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Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
¡Hola chicas! Soy nueva en el foro, y quiero invitarlas a leer esta hermosa nove, la amarán, lo sé =), espero les guste... <3
Nombre: Herida de Amor
Autor: Diana Palmer
Adaptación: Si.
Género: Drama y Romance
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: No que yo sepa
¿Estarían contados sus días de soltero? Él era fuerte, seductor y testarudo. Ella, tímida, apocada y dolorosamente inocente. Cuando estaban juntos, Joe Powell y _____Collins eran como el agua y el aceite. Pero cuando Joe se empeñó en ayudar a _____ a conservar la granja familiar, todo el pueblo supo que era cuestión de tiempo que la parejita pasara por el altar. Y lo cierto era que el taciturno ranchero no podía negar la ternura que lo invadía cada vez que estrechaba a _____ entre sus brazos. Pero el orgullo de un texano era un arduo enemigo con el que luchar. ¿Conseguiría _____ lo que ninguna otra mujer había logrado... domar el inquieto corazón de aquel guapo texano?
Nombre: Herida de Amor
Autor: Diana Palmer
Adaptación: Si.
Género: Drama y Romance
Advertencias: Ninguna
Otras páginas: No que yo sepa
Sinopsis
¿Estarían contados sus días de soltero? Él era fuerte, seductor y testarudo. Ella, tímida, apocada y dolorosamente inocente. Cuando estaban juntos, Joe Powell y _____Collins eran como el agua y el aceite. Pero cuando Joe se empeñó en ayudar a _____ a conservar la granja familiar, todo el pueblo supo que era cuestión de tiempo que la parejita pasara por el altar. Y lo cierto era que el taciturno ranchero no podía negar la ternura que lo invadía cada vez que estrechaba a _____ entre sus brazos. Pero el orgullo de un texano era un arduo enemigo con el que luchar. ¿Conseguiría _____ lo que ninguna otra mujer había logrado... domar el inquieto corazón de aquel guapo texano?
Última edición por UnbrokenGirl el Mar 16 Oct 2012, 10:29 pm, editado 1 vez
UnbrokenGirl
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
Nueva fiel lectora siguela
ya quiero leer el primer capitulo
me parece una nove super interesante
ya quiero leer el primer capitulo
me parece una nove super interesante
ElitzJb
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
¡Bienvenidas a las primeras lectoras =)!
Enseguida les subo el primer capítulo chicas, espero que les gusteee ^^
Enseguida les subo el primer capítulo chicas, espero que les gusteee ^^
UnbrokenGirl
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
Capítulo Uno
(Primera Parte)
_____ Collins no entendía por qué su madrastra, Janet, estaba hablando con un agente inmobiliario. Su padre había muerto hacía unas semanas, y _____ tenía el funeral tan reciente que todas las noches se dormía llorando. Su hermano Curt estaba igualmente destrozado. Riddle Collins había sido un hombre fuerte, alegre e inteligente que nunca había tenido una enfermedad seria, por lo que su muerte de un repentino ataque al corazón fue un golpe más duro aún por lo inesperado. De hecho, su vecino, el ranchero Joe Powell, dijo que le resultaba un poco sospechoso. Aunque a Joe todo le parecía sospechoso. Entre otras cosas, estaba convencido de que el gobierno estaba desarrollando un programa de clonación de soldados en laboratorios clandestinos y semienterrados en alguno de los desiertos del país.
_____ se pasó la mano por la larga melena negra y rizada, mientras recorría el horizonte con sus ojos verdes, en busca de su hermano. Pero Curt seguramente estaba hasta las cejas atendiendo los primeros partos del ganado aquella primavera, en los pastos más al norte del rancho de Joe Powell, donde trabajaba cuidando el ganado.
Aún no estaban en abril y las primeras novillas ya habían empezado a parir algunos terneros, tal y como era normal en aquella época del año. _____ sabía que Curt no aparecería antes de que el agente inmobiliario se fuera del rancho.
_____ oyó la voz del hombre y se acercó a la esquina de la casa con mucho cuidado para no ser vista e intentar enterarse de qué era lo que estaba ocurriendo. Su padre amaba aquel pequeño rancho con todas sus fuerzas, y sus dos hijos también. El rancho de los Collins llevaba en la familia casi el mismo tiempo que el Bar P. en la de Joe Powell.
— ¿Cuánto tardará en encontrar comprador? —estaba preguntando Janet.
—No le puedo asegurar nada, señora Collins —respondió el hombre—. Pero Jacobsville está creciendo mucho y hay muchas familias interesadas en viviendas accesibles. También puede haber alguna constructora interesada en urbanizar las tierras y ellos seguramente pagarían muy bien.
¿Urbanizar las tierras? ¡No podía ser cierto!
—Quiero vender lo antes posible —dijo Janet con firmeza—. Tengo el dinero del seguro y en cuanto venda el rancho me largo del país.
¡Otra revelación demoledora! ¿Por qué tenía su madrastra tanta prisa? El que había sido su esposo durante apenas nueve meses acababa de morir.
—Haré lo que pueda, señora Collins —le aseguró el hombre—, pero debe entender que el mercado inmobiliario está en crisis y no puedo garantizarle un comprador con la certeza que me gustaría.
—Bien —dijo Janet—. Pero manténgame informada de sus progresos, por favor.
—Desde luego.
_____ salió corriendo procurando que no la vieran. El corazón le latía con fuerza.
La frialdad que estaba mostrando Janet en todo momento después de la muerte de su padre le había extrañado, pero ahora empezó a hacer una serie de desagradables asociaciones. Desde su escondite vio cómo el agente inmobiliario se montaba en su coche y se iba, y pocos minutos después Janet lo seguía al volante de su Mercedes.
_____ necesitaba ayuda. Por suerte, sabía a quién acudir.
Andando se encaminó hacia la magnífica residencia de estilo colonial de Joe Powell. El único medio de transporte de _____ era una vieja camioneta que en ese momento estaba en el taller, por lo que la joven tardó más de diez minutos en llegar hasta la entrada del rancho, y otros diez en recorrer el sendero pavimentado que conducía hasta la puerta principal de la casa. A ambos lados de la valla que flanqueaba el camino había cabezas de ganado Santa Gertrudis, unas vacas de color rojizo oscuro, animales de pura raza que eran los únicos que Joe criaba. Además, tenía un macho que estaba valorado en más de un millón de dólares, y el rancho disponía de una sección dedicada a la inseminación artificial y a la obtención de semen para su venta, por el que se llegaba a pagar hasta mil dólares. Joe lo vendía a ganaderos de todo el mundo, y a menudo recibía visitantes de otros países interesados en conocer de cerca las instalaciones ganaderas y su funcionamiento. Al igual que los hermanos Tremayne, Cy Parks y otros ganaderos de la zona, Joe practicaba ganadería ecológica. No utilizaba hormonas ni pesticidas, y tampoco antibióticos que no fueran estrictamente necesarios para la salud de los animales.
Joe era un hombre hecho a sí mismo y toda una leyenda en el condado. En sus comienzos había sido un humilde vaquero hasta que empezó a comprar y criar ganado.
Era el único hijo de un hombre que se dedicó a la ganadería por afición y una joven de familia adinerada que fue desheredada por sus padres en el mismo momento en que anunció su boda con el joven Powell, y a quien sólo dejaron en herencia la propiedad donde estaba ahora el rancho de Joe. Su padre bebía considerablemente y después de la muerte de su esposa se retiró del mundo y dejó a Joe con una difícil decisión, la de recuperar el rancho que su padre había arruinado. Joe empezó a trabajar como vaquero en el suntuoso rancho de Duke Wright y en su tiempo libre se ganó una reputación profesional en el circuito de los rodeos, montando toros bravos.
En lugar que disfrutar del dinero que recaudaba con el rodeo, Joe pagó la hipoteca que su padre había pedido sobre el rancho. Con los años, añadió un toro Santa Gertrudis de pura raza y un granero, así como un par de hembras. Estudió genética con la ayuda de un ganadero retirado y aprendió a comprar semen de otros animales para inseminar artificialmente a las hembras. Poco después entró también en el circuito de concursos de animales, y no tardó en empezar a ganar premios y recibir peticiones de venta de semen. Fue un largo camino hacia la prosperidad, pero lo consiguió, a pesar de tener que hacerse cargo de un padre alcohólico que terminó empotrado en su camioneta contra un poste de teléfono. Joe quedó solo en el mundo. Bueno, no tan solo. Si lo que decía Curt, el hermano de _____, era cierto, una cosa que nunca le faltaba a Joe eran mujeres. Las tenía de sobra.
A _____ le encantaba el rancho de adobe amarillento que Joe había construido hacía un par de años, con sus elegantes arcos y las filigranas de hierro fundido negro que decoraban las puertas y ventanas. En el patio central había una enorme fuente, donde nadaban peces tropicales de distintos colores que incluso disfrutaban de agua caliente para poder soportar el frío del invierno. La casa era un sueño. El lugar perfecto para una familia, aunque todo el mundo decía que Joe Powell jamás se casaría. Tenía demasiado aprecio a su libertad.
_____ se acercó a la puerta principal y llamó al timbre. Sabía que no podía tener un aspecto muy atractivo, con los vaqueros y las botas manchados de barro y una vieja camiseta desteñida cubierta por una cazadora vaquera que había visto mejores tiempos.
Había estado con el único mozo que les ayudaba en el rancho ayudando a nacer a un ternero. No era un trabajo muy limpio, algo que desde luego su madrastra jamás haría. _____ aún echaba de menos a su padre. Su muerte inesperada había sido un golpe durísimo para ella y para su hermano, que apenas estaban empezando a acostumbrarse a la nueva esposa de Riddle Collins.
Nada más enterrarlo, Janet se afanó por hacerse con el cuarto de millón de dólares del seguro que había dejado su padre, en el que ella aparecía como única beneficiaria, y empezó a gastar dinero a diestro y siniestro sin pensar en facturas pendientes ni en los hijos de Riddle. Eran jóvenes y podían trabajar, había razonado la viuda, y además tenían un techo. Al menos de momento. Por lo visto, también el nuevo testamento de Collins, del que sus hijos no sabían nada, nombraba a Janet única heredera de la propiedad y de la cuenta bancaria, no especialmente abultada, de su difunto esposo. O al menos eso les comunicó Janet en tono altivo. Curt estaba furioso. _____ no dijo nada. Echaba mucho de menos a su padre y todavía se sentía como si caminara en medio de una neblina de aturdimiento.
_____ tenía el ceño fruncido cuando la puerta se abrió, y dio un salto involuntario al ver que no era la criada quien salía a abrir, sino Joe en persona.
— ¿Qué demonios quieres? —le preguntó él secamente—. Tu hermano no está aquí. Está supervisando el nuevo vallado en la parte norte.
_____ no respondió.
— ¿Y bien? —insistió él con impaciencia.
Era tan guapo, pensó ella para sus adentros. Tenía treinta y dos años y era muy alto, delgado y musculoso, con los ojos negros y el pelo negro y rizado. El rostro era viril y fuerte, bronceado por el sol, con orejas grandes, y pies grandes también. Pero era atractivo. Demasiado.
— ¿Estás muda? —preguntó él, mirándola con el ceño fruncido. _____ negó con la cabeza.
—Sólo temporalmente —dijo con un suspiro—. Estás como un pan, Joe.
— ¿Quieres decirme qué es lo que quieres? —gruñó él—. Porque si es una cita, olvídalo. No me gustan las mujeres que me persiguen. Ya sé que no puedes quitarme los ojos de encima, pero eso no es excusa para presentarte así en mi casa buscando mis atenciones.
—Ya te gustaría —dijo ella arrastrando las sílabas con un divertido destello en los ojos—. Si quiero un hombre, buscaré a alguien accesible, una estrella de cine o un multimillonario.
—He dicho que tengo prisa —refunfuñó él.
—Vale, si no quieres hablar conmigo...
Joe soltó un bufido de impaciencia.
—Está bien, pasa —masculló—. Y date prisa, no sea que se cuelen las otras mujeres que me persiguen.
—Sería una lista muy reducida —dijo ella entrando en el vestíbulo—. Tienes fama de no tener modales y de no saber cuidar una casa.
— ¿A qué viene eso? —dijo él, secamente. _____ le sonrió.
—Tienes las botas llenas de barro, que ahora también está en la carísima alfombra de lana que compraste en Marruecos —dijo ella, señalando la alfombra—. Cuando Amie lo vea, te matará.
—Mi tía sólo vive aquí cuando no tiene otro sitio —dijo él.
—Que dicho en cristiano quiere decir que se ha escondido. ¿Por qué estás furioso con ella esta vez? —preguntó. Joe se quedó mirándola un largo rato y suspiró.
—Quería redecorar mi habitación. Poner cortinas amarillas y volantes —casi escupió la palabra—. Dice que es muy deprimente porque me gusta la madera oscura y las cortinas de color crema.
—Puedes pintarla de rojo y poner luces de colores —dijo _____ arqueando las cejas.
—He dicho que las mujeres me persiguen, no que traiga una diferente cada noche —replicó él, furioso ante la insinuación.
— ¿Ah, no? ¿Quién fue la semana pasada? La hija del senador Merrill, y antes que ella, Miss Condado de Jacobs, y...
—Eso no fue por mi culpa —dijo él—. La chica se plantó delante de mi coche en el aparcamiento de ese nuevo restaurante japonés y se negó a moverse a menos que la llevara conmigo —le explicó, y sonrió de oreja a oreja.
—Eres imposible —dijo _____
—Venga, venga, ¿qué querías? He quedado con tu hermano dentro de media hora para ver unas hembras preñadas —le dijo.
De repente, Joe arqueó una ceja y empezó a recorrerla lentamente con la mirada de la cabeza a los pies.
—Si quieres, puedo hacerte un favor en quince minutos...
—A mí nadie me encaja entre unas hembras preñadas y la cena —le informó ella—. Además, ya lo sabes, yo soy célibe.
Joe se llevó la mano derecha al corazón.
—A Dios pongo por testigo de que yo no le dije a tu hermano que te dijera que Bill Paine tenía una enfermedad contagiosa...
—No tengo nada que ver con Bill Paine —le espetó ella.
—Ibas a ir con él a Houston a un concierto que no había y yo sé que Bill tiene un piso en Houston y una pésima reputación de mujeriego —le replicó él con los dientes apretados—. Así que se me ocurrió mencionar a uno de los mozos, que por casualidad estaba al lado de tu hermano, que Bill Paine tenía una enfermedad contagiosa.
_____ no se podía creer lo insolente que era. Curt se enfureció cuando ella aceptó una invitación del rico y rubio Bill Paine, de una clase social muy superior a la suya. Bill era cliente del bufete de abogados de Blake Kemp, donde ella trabajaba. Bill reparó en _____ y empezó a coquetear con ella. Cuando Curt le dijo lo que había oído sobre Bill, _____ canceló la cita. Y se alegró de haberlo hecho. Más tarde se enteró de que Bill había hecho una apuesta con uno de sus amigos de que podía acostarse con ella cuando quisiera.
—Yo no tengo ninguna enfermedad contagiosa —le aseguró él, en tono más bajo y grave. Miró el reloj—. Nos quedan diez minutos, si nos damos prisa.
_____ hizo un gesto en el aire.
—Hoy no me puedes seducir. Tengo que ir a comprar. Lo que he venido a decirte es que Janet quiere vender el rancho a un promotor para construir una urbanización.
— ¿Una qué? —explotó él—. ¿Una urbanización? ¿Junto a mi nave de inseminación? —Joe echaba chispas por los ojos—. ¡Y un cuerno!
—Bien. Tú quieres detenerla. ¿Tienes una soga fuerte?
—Esto es muy grave. ¿Qué demonios está haciendo, vender vuestra casa? No creo que Riddle se lo dejara todo. ¿Y Curt y tú?
—Dice que somos jóvenes y podemos trabajar para vivir.
Joe no dijo nada. Su silencio era tan elocuente como si gritara.
—No os puede desahuciar —dijo—. Tienes que hablar con Kemp.
—Trabajo para el señor Kemp —le recordó ella, consciente también de que no podría pagar sus honorarios.
—Lo que me lleva a la pregunta: ¿por qué no estás trabajando?
_____ suspiró.
—El señor Kemp ha ido a una convención del Colegio de Abogados en Florida —le explicó—. Me dijo que podía tomarme un par de días de vacaciones en su ausencia, ya que Mabel y Violet se iban a quedar en el bufete para lo que pudiera surgir. Normalmente no tengo mucho tiempo libre.
—Ya sé que no —dijo Joe—. Kemp es un abogado muy demandado en Jacobsville. Seguro que has aprendido mucho con él. ¿No te ha entrado el gusanillo de estudiar Derecho?
—No —respondió ella—. La licenciatura en Historia me basta. Tengo toda la educación que necesito. He estado pensando en dar clases en la escuela de adultos por las tardes...
—Tu padre era un hombre acomodado —observó él—. Tenía una colección de monedas que estaba valorada en medio millón de dólares, ¿no?
—Eso creímos, pero no la hemos encontrado. Supongo que la vendió para comprarle a Janet el Mercedes.
—Él os quería a Curt y a ti.
_____ tuvo que hacer un esfuerzo para contener las lágrimas.
—Cuando se casó con ella debió de cambiar el testamento y se lo dejó todo —contestó—. Janet dijo que todo estaba en su caja de seguridad del banco junto con la cuenta de ahorro, que también estaba a su nombre. Tal y como estaban los documentos, el dinero le pertenecía también a ella y no ha tenido ningún problema legal para hacerse con él. Papá no nos dejó ni un centavo —admitió para finalizar.
—Aquí hay algo que huele mal —dijo él.
—Eso parece, sí, pero papá se lo dejó todo a ella. Estaba loco por Janet.
— ¿Habéis legalizado el testamento?
_____ negó con la cabeza.
—Janet dice que se lo ha dado a un abogado y que está a la espera de su respuesta.
—Tú conoces la ley mejor que yo, _____. Y necesitas un abogado —repitió él—. Contrata a Kemp y que la investigue. Aquí hay algo que huele mal. Tu padre era el hombre más sano que he conocido. Nunca tuvo el menor síntoma de problemas cardiovasculares.
—Lo mismo pensamos Curt y yo —dijo _____ y suspiró, clavando los ojos en la elegante moqueta azul y rosa—. Estaba loco por ella. Quizá pensó que nosotros no necesitábamos mucho. Sé que nos quería... —un sollozo la interrumpió. Joe la abrazó y la atrajo hacia él.
— ¿Por qué no lloras, _____? —le preguntó—. Te hará bien.
— ¿Tú también lloras? —preguntó ella, saboreando el olor masculino que le iba impregnando la ropa y el cuerpo.
—Muérdete la lengua —masculló él entre dientes, rozándole la sien con los labios—. ¿Qué sería del rancho si cada vez que pasara algo yo me echara a llorar? No saldrán lágrimas de esta alfombra persa, te lo aseguro, y si no pregúntaselo a mi tía.
_____ rió suavemente a pesar de las lágrimas. Era un hombre reconfortante, aunque solía perder los estribos sin demasiado motivo y su arrogancia hacía desear a muchas personas no haberlo conocido.
— ¿Por eso gritas a tus empleados? ¿Para no llorar?
—A mí me funciona —rió él—. ¿Estás mejor? —le preguntó, dándole unas palmaditas en el hombro. Ella asintió, sonriendo a través de las lágrimas, que se secó con un pañuelo de papel que él le había metido en un bolsillo de los vaqueros.
—Gracias.
— ¿Para qué son los futuros amantes? —dijo él, y cuando la vio ruborizarse, soltó una sonora carcajada.
—Deja de pervertirme, eres una mala influencia —dijo ella.
—Yo no te estoy pervirtiendo —rió él—, sólo avisando de mis malas intenciones. Además, ha servido para detener la cascada de lágrimas.
—Eso no eran lágrimas, eran gotas de rocío.
—Habla con Kemp —repitió él sin añadir que él pensaba hacer lo mismo—. Si Janet tiene un testamento nuevo y un codicilo, tendrá que demostrarlo. No permitas que os eche de vuestras tierras sin luchar.
—Supongo que puedo decirle que me lo enseñe —dijo ella—. Oh, detesto las discusiones y las peleas.
—Lo recordaré la próxima vez que vengas persiguiéndome —prometió él. _____ sacudió la cabeza, dando media vuelta para irse—. Eh.
Ella lo miró por encima del hombro.
—Avísame con lo que averigües —dijo él—. A mí también me afecta. No puedo permitir una urbanización al lado de la nave. Estresaría mucho a las hembras, y desmontar esa nave y volverla a montar en otro sitio me costaría una fortuna. Un juicio sería más barato.
—Buena idea —dijo _____—. Denúnciala.
— ¿Por qué, por querer vender una propiedad?
—Sólo intentaba ayudarnos a los dos —respondió ella. Joe volvió a mirar el reloj.
—Sólo quedan cinco minutos y ni siquiera yo soy tan bueno —añadió—. Es una lástima. Si hubieras tenido la boca cerrada, ahora estaríamos...
— ¡Cállate, Joseph Powell! En serio, de todos los rancheros arrogantes y salidos de Texas...
Cuando salió por la puerta aún seguía maldiciéndolo. Pero cuando se alejó de la casa sonrió. Joe era como un tónico para su alma.
UnbrokenGirl
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
genial siguela me encanto
esa sucia de janet yo creo q es una casa fortuna
y q eso del testamento es falso ....
jeje adoro cuando joe y ella hablan asi jeje
siguela quiero mas capitulos :)
esa sucia de janet yo creo q es una casa fortuna
y q eso del testamento es falso ....
jeje adoro cuando joe y ella hablan asi jeje
siguela quiero mas capitulos :)
ElitzJb
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
Hola chicas aqui vengo a dejarles la 2da parte del primer capítulo!! ojalá les guste! un besoooo
Aquella noche, Janet no dijo ni una palabra sobre el agente inmobiliario. Comió la cena ligera que _____ había preparado, como de costumbre, sin molestarse siquiera en darle las gracias.
— ¿Cuándo vuelves al trabajo? —le preguntó a _____ en tono irritado. Janet llevaba el pelo teñido de rubio platino, con un corte sofisticado y unos vaqueros con bordados de piedras que evidenciaban su nueva situación económica—. No puede ser bueno estar todo el día en casa sin hacer nada —añadió.
Curt, con un gran parecido físico a su hermana, excepto que era más alto y musculoso, miró furioso a la mujer.
—Perdona, ¿cuándo te has ocupado tú de la casa o de la cocina? _____ lo hace todo desde que tenía once años.
—No me hables en ese tono —respondió Janet—. Te puedo echar cuando quiera. Ahora todo es mío.
—Nada es tuyo hasta que se legalice el testamento —replicó _____ sin alzar la voz, dejando perplejo incluso a su hermano—. Puedes presentarlo, supongo, porque vas a tener que hacerlo. Pero ahora el rancho no es tuyo y quizá no lo sea nunca.
— ¿Has vuelto a hablar con ese ranchero, verdad? ¡Maldito Powell! —exclamó
Janet—. Todo le parece sospechoso. Tu padre sufrió un infarto. Me lo dejó todo. ¿Qué más quieres? —rugió, poniéndose en pie. _____ también se levantó, roja de ira.
—Pruebas. Quiero pruebas, y más vale que las tengas antes de empezar a vender las tierras de mi padre a un promotor.
— ¿Pro... promotor? —balbuceó Janet.
—Esta tarde te he oído hablar con el agente inmobiliario. Quieres vender el rancho y mi padre aún no lleva muerto ni un mes.
Curt se puso en pie.
—Antes de vender este rancho, vas a necesitar un abogado, Janet —dijo arrastrando lentamente las palabras, para que quedara bien claro.
— ¿Y cómo vas a pagar tú uno, Curt, si tienes un sueldo mísero que apenas te da para comer?
—Joe nos prestará el dinero —dijo _____ con total seguridad. Janet arrojó la servilleta sobre la mesa sin ocultar su ira.
—Necesitas clases de cocina, esta cena está asquerosa. Voy a hacer unas llamadas —dijo, y salió del comedor.
_____ y Curt se sentaron de nuevo. Los dos estaban furiosos.
—No venderá el rancho mientras me quede un aliento de vida en el cuerpo —dijo
Curt a su hermana—. De todos modos, no puede hacerlo hasta legalizar el testamento.
Y más vale que tenga un testamento legítimo.
—Joe ha dicho que le digamos al señor Kemp que le eche un vistazo —dijo _____—. Y creo que también necesitaremos un experto en caligrafía.
Curt asintió.
—Pero lo de que Joe nos prestará el dinero era un farol —confesó _____ a su hermano.
—No creo que Joe quiera una urbanización a la puerta de su casa. Hablaré con él —dijo Curt, consciente del daño que eso podía hacer al proyecto ganadero de su jefe.
—Ya lo he hecho yo —respondió _____, sorprendiendo a su hermano—. Cree que algo huele mal.
—A Joe no se le escapa nada —dijo Curt—. Desde la muerte de papá me he enfrascado en el trabajo para no pensar, pero debemos prestar más atención a lo que está ocurriendo con Janet.
—Yo también lo he pasado mal —dijo _____ con un suspiro y cruzó las manos sobre el mantel—. ¿No es sorprendente cómo ha cambiado, ahora que no está aquí papá? Antes se pasaba el día achuchándonos.
—Se casó con él por lo que tenía, _____ —afirmó él, amargamente.
—Parecía que lo quería.
—La noche que volvieron de la luna de miel en Cancún vino a mi habitación —confesó Curt con los dientes apretados.
_____ silbó. Su hermano era un hombre joven muy apuesto, mientras que a su padre, un hombre cariñoso y encantador, le sobraban kilos y le faltaba pelo. No era de extrañar que Janet prefiriera a Curt que a su esposo.
—Le di una buena bofetada y le dije que no se le ocurriera decirle nada a papá. Papá no lo supo nunca.
Curt calló un momento y se pasó la mano por la mandíbula. Después sacudió la cabeza con incredulidad.
— ¿Cómo pudo casarse con una mujer así?
—Le halagaba todas las atenciones que le prestaba —dijo _____ con tristeza—. Papá habría hecho cualquier cosa por ella, incluso cambiar el testamento. Y si es así, Curt, lo tenemos que aceptar.
—No hasta que me demuestren que no lo falsificaron —exclamó Curt testarudo—. No renunciaré a nuestra herencia sin luchar y tú tampoco.
_____ suspiró.
—Vale, hermano mayor. ¿Qué quieres hacer?
— ¿Cuándo vuelves a trabajar? —preguntó él.
—El lunes. El señor Kemp está de viaje.
—Bien. Entonces el lunes conciertas una cita para los dos.
—Está bien —dijo ella que ya se sentía mucho mejor. Curt se recostó en la silla y miró a su hermana con expresión divertida.
—Así que has ido a ver a Joe —comentó—. Hasta hace poco, cada vez que lo veías salías corriendo.
—Siempre estaba gritándole a alguien —le recordó ella—. Me intimidaba. Sobre todo cuando terminé el instituto. Me gustaba mucho, la verdad, y no quería que se diera cuenta.
Curt miró a su hermana con afecto.
— ¿Sabes?, yo pensaba que a Joe tú también le gustabas. Sólo te lleva ocho años.
— ¿Qué dices? Yo nunca le he gustado. Nunca se ha fijado en mí —_____ dirigió una mirada fulminante a su hermano—. En todos los años que hemos vivido aquí, casi nunca me ha sonreído. Sólo un poco en los últimos meses. ¡Si me trata siempre como si fuera una enfermedad contagiosa!
Curt sonrió. Se parecía mucho a su hermana. Los dos tenían el mismo pelo negro y rizado y los mismos ojos verdes.
—Se mete contigo, te toma el pelo, te hace reír —le dijo él—. Y tú haces lo mismo. La gente se da cuenta de esas cosas. Y se pone furioso si alguien hace algún comentario negativo sobre ti.
— ¿Quién dice cosas negativas sobre mí? —preguntó _____, abriendo mucho los ojos.
—Esa ayudante de dirección de los Almacenes Lord.
—Ah, Sherry King. No puede evitarlo —le explicó _____ recostándose en la silla—. Estaba loca por Duke Wright y él quería llevarme al Baile de los Vaqueros. Yo no quise ir y él no invitó a nadie más. Pobre Sherry, me dio lástima.
—Duke no es tu tipo —dijo Curt—. Además, no creo que se vuelva a casar. Su mujer se llevó a su hijo de cinco años a Nueva York, donde trabaja ahora. Duke dice que ni siquiera cuida de él, que sólo piensa en trabajar para que la asciendan. Y que al niño en realidad lo cuida su hermana, mientras ella viaja por todo el mundo vendiendo propiedades inmobiliarias.
—El mundo ha cambiado, Curt —observó _____—. Las mujeres ahora compiten con los hombres por los mismos trabajos. Y tienen que trabajar para obtener ascensos, igual que los hombres.
Curt entrecerró los ojos.
—Pues que las asciendan antes de quedarse embarazadas —gruñó.
—Siempre hay accidentes —dijo ella encogiéndose de hombros.
—Ningún hijo mío será fruto de un accidente —exclamó él con firmeza.
—Vaya aire de superioridad —bromeó ella—. El que nunca comete errores.
Curt le dio en el hombro con la servilleta.
—Tú ni siquiera te arriesgas a meter el dedo del pie en el agua a ver si está fría, así que no me sermonees sobre ahogarse.
_____ soltó una risita.
—Soy sensata —le aseguró divertida—. No me gusta angustiarme. Prefiero la rutina de mi trabajo y no meterme en líos emocionales.
Curt la estudió un segundo en silencio.
—Tú siempre procuras evitar cualquier riesgo, ¿verdad? —musitó. _____ movió un hombro, inquieta.
—Papá y mamá se pasaban el día discutiendo, ¿te acuerdas? Y yo me juré que nunca me vería en una situación así. Mamá me contó que cuando papá y ella se casaron eran muy felices. Pero a los seis meses ella se quedó embarazada de ti y desde entonces no tuvieron una comida sin pelearse —_____ sacudió la cabeza—. Eso significa que no te puedes fiar de tus emociones. El amor es... difícil —concluyó—. Y causa locura, estoy segura de ello.
— ¿Por qué no le preguntas a Kemp si es por eso por lo que sigue soltero? Tiene treinta y tantos años y ni siquiera ha estado comprometido.
— ¿Quién lo aguantaría? —preguntó ella. Y riendo añadió—: Porque además es un broncas. El otro día sacó a otro abogado a golpes del despacho. Menos mal que había un felpudo en la entrada y suavizó la caída del pobre hombre. Si no, se parte el trasero.
— ¿Qué quería? —preguntó Curt.
—No tengo ni idea, pero no creo que repita como cliente.
—Yo tampoco —rió Curt.
Aquella noche _____ se fue pronto a la cama. Echaba mucho de menos a su padre y no podía creer que no les hubiera mencionado ni a ella ni a su hermano en el testamento. Su padre los quería, de eso estaba segura. También pensó en Joe Powell y en el comentario de Curt sobre que creía que ella le gustaba. La sola idea hizo que un estremecimiento le recorriera todo el cuerpo. Pero no iba a pasar, se aseguró a sí misma. Joe era guapísimo y podía tener todas las mujeres que quisiera. _____ Collins sería su último recurso, pero como aún no iba a llegar el fin del mundo, ella estaba fuera de concurso. Se dio la vuelta en la cama, cerró los ojos y se durmió.
Capítulo Uno
(Segunda Parte)
Aquella noche, Janet no dijo ni una palabra sobre el agente inmobiliario. Comió la cena ligera que _____ había preparado, como de costumbre, sin molestarse siquiera en darle las gracias.
— ¿Cuándo vuelves al trabajo? —le preguntó a _____ en tono irritado. Janet llevaba el pelo teñido de rubio platino, con un corte sofisticado y unos vaqueros con bordados de piedras que evidenciaban su nueva situación económica—. No puede ser bueno estar todo el día en casa sin hacer nada —añadió.
Curt, con un gran parecido físico a su hermana, excepto que era más alto y musculoso, miró furioso a la mujer.
—Perdona, ¿cuándo te has ocupado tú de la casa o de la cocina? _____ lo hace todo desde que tenía once años.
—No me hables en ese tono —respondió Janet—. Te puedo echar cuando quiera. Ahora todo es mío.
—Nada es tuyo hasta que se legalice el testamento —replicó _____ sin alzar la voz, dejando perplejo incluso a su hermano—. Puedes presentarlo, supongo, porque vas a tener que hacerlo. Pero ahora el rancho no es tuyo y quizá no lo sea nunca.
— ¿Has vuelto a hablar con ese ranchero, verdad? ¡Maldito Powell! —exclamó
Janet—. Todo le parece sospechoso. Tu padre sufrió un infarto. Me lo dejó todo. ¿Qué más quieres? —rugió, poniéndose en pie. _____ también se levantó, roja de ira.
—Pruebas. Quiero pruebas, y más vale que las tengas antes de empezar a vender las tierras de mi padre a un promotor.
— ¿Pro... promotor? —balbuceó Janet.
—Esta tarde te he oído hablar con el agente inmobiliario. Quieres vender el rancho y mi padre aún no lleva muerto ni un mes.
Curt se puso en pie.
—Antes de vender este rancho, vas a necesitar un abogado, Janet —dijo arrastrando lentamente las palabras, para que quedara bien claro.
— ¿Y cómo vas a pagar tú uno, Curt, si tienes un sueldo mísero que apenas te da para comer?
—Joe nos prestará el dinero —dijo _____ con total seguridad. Janet arrojó la servilleta sobre la mesa sin ocultar su ira.
—Necesitas clases de cocina, esta cena está asquerosa. Voy a hacer unas llamadas —dijo, y salió del comedor.
_____ y Curt se sentaron de nuevo. Los dos estaban furiosos.
—No venderá el rancho mientras me quede un aliento de vida en el cuerpo —dijo
Curt a su hermana—. De todos modos, no puede hacerlo hasta legalizar el testamento.
Y más vale que tenga un testamento legítimo.
—Joe ha dicho que le digamos al señor Kemp que le eche un vistazo —dijo _____—. Y creo que también necesitaremos un experto en caligrafía.
Curt asintió.
—Pero lo de que Joe nos prestará el dinero era un farol —confesó _____ a su hermano.
—No creo que Joe quiera una urbanización a la puerta de su casa. Hablaré con él —dijo Curt, consciente del daño que eso podía hacer al proyecto ganadero de su jefe.
—Ya lo he hecho yo —respondió _____, sorprendiendo a su hermano—. Cree que algo huele mal.
—A Joe no se le escapa nada —dijo Curt—. Desde la muerte de papá me he enfrascado en el trabajo para no pensar, pero debemos prestar más atención a lo que está ocurriendo con Janet.
—Yo también lo he pasado mal —dijo _____ con un suspiro y cruzó las manos sobre el mantel—. ¿No es sorprendente cómo ha cambiado, ahora que no está aquí papá? Antes se pasaba el día achuchándonos.
—Se casó con él por lo que tenía, _____ —afirmó él, amargamente.
—Parecía que lo quería.
—La noche que volvieron de la luna de miel en Cancún vino a mi habitación —confesó Curt con los dientes apretados.
_____ silbó. Su hermano era un hombre joven muy apuesto, mientras que a su padre, un hombre cariñoso y encantador, le sobraban kilos y le faltaba pelo. No era de extrañar que Janet prefiriera a Curt que a su esposo.
—Le di una buena bofetada y le dije que no se le ocurriera decirle nada a papá. Papá no lo supo nunca.
Curt calló un momento y se pasó la mano por la mandíbula. Después sacudió la cabeza con incredulidad.
— ¿Cómo pudo casarse con una mujer así?
—Le halagaba todas las atenciones que le prestaba —dijo _____ con tristeza—. Papá habría hecho cualquier cosa por ella, incluso cambiar el testamento. Y si es así, Curt, lo tenemos que aceptar.
—No hasta que me demuestren que no lo falsificaron —exclamó Curt testarudo—. No renunciaré a nuestra herencia sin luchar y tú tampoco.
_____ suspiró.
—Vale, hermano mayor. ¿Qué quieres hacer?
— ¿Cuándo vuelves a trabajar? —preguntó él.
—El lunes. El señor Kemp está de viaje.
—Bien. Entonces el lunes conciertas una cita para los dos.
—Está bien —dijo ella que ya se sentía mucho mejor. Curt se recostó en la silla y miró a su hermana con expresión divertida.
—Así que has ido a ver a Joe —comentó—. Hasta hace poco, cada vez que lo veías salías corriendo.
—Siempre estaba gritándole a alguien —le recordó ella—. Me intimidaba. Sobre todo cuando terminé el instituto. Me gustaba mucho, la verdad, y no quería que se diera cuenta.
Curt miró a su hermana con afecto.
— ¿Sabes?, yo pensaba que a Joe tú también le gustabas. Sólo te lleva ocho años.
— ¿Qué dices? Yo nunca le he gustado. Nunca se ha fijado en mí —_____ dirigió una mirada fulminante a su hermano—. En todos los años que hemos vivido aquí, casi nunca me ha sonreído. Sólo un poco en los últimos meses. ¡Si me trata siempre como si fuera una enfermedad contagiosa!
Curt sonrió. Se parecía mucho a su hermana. Los dos tenían el mismo pelo negro y rizado y los mismos ojos verdes.
—Se mete contigo, te toma el pelo, te hace reír —le dijo él—. Y tú haces lo mismo. La gente se da cuenta de esas cosas. Y se pone furioso si alguien hace algún comentario negativo sobre ti.
— ¿Quién dice cosas negativas sobre mí? —preguntó _____, abriendo mucho los ojos.
—Esa ayudante de dirección de los Almacenes Lord.
—Ah, Sherry King. No puede evitarlo —le explicó _____ recostándose en la silla—. Estaba loca por Duke Wright y él quería llevarme al Baile de los Vaqueros. Yo no quise ir y él no invitó a nadie más. Pobre Sherry, me dio lástima.
—Duke no es tu tipo —dijo Curt—. Además, no creo que se vuelva a casar. Su mujer se llevó a su hijo de cinco años a Nueva York, donde trabaja ahora. Duke dice que ni siquiera cuida de él, que sólo piensa en trabajar para que la asciendan. Y que al niño en realidad lo cuida su hermana, mientras ella viaja por todo el mundo vendiendo propiedades inmobiliarias.
—El mundo ha cambiado, Curt —observó _____—. Las mujeres ahora compiten con los hombres por los mismos trabajos. Y tienen que trabajar para obtener ascensos, igual que los hombres.
Curt entrecerró los ojos.
—Pues que las asciendan antes de quedarse embarazadas —gruñó.
—Siempre hay accidentes —dijo ella encogiéndose de hombros.
—Ningún hijo mío será fruto de un accidente —exclamó él con firmeza.
—Vaya aire de superioridad —bromeó ella—. El que nunca comete errores.
Curt le dio en el hombro con la servilleta.
—Tú ni siquiera te arriesgas a meter el dedo del pie en el agua a ver si está fría, así que no me sermonees sobre ahogarse.
_____ soltó una risita.
—Soy sensata —le aseguró divertida—. No me gusta angustiarme. Prefiero la rutina de mi trabajo y no meterme en líos emocionales.
Curt la estudió un segundo en silencio.
—Tú siempre procuras evitar cualquier riesgo, ¿verdad? —musitó. _____ movió un hombro, inquieta.
—Papá y mamá se pasaban el día discutiendo, ¿te acuerdas? Y yo me juré que nunca me vería en una situación así. Mamá me contó que cuando papá y ella se casaron eran muy felices. Pero a los seis meses ella se quedó embarazada de ti y desde entonces no tuvieron una comida sin pelearse —_____ sacudió la cabeza—. Eso significa que no te puedes fiar de tus emociones. El amor es... difícil —concluyó—. Y causa locura, estoy segura de ello.
— ¿Por qué no le preguntas a Kemp si es por eso por lo que sigue soltero? Tiene treinta y tantos años y ni siquiera ha estado comprometido.
— ¿Quién lo aguantaría? —preguntó ella. Y riendo añadió—: Porque además es un broncas. El otro día sacó a otro abogado a golpes del despacho. Menos mal que había un felpudo en la entrada y suavizó la caída del pobre hombre. Si no, se parte el trasero.
— ¿Qué quería? —preguntó Curt.
—No tengo ni idea, pero no creo que repita como cliente.
—Yo tampoco —rió Curt.
Aquella noche _____ se fue pronto a la cama. Echaba mucho de menos a su padre y no podía creer que no les hubiera mencionado ni a ella ni a su hermano en el testamento. Su padre los quería, de eso estaba segura. También pensó en Joe Powell y en el comentario de Curt sobre que creía que ella le gustaba. La sola idea hizo que un estremecimiento le recorriera todo el cuerpo. Pero no iba a pasar, se aseguró a sí misma. Joe era guapísimo y podía tener todas las mujeres que quisiera. _____ Collins sería su último recurso, pero como aún no iba a llegar el fin del mundo, ella estaba fuera de concurso. Se dio la vuelta en la cama, cerró los ojos y se durmió.
UnbrokenGirl
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
me fascino
bien merecido se tiene las sospechas
esa vieja bruja arpia
espero q la sigas me tienes con ansias de mas
bien merecido se tiene las sospechas
esa vieja bruja arpia
espero q la sigas me tienes con ansias de mas
ElitzJb
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
¡Hola chicas! muchas gracias por sus comentarios!! ^^
son pocas lectoras aún, pero espero que se sumen mas
a medida que avance la nove! un beso
A la mañana siguiente Janet no se presentó a desayunar. El Mercedes nuevo que le había regalado su difunto marido no estaba y la viuda tampoco había dejado ninguna nota. _____ lo interpretó como un mal presagio.
El fin de semana pasó como siempre, con la única excepción de la ausencia de Janet. La camioneta de _____ estuvo lista el sábado y Curt fue a recogerla a la ciudad.
No era tan lujosa como un Mercedes, pero tenía un buen motor y servía para cargar cosas como las balas de heno y los bloques de sales minerales que necesitaba para el ganado.
_____ volvió a trabajar en el bufete de Blake Kemp el lunes por la mañana con la sensación de no haber tenido vacaciones. Violet Hardy, la secretaria del señor Kemp, de pelo oscuro, ojos azules, una cara muy atractiva y con un ligero sobrepeso, sonrió al verla entrar por la puerta.
— ¡Hola! ¿Has tenido unas buenas vacaciones?
—Las he pasado trabajando —confesó _____—. ¿Qué tal las cosas por aquí?
—Ni lo preguntes —gruñó Violet.
— ¿Tan mal ha ido todo?
Mabel, la señora ya abuela que trabajaba en la recepción, giró la silla tras transferir una llamada al señor Kemp.
—Mal no es la palabra, _____ —dijo en un susurro la mujer—. El abogado que el señor Kemp contrató como sustituto confundió los casos y mandó a los clientes a juzgados diferentes, en diferentes condados.
—Sí —continuó Violet—, y uno volvió y pegó al señor Kemp. El señor Kemp le devolvió el puñetazo y los dos terminaron peleándose en la calle. El jefe de policía, Cash Grier, los separó y casi arresta al señor Kemp.
—Pero ¿y el otro tipo? ¿No fue él quien empezó?
—Era Duke Wright —confesó Violet—. Y el jefe Grier le dijo que, en lugar de culpar al señor Kemp por ocuparse del divorcio de la señora Wright, debería darle las gracias de que además no lo hubiera arruinado con la demanda de divorcio.
— ¿Y entonces qué pasó? —preguntó _____.
—El señor Wright le arreó un puñetazo al jefe de la policía municipal.
—Vaya. Eso es pensar con la cabeza —comentó _____—. Y seguro que Duke estará en el hospital.
—No, pero estuvo entre rejas hasta que pagó la fianza —le explicó Violet—. No creo que tenga muchas ganas de repetir.
—Desde que tenemos al jefe Grier el crimen ha descendido en un cincuenta por ciento —dijo Violet, sonriendo.
—Con la colaboración de su ayudante, Judd Dunn —le recordó _____.
—Pobre señor Wright. Tiene una suerte de perros. ¿Os acordáis de Jack Clark, el que trabajaba para él y lo condenaron por matar a aquella mujer en Victoria? Al señor Wright no le hizo nada de gracia toda la publicidad que le hicieron al caso. Todo pasó justo cuando intentaba hacerse con la custodia de su hijo.
—El señor Wright tendría menos problemas si no pasara tanto tiempo buscándolos —farfulló una voz grave a sus espaldas.
Las tres mujeres dieron un respingo en sus sillas. Blake Kemp, abogado y para ellas más que nada su jefe, estaba plantado ante las tres, con una taza de café en una mano y una carpeta en la otra. Era tan apuesto como Joe Powell. Tenía el pelo negro y rizado, los ojos azules y una expresión plácida y agradable que engañaba a quien no lo hubiera visto plantado delante de un jurado en una sala de juicios. Lo cierto era que cuando se hacía cargo de un caso, nadie quería enfrentarse a él, por mucho que ahora llevara un cardenal entre malva y amarillento en la mejilla.
«Duke Wright», pensó _____ para sus adentros.
—_____, antes de nada, ¿puedes preparar una cafetera, por favor? —pidió, y acto seguido dirigió una mirada fulminante a Violet—. Paso de lo que digan los estudios sobre lo que me conviene o no me conviene. Quiero cafeína. Ca-fe-í-na —repitió, sílaba a sílaba. Violet alzó la barbilla y lo miró fijamente a los ojos, sin dejarse amedrentar.
—Señor Kemp, si no bebiera tanto café, no perdería tan fácilmente los estribos —le advirtió ella que llevaba un tiempo empeñada en que su jefe tomara el café descafeinado—. Por favor, ya ha echado a dos personas del despacho a puñetazos en lo que va de mes. El jefe de policía Grier dice que es un nuevo récord.
—Señorita Hardy —dijo Kemp echando chispas por los ojos—. ¿Quiere seguir trabajando aquí mañana?
—Pero, señor...
—Me gusta la cafeína, no pienso renunciar a un café bien cargado —dijo Kemp, dando el asunto por zanjado—. No cambie las costumbres del bufete, ¿de acuerdo?
—Pero, señor Kemp...
—Yo no recuerdo haberle sugerido nada personal, señorita Hardy, y le aseguro que podría —añadió, recorriendo con sus ojos azules la sinuosa figura femenina, dos tallas por encima de la que correspondía a su estatura.
Las tres mujeres contuvieron el aliento, indignadas, y miraron furiosas a su jefe. Violet se sonrojó y se puso de pie, como impulsada por un resorte.
—Mi... mi padre siempre decía que una mujer debe tener aspecto de mujer, no de esqueleto. Puede que yo esté un poco gorda, señor Kemp, pero al menos hago algo para solucionarlo. El señor Kemp miró la caja de la tarta que había sobre la mesa de su empleada.
—Vivo cerca del Rancho Hart —añadió Violet para explicar la presencia de la tarta en su mesa—, y Tess me pidió que la recogiera. Es para una merienda de caridad
—Violet estaba que echaba humo—. Yo no como tarta. Ya no.
Kemp se quedó mirándola hasta que Violet enrojeció y se sentó. Le temblaban las manos.
—Despídame si quiere, señor Kemp, pero nada de lo que le he dicho era tan cruel como lo que insinuaba su mirada —Violet se atragantó—. Sé que peso demasiado, no tiene que refregármelo por las narices cada vez que habla conmigo. Sólo quería ayudarlo.
Mabel y _____ seguían mirando a su jefe, quien se acercó a Violet y le dijo, poniendo la carpeta encima de su mesa:
—Hay seis faltas de ortografía. Vuelva a escribirlo. Y avíseme cuando esté preparado el café.
Y se metió en su despacho dando un sonoro portazo.
—Como si alguien que no sea farmacéutico pudiera leer esta letra —murmuró Violet, furiosa.
_____ dejó escapar el aliento que había estado conteniendo y miró a Violet. Era la primera vez en los ocho meses que llevaba en el bufete que veía a Violet responder al señor Kemp de aquella manera.
—Ya era hora —dijo Mabel riendo encantada—. No está bien dejar que un hombre te pisotee, por muy loca que estés por él.
—Shh —exclamó Violet—. Te va a oír.
—Tranquila —dijo _____—. Estoy orgullosa de ti, Violet.
—Yo también —añadió Mabel. Violet suspiró.
—Supongo que me despedirá. Y hasta puede que sea mejor. No puedo evitarlo, siempre intento cuidarlo y él lo detesta —explicó, con una gran tristeza en su azulada mirada—. He adelgazado siete kilos —añadió en un murmullo—, y uso una talla menos de ropa.
— ¿Un régimen nuevo? —preguntó _____, mientras echaba un vistazo a su correo electrónico.
—Un gimnasio nuevo, sólo para mujeres, y me encanta.
_____ la miró con admiración.
—Te lo has tomado muy en serio, ¿verdad?
Violet se encogió ligeramente de hombros. Llevaba un vestido camisero de color malva con el cuello cerrado y muchos volantes en el corpiño y una falda recta que le marcaba las caderas. Era el tipo de vestido que peor le sentaba, pero nadie tenía el valor de decírselo.
—Tenía que hacer algo —dijo—. Mírame, soy enorme.
—No tanto, pero me parece muy bien que estés haciendo ese esfuerzo, Violet —le dijo _____—. Y para no ponerte las cosas más difíciles, cuando comamos juntas ni Mabel ni yo tomaremos postre.
—No te preocupes por eso. Casi todos los días tengo que ir a casa a la hora de comer para ver cómo está mi madre —confesó Violet—. Ella no quiere que vaya. Dice que estoy echando mi vida a perder, preocupándome tanto por ella, y que debería divertirme más, pero desde la muerte de mi padre ya ha tenido dos infartos, y no puedo dejarla sola.
—Violet, el cielo existe para gente como tú —murmuró Mabel—. Eres una mujer excepcional.
—Todo el mundo tiene problemas —dijo Violet restando importancia al cumplido de su compañera—. Al menos, el señor Kemp, seguro. Y es una buena persona. Cuando me avisaron de que mi madre había tenido un infarto, incluso me llevó al hospital.
—Sí, es una buena persona —dijo _____—, y tú también.
—Más vale que prepares ese café —dijo Violet—. Pensé que podría hacerlo mitad con cafeína y mitad descafeinado, y que no se daría cuenta. Últimamente está muy tenso. Siempre deprisa, siempre estresado. Bebe cafeína como si fuera agua, y es terrible para su corazón. Mi padre murió el año pasado de un infarto. Yo sólo quería ayudar.
_____ sintió curiosidad al oír que el padre de Violet también había muerto de un infarto, como su padre, hacía tan poco tiempo.
—Violet es la única persona que conozco que podría decir algo bueno de un asesino en serie —dijo _____—. Peor aún, incluso de mi madrastra.
— ¡Ay! —gruñó Mabel—. Eso sí que sería difícil. La gente de Branntville aún habla de ella y de lo que le pasó al viejo Darby.
_____, que acababa de preparar la cafetera, dio un respingo.
— ¿Qué has dicho?
— ¿No te lo he contado nunca? —dijo Mabel, sin prestar mucha atención. En ese momento sonó el teléfono y Mabel se interrumpió.
—Un momento. Buenos días, Bufete de Abogados Kemp —dijo—. Sí, señor, ahora le paso.
Empezó a pulsar la tecla del interfono cuando vio que ésta ya estaba pulsada. La luz del interruptor estaba encendida. Mabel intercambió una mirada de horror con _____, que acababa de darse cuenta también de que seguramente Blake Kemp había escuchado toda la conversación. Rápidamente y sin decir nada a Violet, la recepcionista desconectó el interfono y lo volvió a conectar.
—Señor Kemp, la señora Lawson por la línea dos.
Mabel esperó unos segundos, colgó y se volvió a mirar a _____ sin atreverse a decirle a Violet que probablemente el señor Kemp había escuchado todo lo que había dicho sobre él.
—Tu madrastra —le dijo a _____—, trabajaba en una residencia para la tercera edad en Branntville y se cameló a un pobre anciano para que se lo dejara todo a ella —explicó, meneando la cabeza—. Dicen que ni siquiera le hizo un funeral decente. Que mandó incinerarlo, y que para ese día hasta se compró un modelito de diseño carísimo.
_____ empezó a tener escalofríos. Había demasiadas coincidencias para ser una mera casualidad. Janet también quiso incinerar a su padre, pero Curt y _____ amenazaron al director de la funeraria con demandarlo si accedía a los deseos de su madrastra.
Violet no dijo nada. Había palidecido visiblemente y en un momento en que Mabel estaba ocupada atendiendo una llamada, la mujer se acercó a la mesa de _____ y le dijo en voz baja:
—También quería incinerar a tu padre, ¿verdad?
_____ asintió.
—Será mejor que hables con el señor Kemp.
—Tienes razón. Mabel, cuando el señor Kemp termine de hablar por teléfono, dile que me gustaría verlo, por favor.
—Así me gusta —dijo Mabel—. Ya ha colgado. Un momento —añadió, presionando una tecla—. Señor Kemp, _____ desea hablar con usted cuando tenga un momento.
—Dígale que pase, señora Jones.
—Buena suerte —dijo Mabel, cruzando los dedos. _____ le sonrió.
—Pasa —dijo el señor Kemp abriendo la puerta para _____ y cerrándola tras ella—. Siéntate. No necesito telepatía para saber en qué estás pensando. Anoche me llamó Joseph Powell.
—Qué rápido —dijo ella, arqueando las cejas.
—Está preocupado, y seguramente con razón —añadió Kemp—. He pedido a un detective privado que comprobara el pasado de Janet y ha averiguado que no es la primera vez que tu madrastra se queda viuda. También la expulsaron de una residencia de ancianos por seducir a los pacientes más adinerados. Por lo visto, uno de ellos, viudo y sin hijos, murió por causas aún no muy claras y se lo dejó todo.
_____ sintió que se le helaba la sangre.
— ¿Y no tuvo suficiente con eso? —exclamó en voz alta.
—Le salió el tiro por la culata. Al pobre anciano le gustaban tanto las carreras de caballos que necesitó toda su fortuna para pagar las deudas.
—Así que después Janet decidió hacer lo mismo con mi padre.
Kemp negó con la cabeza.
—No inmediatamente después. También hubo un tal Hardy en San Antonio.
_____ dio un respingo en la silla. ¡No podía ser!
— ¿Crees que a Violet le gusta vivir en un piso de alquiler con su madre inválida?
Sus padres tenían dinero. Pero una camarera del restaurante favorito del señor Hardy empezó un romance muy apasionado con el viejo y lo convenció para que le prestara doscientos cincuenta mil dólares para evitar la bancarrota y el suicidio de su padre. El hombre le firmó un talón y, aunque pensaba dar orden en el banco de que no lo pagaran, tuvo un infarto antes de poder hacerlo. Murió precisamente poco después de que lo vieran con una atractiva rubia en un motel del centro de San Antonio.
— ¿Cree que fue Janet? —preguntó _____, preocupada—. ¿Qué no murió de un infarto, que ella lo mató?
—Lo que creo es que hay demasiadas coincidencias en su pasado para no sospechar —dijo Kemp secamente—. Pero se tiñó el pelo de otro color y ningún testigo logró identificarla en la rueda de reconocimiento de la policía.
_____ sentía que se le estaba haciendo un nudo en la garganta que le impedía respirar.
— ¿Y cree que también mató a mi padre?
—Eso es algo que debemos contemplar como una posibilidad —dijo Kemp—. Si logro que se siente en el estrado, la obligaré a confesar...
_____ tragó saliva.
—Señor Kemp —empezó—, Curt y yo no ganamos suficiente dinero...
Kemp alzó la mano para interrumpirla.
—Todos los abogados aceptan clientes de oficio de vez en cuando. Yo hace meses que no acepto ninguno, así que Curt y tú podéis ser mi colaboración al sistema por este año —añadió y sonrió, algo raro en él y que le daba un aspecto más juvenil y menos peligroso.
—No sé qué decir —balbuceó _____ sin poder creerlo.
—No digas nada —respondió el abogado—. Compórtate como si no pasara nada, como si no sospecharas nada. No queremos que desaparezca de repente sin dejar rastro. Lo importante es ir presionándola poco a poco. De momento, sólo dile que has encargado a un abogado la legalización del testamento. Y por favor, no comentes con Violet... lo que te he dicho de su padre —añadió. Los anchos hombros se movieron incómodos bajo el traje de color crema, como si acarrearan sobre ellos una pesada carga—. Es muy... sensible.
Aquél era un comentario muy sorprendente en boca de un hombre tan insensible, pensó _____, pero no se atrevió a decir nada en voz alta. Iba a girar el pomo de la puerta cuando su jefe la llamó de nuevo.
— ¿Sí, señor?
—Cuando prepares otra cafetera, pon la mitad de descafeinado.
Esta vez la expresión del rostro de _____ no pudo ocultar su sorpresa e incredulidad.
—Pero ahora lo quiero bien fuerte y sin leche —añadió—. Avísame cuando esté listo y saldré a buscarlo.
—Ya debe de estar —dijo _____.
Kemp siguió a _____ por el pasillo con una taza en la mano. Al pasar ante la mesa de Violet, la miró con expresión extraña pero no dijo nada. Violet mantuvo los ojos clavados en la pantalla del ordenador hasta que su jefe terminó de servirse una taza de café y volvió a su despacho.
_____ iba conduciendo por el camino de su casa en su camioneta cuando vio a Joe a caballo, supervisando al grupo de hombres que trasladaba a unas cuantas vacas preñadas a pastos más cercanos al establo. Qué apuesto se le veía, pensó _____, con la espalda recta sobre la montura y el sombrero vaquero de color crema de ala ancha que tanto le gustaba calado sobre las cejas.
Cuando Joe oyó el sonido del motor por el sendero, volvió la cabeza y le hizo una señal para que se detuviera.
_____ aparcó junto a la valla, apagó el motor y se puso de pie en el estribo del vehículo para hablar con Joe por encima del techo.
— ¿Has visto a Kemp? —preguntó él, mientras desmontaba y saltaba la valla para hablar con ella.
—Sí. Me ha dicho que lo llamaste.
—Le hice unas cuantas preguntas y las respuestas me dejaron muy preocupado —dijo él, rodeando la camioneta.
Las manos masculinas la sujetaron por la cintura para bajarla hasta el suelo. Pero por un momento sus cuerpos quedaron muy cerca. Demasiado. _____ aspiró la fragancia de la loción masculina y sintió el calor que desprendía el cuerpo de Joe junto al suyo.
—Cuando te arreglas un poco no estás tan mal —comentó él, refiriéndose al ligero maquillaje que llevaba y al sencillo traje de chaqueta gris que utilizaba para el trabajo y que realzaba el color verde de sus ojos.
—Cuando no te arreglas, tú tampoco —replicó ella—. ¿Qué respuestas?
—Te lo puedes imaginar —respondió él solemnemente—. No sé si es aconsejable que Curt y tú estéis solos con ella en casa. ¿Podéis cerrar las puertas de vuestros dormitorios con cerrojo?
—Es una casa vieja, Joe —dijo ella.
—Dile a Curt que ponga cerrojos en tu dormitorio y en el suyo.
—Pero ¿por qué? —preguntó _____, sin entender muy bien las razones. Joe la estudió en silencio unos segundos antes de responder.
—Hay formas muy sencillas de provocar un ataque al corazón, entre ellas una jeringa llena de... nada, sólo aire.
_____ se quedó sin habla durante unos segundos mientras en su mente se mezclaban las palabras de Jordan con las de su jefe.
— ¿Crees que... que se podría saber si le hicieran la autopsia a mi padre?
—No estoy seguro, pero a juzgar por todos esos programas de la tele sobre crímenes y médicos forenses, yo diría que sí —dijo él. Le sujetó la barbilla con la mano y la obligó a mirarlo—. Tranquila —le aseguró—. Estoy tan cerca de ti como el teléfono. Noche y día.
—Gracias, Joe.
Los dedos masculinos se deslizaron por la cintura de _____ mientras él estudiaba la expresión de su rostro con detenimiento. De repente, sus ojos se clavaron hambrientos en los labios femeninos. El mundo se detuvo. _____ lo miraba a los ojos sin casi poder respirar. Sentía el dolor de su cuerpo, la fiebre, el deseo. Tragó saliva, esperando que no se le notara.
—Si juegas bien tus cartas —murmuró él—, dejaré que me beses.
— ¿Perdona?
— ¿Dónde si no vas a conseguir experiencia de verdad? —añadió él encogiéndose de hombros—. Duke Wright podría entrar en la residencia de ancianos local...
— ¡Tiene treinta y seis años! —exclamó ella—. Eso no es ser viejo.
—Yo tengo treinta y dos —señaló él—. No me falta ningún diente. Y aún puedo correr más deprisa que al menos dos de mis caballos.
— ¿Y eso es un incentivo para besarte?
—Piensa en las ventajas si me besas en mitad de una estampida —observó él.
_____ se echó a reír. Joe era un caso y ella lo adoraba.
—Lo tendré en cuenta —prometió—. Pero no te hagas ilusiones. El pueblo está lleno de solteros. Tendrás que ponerte a la cola y esperar.
— ¿Esperar a qué? —preguntó Joe acariciándole la cintura con los dedos.
—No sé. ¿Navidad? Podría besarte como parte de mi regalo.
Joe arqueó las cejas.
— ¿Y la otra parte? —preguntó.
—Aún no es Navidad —respondió ella—. Oye, tengo que irme a casa a preparar la cena.
—Ahora mismo mando a Curt.
— ¿Para no dejarme sola con Janet? —preguntó _____.
—Para quedarme más tranquilo —la corrigió él—. Me he acostumbrado a ti, como vecina quiero decir, y no me gustaría tener que amaestrar a nadie nuevo, a mi edad —dijo, y la atrajo hacia él hasta pegarla totalmente a su cuerpo, tan cerca que _____ sintió la dureza de los muslos masculinos contra las piernas
— Venga —susurró con una sonrisita—. Te mueres de ganas por besarme.
— ¿Sí? —murmuró ella estudiando sus labios.
—Desesperadamente.
_____ sintió el roce de la nariz de Joe en la suya. Cerca de allí, relinchó un caballo. El viento movía las hojas de los árboles cercanos pero ella sólo oía los latidos de su propio corazón. En el mundo no existía nada más que la boca de Joe, apenas a unos centímetros de la suya. Joe nunca la había besado. Y ella quería que lo hiciera. Lo deseaba con todas sus fuerzas. Las manos de Joe le apretaron la cintura y la pegaron aún más a él.
—Venga, cobarde, hazlo.
_____ tenía las manos contra el torso masculino. Sintió el pecho fuerte y musculoso bajo la tela, saboreó el aliento que le quemaba cerca y deslizó los brazos hasta rodearle los hombros. Joe la tenía hipnotizada. En aquel momento, lo único que deseaba era ahogarse en él.
—Así —susurró él.
_____ cerró los ojos y se alzó de puntillas a la vez que dejaba que sus labios se unieran a los labios masculinos por primera vez. Sintió que le flaqueaban las rodillas.
Por un momento pensó que no iban a soportarla, pero entonces se dio cuenta de que Joe no se movía ni reaccionaba. Frustrada, _____ se alzó un poco más, rodeándole el cuello con los brazos y atrayéndolo hacia sí, pero no logró moverlo.
—Maldito arroga...
Era la invitación que él estaba esperando. Joe aplastó los labios contra la boca entreabierta de _____ y contrajo los brazos alrededor de su cuerpo. Ella gimió ante la oleada de sensaciones que recorrió todo su cuerpo. Nunca había sido así.
Estaba ardiendo por dentro y por fuera. Toda ella era deseo, anhelo, entrega...
— ¡Eh, Joe!
El grito rompió el hechizo. Joe volvió la cabeza para ver a uno de sus hombres haciéndole señas con un sombrero vaquero de ala ancha para avisarlo de la llegada de un camión.
—Es el pienso que pedí —murmuró soltándola lentamente—. ¡Qué inoportuno!
Joe no sonrió y _____ era incapaz de pronunciar una sola palabra. Él le acarició con los dedos los labios ligeramente hinchados.
—Puedes invitarme a salir y podríamos perdernos en algún camino desierto —sugirió él.
_____ respiró hondo y sacudió la cabeza para despejarse un poco.
—No seduzco a hombres en coches aparcados.
Joe chasqueó los dedos.
—Lástima.
—Te vuelve a llamar —dijo ella mirando por encima de su hombro.
—Vale, tengo que trabajar. Pero le diré a Curt que vuelva a casa —dijo él. Le acarició la mejilla con la punta del dedo índice—. Ten cuidado, ¿vale?
_____ consiguió esbozar una ligera sonrisa.
—Vale.
Joe saltó de nuevo la valla y montó en su caballo.
—Hasta luego —dijo, y se alejó hacia los pastos donde estaba el camión de pienso.
_____ asintió con la cabeza y vio cómo se alejaba, pensando que su vida acababa de cambiar de rumbo de la forma más inesperada.
son pocas lectoras aún, pero espero que se sumen mas
a medida que avance la nove! un beso
Capítulo Dos
A la mañana siguiente Janet no se presentó a desayunar. El Mercedes nuevo que le había regalado su difunto marido no estaba y la viuda tampoco había dejado ninguna nota. _____ lo interpretó como un mal presagio.
El fin de semana pasó como siempre, con la única excepción de la ausencia de Janet. La camioneta de _____ estuvo lista el sábado y Curt fue a recogerla a la ciudad.
No era tan lujosa como un Mercedes, pero tenía un buen motor y servía para cargar cosas como las balas de heno y los bloques de sales minerales que necesitaba para el ganado.
_____ volvió a trabajar en el bufete de Blake Kemp el lunes por la mañana con la sensación de no haber tenido vacaciones. Violet Hardy, la secretaria del señor Kemp, de pelo oscuro, ojos azules, una cara muy atractiva y con un ligero sobrepeso, sonrió al verla entrar por la puerta.
— ¡Hola! ¿Has tenido unas buenas vacaciones?
—Las he pasado trabajando —confesó _____—. ¿Qué tal las cosas por aquí?
—Ni lo preguntes —gruñó Violet.
— ¿Tan mal ha ido todo?
Mabel, la señora ya abuela que trabajaba en la recepción, giró la silla tras transferir una llamada al señor Kemp.
—Mal no es la palabra, _____ —dijo en un susurro la mujer—. El abogado que el señor Kemp contrató como sustituto confundió los casos y mandó a los clientes a juzgados diferentes, en diferentes condados.
—Sí —continuó Violet—, y uno volvió y pegó al señor Kemp. El señor Kemp le devolvió el puñetazo y los dos terminaron peleándose en la calle. El jefe de policía, Cash Grier, los separó y casi arresta al señor Kemp.
—Pero ¿y el otro tipo? ¿No fue él quien empezó?
—Era Duke Wright —confesó Violet—. Y el jefe Grier le dijo que, en lugar de culpar al señor Kemp por ocuparse del divorcio de la señora Wright, debería darle las gracias de que además no lo hubiera arruinado con la demanda de divorcio.
— ¿Y entonces qué pasó? —preguntó _____.
—El señor Wright le arreó un puñetazo al jefe de la policía municipal.
—Vaya. Eso es pensar con la cabeza —comentó _____—. Y seguro que Duke estará en el hospital.
—No, pero estuvo entre rejas hasta que pagó la fianza —le explicó Violet—. No creo que tenga muchas ganas de repetir.
—Desde que tenemos al jefe Grier el crimen ha descendido en un cincuenta por ciento —dijo Violet, sonriendo.
—Con la colaboración de su ayudante, Judd Dunn —le recordó _____.
—Pobre señor Wright. Tiene una suerte de perros. ¿Os acordáis de Jack Clark, el que trabajaba para él y lo condenaron por matar a aquella mujer en Victoria? Al señor Wright no le hizo nada de gracia toda la publicidad que le hicieron al caso. Todo pasó justo cuando intentaba hacerse con la custodia de su hijo.
—El señor Wright tendría menos problemas si no pasara tanto tiempo buscándolos —farfulló una voz grave a sus espaldas.
Las tres mujeres dieron un respingo en sus sillas. Blake Kemp, abogado y para ellas más que nada su jefe, estaba plantado ante las tres, con una taza de café en una mano y una carpeta en la otra. Era tan apuesto como Joe Powell. Tenía el pelo negro y rizado, los ojos azules y una expresión plácida y agradable que engañaba a quien no lo hubiera visto plantado delante de un jurado en una sala de juicios. Lo cierto era que cuando se hacía cargo de un caso, nadie quería enfrentarse a él, por mucho que ahora llevara un cardenal entre malva y amarillento en la mejilla.
«Duke Wright», pensó _____ para sus adentros.
—_____, antes de nada, ¿puedes preparar una cafetera, por favor? —pidió, y acto seguido dirigió una mirada fulminante a Violet—. Paso de lo que digan los estudios sobre lo que me conviene o no me conviene. Quiero cafeína. Ca-fe-í-na —repitió, sílaba a sílaba. Violet alzó la barbilla y lo miró fijamente a los ojos, sin dejarse amedrentar.
—Señor Kemp, si no bebiera tanto café, no perdería tan fácilmente los estribos —le advirtió ella que llevaba un tiempo empeñada en que su jefe tomara el café descafeinado—. Por favor, ya ha echado a dos personas del despacho a puñetazos en lo que va de mes. El jefe de policía Grier dice que es un nuevo récord.
—Señorita Hardy —dijo Kemp echando chispas por los ojos—. ¿Quiere seguir trabajando aquí mañana?
—Pero, señor...
—Me gusta la cafeína, no pienso renunciar a un café bien cargado —dijo Kemp, dando el asunto por zanjado—. No cambie las costumbres del bufete, ¿de acuerdo?
—Pero, señor Kemp...
—Yo no recuerdo haberle sugerido nada personal, señorita Hardy, y le aseguro que podría —añadió, recorriendo con sus ojos azules la sinuosa figura femenina, dos tallas por encima de la que correspondía a su estatura.
Las tres mujeres contuvieron el aliento, indignadas, y miraron furiosas a su jefe. Violet se sonrojó y se puso de pie, como impulsada por un resorte.
—Mi... mi padre siempre decía que una mujer debe tener aspecto de mujer, no de esqueleto. Puede que yo esté un poco gorda, señor Kemp, pero al menos hago algo para solucionarlo. El señor Kemp miró la caja de la tarta que había sobre la mesa de su empleada.
—Vivo cerca del Rancho Hart —añadió Violet para explicar la presencia de la tarta en su mesa—, y Tess me pidió que la recogiera. Es para una merienda de caridad
—Violet estaba que echaba humo—. Yo no como tarta. Ya no.
Kemp se quedó mirándola hasta que Violet enrojeció y se sentó. Le temblaban las manos.
—Despídame si quiere, señor Kemp, pero nada de lo que le he dicho era tan cruel como lo que insinuaba su mirada —Violet se atragantó—. Sé que peso demasiado, no tiene que refregármelo por las narices cada vez que habla conmigo. Sólo quería ayudarlo.
Mabel y _____ seguían mirando a su jefe, quien se acercó a Violet y le dijo, poniendo la carpeta encima de su mesa:
—Hay seis faltas de ortografía. Vuelva a escribirlo. Y avíseme cuando esté preparado el café.
Y se metió en su despacho dando un sonoro portazo.
—Como si alguien que no sea farmacéutico pudiera leer esta letra —murmuró Violet, furiosa.
_____ dejó escapar el aliento que había estado conteniendo y miró a Violet. Era la primera vez en los ocho meses que llevaba en el bufete que veía a Violet responder al señor Kemp de aquella manera.
—Ya era hora —dijo Mabel riendo encantada—. No está bien dejar que un hombre te pisotee, por muy loca que estés por él.
—Shh —exclamó Violet—. Te va a oír.
—Tranquila —dijo _____—. Estoy orgullosa de ti, Violet.
—Yo también —añadió Mabel. Violet suspiró.
—Supongo que me despedirá. Y hasta puede que sea mejor. No puedo evitarlo, siempre intento cuidarlo y él lo detesta —explicó, con una gran tristeza en su azulada mirada—. He adelgazado siete kilos —añadió en un murmullo—, y uso una talla menos de ropa.
— ¿Un régimen nuevo? —preguntó _____, mientras echaba un vistazo a su correo electrónico.
—Un gimnasio nuevo, sólo para mujeres, y me encanta.
_____ la miró con admiración.
—Te lo has tomado muy en serio, ¿verdad?
Violet se encogió ligeramente de hombros. Llevaba un vestido camisero de color malva con el cuello cerrado y muchos volantes en el corpiño y una falda recta que le marcaba las caderas. Era el tipo de vestido que peor le sentaba, pero nadie tenía el valor de decírselo.
—Tenía que hacer algo —dijo—. Mírame, soy enorme.
—No tanto, pero me parece muy bien que estés haciendo ese esfuerzo, Violet —le dijo _____—. Y para no ponerte las cosas más difíciles, cuando comamos juntas ni Mabel ni yo tomaremos postre.
—No te preocupes por eso. Casi todos los días tengo que ir a casa a la hora de comer para ver cómo está mi madre —confesó Violet—. Ella no quiere que vaya. Dice que estoy echando mi vida a perder, preocupándome tanto por ella, y que debería divertirme más, pero desde la muerte de mi padre ya ha tenido dos infartos, y no puedo dejarla sola.
—Violet, el cielo existe para gente como tú —murmuró Mabel—. Eres una mujer excepcional.
—Todo el mundo tiene problemas —dijo Violet restando importancia al cumplido de su compañera—. Al menos, el señor Kemp, seguro. Y es una buena persona. Cuando me avisaron de que mi madre había tenido un infarto, incluso me llevó al hospital.
—Sí, es una buena persona —dijo _____—, y tú también.
—Más vale que prepares ese café —dijo Violet—. Pensé que podría hacerlo mitad con cafeína y mitad descafeinado, y que no se daría cuenta. Últimamente está muy tenso. Siempre deprisa, siempre estresado. Bebe cafeína como si fuera agua, y es terrible para su corazón. Mi padre murió el año pasado de un infarto. Yo sólo quería ayudar.
_____ sintió curiosidad al oír que el padre de Violet también había muerto de un infarto, como su padre, hacía tan poco tiempo.
—Violet es la única persona que conozco que podría decir algo bueno de un asesino en serie —dijo _____—. Peor aún, incluso de mi madrastra.
— ¡Ay! —gruñó Mabel—. Eso sí que sería difícil. La gente de Branntville aún habla de ella y de lo que le pasó al viejo Darby.
_____, que acababa de preparar la cafetera, dio un respingo.
— ¿Qué has dicho?
— ¿No te lo he contado nunca? —dijo Mabel, sin prestar mucha atención. En ese momento sonó el teléfono y Mabel se interrumpió.
—Un momento. Buenos días, Bufete de Abogados Kemp —dijo—. Sí, señor, ahora le paso.
Empezó a pulsar la tecla del interfono cuando vio que ésta ya estaba pulsada. La luz del interruptor estaba encendida. Mabel intercambió una mirada de horror con _____, que acababa de darse cuenta también de que seguramente Blake Kemp había escuchado toda la conversación. Rápidamente y sin decir nada a Violet, la recepcionista desconectó el interfono y lo volvió a conectar.
—Señor Kemp, la señora Lawson por la línea dos.
Mabel esperó unos segundos, colgó y se volvió a mirar a _____ sin atreverse a decirle a Violet que probablemente el señor Kemp había escuchado todo lo que había dicho sobre él.
—Tu madrastra —le dijo a _____—, trabajaba en una residencia para la tercera edad en Branntville y se cameló a un pobre anciano para que se lo dejara todo a ella —explicó, meneando la cabeza—. Dicen que ni siquiera le hizo un funeral decente. Que mandó incinerarlo, y que para ese día hasta se compró un modelito de diseño carísimo.
_____ empezó a tener escalofríos. Había demasiadas coincidencias para ser una mera casualidad. Janet también quiso incinerar a su padre, pero Curt y _____ amenazaron al director de la funeraria con demandarlo si accedía a los deseos de su madrastra.
Violet no dijo nada. Había palidecido visiblemente y en un momento en que Mabel estaba ocupada atendiendo una llamada, la mujer se acercó a la mesa de _____ y le dijo en voz baja:
—También quería incinerar a tu padre, ¿verdad?
_____ asintió.
—Será mejor que hables con el señor Kemp.
—Tienes razón. Mabel, cuando el señor Kemp termine de hablar por teléfono, dile que me gustaría verlo, por favor.
—Así me gusta —dijo Mabel—. Ya ha colgado. Un momento —añadió, presionando una tecla—. Señor Kemp, _____ desea hablar con usted cuando tenga un momento.
—Dígale que pase, señora Jones.
—Buena suerte —dijo Mabel, cruzando los dedos. _____ le sonrió.
—Pasa —dijo el señor Kemp abriendo la puerta para _____ y cerrándola tras ella—. Siéntate. No necesito telepatía para saber en qué estás pensando. Anoche me llamó Joseph Powell.
—Qué rápido —dijo ella, arqueando las cejas.
—Está preocupado, y seguramente con razón —añadió Kemp—. He pedido a un detective privado que comprobara el pasado de Janet y ha averiguado que no es la primera vez que tu madrastra se queda viuda. También la expulsaron de una residencia de ancianos por seducir a los pacientes más adinerados. Por lo visto, uno de ellos, viudo y sin hijos, murió por causas aún no muy claras y se lo dejó todo.
_____ sintió que se le helaba la sangre.
— ¿Y no tuvo suficiente con eso? —exclamó en voz alta.
—Le salió el tiro por la culata. Al pobre anciano le gustaban tanto las carreras de caballos que necesitó toda su fortuna para pagar las deudas.
—Así que después Janet decidió hacer lo mismo con mi padre.
Kemp negó con la cabeza.
—No inmediatamente después. También hubo un tal Hardy en San Antonio.
_____ dio un respingo en la silla. ¡No podía ser!
— ¿Crees que a Violet le gusta vivir en un piso de alquiler con su madre inválida?
Sus padres tenían dinero. Pero una camarera del restaurante favorito del señor Hardy empezó un romance muy apasionado con el viejo y lo convenció para que le prestara doscientos cincuenta mil dólares para evitar la bancarrota y el suicidio de su padre. El hombre le firmó un talón y, aunque pensaba dar orden en el banco de que no lo pagaran, tuvo un infarto antes de poder hacerlo. Murió precisamente poco después de que lo vieran con una atractiva rubia en un motel del centro de San Antonio.
— ¿Cree que fue Janet? —preguntó _____, preocupada—. ¿Qué no murió de un infarto, que ella lo mató?
—Lo que creo es que hay demasiadas coincidencias en su pasado para no sospechar —dijo Kemp secamente—. Pero se tiñó el pelo de otro color y ningún testigo logró identificarla en la rueda de reconocimiento de la policía.
_____ sentía que se le estaba haciendo un nudo en la garganta que le impedía respirar.
— ¿Y cree que también mató a mi padre?
—Eso es algo que debemos contemplar como una posibilidad —dijo Kemp—. Si logro que se siente en el estrado, la obligaré a confesar...
_____ tragó saliva.
—Señor Kemp —empezó—, Curt y yo no ganamos suficiente dinero...
Kemp alzó la mano para interrumpirla.
—Todos los abogados aceptan clientes de oficio de vez en cuando. Yo hace meses que no acepto ninguno, así que Curt y tú podéis ser mi colaboración al sistema por este año —añadió y sonrió, algo raro en él y que le daba un aspecto más juvenil y menos peligroso.
—No sé qué decir —balbuceó _____ sin poder creerlo.
—No digas nada —respondió el abogado—. Compórtate como si no pasara nada, como si no sospecharas nada. No queremos que desaparezca de repente sin dejar rastro. Lo importante es ir presionándola poco a poco. De momento, sólo dile que has encargado a un abogado la legalización del testamento. Y por favor, no comentes con Violet... lo que te he dicho de su padre —añadió. Los anchos hombros se movieron incómodos bajo el traje de color crema, como si acarrearan sobre ellos una pesada carga—. Es muy... sensible.
Aquél era un comentario muy sorprendente en boca de un hombre tan insensible, pensó _____, pero no se atrevió a decir nada en voz alta. Iba a girar el pomo de la puerta cuando su jefe la llamó de nuevo.
— ¿Sí, señor?
—Cuando prepares otra cafetera, pon la mitad de descafeinado.
Esta vez la expresión del rostro de _____ no pudo ocultar su sorpresa e incredulidad.
—Pero ahora lo quiero bien fuerte y sin leche —añadió—. Avísame cuando esté listo y saldré a buscarlo.
—Ya debe de estar —dijo _____.
Kemp siguió a _____ por el pasillo con una taza en la mano. Al pasar ante la mesa de Violet, la miró con expresión extraña pero no dijo nada. Violet mantuvo los ojos clavados en la pantalla del ordenador hasta que su jefe terminó de servirse una taza de café y volvió a su despacho.
_____ iba conduciendo por el camino de su casa en su camioneta cuando vio a Joe a caballo, supervisando al grupo de hombres que trasladaba a unas cuantas vacas preñadas a pastos más cercanos al establo. Qué apuesto se le veía, pensó _____, con la espalda recta sobre la montura y el sombrero vaquero de color crema de ala ancha que tanto le gustaba calado sobre las cejas.
Cuando Joe oyó el sonido del motor por el sendero, volvió la cabeza y le hizo una señal para que se detuviera.
_____ aparcó junto a la valla, apagó el motor y se puso de pie en el estribo del vehículo para hablar con Joe por encima del techo.
— ¿Has visto a Kemp? —preguntó él, mientras desmontaba y saltaba la valla para hablar con ella.
—Sí. Me ha dicho que lo llamaste.
—Le hice unas cuantas preguntas y las respuestas me dejaron muy preocupado —dijo él, rodeando la camioneta.
Las manos masculinas la sujetaron por la cintura para bajarla hasta el suelo. Pero por un momento sus cuerpos quedaron muy cerca. Demasiado. _____ aspiró la fragancia de la loción masculina y sintió el calor que desprendía el cuerpo de Joe junto al suyo.
—Cuando te arreglas un poco no estás tan mal —comentó él, refiriéndose al ligero maquillaje que llevaba y al sencillo traje de chaqueta gris que utilizaba para el trabajo y que realzaba el color verde de sus ojos.
—Cuando no te arreglas, tú tampoco —replicó ella—. ¿Qué respuestas?
—Te lo puedes imaginar —respondió él solemnemente—. No sé si es aconsejable que Curt y tú estéis solos con ella en casa. ¿Podéis cerrar las puertas de vuestros dormitorios con cerrojo?
—Es una casa vieja, Joe —dijo ella.
—Dile a Curt que ponga cerrojos en tu dormitorio y en el suyo.
—Pero ¿por qué? —preguntó _____, sin entender muy bien las razones. Joe la estudió en silencio unos segundos antes de responder.
—Hay formas muy sencillas de provocar un ataque al corazón, entre ellas una jeringa llena de... nada, sólo aire.
_____ se quedó sin habla durante unos segundos mientras en su mente se mezclaban las palabras de Jordan con las de su jefe.
— ¿Crees que... que se podría saber si le hicieran la autopsia a mi padre?
—No estoy seguro, pero a juzgar por todos esos programas de la tele sobre crímenes y médicos forenses, yo diría que sí —dijo él. Le sujetó la barbilla con la mano y la obligó a mirarlo—. Tranquila —le aseguró—. Estoy tan cerca de ti como el teléfono. Noche y día.
—Gracias, Joe.
Los dedos masculinos se deslizaron por la cintura de _____ mientras él estudiaba la expresión de su rostro con detenimiento. De repente, sus ojos se clavaron hambrientos en los labios femeninos. El mundo se detuvo. _____ lo miraba a los ojos sin casi poder respirar. Sentía el dolor de su cuerpo, la fiebre, el deseo. Tragó saliva, esperando que no se le notara.
—Si juegas bien tus cartas —murmuró él—, dejaré que me beses.
— ¿Perdona?
— ¿Dónde si no vas a conseguir experiencia de verdad? —añadió él encogiéndose de hombros—. Duke Wright podría entrar en la residencia de ancianos local...
— ¡Tiene treinta y seis años! —exclamó ella—. Eso no es ser viejo.
—Yo tengo treinta y dos —señaló él—. No me falta ningún diente. Y aún puedo correr más deprisa que al menos dos de mis caballos.
— ¿Y eso es un incentivo para besarte?
—Piensa en las ventajas si me besas en mitad de una estampida —observó él.
_____ se echó a reír. Joe era un caso y ella lo adoraba.
—Lo tendré en cuenta —prometió—. Pero no te hagas ilusiones. El pueblo está lleno de solteros. Tendrás que ponerte a la cola y esperar.
— ¿Esperar a qué? —preguntó Joe acariciándole la cintura con los dedos.
—No sé. ¿Navidad? Podría besarte como parte de mi regalo.
Joe arqueó las cejas.
— ¿Y la otra parte? —preguntó.
—Aún no es Navidad —respondió ella—. Oye, tengo que irme a casa a preparar la cena.
—Ahora mismo mando a Curt.
— ¿Para no dejarme sola con Janet? —preguntó _____.
—Para quedarme más tranquilo —la corrigió él—. Me he acostumbrado a ti, como vecina quiero decir, y no me gustaría tener que amaestrar a nadie nuevo, a mi edad —dijo, y la atrajo hacia él hasta pegarla totalmente a su cuerpo, tan cerca que _____ sintió la dureza de los muslos masculinos contra las piernas
— Venga —susurró con una sonrisita—. Te mueres de ganas por besarme.
— ¿Sí? —murmuró ella estudiando sus labios.
—Desesperadamente.
_____ sintió el roce de la nariz de Joe en la suya. Cerca de allí, relinchó un caballo. El viento movía las hojas de los árboles cercanos pero ella sólo oía los latidos de su propio corazón. En el mundo no existía nada más que la boca de Joe, apenas a unos centímetros de la suya. Joe nunca la había besado. Y ella quería que lo hiciera. Lo deseaba con todas sus fuerzas. Las manos de Joe le apretaron la cintura y la pegaron aún más a él.
—Venga, cobarde, hazlo.
_____ tenía las manos contra el torso masculino. Sintió el pecho fuerte y musculoso bajo la tela, saboreó el aliento que le quemaba cerca y deslizó los brazos hasta rodearle los hombros. Joe la tenía hipnotizada. En aquel momento, lo único que deseaba era ahogarse en él.
—Así —susurró él.
_____ cerró los ojos y se alzó de puntillas a la vez que dejaba que sus labios se unieran a los labios masculinos por primera vez. Sintió que le flaqueaban las rodillas.
Por un momento pensó que no iban a soportarla, pero entonces se dio cuenta de que Joe no se movía ni reaccionaba. Frustrada, _____ se alzó un poco más, rodeándole el cuello con los brazos y atrayéndolo hacia sí, pero no logró moverlo.
—Maldito arroga...
Era la invitación que él estaba esperando. Joe aplastó los labios contra la boca entreabierta de _____ y contrajo los brazos alrededor de su cuerpo. Ella gimió ante la oleada de sensaciones que recorrió todo su cuerpo. Nunca había sido así.
Estaba ardiendo por dentro y por fuera. Toda ella era deseo, anhelo, entrega...
— ¡Eh, Joe!
El grito rompió el hechizo. Joe volvió la cabeza para ver a uno de sus hombres haciéndole señas con un sombrero vaquero de ala ancha para avisarlo de la llegada de un camión.
—Es el pienso que pedí —murmuró soltándola lentamente—. ¡Qué inoportuno!
Joe no sonrió y _____ era incapaz de pronunciar una sola palabra. Él le acarició con los dedos los labios ligeramente hinchados.
—Puedes invitarme a salir y podríamos perdernos en algún camino desierto —sugirió él.
_____ respiró hondo y sacudió la cabeza para despejarse un poco.
—No seduzco a hombres en coches aparcados.
Joe chasqueó los dedos.
—Lástima.
—Te vuelve a llamar —dijo ella mirando por encima de su hombro.
—Vale, tengo que trabajar. Pero le diré a Curt que vuelva a casa —dijo él. Le acarició la mejilla con la punta del dedo índice—. Ten cuidado, ¿vale?
_____ consiguió esbozar una ligera sonrisa.
—Vale.
Joe saltó de nuevo la valla y montó en su caballo.
—Hasta luego —dijo, y se alejó hacia los pastos donde estaba el camión de pienso.
_____ asintió con la cabeza y vio cómo se alejaba, pensando que su vida acababa de cambiar de rumbo de la forma más inesperada.
Les puse el capítulo 2 completito =) ¡Espero que lo hayan disfrutado!
bendiciones :*
bendiciones :*
UnbrokenGirl
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
SDGSAHGDFSA LA BESOO *O*
Ya me parecia q janet fuera una asecina!
SIGUELAAA
Ya me parecia q janet fuera una asecina!
SIGUELAAA
jb_fanvanu
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
Awww que bellooo
Me encanto el cap
La madrastra es tan arrg detestable
Me encanto el cap
La madrastra es tan arrg detestable
JB&1D2
Re: Herida de Amor (Joe & Tú) [TERMINADA]
que beso
me encanta siguela
quiero mas capitulos la
nove se pone genial :)
me encanta siguela
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ElitzJb
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