"Friends, Lovers Or Nothing" (Zayn Malik) TERMINADA

Otro aburrido día de verano; uno ya no sabe más que hacer. Cada día era aún más caluroso que el anterior. Tomé mi libro, y abrí la puerta de mi casa, decidida a encontrar un lugar con sombra en donde recostarme. Ningún lugar sombreado. El día comenzaba a tornarse pésimo, y solo era de mañana. Solté un largo suspiro, y salí a la calle. Pude notar que el cartel que decía “en venta” había sido quitado de la vivienda de enfrente. Era muy bonita, de dos pisos, con un jardín enorme y una gran piscina. “Genial, nuevos vecinos” pensé.

Giré hacia mi derecha y comencé a caminar directo hacia la plaza, como lo había estado haciendo los últimos 4 días, a tan solo unos 70 metros de mi hogar. Llegué, me coloqué bajo la sombra de un árbol, y comencé a leer. No era de esas personas que se pasan la vida leyendo libro tras libro; lo que sucedía, era que ya estaba aburrida de mi verano. Día tras día lo único que hacía era ver televisión, o usar la computadora, pero no había nada interesante en ellos. ¿Amigas? Sí, obvio que tenía. ¿Dónde estaban? Se habían ido de vacaciones todas juntas, a la costa. Sin el permiso de mis padres para ir con ellas, tuve que aceptar el simple hecho de pasar las vacaciones de verano más aburridas de mi vida. Lo único bueno era que había encontrado un libro viejo en la estantería de mi habitación. Uno que había captado mi atención, y me había mantenido entretenida los pasados días. Cerca del mediodía, cerré mi libro, y me puse en marcha hacia mi casa. Noté que había enfrente un gran camión de mudanza, y que mi padre estaba en la puerta, conversando con dos personas desconocidas. Me acerqué a ellos.
-Hola.- Dije para no quedar descortés. Estaba entrando a mi casa cuando mi papá me frenó.
-Ella es Aldana, la más grande de los tres.- dijo presentándome hacia los desconocidos.- Aldi, ellos son nuestros nuevos vecinos: Anna y John.-
-Un gusto.- Dije tendiéndoles la mano. Intentaba ser amable, no me gustaba dar malas primeras impresiones.
-El gusto es nuestro.- Dijeron estrechando mi mano tendida. Parecían muy simpáticos. Me caían bien. Asentí con la cabeza y sonreí.
-Tienen hijos?.- preguntó mi papá.
-Sí, uno. Se llama Zayn. Está desempacando y acomodando su habitación.- Comentaron.
-Bueno, tengo que irme.- les dije- Fue un gusto, nos estamos viendo.- Les sonreí, y entré. Fui directo a la cocina a poner la mesa, mi mamá ya casi terminaba de preparar el almuerzo. Los nuevos se quedaron conversando con mi papá. Estuvieron así unos 10 minutos más o menos.
Nos sentamos a comer. De lo único que se habló, fue de los nuevos. Mis padres comentaban todo lo que sabían de ellos.
-Y para no quedar descortés, los invité esta noche a cenar, para darles la bienvenida.- Comenté mi papá.
-Genial, Aldi me ayudará con la cena.- dijo mi mamá clavando su mirada en mí, sin dejarme otra opción que asentir con la cabeza.
La tarde paso volando; ya que había estado tomando sol. Cerca de las 7, me llamó mi madre para que la ayudara con la comida. Me encargué de cortar las papas.
-¿Sabes que tienen un hijo?.- dijo para romper ese silencio incómodo que había en la cocina.
-Sí, lo comentaron.- dije sin despegar la mirada de las papas para no cortarme.
-Podría ser que tengas un nuevo amigo.- dijo sonriendo.- Siento que no estás contenta últimamente, y sé que seguís estando enojada con nosotros por no dejarte ir con tus amigas, pero hacé un esfuerzo, Aldi, no soporto verte más con mala cara y de mal humor todo el día.-
La miré. Decidí callar, porque si abría la boca comenzaría la misma pelea que habíamos tenido los pasados días, sobre aquel viaje al que no había podido ir. Finalmente asentí con la cabeza, ya no tenía ganas de seguir peleando.
Terminé de cortar las papas y me fui a bañar. Me cambié, me peiné, y junto con mis hermanos preparamos todo para la cena. Como aún no llegaban, fui a mi cuarto a leer el tan entretenido libro.
Sentí el timbre. Bajé de mi habitación para ir a recibirlos. Por más de que no estaba en mis mejores días, puse mi mejor cara. Sólo entraron dos personas por la puerta.
-Buenas noches.- Dijo Anna. Tras ella entró su marido. –Zayn estaba cansado por lo de la mudanza, se quedó durmiendo. Pero manda saludos.- Dijo su madre. “Lo que faltaba” pensé. El único “posible” amigo que podía tener para no pasar las peores vacaciones de mi vida, ¡y ni se digna a aparecer! Intenté dibujar una sonrisa en mi rostro.
Nos sentamos a comer. Me enteré que venían de Londres, pero hacía ya años que vivían en Buenos Aires. Cansados del ambiente de la gran ciudad, decidieron mudarse a una más tranquila: la mía. La noche continuó y no paraban de hablar. Nicolás y Celeste, mis hermanos menores, lo único que hacían eran hablar de programas de computadora, y yo, aburridísima, escuchando las historias de nuestros vecinos. Al hacerse tarde, se despidieron de nosotros, dándome la oportunidad de irme a dormir tranquila.
Al levantarme; mi rutina diaria comenzó. Me cambié, y caminé hasta la plaza en busca de sombra, sentándome bajo el mismo árbol.
-¡No, Devon! ¡Volvé acá de inmediato!- Sentí un grito que provenía de mi izquierda. Desprendí la vista del libro solo un segundo para ver que había sucedido, y me encontré con una bestia corriendo en mi dirección. Al llegar, se lanzó sobre mí y me empezó a dar lengüetazos en la cara. Era un adorable cachorro bóxer atigrado. Lo tomé con mis manos y lo observé. Era el cachorrito más tierno que había visto en toda mi vida.
-Le agradás.- Dijo una voz a mis espaldas. Giré para ver quién era. Un morocho de ojos miel estaba agachado justo a mi lado, observándome con una gran sonrisa.
-¿Vos decís? – pregunte apartándome al animalito de la cara y devolviéndoselo a si dueño. -Es hermoso.- dije haciéndole unas caricias en la cabeza al simpático animalito.
-Sí, lo es.- dijo mirándolo. -Lo saqué a pasear para que conociera el lugar, y ya sale a correr.- Dijo riendo. Cruzamos miradas. -Soy Zayn- Me dijo tendiéndome la mano. Debo decir que era lindo, pero tampoco para tanto. Llevaba casi una semana sin ver una persona externa a mi familia o la dueña del supermercado, cualquier cosa que viera ahora me parecería linda.
-Hola, soy Aldi.- dije estrechándole la mano.
-Ah, sos mi vecina de enfrente, ¿no es así?.- preguntó con una sonriente. Lo pensé unos momentos. ¿Él era mi nuevo vecino? Mirá vos...
-Eso creo.- dije con una sonrisa en mi rostro, o mejor dicho fingiendo una, porque como venía mi semana, no estaba de humor para presentaciones amistosas. Tengo que admitir que me irritaba un poco su exceso se caballerosidad y simpatía.
-Perdón por no haber ido anoche a cenar, estaba muy cansado con todo el tema de la mudanza.- dijo. Me era imposible prestarle atención. Estaba muy concentrada mirándolo.
-No hay problema, seguramente se volverá a repetir.- dije volviendo a tratar de sonreír de forma creíble.
-Eso espero.- Volvió su mirada hacia su perrito. -Bueno Aldi, me llevo a la cosa esta a pasear.- Lo tomó del collar y le enganchó la correa –Fue un gusto conocerte.- me dijo, mientras se iba alejando unos metros.
-Adiós, igualmente.- dije sonriente, volviendo la vista a mi libro. El verano recién comenzaba, y presentía que no iba a ser muy prometedor.

Cerré mi libro. El calor aumentaba, así que decidí volver. Tome mis cosas y regresé a mi casa. Al llegar, me duche, y almorcé. Me puse la malla y salí al patio a tomar un poco de sol. Eran cerca de las 6 de la tarde cuando mi mamá me pidió que vaya a hacer las compras. Tomé mi cartera y el dinero que me había dado, y me fui al minimercado que se encontraba a tan solo unas cuadras de mi casa.
- Un paquete de azúcar, uno de harina, 6 huevos, leche… - Comencé a leer en voz baja la lista escrita con la prolija letra de mi mamá. –Chocolate, dulce de leche, manteca-
-Al parecer alguien va a cocinar algún postre- alguien me interrumpió. Gire para ver quién era.
-Al parecer si- dije casi sin habla."Genial" pensé. Este de nuevo con su sonrisa de propaganda de crema dental tratando de hacerse el simpático. –Hola de nuevo, Zayn- dije con una sonrisa en mi cara o un intento, mejor dicho...
-Hola Aldi-. Dijo sonriendo. –vos también de compras?- preguntó.
-Sí, mi mamá me mando a hacer compras de último momento. Le gusta cocinar, al parecer preparará algo rico esta noche.- Sonreí. -Qué te tocó comprar a vos?-
-Bueno, se podría decir que mi heladera es todo menos una. Está VA-CI-A. – dijo tomando un paquete de harina de la estantería.
-Ya saliste a recorrer el barrio?- Le pregunte. Sus ojos se clavaron en mi.
-Sí, hoy a la mañana, junto a Devon. Caminamos bastante, es un sitio agradable. Muchos árboles, parece tranquilo.- sonrío, dejando ver sus blancos dientes. Caminábamos por el pasillo del minimercado yendo hacia la caja.
–Sabes, tendrías que llevarme a recorrer el pueblo, no lo conozco, y necesito un guía turístico, sino, me voy a perder-. Dijo riéndose. Era simpático, se podría decir que ya hasta me caía “bien” el nuevo. Pagamos las cosas, y comenzamos a caminar hacia nuestras respectivas casas.
-Cuantos años tenés?-me preguntó.
-16- dije. Lo miré, haciendo un gesto para que el también me diga su edad.
-Tengo 18- dijo. Por un momento dude. No parecía, hubiese apostado que era uno o dos años más joven.
- No quiere decir que no me junte con gente menor-. Dijo guiñándome el ojo mientras me pegaba un codazo. Reímos. Era muy buen candidato a ser mi amigo, pero no se comparaba con mis verdaderas amigas, aquellas que debían estar tomando sol en este momento, en la playa, y yo acá, sola. Sonrío y me miró. Lo miré. Era imposible no mirarlo. Esos ojos miel tenían algo especial… algo que no estaba segura que era. Caminamos un par de metros más en silencio, hasta llegar a la puerta de nuestras casas. Nos miramos. -Luego te aviso cuando hacemos el tour.- dijo riendo. –Nos vemos- añadió despidiéndose con una sonrisa. Levanté la mano en señal de saludo y sonreí.
Entré a mi casa. Dejé las cosas que había comprado y prendí la computadora. Estaba aburrida, así que decidí mandarles un mail a las chicas. Las extrañaba muchísimo. Explayé mis sentimientos en una carta que me llevó dos páginas. Aun quedaban 2 meses y medio de vacaciones, y un mes y medio de estas iba a estar sin ellas. Era deprimente tan solo pensarlo. Cerré la notebook, y bajé al escuchar el grito de mi mamá llamándonos a comer. Comimos escuchando las actividades que habían hecho mis hermanos esa tarde, y las que habían planeado para el día siguiente.
–Aldi, y vos qué vas a hacer mañana?- preguntaron mis padres. Los fulminé con la mirada.
–No tengo nada planeado.- dije dirigiendo mi mirada nuevamente hacia mi plato. Sería otro día aburrido.
–Creo que deberías salir, Aldi, hacer algo… divertirte!- Propuso mi mamá.
-Oh, claro. Saldré a pasear con Pamela y Lurdes, mis nuevas “AMIGAS IMAGINARIAS”.- dije soltando los cubiertos para poder hacer las comillas con los dedos. La verdad no entendían la parte de “No tengo amigas por tu culpa”. Mi mamá hizo como que no me escuchó y cambio de tema, para no empezar una nueva pelea. Terminé de comer, me bañé y me fui a dormir.
- Aldi, Aldi! Despertate!- dijo mi mamá sacudiéndome. La luz del sol ya entraba por la ventana.
-Qué pasa?- Pregunté. Era extraño que me levanten en vacaciones, sabiendo el humor de perros que agarro cuando me despiertan.
-Zayn está abajo- me explico. Vino a preguntarme si le podía explicar cómo llegar a una farmacia, pero le dije que no se preocupe, que vos lo ibas a acompañar-. Al oír eso, Tenía unas ganas de matarla, que no me hubiesen dado las manos para hacerlo.
-Y no se te ocurrió pensar que yo estaba durmiendo?- dije. A las mañanas tenía un humor de perros que nadie toleraba. Mi mamá me miró con carita de perro mojado, qué más podía hacer? Suspiré. –de acuerdo- le dije. -avisale a Zayn que ahora bajo.- dije mientras me ponía en pie y buscaba algo para ponerme.
Me levanté de la cama con una cara que hasta el Grinch me hubiera tenido miedo y empecé a recorrer con la mirada mi desordenado cuarto en busca de ropa limpia. Me puse un short, una remera y unas zapatillas, indumentaria básica de verano, me peiné y baje.
Allí se encontraba, sentado en el living de mi casa conversando con mi mamá; parecía que se conocieran de toda la vida, como si nos hubiéramos criado juntos. Más o menos en la mitad de la escalera traté de poner una cara más parecida a la de Papa Noel que a la del Grinch, ya saben para quedar bien, y que mi mamá no empezara con los retos. Debo confesar que me puse de buen humor al verlo ahí sentado. Su felicidad era algo así como contagiosa. Lo saludé con buena onda y me correspondió el abrazo de la misma manera. Mi mamá sonreía de forma rara; estaba suponiendo más de la cuenta creo yo, pues tan solo han pasado un par de días desde que nos conocimos.
Agarré mi bolso y el celular y salimos caminando.
-Tenés cara de dormida- inquirió Zayn ya a media cuadra de mi casa. No pude evitar decirle la verdad, el me había preguntado.
-Es que mi mamá me despertó para que te acompañara- traté de decirlo de modo que sonara lo mejor posible, pero parece que no funcionó, ya que pude notar una pizca de culpa en su expresión. Me apresuré a decirle que no importaba, que de todos modos ya estaba por despertarme y la cara la tenía así porque la noche anterior me había dormido tarde. Creo que se lo creyó porque el rostro se le ablandó un poco. Ya habíamos hecho dos cuadras y ni me había percatado. Faltaban 3 para llegar a la farmacia. Estaba un poco callado a comparación de los días anteriores, así que traté de sacar tema de conversación.
– Y… qué tenés que comprar? Está enfermo alguien de tu familia?-Pregunté preocupada. el sonrió ante el cuestionamiento y respondió que nadie tenía nada , solamente tenía que comprar unos analgésicos en caso de emergencia. Ya estábamos a una cuadra de nuestro destino; al parecer caminábamos rápido. La conversación continuó con temas pasatistas hasta que llegamos al comercio, nos atendieron, pagamos y salimos.
-A cuánto estamos del centro?-Preguntó con la mirada llena de intriga.
-A unas dos cuadras más, por qué?- Pregunté más dubitativa aun.
-Bueno, porque no tengo ganas de volver a casa a aburrirme. Pensé que podíamos hacer nuestro tour hoy, por supuesto, si vos no estás ocupada - Preguntó esperando un sí como respuesta.
-Dejame consultar mi agenda- dije en tono de broma mientras hacía que la buscaba en mi mochila. Cinco segundos después le dije que estaba disponible, pero que me esperara a que le enviara un mensaje de texto a mi mamá para avisarle. Estuvo de acuerdo. Ni bien mi mamá contestó seguimos caminando. Las cuatro cuadras que faltaban las recorrimos entre risas y bromas. Definitivamente este chico se había ganado mi confianza, había sido aceptado para ser mi nuevo amigo.
-Bueno- concluí cuando llegamos, - Bienvenido a la plaza del centro- dije haciendo alarde de grandeza de mi ciudad, que por cierto de grande no tenía nada.
Zayn miraba todo con vista de águila, observaba cada detalle de cada hoja de cada árbol, como si nunca en su vida hubiese visto uno.
Las bromas seguían y aproveche para echarle en cara la pregunta de si alguna vez había visto un árbol, a lo que respondió riéndose sarcásticamente.
Quise saber si estaba de acuerdo en que siguiéramos caminando, para que conociera el resto de la ciudad. Al asentir, lo llevé a conocer el club, la estación de tren y el supermercado; este último porque estaba segura de que iba a ser de utilidad para su mamá, y no pretendía que me despertaran de nuevo para guiarlos. Entre que hicimos todo el recorrido se nos hizo la hora de almorzar, pero como ninguno de los dos tenía mucha hambre, se me ocurrió invitar a Zayn a que probara los mejores helados del pueblo. Como estuvo de acuerdo, caminamos hasta la heladería, compramos dos vasitos de un cuarto kilo y emprendimos el regreso a casa. Íbamos bromeando igual que de ida; tomábamos confianza a cada segundo que pasaba. Creo que todavía no habíamos tenido una conversación seria desde que nos conocimos; no se había dado la oportunidad, supongo.
Cuando estábamos atravesando la plaza de la esquina de nuestras casa, esa donde yo me sentaba a leer, vimos que un chico se nos acercaba; no dudé ni un instante en saber quién era.

-Hey Aldi! Qué haces acá? no te habías ido con las chicas?-inquirió Liam, un amigo de la escuela.
-Liam! Hace mucho que no te veo.- dije abrazándolo.- No, al final no me fui a ningún lado, mis papás no me dejaron - le contesté con cierto desgano. - y vos? no te habías ido con Louis de viaje? - le dije para sacarle un tema de conversación; no quería dejarlo colgado.
-el auto de Louis tuvo un problema y todavía sigue en el taller- comentó un tanto desanimado - tuvimos que suspender todo a último minuto. Igual no importa, la estoy pasando bien acá. Veo que te hiciste un nuevo amigo, digo, como las chicas no están..-
-Huy! casi me olvido de presentarlos -dije haciendo aires de despistada. -Liam, el es Zayn, mi nuevo vecino de en enfrente-dije señalando a quien se encontraba a mi lado. -y Zayn, el es Liam, un amigo de la escuela-
Los chicos se saludaron alegremente, me pareció que se cayeron bien; eso espero. Miré la hora mientras los chicos. Charlaban, ya eran las 3 de la tarde. Le había dicho a mi mamá en el mensaje que llegaría a las 2; de seguro ya se había preocupado. Le avisé a Zayn la hora y se percató de que el también debía regresar. Saludamos a Liam y ambos caminamos esa media cuadra hasta nuestras respectivas casas.
Ya en la puerta, se me ocurrió preguntarle si tenía Facebook o Twitter, o un e-mail, para poder conversar mas tarde. Me pasó sus correos y su celular, les di los mío y cada quien entró a su casa.
Esa noche nos quedamos hasta tarde en la computadora, chateando. Le dije si quería hacer algo el día siguiente y me dijo que no podía. Estaba ocupado. Al parecer, todavía tenía que terminar de desempacar algunas cosas de la mudanza. Como me considero una buena amiga, y al día siguiente no tenía nada mejor que hacer, me ofrecí a ayudarle. Aceptó, por lo que quedamos en encontrarnos a las 2 de la tarde.
Me desperté a las diez de la mañana y procedí a bañarme, cepillarme los dientes, etc. Me cambié y bajé a ayudar a mi mamá con un par de cosas de la casa. Cerca de las 12:30 del mediodía almorzamos y, luego de lavar los platos se hicieron las 1:55. Me sequé las Manos y salí para cruzar la calle en dirección a la casa de mi amigo.
Toqué el timbre y me abrió la señora Malik. Le dije que me había ofrecido a ayudar a Zayn a desempacar y me permitió la entrada a su casa, feliz; al parecer les caigo bien a los nuevos. Me indicó que subiera las escaleras y la primera puerta a la derecha era el cuarto de su hijo. Subí y golpee un par de veces. Se escuchó un fuerte "quién es?" desde el interior y le hice saber que era yo para que me permitiera entrar.
Pasamos las siguientes dos horas abriendo cajas de cartón y desenrollando papeles. Estoy convencida de que hubiésemos demorado menos ni no se hubiera puesto a intentar recordar la historia detrás de cada objeto. Más o menos a mitad de nuestro arduo trabajo, la mamá de Zayn apareció para avisar que saldría a preguntarle unas cosas a mi mamá y luego iría al supermercado.
Cuado decidimos parar ya eran las 4 de la tarde. Todavía nos faltaban un par de cajas, pero estábamos cansados y teníamos calor. Fuimos a la cocina, preparamos una jarra de jugo y salimos al patio. Este era enorme a comparación con el mío y lo primero que ví fue la pileta.
Empecé a gritar - Por dios! tenés una pileta gigante - y salí corriendo en dirección al borde de la misma. Zayn mientras tanto, fue a dejar la jarra en una mesita. Yo seguía saltando como una nena de dos años y el se reía de mi actitud. En una de esas, me advirtió que estaba saltando demasiado cerca del agua. Se acerco para tomarme del brazo, pero ya era demasiado tarde. Intentó agarrarme pero ambos caímos al agua.
La primera reacción de ambos al sacar las cabezas del agua fue estallar en risas. Yo todavía no podía respirar entre mis carcajadas cuando sentí su penetrante mirada sobre mis ojos. Me miraba serio pero a la vez con ternura. Al darme cuenta lo único a lo que tendí fue a actuar igual que él. Sentía que mi respiración se aceleraba, nerviosa, pero la pregunta era por qué; al fin y al cabo el era solo un amigo que había conocido hace unos días. Comencé a notar como su mirada se paseaba de mis ojos a mis labios, e instintivamente la mía hacia lo mismo. Comenzó a acercarse cada vez más. Ya podía sentir su cálido aliento mezclarse con el mío cuando me detuve. Lo primero que hice fue tirarme bruscamente hacia atrás, avergonzada. El hizo lo mismo, se podía ver en sus mejillas que estas hervían. Me acerqué a la orilla y salí del agua. Él me imitó. Nos sentamos uno a la par del otro esperando de secarnos, con demasiada vergüenza como para mirarnos la cara, hasta que me animé a hablar. - Yo… me tengo que ir a casa, ya es tarde- se apresuró a contestarme -si, yo tengo que terminar de abrir las cajas, así que… Adiós.- Se puse de pie, dio media vuelta y empesó a caminar hacia el interior de la casa
Estaba sola. Abrí el portón y regresé a mi casa. Por suerte todos estaban ocupados y no vieron mi actitud sospechosa, y mi no tan seca ropa.