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Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
oh dios menos mal y la rayis puso en su sitio a esa bruja ....
me fascino el capitulo siguela por favor cada vez esta mas calidad
me fascino el capitulo siguela por favor cada vez esta mas calidad
ElitzJb
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
aranzhitha escribió:ahhh maldita tipa desgraciada!!!! Que le pasa??
Nicholas no le va hacer caso a ninguna tipa
Él solo quiere a la rayiz!!!
Ya se va a acabar??? No que triste
Siguela!!!
wuashjgdads que me hacen reir con sus comentarios
ya la sigo :D
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
chelis escribió: :lloro: POBRE DE ______!!! TAN ENAMORADA DE EEEELLL!!!!!..
Y ES NI SIQUIERAAAAAA!!!!!.. SE DA REALMENTE CUENTAAAA!!!!
VOY A ODIARLOO UN POQUITOO SI LA HACE SUFRIIIRRRR!!!!
AAAII SE QUE SOLO ES UN NOVE PEROOOOO!!!
AAAAARRGG ESTA REALMENTE CIEGOOOO!!!!
:( nunca se dan cuenta de lo que uno siente :S
ahsgdhjagsd ya la sigo e.e
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
Kissing Zayn escribió:OMG siguela.
ya ls sigooooo :D
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
chelis escribió:OOTROOO
ya la sigoooooooo!
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
ElitzJb escribió:oh dios menos mal y la rayis puso en su sitio a esa bruja ....
me fascino el capitulo siguela por favor cada vez esta mas calidad
hjashasdghjasdghjgasdgasdghjdas que risa xD
ya la sigo (:
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
19 1/2
Tal vez las renovadas ansias de vivir de Nick se debieran al duelo y a su encontronazo con la muerte. Se sentía vivo y lleno de energía, estaba feliz y enamorado, y se sabía amado a su vez por la única mujer que lo hacía sentirse completo. Lo único que empañaba su satisfacción y su peculiar nuevo sentido de pertenencia era la constante sensación de culpa que le causaba saber que aquella situación era injusta para ____, a lo que se sumaba ahora la carta que acababa de recibir de lord Coldfell, de quien parecía depender su destino.
La misiva se hallaba discretamente doblada sobre el escritorio, delante de él. Mientras consideraba la oferta y sopesaba los riesgos, permaneció sentado con las piernas cruzadas a la altura de los talones sobre el escritorio, afilando cuidadosamente su pluma de ave con un cortaplumas.
Meses atrás había oído hablar a ____ de la curiosa regla según la cual no podía mantener relaciones con hombres casados. Con la misma certeza con la que sabía que estaba obligado a casarse de acuerdo con su posición y a engendrar herederos, sabía que cuando llegara el momento haría lo que fuera necesario para conseguir que ella se quedase con él. No pensaba dejar que volviera a llevar aquella vida de cortesana. Lo hacía por el bien de ella.
Lo único que faltaba por hacer antes de responder la carta de Coldfell era asegurarse de que el amor de _____ por él era tal que le resultase imposible despedirse cuando a él le llegara la hora de casarse. Quizá fuese cruel por su parte despojarla de lo que consideraba su moral de superviviente, pero sabía perfectamente que ella lo necesitaba, maldita sea, y no iba a dejar que se marchase. Si de veras lo quería, se doblegaría ante la necesidad del matrimonio con su habitual elegancia llena de dignidad.
«¿ Qué puedo hacer para conseguirlo?», pensó soltando un suspiro. La única respuesta que se le había ocurrido para aliviar la inquietud que atenazaba su conciencia había consistido en trabajar diligentemente de acuerdo con la promesa que le había realizado de procurar mitigar la grave situación de los niños desamparados de la madriguera.
Días antes había escrito a las asociaciones benéficas más importantes de Londres y las había sondeado en busca de información, estadísticas, un informe sobre las condiciones de sus instalaciones, etc. Cuando pusiera en orden sus conclusiones y regresara a la ciudad, pretendía sentarse en el club con lord Sidmouth, el ministro del Interior, y conseguir su promesa de colaboración.
Por un instante su mente retrocedió hasta el momento en que ella lo había despertado en medio de la noche y había hecho el amor con él deliciosamente. Disfrutó del recuerdo de su dulce exigencia, sobre todo sabiendo lo lejos que había llegado una vez superado su temor a ser tocada. ¿Qué hombre no había soñado con verse requerido por una belleza tan sensual? Nunca sabía lo siguiente que iba a hacer ella. No era de extrañar que la encontrase tan excitante. Que Dios lo ayudase, se había enamorado locamente de ella.
El sonido de pisadas en el pasillo lo arrancó de su nebulosa ensoñación, y a continuación se oyó un golpe en la puerta de su estudio.
–¿Sí?
La puerta se abrió y se asomó una de las últimas visitas de Jacinda: una insípida joven con el rostro por unos rizos de color castaño cobrizo.
–¡Oh, excelencia, siento mucho molestarlo! Su criado me dijo que encontraría a lady Jacinda aquí.
–Ah, no, soy yo el que lo siente –dijo él poniéndose en pie educadamente con aire cansino.
La muchacha tardaba en irse, avanzando poco a poco, agarrada al pomo de la puerta.
–Qué feliz accidente. Se encuentra bien, espero. –Sacudió sus rizos.
–Esto... Sí, gracias. –«Criatura descarada», pensó irritado al reconocer a la hija del barón de Penrith. «Un accidente, y un cuerno.»
–¿Sabe que acabo de asistir a mi primera temporada? –dijo con un ceceo afectado.
–Enhorabuena. Estoy seguro de que es toda una celebridad.
Ella se enroscó un rizo en un dedo mientras se acercaba a él. Nick miró a su alrededor en busca de escapatoria, pero no vio ninguna forma de huir.
–Estaba convencida de que encontraría a su excelencia en Almack's o en algún otro sitio, pero no se lo veía por ninguna parte.
Nicholas se quedó quieto mirándola fijamente, preguntándose si aquella muchacha habría oído los rumores de la ciudad –algo más que rumores– sobre él y su famosa amante. Seguro que sus mayores no habían permitido que aquella señorita oyese semejantes habladurías. Pero, Dios Santo, ¿qué pasaría si ella los hubiera visto juntos en algún sitio? ¿Qué pasaría si reconociera a ____?
–¿No le gusta la sociedad, excelencia? –preguntó la chica sonriendo con afectación, mientras se acercaba cada vez más.
–Bueno, ha sido una época de mucho ajetreo para el gobierno –dijo, obsequiándola con su sonrisa más zalamera–. Entre las sesiones y el fin de la guerra...
–Ah –dijo ella, y entonces comenzó a parlotear sobre la sociedad como si fuera una patrocinadora de Almack's en potencia.
Nick tenía todo el cuerpo en tensión.
No solo temía lo que podía ocurrir si ella posaba sus ojos sobre ___, sino que también era consciente de que debía salir de aquella habitación. Sentía cómo los latidos de su corazón sonaban acompasados con el tictac del gran reloj de la etiqueta: el que señalaba el momento en que la reputación de una joven señorita empezaba a peligrar al visitar a solas a un caballero en una habitación, pese a no haber sido invitada. Pese a que todo fuera una astuta treta femenina.
Las normas eran las normas, y en el pasado docenas de intrigantes ambiciosas junto con sus padres habían intentado echarle el lazo empleando aquellos medios. Pero habían fracasado, y lo mismo le ocurriría a ella. El matrimonio ya era algo suficientemente malo sin que a uno lo engañasen para llevarlo al altar.
–El campo parece terriblemente aburrido después de haber estado en la ciudad, ¿no cree? Y también solitario –dijo la hija del barón soltando un suspiro y aproximándose cada vez más.
–Bueno, seguro que una joven y encantadora dama como usted tiene infinidad de amigos. Como Jacinda –dijo intencionadamente–. Permítame que vaya a buscarla...
–Oh, no se moleste, por favor, excelencia...
–No es ninguna molestia –la interrumpió él con una tensa sonrisa–. Solo... iré a buscarla y le diré que venga.
Mientras abandonaba la habitación a toda prisa, oyó cómo la muchacha pataleaba de frustración.
Al escuchar a la baronesa y a otras mujeres hablando en el salón, se vio obligado a moverse a hurtadillas como un ladrón en su propia casa para que no lo abordasen. Las madres siempre estaban al tanto de todo, lo sabía por experiencia. Subió la escalera de dos en dos y llegó al piso de arriba, maldiciendo para sus adentros a su hermana, que organizaba aquellas citas y luego se olvidaba de ellas.
Buscó a las chicas en el piso superior y al no encontrarlas por ninguna parte se preguntó si habrían salido. Si hubieran emprendido una de sus excursiones diarias por las colinas, ___ se lo habría dicho.
Al ver a la doncella de Jacinda le preguntó si había visto a su hermana. La mujer se puso pálida, asintió con la cabeza y le reveló su paradero:
–Han ido al antiguo tocador de la duquesa, excelencia –dijo, encogiéndose al hacer una reverencia.
El entrecejo de Nicholas se frunció al tiempo que su rostro se ensombrecía.
–¿Cómo?
–Que están en la habitación de la duquesa, señor.
Nick se giró con expresión ceñuda y recorrió el vestíbulo con paso airado. No podía creer que su hermana hubiera desafiado de forma directa aquel antiguo tabú. Subió la escalera con rigidez hasta el cuarto piso. Apretó los dientes al oír el sonido de carcajadas juveniles procedente de una habitación situada al fondo del pasillo, y cuando abrió la puerta de golpe una ira feroz asomó a sus ojos.
Jacinda se hallaba sentada frente al tocador dorado de su madre, con un aspecto absolutamente ridículo bajo la elevada peluca blanca con joyas que llevaba su madre. Estaba aplicándose en la mejilla una pequeña brocha untada con cola y colocándose otro de los parches de seda de su madre.
–¿Qué estás haciendo? –gruñó él en tono amenazante. Nadie movió un músculo.
Jacinda saltó de la banqueta, se puso en pie y se dio la vuelta, quitándose rápidamente la alta peluca.
–Nada.
Lizzie Carlisle se quitó la boa de plumas que se había puesto alrededor del cuello y fue junto a Jacinda con aspecto asustado.
–Sabes que no puedes entrar aquí –dijo con voz grave, pronunciando claramente cada palabra.
–La señorita... Hamilton nos dio permiso –balbució Jacinda.
–Nicholas, ¿qué te pasa?
Nick echó un vistazo al oír la voz de ___.
Ella estaba leyendo acurrucada en el sillón de la ventana. Inmediatamente cerró el libro de golpe, se levantó y se dirigió hacia él con el ceño fruncido.
–No hay nada malo en estar aquí.
Obviamente ella no podía saber que había puesto el dedo en la llaga.
–Nadie puede entrar en esta habitación, como muy bien saben ellas.
–¿Por qué?
–Porque lo digo yo. Jacinda, quítate inmediatamente esos horribles parches y vete abajo corriendo. La baronesa de Penrith y su hija han estado esperándote un cuarto de hora.
–¿Por qué eres tan malo? –gritó ella–. Eres como papá. ¡Ella también era mi madre!
–Mírate, pareces una fulana. ¡Quítate esas cosas de la cara! –rugió él.
–¡Nicholas! –___ dio un paso ante él–. No le grites. No es más que una niña jugando a disfrazarse.
–No te metas en esto. Jacinda...
–¡Me voy! –Se quitó el último parche de seda de la mejilla y pasó corriendo delante de ellos, con aire espantado y dolido. Lizzie la siguió en silencio a toda prisa. Nicholas también lanzó a su pupila una severa mirada de reproche.
–¿Qué te pasa? –preguntó ____ cuando las chicas se marcharon.
Él cerró la puerta de un golpe y se volvió hacia ella
–¡Creía que las podía dejar a tu cuidado!
–¿Qué se supone que quiere decir eso?
–Llevo dieciséis años intentando convertir a esa criatura rebelde en una dama. ¡No tienes ningún derecho a traerla aquí!
–Nicholas, la chica tiene derecho a conocer a su madre... y tú también.
–De no haber sido por un accidente, la mujer que nos trajo al mundo no sería nuestra madre. La señora Laverty fue para mí la madre que nunca llegó a ser la Zorra Jonas.
–Eso es lo que tú crees. Ella lo intentó. Tu padre no la dejó.
–Tú no sabes nada sobre mis padres.
–Ni tú tampoco. –Le tendió el libro que había estado sujetando y se lo ofreció. Era un viejo volumen encuadernado con una cinta azul que se podía utilizar para atarlo. Le lanzó una mirada compasiva–. Cógelo, Nicholas. Es el diario de tu madre.
Él observó el libro y luego la miró a ella, asombrado y receloso.
–¿Has estado leyendo su diario? ¿Cómo has podido?
–Estoy segura de que ella lo entendería, sobre todo si consigo hacerte ver lo mucho que te quería. Cariño, estoy empezando a comprender por qué estás tan enfadado con ella.
–¿Enfadado? ¿Quién dice que esté enfadado? No estoy enfadado. ¿Por qué debería estarlo? –bramó–. Tengo que pasarme toda vida disculpándola por haber sido una puta. ¿Por qué iba a estar enfadado con ella?
– Nicholas, sé justo con ella. Seguro que ahora te das cuenta de que tu padre empañó tu imagen de ella antes de que fueras lo suficientemente mayor para saber…
–¡Mi padre fue un buen padre! Me enseñó a distinguir el bien del mal... Tú no lo entiendes. –Hizo un esfuerzo por controlar sus emociones y sosegar su tono brusco y atronador, pues no quería que ___ supiera lo irritable que lo ponía aquel tema–. Yo era lo único que tenía mi padre –logró decir–. Puede que bebiera demasiado, sí, pero tuvo la dignidad de quedarse con ella en lugar de arrastrar nuestro apellido por el escándalo del divorcio después de que ella diera a luz a Jack. ¿Y cómo se lo agradeció ella? Acostándose con un marqués de Gales y teniendo a los gemelos. Ahora me alegro de que mis hermanos estén en el mundo, pero ¿no te parece extraño que siguiera teniendo hijos cuando nunca los quiso?
–¿Es eso lo que piensas? ¿Que no os quería? Ella lo sospechaba. Nicholas, busca entre esas páginas... –De nuevo intentó darle el diario, pero él lo rechazó y se dirigió a la puerta con paso airado, como si fuera a echarse a volar si no se largaba de allí.
–Esto es absurdo. Me voy. –Alargó la mano en dirección al pomo de la puerta, pero la voz de ___ lo detuvo.
–«Jonas ha empujado hoy a Morley a desempeñar otra vez el papel de padre... » –___ hizo una pausa.
Nicholas se detuvo, dándole la espalda. Conde de Morley había sido su título de cortesía hasta el momento de heredar el título de duque. No necesitaba darse la vuelta y mirar a su amante para comprender que había abierto el diario de su madre y le estaba leyendo un pasaje.
–«Pobre hijo mío. Se siente tan culpable por recibir él solo el amor de su padre que intenta ser a su vez un padre para sus hermanos pequeños. Es demasiado para un niño de trece años. Es muy serio y formal, casi nunca sonríe... y nunca delante de mí. Podría perdonar a Jonas su frialdad, la insensible y hastiada indiferencia con que me trata, pero ¿cómo voy a perdonar que le haya arrebatado a mi hijo la infancia despreocupada que debería haberle ofrecido antes de tener que enfrentarse a un mundo de responsabilidades mucho mayores que las del común de los hombres?»
Nick cerró los ojos, afligido.
–«Estoy segura de que nuestro Morley está a la altura de su destino, pero a veces cuando veo a ese hombrecito formal y, valiente me entran ganas de cogerlo en brazos y decirle: "Tú no tienes la culpa de que tu padre no quiera a tus hermanos. La tengo yo".»
–Es suficiente –susurró él.
Parecía como si en su pecho ardiese una hoguera en la que se agitasen emociones que amenazaban con desgarrarlo. Sus omóplatos semejaban clavos de acero después de llevar tantos años erguidos, siempre obligado a dar ejemplo y a comportarse de forma intachable. A ser perfecto. Aquella era la obligación que le había impuesto su padre. Él no se conformaba con menos. No cometas ningún error. No hagas el tonto.
Tragó saliva. No se sentía con valor suficiente para darse la vuelta, pero había un espejo en la pared que tenía al lado y en él podía ver que ____ lo estaba mirando, llena de compasión y de afecto.
Apartó la vista de ella rápidamente y su mirada vagó por la atestada y medio olvidada habitación mientras luchaba consigo mismo. Vio el almohadón de terciopelo donde el gato favorito de su madre solía posarse, y aquello desencadenó en él una oleada de recuerdos que lo hizo echarse a llorar.
Agachó la cabeza. ___ se acercó a él y le acarició la espalda.
–Háblame –dijo ella con dulzura.
–Yo... –Respiró temblando–. Yo tenía prohibido quererla. Era solo un niño, y la necesitaba... pero mi padre veía las muestras de amor hacia ella como una traición. Yo era lo único que él tenía, me lo decía cada vez que se emborrachaba. Ella podía acostarse con los demás... podía tener sus hijos bastardos, decía, pero yo era su hijo. No era justo para mis hermanos... no era justo para mí... y yo sabía que tampoco era justo para ella.
___ susurró su nombre y lo rodeó con los brazos. Él la agarró con fuerza al sentir que los muros de la ira, muros de piedra, se desplomaban silenciosamente en su interior.
–Cuando aquel pelotón de fusilamiento francés la mató, oh, Dios, ___, sentí deseos de... incendiar la tierra. Durante tantos años me comporté con ella como un bastardo insensible, como él quería que hiciera. ¿No te das cuenta? Yo la conduje a eso. Está muerta por mi culpa.
–Nicholas…
–Si no la hubiera juzgado con tanta dureza, mirándola por encima del hombro como si yo no tuviera defectos, ella no se habría sentido obligada a redimirse con insensatos actos de heroicidad. ¡Si tan solo le hubiera dicho lo que quería decirle, ahora mismo estaría viva!
–¿Qué querías decirle, Nicholas?
–Que la quería, ___. Por favor, dime que ella lo sabía.
–Lo sabía –susurró ___, abrazándolo con fuerza–. No te avergüences de ella nunca más, Nicholas. Te dio lo mejor de sí misma: tu corazón lleno de amor.
Al oír aquellas palabras rebosantes de dulzura, Nick perdió totalmente la serenidad. El sentimiento de pérdida era muy profundo y se hallaba intrincadamente arraigado en su interior.
–Oh, ___, la única persona de la que me avergüenzo es de mí mismo.
Nicholas se sentó, apoyó la cabeza en las manos y luchó por reprimir las lágrimas. Finalmente perdió la batalla y, soltando una abrupta maldición, dejó que la tristeza se apoderara de él. ___ lo abrazó, posó la cabeza de Nicholas en su pecho y lo consoló como la madre que no había llegado a conocer.
Los días pasaron.
La desaparición de los antiguos muros de Nicholas había aumentado literalmente su capacidad para amar, como si su corazón se hubiera henchido más allá de los límites que durante tanto tiempo habían constituido su defensa. Sin embargo, su devoción por ____ había empezado a atormentarlo, consciente del riesgo que corría, de lo que debía hacer, de la elección suicida que tenía que realizar: su honor o su corazón. Sabía que no podría ocultarle sus desgarradas emociones durante mucho más tiempo.
En ese momento él se hallaba en las almenas del torreón, examinando sus tierras y campos repletos el primer día de la cosecha haciendo todo lo posible por dejar a un lado el sentimiento de culpa. Logró apartarlo de sí una vez más y súbitamente reparó en una figura que avanzaba a caballo por el camino. Entornó los ojos contra el sol elevado de la tarde.
Miró fijamente, convencido de que la vista le fallaba, pero a medida que la figura solitaria se acercaba sobre un caballo blanco y robusto que se movía con pesadez, consiguió distinguir el libro que el hombre llevaba metido bajo el brazo, el reflejo de sus gafas de sol, y cayó en la cuenta de que era Alfred Hamilton, que cabalgaba hacia la mansión Jonas del mismo modo que Don Quijote arremetía contra los molinos.
–¡Caramba! –murmuró en medio de la brisa.
Entró dando grandes zancadas y ordenó a sus sirvientes que saliesen a recibirlo, mientras encargaba a otros que le preparasen una habitación. ___ había salido con las chicas a ver a los segadores, pero no creía que estuviera mucho rato fuera con el calor que hacía. En cuanto a él, salió al patio y se quedó esperando para dar la bienvenida personalmente al anciano cuando llegara. Pese a que todavía desaprobaba severamente la actitud de Alfred Hamilton, su educación y lealtad hacia ___ le dictaban que al menos debía recibir a su padre cortésmente.
No obstante, para sorpresa de Nick, cuando Hamilton llegó al patio se bajó del caballo con rigidez, se subió las gafas en la nariz, rechazó el refrigerio que se le ofreció y miró a Nick con el entrecejo fruncido.
–Señor Hamilton, le doy la bienvenida a mi casa... –comenzó Nicholas.
–Me gustaría hablar con su excelencia, si es tan amable –lo interrumpió el anciano en tono severo.
Sorprendido, Nick señaló el castillo.
Mientras hacía pasar al viejo Hamilton le dio la impresión de que iba a recibir una reprimenda. En cuanto entraron en su estudio, Nick se sentó y empezó a sentirse como un escolar de Eton al que han pillado cometiendo una travesura muy grave. El caballero erudito se llevó las manos a la espalda y lo miró fijamente. El lacayo se retiró y cerró las puertas.
–Permítame que vaya al grano –dijo Alfred–. He venido a pedirle, señor, que se porte como es debido con mi hija o que la deje directamente.
Nick notó la boca seca.
–¿Cómo dice?
–Que se case con ____. La última vez que nos vimos me dijo una verdad muy difícil de digerir. He venido a devolverle el favor. Usted se hace llamar hombre de honor; haga, pues, lo que es honrado.
Nick asimiló lo que acababa de oír, sopesando cuidadosamente las palabras antes de atreverse a hablar.
–Con el debido respeto, señor, ____ es muy feliz siendo mi amante. Se siente protegida y querida. No lo hace por dinero. Yo me aseguro de que sea feliz cada día... cada hora. Los dos somos felices.
–Sin duda usted es feliz, pero no mi hija. ____ es una dama distinguida. Nunca podría ser feliz siendo la querida de un hombre. Necesita más que eso en la vida.
Nick se levantó de su asiento y miró a Hamilton por encima del hombro con señorial indignación.
–Estimado señor, he protegido a su hija y he sido inmensamente generoso con ella, mientras que usted la dejó en la miseria para que se defendiera por sí misma. Así que absténgase de darme clases diciéndome lo que ____ necesita.
–¡No va a seguir prostituyendo a mi hija!
–Francamente, señor, ____ se prostituía ella misma y ya lo hacía antes de conocerme. No me mire como si yo la hubiera llevado por el mal camino, fui yo quien la rescató de ese mundo.
–A cambio de dinero, excelencia. A cambio de dinero.
Nick bajó la mirada al suelo con el corazón palpitando de rabia y culpa.
–Me temo que es imposible. Nos sentimos a gusto tal y como estamos.
–¿Y qué tipo de vida le espera a ____ cuando ya no lo haga sentir tan «a gusto», estúpido arrogante? ¿Cuando se haya cansado de jugar con ella... ? ¿Cuando se quede embarazada de usted? –preguntó Hamilton con voz áspera–. Sé cómo se las gastan los hombres como usted, señor. Le pagará para que lo deje solo en cuanto se quede prendado de otra belleza. Mi hija no es ninguna puta. ¡Por Dios, usted lo sabe mejor que nadie! Era una chica inocente cuando fue atacada. ¡Hizo lo que hizo para sobrevivir!
–No estoy jugando con ella –dijo Nicholas con serenidad, mirando fijamente la puerta–. Da la casualidad de que quiero a su hija.
–Sí, joven, estoy convencido de ello. –Su mirada se hizo penetrante–. Arriesgó su vida para acabar con los enemigos de ella. Pero ¿cómo va a limitarse a eso? Tiene que dar el último paso, Jonas. Tiene que casarse con ella. Creo que en el fondo lo sabe tan bien como yo.
–No es tan fácil.
–¿Por qué?
–Por mi condición.
–Oh, claro, su condición: el hombre intachable, el modelo de virtud masculina. Señor duque, tiene que conseguir llegar a lo más alto de la sociedad, ¿no es así? ¿Y qué supone la vida de una joven sino un corazón que pisotear en medio de su camino?
–Me da igual lo que ocurra, tengo intención de cuidar de ella.
–Hasta que se convierta en un inconveniente. Hasta que se case con alguna muchacha mimada de la sociedad que le prohíba seguir viendo a ____. Usted quiere más a su reputación que a ella. Sinceramente, excelencia, después de todo lo que he oído sobre su persona, esperaba más de usted. Al igual que yo... al igual que el joven Mick Braden... le ha fallado a ____.
–No le he fallado –dijo Nicholas en un tono que sonaba a falso, como si lo hubieran golpeado con fuerza en el estómago. Todavía creía oír las palabras de ___ resonando en sus oídos: «Todo el mundo me ha fallado, Nicholas».
«Yo no te fallaré», le había prometido él.
–Tengo una amplia esfera de influencia, y hay innumerables responsabilidades que dependen de mí –dijo acaloradamente, lamentando que aquel insensato hubiera conseguido que se pusiera a la defensiva. Sus propias excusas le sonaban mezquinas–. Tengo que casarme por el bien de mi familia. Por el amor de Dios, no puedo casarme con mi amante. El escándalo sacudiría a todo el partido. ¡Eso no se puede hacer!
–¿Es este el duque virtuoso, el hombre de principios... que se doblega ante los dictados del libro de etiqueta en lugar de actuar sinceramente?
–Le ruego que no me insulte bajo mi propio techo, señor.
–No deseo insultarlo. Ni tampoco tengo el poder suficiente para impulsarlo a hacer lo correcto. Lo único que puedo hacer es decirle lo que aprendí sentado en mi celda todas las noches desde que usted me visitó y me abrió los ojos a la cruda y odiosa verdad: que no podemos elegir qué parte de la realidad deseamos ver y qué parte preferimos pasar por alto. Tenemos que estar dispuestos a contemplarlo todo de forma global, tanto lo bueno como lo malo. Yo no era consciente de lo que estaba pasando por alto y de que la persona que más quiero en el mundo estaba sufriendo una herida que nunca podré reparar. –Sus ojos se llenaron de lágrimas de impotencia–. Tengo que vivir conmigo mismo, con ese monstruoso error. Si pudiera me llevaría a ____ de aquí hoy mismo para evitar que le haga daño, pero ya no tengo derecho a interferir en su vida. Lo sé. Sé que ella no lo dejaría aunque yo se lo suplicase. Está enamorada de usted. Desde el día que lo llevó a la cárcel supe que estaba enamorada de usted. Si le hace daño después de todo lo que ella ha pasado, le juro sobre la tumba de mi esposa...
Chicas lo siento no me había fijado que solo quedaban 3 cap no mas :c ..! lo sieeeento u.u♥
Espero que esten bieeen las quiero mucho
xoxo
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
ahhh Nicholas que feo eres porque no quieres luchar por la rayiz :lloro:
prefiere hacer lo que dicta la sociedad
siguela!!!!!!!!
prefiere hacer lo que dicta la sociedad
siguela!!!!!!!!
aranzhitha
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
AAAIII NICK TODAVIA VE A ___ POR ESIMA DE SU HOMBROO IGUAL QUE MIRABA A SU MADRE!!!!
Y AHORA EL PA DE ___ TIENE RAAZOOONN!!!1
AAAII NICK CREO QUE LA PERDERAAASSSS!!!!!
AAAII SIGUELAA PORFIISS
Y AHORA EL PA DE ___ TIENE RAAZOOONN!!!1
AAAII NICK CREO QUE LA PERDERAAASSSS!!!!!
AAAII SIGUELAA PORFIISS
chelis
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
oh dios mio tienes q seguirla
coloca mas no puedes dejarla alli
mas please
coloca mas no puedes dejarla alli
mas please
ElitzJb
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
aranzhitha escribió:ahhh Nicholas que feo eres porque no quieres luchar por la rayiz :lloro:
prefiere hacer lo que dicta la sociedad
siguela!!!!!!!!
siiii es mas soberbio :c .. me cae mal el xD
ya la sigo e.e
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
chelis escribió:AAAIII NICK TODAVIA VE A ___ POR ESIMA DE SU HOMBROO IGUAL QUE MIRABA A SU MADRE!!!!
Y AHORA EL PA DE ___ TIENE RAAZOOONN!!!1
AAAII NICK CREO QUE LA PERDERAAASSSS!!!!!
AAAII SIGUELAA PORFIISS
asdasdasdsad
ya la sigo xd
See.Into.My.Mind♥
Re: Seductora Inocencia (Nick y ____.) TERMINADA
ElitzJb escribió:oh dios mio tienes q seguirla
coloca mas no puedes dejarla alli
mas please
yaya la siiiigo :D
See.Into.My.Mind♥
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