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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
adsasdaadadaad mori y revivi en la misma asadadaasdsa qiero violar a todos arre jaja muy buena seguilaaa
Lucy Styles
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
awwwwwww ame el maraton
ese harry
y encuanto el otro que miedo
ese harry
y encuanto el otro que miedo
ivette gone
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
auwwwwwww a hora si se esta poniendo fea la cosa :twisted: abruzzy si que es malo me das m,iedo tn tienes que decirle a harry lo de abruzzy pd siguela me encanta esta novela
moustache liuba
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Capitulo 8 {Cuarta Parte}.
—Suena de cine. Si tienes una plancha, yo me encargo de preparar la carne.
—Estupendo, ya la tengo adobada —luego dudó un instante. Tenía una parrilla de gas en el armario del balcón, pero no quería que Abruzzi pudiera verlos desde su ático—. Hay una barbacoa de carbón en la terraza del edificio. Uno de los vecinos la compró para que la usáramos todos. También hay una mesa y unas sillas.
—Fenomenal, ¿tienes carbón?
—Sí, está en la despensa, al lado del líquido para encender el fuego —indicó de camino a la cocina.
Harry la cogió de la cintura e hizo que ______ se volviera para mirarlo.
—¿Me haces un favor?
—Depende de qué se trate —respondió ella antes de esbozar una pequeña sonrisa.
—No lleves puesta ropa interior.
—¡Eres un pervertido! —______ protestó con un gesto exagerado—. Lo sabes, ¿verdad?
—Sí, pero soy tu pervertido —respondió él después de darle un beso en la frente. Luego añadió—: Voy encendiendo el fuego.
______ continuaba mirándolo fijamente cuando, de repente, se dio cuenta de que seguía sonriendo. Meneó la cabeza y salió de la cocina. En el dormitorio, se desnudó para quitarse el body que Harry le había regalado. Se miró al espejo y se sorprendió de lo diferente que se veía desde hacía unos días. El cuerpo que observaba era el mismo que, redondeado y carnoso, había visto en el reflejo hacía cuatro días, sí, y, sin embargo, segura ahora de su atractivo, ______ sentía que aquellos kilos de más no le importaban tanto. «Bueno, sí me molestan, pero no como antes.
Puedo estar rellenita y ser sexy al mismo tiempo.» Se guiñó un ojo.
Durante la hora siguiente, ______ y Harry hicieron juntos la cena. Mientras esperaba a que él llegara del trabajo, ya había preparado el cóctel de gambas y la ensalada César, de modo que se limitó a organizar una cesta con el mantel, la comida, los platos, los vasos y los cubiertos. La subió a la terraza, donde Harry ya había encendido el fuego y se ocupaba de los filetes. Cuando por fin se sentaron a cenar, eran más de las diez.
—Vino —Harry levantó la copa y señaló las luces que brillaban en el centro de Dallas—, unas vistas preciosas y —brindó para ella— una mujer hermosa. ¿Hay algo más que se pueda pedir?
—Gracias —______ miró a su alrededor—. Es una noche muy bonita, ¿verdad?
La temperatura rondaba los veinte grados y el cielo estaba despejado. La luna llena iluminaba la terraza y se oía la música que provenía de la calle.
—¿Qué tal el día? —se interesó ______ al tiempo que pinchaba una hoja de lechuga.
—Frustrante. El equipo que sigue a Abruzzi lo ha perdido de vista esta tarde —Harry ignoró el cóctel de gambas y la ensalada para concentrarse en el filete.
—¿Y cómo lo han perdido? —a ______ le latía con fuerza el corazón.
—Por vagos. Yo vi que Abruzzi se preparaba para salir de casa y avisé por radio al equipo que estaba abajo. Mis dos compañeros esperaban que lo hiciera por el garaje, pero empleó la entrada principal. —Harry dudó antes de llevarse el tenedor a la boca—. Ha sido un error de principiantes. Tenemos instrucciones de cubrir todas las entradas del edificio. Les entró pereza a los de seguimiento —concluyó antes de, ahora sí, meterse el tenedor en la boca.
—¿Tú crees que Abruzzi sabe que están vigilándolo? —______ hizo esfuerzos por mantener una actitud calmada y no alterar el ritmo de la respiración.
Él negó con la cabeza y acabó de masticar.
—No, creemos que no. Se les ha escapado a los de abajo, eso es todo. El conserje les dijo luego que lo había recogido un coche en la puerta.
Por temor a cruzar la mirada con él, ______ continuó observando la ensalada.
—¿Lo encontraremos después? Sí, aproximadamente una hora más tarde el coche lo dejó de nuevo en su casa. No sabemos adonde ha ido, aunque no puede haber sido muy lejos. —Harry cortó un trozo de grasa del filete.
«Cierto, sólo pasó por el supermercado para asustarme.» Incapaz de pensar en algo que responderle a Harry, ______ rezó para que dejara el tema y se dedicó a masticar con ganas un trozo de gamba.
—Estás preciosa, nena.
—¿Eh? —______ levantó los ojos para mirarlo.
—He dicho que estás preciosa.
—Y tú estás como una cabra —respondió meneando la cabeza.
—Sí, estoy loco, loco por ti. No tienes ni idea de lo caliente que me pone ese jersey que llevas.
Ella se miró el jersey negro y frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Porque era lo que llevabas el día en que te vi por primera vez. Sola en medio de la oscuridad, espiando.
—¿Te ponía verme así? —se extrañó. Luego dejó el tenedor en la mesa.
—Mucho. Me moría de ganas de tocarte.
A ______ se le quitó el apetito. Se echó hacia atrás sobre el respaldo y se agarró los pechos con las manos.
—¿Tocarme así?
Harry dejó sus cubiertos.
—Así exactamente.
Con los pechos aún en las manos, ella los levantó para frotarse los pezones con los pulgares.
—¿Te gusta ver cómo me toco?
Harry movió la silla para colocarse justo enfrente de ______, a unos centímetros de distancia.
—Quítate el jersey.
______ miró alrededor. El edificio en el que estaban era el más alto de todos los que había por la zona y el centro de Dallas quedaba a varios kilómetros de distancia. Desde allí no podía saber, ni le importaba, si algún miembro del personal de limpieza de algún lejano rascacielos o alguien que se hubiera quedado trabajando hasta tarde en el despacho podía verlos. Se humedeció los labios.
—Asegúrate de que la puerta de la terraza está cerrada con llave.
—Vamos, nena, no te preocupes por eso —rogó Harry mientras se pasaba las palmas de las manos por los vaqueros, como si estuviera secándoselas.
«Está sudando. Sí que lo he excitado, sí.» ______ cayó en la cuenta de que lo de no cerrar la puerta aumentaba las posibilidades de que los pillaran y aquel lio hacía que aumentara su excitación.
—Voy a quedarme helada —argumentó, más por prolongar la espera que por discutir.
—Yo te calentaré, cielo, te lo prometo.
______ tomó el jersey por la parte de abajo y tiró él hasta sacárselo.
—¡Dios! —rugió Harry al ver sus pechos desnudos, al tiempo que estiraba las piernas.
______ se fijó en los músculos que se tensaban bajo los pantalones. Estaba cada vez más empalmado y la po.lla presionaba contra la tela.
—Te toca, vaquero. Bájate la cremallera —exigió, al dejar el jersey encima de la mesa.
El viento fresco de la noche le endureció los pezones, cada vez más arrugados.
Él trató de bajarse la cremallera con torpeza mientras ______ se desabrochaba los primeros botones de los pantalones.
—Dime qué es lo que sientes ahora, Harry.
—Siento que lo que tienes que hacer es abrir las piernas, nena.
—No, eso es lo que estás pensando —corrigió—. Dime lo que sientes —y para animarlo, separó los muslos.
—Siento que me gustaría ver cómo te tocas —rectificó él mientras elevaba las caderas para liberarse la po.lla, aún prisionera en la bragueta. El miembro apareció como un mástil, apuntando hacia ______, que se rió.
—No, Harry. Piensas que quieres ver cómo me toco. ¿Qué es lo que sientes?
—Joder, ______. Deja ya de hacer ejercicios de sociología y frótate el sexo para mí —bramó excitado.
Aquel tono de ofensa le resultó divertido a ______, que se metió la mano por la abertura de los pantalones. Se acarició el pubis y enseguida se sintió correspondida por una oleada de calor que la recorrió del vientre a la vagina. Aunque ya había oído a Harry masturbándose durante las conversaciones sexuales por teléfono, era la primera vez que lo veía empuñarse la po.lla y sacudírsela a ritmo lento. Verlo con la mano alrededor del miembro hizo que se excitara más.
—¿Qué es lo que sientes tú, ______? —preguntó Harry ahora.
—Me siento caliente, y sexy, y encantada de haber metido el bote de nata montada en la cesta —respondió. Se encontró el clítoris con los dedos: el pequeño órgano ya estaba tenso.
—¿Nata montada? —a Harry le brillaron los ojos—. Eres una chica mala —la regañó, mientras empezaba a mover la mano a un ritmo más rápido.
—Sí, pero soy tu chica mala.
Harry se humedeció los labios con la lengua.
—Me gustaría verte las tetas cubiertas de nata montada.
—Sólo si me las limpias a lametazos.
—Te lo juro. ¿Estás frotándote el clítoris?
—Aja —respondió extasiada—. Esto es un gustazo.
—¿Puedes correrte mientras te miro?
—No lo sé. A lo mejor.
Ver a Harry mirarla con los ojos ardientes aumentó su excitación y empezó a mover los dedos más rápido.
Ambos se provocaron el mismo deseo, las mismas ganas. ______ no sabía qué era lo que tenía Harry, pero aquel hombre, aquel poli, le llegaba muy hondo. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones.
—Eso es, cielo —la animó Harry—. Córrete para mí, quiero ver cómo te corres para mí. Y —así de fácil— ______ alcanzó su orgasmo.
—Suena de cine. Si tienes una plancha, yo me encargo de preparar la carne.
—Estupendo, ya la tengo adobada —luego dudó un instante. Tenía una parrilla de gas en el armario del balcón, pero no quería que Abruzzi pudiera verlos desde su ático—. Hay una barbacoa de carbón en la terraza del edificio. Uno de los vecinos la compró para que la usáramos todos. También hay una mesa y unas sillas.
—Fenomenal, ¿tienes carbón?
—Sí, está en la despensa, al lado del líquido para encender el fuego —indicó de camino a la cocina.
Harry la cogió de la cintura e hizo que ______ se volviera para mirarlo.
—¿Me haces un favor?
—Depende de qué se trate —respondió ella antes de esbozar una pequeña sonrisa.
—No lleves puesta ropa interior.
—¡Eres un pervertido! —______ protestó con un gesto exagerado—. Lo sabes, ¿verdad?
—Sí, pero soy tu pervertido —respondió él después de darle un beso en la frente. Luego añadió—: Voy encendiendo el fuego.
______ continuaba mirándolo fijamente cuando, de repente, se dio cuenta de que seguía sonriendo. Meneó la cabeza y salió de la cocina. En el dormitorio, se desnudó para quitarse el body que Harry le había regalado. Se miró al espejo y se sorprendió de lo diferente que se veía desde hacía unos días. El cuerpo que observaba era el mismo que, redondeado y carnoso, había visto en el reflejo hacía cuatro días, sí, y, sin embargo, segura ahora de su atractivo, ______ sentía que aquellos kilos de más no le importaban tanto. «Bueno, sí me molestan, pero no como antes.
Puedo estar rellenita y ser sexy al mismo tiempo.» Se guiñó un ojo.
Durante la hora siguiente, ______ y Harry hicieron juntos la cena. Mientras esperaba a que él llegara del trabajo, ya había preparado el cóctel de gambas y la ensalada César, de modo que se limitó a organizar una cesta con el mantel, la comida, los platos, los vasos y los cubiertos. La subió a la terraza, donde Harry ya había encendido el fuego y se ocupaba de los filetes. Cuando por fin se sentaron a cenar, eran más de las diez.
—Vino —Harry levantó la copa y señaló las luces que brillaban en el centro de Dallas—, unas vistas preciosas y —brindó para ella— una mujer hermosa. ¿Hay algo más que se pueda pedir?
—Gracias —______ miró a su alrededor—. Es una noche muy bonita, ¿verdad?
La temperatura rondaba los veinte grados y el cielo estaba despejado. La luna llena iluminaba la terraza y se oía la música que provenía de la calle.
—¿Qué tal el día? —se interesó ______ al tiempo que pinchaba una hoja de lechuga.
—Frustrante. El equipo que sigue a Abruzzi lo ha perdido de vista esta tarde —Harry ignoró el cóctel de gambas y la ensalada para concentrarse en el filete.
—¿Y cómo lo han perdido? —a ______ le latía con fuerza el corazón.
—Por vagos. Yo vi que Abruzzi se preparaba para salir de casa y avisé por radio al equipo que estaba abajo. Mis dos compañeros esperaban que lo hiciera por el garaje, pero empleó la entrada principal. —Harry dudó antes de llevarse el tenedor a la boca—. Ha sido un error de principiantes. Tenemos instrucciones de cubrir todas las entradas del edificio. Les entró pereza a los de seguimiento —concluyó antes de, ahora sí, meterse el tenedor en la boca.
—¿Tú crees que Abruzzi sabe que están vigilándolo? —______ hizo esfuerzos por mantener una actitud calmada y no alterar el ritmo de la respiración.
Él negó con la cabeza y acabó de masticar.
—No, creemos que no. Se les ha escapado a los de abajo, eso es todo. El conserje les dijo luego que lo había recogido un coche en la puerta.
Por temor a cruzar la mirada con él, ______ continuó observando la ensalada.
—¿Lo encontraremos después? Sí, aproximadamente una hora más tarde el coche lo dejó de nuevo en su casa. No sabemos adonde ha ido, aunque no puede haber sido muy lejos. —Harry cortó un trozo de grasa del filete.
«Cierto, sólo pasó por el supermercado para asustarme.» Incapaz de pensar en algo que responderle a Harry, ______ rezó para que dejara el tema y se dedicó a masticar con ganas un trozo de gamba.
—Estás preciosa, nena.
—¿Eh? —______ levantó los ojos para mirarlo.
—He dicho que estás preciosa.
—Y tú estás como una cabra —respondió meneando la cabeza.
—Sí, estoy loco, loco por ti. No tienes ni idea de lo caliente que me pone ese jersey que llevas.
Ella se miró el jersey negro y frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Porque era lo que llevabas el día en que te vi por primera vez. Sola en medio de la oscuridad, espiando.
—¿Te ponía verme así? —se extrañó. Luego dejó el tenedor en la mesa.
—Mucho. Me moría de ganas de tocarte.
A ______ se le quitó el apetito. Se echó hacia atrás sobre el respaldo y se agarró los pechos con las manos.
—¿Tocarme así?
Harry dejó sus cubiertos.
—Así exactamente.
Con los pechos aún en las manos, ella los levantó para frotarse los pezones con los pulgares.
—¿Te gusta ver cómo me toco?
Harry movió la silla para colocarse justo enfrente de ______, a unos centímetros de distancia.
—Quítate el jersey.
______ miró alrededor. El edificio en el que estaban era el más alto de todos los que había por la zona y el centro de Dallas quedaba a varios kilómetros de distancia. Desde allí no podía saber, ni le importaba, si algún miembro del personal de limpieza de algún lejano rascacielos o alguien que se hubiera quedado trabajando hasta tarde en el despacho podía verlos. Se humedeció los labios.
—Asegúrate de que la puerta de la terraza está cerrada con llave.
—Vamos, nena, no te preocupes por eso —rogó Harry mientras se pasaba las palmas de las manos por los vaqueros, como si estuviera secándoselas.
«Está sudando. Sí que lo he excitado, sí.» ______ cayó en la cuenta de que lo de no cerrar la puerta aumentaba las posibilidades de que los pillaran y aquel lio hacía que aumentara su excitación.
—Voy a quedarme helada —argumentó, más por prolongar la espera que por discutir.
—Yo te calentaré, cielo, te lo prometo.
______ tomó el jersey por la parte de abajo y tiró él hasta sacárselo.
—¡Dios! —rugió Harry al ver sus pechos desnudos, al tiempo que estiraba las piernas.
______ se fijó en los músculos que se tensaban bajo los pantalones. Estaba cada vez más empalmado y la po.lla presionaba contra la tela.
—Te toca, vaquero. Bájate la cremallera —exigió, al dejar el jersey encima de la mesa.
El viento fresco de la noche le endureció los pezones, cada vez más arrugados.
Él trató de bajarse la cremallera con torpeza mientras ______ se desabrochaba los primeros botones de los pantalones.
—Dime qué es lo que sientes ahora, Harry.
—Siento que lo que tienes que hacer es abrir las piernas, nena.
—No, eso es lo que estás pensando —corrigió—. Dime lo que sientes —y para animarlo, separó los muslos.
—Siento que me gustaría ver cómo te tocas —rectificó él mientras elevaba las caderas para liberarse la po.lla, aún prisionera en la bragueta. El miembro apareció como un mástil, apuntando hacia ______, que se rió.
—No, Harry. Piensas que quieres ver cómo me toco. ¿Qué es lo que sientes?
—Joder, ______. Deja ya de hacer ejercicios de sociología y frótate el sexo para mí —bramó excitado.
Aquel tono de ofensa le resultó divertido a ______, que se metió la mano por la abertura de los pantalones. Se acarició el pubis y enseguida se sintió correspondida por una oleada de calor que la recorrió del vientre a la vagina. Aunque ya había oído a Harry masturbándose durante las conversaciones sexuales por teléfono, era la primera vez que lo veía empuñarse la po.lla y sacudírsela a ritmo lento. Verlo con la mano alrededor del miembro hizo que se excitara más.
—¿Qué es lo que sientes tú, ______? —preguntó Harry ahora.
—Me siento caliente, y sexy, y encantada de haber metido el bote de nata montada en la cesta —respondió. Se encontró el clítoris con los dedos: el pequeño órgano ya estaba tenso.
—¿Nata montada? —a Harry le brillaron los ojos—. Eres una chica mala —la regañó, mientras empezaba a mover la mano a un ritmo más rápido.
—Sí, pero soy tu chica mala.
Harry se humedeció los labios con la lengua.
—Me gustaría verte las tetas cubiertas de nata montada.
—Sólo si me las limpias a lametazos.
—Te lo juro. ¿Estás frotándote el clítoris?
—Aja —respondió extasiada—. Esto es un gustazo.
—¿Puedes correrte mientras te miro?
—No lo sé. A lo mejor.
Ver a Harry mirarla con los ojos ardientes aumentó su excitación y empezó a mover los dedos más rápido.
Ambos se provocaron el mismo deseo, las mismas ganas. ______ no sabía qué era lo que tenía Harry, pero aquel hombre, aquel poli, le llegaba muy hondo. Cerró los ojos y se dejó llevar por las sensaciones.
—Eso es, cielo —la animó Harry—. Córrete para mí, quiero ver cómo te corres para mí. Y —así de fácil— ______ alcanzó su orgasmo.
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
me encanto el cap siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
moustache liuba
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
hfstyaash
loveeeee ittttttttttttt!!!!
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaa
___________________________________
PASENSE POR MI NOVELA
MI HERMANASTRO *ZAYN MALIK Y TU*
https://onlywn.activoforo.com/t20470-mi-hermanastro-zayn-y-tu#1240851
loveeeee ittttttttttttt!!!!
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PASENSE POR MI NOVELA
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karencita_mb
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Sigueeeeelaaaaaaaaaa! Amo tus novelasss! vxwbdjdgh! Me estás matando mujeeeeeeeeer!
Fery.
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
kjskajjskjas oh dios, que cap!
siguela pronto!
siguela pronto!
Dilingdingdong
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Vale, se que me tarde mucho en subir capitulo pero las recompensare mañana lindas :)x.
Capítulo 8 {Quinta parte}.
El martes por la tarde, ______ se encontraba a la entrada de un piso al sur de la ciudad hablando con una anciana.
—Gracias, señora Prudie. La veré, entonces, el catorce de noviembre.
—Gracias a ti, ______. Aquí estaré esperándote.
Prudie Collíns, negra, alta y delgada, llevaba dibujados en la cara los años de trabajo duro en puestos de salario mínimo. Era una de las personas favoritas de ______: una mujer que había sobrevivido a dos maridos y que había logrado sacar adelante, si bien con mano dura, a cinco hijos. Ahora, matriarca de una enorme familia, contaba con trece nietos, cuarenta y dos biznietos y dos tataranietos. A pesar de cargar a sus espaldas ochenta años ya y aunque el cáncer estuviera devorándole lentamente los órganos, la anciana continuaba cuidando de su familia. Había asumido la tutela de tres de sus biznietos cuando la madre de éstos había muerto asesinada en un atraco a mano armada en la tienda de ultramarinos en la que trabajaba.
Ocupada como estaba en organizado todo para que las tres criaturas quedaran protegidas cuando ella ya no estuviera allí, Prudie Williams no tenía tiempo para lamentarse de los dolores que sufría o de la mala suerte que había tenido. El cáncer no había conseguido que se doblegara ni robarle aquella discreta dignidad que tanto admiraba ______.
Las dos mujeres se despidieron en medio de los edificios de protección oficial situados en la calle Hatcher. Se trataba de bloques de ladrillos, de dos y tres pisos, alineados a ambos lados del bulevar que se extendía al este del recinto ferial del estado de Texas.
La primera vez que ______ había visitado la calle Hatcher, hacía unos tres años, se había detenido en la comisaría que había por allí. El agente con quien había estado charlando le había sugerido que se acostumbrara a pasar siempre por allí antes de acceder a los pisos de protección para que la policía pudiera estar al tanto mientras ella trabajaba. Y aunque al principio había seguido aquella recomendación, ______ había tardado poco en aprender a oler los problemas y a arreglárselas para no acabar siendo víctima de algún delito. Nunca llevaba bolso ni lucía joyas cuando visitaba aquellos edificios. Siempre iba con el móvil a mano y dejaba programada la marcación rápida del número de la comisaría por si acaso.
Tras despedirse de Prudie, echó a andar hacia su Buick, que había dejado aparcado en Park Avenue. No había avanzado siquiera unos pasos cuando se dio cuenta de que algo iba mal. Los niños pequeños que al llegar había visto jugar en los parterres situados entre la acera y la pared de ladrillo de la casa habían desaparecido. Más aún, no había niños a la vista, algo bastante inusual en una cálida y preciosa tarde del mes de octubre. Los chicos de los pisos de protección contaban con un sexto sentido para el peligro y desaparecían en cuanto ocurría cualquier cosa.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Algo iba mal, muy mal. Se contuvo ante la tentación de echar a correr hacia su coche y observó cuidadosamente la calle y los edificios de su alrededor.
Allí mismo, estacionado en la concurrida calle, detrás de su Buick, divisó un Cadillac negro de un modelo antiguo. El coche estaba impoluto y llevaba las ventanas tintadas. Aunque desde donde ______ estaba le resultaba imposible saber si había alguien dentro del vehículo, estaba claro que aquel Cadillac no era del barrio. Abruzzi.
______ se dio la vuelta girando sobre sus tacones y se dirigió de inmediato hacia el piso de Prudie. Llamaría a la policía desde allí. No había dado ni dos pasos cuando dos hombres la tomaron por los brazos —uno por cada lado—. A ______ se le cayó al suelo la carpeta.
—Vamos, preciosa. Hay alguien que quiere hablar contigo —los dos tiarrones la forzaron a ir hacia el coche negro.
______ gritó tan alto como pudo. Una mano rolliza le tapó la boca y los dos hombres la llevaron hasta el Cadillac a empujones.
—Oye, pero ¿qué hacen ahí? —la voz de ultratumba parecía proceder de ninguna parte.
Los hombres que sostenían a ______ dudaron un momento. El más alto la empujó hacia el otro, que la tomó por los hombros y la introdujo en el coche. Ella estiró las piernas de modo que los pies quedaron ejerciendo presión contra el lateral del asiento de al lado del conductor y apretó las rodillas. El hombre que trataba de meterla en el coche maldijo en alto, a pesar de lo cual no logró hacer palanca para mover a ______. Le colocó la mano izquierda en el hombro mientras intentaba colocarla para que entrara en el vehículo.
______ volvió la cabeza para morderle la mano. Los dientes perforaron la piel y se llevaron un trozo de carne al tirar. El hombre gritó de dolor y dejó caer a ______, que se desplomó contra el bordillo y se golpeó en la rabadilla. Se puso de rodillas con esfuerzo y probó a caminar a gatas. El sabor de la sangre le llenaba la boca
______ giró de nuevo a la derecha en dirección a la avenida Spring. Conducía como si llevara activado el piloto automático: tomó el camino que la llevaba de vuelta al centro de Dallas.
Asustada ante la idea de que alguien —ya fuera la policía o los hombres de Abruzzi— estuviera siguiéndola, miraba continuamente por los espejos retrovisores.
«Esta bien, necesito pensar con calma en todo esto. Abruzzi ha intentado secuestrarme en medio de la calle y a plena luz del día. Si lo ha hecho una vez, puede volver a hacerlo. No puedo irme a casa», se dijo.
Le costaba hacerse a la idea del descaro con que Abruzzi se saltaba las normas. «Sabía que era un narcisista, pero ¿esto? No hay quien pueda predecir lo que vendrá después. Tengo que contarle todo lo ocurrido a Harry. No tengo elección.»
Miró el reloj del salpicadero: eran las dos y media. Los hombres de Abruzzi debían de haberla seguido hasta la casa de Prudie. Aquello significaba que, además de saber dónde vivía, ahora también sabían dónde trabajaba. No podía volver ni a su piso, ni a la oficina. «¿Y qué hago? —se preguntó—. No tengas miedo, __________ Piensa.» Se detuvo en un semáforo. «Lo primero es lo primero. Llama a la oficina para decirles que no te encuentras bien y que te vas a casa.» ______ localizó el móvil e hizo la llamada.
«Y, ahora, ¿qué?» El semáforo se puso en verde. Sin embargo, ______ no sabía adonde dirigirse. «¿Llamo a Harry? ¿Y qué hago? ¿Se lo cuento todo mientras está en el trabajo? No, no puedo; no mientras esté en su turno.» El coche que había detrás de ella tocó el claxon. ______ aceleró y condujo de vuelta a Dallas.
«Tengo que encontrar algún sitio en el que esconderme, algún sitio en el que pueda pedirle a Harry que quede conmigo para poder contárselo todo.» Tomó el desvío que llevaba al centro.
Al igual que la mayoría de los habitantes de Dallas, solía admirar con orgullo los luminosos rascacielos de la ciudad. Aquella tarde, sin embargo, el nerviosismo le impedía apreciar aquel imponente conjunto arquitectónico.
«No puedo ir a casa. No puedo ir al trabajo. No me atrevo a ir a casa de mi madre. ¿Y si Abruzzi sabe dónde vive? Quizá debería quedarme en un hotel.»
Delante de ______ apareció un cartel que indicaba la dirección hacia Oak Cliff y que le llamó la atención. «¡Oak Cliff! Claro, puedo ir a casa de Leah.»
Cuando Leah Reece lanzó su revista electrónica, la oficina central de Heat existía únicamente en la realidad virtual. El personal trabajaba disperso por la ciudad de modo que las reuniones se celebraban on-line o por teléfono. Tras un año de cuentas favorables con la revista en funcionamiento, Leah le había pedido a Dora que le buscara un local donde instalar las oficinas.
Aunque Heat era una publicación electrónica, Leah quería buscar la sinergia que surge cuando el personal creativo trabaja junto y en equipo.
Dora le había encontrado un edificio de ladrillo de cuatro pisos en Oak Cliff, una zona deprimida del sur de la ciudad que estaba aburguesándose. Leah había comprado la propiedad por el aqui Esta bien a nada y había acabado gastándose una fortuna en las reformas. Una de las cosas en las que invirtió más dinero fue en hacer diez habitaciones en el tercer piso para que el personal que tuviera que quedarse en la oficina para cumplir plazos tuviera un sitio donde descansar y dormir un rato. Los dormitorios contaban con una cocina completa y servicio de limpieza.
Cuando inauguraron el edificio, el Dallas Moming News publicó un artículo sobre Heat y el personal de jóvenes troyanos que hacía funcionar la revista. En él se hablaba extensamente del «lugar de trabajo-patio de recreo», como denominaban a las instalaciones del tercer piso del edificio de Leah, insinuando que se usaban más para echar polvos que para trabajar. Cuando pidieron a Leah unas declaraciones, ella —consciente del valor de la publicidad— respondió:
«Mientras Heat salga adelante, no pienso preocuparme de si mi equipo aprovecha para animarse un poco.»
Efectivamente, el artículo y el eco que éste produjo le proporcionaron a Leah unas cuantas entrevistas en la televisión nacional y sirvieron para que la revista llamara la atención del público.
______ marcó el número de la oficina central de Heat y esperó mientras la secretaria localizaba a su amiga.
—Hola, guapa —saludó Leah—, ¿qué tal todo?
—Estoy metida en un lío y necesito un sitio donde esconderme. ¿Puedo quedarme en una de las habitaciones del tercer piso durante un par de días?
Capítulo 8 {Quinta parte}.
El martes por la tarde, ______ se encontraba a la entrada de un piso al sur de la ciudad hablando con una anciana.
—Gracias, señora Prudie. La veré, entonces, el catorce de noviembre.
—Gracias a ti, ______. Aquí estaré esperándote.
Prudie Collíns, negra, alta y delgada, llevaba dibujados en la cara los años de trabajo duro en puestos de salario mínimo. Era una de las personas favoritas de ______: una mujer que había sobrevivido a dos maridos y que había logrado sacar adelante, si bien con mano dura, a cinco hijos. Ahora, matriarca de una enorme familia, contaba con trece nietos, cuarenta y dos biznietos y dos tataranietos. A pesar de cargar a sus espaldas ochenta años ya y aunque el cáncer estuviera devorándole lentamente los órganos, la anciana continuaba cuidando de su familia. Había asumido la tutela de tres de sus biznietos cuando la madre de éstos había muerto asesinada en un atraco a mano armada en la tienda de ultramarinos en la que trabajaba.
Ocupada como estaba en organizado todo para que las tres criaturas quedaran protegidas cuando ella ya no estuviera allí, Prudie Williams no tenía tiempo para lamentarse de los dolores que sufría o de la mala suerte que había tenido. El cáncer no había conseguido que se doblegara ni robarle aquella discreta dignidad que tanto admiraba ______.
Las dos mujeres se despidieron en medio de los edificios de protección oficial situados en la calle Hatcher. Se trataba de bloques de ladrillos, de dos y tres pisos, alineados a ambos lados del bulevar que se extendía al este del recinto ferial del estado de Texas.
La primera vez que ______ había visitado la calle Hatcher, hacía unos tres años, se había detenido en la comisaría que había por allí. El agente con quien había estado charlando le había sugerido que se acostumbrara a pasar siempre por allí antes de acceder a los pisos de protección para que la policía pudiera estar al tanto mientras ella trabajaba. Y aunque al principio había seguido aquella recomendación, ______ había tardado poco en aprender a oler los problemas y a arreglárselas para no acabar siendo víctima de algún delito. Nunca llevaba bolso ni lucía joyas cuando visitaba aquellos edificios. Siempre iba con el móvil a mano y dejaba programada la marcación rápida del número de la comisaría por si acaso.
Tras despedirse de Prudie, echó a andar hacia su Buick, que había dejado aparcado en Park Avenue. No había avanzado siquiera unos pasos cuando se dio cuenta de que algo iba mal. Los niños pequeños que al llegar había visto jugar en los parterres situados entre la acera y la pared de ladrillo de la casa habían desaparecido. Más aún, no había niños a la vista, algo bastante inusual en una cálida y preciosa tarde del mes de octubre. Los chicos de los pisos de protección contaban con un sexto sentido para el peligro y desaparecían en cuanto ocurría cualquier cosa.
Un escalofrío le recorrió la espalda. Algo iba mal, muy mal. Se contuvo ante la tentación de echar a correr hacia su coche y observó cuidadosamente la calle y los edificios de su alrededor.
Allí mismo, estacionado en la concurrida calle, detrás de su Buick, divisó un Cadillac negro de un modelo antiguo. El coche estaba impoluto y llevaba las ventanas tintadas. Aunque desde donde ______ estaba le resultaba imposible saber si había alguien dentro del vehículo, estaba claro que aquel Cadillac no era del barrio. Abruzzi.
______ se dio la vuelta girando sobre sus tacones y se dirigió de inmediato hacia el piso de Prudie. Llamaría a la policía desde allí. No había dado ni dos pasos cuando dos hombres la tomaron por los brazos —uno por cada lado—. A ______ se le cayó al suelo la carpeta.
—Vamos, preciosa. Hay alguien que quiere hablar contigo —los dos tiarrones la forzaron a ir hacia el coche negro.
______ gritó tan alto como pudo. Una mano rolliza le tapó la boca y los dos hombres la llevaron hasta el Cadillac a empujones.
—Oye, pero ¿qué hacen ahí? —la voz de ultratumba parecía proceder de ninguna parte.
Los hombres que sostenían a ______ dudaron un momento. El más alto la empujó hacia el otro, que la tomó por los hombros y la introdujo en el coche. Ella estiró las piernas de modo que los pies quedaron ejerciendo presión contra el lateral del asiento de al lado del conductor y apretó las rodillas. El hombre que trataba de meterla en el coche maldijo en alto, a pesar de lo cual no logró hacer palanca para mover a ______. Le colocó la mano izquierda en el hombro mientras intentaba colocarla para que entrara en el vehículo.
______ volvió la cabeza para morderle la mano. Los dientes perforaron la piel y se llevaron un trozo de carne al tirar. El hombre gritó de dolor y dejó caer a ______, que se desplomó contra el bordillo y se golpeó en la rabadilla. Se puso de rodillas con esfuerzo y probó a caminar a gatas. El sabor de la sangre le llenaba la boca
______ giró de nuevo a la derecha en dirección a la avenida Spring. Conducía como si llevara activado el piloto automático: tomó el camino que la llevaba de vuelta al centro de Dallas.
Asustada ante la idea de que alguien —ya fuera la policía o los hombres de Abruzzi— estuviera siguiéndola, miraba continuamente por los espejos retrovisores.
«Esta bien, necesito pensar con calma en todo esto. Abruzzi ha intentado secuestrarme en medio de la calle y a plena luz del día. Si lo ha hecho una vez, puede volver a hacerlo. No puedo irme a casa», se dijo.
Le costaba hacerse a la idea del descaro con que Abruzzi se saltaba las normas. «Sabía que era un narcisista, pero ¿esto? No hay quien pueda predecir lo que vendrá después. Tengo que contarle todo lo ocurrido a Harry. No tengo elección.»
Miró el reloj del salpicadero: eran las dos y media. Los hombres de Abruzzi debían de haberla seguido hasta la casa de Prudie. Aquello significaba que, además de saber dónde vivía, ahora también sabían dónde trabajaba. No podía volver ni a su piso, ni a la oficina. «¿Y qué hago? —se preguntó—. No tengas miedo, __________ Piensa.» Se detuvo en un semáforo. «Lo primero es lo primero. Llama a la oficina para decirles que no te encuentras bien y que te vas a casa.» ______ localizó el móvil e hizo la llamada.
«Y, ahora, ¿qué?» El semáforo se puso en verde. Sin embargo, ______ no sabía adonde dirigirse. «¿Llamo a Harry? ¿Y qué hago? ¿Se lo cuento todo mientras está en el trabajo? No, no puedo; no mientras esté en su turno.» El coche que había detrás de ella tocó el claxon. ______ aceleró y condujo de vuelta a Dallas.
«Tengo que encontrar algún sitio en el que esconderme, algún sitio en el que pueda pedirle a Harry que quede conmigo para poder contárselo todo.» Tomó el desvío que llevaba al centro.
Al igual que la mayoría de los habitantes de Dallas, solía admirar con orgullo los luminosos rascacielos de la ciudad. Aquella tarde, sin embargo, el nerviosismo le impedía apreciar aquel imponente conjunto arquitectónico.
«No puedo ir a casa. No puedo ir al trabajo. No me atrevo a ir a casa de mi madre. ¿Y si Abruzzi sabe dónde vive? Quizá debería quedarme en un hotel.»
Delante de ______ apareció un cartel que indicaba la dirección hacia Oak Cliff y que le llamó la atención. «¡Oak Cliff! Claro, puedo ir a casa de Leah.»
Cuando Leah Reece lanzó su revista electrónica, la oficina central de Heat existía únicamente en la realidad virtual. El personal trabajaba disperso por la ciudad de modo que las reuniones se celebraban on-line o por teléfono. Tras un año de cuentas favorables con la revista en funcionamiento, Leah le había pedido a Dora que le buscara un local donde instalar las oficinas.
Aunque Heat era una publicación electrónica, Leah quería buscar la sinergia que surge cuando el personal creativo trabaja junto y en equipo.
Dora le había encontrado un edificio de ladrillo de cuatro pisos en Oak Cliff, una zona deprimida del sur de la ciudad que estaba aburguesándose. Leah había comprado la propiedad por el aqui Esta bien a nada y había acabado gastándose una fortuna en las reformas. Una de las cosas en las que invirtió más dinero fue en hacer diez habitaciones en el tercer piso para que el personal que tuviera que quedarse en la oficina para cumplir plazos tuviera un sitio donde descansar y dormir un rato. Los dormitorios contaban con una cocina completa y servicio de limpieza.
Cuando inauguraron el edificio, el Dallas Moming News publicó un artículo sobre Heat y el personal de jóvenes troyanos que hacía funcionar la revista. En él se hablaba extensamente del «lugar de trabajo-patio de recreo», como denominaban a las instalaciones del tercer piso del edificio de Leah, insinuando que se usaban más para echar polvos que para trabajar. Cuando pidieron a Leah unas declaraciones, ella —consciente del valor de la publicidad— respondió:
«Mientras Heat salga adelante, no pienso preocuparme de si mi equipo aprovecha para animarse un poco.»
Efectivamente, el artículo y el eco que éste produjo le proporcionaron a Leah unas cuantas entrevistas en la televisión nacional y sirvieron para que la revista llamara la atención del público.
______ marcó el número de la oficina central de Heat y esperó mientras la secretaria localizaba a su amiga.
—Hola, guapa —saludó Leah—, ¿qué tal todo?
—Estoy metida en un lío y necesito un sitio donde esconderme. ¿Puedo quedarme en una de las habitaciones del tercer piso durante un par de días?
Unicornio Horan
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
Siguelaaaaa! Abruzzi ya me está cansando! Está echando a perder todo! Por Favor sube más Capítulos! Siguela! Kisses!
Fery.
Re: Una Chica Mala {Harry y Tú} HOT! {Terminada}
jbghbdjsdgr
le tieneeeeee q decir a Harryyyyyyyy
djhfhjks malditoo hp Abruzzi!!!!
siguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
__________________________________
PASENSE POR MI NOVELA
MI HERMANASTRO *ZAYN MALIK Y TU*
https://onlywn.activoforo.com/t20470-mi-hermanastro-zayn-y-tu#1240851
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karencita_mb
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