Aquellas cosas que antes eran normales

Las cosas que tuvieron que pasar

Siempre pensé que las cosas iban a ser más fáciles, vivir por vivir sin atravesar ningún obstáculo, pero me he dado cuenta de que las cosas no son así y hay que vivir por sobrevivir. Todo es como siempre, lo días amanecen y los pájaros cantan por comenzar, viene brisas ligeras que acarician los arboles y todo se vuelve normal, como todos los días. Las nubes están abiertas y dejan paso a la luz, dejando toda la oscuridad atrás y haciendo un precioso atardecer. Al inmediato viene la oscuridad y todo aquello que era imagen desaparece, pero todo es agradable;es precioso ver anochecer, como el Sol baja y se deja en una pequeña línea en el lejano horizonte, donde en esa línea esta la cosa llamada infinito. Hay sentimientos en el que no encontramos palabras, pero hay a veces en que tienes todas las ganas de no seguir hacia delante, quedarte en el mismo punto en el que te has quedado e incluso das los pasos hacia atrás y no sabes a donde ir. Las palabras no te salen y te sientes incapaz de vivir.
Todo esto comienza cuando unos pequeños ojos de un ser humano se abren y su propio cuerpo se despierta a su paso. Desde ese instante todo cambia, se vuelve el cielo gris y todo aquellos procesos de normalidad se alejan y los lleva un pesado aire, dejándolos en la oscuridad, donde nadie más los verá hasta aquel día en el que se sepa todo.
Julia era una chica de lo más normal, se despertaba todos los días y miraba a la ventana en donde se distraía del paisaje del mar. Tenía un gran cuerpo esbelto y una agradable altura, su color de piel era más blanca que las demás chicas pero se sentía orgullosa de como era. Su gran melena castaña oscura le hacía tan distinta a los demás que la caracterizaban por su pelo y, sus grandes ojos pardos hacia brillar todo, poseía un gran color en sus pequeños iris que hasta su intensa mirada intimidaba.
Abrió los ojos una vez más y observó su entorno, se encontraba en su habitación como habitualmente, aunque como ella bien sabía hoy era otro de sus días de enfermedad, ya llevaba así dos meses, todo los días se encontraba enferma, se despertaba sudando y más pálida de lo que era, con ganas de vomitar y estar todo el día en la cama. Se quitó de golpe las sábanas y se sentó en la cama pensativa. Tuvo una pequeña sensación en la oreja y se llevó la mano en ella, a su vez notó como su mano rozaba algo líquido y caliente. De inmediato vio como la mano que antes la tenía limpia, estaba llena de una fina sangre. Del susto dio un grito y bajó a donde se encontraba su madre. Estaba en la cocina como habitualmente, haciendo pasteles y otras cosas nuevas.
Lisa se dio cuenta de que Julia estaba atrás y se molesto en girar.
-Julia...-se llevó la mano a la cabeza, con tono preocupante-¿Qué te has has hecho?
-¡Mamá!-exclamó desesperada-¿tú crees que me he estado pegando puñetazos para que me sangrara?
Las dos se quedaron quietas mirándose una mutuamente sin hablar. Lisa se tranquilizó e intentó respirar hondo para no perder los nervios, pero seguía sin hablar, callada, esperando una buena contestación.
-No te das cuenta de que estoy enferma...-susurró Julia sintiéndose realmente estúpida delante de su propia madre.
-Ya sabes que tienes algo pero estoy segura de que la enfermedad no te ha hecho eso, a veces pasa.
-¿ De verdad piensas eso?-al rato asintió la madre- ¿ De verdad crees que es normal que me levante un día y me encuentre el oído lleno de sangre?- siguió Julia- Porque yo creo que durante mis diecisiete años no me ha pasado nada parecido a esto, y desde que nos mudamos a esta horrible ciudad me pasan estas cosas ¿ Qué explicación das a esto?
-No temas hija, ahora ve arriba y quítate esa sangre de la cara que vas a llegar tarde al instituto.
Julia sin pensarlo más de dos veces subió a su cuarto enfadada por la poco importancia que le ha dado a su madre la situación. Se sentía aún más estúpida que antes, le salieron unas pocas lágrimas de los ojos y pensó por una instante que no varia la pena seguir así, estaba en un mundo en el que no debía estar. Se preparó rápido y se quitó la sangre seca que le quedaba. Se quedó un buen rato parada mirándose la oreja y no vio nunca herida , que supuestamente fuese la causa, pero nada, en aquella oreja no había absolutamente nada.
Todo resultaba muy extraño.

Eh, me has mentido Melan! Esto no fue lo que me enseñaste el otro día, ok, no el principio es MEJOR que lo que me enseñaste el otro día, en serio *-*
"Siempre pensé que las cosas iban a ser más fáciles, vivir por vivir sin atravesar ningún obstáculo, pero me he dado cuenta de que las cosas no son así y hay que vivir por sobrevivir." Esa frase ha sido... B R I L L A N T E
Bua, cuidate, guapa(;

Pensé que un libro debe empezar con algo emocionante y en aquella frase que si lo piensas bien tiene trampa, no todo el mundo sabe de que se está hablando.
Me alegro de que te halla gustado el comienzo y espero que también te guste el resto de la historia.
Un besoo :)

No se paró ni un instante a mirarse más, ella ya se encontraba preparada y sin decir nada a su madre salió de la puerta para ir al instituto. Se fue andando ya que no estaba muy lejos de su casa. Todavía le contaba pensar en lo ocurrido, quería desaparecer de este mundo y no dar más problemas, se sentía vacía por todas partes.
Andaba demasiado rápido y cruzaba sin mirar, se sentía como un fantasma en el que ningún objeto le pudiese derribar.
Ya se encontraba en el instituto y ante la entrada estaban sus amigos, uno de ellos era su amiga Ángela, que estaba sentada atrás, sola. Julia sin pensarlo se dirigió a ella y se sentó de la misma manera, acurrucada con la mochila entre las piernas.
Ángela no se molestó en mirarla pero estaba segura de que las dos estaban de la misma manera.
-Me gustaría entenderte, pero hoy no tengo un buen día para hablar de penas, Ángela.
-No estoy llorando para preocuparte- le contestó de mala gana.
-No hace falta llorar para estar mal, algunas veces no te salen por amargura.
-Ya pero otras veces te salen sin remedio.
-Ahora quiero entenderte.
Las dos concidieron en la mirada y,de los ojos de Ángela empezó a salir aquel sentimiento tan difícil de disimular. Julia le cogió de la mano y la quitó el mechón rubio de su rostro.
-Te va a resultar difícil entenderlo-le advirtió.
-Insisto.
-Es sobre nuestro grupo- le costó pronunciar esas sencillas palabras pero se veía obligada a continuar al ver la cara de duda de Julia-, creo que hay alguien que intenta quitarme del grupo.
Aquel gesto de duda que tenía Julia desapareció y se convirtió en sorpresa, estaba intrigada por saber quien era esa persona que hacía daño a su amiga.
-Pero si todos nos llevamos bien, el único más nuevo es Alex...
-Por eso-le interrumpió sobresalida.
-Ya sabes el porque Alex está en nuestro grupo- le recordó.
-Tenéis un rollo, lo sé.
De repente el timbre sonó y Julia se levantó algo molesta por la contestación de su amiga, aquello le había hecho daño. Pero se quedó mirando a su amiga desde lo alto y no pudo dejar que su amiga pensara en eso.
-No Ángela, somo novios-más decir aquello empezó andar paso ligero hacia el edificio, sola.
Desde lo lejos unas palabras le contestaron.
-Lo siento.
Ángela presintió que alguien se encontraba detrás ella y tuvo la intriga de saber quien era. Se dio la vuelta y se llevó una sorpresa.
-¿Tú qué haces aquí?
-Me llamó la atención tu respuesta-le contestó aquel chico.
-¿Has escuchado la conversación?
-Parte de ella- Ángela se llevó mano a la boca y apartó su mirada de él, avergonzada.
-¿Porqué lo has hecho?-le preguntó suavemente.
-Me llamaba la atención- le dijo simplemente. Los dos empezaron a andar juntos hasta la puerta principal.
-Si se habla de ti normal...-balbuceó intimidada.
Alex asintió y la miró de reojo, se fijo en sus brillantes ojos azules y en la seriedad que tenía aquella chica.
-Quiero preguntarte algo-le dijo Ángela con seriedad. Alex se incorporó y los dos se pararon para mirarse.
-Lo que quieras.
-¿La quieres?-Alex se llevó una gran sorpresa, no se esperaba aquel tipo de pregunta.
-¿Qué...?-tartamudeó. Quería saber a quien se refería, pero aún así quería escuchar otra vez aquellas palabras.
-¿Que si quieres a Julia?-le repitió más alto y claro.
-Yo...¿Porque me preguntas eso?-Julia no le dio una respuesta solo tragó muy fuerte saliva, nerviosa por saber la respuesta.
Alex miró al cielo por un instante y mirando hacia ella dio su respuesta.

Dime que no es verdad

Julia se encontraba en clase de matemáticas, haciendo a escondidas los deberes que ayer no pudo hacer por el fuerte dolor de cabeza. Durante mucho tiempo no ha estado así de concentrada y quería aprovechar este tiempo para hacer el máximo de deberes, los del ayer y también los de hoy. Quería llegar a casa sin ninguna preocupación o deber encima. Quería pasar toda la tarde concentrada como estaba ahora,en vez de intentar hacer lo deberes, estar mirando las curiosas formas de las nubes que están encima del mar. Tendría la sensación de ser libre.Todo aquello la concentraba y la hacia ir más allá de donde estaba.
Echó una sonrisa de felicidad y mientras estaba disfrutando de aquella sensación, se dio cuenta de que tenía una extraña marca en unos de los laterales de su muñeca. Parpadeó varias veces pero seguía ahí, con una forma deforme e insignificante. Todo aquello le recordó estos dos últimos meses y en la poca felicidad que hay. En unas pocas horas le ha pasado cosas realmente fuera de lo normal. Tenía bien claro de que esto último no se lo podía decir a su madre ya que por una cosa menor le había tomado como loca, no quería pensar lo que le podría decir cuando le contase esto.
Hoy es Martes, día uno de octubre, es otoño y todavía no se caen las hojas, todo encaja, hay cosas que no se ven pero sí están.


Lisa se encontraba en casa, en la habitación de Julia, sentada en la cama pensando en su hija, en lo ocurrido, y en lo que puede ocurrir. Esto le ha venido por sorpresa, no sabía que aquello pudiera ser tan fuerte y que le hiciese aquello a su pequeña hija. No sabía exactamente de las consecuencias pero lo que tiene claro es que pronto o temprano se van a tener que mudar otra vez. De repente sonó el teléfono y fue a cogerlo.
Vio que era el número de la clínica médica y lo cogió de inmediato.
-¿Qué le habéis hecho a mi hija?-gritó molesta-¿Porque le pasan estas cosas?
-¿Que le ocurre a Julia?-dijo una voz masculina con un tono suave y calmante.
-¿Qué que le ocurre?-volvió a gritar-Eso lo sabrán ustedes ¿no? vosotros sois los encargados de todo.
-Perdone señora a mi solo me han dicho que llamara para saber que tal estaba Julia, yo no tengo nada que ver con su enfermedad.
-Esto no tiene nada que ver con la enfermedad, no es una enfermedad, joven-Lisa se quedó un momento callada, pensando, en que seguramente aquel pobre joven no le hallan informado de lo que pasó hace diecisiete años-.Por favor me podría pasar con el Sr.Comás-le ordenó Lisa.
-Enseguida se lo pongo.
Tardó un rato hasta que se puso alguien al teléfono, pero Lisa no le importó el tiempo, solo quería respuestas. Al oír al comienzo de una voz se dio cuenta de que era la misma voz suave de aquel chico.
-Señora, el Sr.Comás le atenderá pero hablará con una maquina que no le permitirá escuchar su verdadera voz- Lisa asistió y permitió a escuchar la voz de una maquina pero con la orden del Sr.Comás.
-Acepto.
De inmediato un pitido cortó la línea y se conectó con otra, en la que parecía secreta.
-¿Es usted la madre de Julia?-le preguntó una voz de robot.
-Si yo misma, quiero explicaciones de lo que le ocurre a mi hija.
-Por lo visto no sabemos lo que le ocurre.
-Por eso quiero que me me la hagáis pruebas.
-Ya se lo hicimos en su día ¿no se acuerda?-le contestó con tono amenazante.
-¡Usted es un embustero!-gritó.
-Nosotros dejamos a su hija sana y salva...esto no tiene porque ser de lo que le hicimos hace diecisiete años, Lisa, solo quería que la dejáramos como tú pedistéis, y fue lo que hicimos.
-No me llame por mi nombre Sr.Comás- le advirtió la madre de la chica, muy seriamente-, yo solo sé que esto tiene que ver con lo que pasó, y todo fue culpa suya, quiero saber donde se encuentra vuestro centro científico y, saber donde está lo que le pertenece a mi hija-siguió insistiendo.




-¿Es usted la madre de Julia verdad?-contestó una voz bastante más grave.
-Sí, exacto, cuanto tiempo ¿no?
-¿Todavía se acuerda de mí?
-Usted fue el provocador del problema de ahora ¿cómo me voy a olvidad de aquel tiempo?-dijo frunciendo el ceño.
-Tiene buena memoria-dijo simplemente. Esperó a que la madre siguiera hablando.
-Lo quiero-dijo finalmente la madre.
-¿Tan pronto se ha rendido?
-Yo nunca me rindo, solo quiero lo que me pertenece.
-No es de usted Lisa-le advirtió seriamente, con tono amenazante-,y nunca lo tendrá.
-Eso ya veremos Sr.Comás.
-Nunca has sabido donde ha estado y no creo que ahora lo sepas-Lisa se estaba cabreando porque sabía que lo que él decía era verdad, nunca lo iba a encontrar, la única manera de tener lo que era de Julia es haciendo un trato, pero no quería caer otra vez en las manos de él, como hizo hace diecisiete años-.Encima en estos momentos nos está viniendo muy bien lo que le pasa a Julia, ahora da más energía que durante todo este tiempo.
-¿Hasta que matéis a mi hija!-estalló desesperada, con una sola lágrima en la cara-,y ya no os servirá.
-Si...Lisa, solo la tenemos que tener cerca.
-Nunca la tendréis es vuestras manos- Lisa colgó el teléfono y lo tiró al suelo con brusquedad, provocando la rotura.


Las clases terminaron por hoy, Julia se reunió con sus amigos como solía hacer siempre. Dentro del mogollón estaba Ángela, al lado de Alex pero mirando hacia otra dirección. No quería estar con ella, ni mucho menos cuando llama a una relación rollo. A si que se dirigió junto a Alex y le abrazó con fuerza. Él le devolvió el abrazo pero de inmediato se separó de ella. Los dos se miraron y Julia le señaló la marca extraña que le había salido apenas unas horas. Alex la cogió de la muñeca y se quedó observando aquella forma tan rara y deforme.
-¿Qué te ha pasado?-preguntó mientras iban caminando lentamente hacia su casa.
-No estoy segura...pero te juro que no me lo he hecho yo-afirmó.
-¿Cuánto tiempo llevas con eso?
-Hace unas horas-le contestó pensativa- ¿Por qué lo preguntas?
-Porque es muy raro...ya está curada y todo herida reciente tiene que estar abierta-Julia se llevó una sorpresa aún más fuerte. Y sin poder resistirlo empezó a llorar. Recordó la frase que le dijo antes Ángela "te salen si remedio" y tenía razón.
-Dime que esto no es verdad.
-No...No es real Julia-susurró.