Creaste mi mundo [Liam Payne&LorenaWoodson]

Los truenos no me dejaban dormir, el frío de la noche penetraba en mi piel haciéndome temblar profundamente, lloraba, gritaba, antes de que comenzara a llover había pensado en mi padre, en su bienestar, no quería que nada malo le pasase, tenía miedo, demasiado miedo. Un horrible trueno me estremeció por completo, no pude evitar soltar un grito.

– ¿Qué tienes? –Entró mi madre preocupada al escuchar mis intensos gritos.

– Tengo miedo –dije a la vez que tiritaba sin parar– no quiero que le suceda nada a papá –estaba sollozando.

– No pasará nada, todo está bien –besó mi frente mientras unía sus brazos dándome un fuerte abrazo– Te amo hija.

Había sido una de las peores noches de mi vida, casi siempre tenían que ver por mi padre, pocas veces era por mi ceguera, la gente solía ser muy cruel, sin embargo me acostumbré con el tiempo, aunque es difícil cuando sientes que nadie podrá enamorarse de ti, es horrible pero creo que he tenido que aprender a resignarme, me lavé la cara y bajé a la cocina, esperé un rato en la mesa y luego tomé una cucharada de la comida que me había servido mi mamá, apenas lo probé mis papilas gustativas se emocionaron, era mi comida favorita, panqueques con queso derretido, le agradecí a mi madre y esta me correspondió con un beso en las mejillas, luego de eso me acerqué al fregadero a lavar donde había comido, sumándole el plato de mi mamá, a pesar de no ver absolutamente nada conocía perfectamente mi casa, y tenía desarrollado otro sentido que era el del oído, a veces escucho cosas que no me convienen, pero sin embargo lo hago. Caminé en dirección a mi cuarto, era Domingo y no tenía que salir a algún sitio en especial, justo a mitad del camino me caí, ¡pero qué torpe! –Dije en mi mente– a mi mamá se le había olvidado trancar el mini sótano, el cual de niña me encantaba jugar con Niall, sin saber realmente para que lo habían diseñado, hace pocos meses atrás mi madre confesó que era un escondite por si algún día nos viniesen a buscar en nombre de mi padre ya tuviésemos lugar donde estar, era muy bueno ese espacio, aunque fuera pequeño, pasé la mayoría de mi infancia allí, ese mini sótano se comunicaba con la casa de Niall que quedaba ubicada justo al lado de la mía, su papá también trabajaba en la milicia, por mala suerte ya no, y eso era lo que me daba miedo que un día mi padre saliera y no volviera nunca más, así como lo hizo el de él, tuvieron que pasar dos años para que Niall pudiera superar la muerte de su papá, fue difícil pero sin embargo lo logró, a veces me pregunto cómo pudo hacerlo, yo hasta estas alturas todavía estuviese deprimida, a lo mejor porque él es hombre y yo mujer. Tranqué muy fuerte la puerta del mini sótano y luego lo tapé con su alfombra que lo escondía perfectamente. Tenía un gato, persa según mi mamá, ella decía que tenía colores grisáceos, me reía sabiendo que jamás iba a conocer como eran aquellos colores que tanto mencionaban. Antes de terminar de subir a mi cuarto lo llamé y este vino rápido a pasarse de un lado al otro por mis piernas, me encantaban el amor incondicional que podían expresar los animales con las personas, a veces prefería mil veces haber sido un animal que un insignificante humano, mi bajo autoestima era grave pero me negaba rotundamente asistir a un psicólogo ¿cómo van a poder tratar conmigo? ¿Cómo van a decirme que me considere hermosa si ni siquiera puedo verme? ni siquiera sé como soy. Siempre me han descrito castaña y de tes blanca, lo único que sabía era que mis cabellos eran largos y se ondulaban en las puntas, que era de contextura mediana y no tan alta. El rechino de las escaleras de madera me retumbaba mis desarrollados oídos, la casa era estilo antiguo y se notaba por la manera en que sonaba a veces cuando pasaba un fuerte viento, el clima de Irlanda era fresco, eran pocas las veces en las que hacía calor, y el frío solo llegaba en época navideña y en las noches. El ambiente se respiraba tranquilo mientras me imaginaba como era el de mi padre, donde existían las guerras, guerras y más guerras. Localicé mi cuarto y me lancé en la cama que se encontraba justo al lado de la pared, me quedé un rato pensando hasta que me dejé caer en los brazos de Morfeo.

– Despierta angelito –habló una voz melodiosa en mi oído, no solía tener un sueño pesado, creo que era debido a que podía escuchar todo fácilmente.

– Hola mamá, ¿cuánto tiempo pasó desde que me quedé dormida? –dije entre sueños.

– Mucho, dormiste corrido son las 6 de la noche.

– ¡Qué mal! –Exclamé– ahora no tengo nada de sueño –me paré de la cama y me fui al baño que se encontraba en la habitación, llené una bandeja de agua y lavé mi cara lentamente con ella.

– Hija –comentó mi madre– ¿cómo te va en la escuela? –Preguntó dudosa.

– ¿A qué se debe tu pregunta? –Sabía que no era correcto responder con otra pregunta pero en ese momento era necesario.

– Es que, siento que tus ánimos ya no son los mismos de antes.

– Mamá –salí del baño– yo siempre he sido introvertida, pensé que ya te habías acostumbrado.

– Sí yo sé –hizo una pausa antes comenzar de nuevo a hablar– pero es que desde que Niall se fue de gira con su banda ya no eres la misma, creo que necesitas conocer a otras personas –lo sabía, no sé por qué me imaginaba que me iba a salir con algo como eso, típico de las madres por lo que decían en las películas que solía escuchar, todas esas madres se parecían a la mía y ahí fue cuando me di cuenta de que todas son iguales.

– No necesito más amigos –le repliqué– con Niall es suficiente.

– Pero él está de gira.

– ¿Y qué? –Alcé la voz un poco– pronto volverá.

– Ok, como digas hija –sentí como se paraba de la cama dirigiéndose a la puerta que se hallaba cerca– ¡qué descanses! –pude escuchar el interruptor que apagaba la luz de la habitación, no sé por qué había eso en mi cuarto si era inservible para mí. Me quedé un rato en la cama pensando en las palabras que me había dicho, pero es que era imposible, nadie iba a querer ser amigo/a mío, nadie.
Traté de descansar lo más posible, tanto que al día siguiente me sentía enérgica, nunca había dormido tanto en la vida, podían pasar miles de siglos y la gente no se acostumbraba a mi ceguera, era típico tropezar a alguien en la escuela y escuchar un “¿no ves?” para luego escuchar un “disculpas, se me olvidó”, pero ya me había acostumbrado, creo que de eso se trataba mi vida, adaptarme a las nuevas situaciones, me sentí extraña en el receso, no tenía al pequeño irlandés a mi lado, solía visitar la escuela a la hora que salía de la primera clase, creo que lo hacía para no lograr que me sintiera sola, pero eso era malo, ahora lo sentía y quería verlo lo más pronto posible.

– Oye tú –sentí a alguien al lado mío.

– ¿Quién es? –Debo admitir que pregunté nerviosa.

– Soy Eleanor, estudio en el salón de al frente, ¿qué haces aquí tan sola? –realmente sonaba amable, era extraño.

– Creo que es algo obvio el por qué de mi soledad –bajé mi mirada.

– ¿Por qué eres ciega? Eso no tiene nada que ver, ni que por eso dejaras de ser especial – ¿En serio alguien me estaba hablando? nadie había tenido la modestia de aunque sea saludarme y ella me estaba hablando como cualquier persona, como una más del montón, no como una extraña a la que todos solían evitar.

– Gracias por el cumplido –contesté amablemente.

– De nada, no olvides que cualquier cosa puedes contar conmigo –sentí los pasos alejándose y esa era la primera vez que alguien me había dicho esas palabras que no fuera ni mi familia, ni Niall.

El resto de la clase fue normal, llegué a mi casa contenta, creo que se notaba en mi cara porque mi mamá inmediatamente se dio cuenta.

– ¿Qué te tiene tan contenta? –Preguntó curiosa.

– Solo tuve un buen día –mostré una sonrisa y subí a mi cuarto, hice un rato todas las tareas hasta terminarlas por completo, no me gustaba dejar nada para última hora, así fuera para un mes después las hacía en el tiempo libre que tuviera y como ahora no estaba Niall tenía bastante tiempo de sobra, los otros son para hacer oficio aunque mi mamá no me lo pida, yo lo hago, sé que a ella le molesta, pero quiero que me traten como una persona normal que soy y creo tener la suficiente capacidad como para cumplir con los quehaceres.
Leía un libro que me encantaba, estaba en sistema braille y lo manejaba perfectamente, por suerte la sociedad diseñaba estas cosas y eso era mejor para mí. Bajé a la cocina y preparé un poco de té para aliviarme un poco, no quería volver a sentir ese ataque de pánico que me da al pensar en la salud de mi padre. Tardé como cinco minutos en prepararlo y subí de nuevo con cuidado para evitar tropezar y derramarlo todo. Volví a leer mi libro, la historia era muy bonita, trataba sobre una chica que viajaba el mundo y siempre observaba los hermosos paisajes que la rodeaba, me parecía un poco cruel que crearan estos libros en este sistema sabiendo que nosotros no podíamos ver, pero sin embargo lo leía con gusto, era hermoso no había que negarlo, de él aprendí a que no es necesario tener a un hombre al lado para poder ser feliz, solo tienes que disfrutar de la vida a tu manera, pero ¿cómo disfrutarla? mi madre no es de muy buenos recursos y lo que gana mi papá se gasta muy rápido, a veces sentía como mi mamá lloraba recordando su pasado, siempre se lamentaba por haberle hecho caso sus padres y no seguir estudiando sino dedicándose a la casa mientras ellos trabajaban en una hacienda, después que ellos murieron nací yo a la semana, por lo menos había un motivo para que mi mamá se alegrara. Sentí como vibraba el teléfono, lo cogí rápidamente y contesté.

– Aló –hablé entrecortada por lo difícil que se me hizo hallar el móvil.

– Hola, es Ni…

– ¡Niaaaaaaaall! –No había terminado de decir su nombre cuando ya lo había gritado, escuchar su voz me había emocionado.

– ¿Cómo estás linda?

– Todo bien, Irlanda te extraña –dije graciosa.

– Y yo te extraño a ti ¿qué has hecho de nuevo?

– Nada, me haces falta, creo que eres el único que logra mantenerme distraída –pude escuchar su escandalosa risa por el auricular.

– Muy pronto nos veremos, no te preocupes –su voz sonaba dulce.

Hablamos por horas y horas, algo muy típico de nosotros, me reía sin parar, me sentaba en la cama, me paraba, estaba muy inquieta, sentí ambas orejas hinchadas al trancar, ¡vaya qué hablo bastante! –Exclamé para mis adentros–.
Todo iba bien hasta que escuché un trueno a lo lejos, perfecto, ya la lluvia estaba por acercarse y por el sonido del viento sabía que iba a ser una gran tormenta, el miedo estaba comenzando a inundar mi cuerpo, el corazón estaba latiéndome más fuerte.

– ¿Mamá? –Pregunté a la vez que iba entrando sigilosamente a su cuarto

– Sí hija, ven para acá –esa noche dormí con ella, fue la única manera para calmar mis nervios, luego de media hora quedé dormida profundamente.



– ¡Levántate hija, levántate! –Sentí como movían mis sábanas rápidamente. Abrí los ojos de impacto.
– ¿Qué pasó? –Pregunté restregándomelos.

– Escóndete.

– Pero no entien…

– Vente –me interrumpió para agárrame por el brazo y dirigirme a la sala, sabía a dónde iba a llevarme y no quería hacerlo– no entraré sin ti –le dije cuando tenía medio cuerpo en el mini sótano.

– No dejaré que te hagan daño –besó mi frente– escúchame, no hagas nada de ruido, si no quieres lastimarme no lo hagas –me dio un fuerte abrazo, un abrazo que jamás en mi vida me había dado, parecía una despedida, ahora si tenía pánico extremo– Te amo, nunca lo olvides –una lágrima corrió por mis mejillas al escuchar esas palabras, no quiero perderla, no ahora, ni nunca. Bajé suavemente las pequeñas escaleras que se encontraban ubicadas allí dentro y me fui a un rincón a llorar silenciosamente, estaba viviendo mi primera pesadilla.
Escuchaba los gritos de mi madre, los disparos, mi vida se arruinó por completo.



Había pasado una hora y ahora todo era silencioso, me daba escalofríos.

– Lorena, ¿estás allí? –Preguntó una voz familiar, sin duda era la mamá de Niall.

– Sí –respondí a secas. Escuché sus pasos bajando las mini escaleras que conducían de aquí a la casa de ella.

Tenía miedo, demasiado miedo. La mamá de Niall se quedó a mi lado y pude escuchar sus sollozos.

– ¿Pudo ver algo? –Le pregunté sin ánimos.

– Tan solo escuché –tomó aire– los disparos y luego me vine para acá asustada, me supuse que estabas aquí y veo que estaba en lo cierto.

– Todavía tengo miedo –hablé con un inmenso nudo en la garganta.

Se acercó un poco más a mí y me recostó en su pecho dándome suaves caricias en mis sedosos cabellos. Me dijo que todo estaría bien pero eso no mejoraría nada, mi corazón estaba destrozado, tenía el presentimiento de que algo malo había pasado, tan solo transcurrió media hora cuando caí rendida.

Me desperté acelerada, me di cuenta que no me encontraba en el mini sótano, sabía perfectamente que estaba en otro lugar que no era mi casa, me encontraba en una cama muy suave, me senté en posición de indio algo confundida ¿qué estaba pasando? ¿Será que todo, los sonidos, los gritos de mi madre habían sido producto de mi imaginación? ¿Una pesadilla? entonces sería la primera que había tenido.

– ¡Ya despertaste dormilona! –Escuché una voz desconocida, me alarmé inmediatamente.

– ¿Quién es? –Pregunté asustada y pude escuchar sus pasos al acercarse a mí, me alejé un poco.

– Disculpa, mi nombre es Harry, soy compañero de Niall en la banda –dijo amablemente, al parecer era un chico agradable, pero… ¿en serio me estaba hablando? ¿y por qué rayos estaba con él en ese lugar que desconocía totalmente?

– Hola –hablé tímidamente– ¿qué hago aquí? –Dije casi en susurro, pero un silencio pudo presenciarse, no habló, pude notar como mi pregunta causaba una gigantesca incomodidad en él– ¿Por qué no respondes? –Pregunté de nuevo.

– ¡Despertaaaaaste! –Entró alguien más a la habitación y de inmediatamente lo reconocí, era mi rubio, mi irlandés, mi todo, me paré de la cama dispuesta a darle un abrazo, él se acercó adelantándose, lo extrañaba demasiado.

– Te extrañé –al menos ya los ánimos se me habían subido un poco al escucharlo, no me sentía sola, estaba con él– no sabes lo mucho que me hiciste falta –hablé sin dejar de abrazarlo, sus brazos eran cálidos y encajaban a la perfección con mi espalda.

– Yo también pequeña –me besó un poco más arriba de la frente

– ¿Qué haces aquí en Dublín? ¿Por qué trajiste a tus amigos? –Pregunté aún sin saber que era lo que estaba pasando, otra vez había regresado el silencio–. ¿Se puede saber qué es lo que me están ocultando? –Esta vez subí un poco más mi tono de voz, estaba hartándome de que nunca me dijeran las cosas, me molestaba eso, necesitaba saber que era lo que estaba sucediendo.

– E-este-e –Titubeó el Irlandés.

– Mejor le digo yo –interrumpió el que dijo llamarse Harry– Ocurrió… una terrible… tragedia…

– Termina de decir –dije impaciente.

– Es que es difícil –habló de nuevo Niall.

– Solo díganme la verdad, no importa si sea la peor noticia del mundo, solo no quiero que me oculten nada, por favor –estaba a punto de llorar, no sé por qué me imaginaba lo que estaban pronto a decir, pero sin embargo aguanté.

– Mataron a tu madre –dijo mi amigo casi en susurró– se notaba que también tenía ganas de llorar, su voz se tornó ronca al decir eso. Me quedé paralizada, ¿por qué esto me tiene que pasar a mí? ¿por qué? –Gritaba en mi mente, estaba desesperada por dentro pero no lo demostraba, por fuera solo estaba intacta, no me movía del lugar.

Pasaron 40 minutos desde que había quedado en estado de shock, no paraba de llorar desesperadamente, si el cuerpo produjera una cantidad específica de lágrimas ya las hubiese acabado de seguro, tenía a Niall abrazándome, sabía que Harry se sentía incómodo en aquella habitación, pero a mí no me importaba, lo único que quería era que mi madre reviviera, volver a tocarla y abrazarla, saber que aún sigue junto a mí, que no me ha abandonado, esto era lo peor del mundo, mi peor pesadilla viviéndola en carne propia, no era producto de mi imaginación, era real.

You know i'll be you life, your voice, your reason to be
My love, my heart is breathing for this moment in time
I'll find the words to say, before you leave me today

Escuchaba la voz de Niall en hermosos susurros cantándome, él sabía más que nadie que esa era mi canción favorita de ellos y combinaba perfectamente con este momento. Me uní y a pesar de no cantar muy bien lo hice.

Close the door, throw the key
Don't wanna be reminded, Dont wanna be seen
Don't wanna be without you, My judgements cloudy, like tonight's sky
Hum's are silent, voices none,
Try to scream out of my lungs, it makes this harder
and the tears stream down my face

Juntos seguimos cantando el coro que pocos segundos después siguió Harry junto a nosotros, quería morirme, cada una de la palabras de aquella hermosa canción me llegaban, quería volver el tiempo atrás, realmente lo quería. Una vez que terminamos de cantar quise preguntarle a Niall algo que me tenía intrigada.

– ¿Dónde estoy? –me reí un poco– Nunca me respondieron.

– Estás en Londres –dijo mi amigo tratando de animarme un poco, pero me sorprendí al saber en dónde nos encontrábamos.

– ¿Qué hacemos aquí? –Pregunté atónita.

– Es que… después de lo que pasó… en Dublín me llamó mi mamá e inmediatamente fui para allá a buscarlas, y luego me vine con ambas, es una especie de condominio donde nos quedamos todos cuando hay una gira, estamos juntos pero no revueltos –Respondió Niall naturalmente.

– No puedo creerlo, pero… ¿dormí en todo el viaje? ¿cuánto tiempo dormí? ¿cómo no me desperté? –No me cuadraba nada– ¿me estás mintiendo?

– No vale –se rió– y si dormiste en todo el viaje, dormiste 3 horas mientras fui a buscarte, 3 mientras llegamos y las 2 horas que dormiste en mi cama… y no sé cómo no te despertaste porque si bien sé, tú tienes el sueño liviano, pero sin embargo no sentiste nada –me respondió en el mismo orden que le había preguntado.

– Si ya veo –comenté para luego quedarme recostada en su pecho tarareando de nuevo la canción que no lograba sacarme de la mente. Niall me sirvió la comida, pero no probé ni un poquito, no tenía ganas de comer, lo único que quería era llorar y llorar. Pasaron 3 horas y yo seguía en la habitación encerrada, lloraba en silencio, me sentía pésima.

– Baja a comer –entró Niall con un tono suave de voz, se notaba realmente que estaba preocupado por mí, él sabía que entrar en depresión no era lo correcto, pero no dejaba de pensar en lo que había pasado, me ponía pensar en cómo reaccionaría mi padre cuando se enterase o si estaba bien y no le había pasado lo mismo que a mi mamá, eso sería la gota que derramara el vaso, maldije mil veces a los tipos que le hicieron eso, y si yo no fuese bajado también me fuesen hecho lo mismo, sentía que los odiaba infinitamente, por primera vez experimentaba ese sentimiento. Asentí con la cabeza y al cabo de 5 minutos salí de la habitación, no conocía esa casa, no entiendo por qué Niall me dejó bajar sola si sabe que yo no puedo ver, creo que aún la gente no se acostumbra a mí.
Caminé en con cuidado para evitar tropezarme con cualquier cosa, no quería caerme y luego hacer el ridículo.

– Hola –escuché una voz dulce pero completamente desconocida, aquella voz hizo estremecerme por completo, mis nervios fallaron e hicieron que tropezara con no sé qué cosa que si no fuese sido por él me fuese caído, sus manos agarraron fácilmente mi cintura y lo sentí muy cerca, tanto que podía escuchar su respiración algo agitada–. Ten más cuidado linda –¿Linda? no podía creer lo que había dicho, solo me puse a pensar que no sabía de mi problema.

– Me imagino que no sabes de mi problema –hablé rápidamente a la vez que me paraba.

– ¿Cuál problema? –Preguntó inocente.

– El de… mi ceguera –dije entrecortadamente agachando la cabeza, no quería que me viera, no tenía mis lentes oscuros y me daba pena que lo hiciera, me sentía incómoda.

– ¿Acaso eso es un problema? –Me ericé al sentir sus delicadas manos en mi rostro haciéndolo subir lentamente– no eres la primera que pasa por esto y no por eso dejarás de ser linda –¿cómo podía ser tan bello? y no lo estaba soñando, sus suaves manos lo comprobaban todo.

– Eeeh, gracias –sentí un ardor en mis mejillas, nunca me había sucedido algo como eso, salí corriendo del largo pasillo hasta que logré localizar la cocina, me dio vergüenza haberlo dejado solo pero no podía seguir hablando con él, prefería callar e irme, que quedarme y decir cualquier estupidez por impulso–. ¡Niaaall! –Grité para que lograra escucharme.

– Disculpa –se acercó a mí al darse cuenta que me había dejado bajar sola– se me olvidó.

– No te preocupes tontín –dije riendo– nadie se acostumbra.

– Ya te sirvo la comida, ven –me guió hacia el comedor– aquí la tienes.

– ¿Qué es? –Pregunté.

– Adivina –dijo chocante.

– Oh claro, ¿qué será? –Dije en tono sarcástico– estúpido, él solo soltó una gran carcajada.

– Es un juego entre amigos –habló sin parar de carcajearse, la risa de Niall me contagiaba.

– Te odio –comenté también entre risas.

Ya era de noche y Niall me acompañó a la habitación, me quedé pensando en todo lo que había pasado, en las palabras de aquél muchacho, todos mis pensamientos eran hermosos hasta que recordé la dolorosa muerte de mi madre.
La pesadilla había vuelto.