Amores De Medianoche (Jonas&____)

Nombre: Amores De Medianoche.
Autor: Varias chicas (Conforme vaya subiendo, voy poniendo el nombre o "apodo" de cada una)
Adaptación: Si, es una Antología hecha por las chicas de Purple Rose.
Género: Ciencia Ficción, Fantasía.
Advertencias: Son varias historias, una vez termine la primera, podrán elegir con que Jonas será la próxima y del mismo modo se hará con el resto.
Otras Páginas: Foro Purple Rose



El oráculo - Ana Virginia
Joe era un simple estudiante. Un típico chico con problemas familiares, y escéptico. Su sorpresa es grande cuando, en la ciudad de Grecia, todos comentan sobre el Oráculo. Lleno de curiosidad, se sumerge en la vida de la criatura; sin saber cómo, se enamora. Ahora, juntos, en éste corto relato, deberán intentar pasar una profecía. ¿Lograrán hacer que el oráculo se equivoque?

Joseph Adam Jonas había llegado a la ciudad de Atenas hace aproximadamente dos días.
Joe, como suelen llamarle, era un simple chico que estudiaba historia del arte en la hermosa capital de Grecia. Tenía veinte años y acababa de pedir permiso en su anterior Universidad para estudiar allí. Sus padres no habían estado de acuerdo con él, pero querían que su hijo fuese feliz.
Joe había llegado a un pequeño apartamento, todo pagado por la beca de Artes de Grecia. El edificio consistía de nueve pisos, y él se ubicaba en el octavo. Algo por demás cansador, puesto que el viaje había sido largo y el ascensor era terriblemente lento. Subió por el ascensor y abrió la puerta de su apartamento. Había valido la pena la espera. Era algo... increíble. No solo era grande, sino a su gusto. La sala era enorme, con pinturas a su alrededor, muebles nuevos y sofisticados. La vista era excepcional, justo frente a la maravillosa y transparente playa. Sonrió al sentir la brisa marina.
La cocina adsorbía su buen estado de ánimo, lleno de humor y risas inconscientes, tan brillantes y perfectas, el baño era lo suficientemente grande para una pareja. Había una habitación grande, con una cama enorme, unas mesillas de noche y un balcón que dejaba ver a la ciudad. Un closet para su ropa y un mueble donde estaban los aparatos electrónicos. Había otro cuarto, una biblioteca. Perfecto, para sus estudios.
Joe sonrió con satisfacción y se dispuso a acomodar sus cosas. Simplemente no cabía en su felicidad. Al terminar, se dio una ducha, para luego mirarse en el espejo. Sus cabellos castaños oscuro caían sobre su frente y sus hombros, levemente ondulados. Sus ojos avellana brillaban cuando el sol chocaba directamente con ellos; su cuerpo era ágil y musculoso, y su piel trigueña.
Sonrió para sí mismo cuando se vistió y salió a recorrer la ciudad.
En el segundo día de expedición, paseaba por las playas y las enormes ruinas, cuando observó una formación rocosa medio derrumbada, en un extremo de la playa, alejada de la humanidad. Entrando en un estrecho túnel de piedras, justo por encima de una leve colina, aparecía una pequeña guarida. No pudo evitar subir por el paseo turístico, buscar al vendedor de objetos más cercano y preguntar:
—¿Disculpe, señor? —Comenzó, con el griego como su tercer idioma ya dominado—. ¿Me puede informar qué lugar es ése?—
El viejo señor, un hombre que parecía afable, quizás algo exagerado con sus vestimentas y de ojos sabios, siguió la dirección señalada. Abrió los ojos como platos y miró hacia el suelo; luego, concentrándose en sus objetos, le respondió. 
—Ésa es la entrada para ver al oráculo de toda Grecia. Todos piensan que son meras tonterías, pero ella en realidad tiene benévolos y oscuros dones al mismo tiempo.
—¿Ella? —preguntó Joe, algo confuso, pues se había imaginado a un viejo sacerdote supersticioso.
—Sí señor, ella es ______ Venizelos.

jdmelanyprincess escribió:Como me dejes como me dejaste con shiver, te arrepentirás :roll:

Claro que no lo haré :P Pero sin lectoras no tendría sentido seguir :c

______ Venizelos. Ése nombre rondó la cabeza del joven por varios días. No podía concentrarse mucho en sus clases ante ello, pero ignoraba la razón. Aún seguía pensando que lo que decía el viejo eran estupideces, cosas sin sentidos. Pero mientras más pensaba en ello, más difícil se le hacía contenerse. La universidad, por otro lado, era genial. Tanta cultura y arte. Único era la palabra para la universidad. Tanto de lo que podía dibujar e inspirar su obra. Joe pensaba trabajar en un museo, convertirse en un enorme artista reconocido. No quería que su nombre cayera en el olvido. Quería ser como el gran Aquiles de Grecia; quería ser Hércules.
Simplemente, quería ser un Dios. 
Resopló con fastidio al ver a su compañero guía, Nick Zelenitsas. Un chico de unos veinte o veintiún años, alto, con cabellos negros y piel tostada gracias al sol. Sus ojos eran de un marrón claro. A Joe le caía bien, solo era un poco... ¿parlante? Bueno, no sabía si era la palabra correcta. Sonrió con calma cuando el chico se acercó, riendo estrepitosamente. —¿Qué pasa, Nick? —preguntó Joe ante la risa de él. 
—Nada, solo que me acaban de contar un chiste sobre el oráculo —dijo aquella palabra con sorna, luego prosiguió—. No puedo creer que las personas crean que esa cosa tiene poderes. ¡Estamos en el siglo veintiuno! ¡Los Dioses griegos no existen, sólo la religión cristiana ortodoxa...!
A Joe no le gustó la burla en la voz de su compañero, pero ignoró lo que decía y dijo: 
—¡Oh!, pensaba visitar al oráculo ésta tarde, para, sabes, algo de historia antigua.
Su compañero abrió los ojos como platos, advirtiéndole con la mirada. 
—Amigo, Joe, te lo advierto. Ella está loca. Nunca la he visto... —él se frotó la cabeza, pensativo—. Para ser sinceros, nadie la ha visto. Debe ser una vieja loca. Hazme caso, ésa es una de las cosas en Grecia que no vale la pena visitar. 
Joe miro a Nick, algo confuso. Él simplemente podía seguir su consejo, pero su instinto, completamente poderoso lo ignoraba. Iría. Ya había pasado una semana desde que se había enterado del supuesto oráculo. No era justo que todos hablasen de algo que él aun no conocía. Así que ése viernes en la tarde, Joe se colocó su jeans gastados y su camisa negra, dispuesto a ver a la oráculo. 
Pero antes de salir, dibujó, como siempre. Y lo que salió en su dibujo fue casi lo usual. Su hermano mayor, que en ese entonces debería tener sus veintiocho años. Su amado hermano, quien lo había abandonado de la manera más cruel y cobarde del mundo. Tomó el viejo collar de su hermano, una simple cadena de plata con un pájaro en pleno vuelo. 
Rodó los ojos por una milésima de segundo. Libertad. 
Caminó hacia la playa sin realmente ver. Como si algo le atrajera hacia allá. Se dirigió hacia la cueva, ignorando el llamado del viejo, quien le gritaba. Sólo siguió su camino. El pequeño lugar era un escondite, el cual poseía una playa oculta, desde la que era imposible de entrar al océano, puesto que estaba llena de corales y arrecifes. Había otra cueva, frente al hermoso paisaje. La voz suave de una mujer llamó su atención. —Entra —dijo con frialdad—. Te esperaba.
Joe miró confuso aquella figura. Era de su tamaño, más o menos. Llevaba un vestido color gris perla, algo roto en los dobladillos de las mangas y los pies. Su cabeza estaba cubierta por un chal de color negro, dejando ver solo un par de brillantes ojos lila perlados. 
—Jamás había visto un color de ojos similar. —Él trató de seguir la tangente de la conversación y el resultado fue extraño. 
—Todo oráculo lo tiene.
 —¿De verdad crees que eres un oráculo? —preguntó Joe con escepticismo. 
La mujer atrapó sus ojos avellana con esos extraños ojos lila. Ella lo miró examinándolo, observándolo fijamente. Todos los recuerdos que Joe poseía desde su infancia hasta ese momento, lo abrumaron. Todo lo que debería ser privado y escondido en lo más profundo de su ser, volvió a su mente como si esos recuerdos tuvieran libertad propia.
Finalmente, ella estrechó los ojos, sonriendo tras el chal negro. 
—Joseph Adam Jonas, hijo de Denise y Paul Jonas. Hermano menor. — Comenzó ella—. Tu infancia no fue la mejor, nunca te consideraron el popular y vivías para que tu hermano mayor, Kevin Jonas te protegiera, hasta que te cansaste de tanta... mmm..., ¿cuál es la palabra? Oh, sí: niñerías. Querías ser “hombre” y defenderte tú solo, por lo cual te metiste en el equipo de Artes Marciales, llegando a cinturón negro y finalmente volviéndote popular. Pero tu pasión es el arte, por eso has venido aquí; además del hecho más importante y revelador en tu vida: olvidarte de tus padres por un segundo, olvidar que se separarán por el pequeño incidente que ocurrió hace tres años, el día 31 de octubre del 2010, cuando tu hermano decidió colocarse un arma en la cabeza y dispararse. ¿Algo dramático, no crees? En fin, supongo que sí me puedo “creer” un oráculo.
Joe estaba paralizado. Jamás le había contado eso a nadie. La miró con frialdad y antes de entrar en pánico por el pequeño descubrimiento, la siguió dentro de la cueva. Un lugar... mágico, lleno de velas y cuadros con pinturas. Había una pequeña mesa con sillas y una cocina, la cual James se preguntó cómo funcionaría. En un espacio separado se encontraba un enorme sillón frente a la chimenea y un colchón recién acomodado.
Finalmente, la miró. 
—Que sepas ésas cosas de mí, no significa que me conozcas, bruja. —Y Joe se sorprendió al oírla reír. 
—Le conozco con sólo eso, Señor Jonas —dijo la mujer. 
—No, no lo haces ______ Venizelos. Quizás hayas hecho tu extraña brujería, pero no significa que me conozca, señora —dijo él, su voz fría como el hielo le molestaba profundamente al muchacho— Yo sí puedo decir que te conozco. Que eres una loca esquizofrénica que cree que puede mandar mensajes de los Dioses y ver el futuro... ¡Yo que sé cuanta mierda más! Pero sí sé algo, que su vida la mata lentamente, oculta de los demás y haciendo un trabajo que nadie cree.
______ Venizelos rió con suavidad, como si nada la sorprendiese.
 —No me asombra, Señor Jonas. Lo que me resulta extraño es que a pesar de los rumores, decidiera venir.
Joe estaba atrapado entre la espada y la pared. Él tampoco sabía por qué demonios había decidido ir hacia la pequeña cueva, cuando podría fácilmente seguir con sus estudios. Pero no le importaba, quería un rato para charlar y conocer algo de historia. 
—¿Puedo ver tu rostro? —preguntó Joe con seriedad. ______ Venizelos lo miró con seriedad y curiosidad. Ella sentía la misma confusión que él tenía hacia ella. Joe vio como ella negaba con la cabeza con suavidad. 
—Ahora tengo curiosidad, Señor Jonas... —comenzó ella, pero él la interrumpió.
—Joseph o Joe, nada de formalidades —corrigió él, estremeciéndose al oír la enorme similitud cuando llamaban a su padre. 
—Bien, Joe, tengo curiosidad acerca de que “no conozco a las personas”. ¿Que vea sus vidas no significa que las conozco? Le aseguro que nadie nunca me ha dicho eso. Quiero saber, entonces ¿qué se siente conocer de verdad a una persona?

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Hola mi primera y al parecer unica lectora ;) lalskslsjal Mel Mons, ya sabes que jamás te volveré a hacer lo de Shiver, well, espero que te guste

Nueva lectora. :D
Siguelaaa plis

Joe miró al suelo, para luego sentarse en una de las sillas. Miró atentamente a ______, quien había tomado la silla frente a él y le había clavado su clara mirada en el rostro. Joe sintió un poco de nerviosismo, pero no se dejó intimidar. 
—Los sentimientos... Saber cómo en realidad se siente alguien. Tú no sabes cómo me sentí después de la muerte de mi hermano, y la verdad, empecé a cuestionármelo... ¿Valía la pena vivir así, de ésa manera? 
Los ojos de ______Venizelos se suavizaron y estiró su mano para tomar la de Joe, pero desistió. Entonces, dijo con voz suficientemente alta para que solo él la oyera.
—Un favor por otro favor. —Entonces, se quitó el chal que llevaba sobre su cabeza. 
Su rostro era la cosa más hermosa que había visto Joe jamás. Con una estructura ósea interesante, llena de fuerza y pálida. Sus labios llenos estaban tensos. Su cabello largo, ondulado y negro parecía bailar a su alrededor, con varios reflejos lilas. Sus ojos brillaban con una fuerza increíble. Era joven, de unos dieciocho o veinte años. Tuvo que parpadear y mirar a otro punto de la habitación para concentrarse. 
______ lo miró con recelo y finalmente preguntó:
 —¿Por qué tu hermano se suicidó? 
En ese momento, Joe apartó la mirada y soltó: 
—Cuéntame tu historia primero.
______ estaba atrapada “entre Escila y Caribdis”, un viejo dicho griego. Pero después de unos momentos, decidió hablar: 
—Es una historia... interesante. —Ella se levantó y su voz se alzó—. Nací y crecí aquí, en Atenas. Mis padres murieron cuando yo era una niña, así que no lo recuerdo bien, vivía con mis tíos... Una noche, una voz suave y celestial me habló... Me guió a una cueva, a ésta cueva, y lo vi. Un hombre hermoso que brillaba. No parecía real. Pero cuando me dijo que tenía una misión para mí, lo supe. Era el Dios Apolo, el Dios del sol. Me transformé en oráculo. Tuve que hacer un pacto con mi sangre... prometer que abandonaría todo y finalmente me dedicaría a esto.
Joe la miró con seriedad, para luego levantarse y estrecharle la mano, un gesto de simpatía.
Le sonrió con suavidad y ______ siguió su relato. —Fue duro. Sentí como todos mis recuerdos se iban. Ahora solo tengo fragmentos. No recuerdo grandes cosas, solo lo esencial. —______ suspiró, cambiando de tema con brusquedad—. Ahora tú. 
Joe se quedó callado. No quería confiar y decidió no hacerlo. No podía, no ahora. Se alejó de ______ y tomó sus cosas.  Ella no estaba sorprendida ni decepcionada, sino fastidiada, no era la primera vez que le hacían aquello. 
Joe se fue, algo avergonzado, pensando en su hermano y en la muerte, relacionados con tanto dolor. No visitó a _______ durante toda una semana entera de cavilación y estudios.


Era un simple viernes por la tarde cuando entró a la conocida cueva. Ella se encontraba en el suelo, observando una pequeña maqueta de oro solido de todos los dioses griegos. Estaba rezándoles. Joe dejó sus cosas en el suelo —un block con un lápiz—, haciendo un ruido fuerte. Pero ______ no se volteó. 
—Oye... sé que estás molesta, pero la pregunta fue personal. Necesitaba pensar... —Joe sabía que sus excusas eran pobres. ______ se volteó y miró los ojos de Joe. El chico se sorprendió y saltó hacia atrás, aterrado. Su rostro no sólo era más pálido, sino que parecía desnutrido. Si sus ojos brillaban mucho antes, ésta vez parecían dos llamas color moradas oscuras. Parecía poseída. Ella lo tomó de las solapas de la chaqueta y gritó en griego antiguo, para luego hablar el actual. Su voz sonó rasposa y múltiple, como si varios seres hablaran al unísono.
Sus palabras fueron claras:
"Está prohibido, muy prohibido. Aquél sentimiento con tanta obsesión y dolor. Prohibido. Uno sufrirá. Uno morirá. Vete, aléjate. Ella no es tu responsabilidad. Ella es nuestra. Vete. No te acerques a la sierva de los Dioses. No se merecen. Si desobedeces, las consecuencias serán malas para ambos. Éstas son las palabras de los Dioses".

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Gracias a ambas por leer, de a poquito vamos logrando algo ;)

Ah me dejaste con ganas de mas
Siguelaa

HEY tienes aca una nueva lectora me encanto esos capitulos
esta super interesante coloca mas por favor

Joe temblaba. Había sentido el frío y el calor. ______ estaba muy caliente, inconsciente. Ignorando el mensaje anterior, tomó al oráculo en sus brazos y la llevó hacia el tranquilo océano. Se metió con ella, sosteniéndola mientras recuperaba el color en sus mejillas y le bajaba la fiebre. Sus ojos volvían a estar color lila claro y miraba fijamente la luna. 
Murmuró un agradecimiento y empezó a nadar por todo el lugar, ignorando su alrededor. Joe la imito sin hacer comentarios. ______parecía no recordar lo sucedido, pero él decidió no contarle nada. Aunque notaba que ella no era del todo ignorante acerca de lo sucedido. A pesar de todo, estaba confundida y sorprendida, pero no por las razones que Joe pensaba. 
—Volviste —murmuró ella, sentándose en la arena, mirando las estrellas. 
—Lo hice. Lamento lo de hace una semana —admitió el chico, mirando a la chica con rastros de culpabilidad. 
—No me sorprende que te hubieses ido. Me molesta la simple idea de que rompiste una promesa. Pensé que eras diferente, pero resultaste ser igual que todo el mundo. Y no me sorprende. Suelen hacer eso.
—¿Y por qué pensaste que era diferente? —preguntó Joe.
—Porque me hablaste de los sentimientos. Nadie lo había hecho y eso era lo que buscaba sacar en tema sin que me llamaran entrometida. Sólo veo sus vidas, como dices. No sus sentimientos. Pero me equivoqué.
Joe no quería que ella lo mirase de ésa manera y se negó a aceptarlo. Fue hasta la cueva y le buscó ropa seca, ignorando la suya mojada. Esperó a que ella se cambiase y entonces dijo: 
—Te mostraré quien soy. —Y con sorpresa, la arrastró fuera de la playa, con sus cosas.
Ella estaba en una especie de trance, porque no dijo nada. Joe le mostró a ______ de lo que se perdía en la ciudad. Comieron comida rápida. Le mostró su universidad y también le mostró las ruinas de la vieja Antenas. ______ estaba fascinada. Él le contó cosas de su vida —pero jamás de su hermano—, mientras lo escuchaba atentamente. 
Ella también le contaba cosas que recordaba y lo mucho que extrañaba ser una chica normal. También le contó sobre sus poderes, lo capaz que era para tener una visión, pero jamás de su destino. Sólo visiones que le enviaban los Dioses y las visiones pedidas por los mortales. Tenía miedo volverse loca con tantos recuerdos. 
A Joe le gustó que ambos se abrieran, al menos un poco. Confianza. 
Ambos se encontraban en la puerta del apartamento de Joe y hablaban mucho más. Él se sorprendió de lo mucho que ella lo entendía y escuchaba, sin sentir lástima y viceversa. Eran iguales y diferentes. 
Cuando ______ miro el hogar de Joe, soltó una exclamación de alegría y emoción, él se complació mucho con eso pensando que ella no debía de haber visto nada más excepto su cueva. 
Hubo un momento. De esos momentos perfectos cuando ambos se miran a los ojos. Se sonrieron con cierta timidez y ella se acercó con dulzura a él, para que finalmente Joe cerrara toda separación entre sus labios. 
El beso fue suave, de esos que no se ven muchos. Se sonrieron en el beso y aumentaron la pasión. Él la llevó a su alcoba, donde iniciaron una lucha con sus lenguas y finalmente comenzaron a despojarse de sus ropas. Se acariciaron, gimieron y llegaron a un placer infinito aquella noche. De esos placeres que no son muchos. 
Un placer cargado de un amor que estaba destinado a encontrarse sin que ambos lo supieran. Joe había viajado, de un modo u otro a Grecia para conocerla y ella se había quedado por él. 
Y ambos no lo habían notado hasta esa noche.
El sábado amaneció nublado, lleno de confusión. Joe se había levantado a buscar su ropa, su block de dibujo y su lápiz. Lo abrió y comenzó a trazar un boceto, para luego emprender el verdadero arte. Ése block estaba lleno de cosas que lo inspiraban, por lo que era un viejo block. Dibujó la figura desnuda y dormida de ______, detallando perfectamente su rostro y la forma de sus rasgos. A él le gustaba ______, y la quería. Eso estaba más que claro. Sonrió al ver su arte. Después dibujó el pequeño hogar del oráculo, la playa donde se habían conocido y finalmente su rostro, detallando sus hermosos ojos.
No se había dado cuenta que ______ lo miraba con seriedad. Ella estaba preocupada, pero no lo mencionó.
—Muéstrame tus dibujos —le dijo y Joe obedeció tendiéndole el block. Ella sonreía de vez en cuando, y una triste expresión se le posó en sus ojos. Luego, se levantó de golpe y buscó su ropa. Miró al confundido y herido Joe con ojos fríos y tristes y se alejó hacia la puerta, obligándose a seguir un único camino, que era el de su trabajo. No podía tener esa clase de sentimientos. 
Joe, herido, se duchó y simplemente pensó que quizás era lo mejor. 
Pero no podía creer que las cosas acabaran así. No otra vez.

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Hola chicas! Despues de dos siglos (? Acá estoy, me la he pasado con el brazo izquierdor practicamente inmovilizado y no podía escribir bien en la tablet... Whatever, I'm here y quiero informarles que dentro de poco se acaba esta historia. :lloro:

Decidido, volvió a la pequeña cueva en la noche, donde _______ rezaba y prendía más velas. Ignoró a Joe olímpicamente, pero él no podía abandonarla, no ahora que se había involucrado con alguien que estaba seguro de querer. 
—Mi hermano se suicidó frente a mis ojos —dijo él sin anestesia, doliéndole cada palabra que decía—. Él no apreciaba la vida tanto como la muerte. Decía que la vida era dolor y sufrimiento. Que la muerte lo solucionaba, tanto así como la bebida. Dos años antes que se suicidara, se le detectó un cáncer en los pulmones, pues él fumaba. No hizo nada para curarse y eso que tenía bastantes oportunidades de combatir esa batalla. ¡Nada! ¡Me abandonó! ¡A mis padres! ¡A sus amigos y a su novia! Lo odio por ello. No quería sufrir cuando llegaron los dolores. Así que compró un arma. Recuerdo que llegaba del colegio y cuando abrí la puerta lo vi, con el arma en la cabeza. Él simplemente dijo: “Adiós dolor. Perdóname hermano...” Jamás lo hice. Así que, por favor, no lo hagas. No dejemos esto aquí. Ambos sabemos lo que sentimos, amor, dolor, pasión. —Su rostro y sus labios estaban en la oreja de _______, él tocó sus labios con la yema de sus dedos, memorizándolos. 
Las respiraciones estaban muy cerca—. Te quiero y no puedo dejarte ir. 
______ lo miraba con dolor en sus ojos, pero igual lo besó con fiereza, dejando atrás toda duda. Ambos se querían y no podían negarlo. 
Hicieron el amor toda la noche, disfrutando de su cercanía mientras podían. Y los Dioses sólo observaban, con rabia por la rebeldía de los jóvenes adultos. Joe disfrutó de la sonrisa de _______ y viceversa. 
Pero no sabían que serían las últimas. Se besaron y rieron. Siguieron hablando hasta que se cansaron y solo disfrutaron de su mutua compañía. Pero hay algo que no vio Joe en los ojos de _______. Algo que ella ocultó. 
Miedo. 
Cuando Joe despertó, sintió dolor en sus brazos, como una quemadura. ______ no estaba. Pensó que ella volvería, pero no lo hizo. La buscó por todos lados. Pero entonces vio algo que no había notado antes. Marcas en sus muñecas y marcas en sus brazos; como si ______ se hubiese aferrado a él llena de terror y como si él se hubiese quemado. Tembló cuando vio las pequeñas partículas de polvo amontonadas en el lugar donde suponía que estaba _______. Tragó saliva y recordó la profecía, que había olvidado ya días atrás.
Uno sufrirá. Uno morirá. 
Ella moriría por romper su trato y él sufriría su eterna ausencia. Su amor de primera vista, su único amor extraño y verdadero no estaría.


Dos meses y medio después.

Habían pasado dos meses y medio después de la muerte de _______. Nada era igual para Joe y se preguntó lo mismo que su hermano solía hacer, ¿valía la pena tanto sufrimiento? No. Definitivamente no. 
Aún no dejaba Grecia, pero se enteró que sus padres, después de la separación, seguían sus vidas, ambos ya casados y con hijos adoptivos.  
Joe sintió celos, sentimiento que se fue con rapidez. Se había vestido con un buen traje color gris oscuro y en su bolsillo llevaba dos monedas griegas. Caminó, con una urna bajo el brazo, donde contenía las cenizas de _______ y en la otra mano todos sus dibujos. Caminó hacia un gran risco, al pie del cual el mar rompía con violencia.
Se paró en el borde. Quizás uno moriría, pero él no soportaba el simple hecho de no estar con ella. ______ lo había hechizado en cuerpo y alma, la amaba. 
Miró la altura y pensó casi con triunfo que ésta vez el oráculo se equivocaría. Él no sería el que sufriría y ella mucho menos. 
Miró el cielo y la luz del sol por última vez, y tiró las cosas al mar, dejando caer todo recuerdo. Pensó en ______, rezando por encontrarla en el paraíso. Finalmente pensó a su hermano y sus últimas palabras antes de suicidarse fueron muy claras.
—Oh, hermano... entiendo ahora el valor del perdón. Te quiero, te extraño y te perdono. 
Y apenas se lanzó, sintió que todo dolor desaparecía. 
Decían que la muerte es el final de toda probabilidad, aquellos lejanos de fe y amor. 
Cobardía. 
Pero otros, los más sabios, decían que era el comienzo de una nueva vida llena de esperanza y despreocupaciones. La muerte no era más que una aventura y él la viviría con _______. 
Lo que pocos sabían era que el dolor emocional era una de las cosas más peligrosas del mundo. No necesitas un arma para matar a un hombre, esto está más que claro. 
El cuerpo de Joe fue recuperado días después. 
Sus padres lloraron como nunca, desconsolados y tristes. Luego pasó la etapa de negación y finalmente la etapa de culpa. Ambos se culpaban a ellos mismos y se atacaban con brusquedad. Nada les importaba, pero pasados unos dolorosos meses, lo olvidaron con un gesto de padecimiento.
Pero alguien más había llorado de una manera sufrible. No comprensible. Nadie entendía la secreta relación de ambos. 
En un claro, no tan lejano, los ojos lilas de _______ miraban el océano con tristeza. Ella no podía morir y se lamentó no habérselo podido decir a Joe. No poder decirle de su miedo e ignorar la profecía con tal facilidad. Los oráculos están gobernados por los Dioses y ellos no quisieron dejarla ir. Los Dioses eran egoístas y la obligaron ver la muerte de Joe, le aseguraron que iría al Noveno Infierno sin él si desobedecía sus órdenes. El shock en ella fue sorprendente. Se alejó de todo el mundo más aún que antes. No era la misma y no quería continuar. 
Pero debía de hacerlo. 
Por ella. Por él. Por obligación de los Dioses. 
Uno sufrirá. Uno morirá. 
El oráculo nunca se equivoca.
Y las consecuencias fueron inversas. ______ sufría por la muerte de su amado Joe. Ella desapareció del mapa de Atenas y se movió en algún otro lugar de Grecia, donde podría dejar atrás el recuerdo de un amor que podría de haber sido perfecto... un hermoso amor...

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Se acabo, lo sé, es muy triste :lloro: Lamento si las hice llorar, aunque no creo que lo hayan hecho, gracias por leer, en un momento les dejo la sipnosis de la siguiente historia, que será con un final más sastifactorio que esté