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"Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Por favorrrrrrr siguela, he visto varios comentarios por internet y ahora me deja más intrigada >.< ya se no deberia haberlo hecho pero fue sin querer :lloro:
JoeisMyHero
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Editando capitulos chicas. Estuve de viaje por eso no les pude subir antes, lo siento. Y no hay problema si quieren leer el libro por su cuenta. Al fin y al cabo el libro está en internet por algo:) Yo solo quise subirlos aqui para adaptarlos con Joe y para darlos a conocer, sólo eso:)
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
yeiii esperamos y no te preocupes tu sube cuando puedas aqui te esperamos!!! :P
aranzhitha
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
SIIIIIIII :D No, yo no voy a leer el libro por que me gusta tu adaptación :') y Gracias por tomarte tu tiempo en hacerlo.
JoeisMyHero
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Karely!!!!!
IMPORTANTE:
Yo tengo todo el 3er libro completo y editado. Por si cuando lo subas querés que te pase los capitulos por privado. Eso es todo :D
Espero que la puedas seguir pronto!! :) yo ya los leí pero por las chicas que lo leen aca :D
IMPORTANTE:
Yo tengo todo el 3er libro completo y editado. Por si cuando lo subas querés que te pase los capitulos por privado. Eso es todo :D
Espero que la puedas seguir pronto!! :) yo ya los leí pero por las chicas que lo leen aca :D
Shoffy_DiJoSmi
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Capítulo 22
Todo el color abandona mi cara cuando mi sangre se vuelve hielo y el miedo atraviesa mi cuerpo. Instintivamente me pongo de pie entre ella y Joseph.
—¿Qué es? —murmura Joseph, su voz cautelosa.
Lo ignoro. No puedo creer que Kate esté haciendo esto.
—¡Kate! Esto no tiene nada que ver contigo. —La miro venenosamente, enojo reemplazando mi miedo. ¿Cómo se atreve a hacer esto? Ahora no, hoy no. No en el cumpleaños de Joseph. Sorprendida por mi respuesta, ella me pestañea, amplios ojos verdes.
—_____, ¿qué es? —dice de nuevo Joseph, su tono más amenazante.
—Joseph, ¿podrías solo irte, por favor? —le pido.
—No. Muéstrame. —Sostiene su mano afuera, y sé que no es con quien pelear, su voz es fría y dura. A regañadientes le paso el e-mail.
—¿Qué te ha hecho? —pregunta Kate, ignorando a Joseph. Se ve tan aprensiva. Me sonrojo cuando un millar de imágenes eróticas pasan rápidamente a través de mi mente.
—Eso no es asunto tuyo, Kate. —No puedo quitar la exasperación de mi voz.
—¿De dónde sacaste esto? —pregunta Joseph, su cabeza inclinada a un lado, su rostro sin expresión, pero su voz… tan suavemente amenazante. Kate se sonroja.
—Eso es irrelevante. —Ante su mirada de piedra, ella continúa deprisa—. Estaba en el bolsillo de una chaqueta, la cual asumo era tuya, que encontré detrás de la puerta de la habitación de _____. —Enfrentada con la ambarina mirada ardiente de Joseph, la fuerza de Kate decae, pero parece recuperarse y frunce el ceño.
Es un faro de hostilidad en un ajustado, vestido rojo fuerte. Luce magnífica. ¿Pero por qué demonios estaba revisando mi ropa? Normalmente es al revés.
—¿Le contaste a alguien? —La voz de Joseph es como un guante de seda.
—¡No! Por supuesto que no —suelta Kate ofendida. Joseph asiente y parece relajarse. Se gira hacia la chimenea. Sin una palabra Kate y yo observamos cuando levanta un encendedor de la repisa, le prende fuego al e-mail, y lo suelta, dejándolo florar encendido lentamente hacia la rejilla hasta que no queda nada. El silencio en la habitación es opresivo.
—¿Ni siquiera a Elliot? —pregunto, volviendo mi atención a Kate.
—A nadie —dice Kate rotundamente, y por primera vez se ve confundida y herida—. Solo quería saber que estabas bien, _____ —susurra.
—Estoy bien, Kate. Más que bien. Por favor, Joseph y yo estamos bien, muy bien, estas son historias pasadas. Por favor ignóralo.
—¿Ignorarlo? —dice ella—. ¿Cómo puedo ignorar eso? ¿Qué te ha hecho? —Y sus ojos verdes están tan llenos de preocupación.
—No me ha hecho nada, Kate. Honestamente, estoy bien.
Pestañea.
—¿En serio? —pregunta.
Joseph envuelve un brazo alrededor de mí y me atrae, sin quitar sus ojos de Kate.
—_____ ha aceptado ser mi esposa, Katherine —dice suavemente.
—¡Esposa! —chilla Kate, sus ojos ampliándose con incredulidad.
—Nos vamos a casar. Vamos a anunciar nuestro compromiso esta tarde —dice él.
—¡Oh! —Kate me mira. Está sorprendida—. Te dejo sola por dieciséis días, ¿y ocurre esto? Es muy repentino. Así que ayer, cuando dije… —Ella me mira, pérdida—. ¿Dónde encaja ese e-mail en todo esto?
—No lo hace, Kate. Olvídalo, por favor. Lo amo y él me ama. No hagas esto. No arruines su fiesta y nuestra noche —susurro. Ella pestañea e inesperadamente sus ojos están brillando con lágrimas.
—No. Por supuesto que no lo haré. ¿Estás bien? —Quiere asegurarse.
—Nunca he estado más feliz —susurro. Ella se estira hacia adelante y toma mi mano a pesar del brazo de Joseph envuelto alrededor de mí.
—¿Estas realmente bien? —pregunta esperanzada.
—Sí. —Le sonrío, mi emoción volviendo. Está de nuevo en la posición correcta. Me sonríe, mi felicidad reflejándose en ella. Me alejo del agarre de Joseph, y ella me abraza de pronto.
—Oh, _____, estaba tan preocupada cuando leí esto. No sabía qué pensar. ¿Me lo vas a explicar? —susurra.
—Un día, ahora no.
—Bien. No le diré a nadie. Te amo tanto, ______, como mi propia hermana. Solo pensé… No sabía qué pensar. Lo siento. Si eres feliz, entonces yo soy feliz. —Mira directamente a Joseph y repite su disculpa. Él le asiente, sus ojos glaciales, y su expresión no cambia. Oh mierda, todavía está enojado—. Realmente lo siento. Tienes razón, no es asunto mío —me susurra.
Hay un golpe en la puerta que nos sobresalta a Kate y a mí alejándonos. Grace mira rededor.
—¿Todo bien, cariño? —le pregunta a Joseph.
—Todo está bien, Sra. Jonas —dice Kate inmediatamente.
—Bien, mamá —dice Joseph.
—Bueno. —Grace entra—. Entonces no les importará si le doy a mi hijo un abrazo de cumpleaños. —Nos sonríe a ambas. Lo abraza fuertemente y se funde inmediatamente—. Feliz cumpleaños, cariño —dice suavemente, cerrando sus ojos en su abrazo—. Estoy tan feliz de que sigas con nosotros.
—Mamá, estoy bien. —Baja su sonrisa hacia ella. Ella retrocede, lo mira de cerca, y sonríe.
—Estoy tan feliz por ti —dice ella y acuna su cara.
Él le sonríe, su sonrisa de mil megawatt.
¡Ella sabe! ¿Cuándo le contó?
—Bueno, niños, si han terminado con su tête-à-tête, hay una multitud de gente aquí para ver que realmente estás en una pieza, Joseph, y para desearte un feliz cumpleaños.
—Iré pronto.
Grace nos mira ansiosamente a Kate y a mí y parece tranquilizada por nuestras sonrisas. Me guiña mientras sostiene la puerta abierta para nosotros. Joseph me estira sus manos hacia mí y yo las tomo.
—Joseph, realmente pido disculpas —dice Kate humildemente. La Kate humilde es algo para ser contemplado. Joseph le asiente, y la seguimos hacia afuera.
En el pasillo, miro nerviosamente hacia Joseph.
—¿Tu mamá sabe sobre nosotros?
—Sí.
—Oh. —Y pensar que nuestra tarde pudo haber sido descarriada por la tenaz señorita Kavanagh. Me estremezco con el pensamiento, las ramificaciones del estilo de vida de Joseph reveladas a todos. Santa cielo—. Bueno, ese fue un comienzo interesante para la tarde. —Le sonrío dulcemente. Él baja su mirada hacia mí, y está de vuelta, su mirada divertida. Gracias a Dios.
—Como siempre, señorita Steele, tienes un don para la modestia. —Levanta mis manos hacia sus labios y besa mis nudillos mientras caminamos dentro de la sala de estar a una repentina, espontánea, y ensordecedora ronda de aplausos.
Mierda. ¿Cuánta gente hay aquí?
Analizo rápidamente la habitación: todos los Jonas, Ethan con Mia, Dr. Flynn y su esposa, asumo. Está Mac del bote, un alto, atractivo Afroamericano —recuerdo haberlo visto en la oficina de Joseph la primera vez que vi a Joseph— la amiga putilla de Mia, Lily, dos mujeres que no reconozco para nada, y… Oh no. Mi corazón se hunde. Esa mujer… La señora Robinson.
Gretchen se materializa con una bandeja de champaña. Está en un vestido negro de bajo corte, sin coletas sino un moño alto, sonrojada y moviendo sus pestañas hacia Joseph. El aplauso muere, y Joseph aprieta mi mano mientras todos los ojos se giran expectantes hacia él.
—Gracias a todos. Parece que voy a necesitar una de estas. —Toma dos tragos de la bandeja de Gretchen y le da una pequeña sonrisa. Creo que Gretchen va a extinguirse o desvanecerse. Me pasa una copa a mí.
Joseph levanta su copa al resto de la habitación, e inmediatamente todos se adelantan. Guiando la carga está la malvada mujer de negro. ¿Alguna vez usa otro color?
—Joseph, estaba tan preocupada. —Elena le da un rápido abrazo y le besa ambas mejillas. Él no me deja ir a pesar del hecho de que estoy intentando liberar mi mano.
—Estoy bien, Elena —murmura fríamente Joseph.
—¿Por qué no me llamaste? —Su súplica es desesperada, sus ojos buscando los de él.
—He estado ocupado.
—¿No recibiste mis mensajes?
Joseph se gira incómodamente y me atrae más cerca, poniendo su brazo alrededor de mí. Su cara se mantiene imperturbable mientras observa a Elena. Ella ya no puede ignorarme, así que asiente educadamente en mi dirección.
—______ —arrulla—. Luces encantadora, querida.
—Elena —arrullo de vuelta—. Gracias.
Atrapo la mirada de Grace. Ella frunce el ceño, observándonos a los tres.
—Elena, necesito hacer un anuncio —dice Joseph, mirándola fríamente.
Sus ojos azules claro se nublan.
—Por supuesto. —Finge una sonrisa y retrocede.
—Todos —llama Joseph. Espera por un momento hasta que el murmullo en la habitación muere y todos los ojos están en él una vez más—. Gracias por venir hoy. Tengo que decir que estaba esperando una tranquila reunión familiar, así que esto es una agradable sorpresa. —Mira deliberadamente a Mia, quien sonríe y le hace un pequeño saludo. Joseph sacude su cabeza con exasperación y continúa—. Ros y yo —menciona a la pelirroja mujer de pie junto a una pequeña y chispeante rubia—, tuvimos un encuentro cercano ayer.
Oh, esa es la Ros con la que trabaja. Ella sonríe y levanta su copa hacia él. Él asiente de vuelta.
—Así que estoy especialmente agradecido de estar aquí hoy para compartir con todos ustedes mis muy buenas noticias. Esta hermosa mujer. —Baja la mirada hacia mí—. La señorita _____ Rose Steele, ha aceptado ser mi esposa, y me gustaría que fueran los primeros en saber.
Hay generales jadeos de sorpresa, la extraña ovación, ¡y luego una ronda de aplausos! Jesús, esto está realmente ocurriendo. Creo que estoy del color del vestido de Kate. Joseph sostiene mi barbilla, levanta mis labios a los de él, y me besa rápidamente.
—Pronto serás mía.
—Ya lo soy —susurro.
—Legalmente —me dice y me da una sonrisa perversa.
Lily, que está de pie al lado de Mia, luce alicaída; Gretchen luce como si hubiera comido algo asqueroso y amargo. Miro nerviosamente alrededor de la multitud reunida, y alcanzo a ver a Elena. Su boca está abierta. Está sorprendida, hasta horrorizada, y no puedo evitar un sentimiento pequeño pero intenso de satisfacción al verla estupefacta. ¿Qué rayos está haciendo aquí, de todas formas?
Carrick y Grace interrumpen mis poco caritativos pensamientos, y pronto estoy siendo abrazada y besada y pasada alrededor por todos los Jonas.
—Oh, _____... estoy encantada de que vayas a ser familia —dice efusivamente Grace—. El cambio en Joseph… Él es… feliz. Estoy tan agradecida contigo. —Me sonrojo, avergonzada de su exuberancia pero secretamente encantada también.
—¿Dónde está el anillo? —exclama Mia cuando me abraza.
—Um… —¡Un anillo! Jesús. No había pensado siquiera en un anillo. Levanto nerviosamente la mirada hacia Joseph.
—Vamos a elegir uno juntos. —Joseph la mira fulminantemente.
—¡Oh no me mires así, Jonas! —lo regaña ella, luego envuelve sus brazos en él—. Estoy tan feliz por ti, Joseph —dice. Ella es la única persona que conozco que no es intimidada por la mirada fulminante Jonas. Me tiene temblando… Bueno, definitivamente solía hacerlo—. ¿Cuándo se casarán? ¿Han definido fecha? —Le sonríe radiantemente a Joseph.
Él sacude su cabeza, su exasperación es tangible.
—Ni idea, y no, no lo hemos hecho. _____ y yo necesitamos discutir todo eso —dice irritable.
—Espero que tengas una gran boda… aquí. —Sonríe con entusiasmo, ignorando su tono mordaz.
—Probablemente vamos a volar a Vegas mañana —le gruñe, y él recibe una completa mueca de puchero Mia Jonas. Rodando los ojos, se gira hacia Elliot, quien le da su segundo abrazo de oso en muchos días.
—Bien hecho, hermano. —Golpea la espalda de Joseph.
La respuesta de la habitación es sobrecogedora, y pasan unos pocos minutos antes de que me encuentre de vuelta junto a Joseph con el Dr. Flynn. Elena parece haber desaparecido, y Gretchen está huraña rellenando copas de champaña. Junto al Dr. Flynn hay una atractiva mujer joven con largo, oscuro, casi negro cabello, escote, y unos encantadores ojos avellana.
—Joseph —dice Flynn, estirando su mano. Joseph la sacude con gusto.
—John. Rhian. —Besa a la mujer de cabello oscuro en la mejilla. Ella es pequeña y bonita.
—Un placer que sigas con nosotros, Joseph. Mi vida sería de lo más aburrida —y mísera— sin ti.
Joseph sonríe con suficiencia.
—¡John! —regaña Rhian, para la diversión de Joseph.
—Rhian, esta es _____, mi prometida. _____, esta es la esposa de John.
—Un placer conocer a la mujer que finalmente ha capturado el corazón de Joseph. —Rhian me sonríe amablemente.
—Gracias —murmuro, avergonzada de nuevo.
—Esa fue una googly la que lanzaste allí, Joseph. —El Dr. Flynn sacude su cabeza en divertida incredulidad. Joseph le frunce el ceño.
—John… tú y tus metáforas de cricket. —Rhian rueda los ojos—. Felicitaciones a los dos y feliz cumpleaños, Joseph. Que maravilloso regalo de cumpleaños. —Me sonríe abiertamente.
No tenía idea de que el Dr. Flynn iba a estar aquí, o Elena. Es una sorpresa, y me retuerzo los sesos para ver si tengo algo que preguntarle, pero una fiesta de cumpleaños difícilmente parece el lugar apropiado para una consulta psiquiátrica.
Por algunos minutos, tenemos una pequeña charla. Rhian es un ama de casa con dos niños. Deduzco que ella es la razón para que el Dr. Flynn practique es Estados Unidos.
—Ella está bien, Joseph, respondiendo bien al tratamiento. Otro par de semanas y podremos considerar un programa de pacientes externos. —Las voces del Dr. Flynn y Joseph son bajas, pero no puedo evitar escuchar de manera maleducada desconcentrando a Rhian
—Así que todo es juego y pañales en este momento…
—Eso debe ocupar tu tiempo. —Me ruborizo, volviendo de nuevo mi atención a Rhian, quien ríe dulcemente. Sé que Joseph y Flynn discuten sobre Leila.
—Pregúntale algo por mí —murmura Joseph.
—¿Entonces qué haces, Steele?
—_____. Por favor. Trabajo en publicidad.
Joseph y el Dr. Flynn bajan aún más sus voces; es tan frustrante. Pero se detienen cuando se nos unen dos mujeres que no había reconocido más temprano, Ros y la rubia llena de vida que Joseph presenta como su pareja, Gwen.
Ros es encantadora, y pronto descubro que viven casi en frente del Escala. Ella está llena de elogios hacia las habilidades de pilotaje de Joseph. Fue su primera vez en el Charlie Tango, y dice que no dudaría en hacerlo de nuevo. Es una de las pocas mujeres que he conocido que no está aturdida por él… bueno la razón es obvia. Gwen es risueña y con un irónico sentido del humor, y Joseph parece extraordinariamente a gusto con las dos. Las conoce bien. No hablan sobre trabajo, pero puedo ver que Ros es una mujer inteligente que fácilmente puede mantenerse a su nivel. También tiene una risa grande, gutural y de fumadora.
Grace interrumpe nuestra relajada conversación para informarle a todo el mundo que la cena ha sido servida al estilo buffet en la cocina Jonas. Lentamente los invitados se dirigen hacia la parte de atrás de la casa. Mia me agarra en el pasillo en su vestido de color rosa pálido y sus tacones asesinos, se eleva sobre mi como un hada de cuento de navidad. Está sosteniendo dos vasos de cocteles.
—_____ —sisea conspirativamente. Alzó la mirada a Joseph, me suelta con una mirada de buena suerte encuentro difícil lidiar con ella, y entro al comedor con ella—. Aquí —dice con picardía—, éste es uno de los Martini de limón especiales de mi padre… mucho mejor que la champaña. —Me ofrece un vaso y observa ansiosamente mientras tomo un tentativo sorbo.
—Mmm… delicioso. Pero fuerte. —¿Qué quiere? ¿Está tratando de embriagarme?
—_____ necesito un concejo. Y no puedo preguntarle a Lily… ella es tan prejuicios sobre todo. —Mia pone sus ojos en blanco y luego me sonríe—. Está tan celosa de ti. Creo que esperaba que un día ella y Joseph pudieran estar juntos. —Mia se echa a reír ante la absurdez y yo me acobardo en el interior.
Esto es algo contra lo que tendré que luchar en el futuro… otras mujeres deseando a mi hombre. Alejo la molesta idea lejos de mi cabeza y me distraigo con el problema en mi mano, tomo otro sorbo de mi Martini.
—Trataré y ayudaré. Dispara.
—Como sabrás, Ethan y yo nos conocimos recientemente, gracias a ti. —Me sonríe—. _____... él no quiere salir conmigo. —Hace un mohín.
—Oh. —Parpadeo hacia ella, perpleja, y pienso: Quizás no está loco por ti.
—Mira, eso sonó muy mal. Él no quiere salir porque su hermana está saliendo con mi hermano. Sabes… piensa que es todo algo incestuoso. Pero sé que le gusto. ¿Qué puedo hacer?
—Oh ya veo —murmuro, tratando de hacerme algo de tiempo, ¿qué puedo decir?—. ¿Estarías de acuerdo en ser amigos y darle algo de tiempo? Digo acaban de conocerse.
Inclina la ceja y me ruborizo.
—Mira, sé que acabo de conocer a Joseph pero… —Frunzo el ceño hacia ella insegura de lo que voy a decir—. Mia, esto es algo en lo que tú y Ethan tienen que trabajar juntos. Yo trataría una ruta de la amistad.
Mia sonríe.
—Has aprendido esa mirada de Joseph.
Me ruborizo.
—Si quieres concejo, pregúntale a Kate. Puede tener alguna percepción de cómo se siente su hermano.
—¿Tú crees? —pregunta Mia.
—Sí. —Sonrió alentadoramente.
—Genial, gracias _____. —Me da otro abrazo y huye emocionada —impresionantemente, dado sus altos tacones— hacia la puerta, si duda de molestar a Kate. Tomo otro sorbo de mi Martini, y estoy a punto de seguirla cuando me detengo en seco.
Elena se desliza al interior del cuarto, su rostro tenso, sombrío, enojada determinación. Cierra la puerta tranquilamente después de entrar y me frunce el ceño. Oh mierda.
—______ —se burla.
Invoco todo mi autodominio, un poco borroso debido a las dos copas de champaña y el coctel letal que sostengo en mi mano. Creo que la sangre se ha drenado de mi rostro, pero reúno tanto a mi subconsciente como a mi diosa interna para parecer tan calmada e imperturbable como me sea posible.
—Elena. —Mi voz es pequeña, pero estable… a pesar de mi boca seca. ¿Por qué esta mujer me asusta tanto? ¿Y qué quiere ahora?
—Te ofrecería mis muy sentidas felicitaciones, pero creo que eso sería inapropiado. —Sus penetrantes y fríos ojos azules miran glacialmente a mi interior, llenos de odio.
—Yo tampoco necesito ni quiero tus felicitaciones, Elena. Estoy sorprendida y decepcionada de verte aquí.
Ella alza una ceja. Creo que está impresionada.
—No habría pensado en ti como una digna adversaria, _____. Pero me sorprendes con cada movimiento.
—Yo no he pensado para nada en ti —miento, con frialdad. Joseph estaría orgulloso—. Ahora si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo contigo.
—No tan rápido, señorita —sisea, apoyándose contra la puerta, bloqueándola efectivamente—. ¿Qué demonios crees que haces, consintiendo en casarte con Joseph? Si piensas por un minuto que puedes hacerlo feliz, estás muy equivocada.
—Lo que esté aceptando hacer con Joseph no es de tu interés. —Sonrió con una sarcástica dulzura. Ella me ignora.
—Él tiene necesidades, necesidades que tú posiblemente no puedes empezar a satisfacer —se regodea.
—¿Qué sabes de sus necesidades? —gruño. Mi sentido de la indignación entra en erupción brillantemente, quemando en mi interior mientras la adrenalina surge a través de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve está maldita zorra a sermonearme?—. No eres más que una enferma abusadora de niños, y si fuera por mí. Te lanzaría al séptimo círculo del infierno y me alejaría sonriendo. Ahora fuera de mi camino… ¿O tengo que quitarte?
—Estás cometiendo un gran error aquí, señorita. —Mueve un largo, delgado, y finamente manicurado dedo hacia mí—. ¿Cómo te atreves a juzgar nuestro estilo de vida? No sabes nada, y no sabes en qué te estás metiendo. Y si crees que va a estar feliz con una pequeña ratonil interesada como tú…
¡Es todo! Tiro el resto de mi Martini de limón en su rostro.
—¡No te atrevas a decirme en que meterme! —Le grito—. ¿Cuándo aprenderás? No es tu maldito problema.
Me mira boquiabierta, golpeada por el horror, limpiando la pegajosa bebida de su rostro. Creo e está apunto de embestirme, pero de repente es lanzada hacia adelante cuando la puerta se abre. Christian está en la entrada. Le toma un nanosegundo evaluar la situación, yo pálida y temblando, ella empapada y muy furiosa. Su hermoso rostro se contorsiona y se oscurece por la ira mientras viene a pararse entre nosotras.
—¿Qué mierdas estás haciendo Elena? —dice, su voz glacial y mezclada con amenaza.
Ella parpadea hacia él.
—Ella no está bien para ti, Joseph —susurra.
—¿Qué? —grita, sorprendiéndonos a ambas. No puedo ver su rostro pero todo su cuerpo se ha tensado e irradia animosidad—. ¿Cómo mierdas sabes lo que está bien para mí?
—Tienes necesidades, Joseph —dice su voz se suaviza.
—Te lo he dicho antes, esto no es tu jodido asunto —ruge. Oh mierda, el muy enojado Joseph ha levantado su no fea cabeza. La gente va a escuchar—. ¿De qué se trata? —Se detiene, mirándola—. ¿Crees que eres tú? ¿Tú? ¿Crees que eres la correcta para mí? —Su voz es más suave, pero gotea desprecio, y de repente no quiero estar aquí. No quiero ser testigo de este encuentro íntimo, soy una intrusa. Estoy atascada… mis miembros no están dispuestos a moverse.
Elena traga y parece ponerse en posición vertical. Su postura cambia sutilmente, luce más dominante, y da un paso hacia él.
—Fui la mejor cosa que te ha pasado —sisea arrogantemente hacia él—. Mírate. Uno de los más ricos y exitosos empresarios en Estados Unidos —controlado, impulsado— no necesitas nada. Eres el maestro de tu universo.
Joseph da un paso hacia atrás como si hubiera sido golpeado, y abre la boca sin poder creerlo, indignado.
—Lo amabas, Joseph, no trates de engañarte a ti mismo. Estabas en el camino de la autodestrucción y te salvé de eso, te salvé de vivir tras las rejas. Créeme, cariño, ahí es donde habrías terminado. Te enseñé todo lo que sabes, todo lo que necesitas.
Joseph palidece, mirándola con horror. Cuando habla, su voz es baja e incrédula.
—Me enseñaste como follar, Elena. Pero eso es vacío, como tú. No es de extrañar que Linc se fuera.
La bilis sale por mi boca. No debería estar aquí. Pero estoy congelada en mi lugar, morbosamente fascinada mientras se destripan el uno al otro.
—Nunca me tomaste —susurra Joseph—. Nunca dijiste que me amabas.
Ella entrecierra sus ojos.
—El amor es para tontos, Joseph.
—Fuera de mi casa. —La implacable y furiosa voz de Grace nos sobresalta. Tres cabezas se giran hacia donde Grace está de pie en el umbral del cuarto. Está mirando a Elena, que palidece bajo su bronceado St. Tropez.
El tiempo parece suspendido mientras colectivamente tomamos una respiración profunda, y Grace se desplaza hacia el salón. Sus ojos ardiendo por la furia, nunca abandonan a Elena, hasta que está en frente de ella. Los ojos de Elena se abren alarmados, y Grace la golpea con fuerza en el rostro, el sonido del impacto resuena en las paredes del comedor.
—Saca tus sucias garras de mi hijo, zorra, y sal de mi casa, ahora —sisea a través de sus apretados dientes.
Elena agarra sus enrojecidas mejillas y mira con horror por un instante, conmocionada y parpadeando hacia Grace. Luego se apresura a salir del cuarto, sin molestarse en cerrar la puerta. Grace se gira para enfrentar a Joseph y un tenso silencio se instala como una delgada manta sobre nosotros mientras Joseph y Grace se miran fijamente. Después de un segundo, Grace habla.
—_____, antes de entregártelo, ¿me darías un minuto o dos a solas con mi hijo? —Su voz es tranquila, ronca, pero, oh, tan fuerte.
—Por supuesto —susurro, y salgo tan calmada como puedo, mirando ansiosamente sobre mi hombro. Pero ninguno de ellos me mira mientras me voy. Siguen mirándose el uno al otro, su comunicación tacita fuertemente alta.
En el pasillo, estoy momentáneamente perdida. Mi corazón late y mi sangre se desplaza por mi venas… me siento presa del pánico en mi interior. Joder, eso fue fuerte y ahora Grace lo sabe. Mierda. No puedo pensar en lo que le va a decir a Joseph, y sé que está mal, lo sé, pero me recuesto contra la puerta tratando de escuchar.
—¿Cuánto, Joseph? —La voz de Grace es suave, difícilmente le escucho.
No puedo oír su respuesta.
—¿Qué edad tenías? —Su voz es más insistente—. Dime. ¿Qué edad tenías cuando todo esto empezó? —De nuevo no puedo escuchar a Joseph.
—¿Todo bien _____? —Ros me interrumpe.
—Sí, bien. Gracias… yo.
Ros sonríe.
—Voy a buscar mi bolso. Necesito un cigarrillo.
Por un breve instante contemplo unírmele.
—Voy al baño. —Necesito reunir mi astucia y mis ideas, para procesar lo que he visto y escuchado. Escaleras arriba parece el lugar más seguro para estar sola. Veo a Ros pasear por el salón, subo dos escaleras a la vez hacia el segundo piso, luego al tercero. Sólo hay un lugar en el que quiero estar.
Abro la puerta del cuarto de Joseph y la cierro tras entrar, engullo un gran aliento. Dirigiéndome a su cama, me dejo caer en ella mirando hacia el blanco techo. Santo cielo. Esto tiene que ser, sin duda, uno de los enfrentamientos más terribles que he tenido que soportar, y ahora me siento entumecida, mi prometido y su ex amante, ninguna aspirante a novia debería ver eso. Habiendo dicho eso, parte de mi está agradecida de que me haya revelado su verdadero yo, y que pude estar ahí para dar testimonio.
Mis pensamientos regresan a Grace. Pobre Grace, escuchar todo eso. Agarro una de las almohadas de Joseph. Habrá escuchado que Joseph y Elena tenían un romance, pero no de la naturaleza de ese. Gracias a los cielos. Gimo. ¿Qué estoy haciendo? Quizás la malvada bruja tenga un punto.
No, me rehúso a creer eso. Ella es tan fría y cruel. Agito mi cabeza. Ella está equivocada. Yo estoy bien para Joseph. Soy lo que él necesita. Y en un momento de aturdidora claridad. No cuestiono cómo ha vivido su vida hasta hace poco, sino por qué. Sus razones para hacer lo que ha hecho a incontables chicas, ni siquiera quiero saber cuántas. El cómo esto está mal. Todas eran adultas. Todas estaban en —¿cómo lo planteo Flynn?— relaciones sanas, seguras y consensuadas. Ese es el por qué. El por qué estaba mal. El por qué era de su lugar oscuro.
Cierro mis ojos y pongo mi brazo sobre ellos. Pero él ha dejado eso atrás, ha seguido adelante, y ambos estamos en la luz. Estoy deslumbrado por él y él por mí. Podemos guiarnos. Una idea se me ocurre. ¡Mierda! Una roída e insidiosa idea y estoy en el lugar donde puedo acostar este fantasma para que descanse. Me siento sobre la cama. Sí, debo hacerlo.
Temblando me pongo de pie, me quito los zapatos, camino hacia su escritorio, examino el tablón encima de él. Las fotos de Joseph joven están todavía allí, más conmovedoras que nunca cuando pienso en el espectáculo que acabo de presenciar entre él y la señora Robinson. Y allí en la esquina está la pequeña foto en blanco y negro, de su madre, la perra drogadicta.
Enciendo la lámpara del escritorio y enfoco la luz sobre su foto. Ni siquiera sé su nombre. Ella se parece tanto a él, pero más joven, más triste y todo lo que siento, mirando su rostro doloroso, es compasión. Trato de ver las semejanzas entre su rostro y el mío. Me acerco al cuadro, poniéndome realmente, realmente cerca y no veo ninguna. Excepto tal vez nuestro cabello, pero pienso que el suyo es más claro que el mío. No me parezco a ella en absoluto. Esto es un alivio.
Mi subconsciente me chasquea la lengua, con los brazos cruzados, mirando por encima de sus lentes de media luna. ¿Por qué te torturas? Tú has dicho sí. Tú has hecho su cama. Le frunzo mis labios. Sí lo he hecho, con mucho gusto también. Quiero acostarme en aquella cama con Joseph por el resto de mi vida. Mi Diosa interior, se sienta en posición de loto, ríe serenamente. Sí. He tomado la decisión correcta.
Debo encontrarlo, Joseph estará preocupado. No tengo ni idea de cuánto tiempo he estado en su habitación; él pensará que he escapado. Ruedo mis ojos mientras contemplo su reacción exagerada. Espero que él y Grace hayan terminado. Me estremezco al pensar que más podría haberle dicho ella.
Encuentro a Joseph cuando sube la escalera hacia el segundo piso, buscándome. Su rostro está tenso y cansado, no el despreocupado. Cincuenta con el que llegué. Cuando estoy de pie en el descanso, se queda en el escalón superior de la escalera de modo que nosotros estamos cara a cara.
—Hola —dice cautelosamente.
—Hola —contesto con cautela.
—Estaba preocupado…
—Lo sé —lo interrumpo—. Lo siento, no podía enfrentar las festividades. Solo tenía que alejarme, tú sabes. Para pensar.
Levantando mi mano, acaricio su rostro. Él cierra sus ojos y apoya su cara en mi mano.
—¿Y pensaste qué harías eso en mi habitación?
—Sí.
Él alcanza mi mano y me atrae en un abrazo voy con mucho gusto a sus brazos, mi lugar favorito en el mundo entero. Él huele a ropa recién lavada, jabón para el cuerpo y a Joseph, el aroma más relajante y excitante del planeta. Él inhala mi cabello.
—Siento que tuvieras que aguantar todo esto.
—Esto no es tu culpa, Joseph. ¿Por qué ella estaba aquí? —Él me mira fijamente, y curva su boca excusándose.
—Ella es amiga de la familia.
Trato de no reaccionar.
—Ya no más. ¿Cómo está tu mamá?
—Mamá está jodidamente molesta conmigo ahora mismo. Estoy realmente contento de que tú estés aquí y que estemos en medio de la fiesta. De otra manera podría ser mi última respiración.
—¿Tan mal, huh? —Él asiente, sus ojos serios y siento su aturdimiento en su reacción—. ¿Puedes culparla? —Mi voz es tranquila, persuasiva.
Él me abraza fuerte y parece desconcertado, procesando sus pensamientos. Finalmente él contesta:
—No.
¡Wow! Un gran avance.
—¿Podemos sentarnos? —pregunto.
—Seguro. ¿Aquí? —Asiento y nos sentamos en lo alto de la escalera.
—¿Entonces, cómo te sientes? —pregunto, con inquietud agarrando su mano y mirando fijamente a su triste y serio rostro.
Él suspira.
—Me siento liberado. —Él se encoge de hombros, luego sonríe, una gloriosa y despreocupada sonrisa de Joseph, el cansancio y la tensión presentes hace un momento han desaparecido.
—¿De verdad? —Sonrió de regreso. ¡Wow! Podría arrastrarme sobre vidrios rotos por esa sonrisa.
—Nuestra relación de negocios está terminada. Hecho.
Lo miro con el ceño fruncido.
—¿Liquidarás el negocio del salón?
Él resopla.
—No soy vengativo, _____ —me increpa—. No. Se lo voy a regalar a ella. Hablaré con mi abogado el lunes. Le debo mucho.
Arqueo una ceja a él.
—¿No más Sra. Robinson? —Su boca se tuerce en diversión y sacude su cabeza.
—Se fue.
Sonrió abiertamente.
—Lo siento, perdiste una amiga.
Se encoge de hombros entonces sonríe maliciosamente.
—¿De verdad lo sientes?
—No —confieso, sonrojada.
—Ven. —Él está de pie y me ofrece su mano—. Vamos a unirnos a la fiesta en nuestro honor. Aún podría emborracharme.
—¿Te emborrachas? —pregunto mientras tomo su mano.
—No desde que era un adolescente salvaje. —Caminamos escaleras abajo.
—¿Has comido? —pregunta.
Oh mierda.
—No.
—Bueno tú deberías. Por la apariencia y el olor de Elena, fue uno de los cócteles mortales de mi padre el que lanzaste sobre ella. —Me mira fijamente, intentando y fallando en mantener la diversión en su rostro.
—Joseph, yo…
Él levanta su mano.
—No discutas, _____. Si vas a beber —y lanzar alcohol sobre mis ex— necesitas comer. Es la regla número uno. Creo que ya hemos tenido esta discusión después de nuestra primera noche juntos.
—Oh sí. El Heathman.
De vuelta en el vestíbulo, hace una pausa para acariciar mi rostro, sus dedos rozando mi mandíbula.
—Estuve sin poder dormir durante horas y te miré dormir —murmura él—. Te podría haber amado incluso entonces.
Oh.
Se inclina hacia abajo y me besa suavemente y me derrito por todas partes, toda la tensión de la última hora o así rezuman lánguidamente de mi cuerpo.
—Come —él susurra.
—Está bien —consiento porque ahora mismo probablemente haría cualquier cosa por él. Tomando mi mano, él me conduce hacia la cocina donde la fiesta está en pleno apogeo.
—Buenas noches, John, Rhian.
—Felicitaciones otra vez, _____. Ustedes dos estarán muy bien. —El Dr. Flynn nos sonríe amablemente, de pie, tomados del brazo en el pasillo mientras él y Rhian se despiden.
—Buenas noches.
Joseph cierra la puerta y sacude su cabeza. Él me mira fijamente, sus ojos de repente brillantes con entusiasmo.
¿Qué es esto?
—Sólo queda mi familia. Creo que mi madre ha bebido demasiado. —Grace está cantando karaoke en una consola de juego en la sala familiar. Kate y Mia están compitiendo con ella.
—¿La culpas? —Le sonrió con satisfacción, tratando de mantener la atmósfera ligera entre nosotros. Tengo éxito.
—¿Estás sonriéndome, señorita Steele?
—Lo estoy.
—Ha sido un gran día.
—Joseph, recientemente, cada día contigo ha sido un buen día. —Mi voz es sardónica.
Él sacude su cabeza.
—Punto bien hecho, señorita Steele. Ven quiero mostrarte algo. —Tomando mi mano, me conduce por la casa a la cocina donde Carrick, Ethan y Elliot están hablando de Marineros, bebiendo el último de los cócteles y comiendo las sobras.
—¿Salen a dar un paseo? —Elliot se burla sugestivamente mientras hacemos nuestro camino por las puertas francesas. Joseph lo ignora. Carrick mira con el ceño fruncido a Elliot, sacudiendo su cabeza en un reproche silencioso.
A medida que hacemos nuestro camino por las escaleras hasta el jardín, me quito los zapatos. La media luna brilla intensamente sobre la bahía. Está brillante, echando todo en la miríada de sombras de color gris, mientras las luces de Seattle centellean dulcemente en la distancia. Las luces del cobertizo para botes están encendidas, un faro que brilla suavemente en la fría luz de la luna.
—Joseph, me gustaría ir a la iglesia mañana.
—¿Ah?
—Recé para que regresaras vivo y lo hiciste. Es lo menos que podría hacer.
—Bien.
Vagamos de la mano en un relajado silencio durante unos momentos. Entonces algo se me ocurre.
—¿Dónde vas a poner las fotos que José me tomó?
—Pensé que nosotros podríamos ponerlas en la nueva casa.
—¿La compraste?
Se detiene a mirarme fijamente, su voz llena de preocupación.
—Sí. Pensé que te gustaría.
—Me gusta. ¿Cuándo la compraste?
—Ayer por la mañana. Ahora necesitamos decidir qué hacer con ella —murmura él, aliviado.
—No la derribes. Por favor. Esta es una casa tan encantadora. Sólo necesita algo de cariño y atención.
Joseph me mira y sonríe.
—Bien. Hablaré con Elliot. Él conoce a un buen arquitecto; ella hizo algunos trabajos en mi casa en Aspen. Puede hacer la remodelación.
Resoplo, recordando de repente la última vez que cruzamos el césped bajo la luz de la luna hacia el cobertizo para botes. Ah, quizás esto es lo que vamos a hacer ahora. Sonrió.
—¿Qué?
—Recuerdo la última vez que me llevaste al cobertizo para botes.
Joseph ríe relajadamente.
—Ah, eso fue divertido. De hecho… —Él se detiene repentinamente y me lleva sobre su hombro y chillo, aunque no tengamos que ir muy lejos.
—Tú estabas realmente enfadado, si recuerdo correctamente —jadeo.
—_____, siempre estoy realmente enfadado.
—No, tú no lo estás.
Él aplasta mi trasero mientras se detiene afuera de la puerta de madera. Me desliza bajo su cuerpo hasta el suelo y toma mi cabeza en sus manos.
—No, nunca más. —Inclinándose, me besa con fuerza. Cuando se retira, estoy sin aliento y el deseo corre alrededor de mi cuerpo. Me mira fijamente y en el resplandor de un rayo de luz que viene desde el interior del cobertizo para botes, puedo ver que está ansioso. Mi hombre ansioso, no un caballero blanco ni un caballero oscuro, sino un hombre… un hermoso-hombre-no-demasiado-jodido-a quien amo. Lo alcanzo y acaricio su rostro, mis dedos corriendo a través de sus patillas y a lo largo de su mandíbula hasta su barbilla, luego dejo a mi índice tocar sus labios. Él se relaja—. Tengo algo aquí para mostrarte —murmura él y abre la puerta.
La luz intensa de los fluorescentes ilumina la impresionante lancha de motor en el muelle, flotando suavemente sobre las oscuras aguas. Hay un bote de remos al lado.
—Ven. —Joseph toma mi mano y me conduce encima de la escalera de madera. Abriendo la puerta en lo alto, se aparta para dejarme entrar. Mi boca se cae al piso. El ático está irreconocible. La habitación está llena de flores… hay flores por todas partes. Alguien ha creado una pérgola mágica de flores de prado hermosas, salvajes mezcladas con el encendido de bombillas de colores y linternas en miniatura dando un resplandor suave y pálido alrededor de la habitación.
Mi rostro gira rápidamente alrededor para encontrar el suyo y él me mira fijamente, su expresión ilegible. Se encoge de hombros.
—Tú querías corazones y flores —murmura. Parpadeo ante él, no creyendo exactamente lo que estoy viendo—. Tú tienes mi corazón. —Él hace un ademán hacia la habitación.
—Y aquí están las flores —susurro, completando su oración—. Joseph, esto es hermoso. —No puedo pensar qué más decir. Mi corazón está en mi boca mientras las lágrimas pinchan mis ojos.
Tirando de mi mano, me arrastra dentro de la habitación y antes de darme cuenta, se hinca en una rodilla delante de mí. Santo infierno… ¡No esperaba esto! Dejo de respirar. Del interior del bolsillo de su chaqueta extrae un anillo y me mira, sus ojos ambarinos brillantes y salvajes, llenos de emoción.
—_____ Steele. Te amo. Quiero amarte, quererte y protegerte por el resto de mi vida. Sé mía. Siempre. Comparte mi vida conmigo. Cásate conmigo.
Parpadeo hacia él mientras mis lágrimas caen. Mi Cincuenta, mi hombre. También lo amo y todo lo que puedo decir mientras la ola gigante de emociones me golpea es:
—Sí.
Él sonríe abiertamente, aliviado y suavemente desliza el anillo en mi dedo. Es hermoso, un diamante oval en un anillo de platino. Por Dios, es grande… grande pero, ah-tan simple y sorprendente en su simplicidad.
—Oh, Joseph —sollozo, de repente abrumada con la alegría y me uno a él sobre mis rodillas, mis dedos cerrándose en su cabello mientras lo beso, lo beso con todo mi corazón y alma. Beso a este hombre hermoso, que me ama como yo lo amo; y entonces él envuelve sus brazos a mí alrededor, sus manos se mueven sobre mi cabello, su boca sobre la mía. Sé dentro de mí que siempre seré suya y él siempre será mío. Juntos hemos llegado tan lejos, tenemos mucho camino por recorrer, pero estamos hechos el uno para el otro. Estamos destinados a estar juntos.
La colilla del cigarrillo brilla intensamente en la oscuridad mientras él toma una profunda calada. Sopla el humo en una larga exhalación, terminando con dos anillos de humo que se disuelven delante de él, pálido y fantasmal a la luz de la luna. Se mueve en su asiento, aburrido y toma un rápido trago de Borbón barato de una botella envuelta en papel marrón en mal estado antes de apoyarla de nuevo entre sus muslos.
No puede creer que todavía esté sobre la pista. Su boca se tuerce en una sardónica mueca. El helicóptero había sido un movimiento imprudente y audaz. Una de las cosas más estimulantes que alguna vez había hecho en su vida. Pero en vano. Rueda sus ojos irónicamente. ¿Quién habría pensado que el hijo-de-perra podría en realidad volar al cabrón?
Resopla.
Ellos lo han subestimado. Si Jonas pensó por un minuto que él iría a gimotear silenciosamente en la oscuridad, ese estúpido no sabe una mierda.
Había sido lo mismo toda su vida. La gente constantemente lo subestimaba, tan solo un hombre que lee libros. ¡Joder! Un hombre con una memoria fotográfica que lee libros. Ah, las cosas que aprendió, las cosas que sabe. Bufa otra vez, sí, sobre ti, Jonas. Las cosas que sé sobre ti.
No está mal para un chico de los suburbios de Detroit. No está mal para un chico que se ganó una beca para Princeton. No está mal para un chico que se rompió el culo para pagar sus estudios y entrar en la industria editorial.
Y ahora todo está jodido, jodido a causa de Jonas y su pequeña perra. Él frunce el ceño a la casa como si esta representara todo lo que desprecia. Pero nada está sucediendo. El único drama había sido la atractiva, y voluptuosa rubia vestida de negro, sacudiéndose a lágrima viva por el camino de entrada antes de subirse en un Mercedes blanco y largarse a la mierda.
Él ríe taciturno, luego se estremece. ¡Mierda! Sus costillas. Todavía adolorido por las rápidas patadas que el secuaz de Jonas le había dado. Repite la escena en su mente. Tú imbécil si tocas a la Srta. Steele de nuevo, realmente te mataré.
Ese hijo de puta conseguirá su merecido, también. Sí, él obtendrá lo que viene para él.
Se recuesta en su asiento. Parece que esta va a ser una larga noche. Se quedará, mirará y esperará. Toma otra calada de su Marlboro rojo. Su oportunidad vendrá. Su oportunidad vendrá pronto.
—¿Qué es? —murmura Joseph, su voz cautelosa.
Lo ignoro. No puedo creer que Kate esté haciendo esto.
—¡Kate! Esto no tiene nada que ver contigo. —La miro venenosamente, enojo reemplazando mi miedo. ¿Cómo se atreve a hacer esto? Ahora no, hoy no. No en el cumpleaños de Joseph. Sorprendida por mi respuesta, ella me pestañea, amplios ojos verdes.
—_____, ¿qué es? —dice de nuevo Joseph, su tono más amenazante.
—Joseph, ¿podrías solo irte, por favor? —le pido.
—No. Muéstrame. —Sostiene su mano afuera, y sé que no es con quien pelear, su voz es fría y dura. A regañadientes le paso el e-mail.
—¿Qué te ha hecho? —pregunta Kate, ignorando a Joseph. Se ve tan aprensiva. Me sonrojo cuando un millar de imágenes eróticas pasan rápidamente a través de mi mente.
—Eso no es asunto tuyo, Kate. —No puedo quitar la exasperación de mi voz.
—¿De dónde sacaste esto? —pregunta Joseph, su cabeza inclinada a un lado, su rostro sin expresión, pero su voz… tan suavemente amenazante. Kate se sonroja.
—Eso es irrelevante. —Ante su mirada de piedra, ella continúa deprisa—. Estaba en el bolsillo de una chaqueta, la cual asumo era tuya, que encontré detrás de la puerta de la habitación de _____. —Enfrentada con la ambarina mirada ardiente de Joseph, la fuerza de Kate decae, pero parece recuperarse y frunce el ceño.
Es un faro de hostilidad en un ajustado, vestido rojo fuerte. Luce magnífica. ¿Pero por qué demonios estaba revisando mi ropa? Normalmente es al revés.
—¿Le contaste a alguien? —La voz de Joseph es como un guante de seda.
—¡No! Por supuesto que no —suelta Kate ofendida. Joseph asiente y parece relajarse. Se gira hacia la chimenea. Sin una palabra Kate y yo observamos cuando levanta un encendedor de la repisa, le prende fuego al e-mail, y lo suelta, dejándolo florar encendido lentamente hacia la rejilla hasta que no queda nada. El silencio en la habitación es opresivo.
—¿Ni siquiera a Elliot? —pregunto, volviendo mi atención a Kate.
—A nadie —dice Kate rotundamente, y por primera vez se ve confundida y herida—. Solo quería saber que estabas bien, _____ —susurra.
—Estoy bien, Kate. Más que bien. Por favor, Joseph y yo estamos bien, muy bien, estas son historias pasadas. Por favor ignóralo.
—¿Ignorarlo? —dice ella—. ¿Cómo puedo ignorar eso? ¿Qué te ha hecho? —Y sus ojos verdes están tan llenos de preocupación.
—No me ha hecho nada, Kate. Honestamente, estoy bien.
Pestañea.
—¿En serio? —pregunta.
Joseph envuelve un brazo alrededor de mí y me atrae, sin quitar sus ojos de Kate.
—_____ ha aceptado ser mi esposa, Katherine —dice suavemente.
—¡Esposa! —chilla Kate, sus ojos ampliándose con incredulidad.
—Nos vamos a casar. Vamos a anunciar nuestro compromiso esta tarde —dice él.
—¡Oh! —Kate me mira. Está sorprendida—. Te dejo sola por dieciséis días, ¿y ocurre esto? Es muy repentino. Así que ayer, cuando dije… —Ella me mira, pérdida—. ¿Dónde encaja ese e-mail en todo esto?
—No lo hace, Kate. Olvídalo, por favor. Lo amo y él me ama. No hagas esto. No arruines su fiesta y nuestra noche —susurro. Ella pestañea e inesperadamente sus ojos están brillando con lágrimas.
—No. Por supuesto que no lo haré. ¿Estás bien? —Quiere asegurarse.
—Nunca he estado más feliz —susurro. Ella se estira hacia adelante y toma mi mano a pesar del brazo de Joseph envuelto alrededor de mí.
—¿Estas realmente bien? —pregunta esperanzada.
—Sí. —Le sonrío, mi emoción volviendo. Está de nuevo en la posición correcta. Me sonríe, mi felicidad reflejándose en ella. Me alejo del agarre de Joseph, y ella me abraza de pronto.
—Oh, _____, estaba tan preocupada cuando leí esto. No sabía qué pensar. ¿Me lo vas a explicar? —susurra.
—Un día, ahora no.
—Bien. No le diré a nadie. Te amo tanto, ______, como mi propia hermana. Solo pensé… No sabía qué pensar. Lo siento. Si eres feliz, entonces yo soy feliz. —Mira directamente a Joseph y repite su disculpa. Él le asiente, sus ojos glaciales, y su expresión no cambia. Oh mierda, todavía está enojado—. Realmente lo siento. Tienes razón, no es asunto mío —me susurra.
Hay un golpe en la puerta que nos sobresalta a Kate y a mí alejándonos. Grace mira rededor.
—¿Todo bien, cariño? —le pregunta a Joseph.
—Todo está bien, Sra. Jonas —dice Kate inmediatamente.
—Bien, mamá —dice Joseph.
—Bueno. —Grace entra—. Entonces no les importará si le doy a mi hijo un abrazo de cumpleaños. —Nos sonríe a ambas. Lo abraza fuertemente y se funde inmediatamente—. Feliz cumpleaños, cariño —dice suavemente, cerrando sus ojos en su abrazo—. Estoy tan feliz de que sigas con nosotros.
—Mamá, estoy bien. —Baja su sonrisa hacia ella. Ella retrocede, lo mira de cerca, y sonríe.
—Estoy tan feliz por ti —dice ella y acuna su cara.
Él le sonríe, su sonrisa de mil megawatt.
¡Ella sabe! ¿Cuándo le contó?
—Bueno, niños, si han terminado con su tête-à-tête, hay una multitud de gente aquí para ver que realmente estás en una pieza, Joseph, y para desearte un feliz cumpleaños.
—Iré pronto.
Grace nos mira ansiosamente a Kate y a mí y parece tranquilizada por nuestras sonrisas. Me guiña mientras sostiene la puerta abierta para nosotros. Joseph me estira sus manos hacia mí y yo las tomo.
—Joseph, realmente pido disculpas —dice Kate humildemente. La Kate humilde es algo para ser contemplado. Joseph le asiente, y la seguimos hacia afuera.
En el pasillo, miro nerviosamente hacia Joseph.
—¿Tu mamá sabe sobre nosotros?
—Sí.
—Oh. —Y pensar que nuestra tarde pudo haber sido descarriada por la tenaz señorita Kavanagh. Me estremezco con el pensamiento, las ramificaciones del estilo de vida de Joseph reveladas a todos. Santa cielo—. Bueno, ese fue un comienzo interesante para la tarde. —Le sonrío dulcemente. Él baja su mirada hacia mí, y está de vuelta, su mirada divertida. Gracias a Dios.
—Como siempre, señorita Steele, tienes un don para la modestia. —Levanta mis manos hacia sus labios y besa mis nudillos mientras caminamos dentro de la sala de estar a una repentina, espontánea, y ensordecedora ronda de aplausos.
Mierda. ¿Cuánta gente hay aquí?
Analizo rápidamente la habitación: todos los Jonas, Ethan con Mia, Dr. Flynn y su esposa, asumo. Está Mac del bote, un alto, atractivo Afroamericano —recuerdo haberlo visto en la oficina de Joseph la primera vez que vi a Joseph— la amiga putilla de Mia, Lily, dos mujeres que no reconozco para nada, y… Oh no. Mi corazón se hunde. Esa mujer… La señora Robinson.
Gretchen se materializa con una bandeja de champaña. Está en un vestido negro de bajo corte, sin coletas sino un moño alto, sonrojada y moviendo sus pestañas hacia Joseph. El aplauso muere, y Joseph aprieta mi mano mientras todos los ojos se giran expectantes hacia él.
—Gracias a todos. Parece que voy a necesitar una de estas. —Toma dos tragos de la bandeja de Gretchen y le da una pequeña sonrisa. Creo que Gretchen va a extinguirse o desvanecerse. Me pasa una copa a mí.
Joseph levanta su copa al resto de la habitación, e inmediatamente todos se adelantan. Guiando la carga está la malvada mujer de negro. ¿Alguna vez usa otro color?
—Joseph, estaba tan preocupada. —Elena le da un rápido abrazo y le besa ambas mejillas. Él no me deja ir a pesar del hecho de que estoy intentando liberar mi mano.
—Estoy bien, Elena —murmura fríamente Joseph.
—¿Por qué no me llamaste? —Su súplica es desesperada, sus ojos buscando los de él.
—He estado ocupado.
—¿No recibiste mis mensajes?
Joseph se gira incómodamente y me atrae más cerca, poniendo su brazo alrededor de mí. Su cara se mantiene imperturbable mientras observa a Elena. Ella ya no puede ignorarme, así que asiente educadamente en mi dirección.
—______ —arrulla—. Luces encantadora, querida.
—Elena —arrullo de vuelta—. Gracias.
Atrapo la mirada de Grace. Ella frunce el ceño, observándonos a los tres.
—Elena, necesito hacer un anuncio —dice Joseph, mirándola fríamente.
Sus ojos azules claro se nublan.
—Por supuesto. —Finge una sonrisa y retrocede.
—Todos —llama Joseph. Espera por un momento hasta que el murmullo en la habitación muere y todos los ojos están en él una vez más—. Gracias por venir hoy. Tengo que decir que estaba esperando una tranquila reunión familiar, así que esto es una agradable sorpresa. —Mira deliberadamente a Mia, quien sonríe y le hace un pequeño saludo. Joseph sacude su cabeza con exasperación y continúa—. Ros y yo —menciona a la pelirroja mujer de pie junto a una pequeña y chispeante rubia—, tuvimos un encuentro cercano ayer.
Oh, esa es la Ros con la que trabaja. Ella sonríe y levanta su copa hacia él. Él asiente de vuelta.
—Así que estoy especialmente agradecido de estar aquí hoy para compartir con todos ustedes mis muy buenas noticias. Esta hermosa mujer. —Baja la mirada hacia mí—. La señorita _____ Rose Steele, ha aceptado ser mi esposa, y me gustaría que fueran los primeros en saber.
Hay generales jadeos de sorpresa, la extraña ovación, ¡y luego una ronda de aplausos! Jesús, esto está realmente ocurriendo. Creo que estoy del color del vestido de Kate. Joseph sostiene mi barbilla, levanta mis labios a los de él, y me besa rápidamente.
—Pronto serás mía.
—Ya lo soy —susurro.
—Legalmente —me dice y me da una sonrisa perversa.
Lily, que está de pie al lado de Mia, luce alicaída; Gretchen luce como si hubiera comido algo asqueroso y amargo. Miro nerviosamente alrededor de la multitud reunida, y alcanzo a ver a Elena. Su boca está abierta. Está sorprendida, hasta horrorizada, y no puedo evitar un sentimiento pequeño pero intenso de satisfacción al verla estupefacta. ¿Qué rayos está haciendo aquí, de todas formas?
Carrick y Grace interrumpen mis poco caritativos pensamientos, y pronto estoy siendo abrazada y besada y pasada alrededor por todos los Jonas.
—Oh, _____... estoy encantada de que vayas a ser familia —dice efusivamente Grace—. El cambio en Joseph… Él es… feliz. Estoy tan agradecida contigo. —Me sonrojo, avergonzada de su exuberancia pero secretamente encantada también.
—¿Dónde está el anillo? —exclama Mia cuando me abraza.
—Um… —¡Un anillo! Jesús. No había pensado siquiera en un anillo. Levanto nerviosamente la mirada hacia Joseph.
—Vamos a elegir uno juntos. —Joseph la mira fulminantemente.
—¡Oh no me mires así, Jonas! —lo regaña ella, luego envuelve sus brazos en él—. Estoy tan feliz por ti, Joseph —dice. Ella es la única persona que conozco que no es intimidada por la mirada fulminante Jonas. Me tiene temblando… Bueno, definitivamente solía hacerlo—. ¿Cuándo se casarán? ¿Han definido fecha? —Le sonríe radiantemente a Joseph.
Él sacude su cabeza, su exasperación es tangible.
—Ni idea, y no, no lo hemos hecho. _____ y yo necesitamos discutir todo eso —dice irritable.
—Espero que tengas una gran boda… aquí. —Sonríe con entusiasmo, ignorando su tono mordaz.
—Probablemente vamos a volar a Vegas mañana —le gruñe, y él recibe una completa mueca de puchero Mia Jonas. Rodando los ojos, se gira hacia Elliot, quien le da su segundo abrazo de oso en muchos días.
—Bien hecho, hermano. —Golpea la espalda de Joseph.
La respuesta de la habitación es sobrecogedora, y pasan unos pocos minutos antes de que me encuentre de vuelta junto a Joseph con el Dr. Flynn. Elena parece haber desaparecido, y Gretchen está huraña rellenando copas de champaña. Junto al Dr. Flynn hay una atractiva mujer joven con largo, oscuro, casi negro cabello, escote, y unos encantadores ojos avellana.
—Joseph —dice Flynn, estirando su mano. Joseph la sacude con gusto.
—John. Rhian. —Besa a la mujer de cabello oscuro en la mejilla. Ella es pequeña y bonita.
—Un placer que sigas con nosotros, Joseph. Mi vida sería de lo más aburrida —y mísera— sin ti.
Joseph sonríe con suficiencia.
—¡John! —regaña Rhian, para la diversión de Joseph.
—Rhian, esta es _____, mi prometida. _____, esta es la esposa de John.
—Un placer conocer a la mujer que finalmente ha capturado el corazón de Joseph. —Rhian me sonríe amablemente.
—Gracias —murmuro, avergonzada de nuevo.
—Esa fue una googly la que lanzaste allí, Joseph. —El Dr. Flynn sacude su cabeza en divertida incredulidad. Joseph le frunce el ceño.
—John… tú y tus metáforas de cricket. —Rhian rueda los ojos—. Felicitaciones a los dos y feliz cumpleaños, Joseph. Que maravilloso regalo de cumpleaños. —Me sonríe abiertamente.
No tenía idea de que el Dr. Flynn iba a estar aquí, o Elena. Es una sorpresa, y me retuerzo los sesos para ver si tengo algo que preguntarle, pero una fiesta de cumpleaños difícilmente parece el lugar apropiado para una consulta psiquiátrica.
Por algunos minutos, tenemos una pequeña charla. Rhian es un ama de casa con dos niños. Deduzco que ella es la razón para que el Dr. Flynn practique es Estados Unidos.
—Ella está bien, Joseph, respondiendo bien al tratamiento. Otro par de semanas y podremos considerar un programa de pacientes externos. —Las voces del Dr. Flynn y Joseph son bajas, pero no puedo evitar escuchar de manera maleducada desconcentrando a Rhian
—Así que todo es juego y pañales en este momento…
—Eso debe ocupar tu tiempo. —Me ruborizo, volviendo de nuevo mi atención a Rhian, quien ríe dulcemente. Sé que Joseph y Flynn discuten sobre Leila.
—Pregúntale algo por mí —murmura Joseph.
—¿Entonces qué haces, Steele?
—_____. Por favor. Trabajo en publicidad.
Joseph y el Dr. Flynn bajan aún más sus voces; es tan frustrante. Pero se detienen cuando se nos unen dos mujeres que no había reconocido más temprano, Ros y la rubia llena de vida que Joseph presenta como su pareja, Gwen.
Ros es encantadora, y pronto descubro que viven casi en frente del Escala. Ella está llena de elogios hacia las habilidades de pilotaje de Joseph. Fue su primera vez en el Charlie Tango, y dice que no dudaría en hacerlo de nuevo. Es una de las pocas mujeres que he conocido que no está aturdida por él… bueno la razón es obvia. Gwen es risueña y con un irónico sentido del humor, y Joseph parece extraordinariamente a gusto con las dos. Las conoce bien. No hablan sobre trabajo, pero puedo ver que Ros es una mujer inteligente que fácilmente puede mantenerse a su nivel. También tiene una risa grande, gutural y de fumadora.
Grace interrumpe nuestra relajada conversación para informarle a todo el mundo que la cena ha sido servida al estilo buffet en la cocina Jonas. Lentamente los invitados se dirigen hacia la parte de atrás de la casa. Mia me agarra en el pasillo en su vestido de color rosa pálido y sus tacones asesinos, se eleva sobre mi como un hada de cuento de navidad. Está sosteniendo dos vasos de cocteles.
—_____ —sisea conspirativamente. Alzó la mirada a Joseph, me suelta con una mirada de buena suerte encuentro difícil lidiar con ella, y entro al comedor con ella—. Aquí —dice con picardía—, éste es uno de los Martini de limón especiales de mi padre… mucho mejor que la champaña. —Me ofrece un vaso y observa ansiosamente mientras tomo un tentativo sorbo.
—Mmm… delicioso. Pero fuerte. —¿Qué quiere? ¿Está tratando de embriagarme?
—_____ necesito un concejo. Y no puedo preguntarle a Lily… ella es tan prejuicios sobre todo. —Mia pone sus ojos en blanco y luego me sonríe—. Está tan celosa de ti. Creo que esperaba que un día ella y Joseph pudieran estar juntos. —Mia se echa a reír ante la absurdez y yo me acobardo en el interior.
Esto es algo contra lo que tendré que luchar en el futuro… otras mujeres deseando a mi hombre. Alejo la molesta idea lejos de mi cabeza y me distraigo con el problema en mi mano, tomo otro sorbo de mi Martini.
—Trataré y ayudaré. Dispara.
—Como sabrás, Ethan y yo nos conocimos recientemente, gracias a ti. —Me sonríe—. _____... él no quiere salir conmigo. —Hace un mohín.
—Oh. —Parpadeo hacia ella, perpleja, y pienso: Quizás no está loco por ti.
—Mira, eso sonó muy mal. Él no quiere salir porque su hermana está saliendo con mi hermano. Sabes… piensa que es todo algo incestuoso. Pero sé que le gusto. ¿Qué puedo hacer?
—Oh ya veo —murmuro, tratando de hacerme algo de tiempo, ¿qué puedo decir?—. ¿Estarías de acuerdo en ser amigos y darle algo de tiempo? Digo acaban de conocerse.
Inclina la ceja y me ruborizo.
—Mira, sé que acabo de conocer a Joseph pero… —Frunzo el ceño hacia ella insegura de lo que voy a decir—. Mia, esto es algo en lo que tú y Ethan tienen que trabajar juntos. Yo trataría una ruta de la amistad.
Mia sonríe.
—Has aprendido esa mirada de Joseph.
Me ruborizo.
—Si quieres concejo, pregúntale a Kate. Puede tener alguna percepción de cómo se siente su hermano.
—¿Tú crees? —pregunta Mia.
—Sí. —Sonrió alentadoramente.
—Genial, gracias _____. —Me da otro abrazo y huye emocionada —impresionantemente, dado sus altos tacones— hacia la puerta, si duda de molestar a Kate. Tomo otro sorbo de mi Martini, y estoy a punto de seguirla cuando me detengo en seco.
Elena se desliza al interior del cuarto, su rostro tenso, sombrío, enojada determinación. Cierra la puerta tranquilamente después de entrar y me frunce el ceño. Oh mierda.
—______ —se burla.
Invoco todo mi autodominio, un poco borroso debido a las dos copas de champaña y el coctel letal que sostengo en mi mano. Creo que la sangre se ha drenado de mi rostro, pero reúno tanto a mi subconsciente como a mi diosa interna para parecer tan calmada e imperturbable como me sea posible.
—Elena. —Mi voz es pequeña, pero estable… a pesar de mi boca seca. ¿Por qué esta mujer me asusta tanto? ¿Y qué quiere ahora?
—Te ofrecería mis muy sentidas felicitaciones, pero creo que eso sería inapropiado. —Sus penetrantes y fríos ojos azules miran glacialmente a mi interior, llenos de odio.
—Yo tampoco necesito ni quiero tus felicitaciones, Elena. Estoy sorprendida y decepcionada de verte aquí.
Ella alza una ceja. Creo que está impresionada.
—No habría pensado en ti como una digna adversaria, _____. Pero me sorprendes con cada movimiento.
—Yo no he pensado para nada en ti —miento, con frialdad. Joseph estaría orgulloso—. Ahora si me disculpas, tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo contigo.
—No tan rápido, señorita —sisea, apoyándose contra la puerta, bloqueándola efectivamente—. ¿Qué demonios crees que haces, consintiendo en casarte con Joseph? Si piensas por un minuto que puedes hacerlo feliz, estás muy equivocada.
—Lo que esté aceptando hacer con Joseph no es de tu interés. —Sonrió con una sarcástica dulzura. Ella me ignora.
—Él tiene necesidades, necesidades que tú posiblemente no puedes empezar a satisfacer —se regodea.
—¿Qué sabes de sus necesidades? —gruño. Mi sentido de la indignación entra en erupción brillantemente, quemando en mi interior mientras la adrenalina surge a través de mi cuerpo. ¿Cómo se atreve está maldita zorra a sermonearme?—. No eres más que una enferma abusadora de niños, y si fuera por mí. Te lanzaría al séptimo círculo del infierno y me alejaría sonriendo. Ahora fuera de mi camino… ¿O tengo que quitarte?
—Estás cometiendo un gran error aquí, señorita. —Mueve un largo, delgado, y finamente manicurado dedo hacia mí—. ¿Cómo te atreves a juzgar nuestro estilo de vida? No sabes nada, y no sabes en qué te estás metiendo. Y si crees que va a estar feliz con una pequeña ratonil interesada como tú…
¡Es todo! Tiro el resto de mi Martini de limón en su rostro.
—¡No te atrevas a decirme en que meterme! —Le grito—. ¿Cuándo aprenderás? No es tu maldito problema.
Me mira boquiabierta, golpeada por el horror, limpiando la pegajosa bebida de su rostro. Creo e está apunto de embestirme, pero de repente es lanzada hacia adelante cuando la puerta se abre. Christian está en la entrada. Le toma un nanosegundo evaluar la situación, yo pálida y temblando, ella empapada y muy furiosa. Su hermoso rostro se contorsiona y se oscurece por la ira mientras viene a pararse entre nosotras.
—¿Qué mierdas estás haciendo Elena? —dice, su voz glacial y mezclada con amenaza.
Ella parpadea hacia él.
—Ella no está bien para ti, Joseph —susurra.
—¿Qué? —grita, sorprendiéndonos a ambas. No puedo ver su rostro pero todo su cuerpo se ha tensado e irradia animosidad—. ¿Cómo mierdas sabes lo que está bien para mí?
—Tienes necesidades, Joseph —dice su voz se suaviza.
—Te lo he dicho antes, esto no es tu jodido asunto —ruge. Oh mierda, el muy enojado Joseph ha levantado su no fea cabeza. La gente va a escuchar—. ¿De qué se trata? —Se detiene, mirándola—. ¿Crees que eres tú? ¿Tú? ¿Crees que eres la correcta para mí? —Su voz es más suave, pero gotea desprecio, y de repente no quiero estar aquí. No quiero ser testigo de este encuentro íntimo, soy una intrusa. Estoy atascada… mis miembros no están dispuestos a moverse.
Elena traga y parece ponerse en posición vertical. Su postura cambia sutilmente, luce más dominante, y da un paso hacia él.
—Fui la mejor cosa que te ha pasado —sisea arrogantemente hacia él—. Mírate. Uno de los más ricos y exitosos empresarios en Estados Unidos —controlado, impulsado— no necesitas nada. Eres el maestro de tu universo.
Joseph da un paso hacia atrás como si hubiera sido golpeado, y abre la boca sin poder creerlo, indignado.
—Lo amabas, Joseph, no trates de engañarte a ti mismo. Estabas en el camino de la autodestrucción y te salvé de eso, te salvé de vivir tras las rejas. Créeme, cariño, ahí es donde habrías terminado. Te enseñé todo lo que sabes, todo lo que necesitas.
Joseph palidece, mirándola con horror. Cuando habla, su voz es baja e incrédula.
—Me enseñaste como follar, Elena. Pero eso es vacío, como tú. No es de extrañar que Linc se fuera.
La bilis sale por mi boca. No debería estar aquí. Pero estoy congelada en mi lugar, morbosamente fascinada mientras se destripan el uno al otro.
—Nunca me tomaste —susurra Joseph—. Nunca dijiste que me amabas.
Ella entrecierra sus ojos.
—El amor es para tontos, Joseph.
—Fuera de mi casa. —La implacable y furiosa voz de Grace nos sobresalta. Tres cabezas se giran hacia donde Grace está de pie en el umbral del cuarto. Está mirando a Elena, que palidece bajo su bronceado St. Tropez.
El tiempo parece suspendido mientras colectivamente tomamos una respiración profunda, y Grace se desplaza hacia el salón. Sus ojos ardiendo por la furia, nunca abandonan a Elena, hasta que está en frente de ella. Los ojos de Elena se abren alarmados, y Grace la golpea con fuerza en el rostro, el sonido del impacto resuena en las paredes del comedor.
—Saca tus sucias garras de mi hijo, zorra, y sal de mi casa, ahora —sisea a través de sus apretados dientes.
Elena agarra sus enrojecidas mejillas y mira con horror por un instante, conmocionada y parpadeando hacia Grace. Luego se apresura a salir del cuarto, sin molestarse en cerrar la puerta. Grace se gira para enfrentar a Joseph y un tenso silencio se instala como una delgada manta sobre nosotros mientras Joseph y Grace se miran fijamente. Después de un segundo, Grace habla.
—_____, antes de entregártelo, ¿me darías un minuto o dos a solas con mi hijo? —Su voz es tranquila, ronca, pero, oh, tan fuerte.
—Por supuesto —susurro, y salgo tan calmada como puedo, mirando ansiosamente sobre mi hombro. Pero ninguno de ellos me mira mientras me voy. Siguen mirándose el uno al otro, su comunicación tacita fuertemente alta.
En el pasillo, estoy momentáneamente perdida. Mi corazón late y mi sangre se desplaza por mi venas… me siento presa del pánico en mi interior. Joder, eso fue fuerte y ahora Grace lo sabe. Mierda. No puedo pensar en lo que le va a decir a Joseph, y sé que está mal, lo sé, pero me recuesto contra la puerta tratando de escuchar.
—¿Cuánto, Joseph? —La voz de Grace es suave, difícilmente le escucho.
No puedo oír su respuesta.
—¿Qué edad tenías? —Su voz es más insistente—. Dime. ¿Qué edad tenías cuando todo esto empezó? —De nuevo no puedo escuchar a Joseph.
—¿Todo bien _____? —Ros me interrumpe.
—Sí, bien. Gracias… yo.
Ros sonríe.
—Voy a buscar mi bolso. Necesito un cigarrillo.
Por un breve instante contemplo unírmele.
—Voy al baño. —Necesito reunir mi astucia y mis ideas, para procesar lo que he visto y escuchado. Escaleras arriba parece el lugar más seguro para estar sola. Veo a Ros pasear por el salón, subo dos escaleras a la vez hacia el segundo piso, luego al tercero. Sólo hay un lugar en el que quiero estar.
Abro la puerta del cuarto de Joseph y la cierro tras entrar, engullo un gran aliento. Dirigiéndome a su cama, me dejo caer en ella mirando hacia el blanco techo. Santo cielo. Esto tiene que ser, sin duda, uno de los enfrentamientos más terribles que he tenido que soportar, y ahora me siento entumecida, mi prometido y su ex amante, ninguna aspirante a novia debería ver eso. Habiendo dicho eso, parte de mi está agradecida de que me haya revelado su verdadero yo, y que pude estar ahí para dar testimonio.
Mis pensamientos regresan a Grace. Pobre Grace, escuchar todo eso. Agarro una de las almohadas de Joseph. Habrá escuchado que Joseph y Elena tenían un romance, pero no de la naturaleza de ese. Gracias a los cielos. Gimo. ¿Qué estoy haciendo? Quizás la malvada bruja tenga un punto.
No, me rehúso a creer eso. Ella es tan fría y cruel. Agito mi cabeza. Ella está equivocada. Yo estoy bien para Joseph. Soy lo que él necesita. Y en un momento de aturdidora claridad. No cuestiono cómo ha vivido su vida hasta hace poco, sino por qué. Sus razones para hacer lo que ha hecho a incontables chicas, ni siquiera quiero saber cuántas. El cómo esto está mal. Todas eran adultas. Todas estaban en —¿cómo lo planteo Flynn?— relaciones sanas, seguras y consensuadas. Ese es el por qué. El por qué estaba mal. El por qué era de su lugar oscuro.
Cierro mis ojos y pongo mi brazo sobre ellos. Pero él ha dejado eso atrás, ha seguido adelante, y ambos estamos en la luz. Estoy deslumbrado por él y él por mí. Podemos guiarnos. Una idea se me ocurre. ¡Mierda! Una roída e insidiosa idea y estoy en el lugar donde puedo acostar este fantasma para que descanse. Me siento sobre la cama. Sí, debo hacerlo.
Temblando me pongo de pie, me quito los zapatos, camino hacia su escritorio, examino el tablón encima de él. Las fotos de Joseph joven están todavía allí, más conmovedoras que nunca cuando pienso en el espectáculo que acabo de presenciar entre él y la señora Robinson. Y allí en la esquina está la pequeña foto en blanco y negro, de su madre, la perra drogadicta.
Enciendo la lámpara del escritorio y enfoco la luz sobre su foto. Ni siquiera sé su nombre. Ella se parece tanto a él, pero más joven, más triste y todo lo que siento, mirando su rostro doloroso, es compasión. Trato de ver las semejanzas entre su rostro y el mío. Me acerco al cuadro, poniéndome realmente, realmente cerca y no veo ninguna. Excepto tal vez nuestro cabello, pero pienso que el suyo es más claro que el mío. No me parezco a ella en absoluto. Esto es un alivio.
Mi subconsciente me chasquea la lengua, con los brazos cruzados, mirando por encima de sus lentes de media luna. ¿Por qué te torturas? Tú has dicho sí. Tú has hecho su cama. Le frunzo mis labios. Sí lo he hecho, con mucho gusto también. Quiero acostarme en aquella cama con Joseph por el resto de mi vida. Mi Diosa interior, se sienta en posición de loto, ríe serenamente. Sí. He tomado la decisión correcta.
Debo encontrarlo, Joseph estará preocupado. No tengo ni idea de cuánto tiempo he estado en su habitación; él pensará que he escapado. Ruedo mis ojos mientras contemplo su reacción exagerada. Espero que él y Grace hayan terminado. Me estremezco al pensar que más podría haberle dicho ella.
Encuentro a Joseph cuando sube la escalera hacia el segundo piso, buscándome. Su rostro está tenso y cansado, no el despreocupado. Cincuenta con el que llegué. Cuando estoy de pie en el descanso, se queda en el escalón superior de la escalera de modo que nosotros estamos cara a cara.
—Hola —dice cautelosamente.
—Hola —contesto con cautela.
—Estaba preocupado…
—Lo sé —lo interrumpo—. Lo siento, no podía enfrentar las festividades. Solo tenía que alejarme, tú sabes. Para pensar.
Levantando mi mano, acaricio su rostro. Él cierra sus ojos y apoya su cara en mi mano.
—¿Y pensaste qué harías eso en mi habitación?
—Sí.
Él alcanza mi mano y me atrae en un abrazo voy con mucho gusto a sus brazos, mi lugar favorito en el mundo entero. Él huele a ropa recién lavada, jabón para el cuerpo y a Joseph, el aroma más relajante y excitante del planeta. Él inhala mi cabello.
—Siento que tuvieras que aguantar todo esto.
—Esto no es tu culpa, Joseph. ¿Por qué ella estaba aquí? —Él me mira fijamente, y curva su boca excusándose.
—Ella es amiga de la familia.
Trato de no reaccionar.
—Ya no más. ¿Cómo está tu mamá?
—Mamá está jodidamente molesta conmigo ahora mismo. Estoy realmente contento de que tú estés aquí y que estemos en medio de la fiesta. De otra manera podría ser mi última respiración.
—¿Tan mal, huh? —Él asiente, sus ojos serios y siento su aturdimiento en su reacción—. ¿Puedes culparla? —Mi voz es tranquila, persuasiva.
Él me abraza fuerte y parece desconcertado, procesando sus pensamientos. Finalmente él contesta:
—No.
¡Wow! Un gran avance.
—¿Podemos sentarnos? —pregunto.
—Seguro. ¿Aquí? —Asiento y nos sentamos en lo alto de la escalera.
—¿Entonces, cómo te sientes? —pregunto, con inquietud agarrando su mano y mirando fijamente a su triste y serio rostro.
Él suspira.
—Me siento liberado. —Él se encoge de hombros, luego sonríe, una gloriosa y despreocupada sonrisa de Joseph, el cansancio y la tensión presentes hace un momento han desaparecido.
—¿De verdad? —Sonrió de regreso. ¡Wow! Podría arrastrarme sobre vidrios rotos por esa sonrisa.
—Nuestra relación de negocios está terminada. Hecho.
Lo miro con el ceño fruncido.
—¿Liquidarás el negocio del salón?
Él resopla.
—No soy vengativo, _____ —me increpa—. No. Se lo voy a regalar a ella. Hablaré con mi abogado el lunes. Le debo mucho.
Arqueo una ceja a él.
—¿No más Sra. Robinson? —Su boca se tuerce en diversión y sacude su cabeza.
—Se fue.
Sonrió abiertamente.
—Lo siento, perdiste una amiga.
Se encoge de hombros entonces sonríe maliciosamente.
—¿De verdad lo sientes?
—No —confieso, sonrojada.
—Ven. —Él está de pie y me ofrece su mano—. Vamos a unirnos a la fiesta en nuestro honor. Aún podría emborracharme.
—¿Te emborrachas? —pregunto mientras tomo su mano.
—No desde que era un adolescente salvaje. —Caminamos escaleras abajo.
—¿Has comido? —pregunta.
Oh mierda.
—No.
—Bueno tú deberías. Por la apariencia y el olor de Elena, fue uno de los cócteles mortales de mi padre el que lanzaste sobre ella. —Me mira fijamente, intentando y fallando en mantener la diversión en su rostro.
—Joseph, yo…
Él levanta su mano.
—No discutas, _____. Si vas a beber —y lanzar alcohol sobre mis ex— necesitas comer. Es la regla número uno. Creo que ya hemos tenido esta discusión después de nuestra primera noche juntos.
—Oh sí. El Heathman.
De vuelta en el vestíbulo, hace una pausa para acariciar mi rostro, sus dedos rozando mi mandíbula.
—Estuve sin poder dormir durante horas y te miré dormir —murmura él—. Te podría haber amado incluso entonces.
Oh.
Se inclina hacia abajo y me besa suavemente y me derrito por todas partes, toda la tensión de la última hora o así rezuman lánguidamente de mi cuerpo.
—Come —él susurra.
—Está bien —consiento porque ahora mismo probablemente haría cualquier cosa por él. Tomando mi mano, él me conduce hacia la cocina donde la fiesta está en pleno apogeo.
—Buenas noches, John, Rhian.
—Felicitaciones otra vez, _____. Ustedes dos estarán muy bien. —El Dr. Flynn nos sonríe amablemente, de pie, tomados del brazo en el pasillo mientras él y Rhian se despiden.
—Buenas noches.
Joseph cierra la puerta y sacude su cabeza. Él me mira fijamente, sus ojos de repente brillantes con entusiasmo.
¿Qué es esto?
—Sólo queda mi familia. Creo que mi madre ha bebido demasiado. —Grace está cantando karaoke en una consola de juego en la sala familiar. Kate y Mia están compitiendo con ella.
—¿La culpas? —Le sonrió con satisfacción, tratando de mantener la atmósfera ligera entre nosotros. Tengo éxito.
—¿Estás sonriéndome, señorita Steele?
—Lo estoy.
—Ha sido un gran día.
—Joseph, recientemente, cada día contigo ha sido un buen día. —Mi voz es sardónica.
Él sacude su cabeza.
—Punto bien hecho, señorita Steele. Ven quiero mostrarte algo. —Tomando mi mano, me conduce por la casa a la cocina donde Carrick, Ethan y Elliot están hablando de Marineros, bebiendo el último de los cócteles y comiendo las sobras.
—¿Salen a dar un paseo? —Elliot se burla sugestivamente mientras hacemos nuestro camino por las puertas francesas. Joseph lo ignora. Carrick mira con el ceño fruncido a Elliot, sacudiendo su cabeza en un reproche silencioso.
A medida que hacemos nuestro camino por las escaleras hasta el jardín, me quito los zapatos. La media luna brilla intensamente sobre la bahía. Está brillante, echando todo en la miríada de sombras de color gris, mientras las luces de Seattle centellean dulcemente en la distancia. Las luces del cobertizo para botes están encendidas, un faro que brilla suavemente en la fría luz de la luna.
—Joseph, me gustaría ir a la iglesia mañana.
—¿Ah?
—Recé para que regresaras vivo y lo hiciste. Es lo menos que podría hacer.
—Bien.
Vagamos de la mano en un relajado silencio durante unos momentos. Entonces algo se me ocurre.
—¿Dónde vas a poner las fotos que José me tomó?
—Pensé que nosotros podríamos ponerlas en la nueva casa.
—¿La compraste?
Se detiene a mirarme fijamente, su voz llena de preocupación.
—Sí. Pensé que te gustaría.
—Me gusta. ¿Cuándo la compraste?
—Ayer por la mañana. Ahora necesitamos decidir qué hacer con ella —murmura él, aliviado.
—No la derribes. Por favor. Esta es una casa tan encantadora. Sólo necesita algo de cariño y atención.
Joseph me mira y sonríe.
—Bien. Hablaré con Elliot. Él conoce a un buen arquitecto; ella hizo algunos trabajos en mi casa en Aspen. Puede hacer la remodelación.
Resoplo, recordando de repente la última vez que cruzamos el césped bajo la luz de la luna hacia el cobertizo para botes. Ah, quizás esto es lo que vamos a hacer ahora. Sonrió.
—¿Qué?
—Recuerdo la última vez que me llevaste al cobertizo para botes.
Joseph ríe relajadamente.
—Ah, eso fue divertido. De hecho… —Él se detiene repentinamente y me lleva sobre su hombro y chillo, aunque no tengamos que ir muy lejos.
—Tú estabas realmente enfadado, si recuerdo correctamente —jadeo.
—_____, siempre estoy realmente enfadado.
—No, tú no lo estás.
Él aplasta mi trasero mientras se detiene afuera de la puerta de madera. Me desliza bajo su cuerpo hasta el suelo y toma mi cabeza en sus manos.
—No, nunca más. —Inclinándose, me besa con fuerza. Cuando se retira, estoy sin aliento y el deseo corre alrededor de mi cuerpo. Me mira fijamente y en el resplandor de un rayo de luz que viene desde el interior del cobertizo para botes, puedo ver que está ansioso. Mi hombre ansioso, no un caballero blanco ni un caballero oscuro, sino un hombre… un hermoso-hombre-no-demasiado-jodido-a quien amo. Lo alcanzo y acaricio su rostro, mis dedos corriendo a través de sus patillas y a lo largo de su mandíbula hasta su barbilla, luego dejo a mi índice tocar sus labios. Él se relaja—. Tengo algo aquí para mostrarte —murmura él y abre la puerta.
La luz intensa de los fluorescentes ilumina la impresionante lancha de motor en el muelle, flotando suavemente sobre las oscuras aguas. Hay un bote de remos al lado.
—Ven. —Joseph toma mi mano y me conduce encima de la escalera de madera. Abriendo la puerta en lo alto, se aparta para dejarme entrar. Mi boca se cae al piso. El ático está irreconocible. La habitación está llena de flores… hay flores por todas partes. Alguien ha creado una pérgola mágica de flores de prado hermosas, salvajes mezcladas con el encendido de bombillas de colores y linternas en miniatura dando un resplandor suave y pálido alrededor de la habitación.
Mi rostro gira rápidamente alrededor para encontrar el suyo y él me mira fijamente, su expresión ilegible. Se encoge de hombros.
—Tú querías corazones y flores —murmura. Parpadeo ante él, no creyendo exactamente lo que estoy viendo—. Tú tienes mi corazón. —Él hace un ademán hacia la habitación.
—Y aquí están las flores —susurro, completando su oración—. Joseph, esto es hermoso. —No puedo pensar qué más decir. Mi corazón está en mi boca mientras las lágrimas pinchan mis ojos.
Tirando de mi mano, me arrastra dentro de la habitación y antes de darme cuenta, se hinca en una rodilla delante de mí. Santo infierno… ¡No esperaba esto! Dejo de respirar. Del interior del bolsillo de su chaqueta extrae un anillo y me mira, sus ojos ambarinos brillantes y salvajes, llenos de emoción.
—_____ Steele. Te amo. Quiero amarte, quererte y protegerte por el resto de mi vida. Sé mía. Siempre. Comparte mi vida conmigo. Cásate conmigo.
Parpadeo hacia él mientras mis lágrimas caen. Mi Cincuenta, mi hombre. También lo amo y todo lo que puedo decir mientras la ola gigante de emociones me golpea es:
—Sí.
Él sonríe abiertamente, aliviado y suavemente desliza el anillo en mi dedo. Es hermoso, un diamante oval en un anillo de platino. Por Dios, es grande… grande pero, ah-tan simple y sorprendente en su simplicidad.
—Oh, Joseph —sollozo, de repente abrumada con la alegría y me uno a él sobre mis rodillas, mis dedos cerrándose en su cabello mientras lo beso, lo beso con todo mi corazón y alma. Beso a este hombre hermoso, que me ama como yo lo amo; y entonces él envuelve sus brazos a mí alrededor, sus manos se mueven sobre mi cabello, su boca sobre la mía. Sé dentro de mí que siempre seré suya y él siempre será mío. Juntos hemos llegado tan lejos, tenemos mucho camino por recorrer, pero estamos hechos el uno para el otro. Estamos destinados a estar juntos.
La colilla del cigarrillo brilla intensamente en la oscuridad mientras él toma una profunda calada. Sopla el humo en una larga exhalación, terminando con dos anillos de humo que se disuelven delante de él, pálido y fantasmal a la luz de la luna. Se mueve en su asiento, aburrido y toma un rápido trago de Borbón barato de una botella envuelta en papel marrón en mal estado antes de apoyarla de nuevo entre sus muslos.
No puede creer que todavía esté sobre la pista. Su boca se tuerce en una sardónica mueca. El helicóptero había sido un movimiento imprudente y audaz. Una de las cosas más estimulantes que alguna vez había hecho en su vida. Pero en vano. Rueda sus ojos irónicamente. ¿Quién habría pensado que el hijo-de-perra podría en realidad volar al cabrón?
Resopla.
Ellos lo han subestimado. Si Jonas pensó por un minuto que él iría a gimotear silenciosamente en la oscuridad, ese estúpido no sabe una mierda.
Había sido lo mismo toda su vida. La gente constantemente lo subestimaba, tan solo un hombre que lee libros. ¡Joder! Un hombre con una memoria fotográfica que lee libros. Ah, las cosas que aprendió, las cosas que sabe. Bufa otra vez, sí, sobre ti, Jonas. Las cosas que sé sobre ti.
No está mal para un chico de los suburbios de Detroit. No está mal para un chico que se ganó una beca para Princeton. No está mal para un chico que se rompió el culo para pagar sus estudios y entrar en la industria editorial.
Y ahora todo está jodido, jodido a causa de Jonas y su pequeña perra. Él frunce el ceño a la casa como si esta representara todo lo que desprecia. Pero nada está sucediendo. El único drama había sido la atractiva, y voluptuosa rubia vestida de negro, sacudiéndose a lágrima viva por el camino de entrada antes de subirse en un Mercedes blanco y largarse a la mierda.
Él ríe taciturno, luego se estremece. ¡Mierda! Sus costillas. Todavía adolorido por las rápidas patadas que el secuaz de Jonas le había dado. Repite la escena en su mente. Tú imbécil si tocas a la Srta. Steele de nuevo, realmente te mataré.
Ese hijo de puta conseguirá su merecido, también. Sí, él obtendrá lo que viene para él.
Se recuesta en su asiento. Parece que esta va a ser una larga noche. Se quedará, mirará y esperará. Toma otra calada de su Marlboro rojo. Su oportunidad vendrá. Su oportunidad vendrá pronto.
FIN
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Lo sé, yo también me quede asi: ¡¿Cómo?! ¡¿Ya el último capítulo?!
No lo recordaba chicas, el libro tiene 22 capítulos y pues aquí esta el capítulo 22. No les dije antes porque en verdad no lo recordaba:)
Pero aún queda un libro y claro que lo subire:D
Shoppy te tomare el comentario jaja, por favor sí y gracias :hug:
Y MUCHAS GRACIAS CHICAS POR ACOMPAÑARME EN UN LIBRO MÁS
(Ya me contagie con estos emoticones jaja)
Muchas gracias de nuevo y un beso. Las veo en el otro tema :love:
No lo recordaba chicas, el libro tiene 22 capítulos y pues aquí esta el capítulo 22. No les dije antes porque en verdad no lo recordaba:)
Pero aún queda un libro y claro que lo subire:D
Shoppy te tomare el comentario jaja, por favor sí y gracias :hug:
Y MUCHAS GRACIAS CHICAS POR ACOMPAÑARME EN UN LIBRO MÁS
(Ya me contagie con estos emoticones jaja)
Muchas gracias de nuevo y un beso. Las veo en el otro tema :love:
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
awwwww casi muero con este capi :lloro:
esa maldita de Elena arruino la noche :¬¬:
aunque no toda!!!
fue tan lindo como le propuso matrimonio!!! :hug:
ya me paso por el proximo libro!!!!!
gracias por subirla!!!
esa maldita de Elena arruino la noche :¬¬:
aunque no toda!!!
fue tan lindo como le propuso matrimonio!!! :hug:
ya me paso por el proximo libro!!!!!
gracias por subirla!!!
aranzhitha
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Mucha emoción
Este capitulo tiene mucha emoción
Menos mal que Kate se quedo tranquila
Y Elena se fue se lo merecía
Joseph es un amor es tan perfecto
Y bueno y como termino estoy ansiosa por empezar a leer el otro libro
Cuando lo subes?
Este capitulo tiene mucha emoción
Menos mal que Kate se quedo tranquila
Y Elena se fue se lo merecía
Joseph es un amor es tan perfecto
Y bueno y como termino estoy ansiosa por empezar a leer el otro libro
Cuando lo subes?
JB&1D2
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!!!!!!!.. FUE E CAAPIISS CON MAS EMOCIOONEEESSS!!
PASOO DE TOOODOOOO!!!!.. CIELOS ESA BRUJAA PORFIN SALIO DE LA VIDA DE JOEEEEEE!!!!.. Y AAAIII SU MAAAMII ES MI EJEMPLOOO!!!!!!
CIELOS Y LUEGO COMO LE ENTREGO SU ANILLO!!!... Y AAAAAAAAAAAAAAHHHH!!! EL ULTIMO CAPIS DEL SEGUNDO LIBROOO!!!!
QUE EMOOOCIOOOONNN!!!!!
PORFIIS PON EL LINK DEL TERCER LIBRO!!!
PD. FELIZ AÑO NUEVOOOOO!!!!!!
PASOO DE TOOODOOOO!!!!.. CIELOS ESA BRUJAA PORFIN SALIO DE LA VIDA DE JOEEEEEE!!!!.. Y AAAIII SU MAAAMII ES MI EJEMPLOOO!!!!!!
CIELOS Y LUEGO COMO LE ENTREGO SU ANILLO!!!... Y AAAAAAAAAAAAAAHHHH!!! EL ULTIMO CAPIS DEL SEGUNDO LIBROOO!!!!
QUE EMOOOCIOOOONNN!!!!!
PORFIIS PON EL LINK DEL TERCER LIBRO!!!
PD. FELIZ AÑO NUEVOOOOO!!!!!!
chelis
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