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Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
JAJAJJA, me encanta!
los dos son como dos gotas de agua xd se parece muchisimo!
espero el siguiente capitulo
los dos son como dos gotas de agua xd se parece muchisimo!
espero el siguiente capitulo
LiloMarket
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
Mili1D escribió:akshakhskahshs me encantó el capitulooooooo
Amo la forma en que pelean asjshjahs
ya quiero leer el proximo :D
A mi tambien me encantaba alsdhkjasdhakjshdkajsdhkadshkjshd <3
Más tarde la sigo, al volver del colegio ;)
Kissessssssssssss :*
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
LiloMarket escribió:JAJAJJA, me encanta!
los dos son como dos gotas de agua xd se parece muchisimo!
espero el siguiente capitulo
La idea creo que era esa, encontrar su lado masculino ;)
Que mejor novela adaptada a Harry hay ?
Más tarde la sigo :)
Kissessssssssssss :*
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
CAPÍTULO 3
Perdóname, necesito tu número de teléfono para dárselo a mi amigo. Así sabrá dónde puede encontrarme por la mañana.
El teléfono de Eleanor Calder sonó mientras ______ salía del edificio sin una sola palabra o mirada. Bueno. ¿Qué había pasado? Nunca había visto a su amiga tan trastornada.
Brrring, brrrin. El teléfono sonó mientras se ponía de pie para ir tras _______.
Después de una momentánea vacilación, se volvió a sentar en la silla. Tendría que averiguarlo más tarde. Sólo había una persona que la llamara a esas horas y no tenía fuerza para ignorarla. Además, ______ probablemente apreciaría ese tiempo para enfriarse.
Esto está mal. Eres una mala amiga. De todos modos cogió el teléfono y lo sostuvo en la oreja, ya un poco sin aliento.
—Eleanor Calder.
—¡Eh!, tú.
Oyendo esa profunda y tierna voz, el estómago se le encogió al instante. Sí, había tenido razón. Louis. El hermano mayor de ______ y su perdición durante toda la vida.
—Tienes que dejar de llamarme al trabajo, Louis—dijo, sabiendo que no lo haría. Una parte de ella se alegraba de ello. Otra, odiaba aquella parte.
—No puedo remediarlo —dijo Louis en un tono bajo, susurrado, como si compartieran un secreto—. Tenía que oír tu voz. Han pasado veinticuatro horas desde que hablamos, y eso es mucho tiempo.
El estómago se le encogió de nuevo y se le puso la carne de gallina. Ponerse en contacto con Louis era peligroso, incluso por teléfono. Él era la única persona en el mundo que podía tentarla para alejarse de Wyatt y la única persona en el mundo con la que nunca, jamás, se permitiría tener un lío.
No había estado interesado en ella, cuando ella si lo había estado en él, la había rechazado muchas veces, y ahora era demasiado tarde. Además, aunque ahora saliera con él, se alejaría de ella en el momento en que empezara a envejecer. Una arruga… adiós Louis. Gana unos kilos y ¿a dónde va Louis tan deprisa?
En el colegio, había sido un patito feo y él la había evitado. Ahora que era agradable a la vista, la perseguía despiadadamente. Era insultante. ¿Y por qué no le pones fin a esto?
—¿Quieres ir luego al cine? —preguntó él—. No digas que no. Estoy dispuesto a ver una película de esas románticas, y si eso no te demuestra mi devoción hacia ti, nada lo hará.
Cerró los ojos, imaginándose al lado de él en la sala, compartiendo palomitas de maíz. Wyatt odiaba ir al cine. Cenas y fiestas caras, esas eran sus preferencias.
—No, lo siento —se obligó a decir—. Tengo planes con Wyatt.
Hubo una pausa espesa, pesada. La aprovechó para aplastar la pena.
Entonces Louis gruñó desde el fondo de la garganta.
—Odio a ese jodido gilipollas.
—¿Cómo sabes que es un gilipollas? Nunca le has conocido.
—No tengo que conocerle para saber que no es lo bastante bueno para ti.
Ella tembló. Termina con esto. Solo estás jugando con fuego…
—¡Adiós! Louis —dijo, de nuevo forzándose a hacer algo que no quería. Colgó el teléfono, cortando la conexión. No es para ti. No le engañes.
Diablos, no te engañes a ti misma.
Así que ¿por qué de pronto quería gritar?
La puerta del despacho de Anne se abrió y el delicioso dios rubio echó un vistazo fuera. Miró hacia el final de un pasillo, luego en la otra dirección.
—¿Busca a ______? —preguntó. Él y______ debían de haberse liado a golpes porque él parecía tan enfadado como ella.
Él no dijo nada, solamente frunció el ceño hacia ella y cerró la puerta de nuevo.
—Genial —refunfuñó. Hora de regresar al trabajo. Ya pensaría en el Novato más tarde.
Dentro del despacho de Anne, Harry caminó con ímpetu hasta el escritorio y se sentó en la silla giratoria. Cruzó los brazos sobre el pecho y miró fijamente la puerta, la nariz aspirando el delicioso y persistente olor de la hembra. Un misterioso olor que no podía ubicar. Tal vez una puesta de sol. Tal vez una brisa marina a medianoche. Tal vez infierno y azufre.
Bien, de acuerdo. La reunión no había ido como había planeado. Por culpa de ______, por supuesto. Mujer exasperante.
Él había trabajado en este oficio quita-inocencias durante mucho tiempo, pero jamás se había encontrado con un señuelo como ella. Era… imprevisible. Un bombón que te sonreía un momento y te azotaba con su lengua al siguiente. Mmm, azotar con la lengua. Frunció el ceño. No vayas por ahí.
Había pensado en comportarse, mostrarle su lado cortés. Sin embargo, ella había entrado mirándole como si fuera un trozo de algo comestible, y aquella intención había volado directa al infierno. En ese punto, la única cortesía que habría conseguido de él sería si le hubiera pedido que la tumbara sobre su escasa ropa y se ofreciera para comérsela entera. Podría incluso habérselo agradecido.
De ahí la razón por la que había hecho todo lo que pudo para cabrearla.
Si ella le despreciaba, le apartaría continuamente y jamás tendría que preocuparse de ceder ante la tentación. O intentar seducir a la tentación. Era pura dinamita, y se había encendido con cada insulto que le había dicho. No debería ser tan excitante. Insultarla no debería haber sido tan excitante. Pero lo había sido. Oh, como lo había sido.
Eres un sádico, se reprendió. Por lo general no permitía que las mujeres le afectaran a ningún nivel excepto el sexual. Pero ______ había hecho eso y más… Y lo había hecho mientras le miraba como si fuera una herida infectada sobre el culo de un caballo en un momento y un plato de fresas bañadas en chocolate al siguiente.
¿Ira? Sí, se había enfadado. Le había acusado de follar con la jefa para conseguir un trabajo. ¿Admiración? Definitivamente. Le había afrontado nariz contra nariz, devolviendo los insultos y (¿fingida?) indiferencia. ¿Excitación? ¡Absolutamente, joder! Más de la que había experimentado en años.
Conclusión: comprar la AATP de Anne sin conocer primero a todos sus empleados personalmente había sido un error. Uno que era demasiado tarde para rectificar. Había leído sus expedientes, desde luego, pero no había considerado sus personalidades reales. O el choque que sus diferentes personalidades podría provocar… O la lujuria. En su defensa, decir que simplemente había querido ampliar su negocio y había estado ciego a todo excepto al margen de beneficio.
Ya no lo estaba.
Después de llamarle y ofrecerle la empresa, Anne cambió de idea al día siguiente y luego volvió a cambiar de idea de nuevo cuando la visitó y le sugirió a ______ Greene como su segundo al mando. De ninguna maldita forma consideraría eso ahora. Primero: Se sentía atraído hacía esa exasperante diablesa. Nunca se había sentido atraído por un señuelo antes y no le gustaba que le pasara ahora. Y por esa mujer. Segundo: _____ era un peligro para la sociedad con su cara inocente, su mortal cuerpo y su lengua viperina. Y ahora era suya.
El cuerpo, al instante, se le endureció en todos los sitios correctos. ¡So! muchacho. No es mía de forma personal. Es mi empleada.
Luchando contra el reguero de pólvora en la sangre, buscó entre las carpetas de empleados que descansaban sobre el borde del escritorio. Cuando encontró la de _______, la cogió y la abrió. Sus rasgos, aparentemente inocentes, le miraron desde abajo. ¿Quieres probarme, verdad? Parecía decir su media sonrisa.
Sí. Lo hacía.
Ella tenía una nariz respingona, pequeñas pecas dispersadas apenas visibles -había tenido que buscarlas intensamente cuando la había conocido en persona- y, dulce Jesús, los hoyuelos más bonitos que jamás había visto. Esos no había tenido que buscarlos. Atrajeron su atención y no la soltaron. Sumado, todos esos rasgos eran los atributos de una profesora de catequesis.
También tenía brillantes rizos oscuros hechos para las manos de un hombre, exuberantes labios rosados y grandes ojos azules rodeados de negras pestañas… Los atributos de una buena y saciada gatita sexual. Una exquisita combinación que le hizo preguntarse cómo sería ella en la cama. Tal vez ambas cosas.
No vayas por ahí, idiota.
Tosió y se removió en la silla, caliente y definitivamente molesto. Leyendo en puntos fuertes, Anne había marcado: leal, honesta, decidida y desconfiada. ¿Por qué desconfiada era un punto fuerte? Bajo debilidades: dada a la caridad, bien intencionada y que antepone el bienestar de sus amigos al suyo propio. ¿Aquello eran debilidades? Él sacudió la cabeza. Anne era rara.
Él mismo no había visto ninguna cualidad redentora en ______. Bueno, eso era mentira. Le había pedido perdón la primera vez que, sin querer, le había insultado, cuando le preguntó el por qué Anne le había contratado. También estaba su boca. Seguramente, esa era una cualidad redentora. Y sus piernas. Y sus pechos, con aquellos pezones tan-duros-que-deseé-lamerlos.
Toda la sangre se precipitó a la zona sur de nuevo. Por favor, reflexionó al instante. Parece que ésta jamás emigró al norte desde que _____ entró en el despacho.
¿Qué iba a hacer con esa mujer?
Yo puedo pensar en algo, contestó la erección.
—Cállate —refunfuñó hoscamente—. Tú no tienes voz en este asunto. —Infiernos, no. Las erecciones convertían a los hombres en, bueno, gilipollas. De hecho, hacían cosas estúpidas. Él no era estúpido. La mayor parte del tiempo.
Las mujeres eran víboras por naturaleza, ______ claramente más que la mayoría, con su desconfianza y todo eso. Involucrarse con una empleada -especialmente con una que no vacilaría en cortar en rodajas a su oponente- sería el equivalente a seccionarse todos los órganos vitales y venderlos en eBay.
No es que ______ hubiera querido tener algo con él.
No es que Harry quisiera tener algo con ella. En realidad.
Era un jugador pero ella era una apuesta muy alta. Demasiado alta. De todos modos le habría gustado jugar al strip-poker con ella. Tener toda la pasión de ______ enfocada en una mano de cartas mientras estaba desnuda… Oh, jodido infierno. Más de esto y podría perder todo el sentido común y seguir adelante e intentar seducirla.
¿Tendría novio? ¿Era ______ del tipo que exigía un compromiso? Seguramente no. Como él, probablemente mantenía sus relaciones estrictamente a nivel del sexo, sexo y más sexo. Sin ataduras. Nunca. Y jamás con empleados, se recordó. O compañeros de trabajo. U otro señuelo.
Probablemente necesitaría recordárselo unas miles de veces más, ya que había estado de bajón últimamente y ni siquiera había tenido un poco de sexo. No por culpa suya. Tuvo ofertas, bueno, algunas ofertas…. De acuerdo. Habían sido dos. En su defensa, de nuevo, decir que no había sido exactamente agradable con las mujeres que se le acercaron.
Simplemente, últimamente no estaba muy interesado y (para su vergüenza) no podía ponerse duro porque en todo en lo que podía pensar era en la naturaleza del condenado baile de acoplamiento entero. Encontrarse, echar un polvo, decir adiós o intentar que la cosa funcionara, para terminar en fracaso. Entonces había visto a _______ y el bajón se había terminado. Literalmente.
¿En qué lío me he metido ahora? se preguntó otra vez.
Aunque necesitaba mantener a _______ a una distancia emocional, mantenerla enfadada con él y que así no hubiera ninguna posibilidad de que quisieran ser amigos o amantes, tenía que suavizar las cosas con ella o la vida en la oficina sería un infierno. Esta noche sería un infierno. Y no necesitaba más infiernos. Tenía ganas de relajarse, de simplemente observar cómo se desenvolvía en una asignación y criticarla en su mente. Ahora tendría que intervenir y limpiar todo lo que ________ estropeara. Y lo estropearía. Mujeres tan emocionalmente volátiles lo apartaban todo en su camino.
No era un estereotipo. Era simplemente la verdad.
Con el temor (y la anticipación) extendiéndose interiormente, echó un vistazo a la dirección de la casa de ________. Tendría que acercarse allí y suavizar las cosas pero manteniendo aún las distancias. Tendría que usar su famosa cara "de farol" para cubrir el temor (y la anticipación).
Menos mal que a él le gustaban los desafíos.
______ cruzó echa una furia la puerta de su casa. Imbécil. ¡Idiota! Hervía, no completamente segura de si pensaba en sí misma o en aquel sabelotodo de Harry Styles. No podía recordar haber estado tan cabreada en mucho, mucho tiempo. ¿Cómo podía una persona ser tan grosera? ¿Tan diabólica?
¿Tan malditamente sexy?
Arrojó las llaves y el bolso sobre la mesa del vestíbulo y avanzó pesadamente hacia el dormitorio. Por lo general su casa era el lugar donde se relajaba, su refugio ante el exasperante y siempre decepcionante mundo exterior. Abundantes (y falsas) plantas se derramaban y coloreaban cada esquina. Las había pintado ella misma. Las paredes eran de color caramelo y café… -su debilidad más grande. Los suelos eran de madera y pulidos hasta su máximo brillo. Nada estaba fuera de lugar, todo estaba limpio.
_______ era una mujer que despreciaba el caos y el desorden.
Harry Styles era el caos total.
—¡El hombre debe morir! —Le dijo a la lámpara de bronce que colgaba del techo del vestíbulo—. Pero primero, debe experimentar el dolor y el sufrimiento —dijo a su dormitorio.
Con un chillido, se lanzó sobre la cama estilo trineo. El suave y verde cobertor -demasiado parecido al color de los ojos de Harry para la paz mental- se curvó a su alrededor. Lo golpeó una vez, dos veces, luego dejó salir toda la tormentosa furia, decidida a liberar su mal carácter antes de que le cortara la cabeza a su objetivo nada más verle y no ganara la apuesta. Cuando terminó, estaba cansada y jadeaba, pero se sentía mejor.
—Yo también, puedo, controlar mis emociones —refunfuñó, a pesar del arrebato. A veces.
Todo habría ido bien si Harry no hubiera despertado esos deseos tan potentes en su interior con sus penosos insultos. No había deseado a un hombre en mucho tiempo, y desearlo a él… ahora. ¡Grrrr!
Había dejado de tener citas, había dejado de sentir nada más excepto repugnancia hacia los hombres y sus relaciones. Entonces, Harry había caminado frente a su cubículo y el sistema nervioso le había chisporroteado a la vida -nadie debería oler tan bien y estar tan bueno en unos de vaqueros- y esa era una muy buena razón para despreciarle aún más.
Excepto que no le había odiado. No enseguida. Entonces él abrió la boca, soltó todas esas groserías y la miró con aversión… Y eso debería de haber sido suficiente para recordarle su propia predisposición al odio, así como apagar el fuego en cualquier chica cuerda. En cambio, su actitud la había excitado. Cautivado. Nadie, jamás, la había tratado así antes. ¡Los hombres coqueteaban con ella, maldición!
—Tal vez me he vuelto como mi madre —refunfuñó. Odiando algo un momento, amándolo al siguiente. Feliz un momento, deprimida al siguiente—. Dios me libre —suspiró. Harry Styles debería ser ilegal en cincuenta estados y tres países—. Cerdo.
Mientras exponía los motivos por los que él pertenecía a un corral, lleno de fango y cebado para ser cortado en gruesas lonchas de bacón, el teléfono sonó, sobresaltándola. Se enderezó de golpe y echó un vistazo al identificador de llamada. Calder, Eleanor. Con el ceño fruncido, ______ recogió el auricular y se lo pegó a la oreja.
—¿Qué pasa?
—Ah, bien. Estas en casa —dijo Eleanor en un susurró—. Tienes que contarme que pasó entre tú y el castaño.
—¿Dónde estás?
—En un compartimiento del cuarto de baño. No importa. Concéntrate y suéltalo ya. Cuando él vio que te habías marchado, volvió al despacho y luego salió como una tromba minutos más tarde.
Ella experimentó una pizca de satisfacción al saber que también se había marchado cabreado. Probablemente había necesitado estar a solas un rato para acariciar su sobre hinchado… ego. Idiota.
—¿Dejó el edificio o sólo el despacho de Anne?
—El edificio —Eleanor expulsó un frustrado aliento—. No pude escucharos a través de la puerta. ¿Qué dijo él? ¿Qué dijo Anne?
______ explicó el raro comportamiento de Anne, el modo en que le había ordenado que trabajara con Harry y como luego la dejó tirada, la voz entrecortada por la irritación. De todos los hombres en los cuales Anne podía haber decidido contratar en AATP, tenía que haber escogido a ese primero. Ese…
—Imbécil —refunfuñó.
—No es posible.
—Tú no escuchaste el modo en que me insultó. —Y me excitó con aquellos insultos. Idiota—. Es un imbécil, te lo aseguro.
—No, ¿me estás diciendo que Anne le contrató de verdad? ¿A un hombre?
—Así es —¿Ves? ______ no era la única sorprendida por tal acontecimiento. Su reacción había sido justificable. Sólo lamentaba que Harry no estuviera aquí para así poder ponerle el teléfono en la oreja y gritarle, ¿Oíste eso? ¡No hice nada malo!
—¿Dios querido, por qué? —dijo Eleanor.
—Tú suposición será tan buena como la mía.
—Podría tener un tumor cerebral que le hace hacer cosas extrañas.
—O un alien podría haber asumido el control de su cuerpo —sugirió _______.
—O podría haber dejado la medicación y ahora escucha voces en su cabeza.
Posible, muy posible.
—Independientemente de la razón, nosotras seremos las primeras en sufrir. Harry, en realidad, piensa que las mujeres son de poca confianza, que haríamos o diríamos cualquier cosa por un orgasmo.
—Bueno…
—¡Eleanor!
—No he tenido uno desde hace tiempo —dijo a la defensiva—. Y estoy empezando a sentirme un poco desesperada.
_______ se pellizcó el puente de la nariz.
—Hace una hora, me dijiste que todo iba bien con Wyatt.
—Así es. —Un pero no expresado flotó en el aire—. Sólo que, bueno, deje de dormir con él cuando me pidió que nos casáramos por primera vez.
¿Qué le pasaba al mundo? Eleanor era la optimista que deseaba un amor de película, y _______ era la mujer insensible que no creía en el felices-para-siempre. No era propio de Eleanor dejar de dormir con un hombre porque él quería casarse con ella.
—¿Intentas ahuyentarle?
—No, por supuesto que no —dijo Eleanor, pero de nuevo hubo duda en el tono—. Solo quiero estar segura de que es el hombre adecuado.
—¿Por qué dudas tanto? Él pasó la prueba.
—No lo sé ¿vale? Me dice lo hermosa que soy, cuánto le gusta mirarme. ¿Pero qué pasará cuando engorde unos kilos o, Dios no lo quiera, me salgan arrugas? ¿Todavía me amará o se parecerá a tu her… hombres? —soltó precipitadamente—. ¿Se parecerá a otros hombres? Quiero decir, _____, que no deseo a un hombre que salga corriendo cuando me salga un grano.
—Entonces déjale.
—Estoy asustada —susurró con un borde desesperado.
_______ se masajeó la nuca. No tenía la respuesta correcta para su amiga.
—Si no estás segura de Wyatt, sal con mi hermano. Sabes que está enamorado de ti y no le importará si eres una bruja gorda, vieja y arrugada.
—No es cierto —dijo. ¿Con anhelo?—. Incluso aunque él no me diga que soy bonita, sé que Louis está tan enamorado de mi aspecto como Wyatt. No se interesó por mí ni en el colegio ni en el instituto, cuando yo era una chica fea a la que todos gastaban bromas. Sólo cuando desarrollé los pechos, echó un vistazo en mi dirección.
Eleanor tenía razón. Louis no la había mirado dos veces entonces. La había tratado como a una molesta hermana e incluso no volvía a casa los fines de semana que sabía que Eleanor se quedaba a pasar la noche. Tal vez él no la merecía… incluso aunque fuera uno de los mejores tipos que ______ conocía.
—Cuéntame más sobre nuestro nuevo compañero —dijo Eleanor.
Decidiendo no hacer caso de aquel anterior anhelo en su voz y de lo que podía significar -no despertaría las esperanzas de Louis, sólo para que luego se rompieran en pedazos- le explicó lo de la apuesta sobre si su objetivo realmente se acercaría a ella o, como aseguraba Harry, no lo haría.
—Francamente, no sé si apoyaba a su género masculino o insultaba mi aspecto.
—Qué desperdicio de rasgos cincelados y músculos de estrella de cine —dijo Eleanor con un suspiro—. ¿Estamos ante un desaire o declaramos la guerra?
Dios, amaba a su amiga. Aparte de su hermano y hermana, no había nadie más en el mundo que, automáticamente, se pusiera de su lado y estuviera dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarla.
—La guerra —contestó sin vacilar. Harry y su sexy grosería tenían que irse.
—Genial. No hemos ido a la guerra juntas desde que convencimos a aquella zorra de Judie Holt de que se marchara.
______ sonrió ampliamente. Oh, que buenos tiempos. Desde el primer día, Judie no había causado nada más que problemas. Había chismorreado, mentido, dormido con sus objetivos y conseguido que despidieran a una amiga suya. Llegados a ese punto, ellas habían estallado. Pusieron laxante en un trozo de tarta y se lo dieron en su fiesta de cumpleaños. Movieron su ordenador hasta el cuarto de baño al menos un vez por semana. Le pegaron papelitos a la espalda donde decía “patéame” tan a menudo como fue posible. ¿Infantil? Sí. ¿Les importaba? No. Incluso Anne lo encontró todo muy divertido.
—Tengo que colgar —murmuró Eleanor a través de la línea—. Alguien entró en el baño. —Una larga pausa—. Uh-oh —susurró y luego dijo con voz amortiguada—. Creo que se quedarán un ratito. —No esperó la respuesta de ______—. Te llamaré más tarde. —Crac.
_______ miró fijamente el teléfono durante un momento antes de sacudir la cabeza. Colgó el inalámbrico y se apartó ¿Qué debería hacer ahora? No quería pensar más en Harry... No si quería permanecer calmada. Ya podría pensar y preocuparse por la fantasía de su fallecimiento mañana.
Suspirando del mismo modo que Eleanor, se puso en pie. ¿Qué hacer, qué hacer? Había pasado media hora y todavía le quedaban tres para irse. Tal vez debería ensayar unas pocas frases para presentarse ante su nuevo objetivo. Nah, decidió al instante. Lo tendría con un simple: ¡Hola! ¿Qué tal? Quizás debería aplicarse un poco más de brillo en los labios y cortar unos centímetros más la falda ya de por sí corta. Eso llevaría sólo unos cinco minutos y todavía le quedarían otros ciento setenta y cinco para marcharse.
El timbre sonó.
La boca se curvó en una mueca. No quería tratar con ningún invitado. Podría muy bien ser su madre... Quien adoraba visitarla de improviso para ver cómo estaba. O su abuela... A quien le gustaba tomar prestada su ropa de guarrilla y luego leer las tumbas de los cementerios en busca de viudos. O su hermana... a quien le encantaba hablar de la dicha de la vida marital. O su hermano... Quien disfrutaba enseñándole gráficos y estadísticas sobre la más maravillosa creación conocida como el hombre (para “demostrar” que lo que ella veía en el trabajo no era lo normal) antes de preguntar por Eleanor.
_______ caminó rápidamente hacia la puerta principal, los tacones repiqueteando contra el suelo de madera. Echó un vistazo a través de la mirilla, se congeló, maldijo por lo bajo, echó otra ojeada, maldijo de nuevo y abrió la puerta de un tirón. Allí parado estaba el diablo en persona. Harry Styles.
El corazón inmediatamente latió abrumado; el aliento le quemó los pulmones. De nuevo, simplemente estar cerca de él, hizo que los pezones se le endurecieran.
—¿Qué haces aquí? —demandó, la pregunta fluyendo de la boca en cuanto se formó en la mente.
—¡Hola a ti también, Hoyuelos!
¿Jugando a ser agradables, no?
—Oh. ¿Dónde están mis modales? ¡Hola, Jarr! —dijo, esta vez dulce como el azúcar—. Repito ¿qué haces aquí?
—Es Harry. —Le palpitó un músculo bajo el ojo y la miró con ceño antes de apoyarse contra el marco de la puerta en una burlesca postura ocasional—. Vine a pedir perdón.
—¿De verdad? ¿Por qué? ¿Por vivir? ¿Respirar? ¿Por tener pene?
—¿Respondes de esta forma a todos los que te piden disculpas?
Una oleada de culpabilidad la golpeó. Estaba siendo grosera, pero parecía que no podía evitarlo.
—¿Puedo entrar? —preguntó.
—No. Ahora no es un buen momento.
—Estupendo. Gracias. —Pasó por delante de la puerta y de ella. El hombro rozó el suyo y ella se tragó un jadeo ante la vibrante sensación. Fue como si una corriente eléctrica le sacudiera todo el cuerpo.
Se quedó quieta en el sitio durante varios segundos, con los ojos entrecerrados y la boca abierta por el asombro. Excitada. Irritada. Ese hombre... ¡Oh, ese hombre! Echando humo, se dio la vuelta.
—Tengo un spray de pimienta —dijo a su espalda.
—No me sorprende —contestó por encima del hombro, llegando de una zancada a la sala de estar y desapareciendo de la vista.
—No eres bienvenido. —Permaneció donde estaba, sosteniendo la puerta abierta, decidida a que se fuera. Tenía que estar lejos de él y de esa extraña química de su cuerpo que jugaba a la ruleta rusa con el sentido común.
—Si quieres deshacerte de mí —dijo—. Primero tendrás que hablar conmigo.
—O puedo llamar a la policía e informar de un robo.
Él rió entre dientes, el sonido caliente, rico y llenó de desafío.
—Mándale al Jefe Higgins saludos de mi parte. He pensado en ir a verle, pero no he tenido tiempo.
—Tú no conoces al jefe de policía —dijo, con la espalda rígida. ¿Qué hacía Harry en su sala de estar? Podía oírle arrastrando los pies.
—Siempre trabo amistad con los representantes de la ley local. Además, él juega al póquer —pausa pesada—. ¿Esta foto de un bebé desnudo sobre una manta de piel de oso eres tú? Apuesto a qué sí. Los mismos ojos azules, los mismos hoyuelos. Aunque tendría que echar un vistazo a tu trasero y comprobar que tienes esa marca de nacimiento en forma de corazón para estar seguro —suspiró—. Ah, las cosas que uno tiene que hacer para saciar la curiosidad.
Ella lo vio todo rojo.
—¡Deja ese álbum de fotos!
—Pero si es precioso. —Otra pausa, el pasar de una página—. Oh, mírate en ésta. Diez años, diría, y llevas botas de agua, una cazadora de cuero y un sombrero vaquero. Por desgracia, no sonríes. Me gusta más la que hay al lado. Sigues sin sonreír, pero tienes unas medias sobre la cabeza que, asumo, se supone que son trenzas. ¿Te gustaba disfrazarte, verdad?
No responderé. No responderé.
Él rió entre dientes de nuevo, y esta vez el sonido estuvo lleno de genuina diversión.
—Bueno, fíjate. Esto solo se pone más y más interesante a medida que te haces mayor.
—Contaré hasta tres —dijo, con la mandíbula fuertemente apretada y rechinando los dientes—. Mejor caminas hacia esta puerta cuando llegue al final o lo lamentarás. Uno.
—Tu pareja para el baile de graduación parece acojonado. ¿Qué le dijo tú Papi antes de sacar la foto?
¡Bastardo!
—Dos.
—Tres —dijo él servicialmente—. Por favor dime que todavía tienes este... ¿puede esta cosa compuesta sólo de lazos y volantes llamarse vestido?
¡Argh! Apretando los puños, ______ abandonó su puesto y se lanzó hacia la sala de estar. Nunca había matado a nadie, pero siempre había una primera vez para todo.
__________________________________________________________________
That's all !
jsakhaksdhaksdhkasdhkasdhaksdh <3
Larguito el capitulo, eh, no pensé que llevaba tanto :|
Se está poniendo picante eeeeeeeeeeea.
¿Que hará Harry en la casa de ella ? Todo esto y más.... en el proximo capitulo ;)
Chicuelassssssssssssss, ¿como andan? Espero que bien, yo sí, deseando ya que sea viernes, así termino las clases de una vez por todas y vacacioneeeeeeeeeeeeees tres meses enteros wujuuuuuuuu -no me llevo ninguna, ya que soy muy nerd :D -
Me encanta Harry en esta foto, se ve tan natural, tan askjdhaskjdhaksdhkasjdh <3
Con qué facilidad cambio los temas, estoy loca :S (ACOSTUMBRENSE)
Ejem , ejem, las quiero, gracias por leer :)
Kissesssssssssssssssssssss :*
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
Ameeeeeee el capitulo!
esto cada vez se pone mejooor!
me da mucha risa Harry y la forma en que se enoja la rayis xD
ajajajajajajaja!
Tines que seguirla me encanta
esto cada vez se pone mejooor!
me da mucha risa Harry y la forma en que se enoja la rayis xD
ajajajajajajaja!
Tines que seguirla me encanta
Pepaa
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
ahkskahskahs mierda Rocío ¿porque lo dejas ahi?
sajgshkahskas voy a matarte!
necesito leer el proximo right nowwwwwwww!
sajgshkahskas voy a matarte!
necesito leer el proximo right nowwwwwwww!
Mili1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
Pepaa escribió:Ameeeeeee el capitulo!
esto cada vez se pone mejooor!
me da mucha risa Harry y la forma en que se enoja la rayis xD
ajajajajajajaja!
Tines que seguirla me encanta
OF COURSE, OF COURSE.
La sigo pronto ;)
sjdahskjdhaksjdhaksdhaksdh <3
Es tan lindo el libro , es muy bueno e.e
Es tan genial ver como se pelean ! :D
Kissssssses :*
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
Mili1D escribió:ahkskahskahs mierda Rocío ¿porque lo dejas ahi?
sajgshkahskas voy a matarte!
necesito leer el proximo right nowwwwwwww!
JOJOJOJO, EH, LA PAGÁS CON LA MISMA MONEDA ;)
Vos me mataste a mí primero, esto es solo el comienzo ahhahahaha.
sdkajshdkjashdkjahsdashdkj <3
Quizaaaaaaaaas, suba, quizaaaaaaaaas, no .
mmmmmmm.
Veré.
Kissseeeeeeeees :*
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
PLUSSSSSSSSSS, PARA LECTORAS DESESPERADAS ;)
Laaaaaaaas quieroooooooooooooooo <3
Enjoy it !
PD: esta foto me pareció adecuada para el capitulo ;)
Hasta mañana chicuelassssssss , kissessssssss :*
___________________________________________________________________________
CAPÍTULO 4
Hay doscientos sesenta y cinco huesos en el cuerpo humano. ¿Cuál te gusta más?
Harry se había acomodado en el sofá de ______ y observaba su casa con imperturbable curiosidad. No era lo que había esperado. Todo estaba perfectamente coordinado en colores. Desde el canapé marrón que combinaba con las paredes beige, a la manta color bronce que combinaba con los floreros de ámbar repletos de plantas rociadas en oro. Todo estaba limpio, también. Perfecto. Demasiado perfecto.
Al parecer, La Pequeña Señorita Gatita Sexual y Profesora de Catequesis era una fanática de la limpieza. La mesa de centro de cristal no tenía ni una mota de polvo. Los cuadros florales sobre las prístinas paredes estaban perfectamente colgados y alineados. No había ni un atisbo de suciedad o pelusilla que estropearan la perfección de los brillantes suelos de madera.
Estúpidamente, esa pulcritud le excitó. Al parecer, hoy no hacía falta mucho para que eso ocurriera. Aún así, quiso ensuciarlo todo. Teniendo sexo sobre ello. Sexo sucio. Con sudor, aceite corporal y esposas. No vayas por ahí, Styles. Estás tratando con una piraña sexual. Ella olerá cualquier señal de excitación y atacará. No tenía que conocer a la mujer para saber que era cierto... simplemente tenía que conocer su género.
Femenino.
Pero, ¡joder! no debería haber visto su álbum de fotos. Había sido una niña preciosa, un poco triste -lo que le provocó un dolor en el pecho- con una cabeza llena de rizos y unos enormes ojos azules que habían dominado su cara, y ahora quería saber si la marca de nacimiento sobre su trasero se había borrado u oscurecido.
Ella entró pisando fuerte en la sala, con una fragancia tipo vamos-a-la-cama acompañándola. Harry aguantó la respiración todo lo que pudo. No quería olerla, no quería sentirse más atraído por ella. Había venido para suavizar las cosas -no es que hubiera tenido mucho éxito- pero eso no quería decir que tuviera que disfrutarlo; que se hiciera amigo de ella. Ni mucho menos.
Parando frente a él, ______ agarró el álbum que tenía en el regazo -sus dedos le rozaron el muslo, lo que provocó que la polla le prestara toda la atención (la más alta)-, le frunció el ceño y arrojó el libro tras su espalda. Ignorando todo excepto su propia cólera -o eso esperaba él- ancló las manos sobre sus caderas.
—Te dije que no eras bienvenido aquí.
Feliz de regresar a su juego yo-hombre-tú-mujer y de salir de su bajón sexual, dobló los brazos sobre el regazo para cubrirse la erección. Le molestaba que hubiera sido _______ la que le devolviera el deseo, haciéndole querer olvidarse de que todas las relaciones, incluso aquellas basadas únicamente en el sexo, era una maldición.
—También me dijiste que tendría que irme cuando contaras hasta tres. Y también mentiste entonces.
Los ojos azules brillaron y se entrecerraron. El vapor muy bien podría haber salido de sus fosas nasales. Qué pequeña bola de fuego era, y sexy como el infierno. ¡Maldición! Le gustaban las mujeres pasivas tipo sírvete-lo-que-quieras-tú-mismo. ¿O no? Definitivamente le gustaban las mujeres que querían acostarse con él. ¿Verdad? ______ no era ninguna de esas cosas, o eso se decía él, por que no creía que fuera capaz de controlarse si supiera que _______ le deseaba.
Pero cada vez que ella abría su exquisita boca le gustaba más y más. Podía verla hacer mil cosas diferentes con aquella boca y ninguna de ellas implicaba hablar.
Degenerado, se recordó. No vayas por ahí. No con ella. Pero le gustaba su ingenio. Si sus insultos no hubieran estado dirigidos a él, habría pensado que eran graciosos.
—Vamos. Fuera —dijo ella.
—Cierra el pico y escucha, Hoyuelos. Te dije que vine… —apretó los dientes. Dios, era difícil decirlo otra vez cuando probablemente le rechazaría de nuevo—. Para decir que lo siento. —No lo sentía esta vez, pero lo dijo de todas formas.
—¿Que lo sientes? —dijo, incrédula, como si no acabara de pedirle perdón hacía unos minutos.
—Así es. Lo lamento. Tu actitud —no pudo resistirse agregar por lo bajo.
—¡Eh! —frunció el ceño—. Eso lo oí.
—Bueno, sí —le devolvió el ceño—. Es porque lo dije en voz alta.
Le pisó el pie, con fuerza, el tacón de aguja clavándose en el dedo gordo del pie.
—No lo sientes de veras. Admítelo.
Haciendo una mueca, alzó la vista hacía ella y extendió los brazos.
—¿Por qué? —No comentó lo del dedo del pie. Eso le daría la sensación de poder y, ahora mismo, él necesitaba todo el poder que pudiera conseguir—. ¿Tanto importa?
La boca se abrió y cerró y un estrangulado sonido se escapó de la garganta. Al menos quitó el tacón.
—Sí, importa. Por lo menos podrías tener la decencia de fingir que lo sientes.
—Espera un segundo. —frunció nuevamente el ceño—. Me acusaste de que mi disculpa era una mentira, algo que obviamente te cabreó ya que intentaste empalar mi dedo del pie favorito, y ahora estas enfadada porque no mentí de nuevo.
—Típico. —Las cejas se arquearon con sardónica diversión.
Marcus pudo ver que ______ quería gritarle, o al menos ofrecer una picante réplica. Pero suspiró, dos veces. Su expresión se suavizó, pero sus mejillas permanecieron ruborizadas. Preciosa.
—Creo que, de nuevo, olvidé mis modales —dijo dulcemente—. ¿Puedo ofrecerte algo de beber? ¿Arsénico? ¿Lejía? —pestañeó hacía él, toda inocencia.
Marcus tuvo que admitir que a menudo tenía aquel efecto en las mujeres. No la inocencia, la amenaza de muerte. Pero aquellas, por lo general, no eran hechas hasta después de salir con ellas. Según su madre, tenía suerte de que alguna no le hubiera asesinado mientras dormía. Según su padre, que se había divorciado hacía años de mamá, las mujeres realmente no querían matarle, querían reformarle.
No necesitaba ser reformado. Se gustaba tal y como era.
Prefería que le consideraran frío y árido emocionalmente que un necio romántico quien toleraría todo por amor. Idiotas. Eso es lo que era la gente que enfermaba de amor. También eran objetivos a los que atrapar. Algo que él jamás sería de nuevo. Ya había pasado por toda esa cosa del matrimonio y no había sido nada más que una pérdida de tiempo.
—Una cerveza estará bien —dijo amablemente.
_______ se pasó la muy rosada lengua sobre los muy blancos dientes y dio un paso atrás, pero no se aventuró a la cocina. Se sentó en la silla que había frente a él.
—Hay cerveza en la tienda de la esquina. Puedes ir a buscarla tú mismo.
Sip. Si ella se lo hubiera dicho a algún otro, se habría reído.
—A pesar de lo que puedas pensar, no vine aquí para discutir contigo. Ahora trabajamos para la misma agencia. Tenemos que llevarnos bien. —Aunque no demasiado bien, añadió silenciosamente.
Tenían que ser capaces de tolerarse el uno al otro mientras en secreto se maldecían a quemarse en el infierno eterno y sin arrancarse mutuamente la ropa. No es que ella le mirara como si estuviera dispuesta a arrancarle la ropa. Más bien parecía dispuesta a arrancarle el corazón y comérselo delante de él.
La erección, que había comenzado a comportarse y a actuar como un adulto sensato, brincó por su atención una vez más. Frunció el ceño. ¿Cómo diablos el pensar en ella comiéndose sus órganos -bueno, ningún órgano a excepción de su favorito- le excitaba?
_____ encogió los elegantes hombros.
—Tienes razón. Lo admito. Tenemos que llevarnos bien. Siéntete libre de marcharte ahora que ya lo hemos aclarado.
—Bien —dijo, y ya que era un chico muy, muy malo que tenía problemas con las apuestas, se dijo: cinco dólares a que me apuñala en el muslo con el siguiente picotazo, pero no pudo resistirse—. Obviamente tu grosería en la oficina no fue un caso aislado.
Los ojos se estrecharon en diminutas rajas. Probablemente, estaba planeando, mentalmente, su muerte. Pero no le apuñaló. Se debía a sí mismo cinco pavos.
—Puedo decir, con total seguridad, que no quieres llevarte bien conmigo —dijo ella sombríamente.
Descansó un tobillo sobre su rodilla y la observó atentamente.
—Muy bien. ¿Quieres la verdad? Nosotros sacamos lo peor el uno del otro.
—No puedo discutir eso.
—Por fin —refunfuñó él—. Algo que no discutirás.
Las ventanas de la nariz de _______ llamearon y tuvo que apretar los labios para evitar reírse. Realmente no había pensado decirlo en voz alta. Simplemente era que ella provocaba a la bestia que había en su interior. Alguna cosa en ella le encendía y le ponía todos los nervios en alerta.
—No debería haber dicho eso —admitió. Había venido para suavizar las cosas con ella, pero hasta ahora sólo las había empeorado—. Escucha, ¿necesitas ayuda para el trabajo de esta noche? —Eso es. Ese era un tema bastante inofensivo.
—No —el tono fue cortante—. Todo está en orden.
—Bien.
—Sí. Bien.
Se miraron el uno al otro y luego apartaron la vista. Llegados a este punto, Harryno supo que más decir y, durante mucho tiempo, el silencio se deslizó entre ellos, como una serpiente venenosa lista para morder, tan incómodo que era casi doloroso. El tictac del reloj de pared se hizo audible, una bomba de relojería. A punto de estallar.
¿Debería marcharse? ¿Intentar extenderle la mano?
Las cosas todavía no eran amistosas entre ellos, por lo que, quizás, debería quedarse. Al menos ya no estaba duro.
—Bueno —dijo, solo para romper el silencio.
—Bueno —dijo ella.
—Hace calor en Oklahoma últimamente.
—Sí.
—No llevo aquí mucho tiempo. ¿Siempre es así?
—No. El tiempo puede cambiar en un instante —dijo, mirando a todas partes, menos a él—. Caliente un minuto, helado hasta calar los huesos al siguiente.
Como tú misma, pensó él, pero no lo dijo en voz alta. Esta, sin duda, era la conversación más pesada y aburrida que había tenido jamás. O, quizás, solo deseaba que lo fuera, ya que hablar del tiempo debería haber sido una pesadilla de mierda. Y lo habría sido con cualquier otra mujer. Pero aquí estaba, en el borde del asiento, queriendo escuchar la ronca voz de _____ de nuevo, incluso si hablaba solo del maldito tiempo.
Si hubiera estado en mejor forma últimamente, nunca habría reaccionado a ella así de fuerte. Al menos, eso es lo que se decía. Pero… ¿Por qué ______ había roto su falta de interés cuándo nadie más había sido capaz de hacerlo?
Casi deseó que le gritara. Eso lo entendía. Los gritos llevaban a la cólera y la cólera a la pasión. Le gustaba la pasión. A la pasión la podía controlar. Espera. Le gustaban aquellas cosas con cualquiera excepto con ella. Nada de pasión con ______. Era demasiado peligroso.
—Quizás llueva mañana —dijo ella.
Argh. ¿Cómo habían llegado a esto? De aguijonearse el uno al otro (lo que era apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo), a un pronóstico meteorológico de mierda… lo que no le aburría del modo en que quería que lo hiciera, en cambio lo encontraba apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo. La imaginaba desnuda bajo la lluvia y ¡hola! pequeño Harry.
—Bueno —dijo él.
—Bueno —reiteró ella.
De todos modos, ¿por qué demonios tenía que permanecer alejado de ella? En este momento, no podía recordarlo. Trabajaban juntos… bueno, ¿y qué? Ella haría la vida en la oficina incómoda… lo que ahora mismo no le parecía tan malo.
—¿Todavía quieres esa cerveza? —preguntó, echando un vistazo melancólico hacia la cocina.
Así que estaba impaciente por alejarse de él, ¿no? O encontraba la dirección de su conversación tan perturbadora cómo él o simplemente lo encontraba aburrido.
—Sí —dijo y pensó, ¡yo no soy aburrido!—. Gracias.
Con un suspiro de alivio, se levantó y salió precipitadamente de la sala de estar. Dulce soledad… lo que él deseaba. La tentación de fugarse por la puerta, o quizás por una ventana, le invadió, pero, por extraño que le pareciera, permaneció donde estaba.
Le tenía tan excitado que no podía pensar con claridad. Si hubiera empezado a hablarle de copos de nieve, podría haber sido capaz de correrse. Sin embargo, huir ahora significaría que ______ había ganado, y se negaba a dejarla ganar hasta en esta pequeña escaramuza.
Harry tuvo mucho tiempo para pensar en la escaramuza y su vencedor, y lo que pasaría durante dicha escaramuza si las cosas conseguían escaparse de su pequeño control -como que sus respiraciones se volvieran pesadas, que se llamaran con nombres lascivos y que eso le gustara más de lo que debiera- porque _______ tardaba más de lo necesario. Eso le irritó seriamente. Como si él fuera el problema en su pequeño tête-à-tête de pronósticos del tiempo, insultos y excitación.
—Aquí tienes —dijo cuando volvió por fin, ofreciéndole una botella de color ámbar.
El no la cogió al principio, simplemente se la quedó mirando fijamente con desconfianza.
—¿Tendré que salir corriendo a urgencias si me bebo eso?
Los ojos le destellaron con aquel delicioso fuego azul. Qué vergüenza que tanta sexualidad fuera desaprovechada en alguien completamente fuera de sus límites.
—No —dijo con brusquedad—. Lamentablemente.
Oh, bien. De nuevo la cólera. Era mejor así. Pero pudo sentir la creciente excitación, retroceder al aburrimiento fingido. Cogió la botella sin más comentarios, cuidadoso de no tocarla. Un roce y podría insistir por otro. Y otro, hasta que estuvieran desnudos. Hasta que se retorcieran juntos, jadeantes, en un salvaje baile que los condenaría a ambos al infierno.
Reclamó su asiento frente a él. La falda tejana se deslizó por encima de los muslos, revelando varios centímetros de pura y deliciosa tentación. Él tomó un trago de cerveza, pero el frío líquido poco hizo para apagar el furioso fuego en la sangre.
Estúpidas hormonas. Estúpida química. Estúpido pene. Si no fuera porque le tenía tanto cariño, lo castigaría hasta que eso gritara por piedad. Mmmm, gritar. Frunció el ceño y sacudió la cabeza. Idiota.
—Bueno —dijo.
—Bueno —repitió _____ y enganchó varios sedosos rizos detrás de la oreja.
Él vislumbró varios pendientes de diamantes rodeando su oreja. El efecto era sorprendentemente erótico y se preguntó qué se sentiría al pasar la lengua por cada uno de ellos.
—¿Para qué agencia trabajabas? —preguntó mientras se estudiaba las uñas como si no le importara la respuesta.
—Para La Última Prueba en Dallas.
—¿Por qué te marchaste? —se limpió una pelusilla de la pierna—. ¿O te despidieron por cabrear a tus compañeros?
Se encogió de hombros. No estaba preparado para decirle la verdad todavía, que era el dueño de LUPD y había querido ampliar el negocio. Que ahora, era su jefe. ¿Se equivocaba al esperar una respuesta violenta cuando finalmente se lo dijera? Si ella jugaba bien sus cartas, él podría presentarse desnudo el martes en la empresa.
—Quería un cambio de aires —dijo finalmente—. Y no, no me despidieron.
—¿Eres de Inglaterra, verdad?
—Manchester.
—Que bien. —Enredó un mechón alrededor del dedo.
No pareció impresionada por sus orígenes de la misma forma que la mayoría de las mujeres lo estaban, solo curiosa… y no mucho. Tal vez había conseguido lo que había intentado conseguir en primer lugar: que ella le tuviera tanta aversión que jamás estuviera tentada de acostarse con él. Que era exactamente lo que quería. De verdad.
—Aunque he vivido la mitad de mi vida en Estados Unidos —dijo, simplemente para prolongar la conversación.
—Que bien —repitió, claramente como si no le importara.
No soy un jodido pelmazo. Bebió otro trago de cerveza y echó un vistazo al reloj de pulsera. Una hora y cuarenta y siete minutos para que fueran al club. Seguramente podría provocar su furia otra vez… o, seguir suavizando las cosas en ese tiempo.
—Bien —dijo _____. También, echó un vistazo a su reloj, una cadena de plata que se curvaba alrededor de la delgada muñeca—. Supongo que debería empezar a prepararme para la asignación de esta noche.
Otra forma de decirle que se fuera al infierno. Gracioso, había sido más directa antes.
—Creía que ya estabas preparada. —Debería querer marcharse. Él, realmente, quería marcharse. Ella era un problema, su conversación aún podía derivar hacía el aburrido tiempo -por el amor de Dios, no podía volver a pasar por eso- y las cosas estaban tan suavizadas como podrían estarlo entre ellos—. Por eso rechazaste mi oferta de ayuda, ¿recuerdas?
—Yo… bueno —se echó hacia delante y los negros rizos le cayeron sobre la cara cuando descansó el codo sobre la rodilla. Eso provocó que Harry reparara en el espectacular escote. Pechos redondos, absolutamente perfectos. Sin sostén. Sus favoritos—. Mira —dijo—. Tuvimos un mal comienzo. Tú te disculpaste —añadió con sequedad—, y yo lo acepté. Sentarse y hablar de tonterías no nos servirá de nada a ninguno de los dos. Mejor cortamos con esto ahora, antes de que nos conduzcamos el uno al otro al suicidio.
OK. Eso le cabreó maravillosamente. Conducirla al suicidio, claro. Él tenía permitido ser un pelmazo, ella no. No es que lo hubiera sido alguna vez, maldita sea.
—Ya que has arreglado y suavizado las cosas entre nosotros —siguió ______—, ahora podemos ser cordiales en la oficina. Lo que no quiere decir que tengamos que socializar fuera de las horas de trabajo.
—Yo no te pedí que socializáramos fuera del trabajo, ¿verdad? —había más calor y cólera en el tono del que había pretendido.
—Bien —apretó la mandíbula, permaneciendo callada durante un momento—. Porque preferiría hacer manoplas de ganchillo como mi depresiva madre antes que pasar otro segundo más en tu compañía.
La excitación que se encendía siempre que ellos discutían, luchó con volver con más fuerza.
—Voy a hacerte comer esas palabras —dijo, rezando para estar alardeando, ya que realmente no podía permitirse acostarse con ella, lo que seguía siendo una maldita vergüenza—. Y vas a encontrar cada una de ellas deliciosa. Hasta me rogarás por otra ración.
Ella tembló. ¿De miedo? ¿O de anticipación?
—La única cosa por la que rogaré —dijo ella—, será por tu ausencia.
—Yo no diría nada más si estuviera en tu situación. Cuánto más digas, más lo lamentarás después.
Ella bostezó.
—Tú acento me molesta.
—Mentirosa. —Luego soltó—. ¿Te gusta jugar?
—No —dijo, frunciendo el ceño, confusa ante el repentino cambio de tema.
Qué lástima. La habría hecho irresistible, por lo que tal vez debería estar feliz de ello. Ya la quería, lo que no era precisamente una noticia de última hora. Desnudarla, lanzarla al suelo y penetrarla, sería una bonificación.
—No me mires así —gruñó ella.
—¿Así como?
—Como si fuera la cena.
—¿Quieres serlo? —No pudo menos que preguntar. ¡No puedes tenerla, idiota!
—No —jadeó.
Bueno. Se alegraba de ello. En serio.
—Supongo que, en verdad, conoces algo sobre el póker. Eres buena yendo de farol.
—Nunca voy de farol.
—Por favor. Eres toda fanfarronería, Hoyuelos. Y, para tu información, esta noche perderás nuestra apuesta. —Lo dijo sólo para devolverlos al tema principal, pese a que quisiera seguir deslizándose cuesta abajo por la tentación—. Tengo fe absoluta en que Darren Swyer te vea como la rompecorazones que eres y te envíe por donde has venido.
Harry se levantó y llegó de una zancada a la puerta. Mejor marcharse ahora antes de que hiciera algo más estúpido que irritarla con su dureza… algo como hablar de días soleados y frías brisas.
Aunque ¿Había algo más estúpido que eso?
Dios, estaba tentado de darse la vuelta, saltar a través del cuarto y besar aquellos carnosos y rosados labios, beber su aliento hasta que ella sólo pudiera jadear su nombre. ¡Diablos!, tal vez debería hacerlo, simplemente para sacársela del sistema. Estaba listo y dispuesto. Los besos no eran sexo, y mientras no tuvieran sexo, estaría bien.
Sí. Claro.
Si comenzaba a besarla, no se detendría hasta que hubiera besado cada centímetro de su cuerpo. Nada de besos. Aceleró el paso hacia la salida más cercana.
—Y yo tengo absoluta fe de que alguien te asesinará mientras duermes —gritó ella a su espalda.
Él sonrió francamente. Sí, era una maldita vergüenza que ella estuviera prohibida.
Laaaaaaaas quieroooooooooooooooo <3
Enjoy it !
PD: esta foto me pareció adecuada para el capitulo ;)
Hasta mañana chicuelassssssss , kissessssssss :*
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CAPÍTULO 4
Hay doscientos sesenta y cinco huesos en el cuerpo humano. ¿Cuál te gusta más?
Harry se había acomodado en el sofá de ______ y observaba su casa con imperturbable curiosidad. No era lo que había esperado. Todo estaba perfectamente coordinado en colores. Desde el canapé marrón que combinaba con las paredes beige, a la manta color bronce que combinaba con los floreros de ámbar repletos de plantas rociadas en oro. Todo estaba limpio, también. Perfecto. Demasiado perfecto.
Al parecer, La Pequeña Señorita Gatita Sexual y Profesora de Catequesis era una fanática de la limpieza. La mesa de centro de cristal no tenía ni una mota de polvo. Los cuadros florales sobre las prístinas paredes estaban perfectamente colgados y alineados. No había ni un atisbo de suciedad o pelusilla que estropearan la perfección de los brillantes suelos de madera.
Estúpidamente, esa pulcritud le excitó. Al parecer, hoy no hacía falta mucho para que eso ocurriera. Aún así, quiso ensuciarlo todo. Teniendo sexo sobre ello. Sexo sucio. Con sudor, aceite corporal y esposas. No vayas por ahí, Styles. Estás tratando con una piraña sexual. Ella olerá cualquier señal de excitación y atacará. No tenía que conocer a la mujer para saber que era cierto... simplemente tenía que conocer su género.
Femenino.
Pero, ¡joder! no debería haber visto su álbum de fotos. Había sido una niña preciosa, un poco triste -lo que le provocó un dolor en el pecho- con una cabeza llena de rizos y unos enormes ojos azules que habían dominado su cara, y ahora quería saber si la marca de nacimiento sobre su trasero se había borrado u oscurecido.
Ella entró pisando fuerte en la sala, con una fragancia tipo vamos-a-la-cama acompañándola. Harry aguantó la respiración todo lo que pudo. No quería olerla, no quería sentirse más atraído por ella. Había venido para suavizar las cosas -no es que hubiera tenido mucho éxito- pero eso no quería decir que tuviera que disfrutarlo; que se hiciera amigo de ella. Ni mucho menos.
Parando frente a él, ______ agarró el álbum que tenía en el regazo -sus dedos le rozaron el muslo, lo que provocó que la polla le prestara toda la atención (la más alta)-, le frunció el ceño y arrojó el libro tras su espalda. Ignorando todo excepto su propia cólera -o eso esperaba él- ancló las manos sobre sus caderas.
—Te dije que no eras bienvenido aquí.
Feliz de regresar a su juego yo-hombre-tú-mujer y de salir de su bajón sexual, dobló los brazos sobre el regazo para cubrirse la erección. Le molestaba que hubiera sido _______ la que le devolviera el deseo, haciéndole querer olvidarse de que todas las relaciones, incluso aquellas basadas únicamente en el sexo, era una maldición.
—También me dijiste que tendría que irme cuando contaras hasta tres. Y también mentiste entonces.
Los ojos azules brillaron y se entrecerraron. El vapor muy bien podría haber salido de sus fosas nasales. Qué pequeña bola de fuego era, y sexy como el infierno. ¡Maldición! Le gustaban las mujeres pasivas tipo sírvete-lo-que-quieras-tú-mismo. ¿O no? Definitivamente le gustaban las mujeres que querían acostarse con él. ¿Verdad? ______ no era ninguna de esas cosas, o eso se decía él, por que no creía que fuera capaz de controlarse si supiera que _______ le deseaba.
Pero cada vez que ella abría su exquisita boca le gustaba más y más. Podía verla hacer mil cosas diferentes con aquella boca y ninguna de ellas implicaba hablar.
Degenerado, se recordó. No vayas por ahí. No con ella. Pero le gustaba su ingenio. Si sus insultos no hubieran estado dirigidos a él, habría pensado que eran graciosos.
—Vamos. Fuera —dijo ella.
—Cierra el pico y escucha, Hoyuelos. Te dije que vine… —apretó los dientes. Dios, era difícil decirlo otra vez cuando probablemente le rechazaría de nuevo—. Para decir que lo siento. —No lo sentía esta vez, pero lo dijo de todas formas.
—¿Que lo sientes? —dijo, incrédula, como si no acabara de pedirle perdón hacía unos minutos.
—Así es. Lo lamento. Tu actitud —no pudo resistirse agregar por lo bajo.
—¡Eh! —frunció el ceño—. Eso lo oí.
—Bueno, sí —le devolvió el ceño—. Es porque lo dije en voz alta.
Le pisó el pie, con fuerza, el tacón de aguja clavándose en el dedo gordo del pie.
—No lo sientes de veras. Admítelo.
Haciendo una mueca, alzó la vista hacía ella y extendió los brazos.
—¿Por qué? —No comentó lo del dedo del pie. Eso le daría la sensación de poder y, ahora mismo, él necesitaba todo el poder que pudiera conseguir—. ¿Tanto importa?
La boca se abrió y cerró y un estrangulado sonido se escapó de la garganta. Al menos quitó el tacón.
—Sí, importa. Por lo menos podrías tener la decencia de fingir que lo sientes.
—Espera un segundo. —frunció nuevamente el ceño—. Me acusaste de que mi disculpa era una mentira, algo que obviamente te cabreó ya que intentaste empalar mi dedo del pie favorito, y ahora estas enfadada porque no mentí de nuevo.
—Típico. —Las cejas se arquearon con sardónica diversión.
Marcus pudo ver que ______ quería gritarle, o al menos ofrecer una picante réplica. Pero suspiró, dos veces. Su expresión se suavizó, pero sus mejillas permanecieron ruborizadas. Preciosa.
—Creo que, de nuevo, olvidé mis modales —dijo dulcemente—. ¿Puedo ofrecerte algo de beber? ¿Arsénico? ¿Lejía? —pestañeó hacía él, toda inocencia.
Marcus tuvo que admitir que a menudo tenía aquel efecto en las mujeres. No la inocencia, la amenaza de muerte. Pero aquellas, por lo general, no eran hechas hasta después de salir con ellas. Según su madre, tenía suerte de que alguna no le hubiera asesinado mientras dormía. Según su padre, que se había divorciado hacía años de mamá, las mujeres realmente no querían matarle, querían reformarle.
No necesitaba ser reformado. Se gustaba tal y como era.
Prefería que le consideraran frío y árido emocionalmente que un necio romántico quien toleraría todo por amor. Idiotas. Eso es lo que era la gente que enfermaba de amor. También eran objetivos a los que atrapar. Algo que él jamás sería de nuevo. Ya había pasado por toda esa cosa del matrimonio y no había sido nada más que una pérdida de tiempo.
—Una cerveza estará bien —dijo amablemente.
_______ se pasó la muy rosada lengua sobre los muy blancos dientes y dio un paso atrás, pero no se aventuró a la cocina. Se sentó en la silla que había frente a él.
—Hay cerveza en la tienda de la esquina. Puedes ir a buscarla tú mismo.
Sip. Si ella se lo hubiera dicho a algún otro, se habría reído.
—A pesar de lo que puedas pensar, no vine aquí para discutir contigo. Ahora trabajamos para la misma agencia. Tenemos que llevarnos bien. —Aunque no demasiado bien, añadió silenciosamente.
Tenían que ser capaces de tolerarse el uno al otro mientras en secreto se maldecían a quemarse en el infierno eterno y sin arrancarse mutuamente la ropa. No es que ella le mirara como si estuviera dispuesta a arrancarle la ropa. Más bien parecía dispuesta a arrancarle el corazón y comérselo delante de él.
La erección, que había comenzado a comportarse y a actuar como un adulto sensato, brincó por su atención una vez más. Frunció el ceño. ¿Cómo diablos el pensar en ella comiéndose sus órganos -bueno, ningún órgano a excepción de su favorito- le excitaba?
_____ encogió los elegantes hombros.
—Tienes razón. Lo admito. Tenemos que llevarnos bien. Siéntete libre de marcharte ahora que ya lo hemos aclarado.
—Bien —dijo, y ya que era un chico muy, muy malo que tenía problemas con las apuestas, se dijo: cinco dólares a que me apuñala en el muslo con el siguiente picotazo, pero no pudo resistirse—. Obviamente tu grosería en la oficina no fue un caso aislado.
Los ojos se estrecharon en diminutas rajas. Probablemente, estaba planeando, mentalmente, su muerte. Pero no le apuñaló. Se debía a sí mismo cinco pavos.
—Puedo decir, con total seguridad, que no quieres llevarte bien conmigo —dijo ella sombríamente.
Descansó un tobillo sobre su rodilla y la observó atentamente.
—Muy bien. ¿Quieres la verdad? Nosotros sacamos lo peor el uno del otro.
—No puedo discutir eso.
—Por fin —refunfuñó él—. Algo que no discutirás.
Las ventanas de la nariz de _______ llamearon y tuvo que apretar los labios para evitar reírse. Realmente no había pensado decirlo en voz alta. Simplemente era que ella provocaba a la bestia que había en su interior. Alguna cosa en ella le encendía y le ponía todos los nervios en alerta.
—No debería haber dicho eso —admitió. Había venido para suavizar las cosas con ella, pero hasta ahora sólo las había empeorado—. Escucha, ¿necesitas ayuda para el trabajo de esta noche? —Eso es. Ese era un tema bastante inofensivo.
—No —el tono fue cortante—. Todo está en orden.
—Bien.
—Sí. Bien.
Se miraron el uno al otro y luego apartaron la vista. Llegados a este punto, Harryno supo que más decir y, durante mucho tiempo, el silencio se deslizó entre ellos, como una serpiente venenosa lista para morder, tan incómodo que era casi doloroso. El tictac del reloj de pared se hizo audible, una bomba de relojería. A punto de estallar.
¿Debería marcharse? ¿Intentar extenderle la mano?
Las cosas todavía no eran amistosas entre ellos, por lo que, quizás, debería quedarse. Al menos ya no estaba duro.
—Bueno —dijo, solo para romper el silencio.
—Bueno —dijo ella.
—Hace calor en Oklahoma últimamente.
—Sí.
—No llevo aquí mucho tiempo. ¿Siempre es así?
—No. El tiempo puede cambiar en un instante —dijo, mirando a todas partes, menos a él—. Caliente un minuto, helado hasta calar los huesos al siguiente.
Como tú misma, pensó él, pero no lo dijo en voz alta. Esta, sin duda, era la conversación más pesada y aburrida que había tenido jamás. O, quizás, solo deseaba que lo fuera, ya que hablar del tiempo debería haber sido una pesadilla de mierda. Y lo habría sido con cualquier otra mujer. Pero aquí estaba, en el borde del asiento, queriendo escuchar la ronca voz de _____ de nuevo, incluso si hablaba solo del maldito tiempo.
Si hubiera estado en mejor forma últimamente, nunca habría reaccionado a ella así de fuerte. Al menos, eso es lo que se decía. Pero… ¿Por qué ______ había roto su falta de interés cuándo nadie más había sido capaz de hacerlo?
Casi deseó que le gritara. Eso lo entendía. Los gritos llevaban a la cólera y la cólera a la pasión. Le gustaba la pasión. A la pasión la podía controlar. Espera. Le gustaban aquellas cosas con cualquiera excepto con ella. Nada de pasión con ______. Era demasiado peligroso.
—Quizás llueva mañana —dijo ella.
Argh. ¿Cómo habían llegado a esto? De aguijonearse el uno al otro (lo que era apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo), a un pronóstico meteorológico de mierda… lo que no le aburría del modo en que quería que lo hiciera, en cambio lo encontraba apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo. La imaginaba desnuda bajo la lluvia y ¡hola! pequeño Harry.
—Bueno —dijo él.
—Bueno —reiteró ella.
De todos modos, ¿por qué demonios tenía que permanecer alejado de ella? En este momento, no podía recordarlo. Trabajaban juntos… bueno, ¿y qué? Ella haría la vida en la oficina incómoda… lo que ahora mismo no le parecía tan malo.
—¿Todavía quieres esa cerveza? —preguntó, echando un vistazo melancólico hacia la cocina.
Así que estaba impaciente por alejarse de él, ¿no? O encontraba la dirección de su conversación tan perturbadora cómo él o simplemente lo encontraba aburrido.
—Sí —dijo y pensó, ¡yo no soy aburrido!—. Gracias.
Con un suspiro de alivio, se levantó y salió precipitadamente de la sala de estar. Dulce soledad… lo que él deseaba. La tentación de fugarse por la puerta, o quizás por una ventana, le invadió, pero, por extraño que le pareciera, permaneció donde estaba.
Le tenía tan excitado que no podía pensar con claridad. Si hubiera empezado a hablarle de copos de nieve, podría haber sido capaz de correrse. Sin embargo, huir ahora significaría que ______ había ganado, y se negaba a dejarla ganar hasta en esta pequeña escaramuza.
Harry tuvo mucho tiempo para pensar en la escaramuza y su vencedor, y lo que pasaría durante dicha escaramuza si las cosas conseguían escaparse de su pequeño control -como que sus respiraciones se volvieran pesadas, que se llamaran con nombres lascivos y que eso le gustara más de lo que debiera- porque _______ tardaba más de lo necesario. Eso le irritó seriamente. Como si él fuera el problema en su pequeño tête-à-tête de pronósticos del tiempo, insultos y excitación.
—Aquí tienes —dijo cuando volvió por fin, ofreciéndole una botella de color ámbar.
El no la cogió al principio, simplemente se la quedó mirando fijamente con desconfianza.
—¿Tendré que salir corriendo a urgencias si me bebo eso?
Los ojos le destellaron con aquel delicioso fuego azul. Qué vergüenza que tanta sexualidad fuera desaprovechada en alguien completamente fuera de sus límites.
—No —dijo con brusquedad—. Lamentablemente.
Oh, bien. De nuevo la cólera. Era mejor así. Pero pudo sentir la creciente excitación, retroceder al aburrimiento fingido. Cogió la botella sin más comentarios, cuidadoso de no tocarla. Un roce y podría insistir por otro. Y otro, hasta que estuvieran desnudos. Hasta que se retorcieran juntos, jadeantes, en un salvaje baile que los condenaría a ambos al infierno.
Reclamó su asiento frente a él. La falda tejana se deslizó por encima de los muslos, revelando varios centímetros de pura y deliciosa tentación. Él tomó un trago de cerveza, pero el frío líquido poco hizo para apagar el furioso fuego en la sangre.
Estúpidas hormonas. Estúpida química. Estúpido pene. Si no fuera porque le tenía tanto cariño, lo castigaría hasta que eso gritara por piedad. Mmmm, gritar. Frunció el ceño y sacudió la cabeza. Idiota.
—Bueno —dijo.
—Bueno —repitió _____ y enganchó varios sedosos rizos detrás de la oreja.
Él vislumbró varios pendientes de diamantes rodeando su oreja. El efecto era sorprendentemente erótico y se preguntó qué se sentiría al pasar la lengua por cada uno de ellos.
—¿Para qué agencia trabajabas? —preguntó mientras se estudiaba las uñas como si no le importara la respuesta.
—Para La Última Prueba en Dallas.
—¿Por qué te marchaste? —se limpió una pelusilla de la pierna—. ¿O te despidieron por cabrear a tus compañeros?
Se encogió de hombros. No estaba preparado para decirle la verdad todavía, que era el dueño de LUPD y había querido ampliar el negocio. Que ahora, era su jefe. ¿Se equivocaba al esperar una respuesta violenta cuando finalmente se lo dijera? Si ella jugaba bien sus cartas, él podría presentarse desnudo el martes en la empresa.
—Quería un cambio de aires —dijo finalmente—. Y no, no me despidieron.
—¿Eres de Inglaterra, verdad?
—Manchester.
—Que bien. —Enredó un mechón alrededor del dedo.
No pareció impresionada por sus orígenes de la misma forma que la mayoría de las mujeres lo estaban, solo curiosa… y no mucho. Tal vez había conseguido lo que había intentado conseguir en primer lugar: que ella le tuviera tanta aversión que jamás estuviera tentada de acostarse con él. Que era exactamente lo que quería. De verdad.
—Aunque he vivido la mitad de mi vida en Estados Unidos —dijo, simplemente para prolongar la conversación.
—Que bien —repitió, claramente como si no le importara.
No soy un jodido pelmazo. Bebió otro trago de cerveza y echó un vistazo al reloj de pulsera. Una hora y cuarenta y siete minutos para que fueran al club. Seguramente podría provocar su furia otra vez… o, seguir suavizando las cosas en ese tiempo.
—Bien —dijo _____. También, echó un vistazo a su reloj, una cadena de plata que se curvaba alrededor de la delgada muñeca—. Supongo que debería empezar a prepararme para la asignación de esta noche.
Otra forma de decirle que se fuera al infierno. Gracioso, había sido más directa antes.
—Creía que ya estabas preparada. —Debería querer marcharse. Él, realmente, quería marcharse. Ella era un problema, su conversación aún podía derivar hacía el aburrido tiempo -por el amor de Dios, no podía volver a pasar por eso- y las cosas estaban tan suavizadas como podrían estarlo entre ellos—. Por eso rechazaste mi oferta de ayuda, ¿recuerdas?
—Yo… bueno —se echó hacia delante y los negros rizos le cayeron sobre la cara cuando descansó el codo sobre la rodilla. Eso provocó que Harry reparara en el espectacular escote. Pechos redondos, absolutamente perfectos. Sin sostén. Sus favoritos—. Mira —dijo—. Tuvimos un mal comienzo. Tú te disculpaste —añadió con sequedad—, y yo lo acepté. Sentarse y hablar de tonterías no nos servirá de nada a ninguno de los dos. Mejor cortamos con esto ahora, antes de que nos conduzcamos el uno al otro al suicidio.
OK. Eso le cabreó maravillosamente. Conducirla al suicidio, claro. Él tenía permitido ser un pelmazo, ella no. No es que lo hubiera sido alguna vez, maldita sea.
—Ya que has arreglado y suavizado las cosas entre nosotros —siguió ______—, ahora podemos ser cordiales en la oficina. Lo que no quiere decir que tengamos que socializar fuera de las horas de trabajo.
—Yo no te pedí que socializáramos fuera del trabajo, ¿verdad? —había más calor y cólera en el tono del que había pretendido.
—Bien —apretó la mandíbula, permaneciendo callada durante un momento—. Porque preferiría hacer manoplas de ganchillo como mi depresiva madre antes que pasar otro segundo más en tu compañía.
La excitación que se encendía siempre que ellos discutían, luchó con volver con más fuerza.
—Voy a hacerte comer esas palabras —dijo, rezando para estar alardeando, ya que realmente no podía permitirse acostarse con ella, lo que seguía siendo una maldita vergüenza—. Y vas a encontrar cada una de ellas deliciosa. Hasta me rogarás por otra ración.
Ella tembló. ¿De miedo? ¿O de anticipación?
—La única cosa por la que rogaré —dijo ella—, será por tu ausencia.
—Yo no diría nada más si estuviera en tu situación. Cuánto más digas, más lo lamentarás después.
Ella bostezó.
—Tú acento me molesta.
—Mentirosa. —Luego soltó—. ¿Te gusta jugar?
—No —dijo, frunciendo el ceño, confusa ante el repentino cambio de tema.
Qué lástima. La habría hecho irresistible, por lo que tal vez debería estar feliz de ello. Ya la quería, lo que no era precisamente una noticia de última hora. Desnudarla, lanzarla al suelo y penetrarla, sería una bonificación.
—No me mires así —gruñó ella.
—¿Así como?
—Como si fuera la cena.
—¿Quieres serlo? —No pudo menos que preguntar. ¡No puedes tenerla, idiota!
—No —jadeó.
Bueno. Se alegraba de ello. En serio.
—Supongo que, en verdad, conoces algo sobre el póker. Eres buena yendo de farol.
—Nunca voy de farol.
—Por favor. Eres toda fanfarronería, Hoyuelos. Y, para tu información, esta noche perderás nuestra apuesta. —Lo dijo sólo para devolverlos al tema principal, pese a que quisiera seguir deslizándose cuesta abajo por la tentación—. Tengo fe absoluta en que Darren Swyer te vea como la rompecorazones que eres y te envíe por donde has venido.
Harry se levantó y llegó de una zancada a la puerta. Mejor marcharse ahora antes de que hiciera algo más estúpido que irritarla con su dureza… algo como hablar de días soleados y frías brisas.
Aunque ¿Había algo más estúpido que eso?
Dios, estaba tentado de darse la vuelta, saltar a través del cuarto y besar aquellos carnosos y rosados labios, beber su aliento hasta que ella sólo pudiera jadear su nombre. ¡Diablos!, tal vez debería hacerlo, simplemente para sacársela del sistema. Estaba listo y dispuesto. Los besos no eran sexo, y mientras no tuvieran sexo, estaría bien.
Sí. Claro.
Si comenzaba a besarla, no se detendría hasta que hubiera besado cada centímetro de su cuerpo. Nada de besos. Aceleró el paso hacia la salida más cercana.
—Y yo tengo absoluta fe de que alguien te asesinará mientras duermes —gritó ella a su espalda.
Él sonrió francamente. Sí, era una maldita vergüenza que ella estuviera prohibida.
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
kahskahskahshks sos tan geniaaaaaal,
te amo por poner otro capitulo :3
kashkahskahks me encanta me encantaaaaaaaa,
es demasiado... jhsshahsajs
te amo por poner otro capitulo :3
kashkahskahks me encanta me encantaaaaaaaa,
es demasiado... jhsshahsajs
Mili1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
Aaaaaaaaaaaaay, amo como pelean ajjaja!
Tienes que seguirla babe
terminaran completamente enamorados esos dos peleadores!!
Tienes que seguirla babe
terminaran completamente enamorados esos dos peleadores!!
Pepaa
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
SANTAS GILIPOLLAS! akjskajskajskasj ._., sep no me canso de decir esa palabra e.e, completamente absurdo pero es la verdad D:--- iauehrfiadhvoaihjfhiuhf..Harry Styles, mother of good, COMPLETO PERVERTIDO. Y definitivamente parecen perro y gato peleando, chicos, yo les recomendaría amor y paz *-*... Baby, a mi todavía me queda una semana de clases u_u, y eso que no me llevo materias o.ó.. I HATE YOU, BUT I LOVE YOU(? kajskajskajs :3 bipolaridad =_=... Vamos a celebrar mi setsi chambelán(? oknot, IGNORA ESE COMENTARIO x_x. Seguila cuando puedas nena c:
Beshiitush-tush-tush..
Beshiitush-tush-tush..
Jenifer332
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
Mili1D escribió:kahskahskahshks sos tan geniaaaaaal,
te amo por poner otro capitulo :3
kashkahskahks me encanta me encantaaaaaaaa,
es demasiado... jhsshahsajs
Y yo te amo a tí, por estar pendiente de esta novelaaaaaaa :3
sjadhaskjdhaskjdhaksjdhaksdhaksdj <3
Mañana subo otro ;)
Es too much, lo sé, pero ES GENIAL. No te arrepentirás, te lo aseguro.
Kissesssssssss :*
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
Pepaa escribió:Aaaaaaaaaaaaay, amo como pelean ajjaja!
Tienes que seguirla babe
terminaran completamente enamorados esos dos peleadores!!
Son re chuchiss :3
Dicen que los opuestos se atraen, que los que se pelean se aman.
¿Será verdad? chaaaaaaaaaaaaaaan.
Mañana subo otro ;)
sadhaskjdhkasjdhkasdhaksj <3
Kissessssssssssssss :*
Roochi.1D
Re: Atrapa a tu pareja [Harry y tu]
¨Jenifer332 escribió:SANTAS GILIPOLLAS! akjskajskajskasj ._., sep no me canso de decir esa palabra e.e, completamente absurdo pero es la verdad D:--- iauehrfiadhvoaihjfhiuhf..Harry Styles, mother of good, COMPLETO PERVERTIDO. Y definitivamente parecen perro y gato peleando, chicos, yo les recomendaría amor y paz *-*... Baby, a mi todavía me queda una semana de clases u_u, y eso que no me llevo materias o.ó.. I HATE YOU, BUT I LOVE YOU(? kajskajskajs :3 bipolaridad =_=... Vamos a celebrar mi setsi chambelán(? oknot, IGNORA ESE COMENTARIO x_x. Seguila cuando puedas nena c:
Beshiitush-tush-tush..
awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww, me divierten tus coments, me sacan una sonrisa :')
Si, sí, el es tan pervertido como la canción Rock Me . hahahahaha (me recuerda a Nialler :3 )
Se amannnnnnnnnnn, por eso pelean, para ocultarlo (?
Amor & Paz, es lo que yo tengo, babe, trancaaaaa, todo llega a su tiempo ;)
Suerte en tu ultima semana, espero que todo vaya bien, como a mí ^^
Yo tambien te amooooooooooo, pero no soy bipolar :S <3
Mañana subo capitulo ;)
Kissessssssssssssss :*
Roochi.1D
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