Conectarse
Últimos temas
miembros del staff
Beta readers
|
|
|
|
Equipo de Baneo
|
|
Equipo de Ayuda
|
|
Equipo de Limpieza
|
|
|
|
Equipo de Eventos
|
|
|
Equipo de Tutoriales
|
|
Equipo de Diseño
|
|
créditos.
Skin hecho por Hardrock de Captain Knows Best. Personalización del skin por Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1. • Comparte
Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
NOMBRE: Mi vida es un desastre.
AUTOR: Lili del Pilar
ADAPTACIÓN : Si, es una novela que encontré en una página.. Me gusto bastante y me dieron ganas de compartirla con ustedes :)
GENERO: romántica, drama, comedia.
ADVERTENCIAS: no necesito chicas
OTRAS PAGINAS: No se
Sinopsis:
______ Howard es histérica, desastrosa, pervertida y está más loca que una cabra. Zayn Malik es un primate de pacotilla, es imbécil, estúpido y está loco por ella. _____ es histérica, porque no puede evitar gritar, chillar y croar cuando ve a Mailk haciendo una estupidez. Es desastrosa, porque, cada dos días, tiene un accidente, que siempre termina involucrando, de alguna manera, a Malik. Es pervertida, porque no puede evitar pensar en Malik en ropa interior e, incluso, ocultarse en los casilleros para contemplarlo desnudo. Y es loca, porque, simplemente, lo está. Zayn es un primate de pacotilla, porque _____ lo dice. Es un imbécil, porque _____ lo dice. Es estúpido, porque _____ lo dice. Y NO está loco por ella, porque _____ lo dice. _____ tiene filematofobia (miedo a ser besada) por eso finge detestar a Malik. Pero, ¿qué sucedería si, por una "supuesta" broma de Zayn, ______ terminase contándole sus más oscuros secretos? Secretos como el estar enamorada de él. Además, tendrá que descubrir quién es el responsable de las cartas sin remitentes que amenazan su vida, amenazas que cada vez se hacen más reales.
Comenten!! Mañana u hoy subo capítulo, depende de cuántas / cuántos comenten!!
AUTOR: Lili del Pilar
ADAPTACIÓN : Si, es una novela que encontré en una página.. Me gusto bastante y me dieron ganas de compartirla con ustedes :)
GENERO: romántica, drama, comedia.
ADVERTENCIAS: no necesito chicas
OTRAS PAGINAS: No se
Sinopsis:
______ Howard es histérica, desastrosa, pervertida y está más loca que una cabra. Zayn Malik es un primate de pacotilla, es imbécil, estúpido y está loco por ella. _____ es histérica, porque no puede evitar gritar, chillar y croar cuando ve a Mailk haciendo una estupidez. Es desastrosa, porque, cada dos días, tiene un accidente, que siempre termina involucrando, de alguna manera, a Malik. Es pervertida, porque no puede evitar pensar en Malik en ropa interior e, incluso, ocultarse en los casilleros para contemplarlo desnudo. Y es loca, porque, simplemente, lo está. Zayn es un primate de pacotilla, porque _____ lo dice. Es un imbécil, porque _____ lo dice. Es estúpido, porque _____ lo dice. Y NO está loco por ella, porque _____ lo dice. _____ tiene filematofobia (miedo a ser besada) por eso finge detestar a Malik. Pero, ¿qué sucedería si, por una "supuesta" broma de Zayn, ______ terminase contándole sus más oscuros secretos? Secretos como el estar enamorada de él. Además, tendrá que descubrir quién es el responsable de las cartas sin remitentes que amenazan su vida, amenazas que cada vez se hacen más reales.
Comenten!! Mañana u hoy subo capítulo, depende de cuántas / cuántos comenten!!
Charlotte2910
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
New Reader Here, Bitch!! La amo!! Siguela porfis.. Prometo ser fiel :)
Asdasdasd.. Amo a Zayn
Asdasdasd.. Amo a Zayn
Sam_Sky
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Bienvenida!! Que lindo que te guste, realmente quería compartirla, a mi me ah encantado.
Besos, Lottie
Besos, Lottie
Charlotte2910
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Nueva lectora! Me encantoo la sinopsis!!!! Seguilaaa,necesitas chica para alguns de los wandi? Ah :') yo me anoto! :))))))))))
Besosss!
Besosss!
AgustinaMGallardo
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Mmm.. No, lo siento, no voy a necesitar chicas, ya que la novela es adaptada :)
Charlotte2910
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Bueno, cómo nadie comenta, decidí subir ahora el primer capítulo:
Capitulo uno: Zayn Malik
Traspasé el portón de metal como cada lunes por la mañana y me enfrenté a todas mis pesadillas hechas ladrillo rojo. Un edificio de tres pisos de altura, con metros de césped cuidadosamente cortado a su alrededor y una entrada que sobresalía de la monstruosidad, estaba frente a mí a sólo unos pasos de destruir mis esperanzas casi inexistentes. Por mucho que había rezado la noche anterior, para que el día se extendiera hasta el infinito, no había ocurrido y, como siempre sucedía, cada lunes era obligada a comenzar los cinco días de penurias y desesperación.
Y es que yo no iba a cualquier escuela, yo estaba obligada a asistir al exclusivo internado Highlands. Ya de por sí la sola idea de pasar tanto tiempo encarcelada, era difícil para cualquier persona, pero para mí era el doble, triple y hasta seis veces más terrible que para el resto. No sólo porque era un internado, para alumnos problemáticos con dinero, sino porque yo no debería estar allí. No debería, aunque mis padres y mis necesidades económicas decían lo contrario. Si a la directora no se le hubiese ocurrido la grandísima idea de becar a alumnos destacados con problemas económicos, para así subir el rendimiento de la escuela, yo no estaría ahí. Mi familia ni siquiera había pensado en rechazar la oferta cuando había llegado la carta de aceptación, a pesar de lo mucho que les había pedido que no me enviasen a un internado. Y eso había sido hace ya tres años… no se notaba que aún tenía la esperanza que se apiadasen de mí.
Me desplacé hacia el calabozo por el camino de cemento, mientras no paraba de gimotear y lloriquear con cada paso que daba. Mis zapatos gastados sonaban al arrastrarse por el cemento, y es que hasta mis pies sabían lo que me deparaba una vez que cruzase las puertas internas de roble. A mi alrededor los alumnos bajaban de sus costosos automóviles, con las maletas siendo arrastradas sólo un par de metros por sus delicadas manos. En cambio, yo debía llevar un pesado bolso sobre el hombro, ya que no me alcanzaba para una maleta de ese estilo; y eso que me habían regalado el uniforme.
Me tambaleé todo el camino hasta la puerta, siendo seguida por miradas de desprecio proveniente de los arrogantes alumnos de Highlands. Ignoré el intento de hacerme sentir mal. Que se pudrieran los malditos, a mí no me importaba.
Una vez que traspasé las puertas de madera, me encontré en el enorme hall central, con altos techos y con un marcado estilo gótico en las paredes. Los pisos relucían de limpios de tal manera que, si miraba hacia abajo, me veía reflejada en la baldosa. En una de las esquinas de la estancia, había una pequeña cabina con un señor de uniforme que rondaba los cincuenta años.
—Buenos días, don Pedro —saludé al portero.
Me devolvió el gesto con una sonrisa en el rostro arrugado y con sus ojos negros chispeando por el buen humor.
—No son tan buenos para usted como parece —respondió.
Me encogí de hombros.
—Ya estoy deseando que lleguen las siete de la tarde del día viernes.
Que era el día y la hora en la que la escuela nos dejaba en libertad. Soltó una carcajada grave, que me recordó al viejo perro de la casa de enfrente, perteneciente a mi tía.
—Siempre impaciente por salir libre del internado, debería disfrutar la estadía y no esperar el término. Sólo se le alargarán los días de esa manera.
Era imposible que pudiese soportar los gestos de desagrado de esos estúpidos, con una sonrisa aún más imbécil en el rostro. No era mi estilo y nunca lo sería.
—Como sea —contesté—. Que tenga un buen día.
Estaba a punto de marcharme, cuando sentí que la carga sobre mi hombro se esfumaba. Todavía sosteniendo otro pequeño bolso que llevaba en el otro hombro (que utilizaba para trasladar mis útiles escolares dentro del internado), me giré con rapidez y gemí internamente. Había pensado, erróneamente, que no tendría que verlos hasta por lo menos en diez minutos más, pero me había equivocado. Ahí estaban, frente a mí, los dos hombres que me hacían la vida imposible.
Alto, cabello negro y guapo. Los ojos azules de Zayn Mailk eran difíciles de ignorar (los ojos de Zayn no son azules, pero la novela es adaptada), más aún si lo tenía a él a sólo un paso de distancia. Su mejor amigo, igual de alto y con el pelo oscuro, pero con ojos cafés y con pinta de creerse el ser más irresistible del mundo, era conocido como Derek Blair.
—Devuélveme mi bolso, Malik —le ordené al chico, que ya lo colgaba en su hombro.
De seguro saldría corriendo con él y se lo llevaría a su habitación, para así reírse de las cosas que llevaba (en su mayoría libros) y que no se podían comparar con lo que tenía él.
—¿No quieres ayuda, Howard? —preguntó. Arrogante, siempre arrogante.
Así fue su sonrisa ladeada al pasar una mano por el cabello, desordenándolo aún más. Se me revolvió el estómago con ese gesto, pero… claro, era indigestión.
—No necesito ayuda de un imbécil como tú —repliqué.
Blair, que se había mantenido callado hasta ese entonces, rió encantado.
—Vaya carácter que tienes, Howard —comentó—. Yo haría otra cosa con esa lengua tan afilada con la que naciste, sino fueras tan… Howard.
Finalizó con un encogimiento de hombros, dejando entrever que era muy poca cosa para él. Alcé una ceja, desinteresada.
—No me importa tú opinión. —Me giré hacia Malik. —Deja mi bolso en el suelo para así poder marcharme.
Malik se negó con un movimiento de cabeza.
Observé a don Pedro interrogándome con la mirada desde la cabina. Negué con un suavemente movimiento, ya podía yo sola con esos dos. Además, prefería que don Pedro se quedara fuera de esas peleas estúpidas que tenía cada día con Malik.
—Sólo te lo devolveré si…
—No —lo corté. No necesitaba oír la oración completa para saber de lo que estaba hablando.
—¡Ni siquiera me has dejado terminar! —exclamó, indignado.
Crucé los brazos y mostré una expresión aburrida.
—Me ibas a pedir una cita: como todos los lunes en la mañana.
Blair rió.
—Creo que tienes que cambiar la táctica —comentó.
Luego, como si recordara de pronto que no tenía nada que hacer ahí, siguió: — Nos vemos en clase.
Y silbando muy campante, se marchó con una mano en el bolsillo del pantalón.
—No te iba a pedir una cita —informó Malik, con todo el orgullo herido.
Parecía un pavo real con las plumas despeinadas. Rodé los ojos.
—Lo que sea, no me interesa. —Estiré la mano para que me devolviera mis pertenencias. —Mi bolso.
Me contempló por un par de segundos, analizando mi postura inquebrantable, antes de quitarse el bolso del hombro y casi lanzármelo en la mano. Me tambaleé por el peso que mi delgado brazo no podía soportar de un sopetón. Malik agarró su maleta de un asa y los músculos del brazo se le marcaron a través de la camisa. Aunque, claro, sólo me había fijado en eso porque... porque Malik… simplemente, había sido un acto reflejo de mis ojos. Por ningún motivo, había sido un movimiento ocasionado por el placer u otra cosa ridícula. No, señor.
Lo vi marcharse con los ojos clavados en su parte baja. Y es que si hay algo que podía reconocer de ese troglodita, era su trasero. Pero nada más, nada más.
Echándole un último vistazo a su trasero, agarré el bolso pesado y me lo colgué en el hombro. Emprendí camino a duras penas hacia el edificio donde se encontraban las habitaciones, maldiciéndome por no haber aceptado la ayuda de Zay… quiero decir, Malik. Sin embargo, sabía que lo mejor era no deberle favores a ese hombre.
Entré en un enorme patio con césped, y regaderas automáticas. Caminé por el corredor semiabierto construido de piedra, que me hacía recordar algunos pasillos que existían en Hogwarts (castillo de la saga de Harry Potter) , lo que me traía a la mente la idea de que era Hermione (mejor amiga de Harry Potter) desplazándose por la escuela de magia y hechicería. Por ambos costados del corredor se extendía el color verde del pasto. A la izquierda se observaba la continuación de la fachada principal, de tres pisos y que juntos formaban una L, donde se encontraban las salas de clase. A mí costado derecho, el césped se expandía por varios metros, hasta que a lo lejos se divisaban dos edificios más. Eran el estadio y el gimnasio de la escuela, éste último equipado con una piscina, que pronto sería reabierta, y canchas para diversos deportes.
Por otro lado, frente a mí, y hacia donde me dirigía en ese momento, estaba el edificio con las habitaciones, que constaba de cuatro pisos. Todo el costado derecho pertenecía a las chicas y el otro era para los varones. Finalmente, rodeando toda la escuela, y para que no nos escapáramos, había un murallón de tres o cuatro metros de altura que nos alejaba de la libertad.
Jadeando por el esfuerzo, llegué a la entrada y abrí la puerta con un precario equilibro, el cual perdí y terminé de cara al suelo. Esperanzada de que nadie me hubiese visto, levanté el rostro lentamente.
Alguien pasó por encima de mí. Era… sí, era Malik.
—Vas tarde, Howard —me informó.
Pero no se detuvo para hablar ni para ofrecerme ayuda, ahora que estaba dispuesta a aceptarla. Abrió la puerta del edificio y salió, cerrándola detrás de él. La señora Smith, que supuestamente era la encargada de cuidar el edificio, para que los chicos no subieran a las habitaciones de las mujeres, brillaba por su ausencia como siempre.
Me puse de pie a duras penas, dejando el bolso tirado en el suelo. Saqué el celular del bolsillo del uniforme femenino, que era una especie de vestido gris abotonado al frente, y busqué el mensaje que me había enviado mi mejor amiga hace sólo unos minutos.
Enviado por: Bella.
«_____, nos tocó en el cuarto 402».
Bloqueé las teclas y volví a guardar el aparato en el bolsillo.
En Highlands estaba la costumbre (igual a orden) de cambiar compañeras de cuarto cada dos semanas, así la directora nos impedía forjar lazos duraderos que pudiesen llegar a convertirse en una pandilla revolucionaria. Pero el hecho de que el padre de Bella donase constantemente dinero al internado, le daba a mi mejor amiga un status especial frente a la directora, lo que le permitía tener un par de privilegios como el de elegirme como compañera de cuarto cuando quisiera.
Como los ascensores del edificio aún se encontraban malos (uno se había echado a perder para el terremoto y el otro hace más de un año), no me quedó más que arrastrar el bolso y subir las escaleras que llevaban a los cuartos de las chicas, con la bolsa golpeando cada uno de los escalones.
Llegué jadeando, despeinada y maldiciendo por la negligencia de no reparar los ascensores cuando todos tenían tanto dinero. Abrí la puerta del cuarto 402, ubicada en el cuarto piso, con la mente nublada y manos tiritonas. Lancé el bolso en la única cama de las cuatro que quedaba vacía y volví a cerrar la puerta. Ya sabría en otro momento con quién me había tocado compartir estancia, aparte de Bella.
Con el bolso pequeño, donde llevaba los cuadernos del día lunes ya preparados, salí corriendo a la primera clase, sabiendo que ese día sería un completo dolor de cabeza.
No me había equivocado. Media hora más tarde, sentada en el medio del aula de clases, me dedicaba a fulminar cada cierto intervalo de tiempo al cabello negro de Malik. Por su culpa no lograba comprender nada de lo que el profesor Núñez se esmeraba por explicarnos, una y otra vez, a pesar de su avanzada edad.
Furiosa, aparté la vista de él y la clavé en el cuaderno de hojas amarillentas que tenía sobre el escritorio. Cerré los ojos y me obligué a prestarle atención a las palabras del profesor. Lo oí hablar sobre la historia de alguna parte del mundo que no lograba tener sentido en mi cerebro…. Abrí los ojos y éstos, de inmediato, se desviaron dos puestos a la derecha, hacia un joven atractivo, que tenía la espalda pegada contra la pared y que observaba el cielo raso con aburrimiento. Un lápiz giraba velozmente entre sus dedos como una especie de hélice.
Frustrada, dejé caer con fuerza la cabeza contra el escritorio y ahí yací derrumbada por largos segundos, mientras el profesor Núñez, como siempre, se desviaba del tema y comenzaba a contar una anécdota de su vida que había ocurrido hace muchos años y que cambiaba cada vez que volvía a relatar la historia.
Me adormecí por unos instantes, pero me desperté al sentir un extraño cosquilleo en la nuca. Al abrí los ojos, para ver qué estaba sucediendo, mi mirada se encontró con el iris azul que había estado evitando durante horas. Me sobresalté al descubrirlo observándome tan intensamente, con la barbilla apoyada en la palma de la mano y con la cabeza levemente inclinada hacia la derecha.
Alguien me llamó a lo lejos.
Hice caso omiso.
Volvieron a pronunciar mi nombre.
Volví a no prestar atención.
¿Por qué era tan condenadamente atractivo?
La boca de Malik formó una sonrisa y, con un pequeño movimiento de cabeza, me indicó que mirara a mi lado. Ignoré ese aviso, hasta que sentí una mano en el hombro.
—¡Señorita Howard! —exclamó el profesor Núñez. Alejé la vista de Zay… Malik y giré el rostro. El anciano profesor, que impartía la asignatura de Historia, me contemplaba por sobre los lentes que colgaban en la punta de su nariz. El sombrero, con ese estilo de los años cuarenta-cincuenta, le ensombrecía el rostro enojado—. ¿Ha vuelto a la tierra o aún se encuentra en la luna?
Enrojecí de golpe. Todos empezaron a reír escandalosamente. Pude distinguir las risas de Malik, Blair y de… Bella. Sí, cómo no. Qué gran amiga tenía, siempre dándome apoyo moral. No tuve el valor suficiente para desviar la mirada unos segundos y fulminar a Bella, que estaba en el asiento detrás de mí.
—Lo siento, profesor —me disculpé.
Realmente lo sentía. Pocas veces me habían reprendido por no prestar atención en clases, y las veces que lo habían hecho… sí, había sido culpa del estúpido e imbécil de Malik.
El profesor Núñez, con los labios apretados por el enojo, se giró y siguió con la clase, no sin antes lanzarme un par de palabras indirectas muy directas.
Maldito Malik. Siempre era su culpa. Tal vez… tal vez si no fuera tan malditamente sexy no me ocurrirían esas cosas, pero lo era; así que no me quedaba otra que aceptarlo. Aunque jamás se lo admitiría a nadie, era un secreto que guardaba minuciosamente.
Nadie podía saber que me sentía seducida por un mono. Qué pensaría la gente: que tenía zoofilia o algo así.
Suspiré… y ahí estaban actuando de nuevo los traicioneros ojos que se desviaban para contemplar por última vez (¡Juro que sería la última!) el rostro de Malik. Lo pillé con la vista en mí y con esa sonrisa que me hizo apretar los puños… de ira.
«Te descubrí», moduló.
A continuación, se giró. Y mientras yo seguía embelesada contemplando su espalda ancha, una bola de papel chocó contra mi cabeza. Distraída, me agaché para recoger la hoja, la que desplegué y leí:
«Límpiate la baba, Howard. Estás a punto de inundar la habitación y no soy Noé (¿O era José? No, me parece que era Moisés… Bueno, omite eso, a nadie le importa quién fue) para tener un arca y salvarme de morir ahogado.
Se despide, siempre tuyo,
Derek Blair»
Volví a suspirar, derrotada. No decía yo que el día había comenzado mal.
Es bastante largo.. Espero que les haya gustado.. Si no comentan tendré que cancelarla, y no quiero hacerlo :(
Besos, Lottie
Capitulo uno: Zayn Malik
Traspasé el portón de metal como cada lunes por la mañana y me enfrenté a todas mis pesadillas hechas ladrillo rojo. Un edificio de tres pisos de altura, con metros de césped cuidadosamente cortado a su alrededor y una entrada que sobresalía de la monstruosidad, estaba frente a mí a sólo unos pasos de destruir mis esperanzas casi inexistentes. Por mucho que había rezado la noche anterior, para que el día se extendiera hasta el infinito, no había ocurrido y, como siempre sucedía, cada lunes era obligada a comenzar los cinco días de penurias y desesperación.
Y es que yo no iba a cualquier escuela, yo estaba obligada a asistir al exclusivo internado Highlands. Ya de por sí la sola idea de pasar tanto tiempo encarcelada, era difícil para cualquier persona, pero para mí era el doble, triple y hasta seis veces más terrible que para el resto. No sólo porque era un internado, para alumnos problemáticos con dinero, sino porque yo no debería estar allí. No debería, aunque mis padres y mis necesidades económicas decían lo contrario. Si a la directora no se le hubiese ocurrido la grandísima idea de becar a alumnos destacados con problemas económicos, para así subir el rendimiento de la escuela, yo no estaría ahí. Mi familia ni siquiera había pensado en rechazar la oferta cuando había llegado la carta de aceptación, a pesar de lo mucho que les había pedido que no me enviasen a un internado. Y eso había sido hace ya tres años… no se notaba que aún tenía la esperanza que se apiadasen de mí.
Me desplacé hacia el calabozo por el camino de cemento, mientras no paraba de gimotear y lloriquear con cada paso que daba. Mis zapatos gastados sonaban al arrastrarse por el cemento, y es que hasta mis pies sabían lo que me deparaba una vez que cruzase las puertas internas de roble. A mi alrededor los alumnos bajaban de sus costosos automóviles, con las maletas siendo arrastradas sólo un par de metros por sus delicadas manos. En cambio, yo debía llevar un pesado bolso sobre el hombro, ya que no me alcanzaba para una maleta de ese estilo; y eso que me habían regalado el uniforme.
Me tambaleé todo el camino hasta la puerta, siendo seguida por miradas de desprecio proveniente de los arrogantes alumnos de Highlands. Ignoré el intento de hacerme sentir mal. Que se pudrieran los malditos, a mí no me importaba.
Una vez que traspasé las puertas de madera, me encontré en el enorme hall central, con altos techos y con un marcado estilo gótico en las paredes. Los pisos relucían de limpios de tal manera que, si miraba hacia abajo, me veía reflejada en la baldosa. En una de las esquinas de la estancia, había una pequeña cabina con un señor de uniforme que rondaba los cincuenta años.
—Buenos días, don Pedro —saludé al portero.
Me devolvió el gesto con una sonrisa en el rostro arrugado y con sus ojos negros chispeando por el buen humor.
—No son tan buenos para usted como parece —respondió.
Me encogí de hombros.
—Ya estoy deseando que lleguen las siete de la tarde del día viernes.
Que era el día y la hora en la que la escuela nos dejaba en libertad. Soltó una carcajada grave, que me recordó al viejo perro de la casa de enfrente, perteneciente a mi tía.
—Siempre impaciente por salir libre del internado, debería disfrutar la estadía y no esperar el término. Sólo se le alargarán los días de esa manera.
Era imposible que pudiese soportar los gestos de desagrado de esos estúpidos, con una sonrisa aún más imbécil en el rostro. No era mi estilo y nunca lo sería.
—Como sea —contesté—. Que tenga un buen día.
Estaba a punto de marcharme, cuando sentí que la carga sobre mi hombro se esfumaba. Todavía sosteniendo otro pequeño bolso que llevaba en el otro hombro (que utilizaba para trasladar mis útiles escolares dentro del internado), me giré con rapidez y gemí internamente. Había pensado, erróneamente, que no tendría que verlos hasta por lo menos en diez minutos más, pero me había equivocado. Ahí estaban, frente a mí, los dos hombres que me hacían la vida imposible.
Alto, cabello negro y guapo. Los ojos azules de Zayn Mailk eran difíciles de ignorar (los ojos de Zayn no son azules, pero la novela es adaptada), más aún si lo tenía a él a sólo un paso de distancia. Su mejor amigo, igual de alto y con el pelo oscuro, pero con ojos cafés y con pinta de creerse el ser más irresistible del mundo, era conocido como Derek Blair.
—Devuélveme mi bolso, Malik —le ordené al chico, que ya lo colgaba en su hombro.
De seguro saldría corriendo con él y se lo llevaría a su habitación, para así reírse de las cosas que llevaba (en su mayoría libros) y que no se podían comparar con lo que tenía él.
—¿No quieres ayuda, Howard? —preguntó. Arrogante, siempre arrogante.
Así fue su sonrisa ladeada al pasar una mano por el cabello, desordenándolo aún más. Se me revolvió el estómago con ese gesto, pero… claro, era indigestión.
—No necesito ayuda de un imbécil como tú —repliqué.
Blair, que se había mantenido callado hasta ese entonces, rió encantado.
—Vaya carácter que tienes, Howard —comentó—. Yo haría otra cosa con esa lengua tan afilada con la que naciste, sino fueras tan… Howard.
Finalizó con un encogimiento de hombros, dejando entrever que era muy poca cosa para él. Alcé una ceja, desinteresada.
—No me importa tú opinión. —Me giré hacia Malik. —Deja mi bolso en el suelo para así poder marcharme.
Malik se negó con un movimiento de cabeza.
Observé a don Pedro interrogándome con la mirada desde la cabina. Negué con un suavemente movimiento, ya podía yo sola con esos dos. Además, prefería que don Pedro se quedara fuera de esas peleas estúpidas que tenía cada día con Malik.
—Sólo te lo devolveré si…
—No —lo corté. No necesitaba oír la oración completa para saber de lo que estaba hablando.
—¡Ni siquiera me has dejado terminar! —exclamó, indignado.
Crucé los brazos y mostré una expresión aburrida.
—Me ibas a pedir una cita: como todos los lunes en la mañana.
Blair rió.
—Creo que tienes que cambiar la táctica —comentó.
Luego, como si recordara de pronto que no tenía nada que hacer ahí, siguió: — Nos vemos en clase.
Y silbando muy campante, se marchó con una mano en el bolsillo del pantalón.
—No te iba a pedir una cita —informó Malik, con todo el orgullo herido.
Parecía un pavo real con las plumas despeinadas. Rodé los ojos.
—Lo que sea, no me interesa. —Estiré la mano para que me devolviera mis pertenencias. —Mi bolso.
Me contempló por un par de segundos, analizando mi postura inquebrantable, antes de quitarse el bolso del hombro y casi lanzármelo en la mano. Me tambaleé por el peso que mi delgado brazo no podía soportar de un sopetón. Malik agarró su maleta de un asa y los músculos del brazo se le marcaron a través de la camisa. Aunque, claro, sólo me había fijado en eso porque... porque Malik… simplemente, había sido un acto reflejo de mis ojos. Por ningún motivo, había sido un movimiento ocasionado por el placer u otra cosa ridícula. No, señor.
Lo vi marcharse con los ojos clavados en su parte baja. Y es que si hay algo que podía reconocer de ese troglodita, era su trasero. Pero nada más, nada más.
Echándole un último vistazo a su trasero, agarré el bolso pesado y me lo colgué en el hombro. Emprendí camino a duras penas hacia el edificio donde se encontraban las habitaciones, maldiciéndome por no haber aceptado la ayuda de Zay… quiero decir, Malik. Sin embargo, sabía que lo mejor era no deberle favores a ese hombre.
Entré en un enorme patio con césped, y regaderas automáticas. Caminé por el corredor semiabierto construido de piedra, que me hacía recordar algunos pasillos que existían en Hogwarts (castillo de la saga de Harry Potter) , lo que me traía a la mente la idea de que era Hermione (mejor amiga de Harry Potter) desplazándose por la escuela de magia y hechicería. Por ambos costados del corredor se extendía el color verde del pasto. A la izquierda se observaba la continuación de la fachada principal, de tres pisos y que juntos formaban una L, donde se encontraban las salas de clase. A mí costado derecho, el césped se expandía por varios metros, hasta que a lo lejos se divisaban dos edificios más. Eran el estadio y el gimnasio de la escuela, éste último equipado con una piscina, que pronto sería reabierta, y canchas para diversos deportes.
Por otro lado, frente a mí, y hacia donde me dirigía en ese momento, estaba el edificio con las habitaciones, que constaba de cuatro pisos. Todo el costado derecho pertenecía a las chicas y el otro era para los varones. Finalmente, rodeando toda la escuela, y para que no nos escapáramos, había un murallón de tres o cuatro metros de altura que nos alejaba de la libertad.
Jadeando por el esfuerzo, llegué a la entrada y abrí la puerta con un precario equilibro, el cual perdí y terminé de cara al suelo. Esperanzada de que nadie me hubiese visto, levanté el rostro lentamente.
Alguien pasó por encima de mí. Era… sí, era Malik.
—Vas tarde, Howard —me informó.
Pero no se detuvo para hablar ni para ofrecerme ayuda, ahora que estaba dispuesta a aceptarla. Abrió la puerta del edificio y salió, cerrándola detrás de él. La señora Smith, que supuestamente era la encargada de cuidar el edificio, para que los chicos no subieran a las habitaciones de las mujeres, brillaba por su ausencia como siempre.
Me puse de pie a duras penas, dejando el bolso tirado en el suelo. Saqué el celular del bolsillo del uniforme femenino, que era una especie de vestido gris abotonado al frente, y busqué el mensaje que me había enviado mi mejor amiga hace sólo unos minutos.
Enviado por: Bella.
«_____, nos tocó en el cuarto 402».
Bloqueé las teclas y volví a guardar el aparato en el bolsillo.
En Highlands estaba la costumbre (igual a orden) de cambiar compañeras de cuarto cada dos semanas, así la directora nos impedía forjar lazos duraderos que pudiesen llegar a convertirse en una pandilla revolucionaria. Pero el hecho de que el padre de Bella donase constantemente dinero al internado, le daba a mi mejor amiga un status especial frente a la directora, lo que le permitía tener un par de privilegios como el de elegirme como compañera de cuarto cuando quisiera.
Como los ascensores del edificio aún se encontraban malos (uno se había echado a perder para el terremoto y el otro hace más de un año), no me quedó más que arrastrar el bolso y subir las escaleras que llevaban a los cuartos de las chicas, con la bolsa golpeando cada uno de los escalones.
Llegué jadeando, despeinada y maldiciendo por la negligencia de no reparar los ascensores cuando todos tenían tanto dinero. Abrí la puerta del cuarto 402, ubicada en el cuarto piso, con la mente nublada y manos tiritonas. Lancé el bolso en la única cama de las cuatro que quedaba vacía y volví a cerrar la puerta. Ya sabría en otro momento con quién me había tocado compartir estancia, aparte de Bella.
Con el bolso pequeño, donde llevaba los cuadernos del día lunes ya preparados, salí corriendo a la primera clase, sabiendo que ese día sería un completo dolor de cabeza.
No me había equivocado. Media hora más tarde, sentada en el medio del aula de clases, me dedicaba a fulminar cada cierto intervalo de tiempo al cabello negro de Malik. Por su culpa no lograba comprender nada de lo que el profesor Núñez se esmeraba por explicarnos, una y otra vez, a pesar de su avanzada edad.
Furiosa, aparté la vista de él y la clavé en el cuaderno de hojas amarillentas que tenía sobre el escritorio. Cerré los ojos y me obligué a prestarle atención a las palabras del profesor. Lo oí hablar sobre la historia de alguna parte del mundo que no lograba tener sentido en mi cerebro…. Abrí los ojos y éstos, de inmediato, se desviaron dos puestos a la derecha, hacia un joven atractivo, que tenía la espalda pegada contra la pared y que observaba el cielo raso con aburrimiento. Un lápiz giraba velozmente entre sus dedos como una especie de hélice.
Frustrada, dejé caer con fuerza la cabeza contra el escritorio y ahí yací derrumbada por largos segundos, mientras el profesor Núñez, como siempre, se desviaba del tema y comenzaba a contar una anécdota de su vida que había ocurrido hace muchos años y que cambiaba cada vez que volvía a relatar la historia.
Me adormecí por unos instantes, pero me desperté al sentir un extraño cosquilleo en la nuca. Al abrí los ojos, para ver qué estaba sucediendo, mi mirada se encontró con el iris azul que había estado evitando durante horas. Me sobresalté al descubrirlo observándome tan intensamente, con la barbilla apoyada en la palma de la mano y con la cabeza levemente inclinada hacia la derecha.
Alguien me llamó a lo lejos.
Hice caso omiso.
Volvieron a pronunciar mi nombre.
Volví a no prestar atención.
¿Por qué era tan condenadamente atractivo?
La boca de Malik formó una sonrisa y, con un pequeño movimiento de cabeza, me indicó que mirara a mi lado. Ignoré ese aviso, hasta que sentí una mano en el hombro.
—¡Señorita Howard! —exclamó el profesor Núñez. Alejé la vista de Zay… Malik y giré el rostro. El anciano profesor, que impartía la asignatura de Historia, me contemplaba por sobre los lentes que colgaban en la punta de su nariz. El sombrero, con ese estilo de los años cuarenta-cincuenta, le ensombrecía el rostro enojado—. ¿Ha vuelto a la tierra o aún se encuentra en la luna?
Enrojecí de golpe. Todos empezaron a reír escandalosamente. Pude distinguir las risas de Malik, Blair y de… Bella. Sí, cómo no. Qué gran amiga tenía, siempre dándome apoyo moral. No tuve el valor suficiente para desviar la mirada unos segundos y fulminar a Bella, que estaba en el asiento detrás de mí.
—Lo siento, profesor —me disculpé.
Realmente lo sentía. Pocas veces me habían reprendido por no prestar atención en clases, y las veces que lo habían hecho… sí, había sido culpa del estúpido e imbécil de Malik.
El profesor Núñez, con los labios apretados por el enojo, se giró y siguió con la clase, no sin antes lanzarme un par de palabras indirectas muy directas.
Maldito Malik. Siempre era su culpa. Tal vez… tal vez si no fuera tan malditamente sexy no me ocurrirían esas cosas, pero lo era; así que no me quedaba otra que aceptarlo. Aunque jamás se lo admitiría a nadie, era un secreto que guardaba minuciosamente.
Nadie podía saber que me sentía seducida por un mono. Qué pensaría la gente: que tenía zoofilia o algo así.
Suspiré… y ahí estaban actuando de nuevo los traicioneros ojos que se desviaban para contemplar por última vez (¡Juro que sería la última!) el rostro de Malik. Lo pillé con la vista en mí y con esa sonrisa que me hizo apretar los puños… de ira.
«Te descubrí», moduló.
A continuación, se giró. Y mientras yo seguía embelesada contemplando su espalda ancha, una bola de papel chocó contra mi cabeza. Distraída, me agaché para recoger la hoja, la que desplegué y leí:
«Límpiate la baba, Howard. Estás a punto de inundar la habitación y no soy Noé (¿O era José? No, me parece que era Moisés… Bueno, omite eso, a nadie le importa quién fue) para tener un arca y salvarme de morir ahogado.
Se despide, siempre tuyo,
Derek Blair»
Volví a suspirar, derrotada. No decía yo que el día había comenzado mal.
Es bastante largo.. Espero que les haya gustado.. Si no comentan tendré que cancelarla, y no quiero hacerlo :(
Besos, Lottie
Charlotte2910
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Owwww.. La amo!! "siempre tuyo" Jajaja
Siguela, te amo!!
Siguela, te amo!!
Sam_Sky
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Es preciosa,
siguela
me encanta
Pobre rayis, tiene filematofobia :(
siguela
me encanta
Pobre rayis, tiene filematofobia :(
Abru Malik
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Oh, querida, me encanta yo soy Norita y tengo 63 años y medio. No se lo digas a nadie, cariño. Creo que no puedo estar en el foro. Saludos de Nora, su unicornio y triplicornio.
Norita
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Mm.. Okay, que bueno que le guste!! Saludos para su unicornio y triplicornio (?
Charlotte2910
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Hola!! Bueno, decidí dejarles la primer parte del segundo capítulo, a partir de ahora (como los capítulos son largos) voy a subir los capítulos divididos en dos partes.. Entonces se los dejo!!
Capítulo dos: Filematofobia
Parte 1/2
Mis labios latían por la necesidad de ser besados, cada parte de mi cuerpo gritaba y suplicaba por la desesperación de tener los labios de Zayn lo más cerca posible. Mi corazón estaba a punto de romperme el pecho para escapar, mientras mis manos no dejaban de sudar por el nerviosismo. Lo necesitaba, lo quería a mi lado, deseaba todo su esbelto cuerpo pegado al mío, para enterrar los dedos entre su revuelto cabello y atraerle por fin la cabeza y labios hasta los míos.
Desesperada, agarré la camisa de Zayn y, poco importándome la sonrisa socarrona que tenía plantada en el rostro, lo atraje hacia mí como yo quería y con nuestras respiraciones entremezcladas. Lentamente, nuestros labios se rozaron con sutileza y luego toda inocencia en el beso había sido aplastada.
Los dos nos besábamos con fuerza, con desesperación, con mis gemidos inundando ese sector oculto entre las gradas del gimnasio.
Las manos de Zayn me recorrían la espalda, deslizando la palma de ellas por la piel que dejaba expuesta al subir mi camisa. Gemí y me apegué aún más a su cuerpo. Me sentía afiebrada, con un calor que me inundaba el cuerpo por completo. Mi cabeza daba vueltas, me faltaba el aire, no tenía suficiente de él. Lo necesitaba más apegado, necesitaba más, más, más. Más besos, más piel… nada de ropa. Deslicé las manos por su espalda hasta llegar a los hombros que apreté con fuerza, con frustración por no tener lo que mi cuerpo, mi mente, me estaban gritando y exigiendo.
Mi piel febril y caliente fue apoyada en un gélido fierro. Siseé por el cambio de temperatura, los vellos de la nuca se me erizaron y profundicé el beso, enterrando las uñas en la piel del dueño de las caricias.
—Necesito más, Zayn —supliqué en un susurro, separando los labios de él lo suficiente para decir aquello. Sentía los labios latir locamente y sabía que estaban rojos e irritados por…
—¿Qué has dicho, Howard? —oí que preguntaba una voz a mi lado.
Extrañada, sacudí la cabeza con fuerza y toda la escena que se había estado desarrollando escondida debajo de las gradas, desapareció de golpe. Pestañeé rápidamente y enfoqué la vista en el joven que estaba frente a mí, mirándome con el entrecejo fruncido.
—¿Qué? —pregunté con un hilo de voz y todavía sintiéndome sofocada.
Contemplé a mí alrededor. Joder, me había quedado dormida en la biblioteca. Lo que había comenzado con un «Voy a repasar un poco antes del examen», se había transformado en un sueño erótico. Vaya mierda. Vaya jodida mierda.
—Has dicho «Necesito más, Zayn» —contestó Malik, ese mismo muchacho con el que había estado fantaseando hace unos segundos atrás.
Mis mejillas se sonrojaron de golpe. Tosí incómodamente y alcé el mentón, desafiante.
—Yo no he dicho semejante estupidez —respondí.
Una sonrisa burlesca y conocedora apareció en el rostro de Malik.
—¿Estabas fantaseando conmigo, Howard?
—¡Por supuesto que no! —chillé.
La bibliotecaria me lanzó una mirada furiosa sobre el libro que estaba leyendo. Volví a toser, me acomodé en el asiento y contesté más tranquila:
— Jamás soñaría contigo.
Sin más palabras, agarré los libros que había extendido por la mesa, los guardé en mi raída mochila y me marché de la habitación. Con cada paso que di, podía oír una réplica unos metros más atrás.
Suspiré y me giré.
Como lo había pensado: Malik me venía siguiendo.
—¿Qué quieres?
El chico miró los dos extremos del pasillo, comprobando si nos encontrábamos solos. No pude evitar que el sudor frío comenzara a acumularse en mi espalda, deslizándose a lo largo de la columna vertebral. Tragué saliva nerviosamente y también me giré para ambos extremos, buscando un lugar para huir, mientras Malik se acercaba a paso rápido.
—Estabas soñando conmigo, ¿cierto?
Intenté soltar una carcajada irónica, pero sólo salió un gorgoteo de gallina histérica.
—No sé de lo que hablas —croé.
—Vamos, Howard, sabes muy bien de lo que hablamos. —
Lo miré alarmada, a sólo un metro de separación. Lo sabía: me iba a besar. Me iba a besar, me iba a besar. El terror pesó en mi estómago y la respiración se me hizo más agitada y superficial.
— ______, ¿estás bien? —preguntó, preocupado.
Sólo fui capaz de observarlo con alarma, ni siquiera pude negar. Di un paso hacia atrás.
—No te acerques —susurré, recuperando la voz en el momento preciso.
Pero él insistió, dando un paso para quedar aún más cerca de mí. Incluso podía verle las largas pestañas que adornaban esos ojos cafés y el comienzo de barba que le ensombrecía el rostro. Mi boca se secó, mis labios se marchitaron, la sensación de mareo me dominó. Retorcí las manos hasta casi desencajarme los dedos. Terror, un terror como no había sentido antes, me inundó.
Estaba a sólo unos segundos de enfrentar mi mayor temor, ese miedo que me paralizaba y enfriaba el cuerpo.
—______ —musitó débilmente a sólo un suspiro de mí. Y luego mis manos estuvieron en su pecho, reaccionando rápida e instintivamente. Lo empujé y huí corriendo del lugar.
No asistí a ninguna de mis clases durante el resto del día, tampoco fui a rendir la prueba de Biología que me tocaba en el tercer bloque. No quería volver a observarlo, no quería volver a ver a ninguna persona. Por el momento, lo único que deseaba era enterrarme en la miseria durante el resto del día. Y así se lo dejé entrever a Bella, cuando, cada vez que entró al cuarto entre los cambio de bloque para verme, me encontró dormida. Al llegar la noche, tuve que explicarle que me había sentido mal, aunque estaba segura que no me había creído del todo la mentira.
En pocas palabras, mi día transcurrió entre lágrimas derramadas, ocultas en el baño de la habitación, odiándome por ser tan imbécil, por ese miedo estúpido que detestaba con todo el corazón y que sólo hacía que aborreciera más a ese hombre que me hacía maldecir mi fobia. Si Malik no existiera, podría convivir con ese problema.
Filematofobia: miedo a ser besada. Sí, estúpido, ridículo y, si no me hubiese ocurrido a mí, jamás hubiese imaginado que existía una fobia así de tonta. Pero la tenía y debía convivir con ella cada día, cada hora, cada minuto y segundo.
Desde los trece años que tenía esa fobia y, hace más de cuatro años, que no podía besar a alguien sin que ese miedo ilógico, enfermizo e irracional acudiese a mí.
En el tiempo que la valentía aún no me había abandonado, había intentado deshacerme de la fobia. Tenía quince años y, harta de todo, harta de estar corriendo cada vez que un hombre se me acercaba, había besado a un vecino. Había bastado con que nuestros labios se tocaran, para que el miedo me contrajese el estómago y terminase corriendo despavorida, como si cientos de fantasmas me persiguiesen. Y era así, porque el miedo más grande que tenía corría detrás de mí.
Lo peor de ese terror ilógico, era que por culpa de mi fobia la gente tendía a pensar barbaridades por mi comportamiento arisco. Y no podía portarme de otra manera, no cuando sabía que, si le sonreía a un hombre, éste podría intentar salir conmigo para terminar la cita con un beso.
Debido a eso, mi carácter era más que conocido en la escuela. Es más, si le pudiese preguntar a las personas cómo me describirían, dirían algo como esto:
«______ es feminista.»
«______ odia a los hombres.»
«______ no depende de los hombres.»
«______ es difícil, nunca ha estado con un alumno de la escuela.»
«______ es el premio inalcanzable del internado.»
«______ es demasiado inteligente para caer rendida a los pies de un hombre.»
«______ tiene el corazón de piedra: nunca se enamorará de un muchacho.»
______ aquello, _____ esto otro.
Todo lo anteriormente mencionado era mentira. No era feminista, no odiaba a los hombres; sólo que no quería que se acercaran a mí, porque si lo hacían intentarían besarme… y, Dios, eso no podía ocurrir. Sólo era difícil, porque no soportaba la idea de tener una cita con un hombre y que éste pretendiese acercar nuestros labios. Pero la última era la que más me dolía.
«_____ tiene el corazón de piedra: nunca se enamorará de un muchacho.»
Era una blasfemia: yo estaba enamorada. Aunque no podía admitirlo porque él intentaría salir conmigo y trataría de besarme y yo no podría y… y… todo se arruinaría. Por esa razón, le hacía creer a todos que lo odiaba, que lo detestaba, que jamás podría salir con él; sabiendo que todo era una vil mentira creada para ocultar ese temor tan ridículo.
Era patética. No, era más que patética. Llegaba a ser despreciable por los niveles de patética que alcanzaba.
Me despreciaba. Después de cuatro años todavía no me cabía en la cabeza que yo (¡Yo!) le tuviera terror a algo tan inofensivo como un beso. Y nunca me hubiese molestado tanto esa fobia si Malik no fuera tan apuesto, tan sexy, tan besable. No me molestaría temer a un beso si él no existiera en mi mundo, pero existía y eso hacía que odiara mi miedo y, por ende, me terminara odiando a mí….
Era patética.
Capítulo dos: Filematofobia
Parte 1/2
Mis labios latían por la necesidad de ser besados, cada parte de mi cuerpo gritaba y suplicaba por la desesperación de tener los labios de Zayn lo más cerca posible. Mi corazón estaba a punto de romperme el pecho para escapar, mientras mis manos no dejaban de sudar por el nerviosismo. Lo necesitaba, lo quería a mi lado, deseaba todo su esbelto cuerpo pegado al mío, para enterrar los dedos entre su revuelto cabello y atraerle por fin la cabeza y labios hasta los míos.
Desesperada, agarré la camisa de Zayn y, poco importándome la sonrisa socarrona que tenía plantada en el rostro, lo atraje hacia mí como yo quería y con nuestras respiraciones entremezcladas. Lentamente, nuestros labios se rozaron con sutileza y luego toda inocencia en el beso había sido aplastada.
Los dos nos besábamos con fuerza, con desesperación, con mis gemidos inundando ese sector oculto entre las gradas del gimnasio.
Las manos de Zayn me recorrían la espalda, deslizando la palma de ellas por la piel que dejaba expuesta al subir mi camisa. Gemí y me apegué aún más a su cuerpo. Me sentía afiebrada, con un calor que me inundaba el cuerpo por completo. Mi cabeza daba vueltas, me faltaba el aire, no tenía suficiente de él. Lo necesitaba más apegado, necesitaba más, más, más. Más besos, más piel… nada de ropa. Deslicé las manos por su espalda hasta llegar a los hombros que apreté con fuerza, con frustración por no tener lo que mi cuerpo, mi mente, me estaban gritando y exigiendo.
Mi piel febril y caliente fue apoyada en un gélido fierro. Siseé por el cambio de temperatura, los vellos de la nuca se me erizaron y profundicé el beso, enterrando las uñas en la piel del dueño de las caricias.
—Necesito más, Zayn —supliqué en un susurro, separando los labios de él lo suficiente para decir aquello. Sentía los labios latir locamente y sabía que estaban rojos e irritados por…
—¿Qué has dicho, Howard? —oí que preguntaba una voz a mi lado.
Extrañada, sacudí la cabeza con fuerza y toda la escena que se había estado desarrollando escondida debajo de las gradas, desapareció de golpe. Pestañeé rápidamente y enfoqué la vista en el joven que estaba frente a mí, mirándome con el entrecejo fruncido.
—¿Qué? —pregunté con un hilo de voz y todavía sintiéndome sofocada.
Contemplé a mí alrededor. Joder, me había quedado dormida en la biblioteca. Lo que había comenzado con un «Voy a repasar un poco antes del examen», se había transformado en un sueño erótico. Vaya mierda. Vaya jodida mierda.
—Has dicho «Necesito más, Zayn» —contestó Malik, ese mismo muchacho con el que había estado fantaseando hace unos segundos atrás.
Mis mejillas se sonrojaron de golpe. Tosí incómodamente y alcé el mentón, desafiante.
—Yo no he dicho semejante estupidez —respondí.
Una sonrisa burlesca y conocedora apareció en el rostro de Malik.
—¿Estabas fantaseando conmigo, Howard?
—¡Por supuesto que no! —chillé.
La bibliotecaria me lanzó una mirada furiosa sobre el libro que estaba leyendo. Volví a toser, me acomodé en el asiento y contesté más tranquila:
— Jamás soñaría contigo.
Sin más palabras, agarré los libros que había extendido por la mesa, los guardé en mi raída mochila y me marché de la habitación. Con cada paso que di, podía oír una réplica unos metros más atrás.
Suspiré y me giré.
Como lo había pensado: Malik me venía siguiendo.
—¿Qué quieres?
El chico miró los dos extremos del pasillo, comprobando si nos encontrábamos solos. No pude evitar que el sudor frío comenzara a acumularse en mi espalda, deslizándose a lo largo de la columna vertebral. Tragué saliva nerviosamente y también me giré para ambos extremos, buscando un lugar para huir, mientras Malik se acercaba a paso rápido.
—Estabas soñando conmigo, ¿cierto?
Intenté soltar una carcajada irónica, pero sólo salió un gorgoteo de gallina histérica.
—No sé de lo que hablas —croé.
—Vamos, Howard, sabes muy bien de lo que hablamos. —
Lo miré alarmada, a sólo un metro de separación. Lo sabía: me iba a besar. Me iba a besar, me iba a besar. El terror pesó en mi estómago y la respiración se me hizo más agitada y superficial.
— ______, ¿estás bien? —preguntó, preocupado.
Sólo fui capaz de observarlo con alarma, ni siquiera pude negar. Di un paso hacia atrás.
—No te acerques —susurré, recuperando la voz en el momento preciso.
Pero él insistió, dando un paso para quedar aún más cerca de mí. Incluso podía verle las largas pestañas que adornaban esos ojos cafés y el comienzo de barba que le ensombrecía el rostro. Mi boca se secó, mis labios se marchitaron, la sensación de mareo me dominó. Retorcí las manos hasta casi desencajarme los dedos. Terror, un terror como no había sentido antes, me inundó.
Estaba a sólo unos segundos de enfrentar mi mayor temor, ese miedo que me paralizaba y enfriaba el cuerpo.
—______ —musitó débilmente a sólo un suspiro de mí. Y luego mis manos estuvieron en su pecho, reaccionando rápida e instintivamente. Lo empujé y huí corriendo del lugar.
No asistí a ninguna de mis clases durante el resto del día, tampoco fui a rendir la prueba de Biología que me tocaba en el tercer bloque. No quería volver a observarlo, no quería volver a ver a ninguna persona. Por el momento, lo único que deseaba era enterrarme en la miseria durante el resto del día. Y así se lo dejé entrever a Bella, cuando, cada vez que entró al cuarto entre los cambio de bloque para verme, me encontró dormida. Al llegar la noche, tuve que explicarle que me había sentido mal, aunque estaba segura que no me había creído del todo la mentira.
En pocas palabras, mi día transcurrió entre lágrimas derramadas, ocultas en el baño de la habitación, odiándome por ser tan imbécil, por ese miedo estúpido que detestaba con todo el corazón y que sólo hacía que aborreciera más a ese hombre que me hacía maldecir mi fobia. Si Malik no existiera, podría convivir con ese problema.
Filematofobia: miedo a ser besada. Sí, estúpido, ridículo y, si no me hubiese ocurrido a mí, jamás hubiese imaginado que existía una fobia así de tonta. Pero la tenía y debía convivir con ella cada día, cada hora, cada minuto y segundo.
Desde los trece años que tenía esa fobia y, hace más de cuatro años, que no podía besar a alguien sin que ese miedo ilógico, enfermizo e irracional acudiese a mí.
En el tiempo que la valentía aún no me había abandonado, había intentado deshacerme de la fobia. Tenía quince años y, harta de todo, harta de estar corriendo cada vez que un hombre se me acercaba, había besado a un vecino. Había bastado con que nuestros labios se tocaran, para que el miedo me contrajese el estómago y terminase corriendo despavorida, como si cientos de fantasmas me persiguiesen. Y era así, porque el miedo más grande que tenía corría detrás de mí.
Lo peor de ese terror ilógico, era que por culpa de mi fobia la gente tendía a pensar barbaridades por mi comportamiento arisco. Y no podía portarme de otra manera, no cuando sabía que, si le sonreía a un hombre, éste podría intentar salir conmigo para terminar la cita con un beso.
Debido a eso, mi carácter era más que conocido en la escuela. Es más, si le pudiese preguntar a las personas cómo me describirían, dirían algo como esto:
«______ es feminista.»
«______ odia a los hombres.»
«______ no depende de los hombres.»
«______ es difícil, nunca ha estado con un alumno de la escuela.»
«______ es el premio inalcanzable del internado.»
«______ es demasiado inteligente para caer rendida a los pies de un hombre.»
«______ tiene el corazón de piedra: nunca se enamorará de un muchacho.»
______ aquello, _____ esto otro.
Todo lo anteriormente mencionado era mentira. No era feminista, no odiaba a los hombres; sólo que no quería que se acercaran a mí, porque si lo hacían intentarían besarme… y, Dios, eso no podía ocurrir. Sólo era difícil, porque no soportaba la idea de tener una cita con un hombre y que éste pretendiese acercar nuestros labios. Pero la última era la que más me dolía.
«_____ tiene el corazón de piedra: nunca se enamorará de un muchacho.»
Era una blasfemia: yo estaba enamorada. Aunque no podía admitirlo porque él intentaría salir conmigo y trataría de besarme y yo no podría y… y… todo se arruinaría. Por esa razón, le hacía creer a todos que lo odiaba, que lo detestaba, que jamás podría salir con él; sabiendo que todo era una vil mentira creada para ocultar ese temor tan ridículo.
Era patética. No, era más que patética. Llegaba a ser despreciable por los niveles de patética que alcanzaba.
Me despreciaba. Después de cuatro años todavía no me cabía en la cabeza que yo (¡Yo!) le tuviera terror a algo tan inofensivo como un beso. Y nunca me hubiese molestado tanto esa fobia si Malik no fuera tan apuesto, tan sexy, tan besable. No me molestaría temer a un beso si él no existiera en mi mundo, pero existía y eso hacía que odiara mi miedo y, por ende, me terminara odiando a mí….
Era patética.
Charlotte2910
Re: Mi vida es un desastre - Zayn Mailk y tú
Si no comentan voy a tener que cancelar la novela.. :(
Charlotte2910
Temas similares
» MIS SUEÑOS Y TU |EN2|
» I sttill waiting for you(zayn mailk y tu styles)
» °°DESASTRE EN EL PARAISO °° [ZAYN MALIK Y TU ] CAPITULO 28 RECTA FINAL!!
» ~\SECRETS/~ {Zayn Mailk y Tu}
» ¿No me conoces? -Zayn Mailk y Rose Hayden-
» I sttill waiting for you(zayn mailk y tu styles)
» °°DESASTRE EN EL PARAISO °° [ZAYN MALIK Y TU ] CAPITULO 28 RECTA FINAL!!
» ~\SECRETS/~ {Zayn Mailk y Tu}
» ¿No me conoces? -Zayn Mailk y Rose Hayden-
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér 20 Nov 2024, 12:51 am por SweetLove22
» My dearest
Lun 11 Nov 2024, 7:37 pm por lovesick
» Sayonara, friday night
Lun 11 Nov 2024, 12:38 am por lovesick
» in the heart of the circle
Dom 10 Nov 2024, 7:56 pm por hange.
» air nation
Miér 06 Nov 2024, 10:08 am por hange.
» life is a box of chocolates
Mar 05 Nov 2024, 2:54 pm por 14th moon
» —Hot clown shit
Lun 04 Nov 2024, 9:10 pm por Jigsaw
» outoflove.
Lun 04 Nov 2024, 11:42 am por indigo.
» witches of own
Dom 03 Nov 2024, 9:16 pm por hange.