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Gráficos por y codes hechos por Kaffei e Insxne.
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Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
OOOOOOOOHHHHHH!!!!!
EL HERMANOO DE __ QUIERE CON DEMI????
AAAAII Y NIIICCKK ES EL VERDADEROO DUEÑOO????
AAII Y YA SE ATRAAAAEENNN !!!!
Y LUEGOOO SE ENAMOOAAAARAAANN !!!!!
PORFIISS PON OTROOO
EL HERMANOO DE __ QUIERE CON DEMI????
AAAAII Y NIIICCKK ES EL VERDADEROO DUEÑOO????
AAII Y YA SE ATRAAAAEENNN !!!!
Y LUEGOOO SE ENAMOOAAAARAAANN !!!!!
PORFIISS PON OTROOO
chelis
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
hhahahahaha no lo puedo creer!!
Nick tambien estaba excitado mientras peleaban!!
hahahaha ufff no mori!!
yo quiero saber si tambien tiene su historia
de porque esta en AATP??
siguela que me encanto el capi!!!
Nick tambien estaba excitado mientras peleaban!!
hahahaha ufff no mori!!
yo quiero saber si tambien tiene su historia
de porque esta en AATP??
siguela que me encanto el capi!!!
DanieladeJonas
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
Continuación del capitulo 3
(_TN) cruzó echa una furia la puerta de su casa. Imbécil. ¡Idiota! Hervía, no completamente segura de si pensaba en sí misma o en aquel sabelotodo de Nicholas Jonas . No podía recordar haber estado tan cabreada en mucho, mucho tiempo. ¿Cómo podía una persona ser tan grosera? ¿Tan diabólica?
¿Tan malditamente sexy?
Arrojó las llaves y el bolso sobre la mesa del vestíbulo y avanzó pesadamente hacia el dormitorio. Por lo general su casa era el lugar donde se relajaba, su refugio ante el exasperante y siempre decepcionante mundo exterior. Abundantes (y falsas) plantas se derramaban y coloreaban cada esquina. Las había pintado ella misma. Las paredes eran de color caramelo y café… su debilidad más grande. Los suelos eran de madera y pulidos hasta su máximo brillo. Nada estaba fuera de lugar, todo estaba limpio.
(_TN) era una mujer que despreciaba el caos y el desorden.
Nicholas Jonas era el caos total.
—¡El hombre debe morir! —Le dijo a la lámpara de bronce que colgaba del techo del vestíbulo—. Pero primero, debe experimentar el dolor y el sufrimiento —dijo a su dormitorio.
Con un chillido, se lanzó sobre la cama estilo trineo. El suave y marrón cobertor demasiado parecido al color de los ojos de Nicholas para la paz mental se curvó a su alrededor. Lo golpeó una vez, dos veces, luego dejó salir toda la tormentosa furia, decidida a liberar su mal carácter antes de que le cortara la cabeza a su objetivo nada más verle y no ganara la apuesta. Cuando terminó, estaba cansada y jadeaba, pero se sentía mejor.
—Yo también, puedo, controlar mis emociones —refunfuñó, a pesar del arrebato. A veces.
Todo habría ido bien si Nicholas no hubiera despertado esos deseos tan potentes en su interior con sus penosos insultos. No había deseado a un hombre en mucho tiempo, y desearlo a él… ahora. ¡Grrrr!
Había dejado de tener citas, había dejado de sentir nada más excepto repugnancia hacia los hombres y sus relaciones. Entonces, Nicholas había caminado frente a su cubículo y el sistema nervioso le había chisporroteado a la vida nadie debería oler tan bien y estar tan bueno en unos de vaqueros y esa era una muy buena razón para despreciarle aún más.
Excepto que no le había odiado. No enseguida. Entonces él abrió la boca, soltó todas esas groserías y la miró con aversión… Y eso debería de haber sido suficiente para recordarle su propia predisposición al odio, así como apagar el fuego en cualquier chica cuerda. En cambio, su actitud la había excitado. Cautivado. Nadie, jamás, la había tratado así antes. ¡Los hombres coqueteaban con ella, maldición!
—Tal vez me he vuelto como mi madre —refunfuñó. Odiando algo un momento, amándolo al siguiente. Feliz un momento, deprimida al siguiente—. Dios me libre —suspiró. Nicholas Jonas debería ser ilegal en cincuenta estados y tres países—. Cerdo.
Mientras exponía los motivos por los que él pertenecía a un corral, lleno de fango y cebado para ser cortado en gruesas lonchas de bacón, el teléfono sonó, sobresaltándola. Se enderezó de golpe y echó un vistazo al identificador de llamada. Carrington, Demi . Con el ceño fruncido, (_TN) recogió el auricular y se lo pegó a la oreja.
—¿Qué pasa?
—Ah, bien. Estas en casa —dijo Demi en un susurró—. Tienes que contarme que pasó entre tú y el rubio.
—¿Dónde estás?
—En un compartimiento del cuarto de baño. No importa. Concéntrate y suéltalo ya. Cuando él vio que te habías marchado, volvió al despacho y luego salió como una tromba minutos más tarde.
Ella experimentó una pizca de satisfacción al saber que también se había marchado cabreado. Probablemente había necesitado estar a solas un rato para acariciar su sobre hinchado… ego. Idiota.
—¿Dejó el edificio o sólo el despacho de Anne?
—El edificio —Demi expulsó un frustrado aliento—. No pude escucharos a través de la puerta. ¿Qué dijo él? ¿Qué dijo Anne?
(_TN) explicó el raro comportamiento de Anne, el modo en que le había ordenado que trabajara con Nicholas y como luego la dejó tirada, la voz entrecortada por la irritación. De todos los hombres en los cuales Anne podía haber decidido contratar en AATP, tenía que haber escogido a ese primero. Ese…
—Imbécil —refunfuñó.
—No es posible.
—Tú no escuchaste el modo en que me insultó. —Y me excitó con aquellos insultos. Idiota—. Es un imbécil, te lo aseguro.
—No, ¿me estás diciendo que Anne le contrató de verdad? ¿A un hombre?
—Así es —¿Ves? (_TN) no era la única sorprendida por tal acontecimiento. Su reacción había sido justificable. Sólo lamentaba que Nicholas no estuviera aquí para así poder ponerle el teléfono en la oreja y gritarle, ¿Oíste eso? ¡No hice nada malo!
—¿Dios querido, por qué? —dijo Demi .
—Tú suposición será tan buena como la mía.
—Podría tener un tumor cerebral que le hace hacer cosas extrañas.
—O un alien podría haber asumido el control de su cuerpo —sugirió (_TN).
—O podría haber dejado la medicación y ahora escucha voces en su cabeza.
Posible, muy posible.
—Independientemente de la razón, nosotras seremos las primeras en sufrir. Nicholas , en realidad, piensa que las mujeres son de poca confianza, que haríamos o diríamos cualquier cosa por un orgasmo.
—Bueno…
—¡Demi !
—No he tenido uno desde hace tiempo —dijo a la defensiva—. Y estoy empezando a sentirme un poco desesperada.
(_TN) se pellizcó el puente de la nariz.
—Hace una hora, me dijiste que todo iba bien con Wyatt.
—Así es. —Un pero no expresado flotó en el aire—. Sólo que, bueno, deje de dormir con él cuando me pidió que nos casáramos por primera vez.
¿Qué le pasaba al mundo? Demi era la optimista que deseaba un amor de película, y (_TN) era la mujer insensible que no creía en el felices-para-siempre. No era propio de Demi dejar de dormir con un hombre porque él quería casarse con ella.
—¿Intentas ahuyentarle?
—No, por supuesto que no —dijo Demi , pero de nuevo hubo duda en el tono—. Solo quiero estar segura de que es el hombre adecuado.
—¿Por qué dudas tanto? Él pasó la prueba.
—No lo sé ¿vale? Me dice lo hermosa que soy, cuánto le gusta mirarme. ¿Pero qué pasará cuando engorde unos kilos o, Dios no lo quiera, me salgan arrugas? ¿Todavía me amará o se parecerá a tu her… hombres? —soltó precipitadamente—. ¿Se parecerá a otros hombres? Quiero decir, Jill, que no deseo a un hombre que salga corriendo cuando me salga un grano.
—Entonces déjale.
—Estoy asustada —susurró con un borde desesperado.
(_TN) se masajeó la nuca. No tenía la respuesta correcta para su amiga.
—Si no estás segura de Wyatt, sal con mi hermano. Sabes que está enamorado de ti y no le importará si eres una bruja gorda, vieja y arrugada.
—No es cierto —dijo. ¿Con anhelo?—. Incluso aunque él no me diga que soy bonita, sé que Brent está tan enamorado de mi aspecto como Wyatt. No se interesó por mí ni en el colegio ni en el instituto, cuando yo era una chica fea a la que todos gastaban bromas. Sólo cuando desarrollé los pechos, echó un vistazo en mi dirección.
Demi tenía razón. Brent no la había mirado dos veces entonces. La había tratado como a una molesta hermana e incluso no volvía a casa los fines de semana que sabía que Demi se quedaba a pasar la noche. Tal vez él no la merecía… incluso aunque fuera uno de los mejores tipos que (_TN) conocía.
—Cuéntame más sobre nuestro nuevo compañero —dijo Demi .
Decidiendo no hacer caso de aquel anterior anhelo en su voz y de lo que podía significar no despertaría las esperanzas de Brent, sólo para que luego se rompieran en pedazos le explicó lo de la apuesta sobre si su objetivo realmente se acercaría a ella o, como aseguraba Nicholas , no lo haría.
—Francamente, no sé si apoyaba a su género masculino o insultaba mi aspecto.
—Qué desperdicio de rasgos cincelados y músculos de estrella de cine —dijo Demi con un suspiro—. ¿Estamos ante un desaire o declaramos la guerra?
Dios, amaba a su amiga. Aparte de su hermano y hermana, no había nadie más en el mundo que, automáticamente, se pusiera de su lado y estuviera dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarla.
—La guerra —contestó sin vacilar. Nicholas y su sexy grosería tenían que irse.
—Genial. No hemos ido a la guerra juntas desde que convencimos a aquella zorra de Judie Holt de que se marchara.
(_TN) sonrió ampliamente. Oh, que buenos tiempos. Desde el primer día, Judie no había causado nada más que problemas. Había chismorreado, mentido, dormido con sus objetivos y conseguido que despidieran a una amiga suya. Llegados a ese punto, ellas habían estallado. Pusieron laxante en un trozo de tarta y se lo dieron en su fiesta de cumpleaños. Movieron su ordenador hasta el cuarto de baño al menos un vez por semana. Le pegaron papelitos a la espalda donde decía “patéame” tan a menudo como fue posible. ¿Infantil? Sí. ¿Les importaba? No. Incluso Anne lo encontró todo muy divertido.
—Tengo que colgar —murmuró Demi a través de la línea—. Alguien entró en el baño. —Una larga pausa—. Uh-oh —susurró y luego dijo con voz amortiguada—. Creo que se quedarán un ratito. —No esperó la respuesta de (_TN)—. Te llamaré más tarde. —Crac.
(_TN) miró fijamente el teléfono durante un momento antes de sacudir la cabeza. Colgó el inalámbrico y se apartó ¿Qué debería hacer ahora? No quería pensar más en Nicholas ... No si quería permanecer calmada. Ya podría pensar y preocuparse por la fantasía de su fallecimiento mañana.
Suspirando del mismo modo que Demi , se puso en pie. ¿Qué hacer, qué hacer? Había pasado media hora y todavía le quedaban tres para irse. Tal vez debería ensayar unas pocas frases para presentarse ante su nuevo objetivo. Nah, decidió al instante. Lo tendría con un simple: ¡Hola! ¿Qué tal? Quizás debería aplicarse un poco más de brillo en los labios y cortar unos centímetros más la falda ya de por sí corta. Eso llevaría sólo unos cinco minutos y todavía le quedarían otros ciento setenta y cinco para marcharse.
El timbre sonó.
La boca se curvó en una mueca. No quería tratar con ningún invitado. Podría muy bien ser su madre... Quien adoraba visitarla de improviso para ver cómo estaba. O su abuela... A quien le gustaba tomar prestada su ropa de guarrilla y luego leer las tumbas de los cementerios en busca de viudos. O su hermana... a quien le encantaba hablar de la dicha de la vida marital. O su hermano... Quien disfrutaba enseñándole gráficos y estadísticas sobre la más maravillosa creación conocida como el hombre (para “demostrar” que lo que ella veía en el trabajo no era lo normal) antes de preguntar por Demi .
(_TN) caminó rápidamente hacia la puerta principal, los tacones repiqueteando contra el suelo de madera. Echó un vistazo a través de la mirilla, se congeló, maldijo por lo bajo, echó otra ojeada, maldijo de nuevo y abrió la puerta de un tirón. Allí parado estaba el diablo en persona. Nicholas Jonas .
El corazón inmediatamente latió abrumado; el aliento le quemó los pulmones. De nuevo, simplemente estar cerca de él, hizo que los pezones se le endurecieran.
—¿Qué haces aquí? —demandó, la pregunta fluyendo de la boca en cuanto se formó en la mente.
—¡Hola a ti también, Hoyuelos!
¿Jugando a ser agradables, no?
—Oh. ¿Dónde están mis modales? ¡Hola, Nick ! —dijo, esta vez dulce como el azúcar—. Repito ¿qué haces aquí?
—Es Nicholas . —Le palpitó un músculo bajo el ojo y la miró con ceño antes de apoyarse contra el marco de la puerta en una burlesca postura ocasional—. Vine a pedir perdón.
—¿De verdad? ¿Por qué? ¿Por vivir? ¿Respirar? ¿Por tener pene?
—¿Respondes de esta forma a todos los que te piden disculpas?
Una oleada de culpabilidad la golpeó. Estaba siendo grosera, pero parecía que no podía evitarlo.
—¿Puedo entrar? —preguntó.
—No. Ahora no es un buen momento.
—Estupendo. Gracias. —Pasó por delante de la puerta y de ella. El hombro rozó el suyo y ella se tragó un jadeo ante la vibrante sensación. Fue como si una corriente eléctrica le sacudiera todo el cuerpo.
Se quedó quieta en el sitio durante varios segundos, con los ojos entrecerrados y la boca abierta por el asombro. Excitada. Irritada. Ese hombre... ¡Oh, ese hombre! Echando humo, se dio la vuelta.
—Tengo un spray de pimienta —dijo a su espalda.
—No me sorprende —contestó por encima del hombro, llegando de una zancada a la sala de estar y desapareciendo de la vista.
—No eres bienvenido. —Permaneció donde estaba, sosteniendo la puerta abierta, decidida a que se fuera. Tenía que estar lejos de él y de esa extraña química de su cuerpo que jugaba a la ruleta rusa con el sentido común.
—Si quieres deshacerte de mí —dijo—. Primero tendrás que hablar conmigo.
—O puedo llamar a la policía e informar de un robo.
Él rió entre dientes, el sonido caliente, rico y llenó de desafío.
—Mándale al Jefe Higgins saludos de mi parte. He pensado en ir a verle, pero no he tenido tiempo.
—Tú no conoces al jefe de policía —dijo, con la espalda rígida. ¿Qué hacía Nicholas en su sala de estar? Podía oírle arrastrando los pies.
—Siempre trabo amistad con los representantes de la ley local. Además, él juega al póquer —pausa pesada—. ¿Esta foto de un bebé desnudo sobre una manta de piel de oso eres tú? Apuesto a qué sí. Los mismos ojos azules, los mismos hoyuelos. Aunque tendría que echar un vistazo a tu trasero y comprobar que tienes esa marca de nacimiento en forma de corazón para estar seguro —suspiró—. Ah, las cosas que uno tiene que hacer para saciar la curiosidad.
Ella lo vio todo rojo.
—¡Deja ese álbum de fotos!
—Pero si es precioso. —Otra pausa, el pasar de una página—. Oh, mírate en ésta. Diez años, diría, y llevas botas de agua, una cazadora de cuero y un sombrero vaquero. Por desgracia, no sonríes. Me gusta más la que hay al lado. Sigues sin sonreír, pero tienes unas medias sobre la cabeza que, asumo, se supone que son trenzas. ¿Te gustaba disfrazarte, verdad?
No responderé. No responderé.
Él rió entre dientes de nuevo, y esta vez el sonido estuvo lleno de genuina diversión.
—Bueno, fíjate. Esto solo se pone más y más interesante a medida que te haces mayor.
—Contaré hasta tres —dijo, con la mandíbula fuertemente apretada y rechinando los dientes—. Mejor caminas hacia esta puerta cuando llegue al final o lo lamentarás. Uno.
—Tu pareja para el baile de graduación parece acojonado. ¿Qué le dijo tú Papi antes de sacar la foto?
¡Bastardo!
—Dos.
—Tres —dijo él servicialmente—. Por favor dime que todavía tienes este... ¿puede esta cosa compuesta sólo de lazos y volantes llamarse vestido?
¡Argh! Apretando los puños, (_TN) abandonó su puesto y se lanzó hacia la sala de estar. Nunca había matado a nadie, pero siempre había una primera vez para todo.
(_TN) cruzó echa una furia la puerta de su casa. Imbécil. ¡Idiota! Hervía, no completamente segura de si pensaba en sí misma o en aquel sabelotodo de Nicholas Jonas . No podía recordar haber estado tan cabreada en mucho, mucho tiempo. ¿Cómo podía una persona ser tan grosera? ¿Tan diabólica?
¿Tan malditamente sexy?
Arrojó las llaves y el bolso sobre la mesa del vestíbulo y avanzó pesadamente hacia el dormitorio. Por lo general su casa era el lugar donde se relajaba, su refugio ante el exasperante y siempre decepcionante mundo exterior. Abundantes (y falsas) plantas se derramaban y coloreaban cada esquina. Las había pintado ella misma. Las paredes eran de color caramelo y café… su debilidad más grande. Los suelos eran de madera y pulidos hasta su máximo brillo. Nada estaba fuera de lugar, todo estaba limpio.
(_TN) era una mujer que despreciaba el caos y el desorden.
Nicholas Jonas era el caos total.
—¡El hombre debe morir! —Le dijo a la lámpara de bronce que colgaba del techo del vestíbulo—. Pero primero, debe experimentar el dolor y el sufrimiento —dijo a su dormitorio.
Con un chillido, se lanzó sobre la cama estilo trineo. El suave y marrón cobertor demasiado parecido al color de los ojos de Nicholas para la paz mental se curvó a su alrededor. Lo golpeó una vez, dos veces, luego dejó salir toda la tormentosa furia, decidida a liberar su mal carácter antes de que le cortara la cabeza a su objetivo nada más verle y no ganara la apuesta. Cuando terminó, estaba cansada y jadeaba, pero se sentía mejor.
—Yo también, puedo, controlar mis emociones —refunfuñó, a pesar del arrebato. A veces.
Todo habría ido bien si Nicholas no hubiera despertado esos deseos tan potentes en su interior con sus penosos insultos. No había deseado a un hombre en mucho tiempo, y desearlo a él… ahora. ¡Grrrr!
Había dejado de tener citas, había dejado de sentir nada más excepto repugnancia hacia los hombres y sus relaciones. Entonces, Nicholas había caminado frente a su cubículo y el sistema nervioso le había chisporroteado a la vida nadie debería oler tan bien y estar tan bueno en unos de vaqueros y esa era una muy buena razón para despreciarle aún más.
Excepto que no le había odiado. No enseguida. Entonces él abrió la boca, soltó todas esas groserías y la miró con aversión… Y eso debería de haber sido suficiente para recordarle su propia predisposición al odio, así como apagar el fuego en cualquier chica cuerda. En cambio, su actitud la había excitado. Cautivado. Nadie, jamás, la había tratado así antes. ¡Los hombres coqueteaban con ella, maldición!
—Tal vez me he vuelto como mi madre —refunfuñó. Odiando algo un momento, amándolo al siguiente. Feliz un momento, deprimida al siguiente—. Dios me libre —suspiró. Nicholas Jonas debería ser ilegal en cincuenta estados y tres países—. Cerdo.
Mientras exponía los motivos por los que él pertenecía a un corral, lleno de fango y cebado para ser cortado en gruesas lonchas de bacón, el teléfono sonó, sobresaltándola. Se enderezó de golpe y echó un vistazo al identificador de llamada. Carrington, Demi . Con el ceño fruncido, (_TN) recogió el auricular y se lo pegó a la oreja.
—¿Qué pasa?
—Ah, bien. Estas en casa —dijo Demi en un susurró—. Tienes que contarme que pasó entre tú y el rubio.
—¿Dónde estás?
—En un compartimiento del cuarto de baño. No importa. Concéntrate y suéltalo ya. Cuando él vio que te habías marchado, volvió al despacho y luego salió como una tromba minutos más tarde.
Ella experimentó una pizca de satisfacción al saber que también se había marchado cabreado. Probablemente había necesitado estar a solas un rato para acariciar su sobre hinchado… ego. Idiota.
—¿Dejó el edificio o sólo el despacho de Anne?
—El edificio —Demi expulsó un frustrado aliento—. No pude escucharos a través de la puerta. ¿Qué dijo él? ¿Qué dijo Anne?
(_TN) explicó el raro comportamiento de Anne, el modo en que le había ordenado que trabajara con Nicholas y como luego la dejó tirada, la voz entrecortada por la irritación. De todos los hombres en los cuales Anne podía haber decidido contratar en AATP, tenía que haber escogido a ese primero. Ese…
—Imbécil —refunfuñó.
—No es posible.
—Tú no escuchaste el modo en que me insultó. —Y me excitó con aquellos insultos. Idiota—. Es un imbécil, te lo aseguro.
—No, ¿me estás diciendo que Anne le contrató de verdad? ¿A un hombre?
—Así es —¿Ves? (_TN) no era la única sorprendida por tal acontecimiento. Su reacción había sido justificable. Sólo lamentaba que Nicholas no estuviera aquí para así poder ponerle el teléfono en la oreja y gritarle, ¿Oíste eso? ¡No hice nada malo!
—¿Dios querido, por qué? —dijo Demi .
—Tú suposición será tan buena como la mía.
—Podría tener un tumor cerebral que le hace hacer cosas extrañas.
—O un alien podría haber asumido el control de su cuerpo —sugirió (_TN).
—O podría haber dejado la medicación y ahora escucha voces en su cabeza.
Posible, muy posible.
—Independientemente de la razón, nosotras seremos las primeras en sufrir. Nicholas , en realidad, piensa que las mujeres son de poca confianza, que haríamos o diríamos cualquier cosa por un orgasmo.
—Bueno…
—¡Demi !
—No he tenido uno desde hace tiempo —dijo a la defensiva—. Y estoy empezando a sentirme un poco desesperada.
(_TN) se pellizcó el puente de la nariz.
—Hace una hora, me dijiste que todo iba bien con Wyatt.
—Así es. —Un pero no expresado flotó en el aire—. Sólo que, bueno, deje de dormir con él cuando me pidió que nos casáramos por primera vez.
¿Qué le pasaba al mundo? Demi era la optimista que deseaba un amor de película, y (_TN) era la mujer insensible que no creía en el felices-para-siempre. No era propio de Demi dejar de dormir con un hombre porque él quería casarse con ella.
—¿Intentas ahuyentarle?
—No, por supuesto que no —dijo Demi , pero de nuevo hubo duda en el tono—. Solo quiero estar segura de que es el hombre adecuado.
—¿Por qué dudas tanto? Él pasó la prueba.
—No lo sé ¿vale? Me dice lo hermosa que soy, cuánto le gusta mirarme. ¿Pero qué pasará cuando engorde unos kilos o, Dios no lo quiera, me salgan arrugas? ¿Todavía me amará o se parecerá a tu her… hombres? —soltó precipitadamente—. ¿Se parecerá a otros hombres? Quiero decir, Jill, que no deseo a un hombre que salga corriendo cuando me salga un grano.
—Entonces déjale.
—Estoy asustada —susurró con un borde desesperado.
(_TN) se masajeó la nuca. No tenía la respuesta correcta para su amiga.
—Si no estás segura de Wyatt, sal con mi hermano. Sabes que está enamorado de ti y no le importará si eres una bruja gorda, vieja y arrugada.
—No es cierto —dijo. ¿Con anhelo?—. Incluso aunque él no me diga que soy bonita, sé que Brent está tan enamorado de mi aspecto como Wyatt. No se interesó por mí ni en el colegio ni en el instituto, cuando yo era una chica fea a la que todos gastaban bromas. Sólo cuando desarrollé los pechos, echó un vistazo en mi dirección.
Demi tenía razón. Brent no la había mirado dos veces entonces. La había tratado como a una molesta hermana e incluso no volvía a casa los fines de semana que sabía que Demi se quedaba a pasar la noche. Tal vez él no la merecía… incluso aunque fuera uno de los mejores tipos que (_TN) conocía.
—Cuéntame más sobre nuestro nuevo compañero —dijo Demi .
Decidiendo no hacer caso de aquel anterior anhelo en su voz y de lo que podía significar no despertaría las esperanzas de Brent, sólo para que luego se rompieran en pedazos le explicó lo de la apuesta sobre si su objetivo realmente se acercaría a ella o, como aseguraba Nicholas , no lo haría.
—Francamente, no sé si apoyaba a su género masculino o insultaba mi aspecto.
—Qué desperdicio de rasgos cincelados y músculos de estrella de cine —dijo Demi con un suspiro—. ¿Estamos ante un desaire o declaramos la guerra?
Dios, amaba a su amiga. Aparte de su hermano y hermana, no había nadie más en el mundo que, automáticamente, se pusiera de su lado y estuviera dispuesto a hacer lo que fuera necesario para ayudarla.
—La guerra —contestó sin vacilar. Nicholas y su sexy grosería tenían que irse.
—Genial. No hemos ido a la guerra juntas desde que convencimos a aquella zorra de Judie Holt de que se marchara.
(_TN) sonrió ampliamente. Oh, que buenos tiempos. Desde el primer día, Judie no había causado nada más que problemas. Había chismorreado, mentido, dormido con sus objetivos y conseguido que despidieran a una amiga suya. Llegados a ese punto, ellas habían estallado. Pusieron laxante en un trozo de tarta y se lo dieron en su fiesta de cumpleaños. Movieron su ordenador hasta el cuarto de baño al menos un vez por semana. Le pegaron papelitos a la espalda donde decía “patéame” tan a menudo como fue posible. ¿Infantil? Sí. ¿Les importaba? No. Incluso Anne lo encontró todo muy divertido.
—Tengo que colgar —murmuró Demi a través de la línea—. Alguien entró en el baño. —Una larga pausa—. Uh-oh —susurró y luego dijo con voz amortiguada—. Creo que se quedarán un ratito. —No esperó la respuesta de (_TN)—. Te llamaré más tarde. —Crac.
(_TN) miró fijamente el teléfono durante un momento antes de sacudir la cabeza. Colgó el inalámbrico y se apartó ¿Qué debería hacer ahora? No quería pensar más en Nicholas ... No si quería permanecer calmada. Ya podría pensar y preocuparse por la fantasía de su fallecimiento mañana.
Suspirando del mismo modo que Demi , se puso en pie. ¿Qué hacer, qué hacer? Había pasado media hora y todavía le quedaban tres para irse. Tal vez debería ensayar unas pocas frases para presentarse ante su nuevo objetivo. Nah, decidió al instante. Lo tendría con un simple: ¡Hola! ¿Qué tal? Quizás debería aplicarse un poco más de brillo en los labios y cortar unos centímetros más la falda ya de por sí corta. Eso llevaría sólo unos cinco minutos y todavía le quedarían otros ciento setenta y cinco para marcharse.
El timbre sonó.
La boca se curvó en una mueca. No quería tratar con ningún invitado. Podría muy bien ser su madre... Quien adoraba visitarla de improviso para ver cómo estaba. O su abuela... A quien le gustaba tomar prestada su ropa de guarrilla y luego leer las tumbas de los cementerios en busca de viudos. O su hermana... a quien le encantaba hablar de la dicha de la vida marital. O su hermano... Quien disfrutaba enseñándole gráficos y estadísticas sobre la más maravillosa creación conocida como el hombre (para “demostrar” que lo que ella veía en el trabajo no era lo normal) antes de preguntar por Demi .
(_TN) caminó rápidamente hacia la puerta principal, los tacones repiqueteando contra el suelo de madera. Echó un vistazo a través de la mirilla, se congeló, maldijo por lo bajo, echó otra ojeada, maldijo de nuevo y abrió la puerta de un tirón. Allí parado estaba el diablo en persona. Nicholas Jonas .
El corazón inmediatamente latió abrumado; el aliento le quemó los pulmones. De nuevo, simplemente estar cerca de él, hizo que los pezones se le endurecieran.
—¿Qué haces aquí? —demandó, la pregunta fluyendo de la boca en cuanto se formó en la mente.
—¡Hola a ti también, Hoyuelos!
¿Jugando a ser agradables, no?
—Oh. ¿Dónde están mis modales? ¡Hola, Nick ! —dijo, esta vez dulce como el azúcar—. Repito ¿qué haces aquí?
—Es Nicholas . —Le palpitó un músculo bajo el ojo y la miró con ceño antes de apoyarse contra el marco de la puerta en una burlesca postura ocasional—. Vine a pedir perdón.
—¿De verdad? ¿Por qué? ¿Por vivir? ¿Respirar? ¿Por tener pene?
—¿Respondes de esta forma a todos los que te piden disculpas?
Una oleada de culpabilidad la golpeó. Estaba siendo grosera, pero parecía que no podía evitarlo.
—¿Puedo entrar? —preguntó.
—No. Ahora no es un buen momento.
—Estupendo. Gracias. —Pasó por delante de la puerta y de ella. El hombro rozó el suyo y ella se tragó un jadeo ante la vibrante sensación. Fue como si una corriente eléctrica le sacudiera todo el cuerpo.
Se quedó quieta en el sitio durante varios segundos, con los ojos entrecerrados y la boca abierta por el asombro. Excitada. Irritada. Ese hombre... ¡Oh, ese hombre! Echando humo, se dio la vuelta.
—Tengo un spray de pimienta —dijo a su espalda.
—No me sorprende —contestó por encima del hombro, llegando de una zancada a la sala de estar y desapareciendo de la vista.
—No eres bienvenido. —Permaneció donde estaba, sosteniendo la puerta abierta, decidida a que se fuera. Tenía que estar lejos de él y de esa extraña química de su cuerpo que jugaba a la ruleta rusa con el sentido común.
—Si quieres deshacerte de mí —dijo—. Primero tendrás que hablar conmigo.
—O puedo llamar a la policía e informar de un robo.
Él rió entre dientes, el sonido caliente, rico y llenó de desafío.
—Mándale al Jefe Higgins saludos de mi parte. He pensado en ir a verle, pero no he tenido tiempo.
—Tú no conoces al jefe de policía —dijo, con la espalda rígida. ¿Qué hacía Nicholas en su sala de estar? Podía oírle arrastrando los pies.
—Siempre trabo amistad con los representantes de la ley local. Además, él juega al póquer —pausa pesada—. ¿Esta foto de un bebé desnudo sobre una manta de piel de oso eres tú? Apuesto a qué sí. Los mismos ojos azules, los mismos hoyuelos. Aunque tendría que echar un vistazo a tu trasero y comprobar que tienes esa marca de nacimiento en forma de corazón para estar seguro —suspiró—. Ah, las cosas que uno tiene que hacer para saciar la curiosidad.
Ella lo vio todo rojo.
—¡Deja ese álbum de fotos!
—Pero si es precioso. —Otra pausa, el pasar de una página—. Oh, mírate en ésta. Diez años, diría, y llevas botas de agua, una cazadora de cuero y un sombrero vaquero. Por desgracia, no sonríes. Me gusta más la que hay al lado. Sigues sin sonreír, pero tienes unas medias sobre la cabeza que, asumo, se supone que son trenzas. ¿Te gustaba disfrazarte, verdad?
No responderé. No responderé.
Él rió entre dientes de nuevo, y esta vez el sonido estuvo lleno de genuina diversión.
—Bueno, fíjate. Esto solo se pone más y más interesante a medida que te haces mayor.
—Contaré hasta tres —dijo, con la mandíbula fuertemente apretada y rechinando los dientes—. Mejor caminas hacia esta puerta cuando llegue al final o lo lamentarás. Uno.
—Tu pareja para el baile de graduación parece acojonado. ¿Qué le dijo tú Papi antes de sacar la foto?
¡Bastardo!
—Dos.
—Tres —dijo él servicialmente—. Por favor dime que todavía tienes este... ¿puede esta cosa compuesta sólo de lazos y volantes llamarse vestido?
¡Argh! Apretando los puños, (_TN) abandonó su puesto y se lanzó hacia la sala de estar. Nunca había matado a nadie, pero siempre había una primera vez para todo.
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
CAPÍTULO 4
Hay doscientos sesenta y cinco huesos en el cuerpo humano. ¿Cuál te gusta más?
Nicholas se había acomodado en el sofá de (_TN) y observaba su casa con imperturbable curiosidad. No era lo que había esperado. Todo estaba perfectamente coordinado en colores. Desde el canapé marrón que combinaba con las paredes beige, a la manta color bronce que combinaba con los floreros de ámbar repletos de plantas rociadas en oro. Todo estaba limpio, también. Perfecto. Demasiado perfecto.
Al parecer, La Pequeña Señorita Gatita Sexual y Profesora de Catequesis era una fanática de la limpieza. La mesa de centro de cristal no tenía ni una mota de polvo. Los cuadros florales sobre las prístinas paredes estaban perfectamente colgados y alineados. No había ni un atisbo de suciedad o pelusilla que estropearan la perfección de los brillantes suelos de madera.
Estúpidamente, esa pulcritud le excitó. Al parecer, hoy no hacía falta mucho para que eso ocurriera. Aún así, quiso ensuciarlo todo. Teniendo sexo sobre ello. Sexo sucio. Con sudor, aceite corporal y esposas. No vayas por ahí, Jonas . Estás tratando con una piraña sexual. Ella olerá cualquier señal de excitación y atacará. No tenía que conocer a la mujer para saber que era cierto... simplemente tenía que conocer su género.
Femenino.
Pero, ¡joder! no debería haber visto su álbum de fotos. Había sido una niña preciosa, un poco triste lo que le provocó un dolor en el pecho con una cabeza llena de rizos y unos enormes ojos azules que habían dominado su cara, y ahora quería saber si la marca de nacimiento sobre su trasero se había borrado u oscurecido.
Ella entró pisando fuerte en la sala, con una fragancia tipo vamos-a-la-cama acompañándola. Nicholas aguantó la respiración todo lo que pudo. No quería olerla, no quería sentirse más atraído por ella. Había venido para suavizar las cosas no es que hubiera tenido mucho éxito pero eso no quería decir que tuviera que disfrutarlo; que se hiciera amigo de ella. Ni mucho menos.
Parando frente a él, (_TN) agarró el álbum que tenía en el regazo sus dedos le rozaron el muslo, lo que provocó que la polla le prestara toda la atención (la más alta) , le frunció el ceño y arrojó el libro tras su espalda. Ignorando todo excepto su propia cólera o eso esperaba él ancló las manos sobre sus caderas.
—Te dije que no eras bienvenido aquí.
Feliz de regresar a su juego yo-hombre-tú-mujer y de salir de su bajón sexual, dobló los brazos sobre el regazo para cubrirse la erección. Le molestaba que hubiera sido (_TN) la que le devolviera el deseo, haciéndole querer olvidarse de que todas las relaciones, incluso aquellas basadas únicamente en el sexo, era una maldición.
—También me dijiste que tendría que irme cuando contaras hasta tres. Y también mentiste entonces.
Los ojos azules brillaron y se entrecerraron. El vapor muy bien podría haber salido de sus fosas nasales. Qué pequeña bola de fuego era, y sexy como el infierno. ¡Maldición! Le gustaban las mujeres pasivas tipo sírvete-lo-que-quieras-tú-mismo. ¿O no? Definitivamente le gustaban las mujeres que querían acostarse con él. ¿Verdad? (_TN) no era ninguna de esas cosas, o eso se decía él, por que no creía que fuera capaz de controlarse si supiera que (_TN) le deseaba.
Pero cada vez que ella abría su exquisita boca le gustaba más y más. Podía verla hacer mil cosas diferentes con aquella boca y ninguna de ellas implicaba hablar.
Degenerado, se recordó. No vayas por ahí. No con ella. Pero le gustaba su ingenio. Si sus insultos no hubieran estado dirigidos a él, habría pensado que eran graciosos.
—Vamos. Fuera —dijo ella.
—Cierra el pico y escucha, Hoyuelos. Te dije que vine… —apretó los dientes. Dios, era difícil decirlo otra vez cuando probablemente le rechazaría de nuevo—. Para decir que lo siento. —No lo sentía esta vez, pero lo dijo de todas formas.
—¿Que lo sientes? —dijo, incrédula, como si no acabara de pedirle perdón hacía unos minutos.
—Así es. Lo lamento. Tu actitud —no pudo resistirse agregar por lo bajo.
—¡Eh! —frunció el ceño—. Eso lo oí.
—Bueno, sí —le devolvió el ceño—. Es porque lo dije en voz alta.
Le pisó el pie, con fuerza, el tacón de aguja clavándose en el dedo gordo del pie.
—No lo sientes de veras. Admítelo.
Haciendo una mueca, alzó la vista hacía ella y extendió los brazos.
—¿Por qué? —No comentó lo del dedo del pie. Eso le daría la sensación de poder y, ahora mismo, él necesitaba todo el poder que pudiera conseguir—. ¿Tanto importa?
La boca se abrió y cerró y un estrangulado sonido se escapó de la garganta. Al menos quitó el tacón.
—Sí, importa. Por lo menos podrías tener la decencia de fingir que lo sientes.
—Espera un segundo. —frunció nuevamente el ceño—. Me acusaste de que mi disculpa era una mentira, -algo que obviamente te cabreó ya que intentaste empalar mi dedo del pie favorito, y ahora estas enfadada porque no mentí de nuevo.
—Típico. —Las cejas se arquearon con sardónica diversión.
Nicholas pudo ver que (_TN) quería gritarle, o al menos ofrecer una picante réplica. Pero suspiró, dos veces. Su expresión se suavizó, pero sus mejillas permanecieron ruborizadas. Preciosa.
—Creo que, de nuevo, olvidé mis modales —dijo dulcemente—. ¿Puedo ofrecerte algo de beber? ¿Arsénico? ¿Lejía? —pestañeó hacía él, toda inocencia.
Nicholas tuvo que admitir que a menudo tenía aquel efecto en las mujeres. No la inocencia, la amenaza de muerte. Pero aquellas, por lo general, no eran hechas hasta después de salir con ellas. Según su madre, tenía suerte de que alguna no le hubiera asesinado mientras dormía. Según su padre, que se había divorciado hacía años de mamá, las mujeres realmente no querían matarle, querían reformarle.
No necesitaba ser reformado. Se gustaba tal y como era.
Prefería que le consideraran frío y árido emocionalmente que un necio romántico quien toleraría todo por amor. Idiotas. Eso es lo que era la gente que enfermaba de amor. También eran objetivos a los que atrapar. Algo que él jamás sería de nuevo. Ya había pasado por toda esa cosa del matrimonio y no había sido nada más que una pérdida de tiempo.
—Una cerveza estará bien —dijo amablemente.
(_TN) se pasó la muy rosada lengua sobre los muy blancos dientes y dio un paso atrás, pero no se aventuró a la cocina. Se sentó en la silla que había frente a él.
—Hay cerveza en la tienda de la esquina. Puedes ir a buscarla tú mismo.
Sip. Si ella se lo hubiera dicho a algún otro, se habría reído.
—A pesar de lo que puedas pensar, no vine aquí para discutir contigo. Ahora trabajamos para la misma agencia. Tenemos que llevarnos bien. —Aunque no demasiado bien, añadió silenciosamente.
Tenían que ser capaces de tolerarse el uno al otro mientras en secreto se maldecían a quemarse en el infierno eterno y sin arrancarse mutuamente la ropa. No es que ella le mirara como si estuviera dispuesta a arrancarle la ropa. Más bien parecía dispuesta a arrancarle el corazón y comérselo delante de él.
La erección, que había comenzado a comportarse y a actuar como un adulto sensato, brincó por su atención una vez más. Frunció el ceño. ¿Cómo diablos el pensar en ella comiéndose sus órganos bueno, ningún órgano a excepción de su favorito le excitaba?
(_TN) encogió los elegantes hombros.
—Tienes razón. Lo admito. Tenemos que llevarnos bien. Siéntete libre de marcharte ahora que ya lo hemos aclarado.
—Bien —dijo, y ya que era un chico muy, muy malo que tenía problemas con las apuestas, se dijo: cinco dólares a que me apuñala en el muslo con el siguiente picotazo, pero no pudo resistirse—. Obviamente tu grosería en la oficina no fue un caso aislado.
Los ojos se estrecharon en diminutas rajas. Probablemente, estaba planeando, mentalmente, su muerte. Pero no le apuñaló. Se debía a sí mismo cinco pavos.
—Puedo decir, con total seguridad, que no quieres llevarte bien conmigo —dijo ella sombríamente.
Descansó un tobillo sobre su rodilla y la observó atentamente.
—Muy bien. ¿Quieres la verdad? Nosotros sacamos lo peor el uno del otro.
—No puedo discutir eso.
—Por fin —refunfuñó él—. Algo que no discutirás.
Las ventanas de la nariz de (_TN) llamearon y tuvo que apretar los labios para evitar reírse. Realmente no había pensado decirlo en voz alta. Simplemente era que ella provocaba a la bestia que había en su interior. Alguna cosa en ella le encendía y le ponía todos los nervios en alerta.
—No debería haber dicho eso —admitió. Había venido para suavizar las cosas con ella, pero hasta ahora sólo las había empeorado—. Escucha, ¿necesitas ayuda para el trabajo de esta noche? —Eso es. Ese era un tema bastante inofensivo.
—No —el tono fue cortante—. Todo está en orden.
—Bien.
—Sí. Bien.
Se miraron el uno al otro y luego apartaron la vista. Llegados a este punto, Nicholas no supo qué más decir y, durante mucho tiempo, el silencio se deslizó entre ellos, como una serpiente venenosa lista para morder, tan incómodo que era casi doloroso. El tictac del reloj de pared se hizo audible, una bomba de relojería. A punto de estallar.
¿Debería marcharse? ¿Intentar extenderle la mano?
Las cosas todavía no eran amistosas entre ellos, por lo que, quizás, debería quedarse. Al menos ya no estaba duro.
—Bueno —dijo, solo para romper el silencio.
—Bueno —dijo ella.
—Hace calor en Oklahoma últimamente.
—Sí.
—No llevo aquí mucho tiempo. ¿Siempre es así?
—No. El tiempo puede cambiar en un instante —dijo, mirando a todas partes, menos a él—. Caliente un minuto, helado hasta calar los huesos al siguiente.
Como tú misma, pensó él, pero no lo dijo en voz alta. Esta, sin duda, era la conversación más pesada y aburrida que había tenido jamás. O, quizás, solo deseaba que lo fuera, ya que hablar del tiempo debería haber sido una pesadilla de mierda. Y lo habría sido con cualquier otra mujer. Pero aquí estaba, en el borde del asiento, queriendo escuchar la ronca voz de (_TN) de nuevo, incluso si hablaba solo del maldito tiempo.
Si hubiera estado en mejor forma últimamente, nunca habría reaccionado a ella así de fuerte. Al menos, eso es lo que se decía. Pero… ¿Por qué (_TN) había roto su falta de interés cuándo nadie más había sido capaz de hacerlo?
Casi deseó que le gritara. Eso lo entendía. Los gritos llevaban a la cólera y la cólera a la pasión. Le gustaba la pasión. A la pasión la podía controlar. Espera. Le gustaban aquellas cosas con cualquiera excepto con ella. Nada de pasión con (_TN). Era demasiado peligroso.
—Quizás llueva mañana —dijo ella.
Argh. ¿Cómo habían llegado a esto? De aguijonearse el uno al otro (lo que era apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo), a un pronóstico meteorológico de mierda… lo que no le aburría del modo en que quería que lo hiciera, en cambio lo encontraba apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo. La imaginaba desnuda bajo la lluvia y ¡hola! pequeño Nicholas .
—Bueno —dijo él.
—Bueno —reiteró ella.
De todos modos, ¿por qué demonios tenía que permanecer alejado de ella? En este momento, no podía recordarlo. Trabajaban juntos… bueno, ¿y qué? Ella haría la vida en la oficina incómoda… lo que ahora mismo no le parecía tan malo.
—¿Todavía quieres esa cerveza? —preguntó, echando un vistazo melancólico hacia la cocina.
Hay doscientos sesenta y cinco huesos en el cuerpo humano. ¿Cuál te gusta más?
Nicholas se había acomodado en el sofá de (_TN) y observaba su casa con imperturbable curiosidad. No era lo que había esperado. Todo estaba perfectamente coordinado en colores. Desde el canapé marrón que combinaba con las paredes beige, a la manta color bronce que combinaba con los floreros de ámbar repletos de plantas rociadas en oro. Todo estaba limpio, también. Perfecto. Demasiado perfecto.
Al parecer, La Pequeña Señorita Gatita Sexual y Profesora de Catequesis era una fanática de la limpieza. La mesa de centro de cristal no tenía ni una mota de polvo. Los cuadros florales sobre las prístinas paredes estaban perfectamente colgados y alineados. No había ni un atisbo de suciedad o pelusilla que estropearan la perfección de los brillantes suelos de madera.
Estúpidamente, esa pulcritud le excitó. Al parecer, hoy no hacía falta mucho para que eso ocurriera. Aún así, quiso ensuciarlo todo. Teniendo sexo sobre ello. Sexo sucio. Con sudor, aceite corporal y esposas. No vayas por ahí, Jonas . Estás tratando con una piraña sexual. Ella olerá cualquier señal de excitación y atacará. No tenía que conocer a la mujer para saber que era cierto... simplemente tenía que conocer su género.
Femenino.
Pero, ¡joder! no debería haber visto su álbum de fotos. Había sido una niña preciosa, un poco triste lo que le provocó un dolor en el pecho con una cabeza llena de rizos y unos enormes ojos azules que habían dominado su cara, y ahora quería saber si la marca de nacimiento sobre su trasero se había borrado u oscurecido.
Ella entró pisando fuerte en la sala, con una fragancia tipo vamos-a-la-cama acompañándola. Nicholas aguantó la respiración todo lo que pudo. No quería olerla, no quería sentirse más atraído por ella. Había venido para suavizar las cosas no es que hubiera tenido mucho éxito pero eso no quería decir que tuviera que disfrutarlo; que se hiciera amigo de ella. Ni mucho menos.
Parando frente a él, (_TN) agarró el álbum que tenía en el regazo sus dedos le rozaron el muslo, lo que provocó que la polla le prestara toda la atención (la más alta) , le frunció el ceño y arrojó el libro tras su espalda. Ignorando todo excepto su propia cólera o eso esperaba él ancló las manos sobre sus caderas.
—Te dije que no eras bienvenido aquí.
Feliz de regresar a su juego yo-hombre-tú-mujer y de salir de su bajón sexual, dobló los brazos sobre el regazo para cubrirse la erección. Le molestaba que hubiera sido (_TN) la que le devolviera el deseo, haciéndole querer olvidarse de que todas las relaciones, incluso aquellas basadas únicamente en el sexo, era una maldición.
—También me dijiste que tendría que irme cuando contaras hasta tres. Y también mentiste entonces.
Los ojos azules brillaron y se entrecerraron. El vapor muy bien podría haber salido de sus fosas nasales. Qué pequeña bola de fuego era, y sexy como el infierno. ¡Maldición! Le gustaban las mujeres pasivas tipo sírvete-lo-que-quieras-tú-mismo. ¿O no? Definitivamente le gustaban las mujeres que querían acostarse con él. ¿Verdad? (_TN) no era ninguna de esas cosas, o eso se decía él, por que no creía que fuera capaz de controlarse si supiera que (_TN) le deseaba.
Pero cada vez que ella abría su exquisita boca le gustaba más y más. Podía verla hacer mil cosas diferentes con aquella boca y ninguna de ellas implicaba hablar.
Degenerado, se recordó. No vayas por ahí. No con ella. Pero le gustaba su ingenio. Si sus insultos no hubieran estado dirigidos a él, habría pensado que eran graciosos.
—Vamos. Fuera —dijo ella.
—Cierra el pico y escucha, Hoyuelos. Te dije que vine… —apretó los dientes. Dios, era difícil decirlo otra vez cuando probablemente le rechazaría de nuevo—. Para decir que lo siento. —No lo sentía esta vez, pero lo dijo de todas formas.
—¿Que lo sientes? —dijo, incrédula, como si no acabara de pedirle perdón hacía unos minutos.
—Así es. Lo lamento. Tu actitud —no pudo resistirse agregar por lo bajo.
—¡Eh! —frunció el ceño—. Eso lo oí.
—Bueno, sí —le devolvió el ceño—. Es porque lo dije en voz alta.
Le pisó el pie, con fuerza, el tacón de aguja clavándose en el dedo gordo del pie.
—No lo sientes de veras. Admítelo.
Haciendo una mueca, alzó la vista hacía ella y extendió los brazos.
—¿Por qué? —No comentó lo del dedo del pie. Eso le daría la sensación de poder y, ahora mismo, él necesitaba todo el poder que pudiera conseguir—. ¿Tanto importa?
La boca se abrió y cerró y un estrangulado sonido se escapó de la garganta. Al menos quitó el tacón.
—Sí, importa. Por lo menos podrías tener la decencia de fingir que lo sientes.
—Espera un segundo. —frunció nuevamente el ceño—. Me acusaste de que mi disculpa era una mentira, -algo que obviamente te cabreó ya que intentaste empalar mi dedo del pie favorito, y ahora estas enfadada porque no mentí de nuevo.
—Típico. —Las cejas se arquearon con sardónica diversión.
Nicholas pudo ver que (_TN) quería gritarle, o al menos ofrecer una picante réplica. Pero suspiró, dos veces. Su expresión se suavizó, pero sus mejillas permanecieron ruborizadas. Preciosa.
—Creo que, de nuevo, olvidé mis modales —dijo dulcemente—. ¿Puedo ofrecerte algo de beber? ¿Arsénico? ¿Lejía? —pestañeó hacía él, toda inocencia.
Nicholas tuvo que admitir que a menudo tenía aquel efecto en las mujeres. No la inocencia, la amenaza de muerte. Pero aquellas, por lo general, no eran hechas hasta después de salir con ellas. Según su madre, tenía suerte de que alguna no le hubiera asesinado mientras dormía. Según su padre, que se había divorciado hacía años de mamá, las mujeres realmente no querían matarle, querían reformarle.
No necesitaba ser reformado. Se gustaba tal y como era.
Prefería que le consideraran frío y árido emocionalmente que un necio romántico quien toleraría todo por amor. Idiotas. Eso es lo que era la gente que enfermaba de amor. También eran objetivos a los que atrapar. Algo que él jamás sería de nuevo. Ya había pasado por toda esa cosa del matrimonio y no había sido nada más que una pérdida de tiempo.
—Una cerveza estará bien —dijo amablemente.
(_TN) se pasó la muy rosada lengua sobre los muy blancos dientes y dio un paso atrás, pero no se aventuró a la cocina. Se sentó en la silla que había frente a él.
—Hay cerveza en la tienda de la esquina. Puedes ir a buscarla tú mismo.
Sip. Si ella se lo hubiera dicho a algún otro, se habría reído.
—A pesar de lo que puedas pensar, no vine aquí para discutir contigo. Ahora trabajamos para la misma agencia. Tenemos que llevarnos bien. —Aunque no demasiado bien, añadió silenciosamente.
Tenían que ser capaces de tolerarse el uno al otro mientras en secreto se maldecían a quemarse en el infierno eterno y sin arrancarse mutuamente la ropa. No es que ella le mirara como si estuviera dispuesta a arrancarle la ropa. Más bien parecía dispuesta a arrancarle el corazón y comérselo delante de él.
La erección, que había comenzado a comportarse y a actuar como un adulto sensato, brincó por su atención una vez más. Frunció el ceño. ¿Cómo diablos el pensar en ella comiéndose sus órganos bueno, ningún órgano a excepción de su favorito le excitaba?
(_TN) encogió los elegantes hombros.
—Tienes razón. Lo admito. Tenemos que llevarnos bien. Siéntete libre de marcharte ahora que ya lo hemos aclarado.
—Bien —dijo, y ya que era un chico muy, muy malo que tenía problemas con las apuestas, se dijo: cinco dólares a que me apuñala en el muslo con el siguiente picotazo, pero no pudo resistirse—. Obviamente tu grosería en la oficina no fue un caso aislado.
Los ojos se estrecharon en diminutas rajas. Probablemente, estaba planeando, mentalmente, su muerte. Pero no le apuñaló. Se debía a sí mismo cinco pavos.
—Puedo decir, con total seguridad, que no quieres llevarte bien conmigo —dijo ella sombríamente.
Descansó un tobillo sobre su rodilla y la observó atentamente.
—Muy bien. ¿Quieres la verdad? Nosotros sacamos lo peor el uno del otro.
—No puedo discutir eso.
—Por fin —refunfuñó él—. Algo que no discutirás.
Las ventanas de la nariz de (_TN) llamearon y tuvo que apretar los labios para evitar reírse. Realmente no había pensado decirlo en voz alta. Simplemente era que ella provocaba a la bestia que había en su interior. Alguna cosa en ella le encendía y le ponía todos los nervios en alerta.
—No debería haber dicho eso —admitió. Había venido para suavizar las cosas con ella, pero hasta ahora sólo las había empeorado—. Escucha, ¿necesitas ayuda para el trabajo de esta noche? —Eso es. Ese era un tema bastante inofensivo.
—No —el tono fue cortante—. Todo está en orden.
—Bien.
—Sí. Bien.
Se miraron el uno al otro y luego apartaron la vista. Llegados a este punto, Nicholas no supo qué más decir y, durante mucho tiempo, el silencio se deslizó entre ellos, como una serpiente venenosa lista para morder, tan incómodo que era casi doloroso. El tictac del reloj de pared se hizo audible, una bomba de relojería. A punto de estallar.
¿Debería marcharse? ¿Intentar extenderle la mano?
Las cosas todavía no eran amistosas entre ellos, por lo que, quizás, debería quedarse. Al menos ya no estaba duro.
—Bueno —dijo, solo para romper el silencio.
—Bueno —dijo ella.
—Hace calor en Oklahoma últimamente.
—Sí.
—No llevo aquí mucho tiempo. ¿Siempre es así?
—No. El tiempo puede cambiar en un instante —dijo, mirando a todas partes, menos a él—. Caliente un minuto, helado hasta calar los huesos al siguiente.
Como tú misma, pensó él, pero no lo dijo en voz alta. Esta, sin duda, era la conversación más pesada y aburrida que había tenido jamás. O, quizás, solo deseaba que lo fuera, ya que hablar del tiempo debería haber sido una pesadilla de mierda. Y lo habría sido con cualquier otra mujer. Pero aquí estaba, en el borde del asiento, queriendo escuchar la ronca voz de (_TN) de nuevo, incluso si hablaba solo del maldito tiempo.
Si hubiera estado en mejor forma últimamente, nunca habría reaccionado a ella así de fuerte. Al menos, eso es lo que se decía. Pero… ¿Por qué (_TN) había roto su falta de interés cuándo nadie más había sido capaz de hacerlo?
Casi deseó que le gritara. Eso lo entendía. Los gritos llevaban a la cólera y la cólera a la pasión. Le gustaba la pasión. A la pasión la podía controlar. Espera. Le gustaban aquellas cosas con cualquiera excepto con ella. Nada de pasión con (_TN). Era demasiado peligroso.
—Quizás llueva mañana —dijo ella.
Argh. ¿Cómo habían llegado a esto? De aguijonearse el uno al otro (lo que era apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo), a un pronóstico meteorológico de mierda… lo que no le aburría del modo en que quería que lo hiciera, en cambio lo encontraba apasionante, incorrecto y prácticamente un juego sexual previo. La imaginaba desnuda bajo la lluvia y ¡hola! pequeño Nicholas .
—Bueno —dijo él.
—Bueno —reiteró ella.
De todos modos, ¿por qué demonios tenía que permanecer alejado de ella? En este momento, no podía recordarlo. Trabajaban juntos… bueno, ¿y qué? Ella haría la vida en la oficina incómoda… lo que ahora mismo no le parecía tan malo.
—¿Todavía quieres esa cerveza? —preguntó, echando un vistazo melancólico hacia la cocina.
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
JAJAJAJJAJAJAJAJAJA!!
ESOS DOOOSSS SE VAN A MAAATAAARRRR!!!!!
SI NO HACEN ALGOO MAS PRIIVAADOOO!!!
JAJAJAJA Y EL QUE SUFREEE ES EL PEQUEÑOO NICHOLAAASS!!!
ESOS DOOOSSS SE VAN A MAAATAAARRRR!!!!!
SI NO HACEN ALGOO MAS PRIIVAADOOO!!!
JAJAJAJA Y EL QUE SUFREEE ES EL PEQUEÑOO NICHOLAAASS!!!
chelis
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
hola!!!! Nueva lectora
Me encanta la nove
Siguela!!!
Me encanta la nove
Siguela!!!
aranzhitha
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
aranzhitha escribió:hola!!!! Nueva lectora
Me encanta la nove
Siguela!!!
hola
bienvenida ya la sigo
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
chelis escribió:JAJAJAJJAJAJAJAJAJA!!
ESOS DOOOSSS SE VAN A MAAATAAARRRR!!!!!
SI NO HACEN ALGOO MAS PRIIVAADOOO!!!
JAJAJAJA Y EL QUE SUFREEE ES EL PEQUEÑOO NICHOLAAASS!!!
jeje sip pero los 2 sufren full
ya veras mas adelante te encantara te lo aseguro
ya mismo la sigo
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa !!!
nueva lec toraaaaaaaaa !
esta realmente genial esta novela por dios !!!
la relacion entre la rayis y nick es tan .. wow ...
please siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
nueva lec toraaaaaaaaa !
esta realmente genial esta novela por dios !!!
la relacion entre la rayis y nick es tan .. wow ...
please siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ciin :)
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
Ciin :) escribió:holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa !!!
nueva lec toraaaaaaaaa !
esta realmente genial esta novela por dios !!!
la relacion entre la rayis y nick es tan .. wow ...
please siiguelaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
holaaaaaaaaaaaaaaa!!! :hi:
bienvenida ... creo q esa relacion es explosiva ya veras
ya la sigo...
ElitzJb
Re: Atrapa a tu Pareja Nicholas Jonas y tu (TerMINaDA)
aranzhitha escribió:siguela!!!!
si ya la sigo
ElitzJb
Página 2 de 30. • 1, 2, 3 ... 16 ... 30
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