Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 8 de 12. • Comparte
Página 8 de 12. • 1, 2, 3 ... 7, 8, 9, 10, 11, 12
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
me encantooooo x fin la rayis les dijo a las chicas q esta enamoradaaaaa XD
sigue por favor la nove cada vez va mas genial
sigue por favor la nove cada vez va mas genial
ElitzJb
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
*.*
AME el capitulo! :hug:
Estos dos ya se están enamorando, o más bien, por fin
se están dando cuenta de lo que sienten! :(L):
Me encanta la nove! ;)
Esperando el siguiente capitulo! :D
\^.^/
AME el capitulo! :hug:
Estos dos ya se están enamorando, o más bien, por fin
se están dando cuenta de lo que sienten! :(L):
Me encanta la nove! ;)
Esperando el siguiente capitulo! :D
\^.^/
HeyItsLupitaNJ
Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion)
Capitulo 14
El Cinco de Mayo las banderas mexicana y estadounidense ondeaban sus vivos colores en reconocimiento a la mezcla de culturas que representaban la madre mexicana y el padre yanqui de ________.
Cada año, en la extensa propiedad de los Grant, se celebraban al aire libre partidas de bolos y de bádminton y se instalaban atracciones inflables y toboganes acuáticos. Amigos, familiares y vecinos jugaban y competían entre sí mientras los demás se agrupaban junto a las mesas de picnic para abalanzarse sobre las bandejas de cerdo y pollo, las tortillas de maíz, los cuencos de frijoles rojos o de chile y el guacamole o la salsa picante, tanto que ardía en la garganta.
Se servían litros de limonada, de cerveza Negra Modelo y Corona, de tequilas y margaritas heladas para paliar la picazón.
Las veces que participaba de la fiesta del Cinco de Mayo, Nick quedaba asombrado ante la cantidad de personas que los Grant llegaban a alimentar y la variedad de alimentos donde elegir: fajitas y hamburguesas, frijoles negros, arroz, ensalada de patata… y, de postre, flan o pastel de manzana.
Dedujo que la comida era un símbolo más de la perfecta armonía que reinaba entre Phillip y Lucía.
Nick estaba tomando una cerveza mientras contemplaba a los invitados bailar al son de un trío de guitarras y marimbas. Del, a su lado, iba dando sorbos a la suya.
—Esta fiesta es un éxito rotundo.
—No escatiman esfuerzos.
—Dime, ¿qué sientes al pensar que este año vienes como noviete de la niña de la casa?
Nick, por una cuestión de principios, iba a responder que lo mismo que otras veces, pero era Del quien le hacía la pregunta.
—Me siento un poco raro. Aunque hasta ahora, nadie ha ido a buscar una cuerda para ahorcarme.
—Todavía es pronto.
—Brown, eres todo un consuelo para mí. ¿Son imaginaciones mías o hay el doble de niños que el año pasado? —preguntó Nick pensativo—. Que hace dos años, mejor dicho. El año pasado no pude venir.
—Puede ser. Aunque no creo que todos sean parientes. De todos modos, he oído decir que Celia vuelve a estar embarazada.
—Sí, _______ lo mencionó. ¿Has venido solo, a representar el papel de solterón de oro?
—Sí —respondió Del disimulando una sonrisa—. Nunca se sabe, ¿o no? Mira a esa rubia del vestido azul. Menudas piernas…
—Sí. Siempre he creído que Laurel tiene unas piernas fantásticas.
Del casi se ahogó con la cerveza.
—Esa no es… oh —logró articular cuando ella se volvió riéndose y Del la reconoció—. Supongo que no estoy acostumbrado a verla con un vestido. —Se giró deliberadamente para darle la espalda—. En cualquier caso, veo un montón de morenas seductoras y de estilosas rubias, y también un buen puñado de pelirrojas buenísimas. La mayoría, sin compromiso. Aunque supongo que los días de tantear el terreno ya han terminado para ti.
—Salgo con una mujer, no me he quedado ciego ni estoy muerto. —Esa idea le recorrió el espinazo como un escalofrío.
—¿Dónde está _______?
—Ha ido a ayudar a no sé quién con la comida. No andamos todo el día pegados el uno al otro.
Del enarcó una ceja.
—Comprendo.
—Ella tiene sus amigos y yo, los míos. También tenemos amistades comunes. No hay necesidad de ir cogidos de la mano cuando estamos en una fiesta.
—Como tú digas. —Del tomó otro sorbo de cerveza con aire contemplativo—. ¿El tipo al que está besando en la boca es amigo suyo, amigo tuyo o amigo de los dos?
Nick giró en redondo y vio que ________ acababa de darle un beso a un hombre que parecía un dios nórdico. Riendo y con un gesto expresivo, cogió a Thor de la mano y ambos se incorporaron a un grupo de conocidos.
—No parece amigo tuyo —comentó Del.
—¿Por qué no te…? —Nick se interrumpió cuando Lucía se plantó frente a ellos.
—Vosotros dos deberíais estar comiendo en lugar de quedaros aquí quietecitos como las estatuas de dos bellos dioses.
—Estaba valorando las alternativas —le contó Del—. La elección es difícil. Uno no sabe si inclinarse por el pastel de manzana o por el flan.
—También hay tarta de fresa y empanadas.
—¿Lo ves? Es un asunto delicado que no hay que tomar a la ligera.
—Prueba un poco de cada y decide luego. ¡Mirad quién viene por allí! —Lucía, sonriendo de oreja a oreja, saludó a Mac y a Carter con los brazos abiertos—. Mackensie, has podido venir.
—Lamento llegar tan tarde. La sesión se alargó más de lo que esperaba —se excusó ella besando a Lucía en la mejilla.
—Estás aquí y eso es lo que vale. ¿Y tú, qué cuentas? —Lucía abrazó a Carter.
Carter la levantó unos centímetros del suelo, con un gesto cariñoso que llevaba años practicando con ella.
—Cuánto tiempo sin venir al Cinco de Mayo…
Carter sonrió.
—No recuerdo que asistiera tanta gente a la fiesta.
—Porque ahora somos más. Tus padres han venido con los hijos de Diane. Sherry y Nake también han llegado —dijo Lucía refiriéndose a su hermana pequeña—. Supongo que Diane y Sam pronto aparecerán. Mac, tu futura suegra me ha dicho que la organización de vuestra boda va muy bien.
—Todo está bajo control.
—Deja que vuelva a ver tu anillo. ¡Ah…! —Lucía, tras examinar el brillante que Mac lucía en el dedo, le guiñó el ojo a Carter sin dejar de sonreír—. Muy bien tallado. Ven, Celia todavía no lo ha visto. Carter —dijo mientras se llevaba a Mac consigo—, ve a servirte comida y bebida.
Carter prefirió quedarse con los hombres.
—Hacía que no venía a una de estas fiestas desde… debe de hacer unos diez años. Lo había olvidado. Es como un carnaval.
—La mejor del condado —observó Del—. Los Grant o bien conocen a todo el mundo, o bien están emparentados con todos, incluido, según parece, nuestro mecánico y compañero de póquer. Hola, Mal.
—Qué hay. —Mal se acercó a ellos. Iba con unas gafas oscuras, unos tejanos gastados y una camiseta negra. Agarraba dos cervezas por el cuello de la botella—. ¿Quieres una, Maverick? —le preguntó a Carter.
—Claro. No sabía que conocieras a los Grant.
—Llevan a revisar los coches al taller desde hace unos seis o siete meses. Lucía es de esas mujeres a las que, si te descuidas, acabarías contándole la historia de tu vida, pidiéndole que te cocinara tortillas de maíz y deseando que despachara a su marido para fugarse contigo a Maui.
—Esa es la pura verdad —dijo Nick.
—Me dijo que viniera al Cinco de Mayo, a la fiesta que montan en el jardincillo, cuando terminara de trabajar. Imaginé que sería una comida al aire libre, de esas bien puestas, con cerveza mexicana y tortillas de maíz. —Mal hizo un gesto de incredulidad—. No veo que falte nadie.
—Creo que han venido todos.
—Siento haber tardado tanto —dijo _______ llegando apresurada con un margarita en la mano—. Estaba saludando a unos conocidos.
—Sí, me he fijado en uno de ellos.
_______ miró a Nick desconcertada y luego se volvió hacia Malcolm.
—Hola, soy _______.
—Eres la del Cobalt.
—Yo… —_______ se quedó perpleja y luego le dedicó una mirada afligida—. Sí. Tú debes de ser Malcolm.
—Llámame Mal. —La miró de arriba abajo, examinándola—. Mira, vale más que sepas que tienes suerte de parecerte a tu madre, con quien espero casarme algún día. De otro modo, te habría echado la misma bronca que le eché a tu amiga el día que la confundí contigo.
—Y me lo habría merecido. De todos modos, he aprendido la lección y ahora soy mucho más responsable. Hiciste un buen trabajo. Eres un buen profesional. Me pregunto si te daría tiempo a revisar mi camioneta si te la llevo la semana que viene.
—Supongo que no tendrá tu mismo aspecto, ¿verdad?
_______ sonrió y le dio un sorbo a su margarita.
—Ve a buscar un plato y sírvete comida.
—¿Por qué no vienes conmigo y me enseñas a…? —Mal se interrumpió al captar la mirada de advertencia de Nick y la manera desenfadada y territorial con que se puso a acariciar el pelo de ________—. Vale, me parece que voy a ver si picoteo algo por ahí.
—Te acompaño —decidió Carter.
Del torció el gesto.
—Parece que me he quedado seco —dijo sacudiendo la botella de cerveza—. _______, ¿quién es esa morena esbelta, la de la blusa rosa y los tejanos ajustados?
—Ah… Es Paige. Paige Haviller.
—¿Está soltera?
—Sí.
—Nos vemos luego.
—Tendría que haberme preguntado si tenía cerebro —comentó ________ mientras Del se alejaba del grupo—. En menos de treinta minutos estará mortalmente aburrido.
—Depende de lo que hagan durante esos treinta minutos.
_______ estalló en carcajadas.
—Supongo que sí —respondió ella cogiéndole la mano—. Qué día más bonito, ¿verdad?
—Nunca entenderé la clave del éxito de tus padres.
—Llevan semanas preparándolo, y también contratan a un equipo para que monte los juegos y las actividades. Además, Parker colabora coordinándolo todo. Hablando de ella…
—¿Quién era ese tipo?
—¿Qué tipo? Hay muchos. Dame pistas.
—El que estabas besando hace un rato.
—Menuda pista.
La frase le puso furioso.
—El que parecía el príncipe de Dinamarca.
—El príncipe de… Ah, debes de hablar de Marshall. Ha sido una de las razones de mi retraso.
—Ya me he fijado.
_______ ladeó la cabeza y frunció ligeramente el ceño.
—Marshall ha llegado tarde. Con su esposa y su hijo recién nacido. Primero ha venido a saludarme y luego he entrado en casa para ir a hacerle unas carantoñas al bebé. ¿Algún problema?
—No. —«Soy idiota», pensó—. Del me ha estado pinchando y yo he caído en la trampa. Y en la metáfora. Rebobinemos. ¿Qué me ibas a contar?
—Marshall y yo salimos durante un tiempo, hace unos años. Luego le presenté a su mujer. Nos encargamos de organizar su boda hace unos dieciocho meses.
—Entendido. Discúlpame.
_______ sonrió.
—No puedo decir que me haya agarrado por el culo como cierta artista loca hizo contigo.
—Él se lo ha perdido.
—¿Vamos a mezclarnos con la gente y a mostrarnos sociables?
—Buena idea.
—Ah, por cierto… —exclamó _______ cuando se dirigían hacia un grupo de invitados—. Se me ha ocurrido una cosa. Como mañana quiero hacer unos recados en la ciudad, si esta noche me quedara en tu casa, me ahorraría el desplazamiento. Parker me ha traído en coche, porque ambas queríamos llegar pronto para ayudar, pero ella puede regresar con Laurel. Así no tendré que hacer dos viajes.
—¿Quieres quedarte en mi casa?
_______ enarcó las cejas y su mirada acusó cierta frialdad.
—Puedo dormir en el sofá si no te apetece tener compañía.
—No. Había dado por sentado que tendrías que regresar a casa. Por lo general, empiezas temprano.
—Mañana tengo que ir primero a la ciudad y no hará falta que me levante tan temprano, pero si eso representa un problema para ti…
—No. —Nick se situó frente a ella—. Me parece muy bien. Perfecto. ¿Necesitas algo para mañana?
—Metí algunas cosas en el coche después de que se me ocurriera la idea.
—Entonces ya está todo arreglado. —Se inclinó para besarla.
—Me parece que vas a necesitar otra cerveza.
Nick dio un respingo al oír la voz del padre de _______.
Phillip le sonrió. De una manera desenfadada, a juzgar por las apariencias, pensó. Si no fuera porque él era el tipo que acababa de montarse la noche con su hija.
—Negra Modelo, ¿verdad? —le preguntó Phillip ofreciéndole una cerveza.
—Sí, gracias. Una fiesta fantástica, como siempre.
—Para mí es la mejor del año. —Phillip rodeó a _______ con un brazo. De un modo natural y afectuoso, territorial también—. La tradición empezó la primavera que Lucía estaba embarazada de Matthew. Éramos los amigos, la familia y los niños. Ahora nuestros hijos son mayores y ya han formado su propia familia.
—Te estás poniendo sentimental —dijo _______ alzando el rostro y dándole un beso a su padre en la mandíbula.
—Todavía te veo correteando por el césped con tus amigos para ganar premios lanzando anillas o rompiendo piñatas. Como le ocurre a tu madre, aportas color y sentido a la vida.
—Papá…
Phillip miró a Nick directamente a los ojos.
—Y el hombre a quien ofrezcas ese color y esa vida será afortunado, y sabio también, porque sabrá valorarlo.
—Papá… —repitió _______ con un tono de advertencia en esa ocasión.
—Solo un hombre puede recibir tantos tesoros —dijo él dándole unos golpecitos cariñosos en la nariz—. Voy a vigilar la barbacoa. No me fío demasiado de tus hermanos ni de tus tíos. Hasta luego, Nick —añadió con un gesto de asentimiento, y luego se marchó.
—Lo siento. No puede evitarlo.
—No pasa nada. ¿He sudado la camisa?
Riendo, ______ cogió a Nick por la cintura.
—No. ¿Enseñamos a esos niños a romper una piñata?
Un rato después se dejaron caer sobre el césped para contemplar a unos adolescentes que acababan de improvisar un partido de fútbol. Parker, quitándose las sandalias, fue a sentarse con ellos no sin antes alisar la falda de su vestido veraniego.
—Fútbol nocturno —comentó Nick—. No es lo acostumbrado.
—¿Juegas al fútbol? —le preguntó ________.
—No es uno de mis deportes favoritos. Prefiero el bate, el balón, el aro… Pero me gusta ver partidos.
—Te gusta ver cualquier deporte que se practique con una pelota. —Mac se sentó a su lado y tiró de Carter para que se colocara junto a ella—. He comido demasiado. Me he pasado. No consiguen despejarla.
—Oh, qué pena —murmuró _______ cuando interceptaron el balón—. ¿Crees que tiene ojos, que lleva incorporado un radar?
—¿Te gusta el fútbol?
_______ miró a Nick.
—Jugaba en la selección femenina del colegio. Ámbito estatal.
—¿De verdad?
—Éramos co-capitanas —añadió ella señalando con el pulgar a Parker.
—Eran unas malvadas. —Laurel se arrodilló junto a Parker—. Mac y yo solíamos ir a los partidos para compadecernos del equipo contrario. Vamos —le dijo a Parker dándole un codazo—. Salid ahí y dadles una buena tunda.
—Mmm… ¿Te apetece? —le preguntó _______ a Parker.
—_______, ha pasado una década.
________ se hincó de rodillas y puso los brazos en jarras.
—¿Estás diciendo que somos demasiado mayores para enfrentarnos a esos debiluchos perdedores? ¿Estás diciendo que has perdido… el nervio?
—Al diablo. Les meteremos un gol.
—Marcaremos.
Imitando a Parker, ________ se quitó las sandalias.
Nick, fascinado, observó a las dos mujeres acercarse al campo con sus preciosos vestidos veraniegos.
Hubo palabras encontradas, silbidos y abucheos.
—¿Qué pasa? —Mac se acercó despacio para no perder detalle.
—________ y Parker les van a dar una paliza —le contó Laurel.
—¿Bromeas? Esto promete ser interesante.
Tomaron posiciones en el campo, bajo los focos, mientras el equipo de _______ y Parker se preparaba para atacar. Las mujeres se miraron. ________ le hizo señales a Parker. Parker rió y se encogió de hombros.
El balón empezó a rodar. ________ lo golpeó en dirección a Parker, que lo controló y, con pies ligeros, dribló a tres contrincantes. Los que antes las habían abucheado empezaron a animarlas.
Giró sobre sí misma, hizo ademán de pasar en corto e hizo un cambio de juego al otro extremo del campo. _______, de un salto, recibió y disparó a portería con tanto efecto que el gol dejó al portero boquiabierto.
Las dos mujeres alzaron los brazos al unísono y gritaron.
—Ese era su grito de guerra —explicó Mac al grupo—. Sin falsas modestias. ¡Adelante, Robins!
—Era su equipo femenino de fútbol —explicó Carter—. Liga femenina, ámbito estatal.
Parker iba a marcharse del campo cuando _______ la agarró por el brazo. Nick alcanzó a oír la palabra «otro».
Parker hizo un gesto de negación, pero _______ insistió. Entonces Parker se recogió la falda y dijo algo a la co-capitana, porque esta se echó a reír.
Practicaron un juego defensivo contra el equipo contrario, a quienes ya habían logrado infundir respeto.
Se debatieron para cubrir, intimidar y empujar a sus oponentes.
Nick sonrió abiertamente cuando _______, con el hombro, cargó contra un jugador contrario. Vio que lo había hecho de maravilla… e incluso con cierta furia. Una oleada de deseo le recorrió el vientre cuando ella arremetió contra el jugador que estaba en posesión del balón. Su dura entrada al adolescente que intentaba el pase interior (¡Dios, solo había que mirarla!) le hizo perder el equilibrio.
Parker, que estaba alerta, saltó al ver la patada alta de su compañera y, faldas al vuelo, le devolvió el balón con un cabezazo.
—Vaya, vaya… —murmuró Mal.
—¡Nuestra! —gritó Laurel cuando _______ atrapó el balón—. ¡Uau!
_______ esquivó los intentos de los contrincantes por recuperar la pelota con rápidos recortes. Le pasó el balón a Parker con un espectacular taconazo y esta lo lanzó decidida entre las piernas del portero.
Alzaron las manos, gritaron y Parker se abalanzó sobre ________ para abrazarla.
—¿Se acabó?
—Oh, desde luego que se acabó. —________ respondió jadeando—. Ya no tengo diecisiete años, pero aguanto. Un resultado justo.
—Marchémonos victoriosas.
Unieron las manos, las levantaron en señal de triunfo y agradecieron los aplausos. Luego abandonaron el campo.
—Cariño —dijo Nick tirando de _______ para que se sentara en la hierba—, estás hecha una furia.
—Claro. —_______ aceptó el botellín de agua que Mac le ofreció. Sin embargo, antes de poder dar el primer sorbo, se encontró con la boca de Nick entre los labios.
El beso mereció un nuevo aplauso.
—Soy el esclavo de una mujer que sabe hacer un pase de tacón de manera impecable —murmuró él sin separarse de sus labios.
—¿De verdad? —preguntó ella rozándole el labio superior con los dientes—. Tendrías que ver mi lanzamiento a balón parado.
—Cuando quieras y donde quieras.
Mal, en el otro extremo del campo, se cruzó con Parker para ofrecerle una de las dos cervezas que traía.
—¿Te apetece?
—No, gracias.
Parker lo esquivó y tomó un botellín de agua de una de las cubiteras.
—¿A qué gimnasio vas, Piernas?
Parker abrió el botellín.
—Al mío.
—Me lo figuro. Menudos pases. ¿Practicas algo más?
Parker dio un sorbo de agua lentamente.
—Piano.
Mientras ella se alejaba, Mal echó un distraído trago a su cerveza sin dejar de mirarla.
Un rato después Laurel estaba sentada en los peldaños del porche principal de los Grant, con los brazos cruzados a la espalda y los ojos entornados. Se había dejado seducir por el silencio, y también por la fragancia del césped y del jardín delantero. El cielo primaveral estaba tachonado de estrellas.
Oyó unos pasos, pero mantuvo los ojos cerrados esperando que el espontáneo en cuestión pasara de largo y la dejara disfrutar de la soledad.
—¿Te encuentras bien?
No tuvo esa suerte. Abrió los ojos y vio a Del.
—Sí, solo quería sentarme un rato.
—Ya lo veo.
Del se acomodó junto a ella.
—Ya me he despedido. Parker sigue dentro, o fuera, pasando revista para asegurarse de que no queda nada más por hacer. Yo he tomado demasiado tequila para preocuparme por algo así.
Del la observó con atención.
—Te llevaré a casa.
—Le he dado las llaves de mi coche a Parker. Ella conducirá. No necesito que vengan a salvarme, caballero.
—Vale. He oído decir que las Robins han regresado. Siento habérmelo perdido.
—Se impusieron, como siempre. Supongo que debías de estar ocupado. —Laurel volvió la cabeza hacia atrás y hacia los lados exagerando sus movimientos—. ¿Estás solo, Delaney? ¿Con tanto ganado para ligar como había hoy? No puedo creer que las Robins metieran dos goles y tú no te anotaras ningún tanto.
—No he venido a anotarme tantos.
Laurel emitió un bufido socarrón y lo empujó.
Del torció el gesto y sonrió con reticencia.
—Guapísima, has bebido por un tubo.
—Sí. Ya me cabrearé mañana. Hoy por hoy, me siento de fábula. No recuerdo la última vez que me pasé con el tequila o con lo que sea. Coulda marcó.
—¿Cómo dices?
—Y no me refiero al fútbol. —Laurel se levantó con dificultad y le dio otro empellón—. Un tipo muy listo que se llamaba… no sé cómo hizo la jugada. Pero yo estoy en morit… mora… espera. En una mo-ra-to-ria sexual —dijo pronunciando sílaba por sílaba.
Sin dejar de sonreír, Del le colocó un mechón de su pelo rubio tras la oreja.
—¿Ah, sí?
—Sí. Estoy borracha y estoy… en eso que acabo de pronunciar y que no volveré a repetir. —Se sacudió el mechón que él acababa de arreglarle y le sonrió achispada—. No estarás pensando en hacerme una jugada, ¿verdad?
A Del se le heló la sonrisa.
—No.
Laurel lanzó un bufido sarcástico, se apoyó y lo despachó con un gesto de la mano.
—Largo.
—Me quedaré aquí hasta que salga Parker.
—Señor Brown, Delaney Brown, ¿no te cansas nunca de salvar a los demás?
—No he venido a salvarte. Solo me sentaré un rato a charlar contigo.
Sí, claro, pensó ella, a sentarse un rato. En una preciosa noche de primavera, bajo una lluvia de estrellas, con el aroma de las primeras rosas perfumando el aire.
_________ aparcó su coche detrás del automóvil de Nick y cogió su enorme bolso. Salió, abrió el maletero y sonrió al cargar con la bolsa de viaje.
—No quiero preguntarte qué demonios has metido aquí dentro. De hecho, creía que pesaría más.
—Me he contenido. Lo que no te he preguntado yo es a qué hora empiezas a trabajar mañana.
—Sobre las ocho. No tengo que madrugar.
________ le cogió de la mano y balanceó el brazo.
—Agradeceré tu hospitalidad preparándote el desayuno. Si tienes algo para desayunar, claro.
—Es posible.
Subieron los escalones que conducían a la puerta trasera de su apartamento, situado en el piso superior de su despacho.
—Vivir donde trabajas hace que todo resulte más sencillo, ¿no te parece? Aunque a veces pienso que acabamos trabajando más que si lo hiciéramos fuera. Me encanta este edificio. Tiene personalidad.
—Me enamoré de este lugar —dijo Nick abriendo la cerradura.
—Te va como anillo al dedo. Una fachada con personalidad, tradicional, y en el interior, unas líneas diáfanas y una distribución del espacio equilibrada —puntualizó ________ entrando en la cocina.
—Hablando de líneas diáfanas y de distribución del espacio, no tengo palabras para describir tu exhibición futbolística.
—Ese impulso probablemente hará que mañana vea las estrellas cuando accione mis cuádriceps.
—Creo que tus cuádriceps lo resistirán. ¿Te he contado que tengo debilidad por las mujeres que practican deporte?
_______ y Nick cruzaron el apartamento hasta llegar al dormitorio.
—No hacía falta. Sé que tienes debilidad por las mujeres y debilidad por el deporte.
—Y si lo juntas todo, estoy perdido.
—Y te conviertes en un esclavo de la futbolista. —________ se puso de puntillas y le dio un beso—. Tendrías que haberme visto con el equipo puesto.
—¿Aún lo tienes?
_______ rió, dejó la bolsa de viaje encima de la cama y abrió la cremallera.
—En realidad, sí.
—¿Lo llevas ahí dentro?
—Me temo que no, pero lo que sí llevo es esto… —________ sacó una prenda muy transparente, muy corta, muy negra—. Si te interesa.
—Creo que este día va a terminar siendo perfecto.
Por la mañana ________ preparó unas tostadas y unas rodajas de manzana crujientes y algo dulces.
—Esto es fantástico. Artista floral, campeona de fútbol y hechicera culinaria.
—Soy muchas cosas a la vez —confesó ________ sentada frente a él en el office que hacía las veces de comedor. Pensó que en ese espacio quedarían bien unas flores, algo atrevido y vivo, dentro de un jarrón de cobre—. Se han terminado los huevos y queda poca leche. Hoy voy a ir al supermercado. Si quieres que compre algo por ti…
Vio el respingo, el titubeo de Nick antes de que este empezara a hablar.
—No, gracias. Tengo que ir a la compra dentro de unos días. ¿Qué tal tus cuádriceps?
—Muy bien. —Ella se obligó a no tomarse a la tremenda la reticencia con que Nick había acogido su ofrecimiento de ir a comprarle un inofensivo cartón de huevos—. Supongo que la maldita bici elíptica cumple con su función. ¿Cómo te mantienes en forma?
—Voy al gimnasio tres o cuatro veces a la semana, juego al baloncesto… cosas así.
_______ lo miró entornando los ojos y con una expresión acusadora.
—Apuesto a que te gusta. Me refiero al gimnasio.
—Sí.
—A Parker también. A mí me parece que estáis enfermos.
—¿Mantenerse en forma es estar enfermo?
—No, lo es disfrutar con lo que implica mantenerse en forma. Yo hago ejercicio, pero me lo planteo como una obligación, un deber, un mal necesario. Como las coles de Bruselas.
Nick adoptó una expresión divertida.
—¿Las coles de Bruselas son malas?
—Claro. Lo sabe todo el mundo, aunque nadie lo admita. Esas pelotitas verdes están llenas de maldad. Como las sentadillas, una forma de tortura concebida por gente que no necesita practicarlas. Malnacidos.
—Encuentro fascinantes tus ideas sobre la preparación física y la nutrición.
—La sinceridad puede ser fascinante —recalcó ________ saboreando el último sorbo de su café—. Al menos, en pleno verano puedo usar la piscina, que es una actividad sensata y divertida. En fin, más vale que suba a ducharme porque he estado trabajando delante de los fogones como una esclava mientras tú te arreglabas. Iré rápido para que no te retrases. —Echó un vistazo al reloj que había encima de esos mismos fogones—. Muy rápido, de hecho.
—Ah… oye, no hace falta que vayas con prisas. Cierra de golpe la puerta trasera cuando te marches.
Satisfecha, ________ sonrió.
—Entonces tomaré otra taza de café.
Eso le permitió demorarse un poco en el desayuno y la ducha. Se envolvió en una toalla, se puso crema corporal y se aplicó una hidratante en el cutis.
Empezaba a maquillarse cuando Nick entró en el baño. ________ detectó cómo sus ojos se paseaban por los tubos y los tarros esparcidos sobre la superficie del lavabo. Actuó como si tal cosa, pero la incomodidad de su expresión no dejaba lugar a dudas… y el dolor que ella sintió fue innegable.
—Tengo que irme. —Nick le acarició con ternura el pelo mojado y la besó—. ¿Te veo luego?
—Claro.
Terminó de maquillarse y de arreglarse el pelo cuando él se hubo marchado. Luego se vistió y metió sus cosas en la bolsa de viaje.
Al acabar, volvió al baño y limpió a fondo el lavabo. Se entretuvo luego con la superficie, porque quería asegurarse de no dejar ni rastro de su presencia en ese espacio tan suyo.
—Así no te entrará un ataque de pánico, Nick —farfulló—. Todo limpio. Todo tuyo.
Antes de salir le dejó una nota en el mármol de la cocina.
[i[Nick. Había olvidado que esta noche tengo un compromiso. Ya hablaremos más tarde. _______.[/i]
Necesitaba un respiro.
Salió de la casa y se aseguró de haber cerrado bien la puerta trasera. Metió la bolsa en el maletero del coche y se sentó al volante. Abrió el móvil y marcó el número de Parker.
—Hola, ________. Estoy hablando por la otra línea con…
—Será solo un segundo. ¿Podemos organizar una reunión de chicas esta noche?
—¿Qué pasa?
—Nada. De verdad. Solo necesito pasar una noche con mis amigas.
—¿En casa o fuera?
—En casa. No quiero salir.
—Me encargaré de todo.
—Gracias. Llegaré dentro de un par de horas.
________ cerró el teléfono.
Las amigas, pensó. Las amigas nunca te defraudaban.
Cada año, en la extensa propiedad de los Grant, se celebraban al aire libre partidas de bolos y de bádminton y se instalaban atracciones inflables y toboganes acuáticos. Amigos, familiares y vecinos jugaban y competían entre sí mientras los demás se agrupaban junto a las mesas de picnic para abalanzarse sobre las bandejas de cerdo y pollo, las tortillas de maíz, los cuencos de frijoles rojos o de chile y el guacamole o la salsa picante, tanto que ardía en la garganta.
Se servían litros de limonada, de cerveza Negra Modelo y Corona, de tequilas y margaritas heladas para paliar la picazón.
Las veces que participaba de la fiesta del Cinco de Mayo, Nick quedaba asombrado ante la cantidad de personas que los Grant llegaban a alimentar y la variedad de alimentos donde elegir: fajitas y hamburguesas, frijoles negros, arroz, ensalada de patata… y, de postre, flan o pastel de manzana.
Dedujo que la comida era un símbolo más de la perfecta armonía que reinaba entre Phillip y Lucía.
Nick estaba tomando una cerveza mientras contemplaba a los invitados bailar al son de un trío de guitarras y marimbas. Del, a su lado, iba dando sorbos a la suya.
—Esta fiesta es un éxito rotundo.
—No escatiman esfuerzos.
—Dime, ¿qué sientes al pensar que este año vienes como noviete de la niña de la casa?
Nick, por una cuestión de principios, iba a responder que lo mismo que otras veces, pero era Del quien le hacía la pregunta.
—Me siento un poco raro. Aunque hasta ahora, nadie ha ido a buscar una cuerda para ahorcarme.
—Todavía es pronto.
—Brown, eres todo un consuelo para mí. ¿Son imaginaciones mías o hay el doble de niños que el año pasado? —preguntó Nick pensativo—. Que hace dos años, mejor dicho. El año pasado no pude venir.
—Puede ser. Aunque no creo que todos sean parientes. De todos modos, he oído decir que Celia vuelve a estar embarazada.
—Sí, _______ lo mencionó. ¿Has venido solo, a representar el papel de solterón de oro?
—Sí —respondió Del disimulando una sonrisa—. Nunca se sabe, ¿o no? Mira a esa rubia del vestido azul. Menudas piernas…
—Sí. Siempre he creído que Laurel tiene unas piernas fantásticas.
Del casi se ahogó con la cerveza.
—Esa no es… oh —logró articular cuando ella se volvió riéndose y Del la reconoció—. Supongo que no estoy acostumbrado a verla con un vestido. —Se giró deliberadamente para darle la espalda—. En cualquier caso, veo un montón de morenas seductoras y de estilosas rubias, y también un buen puñado de pelirrojas buenísimas. La mayoría, sin compromiso. Aunque supongo que los días de tantear el terreno ya han terminado para ti.
—Salgo con una mujer, no me he quedado ciego ni estoy muerto. —Esa idea le recorrió el espinazo como un escalofrío.
—¿Dónde está _______?
—Ha ido a ayudar a no sé quién con la comida. No andamos todo el día pegados el uno al otro.
Del enarcó una ceja.
—Comprendo.
—Ella tiene sus amigos y yo, los míos. También tenemos amistades comunes. No hay necesidad de ir cogidos de la mano cuando estamos en una fiesta.
—Como tú digas. —Del tomó otro sorbo de cerveza con aire contemplativo—. ¿El tipo al que está besando en la boca es amigo suyo, amigo tuyo o amigo de los dos?
Nick giró en redondo y vio que ________ acababa de darle un beso a un hombre que parecía un dios nórdico. Riendo y con un gesto expresivo, cogió a Thor de la mano y ambos se incorporaron a un grupo de conocidos.
—No parece amigo tuyo —comentó Del.
—¿Por qué no te…? —Nick se interrumpió cuando Lucía se plantó frente a ellos.
—Vosotros dos deberíais estar comiendo en lugar de quedaros aquí quietecitos como las estatuas de dos bellos dioses.
—Estaba valorando las alternativas —le contó Del—. La elección es difícil. Uno no sabe si inclinarse por el pastel de manzana o por el flan.
—También hay tarta de fresa y empanadas.
—¿Lo ves? Es un asunto delicado que no hay que tomar a la ligera.
—Prueba un poco de cada y decide luego. ¡Mirad quién viene por allí! —Lucía, sonriendo de oreja a oreja, saludó a Mac y a Carter con los brazos abiertos—. Mackensie, has podido venir.
—Lamento llegar tan tarde. La sesión se alargó más de lo que esperaba —se excusó ella besando a Lucía en la mejilla.
—Estás aquí y eso es lo que vale. ¿Y tú, qué cuentas? —Lucía abrazó a Carter.
Carter la levantó unos centímetros del suelo, con un gesto cariñoso que llevaba años practicando con ella.
—Cuánto tiempo sin venir al Cinco de Mayo…
Carter sonrió.
—No recuerdo que asistiera tanta gente a la fiesta.
—Porque ahora somos más. Tus padres han venido con los hijos de Diane. Sherry y Nake también han llegado —dijo Lucía refiriéndose a su hermana pequeña—. Supongo que Diane y Sam pronto aparecerán. Mac, tu futura suegra me ha dicho que la organización de vuestra boda va muy bien.
—Todo está bajo control.
—Deja que vuelva a ver tu anillo. ¡Ah…! —Lucía, tras examinar el brillante que Mac lucía en el dedo, le guiñó el ojo a Carter sin dejar de sonreír—. Muy bien tallado. Ven, Celia todavía no lo ha visto. Carter —dijo mientras se llevaba a Mac consigo—, ve a servirte comida y bebida.
Carter prefirió quedarse con los hombres.
—Hacía que no venía a una de estas fiestas desde… debe de hacer unos diez años. Lo había olvidado. Es como un carnaval.
—La mejor del condado —observó Del—. Los Grant o bien conocen a todo el mundo, o bien están emparentados con todos, incluido, según parece, nuestro mecánico y compañero de póquer. Hola, Mal.
—Qué hay. —Mal se acercó a ellos. Iba con unas gafas oscuras, unos tejanos gastados y una camiseta negra. Agarraba dos cervezas por el cuello de la botella—. ¿Quieres una, Maverick? —le preguntó a Carter.
—Claro. No sabía que conocieras a los Grant.
—Llevan a revisar los coches al taller desde hace unos seis o siete meses. Lucía es de esas mujeres a las que, si te descuidas, acabarías contándole la historia de tu vida, pidiéndole que te cocinara tortillas de maíz y deseando que despachara a su marido para fugarse contigo a Maui.
—Esa es la pura verdad —dijo Nick.
—Me dijo que viniera al Cinco de Mayo, a la fiesta que montan en el jardincillo, cuando terminara de trabajar. Imaginé que sería una comida al aire libre, de esas bien puestas, con cerveza mexicana y tortillas de maíz. —Mal hizo un gesto de incredulidad—. No veo que falte nadie.
—Creo que han venido todos.
—Siento haber tardado tanto —dijo _______ llegando apresurada con un margarita en la mano—. Estaba saludando a unos conocidos.
—Sí, me he fijado en uno de ellos.
_______ miró a Nick desconcertada y luego se volvió hacia Malcolm.
—Hola, soy _______.
—Eres la del Cobalt.
—Yo… —_______ se quedó perpleja y luego le dedicó una mirada afligida—. Sí. Tú debes de ser Malcolm.
—Llámame Mal. —La miró de arriba abajo, examinándola—. Mira, vale más que sepas que tienes suerte de parecerte a tu madre, con quien espero casarme algún día. De otro modo, te habría echado la misma bronca que le eché a tu amiga el día que la confundí contigo.
—Y me lo habría merecido. De todos modos, he aprendido la lección y ahora soy mucho más responsable. Hiciste un buen trabajo. Eres un buen profesional. Me pregunto si te daría tiempo a revisar mi camioneta si te la llevo la semana que viene.
—Supongo que no tendrá tu mismo aspecto, ¿verdad?
_______ sonrió y le dio un sorbo a su margarita.
—Ve a buscar un plato y sírvete comida.
—¿Por qué no vienes conmigo y me enseñas a…? —Mal se interrumpió al captar la mirada de advertencia de Nick y la manera desenfadada y territorial con que se puso a acariciar el pelo de ________—. Vale, me parece que voy a ver si picoteo algo por ahí.
—Te acompaño —decidió Carter.
Del torció el gesto.
—Parece que me he quedado seco —dijo sacudiendo la botella de cerveza—. _______, ¿quién es esa morena esbelta, la de la blusa rosa y los tejanos ajustados?
—Ah… Es Paige. Paige Haviller.
—¿Está soltera?
—Sí.
—Nos vemos luego.
—Tendría que haberme preguntado si tenía cerebro —comentó ________ mientras Del se alejaba del grupo—. En menos de treinta minutos estará mortalmente aburrido.
—Depende de lo que hagan durante esos treinta minutos.
_______ estalló en carcajadas.
—Supongo que sí —respondió ella cogiéndole la mano—. Qué día más bonito, ¿verdad?
—Nunca entenderé la clave del éxito de tus padres.
—Llevan semanas preparándolo, y también contratan a un equipo para que monte los juegos y las actividades. Además, Parker colabora coordinándolo todo. Hablando de ella…
—¿Quién era ese tipo?
—¿Qué tipo? Hay muchos. Dame pistas.
—El que estabas besando hace un rato.
—Menuda pista.
La frase le puso furioso.
—El que parecía el príncipe de Dinamarca.
—El príncipe de… Ah, debes de hablar de Marshall. Ha sido una de las razones de mi retraso.
—Ya me he fijado.
_______ ladeó la cabeza y frunció ligeramente el ceño.
—Marshall ha llegado tarde. Con su esposa y su hijo recién nacido. Primero ha venido a saludarme y luego he entrado en casa para ir a hacerle unas carantoñas al bebé. ¿Algún problema?
—No. —«Soy idiota», pensó—. Del me ha estado pinchando y yo he caído en la trampa. Y en la metáfora. Rebobinemos. ¿Qué me ibas a contar?
—Marshall y yo salimos durante un tiempo, hace unos años. Luego le presenté a su mujer. Nos encargamos de organizar su boda hace unos dieciocho meses.
—Entendido. Discúlpame.
_______ sonrió.
—No puedo decir que me haya agarrado por el culo como cierta artista loca hizo contigo.
—Él se lo ha perdido.
—¿Vamos a mezclarnos con la gente y a mostrarnos sociables?
—Buena idea.
—Ah, por cierto… —exclamó _______ cuando se dirigían hacia un grupo de invitados—. Se me ha ocurrido una cosa. Como mañana quiero hacer unos recados en la ciudad, si esta noche me quedara en tu casa, me ahorraría el desplazamiento. Parker me ha traído en coche, porque ambas queríamos llegar pronto para ayudar, pero ella puede regresar con Laurel. Así no tendré que hacer dos viajes.
—¿Quieres quedarte en mi casa?
_______ enarcó las cejas y su mirada acusó cierta frialdad.
—Puedo dormir en el sofá si no te apetece tener compañía.
—No. Había dado por sentado que tendrías que regresar a casa. Por lo general, empiezas temprano.
—Mañana tengo que ir primero a la ciudad y no hará falta que me levante tan temprano, pero si eso representa un problema para ti…
—No. —Nick se situó frente a ella—. Me parece muy bien. Perfecto. ¿Necesitas algo para mañana?
—Metí algunas cosas en el coche después de que se me ocurriera la idea.
—Entonces ya está todo arreglado. —Se inclinó para besarla.
—Me parece que vas a necesitar otra cerveza.
Nick dio un respingo al oír la voz del padre de _______.
Phillip le sonrió. De una manera desenfadada, a juzgar por las apariencias, pensó. Si no fuera porque él era el tipo que acababa de montarse la noche con su hija.
—Negra Modelo, ¿verdad? —le preguntó Phillip ofreciéndole una cerveza.
—Sí, gracias. Una fiesta fantástica, como siempre.
—Para mí es la mejor del año. —Phillip rodeó a _______ con un brazo. De un modo natural y afectuoso, territorial también—. La tradición empezó la primavera que Lucía estaba embarazada de Matthew. Éramos los amigos, la familia y los niños. Ahora nuestros hijos son mayores y ya han formado su propia familia.
—Te estás poniendo sentimental —dijo _______ alzando el rostro y dándole un beso a su padre en la mandíbula.
—Todavía te veo correteando por el césped con tus amigos para ganar premios lanzando anillas o rompiendo piñatas. Como le ocurre a tu madre, aportas color y sentido a la vida.
—Papá…
Phillip miró a Nick directamente a los ojos.
—Y el hombre a quien ofrezcas ese color y esa vida será afortunado, y sabio también, porque sabrá valorarlo.
—Papá… —repitió _______ con un tono de advertencia en esa ocasión.
—Solo un hombre puede recibir tantos tesoros —dijo él dándole unos golpecitos cariñosos en la nariz—. Voy a vigilar la barbacoa. No me fío demasiado de tus hermanos ni de tus tíos. Hasta luego, Nick —añadió con un gesto de asentimiento, y luego se marchó.
—Lo siento. No puede evitarlo.
—No pasa nada. ¿He sudado la camisa?
Riendo, ______ cogió a Nick por la cintura.
—No. ¿Enseñamos a esos niños a romper una piñata?
Un rato después se dejaron caer sobre el césped para contemplar a unos adolescentes que acababan de improvisar un partido de fútbol. Parker, quitándose las sandalias, fue a sentarse con ellos no sin antes alisar la falda de su vestido veraniego.
—Fútbol nocturno —comentó Nick—. No es lo acostumbrado.
—¿Juegas al fútbol? —le preguntó ________.
—No es uno de mis deportes favoritos. Prefiero el bate, el balón, el aro… Pero me gusta ver partidos.
—Te gusta ver cualquier deporte que se practique con una pelota. —Mac se sentó a su lado y tiró de Carter para que se colocara junto a ella—. He comido demasiado. Me he pasado. No consiguen despejarla.
—Oh, qué pena —murmuró _______ cuando interceptaron el balón—. ¿Crees que tiene ojos, que lleva incorporado un radar?
—¿Te gusta el fútbol?
_______ miró a Nick.
—Jugaba en la selección femenina del colegio. Ámbito estatal.
—¿De verdad?
—Éramos co-capitanas —añadió ella señalando con el pulgar a Parker.
—Eran unas malvadas. —Laurel se arrodilló junto a Parker—. Mac y yo solíamos ir a los partidos para compadecernos del equipo contrario. Vamos —le dijo a Parker dándole un codazo—. Salid ahí y dadles una buena tunda.
—Mmm… ¿Te apetece? —le preguntó _______ a Parker.
—_______, ha pasado una década.
________ se hincó de rodillas y puso los brazos en jarras.
—¿Estás diciendo que somos demasiado mayores para enfrentarnos a esos debiluchos perdedores? ¿Estás diciendo que has perdido… el nervio?
—Al diablo. Les meteremos un gol.
—Marcaremos.
Imitando a Parker, ________ se quitó las sandalias.
Nick, fascinado, observó a las dos mujeres acercarse al campo con sus preciosos vestidos veraniegos.
Hubo palabras encontradas, silbidos y abucheos.
—¿Qué pasa? —Mac se acercó despacio para no perder detalle.
—________ y Parker les van a dar una paliza —le contó Laurel.
—¿Bromeas? Esto promete ser interesante.
Tomaron posiciones en el campo, bajo los focos, mientras el equipo de _______ y Parker se preparaba para atacar. Las mujeres se miraron. ________ le hizo señales a Parker. Parker rió y se encogió de hombros.
El balón empezó a rodar. ________ lo golpeó en dirección a Parker, que lo controló y, con pies ligeros, dribló a tres contrincantes. Los que antes las habían abucheado empezaron a animarlas.
Giró sobre sí misma, hizo ademán de pasar en corto e hizo un cambio de juego al otro extremo del campo. _______, de un salto, recibió y disparó a portería con tanto efecto que el gol dejó al portero boquiabierto.
Las dos mujeres alzaron los brazos al unísono y gritaron.
—Ese era su grito de guerra —explicó Mac al grupo—. Sin falsas modestias. ¡Adelante, Robins!
—Era su equipo femenino de fútbol —explicó Carter—. Liga femenina, ámbito estatal.
Parker iba a marcharse del campo cuando _______ la agarró por el brazo. Nick alcanzó a oír la palabra «otro».
Parker hizo un gesto de negación, pero _______ insistió. Entonces Parker se recogió la falda y dijo algo a la co-capitana, porque esta se echó a reír.
Practicaron un juego defensivo contra el equipo contrario, a quienes ya habían logrado infundir respeto.
Se debatieron para cubrir, intimidar y empujar a sus oponentes.
Nick sonrió abiertamente cuando _______, con el hombro, cargó contra un jugador contrario. Vio que lo había hecho de maravilla… e incluso con cierta furia. Una oleada de deseo le recorrió el vientre cuando ella arremetió contra el jugador que estaba en posesión del balón. Su dura entrada al adolescente que intentaba el pase interior (¡Dios, solo había que mirarla!) le hizo perder el equilibrio.
Parker, que estaba alerta, saltó al ver la patada alta de su compañera y, faldas al vuelo, le devolvió el balón con un cabezazo.
—Vaya, vaya… —murmuró Mal.
—¡Nuestra! —gritó Laurel cuando _______ atrapó el balón—. ¡Uau!
_______ esquivó los intentos de los contrincantes por recuperar la pelota con rápidos recortes. Le pasó el balón a Parker con un espectacular taconazo y esta lo lanzó decidida entre las piernas del portero.
Alzaron las manos, gritaron y Parker se abalanzó sobre ________ para abrazarla.
—¿Se acabó?
—Oh, desde luego que se acabó. —________ respondió jadeando—. Ya no tengo diecisiete años, pero aguanto. Un resultado justo.
—Marchémonos victoriosas.
Unieron las manos, las levantaron en señal de triunfo y agradecieron los aplausos. Luego abandonaron el campo.
—Cariño —dijo Nick tirando de _______ para que se sentara en la hierba—, estás hecha una furia.
—Claro. —_______ aceptó el botellín de agua que Mac le ofreció. Sin embargo, antes de poder dar el primer sorbo, se encontró con la boca de Nick entre los labios.
El beso mereció un nuevo aplauso.
—Soy el esclavo de una mujer que sabe hacer un pase de tacón de manera impecable —murmuró él sin separarse de sus labios.
—¿De verdad? —preguntó ella rozándole el labio superior con los dientes—. Tendrías que ver mi lanzamiento a balón parado.
—Cuando quieras y donde quieras.
Mal, en el otro extremo del campo, se cruzó con Parker para ofrecerle una de las dos cervezas que traía.
—¿Te apetece?
—No, gracias.
Parker lo esquivó y tomó un botellín de agua de una de las cubiteras.
—¿A qué gimnasio vas, Piernas?
Parker abrió el botellín.
—Al mío.
—Me lo figuro. Menudos pases. ¿Practicas algo más?
Parker dio un sorbo de agua lentamente.
—Piano.
Mientras ella se alejaba, Mal echó un distraído trago a su cerveza sin dejar de mirarla.
Un rato después Laurel estaba sentada en los peldaños del porche principal de los Grant, con los brazos cruzados a la espalda y los ojos entornados. Se había dejado seducir por el silencio, y también por la fragancia del césped y del jardín delantero. El cielo primaveral estaba tachonado de estrellas.
Oyó unos pasos, pero mantuvo los ojos cerrados esperando que el espontáneo en cuestión pasara de largo y la dejara disfrutar de la soledad.
—¿Te encuentras bien?
No tuvo esa suerte. Abrió los ojos y vio a Del.
—Sí, solo quería sentarme un rato.
—Ya lo veo.
Del se acomodó junto a ella.
—Ya me he despedido. Parker sigue dentro, o fuera, pasando revista para asegurarse de que no queda nada más por hacer. Yo he tomado demasiado tequila para preocuparme por algo así.
Del la observó con atención.
—Te llevaré a casa.
—Le he dado las llaves de mi coche a Parker. Ella conducirá. No necesito que vengan a salvarme, caballero.
—Vale. He oído decir que las Robins han regresado. Siento habérmelo perdido.
—Se impusieron, como siempre. Supongo que debías de estar ocupado. —Laurel volvió la cabeza hacia atrás y hacia los lados exagerando sus movimientos—. ¿Estás solo, Delaney? ¿Con tanto ganado para ligar como había hoy? No puedo creer que las Robins metieran dos goles y tú no te anotaras ningún tanto.
—No he venido a anotarme tantos.
Laurel emitió un bufido socarrón y lo empujó.
Del torció el gesto y sonrió con reticencia.
—Guapísima, has bebido por un tubo.
—Sí. Ya me cabrearé mañana. Hoy por hoy, me siento de fábula. No recuerdo la última vez que me pasé con el tequila o con lo que sea. Coulda marcó.
—¿Cómo dices?
—Y no me refiero al fútbol. —Laurel se levantó con dificultad y le dio otro empellón—. Un tipo muy listo que se llamaba… no sé cómo hizo la jugada. Pero yo estoy en morit… mora… espera. En una mo-ra-to-ria sexual —dijo pronunciando sílaba por sílaba.
Sin dejar de sonreír, Del le colocó un mechón de su pelo rubio tras la oreja.
—¿Ah, sí?
—Sí. Estoy borracha y estoy… en eso que acabo de pronunciar y que no volveré a repetir. —Se sacudió el mechón que él acababa de arreglarle y le sonrió achispada—. No estarás pensando en hacerme una jugada, ¿verdad?
A Del se le heló la sonrisa.
—No.
Laurel lanzó un bufido sarcástico, se apoyó y lo despachó con un gesto de la mano.
—Largo.
—Me quedaré aquí hasta que salga Parker.
—Señor Brown, Delaney Brown, ¿no te cansas nunca de salvar a los demás?
—No he venido a salvarte. Solo me sentaré un rato a charlar contigo.
Sí, claro, pensó ella, a sentarse un rato. En una preciosa noche de primavera, bajo una lluvia de estrellas, con el aroma de las primeras rosas perfumando el aire.
_________ aparcó su coche detrás del automóvil de Nick y cogió su enorme bolso. Salió, abrió el maletero y sonrió al cargar con la bolsa de viaje.
—No quiero preguntarte qué demonios has metido aquí dentro. De hecho, creía que pesaría más.
—Me he contenido. Lo que no te he preguntado yo es a qué hora empiezas a trabajar mañana.
—Sobre las ocho. No tengo que madrugar.
________ le cogió de la mano y balanceó el brazo.
—Agradeceré tu hospitalidad preparándote el desayuno. Si tienes algo para desayunar, claro.
—Es posible.
Subieron los escalones que conducían a la puerta trasera de su apartamento, situado en el piso superior de su despacho.
—Vivir donde trabajas hace que todo resulte más sencillo, ¿no te parece? Aunque a veces pienso que acabamos trabajando más que si lo hiciéramos fuera. Me encanta este edificio. Tiene personalidad.
—Me enamoré de este lugar —dijo Nick abriendo la cerradura.
—Te va como anillo al dedo. Una fachada con personalidad, tradicional, y en el interior, unas líneas diáfanas y una distribución del espacio equilibrada —puntualizó ________ entrando en la cocina.
—Hablando de líneas diáfanas y de distribución del espacio, no tengo palabras para describir tu exhibición futbolística.
—Ese impulso probablemente hará que mañana vea las estrellas cuando accione mis cuádriceps.
—Creo que tus cuádriceps lo resistirán. ¿Te he contado que tengo debilidad por las mujeres que practican deporte?
_______ y Nick cruzaron el apartamento hasta llegar al dormitorio.
—No hacía falta. Sé que tienes debilidad por las mujeres y debilidad por el deporte.
—Y si lo juntas todo, estoy perdido.
—Y te conviertes en un esclavo de la futbolista. —________ se puso de puntillas y le dio un beso—. Tendrías que haberme visto con el equipo puesto.
—¿Aún lo tienes?
_______ rió, dejó la bolsa de viaje encima de la cama y abrió la cremallera.
—En realidad, sí.
—¿Lo llevas ahí dentro?
—Me temo que no, pero lo que sí llevo es esto… —________ sacó una prenda muy transparente, muy corta, muy negra—. Si te interesa.
—Creo que este día va a terminar siendo perfecto.
Por la mañana ________ preparó unas tostadas y unas rodajas de manzana crujientes y algo dulces.
—Esto es fantástico. Artista floral, campeona de fútbol y hechicera culinaria.
—Soy muchas cosas a la vez —confesó ________ sentada frente a él en el office que hacía las veces de comedor. Pensó que en ese espacio quedarían bien unas flores, algo atrevido y vivo, dentro de un jarrón de cobre—. Se han terminado los huevos y queda poca leche. Hoy voy a ir al supermercado. Si quieres que compre algo por ti…
Vio el respingo, el titubeo de Nick antes de que este empezara a hablar.
—No, gracias. Tengo que ir a la compra dentro de unos días. ¿Qué tal tus cuádriceps?
—Muy bien. —Ella se obligó a no tomarse a la tremenda la reticencia con que Nick había acogido su ofrecimiento de ir a comprarle un inofensivo cartón de huevos—. Supongo que la maldita bici elíptica cumple con su función. ¿Cómo te mantienes en forma?
—Voy al gimnasio tres o cuatro veces a la semana, juego al baloncesto… cosas así.
_______ lo miró entornando los ojos y con una expresión acusadora.
—Apuesto a que te gusta. Me refiero al gimnasio.
—Sí.
—A Parker también. A mí me parece que estáis enfermos.
—¿Mantenerse en forma es estar enfermo?
—No, lo es disfrutar con lo que implica mantenerse en forma. Yo hago ejercicio, pero me lo planteo como una obligación, un deber, un mal necesario. Como las coles de Bruselas.
Nick adoptó una expresión divertida.
—¿Las coles de Bruselas son malas?
—Claro. Lo sabe todo el mundo, aunque nadie lo admita. Esas pelotitas verdes están llenas de maldad. Como las sentadillas, una forma de tortura concebida por gente que no necesita practicarlas. Malnacidos.
—Encuentro fascinantes tus ideas sobre la preparación física y la nutrición.
—La sinceridad puede ser fascinante —recalcó ________ saboreando el último sorbo de su café—. Al menos, en pleno verano puedo usar la piscina, que es una actividad sensata y divertida. En fin, más vale que suba a ducharme porque he estado trabajando delante de los fogones como una esclava mientras tú te arreglabas. Iré rápido para que no te retrases. —Echó un vistazo al reloj que había encima de esos mismos fogones—. Muy rápido, de hecho.
—Ah… oye, no hace falta que vayas con prisas. Cierra de golpe la puerta trasera cuando te marches.
Satisfecha, ________ sonrió.
—Entonces tomaré otra taza de café.
Eso le permitió demorarse un poco en el desayuno y la ducha. Se envolvió en una toalla, se puso crema corporal y se aplicó una hidratante en el cutis.
Empezaba a maquillarse cuando Nick entró en el baño. ________ detectó cómo sus ojos se paseaban por los tubos y los tarros esparcidos sobre la superficie del lavabo. Actuó como si tal cosa, pero la incomodidad de su expresión no dejaba lugar a dudas… y el dolor que ella sintió fue innegable.
—Tengo que irme. —Nick le acarició con ternura el pelo mojado y la besó—. ¿Te veo luego?
—Claro.
Terminó de maquillarse y de arreglarse el pelo cuando él se hubo marchado. Luego se vistió y metió sus cosas en la bolsa de viaje.
Al acabar, volvió al baño y limpió a fondo el lavabo. Se entretuvo luego con la superficie, porque quería asegurarse de no dejar ni rastro de su presencia en ese espacio tan suyo.
—Así no te entrará un ataque de pánico, Nick —farfulló—. Todo limpio. Todo tuyo.
Antes de salir le dejó una nota en el mármol de la cocina.
[i[Nick. Había olvidado que esta noche tengo un compromiso. Ya hablaremos más tarde. _______.[/i]
Necesitaba un respiro.
Salió de la casa y se aseguró de haber cerrado bien la puerta trasera. Metió la bolsa en el maletero del coche y se sentó al volante. Abrió el móvil y marcó el número de Parker.
—Hola, ________. Estoy hablando por la otra línea con…
—Será solo un segundo. ¿Podemos organizar una reunión de chicas esta noche?
—¿Qué pasa?
—Nada. De verdad. Solo necesito pasar una noche con mis amigas.
—¿En casa o fuera?
—En casa. No quiero salir.
—Me encargaré de todo.
—Gracias. Llegaré dentro de un par de horas.
________ cerró el teléfono.
Las amigas, pensó. Las amigas nunca te defraudaban.
Listo!
y otra vez, disculpenme por n subir tan seguido.
Espero les guste, las quiero :D
y otra vez, disculpenme por n subir tan seguido.
Espero les guste, las quiero :D
MeliGarcia
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
UN BUUU PARA NIIICCCKK!!!!!.....
CREO QUE SI SIGUE ACTUANDOOO ASIII... PERDERA A ______!!!!,,, Y CREO QUE ES EL PRINCIPIOOO!!!
AAAII SIGUELAAA PRONTOOO
CREO QUE SI SIGUE ACTUANDOOO ASIII... PERDERA A ______!!!!,,, Y CREO QUE ES EL PRINCIPIOOO!!!
AAAII SIGUELAAA PRONTOOO
chelis
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
la rayis esta algo dolida x las reacciones de nick :(
siguela por favor la dejaste en una parte super genial
siguela por favor la dejaste en una parte super genial
ElitzJb
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
Nueva lectora!!! Me encam enserio me gusta mucho, espero y la sigas muy pronto .... Y el sonso de nick sis sigue asi perderá ala rayis :*
Barbie JTorres
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
Chicas, estoy haciendo una nove que esta genial!!
Aparecen los 5 chicos famosos y los personajes de crepúsculo!
Esta mortal!!
Solamente tienen que comentar o poner fotos
Disfrútenla!
Este es el link:
https://onlywn.activoforo.com/t25202p90-forever-together-with-one-direction-liam-y-tu
las espero!.
Aparecen los 5 chicos famosos y los personajes de crepúsculo!
Esta mortal!!
Solamente tienen que comentar o poner fotos
Disfrútenla!
Este es el link:
https://onlywn.activoforo.com/t25202p90-forever-together-with-one-direction-liam-y-tu
las espero!.
Deborah micha
Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion)
Capitulo 15
—He exagerado.
Tras un duro día de trabajo, durante el cual había repasado mentalmente un montón de detalles sobre Nick, _______ se encontraba con sus amigas en la sala del tercer piso de la mansión.
—Ya juzgaremos eso nosotras —dijo Laurel dándole un bocado a una porción de la excepcional pizza casera de la señora Grady.
—Nick no ha hecho nada malo. Ni siquiera un comentario desacertado. Estoy enfadada conmigo misma.
—Vale, pero tú tiendes a enfadarte contigo misma en lugar de hacerlo con los demás. Aun cuando los demás lo merezcan. —Mac se sirvió una copa de vino y le pasó la botella a Laurel.
—No. Estoy desintoxicándome de una descomunal cantidad de tequila. Tardaré varios días.
—Eso no es verdad —protestó _______ frunciendo el ceño ante su trozo de pizza—. Cualquiera diría que parezco una chiquilla.
—No pareces una chiquilla. Lo que pasa es que eres tolerante, y de natural compasivo. —Mac llenó la copa que ______ había levantado—. Por lo tanto, si te enfadas con alguien, es que va en serio.
—No soy una ingenua —replicó _______.
—Que no seas tan mezquina como nosotras no significa que seas una ingenua —observó Laurel.
—Puedo ser mezquina.
—Puedes —afirmó Mac dándole un golpecito en el hombro para animarla—. Tienes las armas para ello, y la capacidad también. Solo que no te sale de dentro.
—Yo…
—Ser buena persona no es un defecto —las interrumpió Parker—. A mí me gusta pensar que todas nosotras somos buenas personas, de manera innata.
—Salvo yo —terció Laurel alzando su Coca-Cola Light.
—Sí, salvo tú. ¿Por qué no nos cuentas qué es lo que te ha descolocado así, _______?
—Parece una tontería, incluso una nimiedad. —________ se demoró observando el vino y luego se miró las uñas de los pies, de color rosa caramelo, mientras sus amigas aguardaban—. Lo que ocurre es que Nick protege mucho su espacio, su casa. No es que diga nada en realidad, pero noto una especie de límite invisible en ese tema. Y lo cierto es que ya lo dijo hace tiempo. Supongo que te acuerdas, Mac.
—Dame una pista.
—Cuando decidiste reorganizar tu dormitorio, el pasado invierno. Fue a propósito del armario. Estabas como loca porque Carter había dejado algunas cosas suyas en tu casa. Nick apareció y se puso de tu lado. Habló de lo que ocurre cuando dejas que la persona con quien sales te acote el terreno.
—Hablaba en broma. Y tú te pusiste hecha una furia —recordó Mac—. Te marchaste por las buenas.
—Dijo que las mujeres empiezan dejando sus potingues encima del lavabo, luego quieren un cajón y antes de que te des cuenta, ya han tomado el control de tu vida. Como si por el hecho de dejarte el cepillo de dientes en su casa ya pretendieras entrar en Tiffany's.
—¿Se puso histérico porque querías dejar el cepillo de dientes en su casa? —preguntó Laurel.
—No. Sí. No exactamente, porque yo nunca he hablado de un cepillo de dientes. Mira, la cosa es como sigue. Si salimos, siempre vamos a mi casa, aunque la suya nos pille más cerca. Anoche le pregunté si podía quedarme con él porque tenía que ir a la ciudad por la mañana, y Nick… titubeó.
—A lo mejor su casa no estaba lista para una inspección femenina —apuntó Mac—. Tenía que pensar si se había dejado tirados por ahí los calcetines sucios o las revistas guarras, o si había cambiado las sábanas durante los últimos diez años.
—No fue ese el motivo. Su casa siempre está inmaculada, y eso podría ser parte del problema. Le gusta que cada cosa esté en su sitio. Como a Parker.
—Oye…
—Es verdad —dijo _______ esbozando una sonrisa cariñosa a modo de disculpa—. Es su naturaleza. Lo que pasa es que a ti no te importaría que se quedara un tío a dormir en tu casa y se dejara el cepillo de dientes. Lo único que harías sería poner ese cepillo en el lugar apropiado.
—¿De qué tío hablas? ¿Me das el nombre, la dirección y la fotografía?
________ se relajó y se echó a reír.
—Era un decir. En fin, al terminar el desayuno mencioné que pasaría por el supermercado, y como le faltaban huevos y leche, me ofrecí a llevárselos. Entonces volvió a pasar. Uy, uy, uy y luego no, muchas gracias. Lo peor de todo fue cuando subió al baño. Yo estaba maquillándome y, mi culpa, dejé las pinturas en el mármol del lavabo. Me miró de una manera… entre molesto y… receloso. Ya os he dicho que os parecería una idiotez.
—En absoluto —la corrigió Parker—. Hizo que te sintieras como una intrusa, como si no fueras bienvenida.
—Sí —confesó _______ cerrando los ojos—. Exactamente. No creo que lo hiciera aposta, ni siquiera que fuera consciente de eso, pero…
—No importa. De hecho, un desaire inconsciente es peor.
—¡Sí! —repitió _______ mirando con agradecimiento a Parker—. Gracias.
—¿Qué hiciste? —preguntó Laurel.
—¿Qué hice?
—Sí, ¿qué hiciste, _______? Me refiero a si le dijiste que se controlara, que solo era un cepillo de dientes o un tubo de máscara para las pestañas.
—Cuando se fue a trabajar me pasé media hora procurando que no quedara ni un grumo de esa máscara en su precioso espacio.
—Muy bien, eso le servirá de lección —aventuró Laurel—. Yo me habría quitado el sujetador, lo habría dejado colgando de la ducha y le habría escrito con pintalabios una nota de amor sarcástica en el espejo. Ah… y habría salido a comprar una caja de tampones tamaño económico para dejarlos olvidados en el lavabo. Con eso habría captado el mensaje.
—¿No le estarías dando la razón?
—No, porque no la tiene. Vosotros dos os acostáis. Y estéis en la cama que estéis, el otro necesita tener a mano unos cuantos artículos de primera necesidad. ¿A ti te saca de quicio que él se deje el cepillo de dientes o la maquinilla de afeitar en tu casa?
—Eso nunca ha pasado. Jamás.
—Bah, venga ya… No me digas que nunca se olvida…
—Nunca.
—Uf, qué fuerte… —exclamó Laurel echándose hacia atrás—. ¿Tan obsesivo es?
Mac alzó la mano y sonrió a modo de disculpa.
—Os diré que yo también era así. No tan… obsesiva, claro. Olvidaba o dejaba mis cosas en casa de Carter, y él en la mía. Y precisamente eso es lo que me puso furiosa el día del que me hablabas antes, ______. Su chaqueta, sus cosas de afeitar… mezcladas con mis cosas. Y no era por los objetos en sí, sino por lo que eso significaba. Él está aquí, es una realidad, y no se trata solo de sexo. No es algo sin importancia. Es de verdad. —Mac se encogió de hombros y alzó las manos—. Me entró el pánico. Ese hombre maravilloso se había enamorado de mí y yo estaba asustada. Es posible que a Nick le pase algo parecido.
—Yo no he hablado de amor.
—A lo mejor tendrías que hacerlo. —Parker cambio de postura y se sentó encima de las piernas—. Es más fácil saber jugar las cartas si están encima de la mesa. Si él ignora lo que sientes, _______, ¿cómo va a tomar en consideración tus sentimientos?
—No quiero que se plantee cuáles son mis sentimientos. Quiero que actúe como le sale del corazón, a su manera. Si no fuera así, si no hubiera sido así, para empezar no me habría enamorado de él. —Suspiró y dio un sorbo de vino—. ¿Por qué siempre había creído que estar enamorada era maravilloso?
—Eso viene luego, cuando has superado todos los obstáculos —le dijo Mac.
—Parte del problema es que lo conozco tan bien que pillo los pequeños… —______ suspiró y siguió bebiendo de su copa—. Creo que tengo que dejar de ser tan sensible y romántica.
—Tienes que dejarte llevar por tus sentimientos y actuar en consecuencia.
_______ parpadeó ante las palabras que acababa de dirigirle Parker.
—Supongo que eso ya lo hago, ¿no? Y supongo también que tendría que hablar con Nick del tema.
—Prefiero la caja de tampones tamaño económico. Sobran las palabras. —Laurel se encogió de hombros—. Pero si quieres actuar como una mujer madura…
—En realidad, no quiero, pero me he cansado de pasarme casi toda la jornada enfurruñada. Vale más que compruebe si una conversación razonable da sus frutos. Supongo que lo dejaré para la semana que viene. Puede que a los dos nos venga bien recuperar nuestro propio espacio.
—Tendríamos que convocar una vez al mes una velada sin hombres y sin trabajo.
—Ya lo hacemos —le recordó Mac a Laurel.
—Porque se da la circunstancia, y eso es bueno. Sin embargo, ahora que la mitad del grupo vive colgada de un hombre, tendríamos que formalizarlo. Salir en rescate de los estrógenos.
—Sin hombres y sin trabajo —repitió _______ asintiendo—. Eso tiene una pinta…
En aquel momento sonó un teléfono y Parker consultó la pantalla de su móvil.
—Willow Moran, primer sábado de junio. No me llevará mucho tiempo. ¡Hola, Willow! —exclamó animada levantándose y dirigiéndose hacia la puerta—. No, no será ningún problema. Para eso estoy aquí.
—Bueno, sin trabajo… casi. Más pizza para mí —dijo Laurel tomando una segunda porción.
A pesar de las escasas interrupciones, _______ pensó que la velada había transcurrido exactamente como deseaba: rescatando su propio espacio y pasando tiempo con las amigas. Cuando entró en su casa estaba cansada, pero la sensación era agradable. Al subir repasó la programación de los siguientes días. Apenas tendría tiempo de respirar. Y eso, por otro lado, le iría de perlas.
Cruzó el dormitorio para recoger el móvil que no se había llevado deliberadamente y vio que tenía un mensaje de voz de Nick. El subidón le puso de buen humor. «Pero ha sido un subidón», se dijo volviendo a dejar el teléfono. No debía de ser nada urgente, porque en ese caso la habría llamado a la casa principal.
Fuere lo que fuese, podía esperar a la mañana siguiente.
Bah, ¿a quién iba a engañar?
Se sentó en la cama y se dispuso a escuchar el mensaje.
Hola. Siento no haberte encontrado. Del y yo vamos a perfeccionar nuestra táctica para corromper a Carter. Planeamos arrastrarlo al partido del domingo. He pensado que podría pasar por tu casa el sábado y, a lo mejor, echarte una mano. Te devolvería el favor de esta mañana y te prepararía el desayuno antes de raptar a Carter. Llámame cuando puedas. Voy a trabajar en unos dibujos que he pensado para tu casa y… en fin, pienso en ti.
¿Qué llevas puesto?
_______ se echó a reír. Ese hombre siempre le hacía reír, pensó. El mensaje era bonito. Era atento, cariñoso, divertido…
¿Qué más quería?
Todo. Tuvo que admitir que lo quería todo.
Esperaría. ______ se dijo que estaba demasiado ocupada para mantener una conversación seria.
Durante el mes de mayo la programación de bodas, de despedidas de soltera y de celebraciones del día de la Madre siempre estaba completa. Cuando no estaba metida de lleno con las flores, estaba planeando el siguiente diseño.
Teniendo en cuenta su horario, lo más sensato era que Nick fuera a su casa, si a los dos les convenía. Se dijo a sí misma que tenía que dar las gracias por estar con un hombre que no se quejaba de que ella trabajara los fines de semana, de que sus jornadas fueran tan largas… y con cuya ayuda podía contar si lo pillaba cerca.
Una tormentosa tarde de mayo estaba trabajando sola. Se sentía en el séptimo cielo. En sus oídos podría haber resonado el eco de la charla de Tink y Tiffany, pero el retumbar de los truenos y el azote de la lluvia y el viento lo amortiguaban.
Terminó el ramo de una dama de honor y se levantó para hacer unos estiramientos. Al volverse, reconoció a Nick y se sobresaltó.
Su exclamación de asombro se fundió en una carcajada y se llevó la mano al pecho.
—¡Caray, me has asustado!
—Lo siento, lo siento mucho. He llamado, he estado dando voces… pero es difícil hacerse oír ante la cólera de Dios.
—Estás empapado.
—A lo mejor la lluvia tiene algo que ver. —Se pasó la mano por el pelo y salpicó de agua el suelo—. He terminado la última visita de obra y he pensado que podía aprovechar para venir a verte. Es bonito —añadió señalando el ramo.
—¿Verdad que sí? Iba a meterlo en la cámara para empezar con el de la novia. ¿Por qué no te sirves un café y te secas un poco?
—Eso es exactamente lo que estaba esperando que me dijeras. —Nick se acercó a ella para besarla y le hizo una caricia en la espalda—. He traído los dibujos para que los veas. Cuando tengas ocasión. Si el tiempo lo permite, empezarán en casa de Mac el lunes por la mañana. Temprano. Tenlo en cuenta.
—Es fabuloso. ¿Ya lo saben?
—He ido a su estudio primero. ¿Quieres un café?
—No, gracias.
_______ fue a buscar más flores a la cámara frigorífica y se instaló con sus herramientas. Podía ver mentalmente el diseño que iba a elaborar.
Alzó los ojos cuando Nick entró.
—Nunca te había visto trabajar en esta zona del taller —dijo él—. ¿Te molesto?
—No. Siéntate. Cuéntame cosas.
—Hoy he visto a tu hermana.
—¿Ah, sí?
—Nos hemos encontrado por casualidad en la ciudad. ¿No usas ningún dibujo o esbozo?
—En general, sí, pero con este ramo… —_______ se tocó la sien—. Rosas blancas de ramillete, un viburnum pálido para darle cierto carácter, la estructura en cascada, que quedará delicada y romántica cuando convenza a estas mayólicas de que se abran completamente.
Nick la observaba mientras ella cortaba las flores y las ataba con un alambre entre el retumbar de truenos.
—Creía que habías dicho que era el ramo para la novia.
—Lo es.
—¿Por qué lo pones en un jarrón?
—He empapado la espuma y he colocado el soporte. ¿Ves este trozo de aquí? —le indicó ella ladeando el jarrón—. He pegado esto en el jarrón para poder trabajar las flores desde dentro y así darles forma, el punto justo de inclinación.
—¿Qué haces cuando trabajas con las demás?
—¿Eh?
—Dime, ¿os ponéis en fila? ¿Hacéis una cadena de montaje?
—Sí y no. Nos ponemos más o menos en fila, pero cada una trabaja en el arreglo que asigno yo. No creas que empiezo un ramo y luego se lo paso a Tink.
_______ trabajaba en silencio, mecida al son de los truenos y la lluvia.
—Te haría falta una mesa de trabajo en forma de L —apuntó Nick fijándose con detenimiento en el espacio, las herramientas y las cubetas—. Quizá incluso en forma de U. Con unos cubos encima y debajo de la mesa, y cajones también. Cuando diseñé este espacio para ti, prácticamente trabajabas sola. Tu departamento ha crecido. Además, necesitas espacio debajo para meter un cubo con ruedecillas, el compost y los desperdicios no biodegradables. ¿Vienen los clientes aquí cuando trabajas sola o cuando trabaja alguna de tus ayudantes?
_______ se chupó el pulgar, que, en un descuido, se había pinchado con una espina.
—A veces sí, claro.
—Bien.
Nick se levantó y _______ frunció el ceño. Al cabo de un rato, empapado de nuevo, regresó con una libreta que ella supuso debía de haber ido a buscar al coche.
—Sigue trabajando —le dijo él—. Solo quiero hacer unos bocetos para completar lo que ya he diseñado. Será preferible que traslademos esta pared.
—¿Trasladar la pared? —_______ centró en él su atención—. ¿La pared?
—La echamos abajo y abrimos las zonas de trabajo y exposición. Quedarán mejor comunicadas, y tu espacio de trabajo ganará en eficiencia. Es demasiado trabajo para uno solo, pero… Lo siento —se excusó Nick levantando la vista de su dibujo—. Pensaba en voz alta. Te molesto.
—No, no pasa nada. —Qué extraño, pensó ella, estar los dos trabajando juntos en una tarde de lluvia.
Se aplicaron en silencio durante un tiempo, aunque _______ descubrió que Nick no paraba de murmurar lápiz en mano. No le importó, y le sorprendió descubrir cosas de él que todavía no sabía.
Cuando terminó, alzó el ramo y lo fue girando para estudiarlo desde todos los ángulos. Y entonces se fijó en que la estaba mirando.
—Quedará más lleno y delicado cuando las rosas se abran.
—Trabajas deprisa.
—Los ramos de este tipo no exigen una gran dedicación. —Se levantó y se volvió hacia el espejo de cuerpo entero—. El vestido está muy elaborado, es un tanto barroco. Por eso este ramo sencillo y fino le irá de maravilla. Sin cintas, sin nada que cuelgue, tan solo en cascada. Se sostiene así, a la altura de la cintura, con las dos manos. Voy a…
Sus ojos se cruzaron en el espejo y _______ captó su mirada enfurruñada.
—No te preocupes, Nick. No estoy practicando.
—¿Qué?
—Tengo que guardar las flores.
_______ colocó las flores en la cámara y Nick le habló desde el umbral.
—Estaba pensando que el blanco te sienta bien o… ¿tendría que decir que te queda bien? Como quieras. Las dos frases me valen. He pensado que nunca llevas flores. Quizá sea algo demasiado trillado para ti. Por eso puede que haya cometido un error.
_______ se incorporó, envuelta en las fragancias florales.
—¿Un error?
—Sí. Vuelvo en un minuto.
_______ hizo un gesto de incredulidad cuando Nick se marchó. Salió de la cámara y cerró la puerta. Tenía que ordenar su zona de trabajo y luego repasar las notas para el día siguiente.
—Siempre pruebo los ramos —le explicó a Nick al oír que este regresaba—. Me aseguro de que no cueste sostenerlos, que la forma, los colores y la textura funcionen.
—Claro. Lo comprendo. Cuando estoy en una obra, cojo un martillo al menos una vez, para captar la sensación que me inspira el edificio. Lo entiendo, ________.
—Vale, solo quería… —Ella se interrumpió al volverse y ver que él le ofrecía una caja alargada y plana—. ¡Oh!
—He ido a la ciudad, a una reunión, y he visto esto. Ha sido como si me gritara desde el escaparate: «Eh, Nick. ________ me necesita.» Y he pensado que era cierto. Así que…
—Me has traído un regalo —dijo ella aceptando el paquete.
—Dijiste que te gustaba que te regalaran flores.
_______ abrió la caja.
—¡Oh, Nick…!
Una pulsera de piedras preciosas, de atrevidos colores, destelló en el interior. Cada una era una pequeña rosa tallada a la perfección.
—Nunca llevas flores.
El rostro de _______ reflejó sorpresa y satisfacción, y ella alzó los ojos.
—A partir de ahora, sí. Es preciosa, francamente preciosa. —Tomó la pulsera y se la puso encima de la muñeca—. Estoy anonadada.
—Conozco esa sensación. Mira, el joyero me enseñó a abrirla. El cierre se desliza hacia dentro y no queda a la vista.
—Gracias. Es… Oh, mira qué manos tengo.
Nick le cogió las manos, sucias y arañadas tras la jornada, y se las llevó a los labios.
—Ya las veo. Las miro mucho.
—Yo te grito y tú me regalas flores. —_______ se acurrucó entre sus brazos—. Tendré que gritarte más a menudo. —Suspiró y cerró los ojos—. Ha dejado de llover —murmuró apartándose de él—. Necesito lavarme un poco. Luego tengo que participar en el ensayo de esta noche. Pero después podríamos tomar una copa, quizá podríamos cenar algo fuera, en el patio. Si quieres quedarte.
—Quiero quedarme. —Una repentina intensidad le ofuscó los ojos al pasear la mirada por el rostro de ella—. _______, creo que no te he dicho todavía que me importas mucho.
—Eso ya lo sé. —Ella se levantó para besarlo—. Lo sé.
Más tarde, cuando _______ se marchó a la casa principal, Nick revolvió en la despensa y encontró ingredientes suficientes para preparar una cena rápida para los dos. Pensó que sabía cocinar si la ocasión lo requería, y que no iba a esperar que siempre fuera ella quien se pusiera delante de los fogones cuando se quedaban en casa.
Como sucedía cada vez con mayor frecuencia, advirtió.
Incluso era capaz de preparar una cena fantástica para ambos, cosa que tenía que agradecer a una antigua novia suya, ayudante de chef.
Con un poco de ajo y aceite de oliva, unas hierbas y tomate troceado, prepararía un plato de pasta.
Nada del otro mundo.
Ya le había hecho el desayuno alguna vez, ¿o no?
Una vez, sí.
¿Por qué entonces tenía la sensación de que estaba aprovechándose de ella, de que no sabía valorarla, como a menudo pensaba que hacían los demás?
Sabía la razón. Lo sabía perfectamente, admitió ante sí mismo mientras cortaba y troceaba los alimentos.
La mirada de _______ cuando sus ojos se cruzaron en el espejo había sido una mirada dolida, durante una fracción de segundo. Luego había cedido el paso a la irritación.
«No estoy practicando», le había dicho ella.
Nick estaba pensando en las flores, en la pulsera. Pero ella no se había equivocado demasiado al aguzar el instinto. En cierto modo se había sentido incómodo o… Al diablo, si lo adivinaba. Sin embargo, tuvo que admitir que verla con el ramo en la mano lo había sobresaltado. Durante un segundo.
La había herido, había lastimado sus sentimientos. Y eso era lo último que quería.
_______ lo había perdonado, había dejado correr eso, lo había apartado de su mente. No a causa de la pulsera, pensó. Ella no era de las que andan buscando regalos o se enfurruñan por un desaire.
Era… tal como era _______.
Quizá de vez en cuando no había sabido valorarla como era debido, pero eso cambiaría, porque ahora se había dado cuenta. Iría con más cuidado y ya está. Solo porque hubieran estado saliendo durante…
Del sobresalto, se cortó en un dedo. Siete semanas. No, casi ocho, lo cual equivalía a dos meses. Y eso era prácticamente una estación del año.
La cuarta parte de un año entero.
Hacía mucho que no llevaba meses saliendo con una sola mujer.
Al cabo de un par de semanas habría terminado la primavera y entrarían en el verano. Juntos.
Les iba bien. Mejor aún, les iba muy bien. Nick no habría querido estar con ninguna otra mujer.
Le sentaba bien esa relación. Significara eso lo que significase, le gustaba pensar que ella no tardaría en volver y que cenarían juntos en el patio.
Se sirvió una copa de vino y se puso a saltear el ajo.
—Por lo que queda de la primavera —dijo alzando la copa—, y por el verano también.
—¡Alerta roja! —_______, en lo alto de la escalerilla y ocupadas las manos con unas delicadas guirnaldas, estiró el cuello para leer el mensaje del busca que llevaba colgado de los pantalones—. Mierda. Mierda. Alerta roja. Beach, vas a tener que terminar la guirnalda. Tiff, tú a las banderolas. Tink, diriges el equipo.
Bajó a toda prisa y Nickse le acercó.
—Ve con cuidado. No es una alerta nacional.
—Lo es si Parker envía la señal. Ven conmigo. A veces un par de manos extra, sobre todo de un hombre, pueden venirnos bien. Si es cosa de chicas, podrías volver y ayudar a cargar con las sillas. Maldita sea.
Todo iba según lo previsto.
—Lo conseguirás.
_______ salió disparada como un rayo, cruzó la terraza, subió la escalinata, que todavía tenía que adornar, y salió al pasillo que daba a la suite de la novia.
La escena que vio la dejó atónita.
Un grupo histérico y a medio vestir se abigarraba en el descansillo. Sus voces alcanzaban un registro que solo era audible para los perros. Las lágrimas corrían como el vino.
En medio del fragor, Parker permanecía de pie como un islote de calma en un mar embravecido. Sin embargo, _______ reconoció en su actitud los trazos de la desesperación.
—¡Presten atención, por favor! Todo saldrá bien, pero tienen que calmarse y escucharme. Por favor, señora Carstairs, siéntese aquí. Siéntese ya, y respire hondo.
—Mi niña, mi niña…
Carter se abrió paso a codazos (valiente como pocos) y tomó a la mujer llorosa por el brazo.
—Venga, siéntese.
—Hay que hacer algo, hay que hacer algo…
_______ reconoció a la madre de la novia. Aunque todavía no lloraba, estaba colorada como la grana. En el momento en que _______ iba a hacerse cargo de ella, o de quien lo necesitara más, para liberar de tanta responsabilidad a Parker, un silbido agudo cortó el aire y dejó a la concurrencia atónita y en silencio.
—Bien, atención todo el mundo. ¡Basta he dicho! —ordenó Laurel, vestida con un delantal de peto blanco que se había manchado con una sustancia parecida a la salsa de mora.
Parker sacó partido de la brecha que se había creado.
—Señor Carstairs, ¿por qué no se sienta un rato con su mujer? Si el novio y sus acompañantes quieren regresar a su suite, Carter los acompañará. Señora Princeton, Laurel les enseñará la cocina y podrán tomar un té con comodidad. Denme quince minutos. Nick, ¿puedes acompañar a Laurel? Los señores Carstairs tomarán el té aquí mismo.
—¿Puedo tomar un whisky? —preguntó el señor Princeton.
—Por supuesto. Pídale a Nick lo que quiera. _______, te necesitaré en la suite de la novia. Les ruego a todos que me concedan quince minutos. Intenten tranquilizarse.
—¿De qué va la historia? —preguntó _______.
—Te pongo al día rápidamente. Hay dos damas de honor con una resaca como un piano. Hace un rato una de ellas vomitaba heroicamente en el baño. La MDNO ha perdido el control cuando ha entrado en la suite para ver a su hijo, y eso mismo ha contrariado a la MDNA (esas dos no se llevan muy bien). Las mujeres han discutido y han perdido los nervios. La cosa se ha complicado todavía más cuando ambas han forcejeado para entrar en la suite de la novia. Parece ser que la escena ha afectado tanto a la DDH, encinta de ocho meses, que esta ha empezado a tener contracciones.
—Dios mío… ¿Tiene contracciones? ¿Ahora?
—Es una falsa alarma. —La expresión de Parker era fiel reflejo de su determinación y su voluntad de hierro—. Será una falsa alarma. Su marido ha llamado al médico, pero la madre de la DDH lo ha convencido de que, de momento, nos deje cronometrarle las contracciones. Mac, la novia y el resto de los invitados que no están vomitando o lloriqueando le hacen compañía. Ella y la novia son las únicas que conservan la serenidad. Además de Mac. Eso es todo.
Parker respiró hondo y abrió la puerta de la suite de la novia.
La DDH estaba echada en el pequeño sofá, pálida pero tranquila en apariencia al ver que la novia (vestida con el corsé y las ligas y con el batín de peluquería por encima) estaba arrodillada junto a ella. En el otro extremo de la habitación, Mac le tendía una compresa fría a otra de las damas.
—¿Qué tal va? —preguntó Parker acercándose deprisa a la embarazada—. ¿Quieres que avise a tu marido?
—No. Deja que se quede con Pete. Estoy bien, de verdad. Hace diez minutos que no tengo contracciones.
—Casi doce —le dijo la novia mostrando el reloj.
—Maggie, lo siento mucho.
—Quita, mujer. —La novia le hizo un gesto cariñoso a su amiga en el hombro—. Todo saldrá bien.
—Tendrías que terminar de arreglarte el pelo y de maquillarte. Deberías…
—Eso puede esperar. Todo puede esperar.
—De hecho, es una buena idea —dijo Parker modulando la voz para que sonara decidida, profesional y alegre a la vez—. Si aquí no estás cómoda, Jeannie, podemos trasladarte a mi dormitorio. Es más tranquilo.
—No, estoy bien aquí, en serio. Prefiero quedarme a mirar. Creo que el niño se ha vuelto a dormir —afirmó tocándose el vientre—. De verdad. Jan está peor que yo.
—Soy una imbécil. —Una de las damas, la del cutis pálido y amarillento, cerró los ojos—. Maggie, pégame un tiro.
—Voy a decir que nos suban un té y unas tostadas. Nos irá bien. Mientras tanto, _______ y Mac han venido para ayudar. Regreso en un par de minutos. Si hay más contracciones —le avisó Parker a _______ en un aparte—, mándame un mensaje por el busca.
—Te lo prometo. Vamos, Maggie. Te pondremos preciosa. —_______ ayudó a Maggie a ponerse en pie y la acompañó hacia donde estaba la peluquera. Con el reloj en la mano, se instaló luego junto a la futura madre—. Dime, Jeannie, ¿es un niño?
—Sí, será el primero. Me quedan cuatro semanas. El jueves fui a revisión y todo estaba correcto. Los dos estamos bien. ¿Qué tal mi madre?
_______ tardó unos instantes en recordar que Jeannie era la hermana del novio.
—Muy bien. Excitada y emotiva, claro, pero…
—Es una histérica —la interrumpió Jeannie riendo—. Solo de ver a Pete vestido con el esmoquin, ha perdido los papeles. Desde aquí se oían los sollozos.
—Y eso, evidentemente, ha sacado a mi madre de quicio —apuntó Maggie desde la butaca del saloncito—. Luego se han enzarzado en una discusión espantosa. Jan ha ido al baño a vomitar y Shannon, de un retortijón, se ha quedado doblada en dos.
—Ya estoy mejor. —Shannon, una morena bajita que estaba sentada e iba bebiendo lo que parecía ser una soda, las saludó con un gesto de la mano.
—Chrissy se encuentra bien y se ha llevado a los niños a pasear. No tardará en volver.
_______, que comprendió que las cosas estaban bajo control en su zona, miró a Maggie.
—Parece ser que hemos superado la marca de los quince minutos por lo que respecta al bebé. Si a Shannon le parece bien, ella puede encargarse del cronómetro y yo iré a buscar a Chrissy y a los niños, que son la otra dama, la niña de las flores y la que llevará los anillos, ¿verdad?
—Sí, te lo agradezco mucho. Esto es una locura.
—Hemos tenido otras bodas mucho más locas —respondió _______ entregándole el reloj a Shannon y fijándose en que Jeannie había recuperado el color. Al menos, parecía serena—. Mac, ¿te encargas de vigilar el fuerte?
—Cuenta con ello. ¡Eh, hagamos unas fotos!
—Qué mujer más cruel… —musitó Jan.
_______ salió como una centella. Vio a la MDNO en la terraza, que sollozaba con un pañuelo en la mano mientras su marido le daba unos golpecitos en el hombro para consolarla y le decía:
—Vamos, Edie, contrólate, por favor.
Se desvió y se dirigió hacia la escalera principal. Parker entró a la carga.
—¿Seguimos en alerta roja?
—Creo que hemos pasado a alerta amarilla. No hay más contracciones, la resaca va menguando y el otro caso… cuesta de decir. La novia está con la peluquera y yo voy a reunir a la última dama y a los niños.
—Los encontrarás en la cocina, merendando leche y galletas. Ve a buscar al PDNO y al niño de los anillos, y dile a la dama que tendría que subir. La señora Grady está preparando té y unas tostadas. Quiero comprobar qué tal se encuentra el novio y decirle al futuro padre que todo está controlado.
—Voy ahora mismo. La MDNO está en la terraza, llorando desconsoladamente.
Parker apretó la mandíbula.
—Me encargaré de ella.
—Buena suerte. —________ se alejó a toda prisa y, al doblar hacia la cocina, se cruzó con Nick, que venía del salón principal.
—Dime que no hay nadie que esté de parto.
—Esa crisis ya está superada.
—Bien, gracias a Dios.
—¿Y los PDNA?
—¿Cómo?
—Los padres de la novia.
—Carter está con ellos. Resulta que es profesor de un sobrino de la pareja. La madre se está retocando el maquillaje o algo por el estilo.
—Bien. Tengo que ir a buscar a la dama que nos falta, decirle que suba y encargarme del PDNO y del niño de los anillos.
Nick frunció el ceño y renunció a seguir adivinando el código.
—No sé qué has dicho, pero me parece bien.
_______ se quedó mirándolo.
—Creo recordar que los niños se te dan bien.
—Sí. Solo son personas bajitas.
—Si puedes entretener al paje que llevará los anillos, que tiene cinco años, durante un cuarto de hora, serías de gran ayuda. Luego lo llevas a la suite del novio, cuando todo esté despejado. Yo me encargo de subir a la niña y de vestirla. —_______ echó un vistazo al busca y sintió que se le alteraba el pulso al ver que daba señal. Al cabo de un segundo, suspiró aliviada—. Alerta amarilla, y constante. Bien.
—¿Dónde están los padres de esos niños? —preguntó Nick siguiéndola hacia la cocina.
—En el séquito de los novios. Los niños son hermanos gemelos. La dama que va con ellos es la madre. El padre es testigo del novio. O sea, que te encargas tú de subir al niño dentro de diez o quince minutos. Démonos unos minutos más de margen para que las cosas se calmen. Cuando tenga instalado al PDNO, tendré que salir para terminar de arreglar las zonas exteriores.
_______, no sin antes esbozar una franca sonrisa de alegría, desapareció en la cocina.
Al cabo de una hora, la novia y sus damas estaban arregladas, bellas, y el novio y sus testigos, impecablemente vestidos. Mientras Mac organizaba los distintos grupos por separado para las fotos formales y Parker mantenía a una distancia prudencial a ambas madres, _______ terminó la decoración exterior.
—¿Quieres un empleo? —le preguntó a Nick al verlo colocar la última hilera de sillas.
—Ni hablar. No entiendo cómo podéis hacer esto cada fin de semana.
________ colocó en ciertas sillas unos cucuruchos de peonías de un rosa extremadamente pálido.
—Nunca nos aburrimos. Tink, tengo que ir corriendo a casa para cambiarme. Los invitados van a llegar de un momento a otro.
—Seguiremos nosotras.
—Parker ha calculado que solo nos retrasaremos diez minutos, lo cual es un milagro. Hay comida para todos en la cocina, cuando terminéis el trabajo. Vuelvo dentro de quince minutos. Nick, ve a tomar algo.
—Era lo que pensaba hacer.
Regresó al cabo de doce minutos. Había sustituido su ropa de trabajo por un discreto traje de chaqueta negro. Cuando la voz de Parker sonó en su auricular, estaba colocándoles a todos unas flores en el ojal.
—En la suite de la novia estamos a punto de terminar. Que suene la música. Que empiecen a sentar a los invitados.
_______ iba oyendo la cuenta atrás mientras repasaba solapas y bromeaba con el novio. Vio que Parker estaba con los padres y que Mac se colocaba en posición para tomar fotos.
Dedicó unos momentos, apenas un breve instante, a admirar la vista exterior. Las blancas y almidonadas fundas de las sillas eran un telón de fondo perfecto para las flores. Los verdes y los rosados, desde los pálidos a los intensos, resaltaban sus inflorescencias contra el brillo del tul y el encaje.
Pasó el momento, el novio ocupó su lugar y las madres (una llorosa y la otra quizá un poco achispada por el whisky) fueron conducidas a sus asientos.
_______ recogió los ramos y empezó a repartirlos mientras Parker alineaba a las señoras.
—Estáis todas preciosas. ¿Resistes bien, Jeannie?
—El niño se ha despertado, pero se comporta.
—Maggie, estás impresionante.
—Oh, no digas eso —protestó la novia desentendiéndose con un gesto de la mano—. No sabía que podría quedarme muda de la emoción; estoy a punto. Voy a hacerle sudar tinta a mi futura suegra.
—Inspira, expira —le ordenó Parker—. Despacio y con calma.
—Vale, vale. Parker, si alguna vez necesito declararle la guerra a alguien, serás mi general. _______, las flores son… Inspira, expira. Papá…
—No empieces —la cortó su padre apretándole la mano—. ¿Quieres que te acompañe hasta el altar balbuceando como un bebé?
—Ven aquí —intervino Parker levantándole el velo y enjugándole con cuidado unas lágrimas—. La cabeza bien alta y sonriendo. Bien, número uno, tú sales ya.
—Te veo en el otro lado, Mags. —Jan, todavía algo pálida aunque sonriendo, empezó a desfilar.
—Y dos… adelante.
Habiendo concluido su trabajo por el momento, ________ se retiró unos pasos mientras Parker dirigía la función.
—Tengo que admitir que no creía que lo lograríais —confesó Nick, que se había puesto a su lado—. Y mucho menos con tanta elegancia. No es que esté impresionado, es que no tengo palabras.
—Hemos vivido cosas peores.
—Vaya… —exclamó Nick al ver que a _______ se le llenaban los ojos de lágrimas.
—Ya lo sé. A veces me impresionan. Creo que ha sido por el modo en que se ha comportado la novia a lo largo de estas sucesivas crisis, y porque en el momento de la verdad, casi se desmorona. Pero resiste. Mira cómo sonríe. Y fíjate cómo la mira él. —_______ suspiró—. A veces me impresionan —repitió.
—Creo que te la has ganado —dijo Nick ofreciéndole una copa de vino.
—¡Tú lo has dicho! Gracias, guapo.
________ lo cogió del brazo, apoyó la cabeza en su hombro y contempló la boda.
Tras un duro día de trabajo, durante el cual había repasado mentalmente un montón de detalles sobre Nick, _______ se encontraba con sus amigas en la sala del tercer piso de la mansión.
—Ya juzgaremos eso nosotras —dijo Laurel dándole un bocado a una porción de la excepcional pizza casera de la señora Grady.
—Nick no ha hecho nada malo. Ni siquiera un comentario desacertado. Estoy enfadada conmigo misma.
—Vale, pero tú tiendes a enfadarte contigo misma en lugar de hacerlo con los demás. Aun cuando los demás lo merezcan. —Mac se sirvió una copa de vino y le pasó la botella a Laurel.
—No. Estoy desintoxicándome de una descomunal cantidad de tequila. Tardaré varios días.
—Eso no es verdad —protestó _______ frunciendo el ceño ante su trozo de pizza—. Cualquiera diría que parezco una chiquilla.
—No pareces una chiquilla. Lo que pasa es que eres tolerante, y de natural compasivo. —Mac llenó la copa que ______ había levantado—. Por lo tanto, si te enfadas con alguien, es que va en serio.
—No soy una ingenua —replicó _______.
—Que no seas tan mezquina como nosotras no significa que seas una ingenua —observó Laurel.
—Puedo ser mezquina.
—Puedes —afirmó Mac dándole un golpecito en el hombro para animarla—. Tienes las armas para ello, y la capacidad también. Solo que no te sale de dentro.
—Yo…
—Ser buena persona no es un defecto —las interrumpió Parker—. A mí me gusta pensar que todas nosotras somos buenas personas, de manera innata.
—Salvo yo —terció Laurel alzando su Coca-Cola Light.
—Sí, salvo tú. ¿Por qué no nos cuentas qué es lo que te ha descolocado así, _______?
—Parece una tontería, incluso una nimiedad. —________ se demoró observando el vino y luego se miró las uñas de los pies, de color rosa caramelo, mientras sus amigas aguardaban—. Lo que ocurre es que Nick protege mucho su espacio, su casa. No es que diga nada en realidad, pero noto una especie de límite invisible en ese tema. Y lo cierto es que ya lo dijo hace tiempo. Supongo que te acuerdas, Mac.
—Dame una pista.
—Cuando decidiste reorganizar tu dormitorio, el pasado invierno. Fue a propósito del armario. Estabas como loca porque Carter había dejado algunas cosas suyas en tu casa. Nick apareció y se puso de tu lado. Habló de lo que ocurre cuando dejas que la persona con quien sales te acote el terreno.
—Hablaba en broma. Y tú te pusiste hecha una furia —recordó Mac—. Te marchaste por las buenas.
—Dijo que las mujeres empiezan dejando sus potingues encima del lavabo, luego quieren un cajón y antes de que te des cuenta, ya han tomado el control de tu vida. Como si por el hecho de dejarte el cepillo de dientes en su casa ya pretendieras entrar en Tiffany's.
—¿Se puso histérico porque querías dejar el cepillo de dientes en su casa? —preguntó Laurel.
—No. Sí. No exactamente, porque yo nunca he hablado de un cepillo de dientes. Mira, la cosa es como sigue. Si salimos, siempre vamos a mi casa, aunque la suya nos pille más cerca. Anoche le pregunté si podía quedarme con él porque tenía que ir a la ciudad por la mañana, y Nick… titubeó.
—A lo mejor su casa no estaba lista para una inspección femenina —apuntó Mac—. Tenía que pensar si se había dejado tirados por ahí los calcetines sucios o las revistas guarras, o si había cambiado las sábanas durante los últimos diez años.
—No fue ese el motivo. Su casa siempre está inmaculada, y eso podría ser parte del problema. Le gusta que cada cosa esté en su sitio. Como a Parker.
—Oye…
—Es verdad —dijo _______ esbozando una sonrisa cariñosa a modo de disculpa—. Es su naturaleza. Lo que pasa es que a ti no te importaría que se quedara un tío a dormir en tu casa y se dejara el cepillo de dientes. Lo único que harías sería poner ese cepillo en el lugar apropiado.
—¿De qué tío hablas? ¿Me das el nombre, la dirección y la fotografía?
________ se relajó y se echó a reír.
—Era un decir. En fin, al terminar el desayuno mencioné que pasaría por el supermercado, y como le faltaban huevos y leche, me ofrecí a llevárselos. Entonces volvió a pasar. Uy, uy, uy y luego no, muchas gracias. Lo peor de todo fue cuando subió al baño. Yo estaba maquillándome y, mi culpa, dejé las pinturas en el mármol del lavabo. Me miró de una manera… entre molesto y… receloso. Ya os he dicho que os parecería una idiotez.
—En absoluto —la corrigió Parker—. Hizo que te sintieras como una intrusa, como si no fueras bienvenida.
—Sí —confesó _______ cerrando los ojos—. Exactamente. No creo que lo hiciera aposta, ni siquiera que fuera consciente de eso, pero…
—No importa. De hecho, un desaire inconsciente es peor.
—¡Sí! —repitió _______ mirando con agradecimiento a Parker—. Gracias.
—¿Qué hiciste? —preguntó Laurel.
—¿Qué hice?
—Sí, ¿qué hiciste, _______? Me refiero a si le dijiste que se controlara, que solo era un cepillo de dientes o un tubo de máscara para las pestañas.
—Cuando se fue a trabajar me pasé media hora procurando que no quedara ni un grumo de esa máscara en su precioso espacio.
—Muy bien, eso le servirá de lección —aventuró Laurel—. Yo me habría quitado el sujetador, lo habría dejado colgando de la ducha y le habría escrito con pintalabios una nota de amor sarcástica en el espejo. Ah… y habría salido a comprar una caja de tampones tamaño económico para dejarlos olvidados en el lavabo. Con eso habría captado el mensaje.
—¿No le estarías dando la razón?
—No, porque no la tiene. Vosotros dos os acostáis. Y estéis en la cama que estéis, el otro necesita tener a mano unos cuantos artículos de primera necesidad. ¿A ti te saca de quicio que él se deje el cepillo de dientes o la maquinilla de afeitar en tu casa?
—Eso nunca ha pasado. Jamás.
—Bah, venga ya… No me digas que nunca se olvida…
—Nunca.
—Uf, qué fuerte… —exclamó Laurel echándose hacia atrás—. ¿Tan obsesivo es?
Mac alzó la mano y sonrió a modo de disculpa.
—Os diré que yo también era así. No tan… obsesiva, claro. Olvidaba o dejaba mis cosas en casa de Carter, y él en la mía. Y precisamente eso es lo que me puso furiosa el día del que me hablabas antes, ______. Su chaqueta, sus cosas de afeitar… mezcladas con mis cosas. Y no era por los objetos en sí, sino por lo que eso significaba. Él está aquí, es una realidad, y no se trata solo de sexo. No es algo sin importancia. Es de verdad. —Mac se encogió de hombros y alzó las manos—. Me entró el pánico. Ese hombre maravilloso se había enamorado de mí y yo estaba asustada. Es posible que a Nick le pase algo parecido.
—Yo no he hablado de amor.
—A lo mejor tendrías que hacerlo. —Parker cambio de postura y se sentó encima de las piernas—. Es más fácil saber jugar las cartas si están encima de la mesa. Si él ignora lo que sientes, _______, ¿cómo va a tomar en consideración tus sentimientos?
—No quiero que se plantee cuáles son mis sentimientos. Quiero que actúe como le sale del corazón, a su manera. Si no fuera así, si no hubiera sido así, para empezar no me habría enamorado de él. —Suspiró y dio un sorbo de vino—. ¿Por qué siempre había creído que estar enamorada era maravilloso?
—Eso viene luego, cuando has superado todos los obstáculos —le dijo Mac.
—Parte del problema es que lo conozco tan bien que pillo los pequeños… —______ suspiró y siguió bebiendo de su copa—. Creo que tengo que dejar de ser tan sensible y romántica.
—Tienes que dejarte llevar por tus sentimientos y actuar en consecuencia.
_______ parpadeó ante las palabras que acababa de dirigirle Parker.
—Supongo que eso ya lo hago, ¿no? Y supongo también que tendría que hablar con Nick del tema.
—Prefiero la caja de tampones tamaño económico. Sobran las palabras. —Laurel se encogió de hombros—. Pero si quieres actuar como una mujer madura…
—En realidad, no quiero, pero me he cansado de pasarme casi toda la jornada enfurruñada. Vale más que compruebe si una conversación razonable da sus frutos. Supongo que lo dejaré para la semana que viene. Puede que a los dos nos venga bien recuperar nuestro propio espacio.
—Tendríamos que convocar una vez al mes una velada sin hombres y sin trabajo.
—Ya lo hacemos —le recordó Mac a Laurel.
—Porque se da la circunstancia, y eso es bueno. Sin embargo, ahora que la mitad del grupo vive colgada de un hombre, tendríamos que formalizarlo. Salir en rescate de los estrógenos.
—Sin hombres y sin trabajo —repitió _______ asintiendo—. Eso tiene una pinta…
En aquel momento sonó un teléfono y Parker consultó la pantalla de su móvil.
—Willow Moran, primer sábado de junio. No me llevará mucho tiempo. ¡Hola, Willow! —exclamó animada levantándose y dirigiéndose hacia la puerta—. No, no será ningún problema. Para eso estoy aquí.
—Bueno, sin trabajo… casi. Más pizza para mí —dijo Laurel tomando una segunda porción.
A pesar de las escasas interrupciones, _______ pensó que la velada había transcurrido exactamente como deseaba: rescatando su propio espacio y pasando tiempo con las amigas. Cuando entró en su casa estaba cansada, pero la sensación era agradable. Al subir repasó la programación de los siguientes días. Apenas tendría tiempo de respirar. Y eso, por otro lado, le iría de perlas.
Cruzó el dormitorio para recoger el móvil que no se había llevado deliberadamente y vio que tenía un mensaje de voz de Nick. El subidón le puso de buen humor. «Pero ha sido un subidón», se dijo volviendo a dejar el teléfono. No debía de ser nada urgente, porque en ese caso la habría llamado a la casa principal.
Fuere lo que fuese, podía esperar a la mañana siguiente.
Bah, ¿a quién iba a engañar?
Se sentó en la cama y se dispuso a escuchar el mensaje.
Hola. Siento no haberte encontrado. Del y yo vamos a perfeccionar nuestra táctica para corromper a Carter. Planeamos arrastrarlo al partido del domingo. He pensado que podría pasar por tu casa el sábado y, a lo mejor, echarte una mano. Te devolvería el favor de esta mañana y te prepararía el desayuno antes de raptar a Carter. Llámame cuando puedas. Voy a trabajar en unos dibujos que he pensado para tu casa y… en fin, pienso en ti.
¿Qué llevas puesto?
_______ se echó a reír. Ese hombre siempre le hacía reír, pensó. El mensaje era bonito. Era atento, cariñoso, divertido…
¿Qué más quería?
Todo. Tuvo que admitir que lo quería todo.
Esperaría. ______ se dijo que estaba demasiado ocupada para mantener una conversación seria.
Durante el mes de mayo la programación de bodas, de despedidas de soltera y de celebraciones del día de la Madre siempre estaba completa. Cuando no estaba metida de lleno con las flores, estaba planeando el siguiente diseño.
Teniendo en cuenta su horario, lo más sensato era que Nick fuera a su casa, si a los dos les convenía. Se dijo a sí misma que tenía que dar las gracias por estar con un hombre que no se quejaba de que ella trabajara los fines de semana, de que sus jornadas fueran tan largas… y con cuya ayuda podía contar si lo pillaba cerca.
Una tormentosa tarde de mayo estaba trabajando sola. Se sentía en el séptimo cielo. En sus oídos podría haber resonado el eco de la charla de Tink y Tiffany, pero el retumbar de los truenos y el azote de la lluvia y el viento lo amortiguaban.
Terminó el ramo de una dama de honor y se levantó para hacer unos estiramientos. Al volverse, reconoció a Nick y se sobresaltó.
Su exclamación de asombro se fundió en una carcajada y se llevó la mano al pecho.
—¡Caray, me has asustado!
—Lo siento, lo siento mucho. He llamado, he estado dando voces… pero es difícil hacerse oír ante la cólera de Dios.
—Estás empapado.
—A lo mejor la lluvia tiene algo que ver. —Se pasó la mano por el pelo y salpicó de agua el suelo—. He terminado la última visita de obra y he pensado que podía aprovechar para venir a verte. Es bonito —añadió señalando el ramo.
—¿Verdad que sí? Iba a meterlo en la cámara para empezar con el de la novia. ¿Por qué no te sirves un café y te secas un poco?
—Eso es exactamente lo que estaba esperando que me dijeras. —Nick se acercó a ella para besarla y le hizo una caricia en la espalda—. He traído los dibujos para que los veas. Cuando tengas ocasión. Si el tiempo lo permite, empezarán en casa de Mac el lunes por la mañana. Temprano. Tenlo en cuenta.
—Es fabuloso. ¿Ya lo saben?
—He ido a su estudio primero. ¿Quieres un café?
—No, gracias.
_______ fue a buscar más flores a la cámara frigorífica y se instaló con sus herramientas. Podía ver mentalmente el diseño que iba a elaborar.
Alzó los ojos cuando Nick entró.
—Nunca te había visto trabajar en esta zona del taller —dijo él—. ¿Te molesto?
—No. Siéntate. Cuéntame cosas.
—Hoy he visto a tu hermana.
—¿Ah, sí?
—Nos hemos encontrado por casualidad en la ciudad. ¿No usas ningún dibujo o esbozo?
—En general, sí, pero con este ramo… —_______ se tocó la sien—. Rosas blancas de ramillete, un viburnum pálido para darle cierto carácter, la estructura en cascada, que quedará delicada y romántica cuando convenza a estas mayólicas de que se abran completamente.
Nick la observaba mientras ella cortaba las flores y las ataba con un alambre entre el retumbar de truenos.
—Creía que habías dicho que era el ramo para la novia.
—Lo es.
—¿Por qué lo pones en un jarrón?
—He empapado la espuma y he colocado el soporte. ¿Ves este trozo de aquí? —le indicó ella ladeando el jarrón—. He pegado esto en el jarrón para poder trabajar las flores desde dentro y así darles forma, el punto justo de inclinación.
—¿Qué haces cuando trabajas con las demás?
—¿Eh?
—Dime, ¿os ponéis en fila? ¿Hacéis una cadena de montaje?
—Sí y no. Nos ponemos más o menos en fila, pero cada una trabaja en el arreglo que asigno yo. No creas que empiezo un ramo y luego se lo paso a Tink.
_______ trabajaba en silencio, mecida al son de los truenos y la lluvia.
—Te haría falta una mesa de trabajo en forma de L —apuntó Nick fijándose con detenimiento en el espacio, las herramientas y las cubetas—. Quizá incluso en forma de U. Con unos cubos encima y debajo de la mesa, y cajones también. Cuando diseñé este espacio para ti, prácticamente trabajabas sola. Tu departamento ha crecido. Además, necesitas espacio debajo para meter un cubo con ruedecillas, el compost y los desperdicios no biodegradables. ¿Vienen los clientes aquí cuando trabajas sola o cuando trabaja alguna de tus ayudantes?
_______ se chupó el pulgar, que, en un descuido, se había pinchado con una espina.
—A veces sí, claro.
—Bien.
Nick se levantó y _______ frunció el ceño. Al cabo de un rato, empapado de nuevo, regresó con una libreta que ella supuso debía de haber ido a buscar al coche.
—Sigue trabajando —le dijo él—. Solo quiero hacer unos bocetos para completar lo que ya he diseñado. Será preferible que traslademos esta pared.
—¿Trasladar la pared? —_______ centró en él su atención—. ¿La pared?
—La echamos abajo y abrimos las zonas de trabajo y exposición. Quedarán mejor comunicadas, y tu espacio de trabajo ganará en eficiencia. Es demasiado trabajo para uno solo, pero… Lo siento —se excusó Nick levantando la vista de su dibujo—. Pensaba en voz alta. Te molesto.
—No, no pasa nada. —Qué extraño, pensó ella, estar los dos trabajando juntos en una tarde de lluvia.
Se aplicaron en silencio durante un tiempo, aunque _______ descubrió que Nick no paraba de murmurar lápiz en mano. No le importó, y le sorprendió descubrir cosas de él que todavía no sabía.
Cuando terminó, alzó el ramo y lo fue girando para estudiarlo desde todos los ángulos. Y entonces se fijó en que la estaba mirando.
—Quedará más lleno y delicado cuando las rosas se abran.
—Trabajas deprisa.
—Los ramos de este tipo no exigen una gran dedicación. —Se levantó y se volvió hacia el espejo de cuerpo entero—. El vestido está muy elaborado, es un tanto barroco. Por eso este ramo sencillo y fino le irá de maravilla. Sin cintas, sin nada que cuelgue, tan solo en cascada. Se sostiene así, a la altura de la cintura, con las dos manos. Voy a…
Sus ojos se cruzaron en el espejo y _______ captó su mirada enfurruñada.
—No te preocupes, Nick. No estoy practicando.
—¿Qué?
—Tengo que guardar las flores.
_______ colocó las flores en la cámara y Nick le habló desde el umbral.
—Estaba pensando que el blanco te sienta bien o… ¿tendría que decir que te queda bien? Como quieras. Las dos frases me valen. He pensado que nunca llevas flores. Quizá sea algo demasiado trillado para ti. Por eso puede que haya cometido un error.
_______ se incorporó, envuelta en las fragancias florales.
—¿Un error?
—Sí. Vuelvo en un minuto.
_______ hizo un gesto de incredulidad cuando Nick se marchó. Salió de la cámara y cerró la puerta. Tenía que ordenar su zona de trabajo y luego repasar las notas para el día siguiente.
—Siempre pruebo los ramos —le explicó a Nick al oír que este regresaba—. Me aseguro de que no cueste sostenerlos, que la forma, los colores y la textura funcionen.
—Claro. Lo comprendo. Cuando estoy en una obra, cojo un martillo al menos una vez, para captar la sensación que me inspira el edificio. Lo entiendo, ________.
—Vale, solo quería… —Ella se interrumpió al volverse y ver que él le ofrecía una caja alargada y plana—. ¡Oh!
—He ido a la ciudad, a una reunión, y he visto esto. Ha sido como si me gritara desde el escaparate: «Eh, Nick. ________ me necesita.» Y he pensado que era cierto. Así que…
—Me has traído un regalo —dijo ella aceptando el paquete.
—Dijiste que te gustaba que te regalaran flores.
_______ abrió la caja.
—¡Oh, Nick…!
Una pulsera de piedras preciosas, de atrevidos colores, destelló en el interior. Cada una era una pequeña rosa tallada a la perfección.
—Nunca llevas flores.
El rostro de _______ reflejó sorpresa y satisfacción, y ella alzó los ojos.
—A partir de ahora, sí. Es preciosa, francamente preciosa. —Tomó la pulsera y se la puso encima de la muñeca—. Estoy anonadada.
—Conozco esa sensación. Mira, el joyero me enseñó a abrirla. El cierre se desliza hacia dentro y no queda a la vista.
—Gracias. Es… Oh, mira qué manos tengo.
Nick le cogió las manos, sucias y arañadas tras la jornada, y se las llevó a los labios.
—Ya las veo. Las miro mucho.
—Yo te grito y tú me regalas flores. —_______ se acurrucó entre sus brazos—. Tendré que gritarte más a menudo. —Suspiró y cerró los ojos—. Ha dejado de llover —murmuró apartándose de él—. Necesito lavarme un poco. Luego tengo que participar en el ensayo de esta noche. Pero después podríamos tomar una copa, quizá podríamos cenar algo fuera, en el patio. Si quieres quedarte.
—Quiero quedarme. —Una repentina intensidad le ofuscó los ojos al pasear la mirada por el rostro de ella—. _______, creo que no te he dicho todavía que me importas mucho.
—Eso ya lo sé. —Ella se levantó para besarlo—. Lo sé.
Más tarde, cuando _______ se marchó a la casa principal, Nick revolvió en la despensa y encontró ingredientes suficientes para preparar una cena rápida para los dos. Pensó que sabía cocinar si la ocasión lo requería, y que no iba a esperar que siempre fuera ella quien se pusiera delante de los fogones cuando se quedaban en casa.
Como sucedía cada vez con mayor frecuencia, advirtió.
Incluso era capaz de preparar una cena fantástica para ambos, cosa que tenía que agradecer a una antigua novia suya, ayudante de chef.
Con un poco de ajo y aceite de oliva, unas hierbas y tomate troceado, prepararía un plato de pasta.
Nada del otro mundo.
Ya le había hecho el desayuno alguna vez, ¿o no?
Una vez, sí.
¿Por qué entonces tenía la sensación de que estaba aprovechándose de ella, de que no sabía valorarla, como a menudo pensaba que hacían los demás?
Sabía la razón. Lo sabía perfectamente, admitió ante sí mismo mientras cortaba y troceaba los alimentos.
La mirada de _______ cuando sus ojos se cruzaron en el espejo había sido una mirada dolida, durante una fracción de segundo. Luego había cedido el paso a la irritación.
«No estoy practicando», le había dicho ella.
Nick estaba pensando en las flores, en la pulsera. Pero ella no se había equivocado demasiado al aguzar el instinto. En cierto modo se había sentido incómodo o… Al diablo, si lo adivinaba. Sin embargo, tuvo que admitir que verla con el ramo en la mano lo había sobresaltado. Durante un segundo.
La había herido, había lastimado sus sentimientos. Y eso era lo último que quería.
_______ lo había perdonado, había dejado correr eso, lo había apartado de su mente. No a causa de la pulsera, pensó. Ella no era de las que andan buscando regalos o se enfurruñan por un desaire.
Era… tal como era _______.
Quizá de vez en cuando no había sabido valorarla como era debido, pero eso cambiaría, porque ahora se había dado cuenta. Iría con más cuidado y ya está. Solo porque hubieran estado saliendo durante…
Del sobresalto, se cortó en un dedo. Siete semanas. No, casi ocho, lo cual equivalía a dos meses. Y eso era prácticamente una estación del año.
La cuarta parte de un año entero.
Hacía mucho que no llevaba meses saliendo con una sola mujer.
Al cabo de un par de semanas habría terminado la primavera y entrarían en el verano. Juntos.
Les iba bien. Mejor aún, les iba muy bien. Nick no habría querido estar con ninguna otra mujer.
Le sentaba bien esa relación. Significara eso lo que significase, le gustaba pensar que ella no tardaría en volver y que cenarían juntos en el patio.
Se sirvió una copa de vino y se puso a saltear el ajo.
—Por lo que queda de la primavera —dijo alzando la copa—, y por el verano también.
—¡Alerta roja! —_______, en lo alto de la escalerilla y ocupadas las manos con unas delicadas guirnaldas, estiró el cuello para leer el mensaje del busca que llevaba colgado de los pantalones—. Mierda. Mierda. Alerta roja. Beach, vas a tener que terminar la guirnalda. Tiff, tú a las banderolas. Tink, diriges el equipo.
Bajó a toda prisa y Nickse le acercó.
—Ve con cuidado. No es una alerta nacional.
—Lo es si Parker envía la señal. Ven conmigo. A veces un par de manos extra, sobre todo de un hombre, pueden venirnos bien. Si es cosa de chicas, podrías volver y ayudar a cargar con las sillas. Maldita sea.
Todo iba según lo previsto.
—Lo conseguirás.
_______ salió disparada como un rayo, cruzó la terraza, subió la escalinata, que todavía tenía que adornar, y salió al pasillo que daba a la suite de la novia.
La escena que vio la dejó atónita.
Un grupo histérico y a medio vestir se abigarraba en el descansillo. Sus voces alcanzaban un registro que solo era audible para los perros. Las lágrimas corrían como el vino.
En medio del fragor, Parker permanecía de pie como un islote de calma en un mar embravecido. Sin embargo, _______ reconoció en su actitud los trazos de la desesperación.
—¡Presten atención, por favor! Todo saldrá bien, pero tienen que calmarse y escucharme. Por favor, señora Carstairs, siéntese aquí. Siéntese ya, y respire hondo.
—Mi niña, mi niña…
Carter se abrió paso a codazos (valiente como pocos) y tomó a la mujer llorosa por el brazo.
—Venga, siéntese.
—Hay que hacer algo, hay que hacer algo…
_______ reconoció a la madre de la novia. Aunque todavía no lloraba, estaba colorada como la grana. En el momento en que _______ iba a hacerse cargo de ella, o de quien lo necesitara más, para liberar de tanta responsabilidad a Parker, un silbido agudo cortó el aire y dejó a la concurrencia atónita y en silencio.
—Bien, atención todo el mundo. ¡Basta he dicho! —ordenó Laurel, vestida con un delantal de peto blanco que se había manchado con una sustancia parecida a la salsa de mora.
Parker sacó partido de la brecha que se había creado.
—Señor Carstairs, ¿por qué no se sienta un rato con su mujer? Si el novio y sus acompañantes quieren regresar a su suite, Carter los acompañará. Señora Princeton, Laurel les enseñará la cocina y podrán tomar un té con comodidad. Denme quince minutos. Nick, ¿puedes acompañar a Laurel? Los señores Carstairs tomarán el té aquí mismo.
—¿Puedo tomar un whisky? —preguntó el señor Princeton.
—Por supuesto. Pídale a Nick lo que quiera. _______, te necesitaré en la suite de la novia. Les ruego a todos que me concedan quince minutos. Intenten tranquilizarse.
—¿De qué va la historia? —preguntó _______.
—Te pongo al día rápidamente. Hay dos damas de honor con una resaca como un piano. Hace un rato una de ellas vomitaba heroicamente en el baño. La MDNO ha perdido el control cuando ha entrado en la suite para ver a su hijo, y eso mismo ha contrariado a la MDNA (esas dos no se llevan muy bien). Las mujeres han discutido y han perdido los nervios. La cosa se ha complicado todavía más cuando ambas han forcejeado para entrar en la suite de la novia. Parece ser que la escena ha afectado tanto a la DDH, encinta de ocho meses, que esta ha empezado a tener contracciones.
—Dios mío… ¿Tiene contracciones? ¿Ahora?
—Es una falsa alarma. —La expresión de Parker era fiel reflejo de su determinación y su voluntad de hierro—. Será una falsa alarma. Su marido ha llamado al médico, pero la madre de la DDH lo ha convencido de que, de momento, nos deje cronometrarle las contracciones. Mac, la novia y el resto de los invitados que no están vomitando o lloriqueando le hacen compañía. Ella y la novia son las únicas que conservan la serenidad. Además de Mac. Eso es todo.
Parker respiró hondo y abrió la puerta de la suite de la novia.
La DDH estaba echada en el pequeño sofá, pálida pero tranquila en apariencia al ver que la novia (vestida con el corsé y las ligas y con el batín de peluquería por encima) estaba arrodillada junto a ella. En el otro extremo de la habitación, Mac le tendía una compresa fría a otra de las damas.
—¿Qué tal va? —preguntó Parker acercándose deprisa a la embarazada—. ¿Quieres que avise a tu marido?
—No. Deja que se quede con Pete. Estoy bien, de verdad. Hace diez minutos que no tengo contracciones.
—Casi doce —le dijo la novia mostrando el reloj.
—Maggie, lo siento mucho.
—Quita, mujer. —La novia le hizo un gesto cariñoso a su amiga en el hombro—. Todo saldrá bien.
—Tendrías que terminar de arreglarte el pelo y de maquillarte. Deberías…
—Eso puede esperar. Todo puede esperar.
—De hecho, es una buena idea —dijo Parker modulando la voz para que sonara decidida, profesional y alegre a la vez—. Si aquí no estás cómoda, Jeannie, podemos trasladarte a mi dormitorio. Es más tranquilo.
—No, estoy bien aquí, en serio. Prefiero quedarme a mirar. Creo que el niño se ha vuelto a dormir —afirmó tocándose el vientre—. De verdad. Jan está peor que yo.
—Soy una imbécil. —Una de las damas, la del cutis pálido y amarillento, cerró los ojos—. Maggie, pégame un tiro.
—Voy a decir que nos suban un té y unas tostadas. Nos irá bien. Mientras tanto, _______ y Mac han venido para ayudar. Regreso en un par de minutos. Si hay más contracciones —le avisó Parker a _______ en un aparte—, mándame un mensaje por el busca.
—Te lo prometo. Vamos, Maggie. Te pondremos preciosa. —_______ ayudó a Maggie a ponerse en pie y la acompañó hacia donde estaba la peluquera. Con el reloj en la mano, se instaló luego junto a la futura madre—. Dime, Jeannie, ¿es un niño?
—Sí, será el primero. Me quedan cuatro semanas. El jueves fui a revisión y todo estaba correcto. Los dos estamos bien. ¿Qué tal mi madre?
_______ tardó unos instantes en recordar que Jeannie era la hermana del novio.
—Muy bien. Excitada y emotiva, claro, pero…
—Es una histérica —la interrumpió Jeannie riendo—. Solo de ver a Pete vestido con el esmoquin, ha perdido los papeles. Desde aquí se oían los sollozos.
—Y eso, evidentemente, ha sacado a mi madre de quicio —apuntó Maggie desde la butaca del saloncito—. Luego se han enzarzado en una discusión espantosa. Jan ha ido al baño a vomitar y Shannon, de un retortijón, se ha quedado doblada en dos.
—Ya estoy mejor. —Shannon, una morena bajita que estaba sentada e iba bebiendo lo que parecía ser una soda, las saludó con un gesto de la mano.
—Chrissy se encuentra bien y se ha llevado a los niños a pasear. No tardará en volver.
_______, que comprendió que las cosas estaban bajo control en su zona, miró a Maggie.
—Parece ser que hemos superado la marca de los quince minutos por lo que respecta al bebé. Si a Shannon le parece bien, ella puede encargarse del cronómetro y yo iré a buscar a Chrissy y a los niños, que son la otra dama, la niña de las flores y la que llevará los anillos, ¿verdad?
—Sí, te lo agradezco mucho. Esto es una locura.
—Hemos tenido otras bodas mucho más locas —respondió _______ entregándole el reloj a Shannon y fijándose en que Jeannie había recuperado el color. Al menos, parecía serena—. Mac, ¿te encargas de vigilar el fuerte?
—Cuenta con ello. ¡Eh, hagamos unas fotos!
—Qué mujer más cruel… —musitó Jan.
_______ salió como una centella. Vio a la MDNO en la terraza, que sollozaba con un pañuelo en la mano mientras su marido le daba unos golpecitos en el hombro para consolarla y le decía:
—Vamos, Edie, contrólate, por favor.
Se desvió y se dirigió hacia la escalera principal. Parker entró a la carga.
—¿Seguimos en alerta roja?
—Creo que hemos pasado a alerta amarilla. No hay más contracciones, la resaca va menguando y el otro caso… cuesta de decir. La novia está con la peluquera y yo voy a reunir a la última dama y a los niños.
—Los encontrarás en la cocina, merendando leche y galletas. Ve a buscar al PDNO y al niño de los anillos, y dile a la dama que tendría que subir. La señora Grady está preparando té y unas tostadas. Quiero comprobar qué tal se encuentra el novio y decirle al futuro padre que todo está controlado.
—Voy ahora mismo. La MDNO está en la terraza, llorando desconsoladamente.
Parker apretó la mandíbula.
—Me encargaré de ella.
—Buena suerte. —________ se alejó a toda prisa y, al doblar hacia la cocina, se cruzó con Nick, que venía del salón principal.
—Dime que no hay nadie que esté de parto.
—Esa crisis ya está superada.
—Bien, gracias a Dios.
—¿Y los PDNA?
—¿Cómo?
—Los padres de la novia.
—Carter está con ellos. Resulta que es profesor de un sobrino de la pareja. La madre se está retocando el maquillaje o algo por el estilo.
—Bien. Tengo que ir a buscar a la dama que nos falta, decirle que suba y encargarme del PDNO y del niño de los anillos.
Nick frunció el ceño y renunció a seguir adivinando el código.
—No sé qué has dicho, pero me parece bien.
_______ se quedó mirándolo.
—Creo recordar que los niños se te dan bien.
—Sí. Solo son personas bajitas.
—Si puedes entretener al paje que llevará los anillos, que tiene cinco años, durante un cuarto de hora, serías de gran ayuda. Luego lo llevas a la suite del novio, cuando todo esté despejado. Yo me encargo de subir a la niña y de vestirla. —_______ echó un vistazo al busca y sintió que se le alteraba el pulso al ver que daba señal. Al cabo de un segundo, suspiró aliviada—. Alerta amarilla, y constante. Bien.
—¿Dónde están los padres de esos niños? —preguntó Nick siguiéndola hacia la cocina.
—En el séquito de los novios. Los niños son hermanos gemelos. La dama que va con ellos es la madre. El padre es testigo del novio. O sea, que te encargas tú de subir al niño dentro de diez o quince minutos. Démonos unos minutos más de margen para que las cosas se calmen. Cuando tenga instalado al PDNO, tendré que salir para terminar de arreglar las zonas exteriores.
_______, no sin antes esbozar una franca sonrisa de alegría, desapareció en la cocina.
Al cabo de una hora, la novia y sus damas estaban arregladas, bellas, y el novio y sus testigos, impecablemente vestidos. Mientras Mac organizaba los distintos grupos por separado para las fotos formales y Parker mantenía a una distancia prudencial a ambas madres, _______ terminó la decoración exterior.
—¿Quieres un empleo? —le preguntó a Nick al verlo colocar la última hilera de sillas.
—Ni hablar. No entiendo cómo podéis hacer esto cada fin de semana.
________ colocó en ciertas sillas unos cucuruchos de peonías de un rosa extremadamente pálido.
—Nunca nos aburrimos. Tink, tengo que ir corriendo a casa para cambiarme. Los invitados van a llegar de un momento a otro.
—Seguiremos nosotras.
—Parker ha calculado que solo nos retrasaremos diez minutos, lo cual es un milagro. Hay comida para todos en la cocina, cuando terminéis el trabajo. Vuelvo dentro de quince minutos. Nick, ve a tomar algo.
—Era lo que pensaba hacer.
Regresó al cabo de doce minutos. Había sustituido su ropa de trabajo por un discreto traje de chaqueta negro. Cuando la voz de Parker sonó en su auricular, estaba colocándoles a todos unas flores en el ojal.
—En la suite de la novia estamos a punto de terminar. Que suene la música. Que empiecen a sentar a los invitados.
_______ iba oyendo la cuenta atrás mientras repasaba solapas y bromeaba con el novio. Vio que Parker estaba con los padres y que Mac se colocaba en posición para tomar fotos.
Dedicó unos momentos, apenas un breve instante, a admirar la vista exterior. Las blancas y almidonadas fundas de las sillas eran un telón de fondo perfecto para las flores. Los verdes y los rosados, desde los pálidos a los intensos, resaltaban sus inflorescencias contra el brillo del tul y el encaje.
Pasó el momento, el novio ocupó su lugar y las madres (una llorosa y la otra quizá un poco achispada por el whisky) fueron conducidas a sus asientos.
_______ recogió los ramos y empezó a repartirlos mientras Parker alineaba a las señoras.
—Estáis todas preciosas. ¿Resistes bien, Jeannie?
—El niño se ha despertado, pero se comporta.
—Maggie, estás impresionante.
—Oh, no digas eso —protestó la novia desentendiéndose con un gesto de la mano—. No sabía que podría quedarme muda de la emoción; estoy a punto. Voy a hacerle sudar tinta a mi futura suegra.
—Inspira, expira —le ordenó Parker—. Despacio y con calma.
—Vale, vale. Parker, si alguna vez necesito declararle la guerra a alguien, serás mi general. _______, las flores son… Inspira, expira. Papá…
—No empieces —la cortó su padre apretándole la mano—. ¿Quieres que te acompañe hasta el altar balbuceando como un bebé?
—Ven aquí —intervino Parker levantándole el velo y enjugándole con cuidado unas lágrimas—. La cabeza bien alta y sonriendo. Bien, número uno, tú sales ya.
—Te veo en el otro lado, Mags. —Jan, todavía algo pálida aunque sonriendo, empezó a desfilar.
—Y dos… adelante.
Habiendo concluido su trabajo por el momento, ________ se retiró unos pasos mientras Parker dirigía la función.
—Tengo que admitir que no creía que lo lograríais —confesó Nick, que se había puesto a su lado—. Y mucho menos con tanta elegancia. No es que esté impresionado, es que no tengo palabras.
—Hemos vivido cosas peores.
—Vaya… —exclamó Nick al ver que a _______ se le llenaban los ojos de lágrimas.
—Ya lo sé. A veces me impresionan. Creo que ha sido por el modo en que se ha comportado la novia a lo largo de estas sucesivas crisis, y porque en el momento de la verdad, casi se desmorona. Pero resiste. Mira cómo sonríe. Y fíjate cómo la mira él. —_______ suspiró—. A veces me impresionan —repitió.
—Creo que te la has ganado —dijo Nick ofreciéndole una copa de vino.
—¡Tú lo has dicho! Gracias, guapo.
________ lo cogió del brazo, apoyó la cabeza en su hombro y contempló la boda.
MeliGarcia
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
AAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!
NICK TIENES QUE CUIDAARR AAA _______ SI NO LA QUIERES PERDEEERRR!!
AAIIII SIGUELA PORFIISS
NICK TIENES QUE CUIDAARR AAA _______ SI NO LA QUIERES PERDEEERRR!!
AAIIII SIGUELA PORFIISS
chelis
Re: Rosas sin espinas - Nick&Tu (adaptacion) Terminada.
siguela quiero mas capitulos por favor
esta genial la nove
esta genial la nove
ElitzJb
Página 8 de 12. • 1, 2, 3 ... 7, 8, 9, 10, 11, 12
Temas similares
» La Ley Del Lobo (Nick y tu) [ADAPTACIÓN] HOT!!
» Perfect You (Nick y tu) - Adaptación [TERMINADA]
» Ley de atracción -adaptación- Nick&Tu [Terminada]
» Amantes [Nick&Tu] Adaptacion [Terminada]
» Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
» Perfect You (Nick y tu) - Adaptación [TERMINADA]
» Ley de atracción -adaptación- Nick&Tu [Terminada]
» Amantes [Nick&Tu] Adaptacion [Terminada]
» Sin recuerdos- Adaptacion- Nick y tu- Terminada
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
Página 8 de 12.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.