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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
O W N :: Archivos :: Novelas Abandonadas
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Página 5 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
sera dam hijo de joe?? nooo imposible!!
quieor maratton :)
quieor maratton :)
andreita
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
STOP, Adam sera el Hijo de Joe?! D: OMJ SEGUILAAAAAA
Invitado
Invitado
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
Capitulo 11:
Me quede allí viendo en su dirección preguntándome el porqué de su reacción al ver a Joe. ¿Víctor si había recordado a Joe? Pareciese que sí, pero no sabía si era cierto. No lo sabía descifrar.
Me gire en dirección al Lamborguini después de ver desaparecer a Víctor en la entrada de la escuela. Respire hondo y le sonreí a Joe quien me miraba fijamente. Estoy bien, quise decir con la sonrisa. Mire a Alice, quien se había incorporado y me miraba con una sonrisa.
-¿Qué con Víctor? ¿Amor floreciendo? –bromeo ella.
Me reí. La golpee en el brazo mordiéndome el labio inferior. Por el calor en mis mejillas, podía decir que me había sonrojado. Ella había dicho semejante estupidez frente a Joe. No me imaginaba la cara de él. Pero tampoco me gire a verla.
-No, Alice –dije-. Él es nuestro jefe.
-Te daría un aumento –continuo con una sonrisita picara.
-No –dije riendo.
Sin querer, desvié la mirada hacia Joe. Él nos miraba con una cara de amargado, con las cejas elevadas y una mueca en sus labios. Aun así, se veía sexy. Sonreí de nuevo.
-Nos vemos, señoritas –dijo, al fijarse de mi mirada-. Se cuidan –sonrió.
-Si, lindo –dijo Alice con una gran sonrisa. Palpo la puerta del copiloto y Adam sonrió-. Adiós, Adam.
-Adiós, señoritas –dijo con una voz encantadora.
Alice y yo nos reímos. Joe arranco poco después. Vimos desaparecer el Lamborguini en la salida de la escuela para después reanudar nuestro camino hacia nuestros autos. Acompañe a Alice al suyo. Ella introdujo la llave en la puerta del piloto y la abrió.
-¿Qué vas a hacer esta noche? –me pregunto, lanzando su bolso hacia el asiento del copiloto.
-No lo sé –me encogí de hombros. Esperaba que Joe se pasara por mi casa, pensé.
Ella se agacho para quitarse los tacones.
-Yo pensaba salir un rato al John’s Bar –dijo.
-¿Qué hay hoy? ¿Otra banda? –bromee.
-No –dijo ella con una nota de decepción en su voz-, pero John tiene fiesta.
-No voy –dije al instante.
-¿Sabías que eres una amargada, _____? –se incorporo mirándome con una expresión obvia.
Me reí.
-Si, me lo habías dicho antes –respondí con una sonrisa.
Lanzo los tacones dentro del auto, junto a su bolso y suspiro.
-Era una pregunta retorica –rodo los ojos y sonrió-. Olvídalo. Si cambias de opinión, te preparas y me avisas. Es a las ocho, ¿si?
Asentí con la cabeza.
-Claro –sonreí.
-Bien, entonces, ¿lo pensaras?
-Si.
-¿Iras? –su cara se ilumino.
-No lo creo.
-¡Assh! –Puso los ojos en blanco, destrozando sus esperanzas-. Te daré hasta las 7:30 ¿okey?
-Aja, aja –sonreí y rodé los ojos-. Ya vete. Hablamos.
Me gire para continuar caminando hacia mi auto o ella seguiría insistiéndome con lo mismo.
-¡Piénsalo, eh! –me dijo antes de subirse a su auto.
Poco después, llegue a mi casa. Entre, soltando mis tacones junto al sofá y tirando mi bolso sobre el sofá. Baje la cremallera de la falda y comencé a quitarme los botones de la camisa cuando sonó el timbre. Fruncí el ceño. ¿Quién sería? Volví a subir la cremallera de la falda, pero la camisa la dejé así.
Abrí la puerta. Joe.
-¡Hey! ¿Me estabas vigilando? –exclame sonriendo.
-No –contesto, fijando su mirada en mi pecho-. Llegue justamente ahora.
-Y yo también.
-Suerte –sonrió y subió su mirada hacia mis ojos-. Traje comida.
Elevo el bolso marrón de papel que sostenía en su mano para que yo lo viera. Dio un paso dentro de la casa y al final, me hice a un lado para que el entrara completamente. Cerré la puerta poniendo los ojos en blanco y sacudiendo la cabeza. Camine hacia la mesa del comedor, donde Joe estaba sacando dos cajitas de McDonald’s. Sonreí sentándome en la silla a su lado mientras él continuaba de pie.
-¡Yummy! –murmure.
Joe rió un poco.
-Sabía que te gustaría. A pesar de que “daña tu figura” –hizo las comillas aéreas, además-, te lo comes.
-Sabe delicioso, Joe –me queje-. Es todo lo que importa.
Volvió a reír.
-Es exactamente lo que pienso de ti –dijo, haciéndome sonrojar.
Sonreí agachando la mirada. Me sentía como la adolescente a quien él había conquistado. Volví atrás en el tiempo y pensé que él estaba coqueteando conmigo otra vez. Aunque, si lo estaba haciendo en el presente… igual era estupendo volver en el tiempo, como en una máquina del tiempo.
Sonreí.
-¡Joe! –exclame-. No hagas eso.
-¿Hacer qué? Yo no he hecho nada –se hizo el inocente.
-Sabes lo que hiciste.
-Y lo volvería a hacer –sonrió-, porque te ves hermosa.
Se inclino sobre mí y me beso. Un beso rápido, pero delicioso.
-Te amo –murmuro-. Tenía que decirlo.
Volví a sonreír.
-Yo también te amo.
Una media hora más tarde, Joe se había puesto cómodo en la sala de estar mientras yo iba a cambiarme de ropa a la habitación. Tenía que quitarme la incómoda falda y la camisa o terminaría desvistiéndome frente a Joe. No era una mala idea, pero no lo haría. Joe terminaría llevándome a la habitación de todos modos.
Deposite la falda y la camisa en el cesto de la ropa sucia antes de ponerme a buscar algo para ponerme. Un short, una camiseta, una blusa, una camisa de tirantes. Cualquier cosa, pero no logre encontrar nada cuando Joe ya me tenía entre sus brazos. Me volvió a coger desprevenida, agarrándome por la cintura y pegándome a su cuerpo mientras sus labios se posaban sobre mi cuello desnudo.
-No tienes porque ponerme más ropa –murmuro en mi oído-. Para lo que tengo en mente no la necesitas.
Sonreí entendiendo sus palabras. Solté los brazos que se enrollaban alrededor de mi cintura y me gire hacia él. Uní mis labios con los suyos en un exigente beso. Devoramos nuestras bocas con pasión al tiempo que Joe me pegaba contra la cómoda. Sentí la fría madera chocar contra mis muslos desnudos a la misma vez que sentía el gran y duro bulto de Joe contra mi vientre. Gemí entre sus labios sintiéndolo imponente. Duro e imponente. Una grandiosa mezcla.
Agarre el dobladillo de su camiseta y la saqué por su cabeza rompiendo el beso. Fije mi mirada en su pecho y mordí mi labio inferior. Era un maravilloso torso junto a un abdomen plano y duro. Sus musculosos brazos yacían estirados hacia mí con el final –sus manos-, apoyado sobre mis caderas. Le sonreí y cuando lance la camiseta al suelo. Él me miro fijamente unos segundos antes de desviar su mirada hacia más abajo de nuestros cuerpos. Mis manos estaban posadas sobre sus jeans, a punto de soltar el botón y bajar la cremallera. Lo hice, pero sin soltar nuestra conexión visual. Agarre el dobladillo de sus bóxers antes de bajar sensualmente el pantalón liberando su miembro.
Volví a subir sensualmente, esta vez frotándome contra su cuerpo. Él gimió cuando mi cuerpo froto su miembro. Me agarro por la cintura y se inclino para besarme mientras se frotaba descaradamente contra mi cuerpo poniéndome aun mas excitada. Lleve mis manos hacia mi espalda, soltando el sostén y lo deje caer. Joe bajo la braga poco después. Paso sus manos por la parte posterior de mis muslos después de la braga hubieran pasado por mis tobillos. Levanto mis piernas del suelo, subiéndome a la superficie plana de la cómoda. Me penetro de una sola estocada haciéndome vibrar. Él soltó mis labios y gimió sobre mi hombro.
-Dios mío –susurro.
Yo eche la cabeza hacia atrás, chocándome contra el espejo. Eso no era de importancia en esos momentos. De modo que lo deje pasar. Ni me había dolido. Más me afectaba el cuerpo de Joe.
-Olvide otra vez el maldito condón –dijo, irritado.
Yo sonreí y pose mis brazos sobre sus hombros, poniéndolo más cerca.
-No importa –dije-. No sería un embarazo no deseado. No del todo.
Él movió su cabeza sobre mi hombro y la levanto para mirarme a los ojos. Vi una chispa en sus ojos que me hizo estremecer. Me mordí el labio inferior.
-¿Segura?
Asentí.
-Segurísima.
Él sonrió antes de levantarme de la cómoda y caminar conmigo hacia la cama. Me deposito en ella, colocándose encima de mí. Todo eso sin sacar su miembro de mí. Y comenzó la acción. Rodamos en la cama, gritamos, cambiamos de posición… etc. Hicimos de todo, en resumen. Al final, ambos nos recostamos en la cama, jadeando. Yo recosté mi cabeza sobre su pecho, cerrando los ojos e inspirando su aroma. Aun, y todo sudado olía delicioso. Apetitoso.
Suspire cuando paso un brazo alrededor de mi cintura y me pego un poco más a él. Beso mi cabeza con dulzura y yo sonreí.
-No hay nada mejor que estar contigo, linda –me dijo.
-¿Y la música? –intente bromear.
-No puedo pasar un rato así con ella.
Me eche a reír.
-Tienes razón.
Levante la cabeza de su pecho y me puse a horcajadas sobre él. Me incline para besar sus labios mientras él me posicionaba sobre su miembro. Poco después, todo comenzó otra vez.
Me gire en dirección al Lamborguini después de ver desaparecer a Víctor en la entrada de la escuela. Respire hondo y le sonreí a Joe quien me miraba fijamente. Estoy bien, quise decir con la sonrisa. Mire a Alice, quien se había incorporado y me miraba con una sonrisa.
-¿Qué con Víctor? ¿Amor floreciendo? –bromeo ella.
Me reí. La golpee en el brazo mordiéndome el labio inferior. Por el calor en mis mejillas, podía decir que me había sonrojado. Ella había dicho semejante estupidez frente a Joe. No me imaginaba la cara de él. Pero tampoco me gire a verla.
-No, Alice –dije-. Él es nuestro jefe.
-Te daría un aumento –continuo con una sonrisita picara.
-No –dije riendo.
Sin querer, desvié la mirada hacia Joe. Él nos miraba con una cara de amargado, con las cejas elevadas y una mueca en sus labios. Aun así, se veía sexy. Sonreí de nuevo.
-Nos vemos, señoritas –dijo, al fijarse de mi mirada-. Se cuidan –sonrió.
-Si, lindo –dijo Alice con una gran sonrisa. Palpo la puerta del copiloto y Adam sonrió-. Adiós, Adam.
-Adiós, señoritas –dijo con una voz encantadora.
Alice y yo nos reímos. Joe arranco poco después. Vimos desaparecer el Lamborguini en la salida de la escuela para después reanudar nuestro camino hacia nuestros autos. Acompañe a Alice al suyo. Ella introdujo la llave en la puerta del piloto y la abrió.
-¿Qué vas a hacer esta noche? –me pregunto, lanzando su bolso hacia el asiento del copiloto.
-No lo sé –me encogí de hombros. Esperaba que Joe se pasara por mi casa, pensé.
Ella se agacho para quitarse los tacones.
-Yo pensaba salir un rato al John’s Bar –dijo.
-¿Qué hay hoy? ¿Otra banda? –bromee.
-No –dijo ella con una nota de decepción en su voz-, pero John tiene fiesta.
-No voy –dije al instante.
-¿Sabías que eres una amargada, _____? –se incorporo mirándome con una expresión obvia.
Me reí.
-Si, me lo habías dicho antes –respondí con una sonrisa.
Lanzo los tacones dentro del auto, junto a su bolso y suspiro.
-Era una pregunta retorica –rodo los ojos y sonrió-. Olvídalo. Si cambias de opinión, te preparas y me avisas. Es a las ocho, ¿si?
Asentí con la cabeza.
-Claro –sonreí.
-Bien, entonces, ¿lo pensaras?
-Si.
-¿Iras? –su cara se ilumino.
-No lo creo.
-¡Assh! –Puso los ojos en blanco, destrozando sus esperanzas-. Te daré hasta las 7:30 ¿okey?
-Aja, aja –sonreí y rodé los ojos-. Ya vete. Hablamos.
Me gire para continuar caminando hacia mi auto o ella seguiría insistiéndome con lo mismo.
-¡Piénsalo, eh! –me dijo antes de subirse a su auto.
Poco después, llegue a mi casa. Entre, soltando mis tacones junto al sofá y tirando mi bolso sobre el sofá. Baje la cremallera de la falda y comencé a quitarme los botones de la camisa cuando sonó el timbre. Fruncí el ceño. ¿Quién sería? Volví a subir la cremallera de la falda, pero la camisa la dejé así.
Abrí la puerta. Joe.
-¡Hey! ¿Me estabas vigilando? –exclame sonriendo.
-No –contesto, fijando su mirada en mi pecho-. Llegue justamente ahora.
-Y yo también.
-Suerte –sonrió y subió su mirada hacia mis ojos-. Traje comida.
Elevo el bolso marrón de papel que sostenía en su mano para que yo lo viera. Dio un paso dentro de la casa y al final, me hice a un lado para que el entrara completamente. Cerré la puerta poniendo los ojos en blanco y sacudiendo la cabeza. Camine hacia la mesa del comedor, donde Joe estaba sacando dos cajitas de McDonald’s. Sonreí sentándome en la silla a su lado mientras él continuaba de pie.
-¡Yummy! –murmure.
Joe rió un poco.
-Sabía que te gustaría. A pesar de que “daña tu figura” –hizo las comillas aéreas, además-, te lo comes.
-Sabe delicioso, Joe –me queje-. Es todo lo que importa.
Volvió a reír.
-Es exactamente lo que pienso de ti –dijo, haciéndome sonrojar.
Sonreí agachando la mirada. Me sentía como la adolescente a quien él había conquistado. Volví atrás en el tiempo y pensé que él estaba coqueteando conmigo otra vez. Aunque, si lo estaba haciendo en el presente… igual era estupendo volver en el tiempo, como en una máquina del tiempo.
Sonreí.
-¡Joe! –exclame-. No hagas eso.
-¿Hacer qué? Yo no he hecho nada –se hizo el inocente.
-Sabes lo que hiciste.
-Y lo volvería a hacer –sonrió-, porque te ves hermosa.
Se inclino sobre mí y me beso. Un beso rápido, pero delicioso.
-Te amo –murmuro-. Tenía que decirlo.
Volví a sonreír.
-Yo también te amo.
Una media hora más tarde, Joe se había puesto cómodo en la sala de estar mientras yo iba a cambiarme de ropa a la habitación. Tenía que quitarme la incómoda falda y la camisa o terminaría desvistiéndome frente a Joe. No era una mala idea, pero no lo haría. Joe terminaría llevándome a la habitación de todos modos.
Deposite la falda y la camisa en el cesto de la ropa sucia antes de ponerme a buscar algo para ponerme. Un short, una camiseta, una blusa, una camisa de tirantes. Cualquier cosa, pero no logre encontrar nada cuando Joe ya me tenía entre sus brazos. Me volvió a coger desprevenida, agarrándome por la cintura y pegándome a su cuerpo mientras sus labios se posaban sobre mi cuello desnudo.
-No tienes porque ponerme más ropa –murmuro en mi oído-. Para lo que tengo en mente no la necesitas.
Sonreí entendiendo sus palabras. Solté los brazos que se enrollaban alrededor de mi cintura y me gire hacia él. Uní mis labios con los suyos en un exigente beso. Devoramos nuestras bocas con pasión al tiempo que Joe me pegaba contra la cómoda. Sentí la fría madera chocar contra mis muslos desnudos a la misma vez que sentía el gran y duro bulto de Joe contra mi vientre. Gemí entre sus labios sintiéndolo imponente. Duro e imponente. Una grandiosa mezcla.
Agarre el dobladillo de su camiseta y la saqué por su cabeza rompiendo el beso. Fije mi mirada en su pecho y mordí mi labio inferior. Era un maravilloso torso junto a un abdomen plano y duro. Sus musculosos brazos yacían estirados hacia mí con el final –sus manos-, apoyado sobre mis caderas. Le sonreí y cuando lance la camiseta al suelo. Él me miro fijamente unos segundos antes de desviar su mirada hacia más abajo de nuestros cuerpos. Mis manos estaban posadas sobre sus jeans, a punto de soltar el botón y bajar la cremallera. Lo hice, pero sin soltar nuestra conexión visual. Agarre el dobladillo de sus bóxers antes de bajar sensualmente el pantalón liberando su miembro.
Volví a subir sensualmente, esta vez frotándome contra su cuerpo. Él gimió cuando mi cuerpo froto su miembro. Me agarro por la cintura y se inclino para besarme mientras se frotaba descaradamente contra mi cuerpo poniéndome aun mas excitada. Lleve mis manos hacia mi espalda, soltando el sostén y lo deje caer. Joe bajo la braga poco después. Paso sus manos por la parte posterior de mis muslos después de la braga hubieran pasado por mis tobillos. Levanto mis piernas del suelo, subiéndome a la superficie plana de la cómoda. Me penetro de una sola estocada haciéndome vibrar. Él soltó mis labios y gimió sobre mi hombro.
-Dios mío –susurro.
Yo eche la cabeza hacia atrás, chocándome contra el espejo. Eso no era de importancia en esos momentos. De modo que lo deje pasar. Ni me había dolido. Más me afectaba el cuerpo de Joe.
-Olvide otra vez el maldito condón –dijo, irritado.
Yo sonreí y pose mis brazos sobre sus hombros, poniéndolo más cerca.
-No importa –dije-. No sería un embarazo no deseado. No del todo.
Él movió su cabeza sobre mi hombro y la levanto para mirarme a los ojos. Vi una chispa en sus ojos que me hizo estremecer. Me mordí el labio inferior.
-¿Segura?
Asentí.
-Segurísima.
Él sonrió antes de levantarme de la cómoda y caminar conmigo hacia la cama. Me deposito en ella, colocándose encima de mí. Todo eso sin sacar su miembro de mí. Y comenzó la acción. Rodamos en la cama, gritamos, cambiamos de posición… etc. Hicimos de todo, en resumen. Al final, ambos nos recostamos en la cama, jadeando. Yo recosté mi cabeza sobre su pecho, cerrando los ojos e inspirando su aroma. Aun, y todo sudado olía delicioso. Apetitoso.
Suspire cuando paso un brazo alrededor de mi cintura y me pego un poco más a él. Beso mi cabeza con dulzura y yo sonreí.
-No hay nada mejor que estar contigo, linda –me dijo.
-¿Y la música? –intente bromear.
-No puedo pasar un rato así con ella.
Me eche a reír.
-Tienes razón.
Levante la cabeza de su pecho y me puse a horcajadas sobre él. Me incline para besar sus labios mientras él me posicionaba sobre su miembro. Poco después, todo comenzó otra vez.
MaleeJonas
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
Demasiado buenooo! *-*
Siguelaaa porfissss!!!
Muero por saber que sigue, de pana me encanta tU novee!!!
Siguelaaa piedad!
Me fascina!
SI-GUE-LA
Siguelaaa porfissss!!!
Muero por saber que sigue, de pana me encanta tU novee!!!
Siguelaaa piedad!
Me fascina!
SI-GUE-LA
Yhosdaly
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
Chicas lo siento por desaparecer todos estos dias, pero no habia tenido el tiempo suficiente para subirles el cap. Espero me perdonen
Y ya hoy si por fin tengo tiempo suficiente para subirles asi que les subire 3 caps para recompensarlas
En un momento se los subos
Gracias x pasarse
XOXO
Y ya hoy si por fin tengo tiempo suficiente para subirles asi que les subire 3 caps para recompensarlas
En un momento se los subos
Gracias x pasarse
XOXO
MaleeJonas
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
Capitulo 12:
Me moví entre los brazos de Joe, frunciendo el ceño. Hacia un rato que estaba escuchando una cancioncilla de fondo. Creía que estaba en mi cabeza, pero ya había salido del estado de sueño. Estaba despierta. O un poco al menos. Decidí abrir los ojos y levantarme de la cama. Me puse la camiseta de Joe que estaba en el suelo y me gire un momento para verlo dormir. Sonreí al verlo tan sexy sobre mi cama. De la cintura para abajo estaba completamente cubierto por una sabana con solo una pierna sobresaliendo de la ella. Su torso desnudo se veía magnifico a la luz de la luna que se filtraba por la ventana. Era mi dios personal… muy sexy.
Salí de la habitación dándole un último vistazo a Joe. Me frote un ojo mientras bostezaba, caminando por el pasillo hasta llegar la sala de estar. La cancioncilla volvió a sonar sobresaltándome. Pronto me di cuenta de que era mi teléfono sonando. Agarre mi bolso sobre el sofá y saque el teléfono de él. Apreté el botón verde y conteste sin ver la pantalla identificadora.
-¿Hola? –dije con voz adormilada.
-¡Te dormiste! –Exclamo Alice al otro lado de la línea, haciéndome fruncir la nariz-. Son las 7:30. Voy por ti.
Medio inconsciente, despegue el teléfono de mi oído y mire la hora. 7:35. Me aguante una maldición.
-No voy, Alice –dije.
-¿Por qué no? –Se quejo como una niña pequeña-. Vamos, te vas a divertir. Además, puede que esta noche dejes esa amargura y te consigas un hombre delicioso al que llevar a la cama.
Ya me adelante. Sonreí con el pensamiento.
-No quiero ir.
-¡___, no seas así! –Se quejo-. ¡Vaaaamos, ven conmigo! Please!
Eleve los ojos al cielo, sintiéndome frustrada. No me dejaría en paz hasta conseguir que saliera con ella a pesar de que no quería salir. No, cuando tenía a un hombre caliente dormido en mi cama. Y mucho menos, cuando se trataba de ir a darle una visita a John. No y no.
-Alice, tengo otros planes –argumente, deseando que se tragara eso.
-¿Qué planes? ¿Mejores que los de pasar la noche en compañía de una gran amiga conociendo hombres? Yo pienso que no –canturreo.
En realidad, si son mucho mejores.
-Solo hare planes para las clases y me iré a dormir temprano –mentí-. Quiero tener una noche de paz.
-Has tenido muchas desde el lunes, ____ -dijo. Imagine que rodo los ojos-. ¡Sal conmigo!
Gruñí frustrada. Realmente no se dejaría vencer. Iba a hacer que saliera de la casa si o si. Y eso era algo que no me agradaba. Yo no quería salir.
-Estaré en tu casa en diez minutos, casi nueve –dijo-. Mas te vale que estés lista –colgó.
Mire con los ojos estacados la pantalla en negro del teléfono. ¿Qué? Me quede estupefacta. ¿Diez minutos? Demonios. Joe estaba en casa, en mi cama, dormido. Su Lamborguini seguramente estaría aparcado frente a la casa, visible para todo el mundo. Y un vistazo por la ventana hizo que estuviera 100% segura de mis sospechas. Maldije en voz baja. Alice… ¡Alice! Esa mujer estaba totalmente loca. Todo lo que hacía para que yo la acompañara a John’s Bar. Assh!
Deje el teléfono dentro del bolso otra vez y prácticamente corrí hacia la habitación. Busque un short en la cómoda y me lo puse debajo de la camiseta de Joe. Camine hacia donde él y lo moví un poco, despertándolo.
-Lo siento, lo siento –dije. Mi voz sonaba apurada y un poco apenada-. Pero esto es urgente.
-¿Qué pasa? –dijo él con voz ronca.
Se sentó en la cama lentamente, parpadeando y pasándose una mano por el cabello. ¡Se veía tan sexy haciendo eso! Casi me olvide de lo que pasaba, pero volví a la tierra. Tenía que estar fija allí.
-Alice viene para acá –dije.
-¿Alice? –repitió como si yo le estuviera hablando en chino. Hasta hizo el gesto de confusión.
-Sí, Alice –moví mi cabeza, afirmativamente-. La que te coqueteo en la escuela esta tarde.
Me miro aun confundido. Estuvo unos segundos así hasta que se le prendió el bombillo. Casi pude verlo encenderse sobre su cabeza.
-¿Cómo que viene para acá?
-Quiere que salga con ella para John’s Bar. Así que me vendrá a sacar de aquí –hice una mueca-. Y tú estas desnudo sobre mi cama.
Él me miro unos instantes y después sonrió pícaramente. Cerró una mano en mi muñeca y me jalo hacia él. Caí encima de él, acomodándome a horcajadas. Esta gente me mataría de estrés.
-¿Tienes miedo a que me encuentre así en tu cama? –me pregunto, rozando su nariz contra mi cuello, haciéndome suspirar.
-No quiero que se aproveche de que… -se me olvidaron las palabras cuando Joe introdujo sus manos dentro de la camiseta y agarro mis pechos entre sus manos. Gemí, cerrando los ojos. Joe continuo rozando su nariz contra mi cuello mientras yo me arqueaba hacia él. Sus caricias me estaban encendiendo y debilitando más de lo que quería, pero era imposible luchar contra Joe en circunstancias como esas.
-¿Qué se aproveche de qué? –pregunto, levantando la camiseta hasta dejar mis pechos desnudos a su vista.
-De que… tu estas… ¡Oh, sí!
Arquee la espalda hacia el cuándo se inclino para agarrar uno de mis pechos con su boca. Movió la lengua alrededor de mi pezón haciéndome vibrar y gemir. Apreté mi mano en su cabello y lo pegue más a mí. Él coloco sus manos sobre mis muslos y los apretó un poco. Rozo los dedos por mi short y gruño contra mi pecho antes de empujarme con su cuerpo para caer de espaldas sobre el colchón. Entonces Joe se posiciono arriba de mí rápidamente llevando sus manos hacia el short, desabotonándolo. Comenzó a bajarlo con un poquito de desesperación cuando sonó el timbre. Escuche una maldición de Joe.
-Justo ahora –se quejo.
Me retorcí en la cama queriendo que Alice se fuera. De verdad lo quería. Solté unos sonidos de queja y pase mis brazos por la cintura de Joe haciéndolo caer encima de mi otra vez. Lo bese en los labios frotando mis pechos por torso. Él metió su rodilla por mis muslos e hizo descender el short por mis piernas. Se deshizo de él en un santiamén mientras aun nos besábamos. Pase una pierna alrededor de su cadera y nuestras entrepiernas rozaron. Su miembro se introdujo en mi tan pronto como Joe sintió el choque. Ambos nos estremecimos, soltándonos los labios.
El timbre se escucho sonar unas cuantas veces más, al igual que la puerta al ser tocada por unos nudillos. Joe y yo la ignoramos.
-Alice puede esperar –dijo Joe, comenzando a moverse.
Me beso una y mil veces mientras se movía frenéticamente y gemíamos sin control. Trate de mantener los gritos a raya pero uno que otro se me escapo. Joe pasó sus labios por todo mi rostro, cuello, hombros, pecho, controlando sus sonidos. Pero yo no la tenía tan fácil.
Cuando llegamos al orgasmo, ambos estábamos agitados, sudados y jadeando. Habíamos logrado ignorar a Alice durante todo el rato de la acción, pero ella no se había ido. Escuche mi teléfono sonar cuando llamaba y cuando envió mensajes. No se iría hasta que lograra hablar conmigo y sacarme de casa, pero yo no quería irme.
-Ahora si puedes atender a tu amiga –dijo Joe, inclinándose a besarme con dulzura-. No te tardes mucho.
Sonreí.
-No, tienes que salir conmigo –agarre su rostro burlón entre mis manos-. Alice querrá una explicación; ya vio tu auto afuera.
Hizo una mueca.
-Oh, genial. Ahora tengo que salir para darle una explicación a una persona a la que no le incumbe lo que haga o no con mi vida.
-¡Joe! –le regañe riendo-. Alice es mi amiga.
-Pero mía no.
-Pero estas aquí.
Resoplo con resignación. Me beso otra vez en los labios antes de mirarme a los ojos. Sonreí.
-¿Cómo logras convencerme?
-Amor –reí-. Lo puede todo.
El rodo por la cama hasta bajar de ella. Agarro su ropa interior y su jean y se lo puso. Yo hice lo propio con mi ropa. No le daría la camiseta porque yo no pensaba quitármela. Así que se tuvo que quedar casi desnudo. Se sentó en la cama en el momento en que yo salía de la habitación. Corrí a la puerta principal escuchando el sonido de mi teléfono al sonar. Alice estaba sentada en el porche con el teléfono en la oreja y una cara de amargura no típica de ella. Sonreí.
-Hola –dije.
Ella me miro y se levanto de un salto del suelo. Colgó la llamada mirándome de arriba hacia abajo. Su mirada me decía que era apreciativa. Estuve muy segura de que comenzaría muy pronto el bombardeo de preguntas y reclamos, pero ella se mantuvo en silencio.
-Bien –suspiro, entrando en la casa-. ¿Tienes a Joe Jonas aquí dentro sí o sí?
Me reí cerrando la puerta detrás de nosotras.
-Eh, si.
-¿Por qué no me dijiste que lo tendrías en tu cama, ah? –comenzó. Se mostraba enojada-. ¿No que soy tu mejor amiga?
-Si, pero… esto es… -me pase una mano por el cabello, alisándolo. También me mordí el labio inferior.
-¿Es que? ¿Demasiada información para mí? ¿Hace cuanto lo tienes oculto? –cruzo los brazos sobre el pecho y me miro fijamente sin rastro de diversión.
-No, no es demasiada información –me mordí la lengua buscando la respuesta correcta-. Es complicado.
-¿Hace cuanto?
-Desde ayer –suspire.
-Pero lo sabías desde hacía ocho años, Alice –escuche la voz sexy de Joe por el pasillo.
Alice se giro hacia él y quedo impactada por su aparición. Deslizo su mirada por el cuerpo de Joe, haciéndome enojar un poquito. Se mordió el labio inferior mientras hacia su inspección. Espere pacientemente hasta que terminara y se dignara a mirarme. Tardo mucho.
Me miro, miro a Joe otra vez, y me miro otra vez. Frunció el ceño haciendo lo mismo una y otra vez. Abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla y miro a Joe.
-Eres... eres tu –se llevo una mano temblorosa hacia la boca, unos instantes antes de caer al suelo.
Salí de la habitación dándole un último vistazo a Joe. Me frote un ojo mientras bostezaba, caminando por el pasillo hasta llegar la sala de estar. La cancioncilla volvió a sonar sobresaltándome. Pronto me di cuenta de que era mi teléfono sonando. Agarre mi bolso sobre el sofá y saque el teléfono de él. Apreté el botón verde y conteste sin ver la pantalla identificadora.
-¿Hola? –dije con voz adormilada.
-¡Te dormiste! –Exclamo Alice al otro lado de la línea, haciéndome fruncir la nariz-. Son las 7:30. Voy por ti.
Medio inconsciente, despegue el teléfono de mi oído y mire la hora. 7:35. Me aguante una maldición.
-No voy, Alice –dije.
-¿Por qué no? –Se quejo como una niña pequeña-. Vamos, te vas a divertir. Además, puede que esta noche dejes esa amargura y te consigas un hombre delicioso al que llevar a la cama.
Ya me adelante. Sonreí con el pensamiento.
-No quiero ir.
-¡___, no seas así! –Se quejo-. ¡Vaaaamos, ven conmigo! Please!
Eleve los ojos al cielo, sintiéndome frustrada. No me dejaría en paz hasta conseguir que saliera con ella a pesar de que no quería salir. No, cuando tenía a un hombre caliente dormido en mi cama. Y mucho menos, cuando se trataba de ir a darle una visita a John. No y no.
-Alice, tengo otros planes –argumente, deseando que se tragara eso.
-¿Qué planes? ¿Mejores que los de pasar la noche en compañía de una gran amiga conociendo hombres? Yo pienso que no –canturreo.
En realidad, si son mucho mejores.
-Solo hare planes para las clases y me iré a dormir temprano –mentí-. Quiero tener una noche de paz.
-Has tenido muchas desde el lunes, ____ -dijo. Imagine que rodo los ojos-. ¡Sal conmigo!
Gruñí frustrada. Realmente no se dejaría vencer. Iba a hacer que saliera de la casa si o si. Y eso era algo que no me agradaba. Yo no quería salir.
-Estaré en tu casa en diez minutos, casi nueve –dijo-. Mas te vale que estés lista –colgó.
Mire con los ojos estacados la pantalla en negro del teléfono. ¿Qué? Me quede estupefacta. ¿Diez minutos? Demonios. Joe estaba en casa, en mi cama, dormido. Su Lamborguini seguramente estaría aparcado frente a la casa, visible para todo el mundo. Y un vistazo por la ventana hizo que estuviera 100% segura de mis sospechas. Maldije en voz baja. Alice… ¡Alice! Esa mujer estaba totalmente loca. Todo lo que hacía para que yo la acompañara a John’s Bar. Assh!
Deje el teléfono dentro del bolso otra vez y prácticamente corrí hacia la habitación. Busque un short en la cómoda y me lo puse debajo de la camiseta de Joe. Camine hacia donde él y lo moví un poco, despertándolo.
-Lo siento, lo siento –dije. Mi voz sonaba apurada y un poco apenada-. Pero esto es urgente.
-¿Qué pasa? –dijo él con voz ronca.
Se sentó en la cama lentamente, parpadeando y pasándose una mano por el cabello. ¡Se veía tan sexy haciendo eso! Casi me olvide de lo que pasaba, pero volví a la tierra. Tenía que estar fija allí.
-Alice viene para acá –dije.
-¿Alice? –repitió como si yo le estuviera hablando en chino. Hasta hizo el gesto de confusión.
-Sí, Alice –moví mi cabeza, afirmativamente-. La que te coqueteo en la escuela esta tarde.
Me miro aun confundido. Estuvo unos segundos así hasta que se le prendió el bombillo. Casi pude verlo encenderse sobre su cabeza.
-¿Cómo que viene para acá?
-Quiere que salga con ella para John’s Bar. Así que me vendrá a sacar de aquí –hice una mueca-. Y tú estas desnudo sobre mi cama.
Él me miro unos instantes y después sonrió pícaramente. Cerró una mano en mi muñeca y me jalo hacia él. Caí encima de él, acomodándome a horcajadas. Esta gente me mataría de estrés.
-¿Tienes miedo a que me encuentre así en tu cama? –me pregunto, rozando su nariz contra mi cuello, haciéndome suspirar.
-No quiero que se aproveche de que… -se me olvidaron las palabras cuando Joe introdujo sus manos dentro de la camiseta y agarro mis pechos entre sus manos. Gemí, cerrando los ojos. Joe continuo rozando su nariz contra mi cuello mientras yo me arqueaba hacia él. Sus caricias me estaban encendiendo y debilitando más de lo que quería, pero era imposible luchar contra Joe en circunstancias como esas.
-¿Qué se aproveche de qué? –pregunto, levantando la camiseta hasta dejar mis pechos desnudos a su vista.
-De que… tu estas… ¡Oh, sí!
Arquee la espalda hacia el cuándo se inclino para agarrar uno de mis pechos con su boca. Movió la lengua alrededor de mi pezón haciéndome vibrar y gemir. Apreté mi mano en su cabello y lo pegue más a mí. Él coloco sus manos sobre mis muslos y los apretó un poco. Rozo los dedos por mi short y gruño contra mi pecho antes de empujarme con su cuerpo para caer de espaldas sobre el colchón. Entonces Joe se posiciono arriba de mí rápidamente llevando sus manos hacia el short, desabotonándolo. Comenzó a bajarlo con un poquito de desesperación cuando sonó el timbre. Escuche una maldición de Joe.
-Justo ahora –se quejo.
Me retorcí en la cama queriendo que Alice se fuera. De verdad lo quería. Solté unos sonidos de queja y pase mis brazos por la cintura de Joe haciéndolo caer encima de mi otra vez. Lo bese en los labios frotando mis pechos por torso. Él metió su rodilla por mis muslos e hizo descender el short por mis piernas. Se deshizo de él en un santiamén mientras aun nos besábamos. Pase una pierna alrededor de su cadera y nuestras entrepiernas rozaron. Su miembro se introdujo en mi tan pronto como Joe sintió el choque. Ambos nos estremecimos, soltándonos los labios.
El timbre se escucho sonar unas cuantas veces más, al igual que la puerta al ser tocada por unos nudillos. Joe y yo la ignoramos.
-Alice puede esperar –dijo Joe, comenzando a moverse.
Me beso una y mil veces mientras se movía frenéticamente y gemíamos sin control. Trate de mantener los gritos a raya pero uno que otro se me escapo. Joe pasó sus labios por todo mi rostro, cuello, hombros, pecho, controlando sus sonidos. Pero yo no la tenía tan fácil.
Cuando llegamos al orgasmo, ambos estábamos agitados, sudados y jadeando. Habíamos logrado ignorar a Alice durante todo el rato de la acción, pero ella no se había ido. Escuche mi teléfono sonar cuando llamaba y cuando envió mensajes. No se iría hasta que lograra hablar conmigo y sacarme de casa, pero yo no quería irme.
-Ahora si puedes atender a tu amiga –dijo Joe, inclinándose a besarme con dulzura-. No te tardes mucho.
Sonreí.
-No, tienes que salir conmigo –agarre su rostro burlón entre mis manos-. Alice querrá una explicación; ya vio tu auto afuera.
Hizo una mueca.
-Oh, genial. Ahora tengo que salir para darle una explicación a una persona a la que no le incumbe lo que haga o no con mi vida.
-¡Joe! –le regañe riendo-. Alice es mi amiga.
-Pero mía no.
-Pero estas aquí.
Resoplo con resignación. Me beso otra vez en los labios antes de mirarme a los ojos. Sonreí.
-¿Cómo logras convencerme?
-Amor –reí-. Lo puede todo.
El rodo por la cama hasta bajar de ella. Agarro su ropa interior y su jean y se lo puso. Yo hice lo propio con mi ropa. No le daría la camiseta porque yo no pensaba quitármela. Así que se tuvo que quedar casi desnudo. Se sentó en la cama en el momento en que yo salía de la habitación. Corrí a la puerta principal escuchando el sonido de mi teléfono al sonar. Alice estaba sentada en el porche con el teléfono en la oreja y una cara de amargura no típica de ella. Sonreí.
-Hola –dije.
Ella me miro y se levanto de un salto del suelo. Colgó la llamada mirándome de arriba hacia abajo. Su mirada me decía que era apreciativa. Estuve muy segura de que comenzaría muy pronto el bombardeo de preguntas y reclamos, pero ella se mantuvo en silencio.
-Bien –suspiro, entrando en la casa-. ¿Tienes a Joe Jonas aquí dentro sí o sí?
Me reí cerrando la puerta detrás de nosotras.
-Eh, si.
-¿Por qué no me dijiste que lo tendrías en tu cama, ah? –comenzó. Se mostraba enojada-. ¿No que soy tu mejor amiga?
-Si, pero… esto es… -me pase una mano por el cabello, alisándolo. También me mordí el labio inferior.
-¿Es que? ¿Demasiada información para mí? ¿Hace cuanto lo tienes oculto? –cruzo los brazos sobre el pecho y me miro fijamente sin rastro de diversión.
-No, no es demasiada información –me mordí la lengua buscando la respuesta correcta-. Es complicado.
-¿Hace cuanto?
-Desde ayer –suspire.
-Pero lo sabías desde hacía ocho años, Alice –escuche la voz sexy de Joe por el pasillo.
Alice se giro hacia él y quedo impactada por su aparición. Deslizo su mirada por el cuerpo de Joe, haciéndome enojar un poquito. Se mordió el labio inferior mientras hacia su inspección. Espere pacientemente hasta que terminara y se dignara a mirarme. Tardo mucho.
Me miro, miro a Joe otra vez, y me miro otra vez. Frunció el ceño haciendo lo mismo una y otra vez. Abrió la boca para decir algo, pero volvió a cerrarla y miro a Joe.
-Eres... eres tu –se llevo una mano temblorosa hacia la boca, unos instantes antes de caer al suelo.
MaleeJonas
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
Capitulo 13:
Joe corrió hacia ella al mismo tiempo en el que yo me incline para atraparla. Gracias a que yo puse mis rodillas y mis manos debajo de su cabeza; Alice no se choco contra el suelo. De otro modo, hubiera terminado con un chichón y un dolor de cabeza. Mire su rostro tratando de ver si era cierto que ella estaba desmayada. Y si, lo estaba. Suspire, elevando la mirada hacia Joe.
-¿La impresión? –pregunto él, arrodillándose al lado nuestro.
-Si, tal vez –chasquee la lengua.
-¿No se supone que ella se diera cuenta de mi identidad desde la primera vez que volvió a verme? –Frunció el entrecejo-. Alice siempre me ha parecido rara.
Me reí.
-Lo es –admití-. Y no lo sé. Ella no se dio cuenta que eras tú porque… -me encogí de hombros-. Realmente no lo sé –suspire.
-Alice es rara –repitió, haciéndome sonreír-. ¿Dónde tienes alcohol? Ve por él, mientras yo la levanto para dejarla sobre el sofá, ¿sí?
Asentí. Deposite su cabeza sobre el suelo lentamente no queriendo que se hiciera daño. Su cuerpo yaciendo sobre el suelo se veía hasta gracioso. Aun me parecía raro el porqué de su reacción. Había hecho más drama que yo el primer día en el que volví a ver a Joe.
Camine hacia el baño en busca del alcohol. Lo encontré en el armario que estaba justo al lado de la puerta de este. También saque dos algodones y volví hacia la sala de estar. Vi que Joe había depositado a Alice sobre el sofá mientras yo buscaba el alcohol. Abrí el envase del alcohol y coloque un algodón sobre la boca de este. Lo incline para que el líquido cayera en el algodón al tiempo en el que me arrodillaba frente a Alice. Cerré el envase y lo deje sobre la mesa de centro.
-¿Crees que se vuelva a desmayar si me ve? –pregunto Joe, burlón.
Reí.
-No lo sé. Seria gracioso verla hacer eso.
Pase el algodón por la nariz de Alice esperando a que el olor le hiciera efecto. Minutos más tarde, comenzó a moverse y a quejarse. Cuando una de sus manos voló justo enfrente de mi cara, me incorpore antes de que lograra darme un manotazo. Deje los algodones al lado del envase de alcohol y espere a que Alice abriera los ojos. Sentí a Joe detrás de mí poco después. Coloco sus manos sobre mis caderas y reposo su barbilla sobre mi hombro.
-Ya está despertando –murmuro en mi oído.
Alice se llevo las manos al rostro aun con los ojos cerrados. Comenzó a quejarse y soltó una maldición. Se incorporo en el sofá lentamente y abrió los ojos. No nos había visto aun porque mantenía sus manos sobre sus ojos. Cuando las aparto, soltó un grito de asombro y fijo su mirada en nosotros. Nos miro a ambos intentando descifrar si lo que veía era cierto o no. Entrecerró los ojos y abrió la boca.
-Dios –susurro-. Estas de vuelta. Eres tú. ¡Y no me había dado cuenta!
Se incorporo del sofá y camino a grandes zancadas hacia nosotros. Me aparto de Joe y coloco sus manos sobre su rostro. Comenzó a halarle las mejillas, retorciéndole la piel. Me reí levemente mientras veía a Joe intentando apartarse de ella, pero Alice no se lo permitía. Seguía retorciéndole las mejillas, estupefacta, queriendo saber si de verdad lo estaba sintiendo.
Cuando se canso, Joe elevo las manos hacia las muñecas de Alice y aparto sus manos. Hizo una mueca de molestia, mirándola con irritación. Alice aun tenía esa extraña expresión de asombro y mantenía la boca abierta sin apartar la mirada fija de Joe.
-No vuelvas a hacer eso –dijo Joe, con la voz dura.
-¡No lo puedo creer! –exclamo Alice, riendo tontamente-. Si eres tú. Con todo y tu mal humor. El mismo Joe de siempre. Los años no te han cambiado la personalidad para nada.
-Qué lindo, Alice. Me quieres mucho –dijo sarcástico.
Alice aparto las muñecas bruscamente y sonrió forzadamente, girando su mirada hacia mí. Se cruzo de brazos y me miro ceñuda. Fue tan repentino su cambio que me sorprendí un poquito. Joe tenía razón en lo de rara. Aunque ya lo sabía desde el primer día en que la vi.
-Y volviste con él –dijo seria.
Me encogí de hombros en silencio. Hice una mueca con la boca, pero no dije nada.
-Después que dijiste una y mil veces que no lo harías –me recordó.
Agarre una bocanada de aire. El hilo de conversación que ella estaba tomando no me estaba gustando. No, cuando Joe estaba presente. No, cuando los recuerdos eran como relámpagos en mi cabeza. Cerré los ojos inspirando profundamente.
-Sé lo que paso, Alice –dije, abriendo los ojos-. Lo sé perfectamente –suspire, deseando no saberlo tan bien.
Mi corazón se estrecho con cada recuerdo que salía a relucir. Alice me estaba haciendo recordar cada noche que llore, sola en mi habitación. Cada día que me aleje del mundo por miedo a que algo me recordara a Joe. Cada momento en el que solo pensaba en Joe –aunque no quisiera. Me hizo recordar cada uno de los malos momentos, con tan solo unas palabras.
-Pero aun así, aquí estas, con Joe otra vez –soltó sus brazos y los elevo, sonriendo irónicamente-. El hombre que destrozo tu corazón la primera vez. Que te abandono, sangrando internamente –escuche pasión, furia y enojo en su voz-. Yo estuve cada vez que te desmoronaste por este idiota. Lo sabes.
-Estoy aquí, Alice –dijo Joe. Se veía incomodo por la situación.
Alice lo ignoro.
-Pero, ¿sabes? Ya –elevo de nuevo sus manos y los movió, sacudiendo la cabeza a su vez- está bien. Si te vuelve a romper el corazón, no cuentes con mi hombro para llorar. Porque no estará disponible. Te lo advierto: segundas oportunidades no importan; las personas no cambian, ____.
La mire mientras me mordía el labio inferior. Ella… tenía razón.
-¿Qué te pasa? –Interrumpió Joe-. Estoy aquí. Se lo que pasa, se lo que paso. Y tú no tienes porque dar tu opinión en todo esto. La relación entre ____ y yo no es de tu incumbencia.
-¡Si lo es! –protesto ella, girándose a verlo. Alzo la barbilla con firmeza, viéndolo a los ojos con determinación-. Ella es mi amiga. Y tú eres un bastardo infeliz.
Joe abrió la boca para responderle, pero yo lo detuve. Joe era igual o más agradable que Alice enojada. Sería mejor no tener a dos polos opuestos juntos, podrían ocasionar la Tercera Guerra Mundial.
-Basta –dije-. Estoy harta que decidan mi vida. Mis padres dejaron de hacerlo hace mucho porque saben que me gusta tomar decisiones por mí misma. ¡Así que dejen de controlar todo a mí alrededor!
Estaba frustrada y un poco enojada. No dejaría que ellos decidieran que era mejor para mi o que no. Ninguno de los dos tenía las riendas de mi vida. Yo misma podía tomar decisiones y hacer lo que se me antojara. Ninguno de los dos me lo impediría.
-Alice –la mire y ella me miro-. Mi decisión está tomada. Quiero darle una oportunidad a Joe. Y se la daré. Te guste o no te guste. Es todo.
-Y yo ya te advertí –replico ella-. Nos vemos mañana en la escuela –me dijo, echándole una última mirada de desprecio a Joe.
Se giro hacia la puerta principal y salió de la casa. Cerró la puerta detrás de ella después de salir.
Mire a Joe, soltando el aire. Ni siquiera sabía que lo había estado aguantando. Joe mantenía una expresión irritada, molesta. Se había molestado con Alice. Y yo también. Entendía que quisiera lo mejor para mi dado que es mi mejor amiga, pero ¿dominar con quien salgo? No, eso no lo permitiría.
Joe camino hacia mí después de respirar hondo varias veces. Encerró mi cuerpo con sus brazos y se inclino para besar mi frente. Suspire, colocando mis manos sobre su pecho desnudo. Cerré los ojos, sintiendo el reconfortante sentimiento de tenerlo cerca.
-Casi, casi la ahorco –dijo, arruinando el momento de paz.
-Joe –le reprendí.
-Es cierto, maldita sea –se alejo un poco de mi-. Alice me irrita.
-Ella no es tan mala, ¿Por qué se odian tanto?
-No la odio, amor –dijo con dulzura-. No la soporto. No es lo mismo.
Rodé los ojos.
-Es parecido, Joe.
-Exacto. Parecido –sonrió-. Pero sabes que siempre me he llevado mal con Alice. No la soporto –hizo una mueca.
Me reí.
-Y después de lo que paso, creo que te odia aun más que cuanto te odiaba hace ocho años –me burle.
-Lo note –sonrió-. Y espero que no, porque nos veremos frecuentemente. ¿Y si intenta asesinarme?
Me reí, golpeando su pecho con mi mano. Repose la cabeza sobre su hombro y sonreí.
-Estás loco –dije.
-Sí, pero por ti, linda –acaricio mi espalda por debajo de la camiseta, rozando muy levemente su dedo índice contra la piel-. ¿Qué, si volvemos a la habitación? La noche es joven.
-¿No te cansas? –le pregunte, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos. Arrugue la nariz.
-¿De ti? Nunca.
_*_
Cuando me levante para ir a la escuela el otro día, estaba toda dolorida. Me dolía hasta el pelo. Joe había insistido en mantenerme despierta toda la noche, haciéndome el amor. Un par de veces, parábamos y aproveche para cerrar los ojos, pero rápidamente Joe volvía a la acción. Y yo no podía negarme al placer que me brindaba. Era imposible.
Ese día había optado por un vestido ajustado. La falda estilo lápiz también. Lo único que cambiaba era que era completo. Las grandes mangas grises con negro tapaban gran parte de mis hombros, y el escote cuadrado había mis pechos verse más grandes y firmes. Era un vestido bonito y sofisticado a la vez. Sobre todo para ir a la escuela. Tenía que ser una profesora modelo. Dar el ejemplo. Y eso era lo que intentaba.
Le sonreí a par de estudiantes al pasar por el pasillo. Me encontré con Adam muy poco después. Él me acompañó con su hermosa sonrisa sobre sus labios y su magnífico carisma. Era demasiado parecido a Joe. Mucho más de lo que quería afirmar. Pero no podía ser. Él no podía ser hijo de Joe. Adam tenía catorce años; Joe veintiséis. Además, la primera vez de Joe había sido conmigo. No había habido nadie antes de mí. De modo, que Adam no podía ser hijo de Joe. Por fin analizaba algo con coherencia.
-¿Qué haremos hoy, Miss Hill? Se ve de buen humor –dijo Adam, cuando entramos en el salón.
-Y porque estoy de buen humor, les daré la clase entera –sonreí.
-Ay, santa cachucha –dijo él, haciendo una mueca.
Me reí.
-¿La impresión? –pregunto él, arrodillándose al lado nuestro.
-Si, tal vez –chasquee la lengua.
-¿No se supone que ella se diera cuenta de mi identidad desde la primera vez que volvió a verme? –Frunció el entrecejo-. Alice siempre me ha parecido rara.
Me reí.
-Lo es –admití-. Y no lo sé. Ella no se dio cuenta que eras tú porque… -me encogí de hombros-. Realmente no lo sé –suspire.
-Alice es rara –repitió, haciéndome sonreír-. ¿Dónde tienes alcohol? Ve por él, mientras yo la levanto para dejarla sobre el sofá, ¿sí?
Asentí. Deposite su cabeza sobre el suelo lentamente no queriendo que se hiciera daño. Su cuerpo yaciendo sobre el suelo se veía hasta gracioso. Aun me parecía raro el porqué de su reacción. Había hecho más drama que yo el primer día en el que volví a ver a Joe.
Camine hacia el baño en busca del alcohol. Lo encontré en el armario que estaba justo al lado de la puerta de este. También saque dos algodones y volví hacia la sala de estar. Vi que Joe había depositado a Alice sobre el sofá mientras yo buscaba el alcohol. Abrí el envase del alcohol y coloque un algodón sobre la boca de este. Lo incline para que el líquido cayera en el algodón al tiempo en el que me arrodillaba frente a Alice. Cerré el envase y lo deje sobre la mesa de centro.
-¿Crees que se vuelva a desmayar si me ve? –pregunto Joe, burlón.
Reí.
-No lo sé. Seria gracioso verla hacer eso.
Pase el algodón por la nariz de Alice esperando a que el olor le hiciera efecto. Minutos más tarde, comenzó a moverse y a quejarse. Cuando una de sus manos voló justo enfrente de mi cara, me incorpore antes de que lograra darme un manotazo. Deje los algodones al lado del envase de alcohol y espere a que Alice abriera los ojos. Sentí a Joe detrás de mí poco después. Coloco sus manos sobre mis caderas y reposo su barbilla sobre mi hombro.
-Ya está despertando –murmuro en mi oído.
Alice se llevo las manos al rostro aun con los ojos cerrados. Comenzó a quejarse y soltó una maldición. Se incorporo en el sofá lentamente y abrió los ojos. No nos había visto aun porque mantenía sus manos sobre sus ojos. Cuando las aparto, soltó un grito de asombro y fijo su mirada en nosotros. Nos miro a ambos intentando descifrar si lo que veía era cierto o no. Entrecerró los ojos y abrió la boca.
-Dios –susurro-. Estas de vuelta. Eres tú. ¡Y no me había dado cuenta!
Se incorporo del sofá y camino a grandes zancadas hacia nosotros. Me aparto de Joe y coloco sus manos sobre su rostro. Comenzó a halarle las mejillas, retorciéndole la piel. Me reí levemente mientras veía a Joe intentando apartarse de ella, pero Alice no se lo permitía. Seguía retorciéndole las mejillas, estupefacta, queriendo saber si de verdad lo estaba sintiendo.
Cuando se canso, Joe elevo las manos hacia las muñecas de Alice y aparto sus manos. Hizo una mueca de molestia, mirándola con irritación. Alice aun tenía esa extraña expresión de asombro y mantenía la boca abierta sin apartar la mirada fija de Joe.
-No vuelvas a hacer eso –dijo Joe, con la voz dura.
-¡No lo puedo creer! –exclamo Alice, riendo tontamente-. Si eres tú. Con todo y tu mal humor. El mismo Joe de siempre. Los años no te han cambiado la personalidad para nada.
-Qué lindo, Alice. Me quieres mucho –dijo sarcástico.
Alice aparto las muñecas bruscamente y sonrió forzadamente, girando su mirada hacia mí. Se cruzo de brazos y me miro ceñuda. Fue tan repentino su cambio que me sorprendí un poquito. Joe tenía razón en lo de rara. Aunque ya lo sabía desde el primer día en que la vi.
-Y volviste con él –dijo seria.
Me encogí de hombros en silencio. Hice una mueca con la boca, pero no dije nada.
-Después que dijiste una y mil veces que no lo harías –me recordó.
Agarre una bocanada de aire. El hilo de conversación que ella estaba tomando no me estaba gustando. No, cuando Joe estaba presente. No, cuando los recuerdos eran como relámpagos en mi cabeza. Cerré los ojos inspirando profundamente.
-Sé lo que paso, Alice –dije, abriendo los ojos-. Lo sé perfectamente –suspire, deseando no saberlo tan bien.
Mi corazón se estrecho con cada recuerdo que salía a relucir. Alice me estaba haciendo recordar cada noche que llore, sola en mi habitación. Cada día que me aleje del mundo por miedo a que algo me recordara a Joe. Cada momento en el que solo pensaba en Joe –aunque no quisiera. Me hizo recordar cada uno de los malos momentos, con tan solo unas palabras.
-Pero aun así, aquí estas, con Joe otra vez –soltó sus brazos y los elevo, sonriendo irónicamente-. El hombre que destrozo tu corazón la primera vez. Que te abandono, sangrando internamente –escuche pasión, furia y enojo en su voz-. Yo estuve cada vez que te desmoronaste por este idiota. Lo sabes.
-Estoy aquí, Alice –dijo Joe. Se veía incomodo por la situación.
Alice lo ignoro.
-Pero, ¿sabes? Ya –elevo de nuevo sus manos y los movió, sacudiendo la cabeza a su vez- está bien. Si te vuelve a romper el corazón, no cuentes con mi hombro para llorar. Porque no estará disponible. Te lo advierto: segundas oportunidades no importan; las personas no cambian, ____.
La mire mientras me mordía el labio inferior. Ella… tenía razón.
-¿Qué te pasa? –Interrumpió Joe-. Estoy aquí. Se lo que pasa, se lo que paso. Y tú no tienes porque dar tu opinión en todo esto. La relación entre ____ y yo no es de tu incumbencia.
-¡Si lo es! –protesto ella, girándose a verlo. Alzo la barbilla con firmeza, viéndolo a los ojos con determinación-. Ella es mi amiga. Y tú eres un bastardo infeliz.
Joe abrió la boca para responderle, pero yo lo detuve. Joe era igual o más agradable que Alice enojada. Sería mejor no tener a dos polos opuestos juntos, podrían ocasionar la Tercera Guerra Mundial.
-Basta –dije-. Estoy harta que decidan mi vida. Mis padres dejaron de hacerlo hace mucho porque saben que me gusta tomar decisiones por mí misma. ¡Así que dejen de controlar todo a mí alrededor!
Estaba frustrada y un poco enojada. No dejaría que ellos decidieran que era mejor para mi o que no. Ninguno de los dos tenía las riendas de mi vida. Yo misma podía tomar decisiones y hacer lo que se me antojara. Ninguno de los dos me lo impediría.
-Alice –la mire y ella me miro-. Mi decisión está tomada. Quiero darle una oportunidad a Joe. Y se la daré. Te guste o no te guste. Es todo.
-Y yo ya te advertí –replico ella-. Nos vemos mañana en la escuela –me dijo, echándole una última mirada de desprecio a Joe.
Se giro hacia la puerta principal y salió de la casa. Cerró la puerta detrás de ella después de salir.
Mire a Joe, soltando el aire. Ni siquiera sabía que lo había estado aguantando. Joe mantenía una expresión irritada, molesta. Se había molestado con Alice. Y yo también. Entendía que quisiera lo mejor para mi dado que es mi mejor amiga, pero ¿dominar con quien salgo? No, eso no lo permitiría.
Joe camino hacia mí después de respirar hondo varias veces. Encerró mi cuerpo con sus brazos y se inclino para besar mi frente. Suspire, colocando mis manos sobre su pecho desnudo. Cerré los ojos, sintiendo el reconfortante sentimiento de tenerlo cerca.
-Casi, casi la ahorco –dijo, arruinando el momento de paz.
-Joe –le reprendí.
-Es cierto, maldita sea –se alejo un poco de mi-. Alice me irrita.
-Ella no es tan mala, ¿Por qué se odian tanto?
-No la odio, amor –dijo con dulzura-. No la soporto. No es lo mismo.
Rodé los ojos.
-Es parecido, Joe.
-Exacto. Parecido –sonrió-. Pero sabes que siempre me he llevado mal con Alice. No la soporto –hizo una mueca.
Me reí.
-Y después de lo que paso, creo que te odia aun más que cuanto te odiaba hace ocho años –me burle.
-Lo note –sonrió-. Y espero que no, porque nos veremos frecuentemente. ¿Y si intenta asesinarme?
Me reí, golpeando su pecho con mi mano. Repose la cabeza sobre su hombro y sonreí.
-Estás loco –dije.
-Sí, pero por ti, linda –acaricio mi espalda por debajo de la camiseta, rozando muy levemente su dedo índice contra la piel-. ¿Qué, si volvemos a la habitación? La noche es joven.
-¿No te cansas? –le pregunte, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos. Arrugue la nariz.
-¿De ti? Nunca.
_*_
Cuando me levante para ir a la escuela el otro día, estaba toda dolorida. Me dolía hasta el pelo. Joe había insistido en mantenerme despierta toda la noche, haciéndome el amor. Un par de veces, parábamos y aproveche para cerrar los ojos, pero rápidamente Joe volvía a la acción. Y yo no podía negarme al placer que me brindaba. Era imposible.
Ese día había optado por un vestido ajustado. La falda estilo lápiz también. Lo único que cambiaba era que era completo. Las grandes mangas grises con negro tapaban gran parte de mis hombros, y el escote cuadrado había mis pechos verse más grandes y firmes. Era un vestido bonito y sofisticado a la vez. Sobre todo para ir a la escuela. Tenía que ser una profesora modelo. Dar el ejemplo. Y eso era lo que intentaba.
Le sonreí a par de estudiantes al pasar por el pasillo. Me encontré con Adam muy poco después. Él me acompañó con su hermosa sonrisa sobre sus labios y su magnífico carisma. Era demasiado parecido a Joe. Mucho más de lo que quería afirmar. Pero no podía ser. Él no podía ser hijo de Joe. Adam tenía catorce años; Joe veintiséis. Además, la primera vez de Joe había sido conmigo. No había habido nadie antes de mí. De modo, que Adam no podía ser hijo de Joe. Por fin analizaba algo con coherencia.
-¿Qué haremos hoy, Miss Hill? Se ve de buen humor –dijo Adam, cuando entramos en el salón.
-Y porque estoy de buen humor, les daré la clase entera –sonreí.
-Ay, santa cachucha –dijo él, haciendo una mueca.
Me reí.
MaleeJonas
Re: Solo Fue Una Memoria (Joe y Tu)
Capitulo 14:
A la salida, me tope con Alice. Ella me sonrió forzadamente mientras caminábamos juntas hacia el estacionamiento. La mire un par de veces intentando llenarme de valor y hablarle, pero no funcionaba. No sabía que decirle. Las palabras de la noche anterior habían sido demasiado directas y duras. Ella obviamente está enojada conmigo. No quería ni hablarme, lo cual era muy raro porque siempre –siempre- hablaba sobre cualquier cosa conmigo. Me mordí la lengua antes de hablar.
-¿Estas enojada o algo, conmigo? –aventure.
Ella se encogió de hombros.
-Sabes muy bien que la cosa con Joe es algo entre nosotros dos –comencé-. No quiero que te enojes conmigo por una bobada como esa. Joe no cambiara nada. Lo juro.
-Eso no me preocupa –se detuvo y me miro fijamente. Coloco su dedo índice sobre mi corazón y dijo-: me preocupa lo que puede hacerle otra vez. Me preocupa que te desmorones porque se marche de nuevo –suspiro, apartando la mano-. Joe no tiene un empleo fijo, no tiene horario siquiera. Es un artista. Los artistas no se quedan para siempre en un solo lugar, ____. Ellos… se alejan.
-Alice –dije en una voz que parecía más una súplica-, yo quiero creer que Joe esta vez va enserio. Quiero creer con todo mi corazón que lo que paso hace ocho años fue un error. Solo un error de adolescencia. Joe creció, cambio. Es diferente.
Ella entrecerró los ojos soltando un brusco suspiro.
-Bien. Haz lo que quieras –me dijo poniendo los ojos en blanco-. No te lo impediré –reanudo nuestra marcha; la seguí-. Pero que conste que te lo dije, eh.
Sonreí.
-Si, si, lo que sea –rodé los ojos-. Sabré que hacer con eso.
-Cambiando el tema hacia uno lindo –sonrió pícaramente-. Joe es hermoso físicamente.
Me reí con ganas.
-Es cierto –replico-. Tiene unos músculos fuertes, unos abdominales marcados y un pecho fuerte. Además, tiene un trasero gigante. ¡Qué suertuda eres chica! Ese hombre esta tan rico como un muslo de pollo. ¡Para chuparse los dedos!
Volví a reírme.
-Ay, Alice.
-Y… hoy tampoco saldrás, ¿cierto? -Pregunto, haciendo una mueca-. Joe te tiene prisionera.
-Bueno, si no se pasa por mi casa, tal vez vaya para tu casa un rato –me encogí de hombros-. Si aparece por mi casa, pues… realmente no saldré ni de la cama.
-Me imagino –rió-. Pues, entonces. Iré un rato a John’s Bar y tomare una ronda de tragos. Luego, veré quien me trae a casa. ¡Es viernes! ¡Wuuuuu!
Sacudí la cabeza con una sonrisa.
-Nos vemos, entonces –dije-. Te llamare.
-Claaaro –dijo escéptica-. Agarraras el teléfono solo para ver la hora. Aunque tampoco lo creo –hizo una mueca.
-Ay, ya, adiós, Alice –sonreí y sacudí mi mano, caminando hacia mi Audi.
Subí al auto, dejando mi bolso en el asiento del copiloto. Lo encendí, y cuando iba a arrancar, el teléfono sonó en mi bolso. Fruncí levemente el entrecejo y me incline para sacarlo del bolso. La pantalla decía: Joe.
-Hola, amor –dijo él-. ¿Estás saliendo del trabajo?
-Hola –sonreí-. Y si, salgo ahora.
-Bien -escuche el tamborileo de la batería y el sonido del bajo muy cerca. Despegue la bocina de mi oído un poco. Era muy fuerte.
-Maldita sea, quiero hablar tranquilo aquí, chicos –escuche gritar a Joe-. Nick, deja la maldita batería. Kevin… maldición –mascullo-. Si lo sé, se me olvido. ¿Cuándo te llamó? Demonios.
-Joe –llame, paciente- estoy aquí.
-Oh si, amor, eh, te quería pedir algo –silencio durante unos segundos-. No creo que pueda ir a recoger a Adam a tiempo. ¿Puedes traerlo a casa?
Me tense. La sonrisa que tenia guindando en mis labios desapareció. Un “no” se formo en mis labios, pero no lo pronuncie. En cambio, respire hondo.
-Claro que sí. ¿Por qué no?
-Gracias, ____, eres la mejor –volví a escuchar el sonido de la batería-. Ya lo sé, Nick, deja eso –se quejo-. Tengo que colgar. Tengo ensayo.
-¿Vendrás a casa esta noche? –pregunte, con la esperanza de que dijera que sí.
-Creo que si –silencio-. Tarde, pero me pasare, ¿sí?
-De acuerdo –eso estaría bien-. Te amo.
-Yo igual –colgó.
Deje el teléfono dentro del bolso y este, lo pase al asiento trasero. Puse el auto en marcha. Busque a Adam con la mirada por el estacionamiento hasta que lo encontré rodeado por sus amigos. Eran tres de ellos, incluyéndolo a él; los demás ya se habían ido. Toque la bocina deteniéndome junto a ellos. Sonreí, bajando la ventanilla.
-Hey, Miss Hill –dijo Coby, sonriendo-. El auto esta de lujo.
-Gracias –le sonreí-. Adam, te daré una vuelta a tu casa.
El frunció el ceño, mientras sus compañeros lo miraban con asombro y unas sonrisas maliciosas.
-Eh, no –titubeo-. Joe viene a buscarme. En algún momento.
-No, me llamo. Yo te llevare a casa.
Su ceño se intensifico.
-¿Él la llamo para que me llevara a casa? ¿En serio? –alzo una ceja, incrédulo. Él sabía mucho más que eso. No era un niño.
-Si, ya, vamos –le apure-. Quiero llegar a casa.
Adam, aun dudoso, se despidió de sus amigos y rodeo el auto para subirse al lado del copiloto. Les sonreí a los dos chicos a mi lado y subí la ventanilla, antes de arrancar. Adam mantuvo su mirada al frente, en silencio, pero varias veces lo pille mirando hacia mi dirección. ¿En qué estaría pensando? Me hubiera gustado saberlo, pero él no hablo mucho. Y lo poco que hablo no era nada diferente a lo que últimamente hablaba con todo el mundo. Sobre Joe.
-¿Joe de verdad solo la llamo para que me recogiera? No lo creo.
-Sí, técnicamente no hablamos mucho –sonreí, mirándolo un instante-. Tiene ensayo.
-Y, ¿de verdad no la llamo para nada más?
Adam estaba lleno de curiosidad, note. Suspire.
-¿Por qué? ¿Me harás un interrogatorio?
-No, pero… -titubeo, desviando la mirada-. Quiero saber qué pasa con Joe.
-¿Qué? –me asuste-. ¿Qué pasa con Joe?
-Hace dos días que no se queda en casa de los abuelos –volvió a mirarme-. Viene por las mañanas, cuando yo estoy en la escuela. Y por la noche, no va a casa. Desearía saber porque.
-¿Qué piensas tu? –me puse seria. Él se estaba dando cuenta de algo.
Se hundió de hombros.
-Nada realmente. Solo le doy vuelta a lo que la abuela dice –hizo una mueca con los labios.
-¿Qué dice ella? –fruncí un poco el ceño, fijando mi mirada en la calle y apretando el volante.
Denise. Su nombre rozo mi memoria como acido. Puse los ojos en blanco.
-Que Joe tal vez este con una mujer –chasqueo la lengua-. Una mujer mala para él.
-¿Eso dice?
Él asintió.
-¿Lo crees?
Volvió a asentir.
-Ella es muy celosa con Joe –dijo él-. Según me dijo papá, él es el más consentido de la familia. Al que siempre ella le sonreía y mimaba. Joe es como su sol. Y no le agrada que tenga a alguien más. Papá también me ha dicho que ella nunca quiso a la última novia de Joe.
Yo. Suspire. Si ella pensaba que yo estaba otra vez con Joe… bueno, acertaría. Pero también se enojaría muchísimo. Ella jamás estuvo de acuerdo con nuestra relación. Nunca me quiso como nuera. Me miraba con desprecio, como si yo fuera inferior a ella. Me hervía la sangre verla. Su frialdad podría congelar el mismísimo infierno. Era horrible pasar el tiempo con Denise. Una tortura, en realidad.
-¿Y porque crees que sea? –le pregunte a Adam, dándole la vuelta a la esquina que me dirigía a la casa de esa arpía. Hacía mucho tiempo que no la veía, pero tampoco quería hacerlo.
-Tal vez porque era mala o porque realmente no se merecía a Joe –se encogió de hombros-. Que se yo. Mi abuela es muy extraña.
-Me imagino –murmure.
Me estacione frente a la casa Jonas. Una casota de dos pisos, una piscina y mucho espacio decorado. Una belleza decorada por Denise. Había que admitirlo: tenía buenos gustos.
-Ya llegamos, Adam –le dije, sonriendo.
-Gracias por traerme, Miss Hill –sonrió-. Porque si hubiera sido por Joe, me hubiera quedado en la escuela hasta el otro día.
Me reí.
-Tienes razón. Joe es un poco olvidadizo.
-Si, eso creo –agarro su mochila y abrió la puerta-. Nos vemos. Cuídese.
-Tu igual, Adam –logre decir antes de que cerrara la puerta.
Me quede esperando hasta que vi que Adam estaba sano y salvo dentro de la casa. Entonces arranque. Pero no para mi casa. Le di la vuelta al lugar, buscando la casa de mis padres. Hacia un tiempo que no los visitaba y aprovecharía estar en el vecindario para visitarlos. Estar un rato con ellos no me haría mal. Nada mal.
-¿Estas enojada o algo, conmigo? –aventure.
Ella se encogió de hombros.
-Sabes muy bien que la cosa con Joe es algo entre nosotros dos –comencé-. No quiero que te enojes conmigo por una bobada como esa. Joe no cambiara nada. Lo juro.
-Eso no me preocupa –se detuvo y me miro fijamente. Coloco su dedo índice sobre mi corazón y dijo-: me preocupa lo que puede hacerle otra vez. Me preocupa que te desmorones porque se marche de nuevo –suspiro, apartando la mano-. Joe no tiene un empleo fijo, no tiene horario siquiera. Es un artista. Los artistas no se quedan para siempre en un solo lugar, ____. Ellos… se alejan.
-Alice –dije en una voz que parecía más una súplica-, yo quiero creer que Joe esta vez va enserio. Quiero creer con todo mi corazón que lo que paso hace ocho años fue un error. Solo un error de adolescencia. Joe creció, cambio. Es diferente.
Ella entrecerró los ojos soltando un brusco suspiro.
-Bien. Haz lo que quieras –me dijo poniendo los ojos en blanco-. No te lo impediré –reanudo nuestra marcha; la seguí-. Pero que conste que te lo dije, eh.
Sonreí.
-Si, si, lo que sea –rodé los ojos-. Sabré que hacer con eso.
-Cambiando el tema hacia uno lindo –sonrió pícaramente-. Joe es hermoso físicamente.
Me reí con ganas.
-Es cierto –replico-. Tiene unos músculos fuertes, unos abdominales marcados y un pecho fuerte. Además, tiene un trasero gigante. ¡Qué suertuda eres chica! Ese hombre esta tan rico como un muslo de pollo. ¡Para chuparse los dedos!
Volví a reírme.
-Ay, Alice.
-Y… hoy tampoco saldrás, ¿cierto? -Pregunto, haciendo una mueca-. Joe te tiene prisionera.
-Bueno, si no se pasa por mi casa, tal vez vaya para tu casa un rato –me encogí de hombros-. Si aparece por mi casa, pues… realmente no saldré ni de la cama.
-Me imagino –rió-. Pues, entonces. Iré un rato a John’s Bar y tomare una ronda de tragos. Luego, veré quien me trae a casa. ¡Es viernes! ¡Wuuuuu!
Sacudí la cabeza con una sonrisa.
-Nos vemos, entonces –dije-. Te llamare.
-Claaaro –dijo escéptica-. Agarraras el teléfono solo para ver la hora. Aunque tampoco lo creo –hizo una mueca.
-Ay, ya, adiós, Alice –sonreí y sacudí mi mano, caminando hacia mi Audi.
Subí al auto, dejando mi bolso en el asiento del copiloto. Lo encendí, y cuando iba a arrancar, el teléfono sonó en mi bolso. Fruncí levemente el entrecejo y me incline para sacarlo del bolso. La pantalla decía: Joe.
-Hola, amor –dijo él-. ¿Estás saliendo del trabajo?
-Hola –sonreí-. Y si, salgo ahora.
-Bien -escuche el tamborileo de la batería y el sonido del bajo muy cerca. Despegue la bocina de mi oído un poco. Era muy fuerte.
-Maldita sea, quiero hablar tranquilo aquí, chicos –escuche gritar a Joe-. Nick, deja la maldita batería. Kevin… maldición –mascullo-. Si lo sé, se me olvido. ¿Cuándo te llamó? Demonios.
-Joe –llame, paciente- estoy aquí.
-Oh si, amor, eh, te quería pedir algo –silencio durante unos segundos-. No creo que pueda ir a recoger a Adam a tiempo. ¿Puedes traerlo a casa?
Me tense. La sonrisa que tenia guindando en mis labios desapareció. Un “no” se formo en mis labios, pero no lo pronuncie. En cambio, respire hondo.
-Claro que sí. ¿Por qué no?
-Gracias, ____, eres la mejor –volví a escuchar el sonido de la batería-. Ya lo sé, Nick, deja eso –se quejo-. Tengo que colgar. Tengo ensayo.
-¿Vendrás a casa esta noche? –pregunte, con la esperanza de que dijera que sí.
-Creo que si –silencio-. Tarde, pero me pasare, ¿sí?
-De acuerdo –eso estaría bien-. Te amo.
-Yo igual –colgó.
Deje el teléfono dentro del bolso y este, lo pase al asiento trasero. Puse el auto en marcha. Busque a Adam con la mirada por el estacionamiento hasta que lo encontré rodeado por sus amigos. Eran tres de ellos, incluyéndolo a él; los demás ya se habían ido. Toque la bocina deteniéndome junto a ellos. Sonreí, bajando la ventanilla.
-Hey, Miss Hill –dijo Coby, sonriendo-. El auto esta de lujo.
-Gracias –le sonreí-. Adam, te daré una vuelta a tu casa.
El frunció el ceño, mientras sus compañeros lo miraban con asombro y unas sonrisas maliciosas.
-Eh, no –titubeo-. Joe viene a buscarme. En algún momento.
-No, me llamo. Yo te llevare a casa.
Su ceño se intensifico.
-¿Él la llamo para que me llevara a casa? ¿En serio? –alzo una ceja, incrédulo. Él sabía mucho más que eso. No era un niño.
-Si, ya, vamos –le apure-. Quiero llegar a casa.
Adam, aun dudoso, se despidió de sus amigos y rodeo el auto para subirse al lado del copiloto. Les sonreí a los dos chicos a mi lado y subí la ventanilla, antes de arrancar. Adam mantuvo su mirada al frente, en silencio, pero varias veces lo pille mirando hacia mi dirección. ¿En qué estaría pensando? Me hubiera gustado saberlo, pero él no hablo mucho. Y lo poco que hablo no era nada diferente a lo que últimamente hablaba con todo el mundo. Sobre Joe.
-¿Joe de verdad solo la llamo para que me recogiera? No lo creo.
-Sí, técnicamente no hablamos mucho –sonreí, mirándolo un instante-. Tiene ensayo.
-Y, ¿de verdad no la llamo para nada más?
Adam estaba lleno de curiosidad, note. Suspire.
-¿Por qué? ¿Me harás un interrogatorio?
-No, pero… -titubeo, desviando la mirada-. Quiero saber qué pasa con Joe.
-¿Qué? –me asuste-. ¿Qué pasa con Joe?
-Hace dos días que no se queda en casa de los abuelos –volvió a mirarme-. Viene por las mañanas, cuando yo estoy en la escuela. Y por la noche, no va a casa. Desearía saber porque.
-¿Qué piensas tu? –me puse seria. Él se estaba dando cuenta de algo.
Se hundió de hombros.
-Nada realmente. Solo le doy vuelta a lo que la abuela dice –hizo una mueca con los labios.
-¿Qué dice ella? –fruncí un poco el ceño, fijando mi mirada en la calle y apretando el volante.
Denise. Su nombre rozo mi memoria como acido. Puse los ojos en blanco.
-Que Joe tal vez este con una mujer –chasqueo la lengua-. Una mujer mala para él.
-¿Eso dice?
Él asintió.
-¿Lo crees?
Volvió a asentir.
-Ella es muy celosa con Joe –dijo él-. Según me dijo papá, él es el más consentido de la familia. Al que siempre ella le sonreía y mimaba. Joe es como su sol. Y no le agrada que tenga a alguien más. Papá también me ha dicho que ella nunca quiso a la última novia de Joe.
Yo. Suspire. Si ella pensaba que yo estaba otra vez con Joe… bueno, acertaría. Pero también se enojaría muchísimo. Ella jamás estuvo de acuerdo con nuestra relación. Nunca me quiso como nuera. Me miraba con desprecio, como si yo fuera inferior a ella. Me hervía la sangre verla. Su frialdad podría congelar el mismísimo infierno. Era horrible pasar el tiempo con Denise. Una tortura, en realidad.
-¿Y porque crees que sea? –le pregunte a Adam, dándole la vuelta a la esquina que me dirigía a la casa de esa arpía. Hacía mucho tiempo que no la veía, pero tampoco quería hacerlo.
-Tal vez porque era mala o porque realmente no se merecía a Joe –se encogió de hombros-. Que se yo. Mi abuela es muy extraña.
-Me imagino –murmure.
Me estacione frente a la casa Jonas. Una casota de dos pisos, una piscina y mucho espacio decorado. Una belleza decorada por Denise. Había que admitirlo: tenía buenos gustos.
-Ya llegamos, Adam –le dije, sonriendo.
-Gracias por traerme, Miss Hill –sonrió-. Porque si hubiera sido por Joe, me hubiera quedado en la escuela hasta el otro día.
Me reí.
-Tienes razón. Joe es un poco olvidadizo.
-Si, eso creo –agarro su mochila y abrió la puerta-. Nos vemos. Cuídese.
-Tu igual, Adam –logre decir antes de que cerrara la puerta.
Me quede esperando hasta que vi que Adam estaba sano y salvo dentro de la casa. Entonces arranque. Pero no para mi casa. Le di la vuelta al lugar, buscando la casa de mis padres. Hacia un tiempo que no los visitaba y aprovecharía estar en el vecindario para visitarlos. Estar un rato con ellos no me haría mal. Nada mal.
MaleeJonas
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