Creaste mi mundo [Liam Payne&LorenaWoodson]

Una tarde de Agosto lo conocí, hace aproximadamente un año, me encontraba en el pasillo de la gran casa de trabajo de los chicos, era mi hora de comer y me tocaba bajar sola, ya que a mi mejor amigo se le había olvidado buscarme. Como a veces le pasaba a todo el mundo, no se acordaban de mi discapacidad y decían algo que podría ser hiriente para mí, pero claramente todo esto era dicho sin la mayor intención de perjudicarme, solo eran simples olvidos que cualquier persona podía cometer. Somos humanos y de eso se trata la vida, tener errores y aprender de ellos.

Cuando me iba guiando de las paredes del pasillo, pude sentir su gran olor que llegó de inmediato a mis fosas nasales, fue una sensación completamente extraña, era un chico desconocido y estaba parado junto a mí, mis piernas temblaban por la sensación que él me causaba.

Traté de sacar esos pensamientos de mi mente y seguí caminando por el pasillo, mientras procuraba de no pisar en falso y caer al suelo, pero bastó con que dijera un «hola» para que tropezara con varias cajas, no caí gracias a sus brazos fuertes que me agarraron, gracias a él, la persona que amaba mucho en estos momentos y que había dado en mi vida un giro de 360° grados, cambiando mi manera de pensar completamente.

Y todo esto era para bien, él me había enseñado que después de la tormenta siempre viene la calma, que a pesar de todos los problemas tienes que sonreír y demostrarle al mundo que eres fuerte.

En el momento que su piel entró en contacto con la mía una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo hasta llegar a mi estómago, es un vacío que te hace sentir completamente extraña y en ese momento estaba experimentando algo diferente, algo nuevo. En ese momento no lo entendí, pero ahora sí.

“Mariposas en el estómago” Como comúnmente le llaman, es aquél vacío con un inmenso cosquilleo que sentimos en el estómago cuando nos gusta una persona, lo que es algo extraño ya que apenas me tocó y ya sentía eso. Pero fue algo que llegué a comprender hace unas horas.

Entendí que no hace falta ver a una persona para que nos llegué a gustar, pero hay que tomar en cuenta que ni siquiera había escuchado su voz, todavía no lo conocía, ni siquiera sabía si era una buena persona o mala. Solo sentí ese vacío extraño.

También tomé en cuenta que solía ser nerviosa con los chicos por ser tímida, ¿pero sentir ese vacío en el estómago que te daba una descarga eléctrica directa al corazón? Jamás.

Es por eso que me di cuenta que cuando dos personas están destinadas a estar juntas se atraen inmediatamente y no es necesario verse, ni tampoco oírse, solamente el contacto de ambas, solo la presencia basta. Porque el destino es así, inentendible para muchos, pero mágico y sorprendente para otros. Algunos intentan averiguarlo, sin entender que se están engañando a sí mismos, ya que el destino nunca dará señales, solo los estamos viviendo y no nos damos cuenta.

Creo que en este maravilloso mundo –y vaya que lo es, porque no hace falta verlo para saberlo– cada uno de nosotros tenemos a una persona con la que guardamos una conexión especial, una persona que es tu propio reflejo, que tan solo con tenerla a tu lado te hará sentir protegido, ya que ambos se comprenden mutuamente, es tu complemento por decirlo de alguna manera y nada más te podrá hacer sentir mejor que esa persona. No necesariamente tiene que ser tu pareja, esto también se da por un lazo de amistad, incluso en la familia.

En estos momentos estoy comprendiendo que mi complemento es Liam, independientemente que ame a mi padre, independientemente que tenga todos los años del mundo conociendo a Niall. En los brazos de Liam siempre me sentiré diferente, si él se siente mal yo me daré cuenta y viceversa. Cuando estamos juntos nos complementamos y cuando las personas que están destinadas a estar juntas se enamoran, el sentimiento es aún más fuerte, esquivando cualquier barrera que se interponga entre los dos.

Sé que en estos momentos está angustiado por mí, porque yo también estoy nerviosa. La operación salió exitosa, pero tengo las ganas de saber qué pasará, dentro de 45 minutos me quitarán las vendas que tengo alrededor de mis párpados, he tenido leves dolores de cabeza, esto se debe al chip que me instalaron.

Extrañaba la voz de mi padre y la de los chicos, pero sabía que ellos desde afuera me estaban cuidando.

Cuando me desperté luego de la operación estaba confundida, tenía un dolor de cabeza terrible y estaba atada completamente a la camilla, intenté zafarme pero no podía, así que mi única opción en esos momentos fue gritar. Todo por el gran miedo que sentía.

Unas manos me habían agarrado de las muñecas y comencé a gritar más fuerte «Cálmate, estás bien» Dijo la voz de una chica.

– ¿Dónde estoy? –Pregunté.

La mujer logró tranquilizarme luego de haberme inyectado una sustancia que fue poniéndome casi inconsciente. Me explicó lo de la operación, haciendo que recordara todo. Me amarraron, ya que cuando me despertara iba a estar confundida y lo más seguro que haría era levantarme y tenía que estar acostada, en eso no se equivocaron. También me dijo que tendría que estar aquí por cinco días y no podía recibir visitas. Solo entraba ella a la hora de cada comida y ya estaba ansiosa por escucharlo a él, la voz de mi padre o alguno de los chicos.

Me sentía totalmente agradecida con ellos, por haberme regalado esto de cumpleaños y no me importaba si no funcionaba, al menos lo intentaron y eso es lo que cuenta. Quisieron darme un bonito y gran detalle de cumpleaños y en eso estoy muy agradecida.

Pase lo que pase ya no pienso quedarme callada, necesito decir lo que pienso, necesito tomar la mano de Liam, sentir esa fuerte conexión con él, para luego decirle que lo amo y que es lo mejor que ha podido pasarme en mis 17 –dentro de poco 18– años de vida. Él creó mi mundo y lo único que me queda es decírselo.

Gracias a él he aprendido muchas cosas y una de ellas es valorar a las personas importantes en mi vida.

Siento de nuevo una presión en mi cabeza y es como si me estuvieran aplastando el cráneo con un alicate gigante, me llevo las manos a la zona donde se encuentra el dolor y presiono un poco para que se calme, fue en ese momento que se abrió la puerta donde pasaba todos los días la enfermera que me vigilaba, no era la que me habían presentado los chicos.

– Tan solo media hora, ¿nerviosa?

– Pensé que había pasado más tiempo –dije adolorida.

– De nuevo los dolores de cabeza –me tocó la frente–. ¿Podrás aguantar media hora? No quisiera inyectarte ningún analgésico.

– Claro, pero… si recupero la vista ¿tendré los mismos dolores constantes?

– Lo máximo que puede durarte es un mes, no te preocupes que no será tan fuerte –dijo y salió de la habitación.

Trataba de pensar en otras cosas para calmarme, entonces recordé lo que había dicho hace rato en mi mente y me pregunté si a Liam también le dolía la cabeza. Me eché a reír porque sabía que estaba exagerando de forma divertida. Entrelacé mis manos sudorosas contando los minutos para saber qué pasaría.

Estaba muy aburrida y no podía concentrarme en algo fijo para que el tiempo se pasara rápido y llegara la hora que todos estábamos esperando. Recuerdo que ayer la enfermera me dijo de parte de Liam que le manó a decir lo mucho que me amaba, sonreí pero no le contesté. Es por eso que quiero decírselo cuando le toque entrar más tarde, para compensarle todo lo que ha hecho por mí.

Y no solo porque me ha hecho favores, sino porque a su lado me siento feliz y más nadie me hace sentir estas descargas eléctricas que él me transmite de pies a cabeza, para luego sentir un gran vacío en mi estómago, mientras el corazón cambia su ritmo de velocidad.

El ruido del aire acondicionado que se prendía a la misma hora me azotó de nuevo, lo dejaban encendido por un buen rato y luego lo apagaban para que tampoco me congelara.

De nuevo entró la enfermera y me extrañó, ya que acababa de salir hace aproximadamente 5 minutos.

– He decidido dejar pasarlo un poco antes para que logre calmar su ansiedad –se rió un poco. Fruncí el ceño, pero luego entendí todo.

El lugar se calló por completo, para luego sentir sus pasos y su presencia. Inmediatamente mis labios se curvaron en una sonrisa, quería levantarme y abrazarlo, pero claramente no podía.

– ¿Cómo estás princesa?

– Bien –respondí sin dejar de sonreír.

– Los dejaré solos hasta que se haga la hora.

Me quedé feliz por tenerlo tan cerca de nuevo.

– Te he extrañado –agarró mi mano y le dio un beso.

– No tanto como yo –confesé.

Mi corazón bombeaba de felicidad, de tan solo saber que lo tenía de vuelta a mi lado. Sus manos suaves me dejaban caricias en las mías, ya me sentía completamente segura. Mientras esperábamos que pasara la hora, me contaba todo lo que había sucedido en los últimos cinco días, de su desesperación por verme y saber que estaba bien. También me dijo que Niall me tenía una sorpresa.

Tuve que pedirle que me contara de qué se trataba, pero se negó rotundamente a decirme.

De tanto escucharlo y escucharlo se hizo la hora, la enfermera entró y le pidió a Liam que saliera por 1 minuto. La muchacha me contó que tenía que arreglar algunas cosas en la habitación.

Cuando terminó de acomodar todo entró el doctor, quien me saludó amablemente y me preguntó que quién quería que entrara a conocer los resultados, inmediatamente mencioné a Liam, ya que si llamaba a mi padre no iba a ser tan fuerte en estos momentos.

Ya cuando estaba tranquila, los nervios se habían apoderado nuevamente de mi ser y tenía un gran nudo en la garganta. La enfermera salió y entró de nuevo con mi novio, que inmediatamente se puso a mi lado, agarrando mi mano y apretándola.

Sentí de nuevo un vacío en el estómago, pero diferente, este era de ansiedad por saber qué era lo que iba a suceder conmigo. Mis manos sudaban frío y sentía como si el sudor también recorriera mi frente. Inhalé y exhalé muy fuerte, que llamó la atención al doctor, que me calmó un poco.

De nuevo comencé a recordar cuando conocí a Liam, en cada y una de las cosas que cambiaron desde que él entró a mi vida. De cómo él me buscaba y yo me negaba. De nuestro primer beso en la playa, de nuestras salidas a comer helado y luego salir a corretear las palomas, de la vez que intentaron violarme y Liam estuvo ahí para salvarme. De todas sus hermosas palabras, de una de las tantas veces que los guardias querían hacerme daño y él junto a Niall me cuidaron.

Entonces recordé que mi madre había muerto por culpa de esos tipos, en especial Michael, porque estaba loco y creo que todo en esta vida se paga, ellos mataron a mi madre, quisieron matarme a mí, a Niall y se llevaron su merecido por ello.

Ahora que todo está calmado puedo decir que mi madre nunca me abandonó, siempre estuvo conmigo en mi alma y espíritu, me ayudó a ser fuerte y sé que gracias a ella seguí adelante, porque ella me mandó a este ángel que tengo a mi lado. A este ángel que me protege y siempre lo hará, a mi alma gemela.

Por eso y muchas más razones lo amo.

Hace 6 días estábamos en la terraza que él me había regalado, cantándome una hermosa canción que él me había compuesto, con la ayuda de Niall que le había enseñado los acordes de la guitarra. Su hermosa voz y sus palabras me llegaron directo al corazón, porque lo sentía de verdad porque teníamos una fuerte conexión en mente y alma.

Cuando me había cantado Kiss me, me hizo sentir especial, me hizo quererme más y cuando me cantó en la terraza me hizo sentir amada por él, diciéndome lo importante que significaba en su vida y eso no pudo hacerme sentir mejor.
Besó mis manos y entonces dije lo que por tanto tiempo había callado.

– Te amo.

Luego de haber dicho eso el doctor me levantó la cabeza para comenzar a quitar la primera venda, mi corazón latía aceleradamente, luego continuó con la segunda y apreté la mano de Liam, mientras me mordía los labios ¿y si iba a verlo? ¿Y si ya era momento de ver todo lo que jamás he visto? ¿Podré saber cómo es el cielo hermoso que tanto mencionan? ¿Será que ya había llegado el momento esperado por todos y por mí?

– ¿Sigo? –Preguntó el doctor al verme muy nerviosa.

– Espere –suspiré lo más fuerte que pude y apreté la mano de Liam–. Continúe –dije definitivamente decidida a saber de una vez por todas, el resultado final de la operación.

El doctor fue quitándome la última venda, ahora solo faltaba quitar los algodones.

Una vez que estos fueron quitados tenía que abrir los ojos.

La verdad, no quería hacerlo todavía, pero era necesario por más que los horribles nervios me atacaran. Suspiré fuertemente mientras de una manera lenta fui abriendo mis ojos. No lograba entender nada, volteé mi cabeza pero todo se veía exactamente igual a como veía antes. No había nada de diferente.

– ¿Qué ves? –Preguntó el doctor.

Me quedé un rato en silencio tratando de comprender todo lo que estaba pasando. Cerré mis ojos y sentí como poco a poco estos se fueron humedeciendo, fue el silencio más incómodo que he presenciado hasta entonces.

– ¿Quieres que nos vayamos? –Preguntó de nuevo el doctor, pero esta vez más preocupado.

– Por favor –pedí.

– Ya va, ¿qué es lo que está pasando?

– Es mejor que ella hable contigo.

– Pero, esperen.

La puerta sonó, indicando que ya estábamos completamente solos.

– Lor…

– No te preocupes Liam, estoy bien.

– Pero, ¿qué viste?

– Vi el amor…

– ¿Ah?

– Así como lo oyes. Hace rato me di cuenta de todo y vi el amor, en cuanto te dije te amo. En ese momento vi, que hay personas que llegan en determinados puntos de nuestras vidas y se quedan para marcar algo especial. Liam, quiero que me escuches muy bien. Esto no es impedimento para que tú y yo sigamos juntos, eres mi complemento y no quiero que nada se interponga entre los dos.

Liam no dijo nada, solo me agarró la mano tal y como lo pensaba, me imaginé que ya entendía a lo que me refería con lo que le dije anteriormente. Posó sus labios en mis nudillos y dejo un suave y delicado beso.

– Liam…

– Shh –me calló, mientras volvía a dejar un beso–. No hables.

– Liam –volví a decir pero preocupada.

– Yo también te amo –se levantó para besar mi frente y yo lo sostuve del brazo–. Déjame ir Lorena.

– No te vayas.

– Es solo por un momento.

– Por favor –supliqué.

– ¡¡Lorena!! –Gritó algo ofuscado y yo asentí algo nerviosa, la puerta se trancó de nuevo y yo rompí en llanto. No debería sentirme mal, pero me siento así por él, por mi padre, por todos los que pagaron por mi operación para que no diera resultado. Entonces me sentí incapaz, tenía que haber luchado por ver, pero no era mi culpa, en el fondo de mi mente lo sabía, pero ahorita solo pensaba en eso por la actitud de Liam.

Supongo que está molesto conmigo y eso me duele, la operación era muy cara y eso me hacía sentir más culpable.

Mis lágrimas fueron cayendo por todo mi rostro, mientras que con el dorso de la mano iba limpiándolas, recordé todo lo que le había dicho anteriormente y me pregunté si había hecho lo correcto, porque tal vez fue muy precipitado ¿y si no entendió lo que quise decirle y se lo tomó a mal?

Traté de recordar cada palabra dicha por mí segundos antes de que se fuera pero no lograba recordarlo con exactitud, mi mente entró en una crisis de confusión, en donde Liam me estaba odiando por haberle hecho gastar tanto dinero.

– ¡¡Te amo Liam, te amo!! –Grité de nuevo cerrando mis puños y estampándolos contra la cama–. ¡¡Te amoooo!! –Lo hice de nuevo, mientras las lágrimas se seguían esparciendo, llegando a mi cuello, donde se quedaban estancadas.

La puerta se abrió y en eso unos pasos brincones entraron.

– ¿Todo bien? –Preguntó el doctor.

– Liam, por favor. Liam.

– Él salió un momento, quiere estar solo.

– Dígale que venga –dije con voz entrecortada–, lo necesito.

– Shhh –me acarició la frente–, no te preocupes solo no se siente muy bien.

– Me odia ¿cierto? Me odia por hacerle gastar el dinero.

– No, claro que no. Solo quería que estuvieras feliz y piensa que te falló.

– Quiero que él esté aquí, yo fui la que le fallé, yo fui la que no funcioné.

– La operación fue la que no funcionó, no tú linda –estaba tratando de tranquilizarme y yo no quería escuchar más nada, porque me sentía mal por Liam, no quería que él estuviera sufriendo a costilla mía–. Hay alguien que quiere verte, ya lo traigo.

Abrió la puerta y en eso se escucharon unos pasos.

– Hija…

– Papá, ven –estiré mis brazos, mientras seguía llorando. Él se acercó a mí y me abrazó fuertemente.

– Supe lo que pasó, tranquila.

– Liam me odia.

– No digas eso.

– Claro que sí –dije mientras seguía aferrada su pecho–, se siente mal porque no funcionó mi operación y piensa que no voy a ser feliz.
– Pero yo sé que lo eres mi amor y no me importa si no ves, si ves, si ves amarillo, verde o lo que sea. Solo quiero que siempre seas tú misma y que no cambies por esto. Quisimos intentarlo, pero no se pudo. Nos caímos, pero tenemos que levantarnos, nunca lo olvides.

– Te amo papá –sus brazos me tomaban con delicadeza, me sentía muy mal por la forma en que Liam se había ido de la habitación sin siquiera responderme o explicarme la razón del porqué de su salida.

– Yo también pequeña, yo también.

Al rato la enfermera entró y me inyectó un tranquilizante que poco a poco me fue dando sueño hasta quedarme dormida.




Días después.

Me echaba a reír porque Liam me tapaba los ojos, debido a que me iba a dar una sorpresa. Le dije que sabía que no era necesario, pero se negó ya que quería cumplir con las costumbres. Sus manos seguía cubriendo mis ojos, mientras iba llevándome a no sé dónde.

Anteriormente habíamos recorrido toda Irlanda para llegar a el lugar que él quería llevarme, me dijo que quisiera o no tenía que merecer mi regalo de cumpleaños. Sí, estaba cumpliendo 18 años en estos momentos.

Fue casi un problema para que mi papá nos dejara salir, pero a la final aceptó con la condición de que llegáramos temprano para la picada de torta.

Obviamente no lo iba a dejar pasar por alto, de paso Niall cerca de la comida no era muy buena idea.

Me quitó las manos y me pidió que siguiera caminando. Escuché el eco de la voz de Liam en el lugar donde nos encontrábamos.

– ¿Dónde estamos?

– Sigue caminando –me susurró al oído.

Mis pies se mojaron y pegué un chillido del susto, escuché la risa de Liam y lo golpeé en el pecho a son de broma.

– Estamos en la cueva Aillwee ¿qué tal? Dicen que es una de las cuevas más conocidas de Irlanda.

– No puedo creerlo –dije sorprendida.

– Sigue caminando, cerca hay una cascada.

Seguí caminando con él por el agua tibia que se encontraba en lo más profundo de la cueva, Liam me tenía agarrada de la mano para que no me cayera, me reía cada vez que caminábamos y tropezábamos con una piedra. Liam me agachaba la cabeza por algunas estalagmitas que casi llegaban al suelo.

Como pudimos esquivamos todo.

– Allí está –me dijo Liam atrás de mí.

– La escucho.

El sonido del agua que fluía era música para mis oídos. Me cargó y me adentró a la cascada, donde se lanzó junto conmigo.

Me solté de él y seguí sumergiéndome, él sabía que amaba nadar y que uno de mis mayores sueños era ser una nadadora profesional.

Antes me cuestionaba por eso, ahora sé que si me lo propongo puedo lograrlo, porque él me enseñó eso. Que no podía rendirme.

– Ven.

Me agarró la mano y me llevó a donde caía el agua, era refrescante y mi cabello se dejaba llevar por lo rica que estaba el agua.

– Gracias.

– No es nada princesa.

– Gracias por hacer de mi vida la más feliz.

– Nada me hace sentir mejor que verte con esa hermosa sonrisa que tienes en tu rostro. Te amo Lorena.

– Y yo te amo a ti –junté mis labios con los de él, mientras él agua caía sobre nosotros, había sido un día maravilloso.

Me cambié de ropa en la parte trasera de la Range rover que Harry nos había prestado para esta ocasión especial.

– No mires –dije riéndome, mientras él me dijo que no me preocupara. También se estaba riendo. Luego de cambiarme me pasé para el copiloto y nos fuimos de nuevo a casa. Sabíamos que íbamos a llegar un poquito más tarde de lo acordado, pero no creo que nos digan algo, solo estábamos divirtiéndonos.

A mitad de camino el carro fue andando más lento y Liam se quejó por ello, hasta que se quedó parado por completo. Le pregunté lo sucedido y me dijo que se le había olvidado cargarlo de gasolina, Harry le había dicho pero no se acordó.

– ¿Hay alguna manera de solucionarlo?

– Que venga una grúa –respondió tranquilo.

– ¿Y?

– Mi teléfono se descargó.

– ¿Qué? –Me quedé sorprendida–. ¿Ahora cómo llegaremos?

– Creo que tenemos que esperar a que alguien pase por esta carretera que es completamente sola y que transitan pocos carros.

– ¡Liam! –Lo regañé.

– Es verdad.

Me quedé callada, tratando de buscar una solución para lo que acababa de pasar pero nada se me pasaba por la mente. Supongo que tenía que hacerle caso a Liam, esperar a ver si con suerte un carro llegara a transitar.

– No pongas esa cara, hay que buscarle el lado positivo.

– Bueno, estamos juntos –se rió y me sostuvo delicadamente la quijada para darme un beso.

– Tienes razón, estamos juntos –susurró en mis labios–. Pensé por un momento que te había fallado. Cuando… salí de la habitación donde estabas me puse a pensar y supe que merecías un regalo de cumpleaños, uno que sí disfrutaras. No quería que te sintieras mal por el hecho de de que no funcionó como se esperaba.

– Sabes que eso no importa, nada puedo disfrutar mejor que tu presencia.

– Es que quería que vieras el mundo y…

– Liam –lo agarré por el cuello acercándolo más a mí–. Tú creaste mi mundo.

Junté nuestras frentes y nuestros labios poco a poco fueron rozándose hasta llegar a tocarse por completo, para dar paso a un beso cargado de todo el amor posible, de esta conexión tan grande que sentíamos.

En estos momentos no tenía miedo, porque me sentía segura en sus brazos, porque estaba junto a él y sabía que nada malo podía pasarme, porque él estaba allí. Mi ángel guardián, entonces cerré los ojos, mientras lo besaba para agradecerle a mí mamá por habérmelo mandado.

Él era mi complemento y lo sabía. Él era lo esencial en mi vida y lo sabía. Él había creado mi mundo… y ahora lo sabía.

2 años después.

«Vamos Lorena, tú puedes» Gritaban los chicos, pero apenas y podía escucharlos, solo me concentraba en llegar a la meta, movía mis brazos hacia adelante con toda la velocidad posible que mi cuerpo transmitía, me sentía enérgica, poderosa.

«¡Siiiiii!» Dijeron todos al verme llegar a la meta, alcé los brazos con una sonrisa en mi rostro, no podía creer lo que había acabado de pasar.

Salí del agua y los chicos se dirigieron hacia mí para darme un gran abrazo de felicitación, me pasaron una toalla y me fui secando con ella.

– ¡Estuviste increíble! –Me chilló Perrie en el oído.

– Sabes que no me gusta que me griten –me quejé un poco.

– Sorry.

– Pero también sabes que te quiero, tonta –la agarré y le di un fuerte abrazo.


El señor que anunciaba las posiciones en que habíamos quedado estaba informado el nombre de la persona que llegó en segundo lugar.

– Luego vienes tú –dijo Liam.

– Y el primer lugar es –habló el hombre del micrófono– para la señorita… Lorena Woodson.

Mi nombre se escuchó en todo el lugar y yo me fui acercando al podio Me ayudaron a montarme en el y agarré mi trofeo alzándolo al público que eufórico coreaba mi nombre y me aplaudía.

– ¿A quién quieres dedicarle eso? –Me preguntó el hombre mientras me dejaba su micrófono.

– Buenos Días –comencé hablando a lo que todos me respondieron–, primero que nada les quiero agradecer a todos los que vinieron para apoyarme, a todas las personas que confiaron en mí. Quiero agradecerle a mi papá, a mi novio, a mi mejor amigo que está muy feliz con su novia –sonreí al recordar cuando Niall me había presentado a Karen, desde entonces nos llevábamos muy bien juntas y diariamente me pedía consejos sobre el pequeño duende– y a todos mis demás amigos que me apoyaron a seguir adelante, a que cumpliera mis sueños y jamás me rindiera. Pero este premio solo se lo merece una persona especial, aquella persona que me amó hasta que abandonó este maravilloso mundo y esa es persona es mi mamá.

Quiero que sepas que donde quieras que estés te llevo siempre presente, en mi mente y en mi corazón, sé que nunca te dije en persona lo mucho que te amaba, pero ya no volveré a cometer los mismos errores, porque tú me los enseñaste mandándome a un maravilloso ángel, la persona que creó mi mundo. Esto es por ti madre, te amo.

Levanté mi trofeo en alto, dejándome llevar por el momento, lo que tanto había deseado.

– Eres una gran chica –me dijo mi padre, mientras me abrazaba–. Fue muy hermoso lo que dijiste –comentó mientras se sorbía la nariz.

– No llores papa, sabes que ella está cuidándonos y está feliz por vernos así de juntos.

– Tienes razón pequeña.

– Creo que es hora de comer –comentó mi mejor amigo.

– ¡Niall! –Lo regañó Karen.

– Yo lo apoyo, tengo hambre –repliqué mientras me señalaba la barriga.

– Como ustedes digan –dijo mi padre mientras nos llevaba al restaurante que estaba cerca de la piscina.

– ¿Qué se siente haber ganado uno de los premios más importantes de natación? ¿Qué opina Liam Payne sobre su logro? ¿Es verdad que se van a casar?

– Eh… -respondí nerviosa ante todos los reporteros que estaban rodeándome.

– Lo siento señores –intervino mi padre–. Las preguntas para más tarde, esta señorita necesita tiempo con su familia –respondió mientras me llevaba con los chicos–. Periodistas, comienzan hablando de ti y terminan hablando de tu novio super estrella.

Me eché a reír mientras me fui caminando junto a ellos al lado de mi padre que me tenía agarrada de la cintura. Recordé entonces la vez que Liam y yo nos habíamos quedados varados en la carretera y luego de 5 horas llegó un camionetero a quien le pedimos el favor de que nos prestara su celular. Como era de esperarse recibimos un regañón por parte de mi padre por haber llegado tarde y de Harry por dejar a mitad de la calle su camioneta.

Pero no me arrepiento de nada de lo que pasó ese día. No me arrepiento de nada de lo que me ha pasado hasta los momentos. Con Liam aprendí que los sueños si se cumplen.

Ya cumplí uno de ellos y ahora es que me faltan por cumplir.

Te amo Liam Payne, gracias.