La Chef [Harry Styles y TN__ Lindhagen] TERMINADA.

-¡No lo puedo creer!-gritó mi madre, cuando nos vio cruzar la puerta del aeropuerto-Maximilian, oh, cariño-acogió las manos de Max en las suyas-estoy muy feliz de verte, has cambiado tanto-me miró-me alegra de que hayas venido con él-reímos-.

-Hola, Sandra-saludó Max-estoy encantado de estar aquí, con ustedes-me tomó de la cintura, me atrajo y presionó contra su cálido cuerpo, en un acto reflejo le puse la mano en el pecho para no perder el equilibrio, mi madre nos miró sorprendida-.

-Hola, mamá, yo también me alegro de haber traído conmigo a Max-le regalé una sonrisa a mi madre, ella me la devolvió, bueno, más bien agrandó su enorme y bobalicona sonrisa-.

-De verdad me complace que hayan venido…pero vamos, vamos a la villa-dijo y nos empujó hacia el jeep wrangler-.

El vehículo de Calisto, quien no se hallaba allí, estaba estacionado y tal cual lo recordaba, mi madre se montó en el asiento del conductor y nos llevó hasta su hermosa villa, yo observaba el hermoso paisaje invernal de Creta, se veía tan hermoso, las montañas cubiertas de nieve a lo lejos, por suerte, había sol, mientras conducía no paró de parlotear sobre la cena de Navidad y mencionó algo de un solo cuarto estaba disponible. No le había prestado atención hasta entonces.

-¿Cómo dices?-chillé, de seguro esta roja, ya que me había atragantado con mi propia saliva-.

-Lo que escuchaste, cariño-me miró, extrañada-¿Acaso ustedes no son…?

-Oh, mamá-suspiré-no, Max no es mi novio, no estamos juntos-volteé hacia el asiento trasero del jeep, él se miraba las manos, cabizbajo, ay, no… me dije-Además ¿Cómo es posible que no hayan habitaciones? Tienes una posada, no te ofendas, Max… es solo que me parece extraño-miré a mi madre-.

-Esta tarde, justo antes de que vaya a buscarlos llamó alguien que tenía conocimiento acerca de la posada y dijo que le habían hablado magníficamente de los servicios, así que no me quedó más remedio, y todas las demás habitaciones están ocupadas, cariño, lo siento-se disculpó, apesadumbrada, suspiré y me masajeé el puente de la nariz-.

-No hay problema, tú tranquila-le sonreí-estoy ansiosa por ver a Marianne-dije, para cambiar de tema, mi madre me puso una mano encima de la mía-.

En definitiva había sido una mala idea haberle pedido a Max que me acompañara, ¿Me habrá malinterpretado? Ay, de seguro que sí, lo que le dije en el aeropuerto, vernos todos los días… ¡Estúpida! Me dije, esperaba poder aclararlo con él, cuando estuviéramos a solas. A solas.

A solas.

A solas con Max George.

Mi primer amor. Max George.

A solas, con Max, que estaba demasiado bien George.

No iba a permitir que eso me nuble, él era muy dulce, era perfecto y era el poseedor de un cuerpo demasiado bien formado, pero mi corazón no estaba disponible. Y no quería que lo estuviera para nadie que no sea Harry Swan. Styles, Styles. No Swan. Me recordé, sentí una punzada de dolor, pero fue suplantada por la inmensa necesidad de ver a Harry y abrazarlo, decirle que lo perdonaba y que todo estaría bien entre nosotros. Max se quedó callado todo el camino, lo que menos quería yo era que se sintiera incómodo en una fecha así y por lo visto debíamos compartir habitación durante una semana. Comencé a odiar a ese sujeto, ¿Quién iba a Grecia en invierno? Yo, bueno, pero era para ver a mi mamá. Demonios, qué situación.

-TN__-chasqueó mi madre frente a mi cara, di un respingo-.

-¡Ah! ¿Qué? ¿Qué pasó?-pregunté en voz demasiado alta, de veras estaba distraída-.

-¿En qué tanto piensas?-negó con la cabeza, nos bajamos del jeep y en las escaleras de la entrada estaban Zayn y Marianne abrazados. Dios, no paraban de toquetearse, sí que estaban enamorados, al parecer se creían adolescentes aún, sonreí, ella estaba tan feliz de estar ahí con él, de verdad se merecía ser feliz. La loca de mi prima, al verme saltó del regazo de su novio y corrió a abrazarme, un verdadero abrazo de oso.

-Hermosa, me alegro de que estés aquí-susurró a mi oído, posó su barbilla en mi hombro, luego se separó-¿No tienes calor? De verdad, con toda esa ropa yo estaría asándome-reímos-.

-Solo un poco, el clima aquí es interesante, hace frío pero hay sol, me gusta-sonrió, y nos volvimos a abrazar-Vine con Max, ¿Lo recuerdas? Max George-le dije, mientras nos separábamos de nuestro abrazo, de nuevo-.

-¡Max!-chilló-¡Qué alegría verte!-me miró-Guardadito te lo tenías, eh, prima-contuve las ganas de estrangularla, o mejor aún, colgarme del árbol de la entrada-.

-No, no, Mari, no es lo que piensas-habló Max, me miró fijamente y suspiró, estaba fea la cosa, se sentía rechazado. Mierda-.

-Oh…-fue lo único que pudo decir Marianne-.

-¡TN__!-gritó mi madre-¿De verdad no escuchaste lo que te dije cierto?-miré al suelo como una niña descarriada, y negué-.

-No, mami, no te estaba prestando atención-murmuré-.

-Te dije que vayas a buscar al Señor Cox, después de almorzar-me miró ceñuda con las manos en sus caderas, yo desvié la mirada-.

-Bueno, no me regañes, ya tengo veinticuatro-me crucé de brazos y le quité la lengua, intentó mantenerse seria, pero al final rió, y yo la seguí, fui hasta ella y le di un gran abrazo-.

La villa estaba más hermosa que antes, seguían iguales los muros estaban hechos de ladrillos gigantes de piedra maciza, daban a la calle, pero detrás de los mismos, se encontraba el jardín cuidadísimo de mi madre, todo él de césped y flores, un olivo, típico, y el porche, era precioso, puerta de madera en arco, la puerta era realmente pesada, antiguo y mantenido roble, lustroso, el piso también hecho de piedra, era una propiedad ancestral, había pertenecido a la familia de Calisto durante generaciones. Todas las habitaciones eran de un gran tamaño, se encontraban en la segunda y tercera planta, los pisos eran de parquet, las camas eran con dosel y las ropas de cama eran de satén. La estancia era enorme. Amaba ese lugar, pero no era para mí, sus veranos eran demasiado calurosos, hasta sus inviernos eran así. El salón principal, estaba decorado con motivos navideños, el árbol portaba los colores, verde, dorado, blanco y rojo. Sin duda era el paraíso de mi madre. Estaba feliz por ella, había encontrado a quién la amara como se lo merecía y vivía en un palacio.

Max y yo nos dirigimos a nuestra habitación en la segunda planta, me sentía un poco incómoda pero estaba todo bien, era sólo Max, nada malo podría pasar. Luego de un silencio incómodo, habló.

-Oye, sé que no es cómodo para ti tener que compartir la habitación conmigo, así que será mejor que me vaya a un hotel cercano o algo…-hablaba, mirándose las manos, cabizbajo y con un tono de voz lastimero, se sentó en el borde de la inmensa cama con dosel, al cual le colgaban gasas blancas-.

-¡No!-lo interrumpí, me senté a su lado y tomé sus manos, me miró-Max, escucha-inhalé profundamente-yo me he sentido muy cómoda contigo las dos últimas semanas, de verdad, desde que me chocaste durante las compras del queso, de verdad, y siento que mi madre te haya puesto incómodo con eso de que somos pareja-él desvió la mirada de pronto-oye… ¿Qué pasa?-cogí su rostro entre mis manos-.

-Pasa, que yo sé que te estás cerrando al amor, TN__, y sinceramente a mi no me importa quién haya estado en tu corazón antes, yo quiero ser el que te restaure, ¿Entiendes?-se acercó más de lo normal, mucho más-por favor, dame la oportunidad de ser el que te alivie el corazón-susurró sobre mis labios, y sin más me besó-.