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El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
Noe :) escribió:DilyJonas escribió:Noe :) escribió:HOLAAA PRECIOSAAAA <3
siento no haber comentado :S pero ya sabes que el insti me tiene ocupada jajaja
KJCNKSLDNVLDFV ME PUEDO COMER A ZAYN YA?! POR FAVOR PERO SI ES JODIDAMENTE SEXY, PRECIOSO, HERMOSO LATIGABLE(? jajaaj
en serio me encanta Zayn en la nove.. y la parte en la que no se puede controlar con ella y le dice que se vaya, y luego se pone a pensar en ella me ha matadoo dcjdsbvlkfs
siguela pronto cieloooo :)
un besitoo <3
Hola belleza, tranquila, te entiendo. Igual seguirás siendo mi lectora favorita. sjkdjakjsjasjs si, el personaje de Zayn mata aquí. ajsjas En la noche la sigo, gracias por comentar.
Buaah muchas gracias por entenderme siempre preciosa vnkdfskbv
Te como.
NO QUIERO DEJAR NUNCA DE SERLOO ! AJAJAJAJ
a mi me tiene muertaa jajaja que mono que es por dios <3
espero el capi impacientee ! :D
un besito cieloooo :)xx
Demasiado belloo akjsasjk Ahorita subo \o/ solo espera askjajsas.
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
#Annie_Unicornia escribió:Hi Hola Helouuuu
Mi nombre es Annie y soy la chica nueva *poniendo voz de malota*
Jajaja #okno
Guapa seguila que me encanta
Debo decir que se siente bien saber como Zayn desea a esa chica hasta casi perder el control es tan... Aajksghasjkh (?
Holiiiiiiiii, bienvenida. Yo soy Dilmar y soy la que manda * retándote* Okno ._. sakjajjsa Ahorita subo cap \o/ si, es demasiado askjajkjaks, te entiendo.
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
PameBooBear escribió:siguela :D esta buenisima
Ahorita la sigo sajkjsa.
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
IWish escribió:NOOOOOOOOOO ZAYN NO TE CONFUNDAS! A TI TE PERTENEZCO YO LO SÉ KJDJKJVHFDJSHBB VAMOS DO IT! Enserio que esta novela me pone loca djkvhvdsfvdfv ya quiero que pase algo entre Zayn and me8-)
Falta mucho!? anda anda dame una pista8-)
wuwuwu bueno siguela swettie!
Besoos:*
No dire nada skjajjakjs la idea es que este asi(? okno asjksajksjas calma, calma. Porque si te digo ya no sera la mismo u.u Ahorita la sigo lovely.
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
Meli:3 escribió:Te juro que amo la novela *-*, ¡ZAYN, HAZME TUYA! aldsagjf xd Okno._. siguela pliiiiiiiis te lo ruegooooooooooo *-*
lskaskjsa que bueno que la ames \o/ tranquila, ahorita subo sakjjks.
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
________ tardó mucho tiempo en dejar de temblar. Todavía no sabía qué había sucedido. Lo había oído acercarse a su cama. Sabía que él la estaba observando en medio de la oscuridad. Él estaba allí y ella inmóvil en su cama. Tensa. Ansiosa. Demasiado asustada para moverse.
¿Qué quería? No era capaz de comprenderlo. Dios santo, ni siquiera la había tocado. Excepto cuando fingió estar dormida.
Nunca mientas. ¡Nunca me mientas!
________ no podía mentir. No lo había hecho. Pero ¿se había mentido a ella misma? Tal vez. Había esperado allí, acostada, fingiendo que no le temía, y que su mera presencia no la llenaba de pensamientos y sensaciones contradictorias.
Y, de repente, él había empezado a hablar, no en un susurro sino con una voz profunda. Le resultaba enormemente difícil describir aquel tono. Los pensamientos se agolparon en su mente, tratando de describir con palabras más lo que había sentido que lo que había oído. La voz del vizconde no era atronadora, como la de su padre. Detrás de sus palabras no había ningún fervor sagrado, ni aquel afán ensordecedor de llegar a todos los rincones de una iglesia.
A pesar de todo, cuando el vizconde hablaba, ella lo oía mejor que a cualquier otra persona. El sonido no invadía la habitación, sino su alma, deslizándose en su interior hasta que ella se sentía como una caja de resonancia con el tono de aquella voz, un instrumento cuya música subiera y bajara con la cadencia de las palabras.
¿Puedes sentirme?
Claro que lo había sentido. Cada parte de él, como si las manos del vizconde recorrieran todo su cuerpo. Él habló de calor, y el contacto de las sábanas contra su piel tuvo el efecto de un fuego intenso.
Había mencionado también un cosquilleo, y ________ tuvo que aferrarse a las sábanas mientras los pelillos de sus cejas, el vello de su rostro provocaron un estremecimiento en su cuerpo, despertándolo a una extrema sensibilidad.
Luego le había preguntado por sus senos. Le costó mucho trabajo reprimir un grito al notar el repentino cambio de su cuerpo. Su padre siempre le había dicho que los pechos eran pecaminosos, regalos del diablo para tentar a los hombres. Ella nunca le había prestado atención. Consideraba los pechos muy útiles, y le parecía que su cometido principal era alimentar a los bebés. No eran más pecaminosos que sus piernas, sus manos o incluso su nariz.
Pero cuando el vizconde se inclinó sobre ella, no pensó en esa utilidad. Ante la presencia de aquel hombre, sus senos se transformaron en una parte de ella que hasta el momento nunca había imaginado. Deseaban algo. Cualquier cosa. A él.
Y aunque él no los había tocado, ________ sintió que sus pechos habían sufrido un cambio, como si hubiesen sido moldeados de cierta forma.
Ahora se encontraba en la cama del vizconde, rodeada de sus enormes almohadones, sus sábanas oscuras y su embriagador aroma. Había tardado un momento en reunir el valor suficiente para subirse a la alta cama, pero al oír un ruido, temerosa de que él la estuviera siguiendo, buscó el dudoso refugio del lecho.
Fue como saltar de la sartén al fuego, pensó con tristeza. Pero no podía hacer otra cosa. Allí estaba. En la cama del vizconde, rodeada de su presencia, aunque él no estuviera con ella en ese instante. No pudo evitar pensar en sus senos.
Sientes cosquillas en la piel. Tus senos se ponen firmes y duros.
Levantó una mano, casi sin pensarlo. Luego se movió lentamente, cada movimiento estaba cargado de tensión. Pero el deseo era innegable.
Tenía las sábanas subidas hasta la barbilla, apretadas contra el cuello, como si pudieran protegerla de alguna manera de la influencia de sus desenfrenados pensamientos.
Pero no era así. No tenía protección alguna. Así que ________ bajó la sábana, retirándola lentamente hasta la altura de la cintura, hasta sentirla sobre el vientre.
Luego se tocó el camisón. La tela se había vuelto suave a causa del uso y el color blanco se había convertido en un gris tenue.
Hoy lo permitiré. Pero mañana deberás quemarlo o te lo arrancaré yo mismo.
No podía haber querido decir eso, se dijo ________. Pero, en el fondo de su corazón, sabía que el vizconde hablaba en serio. La siguiente noche dormiría desnuda.
Tocó los pequeños botones que cerraban el camisón en el cuello. Los acarició con los dedos, parecían piedrecitas que se endurecían cuando ella trataba de apartar la tela de su piel. Al día siguiente quemaría el camisón. No salvaría ni siquiera los botones, ya estaban demasiado viejos y usados para que pudiera utilizarlos de nuevo.
Sintió la presión de un botón en el cuello, cuando lo desabrochó. Se había abierto el primer botón del camisón. Hacía calor en la habitación del vizconde, y el aire le pareció viciado y denso. Al tocarse la piel del cuello, ________ sintió cómo se le deslizaban los dedos a causa del sudor.
Desabrochó el segundo botón.
Una vez, cuando era pequeña, se había quedado mirando durante un buen rato y con mucha atención el cuello de un hombre. Se había fijado en la protuberancia de la nuez, y le había parecido algo duro, sólido, imponente. Ahora se sorprendió al tocar su propio cuello, buscando la misma protuberancia y explorando su contorno con los dedos. La suya era más pequeña. Comprimida. Casi tímida.
El tercer y el cuarto botón se abrieron también.
Notó los huesos prominentes de su clavícula. Recorrió la hendidura central, preguntándose si la nuez de un hombre cabría allí.
¿Cabría allí la nuez del vizconde?
Desabrochó el quinto botón, pero quedó enganchado de un pequeño hilo. Con un suave tirón, la barrera cedió, dejando el camisón abierto hasta la cintura.
Su hermano le había dicho una vez que el cuerpo humano tenía veinticuatro costillas. Siempre se había preguntado si sería cierto. De repente, decidió contarse las costillas.
Una. Dos. Tres.
________ susurraba los números en medio de la oscuridad.
Cuatro. Cinco.
Le resultaba difícil distinguirlas. La elevación de sus pechos le impedía delinear claramente cada costilla. Presionó un poco más. Luego aflojó. Quería ver la diferencia de texturas, de sensaciones. No parecía haber un lugar preciso en donde la piel que cubría las costillas dejaba paso a los senos. Deslizó más la mano y de repente se encontró sosteniendo uno de sus pechos.
Asustada por lo que acababa de hacer, retiró la mano y estiró el brazo, apretándolo firmemente contra la pierna.
Transcurrió algún tiempo antes de que pudiera relajarse. Pero apenas se sorprendió cuando por fin lo consiguió. Pensó, divertida, en lo extremadamente ridícula que era su actitud. Estaba sola, en una habitación oscura, en una cama que haría parecer pequeño a un gigante. Y se había tocado involuntariamente los senos. No pasaba nada. Estaba portándose como una tonta. Además, todavía quería saber cuántas costillas tenía el cuerpo humano.
Lentamente, ________ volvió a levantar la mano. Esta vez utilizó la mano izquierda para contar las costillas del lado derecho. No tenía ninguna explicación lógica para ese cambio, excepto que sentía su pecho izquierdo todavía un poco sensible, como un ligero escozor, debido a su anterior exploración, y no quería irritarlo más.
Comenzó a contar.
Una. Dos. Tres.
En ese lado todo era igual al otro. Cuatro. Cinco.
De nuevo, ________ sintió el cambio entre una costilla dura y la suave curva de sus senos. Vaciló un momento. Luego, sintiéndose ridícula, pasó rápidamente por encima de la sexta. Pero quería sentir la séptima en toda su extensión, así que estiró el brazo izquierdo todo lo que pudo, palpando el hueso con la punta de los dedos.
La costilla número siete le daba la vuelta al pecho, pasando por debajo del seno, y se perdía más abajo, donde ella ya no alcanzaba a tocar. Encogió la mano, siguiendo otra vez la curva de la costilla número siete. Pero mientras lo hacía, se rozó el seno con el antebrazo; en realidad dio un ligero tirón y entonces se giró para ver si era mejor la sensación de hacer presión con el brazo mientras se movía o el roce más ligero y suave de la tela sobre la piel.
Le llevó algún tiempo decidir. Mientras tanto, algo más llamó su atención. Por encima de sus pechos, ________ no podía encontrar una línea clara donde comenzara la elevación, mientras que por debajo resultaba bastante obvia.
Allí estaba la octava costilla. Un borde duro, sin nada que lo suavizara. Pero entre la siete y la ocho comenzaba el pecho. ________ pudo notar su peso en la mano, y si lo empujaba desde el lado con la otra mano, el seno se levantaba y formaba un cono duro.
Hizo pruebas desde todos los ángulos. Podía subirlo. Podía presionarlo. Podía empujarlo hacia dentro. Y se dio cuenta, con sorpresa, de que si presionaba hacia dentro también el otro seno, formaba una arruga profunda en el espacio que había entre ellos.
Pum.
De repente, ________ se quedó inmóvil, petrificada, esforzándose en oír. ¿De dónde procedía aquel sonido? No venía de la habitación, ¿o sí? ¿Habría sido él? ¿Desde la habitación de ella? ¿Estaría tratando de entrar en su alcoba?
Esperó mientras respiraba aceleradamente y trataba de acallar el martilleo de su corazón.
Silencio.
Niña estúpida, se reprendió. El vizconde no podía entrar. Ella había cerrado la puerta que comunicaba las dos habitaciones, tal como él le había ordenado. No vendría allí esta noche. ________ lo sabía en lo más profundo de su ser. No habría comenzado a contar sus costillas si hubiese pensado que podría ser interrumpida. A pesar de todo, esperó, sin moverse, mientras escuchaba su propia respiración entrecortada en medio de la casa silenciosa.
Bajó la mirada. En algún momento, durante los últimos segundos, se había subido otra vez las sábanas hasta el cuello. Bajo el áspero tejido, con el camisón todavía abierto, sus pechos seguían estando sensibles al roce de la tela. Respirando profundamente, pensó que, en realidad, estaban más sensibles que antes.
¡Qué extraño resultaba poder sentir cada fibra de la tela, cada ligero pliegue del tejido! En todas las noches anteriores jamás había notado nada semejante.
Volvió a respirar hondo. La tela presionó sus pechos desnudos, produciéndole un cosquilleo.
La cama estaba impregnada con el olor del vizconde, pensó. Con cada inhalación, la muchacha le recordaba, se sentía rodeada por él. Cerró los ojos, tratando de identificar con más precisión aquel aroma.
Ron de laurel. Sí. Pero sobre todo él.
Con los ojos cerrados, ________ pudo imaginárselo quitándose la corbata, desabrochando la camisa y luego metiéndose entre las sábanas. Ella ya había experimentado cómo se hundía el colchón bajo su pecho, recordaba la depresión que se formaba cuando apoyaba las manos a cada lado de su cabeza, su calor, cuando se aproximaba a ella.
¿Qué habría pasado si la hubiese tocado?
________ se había sentido rodeada, aprisionada por él.
Presionó uno de sus pezones.
Un relámpago la recorrió. Se quedó sin aliento al sentir la súbita tensión de su cuerpo. Piernas, estómago, senos, manos, todo se contrajo. El movimiento fue violento, impactante.
No podía hacer esto. ¡No podía hacerlo!
Apresuradamente, ________ se dio la vuelta y hundió el rostro entre las almohadas. El camisón recogido la apretaba, mientras ella se pegaba a las sábanas. Puso las manos rígidas a ambos lados del cuerpo, con los puños cerrados e inmóviles. En lo más profundo de su mente, oyó la voz de su padre martillándole el cerebro: Ajústate bien el corpiño, vociferaba. Apriétalo hasta que quede plano, si no, el demonio encontrará una entrada hacia tu alma.
Apretó los ojos cerrados para evitar aquellos pensamientos, se colocó de lado, encogiéndose como un bebé en el útero materno.
Pasó una eternidad antes de que el sueño acudiera a sus ojos y su mente.
--------------------------
Aquí esta la ultima parte del capitulo. Gracias por comentar, las adoro.
¿Qué quería? No era capaz de comprenderlo. Dios santo, ni siquiera la había tocado. Excepto cuando fingió estar dormida.
Nunca mientas. ¡Nunca me mientas!
________ no podía mentir. No lo había hecho. Pero ¿se había mentido a ella misma? Tal vez. Había esperado allí, acostada, fingiendo que no le temía, y que su mera presencia no la llenaba de pensamientos y sensaciones contradictorias.
Y, de repente, él había empezado a hablar, no en un susurro sino con una voz profunda. Le resultaba enormemente difícil describir aquel tono. Los pensamientos se agolparon en su mente, tratando de describir con palabras más lo que había sentido que lo que había oído. La voz del vizconde no era atronadora, como la de su padre. Detrás de sus palabras no había ningún fervor sagrado, ni aquel afán ensordecedor de llegar a todos los rincones de una iglesia.
A pesar de todo, cuando el vizconde hablaba, ella lo oía mejor que a cualquier otra persona. El sonido no invadía la habitación, sino su alma, deslizándose en su interior hasta que ella se sentía como una caja de resonancia con el tono de aquella voz, un instrumento cuya música subiera y bajara con la cadencia de las palabras.
¿Puedes sentirme?
Claro que lo había sentido. Cada parte de él, como si las manos del vizconde recorrieran todo su cuerpo. Él habló de calor, y el contacto de las sábanas contra su piel tuvo el efecto de un fuego intenso.
Había mencionado también un cosquilleo, y ________ tuvo que aferrarse a las sábanas mientras los pelillos de sus cejas, el vello de su rostro provocaron un estremecimiento en su cuerpo, despertándolo a una extrema sensibilidad.
Luego le había preguntado por sus senos. Le costó mucho trabajo reprimir un grito al notar el repentino cambio de su cuerpo. Su padre siempre le había dicho que los pechos eran pecaminosos, regalos del diablo para tentar a los hombres. Ella nunca le había prestado atención. Consideraba los pechos muy útiles, y le parecía que su cometido principal era alimentar a los bebés. No eran más pecaminosos que sus piernas, sus manos o incluso su nariz.
Pero cuando el vizconde se inclinó sobre ella, no pensó en esa utilidad. Ante la presencia de aquel hombre, sus senos se transformaron en una parte de ella que hasta el momento nunca había imaginado. Deseaban algo. Cualquier cosa. A él.
Y aunque él no los había tocado, ________ sintió que sus pechos habían sufrido un cambio, como si hubiesen sido moldeados de cierta forma.
Ahora se encontraba en la cama del vizconde, rodeada de sus enormes almohadones, sus sábanas oscuras y su embriagador aroma. Había tardado un momento en reunir el valor suficiente para subirse a la alta cama, pero al oír un ruido, temerosa de que él la estuviera siguiendo, buscó el dudoso refugio del lecho.
Fue como saltar de la sartén al fuego, pensó con tristeza. Pero no podía hacer otra cosa. Allí estaba. En la cama del vizconde, rodeada de su presencia, aunque él no estuviera con ella en ese instante. No pudo evitar pensar en sus senos.
Sientes cosquillas en la piel. Tus senos se ponen firmes y duros.
Levantó una mano, casi sin pensarlo. Luego se movió lentamente, cada movimiento estaba cargado de tensión. Pero el deseo era innegable.
Tenía las sábanas subidas hasta la barbilla, apretadas contra el cuello, como si pudieran protegerla de alguna manera de la influencia de sus desenfrenados pensamientos.
Pero no era así. No tenía protección alguna. Así que ________ bajó la sábana, retirándola lentamente hasta la altura de la cintura, hasta sentirla sobre el vientre.
Luego se tocó el camisón. La tela se había vuelto suave a causa del uso y el color blanco se había convertido en un gris tenue.
Hoy lo permitiré. Pero mañana deberás quemarlo o te lo arrancaré yo mismo.
No podía haber querido decir eso, se dijo ________. Pero, en el fondo de su corazón, sabía que el vizconde hablaba en serio. La siguiente noche dormiría desnuda.
Tocó los pequeños botones que cerraban el camisón en el cuello. Los acarició con los dedos, parecían piedrecitas que se endurecían cuando ella trataba de apartar la tela de su piel. Al día siguiente quemaría el camisón. No salvaría ni siquiera los botones, ya estaban demasiado viejos y usados para que pudiera utilizarlos de nuevo.
Sintió la presión de un botón en el cuello, cuando lo desabrochó. Se había abierto el primer botón del camisón. Hacía calor en la habitación del vizconde, y el aire le pareció viciado y denso. Al tocarse la piel del cuello, ________ sintió cómo se le deslizaban los dedos a causa del sudor.
Desabrochó el segundo botón.
Una vez, cuando era pequeña, se había quedado mirando durante un buen rato y con mucha atención el cuello de un hombre. Se había fijado en la protuberancia de la nuez, y le había parecido algo duro, sólido, imponente. Ahora se sorprendió al tocar su propio cuello, buscando la misma protuberancia y explorando su contorno con los dedos. La suya era más pequeña. Comprimida. Casi tímida.
El tercer y el cuarto botón se abrieron también.
Notó los huesos prominentes de su clavícula. Recorrió la hendidura central, preguntándose si la nuez de un hombre cabría allí.
¿Cabría allí la nuez del vizconde?
Desabrochó el quinto botón, pero quedó enganchado de un pequeño hilo. Con un suave tirón, la barrera cedió, dejando el camisón abierto hasta la cintura.
Su hermano le había dicho una vez que el cuerpo humano tenía veinticuatro costillas. Siempre se había preguntado si sería cierto. De repente, decidió contarse las costillas.
Una. Dos. Tres.
________ susurraba los números en medio de la oscuridad.
Cuatro. Cinco.
Le resultaba difícil distinguirlas. La elevación de sus pechos le impedía delinear claramente cada costilla. Presionó un poco más. Luego aflojó. Quería ver la diferencia de texturas, de sensaciones. No parecía haber un lugar preciso en donde la piel que cubría las costillas dejaba paso a los senos. Deslizó más la mano y de repente se encontró sosteniendo uno de sus pechos.
Asustada por lo que acababa de hacer, retiró la mano y estiró el brazo, apretándolo firmemente contra la pierna.
Transcurrió algún tiempo antes de que pudiera relajarse. Pero apenas se sorprendió cuando por fin lo consiguió. Pensó, divertida, en lo extremadamente ridícula que era su actitud. Estaba sola, en una habitación oscura, en una cama que haría parecer pequeño a un gigante. Y se había tocado involuntariamente los senos. No pasaba nada. Estaba portándose como una tonta. Además, todavía quería saber cuántas costillas tenía el cuerpo humano.
Lentamente, ________ volvió a levantar la mano. Esta vez utilizó la mano izquierda para contar las costillas del lado derecho. No tenía ninguna explicación lógica para ese cambio, excepto que sentía su pecho izquierdo todavía un poco sensible, como un ligero escozor, debido a su anterior exploración, y no quería irritarlo más.
Comenzó a contar.
Una. Dos. Tres.
En ese lado todo era igual al otro. Cuatro. Cinco.
De nuevo, ________ sintió el cambio entre una costilla dura y la suave curva de sus senos. Vaciló un momento. Luego, sintiéndose ridícula, pasó rápidamente por encima de la sexta. Pero quería sentir la séptima en toda su extensión, así que estiró el brazo izquierdo todo lo que pudo, palpando el hueso con la punta de los dedos.
La costilla número siete le daba la vuelta al pecho, pasando por debajo del seno, y se perdía más abajo, donde ella ya no alcanzaba a tocar. Encogió la mano, siguiendo otra vez la curva de la costilla número siete. Pero mientras lo hacía, se rozó el seno con el antebrazo; en realidad dio un ligero tirón y entonces se giró para ver si era mejor la sensación de hacer presión con el brazo mientras se movía o el roce más ligero y suave de la tela sobre la piel.
Le llevó algún tiempo decidir. Mientras tanto, algo más llamó su atención. Por encima de sus pechos, ________ no podía encontrar una línea clara donde comenzara la elevación, mientras que por debajo resultaba bastante obvia.
Allí estaba la octava costilla. Un borde duro, sin nada que lo suavizara. Pero entre la siete y la ocho comenzaba el pecho. ________ pudo notar su peso en la mano, y si lo empujaba desde el lado con la otra mano, el seno se levantaba y formaba un cono duro.
Hizo pruebas desde todos los ángulos. Podía subirlo. Podía presionarlo. Podía empujarlo hacia dentro. Y se dio cuenta, con sorpresa, de que si presionaba hacia dentro también el otro seno, formaba una arruga profunda en el espacio que había entre ellos.
Pum.
De repente, ________ se quedó inmóvil, petrificada, esforzándose en oír. ¿De dónde procedía aquel sonido? No venía de la habitación, ¿o sí? ¿Habría sido él? ¿Desde la habitación de ella? ¿Estaría tratando de entrar en su alcoba?
Esperó mientras respiraba aceleradamente y trataba de acallar el martilleo de su corazón.
Silencio.
Niña estúpida, se reprendió. El vizconde no podía entrar. Ella había cerrado la puerta que comunicaba las dos habitaciones, tal como él le había ordenado. No vendría allí esta noche. ________ lo sabía en lo más profundo de su ser. No habría comenzado a contar sus costillas si hubiese pensado que podría ser interrumpida. A pesar de todo, esperó, sin moverse, mientras escuchaba su propia respiración entrecortada en medio de la casa silenciosa.
Bajó la mirada. En algún momento, durante los últimos segundos, se había subido otra vez las sábanas hasta el cuello. Bajo el áspero tejido, con el camisón todavía abierto, sus pechos seguían estando sensibles al roce de la tela. Respirando profundamente, pensó que, en realidad, estaban más sensibles que antes.
¡Qué extraño resultaba poder sentir cada fibra de la tela, cada ligero pliegue del tejido! En todas las noches anteriores jamás había notado nada semejante.
Volvió a respirar hondo. La tela presionó sus pechos desnudos, produciéndole un cosquilleo.
La cama estaba impregnada con el olor del vizconde, pensó. Con cada inhalación, la muchacha le recordaba, se sentía rodeada por él. Cerró los ojos, tratando de identificar con más precisión aquel aroma.
Ron de laurel. Sí. Pero sobre todo él.
Con los ojos cerrados, ________ pudo imaginárselo quitándose la corbata, desabrochando la camisa y luego metiéndose entre las sábanas. Ella ya había experimentado cómo se hundía el colchón bajo su pecho, recordaba la depresión que se formaba cuando apoyaba las manos a cada lado de su cabeza, su calor, cuando se aproximaba a ella.
¿Qué habría pasado si la hubiese tocado?
________ se había sentido rodeada, aprisionada por él.
Presionó uno de sus pezones.
Un relámpago la recorrió. Se quedó sin aliento al sentir la súbita tensión de su cuerpo. Piernas, estómago, senos, manos, todo se contrajo. El movimiento fue violento, impactante.
No podía hacer esto. ¡No podía hacerlo!
Apresuradamente, ________ se dio la vuelta y hundió el rostro entre las almohadas. El camisón recogido la apretaba, mientras ella se pegaba a las sábanas. Puso las manos rígidas a ambos lados del cuerpo, con los puños cerrados e inmóviles. En lo más profundo de su mente, oyó la voz de su padre martillándole el cerebro: Ajústate bien el corpiño, vociferaba. Apriétalo hasta que quede plano, si no, el demonio encontrará una entrada hacia tu alma.
Apretó los ojos cerrados para evitar aquellos pensamientos, se colocó de lado, encogiéndose como un bebé en el útero materno.
Pasó una eternidad antes de que el sueño acudiera a sus ojos y su mente.
--------------------------
Aquí esta la ultima parte del capitulo. Gracias por comentar, las adoro.
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
kahsdagf XD esta cap. es muy aksadgaf ¿me hago entender? XD Siguela Pliiiiiiiiiiiiiiiis :33
Meli:3
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
Meli:3 escribió:kahsdagf XD esta cap. es muy aksadgaf ¿me hago entender? XD Siguela Pliiiiiiiiiiiiiiiis :33
skjasjjs Si, yo te entiendo! sakjajskjajs. Mañana la sigo! \o/
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
Anda anda... se que quieres decirme....
Este Zayn quiere pervertir-la jdvhdfjvh yo o sé.
¿Qué tentación no? tener a un lado a Zayn y jchdvdhfvfdjhv.
Bueno... me encantó*-* Mañana espero capítulo! wuwuwu<3
Besos:*
Este Zayn quiere pervertir-la jdvhdfjvh yo o sé.
¿Qué tentación no? tener a un lado a Zayn y jchdvdhfvfdjhv.
Bueno... me encantó*-* Mañana espero capítulo! wuwuwu<3
Besos:*
IWish
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
IWish escribió:Anda anda... se que quieres decirme....
Este Zayn quiere pervertir-la jdvhdfjvh yo o sé.
¿Qué tentación no? tener a un lado a Zayn y jchdvdhfvfdjhv.
Bueno... me encantó*-* Mañana espero capítulo! wuwuwu<3
Besos:*
Zayn la va a "entrenar" para poder mantener a su marido feliz skjajksjkas. sii mañana \o/. Gracias por comentar akjsaj.
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
DilyJonas escribió:IWish escribió:Anda anda... se que quieres decirme....
Este Zayn quiere pervertir-la jdvhdfjvh yo o sé.
¿Qué tentación no? tener a un lado a Zayn y jchdvdhfvfdjhv.
Bueno... me encantó*-* Mañana espero capítulo! wuwuwu<3
Besos:*
Zayn la va a "entrenar" para poder mantener a su marido feliz skjajksjkas. sii mañana \o/. Gracias por comentar akjsaj.
Gracias a ti por subir my dear!;D vjkfvhdjfhfv losé pero me esta pervirtiendo porque si me empece a tocar mother of god. eso no es de Dios. Hahahaha okno;P
Bueno... mañana espero capítulo! Wuwuwuww<3
Besoos dobles:* :*
IWish
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
Zayn no nos puede "entrenar" a nosotras?
Jajajaja xD
#Okno
Tu eres la que manda, ya me quedo claro
Pero seguila que me encanta :D
Jajajaja xD
#Okno
Tu eres la que manda, ya me quedo claro
Pero seguila que me encanta :D
#Annie_Unicornia
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
IWish escribió:DilyJonas escribió:IWish escribió:Anda anda... se que quieres decirme....
Este Zayn quiere pervertir-la jdvhdfjvh yo o sé.
¿Qué tentación no? tener a un lado a Zayn y jchdvdhfvfdjhv.
Bueno... me encantó*-* Mañana espero capítulo! wuwuwu<3
Besos:*
Zayn la va a "entrenar" para poder mantener a su marido feliz skjajksjkas. sii mañana \o/. Gracias por comentar akjsaj.
Gracias a ti por subir my dear!;D vjkfvhdjfhfv losé pero me esta pervirtiendo porque si me empece a tocar mother of god. eso no es de Dios. Hahahaha okno;P
Bueno... mañana espero capítulo! Wuwuwuww<3
Besoos dobles:* :*
kasjkasjsj si te toca moriras ._. skjakjjajks yo no quiero que mueras! Ahorita subo el cap \o/ sakjajksj triple besos!
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
#Annie_Unicornia escribió:Zayn no nos puede "entrenar" a nosotras?
Jajajaja xD
#Okno
Tu eres la que manda, ya me quedo claro
Pero seguila que me encanta :D
Ojala Zayn no "entrenara" a todas, sería buenísimo. Yo no mando ._. Mis lectoras son las que mandan <3 Ahorita la sigo, me alegro que te encante, gracias por comentar \o/
Dilingdingdong
Re: El Arte de Pecar |ZaynMalik & Tu| Adaptada *HOT* (TERMINADA)
Capítulo 7
Era bastante tarde cuando ________ se despertó.
Al principio no sabía dónde estaba. Respiró profundamente, y cuando percibió el olor a ron de laurel, se dio cuenta al instante. Estaba en la cama de él. En la habitación del vizconde. Se estiró, tratando de relajar su tensa postura, y metió los dedos de los pies en lo más profundo de las pesadas mantas. Se sentía cansada y dolorida por haber dormido toda la noche hecha un ovillo, pero las sábanas del vizconde eran suaves y tibias y, sobre todo, le gustaba aquel aroma.
El ron de laurel, decidió ________, era delicioso.
De la calle le llegó el griterío de un vendedor callejero. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que ya era media mañana y recordó que había quedado de reunirse a las diez con la baronesa. No sabía para qué, pero estaba segura de que llegaría tarde.
Al salir de la cama, ________ se sintió desconcertada al descubrir que su camisón colgaba abierto casi hasta la cintura. Se sonrojó violentamente al recordar la noche anterior. Juntó los extremos de la prenda y se la abrochó tan rápido como se lo permitieron sus temblorosos dedos. Aquella tarde tendría que quemarlo, pero, en aquel instante, sintió la urgente necesidad de abotonarlo hasta arriba.
Excepto que... sus manos se detuvieron en el último botón. Tenía que vestirse rápidamente. Debería desembarazarse de aquella prenda tan pronto como fuera posible. Pero ¿qué se pondría? Los escasos vestidos que tenía se encontraban en su habitación.
________ lanzó una mirada hacia el armario del vizconde. Incapaz de resistir la tentación, abrió las puertas y encontró un guardarropa cuidadosamente planchado: pantalones ajustados, pantalones anchos, chaquetas, camisas. Todo estaba en orden, pero había muchos menos trajes de los que ella esperaba. En realidad, ________ pensaba que todos los nobles tenían los armarios repletos de ropa.
Ése había sido el caso de su padre. Pero su señoría sólo tenía lo esencial. Evidentemente, el vizconde estaba acostumbrado a economizar tanto como ella.
De repente, un ruido procedente de la casa la sobresaltó. De la cocina, sin duda. Lo que significaba que Dunwort, y probablemente la baronesa, ya estaban despiertos, esperándola. Tenía que vestirse. Pero no podía ponerse la ropa del vizconde.
Cerró el armario y se dirigió hacia la puerta que comunicaba con su habitación. Su ropa estaba allí. Y él también.
¿Se atrevería a entrar? ¿Mientras el vizconde dormía?
O aún peor, ¿estando despierto?
________ se miró los pies desnudos. No le quedaba más remedio que entrar. No le parecía buena idea presentarse ante la baronesa con el camisón puesto. Sin embargo... ________ dudó, al tiempo que la imagen del rostro del vizconde se deslizaba entre sus pensamientos. Anoche parecía tan... ¿qué?
¿Aterrador? Sí. Y no. Apremiante, quizás sería la palabra precisa. ¿Diferente?
Sacudió la cabeza, deseando poder pensar con claridad. Tenía que recuperar su ropa.
Mirando con disgusto hacia la puerta, finalmente tomó una decisión. Tenía que hacerlo. No le quedaba otra alternativa. Entraría tan sigilosa como un fantasma, agarraría la ropa y volvería de nuevo a la habitación del vizconde para vestirse. Podía hacerlo. Había caminado de puntillas en su propia casa docenas de veces, procurando no despertar a sus hermanos menores y, especialmente, a su padre. Esto sería igual.
Puso la mano en el pomo, quitó el cerrojo y abrió lentamente la puerta. ________ sabía que las bisagras estaban bien engrasadas. Si no, ¿cómo podía entrar el vizconde en su habitación de manera tan silenciosa? Aquel sencillo pensamiento la animó a seguir adelante. Si él podía deslizarse en su alcoba sin que ella se diera cuenta, entonces ella también podría hacer lo mismo. Sin embargo, los nervios le fallaron cuando lo vio.
El vizconde yacía estirado, con el rostro hacia abajo, desnudo, atravesado sobre el colchón. Tenía los pies hacia ella, y la cabeza casi no se veía porque estaba tapada por su ancha espalda. Estaba abrazado a la almohada, y su bata reposaba hecha un ovillo tirada a los pies.
Estaba total, completa y magníficamente desnudo.
________ nunca había visto una figura tan escultural, y había visto muchas, para vergüenza suya, cuando había estudiado a escondidas el arte griego a los catorce años. Su padre no se había enterado, por supuesto. Pero ella había encontrado un libro en la biblioteca pública y, mientras sus hermanos trabajaban en sus lecciones, había observado con atención los dibujos desde todos los ángulos.
Aquella comparación con el cuerpo del vizconde era realmente merecida. De hecho, hacía que los antiguos griegos palidecieran.
Sus piernas eran musculosas. Incluso en estado de relajación, los muslos aparecían firmes y vigorosos. ¿Qué haría para mantenerlos tan bien?, se preguntó ________. Tenía unas nalgas pequeñas, apretadas y tan bien formadas que ella se sonrojó al mirarlas. Sin embargo, no podía apartar la vista de ellas. Parecían dos doradas hogazas de pan caliente. De una curiosa forma, si se tratara de pan, pero, ¡oh!, tan magníficamente apropiadas para él.
Desde luego, la magnificencia del vizconde no terminaba allí. ________ permitió que su vista se deslizara hacia arriba y notó la cintura compacta y la suave perfección de la espalda. Sus músculos también estaban perfectamente delineados. Descubrió sobresaltada que, aunque no podría contar las costillas sólo observándolo, conseguiría trazar un dibujo bastante detallado de los músculos perfilados en la espalda de aquel hombre. Tenía unos hombros anchos y, más arriba, el pelo ondulado y oscuro se veía desordenado por el sueño.
________ sólo pudo ver un lado de su rostro, que permanecía, gracias a Dios, completamente abandonado al sueño. Aun así, consiguió apreciar los pómulos salientes, la ligera sombra de la barba y, desde luego, los labios, gruesos y sensuales, incluso durante el sueño.
Aunque el vizconde no estaba exhibiendo nada que ella no hubiese visto antes en su libro de dibujos, ________ se sintió sobrecogida por la maravilla de ver a un hombre de carne y hueso. Desnudo. Obviamente esperaba que un hombre vivo fuera más interesante que una escultura o, en su caso, el dibujo de una escultura. Pero ella no estaba preparada para la imponente masculinidad del cuerpo de lord Malik. La piel tenía un tono casi dorado, con algunas zonas más pálidas en la parte inferior. Había hendiduras y hoyuelos, montículos y protuberancias por todas partes.
¿Qué sentiría al tocarlo? Había dado ya un paso para averiguarlo, cuando se detuvo de repente y recuperó la razón.
Santo Dios, ¿en qué estaba pensando? ________ se llevó las manos a la cara y se reprendió por aquel comportamiento pecaminoso. Sin embargo, se quedó allí, observando al vizconde. Con asombro.
En ese momento él se movió.
Se giró ligeramente y dobló una pierna hacia arriba, ladeándose ligeramente sobre la almohada. Levantó un poco las caderas, lo suficiente para ofrecer a ________ un atisbo de...
¡Dios santo! La muchacha se quedó sin aire y salió corriendo hacia la alcoba del vizconde, pero, de repente, se acordó de la ropa. Dio media vuelta y, moviéndose más rápido de lo que nunca había imaginado, agarró su ropa, sin darse cuenta de lo que seleccionaba, y huyó de la habitación.
El corazón le latía aceleradamente, las manos le sudaban y sólo se atrevió a respirar cuando cerró la puerta y se vistió completamente. Se obligó a serenarse, mientras se secaba las palmas de las manos contra la falda.
Sin embargo, aquella imagen se quedó grabada en su mente. Cerró los ojos y dejó escapar un gemido. La imagen seguía allí: una oscura bolsa de piel, protegida por los firmes muslos masculinos.
Dando bruscamente la vuelta, ________ salió corriendo de la habitación, en busca de alguien, cualquier persona, que pudiera orientar sus pensamientos en una dirección más segura.
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sakjskjaksjjs este capitulo es uno de mis favoritos, me da risa ._. Estoy loca, lo sé. Aquí esta la primera parte del capitulo #7, espero les guste \o/
Dilingdingdong
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