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Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Capitulo 10 {Segunda Parte}.
Una mujer abrió la puerta en la casa de Harlandale. Sólo llevaba un camisón transparente.
No parecía sentir curiosidad ni preocupación alguna por que la policía hubiera estado dando golpes en la puerta de su domicilio antes de las ocho de la mañana. Cuando Louis le preguntó si podía entrar y echar un vistazo, no protestó ni le pidió siquiera que le mostrara una orden de registro. Se quedó quieta mientras sujetaba la puerta bien abierta y daba caladas a un cigarrillo.
Una primera ojeada le bastó a Harry para confirmar que la mujer estaba sola. Cuando le preguntó cuándo había sido la última vez que había visto a Abruzzi, ella lo miró con ojos apagados y respondió.
—¿A quién?
De nuevo en la entrada, Louis le agradeció su amabilidad y la mujer le correspondió con un portazo.
Los dos hombres bajaron, uno al lado del otro, por el camino que llevaba hasta el Plymouth.
—¿Y ahora qué? —quiso saber Louis.
—No se me ocurre dónde más podemos buscar. — Harry sintió el corazón en un puño—. No creo que la haya llevado a un lugar público como su despacho, una habitación de hotel o un bar.
A Louis le sonó el teléfono y Harry tuvo que contenerse para no quitárselo de las manos.
Esperó con impaciencia dando golpecitos en el capó del vehículo hasta que su amigo terminó la llamada.
—Volvamos a la Central en el coche —dijo Louis nada más colgar.
—¿Cómo? — Harry se contuvo y se metió en el coche.
Cuando ambos se hubieron abrochado los cinturones de seguridad, Louis arrancó rumbo a la comisaría.
—Mier.da, Louis, ¿qué es lo que ha dicho?
—Han encontrado el teléfono de ______. Estaba encendido y la compañía ha logrado interceptar la señal. Nuestros hombres lo han localizado justo en el desvío de la nacional setenta y cinco que lleva a Woodall Rogers. Han debido de tirarlo por la ventana. Le habían pasado un pañuelo para borrar las huellas.
Harry sintió que un dedo helado le tocaba la espalda, justo entre los omóplatos.
—Dios mío, Louis. ¿Qué hacemos ahora?
—Tranquilo, hombre. Tenemos varias pistas. Sabemos, por el teléfono, que se dirigían hacia el sur. Puede que Abruzzi tenga otra casa aquí, en Oak Cliff —la voz de Louis sonaba segura.
—No tenemos ni idea de dónde está esa casa imaginaria. Y tampoco sabemos si Abruzzi tiró allí el teléfono para despistarnos. — Harry se golpeó la frente con el puño.
—Torres tiene un par de alternativas —continuó Louis—. Está haciéndose con todas las cintas de grabación del tráfico de la vía rápida y tiene a la fiscalía del distrito tratando de conseguir una orden para consultar los informes de localización por GPS de la limusina de Abruzzi que tienen en la compañía donde la alquila.
Harry recuperó algo de esperanza.
—¿La limusina tiene GPS?
—Sí. Y eso nos va a llevar directos a ese listillo cabroon.
—Podríamos ir a la compañía de limusinas para convencer al dueño de que sea de más ayuda —sugirió.
—No, Harry —respondió Louis al tiempo que negaba con la cabeza—. Esto hay que hacerlo sin saltarse las normas. Por el bien de ______ —añadió dándole a su amigo unos golpes en la espalda—. Vamos a esperar a estar en la Central. Puede que ya tengan algo cuando lleguemos.
*****
La limusina avanzó muy lentamente dando tumbos por la carretera sin asfaltar. El enorme coche negro atravesó un paso de seguridad para ganado, de esos que consisten en unas barras de metal colocadas sobre un foso. A los lados aparecieron sendas hileras de pinos que, a pesar de ser ya pasadas las ocho y media de la mañana, cortaban los rayos de sol y formaban sombras sobre el barro del camino
—Casi hemos llegado, __________ —avisó Abruzzi—. El Claro está a la vuelta de esta curva.
La limusina dio un giro cerrado y la carretera se ensanchó. ______ cerró los ojos cegada por la luz brillante que golpeó el coche al abandonar la protección de los pinos. Ante ellos apareció un lago y en la orilla de enfrente podía verse una casa de un piso construida con madera de cedro y cristal, rodeada por un porche amplio bajo el cual había unos bancos corridos.
En la corta distancia que separaba la casa del lago había una cuesta que bajaba hasta el agua, donde se distinguían dos embarcaderos: uno para pescar y otro para amarrar el barco.
—Es preciosa, ¿verdad? —presumió Abruzzi—. Se la compré hace unos años por una miseria a un tipo dedicado al negocio de Internet que se había arruinado.
El vehículo se aproximó a la casa muy despacio por el camino que llevaba hasta ella. ______ se inclinó para ver mejor. Habían talado los pinos en un radio bastante amplio alrededor del lago y de la vivienda, de modo que la luz del sol lo bañaba todo. Las enormes ventanas daban al agua y prometían unas impresionantes vistas desde el interior. Fuera, los patos nadaban plácidamente en las tranquilas aguas a la espera de que saltara algún pez.
—Huelga decir que el lago está repleto de peces —alardeó—. Yo he pescado un siluro de más de cinco kilos con un sedal que resistía los cuatro y medio.
______ no era ajena a lo surrealista de aquella situación. Abruzzi estaba presumiendo de la casa a la que la había conducido para torturarla y violarla.
—Es muy bonito —dijo sin disimular su admiración—. Me encantará que me lleve a dar una vuelta para enseñarme la propiedad.
—A lo mejor… luego —respondió Abruzzi—. Ahora tenemos otras cosas más importantes que hacer.
Augie, el chófer, aparcó la limusina junto a la casa.
—Pues ya hemos llegado, _______ —anunció Abruzzi—. Hogar, dulce hogar.
*******
—¿Qué mier.da es eso de que están en el condado de Eldon? —exclamó Louis.
Peter Spenser, el dueño de la compañía de alquiler de vehículos de lujo, se encogió de hombros y señaló la pantalla del GPS.
—Mírelo usted mismo. Según el sistema, se encuentran en algún lugar entre Jersalem y Deerhide.
—Pero ¿y eso? —preguntó la capitana Lucinda Torres—. ¿Qué sentido tiene irse hasta allí?
—Necesita un lugar tranquilo en el que imponerle a ______ disciplina —contestó Harry —. Tenemos que llegar allí lo antes posible.
El teniente Jenkins habló por primera vez desde que habían llegado a la oficina de la compañía.
—Esa área queda fuera de nuestra jurisdicción. Tenemos que ponernos en contacto con el sheriff del condado de Eldon o avisar al FBI.
—¡No, por Dios! —protestó Harry —. No metan en esto a los malditos federales. Seguro que logran que la mate.
La capitana Torres tomó a Peter Spenser por el brazo y lo acompañó hasta la puerta.
—Muchas gracias por su ayuda, señor Spenser. Ahora necesitamos unos minutos para decidir qué medidas adoptamos.
Una vez que el civil se hubo marchado de la habitación, dio comienzo la conversación de verdad. Ninguno de los miembros de la policía quería meter a los federales, de modo que acordaron que el teniente Jenkins llamaría al agente especial del FBI encargado de Dallas y lo avisaría de que había una denuncia de desaparición, sin darle detalles. Así habría pruebas de que habían notificado al FBI un posible secuestro, aunque Jenkins trataría de no insistir en lo de «posible secuestro».
—Esperemos que podamos solucionar todo esto hoy mismo. Si no, tendremos que incluir al FBI mañana —advirtió Lucy Torres con rotundidad.
—¿Podemos ponernos a ello? —rogó Harry —. Ya son más de las diez. Tenemos que ir al condado de Eldon volando
Una mujer abrió la puerta en la casa de Harlandale. Sólo llevaba un camisón transparente.
No parecía sentir curiosidad ni preocupación alguna por que la policía hubiera estado dando golpes en la puerta de su domicilio antes de las ocho de la mañana. Cuando Louis le preguntó si podía entrar y echar un vistazo, no protestó ni le pidió siquiera que le mostrara una orden de registro. Se quedó quieta mientras sujetaba la puerta bien abierta y daba caladas a un cigarrillo.
Una primera ojeada le bastó a Harry para confirmar que la mujer estaba sola. Cuando le preguntó cuándo había sido la última vez que había visto a Abruzzi, ella lo miró con ojos apagados y respondió.
—¿A quién?
De nuevo en la entrada, Louis le agradeció su amabilidad y la mujer le correspondió con un portazo.
Los dos hombres bajaron, uno al lado del otro, por el camino que llevaba hasta el Plymouth.
—¿Y ahora qué? —quiso saber Louis.
—No se me ocurre dónde más podemos buscar. — Harry sintió el corazón en un puño—. No creo que la haya llevado a un lugar público como su despacho, una habitación de hotel o un bar.
A Louis le sonó el teléfono y Harry tuvo que contenerse para no quitárselo de las manos.
Esperó con impaciencia dando golpecitos en el capó del vehículo hasta que su amigo terminó la llamada.
—Volvamos a la Central en el coche —dijo Louis nada más colgar.
—¿Cómo? — Harry se contuvo y se metió en el coche.
Cuando ambos se hubieron abrochado los cinturones de seguridad, Louis arrancó rumbo a la comisaría.
—Mier.da, Louis, ¿qué es lo que ha dicho?
—Han encontrado el teléfono de ______. Estaba encendido y la compañía ha logrado interceptar la señal. Nuestros hombres lo han localizado justo en el desvío de la nacional setenta y cinco que lleva a Woodall Rogers. Han debido de tirarlo por la ventana. Le habían pasado un pañuelo para borrar las huellas.
Harry sintió que un dedo helado le tocaba la espalda, justo entre los omóplatos.
—Dios mío, Louis. ¿Qué hacemos ahora?
—Tranquilo, hombre. Tenemos varias pistas. Sabemos, por el teléfono, que se dirigían hacia el sur. Puede que Abruzzi tenga otra casa aquí, en Oak Cliff —la voz de Louis sonaba segura.
—No tenemos ni idea de dónde está esa casa imaginaria. Y tampoco sabemos si Abruzzi tiró allí el teléfono para despistarnos. — Harry se golpeó la frente con el puño.
—Torres tiene un par de alternativas —continuó Louis—. Está haciéndose con todas las cintas de grabación del tráfico de la vía rápida y tiene a la fiscalía del distrito tratando de conseguir una orden para consultar los informes de localización por GPS de la limusina de Abruzzi que tienen en la compañía donde la alquila.
Harry recuperó algo de esperanza.
—¿La limusina tiene GPS?
—Sí. Y eso nos va a llevar directos a ese listillo cabroon.
—Podríamos ir a la compañía de limusinas para convencer al dueño de que sea de más ayuda —sugirió.
—No, Harry —respondió Louis al tiempo que negaba con la cabeza—. Esto hay que hacerlo sin saltarse las normas. Por el bien de ______ —añadió dándole a su amigo unos golpes en la espalda—. Vamos a esperar a estar en la Central. Puede que ya tengan algo cuando lleguemos.
*****
La limusina avanzó muy lentamente dando tumbos por la carretera sin asfaltar. El enorme coche negro atravesó un paso de seguridad para ganado, de esos que consisten en unas barras de metal colocadas sobre un foso. A los lados aparecieron sendas hileras de pinos que, a pesar de ser ya pasadas las ocho y media de la mañana, cortaban los rayos de sol y formaban sombras sobre el barro del camino
—Casi hemos llegado, __________ —avisó Abruzzi—. El Claro está a la vuelta de esta curva.
La limusina dio un giro cerrado y la carretera se ensanchó. ______ cerró los ojos cegada por la luz brillante que golpeó el coche al abandonar la protección de los pinos. Ante ellos apareció un lago y en la orilla de enfrente podía verse una casa de un piso construida con madera de cedro y cristal, rodeada por un porche amplio bajo el cual había unos bancos corridos.
En la corta distancia que separaba la casa del lago había una cuesta que bajaba hasta el agua, donde se distinguían dos embarcaderos: uno para pescar y otro para amarrar el barco.
—Es preciosa, ¿verdad? —presumió Abruzzi—. Se la compré hace unos años por una miseria a un tipo dedicado al negocio de Internet que se había arruinado.
El vehículo se aproximó a la casa muy despacio por el camino que llevaba hasta ella. ______ se inclinó para ver mejor. Habían talado los pinos en un radio bastante amplio alrededor del lago y de la vivienda, de modo que la luz del sol lo bañaba todo. Las enormes ventanas daban al agua y prometían unas impresionantes vistas desde el interior. Fuera, los patos nadaban plácidamente en las tranquilas aguas a la espera de que saltara algún pez.
—Huelga decir que el lago está repleto de peces —alardeó—. Yo he pescado un siluro de más de cinco kilos con un sedal que resistía los cuatro y medio.
______ no era ajena a lo surrealista de aquella situación. Abruzzi estaba presumiendo de la casa a la que la había conducido para torturarla y violarla.
—Es muy bonito —dijo sin disimular su admiración—. Me encantará que me lleve a dar una vuelta para enseñarme la propiedad.
—A lo mejor… luego —respondió Abruzzi—. Ahora tenemos otras cosas más importantes que hacer.
Augie, el chófer, aparcó la limusina junto a la casa.
—Pues ya hemos llegado, _______ —anunció Abruzzi—. Hogar, dulce hogar.
*******
—¿Qué mier.da es eso de que están en el condado de Eldon? —exclamó Louis.
Peter Spenser, el dueño de la compañía de alquiler de vehículos de lujo, se encogió de hombros y señaló la pantalla del GPS.
—Mírelo usted mismo. Según el sistema, se encuentran en algún lugar entre Jersalem y Deerhide.
—Pero ¿y eso? —preguntó la capitana Lucinda Torres—. ¿Qué sentido tiene irse hasta allí?
—Necesita un lugar tranquilo en el que imponerle a ______ disciplina —contestó Harry —. Tenemos que llegar allí lo antes posible.
El teniente Jenkins habló por primera vez desde que habían llegado a la oficina de la compañía.
—Esa área queda fuera de nuestra jurisdicción. Tenemos que ponernos en contacto con el sheriff del condado de Eldon o avisar al FBI.
—¡No, por Dios! —protestó Harry —. No metan en esto a los malditos federales. Seguro que logran que la mate.
La capitana Torres tomó a Peter Spenser por el brazo y lo acompañó hasta la puerta.
—Muchas gracias por su ayuda, señor Spenser. Ahora necesitamos unos minutos para decidir qué medidas adoptamos.
Una vez que el civil se hubo marchado de la habitación, dio comienzo la conversación de verdad. Ninguno de los miembros de la policía quería meter a los federales, de modo que acordaron que el teniente Jenkins llamaría al agente especial del FBI encargado de Dallas y lo avisaría de que había una denuncia de desaparición, sin darle detalles. Así habría pruebas de que habían notificado al FBI un posible secuestro, aunque Jenkins trataría de no insistir en lo de «posible secuestro».
—Esperemos que podamos solucionar todo esto hoy mismo. Si no, tendremos que incluir al FBI mañana —advirtió Lucy Torres con rotundidad.
—¿Podemos ponernos a ello? —rogó Harry —. Ya son más de las diez. Tenemos que ir al condado de Eldon volando
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Capitulo 10 {Tercera Parte}.
Torres se dirigió a Jenkins:
—Avisaremos al sheriff cuando estemos de camino.
El teniente asintió.
—De acuerdo. Pero si creemos que puede producirse un enfrentamiento, deberíamos contar con el Equipo de Armas y Ataques Especiales. Ese condado no cuenta con los recursos suficientes para una operación de ese calibre.
—Sí, pero no podemos presentarnos ante la puerta del sheriff con un batallón de soldados —replicó Torres.
—Bueno, pues entonces tenemos que conseguir que él nos pida que los llevemos con nosotros —concluyó Harry —. No va a querer poner a sus hombres en peligro frente a un tío tan listo como Abruzzi. ¿Podemos irnos ya, por favor?
—Styles tiene razón —apoyó Jenkins—. Se tarda dos horas en llegar. Ya pensaremos los detalles por el camino. Larguémonos.
*******
En el baño del refugio de Abruzzi, ______ permanecía inmóvil mirando por la ventana.
Podía abrirla y escapar, pero ¿adonde iría? Se vería en medio de un aterrador bosque de pinos y a decenas de kilómetros de distancia de cualquier sitio. «Voy a tener que aguantar hasta que Harry me encuentre.» Una voz en su interior susurró: «¿Y si Harry no te encuentra… nunca?» ______ no podía siquiera contemplar esa posibilidad.
Las consecuencias podían ser demasiado horribles.
El del mareo, que, según parecía, se llamaba Turner, dio unos golpes en la puerta.
—Sal de ahí ahora mismo —ordenó.
Después de una última mirada por la ventana, ______ salió del baño. Turner la acompañó hasta el salón, donde Abruzzi la esperaba tumbado en un sofá. Gordon estaba de pie junto a la ventana y miraba el lago.
Había una interminable encimera que separaba aquella habitación de la cocina, donde Lena y Augie trabajaban.
—Pasa, _______, siéntate —invitó Abruzzi con un gesto y la voz tranquila. En la mano sostenía un vaso con hielo y una bebida que tenía el color del whisky—. Es hora de que tú y yo charlemos.
______ se sentó en el borde de un mullido sillón situado frente a él y esperó.
—_______, eres un verdadero misterio para mí —Abruzzi se detuvo, como si disfrutara del sonido trisilábico de la palabra «misterio»—. Puede que no lo creas cuando me miras y ves a un exitoso empresario, pero he pasado años poniendo mi vida en peligro y confiando en mi instinto para salir del paso —agitó los cubitos de hielo del vaso mientras la observaba—. Y ese instinto es el que me dice que tú sabes algo que yo necesito saber —volvió a detenerse.
A ______ le parecía que Abruzzi estaba actuando, aunque no tenía muy claro si lo hacía para ella o para el matón de Gordon. Permaneció mirándolo con la misma fascinación con que un ratón observa a una serpiente cuando nota su presencia.
—El sábado por la noche —continuó él—, cuando nos encontramos por casualidad en el Jane`s, tú ya me conocías.
Aunque ______ negó con la cabeza, él habló antes de que ella pudiera siquiera abrir la boca.
—No te molestes en tratar de negarlo. El encuentro que tuvimos en el supermercado, aunque muy agradable, no fue sólo para darte el dilatador anal, sino para comprobar si conocías mi nombre. Sabía que habías reconocido mi cara, de modo que firmé sólo con mis iniciales la tarjeta que acompañaba el ramo de flores y, aun así, cuando nos cruzamos en el pasillo del supermercado, me llamaste «señor Abruzzi».
A ______ le latía el corazón con tanta fuerza que pensó que iba a salírsele del pecho.
«¿Cómo he podido ser tan *******?», pensó. No se fiaba de lo que iba a decir, así que permaneció en silencio.
Abruzzi la miraba pensativo.
—Hacía tiempo que me preguntaba quién me habría delatado a la policía hacía dos meses. Incluso mantuve una pequeña conversación con mis vecinos después del incidente. Ambos aseguraron que no estaban en casa aquella noche y era evidente que decían la verdad. También se lo pregunté al personal del edificio. Obviamente, todos ellos negaron haberme denunciado —se detuvo para beber un trago de whisky antes de seguir—. Cuando el sábado por la noche me reconociste con tanta facilidad en el Jane`s, sentí la curiosidad y mandé que te siguieran. Alguien atacó y golpeó a Farr, a quien yo había enviado detrás de ti, en mi propio garaje. Podrás imaginarte que eso aumentó todavía más mi curiosidad —miró a ______ por encima del vaso—. Entonces me empeñé en enterarme de quiénes erais tú y tu acompañante, que asumo que será ese Harry Styles que te ha llamado antes.
«No puedes dejar que se entere de que Harry es poli o de que la policía lleva un mes vigilándolo. Te mataría aquí mismo.»
—Al día siguiente —siguió diciendo Abruzzi—, hice venir de Houston a Gordon y a Turner para que interrogaran al personal de los edificios que hay justo enfrente de mi ático.
Quería que fuera gente que nadie pudiera relacionar conmigo. Imagina lo contento que me puse al enterarme de que éramos vecinos. —Abruzzi esbozó, divertido, aquella sonrisa de lobo tan suya y dirigió luego la mirada a Gordon—: ¿Lo ves? Ya sabía yo que algo estaba ocurriendo. Llevaba semanas sintiéndome observado. —Abruzzi se dio un palmetazo en el muslo y se echó a reír—. Yo pensando que la policía estaba espiándome y resulta que era una voyeuse que, además, era una chivata asquerosa —se acabó el whisky—. Tendré que pensar en un castigo especial para ti, ________. No me importa lo de que me espiaras, pero no tendrías que haber avisado a la policía —la frialdad de su mirada desmentía la jocosidad del tono de voz que empleaba.
A ______ le dio un subidón de adrenalina. Reconocía la sensación: la de la hiperactividad al estrés, esa que llamaban de combate o fuga. Su cuerpo se preparaba para luchar o salir corriendo.
Se obligó a mantenerse quieta y a mirar a Abruzzi como si estuviera escuchando a un conferenciante que ofreciera una charla interesante en alguna universidad.
—Lena, ven aquí —llamó Abruzzi.
La sumisa salió de la cocina y se acercó al salón, donde adoptó con gracia una postura genuflexa ante el sofá de su amo.
Él la miró animado por algo parecido al afecto.
—Levántate y desnúdate.
Lena obedeció de inmediato. En unos segundos, ya se había quitado el vestido-jersey que llevaba y bajo el cual se descubrió totalmente desnuda. Y allí se quedó, en medio de la habitación, sólo con un par de tacones altos y negros.
Desde donde se encontraba, detrás de la chica, ______ podía verle las marcas en los hombros, las nalgas y la parte trasera de los muslos. Se le llenó la boca de bilis al imaginar el dolor que aquella chica debía de haber soportado mientras Abruzzi la golpeaba.
—Ahora siéntate aquí a mi lado —ordenó él, con un par de palmaditas en el sofá—. Esta es mi chica —alabó cuando Lena obedeció. Entonces él le colocó, como si nada, la mano que tenía libre entre los muslos.
Luego le tendió el vaso a Gordon.
—Prepárame otro —le ordenó.
Abruzzi esperó mientras el matón iba hasta el mueble bar que se encontraba al otro lado de la estancia, le servía una segunda copa y volvía para dársela. Luego le dio un buen trago a la bebida fría.
—Estupendo, Gordon, gracias.
De nuevo dedicó su atención a ______.
Torres se dirigió a Jenkins:
—Avisaremos al sheriff cuando estemos de camino.
El teniente asintió.
—De acuerdo. Pero si creemos que puede producirse un enfrentamiento, deberíamos contar con el Equipo de Armas y Ataques Especiales. Ese condado no cuenta con los recursos suficientes para una operación de ese calibre.
—Sí, pero no podemos presentarnos ante la puerta del sheriff con un batallón de soldados —replicó Torres.
—Bueno, pues entonces tenemos que conseguir que él nos pida que los llevemos con nosotros —concluyó Harry —. No va a querer poner a sus hombres en peligro frente a un tío tan listo como Abruzzi. ¿Podemos irnos ya, por favor?
—Styles tiene razón —apoyó Jenkins—. Se tarda dos horas en llegar. Ya pensaremos los detalles por el camino. Larguémonos.
*******
En el baño del refugio de Abruzzi, ______ permanecía inmóvil mirando por la ventana.
Podía abrirla y escapar, pero ¿adonde iría? Se vería en medio de un aterrador bosque de pinos y a decenas de kilómetros de distancia de cualquier sitio. «Voy a tener que aguantar hasta que Harry me encuentre.» Una voz en su interior susurró: «¿Y si Harry no te encuentra… nunca?» ______ no podía siquiera contemplar esa posibilidad.
Las consecuencias podían ser demasiado horribles.
El del mareo, que, según parecía, se llamaba Turner, dio unos golpes en la puerta.
—Sal de ahí ahora mismo —ordenó.
Después de una última mirada por la ventana, ______ salió del baño. Turner la acompañó hasta el salón, donde Abruzzi la esperaba tumbado en un sofá. Gordon estaba de pie junto a la ventana y miraba el lago.
Había una interminable encimera que separaba aquella habitación de la cocina, donde Lena y Augie trabajaban.
—Pasa, _______, siéntate —invitó Abruzzi con un gesto y la voz tranquila. En la mano sostenía un vaso con hielo y una bebida que tenía el color del whisky—. Es hora de que tú y yo charlemos.
______ se sentó en el borde de un mullido sillón situado frente a él y esperó.
—_______, eres un verdadero misterio para mí —Abruzzi se detuvo, como si disfrutara del sonido trisilábico de la palabra «misterio»—. Puede que no lo creas cuando me miras y ves a un exitoso empresario, pero he pasado años poniendo mi vida en peligro y confiando en mi instinto para salir del paso —agitó los cubitos de hielo del vaso mientras la observaba—. Y ese instinto es el que me dice que tú sabes algo que yo necesito saber —volvió a detenerse.
A ______ le parecía que Abruzzi estaba actuando, aunque no tenía muy claro si lo hacía para ella o para el matón de Gordon. Permaneció mirándolo con la misma fascinación con que un ratón observa a una serpiente cuando nota su presencia.
—El sábado por la noche —continuó él—, cuando nos encontramos por casualidad en el Jane`s, tú ya me conocías.
Aunque ______ negó con la cabeza, él habló antes de que ella pudiera siquiera abrir la boca.
—No te molestes en tratar de negarlo. El encuentro que tuvimos en el supermercado, aunque muy agradable, no fue sólo para darte el dilatador anal, sino para comprobar si conocías mi nombre. Sabía que habías reconocido mi cara, de modo que firmé sólo con mis iniciales la tarjeta que acompañaba el ramo de flores y, aun así, cuando nos cruzamos en el pasillo del supermercado, me llamaste «señor Abruzzi».
A ______ le latía el corazón con tanta fuerza que pensó que iba a salírsele del pecho.
«¿Cómo he podido ser tan *******?», pensó. No se fiaba de lo que iba a decir, así que permaneció en silencio.
Abruzzi la miraba pensativo.
—Hacía tiempo que me preguntaba quién me habría delatado a la policía hacía dos meses. Incluso mantuve una pequeña conversación con mis vecinos después del incidente. Ambos aseguraron que no estaban en casa aquella noche y era evidente que decían la verdad. También se lo pregunté al personal del edificio. Obviamente, todos ellos negaron haberme denunciado —se detuvo para beber un trago de whisky antes de seguir—. Cuando el sábado por la noche me reconociste con tanta facilidad en el Jane`s, sentí la curiosidad y mandé que te siguieran. Alguien atacó y golpeó a Farr, a quien yo había enviado detrás de ti, en mi propio garaje. Podrás imaginarte que eso aumentó todavía más mi curiosidad —miró a ______ por encima del vaso—. Entonces me empeñé en enterarme de quiénes erais tú y tu acompañante, que asumo que será ese Harry Styles que te ha llamado antes.
«No puedes dejar que se entere de que Harry es poli o de que la policía lleva un mes vigilándolo. Te mataría aquí mismo.»
—Al día siguiente —siguió diciendo Abruzzi—, hice venir de Houston a Gordon y a Turner para que interrogaran al personal de los edificios que hay justo enfrente de mi ático.
Quería que fuera gente que nadie pudiera relacionar conmigo. Imagina lo contento que me puse al enterarme de que éramos vecinos. —Abruzzi esbozó, divertido, aquella sonrisa de lobo tan suya y dirigió luego la mirada a Gordon—: ¿Lo ves? Ya sabía yo que algo estaba ocurriendo. Llevaba semanas sintiéndome observado. —Abruzzi se dio un palmetazo en el muslo y se echó a reír—. Yo pensando que la policía estaba espiándome y resulta que era una voyeuse que, además, era una chivata asquerosa —se acabó el whisky—. Tendré que pensar en un castigo especial para ti, ________. No me importa lo de que me espiaras, pero no tendrías que haber avisado a la policía —la frialdad de su mirada desmentía la jocosidad del tono de voz que empleaba.
A ______ le dio un subidón de adrenalina. Reconocía la sensación: la de la hiperactividad al estrés, esa que llamaban de combate o fuga. Su cuerpo se preparaba para luchar o salir corriendo.
Se obligó a mantenerse quieta y a mirar a Abruzzi como si estuviera escuchando a un conferenciante que ofreciera una charla interesante en alguna universidad.
—Lena, ven aquí —llamó Abruzzi.
La sumisa salió de la cocina y se acercó al salón, donde adoptó con gracia una postura genuflexa ante el sofá de su amo.
Él la miró animado por algo parecido al afecto.
—Levántate y desnúdate.
Lena obedeció de inmediato. En unos segundos, ya se había quitado el vestido-jersey que llevaba y bajo el cual se descubrió totalmente desnuda. Y allí se quedó, en medio de la habitación, sólo con un par de tacones altos y negros.
Desde donde se encontraba, detrás de la chica, ______ podía verle las marcas en los hombros, las nalgas y la parte trasera de los muslos. Se le llenó la boca de bilis al imaginar el dolor que aquella chica debía de haber soportado mientras Abruzzi la golpeaba.
—Ahora siéntate aquí a mi lado —ordenó él, con un par de palmaditas en el sofá—. Esta es mi chica —alabó cuando Lena obedeció. Entonces él le colocó, como si nada, la mano que tenía libre entre los muslos.
Luego le tendió el vaso a Gordon.
—Prepárame otro —le ordenó.
Abruzzi esperó mientras el matón iba hasta el mueble bar que se encontraba al otro lado de la estancia, le servía una segunda copa y volvía para dársela. Luego le dio un buen trago a la bebida fría.
—Estupendo, Gordon, gracias.
De nuevo dedicó su atención a ______.
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Capitulo 10 {Cuarta Parte}.
______ estaba sentada en un taburete alto situado en el centro de lo que el constructor debía de haber imaginado como sala de cine: una habitación amplia y cuadrada sin ventanas y pintada en gris oscuro. Y ahí es donde acababa todo parecido con una casa normal. Abruzzi la había llamado su «sala de juegos». De las paredes colgaban tiras de sujeción para muñecas y tobillos, y un aparador de
caoba y cristal servía de mostrador para los látigos y las fustas. A la izquierda de ______ se extendía una estrecha camilla llena de estribos, y a su derecha, había una especie de instrumento de madera con cadenas y poleas.
Había algo muy dramático a la vez que teatral en aquel lugar, como si se tratara de un decorado para una obra de teatro. Si ______ no hubiera visto actuar a Abruzzi con sus sumisas, habría creído que la habitación estaba hecha para asustar a sus invitadas. No obstante, con todo lo que sabía acerca de él y de sus perversas inclinaciones, no le cabía duda de que aquel lugar era exactamente lo que parecía: una sala de tortura. El suelo, también gris, estaba recubierto de pizarra; la sangre se limpiaba mejor en la piedra que en una moqueta.
Estaba a punto de desmayarse del miedo que aquel sitio le producía. El cuerpo, sacudido por una repentina oleada de terror, parecía habérsele cerrado. Los temblores y el castañeteo de los dientes de hacía veinte minutos habían desaparecido y había dado paso a una suerte de reposo atenazador. Por contra, el cerebro se mantenía en alerta máxima y procesaba con nitidez todo lo que ocurría al tiempo que le proporcionaba instantáneas sugerencias. « Harry está buscándome. Sabrá que Abruzzi me ha secuestrado. Él y la policía me encontrarán. Sólo tengo que aguantar hasta que aparezcan.»
Víctor Abruzzi paseaba por la habitación mientras escogía juguetes sexuales y acariciaba los artilugios que colgaban de la pared. Se había quitado el abrigo y la corbata, y ahora llevaba las mangas de la camisa remangadas.
Gordon y Turner hacían guardia uno al lado del otro delante de la única puerta, ahora cerrada, de la sala.
______ pensó en todo lo que había aprendido sobre Abruzzi en los últimos meses en que había estado espiándolo. «Es un sociópata y un sádico que usa la dominación y el sadomasoquismo para satisfacer su necesidad de provocar dolor a las mujeres y controlarlas.
Quiere hacerme temblar y conseguir que llore y acabe rogando. Eso es lo que le produce placer, mucho más que el acto sexual en sí mismo. Lo mejor que puedo hacer es seguir resistiendo sin dejar que vaya minándome poco a poco hasta romperme en pedazos. Si no se sale con la suya, irá a más. Podría matarme aunque no tenga intención de hacerlo y sólo por su empeño en ganar. Eso no será muy difícil —oyó una voz en su interior—. Estás muerta de miedo. Abruzzi acabará contigo de todas formas. Y le encantará hacerlo.»
Él cogió algo que parecía un gato de nueve colas. Acarició las tiras de cuero en un gesto repulsivo que a ______ le costó mirar.
«Está todo pensado para ir asustándome cada vez más. Genial, pues está funcionando, aunque, como la habitación, todo es puro teatro.»
Abruzzi se volvió y dio unos pasos hacia ella.
—Bien, __________, ¿estás lista para decirme quién te dio mi nombre?
—Fue el conserje —mintió—. Le dije que le había visto asomado al balcón y que nos habíamos saludado. Le pregunté si usted estaba casado.
—¿Porque estabas interesada en mí…? —quiso saber. Se inclinó hacia ella y le pasó el mango del látigo a lo largo del cuello.
______ no necesitó fingir que inspiraba profundamente.
—Porque sentía curiosidad. Nunca había visto a nadie hacer lo que usted hacía —por lo menos aquello era cierto.
—¿Y te excitaba? —el brillo de los ojos de Abruzzi era malévolo, aunque no tanto como su evidente erección.
______ trató de encogerse.
—Sí —susurró—, me excitaba.
—¿Y quién era ese conserje tan amable? ¿Cómo se llamaba?
—No recuerdo el nombre. Era un vigilante de seguridad de mediana edad.
—Bien, eso es una mentira —parecía encantado de haberla pillado. Hizo un gesto a sus matones—. Desnúdenla.
______ saltó del taburete.
—Un momento. ¡Usted no puede hacer eso!
En lugar de responder, Abruzzi se dio la vuelta para abrir el mueble mostrador. Pasó la mano por la gran variedad de látigos, fustas y varas que poseía.
Ella se alejó de Gordon y Turner hasta que se topó con la camilla.
—No se acerquen a mí.
Uno de ellos la agarró y la sujetó mientras el otro le arrancó la ropa. Fue rápido y brutal, y, de algún modo, peor aún por lo impersonal del ataque. Ninguno de ellos parecía sentir ni placer ni lujuria. Aquello no era más que su trabajo. La blusa, el sujetador, la falda y las bragas formaron enseguida un montón de tela rasgada a sus pies. ______ se había quedado desnuda y descalza.
Una semana antes, se habría visto reducida a un charco acobardado de lágrimas en el suelo.
Sin embargo, en los últimos días, desde que había conocido a Harry, habían pasado muchas cosas.
La admiración sin tapujos que él sentía hacia su cuerpo la había llenado de orgullo por su aspecto.
Además, su intuición le decía que no debía permitir que Abruzzi notara su miedo; si lo hacía, él se convertiría en un tiburón que ha olido la sangre en el agua.
Cuando fue evidente que ______ no iba a salir corriendo, los esbirros de Abruzzi la soltaron, aunque no dejaron de flanquearla.
Ella se obligó a quedarse con las manos a los lados en lugar de intentar taparse los pechos y el sexo. Se congratuló por la fugaz expresión de confusión que se plasmó en el rostro de Abruzzi.
—Me sorprendes, ________ —confesó mientras se acercaba a ella y se golpeaba la palma de la mano con una vara de caña—. Pensé que caerías al suelo y que me implorarías piedad entre lloriqueos.
______ se mantuvo inmóvil, sin prestar atención a la vara, con la mirada clavada en la de él.
—Yo no soy una de sus pobres sumisas.
El momento en que acabó de pronunciar aquellas palabras, ______ se dio cuenta de que había cometido un error táctico. Los ojos de Abruzzi se engrandecieron y la línea de la boca dibujó una leve sonrisa.
—Eso sí que es interesante, ________. Te crees superior a mujeres sumisas como Lena. Y, aun así, dices que te excita verme con ellas. ¿Es que me estás mintiendo? ¿Es que hay alguna otra razón para que me espíes?
Para evitar empeorar las cosas, ______ no respondió.
Abruzzi se acercó a ella y le clavó el mango de la vara en la barbilla para obligarla a levantar la cabeza.
—¿Quién es Harry Styles y por qué atacó a Farr?
—No sé de qué me habla —se excusó con frialdad.
—Esa es otra mentira. —Abruzzi la miró reflexivo antes de indicar a sus hombres—:Cogenla.
Gordon y Turner la agarraron. Ella movida por el pánico, luchó con energía contra ellos, golpeándolos y pateándolos.
Aunque con los pies descalzos y aquellos débiles puños no lograba herir a aquellos hombretones, se las arregló para morder el brazo de Gordon, que reaccionó cruzándole la cara con un bofetón que la dejó aturdida.
Oyó apenas la voz de Abruzzi que les ordenaba:
—Inclínenla sobre aquella camilla, chicos.
______ estaba sentada en un taburete alto situado en el centro de lo que el constructor debía de haber imaginado como sala de cine: una habitación amplia y cuadrada sin ventanas y pintada en gris oscuro. Y ahí es donde acababa todo parecido con una casa normal. Abruzzi la había llamado su «sala de juegos». De las paredes colgaban tiras de sujeción para muñecas y tobillos, y un aparador de
caoba y cristal servía de mostrador para los látigos y las fustas. A la izquierda de ______ se extendía una estrecha camilla llena de estribos, y a su derecha, había una especie de instrumento de madera con cadenas y poleas.
Había algo muy dramático a la vez que teatral en aquel lugar, como si se tratara de un decorado para una obra de teatro. Si ______ no hubiera visto actuar a Abruzzi con sus sumisas, habría creído que la habitación estaba hecha para asustar a sus invitadas. No obstante, con todo lo que sabía acerca de él y de sus perversas inclinaciones, no le cabía duda de que aquel lugar era exactamente lo que parecía: una sala de tortura. El suelo, también gris, estaba recubierto de pizarra; la sangre se limpiaba mejor en la piedra que en una moqueta.
Estaba a punto de desmayarse del miedo que aquel sitio le producía. El cuerpo, sacudido por una repentina oleada de terror, parecía habérsele cerrado. Los temblores y el castañeteo de los dientes de hacía veinte minutos habían desaparecido y había dado paso a una suerte de reposo atenazador. Por contra, el cerebro se mantenía en alerta máxima y procesaba con nitidez todo lo que ocurría al tiempo que le proporcionaba instantáneas sugerencias. « Harry está buscándome. Sabrá que Abruzzi me ha secuestrado. Él y la policía me encontrarán. Sólo tengo que aguantar hasta que aparezcan.»
Víctor Abruzzi paseaba por la habitación mientras escogía juguetes sexuales y acariciaba los artilugios que colgaban de la pared. Se había quitado el abrigo y la corbata, y ahora llevaba las mangas de la camisa remangadas.
Gordon y Turner hacían guardia uno al lado del otro delante de la única puerta, ahora cerrada, de la sala.
______ pensó en todo lo que había aprendido sobre Abruzzi en los últimos meses en que había estado espiándolo. «Es un sociópata y un sádico que usa la dominación y el sadomasoquismo para satisfacer su necesidad de provocar dolor a las mujeres y controlarlas.
Quiere hacerme temblar y conseguir que llore y acabe rogando. Eso es lo que le produce placer, mucho más que el acto sexual en sí mismo. Lo mejor que puedo hacer es seguir resistiendo sin dejar que vaya minándome poco a poco hasta romperme en pedazos. Si no se sale con la suya, irá a más. Podría matarme aunque no tenga intención de hacerlo y sólo por su empeño en ganar. Eso no será muy difícil —oyó una voz en su interior—. Estás muerta de miedo. Abruzzi acabará contigo de todas formas. Y le encantará hacerlo.»
Él cogió algo que parecía un gato de nueve colas. Acarició las tiras de cuero en un gesto repulsivo que a ______ le costó mirar.
«Está todo pensado para ir asustándome cada vez más. Genial, pues está funcionando, aunque, como la habitación, todo es puro teatro.»
Abruzzi se volvió y dio unos pasos hacia ella.
—Bien, __________, ¿estás lista para decirme quién te dio mi nombre?
—Fue el conserje —mintió—. Le dije que le había visto asomado al balcón y que nos habíamos saludado. Le pregunté si usted estaba casado.
—¿Porque estabas interesada en mí…? —quiso saber. Se inclinó hacia ella y le pasó el mango del látigo a lo largo del cuello.
______ no necesitó fingir que inspiraba profundamente.
—Porque sentía curiosidad. Nunca había visto a nadie hacer lo que usted hacía —por lo menos aquello era cierto.
—¿Y te excitaba? —el brillo de los ojos de Abruzzi era malévolo, aunque no tanto como su evidente erección.
______ trató de encogerse.
—Sí —susurró—, me excitaba.
—¿Y quién era ese conserje tan amable? ¿Cómo se llamaba?
—No recuerdo el nombre. Era un vigilante de seguridad de mediana edad.
—Bien, eso es una mentira —parecía encantado de haberla pillado. Hizo un gesto a sus matones—. Desnúdenla.
______ saltó del taburete.
—Un momento. ¡Usted no puede hacer eso!
En lugar de responder, Abruzzi se dio la vuelta para abrir el mueble mostrador. Pasó la mano por la gran variedad de látigos, fustas y varas que poseía.
Ella se alejó de Gordon y Turner hasta que se topó con la camilla.
—No se acerquen a mí.
Uno de ellos la agarró y la sujetó mientras el otro le arrancó la ropa. Fue rápido y brutal, y, de algún modo, peor aún por lo impersonal del ataque. Ninguno de ellos parecía sentir ni placer ni lujuria. Aquello no era más que su trabajo. La blusa, el sujetador, la falda y las bragas formaron enseguida un montón de tela rasgada a sus pies. ______ se había quedado desnuda y descalza.
Una semana antes, se habría visto reducida a un charco acobardado de lágrimas en el suelo.
Sin embargo, en los últimos días, desde que había conocido a Harry, habían pasado muchas cosas.
La admiración sin tapujos que él sentía hacia su cuerpo la había llenado de orgullo por su aspecto.
Además, su intuición le decía que no debía permitir que Abruzzi notara su miedo; si lo hacía, él se convertiría en un tiburón que ha olido la sangre en el agua.
Cuando fue evidente que ______ no iba a salir corriendo, los esbirros de Abruzzi la soltaron, aunque no dejaron de flanquearla.
Ella se obligó a quedarse con las manos a los lados en lugar de intentar taparse los pechos y el sexo. Se congratuló por la fugaz expresión de confusión que se plasmó en el rostro de Abruzzi.
—Me sorprendes, ________ —confesó mientras se acercaba a ella y se golpeaba la palma de la mano con una vara de caña—. Pensé que caerías al suelo y que me implorarías piedad entre lloriqueos.
______ se mantuvo inmóvil, sin prestar atención a la vara, con la mirada clavada en la de él.
—Yo no soy una de sus pobres sumisas.
El momento en que acabó de pronunciar aquellas palabras, ______ se dio cuenta de que había cometido un error táctico. Los ojos de Abruzzi se engrandecieron y la línea de la boca dibujó una leve sonrisa.
—Eso sí que es interesante, ________. Te crees superior a mujeres sumisas como Lena. Y, aun así, dices que te excita verme con ellas. ¿Es que me estás mintiendo? ¿Es que hay alguna otra razón para que me espíes?
Para evitar empeorar las cosas, ______ no respondió.
Abruzzi se acercó a ella y le clavó el mango de la vara en la barbilla para obligarla a levantar la cabeza.
—¿Quién es Harry Styles y por qué atacó a Farr?
—No sé de qué me habla —se excusó con frialdad.
—Esa es otra mentira. —Abruzzi la miró reflexivo antes de indicar a sus hombres—:Cogenla.
Gordon y Turner la agarraron. Ella movida por el pánico, luchó con energía contra ellos, golpeándolos y pateándolos.
Aunque con los pies descalzos y aquellos débiles puños no lograba herir a aquellos hombretones, se las arregló para morder el brazo de Gordon, que reaccionó cruzándole la cara con un bofetón que la dejó aturdida.
Oyó apenas la voz de Abruzzi que les ordenaba:
—Inclínenla sobre aquella camilla, chicos.
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
holaa
que vueno que subistes cap
disculpa la pregunta pero esquer esta nove me encanta y me gustaria saber como se llama el libro de donde la adaptaste claro si se puede si no tranquila
que vueno que subistes cap
disculpa la pregunta pero esquer esta nove me encanta y me gustaria saber como se llama el libro de donde la adaptaste claro si se puede si no tranquila
moustache liuba
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Capitulo 10 {Quinta Parte}.
El grupo de Dallas encontró al sheriff sin problemas. Como en la mayoría de las ciudades cabeza de partido en Texas, Travis contaba con una plaza mayor enfrente de los tribunales, tras los cuales, en este caso, se situaba el despacho con su propia entrada.
Antes de acceder al edificio, habían hablado sobre cuál sería la mejor forma de dirigirse a él.
Después de haber comprobado lo difícil que le había resultado a Torres comunicarse con él desde el coche, el equipo había decidido basarse en una estrategia que consistía en dejar que fuera el teniente Jenkins quien hablara. A Torres le entró la risa.
—No sé si las interferencias las ha producido el que sea mujer o el que sea latina.
Winston Parnell era un hombre de gran tamaño, de casi dos metros de estatura y de más de cien kilos de peso. A Harry le bastaron unos minutos para darse cuenta de que la idea de que se trataba de un melón de pueblo quedaba bastante lejos de la realidad. El sheriff los recibió con la amabilidad propia de las ciudades pequeñas: les ofreció café y les indicó dónde se encontraban los baños. Mientras, aquellos ojos de mirada intensa se ocuparon en observar con atención. En un momento de silencio, se acercó a Harry y le preguntó:
—¿Cree usted que va a haber pelea en Oriente Medio?
Louis pidió permiso para hacer uso de la mesa del sheriff y colocar el portátil que Peter Spenser les había prestado. Parnell observó atentamente mientras el detective de Dallas introducía los datos de la limusina de Abruzzi y contrastaba la cobertura del GPS con un mapa topográfico del condado de Eldon. Ben señaló la ubicación del vehículo. El sheriff se inclinó, sentado cerno estaba en su silla de madera, para poder ver el mapa en la pequeña pantalla.
—Veamos, esto es el lago Dillo y aquí está el río. Si lo seguimos hasta este pequeño afluente de aquí…, parece que el coche que buscan se encuentra en la propiedad de uno de nuestros nuevos vecinos: el señor Vincent Cable.
Harry y Louis intercambiaron una mirada.
—¿Y qué puede contarnos sobre el señor Cable, sheriff? —preguntó Jenkins, Parnell se frotó la mandíbula y se rascó la perilla.
—Bueno, llegó aquí hace dos años y medio más o menos. Compró una casa que se había construido uno de esos magnates de la informática —pronunció «mannates»— de la zona de Austin —el sheriff movió la mano para rascarse la nariz—. Había escuchado la historia hacía tiempo. Este tipo, Mathis, lo perdió todo en algún tipo de absorción empresarial y acabó vendiendo la casa tirada de precio. Una soleada mañana —continuó—, el señor Vincent Cable apareció con tres o cuatro tiarrones que me llamaron la atención. Les hice una visita de cortesía, por supuesto, y ya de paso anoté los números de matrícula de todos los coches que vi. Aunque no sirvió de nada: eran todos alquilados —la mirada del sheriff se endureció—. Muy amablemente y de forma muy natural, les dejé claro que en el condado de Eldon no nos van los jaleos de las grandes urbes. Aquí hay alguna plantación de marihuana. Nada serio. Sólo para consumo personal. La gente como Agatha Carson necesita la hierba para aliviar el dolor y las náuseas que le produce el cáncer.
Parnell entrecerró los ojos por un instante y Harry creyó ver en ellos verdadera compasión.
En cuanto el sheriff notó su mirada, abrió de nuevo los ojos.
—Pero aquí no pasamos una que tenga que ver con ese cristal venenoso de alcohol de quemar. Y se lo expliqué al señor Cable, que me respondió que se hacía cargo. —Parnell cogió su sombrero y le quitó unas pelusas inexistentes—. Les comenté que a lo mejor él y sus acompañantes preferían hacer la compra en algún otro lugar porque probablemente no encontrarían en las pequeñas tiendas de los alrededores los productos de consumo que buscaban —sonrió con una expresión nada divertida—. El señor Cable me comprendió enseguida y ni él ni su gente nos molestan en absoluto. Vienen y se van —se puso de pie y se encajó el sombrero—. La verdad es que hasta ahora hemos disfrutado de una buena relación. Aun así, mentiría si les dijera que sentiría que abandonara el condado.
Se produjo un momento de silencio, como un pequeño homenaje que ofrecieran unos experimentados agentes de la ley al reconocer a uno de los suyos. Entonces Jenkins carraspeó para aclararse la garganta y comentó en un tono respetuoso:
—Sheriff, le agradeceríamos mucho que nos aconsejara sobre la mejor manera de acercarnos a la casa.
Parnell parpadeó encantado.
—Pues me alegro mucho de oír eso. Cuando la capitana Torres me llamó, no nos entendimos muy bien y pensé que ustedes querían que me mantuviera al margen.
Esta vez el silencio se hizo incómodo y fue el sheriff quien lo rompió:
—Bueno, yo creo que ya es hora de que les llevemos a visitar al señor Cable. ¿Qué les parece?
Harry estaba esperando en la puerta con Louis. En cuanto escucharon las palabras del sheriff se dieron la vuelta y salieron de la habitación. «______, ya voy. Espérame, cariño», pensó.
______ apretó los dientes cuando la vara de caña volvió a golpearle las nalgas.
—Mañana vas a estar llena de moratones, _______. Tengo que reconocer que me gusta lo de azotar a una gordita.
Ella lo oía jadear, pero no era capaz de saber si el resuello era fruto del cansancio o de la excitación.
—Con lo mullida que tienes la espalda —continuó Abruzzi—, no tengo que preocuparme por si te daño algún órgano. Lena es tan delgada y tan frágil… Nada que ver contigo, grandullona mía, preciosa amazona.
______ estaba de pie y descalza, inclinada sobre la parte de la camilla opuesta a la cabecera.
Los pechos, el estómago y el lado izquierdo de la cara estaban aplastados contra el colchón de plástico, mientras que los brazos le quedaban extendidos por encima de la cabeza, atados por las muñecas a unas cadenas de sujeción.
En comparación con la vez en que había estado maniatada a la barra de la ducha, esta experiencia no tenía nada de excitante ni de estimulante. Sudaba por todo el cuerpo, así que la piel se le pegaba aún más a la superficie de plástico. Y aquel sudor olía a miedo.
Después de que Gordon y Turner la ataran a la camilla, Abruzzi los había echado de la sala con la orden de que no lo molestaran. Él los llamaría cuando los necesitara, dijo.
Aunque Abruzzi no quedaba dentro de su campo de visión, ______ lo escuchaba moverse a su espalda por la habitación. Ahora silbaba de nuevo la melodía de Gilligan's Island y a ella le resultaba imposible relacionar aquella estúpida canción con la terrible situación en que se encontraba. Las palabras de la letra le atravesaban la mente mientras él continuaba cantando:
«Now sit right back and you'll hear a tale…»
Abruzzi golpeó el trasero desnudo de ______, que se tensó sorprendida, y luego se echó a reír a carcajadas.
—Eres un poco saltarina, ________, ¿quieres más? —y se colocó para que lo viera—. Vas a ser un verdadero entretenimiento para mí. Nunca había tenido una sumisa gorda. Esas tetas enormes y ese culo blanco y ancho que tienes son una delicia. Esto va a ser divertido. ¿Te gustaría ser mi esclava doméstica? Podría dejarte encadenada aquí y venir a verte los fines de semana.
______ se dio cuenta, horrorizada, de que Abruzzi tenía una erección y cerró los ojos para tratar de no mirarla.
Él volvió a situarse tras ella. El sonido silbante de la vara atravesando el aire volvió a escucharse antes de que ______ sintiera el golpe en las nalgas. El dolor agudo que le infligió la hizo chillar, arquear la espalda y tensar los hombros.
—Abre los ojos —le ordenó él con un golpe—. No los cierres sin que yo te dé permiso. ¿Me has oído?
______ resopló, presa del estupor y de la rabila, e incapaz de creer que Abruzzi estuviera azotándola de verdad. El siguiente silbido la llevó a abrir los ojos y a quejarse.
—No, por favor —gritó.
Vale esa fue la maratón espero y la hayan disfrutado. Chicas lo lamento pero a la novela le quedan como 5 o 7 caps espero y esta nove les este gustando mucho porque el final es realmente H E R M O S O.
Mis mejores deseos para ustedes que pasen una Feliz Navidad y disfruten estas fiestas.
El grupo de Dallas encontró al sheriff sin problemas. Como en la mayoría de las ciudades cabeza de partido en Texas, Travis contaba con una plaza mayor enfrente de los tribunales, tras los cuales, en este caso, se situaba el despacho con su propia entrada.
Antes de acceder al edificio, habían hablado sobre cuál sería la mejor forma de dirigirse a él.
Después de haber comprobado lo difícil que le había resultado a Torres comunicarse con él desde el coche, el equipo había decidido basarse en una estrategia que consistía en dejar que fuera el teniente Jenkins quien hablara. A Torres le entró la risa.
—No sé si las interferencias las ha producido el que sea mujer o el que sea latina.
Winston Parnell era un hombre de gran tamaño, de casi dos metros de estatura y de más de cien kilos de peso. A Harry le bastaron unos minutos para darse cuenta de que la idea de que se trataba de un melón de pueblo quedaba bastante lejos de la realidad. El sheriff los recibió con la amabilidad propia de las ciudades pequeñas: les ofreció café y les indicó dónde se encontraban los baños. Mientras, aquellos ojos de mirada intensa se ocuparon en observar con atención. En un momento de silencio, se acercó a Harry y le preguntó:
—¿Cree usted que va a haber pelea en Oriente Medio?
Louis pidió permiso para hacer uso de la mesa del sheriff y colocar el portátil que Peter Spenser les había prestado. Parnell observó atentamente mientras el detective de Dallas introducía los datos de la limusina de Abruzzi y contrastaba la cobertura del GPS con un mapa topográfico del condado de Eldon. Ben señaló la ubicación del vehículo. El sheriff se inclinó, sentado cerno estaba en su silla de madera, para poder ver el mapa en la pequeña pantalla.
—Veamos, esto es el lago Dillo y aquí está el río. Si lo seguimos hasta este pequeño afluente de aquí…, parece que el coche que buscan se encuentra en la propiedad de uno de nuestros nuevos vecinos: el señor Vincent Cable.
Harry y Louis intercambiaron una mirada.
—¿Y qué puede contarnos sobre el señor Cable, sheriff? —preguntó Jenkins, Parnell se frotó la mandíbula y se rascó la perilla.
—Bueno, llegó aquí hace dos años y medio más o menos. Compró una casa que se había construido uno de esos magnates de la informática —pronunció «mannates»— de la zona de Austin —el sheriff movió la mano para rascarse la nariz—. Había escuchado la historia hacía tiempo. Este tipo, Mathis, lo perdió todo en algún tipo de absorción empresarial y acabó vendiendo la casa tirada de precio. Una soleada mañana —continuó—, el señor Vincent Cable apareció con tres o cuatro tiarrones que me llamaron la atención. Les hice una visita de cortesía, por supuesto, y ya de paso anoté los números de matrícula de todos los coches que vi. Aunque no sirvió de nada: eran todos alquilados —la mirada del sheriff se endureció—. Muy amablemente y de forma muy natural, les dejé claro que en el condado de Eldon no nos van los jaleos de las grandes urbes. Aquí hay alguna plantación de marihuana. Nada serio. Sólo para consumo personal. La gente como Agatha Carson necesita la hierba para aliviar el dolor y las náuseas que le produce el cáncer.
Parnell entrecerró los ojos por un instante y Harry creyó ver en ellos verdadera compasión.
En cuanto el sheriff notó su mirada, abrió de nuevo los ojos.
—Pero aquí no pasamos una que tenga que ver con ese cristal venenoso de alcohol de quemar. Y se lo expliqué al señor Cable, que me respondió que se hacía cargo. —Parnell cogió su sombrero y le quitó unas pelusas inexistentes—. Les comenté que a lo mejor él y sus acompañantes preferían hacer la compra en algún otro lugar porque probablemente no encontrarían en las pequeñas tiendas de los alrededores los productos de consumo que buscaban —sonrió con una expresión nada divertida—. El señor Cable me comprendió enseguida y ni él ni su gente nos molestan en absoluto. Vienen y se van —se puso de pie y se encajó el sombrero—. La verdad es que hasta ahora hemos disfrutado de una buena relación. Aun así, mentiría si les dijera que sentiría que abandonara el condado.
Se produjo un momento de silencio, como un pequeño homenaje que ofrecieran unos experimentados agentes de la ley al reconocer a uno de los suyos. Entonces Jenkins carraspeó para aclararse la garganta y comentó en un tono respetuoso:
—Sheriff, le agradeceríamos mucho que nos aconsejara sobre la mejor manera de acercarnos a la casa.
Parnell parpadeó encantado.
—Pues me alegro mucho de oír eso. Cuando la capitana Torres me llamó, no nos entendimos muy bien y pensé que ustedes querían que me mantuviera al margen.
Esta vez el silencio se hizo incómodo y fue el sheriff quien lo rompió:
—Bueno, yo creo que ya es hora de que les llevemos a visitar al señor Cable. ¿Qué les parece?
Harry estaba esperando en la puerta con Louis. En cuanto escucharon las palabras del sheriff se dieron la vuelta y salieron de la habitación. «______, ya voy. Espérame, cariño», pensó.
______ apretó los dientes cuando la vara de caña volvió a golpearle las nalgas.
—Mañana vas a estar llena de moratones, _______. Tengo que reconocer que me gusta lo de azotar a una gordita.
Ella lo oía jadear, pero no era capaz de saber si el resuello era fruto del cansancio o de la excitación.
—Con lo mullida que tienes la espalda —continuó Abruzzi—, no tengo que preocuparme por si te daño algún órgano. Lena es tan delgada y tan frágil… Nada que ver contigo, grandullona mía, preciosa amazona.
______ estaba de pie y descalza, inclinada sobre la parte de la camilla opuesta a la cabecera.
Los pechos, el estómago y el lado izquierdo de la cara estaban aplastados contra el colchón de plástico, mientras que los brazos le quedaban extendidos por encima de la cabeza, atados por las muñecas a unas cadenas de sujeción.
En comparación con la vez en que había estado maniatada a la barra de la ducha, esta experiencia no tenía nada de excitante ni de estimulante. Sudaba por todo el cuerpo, así que la piel se le pegaba aún más a la superficie de plástico. Y aquel sudor olía a miedo.
Después de que Gordon y Turner la ataran a la camilla, Abruzzi los había echado de la sala con la orden de que no lo molestaran. Él los llamaría cuando los necesitara, dijo.
Aunque Abruzzi no quedaba dentro de su campo de visión, ______ lo escuchaba moverse a su espalda por la habitación. Ahora silbaba de nuevo la melodía de Gilligan's Island y a ella le resultaba imposible relacionar aquella estúpida canción con la terrible situación en que se encontraba. Las palabras de la letra le atravesaban la mente mientras él continuaba cantando:
«Now sit right back and you'll hear a tale…»
Abruzzi golpeó el trasero desnudo de ______, que se tensó sorprendida, y luego se echó a reír a carcajadas.
—Eres un poco saltarina, ________, ¿quieres más? —y se colocó para que lo viera—. Vas a ser un verdadero entretenimiento para mí. Nunca había tenido una sumisa gorda. Esas tetas enormes y ese culo blanco y ancho que tienes son una delicia. Esto va a ser divertido. ¿Te gustaría ser mi esclava doméstica? Podría dejarte encadenada aquí y venir a verte los fines de semana.
______ se dio cuenta, horrorizada, de que Abruzzi tenía una erección y cerró los ojos para tratar de no mirarla.
Él volvió a situarse tras ella. El sonido silbante de la vara atravesando el aire volvió a escucharse antes de que ______ sintiera el golpe en las nalgas. El dolor agudo que le infligió la hizo chillar, arquear la espalda y tensar los hombros.
—Abre los ojos —le ordenó él con un golpe—. No los cierres sin que yo te dé permiso. ¿Me has oído?
______ resopló, presa del estupor y de la rabila, e incapaz de creer que Abruzzi estuviera azotándola de verdad. El siguiente silbido la llevó a abrir los ojos y a quejarse.
—No, por favor —gritó.
Vale esa fue la maratón espero y la hayan disfrutado. Chicas lo lamento pero a la novela le quedan como 5 o 7 caps espero y esta nove les este gustando mucho porque el final es realmente H E R M O S O.
Mis mejores deseos para ustedes que pasen una Feliz Navidad y disfruten estas fiestas.
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Feliz Navidad igualmente, esta hermosa esta novela<3
ShaniaPérez
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
yasmari vas happenin escribió:holaa
que vueno que subistes cap
disculpa la pregunta pero esquer esta nove me encanta y me gustaria saber como se llama el libro de donde la adaptaste claro si se puede si no tranquila
Hola linda(:
Antes que nada muchas gracias por leer esta novela creeme cuando la subí yo pensaba que nadie la iba a leer pero mirame tengo 10808 visitas Uau. Y respondiendo a tu pregunta la novela no es de ningún libro ni nada es hecha con imaginación :)x
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Unicornio Horan escribió:yasmari vas happenin escribió:holaa
que vueno que subistes cap
disculpa la pregunta pero esquer esta nove me encanta y me gustaria saber como se llama el libro de donde la adaptaste claro si se puede si no tranquila
Hola linda(:
Antes que nada muchas gracias por leer esta novela creeme cuando la subí yo pensaba que nadie la iba a leer pero mirame tengo 10808 visitas Uau. Y respondiendo a tu pregunta la novela no es de ningún libro ni nada es hecha con imaginación :)x
waow te admirado jure que era de un libro tienes una imajinacion super linda
amo esta novela me encanta la forma en que escribes
besitos
moustache liuba
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
DIOS! como esta la cosa, espero que Harry llege pronto a por Rayisss o si no sufriraaa y eso no molaaa :( Siguelaaa y que la saque de la cueva del lobo
Neves
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
jhsadhgafs
pobreeee ________
Harryyy llegaaaaa rapidooooooo
:O faltaaan pociiitos capitulossssssss
estaa novelaa me haa encantadooo
siguelaaaa
prontooo
y me olvidabaaa FELIZ NAVIDAD!! =)
___________________________________
MI HERMANASTRO *ZAYN MALIK Y TU*
https://onlywn.activoforo.com/t20470-mi-hermanastro-zayn-y-tu#1240851
MI ARDIENTE TENTACION 'HOT' *LIAM PAYNE Y TU*
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pobreeee ________
Harryyy llegaaaaa rapidooooooo
:O faltaaan pociiitos capitulossssssss
estaa novelaa me haa encantadooo
siguelaaaa
prontooo
y me olvidabaaa FELIZ NAVIDAD!! =)
___________________________________
PASENSE POR MIS NOVELAS:
MI HERMANASTRO *ZAYN MALIK Y TU*
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karencita_mb
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Omg, ame el maratón. No quiero que la nove termine :c
Feliz Navidad!
Feliz Navidad!
Dilingdingdong
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Chicaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas.
No me gusta hacer esto pero en realidad lo necesito. Podrían darle 'Like' a esta pagína {Es Mía} me encantaria que le dieran like porque tenemos como 3 novelas y nadie le da like. Además se que no tenemos tantos 'Likes' pero se puede mejorar no(?)
Muchas gracias por su atención. Xx
https://www.facebook.com/DirectionersDeMonterrey
No me gusta hacer esto pero en realidad lo necesito. Podrían darle 'Like' a esta pagína {Es Mía} me encantaria que le dieran like porque tenemos como 3 novelas y nadie le da like. Además se que no tenemos tantos 'Likes' pero se puede mejorar no(?)
Muchas gracias por su atención. Xx
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Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Linda:
Me estas dejando con la intriga
Quiero capitulo pronto o morire
Tienes que entender que tu nove se hizo adiccion en mi
Si no la sigues me vere obligada a ir a tu casa y asustarte en la noche
En fin, tienes que:
S
E
G
U
I
R
L
A
P
R
O
N
T
O
Me estas dejando con la intriga
Quiero capitulo pronto o morire
Tienes que entender que tu nove se hizo adiccion en mi
Si no la sigues me vere obligada a ir a tu casa y asustarte en la noche
En fin, tienes que:
S
E
G
U
I
R
L
A
P
R
O
N
T
O
Bianch
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Siguelaaaaaaaaaaaaaaaa! Siguelaaaaaaaaaaaaaa! te amooooooooooo! Te amooooooooooooo! Felíz Navidaaaaaaaaaaaaad! Felíz Navidaaaaaaaaaaaaaa!
Hohohohooooooooooooooo! Hohohohoooooooooooooooo! Kisseeeeeeeeeees! Kisseeeeeeeeeeeees! Te quieroooooooooooooooooo! Te quierooooooooooooo! De dónde ereseeeeeeeeeeee? Yo de Méxicoooooooooooo! Ok, me vooooooooooooooooooooy!
Hohohohooooooooooooooo! Hohohohoooooooooooooooo! Kisseeeeeeeeeees! Kisseeeeeeeeeeeees! Te quieroooooooooooooooooo! Te quierooooooooooooo! De dónde ereseeeeeeeeeeee? Yo de Méxicoooooooooooo! Ok, me vooooooooooooooooooooy!
Fery.
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
oh dios mio esto esta genial
¿con que la golpeara?
¿harry la salvara antes de su sufrimiento?
dios me como las uñas, esta increhible, siquela!!!
¿con que la golpeara?
¿harry la salvara antes de su sufrimiento?
dios me como las uñas, esta increhible, siquela!!!
kathy styles
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