tú —replicó Nicholas—. Yo estoy perfectamente aquí.
Luke echó la cabeza hacia atrás. Sus orejas se habían vuelto puntiagudas, y cuando gruñó a Nicholas, los labios retrocedieron sobre caninos que eran repentinamente afilados.
—Eres…
Se interrumpió cuando un demonio Moloch saltó sobre él con las garras extendidas. Nicholas lo acuchilló con tranquilidad en la columna vertebral cuando pasó por su lado, y el ser cayó sobre Luke tambaleándose y aullando. El licántropo lo agarró con manos que eran zarpas y lo arrojó por encima de la barandilla.
—Has usado esa runa que quita el miedo ¿verdad? —inquirió Luke, volviéndose hacia Nicholas con ojos que brillaban ambarinos.
Se oyó un lejano chapoteo.
—Respuesta correcta —admitió Nicholas.
—¡Cielos! —exclamó Luke—. ¿Te la has puesto tú mismo?
—No. ____(tn).
El cuchillo serafín de Nicholas hendió el aire con fuego blanco; dos demonios drevak cayeron. Pero había docenas avanzando vacilantes hacia ellos, con las manos finalizadas en agujas extendidas.
—Es buena en runas, ya sabes.
—Adolescentes —exclamó Luke, como si fuese la palabra más asquerosa que conocía, y se arrojó sobre la horda que iba hacia ellos.
**************************************
—¿Muerto? —____(tn) se quedó mirando a Maia como si ésta hubiese hablado en búlgaro—. No puede estar muerto.
Maia no dijo nada, se limitó a contemplarla con ojos tristes y oscuros.
—Yo lo sabría. —____(tn) se incorporó y se presionó un puño contra el pecho—. Lo sabría aquí.
—También yo pensaba eso —repuso Maia—. En una ocasión. Pero no lo sabes. Uno nunca lo sabe.
____(tn) se incorporó penosamente. La cazadora de Nicholas le colgaba de un hombro con la parte posterior casi hecha tiras. Se la sacó con un gesto impaciente y la dejó caer al suelo. Estaba destrozada, la espalda cubierta de una docena de marcas de garras afiladas. «A Nicholas no le gustará nada que le haya estropeado la cazadora —pensó—. Tendré que comprarle una nueva. Tendré que…»
Aspiró una larga y entrecortada bocanada de aire. Podía oír el martilleo de su propio corazón, pero también eso sonaba distante.
—¿Qué… le sucedió?
Maia seguía arrodillada en el suelo.
—Valentine nos atrapó a los dos —explicó ésta—. Nos encadenó juntos en una bodega. Luego vino con un arma… una espada muy larga y brillante, como si refulgiera. Me arrojó polvo de plata para que no pudiese enfrentarme a él, y… y le cortó el cuello a Simon. —Su voz se debilitó hasta convertirse en un susurro—. Luego le cortó las muñecas y vertió sangre en unos cuencos. Algunas de esas criaturas demoníacas suyas entraron y le ayudaron a cogerla. Luego simplemente dejó a Simon allí tirado, sin tripas, como un juguete que ya no sirve para nada. Chillé… pero sabía que estaba muerto. Entonces uno de los demonios me cogió y me trajo aquí abajo.
____(tn) se apretó el dorso de la mano contra la boca; apretó y apretó hasta que notó la sangre salada. El sabor ácido de la sangre pareció abrirse paso a través de la niebla de su cerebro.
—Tenemos que salir de aquí.
—No quisiera ofender, pero eso es evidente. —Maia se puso en pie con una mueca de dolor—. No hay salida. Ni siquiera para un cazador de sombras. A lo mejor si tú fueses…
—¿Si yo fuese qué? —exigió ____(tn), deambulando por el espacio cuadrado de la celda que las contenía—. ¿Nicholas? Bueno, pues no lo soy. —Pateó la pared, que resonó hueca, luego metió la mano en el bolsillo y sacó su estela—. Pero poseo mis propias habilidades.
Apretó la punta de la estela contra la pared y empezó a dibujar. Las líneas parecían fluir de ella, negras y ardientes, igual que la ira furiosa que sentía. Estrelló la estela contra la pared una y otra vez y las líneas negras fluyeron de la punta igual que llamas. Cuando se apartó, respirando laboriosamente, vio que Maia contemplaba atónita con los ojos abiertos.
—Chica —exclamó ésta—, ¿qué has hecho?
____(tn) no estaba segura. Parecía como si hubiese arrojado un cubo de ácido contra la pared. El metal que rodeaba la runa se combaba y goteaba igual que un helado en un día caluroso. Dio un paso atrás, observándolo con cautela mientras un agujero del tamaño de un perro grande se abría en la pared. Pudo ver vigas de acero detrás de él, más partes de las tripas de la nave. Los bordes del agujero chisporroteaban aún, aunque éste había dejado de extenderse hacia el exterior. Maia dio un paso al frente, apartando el brazo de ____(tn).
—Espera. —____(tn) se sintió repentinamente nerviosa—. El metal fundido… podría ser como… lodo tóxico o algo así.
Maia lanzó un resoplido.
—Soy de Nueva Jersey. Nací en medio de lodo tóxico. —Fue resueltamente hacia el agujero y miró por él—. Hay una pasarela de metal al otro lado —anunció—. Bien…, voy a pasar.
Se dio la vuelta y metió los pies por el agujero, luego las piernas, retrocediendo despacio. Hizo una mueca mientras retorcía el cuerpo para pasar, entonces se quedó muy quieta.
—¡Ay! Me he atascado. ¿Me ayudas? —Le alargó las manos.
____(tn) le cogió las manos y empujó. El rostro de Maia se puso blanco, luego rojo… y de improviso la muchacha quedó libre, igual que el corcho de una botella de champán al saltar de la botella. Con un chillido, cayó hacia atrás. Se oyó un estrépito, y ____(tn) metió la cabeza por el agujero.
—¿Estás bien?
Maia yacía sobre una estrecha pasarela de metal unos metros más abajo. Rodó sobre sí misma lentamente y se sentó, haciendo una mueca de dolor.
—Mi tobillo…, pero estaré perfectamente —añadió al ver la cara de ____(tn)—. Nosotros también sanamos con rapidez, ya sabes.
—Lo sé. De acuerdo, me toca a mí.
A ____(tn) la estela se le clavó incómodamente en el estómago mientras se inclinaba, preparada para pasar a través del agujero tras Maia. La distancia hasta la pasarela resultaba inquietante, pero no tanto como la idea de aguardar en la bodega a lo que fuera que fuese a buscarlas. Giró sobre sí misma, se tumbó sobre el estómago y fue metiendo los pies por el agujero…
Y algo la agarró por la parte posterior de la camiseta, tirando de ella hacia arriba. La estela se le cayó del cinturón y tintineó al suelo. ____(tn) lanzó un grito entrecortado de sorpresa y dolor; la tira del cuello del suéter se le clavó en la garganta y sintió como si se ahogara. Al cabo de un momento la soltaron y se estrelló contra el suelo, las rodillas golpeando el metal con un hueco sonido metálico. Dando boqueadas, rodó sobre la espalda y miró arriba, sabiendo lo que vería.
Valentine la observaba de pie junto a ella. En una mano sostenía un cuchillo serafín que relucía con una fuerte luz blanca. La otra mano, con la que le había agarrado por la camiseta, estaba cerrada en un puño. El cincelado rostro blanco mostraba una mueca de desprecio.
—Siempre la hija de tu madre, ____(tn) —dijo—. ¿Qué has hecho ahora?
____(tn) se incorporó dolorosamente hasta quedar de rodillas. Tenía la boca llena de sangre procedente del labio que se había desgarrado. Al mirar a Valentine, la rabia contenida floreció como una flor envenenada en su pecho. Aquel hombre, su padre, había matado a Simon y lo había dejado muerto en el suelo como si fuese basura. Ella había pensando que había sentido odio antes en su vida; estaba equivocada. Esto sí era odio.
—La chica loba —prosiguió Valentine, frunciendo el ceño—, ¿dónde está?
____(tn) se inclinó y le escupió la sangre que tenía en la boca sobre los zapatos. Con una aguda exclamación de repugnancia y sorpresa, él retrocedió alzando el arma que tenía en la mano y, por un momento, ____(tn) vio la furia en sus ojos y pensó que realmente iba a hacerlo, que realmente iba a matarla allí mismo, arrodillada a sus pies, por escupirle en los zapatos.
Lentamente, él bajó el arma. Sin palabras, pasó junto a ____(tn) y fue a mirar con atención por el agujero que ésta había abierto en la pared. ____(tn) se volvió despacio, escudriñando el suelo hasta que la vio. La estela de su madre. Alargó el brazo hacia ella, conteniendo la respiración.
Valentine vio lo que hacía y, de una única zancada, cruzó la bodega. Tiró la estela fuera del alcance de ____(tn) de una patada. La estela giró por el suelo de metal y fue a caer por el agujero de la pared. ____(tn) entrecerró los ojos, sintiendo la pérdida de la estela como si volviera a perder a su madre.
—Los demonios encontrarán a tu amiga subterránea —dijo Valentine, con su voz fría y sosegada. Mientras enfundaba el cuchillo serafín—. No hay ningún sitio al que pueda huir. No hay ningún sitio al que ninguno de vosotros pueda ir. Ahora levántate, ____(tn).
Lentamente, ____(tn) se puso en pie. Le dolía todo el cuerpo. Soltó una exclamación de sorpresa cuando Valentine la agarró por los hombros, le dio la vuelta para que le diera la espalda y luego silbó; fue un sonido agudo, cortante y desagradable. El aire se agitó en lo alto y ____(tn) oyó el aleteo repulsivo de alas correosas. Con un gritito intentó desasirse, pero Valentine era demasiado fuerte. Las alas se colocaron alrededor de ambos y a continuación se vieron alzados por los aires juntos, con Valentine sosteniéndola en sus brazos, como si realmente fuera su padre.
******************************
Nicholas había pensando que Luke y él ya estarían muertos a aquellas alturas y no estaba seguro de por qué no era así. La sangre había vuelto resbaladiza la cubierta del barco, y él estaba cubierto de mugre. Incluso tenía los cabellos lacios y pegajosos por el icor y los ojos le escocían debido a la sangre y al sudor. Tenía un corte profundo en la parte superior del brazo derecho carecía de tiempo para grabarse una runa curativa en la piel. Cada vez que alzaba el brazo, un dolor abrasador le recorría el costado.
Se las habían apañado para meterse en un hueco en la pared de metal del barco, y peleaban desde aquel refugio mientras los demonios se abalanzaban sobre ellos. Nicholas había usado sus dos chakhrams y ya sólo le quedaba el último cuchillo serafín y la daga que le había cogido a Isabelle. No era demasiado; con tan pobre armamento no habría salido siquiera a enfrentarse a unos pocos demonios, y en esos momentos se enfrentaba a una horda. Debería estar asustado, lo sabía, pero apenas sentía nada; únicamente repugnancia por los demonios, que no pertenecían a este mundo, e ira hacia Valentine, que los había convocado. Vagamente, sabía que su falta de miedo no era algo bueno. Ni siquiera le asustaba la gran cantidad de sangre que perdía por el brazo.
Un demonio araña avanzó hacia Nicholas, chirriando y disparando veneno amarillo. Él se agachó para apartarse, pero no con la rapidez suficiente para evitar que unas cuantas gotas de veneno le salpicaran la camiseta. Ésta siseó mientras corroía la tela; Nicholas fue sintiendo su escozor a medida que le quemaba la carne igual que una docena de diminutas agujas sobrecalentadas.
El demonio araña chasqueó satisfecho y soltó otro chorro de veneno. Nicholas se agachó y el veneno alcanzó a un demonio oni que iba hacia él desde el otro lado; el oni lanzó un alarido agónico con las zarpas extendidas y, retorciéndose, se abrió paso hacia el demonio araña. Los dos forcejearon, rodando por la cubierta.
Los demonios que los rodeaban se apartaron en tropel del veneno derramado, que creaba una barrera entre ellos y el cazador de sombras. Nicholas aprovechó el momentáneo respiro para volverse hacia Luke, que estaba a su lado. Luke resultaba casi irreconocible. Las orejas se alzaban hasta finalizar en afiladas puntas lobunas; los labios estaban retirados del enfurecido hocico en un rictus permanente; las manos en forma de zarpas estaban ennegrecidas con icor de demonio.
—Deberíamos ir hacia las barandillas. —La voz de Luke era un medio gruñido—. Salir del barco. No podemos matarlos a todos. A lo mejor Magnus…
—No me parece que nos esté yendo tan mal. —Nicholas hizo girar el cuchillo serafín, lo que fue una mala idea; la mano estaba húmeda de sangre y el arma estuvo a punto de resbalarle—. Dada la situación.
Luke emitió un sonido que podría haber sido tanto un gruñido como una carcajada, o bien una combinación de ambos. Entonces algo enorme e informe cayó del cielo, derribándolos a ambos. Nicholas se golpeó con fuerza contra el suelo, y el cuchillo serafín salió despedido de su mano. Chocó contra la cubierta, resbaló por la superficie de metal y cruzó el borde de la cubierta, desapareciendo de la vista. Nicholas lanzó una palabrota y se incorporó tambaleante. La cosa que había aterrizado sobre ellos era un demonio oni. Era insólitamente grande para uno de su clase; por no mencionar insólitamente listo al haber pensado en trepar al tejado y dejarse caer sobre ellos desde lo alto. El ser estaba sentado encima de Luke, atacándole con los colmillos afilados que le sobresalían de la frente. Luke se defendía lo mejor que podía con sus propias zarpas, pero ya estaba empapado en sangre; su kindjal yacía a unos treinta centímetros de distancia sobre la cubierta. El hombre trató de ir a por él, y el oni lo agarró de una pierna con una mano que era como una pala y tiró de ella doblándola igual que la rama de un árbol sobre la rodilla. Nicholas oyó el chasquido de hueso al quebrarse al mismo tiempo que Luke gritaba.
El muchacho se lanzó a por el kindjal, lo agarró y rodó hasta ponerse en pie, descargando la daga con fuerza contra el cogote del demonio oni. Ésta le cortó con fuerza suficiente como para decapitarla, y la criatura se dobló hacia adelante a la vez que un chorro de sangre negra brotaba del cuello cercenado. Al cabo de un momento, el demonio había desaparecido. El kindjal golpeó la cubierta junto a Luke.
Nicholas se precipitó hacia él y se arrodilló.
—Tu pierna…
—Está rota. —Luke se sentó con un tremendo esfuerzo, y el rostro se le crispó de dolor.
—Pero vosotros curáis deprisa.
Luke miró alrededor con rostro sombrío. El oni podría estar muerto, pero los otros demonios habían aprendido de su ejemplo y trepaban en tropel al tejado. Nicholas no podía saber, a la débil luz de la luna, cuántos había… ¿docenas? ¿Cientos? Al llegar a cierto número ya dejaba de importar.
Luke cerró la mano alrededor de la empuñadura del kindjal.
—No lo bastante deprisa.
Nicholas sacó la daga de Isabelle del cinturón. Era la última de sus armas y parecía patéticamente pequeña. Una aguda emoción le taladró; no era miedo, seguía estando más allá de aquello, sino pensar. Vio a Alec y a Isabelle como si estuviesen de pie ante él, sonriéndole, y luego vio a ____(tn) con los brazos extendidos como si le diera la bienvenida a casa.
Se puso en pie justo cuando los demonios caían desde el tejado en una oleada, en una marea oscura que ocultaba la luna. Se movió para intentar tapar a Luke, pero no sirvió de nada; las criaturas estaban por todas partes. Una se alzó imponente ante él. Era un esqueleto de más de metro ochenta, sonriendo burlón con dientes rotos. Pedazos de banderines de oración tibetanos de brillantes colores le colgaban de los huesos putrefactos. Empuñaba una katana en una mano huesuda, lo que era poco corriente: la mayoría de demonios no se armaban. La hoja, grabada con runas demoníacas, era más larga que el brazo de Nicholas, curva, afilada y letal.
Nicholas lanzó la daga. Golpeó la huesuda caja torácica del demonio y se quedó allí atorada. El demonio apenas pareció advertirlo; se limitó a seguir avanzando, inexorable como la muerte. El aire a su alrededor apestaba a muerte y a cementerios. Alzó la katana en una mano que era una garra…
Una sombra gris hendió la oscuridad frente a Nicholas, una sombra que se movió con un movimiento de rotación preciso y mortífero. El arco descendente de la katana se cortó con un fuerte rechinar de metal contra metal; la figura oscura empujó la katana hacia atrás y con la otra mano lanzó una cuchillada ascendente a una velocidad que el ojo de Nicholas apenas pudo seguir. El demonio cayó hacia atrás, el cráneo haciéndose pedazos mientras el ser se desmenuzaba y desaparecía. Alrededor Nicholas pudo oír los alaridos de demonios que aullaban de dolor y sorpresa. Se volvió y vio que docenas de siluetas, siluetas humanas, trepaban por las barandillas, saltaban al suelo y corrían a enfrentarse a los demonios, que reptaban serpenteaban, siseaban y volaban por la cubierta. Empuñaban espadas de luz y vestían las ropas oscuras y resistentes de…
—¿Cazadores de sombras? —soltó Nicholas tan sorprendido que lo dijo en voz alta.
—¿Quién si no? —Una sonrisa centelleó en la oscuridad.
—¿Malik? ¿Eres tú?
Malik inclinó la cabeza.
—Lamento lo sucedido antes —dijo—. Tenía órdenes.
Nicholas estaba a punto de decir a Malik que acababa de salvarle la vida, que compensaba más que sobradamente su intento, horas antes, de impedir que Nicholas saliera del Instituto, cuando un grupo de demonios raum se abalanzó en tropel sobre ellos, azotando el aire con los tentáculos. Malik giró en redondo y arremetió contra ellos con un grito, su cuchillo serafín llameando como una estrella. Nicholas iba a seguirle cuando una mano lo agarró por el brazo y tiró de él a un lado.
Era un cazador de sombras vestido todo de negro con una capucha ocultando el rostro.
—Ven conmigo.
La mano tiraba insistentemente de su manga.
—Tengo que ir con Luke. Le han herido. —Tiró hacia atrás el brazo—. Suéltame.
—Ah, por el Ángel…
La figura le soltó y alzó las manos para echar hacia atrás la capucha de la larga copa, dejando al descubierto un estrecho rostro blanco y unos ojos grises que llameaban como esquirlas de diamante.
—¿Harás lo que se te ordena ahora, Jonathan?
Era la Inquisidora.
:wut: :lloro: :wut: :lloro: :wut: :lloro:
Okey todo va de mal en peor! u.u
Primero Simón muerto! :sad:
Luego Valentine se lleva a la rayiz!
El Nicho :(L): que anda de valiente con esa runa! :¬¬:
& por último tenemos a la inquisidora! :scratch:
Esperemos que todo salga bien! u.u
Gracias por leer chicas!
Yo vuelvo mañana con más! ;)
RECUERDEN, esto esta a punto de acabar! :suspect:
Lu wH!;*
X
HeyItsLupitaNJ
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
entonces Simon si esta muerto??! :lloro:
No se puede hacer nada para que regrese!!
No es justo!! Esta bien que no me caia muy bien
Pero jamas hubiera querido que muriera!!
Maldito Valentine!! :¬¬: ojala tengas tu merecido!!
Mi Nicholas esta todo mal herido!!!
Y ahors que quiere la Inquisidora??
Siguela!!!
No se puede hacer nada para que regrese!!
No es justo!! Esta bien que no me caia muy bien
Pero jamas hubiera querido que muriera!!
Maldito Valentine!! :¬¬: ojala tengas tu merecido!!
Mi Nicholas esta todo mal herido!!!
Y ahors que quiere la Inquisidora??
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
ESPERAAAA SIIMOONN ESTA MUERTOOO????
NONONONONONOOOOOOOO!!!!
ESTOY COMO_______ ODIOO A VALENTINEEEE!!!!!
POR QUEEEE??? SIIIMOOONNNN!!!!?????
Y LUEGO QUE LE HARA _____????
AAAAIII SIGUELA PORFIISS
NONONONONONOOOOOOOO!!!!
ESTOY COMO_______ ODIOO A VALENTINEEEE!!!!!
POR QUEEEE??? SIIIMOOONNNN!!!!?????
Y LUEGO QUE LE HARA _____????
AAAAIII SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: Cazadores de Sombras - Ciudad de Ceniza - NicholasJ&TU (Adaptación) - TERMINADA!
oh no... Entonces Simón... :( :( :(
Agggggg Valentine es @;":$:"2$:&1"1&:$:82@/$382@3$3
Y más es que como puede haber tanta tanta maldad en
Algo así :( y la rayis!!
Va a estar bien, para que la quiere??
Y Nick oh por dios irá a rescatarla cierto??
Oh si y más le vale a la inquisidora ayudarlo de
Buena manera
Ahhhh plis siguela no puedo creer
Esta ya por acabar y cada vez esta más buena
Plis siguelaaaaaa!!
Agggggg Valentine es @;":$:"2$:&1"1&:$:82@/$382@3$3
Y más es que como puede haber tanta tanta maldad en
Algo así :( y la rayis!!
Va a estar bien, para que la quiere??
Y Nick oh por dios irá a rescatarla cierto??
Oh si y más le vale a la inquisidora ayudarlo de
Buena manera
Ahhhh plis siguela no puedo creer
Esta ya por acabar y cada vez esta más buena
Plis siguelaaaaaa!!
Karli Jonas
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