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No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Nombre: No Toques. (Niall Horan y Tú)
Autor: Cassedy/Yo
Adaptación: Ninguna
Género: Romance, con momentos pervertidiwis :P
Advertencias: Suele usarse palabras subidas de tono y escenas algo ... bueno, ya saben.
Otras páginas: Nop
Prólogo. "Yo Siento Miedo"
Autor: Cassedy/Yo
Adaptación: Ninguna
Género: Romance, con momentos pervertidiwis :P
Advertencias: Suele usarse palabras subidas de tono y escenas algo ... bueno, ya saben.
Otras páginas: Nop
Prólogo. "Yo Siento Miedo"
Cada vez que miro por la ventana es un cielo diferente. ¿Alguna vez te has preguntado si existe algo más allá de aquellas montañas, mar, tierra? Yo si, lo he hecho. Pero no porque desconozca cada país o piense que no hay vida del otro lado, hablo de poder ser normal como todos allá lo son.
Mi nombre es ____ Filian, tengo 17 años y vivo en Londres, Inglaterra.
¿Mi secreto? El único que revelaré en esta carta de presentación es que, a pesar de ser una chica despistada y no saber nada sobre el amor, es que soy intocable. No, no pienses en que sé pelear o algo por el estilo, porque nunca lo hice en mi vida.
De lo que en realidad hablo… es que siento miedo cuando una persona me toca.
Mi nombre es ____ Filian, tengo 17 años y vivo en Londres, Inglaterra.
¿Mi secreto? El único que revelaré en esta carta de presentación es que, a pesar de ser una chica despistada y no saber nada sobre el amor, es que soy intocable. No, no pienses en que sé pelear o algo por el estilo, porque nunca lo hice en mi vida.
De lo que en realidad hablo… es que siento miedo cuando una persona me toca.
Espero que les haya gustado la trama, ahí me comentan con sus opiniones :) Tercera novela que hago. No me gusta pedir a una chica pero... necesito el nombre de una de ustedes con su personalidad y descripción física :) La primera, será la elegida para la mejor amiga de rayis. Y obviamente, de Niall.
Última edición por Cassedy el Sáb 20 Jul 2013, 6:14 pm, editado 1 vez
Cassedy
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Holis!!! Ya llegué! Al parecer soy la primer lectora de tu ahora fascinante novela!!! Por el momento no tengo mucho tiempo, así que te diré que si me gustaría ser la amiga de rayis, te digo al ratito si? Me despido! :D
Invitado
Invitado
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Holaa!!
New reader reportandose! (desde el principio :33)
Me encantaa!! Tenes que seguirlaaa!!! :33
New reader reportandose! (desde el principio :33)
Me encantaa!! Tenes que seguirlaaa!!! :33
Rawie.
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Me pareció interesante, wii... síguela por favor xx
PD: Nueva y fiel lectorsilla
PD: Nueva y fiel lectorsilla
Anni. [BrujaBuena]
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Capítulo 1: Yo siento nervios.
Al final de la calle hay una casa, es decir, una gran casa. Más bien, una mansión. Ahí es donde yo vivo, la única integrante de la familia Filian dentro de una especie de cárcel personal para mí sola.
Mis padres desaparecieron cuando yo tenía 7 años, dejándome como herencia todo lo que en este terreno apareciese.
Por supuesto que tengo comida, si es que te preguntaste, cada fin de semana me llega la mercadería necesaria para sobrevivir los días restantes y también, tengo un par de ayudantes.
Ellos son Lía y Braun, mi niñera y mi cocinero.
Deben de tener unas 4 décadas cada uno, ya que no son lo suficientemente viejos para recordar a mis abuelos con claridad.
Oh, claro. Olvidé contar lo más importante. He aprendido lo necesario para mi edad con ellos; matemáticas, ciencias, historia… todo lo que una chica de 17 años debe de saber. Pero lo que más me preocupa, es que desde hoy, entraré a mi último año de enseñanza a la escuela del otro extremo de mi casa. La tenebrosa y oscura High School British Snow.
Claro, debido a que la mayoría del tiempo estamos bajo las nubes, el color blanco de sus paredes le hacen honor al nombre, pero eso no le quita lo oscura que es por las noches.
Siempre que despierto por algún sonido extraño, veo por las ventanas hacia el fondo del pasaje aquella estructura llamándome. Como si de verdad estuviese viva.
En fin, hoy es el día que entraré por esa puerta y cambiaré toda mi vida. Pero hay un problema.
— ¿Cómo se supone que me sienta a gusto, si nadie se me puede acercar?
Mi pregunta hace abrir completamente los ojos del director Fletcher, que sentado detrás de su escritorio, me observa atentamente frente a él. Estoy siendo escoltada por mis ayudantes, obviamente.
— ¿A qué se refiere con eso, Madame Filian? —Dice el hombre.
Miro a mi derecha, Lía sonríe para aclarar su garganta y declara:
— Madame tiene una extraña condición llamada Afenfosfobia, que es el miedo a ser tocado por algo o alguien. En su caso, se extiende ante el sexo opuesto, por lo que solo las mujeres podemos acercándonos a ella.
El director Fletcher parece aún más sorprendido, tal vez nunca había escuchado de aquella fobia o simplemente no lo cree ser verdad.
Esperemos que sea la primera opción.
Creo que ha pasado más de 30 segundos analizando la situación, porque el silencio a nuestro alrededor es indispensable. Hasta que se arregla su corbata y mira directamente hacia mis ojos.
— Anunciaré a los estudiantes de que tengan extremo cuidado al verle.
Me sonríe. ¿Solo eso? Pensé que no me dejaría entrar a clases o algo por el estilo.
— “Estudiantes de High School British Snow, escuchen con atención…” —Dice por un micrófono pequeño que hizo resonar por todas las paredes del sector—. “… Hoy hemos recibido una nueva estudiante para su último año antes de graduarse. ¿Por qué lo estoy anunciando? Fácil. Ella tiene un problema no muy común en los adolescentes llamada Afenfosfobia, por lo que no es recomendable que la toquen.”
Un momento, un momento. ¿Acaba de tratarme como una especie de bicho raro? Podría solo haber dicho que no se me acercasen para calmar la situación, no como si fuese un criminal.
El altavoz se apagó y el hombre ahora estaba con los ojos puestos sobre los míos, atento.
Miro a Lía, está con sus manos entrelazadas, mucho más tranquila que yo antes de hacerle entender mi problema al rector. ¿Por qué no ha reclamado?
— Estará a salvo, Madame. —Se levanta, acomodando su falda.
Vamos, Lía, ¿Qué estás pensando? No me dejarás aquí sola, ¿O si?
Me levanto muy rápido, sobresaltando a Fletcher. No sé que sucederá de ahora en adelante pero no quiero tampoco saberlo, mis padres me dejaron a cargo de Lía y Braun, ellos deberían de protegerme en todo lugar y a todo segundo. Entonces, ¿Por qué ella me estaba dejando dentro de un instituto… sola?
— Lía, ¿Te estás retirando? —Le pregunto; si ella piensa en irse así como así debe de tener una buena razón.
— Es lo que sus padres me han ordenado, Madame. —Suspira, con gran esfuerzo dice— Debe aprender a valerse por sí misma por un tiempo.
— ¿Qué has dicho? —Elevo la voz, al mismo tiempo que mis hombros tiemblan—. ¿Me estás dejando?
— Solo por las horas de clase, Madame. Cuando llegue a casa estaré cada minuto con usted.
No puede ser, no, no, no. Ella no está diciendo aquello, ¿No? Me quedaré en solitario en esta grande cárcel llena de personas que pueden provechar el momento y llevarme con ellos. Mi mandíbula castañea y cuando abro la boca para reclamarle, la campana anuncia el inicio de clases. Lía está ahora sonriendo, hace una reverencia hacia mí y sale de la oficina.
— Lía… ¡Lía! —Grito.
Fletcher se me acerca por detrás, con la línea en su frente preocupada haciéndose ver. Pero cuando descubro que levanta su mano para tranquilizarme. Chillo. Retrocedo un par de pasos y me estrello contra la pared. Él se sorprende, al parecer olvidó la primera de todas las advertencias. No me toquen.
— Lo siento, lo siento mucho. —Dice con total descontrol.
«El hombre frente a mí es peligroso», pienso. O tal vez… solo es olvidadizo.
— Le conduciré a su clase, ¿De acuerdo? —Abre otra vez su boca.
Le asiento. Es lo único que puedo hacer, ya que aún podía sentir la cercanía de su mano a solo centímetros de mi piel.
Hay un enorme pasillo, con ventanales en el lado izquierdo con muchos vidrios de colores, a la derecha existen puertas, con números sobre ellas del 1 hasta el 16. Fletcher se detiene en la 15. Abre la puerta, tomo aire y me deja entrar de las primeras.
Mantengo la cabeza baja, no quiero conocer aún a mis compañeros, por más que tenga curiosidad en ellos, no puedo hacerlo.
Nunca antes había sentido esto, mis manos sudan, me tiemblan las rodillas, mi garganta está apretujada.
— Necesito que presten atención. —Anuncia Fletcher, dejando a la clase en completo silencio—. Muy bien, escuchen. Ella es ____ Filian, la nueva estudiante de hoy. ¿Tiene algo que decir, Madame Filian?
Puedo escuchar unos murmullos a mi alrededor, pero no sé si realmente están hablando de mí o sobre cómo se refirió a mí el director. Dejo pasar unos segundos, luego niego con la cabeza y Fletcher continúa.
— De acuerdo, entonces lo diré yo. —Aclara su garganta y se acerca al pizarrón, escribe algo en él y voltea otra vez hacia la clase—. Ella tiene un extraño caso de Afenfosfobia, en el grado de temer a tal magnitud que nadie del sexo opuesto puede tocarla.
Un par de risitas pude apreciar, junto mis manos y con toda la fuerza que tengo, levanto la mirada.
Es un gran salón, con los asientos separados de a par, por lo que cada uno tiene su pareja como compañero, además de eso, observo a las chicas. Todas con una mirada de desaprobación. ¿Acaso soy tan aburrida? Mi aspecto no puede ser el más hermoso pero creí que se veía bien en mí, ¿Me estarán rechazando?
Ahora mi atención se fue hacia los hombres. Había rubios, morenos, pelirojos, de cabello rizado y totalmente liso, igual de diferentes que los de las mujeres.
— Creo hablar por ella en este momento, de que tengan el mayor respeto ante nuestra complicada situación. ¿Todos de acuerdo?
Un molesto coro de “Si” le respondió, dejando en claro que no tenían intención de ir más allá en el tema.
La profesora me llama a su lado en el escritorio, su cabello es corto, con algunos raros reflejos de color castaño claro. No recuerdo haber visto antes un teñido así. Camino hacia ella.
— ¿Puede decir unas palabras, señorita Filian-
— Madame. —La interrumpo.
No sé si lo dije un poco fuerte o algo, pero aquella corrección que hice dejó a todo el salón en silencio otra vez. ¿Por qué me están mirando?
— Bien… Madame Filian… ¿Puede decir unas palabras hacia sus compañeros? —Su voz ahora está un poco descarrilada, como yo hace unos momentos, como si mi interrupción la hubiese puesto…
— Nerviosa… —Digo.
Eso era, yo estaba nerviosa. El sentimiento nunca antes había aparecido en mí, ya que estar frente a una clase repleta de personas no era mi día a diario. Sonrío, o eso es lo que creía estar haciendo.
— Estoy un poco nerviosa… —Murmuro.
Las risas cómicas de todos estallaron en mis oídos. Creo que con eso quedé en total vergüenza, porque siento mis mejillas arder y el deseo de salir corriendo de ahí no desaparece por ahora.
— Bien, basta, basta. —Dice una chica en el asiento primero hacia a ventana, llamando mi atención—. No lograron asustarla, retardados. Dejen de ser unos tipos de mierda y vamos a saludarla, ¿Quieren?
Oh, por Dios. ¿Era “esa” palabra lo que había dicho? Oh, por Dios. Oh, por Dios. ¡Tranquilízate! Solo es una chica, no te hará daño, ¿O sí?
De un segundo a otro, estoy rodeada de personas alegres. Ya no eran los amargados y aburridos que me miraban con atención segundos atrás, ahora eran sonrientes. Casi amigables.
— ¿Eres de alguna familia poderosa? —Dijo una chica.
— ¿Dónde vives?
— Eh… —Intento responder, pero las preguntas van y vienen que no logro articular ninguna palabra.
— ¿Cómo se te diagnosticó tu fobia?
— ¡Nicki! Eso no se le pregunta… —Dice su compañera.
Cuando al fin puedo ver un hilo en la conversación, el sentimiento de desesperación me invade de un segundo a otro. No sé cómo, pero puedo sentir que alguien está a segundos de tocar mi espalda. Giro bruscamente y varias personas se alejan de mí tan rápido como pueden.
«No puedo dejar que me toquen, no puedo dejar que me toquen» Me repito en la cabeza.
Imagina que estás en pleno sol, con el calor haciendo que tu cuerpo no pueda respirar… De repente, un cubo de hielo aparece y queda frente a ti a solo milímetros de tocarte. Eso es lo que siento en cada momento, la necesidad de tomar aquel pedazo de vida y aferrarme en él, pero existe esa escasa separación que no me deja avanzar, lo que le otorgaron el nombre de fobia.
No recuerdo algún instante en especial de mi infancia sin haberla tenido, pero de alguna manera fue desarrollándose en mí, por lo que debo caminar con cautela por todos lados intentando no chocar con nadie.
— ¿Acaso eres un estúpido? —Vuelve a gritar la misma chica de antes frente a la ventana—. Los hombres no pueden acercársele a menos de 2 metros de distancia, ¡Ahora!
Como lo dijo, ahora solo existían mujeres en el círculo personal dejando a los chicos alejados de él.
Suspiro agotada. Pero por alguna extraña razón, siento la mirada de alguien sobre mí. Como si quisiera enterrarme. La busco entre todos, sin obtener resultados.
— ¿Quieres sentarte conmigo? —Pregunta alguien.
Antes de responderle, la profesora se levanta con todo el ánimo posible al escuchar aquello y dice:
— Madame Filian le será asignada un asiento como al resto de los demás, por sorteo.
No puede ser malo. De alguna manera seré compañera de alguno de ellos, por lo que asiento.
Han pasado 5 minutos desde que sacó unos pequeños papeles y anotó nombres en ellos. Los dobló y en este momento estaban frente a mí para dejarme al día con mi nueva pareja de estudios.
Levanto la mano, tomo uno de ellos y lo abro. Tiene el nombre de alguien.
— Puede leerlo en voz alta, por favor. —Dice la mujer.
Parece que es un nombre poco común, pero por alguna extraña razón mis labios se acostumbraron de inmediato al pronunciarlo.
— Niall Horan.
Un momento; levanto la mirada y todos quedan atónitos. ¿Qué les sucede?
— Muy bien, —Dice la profesora—. Tu nuevo compañero de asiento será el señor Horan.
Alto. ¿Compañero? ¿Señor? ¿¡Era un chico!?
La mesa de al fondo del salón hace crujir el suelo al moverse, al parecer, había estado atento a su nombre.
Dirigí mis ojos hacia él y por un instante creí que moriría.
De cabello rubio, lacio, con un pequeño remolino en la cúspide revoloteándolo por completo. Miré sus ojos, azules como el cielo. Un pequeño gesto en su labio superior me llamó la atención, estaba molesto.
— Yo no pedí un compañero. —Aclara con su voz.
«Yo tampoco», pienso. Pero por alguna razón no lo digo directamente.
— No estoy pidiendo su opinión, señor Horan. Ella se sentará a su lado, quiera o no.
Su mirada estaba sobre ella intensamente, ahora había volteado hacia mí y me sentí desnuda por un instante. Sus ojos me estaban asesinando, como cuando un cerdo es llevado hacia el matadero, inspeccionando todo desde mis pies hasta la punta de mi cabeza.
El chico no era bien recibido por el resto, ya que muchos soltaron un grito de asombro cuando dije su nombre. Así que encogí mis hombros y desvié mis ojos de él. No quería un enemigo a primera vista.
Sé que es estúpido pensar en ser débil al encontrarse con alguien así, pero nunca me enseñaron a cómo defenderme, por lo que tengo que resignarme y seguir con mi aspecto inocente. Aunque por dentro quisiera demostrar que no lo soy.
— De acuerdo, —Dice la profesora cuando me siento en mi banco designado— comenzaremos con Logaritmos…
Genial, lo que mejor aprendí con Lía. Si algo tenía de beneficioso el estar en casa todo este tiempo, era el adelantar con la materia, por lo que aquello sería una manera fácil de recordar y aplicar.
— Entonces, si sabemos que Log10 es 0, ¿Cuánto es Log100?
De principiantes, si 100 es 10^2 entonces sería 2Log10, ya que la potencia multiplica al número antes del Log que sería 1, y como Log10 es 0… la respuesta es-
— 2.
Exacto.
¿Qué?
Aquella no fue mi respuesta.
Volteo mi mirada y ahí está, mi vecino de asiento con su cabeza apoyada en sus brazos. Parece dormido, pero al responder aquella consulta tan básica supongo que tenía su atención encendida. Me había ganado en responder. Y peor aún, lo había dicho como si no le interesara en lo más mínimo.
— Correcto. Muchas gracias, señor Horan. —Responde la mujer.
— Hm…
¿Horan solo hizo un sonido? ¿Acaso no tiene conciencia o respeto hacia sus mayores? Quién se cree.
— Emm… —Le susurro.
No es que quiera que me regañen el primer día de clases.
— ¿No crees… que fuiste un poco descortés…?
Aquella pregunta la había formulado tantas veces en mi cabeza pero había salido con pequeños tartamudeos. Primero contacto, listo.
1…2…3 segundos habían pasado y no respondió. Bajé un poco mi cabeza para ver si en realidad se había quedado dormido y me asusté. Levanta su cabeza, al parecer un poco agobiado, y la apoya en su palma con el codo sobre la mesa, mirándome, con su frente arrugada, molesto.
— Perdone usted, Madame Filian. Pero no creo que por ser de la realeza tenga que darme órdenes a mí de cómo tratar a los demás.
Mis padres desaparecieron cuando yo tenía 7 años, dejándome como herencia todo lo que en este terreno apareciese.
Por supuesto que tengo comida, si es que te preguntaste, cada fin de semana me llega la mercadería necesaria para sobrevivir los días restantes y también, tengo un par de ayudantes.
Ellos son Lía y Braun, mi niñera y mi cocinero.
Deben de tener unas 4 décadas cada uno, ya que no son lo suficientemente viejos para recordar a mis abuelos con claridad.
Oh, claro. Olvidé contar lo más importante. He aprendido lo necesario para mi edad con ellos; matemáticas, ciencias, historia… todo lo que una chica de 17 años debe de saber. Pero lo que más me preocupa, es que desde hoy, entraré a mi último año de enseñanza a la escuela del otro extremo de mi casa. La tenebrosa y oscura High School British Snow.
Claro, debido a que la mayoría del tiempo estamos bajo las nubes, el color blanco de sus paredes le hacen honor al nombre, pero eso no le quita lo oscura que es por las noches.
Siempre que despierto por algún sonido extraño, veo por las ventanas hacia el fondo del pasaje aquella estructura llamándome. Como si de verdad estuviese viva.
En fin, hoy es el día que entraré por esa puerta y cambiaré toda mi vida. Pero hay un problema.
— ¿Cómo se supone que me sienta a gusto, si nadie se me puede acercar?
Mi pregunta hace abrir completamente los ojos del director Fletcher, que sentado detrás de su escritorio, me observa atentamente frente a él. Estoy siendo escoltada por mis ayudantes, obviamente.
— ¿A qué se refiere con eso, Madame Filian? —Dice el hombre.
Miro a mi derecha, Lía sonríe para aclarar su garganta y declara:
— Madame tiene una extraña condición llamada Afenfosfobia, que es el miedo a ser tocado por algo o alguien. En su caso, se extiende ante el sexo opuesto, por lo que solo las mujeres podemos acercándonos a ella.
El director Fletcher parece aún más sorprendido, tal vez nunca había escuchado de aquella fobia o simplemente no lo cree ser verdad.
Esperemos que sea la primera opción.
Creo que ha pasado más de 30 segundos analizando la situación, porque el silencio a nuestro alrededor es indispensable. Hasta que se arregla su corbata y mira directamente hacia mis ojos.
— Anunciaré a los estudiantes de que tengan extremo cuidado al verle.
Me sonríe. ¿Solo eso? Pensé que no me dejaría entrar a clases o algo por el estilo.
— “Estudiantes de High School British Snow, escuchen con atención…” —Dice por un micrófono pequeño que hizo resonar por todas las paredes del sector—. “… Hoy hemos recibido una nueva estudiante para su último año antes de graduarse. ¿Por qué lo estoy anunciando? Fácil. Ella tiene un problema no muy común en los adolescentes llamada Afenfosfobia, por lo que no es recomendable que la toquen.”
Un momento, un momento. ¿Acaba de tratarme como una especie de bicho raro? Podría solo haber dicho que no se me acercasen para calmar la situación, no como si fuese un criminal.
El altavoz se apagó y el hombre ahora estaba con los ojos puestos sobre los míos, atento.
Miro a Lía, está con sus manos entrelazadas, mucho más tranquila que yo antes de hacerle entender mi problema al rector. ¿Por qué no ha reclamado?
— Estará a salvo, Madame. —Se levanta, acomodando su falda.
Vamos, Lía, ¿Qué estás pensando? No me dejarás aquí sola, ¿O si?
Me levanto muy rápido, sobresaltando a Fletcher. No sé que sucederá de ahora en adelante pero no quiero tampoco saberlo, mis padres me dejaron a cargo de Lía y Braun, ellos deberían de protegerme en todo lugar y a todo segundo. Entonces, ¿Por qué ella me estaba dejando dentro de un instituto… sola?
— Lía, ¿Te estás retirando? —Le pregunto; si ella piensa en irse así como así debe de tener una buena razón.
— Es lo que sus padres me han ordenado, Madame. —Suspira, con gran esfuerzo dice— Debe aprender a valerse por sí misma por un tiempo.
— ¿Qué has dicho? —Elevo la voz, al mismo tiempo que mis hombros tiemblan—. ¿Me estás dejando?
— Solo por las horas de clase, Madame. Cuando llegue a casa estaré cada minuto con usted.
No puede ser, no, no, no. Ella no está diciendo aquello, ¿No? Me quedaré en solitario en esta grande cárcel llena de personas que pueden provechar el momento y llevarme con ellos. Mi mandíbula castañea y cuando abro la boca para reclamarle, la campana anuncia el inicio de clases. Lía está ahora sonriendo, hace una reverencia hacia mí y sale de la oficina.
— Lía… ¡Lía! —Grito.
Fletcher se me acerca por detrás, con la línea en su frente preocupada haciéndose ver. Pero cuando descubro que levanta su mano para tranquilizarme. Chillo. Retrocedo un par de pasos y me estrello contra la pared. Él se sorprende, al parecer olvidó la primera de todas las advertencias. No me toquen.
— Lo siento, lo siento mucho. —Dice con total descontrol.
«El hombre frente a mí es peligroso», pienso. O tal vez… solo es olvidadizo.
— Le conduciré a su clase, ¿De acuerdo? —Abre otra vez su boca.
Le asiento. Es lo único que puedo hacer, ya que aún podía sentir la cercanía de su mano a solo centímetros de mi piel.
Hay un enorme pasillo, con ventanales en el lado izquierdo con muchos vidrios de colores, a la derecha existen puertas, con números sobre ellas del 1 hasta el 16. Fletcher se detiene en la 15. Abre la puerta, tomo aire y me deja entrar de las primeras.
Mantengo la cabeza baja, no quiero conocer aún a mis compañeros, por más que tenga curiosidad en ellos, no puedo hacerlo.
Nunca antes había sentido esto, mis manos sudan, me tiemblan las rodillas, mi garganta está apretujada.
— Necesito que presten atención. —Anuncia Fletcher, dejando a la clase en completo silencio—. Muy bien, escuchen. Ella es ____ Filian, la nueva estudiante de hoy. ¿Tiene algo que decir, Madame Filian?
Puedo escuchar unos murmullos a mi alrededor, pero no sé si realmente están hablando de mí o sobre cómo se refirió a mí el director. Dejo pasar unos segundos, luego niego con la cabeza y Fletcher continúa.
— De acuerdo, entonces lo diré yo. —Aclara su garganta y se acerca al pizarrón, escribe algo en él y voltea otra vez hacia la clase—. Ella tiene un extraño caso de Afenfosfobia, en el grado de temer a tal magnitud que nadie del sexo opuesto puede tocarla.
Un par de risitas pude apreciar, junto mis manos y con toda la fuerza que tengo, levanto la mirada.
Es un gran salón, con los asientos separados de a par, por lo que cada uno tiene su pareja como compañero, además de eso, observo a las chicas. Todas con una mirada de desaprobación. ¿Acaso soy tan aburrida? Mi aspecto no puede ser el más hermoso pero creí que se veía bien en mí, ¿Me estarán rechazando?
Ahora mi atención se fue hacia los hombres. Había rubios, morenos, pelirojos, de cabello rizado y totalmente liso, igual de diferentes que los de las mujeres.
— Creo hablar por ella en este momento, de que tengan el mayor respeto ante nuestra complicada situación. ¿Todos de acuerdo?
Un molesto coro de “Si” le respondió, dejando en claro que no tenían intención de ir más allá en el tema.
La profesora me llama a su lado en el escritorio, su cabello es corto, con algunos raros reflejos de color castaño claro. No recuerdo haber visto antes un teñido así. Camino hacia ella.
— ¿Puede decir unas palabras, señorita Filian-
— Madame. —La interrumpo.
No sé si lo dije un poco fuerte o algo, pero aquella corrección que hice dejó a todo el salón en silencio otra vez. ¿Por qué me están mirando?
— Bien… Madame Filian… ¿Puede decir unas palabras hacia sus compañeros? —Su voz ahora está un poco descarrilada, como yo hace unos momentos, como si mi interrupción la hubiese puesto…
— Nerviosa… —Digo.
Eso era, yo estaba nerviosa. El sentimiento nunca antes había aparecido en mí, ya que estar frente a una clase repleta de personas no era mi día a diario. Sonrío, o eso es lo que creía estar haciendo.
— Estoy un poco nerviosa… —Murmuro.
Las risas cómicas de todos estallaron en mis oídos. Creo que con eso quedé en total vergüenza, porque siento mis mejillas arder y el deseo de salir corriendo de ahí no desaparece por ahora.
— Bien, basta, basta. —Dice una chica en el asiento primero hacia a ventana, llamando mi atención—. No lograron asustarla, retardados. Dejen de ser unos tipos de mierda y vamos a saludarla, ¿Quieren?
Oh, por Dios. ¿Era “esa” palabra lo que había dicho? Oh, por Dios. Oh, por Dios. ¡Tranquilízate! Solo es una chica, no te hará daño, ¿O sí?
De un segundo a otro, estoy rodeada de personas alegres. Ya no eran los amargados y aburridos que me miraban con atención segundos atrás, ahora eran sonrientes. Casi amigables.
— ¿Eres de alguna familia poderosa? —Dijo una chica.
— ¿Dónde vives?
— Eh… —Intento responder, pero las preguntas van y vienen que no logro articular ninguna palabra.
— ¿Cómo se te diagnosticó tu fobia?
— ¡Nicki! Eso no se le pregunta… —Dice su compañera.
Cuando al fin puedo ver un hilo en la conversación, el sentimiento de desesperación me invade de un segundo a otro. No sé cómo, pero puedo sentir que alguien está a segundos de tocar mi espalda. Giro bruscamente y varias personas se alejan de mí tan rápido como pueden.
«No puedo dejar que me toquen, no puedo dejar que me toquen» Me repito en la cabeza.
Imagina que estás en pleno sol, con el calor haciendo que tu cuerpo no pueda respirar… De repente, un cubo de hielo aparece y queda frente a ti a solo milímetros de tocarte. Eso es lo que siento en cada momento, la necesidad de tomar aquel pedazo de vida y aferrarme en él, pero existe esa escasa separación que no me deja avanzar, lo que le otorgaron el nombre de fobia.
No recuerdo algún instante en especial de mi infancia sin haberla tenido, pero de alguna manera fue desarrollándose en mí, por lo que debo caminar con cautela por todos lados intentando no chocar con nadie.
— ¿Acaso eres un estúpido? —Vuelve a gritar la misma chica de antes frente a la ventana—. Los hombres no pueden acercársele a menos de 2 metros de distancia, ¡Ahora!
Como lo dijo, ahora solo existían mujeres en el círculo personal dejando a los chicos alejados de él.
Suspiro agotada. Pero por alguna extraña razón, siento la mirada de alguien sobre mí. Como si quisiera enterrarme. La busco entre todos, sin obtener resultados.
— ¿Quieres sentarte conmigo? —Pregunta alguien.
Antes de responderle, la profesora se levanta con todo el ánimo posible al escuchar aquello y dice:
— Madame Filian le será asignada un asiento como al resto de los demás, por sorteo.
No puede ser malo. De alguna manera seré compañera de alguno de ellos, por lo que asiento.
Han pasado 5 minutos desde que sacó unos pequeños papeles y anotó nombres en ellos. Los dobló y en este momento estaban frente a mí para dejarme al día con mi nueva pareja de estudios.
Levanto la mano, tomo uno de ellos y lo abro. Tiene el nombre de alguien.
— Puede leerlo en voz alta, por favor. —Dice la mujer.
Parece que es un nombre poco común, pero por alguna extraña razón mis labios se acostumbraron de inmediato al pronunciarlo.
— Niall Horan.
Un momento; levanto la mirada y todos quedan atónitos. ¿Qué les sucede?
— Muy bien, —Dice la profesora—. Tu nuevo compañero de asiento será el señor Horan.
Alto. ¿Compañero? ¿Señor? ¿¡Era un chico!?
La mesa de al fondo del salón hace crujir el suelo al moverse, al parecer, había estado atento a su nombre.
Dirigí mis ojos hacia él y por un instante creí que moriría.
De cabello rubio, lacio, con un pequeño remolino en la cúspide revoloteándolo por completo. Miré sus ojos, azules como el cielo. Un pequeño gesto en su labio superior me llamó la atención, estaba molesto.
— Yo no pedí un compañero. —Aclara con su voz.
«Yo tampoco», pienso. Pero por alguna razón no lo digo directamente.
— No estoy pidiendo su opinión, señor Horan. Ella se sentará a su lado, quiera o no.
Su mirada estaba sobre ella intensamente, ahora había volteado hacia mí y me sentí desnuda por un instante. Sus ojos me estaban asesinando, como cuando un cerdo es llevado hacia el matadero, inspeccionando todo desde mis pies hasta la punta de mi cabeza.
El chico no era bien recibido por el resto, ya que muchos soltaron un grito de asombro cuando dije su nombre. Así que encogí mis hombros y desvié mis ojos de él. No quería un enemigo a primera vista.
Sé que es estúpido pensar en ser débil al encontrarse con alguien así, pero nunca me enseñaron a cómo defenderme, por lo que tengo que resignarme y seguir con mi aspecto inocente. Aunque por dentro quisiera demostrar que no lo soy.
— De acuerdo, —Dice la profesora cuando me siento en mi banco designado— comenzaremos con Logaritmos…
Genial, lo que mejor aprendí con Lía. Si algo tenía de beneficioso el estar en casa todo este tiempo, era el adelantar con la materia, por lo que aquello sería una manera fácil de recordar y aplicar.
— Entonces, si sabemos que Log10 es 0, ¿Cuánto es Log100?
De principiantes, si 100 es 10^2 entonces sería 2Log10, ya que la potencia multiplica al número antes del Log que sería 1, y como Log10 es 0… la respuesta es-
— 2.
Exacto.
¿Qué?
Aquella no fue mi respuesta.
Volteo mi mirada y ahí está, mi vecino de asiento con su cabeza apoyada en sus brazos. Parece dormido, pero al responder aquella consulta tan básica supongo que tenía su atención encendida. Me había ganado en responder. Y peor aún, lo había dicho como si no le interesara en lo más mínimo.
— Correcto. Muchas gracias, señor Horan. —Responde la mujer.
— Hm…
¿Horan solo hizo un sonido? ¿Acaso no tiene conciencia o respeto hacia sus mayores? Quién se cree.
— Emm… —Le susurro.
No es que quiera que me regañen el primer día de clases.
— ¿No crees… que fuiste un poco descortés…?
Aquella pregunta la había formulado tantas veces en mi cabeza pero había salido con pequeños tartamudeos. Primero contacto, listo.
1…2…3 segundos habían pasado y no respondió. Bajé un poco mi cabeza para ver si en realidad se había quedado dormido y me asusté. Levanta su cabeza, al parecer un poco agobiado, y la apoya en su palma con el codo sobre la mesa, mirándome, con su frente arrugada, molesto.
— Perdone usted, Madame Filian. Pero no creo que por ser de la realeza tenga que darme órdenes a mí de cómo tratar a los demás.
Muy bien, el primer capítulo ¡Listo! Espero que les haya gustado y bienvenidas a las lectoras que comenzaron con mis otras novelas y a las nuevas que se integraron a ésta :) Veré si puedo subir un capítulo diario de aquí en adelante, pero si hay problemas obviamente les dejaré un aviso :D Nos veremos en el siguiente! Adióoos
Cassedy
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
HOLAAAAAAAAAAAAAAAAA NUEVA Y FIEL LECTORA!Me llamo Nydia:3 pero me dicen Germa,tengo 12 años y soy de México,me encanta tu nove,es original!Tienes que seguirla si ó si,te amaría eternamente si la sigues:3 Síguela pronto,cuídate,besos:)! PD:Pásate por mis noves:3 https://onlywn.activoforo.com/t21053-you-always-will-be-my-summer-love , https://onlywn.activoforo.com/t22286-let-go-niall-y-tu#1312543 .
Germ.
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Me encantó el capítulo... <3
Síguela, te lo ruego por favor, o te secuestro y te obligaré a escribir diariamente >:D dsjkdsjk xx
Síguela, te lo ruego por favor, o te secuestro y te obligaré a escribir diariamente >:D dsjkdsjk xx
Anni. [BrujaBuena]
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Me fascinó!!!!!! Te lo juro esta genial!!! ¿Cómo le hacer para crear historias tan más fenomenales? Esa es mi duda... adsklakjfhsaiudfhsiufh Maravilloso! haha bueno como estoy loca debo poner locuras como esta: AJSFLSJFkjashdfuiahfu ashudfashiu AIUHFASU y cuando estoy en mis cables debo decir cosas como esta: AMO TU NOVELA SIGUELA! (que si er verdad). Ni yo me entendí.... Bueno sobre de lo que necesitas una chica, la sigues necesitando? Si si para enviarte la descripción (si gustas claro esta) de mi yo (? por MP o por respuesta rápida?
P.D. perdon por tanto desorden, ahorita mi cabeza esta así: lasfhuifhqwieufhwiu asiudfhaiufher KABUM!!!! ZAZ!!!! y un buen de cosas más.
P.D.2 SIGUE LA NOVELA!!!
P.D. perdon por tanto desorden, ahorita mi cabeza esta así: lasfhuifhqwieufhwiu asiudfhaiufher KABUM!!!! ZAZ!!!! y un buen de cosas más.
P.D.2 SIGUE LA NOVELA!!!
Invitado
Invitado
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
O.o Niall es el "Bad Boy" xD eso lo hace más sexy xD nueva lectora:3 síguela pronto!
invisible.
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Tienes que seguirlaaaaaa!:c Me vas a matar! Sigue,sigue,sigue!
Germ.
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
yayy!!!! siguela me encantan tus noves :D!
besos sarah XX
besos sarah XX
sarahmm
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
nueva y fiel lectora tienes q seguirla xfa y 2 preguntitas, xq niall es asi???? xq la rayis no se deja tocar x hombres xq la fobia???? raras preguntas lo se hehe :P
creo q es todo hihi bno seguila
creo q es todo hihi bno seguila
CuchisC:<3
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Ooooooooooh porfin puedo entrar a esta cosa jaja me decía que estaba en mantenimiento y dije. Hasta cuando lo tendrán? Pero se me pasaron los días pqe he estado leyendo DEMASIADO, por lo menos unos 8 libros en toda la semana y el viernes me lincecié y fue... Muy triste dejar a mis compañeros :( Pero volví :) Les dejaré el capítulo 2 en cuanto lo termine, ya voy en la mitad, LO SUBIRÉ, SI O SI
Cassedy
Re: No Toques ✕ (Niall Horan y Tú) [TERMINADA]
Capítulo 2: Yo siento cansancio.
El chico de al lado me había dejado sin nada que decir. Mis mejillas enrojecieron y sentí un nudo en mi garganta. Todo su rostro había comenzado a nublarse de repente y una lágrima se me escapó.
«No te dejes ver así», me dije a mí misma, por lo que me levanto rápidamente y camino hacia la salida. La voz de la profesora está llamando por mi nombre en cada paso que doy, pero ya es demasiado tarde para retractarse, solo habían sido 15 minutos dentro del salón y ya me había resignado a pasar otro segundo más.
Llegué a lo que pienso que es el baño y entro. Hay cubículos separados de cada uno por grandes paredes y logro entrar sin problemas.
Nadie había sido tan irónico conmigo antes, y al escuchar sus palabras repetirse en mi mente otra vez, sollocé.
Qué increíble, encontrarme en un baño público, llorando, y rodeada de personas desconocidas. Lía debió advertirme de esto, o por lo menos encontrarse conmigo aquí. O Braun, que si bien es solo el cocinero de la casa es un buen guardaespaldas.
No quiero estar aquí. Quiero mi espacio personal. Quiero mi habitación. Todo.
— ¿Te encuentras bien? —Dice alguien desde el otro lado de la puerta, dejándome asombrada.
Es la voz de un chico. ¿Por qué hay un chico dentro del baño para damas? Abre la puerta sin cuidado y puedo ver su rostro. Cabello rapado, ojos marrones y alto, muy alto.
— ¿Cuál es tu nombre? —Vuelve a preguntar.
— Yo… soy ____ Filian… —Murmuro.
Sus labios, de un segundo a otro, se curvan formando una amplia sonrisa. Linda sonrisa.
— ¿Por qué estás en éste baño? —Le pregunto, limpiándome las lágrimas.
— Creo que es la pregunta que yo debería de hacer.
Abro los ojos sorprendida. Oh, ____. Te has metido en el lugar equivocado. ¡Vete de ahí!
Me levanto desesperadamente, golpeando mi brazo sin querer con la cadena del inodoro y dejándome un gran dolor. No podía ser menos afortunada.
— Eso debe de doler… —Dice, levantando su mano hacia mí.
«Quiere tocarme», pienso. No puedo gritar. Es demasiada tensión estar atrapada en un cubículo de chicos, con uno de ellos a segundos de tocarme. Mi corazón comienza a acelerarse rápidamente y tengo las raras ganas de vomitar.
«Por favor, aléjate», quiero decirle, pero las palabras no salen de mi boca. No puede hacerlo.
Cierro los ojos, esperando por aquel horrible contacto que me dejará asustada por el resto de mi vida y de vuelta a la oscuridad… Pero no llega.
— No la toques. —Ordena otra voz.
Abro los ojos con rapidez. La mano del chico está a solo centímetros de tocar mi brazo, sí, pero fue detenida por otra desde atrás.
— ¿Qué estás diciendo? —Le pregunta.
— Ella es la nueva estudiante, idiota. Y ya escuchaste a Fletcher, no es recomendable que se le acerquen.
El agarre cesa, escucha sobre mi fobia y el chico se sorprende, asiente con la cabeza y voltea hacia mí, arrepentido.
— Perdóname, ____. No sabía sobre tu condición. De verdad, lo siento.
Mi respiración vuelve a la normalidad y acepto su disculpa, deja el espacio necesario para que pueda salir y acaba sonriendo. La otra persona se encontraba detrás de él, por lo que ladeo un poco la cabeza para conocerlo y mi pecho salta.
— Deberías de advertirme cada vez que hago alguna tontería, Niall. —Dice el chico de cabello rapado.
Niall Horan se encontraba apoyado sobre la pared con sus brazos cruzados, sin interés alguno en voltear a verme. El mismo individuo que tenía la culpa de que me encontrase aquí, llorando.
— Estás haciendo una tontería ahora, Liam. —Dice.
¿Liam?
— Tu nombre… —Digo.
— ¡Oh, es verdad! —Sonríe—. Mi nombre es Liam Payne, del salón 14. Último año.
Así que también debe de tener mi edad…
— Un gusto conocerte, ____-
— Madame Filian. —Gruñe Horan, corrigiéndolo.
— ¿Madame…? ¿Eres de alguna familia famosa? —Dice Liam.
— Yo…
— Qué estupidez, vámonos ya.
Horan se me acerca rápidamente pero se detiene enfadado por no poder agarrarse de mi brazo y apunta hacia la salida.
— Me mandaron en tu busca después de la huida. Tenemos deporte luego de la campana.
Sus ojos seguían evitándome, miro hacia Liam intentando sonreír y me asiente. «También fue un agrado conocerte», quería decir.
El camarín de las chicas es muy espacioso, con bancos de madera para dejar los bolsos y nuestras pertenencias. El buzo es completamente plomo, con una franja color burdeo en los costados hacia fuera, perfecto.
Todas se están cambiando, incluso hay algunas que caminan con todo el brazier a la vista y ni si quiera se inmutan. Yo no puedo hacer eso. No puedo.
— No hay problema, Madame Filian. —Dice una de ellas, de cabello corto y rizado—. Todas estamos acostumbradas a esto, relájese un poco.
Si lo dices así de fácil entonces no habría preocupación, pero mi mente aún no está preparada.
— Esperaré a que todas estén listas, —Sonrío—. En mi casa suele haber mucho tiempo de sobra.
Su sonrisa aparece de inmediato y asiente. Todas lo hacen. Me quedo sentada en el banco por casi 10 minutos, hasta que por fin la última en salir me deja en solitario.
Suspiro. Esto está costándome más de lo que creí.
Primero me despojé de mi playera, quedando con un corpiño color rosado sandía. Me puse la del buzo, que para empeorar, era blanca. Todo se traslucía.
Tenía puestos una falda hasta las rodillas, combinada con mi playera, pero ahora estaba doblada en mi bolso y el pantalón puesto en su remplazo.
Salí hacia el patio trasero del instituto, había pequeños grupos de chicas y chicos dispersos por toda la cancha, trotando, estirándose, distintas actividades atléticas. Yo no había hecho nada de eso.
— ¡Madame Filian! —Gritó una profesora joven—. ¡Por aquí!
Caminé hacia ella con la mirada de todos sobre mí, esto de ser nueva estudiante al parecer les sorprendía ya que no dejaban de seguir cada movimiento que daba.
El nombre de la profesora era Amelie Graund. Le quedaba.
— Entonces, como el director Fletcher me informó, debemos de tener un trato especial con usted. —Dice.
Le asiento. Se ve buena persona.
— ¿Ha trotado alguna vez?
«Sí… bueno, si es que correr tras de una pelota se le llamase trotar.», pienso.
En realidad, nunca hice ejercicio forzado. Mi contextura siempre ha sido la misma, ni tan delgada ni tan gruesa, por lo que me limitaba a seguir mi nutrición dada por Braun.
Le niego.
— Oh, vaya… entonces… intentaremos acelerar el caminar suyo, ¿De acuerdo? —Se acerca y toca mi brazo, siento un pequeño temblor pero luego desaparece, ella es amigable.
Pone mis brazos doblados y de un segundo a otro comienza a empujar mi espalda. Los pasos que doy son demasiados rápidos para seguir caminando normal, por lo que de repente hay algunos saltos entre ellos.
Su cuerpo sigue en contacto conmigo y hace algo extraño, da los mismos saltos que yo.
— Muy bien, muy bien. —Dice.
Veo mis pies y el corazón se me acelera. Estoy trotando. Por primera vez, estoy trotando.
Cuando han pasado 30 segundos de trotar, la respiración me comienza a faltar. La profesora Graund me hace detener y logra llevarme bajo un árbol junto a la cancha.
— ¿Se encuentra bien? —Me pregunta, preocupada.
Le miro los ojos fascinada, nunca me había alegrado tanto aprender una cosa.
— Si… —Logro decir entrecortadamente.
— Debe de estar muy cansada, no haber trotado antes trae consigo esos efectos instantáneos.
No puedo hacer desaparecer la sonrisa de mi rostro, hoy había aprendido muchas cosas interesantes.
Estamos en la última clase del día. Historia. No me gusta aquella materia, nunca me ha gustado, incluso si Lía me enseñaba.
— Oye. —Me llama alguien a mi lado.
Volteo y descubro que Horan está otra vez recostado sobre la mesa, solo que esta vez, tiene su rostro girado hacia mí.
— Dime… —Susurro.
El profesor encargado de dar la clase, en todo momento se encontró sentado detrás de su escritorio con unos lentes negros de sol. Había dicho al inicio que resolviéramos las páginas 110 hasta la 124 del libro y estaríamos con la materia lista. Solo que había un problema, no podía concentrarme con el rubio de mi compañero.
— No digas nada. —Me advierte.
¿Nada? ¿Nada sobre qué?
Antes de que pueda preguntar, se escabulle por el asiento y queda bajo la mesa. Ordena su bolso y de a poco gatea hacia la salida.
¡Quiere escaparse!
— Hey… Horan… —Lo llamo.
Se detiene un momento con brusquedad y voltea a mirarme. Otra vez se encuentra enojado conmigo.
— ¿Qué quieres? ¿Una recompensa? —Dice con un poco de fuerza.
Doy un salto en mi asiento, le niego con la cabeza totalmente nerviosa y veo al profesor. No se ha percatado de todo el alboroto.
— ¿No crees que se dará cuenta…? —Le pregunto, apuntando hacia el hombre frente al escritorio.
— Está dormido. Todas las clases es lo mismo. —Comienza a gatear otra vez.
— Espera. —Le vuelvo a detener. Ahora si debe de estar furioso.
— ¿Puedes dejar de darme órdenes? Si quieres salir de aquí entonces solo hazlo, vete.
— ¿Quieres que vaya contigo? —Le pregunto confundida. ¿Acaso eso estaba diciendo?
Arruga sus labios y niega rotundamente. Me estaba ofreciendo voluntariamente para escaparme con él, ¿En qué estoy pensando?
— Eres demasiado molesta.
Voltea finalmente y sigue gateando hasta llegar a la puerta.
Acaba de llamarme molesta. Un término que solo se le atribuye a personas de baja calidad. No a mí.
Decidida, tomo mis cosas y bajo hacia la mesa. Gateo un poco y sigo el camino hacia él. La puerta apenas hace un sonido al abrirse y salgo completamente del salón.
Levanto mi peso sobre el suelo, limpio mi falda y busco con la mirada a Horan. Ahí está, caminando por la puerta del salón 11, va un poco más allá que yo.
— ¡Horan! —Le grito.
Su cuerpo tiembla por un instante y voltea asustado. Cuando descubre que soy yo llegando hacia él, su semblante cambia a uno irritado. No esperaba encontrarse conmigo.
— ¿Estás loca? Se supone que estamos dentro de clases, no grites mi nombre así como así. —Me regaña.
— Lo siento… —Le respondo, no me acostumbraba a aquello de ser reprimida.
Él suspira y frota el cabello de su nuca con una mano, luego su mirada se centra en la mía y dice:
— Vamos.
En el lado derecho al instituto, está el estacionamiento. Había de todo tipo de vehículo, grande, pequeño, de muchos colores. Horan me guio hacia uno plomo, sin techo y bien futurista.
— ¿Qué estás esperando? —Dice parado, con la puerta del piloto abierta—. Sube ahora o te descubrirán.
— ¿Subirme ahí? —Apunto al carro.
— Vamos, es mío. Más seguro que un carruaje suyo, Madame.
«No tengo carruajes», pienso en decirle. Pero me guardo las palabras y acepto su invitación.
El asiento del copiloto es bastante amplio, con un respaldo cómodo y una vista increíble hacia el cielo.
Horan se ajusta el cinturón y yo también lo hago. No puedo creer que sea solo el primer día y ya me esté escapando con un extraño.
Puso en marcha el motor y cuando menos lo pensé, nos encontrábamos en la calle.
— No puedo dejarte en casa por ahora, lo sabes. —Dice, luego de unos minutos.
Le asiento. Si Lía descubre que falté a la última jornada, sería desastroso.
— No fue una buena idea traerte conmigo… —Suspira agotado.
¿Por qué no fue una buena idea?
— Comenzarán los rumores tarde o temprano.
Rumores. Sí, había escuchado acerca del significado de ellos. Son cosas que una persona piensa que sucede, luego se lo comenta a otra y así sigue el ciclo hasta que todo el mundo cree que sí ocurrió. Peores que las propias mentiras.
— ¿Por qué… escapaste de clases? —Le pregunto.
Sus ojos se topan con los míos un par de segundos y vuelven hacia el camino.
— He estado el tiempo suficiente para aprender la rutina de cada profesor. Él solo nos dice qué ejercicios hacer y duerme. No me interesa aprender el tipo de ronquido que tiene un cabezota de historia.
Aquello me hizo gracia, sonrío un poco.
Detiene el auto justo al costado de un gran edificio y voltea a verme con una de sus cejas arriba.
— Veamos. —Acomoda su cabeza hacia un lado—. Eres la hija de un hombre millonario que vivía al final de la calle, ¿O no?
— Vive. —Le corrijo.
«El hecho de que diga esa palabra, no significa que yo no esté viviendo ahí.»
— Está bien, está bien. Vive. —Dice junto a un rodeo de sus ojos—. ¿Es la primera vez que te escapas?
Le asiento.
— Debes de estar asustada.
Si… Oh… en realidad, no lo estoy.
Ahora que lo pienso, no pensé en temerle a algo desde que subí al carro. Bajé la mirada y él se mantuvo pensante, luego dijo:
— Tenemos un par de horas hasta que pueda ir a dejarte. Iré a comprar algo, tú espérame aquí.
Abre la puerta de su asiento y el viento aparece de la nada, relajando mis hombros y dejando mis cabellos hacia atrás. No me doy cuenta de que estoy sola hasta que siento sólo mi respiración. Horan ahora camina hacia una tienda al otro lado de la acera con sus manos en los bolsillos, me doy cuenta de que en realidad es alto, como mucho unos 5 centímetros por arriba de mi estatura. Mamá solía contarme lo atractivo que le gustaba de mi padre, entre ellos era su estatura. Hasta ahora nunca entendí el gusto de ella, incluso pienso en que Horan puede… no.
Es un idiota cabeza de nueces. Su estatura no me importa.
Sigo esperándolo. Han pasado 10 minutos y aún no sale de aquella tienda. Mi paciencia se estaba agotando.
Observé a mi alrededor, a mi derecha, el edificio, a mi izquierda la calle. En frente, más calle.
Qué aburrido.
Decido irme, si Horan quería deshacerse de mí entonces estaba ganando. Me quito el cinturón de seguridad y cuando apoyo mi mano en la puerta, Horan aparece desde la tienda.
En sus manos trae una bolsa café, con el mismo logotipo que veía en la pared desde donde salió. Entra sin problemas al auto y me suelta el paquete en mis piernas.
— Ese maldito imbécil… —Susurra.
«Otra vez esa palabra.» Arrugo mi frente.
Horan voltea hacia mí y ve mi negatividad, al mismo tiempo dándose cuenta de no tener puesto el cinturón.
— ¿Ibas a irte? —Pregunta con un poco de irritación en su voz.
«Te tardabas demasiado.» Le negué.
Suspira y ahora está apuntando hacia la tienda.
— No querían dejarme ir. Soy un cliente frecuente, por lo que una chica en mi carro les causó sorpresa.
¿Les causó sorpresa? ¿A quiénes?
Horan voltea rápidamente hacia la puerta y gruñe, no sé por qué pero cuando veo una melena de rizos en la ventana, mis ojos se abren de par a par, y se sorprenden más que nada ante ese par de esmeraldas observándome.
«No te dejes ver así», me dije a mí misma, por lo que me levanto rápidamente y camino hacia la salida. La voz de la profesora está llamando por mi nombre en cada paso que doy, pero ya es demasiado tarde para retractarse, solo habían sido 15 minutos dentro del salón y ya me había resignado a pasar otro segundo más.
Llegué a lo que pienso que es el baño y entro. Hay cubículos separados de cada uno por grandes paredes y logro entrar sin problemas.
Nadie había sido tan irónico conmigo antes, y al escuchar sus palabras repetirse en mi mente otra vez, sollocé.
Qué increíble, encontrarme en un baño público, llorando, y rodeada de personas desconocidas. Lía debió advertirme de esto, o por lo menos encontrarse conmigo aquí. O Braun, que si bien es solo el cocinero de la casa es un buen guardaespaldas.
No quiero estar aquí. Quiero mi espacio personal. Quiero mi habitación. Todo.
— ¿Te encuentras bien? —Dice alguien desde el otro lado de la puerta, dejándome asombrada.
Es la voz de un chico. ¿Por qué hay un chico dentro del baño para damas? Abre la puerta sin cuidado y puedo ver su rostro. Cabello rapado, ojos marrones y alto, muy alto.
— ¿Cuál es tu nombre? —Vuelve a preguntar.
— Yo… soy ____ Filian… —Murmuro.
Sus labios, de un segundo a otro, se curvan formando una amplia sonrisa. Linda sonrisa.
— ¿Por qué estás en éste baño? —Le pregunto, limpiándome las lágrimas.
— Creo que es la pregunta que yo debería de hacer.
Abro los ojos sorprendida. Oh, ____. Te has metido en el lugar equivocado. ¡Vete de ahí!
Me levanto desesperadamente, golpeando mi brazo sin querer con la cadena del inodoro y dejándome un gran dolor. No podía ser menos afortunada.
— Eso debe de doler… —Dice, levantando su mano hacia mí.
«Quiere tocarme», pienso. No puedo gritar. Es demasiada tensión estar atrapada en un cubículo de chicos, con uno de ellos a segundos de tocarme. Mi corazón comienza a acelerarse rápidamente y tengo las raras ganas de vomitar.
«Por favor, aléjate», quiero decirle, pero las palabras no salen de mi boca. No puede hacerlo.
Cierro los ojos, esperando por aquel horrible contacto que me dejará asustada por el resto de mi vida y de vuelta a la oscuridad… Pero no llega.
— No la toques. —Ordena otra voz.
Abro los ojos con rapidez. La mano del chico está a solo centímetros de tocar mi brazo, sí, pero fue detenida por otra desde atrás.
— ¿Qué estás diciendo? —Le pregunta.
— Ella es la nueva estudiante, idiota. Y ya escuchaste a Fletcher, no es recomendable que se le acerquen.
El agarre cesa, escucha sobre mi fobia y el chico se sorprende, asiente con la cabeza y voltea hacia mí, arrepentido.
— Perdóname, ____. No sabía sobre tu condición. De verdad, lo siento.
Mi respiración vuelve a la normalidad y acepto su disculpa, deja el espacio necesario para que pueda salir y acaba sonriendo. La otra persona se encontraba detrás de él, por lo que ladeo un poco la cabeza para conocerlo y mi pecho salta.
— Deberías de advertirme cada vez que hago alguna tontería, Niall. —Dice el chico de cabello rapado.
Niall Horan se encontraba apoyado sobre la pared con sus brazos cruzados, sin interés alguno en voltear a verme. El mismo individuo que tenía la culpa de que me encontrase aquí, llorando.
— Estás haciendo una tontería ahora, Liam. —Dice.
¿Liam?
— Tu nombre… —Digo.
— ¡Oh, es verdad! —Sonríe—. Mi nombre es Liam Payne, del salón 14. Último año.
Así que también debe de tener mi edad…
— Un gusto conocerte, ____-
— Madame Filian. —Gruñe Horan, corrigiéndolo.
— ¿Madame…? ¿Eres de alguna familia famosa? —Dice Liam.
— Yo…
— Qué estupidez, vámonos ya.
Horan se me acerca rápidamente pero se detiene enfadado por no poder agarrarse de mi brazo y apunta hacia la salida.
— Me mandaron en tu busca después de la huida. Tenemos deporte luego de la campana.
Sus ojos seguían evitándome, miro hacia Liam intentando sonreír y me asiente. «También fue un agrado conocerte», quería decir.
El camarín de las chicas es muy espacioso, con bancos de madera para dejar los bolsos y nuestras pertenencias. El buzo es completamente plomo, con una franja color burdeo en los costados hacia fuera, perfecto.
Todas se están cambiando, incluso hay algunas que caminan con todo el brazier a la vista y ni si quiera se inmutan. Yo no puedo hacer eso. No puedo.
— No hay problema, Madame Filian. —Dice una de ellas, de cabello corto y rizado—. Todas estamos acostumbradas a esto, relájese un poco.
Si lo dices así de fácil entonces no habría preocupación, pero mi mente aún no está preparada.
— Esperaré a que todas estén listas, —Sonrío—. En mi casa suele haber mucho tiempo de sobra.
Su sonrisa aparece de inmediato y asiente. Todas lo hacen. Me quedo sentada en el banco por casi 10 minutos, hasta que por fin la última en salir me deja en solitario.
Suspiro. Esto está costándome más de lo que creí.
Primero me despojé de mi playera, quedando con un corpiño color rosado sandía. Me puse la del buzo, que para empeorar, era blanca. Todo se traslucía.
Tenía puestos una falda hasta las rodillas, combinada con mi playera, pero ahora estaba doblada en mi bolso y el pantalón puesto en su remplazo.
Salí hacia el patio trasero del instituto, había pequeños grupos de chicas y chicos dispersos por toda la cancha, trotando, estirándose, distintas actividades atléticas. Yo no había hecho nada de eso.
— ¡Madame Filian! —Gritó una profesora joven—. ¡Por aquí!
Caminé hacia ella con la mirada de todos sobre mí, esto de ser nueva estudiante al parecer les sorprendía ya que no dejaban de seguir cada movimiento que daba.
El nombre de la profesora era Amelie Graund. Le quedaba.
— Entonces, como el director Fletcher me informó, debemos de tener un trato especial con usted. —Dice.
Le asiento. Se ve buena persona.
— ¿Ha trotado alguna vez?
«Sí… bueno, si es que correr tras de una pelota se le llamase trotar.», pienso.
En realidad, nunca hice ejercicio forzado. Mi contextura siempre ha sido la misma, ni tan delgada ni tan gruesa, por lo que me limitaba a seguir mi nutrición dada por Braun.
Le niego.
— Oh, vaya… entonces… intentaremos acelerar el caminar suyo, ¿De acuerdo? —Se acerca y toca mi brazo, siento un pequeño temblor pero luego desaparece, ella es amigable.
Pone mis brazos doblados y de un segundo a otro comienza a empujar mi espalda. Los pasos que doy son demasiados rápidos para seguir caminando normal, por lo que de repente hay algunos saltos entre ellos.
Su cuerpo sigue en contacto conmigo y hace algo extraño, da los mismos saltos que yo.
— Muy bien, muy bien. —Dice.
Veo mis pies y el corazón se me acelera. Estoy trotando. Por primera vez, estoy trotando.
Cuando han pasado 30 segundos de trotar, la respiración me comienza a faltar. La profesora Graund me hace detener y logra llevarme bajo un árbol junto a la cancha.
— ¿Se encuentra bien? —Me pregunta, preocupada.
Le miro los ojos fascinada, nunca me había alegrado tanto aprender una cosa.
— Si… —Logro decir entrecortadamente.
— Debe de estar muy cansada, no haber trotado antes trae consigo esos efectos instantáneos.
No puedo hacer desaparecer la sonrisa de mi rostro, hoy había aprendido muchas cosas interesantes.
Estamos en la última clase del día. Historia. No me gusta aquella materia, nunca me ha gustado, incluso si Lía me enseñaba.
— Oye. —Me llama alguien a mi lado.
Volteo y descubro que Horan está otra vez recostado sobre la mesa, solo que esta vez, tiene su rostro girado hacia mí.
— Dime… —Susurro.
El profesor encargado de dar la clase, en todo momento se encontró sentado detrás de su escritorio con unos lentes negros de sol. Había dicho al inicio que resolviéramos las páginas 110 hasta la 124 del libro y estaríamos con la materia lista. Solo que había un problema, no podía concentrarme con el rubio de mi compañero.
— No digas nada. —Me advierte.
¿Nada? ¿Nada sobre qué?
Antes de que pueda preguntar, se escabulle por el asiento y queda bajo la mesa. Ordena su bolso y de a poco gatea hacia la salida.
¡Quiere escaparse!
— Hey… Horan… —Lo llamo.
Se detiene un momento con brusquedad y voltea a mirarme. Otra vez se encuentra enojado conmigo.
— ¿Qué quieres? ¿Una recompensa? —Dice con un poco de fuerza.
Doy un salto en mi asiento, le niego con la cabeza totalmente nerviosa y veo al profesor. No se ha percatado de todo el alboroto.
— ¿No crees que se dará cuenta…? —Le pregunto, apuntando hacia el hombre frente al escritorio.
— Está dormido. Todas las clases es lo mismo. —Comienza a gatear otra vez.
— Espera. —Le vuelvo a detener. Ahora si debe de estar furioso.
— ¿Puedes dejar de darme órdenes? Si quieres salir de aquí entonces solo hazlo, vete.
— ¿Quieres que vaya contigo? —Le pregunto confundida. ¿Acaso eso estaba diciendo?
Arruga sus labios y niega rotundamente. Me estaba ofreciendo voluntariamente para escaparme con él, ¿En qué estoy pensando?
— Eres demasiado molesta.
Voltea finalmente y sigue gateando hasta llegar a la puerta.
Acaba de llamarme molesta. Un término que solo se le atribuye a personas de baja calidad. No a mí.
Decidida, tomo mis cosas y bajo hacia la mesa. Gateo un poco y sigo el camino hacia él. La puerta apenas hace un sonido al abrirse y salgo completamente del salón.
Levanto mi peso sobre el suelo, limpio mi falda y busco con la mirada a Horan. Ahí está, caminando por la puerta del salón 11, va un poco más allá que yo.
— ¡Horan! —Le grito.
Su cuerpo tiembla por un instante y voltea asustado. Cuando descubre que soy yo llegando hacia él, su semblante cambia a uno irritado. No esperaba encontrarse conmigo.
— ¿Estás loca? Se supone que estamos dentro de clases, no grites mi nombre así como así. —Me regaña.
— Lo siento… —Le respondo, no me acostumbraba a aquello de ser reprimida.
Él suspira y frota el cabello de su nuca con una mano, luego su mirada se centra en la mía y dice:
— Vamos.
En el lado derecho al instituto, está el estacionamiento. Había de todo tipo de vehículo, grande, pequeño, de muchos colores. Horan me guio hacia uno plomo, sin techo y bien futurista.
— ¿Qué estás esperando? —Dice parado, con la puerta del piloto abierta—. Sube ahora o te descubrirán.
— ¿Subirme ahí? —Apunto al carro.
— Vamos, es mío. Más seguro que un carruaje suyo, Madame.
«No tengo carruajes», pienso en decirle. Pero me guardo las palabras y acepto su invitación.
El asiento del copiloto es bastante amplio, con un respaldo cómodo y una vista increíble hacia el cielo.
Horan se ajusta el cinturón y yo también lo hago. No puedo creer que sea solo el primer día y ya me esté escapando con un extraño.
Puso en marcha el motor y cuando menos lo pensé, nos encontrábamos en la calle.
— No puedo dejarte en casa por ahora, lo sabes. —Dice, luego de unos minutos.
Le asiento. Si Lía descubre que falté a la última jornada, sería desastroso.
— No fue una buena idea traerte conmigo… —Suspira agotado.
¿Por qué no fue una buena idea?
— Comenzarán los rumores tarde o temprano.
Rumores. Sí, había escuchado acerca del significado de ellos. Son cosas que una persona piensa que sucede, luego se lo comenta a otra y así sigue el ciclo hasta que todo el mundo cree que sí ocurrió. Peores que las propias mentiras.
— ¿Por qué… escapaste de clases? —Le pregunto.
Sus ojos se topan con los míos un par de segundos y vuelven hacia el camino.
— He estado el tiempo suficiente para aprender la rutina de cada profesor. Él solo nos dice qué ejercicios hacer y duerme. No me interesa aprender el tipo de ronquido que tiene un cabezota de historia.
Aquello me hizo gracia, sonrío un poco.
Detiene el auto justo al costado de un gran edificio y voltea a verme con una de sus cejas arriba.
— Veamos. —Acomoda su cabeza hacia un lado—. Eres la hija de un hombre millonario que vivía al final de la calle, ¿O no?
— Vive. —Le corrijo.
«El hecho de que diga esa palabra, no significa que yo no esté viviendo ahí.»
— Está bien, está bien. Vive. —Dice junto a un rodeo de sus ojos—. ¿Es la primera vez que te escapas?
Le asiento.
— Debes de estar asustada.
Si… Oh… en realidad, no lo estoy.
Ahora que lo pienso, no pensé en temerle a algo desde que subí al carro. Bajé la mirada y él se mantuvo pensante, luego dijo:
— Tenemos un par de horas hasta que pueda ir a dejarte. Iré a comprar algo, tú espérame aquí.
Abre la puerta de su asiento y el viento aparece de la nada, relajando mis hombros y dejando mis cabellos hacia atrás. No me doy cuenta de que estoy sola hasta que siento sólo mi respiración. Horan ahora camina hacia una tienda al otro lado de la acera con sus manos en los bolsillos, me doy cuenta de que en realidad es alto, como mucho unos 5 centímetros por arriba de mi estatura. Mamá solía contarme lo atractivo que le gustaba de mi padre, entre ellos era su estatura. Hasta ahora nunca entendí el gusto de ella, incluso pienso en que Horan puede… no.
Es un idiota cabeza de nueces. Su estatura no me importa.
Sigo esperándolo. Han pasado 10 minutos y aún no sale de aquella tienda. Mi paciencia se estaba agotando.
Observé a mi alrededor, a mi derecha, el edificio, a mi izquierda la calle. En frente, más calle.
Qué aburrido.
Decido irme, si Horan quería deshacerse de mí entonces estaba ganando. Me quito el cinturón de seguridad y cuando apoyo mi mano en la puerta, Horan aparece desde la tienda.
En sus manos trae una bolsa café, con el mismo logotipo que veía en la pared desde donde salió. Entra sin problemas al auto y me suelta el paquete en mis piernas.
— Ese maldito imbécil… —Susurra.
«Otra vez esa palabra.» Arrugo mi frente.
Horan voltea hacia mí y ve mi negatividad, al mismo tiempo dándose cuenta de no tener puesto el cinturón.
— ¿Ibas a irte? —Pregunta con un poco de irritación en su voz.
«Te tardabas demasiado.» Le negué.
Suspira y ahora está apuntando hacia la tienda.
— No querían dejarme ir. Soy un cliente frecuente, por lo que una chica en mi carro les causó sorpresa.
¿Les causó sorpresa? ¿A quiénes?
Horan voltea rápidamente hacia la puerta y gruñe, no sé por qué pero cuando veo una melena de rizos en la ventana, mis ojos se abren de par a par, y se sorprenden más que nada ante ese par de esmeraldas observándome.
Capítulo 2 terminadooooo :) Comenzaré ahora el 3 antes de que venga una amiga a hacer muffins :P
Cassedy
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