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"Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Chicas quiero expresar mi emocion ! , VOY AL MALDITO CONCIERTO DE LOS JONAS BROTHERS BICHETS ajkhsftaghdfsghafsdfgads XD
Strength.
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
SUERTUUDAAAAA!!! Y FELICIDADEEESSS!!!!!...
QUIEN SABE SI VENGAN A MEXICOO!!!.. PERO SI NO VIENEN TIENES QUE TOMAR MUCHAS FOOTOOSSS Y ENSEÑARNOLAAAASSS
QUIEN SABE SI VENGAN A MEXICOO!!!.. PERO SI NO VIENEN TIENES QUE TOMAR MUCHAS FOOTOOSSS Y ENSEÑARNOLAAAASSS
chelis
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
chelis escribió:SUERTUUDAAAAA!!! Y FELICIDADEEESSS!!!!!...
QUIEN SABE SI VENGAN A MEXICOO!!!.. PERO SI NO VIENEN TIENES QUE TOMAR MUCHAS FOOTOOSSS Y ENSEÑARNOLAAAASSS
CLaro :$
Strength.
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Pola- escribió:chelis escribió:SUERTUUDAAAAA!!! Y FELICIDADEEESSS!!!!!...
QUIEN SABE SI VENGAN A MEXICOO!!!.. PERO SI NO VIENEN TIENES QUE TOMAR MUCHAS FOOTOOSSS Y ENSEÑARNOLAAAASSS
CLaro :$
:)
chelis
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Karely Jonatika escribió:¿Qué creen mis chicas hermosas?:D ¡Mañana salgo de vacaciones! Sí, yo estoy igual de feliz al igual que espero que esten ustedes por su maratón. Las quiero, muchas gracias por su paciencia y bienvenidas a todas las nuevas lectoras que se toman el tiempo de comentar y a todas que sólo leen:) Gracias por pasarse por acá.
Atte:
Karely
Yaaaaaaaaaaaaaay Maraton!!! Hahaha Que bueno que ya estás de vacaciones xD Esperamos aquí los nuevos caps :)
Lots Of Love ♥
Shoffy_DiJoSmi
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Joseph señala uno de ellos para mí. Me siento, tratando de lucir relajada, descansando mi mano en el reposa brazos del sofá, y él se extiende en el sofá al lado de mí de manera que estamos en un ángulo recto el uno del otro. Una mesa pequeña con una lámpara simple está entre nosotros. Noto con interés una caja de pañuelos al lado de la lámpara. Esto no es lo que esperaba. Tenía en mi mente una imagen con una habitación completamente blanca y un chaise longue negro de cuero; mi Diosa interna se habría sentido más en casa entonces.
Luciendo relajado y en control, el Dr. Flynn toma asiento en una de las sillas y toma un bloc de notas de cuero. Joseph cruza las piernas, su tobillo descansando en su rodilla, y extiende su brazo a lo largo de la parte trasera del sofá, alcanzándome a través de este con su otra mano, encuentra mi mano en el reposa brazos y me da una apretón tranquilizador.
―Joseph ha solicitado que lo acompañes en una de nuestras sesiones ―comienza el Dr. Flynn gentilmente―. Solo para que sepas, tratamos estas sesiones con absoluta confidencialidad…
Levanto mi ceja a Flynn, deteniéndolo a mitad de discurso.
―Oh… um… he firmado un CDC ―murmuro, avergonzada que él se haya detenido. Ambos Flynn y Joseph me miran y Joseph suelta mi mano.
―¿Un contrato de confidencialidad? ―La frente del Dr. Flynn se arruga, y mira curiosamente a Joseph.
Joseph se encoge de hombros.
―¿Empiezas todas tus relaciones con mujeres con un CDC? ―le pregunta el Dr. Flynn.
―Con las contractuales, lo hago.
El Dr. Flynn crispa los labios.
―¿Has tenido otro tipos de relaciones con mujeres? ―pregunta, y él luce divertido.
―No ―responde Joseph después de un segundo, y él también luce divertido.
―Como pensé. ―El Dr. Flynn regresa su atención a mí―. Bueno, supongo que no tenemos que preocuparnos sobre confidencialidad, pero, ¿puedo sugerir que los dos discutan esto en algún momento? Como tengo entendido, tú no entras ya en ese tipo de relación contractual.
―Espero, un diferente tipo de contrato ―dice Joseph suavemente, mirándome. Me sonrojo y el Dr. Flynn estrecha sus ojos.
―_____, tendrás que perdonarme, pero probablemente sé más sobre ti de lo que crees. Joseph ha estado muy comunicativo.
Miro nerviosamente a Joseph. ¿Qué ha dicho él?
―¿Un CDC? ―continúa―. Eso debió sorprenderte.
Parpadeo hacia él.
―Oh, creo que la sorpresa de eso ha palidecido en insignificancia, dado las revelaciones más recientes de Joseph ―respondo, mi voz suave y dudosa. Sueno tan nerviosa.
―Estoy seguro. ―El Dr. Flynn sonríe gentilmente―. Así que, Joseph, ¿qué te gustaría discutir?
Joseph se encoge de hombros como un malhumorado adolescente.
―_____ quería verte. Quizás deberías preguntarle a ella.
El rostro del Dr. Flynn muestra su cara de sorpresa una vez más, y me mira con astucia. Mierda. Esto es mortificante, miro abajo hacia mis dedos.
―¿Estarías más cómoda si Joseph nos deja por un momento?
Mis ojos se dirigen a Joseph y él me está mirando expectante.
―Sí ―susurro.
Joseph frunce el ceño y abre la boca pero la cierra otra vez rápidamente y se pone de pie en un suave y grácil movimiento.
―Estaré en la sala de espera ―dice, su boca en una línea dura, malhumorada.
Oh no.
―Gracias, Joseph ―dice el Dr. Flynn impasible.
Joseph me da una larga mirada buscando algo, luego camina molesto fuera de la habitación, pero no golpea la puerta. Al menos. Inmediatamente me relajo.
―¿Él te intimida?
―Sí, pero no tanto como solía hacerlo. ―Me siento desleal pero es la verdad.
―Eso no me sorprende, _____. ¿Con qué te puedo ayudar?
Miro hacia abajo a los nudillos de mis dedos. ¿Qué puedo preguntar?
―Dr. Flynn yo nunca antes he estado en una relación, y Joseph es… bueno, Joseph. Y la última semana más o menos, una gran cantidad de cosas han pasado. No he tenido la oportunidad de pensar bien las cosas.
―¿Sobre qué necesitas pensar?
Levanto la mirada hacia él, y su cabeza esta ladeada a un lado mientras me mira con compasión, creo.
―Bueno… Joseph me dice que él está feliz de renunciar… er… ―Tropiezo y me detengo. Esto es mucho más difícil de lo que había imaginado.
El Dr. Flynn suspira.
―_____, en el muy limitado tiempo que lo has conocido, has hecho más progreso con mi paciente de lo que yo he hecho en los últimos dos años. Tienes un profundo efecto en él. Debes de ver eso.
―Él también tiene un profundo efecto en mí, solo que no sé si soy suficiente para llenar sus necesidades ―susurro.
―¿Es eso lo que necesitas de mí? ¿Seguridad?
Asiento.
―Las necesidades cambian ―dice simplemente―. Joseph se ha encontrado en una situación donde sus métodos para arreglárselas ya no son efectivos. Muy simple, tú lo forzaste a confrontar algunos de sus demonios y a reconsiderar las cosas.
Parpadeo hacia él. Esto es lo mismo que Joseph me ha dicho.
―Sí, sus demonios ―murmuro.
―No hay que insistir en ellos… están en el pasado. Joseph sabe cuáles son sus demonios, así como yo… y ahora estoy seguro que tú también. Estoy mucho más preocupado con el futuro y conseguir que Joseph este en el lugar donde él quiere estar.
Frunzo el ceño y él levanta una ceja.
―El termino técnico es TCSB… lo siento. ―Sonríe―. Eso significa Terapia Centrada en Soluciones Breves. Esencialmente es orientada a objetivos. Nos concentramos en donde Joseph quiere estar y cómo lograr que llegue ahí. Es un método dialéctico. No hay ningún punto en darse golpes de pecho sobre el pasado… todo eso ha sido tratado por cada médico, psicólogo, y siquiatra que Joseph haya visto. Sabemos por qué es de la manera que es, pero es el futuro lo que importa. Dónde Joseph se ve, dónde quiere estar. El que tú te fueras logró que él se diera cuenta y tomara en serio esta terapia. Se dio cuenta que su objetivo es una relación amorosa contigo. Es así de simple, y eso es en lo que hemos estado trabajando hasta ahora. Por supuesto ahí hay algunos obstáculos… por ejemplo su haphephobia.
Oh Jesús… ¿Su qué? Jadeo.
―Lo siento. Quiero decir su miedo de ser tocado ―dice el Dr. Flynn, sacudiendo su cabeza como si estuviera regañándose―. Lo que estoy seguro estás al tanto.
Me sonrojo y asiento. ¡Oh eso!
―Él tiene un mórbido auto-desprecio. Estoy seguro que eso no es una sorpresa para ti. Y por supuesto también esta su parasomnia… um… lo siento, terrores nocturnos, para las personas sin lenguajes técnicos.
Parpadeo, tratando de absorber todas esas palabras largas. Sé sobre todas estas cosas. Pero Flynn no ha mencionado mi principal preocupación.
―Pero él es un sádico, seguramente, como tal, tiene sus necesidades las cuales yo no puedo llenar.
El Dr. Flynn en realidad pone los ojos en blanco, y su boca se presiona en una dura línea.
―Eso ya no es reconocido como un término psiquiátrico. No sé cuántas veces tengo que decirle eso a él. Ya ni siquiera es clasificado como una paraphilia, no desde los noventa.
El Dr. Flynn me ha perdido otra vez. Parpadeo hacia él. Y él sonríe gentilmente.
―Esta es una manía mía. ―Sacude la cabeza―. Joseph solo piensa lo peor de cualquier situación. Es parte de su auto-desprecio. Por supuesto, existe una cosa como el sadismo sexual, pero no es una enfermedad; es un estilo de vida. Y si es practicada con seguridad, en una relación por adultos sanos y con el consentimiento de ambos, entonces no hay ningún problema. Mi entendimiento es que Joseph ha llevado todas las relaciones de sus BDSM de esta manera. Tú eres la primera amante que no lo ha consentido, así que él está dispuesto a no hacerlo.
¡Amante!
―Pero seguramente no es tan simple.
―¿Por qué no? ―El Dr. Flynn se encoge de hombros con buen humor.
―Bueno… por las razones que lo hace.
―_____, ese es el punto. En términos de terapia centrada en soluciones. Es así de simple. Joseph quiere estar contigo. Ahora, para hacer eso, él necesita renunciar a los aspectos más extremos de ese tipo de relación. Después de todo, lo que tú le estas pidiendo no es irrazonable… ¿Lo es?
Me sonrojo. No, no es irrazonable, ¿lo es?
―No lo creo. Pero estoy preocupada que él sí lo piense.
―Joseph reconoce eso y ha actuado correctamente. Él no está loco. ―El Dr. Flynn suspira―. En pocas palabras, no es un sádico, _____. Él es un enojado, asustado, y brillante joven, que recibió unas cartas de mierda cuando nació. Todos podemos darnos golpes de pecho sobre eso, y analizar, el quién, el cómo y el por qué hasta morir… o Joseph puede seguir adelante y decidir cómo quiere vivir. Él encontró algo que funcionaba por unos años, más o menos. Pero desde que te conoció, no le funcionó más. Y como consecuencia, está cambiando su modus operandi. Tú y yo tenemos que respetar su decisión y apoyarlo.
Lo miro con la boca abierta.
―¿Esa es mi seguridad?
―Tan bien como suena, _____. No hay garantías en esta vida. ―Él sonríe―. Y esa es mi opinión profesional.
Sonrío débilmente también. Doctor Bromas… por Dios.
―Pero él piensa en sí mismo como un alcohólico en recuperación.
―Joseph siempre pensará lo peor de sí mismo. Como he dicho, es parte de su auto-desprecio. Eso es lo real, no importa qué. Naturalmente está ansioso sobre hacer estos cambios en su vida. Se está exponiendo potencialmente a un completo mundo emocional de dolor, que, incidentemente, ha tenido una probada cuando lo dejaste. Como es de esperar está un poco aprehensivo. ―Dr. Flynn hace una pausa―. Mi intención no es estresarte sobre cuán importante es el rol que tienes en su conversación… en su camino al cambio. Personalmente no creo que la analogía del alcohólico es muy buena, pero si funciona para él ahora, entonces creo que deberíamos darle el beneficio de la duda.
Darle a Joseph el beneficio de la duda. Frunzo el ceño al pensamiento.
―Emocionalmente, Joseph es un adolescente _____. Él saltó esa fase en su vida totalmente. Ha canalizado toda su energía a través de su exitoso mundo de negocios, y tiene todas las expectativas. Su mundo emocional tiene que ponerse al día.
―Así que, ¿cómo lo ayudo?
El Dr. Flynn se ríe.
―Solo sigue haciendo lo que estás haciendo. ―Sonríe hacia mí―. Joseph esta de cabeza. Es entretenido de ver.
Me sonrojo, y mi Diosa interior se está abrazando con alegría, pero algo me molesta.
―¿Puedo preguntarte algo más?
―Por supuesto.
Tomo un profundo respiro.
―Parte de mí piensa que si él no estuviera así de roto no… me querría.
Las cejas del Dr. Flynn se disparan en sorpresa.
―Eso es algo muy negativo para decir de ti misma, _____. Y francamente dice más sobre ti de lo que dice de Joseph. Allí no se trata de él con su auto-desprecio, pero estoy sorprendido con ello.
―Bueno, mírelo a él… y luego míreme a mí.
El Dr. Flynn frunce el ceño.
―Lo he hecho. Veo a un atractivo joven, y veo a una atractiva mujer. _____, ¿por qué no piensas en ti como alguien atractiva?
Oh no… no quiero que esto sea acerca de mí. Me quedo mirando mis dedos. Hay un toque en la puerta que me hace saltar. Joseph regresa a la habitación, mirándonos a los dos. Me sonrojo y miro rápidamente a Flynn. Que está sonriendo indulgentemente a Joseph.
―Bienvenido de nuevo, Joseph ―dice.
―Creo que el tiempo se ha acabado, John.
―Casi, Joseph. Únete a nosotros.
Joseph se sienta, a mi lado esta vez, y pone su mano posesivamente en mi rodilla. Su acción no pasa desapercibida para el Dr. Flynn.
―¿Tienes alguna otra pregunta, _____? ―pregunta el doctor Flynn y su preocupación es obvia. Mierda… No debería haber hecho esa pregunta. Sacudo mi cabeza―. ¿Joseph?
―No hoy, John.
Flynn asiente.
―Puede ser beneficioso para los dos volver. Estoy seguro de que _____ tendrá más preguntas.
Joseph asiente, renuente. Me sonrojo. Mierda… Él quiere hurgar. Joseph agarra mi mano y me mira atentamente.
―¿Bien? ―pregunta suavemente.
Le sonrío, asintiendo. Sí, vamos a ir por el beneficio de la duda, cortesía del buen doctor de Inglaterra. Joseph aprieta mi mano y se da la vuelta hacia Flynn.
―¿Cómo está ella? ―pregunta suavemente.
¿Yo?
―Lo conseguirá allá ―dice en modo tranquilizador.
―Bien. Mantenme actualizado con su progreso.
―Lo haré.
Santa mierda. Están hablando sobre Leila.
―¿Deberíamos salir y celebrar tu ascenso? ―me pregunta Joseph deliberadamente.
Asiento tímidamente mientras Joseph se pone de pie. Decimos nuestros rápidos adioses al Dr. Flynn, y Joseph me conduce fuera con indecorosa prisa.
En la calle, se da la vuelta hacia mí.
―¿Cómo ha sido eso? ―Su voz está ansiosa.
―Estaba bien.
Me mira sospechosamente. Ladeo mi cabeza a un lado.
―Señor Jonas, por favor no me mire de esa forma. Bajo las órdenes del doctor le voy a dar el beneficio de la duda.
―¿Qué significa eso?
―Ya verás.
Su boca se tuerce y sus ojos se estrechan.
―Entra en el auto ―me ordena mientras abre la puerta del pasajero del Saab.
Oh, cambio de dirección. Mi BlackBerry vibra. Lo saco de mi bolso. ¡Mierda, José!
―Hola.
―_____, hola…
Miro fijamente a Cincuenta, quien me está mirando sospechosamente.
―José ―vocalizo hacia él. Me mira sin inmutarse, pero sus ojos se endurecen. ¿Cree que no me doy cuenta? Vuelvo mi atención a José otra vez―. Siento no haberte llamado. ¿Es sobre mañana? ―pregunto a José, pero miro a Joseph.
―Sí, escucha… hablé con un tipo en la casa de Jonas, así que sé dónde voy a enviar las fotos, y debería llegar entre las cinco y las seis… Después de eso, estoy libre.
Oh.
―Bueno, la verdad es que estoy con Joseph en este momento, y si quieres, dice que te puedes quedar en su casa.
Joseph aprieta su boca en una dura línea. Hmm, menudo anfitrión está hecho. José está callado un momento, absorbiendo esta noticia. Me encojo. No he tenido oportunidad de hablarle sobre Joseph.
―Bien ―dice finalmente―. Esta cosa con Jonas, ¿es seria?
Le doy la espalda al auto y ando al otro lado de la acera.
―Sí.
―¿Cuán serio?
Pongo los ojos en blanco y paro. ¿Por qué tiene Joseph que estar escuchando?
―Serio.
―¿Está ahora contigo? ¿Por eso estás hablando en monosílabos?
―Sí.
―Claro que lo tengo permitido. ―Espero. Automáticamente cruzo los dedos.
―Así que, ¿dónde quedamos?
―Podrías recogerme del trabajo ―ofrezco.
―Está bien.
―Te enviaré la dirección por mensaje.
―¿Qué hora?
―¿Di seis?
―Claro. Te veré entonces, _____. Estoy deseándolo. Te echo de menos.
Sonrío.
―Genial. Te veré entonces.
Apago el móvil y me doy la vuelta. Joseph está inclinado contra el auto mirándome cuidadosamente, su expresión imposible de leer.
―¿Cómo está tu amigo? ―pregunta fríamente.
―Está bien. Me va a recoger del trabajo, y creo que iremos a tomar algo. ¿Te gustaría unírtenos?
Joseph duda, sus ojos ambarinos fríos.
―¿No crees que intentará algo?
―¡No! ―Mi tono es exasperado, pero me abstengo de poner los ojos en blanco.
―Está bien. ―Joseph sube las manos en derrota―. Sales con tu amigo, y te veo más tarde por la noche.
Estaba esperando una pelea, y su fácil consentimiento me desconcierta.
―¿Ves? Puedo ser razonable. ―Sonríe con suficiencia.
Mi boca se tuerce. Eso ya lo veremos.
―¿Puedo conducir?
Joseph parpadea hacia mí, sorprendido por mi petición.
―Preferiría que no lo hicieras.
―¿Por qué, exactamente?
―Porque no me gusta que me lleven.
―Lo soportaste esta mañana, y pareces tolerar que Taylor te lleve.
―Confío en la conducción de Taylor incondicionalmente.
―¿Y no la mía? ―Pongo mis manos en mis caderas―. Honestamente, tu obsesión por el control no conoce límites. He estado conduciendo desde que tenía quince años.
Se encoge de hombros en respuesta, como si eso no tuviese importancia en absoluto. Oh, ¡es tan exasperante! ¿Beneficio de la duda? Bueno, que se joda.
―¿Es éste mi coche? ―pregunto.
Frunce el ceño hacia mí.
―Claro que es tu coche.
―Entonces dame las llaves, por favor. Lo he conducido dos veces, y solo para ir y volver del trabajo. Te estás llevando toda la diversión. ―Estoy en modo pucheros completamente.
Los labios de Joseph se mueven con una sonrisa reprimida.
―Pero no sabes a dónde vamos.
―Estoy segura de que puedes iluminarme, señor Jonas. Has hecho un gran trabajo hasta ahora.
Me mira asombrado y después sonríe, su nueva sonrisa tímida que me desarma completamente y me deja sin respiración.
―Gran trabajo, ¿eh? ―murmura.
Me sonrojo.
―La mayor parte, sí.
―Bueno, en ese caso. ―Me da las llaves, da la vuelta hasta la puerta del conductor, y la abre para mí.
―Izquierda aquí ―ordena Joseph, y nos dirigimos norte hacia la I-5―. Demonios, suavemente, ____. ―Se sujeta del tablero.
Oh, por todos los cielos. Pongo los ojos en blanco, pero no me giro para mirarlo. Van Morrison canta con voz suave de fondo a través del sistema de sonido del coche.
―¡Frena!
―¡Estoy frenando!
Joseph suspira.
―¿Qué ha dicho Flynn? ―Oigo su ansiedad en su voz.
―Te lo he dicho. Dice que debería darte el beneficio de la duda. ―Maldición, quizás debería haber dejado a Joseph conducir. Entonces le podría mirar. De hecho… señalo para parar el coche.
―¿Qué estás haciendo? ―replica, alarmado.
—Dejándote conducir.
—¿Por qué?
—Para poder mirarte.
Ríe.
—No, no, querías conducir. Así que, tú conduces, y yo te miro.
Le miro con el ceño fruncido.
—¡Mantén tus ojos en la carretera! —grita.
Mi sangre hierve. ¡Bien! Paro en la cuneta justo antes de un semáforo y salgo furiosa del coche, dando un portazo, y me quedo de pie en la acera, los brazos cruzados, lo miro. Él sale del coche.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta enfadado, mirándome fijamente.
—No. ¿Qué estás tú haciendo?
—No puedes estacionar aquí.
—Lo sé.
—¿Entonces por qué lo has hecho?
—Porque me he cansado de tus órdenes ladradas. ¡O conduces o te callas sobre mi conducción!
—____, entra en el coche antes de que consigamos una multa.
—No.
Parpadea hacia mí, perdido completamente, después pasa sus manos por su cabello, y su enfado se convierte en desconcierto. Es tan cómico de repente, y no puedo evitar sonreírle. Frunce el ceño.
—¿Qué? —dice bruscamente una vez más.
—Tú.
—¡Oh, ____! Eres la mujer más frustrante del planeta. —Lanza sus manos al aire—. Bien, conduciré yo.
Agarro los bordes de su chaqueta y lo empujo hacia mí.
—No, tú eres el hombre más frustrante del planeta, señor Jonas.
Me mira, sus ojos oscuros e intensos, enreda sus brazos alrededor de mi cintura y me abraza, sujetándome cerca.
—Puede que estemos hechos el uno para el otro entonces —dice suavemente e inhala profundamente, su nariz en mi cabello. Envuelvo mis brazos a su alrededor y cierro los ojos. Por primera vez desde esta mañana, siento cómo me relajo—. Oh… ____, ____, ____ —respira, sus labios presionados contra mi cabello. Aprieto mis brazos a su alrededor, y nos quedamos de pie, inmóviles, disfrutando un momento de inesperada tranquilidad, en la calle. Soltándome, abre la puerta del pasajero. Entro y me siento en silencio, mirándolo dando la vuelta al coche.
Volviendo a encender el coche, Joseph sale al tráfico, tarareando distraídamente con Van Morrison. Whoa. Nunca lo he escuchado cantar, ni siquiera en la ducha, nunca. Frunzo el ceño. Tiene una voz preciosa, por supuesto. Hmm… ¿me ha escuchado cantar? ¡No te estaría pidiendo que te casaras con él si lo hubiera hecho! Mi subconsciente tiene sus brazos cruzados y está llevando Burberry a cuadros… caray. La canción termina y Joseph sonríe con suficiencia.
—Sabes, si hubiésemos conseguido una multa, el coche está a tu nombre.
—Bueno, es algo bueno que me hayan ascendido, puedo permitírmelo —digo con suficiencia, observando su adorable perfil. Sus labios se mueven… Otra canción de Van Morrison empieza a reproducirse mientras coge la vía de acceso a la I-5, dirigiéndose al norte.
—¿A dónde vamos?
—Es una sorpresa. ¿Qué más dijo Flynn?
Suspiro.
—Habló sobre FFFSTB o algo.
—STBT. La última opción terapéutica —murmura.
—¿Has probado otras?
Joseph bufa.
—Nena, he estado sometido a todas ellas. Cognitivismo, Freud, funcionalismo, Gestalt, conductismo… Lo nombras, a lo largo de los años lo he hecho —dice y su tono traiciona su amargura. El rencor en su voz es angustiante.
—¿No crees que este último acercamiento vaya a ayudar?
—¿Qué dijo Flynn?
—Dijo que no escarbara en tu pasado. Que te concentraras en el futuro, donde quieras estar.
Joseph asiente pero se encoge de hombros a la vez, su expresión cuidadosa.
—¿Qué más? —insiste.
—Habló sobre tu miedo a ser tocado, aunque lo llamó de otra manera. Y sobre tus pesadillas y tu auto aborrecimiento. —Lo miro, y en la luz de la tarde, está pensativo, mordiéndose la uña del pulgar mientras conduce. Me mira rápidamente—. Los ojos en la carretera, señor Jonas —lo amonesto, mi ceja levantada hacia él.
Parece divertido, y ligeramente exasperado.
—Has estado hablando con él eternamente, _____. ¿Qué más dijo?
Trago.
—No cree que seas un sádico —susurro.
—¿De verdad? —dice Joseph en voz baja y frunce el ceño. La atmósfera en el coche desciende en picado.
—Dice que el término no está reconocido en psiquiatría. No desde los noventa —murmuro, rápidamente intentando rescatar el ánimo entre nosotros.
La cara de Joseph se oscurece, y exhala lentamente.
—Flynn y yo tenemos opiniones discrepantes en eso —dice en voz baja.
—Dice que siempre piensas lo peor de ti mismo. Sé que eso es verdad —murmuro—. También mencionó sadismo sexual, pero dijo que eso era una elección de estilo de vida, no una condición psiquiátrica. Puede que eso sea sobre lo que estás pensando.
Sus ojos ambarinos van hacia mí otra vez, y su boca se asienta en una línea sombría.
—Así que… una charla con el buen doctor y eres una experta —dice ácidamente y gira sus ojos al frente.
Oh querido… Suspiro.
—Mira, si no quieres escuchar lo que ha dicho, no me preguntes —murmuro suavemente.
No quiero discutir. De todos modos él está en lo cierto, ¿qué demonios sé yo sobre toda esa mierda? ¿Quiero siquiera saber? Puedo hacer una lista con sus puntos salientes, su obsesión por el control, su posesividad, sus celos, su sobreprotección, y comprendo completamente de dónde viene. Puedo incluso entender por qué no quiere ser tocado, he visto las cicatrices físicas. Solo puedo imaginar las mentales, y sólo he echado un vistazo a sus pesadillas una vez. Y el doctor Flynn dijo…
—Quiero oír lo que discutieron —Joseph interrumpe mis pensamientos mientras sale de la I-5 en la salida 172, dirigiéndose al oeste hacia el sol que se está hundiendo lentamente.
—Me llamó tu amante.
—¿Lo hizo? —Su tono es reconciliador—. Bueno, no es nada sino fastidioso en esos temas. Creo que esa es una descripción acertada. ¿No lo crees?
—¿Pensabas en tus sumisas como amantes?
La frente de Joseph se arruga una vez más, pero esta vez está pensando. Gira el Saab suavemente al norte otra vez. ¿A dónde vamos?
—No. Eran compañeras sexuales —murmura, su voz cuidadosa otra vez—. Eres mi única amante. Y quiero que seas más.
Oh… ahí está esa palabra mágica otra vez, rebosante de posibilidades. Me hace sonreír, y por dentro me abrazo a mí misma, mi Diosa interior irradiando alegría.
—Lo sé —susurro, intentando mucho esconder mi entusiasmo—. Sólo necesito un poco de tiempo, Joseph. Para entender estos últimos pocos días.
Me mira extrañamente, perplejo, su cabeza inclinada a un lado. Después de un latido, el semáforo en el que estábamos parados se vuelve verde. Él asiente y sube el volumen de la música, y nuestra conversación se ha acabado.
Van Morrison está todavía cantando, más optimistamente ahora, sobre ser una noche maravillosa para bailar a la luz de la luna. Miro por la ventana a los pinos y los abetos espolvoreados de oro por la luz que se desvanece del sol, sus largas sombras estirándose a través de la carretera. Joseph ha entrado en una calle más residencial, y estamos dirigiéndonos al oeste hacia el Sound.
—¿A dónde vamos? —pregunto otra vez mientras gira en la carretera. Capto una señal de tráfico, 9th Ave NW. Estoy perpleja.
—Sorpresa —dice y sonríe misteriosamente.
Luciendo relajado y en control, el Dr. Flynn toma asiento en una de las sillas y toma un bloc de notas de cuero. Joseph cruza las piernas, su tobillo descansando en su rodilla, y extiende su brazo a lo largo de la parte trasera del sofá, alcanzándome a través de este con su otra mano, encuentra mi mano en el reposa brazos y me da una apretón tranquilizador.
―Joseph ha solicitado que lo acompañes en una de nuestras sesiones ―comienza el Dr. Flynn gentilmente―. Solo para que sepas, tratamos estas sesiones con absoluta confidencialidad…
Levanto mi ceja a Flynn, deteniéndolo a mitad de discurso.
―Oh… um… he firmado un CDC ―murmuro, avergonzada que él se haya detenido. Ambos Flynn y Joseph me miran y Joseph suelta mi mano.
―¿Un contrato de confidencialidad? ―La frente del Dr. Flynn se arruga, y mira curiosamente a Joseph.
Joseph se encoge de hombros.
―¿Empiezas todas tus relaciones con mujeres con un CDC? ―le pregunta el Dr. Flynn.
―Con las contractuales, lo hago.
El Dr. Flynn crispa los labios.
―¿Has tenido otro tipos de relaciones con mujeres? ―pregunta, y él luce divertido.
―No ―responde Joseph después de un segundo, y él también luce divertido.
―Como pensé. ―El Dr. Flynn regresa su atención a mí―. Bueno, supongo que no tenemos que preocuparnos sobre confidencialidad, pero, ¿puedo sugerir que los dos discutan esto en algún momento? Como tengo entendido, tú no entras ya en ese tipo de relación contractual.
―Espero, un diferente tipo de contrato ―dice Joseph suavemente, mirándome. Me sonrojo y el Dr. Flynn estrecha sus ojos.
―_____, tendrás que perdonarme, pero probablemente sé más sobre ti de lo que crees. Joseph ha estado muy comunicativo.
Miro nerviosamente a Joseph. ¿Qué ha dicho él?
―¿Un CDC? ―continúa―. Eso debió sorprenderte.
Parpadeo hacia él.
―Oh, creo que la sorpresa de eso ha palidecido en insignificancia, dado las revelaciones más recientes de Joseph ―respondo, mi voz suave y dudosa. Sueno tan nerviosa.
―Estoy seguro. ―El Dr. Flynn sonríe gentilmente―. Así que, Joseph, ¿qué te gustaría discutir?
Joseph se encoge de hombros como un malhumorado adolescente.
―_____ quería verte. Quizás deberías preguntarle a ella.
El rostro del Dr. Flynn muestra su cara de sorpresa una vez más, y me mira con astucia. Mierda. Esto es mortificante, miro abajo hacia mis dedos.
―¿Estarías más cómoda si Joseph nos deja por un momento?
Mis ojos se dirigen a Joseph y él me está mirando expectante.
―Sí ―susurro.
Joseph frunce el ceño y abre la boca pero la cierra otra vez rápidamente y se pone de pie en un suave y grácil movimiento.
―Estaré en la sala de espera ―dice, su boca en una línea dura, malhumorada.
Oh no.
―Gracias, Joseph ―dice el Dr. Flynn impasible.
Joseph me da una larga mirada buscando algo, luego camina molesto fuera de la habitación, pero no golpea la puerta. Al menos. Inmediatamente me relajo.
―¿Él te intimida?
―Sí, pero no tanto como solía hacerlo. ―Me siento desleal pero es la verdad.
―Eso no me sorprende, _____. ¿Con qué te puedo ayudar?
Miro hacia abajo a los nudillos de mis dedos. ¿Qué puedo preguntar?
―Dr. Flynn yo nunca antes he estado en una relación, y Joseph es… bueno, Joseph. Y la última semana más o menos, una gran cantidad de cosas han pasado. No he tenido la oportunidad de pensar bien las cosas.
―¿Sobre qué necesitas pensar?
Levanto la mirada hacia él, y su cabeza esta ladeada a un lado mientras me mira con compasión, creo.
―Bueno… Joseph me dice que él está feliz de renunciar… er… ―Tropiezo y me detengo. Esto es mucho más difícil de lo que había imaginado.
El Dr. Flynn suspira.
―_____, en el muy limitado tiempo que lo has conocido, has hecho más progreso con mi paciente de lo que yo he hecho en los últimos dos años. Tienes un profundo efecto en él. Debes de ver eso.
―Él también tiene un profundo efecto en mí, solo que no sé si soy suficiente para llenar sus necesidades ―susurro.
―¿Es eso lo que necesitas de mí? ¿Seguridad?
Asiento.
―Las necesidades cambian ―dice simplemente―. Joseph se ha encontrado en una situación donde sus métodos para arreglárselas ya no son efectivos. Muy simple, tú lo forzaste a confrontar algunos de sus demonios y a reconsiderar las cosas.
Parpadeo hacia él. Esto es lo mismo que Joseph me ha dicho.
―Sí, sus demonios ―murmuro.
―No hay que insistir en ellos… están en el pasado. Joseph sabe cuáles son sus demonios, así como yo… y ahora estoy seguro que tú también. Estoy mucho más preocupado con el futuro y conseguir que Joseph este en el lugar donde él quiere estar.
Frunzo el ceño y él levanta una ceja.
―El termino técnico es TCSB… lo siento. ―Sonríe―. Eso significa Terapia Centrada en Soluciones Breves. Esencialmente es orientada a objetivos. Nos concentramos en donde Joseph quiere estar y cómo lograr que llegue ahí. Es un método dialéctico. No hay ningún punto en darse golpes de pecho sobre el pasado… todo eso ha sido tratado por cada médico, psicólogo, y siquiatra que Joseph haya visto. Sabemos por qué es de la manera que es, pero es el futuro lo que importa. Dónde Joseph se ve, dónde quiere estar. El que tú te fueras logró que él se diera cuenta y tomara en serio esta terapia. Se dio cuenta que su objetivo es una relación amorosa contigo. Es así de simple, y eso es en lo que hemos estado trabajando hasta ahora. Por supuesto ahí hay algunos obstáculos… por ejemplo su haphephobia.
Oh Jesús… ¿Su qué? Jadeo.
―Lo siento. Quiero decir su miedo de ser tocado ―dice el Dr. Flynn, sacudiendo su cabeza como si estuviera regañándose―. Lo que estoy seguro estás al tanto.
Me sonrojo y asiento. ¡Oh eso!
―Él tiene un mórbido auto-desprecio. Estoy seguro que eso no es una sorpresa para ti. Y por supuesto también esta su parasomnia… um… lo siento, terrores nocturnos, para las personas sin lenguajes técnicos.
Parpadeo, tratando de absorber todas esas palabras largas. Sé sobre todas estas cosas. Pero Flynn no ha mencionado mi principal preocupación.
―Pero él es un sádico, seguramente, como tal, tiene sus necesidades las cuales yo no puedo llenar.
El Dr. Flynn en realidad pone los ojos en blanco, y su boca se presiona en una dura línea.
―Eso ya no es reconocido como un término psiquiátrico. No sé cuántas veces tengo que decirle eso a él. Ya ni siquiera es clasificado como una paraphilia, no desde los noventa.
El Dr. Flynn me ha perdido otra vez. Parpadeo hacia él. Y él sonríe gentilmente.
―Esta es una manía mía. ―Sacude la cabeza―. Joseph solo piensa lo peor de cualquier situación. Es parte de su auto-desprecio. Por supuesto, existe una cosa como el sadismo sexual, pero no es una enfermedad; es un estilo de vida. Y si es practicada con seguridad, en una relación por adultos sanos y con el consentimiento de ambos, entonces no hay ningún problema. Mi entendimiento es que Joseph ha llevado todas las relaciones de sus BDSM de esta manera. Tú eres la primera amante que no lo ha consentido, así que él está dispuesto a no hacerlo.
¡Amante!
―Pero seguramente no es tan simple.
―¿Por qué no? ―El Dr. Flynn se encoge de hombros con buen humor.
―Bueno… por las razones que lo hace.
―_____, ese es el punto. En términos de terapia centrada en soluciones. Es así de simple. Joseph quiere estar contigo. Ahora, para hacer eso, él necesita renunciar a los aspectos más extremos de ese tipo de relación. Después de todo, lo que tú le estas pidiendo no es irrazonable… ¿Lo es?
Me sonrojo. No, no es irrazonable, ¿lo es?
―No lo creo. Pero estoy preocupada que él sí lo piense.
―Joseph reconoce eso y ha actuado correctamente. Él no está loco. ―El Dr. Flynn suspira―. En pocas palabras, no es un sádico, _____. Él es un enojado, asustado, y brillante joven, que recibió unas cartas de mierda cuando nació. Todos podemos darnos golpes de pecho sobre eso, y analizar, el quién, el cómo y el por qué hasta morir… o Joseph puede seguir adelante y decidir cómo quiere vivir. Él encontró algo que funcionaba por unos años, más o menos. Pero desde que te conoció, no le funcionó más. Y como consecuencia, está cambiando su modus operandi. Tú y yo tenemos que respetar su decisión y apoyarlo.
Lo miro con la boca abierta.
―¿Esa es mi seguridad?
―Tan bien como suena, _____. No hay garantías en esta vida. ―Él sonríe―. Y esa es mi opinión profesional.
Sonrío débilmente también. Doctor Bromas… por Dios.
―Pero él piensa en sí mismo como un alcohólico en recuperación.
―Joseph siempre pensará lo peor de sí mismo. Como he dicho, es parte de su auto-desprecio. Eso es lo real, no importa qué. Naturalmente está ansioso sobre hacer estos cambios en su vida. Se está exponiendo potencialmente a un completo mundo emocional de dolor, que, incidentemente, ha tenido una probada cuando lo dejaste. Como es de esperar está un poco aprehensivo. ―Dr. Flynn hace una pausa―. Mi intención no es estresarte sobre cuán importante es el rol que tienes en su conversación… en su camino al cambio. Personalmente no creo que la analogía del alcohólico es muy buena, pero si funciona para él ahora, entonces creo que deberíamos darle el beneficio de la duda.
Darle a Joseph el beneficio de la duda. Frunzo el ceño al pensamiento.
―Emocionalmente, Joseph es un adolescente _____. Él saltó esa fase en su vida totalmente. Ha canalizado toda su energía a través de su exitoso mundo de negocios, y tiene todas las expectativas. Su mundo emocional tiene que ponerse al día.
―Así que, ¿cómo lo ayudo?
El Dr. Flynn se ríe.
―Solo sigue haciendo lo que estás haciendo. ―Sonríe hacia mí―. Joseph esta de cabeza. Es entretenido de ver.
Me sonrojo, y mi Diosa interior se está abrazando con alegría, pero algo me molesta.
―¿Puedo preguntarte algo más?
―Por supuesto.
Tomo un profundo respiro.
―Parte de mí piensa que si él no estuviera así de roto no… me querría.
Las cejas del Dr. Flynn se disparan en sorpresa.
―Eso es algo muy negativo para decir de ti misma, _____. Y francamente dice más sobre ti de lo que dice de Joseph. Allí no se trata de él con su auto-desprecio, pero estoy sorprendido con ello.
―Bueno, mírelo a él… y luego míreme a mí.
El Dr. Flynn frunce el ceño.
―Lo he hecho. Veo a un atractivo joven, y veo a una atractiva mujer. _____, ¿por qué no piensas en ti como alguien atractiva?
Oh no… no quiero que esto sea acerca de mí. Me quedo mirando mis dedos. Hay un toque en la puerta que me hace saltar. Joseph regresa a la habitación, mirándonos a los dos. Me sonrojo y miro rápidamente a Flynn. Que está sonriendo indulgentemente a Joseph.
―Bienvenido de nuevo, Joseph ―dice.
―Creo que el tiempo se ha acabado, John.
―Casi, Joseph. Únete a nosotros.
Joseph se sienta, a mi lado esta vez, y pone su mano posesivamente en mi rodilla. Su acción no pasa desapercibida para el Dr. Flynn.
―¿Tienes alguna otra pregunta, _____? ―pregunta el doctor Flynn y su preocupación es obvia. Mierda… No debería haber hecho esa pregunta. Sacudo mi cabeza―. ¿Joseph?
―No hoy, John.
Flynn asiente.
―Puede ser beneficioso para los dos volver. Estoy seguro de que _____ tendrá más preguntas.
Joseph asiente, renuente. Me sonrojo. Mierda… Él quiere hurgar. Joseph agarra mi mano y me mira atentamente.
―¿Bien? ―pregunta suavemente.
Le sonrío, asintiendo. Sí, vamos a ir por el beneficio de la duda, cortesía del buen doctor de Inglaterra. Joseph aprieta mi mano y se da la vuelta hacia Flynn.
―¿Cómo está ella? ―pregunta suavemente.
¿Yo?
―Lo conseguirá allá ―dice en modo tranquilizador.
―Bien. Mantenme actualizado con su progreso.
―Lo haré.
Santa mierda. Están hablando sobre Leila.
―¿Deberíamos salir y celebrar tu ascenso? ―me pregunta Joseph deliberadamente.
Asiento tímidamente mientras Joseph se pone de pie. Decimos nuestros rápidos adioses al Dr. Flynn, y Joseph me conduce fuera con indecorosa prisa.
En la calle, se da la vuelta hacia mí.
―¿Cómo ha sido eso? ―Su voz está ansiosa.
―Estaba bien.
Me mira sospechosamente. Ladeo mi cabeza a un lado.
―Señor Jonas, por favor no me mire de esa forma. Bajo las órdenes del doctor le voy a dar el beneficio de la duda.
―¿Qué significa eso?
―Ya verás.
Su boca se tuerce y sus ojos se estrechan.
―Entra en el auto ―me ordena mientras abre la puerta del pasajero del Saab.
Oh, cambio de dirección. Mi BlackBerry vibra. Lo saco de mi bolso. ¡Mierda, José!
―Hola.
―_____, hola…
Miro fijamente a Cincuenta, quien me está mirando sospechosamente.
―José ―vocalizo hacia él. Me mira sin inmutarse, pero sus ojos se endurecen. ¿Cree que no me doy cuenta? Vuelvo mi atención a José otra vez―. Siento no haberte llamado. ¿Es sobre mañana? ―pregunto a José, pero miro a Joseph.
―Sí, escucha… hablé con un tipo en la casa de Jonas, así que sé dónde voy a enviar las fotos, y debería llegar entre las cinco y las seis… Después de eso, estoy libre.
Oh.
―Bueno, la verdad es que estoy con Joseph en este momento, y si quieres, dice que te puedes quedar en su casa.
Joseph aprieta su boca en una dura línea. Hmm, menudo anfitrión está hecho. José está callado un momento, absorbiendo esta noticia. Me encojo. No he tenido oportunidad de hablarle sobre Joseph.
―Bien ―dice finalmente―. Esta cosa con Jonas, ¿es seria?
Le doy la espalda al auto y ando al otro lado de la acera.
―Sí.
―¿Cuán serio?
Pongo los ojos en blanco y paro. ¿Por qué tiene Joseph que estar escuchando?
―Serio.
―¿Está ahora contigo? ¿Por eso estás hablando en monosílabos?
―Sí.
―Claro que lo tengo permitido. ―Espero. Automáticamente cruzo los dedos.
―Así que, ¿dónde quedamos?
―Podrías recogerme del trabajo ―ofrezco.
―Está bien.
―Te enviaré la dirección por mensaje.
―¿Qué hora?
―¿Di seis?
―Claro. Te veré entonces, _____. Estoy deseándolo. Te echo de menos.
Sonrío.
―Genial. Te veré entonces.
Apago el móvil y me doy la vuelta. Joseph está inclinado contra el auto mirándome cuidadosamente, su expresión imposible de leer.
―¿Cómo está tu amigo? ―pregunta fríamente.
―Está bien. Me va a recoger del trabajo, y creo que iremos a tomar algo. ¿Te gustaría unírtenos?
Joseph duda, sus ojos ambarinos fríos.
―¿No crees que intentará algo?
―¡No! ―Mi tono es exasperado, pero me abstengo de poner los ojos en blanco.
―Está bien. ―Joseph sube las manos en derrota―. Sales con tu amigo, y te veo más tarde por la noche.
Estaba esperando una pelea, y su fácil consentimiento me desconcierta.
―¿Ves? Puedo ser razonable. ―Sonríe con suficiencia.
Mi boca se tuerce. Eso ya lo veremos.
―¿Puedo conducir?
Joseph parpadea hacia mí, sorprendido por mi petición.
―Preferiría que no lo hicieras.
―¿Por qué, exactamente?
―Porque no me gusta que me lleven.
―Lo soportaste esta mañana, y pareces tolerar que Taylor te lleve.
―Confío en la conducción de Taylor incondicionalmente.
―¿Y no la mía? ―Pongo mis manos en mis caderas―. Honestamente, tu obsesión por el control no conoce límites. He estado conduciendo desde que tenía quince años.
Se encoge de hombros en respuesta, como si eso no tuviese importancia en absoluto. Oh, ¡es tan exasperante! ¿Beneficio de la duda? Bueno, que se joda.
―¿Es éste mi coche? ―pregunto.
Frunce el ceño hacia mí.
―Claro que es tu coche.
―Entonces dame las llaves, por favor. Lo he conducido dos veces, y solo para ir y volver del trabajo. Te estás llevando toda la diversión. ―Estoy en modo pucheros completamente.
Los labios de Joseph se mueven con una sonrisa reprimida.
―Pero no sabes a dónde vamos.
―Estoy segura de que puedes iluminarme, señor Jonas. Has hecho un gran trabajo hasta ahora.
Me mira asombrado y después sonríe, su nueva sonrisa tímida que me desarma completamente y me deja sin respiración.
―Gran trabajo, ¿eh? ―murmura.
Me sonrojo.
―La mayor parte, sí.
―Bueno, en ese caso. ―Me da las llaves, da la vuelta hasta la puerta del conductor, y la abre para mí.
―Izquierda aquí ―ordena Joseph, y nos dirigimos norte hacia la I-5―. Demonios, suavemente, ____. ―Se sujeta del tablero.
Oh, por todos los cielos. Pongo los ojos en blanco, pero no me giro para mirarlo. Van Morrison canta con voz suave de fondo a través del sistema de sonido del coche.
―¡Frena!
―¡Estoy frenando!
Joseph suspira.
―¿Qué ha dicho Flynn? ―Oigo su ansiedad en su voz.
―Te lo he dicho. Dice que debería darte el beneficio de la duda. ―Maldición, quizás debería haber dejado a Joseph conducir. Entonces le podría mirar. De hecho… señalo para parar el coche.
―¿Qué estás haciendo? ―replica, alarmado.
—Dejándote conducir.
—¿Por qué?
—Para poder mirarte.
Ríe.
—No, no, querías conducir. Así que, tú conduces, y yo te miro.
Le miro con el ceño fruncido.
—¡Mantén tus ojos en la carretera! —grita.
Mi sangre hierve. ¡Bien! Paro en la cuneta justo antes de un semáforo y salgo furiosa del coche, dando un portazo, y me quedo de pie en la acera, los brazos cruzados, lo miro. Él sale del coche.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta enfadado, mirándome fijamente.
—No. ¿Qué estás tú haciendo?
—No puedes estacionar aquí.
—Lo sé.
—¿Entonces por qué lo has hecho?
—Porque me he cansado de tus órdenes ladradas. ¡O conduces o te callas sobre mi conducción!
—____, entra en el coche antes de que consigamos una multa.
—No.
Parpadea hacia mí, perdido completamente, después pasa sus manos por su cabello, y su enfado se convierte en desconcierto. Es tan cómico de repente, y no puedo evitar sonreírle. Frunce el ceño.
—¿Qué? —dice bruscamente una vez más.
—Tú.
—¡Oh, ____! Eres la mujer más frustrante del planeta. —Lanza sus manos al aire—. Bien, conduciré yo.
Agarro los bordes de su chaqueta y lo empujo hacia mí.
—No, tú eres el hombre más frustrante del planeta, señor Jonas.
Me mira, sus ojos oscuros e intensos, enreda sus brazos alrededor de mi cintura y me abraza, sujetándome cerca.
—Puede que estemos hechos el uno para el otro entonces —dice suavemente e inhala profundamente, su nariz en mi cabello. Envuelvo mis brazos a su alrededor y cierro los ojos. Por primera vez desde esta mañana, siento cómo me relajo—. Oh… ____, ____, ____ —respira, sus labios presionados contra mi cabello. Aprieto mis brazos a su alrededor, y nos quedamos de pie, inmóviles, disfrutando un momento de inesperada tranquilidad, en la calle. Soltándome, abre la puerta del pasajero. Entro y me siento en silencio, mirándolo dando la vuelta al coche.
Volviendo a encender el coche, Joseph sale al tráfico, tarareando distraídamente con Van Morrison. Whoa. Nunca lo he escuchado cantar, ni siquiera en la ducha, nunca. Frunzo el ceño. Tiene una voz preciosa, por supuesto. Hmm… ¿me ha escuchado cantar? ¡No te estaría pidiendo que te casaras con él si lo hubiera hecho! Mi subconsciente tiene sus brazos cruzados y está llevando Burberry a cuadros… caray. La canción termina y Joseph sonríe con suficiencia.
—Sabes, si hubiésemos conseguido una multa, el coche está a tu nombre.
—Bueno, es algo bueno que me hayan ascendido, puedo permitírmelo —digo con suficiencia, observando su adorable perfil. Sus labios se mueven… Otra canción de Van Morrison empieza a reproducirse mientras coge la vía de acceso a la I-5, dirigiéndose al norte.
—¿A dónde vamos?
—Es una sorpresa. ¿Qué más dijo Flynn?
Suspiro.
—Habló sobre FFFSTB o algo.
—STBT. La última opción terapéutica —murmura.
—¿Has probado otras?
Joseph bufa.
—Nena, he estado sometido a todas ellas. Cognitivismo, Freud, funcionalismo, Gestalt, conductismo… Lo nombras, a lo largo de los años lo he hecho —dice y su tono traiciona su amargura. El rencor en su voz es angustiante.
—¿No crees que este último acercamiento vaya a ayudar?
—¿Qué dijo Flynn?
—Dijo que no escarbara en tu pasado. Que te concentraras en el futuro, donde quieras estar.
Joseph asiente pero se encoge de hombros a la vez, su expresión cuidadosa.
—¿Qué más? —insiste.
—Habló sobre tu miedo a ser tocado, aunque lo llamó de otra manera. Y sobre tus pesadillas y tu auto aborrecimiento. —Lo miro, y en la luz de la tarde, está pensativo, mordiéndose la uña del pulgar mientras conduce. Me mira rápidamente—. Los ojos en la carretera, señor Jonas —lo amonesto, mi ceja levantada hacia él.
Parece divertido, y ligeramente exasperado.
—Has estado hablando con él eternamente, _____. ¿Qué más dijo?
Trago.
—No cree que seas un sádico —susurro.
—¿De verdad? —dice Joseph en voz baja y frunce el ceño. La atmósfera en el coche desciende en picado.
—Dice que el término no está reconocido en psiquiatría. No desde los noventa —murmuro, rápidamente intentando rescatar el ánimo entre nosotros.
La cara de Joseph se oscurece, y exhala lentamente.
—Flynn y yo tenemos opiniones discrepantes en eso —dice en voz baja.
—Dice que siempre piensas lo peor de ti mismo. Sé que eso es verdad —murmuro—. También mencionó sadismo sexual, pero dijo que eso era una elección de estilo de vida, no una condición psiquiátrica. Puede que eso sea sobre lo que estás pensando.
Sus ojos ambarinos van hacia mí otra vez, y su boca se asienta en una línea sombría.
—Así que… una charla con el buen doctor y eres una experta —dice ácidamente y gira sus ojos al frente.
Oh querido… Suspiro.
—Mira, si no quieres escuchar lo que ha dicho, no me preguntes —murmuro suavemente.
No quiero discutir. De todos modos él está en lo cierto, ¿qué demonios sé yo sobre toda esa mierda? ¿Quiero siquiera saber? Puedo hacer una lista con sus puntos salientes, su obsesión por el control, su posesividad, sus celos, su sobreprotección, y comprendo completamente de dónde viene. Puedo incluso entender por qué no quiere ser tocado, he visto las cicatrices físicas. Solo puedo imaginar las mentales, y sólo he echado un vistazo a sus pesadillas una vez. Y el doctor Flynn dijo…
—Quiero oír lo que discutieron —Joseph interrumpe mis pensamientos mientras sale de la I-5 en la salida 172, dirigiéndose al oeste hacia el sol que se está hundiendo lentamente.
—Me llamó tu amante.
—¿Lo hizo? —Su tono es reconciliador—. Bueno, no es nada sino fastidioso en esos temas. Creo que esa es una descripción acertada. ¿No lo crees?
—¿Pensabas en tus sumisas como amantes?
La frente de Joseph se arruga una vez más, pero esta vez está pensando. Gira el Saab suavemente al norte otra vez. ¿A dónde vamos?
—No. Eran compañeras sexuales —murmura, su voz cuidadosa otra vez—. Eres mi única amante. Y quiero que seas más.
Oh… ahí está esa palabra mágica otra vez, rebosante de posibilidades. Me hace sonreír, y por dentro me abrazo a mí misma, mi Diosa interior irradiando alegría.
—Lo sé —susurro, intentando mucho esconder mi entusiasmo—. Sólo necesito un poco de tiempo, Joseph. Para entender estos últimos pocos días.
Me mira extrañamente, perplejo, su cabeza inclinada a un lado. Después de un latido, el semáforo en el que estábamos parados se vuelve verde. Él asiente y sube el volumen de la música, y nuestra conversación se ha acabado.
Van Morrison está todavía cantando, más optimistamente ahora, sobre ser una noche maravillosa para bailar a la luz de la luna. Miro por la ventana a los pinos y los abetos espolvoreados de oro por la luz que se desvanece del sol, sus largas sombras estirándose a través de la carretera. Joseph ha entrado en una calle más residencial, y estamos dirigiéndonos al oeste hacia el Sound.
—¿A dónde vamos? —pregunto otra vez mientras gira en la carretera. Capto una señal de tráfico, 9th Ave NW. Estoy perpleja.
—Sorpresa —dice y sonríe misteriosamente.
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
[CAPITULO 18]
Joseph continúa conduciendo pasando junto a casas de una sola planta, bien cuidadas, donde los chicos juegan en grupos alrededor de los aros de baloncesto en sus patios o van en bicicleta y están corriendo en la calle. Todo tiene una apariencia próspera y saludable con las casas enclavadas entre los árboles. ¿Quizás vamos a visitar a alguien? ¿A quién?
Unos minutos más tarde, Joseph se vuelve bruscamente hacia a la izquierda, y nos encontramos en frente de dos puertas de metal blanco ornamentado en una pared de piedra arenisca de seis metros de altura. Joseph presiona un botón en el pomo de la puerta y la ventana eléctrica zumba tranquilamente bajo el marco de la puerta. Pica un número en el teclado numérico y las puertas se abren dándonos la bienvenida.
Me mira, y su expresión ha cambiado. Parece intranquilo, nervioso incluso.
—¿Qué pasa? —le pregunto, y no puedo ocultar la preocupación en mi voz.
—Una idea —dice tranquilamente y desliza el Saab a través de las puertas.
Nos dirigimos hacia una senda arbolada lo suficientemente amplia como para dos coches. Por un lado, los árboles cercan un área densamente boscosa y por el otro hay una inmensa pradera donde, el campo cultivado ha sido cosechado y arado. Las hierbas y las flores silvestres, han reclamado su espacio, creando una idílica pradera rural, donde la brisa de la tarde ondea suavemente a través de la hierba y el sol del atardecer cubre de una fina capa dorada las flores silvestres. Es precioso, absolutamente tranquilo, y de repente me imagino estirada en el césped mirando hacia arriba a un cielo de verano azul claro. El pensamiento es tentador, pero por alguna extraña razón me hace sentir nostalgia. Lo que es extraño.
La senda serpentea alrededor y se abre en una amplia calzada delante de una imponente casa de estilo Mediterráneo de piedra arenisca rosa suave. Es magnífica. Todas las luces están encendidas, y cada ventana brillantemente iluminada en el atardecer. Hay un elegante, BMW negro estacionado delante del garaje para cuatro coches, pero Joseph sigue adelante hasta quedar fuera del gran pórtico.
Hmm… ¿Me pregunto quién vive aquí? ¿Por qué lo estamos visitando?
Joseph me mira ansiosamente cuando apaga el motor del automóvil.
—¿Mantendrás una mente abierta? —me pregunta.
Frunzo el entrecejo.
—Joseph, he necesitado a una mente abierta desde el día que te conocí.
Él sonríe irónicamente y asiente con la cabeza.
—Buen razonamiento, Srta. Steele. Vamos.
Las puertas de madera oscuras se abren, y una mujer con el cabello de color castaño oscuro, una sonrisa sincera, y un traje lila fuerte está esperando. Estoy agradecida de haberme cambiado a mi nuevo vestido azul marino para impresionar al Dr. Flynn. De acuerdo, no llevo unos tacones asesinos como ella, pero aun así no visto unos desgastados pantalones vaqueros.
—Sr. Jonas. —Ella sonríe cálidamente y se estrechan las manos.
—Srta. Kelly —dice educadamente.
Ella me sonríe y yo sostengo su mano mientras la estrecho. Su rubor del tipo “¿no es él deslumbrantemente hermoso? Desearía que fuera mío” no pasa desapercibido.
—Olga Kelly —anuncia despreocupadamente.
—____ Steele —murmuro de vuelta. ¿Quién es esta mujer? Ella está de pie a un lado, dándonos la bienvenida a la casa. Es un shock cuando camino dentro. El lugar está vacío, completamente vacío. Nos encontramos en un gran vestíbulo. Las paredes son de un color amarillo pálido con marcas del lugar dónde unos cuadros debieron de haber estado colgados alguna vez. Todo lo que queda son las lámparas de cristal anticuado. Los suelos son de madera leñosa. Hay puertas cerradas a cada lado de nosotros, pero Joseph no me da tiempo para asimilar lo que está pasando.
—Ven —dice, y tomando mi mano, me lleva a través de la entrada en forma de arco delante de nosotros hacia un vestíbulo interno más grande. Está dominado por una amplia escalera de caracol con una balaustrada de hierro intrincado pero él no se detiene aún. Me lleva hasta el salón principal, que está vacío, salvo por una gran alfombra descolorida en color oro, la alfombra más grande que he visto alguna vez. Oh, y hay cuatro candelabros de cristal.
Pero la intención de Joseph ahora es clara, cuando nos dirigimos a través de la habitación y salimos a través de las puertas francesas abiertas a una gran terraza de piedra. Por debajo de nosotros hay medio campo de fútbol de cuidado césped, pero más allá las vistas del paisaje son… ¡Wow!
La panorámica, la vista ininterrumpida es impresionante, asombrosa: el crepúsculo sobre The Sound. ¡Oh mi…!
En la distancia se encuentra la isla de Bainbridge y aún más sorprendente, sobre el cristalino crepúsculo, con el sol hundiéndose lentamente en el horizonte, resplandeciendo y brillando, más allá el Parque Nacional Olympic. Los tonos bermellón sangran en el cielo, los ópalos, las aguamarinas, los cerúleos, se fusionan con los morados oscuros de las escasas nubes tenues y la tierra más allá The Sound. Es la mejor naturaleza, una sinfonía visual orquestada en el cielo y reflejada en las aguas profundas, que todavía riegan The Sound. Estoy perdida en la vista, mirando fijamente, intentando absorber tanta belleza.
Me doy cuenta que estoy conteniendo la respiración asombrada, y Joseph todavía está sosteniendo mi mano. Cuando a regañadientes aparto mis ojos de la vista, él me está mirando ansiosamente.
—¿Me trajiste aquí para admirar la vista? —susurro. Él asiente con expresión seria—. Es asombroso, Joseph. Gracias —murmuro, mientras permito a mis ojos contemplar una vez más. Él suelta mi mano.
—¿Te gustaría poder contemplarlo el resto de tu vida? —respira.
¿Qué? Lanzo mi cara de vuelta a él, pensativo, sus ojos son de color ambarino oscuro. Creo que mi boca se abre, y balbuceo inexpresivamente.
—Siempre he querido establecerme en la costa. Navego arriba y debajo en el The Sound envidiando estas casas. Este lugar no ha estado mucho tiempo en el mercado. Quiero comprarlo, demolerlo, y construir una nueva casa… para nosotros —susurra, y sus ojos brillan, translúcidos con sus esperanzas y sueños.
¡Santo cielo! De alguna manera permanezco erguida. Estoy delirando. ¡Vivir, aquí! ¡En este hermoso refugio! Para el resto de mi vida…
—Es simplemente una idea —agrega, con cautela.
Miro atrás para evaluar el interior de la casa. ¿Cuánto vale? Debe ser, qué, ¿cinco, diez millones de dólares? No tengo ni idea. ¡Mierda!
—¿Por qué quieres demolerla? —le pregunto, mirándole. Su cara parece decepcionada. ¡Oh no!
—Me gustaría hacer un hogar más sostenible, utilizando las últimas técnicas ecológicas. Elliot podría construirla.
Miro atrás en la sala de nuevo. La Srta. Olga Kelly está en un extremo, mariposeando por la entrada. Es de la inmobiliaria, claro. Observo que la habitación es enorme y de doble altura, un poco como la gran sala en el Escala. Hay un balcón superior, que debe ser el relleno del segundo piso. Hay una enorme chimenea y toda una línea de puertas francesas que abren hacia la terraza. Tiene un encanto del viejo mundo.
—¿Podemos echar una ojeada alrededor de la casa?
Él parpadea hacia mí.
—Claro —se encoge de hombros, perplejo.
La cara de Srta. Kelly se ilumina como si fuera Navidad cuando nos dirigimos dentro. Está encantada de llevarnos de gira y nos da la charla.
La casa es enorme: tres mil setecientos metros cuadrados en dos mil quinientas hectáreas de terreno. Así como esta sala principal, hay un comedor… no, una isla que separa, la cocina adjunta con el cuarto de estar… ¡Familiar! Un cuarto de música, una biblioteca, un estudio y, para mi gran sorpresa, una piscina cubierta y una suite para ejercitarse con sauna y vapor adjunta. Abajo en el sótano hay un cine —¡Jesús!— y una sala de juegos. Hmm… ¿Qué tipo de juegos podríamos jugar aquí?
La Srta. Kelly señala todo tipo de características, pero básicamente la casa es bonita y evidentemente una vez fue una casa familiar feliz. Es ahora un poco vieja, pero nada que TLC no pudiera arreglar.
Cuando seguimos a la Srta. Kelly hasta la magnífica escalera principal al segundo piso, apenas puedo contener mi emoción… esta casa tiene todo lo que jamás podría desear en una casa.
—¿No podría hacer la casa existente más ecológica y auto-suficiente?
Joseph parpadea hacia mí, confundido.
—Tendría que preguntarle a Elliot. Él es el experto en todo esto.
La Srta. Kelly nos lleva a la suite principal donde unas enormes ventanas deslizantes dan paso a un balcón, y la vista todavía es espectacular. Podría sentarme en la cama y mirar fuera todo el día, observando los barcos de vela y el cambio climático.
Hay cinco habitaciones adicionales en este piso. Jesús: niños. Aparto a un lado este pensamiento de prisa. Tengo demasiado que procesar ya. La Srta. Kelly está sugiriendo diligentemente a Joseph cómo se pueden acomodar centro de equitación y un área cercada. ¡Caballos! Flashes de imágenes espantosas de mis pocas lecciones de equitación pasan a través de mi mente, pero Joseph no parece estar escuchando.
—¿El área cercada estaría dónde está el prado ahora? —pregunto.
—Sí —dice la Srta. Kelly alegremente.
Para mí el prado parece un lugar para dejar crecer el césped y hacer picnics, no para que algún demonio de cuatro patas vagabundee.
De regreso a la sala principal, la Srta. Kelly desaparece discretamente, y Joseph me lleva una vez más a la terraza. El sol se ha puesto y las luces de los pueblos en la península Olympic parpadean en un extremo del The Sound. Joseph tira de mí a sus brazos y levanta mi barbilla con su dedo índice, mirando fijamente abajo hacia a mí.
—¿Difícil de superar? —pregunta, con expresión ilegible.
Asiento con la cabeza.
—Quería comprobar que te gustara antes de comprar.
—¿Las vistas?
Él asiente.
—Me encantan las vistas, y me gusta la casa que hay aquí.
—¿Te gusta?
Le sonrío tímidamente.
—Joseph, me ganaste con el prado.
Sus labios se separan cuando él inhala fuertemente, luego su cara se transforma con una sonrisa y de repente sus manos están enterradas en mi cabello y su boca está sobre la mía.
De regreso en el automóvil, nos dirigimos hacia Seattle, el humor de Joseph se ha levantado considerablemente.
—¿Así que vas a comprarla? —pregunto.
—Sí.
—¿Pondrás Escala a la venta?
Él frunce el entrecejo.
—¿Por qué haría eso?
—Para pagar… —mi voz se arrastra hasta apagarse. Me ruborizo.
Él sonríe con satisfacción.
—Confía en mí, puedo pagarla.
—¿Te gusta ser rico?
—Sí. Muéstrame a alguien que no le guste —dice oscuramente.
De acuerdo, dejemos ese asunto rápidamente.
—____, vas a tener que aprender a ser rica, también, si dices que sí —dice suavemente.
—La riqueza no es algo a lo que haya aspirado alguna vez, Joseph —frunzo el entrecejo.
—Lo sé. Me encanta eso de ti. Pero entonces nunca has tenido hambre —dice simplemente. Sus palabras son inquietantes.
—¿Dónde vamos? —pregunto alegremente, cambiando de tema.
—A celebrarlo. —Joseph se relaja.
¡Oh!
—A celebrar qué, ¿la casa?
—¿Ya te has olvidado? Tu papel del editor suplente.
—Oh sí. —Sonrío ampliamente. Increíblemente, me había olvidado—. ¿Dónde?
—Allá arriba en mi club.
—¿Tu club?
—Sí. Uno de ellos.
El Mile High Club está en el piso setenta y seis de Columbia Tower, superior incluso al apartamento de Joseph. Es muy nuevo y tiene las mejores vistas giratorias sobre Seattle.
—¿Una copa, señora? —Joseph me da una copa de champan helada mientras nos sentamos en un taburete.
—Qué tengo que agradecer, señor. —Subrayo la última palabra coquetamente, moviendo mis pestañas deliberadamente hacia él.
Él me mira fijamente y su cara se oscurece.
—¿Estás coqueteando conmigo, Srta. Steele?
—Sí, Sr. Jonas, lo estoy. ¿Qué vas a hacer sobre eso?
—Estoy seguro que puedo pensar en algo —dice, en voz baja—. Ven, nuestra mesa está lista.
Cuando nos acercamos a la mesa, Joseph me detiene, con su mano en mi codo.
—Ve y quítate las bragas —me susurra.
¿Ah? Un cosquilleo delicioso corre por mi espina dorsal.
—Ve —ordena en voz baja.
¡Guau! ¿Qué? Parpadeo hacia él. No está sonriendo, está mortalmente serio. Cada músculo debajo de mi cintura se tensa. Le doy mi copa de champan, giro bruscamente en mis talones, y me dirijo hacia el baño. ¡Mierda! ¿Qué va hacer? Quizás el nombre de este club es muy apropiado.
Los baños están a la altura del diseño moderno, todo de madera oscura, granito negro y focos de luz de halógenos estratégicamente colocados. En la intimidad del cubículo, sonrío burlonamente cuando me despojo de mi ropa interior. De nuevo agradezco haberme cambiado por el vestido azul marino. Pensé que era el atuendo adecuado para cumplir con el buen Dr. Flynn, no había esperado que la tarde tomara este inesperado curso.
Ya me estoy emocionando. ¿Por qué él me afecta así? Lamento un poco la facilidad con la que caigo bajo su hechizo. Ahora sé que no pasaremos la tarde hablando de todos nuestros problemas y recientes acontecimientos… ¿pero cómo puedo resistirme a él?
Comprobando mi apariencia en el espejo, mi mirada se ilumina y me ruborizo con excitación. Cuestión de dejarse llevar. Respiro profundamente y me encamino de regreso al club. Quiero decir, no es como si no hubiera ido nunca sin bragas antes. Mi Diosa interior se cubre con una suave boa de plumas rosa y diamantes, pavoneándose con ella entre su sexo y mis zapatos.
Joseph se encuentra sentado educadamente cuando regreso a la mesa, con expresión inescrutable. Se le ve perfecto, atractivo, tranquilo, y sereno. Claro, que ahora conozco la diferencia.
—Siéntate a mi lado —dice. Me deslizo en el asiento y él se sienta—. He ordenado para ti. Espero que no te importe. —Me devuelve mi copa medio acabada de champán, mirándome intensamente y bajo su escrutinio, mi sangre calienta nuevamente. Él descansa sus manos sobre sus muslos. Y me tenso y abro mis piernas ligeramente.
El camarero llega con un plato de ostras en hielo picado. Ostras. El recuerdo de nosotros dos en el comedor privado del Heathman llena mi mente. Estábamos discutiendo su contrato. Oh chico. Desde entonces hemos recorrido un largo camino.
—Creo que te gustaron las ostras la última vez que las probaste. —Su voz es seductoramente, baja.
—Sólo las he probado una vez hace tiempo —murmuro, con voz entrecortada. Sus labios se contraen bruscamente con una sonrisa.
—Ah, Srta. Steele… ¿cuándo aprenderás? —Reflexiona.
Él toma una ostra del plato y levanta su otra mano de su muslo. Yo retrocedo con expectación, pero él alcanza una rodaja de limón.
—¿Aprender qué? —pregunto. ¡Dios, mi pulso está acelerado! Sus dedos largos, experimentados exprimen suavemente el limón sobre el marisco.
—Come —dice, sosteniendo la concha cerca de mi boca. Yo abro mis labios, y él pone la concha suavemente en mi labio inferior—. Inclina la cabeza hacia atrás despacio —murmura.
Lo hago como me pide y la ostra se desliza por mi garganta. Él no me toca sólo a la concha.
Joseph toma una para él, y luego me da otra a mí. Nosotros continuamos esta tortuosa rutina hasta que toda la docena desaparece. Su piel nunca conecta con la mía. Está haciéndome enloquecer.
—¿Todavía te gustan las ostras? —pregunta cuando trago la última.
Asiento con la cabeza, enrojecida, anhelando su toque.
—Bueno.
Me muevo en mi asiento. ¿Por qué esto está tan excitante?
Él pone su mano casualmente en su propio muslo nuevamente, y yo me derrito. Ahora. Por favor. Tócame. Mi Diosa interior está de rodillas, desnuda, excepto por sus bragas… mendigando. Él mueve su mano arriba y abajo de su muslo, la levanta, luego vuelve a colocarla donde estaba.
El camarero vuelve a llenar nuestras copas de Champán y de inmediato retira nuestros platos. Momentos más tarde regresa con nuestro plato principal, lubina… —¡no puedo creerlo!— servida con una salsa holandesa, espárragos y patatas salteadas.
—¿Unos de tus platos favoritos, Sr. Jonas?
—Definitivamente, Srta. Steele. Aunque creo que era bacalao en el Heathman. —Su mano se mueve en su muslo de arriba abajo. Mi respiración pincha, pero aun así no me toca. Es muy frustrante. Trato de concentrarme en nuestra conversación.
—Me parece recordar que estábamos en un comedor privado, discutiendo los contratos.
—Días felices —dice, sonriendo burlonamente—. Esta vez espero conseguir follar contigo. —Él mueve su mano para recoger su cuchillo.
¡Argh!
Él toma un bocado de su lubina. Lo está haciendo a propósito.
—No cuentes con ello —murmuro con un mohín y él me mira, divertido—. Hablando de contratos —agrego—. El CDC.
—Rómpelo —dice simplemente.
¡Vaya!
—¿Qué? ¿En serio?
—Sí.
—¿Estás seguro de que no me voy a correr al Seattle Times con una revelación? —bromeo.
Él se ríe y es un sonido maravilloso. Parece tan joven.
—No. Confío en ti. Te voy a dar el beneficio de la duda.
Oh. Le sonrío tímidamente.
—Lo mismo —dejo escapar.
Sus ojos se iluminan.
—Estoy muy contento de que estés usando un vestido —murmura. Y bam, el deseo recorre mi sangre ya sobrecalentada.
—¿Por qué no me has tocado, entonces? —siseo.
—¿Extrañando mi tacto? —pregunta con una sonrisa. Se ha divertido… el hijo de puta.
—Sí —me enfurezco.
—Come —ordena.
—No vas a tocarme, ¿verdad?
—No. —Niega con la cabeza.
¿Qué? Jadeo en voz alta.
—Sólo imagina cómo te sentirás cuando estemos en casa —susurra—. No puedo esperar para llevarte a casa.
—Será tu culpa si hago combustión aquí en el piso 76 —murmuro con los dientes apretados.
—Oh, ____. Encontraremos una manera de apagar el fuego —dice, sonriendo escabrosamente hacia mí.
Echando humo, excavo en mi lubina, y mi Diosa interior entrecierra los ojos en silenciosa, y tortuosa contemplación. También podemos jugar este juego. Aprendí lo básico durante nuestra comida en el Heathman. Tomo un bocado de mi lubina. Se derrite en la boca, delicioso. Cierro mis ojos, saboreando el sabor. Cuando los abro, empiezo mi seducción a Joseph Jonas, levantando muy lentamente mi falda, dejando al descubierto más de mis muslos.
Joseph hace una pausa momentánea, un bocado de pescado suspendido en el aire.
Tócame.
Después de un latido, sigue comiendo. Tomo otro bocado de lubina, ignorándolo. Luego, bajando mi cuchillo, me paso los dedos por la parte interior del muslo inferior, golpeando ligeramente mi piel con la punta de mis dedos. Es una distracción, incluso para mí, especialmente cuando estoy ansiando su toque. Joseph se detiene una vez más.
—Sé lo que estás haciendo. —Su voz es baja y ronca.
—Sé que lo sabes, Sr. Jonas —le respondo en voz baja—. Ese es el punto.
Tomo un espárrago, lo miro de reojo por debajo de mis pestañas, y luego sumerjo el espárrago en salsa holandesa, agitando la punta una y otra vez.
—No me estás pagando con la misma moneda, señorita Steele. —Sonriendo estira su mano y me quita el espárrago, increíble y molestamente arreglándoselas para no tocarme de nuevo. No, esto no está bien, esto no va de acuerdo al plan. ¡Agh!—. Abre tu boca —ordena.
Estoy perdiendo esta batalla de voluntades. Lo miro de nuevo, y sus ojos resplandecen ambarino brillante. Separando mis labios una fracción paso mi lengua por mi labio inferior. Joseph sonríe y sus ojos se oscurecen aún más.
—Ábrela más —deja escapar, separando sus labios para que yo pueda ver su lengua. Gimo interiormente, y me muerdo el labio inferior, luego hago lo que me pide.
Oigo cómo toma aire cortantemente, él no es tan inmune. Bueno, finalmente estoy llegando a él. El puño de mi Diosa interior sube y baja en el aire por encima de su chaise longue.
Manteniendo mis ojos clavados en los de él, tomo el espárrago en mi boca y succiono, suavemente… con delicadeza… en el extremo. La salsa holandesa es deliciosa. Muerdo, gimiendo en voz baja con apreciación.
Joseph cierra los ojos. ¡Sí! Cuando los abre de nuevo, sus pupilas se han dilatado. El efecto sobre mí es inmediato. Gimo y estiro mi mano para tocar su muslo. Para mi sorpresa, él utiliza su otra mano para agarrar mi muñeca.
—Oh, no lo hagas, señorita Steele —murmura en voz baja. Levantando mi mano hacia su boca, suavemente roza mis nudillos con sus labios, y me retuerzo. ¡Por fin! Más, por favor—. No toques —me regaña en voz baja, y vuelve a colocar mi mano sobre mi rodilla. Es tan frustrante, este contacto insatisfactoriamente breve.
—No juegas limpio —hago pucheros.
—Lo sé. —Levanta su copa de champaña para proponer un brindis, reflejo sus acciones—. Felicitaciones por tu ascenso, Srta. Steele. —Hacemos tintinear las copas y me ruborizo.
—Sí, es medio inesperado —murmuro. Él frunce el ceño con si algún pensamiento desagradable hubiera pasado por su cabeza.
—Come —ordena—. No te llevaré a casa hasta que hayas terminado tu comida, y entonces podremos celebrar de verdad. —Su expresión está tan caliente, tan cruda, tan autoritaria. Me estoy derritiendo.
—No tengo hambre. No de comida.
Sacude su cabeza, completamente disfrutando de sí mismo, pero entrecierra sus ojos hacia mí de la misma manera.
—Come, o te pondré en mi rodilla, justo aquí, y entretendremos a los demás comensales.
Sus palabras me hacen retorcerme. ¡No se atrevería! Él y su palma nerviosa. Aprieto mi boca en una línea dura y lo miro. Recogiendo un espárrago, él sumerge la cabeza en la salsa holandesa.
—Cómete esto —murmura en voz baja y seductora.
Accedo de buena gana.
—Realmente no comes lo suficiente. Has perdido peso desde que te conozco. —Su tono es suave.
No quiero pensar en mi peso, la verdad es, que me gusta estar así de delgada. Me trago el espárrago.
—Sólo quiero ir a casa y hacer el amor —murmuro con desconsuelo. Joseph sonríe.
—Yo también, y lo haremos. Come.
De mala gana, vuelvo a mi comida y empiezo a comer. Sinceramente, me he quitado mi ropa interior y todo. Me siento como un niño al que le ha sido negado un dulce. Él es tan bromista, un delicioso, sexy, bromista juguetón, y todo mío.
Me interrogo acerca de Ethan. Ya que resulta, que Joseph hace negocios con el padre de Kate e Ethan. Hmm… Es un mundo pequeño. Me alivia saber que no menciona al Dr. Flynn o a la casa ya que me resulta difícil concentrarme en nuestra conversación. Quiero ir a casa. La anticipación carnal está desplegándose entre nosotros. Él es tan bueno en esto. Haciéndome esperar. Preparando la escena. Entre bocado y bocado, pone su mano en su muslo, muy cerca del mío, pero todavía no me toca sólo para burlarse de mí aún más.
¡Bastardo! Finalmente termino mi comida y coloco mi cuchillo y tenedor en el plato.
—Buena chica —murmura, y esas dos palabras contienen muchas promesas.
Le frunzo el ceño.
—¿Y ahora qué? —pregunto, el deseo clavando sus uñas en mi vientre. Oh, quiero a este hombre.
—¿Ahora? Nos vamos. Creo que tienes ciertas expectativas, Srta. Steele. Que tengo la intención de cumplir con lo mejor de mi capacidad.
¡Vaya!
—¿Lo mejor… de tu ha… bili… dad? —tartamudeo. Santa mierda.
Él sonríe y se pone de pie.
—¿No tenemos que pagar? —le pregunto, sin aliento.
Él ladea la cabeza hacia un lado.
—Soy un miembro aquí. Me mandarán la cuenta. Ven, ____, después de ti. —Se hace a un lado, y me pongo de pie para salir, consciente de que no estoy usando mi ropa interior.
Él me mira oscuramente, como si me estuviera desnudando, y me regodeo con su valoración carnal. Eso simplemente me hace sentir muy sexy, este bello hombre me desea. ¿Siempre disfrutaré de esto? Deliberadamente deteniéndome frente a él, me aliso el vestido por encima de mis caderas.
Joseph susurra en mi oído:
—No puedo esperar a llegar a casa. —Pero aun así no me toca.
Mientras salimos murmura algo sobre el automóvil al maître, pero no estoy escuchando, mi Diosa interior está incandescente con anticipación. Por Dios, ella podría iluminar Seattle.
Esperando junto a los ascensores, estamos acompañados por dos parejas de mediana edad. Cuando las puertas se abren, Joseph toma mi codo y me conduce a la parte posterior. Miro a mi alrededor, y estamos rodeados por espejos oscuros de vidrio ahumado. Mientras las otras parejas entran, un hombre en un traje marrón más bien poco halagador saluda a Joseph.
—Jonas —asiente con la cabeza educadamente. Joseph asiente con la cabeza en respuesta, pero no dice nada.
Las parejas se paran delante de nosotros, enfrentando las puertas del ascensor. Obviamente son amigos, las mujeres conversan en voz alta, entusiasmadas y animadas después de la comida. Creo que todos están un poco borrachos.
Mientras las puertas se cierran, Joseph se inclina brevemente a mi lado para atar el cordón de su zapato. Raro, los cordones de sus zapatos no están desatados. Discretamente pone su mano sobre mi tobillo, sorprendiéndome, y mientras se pone de pie su mano se desplaza con rapidez por mi pierna, rodando deliciosamente sobre mi piel, vaya, directamente arriba. Tengo que ahogar mi grito de sorpresa cuando su mano llega a mi trasero. Joseph se mueve detrás de mí.
Oh mí. Me quedo boquiabierta hacia la gente delante de nosotros, mirando a la parte trasera de sus cabezas. No tienen ni idea de lo que estamos haciendo. Envolviendo su brazo libre alrededor de mi cintura, Joseph me jala hacia él, sosteniéndome en mi lugar mientras sus dedos exploran. Santa mierda… ¿aquí? El ascensor viaja suavemente hacia abajo, deteniéndose en el piso 53 para dejar entrar a otras personas más, pero no estoy prestando atención. Estoy enfocada en cada pequeño movimiento que sus dedos hacen. Dando vueltas… ahora moviéndose hacia adelante, cuestionándose, a retroceder.
Una vez más reprimo un gemido cuando sus dedos encuentran su objetivo.
—Siempre tan lista, Srta. Steele —susurra mientras desliza un largo dedo dentro de mí. Me retuerzo y jadeo. ¿Cómo puede hacer esto con tanta esta gente aquí?—-. Mantente quieta y en silencio —advierte, murmurando en mi oído.
Estoy sonrojada, caliente, con ganas, atrapada en un ascensor con siete personas, seis de ellos ajenos a lo que está ocurriendo en la esquina. Su dedo se desliza dentro y fuera de mí, una y otra vez. Mi respiración. Vaya, es vergonzoso. Quiero decirle que se detenga… y continúe… y se detenga. Me hundo contra él, y él aprieta su brazo a mi alrededor, su erección contra mi cadera.
Nos detenemos de nuevo en el piso 44. Oh… ¿por cuánto tiempo va a continuar esta tortura? Adentro… afuera… adentro… afuera… Sutilmente me oprimo contra su persistente dedo. Después de todo este tiempo de no tocarme, ¡él escoge ahora! ¡Aquí! Y eso me hace sentir tan… libertina.
—Silencio —respira, sin parecer afectado cuando otras dos personas suben a bordo. El ascensor se está llenado. Joseph nos mueve un poco más atrás, de modo que ahora estamos presionados en la esquina, sosteniéndome en mi lugar y torturándome más. Él acaricia mi cabello. Estoy segura de que lucimos como una joven pareja enamorada, besuqueándose en la esquina, si alguien se molestara en dar la vuelta y ver lo que estamos haciendo… Y él introduce un segundo dedo dentro de mí.
¡Joder! Gimo, y estoy agradecida de que la manada de gente delante de nosotros todavía está charlando, totalmente inconsciente.
Oh, Joseph, qué me haces. Inclino mi cabeza contra su pecho, cerrando los ojos y entregándome a sus implacables dedos.
—No te vengas —susurra—. Quiero eso más tarde. —Extiende su mano sobre mi vientre, haciendo una leve presión, a medida que continúa su dulce persecución. La sensación es exquisita.
Finalmente, el ascensor llega a la primera planta. Con un fuerte pitido las puertas se abren, y casi al instante los pasajeros empiezan a salir. Joseph lentamente desliza sus dedos fuera de mí y besa la parte de atrás de mi cabeza. Echo un vistazo alrededor hacia él, y sonríe, y luego asiente de nuevo al señor traje-marrón-mal-ajustado que responde su gesto de reconocimiento mientras sale del ascensor con su esposa. Yo apenas lo noto, concentrándome en cambio en permanecer de pie y tratando de controlar mis jadeos. Por Dios, me siento dolorida y privada. Joseph me libera, dejándome pararme por mi cuenta, sin apoyarme en él.
Dando la vuelta, lo miro. Se ve fresco e imperturbable, con su habitual compostura. Hmm… Esto es tan injusto.
—¿Lista? —pregunta. Sus ojos brillan perversamente mientras desliza primero el índice, luego el dedo corazón en su boca y los chupa—. Muy bien, Srta. Steele —susurra. Estoy a punto de convulsionar en el acto.
—No puedo creer que hayas hecho eso —me quejo, y estoy prácticamente viniéndome abajo.
—Te sorprenderías de lo que puedo hacer, señorita Steele —dice. Extendiendo su mano, coloca un mechón de cabello detrás de mí oreja, una leve sonrisa traicionando su diversión—. Quiero llegar a casa, pero tal vez sólo logremos llegar hasta el coche —dice sonriendo hacia mí mientras toma mi mano y me lleva fuera del ascensor.
¡Qué! ¿Sexo en el automóvil? ¿No podemos simplemente hacerlo aquí en el mármol frío del piso del vestíbulo… por favor?
—Ven.
—Sí, lo quiero.
—¡Señorita Steele! —Me advierte con fingido horror divertido.
—Nunca he tenido relaciones sexuales en un automóvil —murmuro. Joseph se detiene y pone esos mismos dedos bajo mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia atrás y mirándome.
—Estoy muy contento de escuchar eso. Tengo que decir que estaría muy sorprendido, por no decir enojado, si lo hubieras hecho.
Me sonrojo, parpadeando hacia él. Por supuesto, sólo he tenido relaciones sexuales con él. Le frunzo el ceño.
—Eso no es lo que quise decir.
—¿Qué quieres decir? —Su tono es inesperadamente duro.
—Joseph, fue sólo una expresión.
—La famosa expresión: “Nunca he tenido relaciones sexuales en un automóvil”. Sí, eso simplemente común.
Por Dios… ¿cuál es su problema?
—Joseph, no estaba pensando. Por el amor de Dios, acabas… um, de hacerme eso en un ascensor lleno de gente. Mi ingenio se encuentra disperso.
Levanta sus cejas.
—¿Qué te hice? —Me desafía.
Le frunzo el ceño. Él quiere que lo diga.
—Me excitaste, a lo grande. Ahora llévame a casa y fóllame.
Su boca se cae abierta luego se ríe, sorprendido. Ahora se ve joven y desenfadado. Oh, oírlo reír. Me encanto porque es muy raro.
—Naciste siendo romántica, Srta. Steele. —Toma mi mano, y nos dirigimos hacia el edificio donde se encuentra el ayudante de valet junto a mi Saab.
—Así que quieres sexo en el auto —murmura Joseph mientras enciende el auto.
—Francamente, habría estado feliz con el piso del vestíbulo.
—Confía en mí, ____, igual yo. Pero no me apetece ser arrestado a esta hora de la noche y no quiero follarte en el baño. Bueno, no hoy.
¡Qué!
—¿Quieres decir que existía la posibilidad?
—Oh sí.
—¡Regresemos!
Se vuelve a mirarme y ríe. Su risa es infecciosa; pronto ambos estamos riendo… maravillosas, catárticas, carcajadas de cabeza-inclinada-atrás. Estirándose, coloca su mano en mi rodilla, acariciándola suavemente con sus largos dedos habilidosos. Dejo de reír.
—Paciencia ____ —murmura y entra en el tráfico de Seattle.
Estaciona el Saab en el garaje del Escala y apaga el motor. Repentinamente, en los confines del auto, la atmósfera entre nosotros cambia. Con anticipación descarada, le echo un vistazo, tratando de contener mi corazón palpitante. Él se vuelve hacia mí, apoyándose contra la puerta, su codo apoyado sobre el volante. Tira de su labio inferior con sus dedos pulgar e índice. Su boca es tan distrayente. La quiero en mí. Está mirándome fijamente, sus ojos ámbar oscuro. Mi boca se seca. Él sonríe una lenta sonrisa sexy.
—Follaremos en el auto en el momento y lugar de mi elección. Justo ahora, quiero tomarte en cada superficie disponible de mi apartamento.
Es como si estuviera hablándome por debajo de la cintura… mi Diosa interna realiza cuatro arabescos y el Pas de Bosque.
—Sí. —Jesús, sueno tan jadeante, desesperada.
Se inclina hacia adelante un instante. Cierro mis ojos, esperando por su beso, pensando… finalmente. Pero nada pasa. Después de un momento, abro mis ojos para encontrarlo mirándome. No puedo entender en qué está pensando, pero antes de poder decir nada, me distrae una vez más.
—Si te beso ahora no lo haremos en el apartamento. Ven.
¡Gah! ¿Este hombre podría ser un poco más frustrante? Se baja del auto.
Una vez más, esperamos por el ascensor, mi cuerpo está zumbando con anticipación. Joseph sostiene mi mano, corriendo su pulgar rítmicamente a través de mis nudillos, cada trazo haciendo eco a través de mí. Oh, quiero sus manos sobre todo de mí. Me ha torturado lo suficiente.
—Entonces, ¿qué pasó con la gratificación instantánea? —murmuro mientras esperamos.
Joseph sonríe con suficiencia hacia mí.
—No es apropiada en cada situación, ____.
—¿Desde cuándo?
—Desde esta tarde.
—¿Por qué estás torturándome tanto?
—Ojo por ojo, señorita Steele.
—¿Cómo te estoy torturando?
—Creo que lo sabes.
Miro hacia él y su expresión es difícil de leer. Quiere mi respuesta… eso es todo.
—Me gusta la gratificación retardada también —susurro, sonriendo tímidamente.
Tira de mi mano inesperadamente y de repente estoy en sus brazos. Agarra el cabello en mi nuca, tirando suavemente, así mi cabeza se inclina hacia atrás.
—¿Qué puedo hacer para que digas que sí? —pregunta fervientemente, tirándome fuera de balance una vez más. Parpadeo hacia él… a su encantadora, seria, desesperada expresión.
—¿Darme algo de tiempo? Por favor —murmuro. Él gime y finalmente me besa, largo y duro. Luego estamos en el ascensor, y somos todo manos, bocas, lenguas, labios, dedos y cabello. Deseo, denso y fuerte, se lanza a través de mi sangre, enturbiando toda mi razón. Me empuja contra la pared, fijándome con sus caderas, una mano en mi cabello, la otra en mi barbilla, manteniéndome en el lugar.
—Te pertenezco —susurra—. Mi destino está en tus manos, ____.
Sus palabras son intoxicantes y en mi estado sobrecalentado quiero rasgar su ropa. Le quitó su chaqueta, y mientras el ascensor llega al apartamento, salimos atropelladamente al vestíbulo. Joseph me inmoviliza en la pared cerca del ascensor, su chaqueta cayendo al suelo, y su mano viaja hasta mis piernas, sus labios nunca dejan los míos. Levanta mi vestido.
—Primera superficie aquí —dice en voz baja y me levanta abruptamente—. Envuelve tus piernas a mí alrededor.
Hago como me ha dicho y él se vuelve y me coloca sobre la mesa del vestíbulo, por lo que él está de pie entre mis piernas. Soy consciente de que el usual jarrón de flores no está. ¿Huh? Alcanzando el bolsillo de sus pantalones, pesca un paquete de papel aluminio y me lo tiende, deshaciendo su bragueta.
—¿Sabes cuánto me enciendes?
—¿Qué? —Jadeo—. No… yo…
—Bueno, lo haces —murmura—. Todo el tiempo. —Agarra el paquete de papel de aluminio de mis manos. Oh, esto es tan rápido, pero después de todo sus tentadoras burlas, lo deseo con urgencia… justo ahora. Él mira abajo hacia mí mientras rueda el preservativo, luego pone sus manos bajo mis muslos, desplegando mis piernas más amplias.
Posicionándose, se detiene.
—Mantén tus ojos abiertos. Quiero verte —susurra y levantando mis dos manos con las suyas, se hunde lentamente dentro de mí.
Lo intento, realmente lo hago, pero la sensación es tan exquisita. Lo que he estado esperando después de todas sus burlas. Oh, la plenitud, este sentimiento… gimo y arqueo mi espalda en la mesa.
—¡Abiertos! —gruñe, apretando sus manos en las mías e impulsándose tan bruscamente dentro de mí que grito.
Parpadeo mis ojos abiertos, y él me mira fijamente hacia abajo con los ojos muy abiertos. Lentamente se retira luego se clava en mí una vez más, su boca aflojándose y luego formando un Ah… pero él no dice nada. Viendo su excitación, su reacción hacia mí… me ilumino dentro, mi sangre abrasando a través de mis venas. Sus ojos ambarinos queman en los míos. Reanuda el ritmo y me deleito en él, en la gloria, viéndolo, viéndome —su pasión, su amor— mientras nos venimos, juntos.
Grito mientras exploto a su alrededor, y Christian sigue.
—¡Sí ____! —llora. Colapsa sobre mí, liberando mis manos y descansando su cabeza sobre mi pecho. Mis piernas todavía están envueltas a su alrededor y bajo los pacientes, maternales ojos de las pinturas de Madonna, acuno su cabeza contra mí y lucho por recuperar el aliento.
Él levanta su cabeza para mirarme.
—No he terminado contigo todavía —murmura e inclinándose hacia arriba, me besa.
Yazco desnuda en la cama de Joseph, tendida sobre su pecho, jadeando. Santo cielo, ¿nunca mengua su energía? Joseph traza sus dedos arriba y debajo de mi espalda.
—¿Satisfecha, señorita Steele?
Murmuro mi asentimiento. No me queda ninguna energía para hablar. Levantando mi cabeza, giro mis ojos desenfocados hacia él y me deleito en su cálida, cariñosa mirada. Muy deliberadamente, oriento mi cabeza hacia abajo por lo que sabe que voy a besar su pecho. Se tensa momentáneamente y planto un suave beso en el vello de su pecho, respirando su único aroma a Joseph, mezclado con sudor y sexo. Es embriagador. Rueda de lado por lo que estoy yaciendo bajo él y mira abajo hacia mí.
—¿El sexo es así para todos? Me sorprende que alguien incluso salga —murmuro, sintiendo repentinamente timidez.
Él sonríe.
—No puedo hablar por todos, pero es bastante malditamente especial contigo ____. —Se inclina y me besa.
—Eso es porque usted es malditamente especial Sr. Jonas. —Estoy de acuerdo, sonriendo hacia él y acariciando su rostro. Parpadea hacia mí desconcertado.
—Es tarde. A dormir —dice. Me besa, luego se acuesta y me jala hacia él por lo que estamos abrazados de lado en la cama.
—No te gustan los cumplidos.
—Ve a dormir ____.
Hum… pero él es bastante malditamente especial. Jesús… ¿Por qué no se da cuenta de eso?
—Me encantó la casa —murmuro.
Él no dice nada por un momento, pero siento su sonrisa.
—Te amo. Ve a dormir. —Acaricia mi cabello y derivo en un sueño, segura en sus brazos, soñando con puestas de sol, puertas francesas y amplias escaleras… y un pequeño niño de cabello cobrizo corriendo a través de una pradera, alegre y riéndose tontamente mientras lo persigo.
—Me tengo que ir nena. —Joseph me besa justo debajo de mi oreja.
Abro los ojos y es de mañana. Giro para encararlo, pero él está levantado, vestido, fresco y delicioso, inclinándose sobre mí.
—¿Qué hora es? —Oh no… no quiero llegar tarde.
—No entres en pánico. Tengo un desayuno de trabajo. —Él frota su nariz contra la mía.
—Hueles bien —murmuro, estirándome debajo de él, mis extremidades agradablemente tensas y rechinantes de todas nuestras hazañas de ayer. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello—. No vayas.
Él ladea su cabeza a un lado y enarca una ceja.
—Señorita Steele ¿estás tratando de mantener a un hombre de un honesto día de trabajo?
Asiento adormilada hacia él y sonríe su nueva sonrisa tímida.
—Tan tentadora como eres, tengo que ir. —Me besa y se pone de pie. Él está usando un traje azul marino oscuro realmente marcado, camisa blanca y corbata azul marino y parece cada centímetro el Gerente General… el ardiente Gerente General—. Nos vemos nena —murmura y está fuera.
Echando un vistazo al reloj noto que ya son las siete… debo haber dormido durante toda la alarma. Bueno, tiempo de levantarse.
En la ducha, la inspiración me golpea. He pensado en otro regalo de cumpleaños para Joseph. Es tan difícil comprar algo para el hombre que tiene todo. Ya le he dado mi regalo principal y todavía tengo el otro elemento que compré en la tienda turística, pero este es un regalo que realmente va a ser para mí. Me abrazo a mí misma en anticipación mientras cierro la ducha. Sólo tengo que prepararlo.
En el vestidor, me pongo un vestido ajustado rojo oscuro con escote cuadrado, un corte bastante bajo. Sí, esto para el trabajo.
Ahora, para el regalo de Joseph. Empiezo hurgando entre sus cajones, buscando sus corbatas. En el cajón de abajo encuentro esos desteñidos vaqueros rasgados, los que usa en la sala de juego… en los que se ve tan ardiente. Los acaricio suavemente, usando toda mi mano. Oh mi… el material es tan suave.
Debajo de ellos, encuentro una caja de cartón grande, negra y plana. Despierta mi interés inmediatamente. ¿Qué hay ahí? La miro fijamente, sintiendo que estoy invadiendo nuevamente. Sacándola, la agito. Es pesada, como si guardara documentos o manuscritos. No puedo resistir, abro la tapa… y rápidamente la cierro otra vez. Joder… fotografías de la Habitación Roja. El impacto me hace sentarme en mis talones mientras trato de limpiar la imagen de mi cerebro. ¿Por qué abrí la caja? ¿Por qué él las ha mantenido?
Me encojo. Mi subconsciente me frunce el ceño… esto es antes de ti. Olvídalas. Ella tiene razón. Poniéndome de pie noto que sus corbatas están colgando al final de su riel de ropa. Encuentro mi favorita y salgo rápidamente.
Trato de decirme a mí misma que esas fotos son A__(inicial de tu nombre)… Antes de ____. Mi subconsciente asiente con aprobación, pero es con un corazón más pesado que me dirijo hacia la habitación principal para desayunar.
La Sra. Jones me sonríe cálidamente y entonces frunce el ceño.
—¿Todo está bien, ____? —pregunta amablemente.
—Sí —murmuro, distraída—. ¿Tienes una llave para la… um, sala de juegos?
Ella hace una pausa momentáneamente, sorprendida.
—Sí, por supuesto. —Ella desengancha un pequeño manojo de llaves de su cinturón—. ¿Qué te gustaría para desayunar querida? —pregunta mientras me tiende las llaves.
—Solo granola. No demoraré mucho.
Me siento más ambivalente sobre este regalo ahora pero solo desde el descubrimiento de esas fotografías. Nada ha cambiado, mi subconsciente me ladra otra vez, mirándome sobre sus gafas aladas de media luna. Esa foto era ardiente, mi diosa interna contribuye, y mentalmente le frunzo el ceño. Sí lo era… demasiado ardiente para mí.
¿Qué otra cosa tiene escondida? Rápidamente hurgo a través del cofre museo, tomo lo que necesito y bloqueo la puerta de la sala de juegos detrás de mí. ¡Qué no haría por José para descubrir esto!
Le tiendo las llaves de vuelta a la Sra. Jones y me siento para devorar mi desayuno, sintiendo extraño que Joseph esté ausente. Las imágenes de las fotografías danzan inoportunas alrededor de mi mente. Me pregunto ¿Quién fue? ¿Leila quizás?
En mi camino al trabajo, me debato entre decirle o no a Joseph que encontré sus fotografías. No, grita mi subconsciente, con su cara de Edvard Munch. Decido que probablemente está en lo correcto.
Mientras me siento en mi escritorio, mi BlackBerry vibra.
_______________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Superficies
Fecha: Junio 17, 2011 8:59
Para: ____ Steele
Calculo que hay al menos treinta departamentos que ver. Estoy viendo todos y cada uno de ellos. Luego están los pisos, las paredes, y no hay que olvidar el balcón. Después de eso está mi oficina…
Te extraño. X
Joseph Jonas
Priápico Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Su e-mail me hace sonreír, y todas mis reservas anteriores se evaporan. Soy yo a quien quiere ahora, y las memorias de las aventuras sexuales de anoche inundan mi mente… el elevador, el vestíbulo, la cama. Priápico es correcto. ¿Me pregunto cuál será su equivalente femenino?
______________________
De: ____ Steele
Asunto: ¿Romance?
Fecha: Junio 17, 2011 9:03
Para: Joseph Jonas
Sr. Jonas tiene una mente de un solo camino.
Te extrañe en el desayuno
Pero la Sra. Jones fue muy complaciente.
____x
___________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Intrigado
Fecha: Junio 17, 2011 9:07
Para: ____ Steele
¿En que fue complaciente la Sra. Jones?
¿Qué está tramando Señorita Steele?
Joseph Jonas
Curioso Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
¿Cómo sabe?
______________________
De: ____ Steele
Asunto: Tocando nariz
Fecha: Junio 17, 2011 9:10
Para: Joseph Jonas
Espera y veras, es una sorpresa.
Necesito trabajar… déjame ser.
Te amo.
____x
_______________________
De: Joseph Jonas
Asunto: Frustrado
Fecha: Junio 17, 2011 9:12
Para: ____ Steele
Odio cuando me ocultas cosas.
Joseph Jonas
Gerente General, Jonas Enterprises Holdings Inc.
Observo la pequeña pantalla de mi Blackberry. La vehemencia implícita en su e-mail me toma sorpresa. ¿Por qué se siente así? No es como que estoy escondiendo eróticas fotografías de mis Ex’s.
_____________________
De: _____ Steele
Asunto: Complaciéndote
Fecha: Junio 17, 2011 9:14
Para: Joseph Jonas
Es para tu cumpleaños.
Otra sorpresa.
No seas tan petulante.
____x
No contesta inmediatamente, y me llaman a una reunión así que no puedo pensar en ello por mucho tiempo. Cuando vuelvo a revisar mi Blackberry, para mi horror son las cuatro de la tarde. ¿A dónde se fue todo el día? Aun no tengo un mensaje de Joseph. Decido volver a mandarle un e-mail.
_______________________
De: ____ Steele
Asunto: Hola
Fecha: Junio 17, 2011 16:03
Para: Joseph Jonas
¿Ahora no me hablas?
No se te olvide que voy a ir por una bebida con José, y que él se va a quedar con nosotros esta noche.
Por favor vuelve a pensar en unírtenos.
_____x.
No contesta, y tengo un mal presentimiento. Espero que este bien. Cuando le marco a su celular, contesta el correo de voz. La grabación solo dice: Jonas, deje un mensaje en su tono más cortante.
—Hola… um… soy yo, ____. ¿Estás bien? Llámame —tartamudeo mi mensaje. Nunca antes le había tenido que dejar uno. ¡Por supuesto que va a saber que eres tú, idiota! Mi subconsciente rueda los ojos. Estoy tentada a llamar a su AP Andrea pero decido que es demasiado paranoico. De mala gana continúo trabajando.
Mi teléfono suena inesperadamente y mi corazón brinca. ¡Joseph! Pero no, es Kate, ¡mi mejor amiga al fin!
—¡____! —grita desde donde sea que este.
—¡Kate! ¿Estás de regreso? Te extrañe.
—Yo también. Tengo mucho que contarte. Estamos en el Sea-Tac, yo y mi hombre. —Se ríe de una forma tan anti-Kate.
—Genial. Yo también tengo mucho que contarte.
—¿Nos vemos en el departamento?
—Voy a ir por una bebida con José. ¿Te nos unes?
—¿José está en la ciudad? ¡Seguro! Mándame un mensaje con el lugar.
—Está bien —contesto. Mi mejor amiga está en casa. ¡Después de todo este tiempo!
—¿Estás bien, ____?
—Sí, estoy bien.
—¿Sigues con Joseph?
—Sí.
—Bien. ¡Hasta luego!
Oh, no ella también. La influencia de Elliot no tiene límites.
—Sí, hasta luego, nena. —Me rio y cuelga.
Wow. Kate está en casa. ¿Cómo le voy a decir todo lo que ha pasado? Debería escribirlo para que no se me olvide nada.
Una hora más tarde el teléfono de mi oficina suena. ¿Joseph? No, es Claire.
—Deberías ir a ver al tipo preguntando por ti en recepción. ¿Cómo es que llegas a conocer a todos estos sexis muchachos, _____?
José debe de haber llegado. Volteo al reloj, son las cinco cincuenta y cinco, y un pequeño estremecimiento de emoción me atraviesa. No lo he visto en años.
—¡_____, wow! Te ves muy bien. Tan madura. —Me sonríe.
Solo porque estoy usando un vestido sofisticado… ¡Jesús! Me abraza fuertemente.
—Y alta —murmura en asombro.
—Sólo son los zapatos, José. Tu tampoco te ves mal.
Está usando jeans, una camisa negra y una camiseta de franela de cuadros blancos y negros.
—Voy por mis cosas y nos podemos ir.
—Bien. Esperare aquí.
Agarro dos Rolling Rocks del bar y me dirijo a la mesa donde José está sentado.
—¿Te parece bien el lugar de Joseph?
—Sí. No he entrado. Sólo deje las fotos al servicio de elevador. Un tipo llamado Taylor las recogió. Parece un lugar tranquilo.
—Lo es. Deberías de ver el interior.
—No puedo esperar. Salud, _____. Seattle te favorece.
Me sonrojo cuando chocamos las botellas. Es Joseph el que me favorece.
—Salud. Cuéntame de tu espectáculo y cómo te fue.
Me cuenta la historia. De todas sus fotos vendió tres, que se ocuparon para el préstamo de sus estudios y le dejaron algo de efectivo para gastar.
—Y estoy comisionado para capturar paisajes para la Autoridad Turística de Portland. ¿Genial, no? —Termina orgullosamente.
—Oh José, eso es maravilloso. ¿Y no interfiere con tus estudios verdad? —Le frunzo el ceño.
—Nah. Ahora que ustedes se han ido y tres de los chicos con los que solía salir, tengo más tiempo.
—¿Ninguna chica caliente que te mantenga ocupado? La última vez que te vi, tenías media docena de mujeres colgando con cada palabra. —Le arqueo una ceja.
—Nah, _____. Ninguna de ellas es mujer suficiente para mí. —Es todo un hombre.
—Oh, seguro. José Rodríguez un Casanova. —Me río.
—Hey. Tengo mis momentos, Steele. —Luce algo herido y me siento escarmentada.
—Seguro. —Lo aliento.
—Así que, ¿cómo ha estado Jonas? —pregunta, su tono cambia, más frío.
—Está bien. Estamos bien —murmuro.
—Serios, ¿te refieres?
—Sí. Serios.
—¿No es un poco grande para ti?
—Oh José. Tú sabes lo que dice mi mamá… nací vieja.
La boca de José se tuerce con ironía.
—¿Cómo está tu mamá? —Y así, estamos fuera de la zona de peligro.
—¡_____!
Me volteo y ahí está Kate y Ethan. Ella se ver hermosa: bronceada, cabello dorado rosáceo, piel dorada, y una radiante sonrisa blanca, y tan en forma en su blusón blanco y pantalones ajustados blancos. Todos los ojos están en Kate. Salto de mi asiento y le doy un abrazo. ¡Oh como extrañe a esta mujer!
Me empuja lejos de ella y me sostiene a la distancia de nuestros brazos, examinándome. Me sonrojo debajo de su intensa mirada.
—Has perdido peso. Mucho peso. Y te ves diferente. Madura. ¿Qué ha pasado? —dice, como mamá gallina, preocupada y mandona—. Me gusta tu vestido, te queda.
—Ha pasado tanto desde que te fuiste. Te digo luego cuando estemos en casa. —No estoy lista para la Inquisición Katherine Kavanagh. Me mira sospechosamente.
—¿Estás bien? —pregunta amablemente.
—Sí. —Sonrió, aunque estaría más feliz si supiera dónde está Joseph.
—Bien.
—Hola, Ethan. —Le sonrió, y me da un abrazo rápido.
—Hola, _____ —susurra en mi oreja.
José le frunce el ceño.
—¿Cómo estuvo el almuerzo con Mia? —le pregunto a Ethan.
—Interesante —dice crípticamente.
¿Oh?
—Ethan, ¿conoces a José?
—Lo conocí una vez —murmura José, evaluándolo mientras se saludan.
—Sí, en casa de Kate en Vancouver —dice Ethan, sonriéndole a José—. Seguro. ¿Quién quiere una bebida?
Me dirijo a los baños. Ahí le mando a Joseph nuestra ubicación; quizá se nos une. No hay llamadas perdidas de él ni e-mails. No es normal en él.
—¿Qué pasa, _____? —José pregunta mientras regreso a la mesa.
—No puedo localizar a Joseph. Espero que este bien.
—Va a estar bien. ¿Otra cerveza?
—Seguro.
Kate se atraviesa en la mesa.
—¿Ethan dijo que una loca ex-novia estuvo en el departamento con una pistola?
—Pues… sí. —Me encojo disculpándome. Oh Jesús. ¿Tenemos que hacer esto ahora?
—____, ¿qué demonios ha estado pasando? —Kate se detiene abruptamente y checa su teléfono—. Hola, nene —dice cuando contesta. ¡Nene! Frunce el ceño y voltea a verme—. Seguro —dice—. Es Elliot… quiere hablar contigo.
—____. —La voz de Elliot es fría y tranquila, mi cuero cabelludo se levanta.
—¿Qué está mal?
—Es Joseph. No ha llegado de Portland.
—¿Qué? ¿A qué te refieres?
—Su helicóptero está perdido.
—¿Charlie Tango? —susurro mientras todo el aire abandona mi cuerpo—. ¡No!
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
Chicas mi laptod ha muerto:( y estos capitulos ya los tenia editados asi que subire esto por el momento, mi lap queda para el lunes y pues hasta ese día les subire los capitulos faltantantes. Lo siento, pero espero que este capítulo super largo! :) Valga la pena por el momento.
Karely Jonatika
Re: "Fifty Shades Darker" (Joe&Tu) [Segundo Libro][TERMINADO]
awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwww :lloro: :lloro:
por dios como la dejas asi!!!!!!!!!!!! :wut:
que le paso a Joseph ?????? :lloro:
Dios no le puede pasar nada!!!!!!!
si es tan lindo!!!!
siguela!!!!!!!!!!!!!!!!
por dios como la dejas asi!!!!!!!!!!!! :wut:
que le paso a Joseph ?????? :lloro:
Dios no le puede pasar nada!!!!!!!
si es tan lindo!!!!
siguela!!!!!!!!!!!!!!!!
aranzhitha
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