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SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Página 15 de 23. • 1 ... 9 ... 14, 15, 16 ... 19 ... 23
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
No importa, se que eres mi fiel lectora*-* jajajajajaa viva la locura,si! :') bueno, tengo prisa, ahora intentaré subir.valeriaKEYNES1D escribió:hola vane............... boy a estar una semana sin pasarme por aqui porq mis padres estan separados y bueno...me toca irme con mi madre una semana....
:(
pero luego me pasare y leere hasta donde quede!!!!!!!
chauuuuu!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
y q viva la LOCURA!!!!!!!! woooooooooooooooooooooooooooow!
PD: LOVE'U WOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOW! jajajaja DJ Malik DJ Malik woowoo!
hasta pontito!!!!!
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Ahora la sigo*-*Violeta escribió:dios, cada vez me enamoro más de esta novela *-*
siguela por favor asdlkfjalsdkfjslsdk
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Cuando pueda me paso, estoy castigada..así que subiré lo que pueda :)Melaa'ChicaRara'Malik escribió:Vanessa_ escribió:Si!!! subí rápido un cap y a lo mejor ahora subo otro. JAJAJAJAJAJAJAJAJA memeo con tus comentarios enserio...:') ahora se pondrá más hot :twisted: creo...Melaa'ChicaRara'Malik escribió:VANE!
Subiste cap OMG
Que cachondos que se pusieron Zayn y la rayis eh, me salieron pervertidos los dos jaja
Siguela cuando puedas
Te quiere Mel...
Cuando pueda la sigo:)!
OH YEAH mas hot! chan chan chan!!!
Te mees con mis comentarios?, ya me lo han dicho kjdbhs :D
Siguela cuando puedas, y pasate por mi nove :D me harias very felizz :D
Te quiere Mel
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Ahora la sigo:)Adriiloka escribió:TIENES QUE SEGU RLA YAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Gracias, ahora si puedo la sigo :)corsam_md escribió:Estoy completamente enamorada de esta novela, tienes que seguirla ya, y sdfghjklfg :)
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Ahora:)melissa (ovaa) escribió:siguelaaaaaaaaaaaaaaaa por favorrrr :lloro:
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Gracias, cuando pueda la sigo:)SRT.Malik escribió:OMG como puedes escrbir estas cosas !!! eres genial!! me encanta tu novela!!!
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
MARATÓN 1/7
Me hundí lentamente en ella, notando el corazón agitado, pero al mismo tiempo silencioso, como si necesitara de esa calma perfecta, que se estaba gestando dentro de mí, al sentirla. Sus ojos abiertos y expectantes, me mostraban las sensaciones de su cuerpo. Su boca abierta y esperando el toque de la mía, la intrusión de mi lengua. Todo de pronto, pareció dejar de existir a nuestro alrededor. Mi cuerpo, caliente, pegado al suyo. Su cabello húmedo desperdigado sobre la cama. Un lamento saliendo de su boca, un gemido brotando de la mía.
—Oh _____… se siente tan bien… —confieso aturdido, abrazándola, sabiendo que ese sentir, no sólo exploraba mi cuerpo, era algo que se gestaba en mi consciencia, en mi esperanza, en mi forma de ver el mundo. Algo que me hablaba del amor aquel, que me resultaba tan escurridizo.
—Disfrútalo… —me concede ella, como un regalo, como si me estuviese permitiendo hacerla mía, sin reparo, sin barreras.
La miré nuevamente a los ojos, en tanto mi cadera se mueve cadenciosa entre sus piernas. Le acaricié el rostro, despejándolo de las hebras de cabello húmedo que se le han pegado.
—Me gusta… —le cuento en un suspiro, notando la caricia de sus manos en mi espalda, una caricia sin exigencia.
Me sonríe.
—¿Te sientes bien? —indagó. Yo asentí sin dejar de mirarla. Se mordió el labio, liberándolo lentamente, en un gesto muy sensual, en tanto su cadera se removió lentamente bajo la mía, ajustándose a mi ritmo— yo también te siento… muy bien…
Entrecerré los ojos, cuando el significado de sus palabras, me recorrió la columna completamente, llenándome con el sopor delicioso del deseo. La abracé, escondiendo el rostro en su hombro, hundiéndome con más intensidad.
—Eres mala… —le susurré, lamiendo su oído, ella suspiró— y yo que quería ser un caballero…
Me sonrió, la escuché hacerlo en medio de un jadeo que se le escapó.
—Puedes… serlo luego… —me alienta, sus manos buscando mi cadera, indicándome el ritmo que buscaba— ahora sé mi amante…
Había algo en la palabra amante, que me estremeció. Qué hermosa palabra, pensé, tan llena de significado, tan pura y maldita a la vez.
—Me haces… desearte tanto… —dije, cruzando mis brazos bajo su espalda, sintiendo su pecho rozándose contra el mío.
Y de esa manera, perdiendo el control, la avasallé. Del modo que ella me pedía, del modo en que mi cuerpo y mi deseo, me pedían a mí. Entrando con vigor, removiendo su cuerpo sobre la cama, perdiéndome en su sexo.
Me arrodillé y la observé, sus piernas alrededor de mi cadera, mi sexo hundido en el suyo. Sus ojos, observándome perdido en el placer. Ruborizada y mía.
Extendí las manos, llenándomelas con sus senos. El aire, completamente plagado de sus gemidos, que entraban en mis sentidos, embriagándolos. La firmeza de sus pezones, cediendo ante mis caricias. Su boca abierta en un gesto de agonía. Mi propia agonía bullendo en mi sexo, preparando el disparo mortal. El sudor humedeciendo mi sien, sus manos buscando las mías, enlazándolas, alzándose para robarme un beso. La sostuve contra mi pecho, con ambas manos, unidas, contra su espalda. ____ de pronto, removiéndose sobre mí, jadeando contra mi boca, llevándome, al final, sin remedio.
-____… ___… —quise avisarle que se detuviera, quise advertirle que no aguantaría mucho más.
—Hazlo… hazlo por favor… —me suplicó y la sentí tan mía, cuando aquello sucedió, tan mía y yo tan suyo, que por un momento me sentí vacío y vulnerable, completamente perdido en la calidez de su cuerpo. Absolutamente enamorado y entregado. Indiscutiblemente suyo.
Y rompí en un jadeo largo, que encontró refugió en su mejilla, mientras mi sexo se liberaba, en espasmos que me mareaban, me satisfacían, me vaciaban de deseo y me llenaban de amor. Llevé nuestras manos unidas a mi espalda, necesitando su abrazo, su cuerpo completo rodeándome. ____ se agitó un poco más sobre mí, ahora que mi sexo, aún podía proporcionarle placer. Y supe que lo había conseguido, cuando la calidez de su culminación tocó mi ingle, y el suspiro ahogado que se abrió paso por su garganta, me lo indicó.
Luego su cuerpo se desmadejó sobre el mío, como si no tuviese huesos o estos se hubiesen licuado. Llenándome de ternura.
—Descansa… —murmuré contra su cabello, aún húmedo y oliendo a shampoo. Nuestras manos estaban tan unidas, que dolían al intentar soltarlas. Su pecho, agitado, presionando contra el mío
—¿Zayn…? —murmuró, apenas, mi nombre.
—¿Sí…?
____ se reacomodó en el abrazo, como si buscara apretarse un poco más a mí, sin llegar a hacerlo. El silencio que bailó entre los dos parecía decir tantas cosas, que sólo podías llegar a percibir, sin poder comprender con la lucidez que la mente, a veces, parece tener.
Y pensé que sí, que yo también lo sentía, pero que tampoco podía decírselo.
.
Minutos después, la observaba dormida. Sus ojos cerrados a la luz, los labios apenas entreabiertos, esperando a que el aire la alimentara. Su cabello casi seco, extendido por la almohada, su pecho removiéndose con cada suave respiración.
Sí, quizás estaba enamorado. Me sonreí tontamente. No, ya no cabía un 'quizás', en esto.
.
.
Me regocijé en esa exquisita sensación que otorga el descanso. La habitación estaba en silencio y una suave respiración chocaba contra mi rostro. Abrí los ojos y descubrí, a la vez que recordé, la compañía de Zayn. Dormía, con una expresión tan dulce, que casi suspiro de ternura, noté como mi corazón se disparaba sólo por tenerlo cerca, por sentirlo tan mío ahora mismo, por saber que podía tocarlo si quería, y quería, pero no podía perturbar su sueño, no quería romper la imagen que ahora me otorgaba su rostro en completa calma.
¿Amarlo?
Desde luego, suspiré rendida.
Lo que ahora anidaba en mi pecho, no podía ser otra cosa. La asfixiante sensación de pertenencia que me embargaba, tampoco. Y sabía que no era bueno, comprendía que era una enorme y horrible complicación, más aún…
Negué. No, no pensaría en ello, porque ahora mismo, con Zayn dormido en mi cama, quería sentirme feliz.
Escuché el modo en que el aire entraba y salía de su cuerpo. Ese maldito oxigeno que iba, poco a poco e inexorablemente, acabando con la hermosa imagen que tenía frente a mí. Pero no acabaría jamás con el recuerdo, con la imagen grabada que dejaría esta escena en mi mente. Su cabello desordenado, con esos mechones, que normalmente se peinaba hacía atrás, y que ahora eran el marco de su rostro. Los aros de metal de adornaban sus labios, brillando con la escasa luz que aún le quedaba al día, tan simétricos, tan perfectamente adheridos a su boca, su nariz, tan agraciada, sus pestañas rizadas. Su cuello, extenso y blanco, adornado por aquellos lunares traviesos, que me invitaban a explorar. Su pecho, respirando calmado. Todo él, belleza.
Suspiré, cuando la colcha me impidió el análisis más exhaustivo. Me reacomodé un poco, muy lentamente, para no despertarlo, observándolo dormir, preguntándome qué sueños podía estar teniendo, deseando encontrarme en ellos.
Se quejó, aún dormido, su ceño se arrugó, sólo un poco y por un segundo. ¿Debía despertarlo?, ¿sería una pesadilla? Sentí, de pronto, deseos de llorar. Necesitaba, tanto, cuidar de él. Supe, como sabía que saldría el sol cada día, que quería su felicidad, por encima de cualquier cosa.
Y me abrumé, comencé a ahogarme. No podía quererlo así, ¿verdad?, hacerlo era un riesgo para mi alma. ¿Y si estaba embarazada?, perdería todo sentimiento que Zayn pudiese tener por mí.
Cerré los ojos e intenté calmarme, entrar en pánico no era el mejor modo de pensar, de razonar. No.
Lo escuché quejarse, tan suavemente, que lo único que logró, fue recordarme a sus momentos de pasión. Lo observé, se quedó de espaldas contra la cama, los ojos aún cerrados, su brazo izquierdo por encima de la cabeza y el tatuaje de su costado, comenzando a insinuarse.
Llevé mis labios a él, sin pensarlo mucho más, después de todo se dice, que sólo tenemos el ahora ¿no? Mañana, probablemente tendría mucho de qué preocuparme, pero 'mañana' aún no llegaba.
El tacto de su piel era suave, tan suave, que parecía imposible en un hombre. Mis dedos vagaron sobre su pecho, hacía el aro que adornaba su pecho, sabía que lo despertaría, pero no creía que eso le fuese a molestar.
¿Por qué, resultaba mucho más fácil entregar el cuerpo, que el alma?
Lo escuché respirar profundamente, cuando la misma mano que acariciaba su pecho, bajó por su estomago y su vientre, encerrando su sexo, que descansaba, débil, sobre su cuerpo.
—Mmm… —una expresión de satisfacción se escuchó, cuando lo acaricié suavemente. Sabía que estaba a un paso de despertar.
Mi lengua humedeció su costado y su sexo comenzó a llenarse, su mano acarició mi cabello y su voz, oscurecida por el sueño y la pasión, me habló.
—No me molestaría despertar así, cada día… —pareció sonreí.
Lo miré, descansado mi mejilla en su estómago.
—Cambia a tu hermano de habitación… —me encogí de hombros.
—No me hagas pensar ahora… que no puedo… —cerró los ojos, cuando mi mano presionó su sexo.
—¿Podemos dejar el estudio para mañana? —pregunté, manteniendo las caricias.
—¿Por favor?... —pidió.
Sonreí y me monté sobre su cadera, sintiendo su cuerpo tibio, casi caliente, bajo el mío. Besé sus labios y murmuré contra ellos.
—Hoy eres mío…
Y sabía que hoy, era lo único en lo que quería pensar.
.
.
Escuché el sonido de llamada dos, tres, cuatro veces, pero _____ no respondía. Por segunda vez me salió el buzón de mensajes y por segunda vez corté la llamada. Habíamos pasado la noche juntos en su departamento y por la mañana la había dejado, a regañadientes, en la puerta de su trabajo. De eso hacia ya, cerca de diez horas y ella no me respondía el teléfono.
—¿No contesta aún? —preguntó Harry, saliendo al jardín, que era dónde me encontraba.
Negué con un gesto, mirando a mi perra, que me observaba curiosa desde el piso.
—No contesta… —le sonreí y ella movió su cola.
—¿Un cigarrillo? —me ofreció . Se lo recibí— Camille, tampoco ha vuelto, andarán juntas —intentó calmarme, mientras me encendía el cigarrillo. Aspiré el humo, sin poder evitar, evocar el modo en que ___, fumaba de mi boca.
—Quizás… pero es extraño —me corregí de inmediato—, sabía que la llamaría.
Harry fumó también.
—Camille no está embarazada —me contó entonces.
—¿No? —lo miré—, es un alivio.
—Sí, se podría decir que sí… —exhaló el humo— dijo que había sido algo preventivo.
—Preventivo —repetí.
—¿Qué te puedo decir? —se encogió de hombros—, yo tampoco lo entiendo.
Volví a aspirar, dejando que el humo jugueteara dentro de mi boca y lo expulsé, esta vez, sin permitirle entrar a mis pulmones.
—Creo que estoy enamorado… —le confesé a Harry.
Él rió.
—¿Lo crees? —me preguntó.
Reí y lo miré.
—Sí…
—Anoche no llegaste a dormir —me recordó. Yo sólo pude reír un poco más.
—¡Tómame en serio! —me quejé entre risas, dándole un pequeño empujón—, te estoy contando algo importante.
En ese momento su teléfono sonó. Arrugó el ceño cuando vio el número. Yo me mantuve atento.
—¿Si? —preguntó, escuchó y luego me miró.
—¿Qué pasa? —quise saber. Me hizo un gesto con la mano, para que esperara.
—Bien… entiendo… ¿estarán bien?... —continuaba hablando Harry y yo notaba como me iba desesperando, ¿quién podía ser?, ¿estarán bien?, ¿qué clase de pregunta era esa?
—¿Quién es? —continué interrogando.
—Sí, tranquila… —me miró atentamente— se lo diré… sí… adiós Camille.
Cortó.
—¿Qué pasa? —mis preguntas ya habían pasado de la duda a la preocupación.
—Nada demasiado importante —comenzó a explicarme.
—Nada demasiado, o sea, que es importante —insistí.
—Zayn.
Llamó mi atención y yo cerré la boca esperando. Era su forma amable de decirme que no me contaría nada, si no me calmaba.
—Camille y _____, pasaran la noche en su departamento… —no pudo continuar, porque lo interrumpí.
—¿Por qué?
Harry respiró profundamente, para luego fumar y quedarse en silencio.
—¡Oh, estúpido! —reclamé— La llamaré.
—No te van a contestar —dijo con calma.
—Pero…
—Zayn.
Volvió a intentar calmarme.
—¡Mierda! —exclamé, apretando los labios, en señal de absoluto silencio, cosa muy difícil para mí, ya que mi cabeza siempre estaba burbujeando.
—_____ se siente algo mal del estómago y prefirieron pasar a su departamento, así no compartirían cama y dormiría más tranquila —me explicó. Yo abrí mucho los ojos, pidiendo más detalles, sin hablar—, no ha respondido el teléfono, porque se ha quedado sin batería, pero dice que mañana te llamará.
Solté el aire.
—Enferma… —reflexioné— ¿habrá sido la comida?...
En realidad no importaba lo que hubiese sido, sólo me importaba lo mucho que deseaba estar con ella, aunque fuese para arroparla.
—¿Nos vamos por unas pizzas? —preguntó Harry junto a mí. Lo miré, suspiré y curvé la boca, buscando mostrar una sonrisa resignada.
—Vamos por unas pizzas… —acepté, comenzando a caminar al interior de la casa. Apagué el cigarrillo en el cenicero que llevaba Harry en la mano y él hizo lo mismo— ¿Y si les llevamos la cena a las chicas.
El suspiró.
—¿Tú estás seguro, que sólo crees estar enamorado? —preguntó.
La risa que me salió, fue clara y amplia. Tenía razón, ya no podía hablar de posibilidad. Era un hecho.
.
"La regla es; Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas"
Paseaba de un lado a otro de la habitación, como si fuese una leona enjaulada. Mi cabeza bullía del modo que solía hacer, cuando alguna cuenta me estaba dando demasiados problemas. Mantenía los brazos cruzados contra el pecho, con los puños cerrados y tan apretados, que me dolían las manos. Sin embargo, ese dolor parecía mantenerme relativamente centrada.
—Ya está —dijo Camille, entrando en mi habitación.
—¿Te aseguraste de que no llamara más? —pregunté, continuando con mi paseo.
—Sí.
—¿No le dijiste nada de lo que pasaba?
—No.
—¿No llegaste a insinuarlo? —la miré de forma acusadora. Camille se sentó en mi cama y negó con un gesto lento y una sonrisa irónica.
—No.
—Entonces, ¿estás segura de que no volverá a llamarme? —insistí.
—Al menos hoy no —Camille miraba sus zapatos.
—¿Y no aparecerá por aquí?
—¡_____!, ¡ya basta!
El grito y la mirada certera de mi amiga, me obligaron a callarme y detenerme en mi paseo, pero no a descruzar los brazos ni relajar los puños.
—Tienes que tranquilizarte —comenzó a hablar en un tono más amable—. No solucionarás la situación, poniéndote histérica.
Eso lo sabía bien, ya que en este momento, poca solución tenía mi problema. Me dejé caer en la cama junto a ella, aún con los brazos apretados contra el pecho.
—Relájate —me pidió ella, con maternal cariño, intentando liberar mis propios brazos de la prisión en la que los tenía.
Los solté y dejé caer en mi regazo. Suspiré.
—Quisiera estarlo —dije con cierta resignación—, pero no puedo —comencé a apretar mis propios dedos. Camille me sostuvo una mano, para evitar que lo hiciera. La miré—. Me he pasado horas buscando algo que Zayn hubiese dicho sobre hijos ¿sabes?...
—¿Y? —preguntó comprensiva, tanto, que me llevó a recordar el día en que Jimmy Ashler me dijo que era una llorona y una amargada. Claro que entonces tenía doce años y aquello parecía importante. Camille me había tomado la mano y me había abrazado, insultando con todo su arsenal verbal a Jimmy Ashler.
Me encogí de hombros.
—No habla de ello… —dije resignada, para casi de inmediato ponerme en pie algo angustiada y exclamar casi en un grito— ¿pero es normal?, tiene sólo veintitrés años… ¿quién piensa en hijos con veintitrés años?
Alcé las manos, acentuando lo que me parecía un hecho evidente.
—Bueno, al parecer a él le tocará hacerlo ¿no? —aclaró Camille. Volví a fijar mi mirada en ella.
—Fue muy claro… —dije, refiriéndome a aquella conversación que le escuché con Harry, cuando ambos pensaban que Camille estaba embarazada.
—Pensaba que podía ser de Harry —quiso aclarar aún más, pero yo lo veía todo muy negro—. Además, no todos los hijos son programados y aquí estamos —hizo un gesto con las manos, mostrándose a sí misma.
Y llegados a ese punto, bajé la mirada. Sabía que eso era así, también sabía de los caminos que se podían tomar en esas circunstancias.
Ante mi silencio, Camille habló otra vez.
—Y de lo malo, ¡lo criáremos juntas! —aseguró.
La miré, quizás no debería sorprenderme, era mi amiga, pero cuando el cariño se expresaba con tal fuerza desnuda, impresionaba. Creo que sonreí.
—Vamos, ahora tienes que relajarte y comer algo —insistió en su papel de madre.
—Ya lo sé… —me senté, dejándome caer junto a ella en la cama. Descansé mi cabeza en su hombro— Mira en lo que fue a para nuestra salida a Las Vegas —me quejé, casi con mimo.
—Míralo por el lado positivo —dijo y yo la observé de reojo—. Tu hijo o hija saldrá precioso.
Resoplé.
—Vaya —ironicé—, es todo un alivio.
Ella rió.
—De verdad que no entiendo porque no me rijo por tus reglas de vida —continué quejándome—, son mucho más liberales y menos conflictivas.
—¿Verdad? —me siguió la corriente—, si es que viviríamos en un mundo más feliz.
—Sí, claro —levanté la cabeza de su hombro y la miré directamente—, en un mundo gobernado por el caos total. Perfecto.
Continuó riendo y se puso en pie. Comprendía que mi ánimo ahora mismo, no era el mejor, pero Camille me soportaba. Como siempre.
—Ven —tomó mi mano y tiró de mí—, prepararé algo para comer, tienes que cenar.
—No tengo hambre —me resistí, pero ella tiró más.
—No lo hago por ti.
Me puse en pie, casi de inmediato, como si aquella simple frase, hubiese resonado en mi mente sin que lo notara.
—Bueno… —arrastré la palabra, molesta por darle la razón.
.
Al día siguiente, en el trabajo, mi concentración andaba a media máquina. Sabía que hoy volvería a dormir a casa de 'mi cuñado'. Suspiré. Sería mejor centrarme en lo que tenía en la pantalla del computador, que no podía pasar de hoy, para organizar una reunión con los dueños de esa cuenta. Eso, además de preparar la presentación de su nueva tienda.
Me masajeé la sien, sin que me doliese la cabeza en realidad, quizás simplemente, como un modo de aplacar la tensión que tenía. Sabía que debía enfriar mi mente, porque ahora mismo tenía muchas decisiones que tomar.
Un mensaje apareció en la parte izquierda de mi pantalla.
"Mensaje de Alex"
Miré aquellas palabras, recordando que hace muy poco tiempo, aquello me emocionaba enormemente. Ahora sólo me fastidiaba.
—¿Serán las hormonas? —me pregunté, pinchando en el mensaje.
"Tenemos reunión en media hora"
¿Reunión?, ¿con quién?
Lo cierto es que el comportamiento de Alex, los últimos días, dejaba mucho qué desear. Era como si estuviese poniendo a prueba mi paciencia en todo momento. Y ya se me estaba acabando.
Mi teléfono sonó y en cuanto vi el nombre de quién llamaba, el corazón me dio un salto, que rebotó en mi estómago, llenándolo de mariposas e inquietud.
—Zayn… —murmuré comenzando a respirar algo agitada, observando el número y esperando a que dejara de sonar. No podía responder, no aún.
Cuando el móvil dejó de sonar, resoplé como si hubiese estado conteniendo el aire en todo momento y me puse en pie. Dejé caer el teléfono dentro de mi bolso, necesitaba saber a qué se refería Alex con aquello de 'una reunión'. Así que salí en dirección a su oficina, esperando a que me explicase que quería de mí.
Caminé por el pasillo, escuchando algunos murmullos que llamaron mi atención. Había dos chicas, Annabelle y Sara, que estaban de pie en medio del pasillo. Miraban en dirección a la recepción a alguien a quién no llegaba a distinguir y no me detendría a averiguarlo. Di dos toques en la puerta de Alex y entré, él estaba al teléfono. Esperé de pie frente a su escritorio.
—Bien, hazlos pasar a la sala de reuniones —habló al teléfono y cortó.
Yo alcé ambas cejas en señal de pregunta.
—Vamos, nuestros clientes ya han llegado —se puso en pie indicándome la puerta.
—Explícame al menos de quién se trata —reclamé, cruzando la puerta y avanzando por el pasillo.
—¿Te pido un café? —me preguntó, ignorando mis palabras.
—No quiero un café —reclamé.
—¿Una coca cola, agua? —insistió, sosteniendo mis hombros, como si deseara que me centrase en sus palabras.
—Quiero saber quién viene a reunirse con nosotros —volví a preguntar, de pie frente a la puerta de la sala de reuniones. Observé, a través de, la pared acristalada el interior encontrándome justo con lo que no quería ver.
Zayn.
.
.
Tamborileaba los dedos sobre la mesa de cristal, en tanto observaba a Alex, sosteniendo a ____ por los hombros. La había llamado, en cuanto había entrado en la agencia y ella, del mismo modo que había hecho el día anterior, no se dignó a responder mis llamadas. ¿Habría estado enferma realmente?, o había sido un modo de alejarse de mí.
En ese momento miró dentro de la habitación y se encontró conmigo.
"Sorpresa"
Tuve ganas de decirle, ya que por el modo en que me miraba, era obvio que desconocía mi presencia.
La puerta se abrió y ambos entraron. ___ me miraba de reojo, sonrió a Harry y al resto de los chicos, se sentó junto a harry y desde ahí me sonrió levemente.
Una sonrisa, ¿eso era lo que me llevaba luego de más de veinticuatro horas sin verla? Respondí del mismo modo.
—¿Camille no ha venido? —nos preguntó Alex. Yo simplemente lo miré. ¿No era él quien debía saber?
En ese momento la vimos corriendo hacia la puerta y entrar.
—¡Aquí estoy, aquí estoy, aquí estoy! —vociferó, cerrando la puerta y arrancando risas a Louis, Liam y Niall, una mueca de agrado a Harry, que intentó disimular lo mejor que pudo.
—Bien —dijo Alex, observándola sentarse junto a él y frente a mí—. Los he citado porque ya tenemos fecha para el inicio de la promoción.
—¿Y cuando comenzaría? —preguntó Harry ya que Simons aún no llegaba.
—El martes de la semana siguiente tendrían que estar en Atlanta —explicó Alex—, desde ahí partirán.
—¿Cuál será la siguiente parada? —pregunté y Alex respondió solícito.
—Nueva York.
—¿Sólo iremos los cinco? —habló Niall, haciendo suya una pregunta que yo moría por hacer. A veces me preguntaba si él era capaz de anticiparse a mis inquietudes.
—Simons y supongo que las chicas… —aclaró Alex con cierto desgano que no se me pasaba por alto.
—No, yo no iré —dijo entonces ___, sentada junto a Harry a mi izquierda.
—¿Por qué no irás? —pregunté, inclinándome en la mesa para mirarla.
—No veo la necesidad —respondió con displicencia.
—¡¿Cómo que no? —alcé la voz involuntariamente.
—Zayn —murmuró Harry.
—No —negó ella, acentuando su decisión—, además no eres tú quién debería discutirlo ¿no crees?... ¿Harry? —le preguntó, descaradamente a Harry, como si él pudiese decidir algo.
—¡Por favor! —me quejé, apoyando la espalda en la silla y cruzando los brazos.
—Esto es mejor discutirlo en casa —escuché decir a Harry, bajo la mirada inquisidora de Alex.
—Sí ___, mejor que lo hablemos en casa —intervino Camille.
Miré a Louis, que observaba la situación en absoluto silencio.
Si alguien me hubiese dicho que ir a Las Vegas, traería una resaca tan larga, jamás habría puesto un pie en ese lugar.
—Necesito fumar —dije, dirigiéndome a Alex.
—Claro —aceptó— ¿Alguien quiere un café? —preguntó en tanto yo me ponía en pie.
—Hay una terraza, saliendo al pasillo al fondo… —comenzó a explicarme Camille, cuando pasé junto a ella.
—Gracias.
Salí de ahí, sintiendo que la cabeza me iba a estallar. Si había una cosa que detestaba más que la impuntualidad, era la incertidumbre. En mi mundo, todo tenía que estar organizado o de lo contrario lo desechaba. Pero, ¿cómo iba a desechar a ____, sintiendo lo que sentía por ella?
—Mierda… —mascullé entre dientes, avanzando por el largo pasillo.
—Zayn…
Escuché su voz tras de mí. Me detuve y la miré. Me dolía la mandíbula, de la fuerza con la que apretaba los dientes.
—Quiero fumar —le dije, necesitaba calmar mi estado de ánimo.
—Bien, sígueme —me indicó, pasando junto a mí y adelantándose. El sutil aroma de su perfume, alertó mis sentidos. Malditos franceses y sus inventos de seducción.
La seguí.
Cuando llegamos a la terraza, ___ apoyó ambas manos en el barandal. Yo busqué mis cigarrillos y encendí uno. Ambos en absoluto silencio, hasta que ella lo rompió.
—Creo que es mejor que me quede aquí —comenzó a decir—, de ese modo podrás estar más tranquilo en el trabajo.
Me miró. Yo había aspirado el humo y lo fui liberando suavemente, del modo en que deseaba que mis emociones se calmaran.
- ____, si tú no quieres venir, yo no insistiré —le expliqué, mirándola fijamente—. Pero no insistiré en nada más.
—¿Por qué me dices eso? —preguntó inquieta. No quería que se sintiera mal, pero yo tampoco quería sentirme así.
—Lo mejor es que nos distanciemos —quise explicarme con sinceridad—. Yo necesito centrarme en mi trabajo y no quiero seguir en este balancín emocional en el que me tienes.
Ella me miró, pensé por un momento que me negaría la posibilidad de dejarla. Quizás diría algo, para que yo cambiara de opinión. ¿No es lo que siempre esperamos cuando lanzamos un ultimátum?
Pero me equivoqué. ______ miró al suelo, para luego mirarme, pero no a los ojos.
—Sí, creo que tienes razón.
Esas fueron sus palabras y noté como se me oprimía el pecho ante ellas. Así que opté por silenciar ese grito interno, con otra ración de humo.
.
"Lo que pasa en Las Vegas, nunca debe salir de ahí"
.
Continuará…
Me hundí lentamente en ella, notando el corazón agitado, pero al mismo tiempo silencioso, como si necesitara de esa calma perfecta, que se estaba gestando dentro de mí, al sentirla. Sus ojos abiertos y expectantes, me mostraban las sensaciones de su cuerpo. Su boca abierta y esperando el toque de la mía, la intrusión de mi lengua. Todo de pronto, pareció dejar de existir a nuestro alrededor. Mi cuerpo, caliente, pegado al suyo. Su cabello húmedo desperdigado sobre la cama. Un lamento saliendo de su boca, un gemido brotando de la mía.
—Oh _____… se siente tan bien… —confieso aturdido, abrazándola, sabiendo que ese sentir, no sólo exploraba mi cuerpo, era algo que se gestaba en mi consciencia, en mi esperanza, en mi forma de ver el mundo. Algo que me hablaba del amor aquel, que me resultaba tan escurridizo.
—Disfrútalo… —me concede ella, como un regalo, como si me estuviese permitiendo hacerla mía, sin reparo, sin barreras.
La miré nuevamente a los ojos, en tanto mi cadera se mueve cadenciosa entre sus piernas. Le acaricié el rostro, despejándolo de las hebras de cabello húmedo que se le han pegado.
—Me gusta… —le cuento en un suspiro, notando la caricia de sus manos en mi espalda, una caricia sin exigencia.
Me sonríe.
—¿Te sientes bien? —indagó. Yo asentí sin dejar de mirarla. Se mordió el labio, liberándolo lentamente, en un gesto muy sensual, en tanto su cadera se removió lentamente bajo la mía, ajustándose a mi ritmo— yo también te siento… muy bien…
Entrecerré los ojos, cuando el significado de sus palabras, me recorrió la columna completamente, llenándome con el sopor delicioso del deseo. La abracé, escondiendo el rostro en su hombro, hundiéndome con más intensidad.
—Eres mala… —le susurré, lamiendo su oído, ella suspiró— y yo que quería ser un caballero…
Me sonrió, la escuché hacerlo en medio de un jadeo que se le escapó.
—Puedes… serlo luego… —me alienta, sus manos buscando mi cadera, indicándome el ritmo que buscaba— ahora sé mi amante…
Había algo en la palabra amante, que me estremeció. Qué hermosa palabra, pensé, tan llena de significado, tan pura y maldita a la vez.
—Me haces… desearte tanto… —dije, cruzando mis brazos bajo su espalda, sintiendo su pecho rozándose contra el mío.
Y de esa manera, perdiendo el control, la avasallé. Del modo que ella me pedía, del modo en que mi cuerpo y mi deseo, me pedían a mí. Entrando con vigor, removiendo su cuerpo sobre la cama, perdiéndome en su sexo.
Me arrodillé y la observé, sus piernas alrededor de mi cadera, mi sexo hundido en el suyo. Sus ojos, observándome perdido en el placer. Ruborizada y mía.
Extendí las manos, llenándomelas con sus senos. El aire, completamente plagado de sus gemidos, que entraban en mis sentidos, embriagándolos. La firmeza de sus pezones, cediendo ante mis caricias. Su boca abierta en un gesto de agonía. Mi propia agonía bullendo en mi sexo, preparando el disparo mortal. El sudor humedeciendo mi sien, sus manos buscando las mías, enlazándolas, alzándose para robarme un beso. La sostuve contra mi pecho, con ambas manos, unidas, contra su espalda. ____ de pronto, removiéndose sobre mí, jadeando contra mi boca, llevándome, al final, sin remedio.
-____… ___… —quise avisarle que se detuviera, quise advertirle que no aguantaría mucho más.
—Hazlo… hazlo por favor… —me suplicó y la sentí tan mía, cuando aquello sucedió, tan mía y yo tan suyo, que por un momento me sentí vacío y vulnerable, completamente perdido en la calidez de su cuerpo. Absolutamente enamorado y entregado. Indiscutiblemente suyo.
Y rompí en un jadeo largo, que encontró refugió en su mejilla, mientras mi sexo se liberaba, en espasmos que me mareaban, me satisfacían, me vaciaban de deseo y me llenaban de amor. Llevé nuestras manos unidas a mi espalda, necesitando su abrazo, su cuerpo completo rodeándome. ____ se agitó un poco más sobre mí, ahora que mi sexo, aún podía proporcionarle placer. Y supe que lo había conseguido, cuando la calidez de su culminación tocó mi ingle, y el suspiro ahogado que se abrió paso por su garganta, me lo indicó.
Luego su cuerpo se desmadejó sobre el mío, como si no tuviese huesos o estos se hubiesen licuado. Llenándome de ternura.
—Descansa… —murmuré contra su cabello, aún húmedo y oliendo a shampoo. Nuestras manos estaban tan unidas, que dolían al intentar soltarlas. Su pecho, agitado, presionando contra el mío
—¿Zayn…? —murmuró, apenas, mi nombre.
—¿Sí…?
____ se reacomodó en el abrazo, como si buscara apretarse un poco más a mí, sin llegar a hacerlo. El silencio que bailó entre los dos parecía decir tantas cosas, que sólo podías llegar a percibir, sin poder comprender con la lucidez que la mente, a veces, parece tener.
Y pensé que sí, que yo también lo sentía, pero que tampoco podía decírselo.
.
Minutos después, la observaba dormida. Sus ojos cerrados a la luz, los labios apenas entreabiertos, esperando a que el aire la alimentara. Su cabello casi seco, extendido por la almohada, su pecho removiéndose con cada suave respiración.
Sí, quizás estaba enamorado. Me sonreí tontamente. No, ya no cabía un 'quizás', en esto.
.
.
Me regocijé en esa exquisita sensación que otorga el descanso. La habitación estaba en silencio y una suave respiración chocaba contra mi rostro. Abrí los ojos y descubrí, a la vez que recordé, la compañía de Zayn. Dormía, con una expresión tan dulce, que casi suspiro de ternura, noté como mi corazón se disparaba sólo por tenerlo cerca, por sentirlo tan mío ahora mismo, por saber que podía tocarlo si quería, y quería, pero no podía perturbar su sueño, no quería romper la imagen que ahora me otorgaba su rostro en completa calma.
¿Amarlo?
Desde luego, suspiré rendida.
Lo que ahora anidaba en mi pecho, no podía ser otra cosa. La asfixiante sensación de pertenencia que me embargaba, tampoco. Y sabía que no era bueno, comprendía que era una enorme y horrible complicación, más aún…
Negué. No, no pensaría en ello, porque ahora mismo, con Zayn dormido en mi cama, quería sentirme feliz.
Escuché el modo en que el aire entraba y salía de su cuerpo. Ese maldito oxigeno que iba, poco a poco e inexorablemente, acabando con la hermosa imagen que tenía frente a mí. Pero no acabaría jamás con el recuerdo, con la imagen grabada que dejaría esta escena en mi mente. Su cabello desordenado, con esos mechones, que normalmente se peinaba hacía atrás, y que ahora eran el marco de su rostro. Los aros de metal de adornaban sus labios, brillando con la escasa luz que aún le quedaba al día, tan simétricos, tan perfectamente adheridos a su boca, su nariz, tan agraciada, sus pestañas rizadas. Su cuello, extenso y blanco, adornado por aquellos lunares traviesos, que me invitaban a explorar. Su pecho, respirando calmado. Todo él, belleza.
Suspiré, cuando la colcha me impidió el análisis más exhaustivo. Me reacomodé un poco, muy lentamente, para no despertarlo, observándolo dormir, preguntándome qué sueños podía estar teniendo, deseando encontrarme en ellos.
Se quejó, aún dormido, su ceño se arrugó, sólo un poco y por un segundo. ¿Debía despertarlo?, ¿sería una pesadilla? Sentí, de pronto, deseos de llorar. Necesitaba, tanto, cuidar de él. Supe, como sabía que saldría el sol cada día, que quería su felicidad, por encima de cualquier cosa.
Y me abrumé, comencé a ahogarme. No podía quererlo así, ¿verdad?, hacerlo era un riesgo para mi alma. ¿Y si estaba embarazada?, perdería todo sentimiento que Zayn pudiese tener por mí.
Cerré los ojos e intenté calmarme, entrar en pánico no era el mejor modo de pensar, de razonar. No.
Lo escuché quejarse, tan suavemente, que lo único que logró, fue recordarme a sus momentos de pasión. Lo observé, se quedó de espaldas contra la cama, los ojos aún cerrados, su brazo izquierdo por encima de la cabeza y el tatuaje de su costado, comenzando a insinuarse.
Llevé mis labios a él, sin pensarlo mucho más, después de todo se dice, que sólo tenemos el ahora ¿no? Mañana, probablemente tendría mucho de qué preocuparme, pero 'mañana' aún no llegaba.
El tacto de su piel era suave, tan suave, que parecía imposible en un hombre. Mis dedos vagaron sobre su pecho, hacía el aro que adornaba su pecho, sabía que lo despertaría, pero no creía que eso le fuese a molestar.
¿Por qué, resultaba mucho más fácil entregar el cuerpo, que el alma?
Lo escuché respirar profundamente, cuando la misma mano que acariciaba su pecho, bajó por su estomago y su vientre, encerrando su sexo, que descansaba, débil, sobre su cuerpo.
—Mmm… —una expresión de satisfacción se escuchó, cuando lo acaricié suavemente. Sabía que estaba a un paso de despertar.
Mi lengua humedeció su costado y su sexo comenzó a llenarse, su mano acarició mi cabello y su voz, oscurecida por el sueño y la pasión, me habló.
—No me molestaría despertar así, cada día… —pareció sonreí.
Lo miré, descansado mi mejilla en su estómago.
—Cambia a tu hermano de habitación… —me encogí de hombros.
—No me hagas pensar ahora… que no puedo… —cerró los ojos, cuando mi mano presionó su sexo.
—¿Podemos dejar el estudio para mañana? —pregunté, manteniendo las caricias.
—¿Por favor?... —pidió.
Sonreí y me monté sobre su cadera, sintiendo su cuerpo tibio, casi caliente, bajo el mío. Besé sus labios y murmuré contra ellos.
—Hoy eres mío…
Y sabía que hoy, era lo único en lo que quería pensar.
.
.
Escuché el sonido de llamada dos, tres, cuatro veces, pero _____ no respondía. Por segunda vez me salió el buzón de mensajes y por segunda vez corté la llamada. Habíamos pasado la noche juntos en su departamento y por la mañana la había dejado, a regañadientes, en la puerta de su trabajo. De eso hacia ya, cerca de diez horas y ella no me respondía el teléfono.
—¿No contesta aún? —preguntó Harry, saliendo al jardín, que era dónde me encontraba.
Negué con un gesto, mirando a mi perra, que me observaba curiosa desde el piso.
—No contesta… —le sonreí y ella movió su cola.
—¿Un cigarrillo? —me ofreció . Se lo recibí— Camille, tampoco ha vuelto, andarán juntas —intentó calmarme, mientras me encendía el cigarrillo. Aspiré el humo, sin poder evitar, evocar el modo en que ___, fumaba de mi boca.
—Quizás… pero es extraño —me corregí de inmediato—, sabía que la llamaría.
Harry fumó también.
—Camille no está embarazada —me contó entonces.
—¿No? —lo miré—, es un alivio.
—Sí, se podría decir que sí… —exhaló el humo— dijo que había sido algo preventivo.
—Preventivo —repetí.
—¿Qué te puedo decir? —se encogió de hombros—, yo tampoco lo entiendo.
Volví a aspirar, dejando que el humo jugueteara dentro de mi boca y lo expulsé, esta vez, sin permitirle entrar a mis pulmones.
—Creo que estoy enamorado… —le confesé a Harry.
Él rió.
—¿Lo crees? —me preguntó.
Reí y lo miré.
—Sí…
—Anoche no llegaste a dormir —me recordó. Yo sólo pude reír un poco más.
—¡Tómame en serio! —me quejé entre risas, dándole un pequeño empujón—, te estoy contando algo importante.
En ese momento su teléfono sonó. Arrugó el ceño cuando vio el número. Yo me mantuve atento.
—¿Si? —preguntó, escuchó y luego me miró.
—¿Qué pasa? —quise saber. Me hizo un gesto con la mano, para que esperara.
—Bien… entiendo… ¿estarán bien?... —continuaba hablando Harry y yo notaba como me iba desesperando, ¿quién podía ser?, ¿estarán bien?, ¿qué clase de pregunta era esa?
—¿Quién es? —continué interrogando.
—Sí, tranquila… —me miró atentamente— se lo diré… sí… adiós Camille.
Cortó.
—¿Qué pasa? —mis preguntas ya habían pasado de la duda a la preocupación.
—Nada demasiado importante —comenzó a explicarme.
—Nada demasiado, o sea, que es importante —insistí.
—Zayn.
Llamó mi atención y yo cerré la boca esperando. Era su forma amable de decirme que no me contaría nada, si no me calmaba.
—Camille y _____, pasaran la noche en su departamento… —no pudo continuar, porque lo interrumpí.
—¿Por qué?
Harry respiró profundamente, para luego fumar y quedarse en silencio.
—¡Oh, estúpido! —reclamé— La llamaré.
—No te van a contestar —dijo con calma.
—Pero…
—Zayn.
Volvió a intentar calmarme.
—¡Mierda! —exclamé, apretando los labios, en señal de absoluto silencio, cosa muy difícil para mí, ya que mi cabeza siempre estaba burbujeando.
—_____ se siente algo mal del estómago y prefirieron pasar a su departamento, así no compartirían cama y dormiría más tranquila —me explicó. Yo abrí mucho los ojos, pidiendo más detalles, sin hablar—, no ha respondido el teléfono, porque se ha quedado sin batería, pero dice que mañana te llamará.
Solté el aire.
—Enferma… —reflexioné— ¿habrá sido la comida?...
En realidad no importaba lo que hubiese sido, sólo me importaba lo mucho que deseaba estar con ella, aunque fuese para arroparla.
—¿Nos vamos por unas pizzas? —preguntó Harry junto a mí. Lo miré, suspiré y curvé la boca, buscando mostrar una sonrisa resignada.
—Vamos por unas pizzas… —acepté, comenzando a caminar al interior de la casa. Apagué el cigarrillo en el cenicero que llevaba Harry en la mano y él hizo lo mismo— ¿Y si les llevamos la cena a las chicas.
El suspiró.
—¿Tú estás seguro, que sólo crees estar enamorado? —preguntó.
La risa que me salió, fue clara y amplia. Tenía razón, ya no podía hablar de posibilidad. Era un hecho.
.
"La regla es; Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas"
Paseaba de un lado a otro de la habitación, como si fuese una leona enjaulada. Mi cabeza bullía del modo que solía hacer, cuando alguna cuenta me estaba dando demasiados problemas. Mantenía los brazos cruzados contra el pecho, con los puños cerrados y tan apretados, que me dolían las manos. Sin embargo, ese dolor parecía mantenerme relativamente centrada.
—Ya está —dijo Camille, entrando en mi habitación.
—¿Te aseguraste de que no llamara más? —pregunté, continuando con mi paseo.
—Sí.
—¿No le dijiste nada de lo que pasaba?
—No.
—¿No llegaste a insinuarlo? —la miré de forma acusadora. Camille se sentó en mi cama y negó con un gesto lento y una sonrisa irónica.
—No.
—Entonces, ¿estás segura de que no volverá a llamarme? —insistí.
—Al menos hoy no —Camille miraba sus zapatos.
—¿Y no aparecerá por aquí?
—¡_____!, ¡ya basta!
El grito y la mirada certera de mi amiga, me obligaron a callarme y detenerme en mi paseo, pero no a descruzar los brazos ni relajar los puños.
—Tienes que tranquilizarte —comenzó a hablar en un tono más amable—. No solucionarás la situación, poniéndote histérica.
Eso lo sabía bien, ya que en este momento, poca solución tenía mi problema. Me dejé caer en la cama junto a ella, aún con los brazos apretados contra el pecho.
—Relájate —me pidió ella, con maternal cariño, intentando liberar mis propios brazos de la prisión en la que los tenía.
Los solté y dejé caer en mi regazo. Suspiré.
—Quisiera estarlo —dije con cierta resignación—, pero no puedo —comencé a apretar mis propios dedos. Camille me sostuvo una mano, para evitar que lo hiciera. La miré—. Me he pasado horas buscando algo que Zayn hubiese dicho sobre hijos ¿sabes?...
—¿Y? —preguntó comprensiva, tanto, que me llevó a recordar el día en que Jimmy Ashler me dijo que era una llorona y una amargada. Claro que entonces tenía doce años y aquello parecía importante. Camille me había tomado la mano y me había abrazado, insultando con todo su arsenal verbal a Jimmy Ashler.
Me encogí de hombros.
—No habla de ello… —dije resignada, para casi de inmediato ponerme en pie algo angustiada y exclamar casi en un grito— ¿pero es normal?, tiene sólo veintitrés años… ¿quién piensa en hijos con veintitrés años?
Alcé las manos, acentuando lo que me parecía un hecho evidente.
—Bueno, al parecer a él le tocará hacerlo ¿no? —aclaró Camille. Volví a fijar mi mirada en ella.
—Fue muy claro… —dije, refiriéndome a aquella conversación que le escuché con Harry, cuando ambos pensaban que Camille estaba embarazada.
—Pensaba que podía ser de Harry —quiso aclarar aún más, pero yo lo veía todo muy negro—. Además, no todos los hijos son programados y aquí estamos —hizo un gesto con las manos, mostrándose a sí misma.
Y llegados a ese punto, bajé la mirada. Sabía que eso era así, también sabía de los caminos que se podían tomar en esas circunstancias.
Ante mi silencio, Camille habló otra vez.
—Y de lo malo, ¡lo criáremos juntas! —aseguró.
La miré, quizás no debería sorprenderme, era mi amiga, pero cuando el cariño se expresaba con tal fuerza desnuda, impresionaba. Creo que sonreí.
—Vamos, ahora tienes que relajarte y comer algo —insistió en su papel de madre.
—Ya lo sé… —me senté, dejándome caer junto a ella en la cama. Descansé mi cabeza en su hombro— Mira en lo que fue a para nuestra salida a Las Vegas —me quejé, casi con mimo.
—Míralo por el lado positivo —dijo y yo la observé de reojo—. Tu hijo o hija saldrá precioso.
Resoplé.
—Vaya —ironicé—, es todo un alivio.
Ella rió.
—De verdad que no entiendo porque no me rijo por tus reglas de vida —continué quejándome—, son mucho más liberales y menos conflictivas.
—¿Verdad? —me siguió la corriente—, si es que viviríamos en un mundo más feliz.
—Sí, claro —levanté la cabeza de su hombro y la miré directamente—, en un mundo gobernado por el caos total. Perfecto.
Continuó riendo y se puso en pie. Comprendía que mi ánimo ahora mismo, no era el mejor, pero Camille me soportaba. Como siempre.
—Ven —tomó mi mano y tiró de mí—, prepararé algo para comer, tienes que cenar.
—No tengo hambre —me resistí, pero ella tiró más.
—No lo hago por ti.
Me puse en pie, casi de inmediato, como si aquella simple frase, hubiese resonado en mi mente sin que lo notara.
—Bueno… —arrastré la palabra, molesta por darle la razón.
.
Al día siguiente, en el trabajo, mi concentración andaba a media máquina. Sabía que hoy volvería a dormir a casa de 'mi cuñado'. Suspiré. Sería mejor centrarme en lo que tenía en la pantalla del computador, que no podía pasar de hoy, para organizar una reunión con los dueños de esa cuenta. Eso, además de preparar la presentación de su nueva tienda.
Me masajeé la sien, sin que me doliese la cabeza en realidad, quizás simplemente, como un modo de aplacar la tensión que tenía. Sabía que debía enfriar mi mente, porque ahora mismo tenía muchas decisiones que tomar.
Un mensaje apareció en la parte izquierda de mi pantalla.
"Mensaje de Alex"
Miré aquellas palabras, recordando que hace muy poco tiempo, aquello me emocionaba enormemente. Ahora sólo me fastidiaba.
—¿Serán las hormonas? —me pregunté, pinchando en el mensaje.
"Tenemos reunión en media hora"
¿Reunión?, ¿con quién?
Lo cierto es que el comportamiento de Alex, los últimos días, dejaba mucho qué desear. Era como si estuviese poniendo a prueba mi paciencia en todo momento. Y ya se me estaba acabando.
Mi teléfono sonó y en cuanto vi el nombre de quién llamaba, el corazón me dio un salto, que rebotó en mi estómago, llenándolo de mariposas e inquietud.
—Zayn… —murmuré comenzando a respirar algo agitada, observando el número y esperando a que dejara de sonar. No podía responder, no aún.
Cuando el móvil dejó de sonar, resoplé como si hubiese estado conteniendo el aire en todo momento y me puse en pie. Dejé caer el teléfono dentro de mi bolso, necesitaba saber a qué se refería Alex con aquello de 'una reunión'. Así que salí en dirección a su oficina, esperando a que me explicase que quería de mí.
Caminé por el pasillo, escuchando algunos murmullos que llamaron mi atención. Había dos chicas, Annabelle y Sara, que estaban de pie en medio del pasillo. Miraban en dirección a la recepción a alguien a quién no llegaba a distinguir y no me detendría a averiguarlo. Di dos toques en la puerta de Alex y entré, él estaba al teléfono. Esperé de pie frente a su escritorio.
—Bien, hazlos pasar a la sala de reuniones —habló al teléfono y cortó.
Yo alcé ambas cejas en señal de pregunta.
—Vamos, nuestros clientes ya han llegado —se puso en pie indicándome la puerta.
—Explícame al menos de quién se trata —reclamé, cruzando la puerta y avanzando por el pasillo.
—¿Te pido un café? —me preguntó, ignorando mis palabras.
—No quiero un café —reclamé.
—¿Una coca cola, agua? —insistió, sosteniendo mis hombros, como si deseara que me centrase en sus palabras.
—Quiero saber quién viene a reunirse con nosotros —volví a preguntar, de pie frente a la puerta de la sala de reuniones. Observé, a través de, la pared acristalada el interior encontrándome justo con lo que no quería ver.
Zayn.
.
.
Tamborileaba los dedos sobre la mesa de cristal, en tanto observaba a Alex, sosteniendo a ____ por los hombros. La había llamado, en cuanto había entrado en la agencia y ella, del mismo modo que había hecho el día anterior, no se dignó a responder mis llamadas. ¿Habría estado enferma realmente?, o había sido un modo de alejarse de mí.
En ese momento miró dentro de la habitación y se encontró conmigo.
"Sorpresa"
Tuve ganas de decirle, ya que por el modo en que me miraba, era obvio que desconocía mi presencia.
La puerta se abrió y ambos entraron. ___ me miraba de reojo, sonrió a Harry y al resto de los chicos, se sentó junto a harry y desde ahí me sonrió levemente.
Una sonrisa, ¿eso era lo que me llevaba luego de más de veinticuatro horas sin verla? Respondí del mismo modo.
—¿Camille no ha venido? —nos preguntó Alex. Yo simplemente lo miré. ¿No era él quien debía saber?
En ese momento la vimos corriendo hacia la puerta y entrar.
—¡Aquí estoy, aquí estoy, aquí estoy! —vociferó, cerrando la puerta y arrancando risas a Louis, Liam y Niall, una mueca de agrado a Harry, que intentó disimular lo mejor que pudo.
—Bien —dijo Alex, observándola sentarse junto a él y frente a mí—. Los he citado porque ya tenemos fecha para el inicio de la promoción.
—¿Y cuando comenzaría? —preguntó Harry ya que Simons aún no llegaba.
—El martes de la semana siguiente tendrían que estar en Atlanta —explicó Alex—, desde ahí partirán.
—¿Cuál será la siguiente parada? —pregunté y Alex respondió solícito.
—Nueva York.
—¿Sólo iremos los cinco? —habló Niall, haciendo suya una pregunta que yo moría por hacer. A veces me preguntaba si él era capaz de anticiparse a mis inquietudes.
—Simons y supongo que las chicas… —aclaró Alex con cierto desgano que no se me pasaba por alto.
—No, yo no iré —dijo entonces ___, sentada junto a Harry a mi izquierda.
—¿Por qué no irás? —pregunté, inclinándome en la mesa para mirarla.
—No veo la necesidad —respondió con displicencia.
—¡¿Cómo que no? —alcé la voz involuntariamente.
—Zayn —murmuró Harry.
—No —negó ella, acentuando su decisión—, además no eres tú quién debería discutirlo ¿no crees?... ¿Harry? —le preguntó, descaradamente a Harry, como si él pudiese decidir algo.
—¡Por favor! —me quejé, apoyando la espalda en la silla y cruzando los brazos.
—Esto es mejor discutirlo en casa —escuché decir a Harry, bajo la mirada inquisidora de Alex.
—Sí ___, mejor que lo hablemos en casa —intervino Camille.
Miré a Louis, que observaba la situación en absoluto silencio.
Si alguien me hubiese dicho que ir a Las Vegas, traería una resaca tan larga, jamás habría puesto un pie en ese lugar.
—Necesito fumar —dije, dirigiéndome a Alex.
—Claro —aceptó— ¿Alguien quiere un café? —preguntó en tanto yo me ponía en pie.
—Hay una terraza, saliendo al pasillo al fondo… —comenzó a explicarme Camille, cuando pasé junto a ella.
—Gracias.
Salí de ahí, sintiendo que la cabeza me iba a estallar. Si había una cosa que detestaba más que la impuntualidad, era la incertidumbre. En mi mundo, todo tenía que estar organizado o de lo contrario lo desechaba. Pero, ¿cómo iba a desechar a ____, sintiendo lo que sentía por ella?
—Mierda… —mascullé entre dientes, avanzando por el largo pasillo.
—Zayn…
Escuché su voz tras de mí. Me detuve y la miré. Me dolía la mandíbula, de la fuerza con la que apretaba los dientes.
—Quiero fumar —le dije, necesitaba calmar mi estado de ánimo.
—Bien, sígueme —me indicó, pasando junto a mí y adelantándose. El sutil aroma de su perfume, alertó mis sentidos. Malditos franceses y sus inventos de seducción.
La seguí.
Cuando llegamos a la terraza, ___ apoyó ambas manos en el barandal. Yo busqué mis cigarrillos y encendí uno. Ambos en absoluto silencio, hasta que ella lo rompió.
—Creo que es mejor que me quede aquí —comenzó a decir—, de ese modo podrás estar más tranquilo en el trabajo.
Me miró. Yo había aspirado el humo y lo fui liberando suavemente, del modo en que deseaba que mis emociones se calmaran.
- ____, si tú no quieres venir, yo no insistiré —le expliqué, mirándola fijamente—. Pero no insistiré en nada más.
—¿Por qué me dices eso? —preguntó inquieta. No quería que se sintiera mal, pero yo tampoco quería sentirme así.
—Lo mejor es que nos distanciemos —quise explicarme con sinceridad—. Yo necesito centrarme en mi trabajo y no quiero seguir en este balancín emocional en el que me tienes.
Ella me miró, pensé por un momento que me negaría la posibilidad de dejarla. Quizás diría algo, para que yo cambiara de opinión. ¿No es lo que siempre esperamos cuando lanzamos un ultimátum?
Pero me equivoqué. ______ miró al suelo, para luego mirarme, pero no a los ojos.
—Sí, creo que tienes razón.
Esas fueron sus palabras y noté como se me oprimía el pecho ante ellas. Así que opté por silenciar ese grito interno, con otra ración de humo.
.
"Lo que pasa en Las Vegas, nunca debe salir de ahí"
.
Continuará…
Última edición por Vanessa_ el Miér 05 Dic 2012, 10:38 am, editado 1 vez
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Me fumaba un cigarrillo, sosteniendo el cenicero en una mano, encerrado en una pequeña habitación sin ninguna decoración particular y que estaba habilitada para hacer un pequeño descanso en medio de nuestra cuarta y última entrevista en Atlanta. No saldríamos hacia Nueva York hasta el día siguiente, por una cuestión de horarios, así que luego de terminar aquí, cenaríamos en el hotel y luego cada uno a su habitación. Aspiré el humo del cigarrillo con indolencia, la misma que venía arrastrando los últimos días y tras la que me había protegido luego de aquella conversación.
Arrugué el ceño, me había prometido dejar de pensar en ello. Ahora mismo debía centrarme en el trabajo, después de todo no habíamos pasado tanto tiempo con el álbum, para que yo tuviese la cabeza llena de humo, justo cuando más necesitaba del sentido común. Aspiré un poco más de mi cigarrillo, dejando que el tenue amargor del humo jugueteara en mi garganta. Hasta ahora el inicio de la promoción había ido muy bien. Nuestro primer single se había lanzado hoy mismo y la emisora de radio en la que nos encontrábamos, tenía la canción al aire.
Harry entró en la pequeña habitación y pude ver a Louis, Liam y Niall tras él. Harry extendió su mano pidiéndome el cigarrillo. Aspiré una vez más el humo y se lo cedí.
—¿Iremos a la fiesta? —preguntó Liam. Refiriéndose a un evento que nos había mencionado James, el locutor del programa en el que ahora estábamos.
—Parece algo bastante inocente —dijo Niall.
—Yo me vuelvo al hotel —Les dije
Los cuatro chicos se mantuvieron en silencio, hasta que habló Harry.
—Sería un poco extraño que One Directionl fuese a una fiesta, sin un integrante de 1D —razonó.
—Ya —ironicé. Harry sonrió con picardía.
—Vamos —me dio un golpe sin fuerza en el brazo.
—Te vendrá bien distraerte —acotó Louis.
—Además estamos de promoción —soltó Liam.
—No tengo ganas —dije, pero nadie pareció escucharme. Harry se dirigió a los dos chicos.
—Sí, las fiestas en medio de las promociones suelen ser tranquilas.
—Mmm… —Niall dejo escucharse, para luego acotar, mientras contenía el aire— de las que más me gustan.
—¡Eh!, que sigo aquí —mencioné.
—Con que estemos de vuelta a las dos de la madrugada… —continuó hablando Liam.
—Pues sí —se encogió de hombros Harry—, tiempo suficiente para distraernos un poco y luego dormir.
—¡Eh! —reclamé con algo más de volumen. Los chicos me miraron— Que sigo aquí.
—Ya lo sabemos —dijo Harry, marcando la obviedad y me sentí tonto. Luego miró nuevamente a Los tres chicos—. Aceptamos entonces.
—Por mí sí —respondió Niall.
—Pos mí también —fue la respuesta de Liam. Louis dio a conocer su respuesta, un "si", con un gesto con la cabeza.
Y ahora los Cuatros me miraban a mí esperando mi respuesta a su complot. Alce una ceja.
James apareció en la puerta de la pequeña habitación.
—Chicos, vamos al aire en un minuto.
Todos comenzamos a salir y seguir al hombre. Mientras avanzábamos por el estrecho pasillo, comencé a meditar la posibilidad de ir a aquella dichosa fiesta. ¿Qué podía pasar?, después de todo Harry tenía razón, 1D de fiestas sin unos de sus integrantes, era extraño.
Nos acomodamos en nuestros lugares nuevamente, cuando la canción que había al aire en ese momento, dejaba de sonar.
—Bueno aquí estamos nuevamente con los chicos de One Direction —dijo James y una vez más sonó el estribillo de nuestra canción. Nosotros volvimos a saludar—. Aún nos quedan algunas preguntas.
James consultó sus notas y yo me reacomodé en el asiento. Sabía que aún nos faltaba "la pregunta", esa que nos habían hecho en todas las entrevistas anteriores y que no podíamos eludir aunque quisiésemos.
—Zayn y Harry —se dirigió a nosotros el locutor—, se ha sabido por la prensa y por ustedes mismos, que desde hace unas semanas están felizmente casados.
"Felizmente", decía. Sonreí, del mismo modo amable que venía haciendo a lo largo de todo el día. Harry y yo asentimos con un monosílabo.
—¿Nos podrían contar cómo es que ha sucedido? —continuó con su pregunta. Y al igual que en las anteriores entrevistas, nuestra respuesta fue coloquial.
—Ellas son chicas excelentes —hablé.
—Muy divertidas —continuó Harry. Los demas chicos apoyaron sus palabras con animados "sí".
—Ya veo. ¿Se conocían hacía mucho? —interrogó James. Harry y yo nos miramos y reímos, aunque no tenía ganas de reír realmente.
—¿Nos conocimos mucho antes? —me preguntó Harry a mí.
—Eso depende —me encogí de hombros aún riendo—, el tiempo es tan relativo.
—Oh sí, sí… claro que lo es —apoyó entre risas Harry, rellenando de ese modo el tiempo de la respuesta y evitando dar detalles inconvenientes.
—Bien, bien… —rio sin más remedio James— ¿alguna canción del álbum, dedicada a sus esposas?
Harry movió ligeramente la cabeza, así que comprendí que él respondería.
—Todo el álbum —respondió y soltó una carcajada, buscando apoyo en nosotros. Así que se lo dimos.
De ese modo dimos por terminado el tema de nuestra boda. Luego de un par de preguntas más, sobre el siguiente sitio en que haríamos promoción y la preparación de la gira. Pudimos salir de ahí.
Aunque aún nos esperaba una fiesta.
.
.
Era extraño, dos semanas atrás, no me habría imaginado haciendo lo que ahora mismo hacía. Arrodillada sobre la hierba del jardín, le acariciaba el lomo a 'la niña' de Zayn, mientras esta comía del plato que acababa de ponerle. El resto de los perros lo hacía también, a varios metros de mí.
—¿Lo extrañas? —le pregunté a la pequeña perrita, que continuaba comiendo sin interrupción—. No sería extraño que lo hicieras… estás acostumbrada a él ¿no?
Ella levantó la cabeza y se relamió la boca mirándome atentamente. Le sonreí como si me estuviese entendiendo. Le sonreí.
—Ya no me das miedo ¿sabes? —le dije, acariciando los costados de su rostro, así como hacía Zayn. Ella se dejó, entrecerrando levemente los ojos—. Sí, claro que lo extrañas… —suspiré. La perrita se liberó de mis manos y volvió a su plato.
—¿Esperas que la ella te conteste lo que ya sabes? —escuché la voz de Camille tras de mí.
—No te escuché acercarte —respondí a modo de reclamo. Me sentía descubierta, demasiado quizás.
—La hierba es suave y yo voy descalza —contestó ella—. Toma.
La miré hacia arriba y vi que me extendía un vaso de zumo, al parecer de naranja.
—Gracias —lo acepté, este día había sido especialmente caluroso.
Ambas hicimos una pequeña pausa, hasta que Camille habló.
—Mi madre quiere venir a visitarme —me contó con poco entusiasmo.
—¿Si? —la miré nuevamente, con más atención— ¿le has contado?
Camille hizo un gesto negativo con la cabeza.
—Y no pienso hacerlo —me anunció categórica.
Aunque esa decisión no me era ajena, ya estaba al tanto de que ella y su madre no se entendían. Sus discusiones y diferentes puntos de vista, se habían marcado durante la adolescencia de Camille y eso no había mejorado con los años.
—¿Cuándo vendrá? —pregunté.
—Le dije que la llamaría, una semana quizás —bebió de su vaso. La imité, alejando el vaso de mi boca, cuando la perrita acomodó su cabeza sobre mi regazo, yo la acaricié—. Quien lo diría…
—¿Qué? —pregunté.
—Le has perdido el miedo a los perros —aclaró.
—Bueno, tanto como perder el miedo no… a esta pequeña niña sólo… —dije, continuando con las caricias, que la perrita recibía con agrado.
—Y seguramente nada tiene que ver, el que sea la preferida de Zayn ¿no? —habló con cierta diversión.
Zayn. Su nombre resonaba dentro de mí, como un prisionero canto salvaje. De cierta forma, agónico.
—Quizás… —acepté a medias, aunque sabía que era un "sí" completo.
Nuevamente nos quedamos en silencio. Y nuevamente fue Camille quien lo rompió.
—¿Cuándo se lo vas a decir? —insistió, no era la primera vez que me lo preguntaba y no sería la última.
—No lo sé… —no quise insistir en que no sabía, siquiera, si se lo diría.
Continué acariciando el pelaje de la perrita que parecía estar muy cómoda en mi regazo.
—Bueno pequeña… —me dirigí a la que se había convertido en mi mascota, al menos durante estos días que los chicos estarían ausentes— tengo que entrar en casa.
La perrita se echó un poco más en medio de mi regazo, como si con eso me obligara a tomarla en mis brazos o a quedarme en el sitio. Me reí y le extendí el vaso a Camille, optando por la primera de las opciones.
—Tú serás una madre muy consentidora ¿lo sabes? —fueron las palabras de Camille y yo noté como el frío del miedo me recorrió la columna.
Tragué intentando disimular aquella inquietud. Camille era mi amiga, mi mejor y única amiga, pero ¿cómo le decía que no estaba preparada para ser madre?
—Esta pequeña duerme conmigo esta noche —dije, pasando junto a Camille y apretando un poco más contra mi pecho a la perrita.
—¿Y yo? —preguntó mi amiga a mi espalda.
—La cama es grande —me defendí—, y si no cabes, siempre puedes ir a dormir a la habitación de los chicos.
La escuché suspirar.
—Mala amiga —se quejó.
—Qué bien me conoces —sonreí intentando ahuyentar por esta noche, los fantasmas que estaban rondándome. Tenía decisiones que tomar y sabía que no gozaba de mucho tiempo para tomarlas.
Me detuve y miré a mi amiga.
—Vamos… —dije— ¿habrá algo para cenar?, me muero de hambre.
Camille sonrió, con aquella expresión alegre que comenzaba a usar más a menudo de lo que quisiera, cuando yo hablaba de comida.
.
.
La música del club en el que estábamos era estridente. Obligándome a hablar en el oído de Samantha, la encargada de la música en la radio, en la que habíamos dado nuestra última entrevista de hoy. James nos la había presentado estando en su programa y ahora compartíamos unas copas y algo de conversación.
—¿Podríamos pedir una canción? —le pregunté, luego de que me contase que conocía al DJ que había en el club.
Ella buscó mi oído para responder.
—Claro, lo que quieras, nada de los años treinta eso sí —bromeo, ante uno de mis comentarios anteriores, sobre la música de los ochenta. La miré y le sonreí también, para luego beber un poco más de mi copa.
Me acerqué a su oído. El aroma suave de su perfume me distrajo un momento. Se acercó un poco más para escucharme, tocando con su hombro mi pecho.
—Podríamos pedir un clásico de los años veinte —reí divertido. Sentí un leve toque de su codo en mi estómago.
Llevé mi mano hasta ahí y fingí dolor en medio de risas. Se puso en puntillas para alcanzar mi oído.
—Vamos —me alentó—, te permitiré pedir un tema de Poison o de Depeche Mode
Comenzó a caminar en dirección al DJ y comencé a seguirla, hasta que sentí la mano de Simons en mi brazo.
—¿Qué haces? —preguntó algo molesto, acentuando la pregunta con un gesto de su cabeza hacia Samantha.
—Distraerme un poco —respondí, haciendo presión con el brazo, para que me soltara.
—Sabes que no estás en posición para esto —quiso ordenarme. Simons debía saber, que a estas alturas había muy poco que pudiese ordenarme.
—Lo consideraré —le dije.
—¿Qué pasa? —escuché la voz de Harry a mi lado. Comprendí por ello, que mis pasos no estaban siendo del todo discretos. Simons me soltó.
—Nada —dijo Simons, soltándome.
Observé a Samantha que estaba junto a su amigo y me hacía un gesto por encima de las personas que había en el club. Yo le hice otro y noté el flash de una cámara. No era el primero que notaba sobre mí, pero ese fue el que puso el freno.
No estaba seguro de qué había estado buscando, porque era claro que Samantha coqueteaba conmigo y yo le devolvía aquello. Quizás, simplemente, buscaba quitarme la sensación amarga que me había dejado _____, en la boca y en el alma. Ahora mismo me sentía extrañamente vacío, como si mi espíritu hubiese salido de viaje, dejando sólo la cascara. Y la cascara no se estaba esforzando demasiado por mantener el equilibrio.
—Harry —me dirigí a el—, yo me voy a dormir.
Él asintió.
—Nos vamos —aseveró y una vez más, como siempre, supe que él se mantenía a mi lado cuando yo me tambaleaba.
Continuará…
Miraba la pantalla de mi computador buscando concentrarme en el las imágenes que había en él. La campaña del último cliente que me había entregado Alex, estaba ya en marcha y la imprenta que nos haría las invitaciones para la inauguración, me había pedido una imagen representativa. Así que yo intentaba, con todas mis fuerzas concentrarme en ello, pero incapaz de olvidarme del teléfono móvil y de la aplicación que esta misma mañana me había descargado.
Resoplé, cuando mi intento por trabajar, volvió a fracasar. En lo único en lo que podía pensar, era en el post que había dejado Zayh, en el que había fotografiado las luces de un club acompañando dicha foto, con una pequeña frase; "buena compañía". La sucesión de comentarios y preguntas pasaban desde "¿estás con Harry?", "¿estás con los chicos?", alguien incluso preguntó, "¿estás con tus perros?" y casi me ahogué con el café cuando leí eso, hasta la pregunta que me quemaba a mí, "¿estás con tu esposa?"
Bien sabía que no era así. Y en ese momento era cuando me sentía absurda yo. Volví a mirar la imagen que había dejado y repasé sus palabras ¿quién podía ser esa compañía a la que se refería? ¿No estaba de promoción?, ¿Qué hacía en un club? Alejé el móvil y miré la imagen con algo más de distancia, buscando quizás encontrar la perspectiva perdida en mis ideas. No me iba a convertir en una maniática celosa ¿no?, después de todo yo sabía cómo eran estas cosas. Muchas veces los músicos, cantantes, bandas completas con su personal y todo, asistían a alguna fiesta en medio de las promociones. Me quedé un momento razonando eso. Pero no decían que estaban en "buena compañía"
—¡Ah! —me quejé arrugando el ceño y dejando el teléfono boca abajo sobre el escritorio, volviendo la mirada a la pantalla de mi computador.
Esta era una situación realmente patética. Si Camille llegaba a enterarse de que tenía la dichosa aplicación, se reiría de mí tres días completos. Pero la culpa de todo la tenía Zayn, si al menos me llamara. Suspiré y me masajeé la sien con ambas manos, sabía que yo misma había puesto la distancia entre ambos. Ni siquiera había querido despedirme de él.
Intenté, una vez más, prestar atención al trabajo, pero mi teléfono parecía usar la telepatía conmigo. Era consciente en todo momento del sitio en el que estaba, la posición en la que lo había dejado y hasta de la cantidad de batería que debía de quedarle. Me concentré un poco más en la pantalla, mirando atentamente los detalles de la fotografía que tenía abierta. Si tan sólo Zayn me llamara, me evitaría esta ansiedad, esta inquietante sensación de vacío.
Miré el teléfono de reojo.
—¡Agh! —gruñí extendiendo la mano hacía el teléfono, para revisar una vez más lo que Zayn había puesto.
Me encontré con una nueva imagen, puesta hacía sólo dos minutos. El corazón se me alborotó.
"Llegando a Nueva York, con mucho sueño"
La fotografía mostraba la isla de Manhattan desde la ventanilla del avión. No me extrañaba que hablara de sueño. Casi sin pensarlo me puse a responder, después de todo no tenía cómo saber que se trataba de mí ¿no?
"Te habrás quedado hasta muy tarde, con tan buena compañía"
Le di a enviar y durante los segundos que se tomó el teléfono para hacerlo, yo comencé a arrepentirme. Ver mis palabras escritas y pensar en la remota posibilidad de que Zayn adivinara que era yo, comenzó con un ataque de pánico, que terminó conmigo paseando de un lado a otro en la oficina, como una posesa. Mecánicamente dejé el teléfono sobre el escritorio tres veces y las mismas tres veces volví a tomarlo. Revisé hasta que encontré una respuesta de Zayn. El estómago se me comprimió en un nudo ciego. Creo que sólo respiré cuando vi que la respuesta no era para mí. Relajé los hombros y me sentía algo más aliviada, pero al mismo tiempo comencé a preguntarme, ¿Por qué no me respondió?
Malditos celos.
—Hola —escuché a Alex desde la puerta—, ¿te interrumpo?
Lo miré sorprendida, no lo había escuchado entrar, pero reaccioné de inmediato.
—¿Ya no tocas? —pregunté, rodeando mi escritorio, para simular que miraba algo en el computador.
—Llamé, pero no respondiste —lo observé de reojo, había avanzado un poco más dentro de la oficina.
—Mmm… —fue toda mi respuesta, él sonrió.
—Te he notado algo tensa estos días —comenzó a decir.
—Tú me has llenado de trabajo, qué quieres.
—Tensa y malhumorada —continuó.
Me incorporé y crucé los brazos delante del pecho.
—¿Necesitas algo? —pregunté sin rodeos. Alex sonrió un poco más.
—¿Quieres que vayamos por un café? —no me lo esperaba. Volví a mirar la pantalla del computador.
—Ahora no… —quise disculparme.
—Si lo que te preocupa es la línea invisible que hemos trazado, sigue ahí —me aclaró. Lo miré y evalué la situación. Alex continuaba siendo mi jefe y no tenía porque dejar de ser mi amigo ¿verdad?
—Está bien —acepté finalmente. Después de todo no me vendría mal tomar un poco de aire.
Apreté el teléfono en mi mano, que no había dejado de estar en ella, pero contuve el deseo que tenía de volver a mirar la aplicación.
.
Los chicos habían pasado el día en Nueva York y luego de un día de promociones en esa ciudad, volverían. Según lo que había logrado averiguar por medio de mi trabajo, no regresarían hasta mañana.
Eran las tres de la madrugada, y yo me paseaba con la perrita en los brazos, por la habitación en la que se encontraba el escritorio. La misma en la que Zayn y yo, habíamos compartido algunos de nuestros encuentros. No podía dormir. Me apoyé, medio sentada, contra el escritorio que él había utilizado como cama aquella primera vez. No pude evitar regodearme en el ramalazo de deseo que me recorrió el cuerpo, cerré los ojos y respiré profundamente. Lo extrañaba, pero sabía que tomar una distancia era lo correcto ahora mismo. Y por muy difícil que se me hiciese, estaba segura de que esa distancia debía de ser cada vez mayor.
Bajé a la perrita de mis brazos, cuando ella se removió.
—Sí, será mejor que te baje nena, pesas bastante —le sonreí. Era increíble lo apegada que estaba a este animalito en tan pocos días.
Ella comenzó a pasearse por la habitación, buscando un sitio cómodo en el que reposar. Yo revisé una vez más la aplicación, sin encontrar ningún mensaje nuevo en ella. Dejé el teléfono sobre el escritorio y comencé a observar los objetos alrededor, buscando encontrar una parte de Zayn en ellos. Me imaginaba que la casa ya estaba amueblada cuando ellos se habían mudado, así que no podía encontrar mucho de su personalidad en los objetos, de todos modos mi mirada se posó en lo que parecía un álbum de fotos.
Lo retiré de la estantería en la que se encontraba, en medio de unos libros algo antiguos, de biología, que estaba segura que nadie leía en casa. Lo más probable es que viniesen también con el decorado. Pasé la mano por encima del pequeño álbum, no más grande que uno de los mismos libros de la estantería, y lo abrí.
No pude evitar la sonrisa que se me escapó, al ver a los dos chicos pequeños, con alrededor de un año de edad, mirando la tierra con la que jugaban, dentro de una caja de madera. pasé la página y me encontré con dos niños de unos cinco o seis años . Abrí el álbum en una parte más central y los encontré en una fotografía en la que ambos dejaban que les ajustaran las correas de un parapente. De pronto sentí vértigo ante la idea de ver a Zayn arrojándose al vacío suspendido por un paracaídas. Su sonrisa hacia la cámara, era de absoluto júbilo.
En ese momento la nena se puso en pie y se acercó a la puerta, intentando abrirla con su pata.
—¿Qué pasa? —le pregunté con curiosidad, abriendo la puerta para que ella saliera.
Avanzó presurosa por el pasillo y yo la seguí, encontrándome con la figura de Harry en la puerta, acompañado de todos los demas, y claro Zayn.
—Hola pequeña… —saludó a su mascota, para luego observar a los chicos y a continuación seguir sus miradas que estaban puestas en mí.
Casi me morí de vergüenza, cuando recordé que sólo llevaba mi camisola de dormir. ¡Mierda!, ¿no se suponía que llegaban mañana?
.
.
—Está todo oscuro —hablo Liam, arrastrando su bolso, como quién arrastra un saco de patatas.
—¿Qué querías?, pasan de las tres de la madrugada —le contestó Harry, con desgano. El mismo que traíamos Liaml y yo.
El viaje se nos había hecho pesado, pero todos sabíamos que tendríamos la recompensa de dormir en nuestras camas, bueno, casi todos. Así que valía la pena.
Suspiré con cierto alivio cuando Harry abrió la puerta y entramos, casi podía oler el descanso. Estaba muerto, tanto que no tenía deseos ni de hablar.
Al entrar sonreí al ver a 'mi niña' salir a nuestro encuentro.
—Hola pequeña —le hablé y observé a Harry, cuando noté que no se movía, luego a los demas. Todos observaban hacía el pasillo y mi mirada buscó esa dirección.
Me encontré con _____, de pie a metros de nosotros, con el cabello suelto, descalza y con una camisola gris perla, como única vestimenta. Sentí como se me ablandaban ligeramente los huesos ante esa imagen, pero el enfado le dio un empujón al deseo, cuando comprendí lo que miraban los chicos.
—Vamos, vamos. Andando —les dije, empujando a Harry, mientras interceptaba la mirada que los demas le dirigían a ____.
Liam inclinó la cabeza lentamente, buscando mirar a pesar de mí. Yo seguí su movimiento hasta que sus ojos se encontraron con los míos y me sonrió torpemente. A mí no me arrancaría una sonrisa, desde luego.
—Subiendo —dijo Harry, empujando por la espalda a Liam que soltó una pequeña carcajada.
—Sí, subiendo… —respondió, obedeciendo.
—Idiota —mascullé estirando la pierna, buscando darle un golpe que esquivó.
Cuando comenzaron a subir las escaleras miré nuevamente a mi espalda, pero _____ ya no estaba, sólo encontré a mi pequeña niña a mis pies.
—Ven aquí… —me incliné para tomarla en brazos— al menos tú sí me extrañaste ¿verdad? —murmuré cerca de su oído.
Miré por el pasillo, seguramente ______ se había metido en la habitación del escritorio. Una punzada casi inconsciente se removió en mi vientre ante aquel pensamiento, pero la ignoré, de mismo modo que la había ignorado un momento atrás. Me dejé caer en el sillón, demasiado cansado como para subir a la habitación. Cuando mi cabeza se apoyó en el respaldo, pensé en que no me importaría pasar aquí la noche. Cerré los ojos un segundo, sólo para descansar. Un instante después, escuché unos pasos cerca y noté que me estaba durmiendo, cuando me costó abrir los ojos.
Me encontré con Harry algo fastidiado, se dejó caer en el sofá que había a un lado.
—Camille está en mi cama —se quejó.
—¿En tu cama? —pregunté, con cierto adormecimiento en la voz.
—Eso he dicho…
Cerré los ojos nuevamente, no es que quisiera ignorarlo, simplemente no podía prestarle atención.
—Lo siento mucho… el sillón es mío… —dije, extendiendo una pierna por él y bostezando de paso.
—Para qué mierda tenemos una casa tan grande si no hay más camas —se quejó y lo escuché acomodándose en el sillón.
—Somos demasiados… —respondí, ya con voz pastosa.
Creo que Harry volvió a hablar, no estaba seguro, ya que me sumergí en una especie de sueño que antecede al descanso profundo. En medio de ese estado, sentí que mi perrita salía de mi regazo y me removía ante la orden de unas manos que me hacían levantar la cabeza para apoyarla en una almohada. Una voz suave, que de alguna manera reconocía, me susurró palabras de calma muy cerca del oído, para dar paso a un suave beso en mi sien.
Respiré hondamente y caí en el sueño profundo que tanto necesitaba.
Continuará…
.
Me encontraba sentada en un sillón, ligeramente envuelta en una manta para combatir el frío habitual de la madrugada. Era curioso, no podía dormir y no creía que lo hiciese ya. Zayn sí lo hacía, descansaba en el sofá, con un brazo sobre el estomago y el otro colgando hasta descansarlo sobre la alfombra.
No podía dejar de observarlo, el modo en que sus pestañas parecían acariciar sus mejillas, con tanta delicadeza que dolía. Sus labios apenas separados para respirar y el suave sonido, un pequeño ronquido, que brotaba de su pecho, por la mala posición de su cabeza. Había intentado acomodarlo un par de veces, pero él volvía a la misma posición, así que desistí.
Descansé la cabeza en el respaldo del sillón, intentando evaluar lo que sentía. Podía reconocer en mi interior el amor. Podía reconocer el temor, pero por sobre todo, reconocía la sobrevivencia, ese instinto que llevamos todos dentro y que me decía que debía tomar distancia. Sabía que era el momento.
Me puse en pie y lo miré desde ahí. Sus labios ligeramente separados me estaban pidiendo a gritos un beso, pero yo me lo reservaría. Ya eran demasiados pasos en falso, para tan poco días.
Subí la escalera y me detuve frente a la habitación de Harry, ahí estaría Camille. Moví la manilla de la puerta, pero esta no se abrió. Lo intenté con algo más de fuerza, pero nuevamente no hubo resultado. Arrugué el ceño comenzando a sospechar, y con esa sospecha me fui hasta la puerta de la habitación que ocupábamos habitualmente. Abrí sin dificultad e intenté ayudarme con la baja luz del pasillo, para mirar en el interior. Encontrándome con lo que suponía. Una cama vacía.
Suspiré.
—Ay Camille… espero que no te metas en problemas —murmuré a la soledad. Entrando en la habitación y aprovechando el tiempo para hacer mi maleta.
.
.
—¿Y las señoras Malik y Styles? —preguntó el periodista Español, durante la rueda de prensa que dábamos para los medios.Harry rio, mientras jugueteaba con la tapa de una botella de agua entre los dedos.
—Ellas están el Los Ángeles —aclaré la pregunta. La misma que nos habían hecho a lo largo de toda la gira de promoción. A cada sitio al que íbamos, alguien nos hacía referencia a las chicas.
Las únicas fotos que circulaban de ellas, eran las que nosotros mismos habíamos subido a la aplicación, el día que cometimos el error de hacer pública nuestra boda. Así que eso parecía suscitar aún más la expectación.
—¿Se reunirán con ustedes en alguna parte de la gira? —preguntó otra periodista. Yo bajé la mirada a mis manos que sostenían un rotulador, dando paso de ese modo a Harry.
Una pregunta fácil. Tan fácil como el 'No' que la respondía. Tan fácil como decir que nos divorciaríamos, cada uno de su esposa, en cuanto la gira terminara. Tan fácil como borrar los recuerdos inútiles de mi mente.
—No lo sabemos aún, pero todo es posible —respondió mi hermano, girando levemente en su silla.
La prensa quería respuesta, y nosotros les dábamos las respuestas que querían.
—¿Se comunican a diario? —preguntó a voz de otra periodista. Era curioso, solían venir más mujeres que hombres a nuestras entrevistas.
Louis rió por lo bajo a mi lado y casi pude adivinar el movimiento de incomodidad de Niall.
—Sí, hablamos a diario y escuchamos juntos nuestro single —respondí entre risas.
—Sí —se apresuró a apoyarme Harry—, Zayn le canta a Camille al oído todas las noches.
Las risas divertidas de los chicos y mía se mezclaron.
.
Me bebí del whisky que quedaba en mi vaso, mientras observaba las luces de Berlín, desde la ventana de mi habitación de hotel. La noche había llegado hacía ya unas horas y como llevaba sucediéndome durante las últimas cuatro semanas, era el momento de la melancolía. No podía evitarlo, y lo había intentado, pero recordar el vacío que había en mi casa de Los Ángeles, era como evocar el vacío que había en mi propia alma.
—Pero se trata de sobrevivencia ¿no? —me recordé, vaciando del todo mi copa.
Alguien tocó a la puerta.
—Pasa —sabía que era Harry.
Escuché la puerta cerrarse, pero no me moví de mi lugar.
—¿Queda algo para mí ?- sentándose en un sillón que había a mi lado.
—Sólo si traes cigarrillos —respondí, moviendo con un dedo, la caja vacía que tenía sobre una mesilla que había entre los sillones.
Harry rebuscó en sus bolsillos, en silencio. Sacó un cigarrillo de la caja que traía y me la entregó. Yo serví whisky en mi copa y le pasé la botella.
—Ya sabes dónde hay vasos —le dije.
—Para qué quiero vasos —tomó la botella—.
Me reí sin ganas y encendí un cigarrillo.
Nos mantuvimos en silencio observando las luces, con una baja iluminación que procedía de las lámparas junto a la cama.
Finalmente hablé.
—¿Sigues hablando con Camille?
Aspiré el humo, mientras esperaba por la respuesta. No habíamos hablado de las chicas, desde que salimos hacía Europa. Dos días después de que ellas se marcharan de casa.
—A veces —contestó y escuché el líquido de la botella moverse, cuando él la levantó para beber.
Recordaba ese día. Recordaba haber despertado durmiendo en el sofá de la sala de nuestra casa, medio cubierto con una manta y con la espalda adolorida. Harry estaba en la cocina, bebiéndose un café. Le había preguntado la hora, mientras me servía una taza. Él me la había dicho, dejándome caer de paso, que las chicas se habían marchado.
Noté como algo se comprimió en mi pecho, y seguía ahí. La coraza que había puesto alrededor de ese sentimiento, había sido el silencio.
Había resultado inevitable responder a las preguntas de la prensa. Pero el nombre de _______ no volvió a salir de mi boca desde ese día.
—¿Cómo están? —pregunté, notando la presión en mi pecho oprimiendo un poco más.
—Bien… eso creo… siguen con su vida —el tono de Harry sonaba cansado.
Siguen con su vida, decía. Me reí con ironía.
—¿Qué significa eso? —pregunté. Volviendo a fumar.
Él no respondió.
Notaba la distancia que había tomado Harry acerca del tema. El modo en que él tampoco había vuelto a hablar de las chicas más que para las entrevistas. Sabía que esa distancia la estaba tomando por mí.
—No tienes que dejar de hablar con ella… —le aclaré, no iba a arrastrar a mi amigo a mi infelicidad.
—Camille y yo nos divertimos juntos, nada más —volví a escuchar el sonido del whisky dentro de la botella cuando bebió.
—Bueno… no dejes de divertirte con ella entonces —insistí, bebiendo de mi copa.
Nuevamente el silencio. Berlín estaba en calma.
.
.
Pasaban de las dos de la tarde, y yo me encontraba en el baño de la empresa devolviendo bilis, ya que mi estómago ya no contenía otra cosa. Llevaba cerca de dos semanas con náuseas y los correspondientes vómitos. Había intentado varias formas de controlarlos, todas las que aparecían en internet, pero sin resultados.
—¿Estás bien? —preguntó Camille, desde el otro lado de la puerta.
Resoplé.
—Viva —contesté, sintiendo la debilidad y nuevamente náuseas. Apoyé una mano en la pared, mientras que con la otra me sostenía el cabello.
—¿Cuándo tienes cita con el médico? —preguntó.
Cerré los ojos, respirando despacio, esperando controlar las arcadas.
—Esta tarde —dije, con la voz apagada.
—¿Quieres que te acompañe?
Suspiré de nuevo, pero no precisamente por las náuseas. Llevaba las últimas semanas queriendo tenerla a mi lado, pero a la vez, deseando que estuviese lo más lejos posible.
—Tranquila… —me incorporé, respiré y abrí la puerta— estaré bien.
Intenté sonreírle.
—¿Qué pálida estas? —me dijo, mientras su mano tocaba y acomodaba mi cabello con cariño.
Me encogí de hombros.
—Ya pasará.
Pasé junto a ella y comencé a cepillarme los dientes.
—¿De verdad no quieres que vaya contigo? —insistió. La miré a través del espejo, para luego enjuagarme la boca.
—No me utilices para escapar de tu madre —sonreí. Camille lo hizo también, pero sin alegría.
Su madre llevaba dos semanas con nosotras en casa. Por suerte, no se levantaba tan temprano, como para ser testigo de mis náuseas, no quería que nadie se enterara de mi estado. No quería que nadie me juzgara.
—Sabes que no es… sólo por eso…
—Lo sé…
La miré, la observe, tarde o temprano tendría que contarle mi decisión. Quizás no era tan mala idea que me acompañase, después de todo.
.
Esperamos fuera de la consulta del médico, durante unos quince minutos. Vi a una pareja salir, con una sonrisa y un CD en la mano. Noté como mi corazón se aceleraba.
—¿Quieres que entre contigo? —preguntó Camille junto a mí. La miré algo extraviada—, ¿quieres que entre contigo? —insistió en la pregunta.
Negué rápidamente con un gesto.
—No, no… estaré bien… —dije, justo en el momento en el que la secretaria me hablaba.
—______, el doctor te espera —sonrió.
—Sí —me puse en pie y avancé hasta aquella puerta blanca.
Cuando estuve dentro, me encontré con un hombre de unos cincuenta años, delgado y con una inmaculada bata blanca.
—Hola ____—extendió su mano y se la estreché—, siéntate —me indicó a continuación.
Me senté. El corazón no se me tranquilizaba.
—Bueno, cuéntame —dijo él. La temida pregunta estaba en su boca.
Me tarde un poco más de lo que creí en decirlo. ¿Por qué tenía tanto miedo?
—Estoy embarazada.
—Bien, ¿cuándo fue tu última menstruación? —comenzó con las preguntas.
—Mes y medio… creo…
Él comenzó a escribir en su computador.
—Ok, te vamos a hacer una revisión, pasa a tras el biombo —me indicó y una enfermera que había estado todo el tiempo presente, se puso en pie y me indicó el lugar.
Largos minutos pasaron. El médico hacía preguntas y yo las respondía intentando mantenerme relajada, mientras él continuaba con la incómoda revisión. Cuando terminó y yo estuve nuevamente presentable, tomé mi lugar en la silla frente a él.
—Bien ______ —comenzó a explicarme—. Efectivamente, estás de unas cinco semanas de gestación. El feto está sano y bien posicionado —yo asentía—. Me hablabas de náuseas, ¿son sólo por las mañanas?
—No siempre… algunas veces todo el día… —mi voz sonaba apagada, sabía que se acercaba el momento de formular la pregunta.
—Bien, la enfermera te dará algunas indicaciones alimenticias y yo te recetaré algo que te ayude —comenzó a escribir en su computador.
El nudo que se había ido formando en mi estómago, desde que entrara en la consulta, se apretaba cada vez más, haciéndose casi doloroso.
—¿Doctor?... —saqué finalmente la voz.
—¿Sí? —me miró de reojo, terminando de escribir. Volvió a mirarme con más atención, cuando notó que yo no proseguía— Dime.
No podía ser tan difícil ¿verdad? No debía de ser yo la primera en preguntar algo como esto. Su mirada insistente me indicaba que esperaba por mis palabras.
—Bueno —bajé la mirada un momento, pero luego decidí que no podía ser cobarde ahora. Así que volví a mirarlo a los ojos—. No estoy con pareja en este momento —comencé, él cambió ligeramente la posición de su cuerpo, ahora parecía alerta—, un hijo no está en mis planes ahora mismo.
En mi mente sonó el temido, "haberlo pensado antes".
El médico miró el lápiz entre sus dedos, para volver a enfocarse en mí.
—¿Qué sugieres? —preguntó.
Desde luego, no me lo pondría fácil.
—Esperaba que usted me sugiriese algo.
Se relajó sobre el asiento, apoyando la espalda en la parte de atrás de su silla.
—Podría ayudarte, al menos podría indicarte a dónde dirigirte… —comenzó a explicarme— pero… —sabía que vendría ese 'pero'— tienes que estar segura.
Una parte de mí lo estaba.Zayn había sido tan claro cuando habló con Harry. Una parte de mí sabía que era lo mejor. Sabía que con el tiempo podría tener más hijos y que éste que ahora se gestaba, simplemente nacería más adelante. Cuando mi vida estuviese en orden, cuando el padre lo quisiera.
Lo había pensado, claro que lo había hecho. Me había pasado largas horas en silencio y en medio de la oscuridad cavilando. No era sólo por mí y mi libertad truncada. era también por él, por Zayn. Aunque decidiera criar a este hijo sola, él podía llegar a enterarse y siempre sabría que tenía un hijo al que no quería. ¿Podía hacerle eso?, ¿podía hacérselo a ambos?
—Piénsalo —la voz del doctor me trajo de vuelta de mis cavilaciones.
—Ya lo he pensado —respondí. Sabía que mi decisión se mantenía con muy poca estabilidad. De pie en la cuerda floja.
El médico mantuvo su opinión personal a raya y abrió un cajón lateral de su escritorio.
—Bien _____—me extendió una tarjeta—, este es el nombre de un colega que te puede ayudar —tomé lo que me ofrecía y asentí—, dado el tiempo que tienes de gestación, el embarazo podría interrumpirse de a través de medicamentos, pero de todas maneras requiere supervisión.
—Gracias —dije, mientras guardaba la tarjeta en mi bolso, para luego ponerme en pie.
—Aún tienes un par de semanas para pensarlo —insistió. Me pareció lógico que lo hiciera.
—Gracias —repetí, abriendo la puerta.
Lo miré una vez más, antes de salir. Él sonrió condescendiente.
Continuará…
Última edición por Vanessa_ el Miér 05 Dic 2012, 10:40 am, editado 1 vez
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
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—¿Qué vas a hacer qué?
La voz de Camille llenó toda mi habitación.
—Shh… —le indiqué con un dedo en contra los labios— tu madre nos podría escuchar —me quejé.
—¿Y crees que me importa? —habló con más desplante del necesario. O quizás, simplemente estaba mostrándome su malestar por mi decisión.
Pero era mi decisión.
—Pues a mí sí me importa —aclaré, poniéndome en pie, para pasearme por la habitación, sin un movimiento trazado. Sólo quería calmarme.
La escuché resoplar, paseándose a mi espalda. No recordaba haber tocado un tema como este, no recordaba que Camille me hubiese mostrado una postura sobre ello. Pero si tenía que ser sincera, no imaginé que se molestara tanto. ¿Tan poco la conocía? Pensaba que ella me daría su apoyo, para bien o para mal, pero ahora mismo comenzaba a sentirme completamente sola en esto.
—Seguramente, no te lo has pensado bien —volvió a hablar.
¿Por qué todo el mundo se empeñaba en que me lo pensara mejor?
—Ya lo he pensado —respondí con cansancio.
—¿Y se lo has mencionado a Zayn, al menos? —preguntó. La miré. ¿Por qué me preguntaba eso?, sabía que no lo había hecho— ¿No se lo vas a decir?
—¿Para qué? —me moví ansiosa, abriendo el cajón de mi mesilla, revolviendo el interior— es mi problema.
Ella rio irónica. Luego habló casi a gritos.
—¡Para que tú estés…
—¡Shhh! —insistí.
Todos los músculos de su rostro se tensaron aún más. La había visto indignada más de una vez, pero había algo en su mirada, en el modo en que me enfrentaba, que no me mostraba a la Camille de siempre.
—Ese hijo también es suyo —habló categórica.
Ahí me mofé yo de ella.
—¿Y te crees que no lo sé? —volví a hurgar en el cajón de mi mesilla de noche.
—¿Qué buscas? —preguntó exaltada.
—Algo que no encontraré —me quejé—. Necesito fumar.
—¡Claro! —exclamó dándose la vuelta—¡fuma también!, total…
Llevé ambas manos a mi rostro y lo froté con ellas. Hasta que eso no fue suficiente para calmarme y hundí los dedos en mi cabello, presionando mi cráneo. La enfrenté.
—¡¿Te crees que para mí es fácil? —perdí la compostura, sin que me importara que me escucharan.
Camille pareció ablandarse un poco, sus hombros se relajaron ligeramente. Pero sus palabras no dejaron de ser duras.
—Por cómo lo planteas, no parece que te cueste demasiado.
La observé y me abracé a mi misma. ¿Era tan difícil de comprender? No era la primera en plantearme algo así ¿no?, ¿por qué me juzgaba tan duramente?
—Tú no lo entiendes —exclamé, poniéndome en pie, decidida a recoger mi bolso y salir a dar un paseo, aunque fuese de noche.
—Claro… yo no tengo cómo entenderlo ¿verdad? —el sarcasmo en su voz era evidente.
Por un instante, lo único que se escuchó en la habitación, fue mi respiración agitada y las cosas que arrojaba dentro del bolso que había tomado para salir.
—___… —habló algo más conciliadora.
—Entiendo que te sientas impotente, que quieras terminar con esta situación del modo más rápido posible… pero hablamos de un niño, de una vida… —yo notaba como el peso de sus palabras comenzaba a aplastarme. Finalmente todos tenemos consciencia, aunque queramos acallarla con razones que intentamos tengan fuerza— Puede que no estés dispuesta a condicionar tu vida a alguien que no amas… entiendo que no ames a Zayn como para eso…
—No… —comencé a negar— no es eso…
—¿Entonces?... —me di la vuelta y la miré, apoyada en el mueble que había tras de mí— ___… —se me acercó— te dije que podíamos cuidar de ese bebé juntas…
Ahí estaba su ofrecimiento otra vez.
— Camille —dije su nombre con angustia—, él no lo quiere.
—No lo sabes, no se lo has dicho.
Me masajeé la sien.
—Te dije lo que había escuchado —le recordé. Ella suspiró y se sentó en la cama.
—Ven —me indicó el lugar a su lado.
Luego de un instante avancé hasta ella arrastrando los pies.
—¿Recuerdas a Michael? —preguntó de pronto. La miré y arrugué el ceño, sin comprender.
—Sí.
Claro que lo recordaba. Un chico al que Camille había conocido en el primer año de carrera. Había estado un con él unos cuantos meses, durante los que se ausentaba mucho de nuestro grupo de amigos, bajando sus calificaciones y a un paso de dejar los estudios. Habían sido meses muy intensos.
—¿Recuerdas que un día, simplemente lo dejamos? —continuó preguntando. Yo no entendía a dónde quería llegar.
—Sí…
Ella suspiró, para volver a hablar, esta vez con un tono mucho más meditabundo, algo poco habitual en ella.
—Te voy a contar algo —tomó mi mano entre las suyas—, espero que no te enfades demasiado por no haberlo hecho antes —me miró y volví a ver a la niña de once años que había besado al chico que me gustaba. O mi mejor amiga, que había copiado mis deberes.
—Ya veremos… si no me enfade, demasiado, cuando andabas loca por él, no creo que lo haga ahora —aclaré.
Camille respiró profundamente.
—Bueno… ahí voy —hizo una pequeña pausa— Cuando estuve con Michael… quedé… embarazada…
Me tomó un par de segundos procesar aquella confesión, y a pesar de ello, las palabras salieron atropelladas de mi boca.
—Pero… cómo… yo no… digo…
—Nunca me viste embarazada —aclaró por mí.
—Eso…
Camille bajó la mirada. Sonrió con cierta tristeza.
—Bueno, eso es porque no alcance a cumplir el primer trimestre —habló. Yo separé los labios, suponiendo lo que quería contarme.
—Entonces… ¿eso quiere decir que tú…?
Se encogió de hombros, volviendo a mostrar una sonrisa triste y vulnerable. Los ojos le brillaron.
—Sí, lo aborté.
Ese nudo que llevaba días teniendo en el estómago, me apretó un poco más fuerte.
—¿Y entonces? —le pregunté, liberando mi mano de entre las suyas. Buscando exteriorizar mi malestar. ¿Por qué ella se oponía a que yo diera los mismos pasos?
—____… —se acarició la frente con una mano— no quiero que te equivoques… —su voz intentaba ser dulce— sin contar, con que aquella relación se terminó, antes de poder cimentarse…—yo la miraba fijamente— no habrá día en el que no te preguntes, cómo sería ese bebé… ¿sería niño?, ¿niña?... Calcularías mentalmente su edad, y cuando veas un niño aprendiendo a caminar, pensarías en él. Cuando hayan pasado unos años, te preguntarás si ya habría empezado la escuela. Luego querrías saber ¿tendría sus ojos o los tuyos?... ¿recuerdas que Michael tenía los ojos azules?...
—Recuerdo muy poco del aspecto de Michael —respondí aún sorprendida.
Camille continuó mirándome.
—Bueno, sí, los tenía… —meditó un momento— perder el bebé, fue algo que acordamos entre ambos, pero fue el principio del final —se encogió de hombros—. En resumen… —dijo— comprendo perfectamente el miedo que sientes, pero la salida que buscas no es la mejor… créeme…
—Pero… —intenté decir algo— pero… y si no lo quiere… —hablé finalmente, notando el nudo en la garganta y las lágrimas quemándome en los ojos— y si se lo digo y él… no lo quiere… —En ese momento comencé a llorar, notando como toda la angustia salía de mí— sí, soy cobarde, porque prefiero que Zayn no lo sepa nunca, antes de enfrentarlo y ver en sus ojos el desprecio. ¿Y sí es él quién lo propone?, ¿y si es él quien finalmente me dice que lo mejor es un aborto? Maldita sea, es que lo quiero… y no sé que no podría quererlo más si me hace eso…
Creo que no había sido consciente hasta ese instante, de lo mucho que me dolía pensar en un rechazo. Camille me abrazo, me pegó muy fuerte a ella y comenzó a susurrar un 'shh' que pretendía calmarme.
—Puede pasar ___, lo sé… pero si llega a suceder, yo estaré aquí.
Me aferré a ese abrazo.
—Quisiera dormirme hoy, y despertar mañana muchos meses en el futuro, cuando todo esté bien nuevamente…
La escuché suspirar. Ahora sabía que me entendía, más de lo que nunca imaginé.
—¿Por qué no me lo contaste? —le pregunté.
Camille no respondió de inmediato. Cuando lo hizo, en su voz jugaba la sonrisa entristecida que no la había abandonado durante toda la confesión.
—Tenía miedo de que dejaras de ser mi amiga…
Ahora me reí yo, de la misma manera.
—Somos muy idiotas.
—Sí que lo somos.
Escuchamos un par de toques en la puerta. Rompimos el abrazo. Era la madre de Camille, que nos avisaba de la cena.
—¿Tu madre lo supo? —le pregunté, cuando se puso en pie.
—Sí lo supo —respondió con cierta indiferencia. Yo la miré insistentemente esperando a que dijera algo más— ¿Quieres saber que me dijo? —asentí. Ella rio irónica— Que había hecho lo correcto.
Me quedé muda, ella se encogió de hombros.
—Mi madre y yo, nunca nos hemos entendido muy bien, ya lo sabes.
.
Unos días más tarde me miraba al espejo, intentando disimular las sombras que tenía bajo los ojos. Había bajado de peso, me resultaba evidente, ya que la ropa me quedaba algo suelta en la cintura.
—¿Estás lista? —preguntó Camille desde la puerta.
—No lo estaré —respondí.
Camille había estado en contacto con Harry, me lo había contado. Y de ese modo nos habíamos enterado de su regreso a Los Ángeles. Los chicos ahora estaban en su casa.
—No me refiero a tu estado emocional —entró y me tomó de los hombros girándome hacia ella— ¿Te estás tomando aquello que te dio el médico?
—Sí, cada noche… —aclaré.
—No sé como estarías si no lo tomaras —arrugó un poco el ceño, mientras me ponía algo de rubor en las mejillas.
—Ya no tengo tantas náuseas, pero estoy comiendo cada media hora —me quejé. Camille rio.
—Bueno… —me miró evaluándome— con eso será suficiente.
Me observé en el espejo notado que el rubor en mis mejillas, me daba un aspecto un poco menos cansado. Abrí un brillo de labios y me di pequeños toquecitos.
—¿Se encontrarán en casa? —pregunté.
—Según lo que me dijo Harry, sí.
—¿Y Zayn sabe que vamos? —insistí. La sensación de ansiedad no me permitía respirar profundamente.
—Sí —la miré a través del espejo—, cree que vamos para tratar el tema del divorcio.
Me reí irónica.
—Muy apropiado —dije.
—¡____! —me reprendió—, no seas fatalista.
Intenté respirar hondo.
—Ya lo sé… —contesté y la miré de frente—vamos, al patíbulo.
Pasé junto a ella. No me quedaba más remedio que tomármelo con humor ¿no?
—A veces eres odiosa.
La escuché decir.
.
.
Me paseaba por mi habitación, la que antes habían ocupado las chicas, intentando controlar la ansiedad creciente. Movía ligeramente la cortina para mirar al exterior y comprobar, unas vez más, que aún no habían llegado. Miré la hora en mi reloj, aún faltaban doce minutos para la hora señalada. Me observé en el espejo y me acomodé un poco la camiseta, pero nada más, me había prohibido a mí mismo obsesionarme con mi apariencia. Camille y ____ venían a tratar lo concerniente al divorcio, nada más.
Arrugué el ceño ante mi propia imagen y el malestar que sentía frente a toda la situación. Quizás deberíamos habernos citado con un abogado y ya está. No volver a tratar con ellas directamente. Resoplé. Harry seguía hablando con Camille, así que no podía ser tan egoísta. Que lo mío con ____ no hubiese funcionado, no significaba que tenía que fastidiar a Harry.
Avancé hasta el tocador, rebusque en uno de los cajones y miré la pequeña caja de un oscuro color azul, que contenía el corazón de cristal que un día le compré a ___. Pero cerré el cajón, antes de que esa parte de mí, que estaba profundamente oculta, me traicionara.
Salí de la habitación y me encontré a Harry sentado en la sala y revisando algunas imágenes en su computador.
—¿A qué hora dijeron que vendrían? —le pregunté, aún desde la escalera.
—A las seis.
Volví a consultar mi reloj, pero antes de poder verificar la hora el portero automático sonó. La ansiedad quiso hacer mella en mí, una vez más, pero la contuve. No dejaría que ____ me viera inquieto, por verla nuevamente, después de tantas semanas.
—Vaya, parece que han sido puntuales —habló Harry desde su lugar, con clara sorpresa. Me miró—¿Qué esperas?, responde.
Tenía razón, de los dos yo era el que estaba más cerca. Avancé hasta el contestador.
—¿Sí?
—Soy Camille.
—Abro —respondí.
Lo siguiente era esperar.
Un par de minutos pasaron. Yo me adentré en la sala, tomé una de las revistas que había sobre la mesa, comencé a mirarla, aunque no tenía real interés en lo que ahí había.
—¿Diste de comer a los perros? —le pregunté a Harry, que acababa de cerrar su portátil.
—No aún.
—Debería darles —dije, soltando la revista sobre la mesa.
—Déjalo para luego —opinó.
—Luego se nos olvidará —me di la vuelta para ir a la cocina.
—Zayn —me habló Harry.
—¿Qué? —lo miré molesto.
En ese momento, la puerta que yo había dejado entreabierta, se abrió del todo dando paso a Camille. Tras ella,____.
Continuará…
Zayn me observó atentamente. La expresión de sus ojos viajaba entre la incredulidad, el asombro y el enfado. Pero no decía nada.
Llevábamos así varios minutos, desde que le había mencionado lo del bebé. Por un momento pensé en que quizás había tenido muy poco tino, pero ¿cómo se podía decir esto de otro modo?
Desde que entré en la casa y mi mirada se cruzó con la suya, lo único que sentía fue hostilidad. Helena se había movido, permitiéndome entrar en la sala, en tanto Harry se ponía en pie para recibirnos. Zayn se mantuvo inamovible, tras el sofá.
—Hola —nos saludo Harry—, pasen.
Como siempre, de los dos, era el más amable. Helena aceptó su invitación, mirándome ligeramente hacia atrás, como si quisiera que supiera que no me perdía de vista.
—_____… —me habló, esperando a que la siguiera. Di un par de pasos, sin poder obviar la presencia de Zayn y su mirada que me quemaba en la piel. Era consciente, por completo, de sus ojos puestos en mí. Así que en tanto Harry y Helena se acomodaban en los sillones, yo lo miré directamente y le hablé.
—Necesitamos hablar —no quería sonar tan abrupta, pero el nerviosismo me estaba traicionando. Intenté suavizarlo— ¿Podemos hacerlo en un lugar más privado?
Él me observó como si no comprendiera, como si buscase la razón por la que yo le pedía aquello. Hasta que finalmente habló.
—Harry puede escuchar todo lo que tengas que decir —se apresuró a aclarar. Y aunque no me cabía duda de que terminaríamos los cuatro metidos en el asunto.
Miré a Harry, que se encontraba a mi derecha. Él no dijo absolutamente nada.
—Preferiría que lo hiciéramos en privado —insistí.
Zayn pareció molestarse. Me pareció, incluso, oírle chasquear la lengua. Camino hacia el pasillo, con ambas manos en los bolsillos del pantalón, gesto que mantenía desde que habíamos entrado.
—Vamos —dijo y no se detuvo a mirar si lo seguiría.
Oprimí la correa del bolso que llevaba colgado en el hombro, caminando tras él.
Los pasos, uno a uno, nos llevaban a aquella habitación del escritorio, en la que nos habíamos encontrado varias veces. Un sitio que albergaba una historia para nosotros y que por lo visto seguiría haciéndolo. Aunque ahora mismo, no estaba demasiado segura de que fuese una historia feliz.
Cuando entramos, Zayn se quedó en la puerta y me invitó a pasar. Eso hice, recorriendo con la mirada la habitación al completo. El escritorio, el sofá en el que habíamos dormitado más de una vez. Él me habló.
—Siéntate.
Y no pude, ni siquiera sentarme.
—No, así estoy bien —respondí, con un nudo tan apretado en el estómago, que me costaba respirar.
La puerta se cerró y sólo en ese momento me giré a mirarlo.
—Tú dirás —habló, con más frialdad de la que habría esperado, aunque quizás no debería extrañarme, después del modo como nos habíamos despedido.
—Bueno… esto es difícil de decir… —vacilé, sabía que sucedería. Helena me había prevenido sobre ellos.
—No veo porque tenga que serlo, ya nos hemos dicho muchas cosas —acotó él, apoyándose en el escritorio. Yo continuaba aferrándome a la correa de mi bolso.
—Verás… —miré al piso. ¿Cómo podía decir lo que debía?, no encontraba las palabras. o quizás sí— estoy embarazada.
Fue lo único que pude articular, no podía decorar aquello. Era un hecho tan brutal, como había sonado.
Y desde ese momento,Zayn se quedó ahí, apoyado en el escritorio, con ambos brazos cruzados contra el pecho, mirándome. Observándome con aquellas tres expresiones en sus ojos, saltando de una a otra. Incrédulo. Finalmente se movió, dio una vuelta sobre sí mismo y me observó de reojo, como si no pudiese hacerlo.
—Dame un momento —dijo.
—Claro —concedí con desconcierto.
Se aproximó a la puerta con rapidez, dejándola abierta de par en par. Pasaron diez, quince, treinta segundo, antes de que yo reaccionara y comprendiera que no iba a volver, al menos no de inmediato. Seguí sus pasos a la salida, encontrándome con Helena en el pasillo.Harry comenzaba a subir la escalera.
—¿Qué pasó? —preguntó, enfatizando su pregunta, con un gesto de sus cejas.
—No lo sé… —respondí algo extraviada.
—¿Se lo dijiste?
—Sí.
—¿Y qué te respondió?
Miré fijamente a Helena.
—Dame un momento —me encogí de hombros, repitiendo las palabras de Zayn.
—¿Qué?... ¿Y qué se supone que significa eso? —preguntó.
Yo volví a encogerme de hombros. No podía interpretar su reacción, aunque obviamente, no era de alegría absoluta. Eso era lo único evidente.
.
.
Entré en la habitación, sin saber exactamente qué pensar, mi cabeza ahora mismo hervía. Tomé la caja de los cigarrillos que descansaba sobre mi mesa de noche e intenté encender uno. Notando como me temblaba el encendedor en las manos y el cigarrillo entre los labios. Respiré profundamente, comenzando a mirar en todas las direcciones, como si fuese a encontrar una respuesta en algún rincón. Me encontré con la cama, la puerta del baño, el tocador y me detuve cuando el espejo me mostró la desfigurada expresión de mi rostro.
Sólo dejé de observarme, para mirar hacia la puerta, que se abrió sin aviso.
Era Harry.
—Zayn…
—Harry, cierra la puerta por favor, déjame solo —hablé desesperado. Continuando con mi labor.
—¿Qué te deje solo? —preguntó, entrando— ¿Qué pasó?, no puedes encender ni tu cigarrillo.
—No, no… no quiero hablar ahora.
—¿Cómo que no quieres hablar ahora?Zayn, algo te pasa, estás nervioso.
Sólo remarcó lo que me resultaba obvio. El corazón marcaba sus latidos, como martillazos constantes en mis tímpanos. Y no podía, ni siquiera, encender un cigarrillo. Desistí, quitándomelo de la boca. Miré a Harry y sin poder contener más las palabras.
—Dice que está embarazada —solté.
—¿Embarazada? —repitió mi hermano. Yo me llevé nuevamente el cigarrillo a los labios.
—Sí.
—Pero… ¿no tomaste precauciones Zayn?
—Sí, sí, cada vez —respondí exasperado, pero entonces comencé a pensar. Sí, cada vez que habíamos estado en casa, cada vez después de aquella vez, de aquella noche en la que me había casado con Helena y despertado en la cama con _____. Después de aquella noche en la que hicimos el amor por primera vez.
Entonces miré a Harry y él, sin que necesitase decirle nada pronunció las palabras.
—Las Vegas…
Yo asentí lentamente.
—Mierda Zayn —se giró sobre sí mismo. Yo lo imité y miré por la ventana, apoyando ambas manos en el marco de madera. Fuera el sol brillaba, de un modo extraño. No podía ver luz ahora mismo.
"Estoy embarazada"
Recordé las palabras de ______, el tono cadencioso con que las había pronunciado y el profundo vacío que se instaló en mi estómago. La incertidumbre, el enfado, la incredulidad. Se abría un abismo bajo mis pies y yo notaba como las nauseas se apoderaban de mí al sentirme caer.
Tuve que correr al baño, cuando la bilis me llenó la garganta. Con una mano me sostuve de la pared, en tanto la otra descansaba sobre mi pierna. Mantenía el tronco flexionado, ya que mi estómago se resistía a contener lo que lo ocupaba. Una nueva arcada me atacó, cuando comencé a pensar en lo que significaba un hijo. No sólo cuidar de él, no quería ni pensar en lo que iba a suceder cuando saliera a la luz. Sabía que no era un buen momento, lo sabía. Pero lo primero, tenía que calmarme.
Mierda. Volví a vomitar.
Cuando finalmente pude salir del baño. Harry permanecía sentado en mi cama.
—La prueba de embarazo —recordé. Él asintió, seguramente sacando las mismas conclusiones que yo.
—Maldición —masculló, fumando de su cigarrillo. Yo me senté a su lado y me ofreció una calada.
—¿Qué tengo que hacer? —pregunté, sosteniendo el filtro aún con dedos temblorosos.
—No me lo preguntes a mí. Yo no sabría qué hacer —negó. Pero luego, como si comprendiese algo más, me miró—. Mierda Zayn.
—¿Qué? —le entregué el cigarrillo, pero él no lo recibió de inmediato.
—¡Está casada conmigo!
Pestañeé comprendiendo, para luego reírme irónicamente.
—Simons nos va a matar.
—No tengas duda de ello.
.
.
Largo rato más tarde. Me encontraba sentada en la sala de aquella casa, que por algunas semanas pude considerar mi residencia. Completamente en silencio, al igual que los otros tres chicos. Zayn sentado en el rincón más alejado que le permitía el sofá, de mí. Harry a su lado y junto a él Helena. No podía evitar sentir cierta envidia al verlos tan tranquilos, a pesar de los gritos enfurecidos que llenaban la estancia, como si cada uno de ellos se golpeara contra las paredes y se repitiera hasta el cansancio.
—¡De verdad que no entiendo cómo les pueden suceder estas cosas! —vociferaba Simons, completamente fuera de sí.
Yo comenzaba a masajearme la sien. Comprendía el problema que esto significaba, ya que no se me había pasado por alto que estaba casada con el 'otro' . Pero no me encontraba del todo segura en sí me correspondía a mí, estar en medio de esta discusión.
—¡¿Y ahora qué piensan hacer? —continuaba Simons con su sucesión de palabras, como si se tratara de una ametralladora que repercutía en mi cabeza— ¡¿Te harás cargo tú del hijo, Harry? ¡Legalmente eres el padre ¿no?
En ese momento me puse en pie, como si un resorte me hubiese empujado. Si ninguno de los presentes iba a decir 'basta', lo iba a hacer yo. Todos me miraron, pero mis ojos estaban clavados en Simona.
—¡Comprendo que todo esto —gesticulé con una mano, mostrándonos a todos— tiene que ver con la banda, con la imagen y con su credibilidad. Trabajo en ello! —indiqué— ¡Pero no estoy dispuesta a que se me trate como una niña! —Simons separó los labios, con el ceño apretado— ¡Harry y su…amigo —no me salía el nombre deZayn, este no había vuelto a dirigirme la palabra desde que salió, casi huyendo, de aquella habitación. Ahora que yo le hablaba a su manager, podía sentir sus ojos puestos en mí— tendrán sus razones para soportarte, pero yo no te debo nada!
Dicho esto, me dirigí a la puerta. Hablando a Helena de camino.
—Helena, ¿te vienes? —dije, con una mano en el manillar de la puerta.
—____ —se acercóSimons, con una expresión tensa—, este no es un tema fácil, no podemos dejarlo en el aire.
Helena ya estaba junto a mí, así que abrí levemente la puerta.
—No se quedará en el aire —dije—. Yo estoy embarazada. Yo me encargaré —sentencié.
Sólo en ese momento me permití mirar a Zayn, quizás buscando un resquicio que me mostrara que le importaba lo que me estaba sucediendo, pero sus ojos estaban puestos en otro lugar.
—Helena, has que entré en razón —insistió Simons, buscando un apoyo que mi amiga no le dio.
—Yo la veo muy enfocada. Cosa que no puedo decir de todos aquí —cuando ella dijo eso. Zayn se puso en pie con un brusco movimiento, pero en lugar de acercarse a nosotras, salió al jardín.
Creo que en ese momento, comprendí que no contaría con él. Podía comprender su sorpresa, podía comprender también su inseguridad, pero no podía, ni quería, comprender su indiferencia.
Salí de ahí, escuchando la voz de Simons que intentó retenernos, para pasar a vociferar a Zayn y a Harry dentro de la casa.
—Tranquila —dijo Helena junto a mí, en tanto cruzábamos el antejardín.
—Estoy tranquila —respondí. Lo que era cierto, no era inquietud lo que sentía. Era una profunda decepción. Esa a la que tanto la temía.
Quizás, después de todo, nuestros presentimientos no son más que el resultado, de una operación matemática que efectúa nuestro cerebro sin avisarnos. ¿No somos, normalmente, conscientes de lo que va a suceder? Me atrevería a decir que lo sabemos, casi, todo el tiempo.
Y yo sabía que Zayn iba a romperme el corazón.
Continuará…
__________________________________________________________________________________________________________________________
CHICAS QUEDAN CUATRO CAPS PARA TERMINAR, SI QUIEREN QUE SIGA, COMENTEN MUCHO MUCHO MUCHO MUCHO *-* GRACIAS POR LEER
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
OMFGGGGGGGGGGGGGGGGG 7 CAPÍTULOS SEGUIDOS ASLAKJSDFLKASJFLASKDJ LOS AMÉ *-*
Solo 4 capítulos para el final? laskdjflaksdjfs.
necesito que la sigaaaaaaaaaaaaas :)
Solo 4 capítulos para el final? laskdjflaksdjfs.
necesito que la sigaaaaaaaaaaaaas :)
Violeta
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
Si, esa es mi compensación a vosotras, por haber tardado en subir. La pena es que sólo quedan 4. Cuando vea más comentarios los subo.Violeta escribió:OMFGGGGGGGGGGGGGGGGG 7 CAPÍTULOS SEGUIDOS ASLAKJSDFLKASJFLASKDJ LOS AMÉ *-*
Solo 4 capítulos para el final? laskdjflaksdjfs.
necesito que la sigaaaaaaaaaaaaas :)
Vanessa.
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
yo personalmente te amo por poner un maraton tan largo asi que siguela!!!!!
besos
besos
ANITALUISI
Re: SUBASTADOS*Zayn y tu HOT*
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA SI, ME COSTO :') pero lo puse por ustedes ;) sólo quedan 4 capítulos así que si veo muchos comentarios la sigo. Gracias yo te amo por leerme *-*ANITALUISI escribió:yo personalmente te amo por poner un maraton tan largo asi que siguela!!!!!
besos
Vanessa.
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