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Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Vale chicas mañana sigo.
Pero algúna me podría explicar como hacer cuadros así como este https://onlywn.activoforo.com/t23743-the-sky-is-everywhere Necesito urgentemente la respuesta ya que soy muy estúpida y no descubrí como se hacen. Me podrían explicar por favor(?) :c Si me ayudan les pongo 1 cap largo ya no puedo poner maratónes porque recuerden que la nove ya se va a terminar. Espero su ayuda Gracias!
Pero algúna me podría explicar como hacer cuadros así como este https://onlywn.activoforo.com/t23743-the-sky-is-everywhere Necesito urgentemente la respuesta ya que soy muy estúpida y no descubrí como se hacen. Me podrían explicar por favor(?) :c Si me ayudan les pongo 1 cap largo ya no puedo poner maratónes porque recuerden que la nove ya se va a terminar. Espero su ayuda Gracias!
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Te ayudaría pero no tengo ni idea de como se hacen! :/
Keila Styles
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Capítulo 11.
Demasiado tarde. La vara le golpeó de nuevo la piel. ______ dio un grito ahogado y se aferró a las cadenas que la apresaban.
—Cuando hago una pregunta, quiero una respuesta inmediata. ¿Entiendes, _______?
—Sí —susurró.
—¿Cómo? ¿Has dicho algo?
—Sí, lo he entendido —repitió ella más alto.
Abruzzi volvió a situarse de modo que ella pudiera verlo.
—De ahora en adelante, vas a llamarme amo. ¿Entendido?
A ______ se le encogió el estómago y se rebeló mentalmente. No pensaba llamarlo amo.
Tendría que matarla porque no iba a hacerlo.
Abruzzi sonrió, feliz.
—¡Ah! Ya veo que quieres ponerte tozuda. Me encantará hacerte cambiar de actitud.
Volvió a retirarse. Sin embargo, antes de que el sonido silbante de la vara pusiera a ______ sobre aviso, alguien llamó a la puerta.
—Te he dicho que no me molesten —gritó Abruzzi.
—Lo llama por teléfono el señor Kingsley. Quiere repasar la lista que le ha enviado usted.
La mente de ______ empezó a funcionar a mil revoluciones, puede que ésta fuera su oportunidad.
—¡Mier.da! —protestó Abruzzi—, dile que ahora voy.
Entonces acarició la nalga derecha de ______ con ternura.
—Ahora vuelvo.
—Creo que me ha golpeado en el riñón —dijo ella—. Necesito hacer pis.
Abruzzi dudó y por un momento ______ creyó que iba a decirle otra vez que se aguantara. Sin embargo, gritó:
—Turner, ven aquí y lleva a _______ al baño.
—¿Puedo darme una ducha caliente para relajar los músculos? —se detuvo un instante—. Por favor, amo.
—Mira, por preguntarlo con tanta amabilidad, sí, sí puedes.
Turner entró en la habitación.
—Lleva a mi amazona al baño de invitados y enciérrala allí para que pueda orinar y darse una ducha —ordenó Abruzzi.
—El mes pasado nos pidió usted que quitáramos la puerta de ese baño.
—Bueno, pues entonces enciérrala en el dormitorio de invitados. ¿Es que tengo que pensarlo yo todo? —preguntó. Luego abandonó la sala y se dirigió a la entrada de la casa.
Turner se acercó a la camilla.
—¿Qué tal vas, zorra?
—¿Por? ¿Es que te importa? —preguntó ______ mientras él le liberaba la muñeca izquierda.
—Sólo por el golpe en las pelotas que me diste ayer. Me pasé la noche meando sangre. Y me gustaría darte yo mismo unos azotes —se inclinó hacia ella para soltarle el otro brazo—. Venga, vamos.
______ estaba completamente rígida. Lo único que la hacía moverse era la esperanza de escaparse de la guarida de aquel monstruo. Así que colocó las palmas de las manos sobre el plástico húmedo y se irguió.
Inmediatamente el dolor le recorrió la espalda y los hombros y emitió un largo y agónico rugido.
—Esta bien, estupendo, sí te ha hecho daño. Venga. —Turner la tomó del brazo y empezó a arrastrarla hacia la puerta.
—Espera, mi ropa —protestó ella.
—El jefe no ha dicho nada de dejar que cogieras tu ropa —Turner desvió la mirada de ______ hacia la puerta y luego volvió a mirar a su víctima—, aunque, por supuesto, a lo mejor me haces cambiar de idea con una mamada.
—Antes prefiero morirme —respondió ella.
—Encanto, creo que no has pillado muy bien de qué va esto —Turner acercó la cara a la de ella—. ¿Qué crees que ha pensado Abruzzi para ti para cuando haya acabado de jugar contigo? No será la primera vez que deja un cuerpo tirado en este bosque —se enderezó—. A lo mejor quieres volver a pensarte lo de ser amable conmigo. Puede que sea el último amigo que
tengas. Y ahora, vamos.
Sus palabras hicieron que todo le diera vueltas a ______. Aunque ya sabía lo que ocurriría, escucharlo así de claramente resultaba insoportable.
Tenía las plantas de los pies resbaladizas por el sudor y perdió el equilibrio. Turner la sujetó al instante. La segunda vez que resbaló, le soltó el brazo y ______ cayó sobre el duro suelo de pizarra.
—Un amigo te habría sostenido —le recordó.
Ella lo privó del placer de la respuesta, incluso cuando resbaló una tercera vez y él, de nuevo, dejó que se cayera. Sin hacerle caso, ______ se levantó y permitió que volviera a tomarla del brazo.
Turner la guió hasta una habitación situada en el extremo opuesto al salón. Estaba escasamente amueblada: una cama, una mesilla, un armario y una silla de respaldo recto. Habían retirado la puerta del baño.
—Hay toallas ahí dentro para que te duches —le informó Turner antes de lanzarla al interior del baño—. Tienes quince minutos.
—Gracias —respondió ella en un tono neutro.
El matón cerró la puerta con llave, y ella corrió entonces hacia la ventana y echó un vistazo. Nada había cambiado desde la primera vez que se había planteado huir por una ventana. Nada, salvo el hecho de que ahora ella estaba desnuda, llena de moratones y dolorida. Escapar por esa ventana equivalía a protagonizar un suicidio virtual. La casa estaba ubicada a por lo menos ocho kilómetros de la carretera del desvío y ella estaba descalza. Incluso aunque lograra esconderse de los hombres de Abruzzi, no podría atravesar kilómetros y kilómetros de bosque corriendo desnuda.
«Si pudiera encontrar algún sitio en la casa en el que ocultarme. Podría dejar abierta la ventana para que creyeran que me he escapado.» Miró a su alrededor en la habitación, pero no vio ningún escondite, excepto el armario y debajo de la cama, los dos lugares donde la buscarían primero.
Volvió al baño y abrió el grifo de la ducha. Mientras dejaba correr el agua, rebuscó rápidamente en los armarios. Aparte de unas aspirinas que encontró y que se tragó con ganas, las estanterías estaban vacías. En otro armario sólo había seis toallas y rollos de papel higiénico.
Ya iba a cerrar la puerta cuando vio algo. Se arrodilló y se fijó en el suelo del interior. «¡Santo Dios! ¡Es una trampilla!»
Como muchas de las casas en Texas, la de Abruzzi había sido construida sobre un falso suelo elevado que dejaba un espacio vacío por debajo hasta el real. ______ estaba frente a la trampilla de acceso a ese hueco, que solía medir entre cincuenta y setenta centímetros de alto. Levantó la portezuela de madera y echó un vistazo al agujero, que la recibió con una oleada húmeda y hedionda: oscuro, sucio, lleno de arañas, ratas y sus excrementos. «Así que, _______, ¿qué prefieres, pasar el rato con las ratas de dos patas o con las de cuatro?» No había duda. Turner volvería en cualquier momento, de modo que, si iba a hacerlo, debía hacerlo ya.
Volvió a incorporarse con dificultad, fue hasta la habitación y abrió la ventana. Con sólo tres tirones, logró lanzar las cortinas por fuera del marco de la ventana al exterior. Luego colocó la silla de respaldo recto encajada bajo el pomo de la puerta para bloquearla. Aunque no aguantaría mucho, le daría algunos segundos más. Tiró de la sábana que cubría la cama, se envolvió con ella y se dirigió al cuarto de baño. La trampilla no era muy grande y las caderas de ______ eran anchas.
«Querer es poder —se dijo—. _______ Austen, mete el culo por ese agujero.»
El hueco ofrecía un panorama espeluznante y el miedo de que algo la mordiera le hizo dudar.
Si tuviera un palo o una escoba, podría comprobar con él que no había ningún ******* asqueroso cerca.
Alguien giró el pomo de la puerta. Ya no había tiempo. ______ introdujo primero los pies hasta encajar el trasero y luego serpenteó hasta que se metió, por fin, de cintura para arriba.
Demasiado tarde. La vara le golpeó de nuevo la piel. ______ dio un grito ahogado y se aferró a las cadenas que la apresaban.
—Cuando hago una pregunta, quiero una respuesta inmediata. ¿Entiendes, _______?
—Sí —susurró.
—¿Cómo? ¿Has dicho algo?
—Sí, lo he entendido —repitió ella más alto.
Abruzzi volvió a situarse de modo que ella pudiera verlo.
—De ahora en adelante, vas a llamarme amo. ¿Entendido?
A ______ se le encogió el estómago y se rebeló mentalmente. No pensaba llamarlo amo.
Tendría que matarla porque no iba a hacerlo.
Abruzzi sonrió, feliz.
—¡Ah! Ya veo que quieres ponerte tozuda. Me encantará hacerte cambiar de actitud.
Volvió a retirarse. Sin embargo, antes de que el sonido silbante de la vara pusiera a ______ sobre aviso, alguien llamó a la puerta.
—Te he dicho que no me molesten —gritó Abruzzi.
—Lo llama por teléfono el señor Kingsley. Quiere repasar la lista que le ha enviado usted.
La mente de ______ empezó a funcionar a mil revoluciones, puede que ésta fuera su oportunidad.
—¡Mier.da! —protestó Abruzzi—, dile que ahora voy.
Entonces acarició la nalga derecha de ______ con ternura.
—Ahora vuelvo.
—Creo que me ha golpeado en el riñón —dijo ella—. Necesito hacer pis.
Abruzzi dudó y por un momento ______ creyó que iba a decirle otra vez que se aguantara. Sin embargo, gritó:
—Turner, ven aquí y lleva a _______ al baño.
—¿Puedo darme una ducha caliente para relajar los músculos? —se detuvo un instante—. Por favor, amo.
—Mira, por preguntarlo con tanta amabilidad, sí, sí puedes.
Turner entró en la habitación.
—Lleva a mi amazona al baño de invitados y enciérrala allí para que pueda orinar y darse una ducha —ordenó Abruzzi.
—El mes pasado nos pidió usted que quitáramos la puerta de ese baño.
—Bueno, pues entonces enciérrala en el dormitorio de invitados. ¿Es que tengo que pensarlo yo todo? —preguntó. Luego abandonó la sala y se dirigió a la entrada de la casa.
Turner se acercó a la camilla.
—¿Qué tal vas, zorra?
—¿Por? ¿Es que te importa? —preguntó ______ mientras él le liberaba la muñeca izquierda.
—Sólo por el golpe en las pelotas que me diste ayer. Me pasé la noche meando sangre. Y me gustaría darte yo mismo unos azotes —se inclinó hacia ella para soltarle el otro brazo—. Venga, vamos.
______ estaba completamente rígida. Lo único que la hacía moverse era la esperanza de escaparse de la guarida de aquel monstruo. Así que colocó las palmas de las manos sobre el plástico húmedo y se irguió.
Inmediatamente el dolor le recorrió la espalda y los hombros y emitió un largo y agónico rugido.
—Esta bien, estupendo, sí te ha hecho daño. Venga. —Turner la tomó del brazo y empezó a arrastrarla hacia la puerta.
—Espera, mi ropa —protestó ella.
—El jefe no ha dicho nada de dejar que cogieras tu ropa —Turner desvió la mirada de ______ hacia la puerta y luego volvió a mirar a su víctima—, aunque, por supuesto, a lo mejor me haces cambiar de idea con una mamada.
—Antes prefiero morirme —respondió ella.
—Encanto, creo que no has pillado muy bien de qué va esto —Turner acercó la cara a la de ella—. ¿Qué crees que ha pensado Abruzzi para ti para cuando haya acabado de jugar contigo? No será la primera vez que deja un cuerpo tirado en este bosque —se enderezó—. A lo mejor quieres volver a pensarte lo de ser amable conmigo. Puede que sea el último amigo que
tengas. Y ahora, vamos.
Sus palabras hicieron que todo le diera vueltas a ______. Aunque ya sabía lo que ocurriría, escucharlo así de claramente resultaba insoportable.
Tenía las plantas de los pies resbaladizas por el sudor y perdió el equilibrio. Turner la sujetó al instante. La segunda vez que resbaló, le soltó el brazo y ______ cayó sobre el duro suelo de pizarra.
—Un amigo te habría sostenido —le recordó.
Ella lo privó del placer de la respuesta, incluso cuando resbaló una tercera vez y él, de nuevo, dejó que se cayera. Sin hacerle caso, ______ se levantó y permitió que volviera a tomarla del brazo.
Turner la guió hasta una habitación situada en el extremo opuesto al salón. Estaba escasamente amueblada: una cama, una mesilla, un armario y una silla de respaldo recto. Habían retirado la puerta del baño.
—Hay toallas ahí dentro para que te duches —le informó Turner antes de lanzarla al interior del baño—. Tienes quince minutos.
—Gracias —respondió ella en un tono neutro.
El matón cerró la puerta con llave, y ella corrió entonces hacia la ventana y echó un vistazo. Nada había cambiado desde la primera vez que se había planteado huir por una ventana. Nada, salvo el hecho de que ahora ella estaba desnuda, llena de moratones y dolorida. Escapar por esa ventana equivalía a protagonizar un suicidio virtual. La casa estaba ubicada a por lo menos ocho kilómetros de la carretera del desvío y ella estaba descalza. Incluso aunque lograra esconderse de los hombres de Abruzzi, no podría atravesar kilómetros y kilómetros de bosque corriendo desnuda.
«Si pudiera encontrar algún sitio en la casa en el que ocultarme. Podría dejar abierta la ventana para que creyeran que me he escapado.» Miró a su alrededor en la habitación, pero no vio ningún escondite, excepto el armario y debajo de la cama, los dos lugares donde la buscarían primero.
Volvió al baño y abrió el grifo de la ducha. Mientras dejaba correr el agua, rebuscó rápidamente en los armarios. Aparte de unas aspirinas que encontró y que se tragó con ganas, las estanterías estaban vacías. En otro armario sólo había seis toallas y rollos de papel higiénico.
Ya iba a cerrar la puerta cuando vio algo. Se arrodilló y se fijó en el suelo del interior. «¡Santo Dios! ¡Es una trampilla!»
Como muchas de las casas en Texas, la de Abruzzi había sido construida sobre un falso suelo elevado que dejaba un espacio vacío por debajo hasta el real. ______ estaba frente a la trampilla de acceso a ese hueco, que solía medir entre cincuenta y setenta centímetros de alto. Levantó la portezuela de madera y echó un vistazo al agujero, que la recibió con una oleada húmeda y hedionda: oscuro, sucio, lleno de arañas, ratas y sus excrementos. «Así que, _______, ¿qué prefieres, pasar el rato con las ratas de dos patas o con las de cuatro?» No había duda. Turner volvería en cualquier momento, de modo que, si iba a hacerlo, debía hacerlo ya.
Volvió a incorporarse con dificultad, fue hasta la habitación y abrió la ventana. Con sólo tres tirones, logró lanzar las cortinas por fuera del marco de la ventana al exterior. Luego colocó la silla de respaldo recto encajada bajo el pomo de la puerta para bloquearla. Aunque no aguantaría mucho, le daría algunos segundos más. Tiró de la sábana que cubría la cama, se envolvió con ella y se dirigió al cuarto de baño. La trampilla no era muy grande y las caderas de ______ eran anchas.
«Querer es poder —se dijo—. _______ Austen, mete el culo por ese agujero.»
El hueco ofrecía un panorama espeluznante y el miedo de que algo la mordiera le hizo dudar.
Si tuviera un palo o una escoba, podría comprobar con él que no había ningún ******* asqueroso cerca.
Alguien giró el pomo de la puerta. Ya no había tiempo. ______ introdujo primero los pies hasta encajar el trasero y luego serpenteó hasta que se metió, por fin, de cintura para arriba.
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
jsgds
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
ojalaaaa si puedeee irseeeeeeeeeeee
sajgddaskdha
___________________________________
MI ARDIENTE TENTACION 'HOT' *LIAM PAYNE Y TU*
https://onlywn.activoforo.com/t26100-mi-ardiente-tentacion-liam-y-tu
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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ojalaaaa si puedeee irseeeeeeeeeeee
sajgddaskdha
___________________________________
PASENSE POR MI NOVELA:
MI ARDIENTE TENTACION 'HOT' *LIAM PAYNE Y TU*
https://onlywn.activoforo.com/t26100-mi-ardiente-tentacion-liam-y-tu
karencita_mb
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
ay nuuuuuuuuuuuuu!
jaksjkas como la dejas ahí? siguela por favor!
jaksjkas como la dejas ahí? siguela por favor!
Dilingdingdong
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Nueva lectoraaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Me encanta la novela esta muy muy bien escrita! Es tuya? Seguila rapidoooooo :)
_____________________________________________________
PASA POR MIS NOVELAS :)
https://onlywn.activoforo.com/t26512p15-new-life-new-model-harry-styles-y-tu#1490013
https://onlywn.activoforo.com/t23985-de-sonarlo-a-vivirlo-harry-styles-y-tu#1380220
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PASA POR MIS NOVELAS :)
https://onlywn.activoforo.com/t26512p15-new-life-new-model-harry-styles-y-tu#1490013
https://onlywn.activoforo.com/t23985-de-sonarlo-a-vivirlo-harry-styles-y-tu#1380220
aldanastyles30
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Siguelaaaaa quiero que saber si le saldrán bien las cosas a Rayis, xfiss no me dejes con la intriga y me encanta :P
Neves
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
hola nueva y fiel lectora!!!!!!! mi nombre es allison pero dime alli!!! siguela por fis en serio me encanta tu nove!!!! siguela por que si no voy a morir!!! quiero ver si encuentran a la rayis!!! te ayudarí con lo del cuadro pero no tengo ni la menor idea de como hacerlos!!! pero siguela por fis besos!! :hug:
I'm just not sure whether my heart is working. And yours is beating double time. Cole & Ro. New Rules
Kida
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Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
omge vamos harry ve a buscarla ahora!!!
prefiero las de 4 que las de 2 gracias
siquela que esta increhible, ers una gran escriora
prefiero las de 4 que las de 2 gracias
siquela que esta increhible, ers una gran escriora
kathy styles
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Ola soy tu. Vieja nueva lecyora q se porto orible por no a ver comentado antes es q fue x flojeras mia bo t preocupes a partir d ahorra comentare seguido amo tu novela y me tienes jzsbyznsvkz.auaodebhaisjs siguela pronto y q harry mueva ese traser. Y la salve rapido tKN :wut:
duendecilla payne
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
NUEVA LECTORA, ME ENCANTA SIGUELA POR FAVOR
HARRY :twisted:
HARRY :twisted:
hearmeroar
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Perdónen la demora :)x
Capitulo 11 {Segunda Parte}.
Cuando ______ oyó los ruidos de Tumer al aporrear la puerta de la habitación, sacó el brazo del agujero, agarró la portezuela de la trampilla y la bajó hasta encajarla de nuevo con la punta de los dedos.
Justo a tiempo. Acto seguido escuchó el sonido de la madera astillándose y los pasos apresurados del matón.
—¡Maldita sea! ¡Se ha escapado por la ventana! —gritó Turner.
—Bueno, ¿pues a qué esperas? ¡Ve a buscar a esa zorra! —la voz de Abruzzi sonaba rabiosa.
A ______ se le encogió el estómago. El suelo vibró por encima de su cabeza. Alguien había entrado en el cuarto de baño. ______ había dejado el armario abierto con la esperanza de que nadie lo examinara con detenimiento.
Oyó que abrían el armario de debajo del lavabo. Quienquiera que fuese se encontraba a unos centímetros de su escondite. ¿Olería el hedor que había salido de aquel pasadizo? ¿Oiría los frenéticos latidos de su corazón? «Por favor, Señor, no dejes que me encuentren. Si lo hacen, Abruzzi me arrancará la piel como si fuera una uva.»
La persona que había entrado en el baño se alejó. ______ trató de escucharlo moverse. Nada.
¿Cuánto tiempo pasarían fuera buscándola? ¿Volverían enseguida? ¿Debería ella quedarse allí o huir? ¿Estaría mejor si esperaba allí a que ellos volvieran a Dallas? ¿Y si les llevaba días?
El miedo la tenía paralizada. Era incapaz de decidir qué hacer. Luego escuchó un ruido de hojarasca a su derecha. Volvió lentamente la cabeza y visualizó un par de ojos color naranja que la miraban fijamente en la oscuridad. «¡Dios santo! ¡Una rata!» La decisión estaba tomada. Abrió la portezuela y salió del agujero; al hacerlo se arañó con una astilla. «Genial, ahora necesitaré una inyección antitetánica.» Arrojó la sábana por el agujero y volvió a cerrar la portezuela de la trampilla antes de abandonar el baño. Fue de puntillas hasta la puerta del dormitorio y escuchó.
Nada.
Todavía desnuda, caminó hasta la entrada de la casa. Aunque fuera se oían las voces de los hombres que se gritaban unos a otros, todo estaba en silencio en el interior. Lo primero que tenía que hacer era encontrar un teléfono. Luego debería ponerse algo d ropa y calzado. Y quizá debería hacerse con un arma. O incluso con las llaves de la limusina.
Agachada para que no la viera nadie desde el exterior, recorrió el cuarto de estar en busca de un telefono. Al no ver ninguno, se dirigió entonces a la cocina. Allí, en la pared, había un teléfono.
Justo cuando se disponía a descolgar el auricular, oyó un ruido detrás de ella. Al darse la vuelta se encontró a Lena. La chica la observaba con unos ojos muy abiertos y asustados que oscilaban entre el salón y ella. Ambas se miraron fijamente durante un rato.
—Por favor —rogó ______—, déjame avisar a la policía. ¡Te lo suplico!
Lena asintió parsimoniosa y se dirigió al salón pasando al lado de ______, que contuvo el aliento mientras la chica se dirigía hacia la puerta principal de la casa, la que daba al porche. No llamó a nadie. Sólo trataba de poner el máximo espacio posible entre las dos. Después de saber cómo era Abruzzi, ______ no podía culparla.
Ahora sí, descolgó el auricular, que cayó y casi le da en la cabeza. Lo recogió y esperó hasta escuchar el tono para marcar el teléfono de emergencias.
No había tono. Se figuró que tendría que colgar y volver a descolgar, de modo que se incorporó ligeramente, apretó el botón para reactivar el teléfono y volvió a colocarse el auricular en la oreja. Nada.
Empezó a marcar números. El cero para hablar con algún operador, el de emergencias de nuevo. Nada.
—________.
_______ se volvió y vio a Abruzzi en el salón. Agarraba a Lena por el brazo y la apuntaba a la cabeza con un arma.
Dejó caer el teléfono.
—Ya te dije que tenía instinto —empezó—. Como no te veía yo a ti corriendo por los bosques tal y como viniste al mundo, mandé a Gordon, a Turner y a Augie a buscarte y yo me quedé en el porche esperando. —Abruzzi acarició la mejilla de Lena con la punta del arma presionándola contra la piel de la chica. El roce le produjo un arañazo tremendo en el rostro—. Imagina mi sorpresa cuando te vi a ti llegar a la cocina agachada y luego a mi dulce Lena salir de allí sin avisar a nadie —entonces sacó la lengua y lamió la sangre que resbalaba por la mejilla de la chica—. Me has decepcionado tanto, Lena.
Aunque permaneció en silencio, la mirada desesperada que transmitían sus ojos fue como un jarro de agua fría para ______.
—Ella no ha hecho nada. Ni me ha visto. Yo estaba escondida.
—Mala, mala, mala, _______. Vuelves a mentir. Tendré que castigarte a ti y a ella, a las dos.
A Lena le recorrió un escalofrío y ______ se quedó sin voz. «¡Dios mío! ¿Qué va a hacernos?»
*****
La hilera de vehículos policiales y el par de ambulancias viajó sin sirenas hacia el extremo este de la propiedad de Abruzzi y aparcó a lo largo de la carretera.
Harry iba sentado en el asiento delantero del coche patrulla que conducía el sheriff. La capitana Torres y el teniente Jenkins iban en la parte de atrás. Ben, por su parte, viajaba con el ayudante del sheriff en el coche que los seguía.
Lo único que hacía pensar que había alguien al final de aquel camino era el buzón de madera y la alambrada que circundaba el terreno. Un reguero de pinos flanqueaba la carretera hasta donde Harry alcanzaba a ver.
—Allá vamos —animó el sheriff—. La casa queda a unos seis o siete kilómetros por aquel camino embarrado.
—Entonces, ¿nos verán llegar? —quiso saber Jenkins.
—Si vamos en coche, seguro —confirmó el sheriff—. Por eso he pensado que nos acerquemos a pie sigilosamente y sin hacer un ruido.
—No me convence la idea de aparecer a escondidas cuando no contamos con una orden de registro —intervino Torres.
—Bueno, respecto a eso, en cuanto acabé de hablar con ustedes, llamé al juez Burton y le pedí que preparara una. Al viejo no le preocupa demasiado lo de las situaciones probables y ha dictado una orden en blanco que tengo aquí conmigo. Sólo tengo que rellenar el nombre y la dirección —acto seguido mostró un papel blanco que llevaba en el bolsillo de atrás y se lo entregó a Lucy.
Ella se quedó mirándolo en silencio hasta contar tres mentalmente y luego reaccionó.
—Sheriff Parnell, ¿quiere usted casarse conmigo?
Él, que le sacaba al menos veinte años, le dedicó una sonrisa.
—Bueno, si mi Cora me echa de casa alguna vez, esté segura de que iré a buscarla a usted, capitana.
Impaciente por empezar a caminar, Harry interrumpió la bromita.
—Entonces, ¿qué hacemos? Caminar por este sendero y confiar en que no nos vean.
El sheriff se tiró del lóbulo de la oreja derecha como si estuviera ordeñando una vaca.
—La verdad es que sería una pena no usar a los hombres del Equipo de Armas y Ataques Especiales, ya que han venido con ustedes desde Dallas —luego miró al teniente Jenkins y continuó—: Este camino es el único por el que pueden salir en coche de la casa. La salida por la zona norte está bloqueada por un lago de unas cinco hectáreas. Se me ocurre que podemos dividir su equipo en dos grupos y mandar la mitad con uno de mis ayudantes para que se dirijan a la casa por el sur y la otra mitad con otro para que acceda por el oeste. Cuando todo el mundo esté en su sitio, yo me acercaré en coche por la carretera —sonrió—, como en uno de esos movimientos en pinza que solía emplearse durante la guerra.
Los tres agentes de Dallas intercambiaron miradas. Harry fue el primero en hablar:
—Yo quiero ir con usted, sheriff.
—¡No! —respondieron Torres y Jenkins al unísono.
La capitana intervino en primer lugar:
—Detective, Abruzzi ya ha visto su cara. Si usted se presenta allí con el sheriff, perderemos el factor sorpresa.
—Bueno —interrumpió el sheriff antes de que Jenkins pudiera decir algo—, si la chica de este detective es la que está encerrada en aquel sitio, me parece a mí que se ha ganado el derecho a aparecer por la puerta principal —dijo con la mirada puesta en Harry—. Usted se quedará agazapado en la parte delantera dentro del coche hasta que veamos cómo va la cosa.
—Sí, señor —aceptó él.
—Permitan al detective venir conmigo. Yo ya estoy algo mayor y los reflejos no me funcionan tan bien como antes. Me gustará tener compañía.
Así, salieron del coche patrulla y el sheriff extendió sobre el capó un mapa de la zona. El sargento Gómez, a la cabeza del Equipo de Especiales, escuchó las instrucciones de Parnell.
—A mí me parece bien —dijo Gómez.
—Dejaremos a un ayudante con las ambulancias al principio de la carretera por si algo sale mal y Cable, o Abruzzi o como se llame, logra escapar en la limusina.
Todos activaron el vibrador de los móviles y sincronizaron los relojes. Harry y el sheriff esperarían a que ambos equipos se situaran en sus puestos antes de avanzar por la carretera.
Los equipos partieron y se adentraron en el bosque mientras el sheriff se recostaba en el asiento del conductor del coche patrulla.
—Dentro de nada, detective, tendrá aquí a su chica.
—Espero que tenga razón, señor. Rezo para que la tenga. —Harry caminaba de un lado a otro frente al vehículo.
—¿Ya le ha dicho que la quiere? —preguntó el sheriff.
Él se quedó mirándolo.
—¿Cómo? No, no se lo he dicho.
—Puede que ésa sea la razón por la que está usted tan nervioso. Aún no ha compartido con ella lo que siente.
—Sólo quiero que esté a salvo —afirmó Harry—. Nada de esto habría ocurrido si no fuera por mi culpa.
Un cap largo de disculpa chicas :c Pronto se termna la novela quedan como 5 caps :c
Capitulo 11 {Segunda Parte}.
Cuando ______ oyó los ruidos de Tumer al aporrear la puerta de la habitación, sacó el brazo del agujero, agarró la portezuela de la trampilla y la bajó hasta encajarla de nuevo con la punta de los dedos.
Justo a tiempo. Acto seguido escuchó el sonido de la madera astillándose y los pasos apresurados del matón.
—¡Maldita sea! ¡Se ha escapado por la ventana! —gritó Turner.
—Bueno, ¿pues a qué esperas? ¡Ve a buscar a esa zorra! —la voz de Abruzzi sonaba rabiosa.
A ______ se le encogió el estómago. El suelo vibró por encima de su cabeza. Alguien había entrado en el cuarto de baño. ______ había dejado el armario abierto con la esperanza de que nadie lo examinara con detenimiento.
Oyó que abrían el armario de debajo del lavabo. Quienquiera que fuese se encontraba a unos centímetros de su escondite. ¿Olería el hedor que había salido de aquel pasadizo? ¿Oiría los frenéticos latidos de su corazón? «Por favor, Señor, no dejes que me encuentren. Si lo hacen, Abruzzi me arrancará la piel como si fuera una uva.»
La persona que había entrado en el baño se alejó. ______ trató de escucharlo moverse. Nada.
¿Cuánto tiempo pasarían fuera buscándola? ¿Volverían enseguida? ¿Debería ella quedarse allí o huir? ¿Estaría mejor si esperaba allí a que ellos volvieran a Dallas? ¿Y si les llevaba días?
El miedo la tenía paralizada. Era incapaz de decidir qué hacer. Luego escuchó un ruido de hojarasca a su derecha. Volvió lentamente la cabeza y visualizó un par de ojos color naranja que la miraban fijamente en la oscuridad. «¡Dios santo! ¡Una rata!» La decisión estaba tomada. Abrió la portezuela y salió del agujero; al hacerlo se arañó con una astilla. «Genial, ahora necesitaré una inyección antitetánica.» Arrojó la sábana por el agujero y volvió a cerrar la portezuela de la trampilla antes de abandonar el baño. Fue de puntillas hasta la puerta del dormitorio y escuchó.
Nada.
Todavía desnuda, caminó hasta la entrada de la casa. Aunque fuera se oían las voces de los hombres que se gritaban unos a otros, todo estaba en silencio en el interior. Lo primero que tenía que hacer era encontrar un teléfono. Luego debería ponerse algo d ropa y calzado. Y quizá debería hacerse con un arma. O incluso con las llaves de la limusina.
Agachada para que no la viera nadie desde el exterior, recorrió el cuarto de estar en busca de un telefono. Al no ver ninguno, se dirigió entonces a la cocina. Allí, en la pared, había un teléfono.
Justo cuando se disponía a descolgar el auricular, oyó un ruido detrás de ella. Al darse la vuelta se encontró a Lena. La chica la observaba con unos ojos muy abiertos y asustados que oscilaban entre el salón y ella. Ambas se miraron fijamente durante un rato.
—Por favor —rogó ______—, déjame avisar a la policía. ¡Te lo suplico!
Lena asintió parsimoniosa y se dirigió al salón pasando al lado de ______, que contuvo el aliento mientras la chica se dirigía hacia la puerta principal de la casa, la que daba al porche. No llamó a nadie. Sólo trataba de poner el máximo espacio posible entre las dos. Después de saber cómo era Abruzzi, ______ no podía culparla.
Ahora sí, descolgó el auricular, que cayó y casi le da en la cabeza. Lo recogió y esperó hasta escuchar el tono para marcar el teléfono de emergencias.
No había tono. Se figuró que tendría que colgar y volver a descolgar, de modo que se incorporó ligeramente, apretó el botón para reactivar el teléfono y volvió a colocarse el auricular en la oreja. Nada.
Empezó a marcar números. El cero para hablar con algún operador, el de emergencias de nuevo. Nada.
—________.
_______ se volvió y vio a Abruzzi en el salón. Agarraba a Lena por el brazo y la apuntaba a la cabeza con un arma.
Dejó caer el teléfono.
—Ya te dije que tenía instinto —empezó—. Como no te veía yo a ti corriendo por los bosques tal y como viniste al mundo, mandé a Gordon, a Turner y a Augie a buscarte y yo me quedé en el porche esperando. —Abruzzi acarició la mejilla de Lena con la punta del arma presionándola contra la piel de la chica. El roce le produjo un arañazo tremendo en el rostro—. Imagina mi sorpresa cuando te vi a ti llegar a la cocina agachada y luego a mi dulce Lena salir de allí sin avisar a nadie —entonces sacó la lengua y lamió la sangre que resbalaba por la mejilla de la chica—. Me has decepcionado tanto, Lena.
Aunque permaneció en silencio, la mirada desesperada que transmitían sus ojos fue como un jarro de agua fría para ______.
—Ella no ha hecho nada. Ni me ha visto. Yo estaba escondida.
—Mala, mala, mala, _______. Vuelves a mentir. Tendré que castigarte a ti y a ella, a las dos.
A Lena le recorrió un escalofrío y ______ se quedó sin voz. «¡Dios mío! ¿Qué va a hacernos?»
*****
La hilera de vehículos policiales y el par de ambulancias viajó sin sirenas hacia el extremo este de la propiedad de Abruzzi y aparcó a lo largo de la carretera.
Harry iba sentado en el asiento delantero del coche patrulla que conducía el sheriff. La capitana Torres y el teniente Jenkins iban en la parte de atrás. Ben, por su parte, viajaba con el ayudante del sheriff en el coche que los seguía.
Lo único que hacía pensar que había alguien al final de aquel camino era el buzón de madera y la alambrada que circundaba el terreno. Un reguero de pinos flanqueaba la carretera hasta donde Harry alcanzaba a ver.
—Allá vamos —animó el sheriff—. La casa queda a unos seis o siete kilómetros por aquel camino embarrado.
—Entonces, ¿nos verán llegar? —quiso saber Jenkins.
—Si vamos en coche, seguro —confirmó el sheriff—. Por eso he pensado que nos acerquemos a pie sigilosamente y sin hacer un ruido.
—No me convence la idea de aparecer a escondidas cuando no contamos con una orden de registro —intervino Torres.
—Bueno, respecto a eso, en cuanto acabé de hablar con ustedes, llamé al juez Burton y le pedí que preparara una. Al viejo no le preocupa demasiado lo de las situaciones probables y ha dictado una orden en blanco que tengo aquí conmigo. Sólo tengo que rellenar el nombre y la dirección —acto seguido mostró un papel blanco que llevaba en el bolsillo de atrás y se lo entregó a Lucy.
Ella se quedó mirándolo en silencio hasta contar tres mentalmente y luego reaccionó.
—Sheriff Parnell, ¿quiere usted casarse conmigo?
Él, que le sacaba al menos veinte años, le dedicó una sonrisa.
—Bueno, si mi Cora me echa de casa alguna vez, esté segura de que iré a buscarla a usted, capitana.
Impaciente por empezar a caminar, Harry interrumpió la bromita.
—Entonces, ¿qué hacemos? Caminar por este sendero y confiar en que no nos vean.
El sheriff se tiró del lóbulo de la oreja derecha como si estuviera ordeñando una vaca.
—La verdad es que sería una pena no usar a los hombres del Equipo de Armas y Ataques Especiales, ya que han venido con ustedes desde Dallas —luego miró al teniente Jenkins y continuó—: Este camino es el único por el que pueden salir en coche de la casa. La salida por la zona norte está bloqueada por un lago de unas cinco hectáreas. Se me ocurre que podemos dividir su equipo en dos grupos y mandar la mitad con uno de mis ayudantes para que se dirijan a la casa por el sur y la otra mitad con otro para que acceda por el oeste. Cuando todo el mundo esté en su sitio, yo me acercaré en coche por la carretera —sonrió—, como en uno de esos movimientos en pinza que solía emplearse durante la guerra.
Los tres agentes de Dallas intercambiaron miradas. Harry fue el primero en hablar:
—Yo quiero ir con usted, sheriff.
—¡No! —respondieron Torres y Jenkins al unísono.
La capitana intervino en primer lugar:
—Detective, Abruzzi ya ha visto su cara. Si usted se presenta allí con el sheriff, perderemos el factor sorpresa.
—Bueno —interrumpió el sheriff antes de que Jenkins pudiera decir algo—, si la chica de este detective es la que está encerrada en aquel sitio, me parece a mí que se ha ganado el derecho a aparecer por la puerta principal —dijo con la mirada puesta en Harry—. Usted se quedará agazapado en la parte delantera dentro del coche hasta que veamos cómo va la cosa.
—Sí, señor —aceptó él.
—Permitan al detective venir conmigo. Yo ya estoy algo mayor y los reflejos no me funcionan tan bien como antes. Me gustará tener compañía.
Así, salieron del coche patrulla y el sheriff extendió sobre el capó un mapa de la zona. El sargento Gómez, a la cabeza del Equipo de Especiales, escuchó las instrucciones de Parnell.
—A mí me parece bien —dijo Gómez.
—Dejaremos a un ayudante con las ambulancias al principio de la carretera por si algo sale mal y Cable, o Abruzzi o como se llame, logra escapar en la limusina.
Todos activaron el vibrador de los móviles y sincronizaron los relojes. Harry y el sheriff esperarían a que ambos equipos se situaran en sus puestos antes de avanzar por la carretera.
Los equipos partieron y se adentraron en el bosque mientras el sheriff se recostaba en el asiento del conductor del coche patrulla.
—Dentro de nada, detective, tendrá aquí a su chica.
—Espero que tenga razón, señor. Rezo para que la tenga. —Harry caminaba de un lado a otro frente al vehículo.
—¿Ya le ha dicho que la quiere? —preguntó el sheriff.
Él se quedó mirándolo.
—¿Cómo? No, no se lo he dicho.
—Puede que ésa sea la razón por la que está usted tan nervioso. Aún no ha compartido con ella lo que siente.
—Sólo quiero que esté a salvo —afirmó Harry—. Nada de esto habría ocurrido si no fuera por mi culpa.
Un cap largo de disculpa chicas :c Pronto se termna la novela quedan como 5 caps :c
Unicornio Horan
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