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Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA - Página 8 Empty Re: Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA

Mensaje por ElitzJb Sáb 10 Nov 2012, 8:54 am

huy no se pero hay mucha intriga y eso me encantaaaaaa
siguela dios quienes serán esos hijo de p*t* q drogan a esas chicas
me encanto el capitulo siguelaaaaaa
ElitzJb
ElitzJb


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Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA - Página 8 Empty Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica (adaptacion)

Mensaje por Pidgejonas Sáb 10 Nov 2012, 5:01 pm

DANGEROUS GAMES


MINI MARATÓN .... Capitulo 21 Parte 1

Joe paseaba por la Suite mientras que escuchaba correr el agua en la ducha. Los platos de la cena habían sido retirados y ubicados en el exterior, la puerta cuidadosamente bloqueada. Él estaba sellado adentro con ella, el perfume de ella llenaba sus sentidos mientras merodeaba la habitación, esperando.
Si fuera capaz de mantener el resto del mundo a raya durante unas horas, entonces podría convencerse a sí mismo, hasta el hueso, que estaba bien. Él se pasó los dedos por el cabello antes de agarrarse el cuello, en un esfuerzo para masajearlo alejando la tensión de allí.

Él no podía sacudirse la vista de ese cuchillo moviéndose por la frágil columna de su cuello. Si no se hubiera salvado a sí misma, habría estado muerta. No había manera que podría haber llegado a ella con tiempo. Trató de decirse a sí mismo que lo habría hecho, pero lo sabía mejor.
Todo el entrenamiento en el mundo no podía hacerlo Superman.
Y todavía recordaba su expresión. Decidida a vivir, con los ojos brillantes de cólera, con la cara torcida en una mueca de resolución. Ella no iba a dejar a que su agresor la matara, no tan fácilmente. Ella le había dado a Joe los segundos adicionales que necesitaba para sacudirla de los brazos de su agresor y fuera del peligro. Ese tiempo.

Sus entrañas se apretaban con el simple pensamiento que por sólo sacarla del juego no iba a sacarla del peligro. Ella se vio comprometida, por la razón que sea, y ahora estaba marcada.
El pensamiento era suficiente para hacerlo desear por una habitación vacía y diez minutos a solas con los hijos de puta que la tenían en la mira. Él les mostraría el dolor. Les mostraría a los hijos de puta lo que era hacer daño, morir en una agonía tan intensa que la muerte fuera un alivio. Nadie, absolutamente a nadie, se le permitía hacerle daño a _______.

Él había establecido esta regla años atrás, y él hacía que se cumpla. Los muchachos que salieron con ella sabían que si una sola lágrima de ella se derramaba por su culpa, entonces él y Reno iban a ir detrás de ellos. Era desgarrador cuando lloraba. Era algo que Joe no podía manejar, ni por un segundo.
Sus ojos se agrandaban, sus pequeños labios carnosos bajaban, y las lágrimas en silencio se apoderaban de una expresión desolada. Le temblaban las manos ante la idea de tratar con esas lágrimas, porque él, en cambio, quería besarla. Entonces, la besaba en los labios temblorosos, y de allí... no habría habido nada que detuviera su caída.

Así como no había forma de detenerlo ahora. Él sabía que cuando ella saliera de la ducha, en cuestión de segundos la iba a terminar arrojando en esa cama. Y que Dios la ayude. No había estado tan malditamente caliente por una mujer en años. Podrían pasar días antes de que _______ llegue a ver la luz del sol de nuevo.

Lo que sólo aumentaba su frustración. Para quedarse con ella, iba a tener que salvarla primero. Se detuvo en medio del piso con ese pensamiento y levantó los ojos hacia el techo, en busca de respuestas que estaba seguro no encontraría ninguna.
¿Quedarse con ella? En el minuto que él se las arreglara para sacar su culo del fuego, ella tendría las llamas lamiéndola desde otro lugar. Ella era problemas. Ni siquiera era que ella esperara a que ocurrieran problemas, ella era problemas en progreso.
¿Y él iba a trabajar con ella?

Él apretó los dientes ante la idea. Sería más bien como tratando de trabajar para no desfallecer con ella. Sabía por experiencia que continuar con _______ era casi imposible.
Maldita sea. Él estaba en problemas y él lo sabía.
Porque en cierto modo, ella había tenido razón por la mañana. La relación de sus padres había coloreado su creencia en el amor, en las mujeres. ________ fue la cosa más bonita en la que jamás había puesto los ojos y tan llena de vida que él sabía que no tenía esperanzas de mantenerla para sí mismo.
No podía guardarla bajo llave y esperar a que sea feliz. Ella siempre tendría una aventura, y como ella estaba demostrando ahora, con la aventura nunca estaría a salvo.
Y los hombres. Dios, ellos acudían en masa a su alrededor como moscas a la miel, con hambre de tocarla, de poseerla. Como si la vida que ardía en sus ojos los atraía como polillas a una llama.
Una vez que la tenía, cualquier hombre que la tocara estaría quitándose la vida en sus propias manos. A diferencia de su padre, Joe nunca sería capaz de contener su furia si llegara a casa y encontrara a su mujer en la cama con otro hombre.

Joe apretó la mandíbula cuando la ira casi lo abrumó. Sabía que _______ había conocido otros amantes; infierno, hasta sabía quiénes eran. Él podía decir, el momento en que los conoció, cuando habían tocado su hermoso cuerpo, cuando se habían acostado con ella, acariciado, amado. Y él había querido matarlos. Demonios, él todavía quería matarlos.
Esa furia lo había aterrorizado. Si se sentía de esa manera cuando ni siquiera pertenecía a él, ¿qué haría si la soledad que viviría como su esposa se convirtiera en demasiado? ¿Si la tentación estaba demasiado cerca, el miedo y la preocupación demasiado intensos, lo que le permita ceder a otro hombre?

—Piensas demasiado.

Él dio la vuelta, la tensión apretando su cuerpo ante la vista de ella apoyada en la pared que conducía al baño. Había oído la ducha apagarse; lo que no había esperado era que ella deje el baño tan pronto.
La camisa que le había dado era la más fea de su propiedad. Una camisa de guisante verde combate que había sido lavada demasiadas veces. Le colgaba hasta las rodillas, pero primero le susurraba sobre sus pechos, delineándole esos malditos anillos de oro centrados en los pezones.
La lujuria chisporroteaba en su ingle, torturando a su erección, apretándola más. Juró que estaba más duro de lo que él había estado nunca en su vida

—No necesitas la camisa.

—Sí, la necesito —ella se enderezó en la pared, mirando con recelo —Tú seguramente no pensabas que yo sólo iba a acostarme contigo y permitirte pisotearme otra vez, Joe.

Se había preguntado cuánto tiempo le llevaría hacerla enojar. Y estaba bastante enojada ahora. El shock del ataque ya se estaba disipando, pero la adrenalina aún estaba cabalgando alto dentro de ella.

—Tú has estado luchando por esto desde hace ocho años, _______ —él apretó los dientes en señal de frustración, seguro de que acabaría volviéndolo loco.

—Dejé de pelear esta noche, ¿recuerdas? —señaló, esos ojos de tormenta mordiendo en él, desafiándolo, retándolo —Me di por vencida.

—¿Tú? —dijo, sonriendo, moviendo la cabeza —No te des por vencida, nena.

—En este caso, estoy reevaluando mis opciones —afinando los hombros, los encogió con descuido, mientras cruzaba los brazos debajo de sus pechos, sus dedos delgados curvados en forma de puño mientras que ella los colocó a la vista —No quiero a alguien que claramente odia querer estar conmigo, Joe. Búscate a alguien más.

¿Encuentra a alguien más?

—Yo no lo creo —no había opciones de salida —Ninguno de los dos puede salir de esto ahora, ______ . Creo que ya lo sabes.

Sus ojos entrecerrados, el gris cambiante arremolinaba con emoción cuando ellos barrían sobre el cuerpo de Joe. Era casi una caricia, teñida de ira, con una determinación contundente de vengarse de él.
Él la había lastimado. Él lo sabía. Su propia determinación para protegerla la había reducido a la base de quién y qué era. Testarudo, decidido. El shock había desaparecido y ahora la mujer estaba surgiendo, enojada, temerosa, y lista para luchar.

—Tú has evitado esto durante ocho años, Joe . Puedo trabajar contigo y manejarlo. Tú no tienes que follarme para mantenerme viva —ella se enderezó de la pared, dejando caer sus brazos a los costados cuando él empezó a acercarse.

—No, tengo que tenerte para mantener mi propia cordura —dijo en voz baja —Tengo que tocarte, probarte, gozar todo el calor y el fuego antes de que muera por dentro de frío, ________.

Ella lo calentaba y ni siquiera se había dado cuenta. Cuando él estaba con ella, sus emociones, sus anhelos, todas las necesidades desesperadas que le inspiraba subían a la superficie. Había algo alrededor de ________ que lo hacía sentir. Y él había jurado hace mucho tiempo que no volvería a permitir que eso suceda.

—A ti nunca te importó lo frío que estuvieras antes. ¿Por qué empezar ahora? —su voz era áspera con las lágrimas de rabia que podía ver que estaba frenando.

Él era casi cauteloso. Había aprendido cómo manejar a _______ en cada estado de ánimo determinado, pero no en éste. Éste lo intrigaba más, sin embargo. Ella estaba luchando en vez de burlarse de él. Desafiándolo en lugar de ceder a él. Todo lo contrario del tipo de mujer que él siempre había creído que le satisfacía.

La anticipación lamió sobre su carne, enviando vibraciones de conciencia que creaban tensión en su polla. Primero él la iba a colocar en esa maldita cama y azotarle su culo por estar volviéndolo loco. Luego le mostraría exactamente cómo un verdadero Dom domesticaba a una ardiente pequeña salvaje como ella.

Ella le devolvió la mirada desafiante cuando se detuvo a pocos centímetros de ella, mirándola con ojos entrecerrados, sintiendo las olas de la ira y el deseo que azotaba a su alrededor.

—Tú eres mía —mantuvo la voz baja mientras miraba sus labios apretarse con ira.

—¿Y necesitaste un cuchillo en mi cuello para convencerte de eso? —ella resopló con sorna-- Realmente, Joe . Tú sólo estás caliente. ¿La pelirroja te encendió demasiado? No puedo creer que tú te atreverías a intentar tocarme después de tener a esa Barbie en tu regazo.

Brillantes puntos de luz se desprendían de su tormentosa mirada ahora, el fenómeno lo fascinó durante largos minutos. Él creía que ella podría estar más molesta de lo que se pensaba.

—Ella es un agente, _______ —le recordó él —Ese era un personaje ¿Te acuerdas?

—Como si ella convenciera a alguien que necesitaba estar drogada para follar —se burló ________—Ella
estaba tan lista para ti que era patético. Y tú la estuviste alentando —ella lo escupió como si el pecado era de proporciones blasfemas.

Estaba celosa. Terriblemente celosa. Y viendo que no había nada que calme su lujuria y su necesidad, como lo haría con cualquier otra mujer. En cambio, si era posible, su polla crecía más, su hambre aumentaba.

—Voy a alentarte a ti con más ahínco —ofreció —Ven y siéntate en mi rodilla, _______ Vamos a ver si tú puedes mostrarme cómo se supone que se debe hacer.

—¡Cabrón!




Última edición por paolajonas el Sáb 10 Nov 2012, 5:09 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Pidgejonas Sáb 10 Nov 2012, 5:09 pm

DANGEROUS GAMES


Capitulo 21 Parte 2

La vio mover el brazo, levantando su pequeño puño apretado, y él se mantuvo a sí mismo inmóvil. Podría haber cogido su puño, podría haber parado el impacto antes de que conecte con un lado de los labios.
Pero no lo hizo. El golpe agudo lo llevó a sobresaltarse, pero no rompió el contacto visual con ella. Sus dedos se cerraron alrededor de su muñeca cuando se echó hacia atrás, y él vio cuando el estremecimiento agrandó sus ojos, cambiando el color de su rostro.

Sosteniendo la mirada, levantó su mano libre y se limpió el fino hilo de sangre de la comisura de la boca. Echó un vistazo a sus dedos, mirando la mancha oscura a través de ellos antes de observarla a ella.
Ella jadeó cuando el mismo dedo tocó sus labios, presionando dentro de su boca. Su lengua se
enroscó alrededor de él, un escalofrío la inundó cuando un asustado, jadeante gritito vibró de sus labios. Él llevó el puño a sus labios entonces, la lengua lamiendo sobre la mancha de sangre que tiznaba a sus frágiles dedos.

—Bésame y hazlo mejor ahora —gruñó, empujándola hacia él, sintiendo el demonio de la lujuria que subía por su espalda aullando de hambre cuando su cuerpo se pegó al de él —Ambos lo haremos mejor.

________ encontró los labios de Joe a mitad de camino, un grito de hambre y desesperación salió de su garganta cuando se unieron. Esto no era un simple beso. No era un beso suave. Era como si el miedo de perderlo y el dolor por la pérdida se habían ocupado de ella cuando salió de su camioneta horas antes y se unieron en conducir un abrasador incendio que se apoderaba de su mente.
Una neblina roja llenó su visión, a pesar de que tenía los ojos cerrados. Pinchazos brillantes de colores estallaron detrás de sus párpados cerrados cuando las vertiginosas sensaciones destrozaban su mente.

—No puedo estar cerca de ti sin desear tu sabor —murmuró Joe contra sus labios —Moriría por ti, un poco a la vez. Moriría por tu sabor y tu toque... ¡Por Dios, _______ , me vuelves loco por ti!

Su voz estaba oscura y llena de emoción. Atormentada. Llena de necesidad y de hambre. La necesidad y el hambre que se levantaba dentro de ella, igualando su desesperación e intensidad a medida que sus labios cubrían los de ella una vez más.
Su beso era un merodeador intento de sumisión, y la sumisión nunca había sido el fuerte de_______ . Especialmente con Joe.

A medida que sus labios controlaban los suyos, ella sabía muy bien que la intención era controlarla a ella, su lengua se movía a lo largo de la suya mientras que empujaba a tiempo imitando un placer que alborotaba su cuerpo.

Los dedos de Joe tocaron su mejilla mientras él gemía contra sus labios. Tocándola con una suave, vacilante caricia, que reforzó el dominio de su beso.
Ella apretó contra su lengua, sólo para tener la copa de su mano bajo la barbilla, sus dedos agarrando su mandíbula y sosteniéndola abierta. Oh, le encantaba eso. La poderosa dominación estalló en su mente.

Él gruñó en el beso, un sonido animal, primitivo, enviando escalofríos corriendo por su espalda cuando sus uñas raspaban sobre los hombros mientras ella se retorcía en su contra, corcoveando en sus brazos en un intento de liberarse de él. Ella quería tocarlo, devorarlo. Quedarse quieta y en una bruma de placer bajo su beso era muy bueno, pero ella había esperado años por esto.
Fantaseaba con esto. Sufría por él. Ella quería más que su propia sumisión.

—Quédate quieta. Dios. Fácil, nena... —él jadeaba mientras que sus caderas la apretaron contra la pared y se echó hacia atrás para agarrarla por las muñecas y colocarlas sobre su cabeza

—Déjame un poco de auto control aquí.

—Como el infierno —ella pellizcó en sus labios, cuando ellos bajaron, la hinchada sensualidad de ellos la hacían querer devorarlos. Él la había despojado de su auto control, ¿por qué ella debería dejarle todo?

—Voy a azotar tu culo si no las mantienes allí arriba —sus ojos brillaban con la lujuria, su voz gruesa mientras clavaba los ojos en ella.

Sus manos eran como grilletes en las muñecas cuando ella se volvió para mirarlo, o trató de volverse para mirarlo. Era difícil mirar cuando podía sentir sus jugos literalmente chorreando entre sus muslos y el amor que sentía por él debilitándole las rodillas. Dios, lo amaba. Lo amaba hasta que se sintió abrasada por la emoción.

—¿Tú y cuántos más? —se burló de ella con una petulante y burlona sonrisa —No amenaces, tipo grande, que no puedes cumplirlo.

Se estaba muriendo por sentir la mano de él en su culo. Él había estado amenazando con azotarla desde que ella tenía dieciocho años, y había fantaseado sobre esto desde entonces.
Sus ojos se estrecharon sobre ella mientras que su pecho se movía con dureza por su respiración. Estaba jadeando. Estaba segura de que alguien estaba limitando la cantidad de oxígeno en la habitación.

—Debería haber embalado la bola mordaza en esa maldita mochila de lona que compré, en lugar del dilatador anal —una sonrisa sensual tiró de los labios justo antes de su lengua lamiera sobre la de ella —Eso te haría callar.

Su vagina convulsionó tan fuertemente que estaba segura que iba a tener un orgasmo allí mismo, en ese lugar.

—Traes un juguete para hacer el trabajo de un hombre, ¿verdad? —ella se resistió en sus brazos de nuevo.

Su risita entre dientes era malvadamente sensual y puso su alma sobre el fuego. Así era como ella había soñado con él. Sexualmente dominante, permitiéndole desafiarlo, retarlo, y sintiendo placer en el juego.

—La preparación lo es todo, cariño —él canturreó —Y créeme, esta noche, averiguarás exactamente por qué diablos no quise aceptar tu muy encantadora oferta cuando tenías dieciocho años.

No había tiempo para volverse atrás. Antes de que pudiera hacer algo más que un chillido de sorpresa, él la cogió contra su pecho, fue a zancadas hasta el dormitorio, y la echó sobre el colchón.

—Quítate la camisa

le ordenó bruscamente mientras que él jalaba la mochila de lona del borde de la cama y abrió la cremallera, sacando varios artículos de la misma que la hacían ruborizarse de vergüenza. El tapón anal y el tubo de lubricación le disparó la presión sanguínea, así como un pequeño arrebato de preocupación. Simplemente no era posible que ella pudiera acomodar esa cosa donde ningún otro juguete había estado antes.

—En tus sueños —se agachó sobre la cama, devolviéndole la mirada mientras se sacó de nuevo los largos rizos que caían sobre su rostro.


FIN DEL MARATON

Pidgejonas
Pidgejonas


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Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA - Página 8 Empty Re: Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA

Mensaje por aranzhitha Sáb 10 Nov 2012, 10:56 pm

awwww Joseph por fin
Me encanta!!!
Siguela!!
aranzhitha
aranzhitha


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Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA - Página 8 Empty Re: Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA

Mensaje por JB&1D2 Dom 11 Nov 2012, 2:52 am

Como que fin del maraton?
No puedes dejarla ahí
JB&1D2
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Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA - Página 8 Empty Re: Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA

Mensaje por andreita Dom 11 Nov 2012, 7:56 am

waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa lo van a ahcer!!!!!!!!!!!!!
omj omj omj

pero enyonces joe si la amaaaaaaa :)

me encanta
andreita
andreita


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Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA - Página 8 Empty Re: Dangerous Games (Joe y tu) HOT-Romantica TERMINADA

Mensaje por Pidgejonas Mar 13 Nov 2012, 6:39 pm

DANGEROUS GAMES


Capitulo 22

Ella se sintió con poder. Absolutamente sensual. Mirando atrás a Joe, al ver el hambre desnuda y la intensidad de la emoción rabiando en sus ojos, ________ sabía que todas sus batallas no habían sido más que meros juegos previos a éste.
Su sonrisa mientras se movía hacia ella lo demostró. Antes de que _______ pudiera eludirlo, Joe agarró el borde de la camiseta, forcejeando con ella mientras ella gritaba indignada.

—Culo Arrogante —acusó cuando él se trasladó de nuevo, disponiéndose a quitarse sus pantalones con la misma rapidez.

En cuestión de segundos estaba desnudo, carne bronceada ondeando sobre sus poderosos músculos cuando su mano bajó al tallo de su erección, sus dedos acariciando lentamente sobre ella mientras la miraba.

—Eso simplemente no está bien —dijo ella jadeando, con los ojos cada vez más grandes ante la visión del anillo de bola de oro que le atravesaba la parte inferior de su polla, justo debajo de la gruesamente acampanada cresta. Dios, él estaba perforado. Eso era sencillamente demasiado travieso.

Su boca se hizo agua cuando los dedos de Joe se apoderaron del pequeño anillo, jalándolo provocadoramente mientras que la cabeza de su erección latía y se oscurecía por la excitación.
Una pequeña gota de pre-eyaculación brillaba en la punta, tentándola mientras ella se lamía los labios en el hambre. Mirando fijamente a la ruborizada, densamente venosa carne, _______ se distrajo lo suficiente, sólo por unos pocos segundos preciosos que necesitaba Joe para cogerla con la guardia baja. Antes de que pudiera hacer más que jadear con indignación, se trasladó,
agarrándola por la cintura y moviéndola de un tirón sobre su estómago, un segundo antes que su mano aterrizara sobre su trasero.

—¡Maldito seas! —se sintió muy bien. Ella no estaba metida en esas cosas de sumisos nalgadas amos, ella misma se aseguró, pero el pequeño golpe preciso a su nalga envió pulsos de calor y placer precipitándose a través suyo.

—Quédate quieta —la voz de Joe era áspera, ronca —Que Dios me ayude, _______, no sé si puedo esperar.

Él tiró de sus caderas arriba y atrás, mientras que ella misma se aseguraba contra el colchón tratando de arrastrarse lejos de él. Ella no estaba haciendo esto fácil para él.

—¡Basta! —una amplia mano la agarró por la cadera, manteniéndola en su lugar mientras que sus rodillas rodeaban las de ella.

La encadenó en su lugar. Más o menos. Ella sabía que debía hacerle la lucha más difícil, pero la sensación de sus muy lubricados dedos moviéndose a través de la hendidura de su trasero la había inmovilizado en estado de shock.

—¿Qué demonios estás haciendo?

—Preparación —ella sintió el fogoso sondeo de la punta del dedo contra la entrada prohibida y se sacudió en reflejo. Podía sentir su corazón latiendo entre sus pechos con excitación, robándole el aliento.

—Joe... —podía sentir el endurecimiento y alargamiento de su carne, alrededor del ancho de su dedo.

—Quédate quieta. Sólo un minuto... —el repentino empalamiento fue sorprendentemente caliente, malvado. Carnal. Resbaladizo, fresco, su dedo se deslizó hacia atrás, sólo para ser reemplazado por un segundo.

Impresionada por su lujuria que la quemaba, como si el diminuto pinchazo de placer ardiente fuera un narcótico.
Sus manos daban puñetazos contra la colcha mientras ella trataba de mover en contra de su sostén, la respiración estrangulando en el pecho mientras él la sostenía en su lugar, trabajando lentamente los dedos dentro de ella. Estirándola. Quemando.
Ella debería decir que no. Debería protestar. Sabía que debería. Ella forcejeaba en su agarre, pero su mano se apretó en su cadera mientras que las rodillas sostenían las piernas en su lugar. El poder dominante era más excitante de lo que ella podía haber imaginado.

—Esto es depravado —ella tiró contra él, pegando un grito ante el ardiente placer cuando él aumentó el empalamiento. Ella se resistió contra él, luchando por liberarse, sabiendo que todo lo que tenía que hacer era decir que no, pero era incapaz de empujar la palabra para que pase sus labios.

Ella quería pelear con él, se dio cuenta. Ella quería el reto, el desafío, la pérdida de control que ella sabía que él estaba experimentando.

—Dios, la manera en que te estiras alrededor de mis dedos —gimió, retrocediendo desde el trasero, sólo para regresar, estirándola aún más cuando la lubricación fresca alivió su camino — Yo voy a tomarte aquí, Morganna. Con el tiempo. Cuando estés lista. Cuando tenga el suficiente control. Hasta entonces, tienes esto.

Ella trató de respirar cuando sus dedos se retiraron, esperando sentir una caricia más normal, un toque a su dolorido, empapado sexo, un fuerte empuje dentro de su dolorida vagina. Lo que sintió en su lugar fue el frío tapón de base gruesa que él había sacado de su mochila antes.

—Joe , esto es tan pervertido —jadeó ella mientras se retorcía en su agarre, gritando por la extremidad de las sensaciones desgarrando a través de ella.

Él no se detuvo. No hizo concesiones para la condición virgen de la pequeña entrada, apretó el juguete dentro firmemente, estirándola con él, enviando llamas de placer tan intenso que bordeaba el dolor, resplandecientes a través de su cuerpo.
No debería sentirse tan bien. No debería arder en su interior con la fuerza de un incendio forestal rasgando sobre sus terminaciones nerviosas. Robándole todo vestigio de control que había tenido nunca.

—Tómalo, nena —gruñó, introduciendo poco a poco el eje en sus profundidades, cuidadosamente empujando a pesar de su lucha —Dios sí, ábrete para mí, ______ , justo como yo lo había soñado.

Ella gritó cuando el grueso fondo acampanado quemó dentro de su ano, la parte más estrecha en la base bloqueándolo en su interior. Su parte superior del cuerpo se derrumbó en la cama mientras ella luchaba por acomodarse sí misma a la gruesa invasión un segundo antes que una profunda ola de vibración comenzara a través de él.

Estaba vibrando, masajeando la delicada, placentera atormentada cavidad mientras que ella se contorsionaba con un placer tan intenso que estaba luchando en serio para trepar de él ahora, llorisqueando por las sensaciones rompiendo sobre ella, desgarrando a través de sus sentidos cuando el placer dolor rasgó perdiendo cualquier concepto previo de pasión que ella alguna vez había conocido.

—Relájate, nena —Joe la volteó sobre su espalda, extendiendo sus muslos ante él mientras se colocaba entre ellos, sujetándola con ventaja mientras él la miraba.

Ella gritó, aun cuando su mano estaba cerrada en el pelo de Joe, manteniéndolo en su lugar

—No puedo soportarlo, Joe.

Sus manos eran implacables, manteniendo sus muslos abiertos, presionándola contra la cama, negando la necesidad de alejarse de él, para acostumbrarse a sí misma al oscuro placer que la envolvía.
Nunca había sido invadida analmente antes. Nunca había sabido que el placer y el dolor podían ir tan juntos.
Él no contestó su súplica. En cambio, bajó la cabeza, su lengua deslizándose a través del centro empapado de su cuerpo antes de rodar sobre ella como un hombre muerto de hambre. Por encima de su clítoris, a su alrededor, atormentando la ya torturada entrada de su coño mientras ella tiraba de su pelo. La vibración en su parte trasera estaba enviando fuertes, eléctricos pulsos de sensación arriba de su columna vertebral, en su sexo. Ella estaba tendida sobre una sensación de tortura tan intensa que no estaba segura de que podría sobrevivir.
Este era Joe. Tocándola. Tomando los lugares que nunca había imaginado con una extremidad que contrarrestaba la realidad.

—Dios, tu sabor es delicioso —su voz era salvaje, absorta, mientras repentinamente de alejó de ella.

—¡No pares! —los ojos destellaban abiertos, la desesperación haciéndole apretar sus dedos en el pelo, tratando de obligarlo a volver a la ardiente carne llorosa por su toque.

Joe sacó las manos de ella de su pelo. Se acercó a su vez, extendiéndole los brazos por encima de ella mientras sus dedos formaron garras, batiendo sus caderas debajo de él hasta que sintió su polla caliente y feroz, pulsando dentro de ella. Está bien. Tal vez esto era mejor. Entonces, cuando ella advirtió la entrada luchando contra su invasión, se le paró la respiración. Tal vez no lo era.

—No entrará —ella no podía respirar. Los duros, cortos empujes que forzaban la gruesa erección en su interior provocaban abrasadoras olas de placer desgarrando través de la vagina. Placer. El placer era como un demonio, devorando su mente, mezclado con el dolor, ambos disparaban más alto hasta que ella estaba segura de que no podía soportar más. Y, sin embargo le dio más. Arrojándola más alto cuando su vagina apretaba convulsivamente alrededor de su invasor.

—Entrará. Mírame, _______ . Maldita seas, mírame.

Su voz era más oscura, más dominante, de lo que ella alguna vez la había conocido. Ella obligó a sus ojos hacia él, mirándolo con aturdido asombro al sentir que empujaba dentro de ella. Su expresión era salvaje. Oscuros ojos azules brillaban con lujuria y hambre; sus facciones estaban tensas, la carne estirada fuertemente sobre sus pómulos mientras un grito sin aliento
salió de sus labios y forjó en ella hasta su empuñadura.

Ella sentía el tejido sensible y los músculos abrirse para él, extenderse para complacerlo, revelando las terminaciones nerviosas y el placer que su vibrador nunca había estado cerca de igualar. El anillo de su pene se deslizó sobre su piel, acariciando los músculos internos con una escofina un poco malvada. Él se sentía enorme dentro de ella; el latido profundo de las grandes
venas a lo largo de su erección pulsaba, sumándose a los fuertes latidos del juguete vibrante en su parte trasera.

—Joder ¡sí! —las venas se destacaron en el cuello cuando arqueó la cabeza hacia atrás, su mirada nunca dejó la de ella —Eres malditamente apretada, me estoy muriendo... Dios sí, nena, mama mi polla. Justo así.

Su vagina tenía espasmos con el esfuerzo de acomodarlo cuando la fuerte vibración en su
trasero envió garras afiladas de impulsos eléctricos para atacar su clítoris, su útero.

—No puedo soportarlo —no podía respirar por las sensaciones. Cada músculo, cada célula, en su cuerpo estaba tenso, extendiéndose, torturado con una necesidad que ella no podía entender.

—Está bien, nena —el sudor se destacaba en su delgado rostro, sus hombros, mientras que él negaba con la cabeza, su erección todavía palpitante en su interior —Está bien. Ya casi llegamos. Casi allí —Y comenzó a moverse.

Una mano sujetó las muñecas en su lugar mientras que la otra bajó a levantarle la pierna, tirando de ella hacia sus caderas mientras él se echó hacia atrás, a continuación, forjó de nuevo, duro y rápido.

—Joe... —sus ojos aturdidos, el aliento estrangulado en la garganta cuando ella comenzó a luchar contra la excitación, los candentes impulsos de los sentimientos explotando a través suyo.
¿Era el placer? ¿Era el dolor?

--Dios sí, nena. Déjame tenerte. Todo de ti. Todo de ti, ______ —él gimió cuando se colocó sobre ella, sus caderas bombeando mientras que el sudor recubría su carne, el calor construyéndose, aumentando hasta el punto de que ella estaba luchando con eso, peleando con él, luchando contra el chirriante zarpazo animal de lujuria que desgarraba su vientre, apretando
con una ferocidad que la aterraba. Podía sentir cada vena gruesa de su erección en su vagina al límite, la resbaladiza resistencia
del anillo de oro con su bola de centro, la presión de la acampanada cabeza cuando se retiró hacia atrás, rastrillando el violentamente sensible lugar justo debajo de su clítoris.

—Dulce cariño —su acento más profundo —Tómame, nena. Eso es. Te siento, cariño, aprieta a mi alrededor. Justo como esto. Justo como esto, amor.

Todo dentro de ella estaba apretando, ardiendo, construyendo.

—Allí vas, bebé —su voz más gruesa mientras que sus golpes se hicieron más rápidos, más fuertes —Córrete para mí, nena. Déjame sentirte... Déjame sentirte....

Llamas líquidas se desprendían desde el centro de su cuerpo. _______ trató de chillar, de gritar, pero ningún sonido emergía. La conflagración fue creciendo, se intensificó, hasta que Joe bajó la cabeza, sus dientes mordisqueando las sensibles venas de su cuello mientras sus labios las cubrían, la provocaban, y envió su explosión.
Sus dientes se encerraron en su hombro, y estaba segura que probó el sabor de la sangre al sentir el mundo disolverse a su alrededor.
Pidgejonas
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Mensaje por Jazminmalik Mar 13 Nov 2012, 6:40 pm

Jazminmalik
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Mensaje por aranzhitha Mar 13 Nov 2012, 7:44 pm

awww me encanta
Joe es tan sexy
Siguela!!!
aranzhitha
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Mensaje por andreita Miér 14 Nov 2012, 1:45 pm

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omj omj omj
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que capppppppppppp :twisted:
andreita
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Mensaje por andreita Miér 14 Nov 2012, 1:46 pm

dale siguelaaaaaaaaa

y bueno joe si la amaa??
andreita
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Mensaje por ElitzJb Miér 14 Nov 2012, 3:46 pm

baba x fin la esta joe le haciendo lo q siempre a querido nah me encaaaaaaaaaaaanta
dios tiene un anillo en la polla no lo creo pero es muy interesante jeje :twisted:
amo mas esta novela con cada capitulo siguelaaaaaaaaaa
yaaaaaaaaa quiero mas
ElitzJb
ElitzJb


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Mensaje por Pidgejonas Miér 14 Nov 2012, 7:09 pm

DANGEROUS GAMES


Capitulo 23

¿Cuánto tiempo había pasado desde que él había llorado? Él necesitaba llorar ahora, para aliviar la emoción apretando en su pecho.
Mientras que Joe quitaba el consolador del trasero de _______ , podía sentir la emoción que rasgaba a través de él, desgarrando su alma. Ella estaba condenadamente cerca de la inconsciencia, su pequeño gemido entrecortado fue el único signo de la conciencia cuando el juguete se deslizó libre del férreo control que su cuerpo tenía sobre él.
Su mano acariciaba por el costado de su muslo mientras ella yacía acurrucada a su lado, con el pelo enredado alrededor de sus hombros, espalda y cara, el sudor humedecido y reluciente como la seda húmeda. Impecable. Inmaculada. No había una cicatriz en su cuerpo frágil, pero podía ver el aumento de los moretones por debajo de la carne cremosa.
Él la había magullado. Y su cuello... Levantó la mirada hacia donde la había marcado. Dios ¿qué había hecho con ella? Se pasó la mano por su rostro mientras salió de la cama hacia el baño, donde sin piedad lavó el consolador y lo almacenó en la cubierta protectora que había comprado para él.
Apoyó sus manos en el fregadero cuando terminó, respirando profundo, duro, antes de que él se obligara a mirar de nuevo en su reflejo.
Se sorprendió por la marca en el hombro. Sus pequeños y afilados dientes habían perforado la piel dura en dos lugares, dejando una pequeña mancha de sangre a través de la marca original.
Alzó la mano, tocándose el punto sensible mientras que una amarga sonrisa tocaba sus labios.
Esto no compensaba por lo que él le había hecho a ella.

Era más que evidente que su dulce trasero nunca había sido violado, pero nunca había sido tomada con un hambre tan profunda como la que ella le inspiraba. Sus ojos se habían aturdido, con la cara pálida, pero Dios, ella lo había tomado. Humedeciéndose, caliente, estrechándolo dentro de ella hasta que estuvo seguro de que no se podía mover, no podía hacer nada pero drenó hasta la última gota de su semen dentro de ella repercutiendo en el pequeño canal.

Sacudiendo la cabeza, él tiró una toalla desde el lado de la pileta mientras abría el agua con un vicioso tirón. Humedeció la tela, la retorció hacia fuera, y se obligó a sí mismo a volver de nuevo a la cama.

Utilizó la toallita caliente para limpiarla con suavidad, primero lavando el sudor incómodo de su cuello, hombros, pechos, vientre y la espalda antes de mudarse a sus muslos. Su semen ensuciando los suaves, sonrojados pliegues de su sexo.
Mientras la limpiaba, su garganta se apretaba ante la vista de ella. No había usado protección.

Pero nunca lo había pensado con ______ Había tenido buen cuidado durante toda su vida, no había ninguna posibilidad de infectarla con otra cosa que no sea su propia amargura y sin ninguna posibilidad de embarazo. Él podía vivir con su polla derramándose dentro de ella constantemente, y nunca correría el riesgo de concebir un hijo suyo.
Por primera vez en años, la idea de eso lo molestaba. Él nunca vería a su cuerpo madurar con su bebé. Pero por otra parte, ningún niño sufriría el infierno que él había conocido, tampoco.

—Joe... —Su nombre susurrado pasando los labios mientras él tiraba las mantas sobre ella para protegerla del frío del aire acondicionado.

Ella se movió sobre el colchón antes de establecerse en un pequeño suspiro y dormir de
nuevo. Dios, él no podía hacer esto.
Sacó un par de jeans y ropa interior de su mochila y se marchó al baño. Se duchó rápidamente, secando su cuerpo con ásperos, crueles movimientos antes de vestirse y de regresar a la sala de estar.

El pequeño refrigerador sostenía varias bienvenidas botellas de licor. Él las sacó de un tirón, destapando la primera, y la arrojó hacia atrás. Mierda, odiaba el vodka.
Tirando el teléfono celular de su sostén, lo abrió y marcó el número de Nick. El hijo de puta mejor que tenga algunas respuestas. Estaba harto de tratar de averiguar lo imposible desde este punto.

—Hey, Joe —la voz del otro hombre estaba cansada cuando contestó el teléfono —¿Estás seguro?

Un ceño oscureció la frente

—Suficientemente seguro —gruñó Joe, el teléfono móvil especialmente diseñado para conversaciones seguras por un amigo con una gran facilidad para la electrónica —¿Qué sucede?

—El infierno si lo sé —gruñó Nick a través de la línea —Drage ha cerrado por el día y sacó corriendo a todo su personal, excepto su jefe de seguridad. Sospecho que está cambiando los ángulos de cámara. Él está bastante molesto. Parece que nuestro chico conocía los ángulos de las cámaras.

—¿Los Amos saben acerca de la operación? —Su mandíbula apretada sobre la cuestión.

—Él vino a nosotros justo después de que _______ fuera asignada al equipo —admitió Nick —Hasta donde podemos saber, no está involucrado, pero estamos manteniendo un ojo sobre él. Él está definitivamente encerrado esta mañana, sin embargo. No nos permite estar allí hasta que
esté terminado.

—¿Qué me dice qué, Nick? — Joe preguntó con cuidado, manteniendo la voz tranquila y neutral.

—No sé una mierda lo que te dice —espetó Nick de vuelta.

—Me dice que tienes un infiltrado —le informó Joe, sintiendo el borde del violento pinchazo en su temperamento —¿Quién es?

—No en mi equipo.

—No seas tonto —le aconsejó a Nick en voz baja —Yo no lo soy. Encuentra tu soplón o voy a empezar a buscarlo yo, y tú no quieres que yo tenga que hacer eso acompañado de ______ . Si tengo que ofender a su sentido de la justicia al matar a unos cuantos agentes de la DEA para conseguir lo correcto, yo voy a estar cabreado, Nick.

No era una amenaza, y por el silencio en la línea sabía que Nick era consciente de ello.

—Tiene que haber más en esto — Nick finalmente se rompió —Si ellos querían sacar a alguien, habrían comenzado conmigo o con Jack, no con ______ . Sacarla a ella no detendrá la operación.

—Ella vio a tres de sus hombres drogar a una de las mujeres allí la semana pasada. Esta es la venganza. Y alguien en el interior les está ayudando —si Nick no podía llegar al fondo de esto, entonces él lo haría —Puedes enviar a tu agente femenina a casa. ______ va a trabajar conmigo.

Un soplo duro, lleno de silbidos de la línea.

—Si ella está comprometida, no intentarán tratar de golpearla de nuevo.

—No van a parar'' —espetó Joe —Mete todos tus hombres a excepción de los técnicos y envíalos al bar de aquí en adelante. Cubre nuestros culos. Si algo le sucede a ella, Nick, te mato. Lo sabes, ¿verdad?

—De acuerdo —dijo Nick, su voz áspera, frustrada —Voy a sacar al equipo y nos encontraremos mañana por la noche.

—Te llamaré antes de que nos encontremos. Tú y Jack pueden reunirse con nosotros, luego instruiremos al resto del equipo. Ahora, ¿qué han encontrado en la casa de _______ ?

—Encontramos el cuchillo. No hay huellas, pero fue fabricado en América del Sur. Bogotá, para ser exactos. Estoy tratando de obtener un rastro a partir de otras fuentes ahora, pero tomará un tiempo.

América del Sur. El Cartel de Fuentes. Él lo sabía.

Fuentes había usado una droga muy exclusiva para drogar a las hijas de los senadores. Joe recordaba la vista de esas niñas la noche que su equipo las rescató. Casi desnudas, el sudor humedecido, sus pupilas dilatadas. La hija mayor había estado bastante coherente como para decir que los soldados habían preparado el vídeo de su violación como incentivo para que sus padres hicieran lo que Fuentes quería.

—Comunícate con tu oficina central. Consigue tu mejor equipo cerebrito informático para pasar el cartel de Fuentes, o lo que quede de él. La droga que estás persiguiendo fue desarrollada por ellos, así que los proveedores, los laboratorios, y muy probablemente los distribuidores son parte de esto. Alguien que había dejado esa organización está tratando de reconstruirla, y están usando los videos para su financiación.

—Hemos estado trabajando en ese ángulo, pero nada ha aparecido todavía —la frustración en la voz del otro hombre era clara —Con Diego Fuentes asesinado, me estoy inclinando más hacia un grupo rival que al Cartel de Fuentes en sí mismo.

—Eso no significa que Fuentes no haya tenido un subalterno emprendedor lo suficientemente inteligente para salir del paso. Mira lo que puedas sacar de los restos de su cartel. Alguien ha conseguido hacerse de la droga, así como imponer un rincón de su cartel aquí. Iniciar la búsqueda y ver lo que ocurrió. Alguien de inteligencia salió de Colombia después de que golpearon a Fuentes y antes de que el viejo Diego Fuentes muriera, su consejero más cercano, un hombre que fue sólo su primer nombre, Saul, se jubiló. Después de la supuesta muerte de Diego, Saul desapareció de su mansión junto al mar y tomó un vuelo privado a California. La inteligencia lo perdió allí

—Maldita sea. La inteligencia de la DEA no tiene idea de que Saul dejó su jubilación —la emoción coloreaba su voz ahora —Esto podría ser la ruptura que estamos esperando. ¿Cómo diablos lo sabes? La colaboración interinstitucional podría ser una puta.

La CIA tenía la información sobre Saul hace seis meses. Joe lo había adquirido de un miembro del equipo actualmente investigando el rumor de que Nathan Malone, el miembro del equipo perdido en Colombia, todavía estaba vivo.

—Cómo no importa —murmuró Joe —Fuentes y sus hombres creían que las mujeres estaban un paso por debajo de sus perros. A excepción de la aberración que él llamaba su esposa. La adoraba a ella. Saul compartía esta opinión y sabía sobre los negocios de Fuentes por dentro y por fuera. Él podría ser la clave que estamos buscando.

—¿Era la perra de Fuentes incluso una mujer? — Nick soltó un gruñido —Los informes que he leído sobre ella sugieren lo contrario.

—Ella tuvo un niño —gruñó —Así que por lo menos estaba equipada físicamente. Mentalmente, yo la pondría en contra de
Genghis Khan. Hazme saber lo que puedas encontrar. Voy a hacer algunas llamadas más, y luego dormir un poco. Contactaré contigo más tarde para ver lo que has averiguado.

Joe estaba mirando por los lados de las cortinas, que le recordaban exactamente cuánto tiempo había pasado desde que había dormido en realidad.
Desconectó la llamada, contactó con algunos pocos más de sus amigos que sabía que iban a correr la voz que él estaba tratando de domar la fiera, luego, guardó el teléfono celular y murmuró una maldición.
Maldita sea, esto estaba empezando a volverse problemático. Ellos pensaron que habían obtenido lo suficiente de la red de Fuentes para desactivar por completo el cartel. ¿Quién tenía que perder?

Se levantó del sofá, empujando el teléfono en su soporte mientras de dirigirse de nuevo al dormitorio. Él sólo quería mirarla. Sostenerla.
Se quitó sus jeans y ropa interior antes de retroceder lentamente a la cama junto a ella, con cuidado de mantener arriba las mantas que la cubrían mientras él mismo se enroscada a su alrededor.
Hundió la cara en su cabello, aspirando el dulce aroma de ella, oliendo los aromas combinados de sus cuerpos. El de ella cálido y ahumado como la primavera, el suyo más fuerte, más contundente. Él estaba hundido y lo sabía. Años de secretos, de ocultar la verdad, aún de aquellos que mejor la conocían, pesaba sobre sus hombros con una fuerza agotadora. En la espalda, las viejas cicatrices, curadas hacía mucho tiempo, aguijoneaban con un calor ardiente.

Él dio un respingo ante el recuerdo del cinturón bajando sobre su espalda, la rabia en los ojos de su padre, la violencia que apretaba su rostro.
Tú eres el hombre de la casa mientras estoy fuera ¿y no pudiste pararla? Gritos.
Pidgejonas
Pidgejonas


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Mensaje por Pidgejonas Miér 14 Nov 2012, 7:13 pm

DANGEROUS GAMES


Capitulo 24


Es una mujer, muchacho, ¿dónde está tu orgullo? ¿Vas a permitir que ellos hagan una ramera
de tu madre? Gritos.
Te voy a enseñar a hacer bien tu trabajo. Por Dios, lo harás bien o te mataré. Gritos.

Tenía trece años. Era su responsabilidad mantener en casa a su madre, para impedir que follara con cada uno de los malditos bastardos mientras que su padre se había ido a la Marina. Su responsabilidad.
Su padre nunca había golpeado a la madre de Joe. Él nunca lo había hecho al igual que con Raven. Era trabajo de Joe observarlas, protegerlas, mantenerlas a salvo. Incluso de ellas mismas.

Si fracasaba, entonces el castigo era suyo. Esta era la lección que su padre le había enseñado, y así sucesivamente hasta su muerte. Fue una amarga herencia que terminaría con Joe.

Joe recordó el día en que el coche negro había arribado, la histeria de su madre ante la noticia de la muerte de su padre. Joe había sentido únicamente alivio. Destruyéndole el alma la culpa de sentir alivio de que su padre no volvería. Nunca.
Allen Jonas había sido un buen marido, a pesar de las infidelidades de su esposa. Para Raven él había sido una amorosa, fuerte figura paterna. Pero la cara que le había mostrado a su hijo había sido demoníaca, y Joe sabía que lo perseguiría para siempre.
Se puso a sí mismo más cerca de ______ , tirando de ella en la cuna de su cuerpo mientras que el cansancio se apoderaba de él.

Él no podía mantenerla para siempre, y lo sabía. No podía estar seguro de que la locura que se apoderó de su padre no se apoderaría también de él algún día. Había tenido prueba de ello la primera vez que conoció a uno de los amantes de _______,
años antes. Él había querido matar a ese cabrón. Todos los instintos dentro de él lo empujaban a matarlo. Y lo aterraba.
Pero mientras la tenía, la amaría. En silencio. Estoicamente. Él la amaba.

Los sueños eran el peor temor de Joe. Cada vez que cerraba los ojos, sabía que las posibilidades de revivir el pasado eran altas. Viéndose en lugar de su padre, su mano levantada hacia atrás, la longitud de una correa de cuero apretada en su puño mientras sus ojos azules brillaban con furia, era su mayor pesadilla.
Sabía que el niño ante él era su propia carne y sangre. Grande para su edad, tal vez, inteligente para su edad, pero igual un niño. Había lágrimas en los ojos del muchacho, pero ninguna de ellas caía por sus mejillas hasta que la carne de la espalda quedaba manchada de sangre. Siguiendo la caída del cinturón, la furia rompiendo alrededor de ellos con cada golpe.

Era un sueño que Joe nunca había olvidado. Así como nunca se había olvidado de sus propias palizas.

"Mi padre me enseñó a ser un hombre, muchacho, Allen Jonas había rugido cuando golpeaba a Joe . Te voy a enseñar a ser hombre. Un hombre no se cruza de brazos y permite que otros conviertan a su mamá en una prostituta."
El muy cabrón había idolatrado a su esposa. La había adorado a sus pies, luchó con ella, gritó y maldijo. La casa y la vida de Allen habían girado en torno a Linda Jonas.

Los sueños se derramaban a través de la mente inconsciente de Joe, aunque esta vez eran más vagos, confusos. En lugar de sentir el cinturón de su padre, Joe sintió una suave caricia a lo largo de su brazo. El olor de su propia sangre fue alejado por el olor del verano, del calor y la pasión.
El olor de _______ .

Se movió contra su tacto, sabiendo que este sueño era mejor que la mayoría. Él sentiría su tacto, ligero como una mariposa sobre su cuerpo, pero nunca como lo necesitaba. Él se despertaría, dispuesto a la entrada de su brillante, húmeda carne, insatisfecha, dolorida por ella.
Pero el toque era más firme en esta ocasión. Labios calientes en lugar de simplemente tibios. La punta de sus dedos como seda, el murmullo de ella despertando en contra de su abdomen, mientras se humedecía.
Él se arqueó a ella, rodando sobre la espalda, los brazos extendidos mientras saboreaba ese toque. Un toque de una mujer a la que sólo había tenido en sus sueños. Hasta ahora.
Su aprobación fue un pequeño beso punzante justo por encima de su ombligo. Él gimió, el sonido penetrando de su mente mientras sus puños se apretaban en las mantas. Él la necesitaba más abajo, sólo un poquito más abajo. Su polla estaba surgiendo feroz y caliente de entre sus muslos, sus bolas doliendo con la necesidad del alivio.
Poco a poco, el conocimiento de que la realidad y el sueño se mezclaron penetró en su mente, enviando una áspera llama de horror corriendo a través suyo. Sus ojos se abrieron de golpe mientras su mano reaccionó, cogiéndole la muñeca cuando sus dedos delgados se trasladaban a rodear la palpitante asta creciente, ardorosamente expectante por su toque.

Sus hechiceros ojos, grises tormentosos, casi negros con la excitación, se levantaron a él. Oscuras pestañas sombreaban sus mejillas mientras una lasciva sonrisa curvaba sus labios y su pequeña lengua rosada birlaba sobre sus propios labios antes de que su cabeza empezara a bajar.
Él no podía hablar. La mandíbula apretada, el cuerpo dolorido, su parte amable salió disparada, agarrándole el pelo para detenerla. Sus labios fueron más que un soplo de la humedad, excitó a la cresta elevándola más por el
entusiasmo de los labios. Nada podía detener su lengua. Apretó la mandíbula tan fuerte que se preguntó si podría romperla cuando la lengua de ella birlaba más de la cuenta que brotaba de la punta y luego le hacía cosquillas en el anillo de oro que perforaba su prepucio.

Sus caderas se sacudieron, involuntariamente arqueándose a sus labios a pesar del agarre que él tenía en su pelo, la desesperación en su mente cuando él la refrenó cayendo por debajo del placer.
Era tan bueno. Tan condenadamente bueno. Su lengua tirando del anillo de bolita, enviando chispas con una sensación de ardor a lo largo de su polla caliente.
Ella era tan bonita. Desnuda, Sonrojada, sus pechos hinchados, los pezones puntiagudos y rosados mientras se inclinaba hacia él. Su mayor fantasía, su peor temor.

Déjame —susurró ella, la respiración sobre la húmeda cabeza de su erección mientras él se sacudía con el látigo del placer que una caricia tan simple provocaba.

Entrecerró los ojos sobre ella cuando él le tomó la mano apretándola, envolviendo sus dedos sobre la de ella mientras que la forzaba a sujetar la base de su carne torturada.
Él no podía hablar. Sólo Dios sabía la locura que podía salir de sus labios si lo intentaba. Su otra mano apretaba en el pelo, impidiéndola arrastrar sus labios rosados sobre la cresta palpitante.
Una arruga rompió entre las cejas como ella se echó hacia atrás, tirando del agarre en su cabello.

Su voz era fuerte, exigente —Tú tuviste tu momento de juego, y éste es el mío. Suéltame, Joe.

Luchó para respirar. ¿Cómo diablos se suponía que iba a permitirle la libertad de tocarlo a su antojo? Ella lo mataría. ¿No sabía que ya estaba destruyendo su alma?

—Déjame —su voz se suavizó mientras seguía mirándolo de entre sus muslos extendidos —He soñado con esto. Dándote placer. Déjame que te de placer ahora.

La mano libre de ella se levantó, sus dedos sujetaron su muñeca, tirando de él cuando él forzó sus dedos para liberarse de ella. Podía ver la necesidad en sus ojos, el hambre. Sólo por un minuto. Él podía soportarlo sin duda.

—¡Jesús! —su mano voló a su pelo de nuevo, sujetando las hebras cuando su boca caliente cercaba la cresta violentamente sensible —No.

Sus labios se levantaron de él mientras que su mirada brillaba.

—No me digas que no —sacó la mano de él de encima de la de ella, nuevamente —¿Qué es lo que temes, hombre grande? ¿Cómo una débil niñita va a hacerte daño? ¿Cómo esto...? —su lengua birló sobre él, enviando una ráfaga de fuego a sus caderas, estando condenadamente cerca de robarle el aliento.

—_______ —se movió para engancharle el pelo de nuevo, sólo para inclinarle la cabeza hacia un lado, la ira enrojeciendo sus mejillas.

—Si me agarras del pelo de nuevo, te voy a morder —sus dientes arrasaron sobre la cabeza palpitante de la polla y estuvo a punto de disparar su liberación en ese momento —Ahora quédate quieto y déjame jugar, Joseph Jonas, o lo prometo, te va a doler durante una semana.

Su lengua enganchó la bolita de oro del anillo un segundo antes de que los dientes lo agarraran, la pequeña bolita en sus labios le aseguraron que ella hablaba en serio.
Joe luchaba para tragar. Con cada toque, cada dulce y sedosa caricia, ella estaba destruyendo su alma. ¿Cómo diablos se suponía que iba a dejarla ir cuando esto se terminara?

—Tengo que saborearte —susurró mientras lamía por debajo de la cresta, su pequeña lengua vacilaba sobre la zona más sensible de su polla —Necesito hacerte sentir bien, también, Joe.

Sus manos golpearon sobre la cama, dando un puñetazo en las mantas cuando él se atrevió a volver a ella. No podía hablar. Daría como resultado un montón de incoherencias.

—Así que tú eres amable, también —su risa ronca sopló sobre él, torturándolo cuando su delicada mano empezó a acariciarle el grueso eje —Eso está bien, querido. Yo estoy acostumbrada al Gruñón. Dios sabe el shock que podría provocar si tú fueras realmente agradable.
Sus ojos brillaban de risa. Se obligó a sí mismo a permanecer en silencio, reforzándose. No pudo prepararse a sí mismo para su boca. Sus labios rodearon el ardiente dolor en la cabeza de su erección, succionándola profundamente dentro de su boca mientras la lengua capturaba y jugaba con el anillo que le atravesaba el prepucio.

—¡Dios dulce! —oraba, sintiendo hervir el escroto mientras luchaba por el control.

El gemido de ella vibró contra él cuando su boca se tensó sobre Joe. Sus labios se extendían a su alrededor, enviando exquisitas agujas de descarga eléctrica a través de su pene, directamente a sus bolas. Mierda, no iba a durar un minuto más como éste.
Sus caderas se arquearon de nuevo, conduciendo la cabeza hinchada más profundo en la boca que chupaba con firmeza. Tan dulce y caliente, suave terciopelo. Y su cara. Su expresión era algo que él sabía que iba a quedar marcada en su mente para siempre. Brillaba. Su dulce, hermoso rostro brillaba ante él mientras que sus labios hambrientos lo consumían. Los ojos de pesados párpados lo miraron fijamente; finos dedos acariciaban el eje, tocando suavemente por debajo del tenso saco, y estalló su mente. Ella era la visión de todas las fantasías sexuales que había conocido en su vida. Por supuesto, todas las fantasías sexuales que había conocido era ________.

—Dulce nena —sus labios se abrieron, su voz, tan ronca que le sorprendió, vertiendo las palabras que se construían en su mente. Dios, él no podía resistirla, no podía resistir la necesidad que tenía bombeando a sus caderas, su maldita erección en la boca cuando sus caderas se tensaron con una liberación que se preguntaba si podría sobrevivir.

—Perfecto —su gemido estrangulado desgarró de sus labios cuando ella rodeó el anillo, tiró de él, pasando la lengua sobre el prepucio. Que el dulce cielo le tenga piedad, iba a arrancar su mente con su orgasmo.

Esto no era un placer. Era una tortura con labios de seda, una firme succión de mejillas de satén. Era el tormento más increíble que había conocido en su vida.

—¡Dios sí! —su cuerpo se amarró cuando él sintió que lo tomaba más profundo, sintió la dulce y ardiente constricción en la parte posterior de su garganta, en la punta de alta sensibilidad de su pene. —¡Maldito sea el infierno, ________ !

Él se iba a correr. Sus manos se movían por la cabeza de ella, sólo para tenerla aferrada cuando la presión sobre su polla se aliviara.

Joder. Chúpame —sus manos se estrellaron de nuevo en la cama.

No era tonto. Si se atrevía a tratar de controlar esto, ella se detendría. Y no podría soportarlo. Ella estaba chupando su mente desde la punta de su polla y él lo consideraba un sacrificio aceptable. Feroces agujas de exquisito placer corrían por su espalda, que chisporroteaba en la base de su espina dorsal, advirtiéndole que no podría aguantar mucho más tiempo. Jadeaba por aire. La respiración era casi imposible. El sudor brotó sobre su cuerpo cuando él apretó los dientes, gruñendo con el éxtasis desgarrando a través de él.

—¡Maldita seas!

Ella tenía la boca apretada.

—________ . Nena....

Su lengua parpadeaba, tiró el anillo de pelota, arremetió contra él el calor, y luego cuando la punta de su erección fue aspirada a la parte posterior de su garganta la explosión que resultó lo hizo gritar, cuando él nunca gritaba.
Sus caderas se arquearon apretadas, sus ojos cerrados mientras que su cabeza se asentaba en la almohada y su semen brotó de la punta de su polla, derramándose en el fondo caliente de su boca. Nunca llegaba a su fin, rasgaba a través de él, temblando por todo su cuerpo, y robando su alma.
Cuando el último pulso furioso de líquido caliente fue consumido por los labios ávidos, él estuvo libre. La tiró hacia él, rodando en la cama y empujando entre sus muslos.
Todavía estaba duro, todavía tenía hambre. Él nunca, nunca podría tener suficiente de ella. Sus manos se apoderaron de sus caderas mientras él se apoderó de ella, ampliándole sus muslos mientras presionaba en su interior. Calor líquido comenzó a rodearlo. Ella estaba tan apretada que tuvo que trabajar dentro de ella, gimiendo con cada embestida poco profunda, hasta que la llenó, hasta que pudo sentir cada centímetro de su erección rodeado por ella. Y no era suficiente. Él la abrazó tan cerca de su pecho como era posible, necesitaba que su piel se fusione con la suya, para tocar su alma a pesar del miedo que él reprimía.

—Abrázame —gruñó contra su cuello.

Pero ella lo abrazaba, con los brazos apretados alrededor de los hombros. Y no era suficiente. Necesitaba más. Necesita aún más de ella para calmar el dolor que se construía en su alma.

—Abrázame, ________ —él comenzó a presionar, desesperado por ella, necesitando más de una manera que no podía explicar. No podía acercarse más a ella, no era posible, pero aún así, no era suficiente. Dios, no era suficiente, él iba a morir si no podía tocarla profundamente, si ella no lo tocaba más profundo a él.

Los brazos de ella se apretaron alrededor de sus hombros a continuación, haciéndose eco de sus gritos en la oreja mientras empujaba con más fuerza, sus golpes ganando velocidad, matando a ambos en el placer mientras que su desesperación le condujo más duro. Más duro. Más. Dios, necesitaba más.
—Te amo, Joe... —su grito atravesó la cabeza de él mientras sentía que se tensaba a su alrededor, sintió su orgasmo tomándola —Te amo....

Y él estaba allí. Ella estaba allí. Más profundo. Enterró la cabeza en su cuello, mientras que su propia liberación se apoderaba de él. Brotando después de la cegadora pulsación cuando la cordura se convirtió en un rehén del placer, y _______ se arrastró a través de su alma.
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Mensaje por Pidgejonas Miér 14 Nov 2012, 7:17 pm

Hola chicas, les puse 2 super capitulos, no se van a quejar, Ok con estos capitulos se van a ir enterando porque Joe es asi con la rayis... les puse esos 2 capitulos porque no voy a poder subirles hasta el sabado en la noche, porque tengo que estudiar, el sabado tengo 2 examenes en la facultad y me tengo que preparar, asi que espero que comenten y que les haya gustado esos capis. ok cuidense y nos leeremos el sabado, Bye :)
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