Nunca volverás a estar sola otra vez (Niall Horan y Charlotte Fields)

Nombre: Nunca volverás a estar sola otra vez.
Autor: Pauly Horan Styles.
Adaptación: No,...que yo sepa.
Género: Romance.
Advertencias: No
Otras páginas: No.



Sinopsis

Hoy era de esos días en que el sol encendía el cielo y teñía las esponjosas nubes de un rojo vivo. Un atardecer maravilloso, el cual no me lo perdería por nada.
Subí corriendo a la azotea para presenciar una espectacular puesta de sol. Llegue, tome puesto y me senté admirando una de las cosas más hermosas hechas por Dios. Saque mi fiel cámara y capture el momento justo en el que una bandada de palomas blancas volaban alrededor del edificio.
-Si tan solo pudiera detener el tiempo- susurre para mi misma, melancólica. Seguí presenciando aquel acto hasta que el sol se escondió y me dejo en la penumbra y solo con lejanas estrellas de compañía.
No hice nada, no me moví, no suspire como solía hace, ni saque otra fotografía. No me quería levantar, bajar y volver al mundo en el que una persona como yo, no cabe. Me aterra volver y recibir miradas que matan sin causar un mínimo dolor. Me sentía acorralada por la gente que decía quererme y que de la noche a la mañana me olvido, me odio o simplemente dejo de darle importancia si existía una chica llamada Charlotte.
Susy, la chica que decía ser mi hermana perdida, dejo en claro que ser mi amiga era una perdida de tiempo, dos semanas después sufrió un accidente que la dejo inconsciente. Su madre me comentaba que despertó susurrando mi nombre...fui la primera en ir cuando cayo en estado de coma. Llore pegada al sillón que estaba junto a su cama, vivía susurrándole y me mantenía aferrada a su mano, soltarla y dejarla era lo último que quería hacer. Cuando despertó definitivamente pero grito infinidades de insultos dolorosos, me corrieron de inmediato y pidieron por favor que no volviera a verla.
Michael, fue mi mejor amigo desde los seis años, nos juntamos por primera vez en la primaria. Él se mudo a Argentina y perdimos todo contacto. Cuando volvió y me lo encontré se hizo el indiferente pero cuando se perdía de vista me lanzo una mirada de dolor.
Mis padres me corrieron de casa al cumplir los dieciséis, según ellos era la oveja negra y no me querían mantener porque sabían que no sería nadie en esta vida, no querían cargar conmigo el resto de sus días.
La vida me juega malas pasadas, pero siendo yo la dueña de la mía, me declaro culpable de ello.