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Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
O W N :: Archivos :: Novelas Terminadas
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Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
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-¿Qué ocurrió?
-Había una mujer. Yo creía estar loco por ella, y viceversa. Hacía de modelo para mí cuando pasé mi etapa Matisse. Deberías haberme visto entonces. Tenía el pelo tan largo como tú, y lo llevaba echado hacia atrás. y atado con una tira de cuero. Incluso llevaba un pendiente de oro en la oreja izquierda.
-¿Llevabas un pendiente?
-No te rías; ahora están muy de moda, pero entonces me adelanté a mi tiempo –les retiraron los aperitivos y les pusieron los platos para las ensaladas-. En cualquier caso, aquella chica y yo jugábamos a las casitas en mi pequeña y mísera habitación. Una noche que había bebido demasiado vino, le hablé de mis padres y le dije que nunca entenderían mi vena artística. Se puso absolutamente furiosa.
-¿Con tus padres?
-Eres un encanto -dijo inesperadamente, y le besó la mano-. No, se puso furiosa conmigo. Era rico y no se lo había dicho. Tenía montones de dinero y esperaba que se conformara con vivir en una habitación mugrienta y diminuta, guisando judías pintas con arroz en un infiernillo. Lo más curioso de todo es que yo de veras le gustaba cuando pensaba que era pobre, pero en cuanto averiguó que no lo era, y que no pensaba utilizar lo que tenía a mi alcance, y, por asociación, al suyo, se puso frenética. Tuvimos una discusión tremebunda, en el transcurso de la cual me informó de lo que realmente pensaba de mí y de mi trabajo.
________ se imaginó a aquel joven Louis, idealista y lleno de ímpetu.
-La gente dice cosas que no siente cuando se enfada.
Él le alzó la mano y le besó los dedos.
-Sí, eres realmente un encanto -sin soltarla, añadió-: Fuera como fuese, se fue, dándome la oportunidad de hacer inventario de mi vida. Llevaba tres años viviendo al día, diciéndome que era un gran artista cuyo gran momento aún tenía que llegar. Lo cierto es que no era un gran artista. Era un habilidoso, pero no grande. Así que cambié Nueva Orleáns por Nueva York y el diseño gráfico. Aquello se me daba bien. Trabajaba rápido, metido en mi pequeño cubículo, por lo general dejaba contento al cliente... y era muy infeliz. Pero gracias a aquella experiencia conseguí un puesto en la Universal, al principio como coloreador; luego, como ilustrador. Y después... -alzó su copa en un brindis-, llegó Zark. El resto es historia.
-Eres feliz -ella giró la mano bajo la de él de modo que sus palmas se tocaron-. Se nota. Hay poca gente que esté tan contenta consigo misma como tú, y tan a gusto con su trabajo.
-Me ha costado bastante tiempo.
-¿Y tus padres? ¿Te has reconciliado con ellos?
-Hemos llegado a la conclusión de que nunca nos entenderemos, pero seguimos siendo familia. Yo sigo teniendo mi cartera de acciones, de modo que pueden decirles a sus amigos que lo de los cómic’s no es más que una diversión. Lo cual es cierto, en parte -Louis pidió otra botella de champán para acompañar el plato principal-. Ahora te toca a ti.
Ella sonrió y dejó que el delicado soufflé se derritiera en su boca.
-Yo no puedo hablar de algo tan exótico como una buhardilla de artista en Nueva Orleáns. Tuve una infancia normal y corriente en una familia como otra cualquiera. Juegos de mesa los sábados por la noche y asado los domingos. Mi padre tenía un buen trabajo y mi madre se quedaba en casa, cuidando de todo. Nos queríamos mucho, pero no siempre nos llevábamos bien. Mi hermana era muy extrovertida, hacía de jefa de animadoras y esas cosas. Yo, en cambio, era espantosamente tímida.
-Sigues siendo tímida -dijo Louis suavemente, entrelazando sus dedos con los de ella.
-Creía que no se me notaba.
-Es una timidez muy atrayente. ¿Qué me dices del padre de Niall? -sintió que su mano se crispaba-. Tenía ganas de preguntártelo, ________, pero no hace falta que hablemos de ello, si te molesta.
Ella apartó la mano y tomó la copa. El champán estaba frío y burbujeaba.
-Fue hace mucho tiempo. Nos conocimos en el instituto. Niall se parece mucho a él, así que, como podrás suponer, era muy guapo. Y también era un poco salvaje, lo cual a mí me atraía como un imán -se encogió de hombros ligeramente, inquieta, pero decidió concluir lo que había empezado-. Yo era muy tímida y un tanto retraída, así que él me parecía excitante, incluso desmesurado. Me enamoré locamente de él la primera vez que se fijó en mí. Fue así de simple. En cualquier caso, salimos juntos dos años y nos casamos unas semanas después de acabar el instituto. Yo tenía dieciocho años recién cumplidos y estaba absolutamente convencida de que el matrimonio iba a ser una aventura tras otra.
-¿Y fue así? -preguntó Louis viendo que se detenía.
-Durante un tiempo, sí. Éramos jóvenes, así que nos traía sin cuidado que Allan fuera de trabajo en trabajo, o largamos de pronto durante semanas enteras. Una vez vendió el cuarto de estar que mis padres nos habían comprado como regalo de boda para que nos fuéramos de viaje a Jamaica. Nos parecía impetuoso y romántico, y en aquella época no teníamos más responsabilidad que nosotros mismos. Luego, yo me quedé embarazada -se detuvo otra vez y, al mirar hacia atrás, recordó la emoción, el asombro y el miedo que le produjo la idea llevar un hijo en sus, entrañas-. Me puse muy contenta. Allan se puso como loco y empezó a comprar cochecitos y sillitas a plazos. No teníamos dinero, pero éramos optimistas, hasta cuando, al final del embarazo, tuve que empezar a trabajar solo media jornada y cuando, al nacer Niall, tuve que dejar el trabajo. Era un bebé precioso -se rió suavemente-. Sé que todas las madres dicen lo mismo, pero te aseguro que era la cosa más bonita que había visto nunca. Me cambió la vida. A Allan, en cambio, no -empezó a juguetear con el pie de la copa y procuró ordenar aquellos pensamientos en los que hacía tanto tiempo que no se permitía reparar- . En aquel momento no lo entendí, pero Allan soportaba muy mala carga de la responsabilidad. Odiaba que no pudiéramos salir cuando nos viniera en gana, ir al cine o a bailar cada vez que nos apeteciera. Seguía siendo muy alocado con el dinero, y, por Niall, yo tenía que compensar su derroche.
-En otras palabras -dijo Louis suavemente-, que maduraste.
-Sí -la sorprendió, y en cierto modo la alivió, que lo comprendiera al instante-. Allan quería volver a nuestra vida de antes, pero ya no éramos niños. Al mirar atrás, me doy cuenta de que tenía celos de Niall, pero en aquel momento yo solo quería que madurara, que fuera un buen padre, que se hiciera cargo de sus responsabilidades. A los veinte seguía siendo el chico de dieciséis al que conocí en el instituto, pero yo ya no era la misma. Era madre. Volví a trabajar porque pensaba que el dinero extra aliviaría un poco la tensión. Un día, volví a casa después de recoger a Niall en casa de la niñera, y Allan se había ido. Había dejado una nota diciendo que ya no aguantaba más estar atado.
-¿Tú sabías que pensaba marcharse?
-No, no lo sabía. Seguramente no fue más que un impulso. Allan siempre hacía las cosas así. Sin duda no se le ocurrió pensar que era una deserción. Para él, solo significaba seguir adelante con su vida. Creyó que era justo por no llevarse más que la mitad del dinero, pero me dejó todas las deudas. Tuve que buscarme otro trabajo de media jornada por las tardes. Odiaba dejar a Niall con una niñera y no verlo nunca. Esos seis meses fueron los peores de mi vida -sus ojos se ensombrecieron un momento.
Después, sacudió la cabeza y lo relegó de nuevo todo al pasado-. Al cabo de un tiempo conseguí enderezar las cosas lo suficiente como para dejar el trabajo de por las tardes. Más o menos por entonces llamó Allan. Era la primera vez que tenía noticias suyas desde que se marchó. Se mostró muy cordial, como si no fuéramos más que simples conocidos. Me dijo que iba de camino a Alaska a trabajar. Cuando colgó, llamé a un abogado. Me fue muy fácil conseguir el divorcio.
-Debió de ser duro para ti. Podías haber vuelto a casa de tus padres.
-No. Estuve mucho tiempo furiosa. La rabia me hizo quedarme aquí, en Nueva York, para intentar sacar adelante a Niall. Cuando se difuminó, ya lo había conseguido.
-¿Nunca ha vuelto a ver a Niall?
-No, nunca.
-Él se lo pierde -la tomó de la barbilla y se inclinó para besarla suavemente-. Sí, él se lo pierde.
Ella le acarició la mejilla casi sin pensarlo.
-Lo mismo que la chica de Nueva Orleáns.
-Gracias -le besó ligeramente los labios otra vez, saboreando su suave gusto a champán-. ¿Postre?
-¿Mmm? -Louis sintió un rapto de emoción al oír su suave suspiro-. No, creo que será mejor prescindir del postre.
Él se echó hacia atrás ligeramente y, tras hacerle una seña al camarero, le sirvió a ________ lo que quedaba del champán.
-Creo que deberíamos caminar un rato.
El aire afilado resultaba casi tan estimulante como el vino. Sin embargo, el vino la calentaba por dentro y hacía que se sintiera como si pudiera andar kilómetros y kilómetros sin sentir el viento. No se quejó cuando Louis le pasó el brazo por los hombros, ni porque fuera él quien marcara el rumbo de su paseo. La traía sin cuidado por dónde pasaran, con tal de que los sentimientos que se agitaban en su interior no se desvanecieran.
Sabía lo que era enamorarse, estar enamorada. El tiempo se hacía más lento.
Cuanto había alrededor parecía pasar a toda prisa, pero nítidamente. Los colores eran más vivos, los sonidos más agudos, y hasta en lo más crudo del invierno olía a flores. Había estado allí una vez antes, pero creía que jamás volvería a hallar aquel lugar. Una parte de su cerebro seguía luchando por recordarle que aquello no podía ser amor, que no debía serlo. Pero ella sencillamente hacía oídos sordos. Esa noche, solo era una mujer.
Había patinadores en el Rockefelier Center, deslizándose en círculos sobre el hielo al son de la música que flotaba. ________ los observó, refugiada al calor de los brazos de Louis. La mejilla de este reposaba sobre su pelo, y ella sentía el ritmo pausado y firme de su corazón.
-A veces traigo a Niall a patinar aquí los domingos, o solo a mirar, como ahora. Pero esta noche parece distinto -giró la cabeza y sus labios quedaron casi pegados a los de Louis-. Esta noche, todo parece distinto.,
Louis se dio cuenta de que, si seguía mirándolo así, acabaría rompiendo su promesa de darle tiempo para que aclarara sus ideas y la metería en el primer taxi que pasara por allí para tenerla en su casa, y en su cama, antes de que aquella mirada desapareciera. Sacando fuerzas de flaqueza, hizo que se moviera ligeramente y le rozó la frente con los labios.
-Las cosas parecen distintas de noche. Sobre todo, si se ha bebido champán –se relajó de nuevo, sintiendo que ________ apoyaba la cabeza sobre su hombro-. Todo parece más bonito. No necesariamente realista, pero bonito. Hay tiempo de sobra para ser realista de nueve a cinco.
-Tú no -ajena al tira y afloja que se disputaba dentro de Louis, ella se volvió en sus brazos-. Tú creas fantasías de nueve a cinco, o a la hora que quieras.
-Deberías oír la que se me está ocurriendo ahora mismo... -respiró hondo una vez más-. Vamos a caminar un poco más. Así podrás contarme una de las tuyas.
-¿Una fantasía? -ella se puso fácilmente a su paso-. Imagino que no son tan alocadas como las tuyas. Solo quiero una casa.
-¿Una casa? -Louis se dirigió hacia el parque, confiando en que, cuando llegaran a casa, los efectos del champán ya se habrían disipado-. ¿Qué clase de casa?
-Una casa de campo, una de esas grandes y viejas granjas con postigos en las ventanas y rodeada de porches. Y con montones de ventanas para ver los bosques. Porque, naturalmente, tendría que haber bosques. Dentro, los techos serían muy altos y las chimeneas muy grandes. Y fuera habría un jardín con jazmines trepando por las arcadas -sentía el aguijón del invierno en las mejillas y, sin embargo, casi olía a verano-. Se oiría zumbar a las abejas todo el verano. Habría un gran patio, y Niall podría tener un perro. Pondría un balancín en el porche para sentarme fuera por las noches y mirarlo atrapar luciérnagas y guardarlas en un frasco -se echó a reír y reposó la cabeza sobre su hombro-. Ya te he dicho que no era muy excitante.
-Me gusta -le gustaba tanto que podía dibujar todo cuanto ________ le había descrito, la casa con los postigos blancos y el tejado a dos aguas, con un establo a los lejos-. Pero tendrá que haber un riachuelo para que Niall pesque.
Ella cerró los ojos un momento y luego sacudió la cabeza.
-Me encantaría, pero creo que no podría cebar el anzuelo. Construir una casa en un árbol, puede batear una pelota. Pero de gusanos, nada.
-¿Sabes batear?
Ella alzó la cabeza y sonrió.
-Por supuesto. El año pasado, ayudaba a entrenaren la liguilla del colegio.
-Estás llena de sorpresas. ¿Llevas pantalones cortos cuando estás en el banquillo?
-Estás obsesionado con mis piernas.
-Entre otras cosas -la condujo al interior de su edificio, hacia los ascensores.
-Hacía muchísimo tiempo que no pasaba una noche como esta.
-Yo también.
Ella se retiró un poco para mirarlo mientras comenzaba el ascenso.
-Me he estado preguntando por eso. Por el hecho de que no parezcas estar con nadie.
Él le tocó la barbilla con la punta del dedo.
-¿No estoy con nadie?
Ella percibió la señal de advertencia, pero no supo qué hacer al respecto.
-Quiero decir que nunca te he visto salir con ninguna mujer.
Divertido, él deslizó el dedo por su cuello.
-¿Te parezco un monje?
-No -azorada e inquieta, ella se apartó-. No, claro que no.
-La verdad es que, después de una larga temporada de promiscuidad y desenfreno, se pierde el gusto por esas cosas. Estar con una mujer sólo porque no te apetece estar solo no resulta muy satisfactorio.
-A juzgar por las cosas que cuentan las chicas solteras de la oficina, hay muchos hombres que no estarían de acuerdo contigo.
Él se encogió de hombros mientras salían del ascensor.
-Se nota que no sales mucho a ligar por ahí -________, que estaba buscando la llave, frunció el ceño-. Eso pretendía ser un cumplido. Lo que quiero decir es que se convierte en un gran esfuerzo o en un aburrimiento y...
-Y estás en edad de tener una relación estable y duradera.
-Lo dices con cinismo. Eso no es propio de ti, ________ -se apoyó contra la jamba mientras ella abría la puerta-. En fin, a mí no se me da bien andarme por las ramas. ¿Vas a invitarme a entrar?
Ella titubeó. El paseo la había despejado un poco y las dudas volvían a asaltarla.
Sin embargo, aún resonaba en su cabeza el eco de lo que había sentido abrazada a Louis al frío de aquella noche. Y el clamor de ese eco era mucho más fuerte que el de las dudas.
-Está bien. ¿Quieres un café?
-No -él se quitó el abrigo sin dejar de mirarla.
-No es molestia. Solo tardaré un minuto.
Él la tomó de las manos.
-No quiero café, ________. Te quiero a ti –le quitó el abrigo de encima de los hombros-. Te deseo tanto que no sé ni lo que hago.
Ella no se apartó. Se quedó allí de pie, esperando.
-No sé qué decir. He perdido la práctica.
-Lo sé -le pasó una mano por el pelo y, por primera vez, sus nervios se hicieron evidentes-. Y he pensado mucho en ello. No quiero seducirte -se echó a reír y retrocedió unos pasos-. Qué tontería. Claro que quiero.
-Yo sabía que... Intentaba convencerme de que no, pero sabía que, si salía contigo, acabaríamos aquí esta noche -se llevó una mano a la tripa, notando un nudo en el estómago-. Creo que, en cierto modo, esperaba que me arrastraras para no tener que tomar una decisión.
Él se volvió para mirarla.
-Eso es escurrir el bulto, ________.
-Lo sé -ella no se atrevía a mirarlo-. Nunca he estado con nadie más que con el padre de Niall. La verdad es que nunca he querido.
-¿Y ahora? -él solo quería una palabra, una única palabra.
Ella apretó los labios.
-Hace tanto tiempo, Louis... Estoy asustada.
-¿Serviría de algo si te dijera que yo también?
-No sé.
-________ -acercándose a ella, le puso las manos sobre los hombros-. Mírame –ella hizo lo que le pedía; sus ojos, claros y grandes, tenían una expresión doliente-. Quiero que estés segura, porque no deseo que te arrepientas por la mañana. Dime qué quieres.
Su vida parecía ser una serie de decisiones sin fin. No había nadie que le dijera qué estaba bien y qué mal. Como de costumbre, se recordó que, una vez tomada la decisión, sería ella quien tendría que afrontar las consecuencias y aceptar la responsabilidad.
-Quédate conmigo esta noche -musitó-. Quiero estar contigo.
Eso es todo bellezas! ¿Os ha gustado? el proximo estará asdfghjkl ♥ Besos!
*Pueden preguntarme lo que quieranAQUÍ[/quote]
Capitulo 7 (Parte3)
-¿Qué ocurrió?
-Había una mujer. Yo creía estar loco por ella, y viceversa. Hacía de modelo para mí cuando pasé mi etapa Matisse. Deberías haberme visto entonces. Tenía el pelo tan largo como tú, y lo llevaba echado hacia atrás. y atado con una tira de cuero. Incluso llevaba un pendiente de oro en la oreja izquierda.
-¿Llevabas un pendiente?
-No te rías; ahora están muy de moda, pero entonces me adelanté a mi tiempo –les retiraron los aperitivos y les pusieron los platos para las ensaladas-. En cualquier caso, aquella chica y yo jugábamos a las casitas en mi pequeña y mísera habitación. Una noche que había bebido demasiado vino, le hablé de mis padres y le dije que nunca entenderían mi vena artística. Se puso absolutamente furiosa.
-¿Con tus padres?
-Eres un encanto -dijo inesperadamente, y le besó la mano-. No, se puso furiosa conmigo. Era rico y no se lo había dicho. Tenía montones de dinero y esperaba que se conformara con vivir en una habitación mugrienta y diminuta, guisando judías pintas con arroz en un infiernillo. Lo más curioso de todo es que yo de veras le gustaba cuando pensaba que era pobre, pero en cuanto averiguó que no lo era, y que no pensaba utilizar lo que tenía a mi alcance, y, por asociación, al suyo, se puso frenética. Tuvimos una discusión tremebunda, en el transcurso de la cual me informó de lo que realmente pensaba de mí y de mi trabajo.
________ se imaginó a aquel joven Louis, idealista y lleno de ímpetu.
-La gente dice cosas que no siente cuando se enfada.
Él le alzó la mano y le besó los dedos.
-Sí, eres realmente un encanto -sin soltarla, añadió-: Fuera como fuese, se fue, dándome la oportunidad de hacer inventario de mi vida. Llevaba tres años viviendo al día, diciéndome que era un gran artista cuyo gran momento aún tenía que llegar. Lo cierto es que no era un gran artista. Era un habilidoso, pero no grande. Así que cambié Nueva Orleáns por Nueva York y el diseño gráfico. Aquello se me daba bien. Trabajaba rápido, metido en mi pequeño cubículo, por lo general dejaba contento al cliente... y era muy infeliz. Pero gracias a aquella experiencia conseguí un puesto en la Universal, al principio como coloreador; luego, como ilustrador. Y después... -alzó su copa en un brindis-, llegó Zark. El resto es historia.
-Eres feliz -ella giró la mano bajo la de él de modo que sus palmas se tocaron-. Se nota. Hay poca gente que esté tan contenta consigo misma como tú, y tan a gusto con su trabajo.
-Me ha costado bastante tiempo.
-¿Y tus padres? ¿Te has reconciliado con ellos?
-Hemos llegado a la conclusión de que nunca nos entenderemos, pero seguimos siendo familia. Yo sigo teniendo mi cartera de acciones, de modo que pueden decirles a sus amigos que lo de los cómic’s no es más que una diversión. Lo cual es cierto, en parte -Louis pidió otra botella de champán para acompañar el plato principal-. Ahora te toca a ti.
Ella sonrió y dejó que el delicado soufflé se derritiera en su boca.
-Yo no puedo hablar de algo tan exótico como una buhardilla de artista en Nueva Orleáns. Tuve una infancia normal y corriente en una familia como otra cualquiera. Juegos de mesa los sábados por la noche y asado los domingos. Mi padre tenía un buen trabajo y mi madre se quedaba en casa, cuidando de todo. Nos queríamos mucho, pero no siempre nos llevábamos bien. Mi hermana era muy extrovertida, hacía de jefa de animadoras y esas cosas. Yo, en cambio, era espantosamente tímida.
-Sigues siendo tímida -dijo Louis suavemente, entrelazando sus dedos con los de ella.
-Creía que no se me notaba.
-Es una timidez muy atrayente. ¿Qué me dices del padre de Niall? -sintió que su mano se crispaba-. Tenía ganas de preguntártelo, ________, pero no hace falta que hablemos de ello, si te molesta.
Ella apartó la mano y tomó la copa. El champán estaba frío y burbujeaba.
-Fue hace mucho tiempo. Nos conocimos en el instituto. Niall se parece mucho a él, así que, como podrás suponer, era muy guapo. Y también era un poco salvaje, lo cual a mí me atraía como un imán -se encogió de hombros ligeramente, inquieta, pero decidió concluir lo que había empezado-. Yo era muy tímida y un tanto retraída, así que él me parecía excitante, incluso desmesurado. Me enamoré locamente de él la primera vez que se fijó en mí. Fue así de simple. En cualquier caso, salimos juntos dos años y nos casamos unas semanas después de acabar el instituto. Yo tenía dieciocho años recién cumplidos y estaba absolutamente convencida de que el matrimonio iba a ser una aventura tras otra.
-¿Y fue así? -preguntó Louis viendo que se detenía.
-Durante un tiempo, sí. Éramos jóvenes, así que nos traía sin cuidado que Allan fuera de trabajo en trabajo, o largamos de pronto durante semanas enteras. Una vez vendió el cuarto de estar que mis padres nos habían comprado como regalo de boda para que nos fuéramos de viaje a Jamaica. Nos parecía impetuoso y romántico, y en aquella época no teníamos más responsabilidad que nosotros mismos. Luego, yo me quedé embarazada -se detuvo otra vez y, al mirar hacia atrás, recordó la emoción, el asombro y el miedo que le produjo la idea llevar un hijo en sus, entrañas-. Me puse muy contenta. Allan se puso como loco y empezó a comprar cochecitos y sillitas a plazos. No teníamos dinero, pero éramos optimistas, hasta cuando, al final del embarazo, tuve que empezar a trabajar solo media jornada y cuando, al nacer Niall, tuve que dejar el trabajo. Era un bebé precioso -se rió suavemente-. Sé que todas las madres dicen lo mismo, pero te aseguro que era la cosa más bonita que había visto nunca. Me cambió la vida. A Allan, en cambio, no -empezó a juguetear con el pie de la copa y procuró ordenar aquellos pensamientos en los que hacía tanto tiempo que no se permitía reparar- . En aquel momento no lo entendí, pero Allan soportaba muy mala carga de la responsabilidad. Odiaba que no pudiéramos salir cuando nos viniera en gana, ir al cine o a bailar cada vez que nos apeteciera. Seguía siendo muy alocado con el dinero, y, por Niall, yo tenía que compensar su derroche.
-En otras palabras -dijo Louis suavemente-, que maduraste.
-Sí -la sorprendió, y en cierto modo la alivió, que lo comprendiera al instante-. Allan quería volver a nuestra vida de antes, pero ya no éramos niños. Al mirar atrás, me doy cuenta de que tenía celos de Niall, pero en aquel momento yo solo quería que madurara, que fuera un buen padre, que se hiciera cargo de sus responsabilidades. A los veinte seguía siendo el chico de dieciséis al que conocí en el instituto, pero yo ya no era la misma. Era madre. Volví a trabajar porque pensaba que el dinero extra aliviaría un poco la tensión. Un día, volví a casa después de recoger a Niall en casa de la niñera, y Allan se había ido. Había dejado una nota diciendo que ya no aguantaba más estar atado.
-¿Tú sabías que pensaba marcharse?
-No, no lo sabía. Seguramente no fue más que un impulso. Allan siempre hacía las cosas así. Sin duda no se le ocurrió pensar que era una deserción. Para él, solo significaba seguir adelante con su vida. Creyó que era justo por no llevarse más que la mitad del dinero, pero me dejó todas las deudas. Tuve que buscarme otro trabajo de media jornada por las tardes. Odiaba dejar a Niall con una niñera y no verlo nunca. Esos seis meses fueron los peores de mi vida -sus ojos se ensombrecieron un momento.
Después, sacudió la cabeza y lo relegó de nuevo todo al pasado-. Al cabo de un tiempo conseguí enderezar las cosas lo suficiente como para dejar el trabajo de por las tardes. Más o menos por entonces llamó Allan. Era la primera vez que tenía noticias suyas desde que se marchó. Se mostró muy cordial, como si no fuéramos más que simples conocidos. Me dijo que iba de camino a Alaska a trabajar. Cuando colgó, llamé a un abogado. Me fue muy fácil conseguir el divorcio.
-Debió de ser duro para ti. Podías haber vuelto a casa de tus padres.
-No. Estuve mucho tiempo furiosa. La rabia me hizo quedarme aquí, en Nueva York, para intentar sacar adelante a Niall. Cuando se difuminó, ya lo había conseguido.
-¿Nunca ha vuelto a ver a Niall?
-No, nunca.
-Él se lo pierde -la tomó de la barbilla y se inclinó para besarla suavemente-. Sí, él se lo pierde.
Ella le acarició la mejilla casi sin pensarlo.
-Lo mismo que la chica de Nueva Orleáns.
-Gracias -le besó ligeramente los labios otra vez, saboreando su suave gusto a champán-. ¿Postre?
-¿Mmm? -Louis sintió un rapto de emoción al oír su suave suspiro-. No, creo que será mejor prescindir del postre.
Él se echó hacia atrás ligeramente y, tras hacerle una seña al camarero, le sirvió a ________ lo que quedaba del champán.
-Creo que deberíamos caminar un rato.
El aire afilado resultaba casi tan estimulante como el vino. Sin embargo, el vino la calentaba por dentro y hacía que se sintiera como si pudiera andar kilómetros y kilómetros sin sentir el viento. No se quejó cuando Louis le pasó el brazo por los hombros, ni porque fuera él quien marcara el rumbo de su paseo. La traía sin cuidado por dónde pasaran, con tal de que los sentimientos que se agitaban en su interior no se desvanecieran.
Sabía lo que era enamorarse, estar enamorada. El tiempo se hacía más lento.
Cuanto había alrededor parecía pasar a toda prisa, pero nítidamente. Los colores eran más vivos, los sonidos más agudos, y hasta en lo más crudo del invierno olía a flores. Había estado allí una vez antes, pero creía que jamás volvería a hallar aquel lugar. Una parte de su cerebro seguía luchando por recordarle que aquello no podía ser amor, que no debía serlo. Pero ella sencillamente hacía oídos sordos. Esa noche, solo era una mujer.
Había patinadores en el Rockefelier Center, deslizándose en círculos sobre el hielo al son de la música que flotaba. ________ los observó, refugiada al calor de los brazos de Louis. La mejilla de este reposaba sobre su pelo, y ella sentía el ritmo pausado y firme de su corazón.
-A veces traigo a Niall a patinar aquí los domingos, o solo a mirar, como ahora. Pero esta noche parece distinto -giró la cabeza y sus labios quedaron casi pegados a los de Louis-. Esta noche, todo parece distinto.,
Louis se dio cuenta de que, si seguía mirándolo así, acabaría rompiendo su promesa de darle tiempo para que aclarara sus ideas y la metería en el primer taxi que pasara por allí para tenerla en su casa, y en su cama, antes de que aquella mirada desapareciera. Sacando fuerzas de flaqueza, hizo que se moviera ligeramente y le rozó la frente con los labios.
-Las cosas parecen distintas de noche. Sobre todo, si se ha bebido champán –se relajó de nuevo, sintiendo que ________ apoyaba la cabeza sobre su hombro-. Todo parece más bonito. No necesariamente realista, pero bonito. Hay tiempo de sobra para ser realista de nueve a cinco.
-Tú no -ajena al tira y afloja que se disputaba dentro de Louis, ella se volvió en sus brazos-. Tú creas fantasías de nueve a cinco, o a la hora que quieras.
-Deberías oír la que se me está ocurriendo ahora mismo... -respiró hondo una vez más-. Vamos a caminar un poco más. Así podrás contarme una de las tuyas.
-¿Una fantasía? -ella se puso fácilmente a su paso-. Imagino que no son tan alocadas como las tuyas. Solo quiero una casa.
-¿Una casa? -Louis se dirigió hacia el parque, confiando en que, cuando llegaran a casa, los efectos del champán ya se habrían disipado-. ¿Qué clase de casa?
-Una casa de campo, una de esas grandes y viejas granjas con postigos en las ventanas y rodeada de porches. Y con montones de ventanas para ver los bosques. Porque, naturalmente, tendría que haber bosques. Dentro, los techos serían muy altos y las chimeneas muy grandes. Y fuera habría un jardín con jazmines trepando por las arcadas -sentía el aguijón del invierno en las mejillas y, sin embargo, casi olía a verano-. Se oiría zumbar a las abejas todo el verano. Habría un gran patio, y Niall podría tener un perro. Pondría un balancín en el porche para sentarme fuera por las noches y mirarlo atrapar luciérnagas y guardarlas en un frasco -se echó a reír y reposó la cabeza sobre su hombro-. Ya te he dicho que no era muy excitante.
-Me gusta -le gustaba tanto que podía dibujar todo cuanto ________ le había descrito, la casa con los postigos blancos y el tejado a dos aguas, con un establo a los lejos-. Pero tendrá que haber un riachuelo para que Niall pesque.
Ella cerró los ojos un momento y luego sacudió la cabeza.
-Me encantaría, pero creo que no podría cebar el anzuelo. Construir una casa en un árbol, puede batear una pelota. Pero de gusanos, nada.
-¿Sabes batear?
Ella alzó la cabeza y sonrió.
-Por supuesto. El año pasado, ayudaba a entrenaren la liguilla del colegio.
-Estás llena de sorpresas. ¿Llevas pantalones cortos cuando estás en el banquillo?
-Estás obsesionado con mis piernas.
-Entre otras cosas -la condujo al interior de su edificio, hacia los ascensores.
-Hacía muchísimo tiempo que no pasaba una noche como esta.
-Yo también.
Ella se retiró un poco para mirarlo mientras comenzaba el ascenso.
-Me he estado preguntando por eso. Por el hecho de que no parezcas estar con nadie.
Él le tocó la barbilla con la punta del dedo.
-¿No estoy con nadie?
Ella percibió la señal de advertencia, pero no supo qué hacer al respecto.
-Quiero decir que nunca te he visto salir con ninguna mujer.
Divertido, él deslizó el dedo por su cuello.
-¿Te parezco un monje?
-No -azorada e inquieta, ella se apartó-. No, claro que no.
-La verdad es que, después de una larga temporada de promiscuidad y desenfreno, se pierde el gusto por esas cosas. Estar con una mujer sólo porque no te apetece estar solo no resulta muy satisfactorio.
-A juzgar por las cosas que cuentan las chicas solteras de la oficina, hay muchos hombres que no estarían de acuerdo contigo.
Él se encogió de hombros mientras salían del ascensor.
-Se nota que no sales mucho a ligar por ahí -________, que estaba buscando la llave, frunció el ceño-. Eso pretendía ser un cumplido. Lo que quiero decir es que se convierte en un gran esfuerzo o en un aburrimiento y...
-Y estás en edad de tener una relación estable y duradera.
-Lo dices con cinismo. Eso no es propio de ti, ________ -se apoyó contra la jamba mientras ella abría la puerta-. En fin, a mí no se me da bien andarme por las ramas. ¿Vas a invitarme a entrar?
Ella titubeó. El paseo la había despejado un poco y las dudas volvían a asaltarla.
Sin embargo, aún resonaba en su cabeza el eco de lo que había sentido abrazada a Louis al frío de aquella noche. Y el clamor de ese eco era mucho más fuerte que el de las dudas.
-Está bien. ¿Quieres un café?
-No -él se quitó el abrigo sin dejar de mirarla.
-No es molestia. Solo tardaré un minuto.
Él la tomó de las manos.
-No quiero café, ________. Te quiero a ti –le quitó el abrigo de encima de los hombros-. Te deseo tanto que no sé ni lo que hago.
Ella no se apartó. Se quedó allí de pie, esperando.
-No sé qué decir. He perdido la práctica.
-Lo sé -le pasó una mano por el pelo y, por primera vez, sus nervios se hicieron evidentes-. Y he pensado mucho en ello. No quiero seducirte -se echó a reír y retrocedió unos pasos-. Qué tontería. Claro que quiero.
-Yo sabía que... Intentaba convencerme de que no, pero sabía que, si salía contigo, acabaríamos aquí esta noche -se llevó una mano a la tripa, notando un nudo en el estómago-. Creo que, en cierto modo, esperaba que me arrastraras para no tener que tomar una decisión.
Él se volvió para mirarla.
-Eso es escurrir el bulto, ________.
-Lo sé -ella no se atrevía a mirarlo-. Nunca he estado con nadie más que con el padre de Niall. La verdad es que nunca he querido.
-¿Y ahora? -él solo quería una palabra, una única palabra.
Ella apretó los labios.
-Hace tanto tiempo, Louis... Estoy asustada.
-¿Serviría de algo si te dijera que yo también?
-No sé.
-________ -acercándose a ella, le puso las manos sobre los hombros-. Mírame –ella hizo lo que le pedía; sus ojos, claros y grandes, tenían una expresión doliente-. Quiero que estés segura, porque no deseo que te arrepientas por la mañana. Dime qué quieres.
Su vida parecía ser una serie de decisiones sin fin. No había nadie que le dijera qué estaba bien y qué mal. Como de costumbre, se recordó que, una vez tomada la decisión, sería ella quien tendría que afrontar las consecuencias y aceptar la responsabilidad.
-Quédate conmigo esta noche -musitó-. Quiero estar contigo.
Eso es todo bellezas! ¿Os ha gustado? el proximo estará asdfghjkl ♥ Besos!
*Pueden preguntarme lo que quieranAQUÍ
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
jsdhajsdhkahdkasdhksd <3
Al finnnnnnnnnnn ella se dejó estarrrrrr, se dejó llevar :3
espero el proximooooo :) xx
Al finnnnnnnnnnn ella se dejó estarrrrrr, se dejó llevar :3
espero el proximooooo :) xx
Roochi.1D
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Me encantaron los capitulos la nove se pone muuuy interesante. Me podria llevar horas y horas leyendo esta nove tiene algo que me engacha y me deja con ganas de mas asi que contunuala pronto muchos besos guapa <3
Invitado
Invitado
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
[quote="EleanorJCalder"]-
/STOOOOOP! ESTE CAP ES ALGO PASADO DE TONO, SI ERES DE MENTE SUSCEPTIBLE TE RECOMIENDO QUE TE SALTES EL CAPITULO/
Louis tomó la cara de _______ entre sus manos y la sintió temblar. Al rozarse sus labios, la oyó suspirar y supo que siempre recordaría aquel instante, su rendición, su deseo, su vulnerabilidad.
La casa estaba en silencio. Louis deseó poder ofrecerle música. El olor de las rosas que ella había puesto en el jarrón palidecía junto a la fragancia a jardín que le parecía que emanaba de ella. La lámpara difundía una luz intensa. Louis no habría preferido los secretos de la oscuridad, pero sí la misteriosa luz de las velas. ¿Cómo podía explicarle que, lo que estaban a punto de darse el uno al otro, no era algo insignificante ni ordinario? ¿Cómo podía hacerle comprender que llevaba toda la vida esperando aquel momento? No sabía si daría con las palabras justas, ni si esas palabras tocarían el corazón de _______. Así pues, tendría que demostrárselo.
Sin dejar de besarla, la levantó en sus brazos. Ella dejó escapar un leve gemido de sorpresa, pero se abrazó a su cuello.
-Louis...
-Como caballero blanco, no valgo mucho -la miró sonriendo inquisitivamente-. Pero, por esta noche, fingiremos lo contrario.
Parecía un héroe, fuerte e increíblemente dulce. Las pocas dudas que aún tenía _______ se desvanecieron por completo.
-No necesito un caballero blanco.
-Esta noche, yo quiero serlo para ti -la besó una vez más antes de llevarla al dormitorio.
Una parte de él la deseaba hasta tal punto, que el deseo de tumbarla sobre la cama y cubrida con su cuerpo le causaba dolor. Había veces en que el amor se desataba veloz, incluso violento. Louis lo sabía y sabía que _______ lo entendería. Pero la dejó de pie en el suelo, junto a la cama, y la tomó de la mano, apartándose un poco.
-La luz.
-Pero...
-Quiero verte, _______.
Era absurdo sentir vergüenza. Ella sabía que sería un error permitir que aquel instante pasara en la oscuridad, indiferenciadamente. Estiró un brazo hacia la lámpara de la mesita de noche y la encendió.
La luz los inundó de pronto, sorprendiéndolos a ambos de pie, tomados de la mano, mirándose a los ojos. _______ sintió que el pánico volvía a asaltarla, llamando a golpes a su corazón y a su cabeza. Entonces él la tocó, y el ruido cesó. Louis le quitó los pendientes y, al dejarlos sobre la mesita de noche, el metal tintineó suavemente sobre la madera. _______ se sofocó como si, de un solo gesto, Louis la hubiera desnudado por completo. Él fue a desabrocharle el cinturón, pero se detuvo al ver que las manos de _______ se dirigían, trémulas, hacia el suyo.
-No te haré daño.
-Lo sé.
Ella apartó las manos. Louis le desabrochó el cinturón y lo dejó caer al suelo. Al besarla de nuevo, _______ le rodeó la cintura con los brazos y se dejó llevar por el deseo. Aquello era lo que quería. No podía mentirse a sí misma, ni buscar excusas. Por una noche, quería pensar y que pensaran en ella solamente como mujer. Sentirse deseada, dar placer, causar asombro. Cuando sus bocas se separaron, se encontraron sus ojos. Y ella sonrió.
-Estaba esperando eso -poseído por un placer tan intenso que apenas podía describirlo, él acercó un dedo a sus labios.
-¿qué?
-Que sonrieras cuando te beso -acercó la mano a su cara-. Intentémoslo otra vez.
Esta vez, el beso se hizo más profundo y pareció rozar territorios ignotos. _______ alzó las manos hasta los hombros de Louis y, deslizándolas por ellos, rodeó su cuello.
Él sintió el contacto de sus dedos, tímido al principio, más confiado después.
-¿Todavía tienes miedo?
-No -ella sonrió de nuevo-. Sí, un poco. No sé... -apartó la mirada, y él hizo que volviera a mirarlo.
-¿Qué?
-No sé qué hacer. Lo que te gusta.
Louis se sintió vencido y asombrado por sus palabras. Había dicho que ella le importaba, y era cierto. Pero, en ese instante, su corazón, que había estado vacilando al filo de un abismo, se precipitó sin remedio en el amor.
-_______, me dejas sin palabras -la atrajo hacia sí con fuerza, sosteniéndola entre sus brazos-. Esta noche, haz lo que te apetezca. Todo irá bien.
Él empezó por besarle el cabello, absorbiendo aquel olor que tanto lo atraía. Ya no era necesaria la seducción. Ambos sabían lo que querían. Louis sentía el corazón de _______ latiendo contra el suyo. Entonces ella giró la cabeza y buscó su boca.
Él le bajó con mano temblorosa la larga cremallera de la espalda. Sabía que vivían en un mundo imperfecto, pero necesitaba ofrecerle a _______ una noche perfecta. Nunca había sido un hombre egoísta, pero aun así, por primera vez, deseaba anteponer los deseos de otra persona a los suyos propios.
Le apartó el vestido de los hombros y se lo deslizó a lo largo de los brazos. Bajo él, llevaba una sencilla combinación blanca, sin volantes ni encaje. Ninguna fantasía de seda o satén podría haberlo excitado más.
-Eres preciosa -depositó un beso sobre uno de sus hombros y luego sobre el otro -Absolutamente preciosa.
_______ deseaba serlo. Hacía mucho tiempo que no sentía la necesidad de estar algo más que presentable. Al mirarlo a los ojos, se sintió bella y, haciendo acopio de valor, comenzó a quitarle la ropa.
Louis sabía que aquello no era fácil para ella. _______ le quitó la chaqueta y empezó a desanudarle la corbata. Al cabo de un momento, se atrevió de nuevo a mirarlo. Él sintió sus dedos temblar ligeramente al desabrocharle la camisa.
-Me gustas mucho -murmuró.
El único hombre al que había tocado así no era entonces más que un chiquillo. Los músculos de Louis eran sutiles, pero recios, y a pesar de que su pecho era suave, era el de un hombre. _______ se movía despacio, más por timidez que para avivar el deseo de Louis. Los músculos de la tripa de él se estremecieron cuando, al disponerse a desabrocharle los pantalones, los rozó suavemente.
-Me estás volviendo loco.
Ella apartó las manos automáticamente.
-Lo siento.
-No -intentó reírse, pero le salió una especie de quejido-. Me gusta mucho.
Con manos temblorosas, ella le bajó los pantalones. Sus caderas eran estrechas, de músculos largos y duros. _______ sintió un arrebato de fascinación y deleite al acercar las manos a ellos. Luego, se apretó contra él, y la impresión de sentir su carne retumbó dentro de ella.
Louis intentaba refrenar el deseo de precipitarse, de tomada enseguida, cuanto antes. Las tímidas caricias y los ojos asombrados de _______ lo habían puesto al límite, pero tenía que refrenarse y aguantar. Ella sintió la guerra que se libraba en su interior, notó la rigidez de sus músculos y la aspereza de su respiración.
-¿Louis?
-Espera un momento -enterró la cara entre su pelo y a duras penas logró ganar la batalla y recuperar el control. Pero se sentía debilitado, debilitado y confuso. Tocó la suave y sensitiva piel del cuello de _______ y procuró concentrar toda su atención en aquel punto.
Ella se tensó contra su cuerpo, girando la cabeza instintivamente para dejarle el paso libre. Era como si un velo hubiera caído sobre sus ojos, de tal modo que aquella habitación que le era tan familiar de pronto le parecía borrosa. Sintió que su sangre empezaba a palpitar con fuerza allí donde los labios de Louis la rozaban, humedeciéndole la piel. Después, sintió un calor palpitante pegado a la piel, suavizándola, aguzando su sensibilidad. El gemido que dejó escapar sonó primitivo incluso a sus oídos. Entonces fue ella quien arrastró a Louis hacia la cama.
Él hubiera deseado dejar pasar un minuto más antes de cubrida con su cuerpo. Sentía que una serie de detonaciones recorrían su cuerpo de la cabeza a la pelvis, pasando por el corazón. Sabía que tenía que acallarlas antes de que rompieran en añicos sus sentidos. Pero _______ recorría su cuerpo con las manos y alzaba las caderas hacia él. Haciendo un esfuerzo, Louis se giró de modo que quedaron tumbados el uno junto a otro.
La besó en la boca y, por un instante, todas sus ansias, todas sus fantasías, sus deseos más oscuros, se concentraron allí. La boca de _______, húmeda y caliente; parecía gritarle a su cerebro qué era lo que sentiría al penetrada. Apartando la fina barrera de la combinación, sintió los pechos desnudos de _______ y la oyó gemir. Luego, cerrando los labios sobre uno de los pezones erectos, sintió que murmuraba su nombre.
_______ se había abandonado. Había creído que jamás volvería a desear aquella rendición, pero en ese instante, mientras su cuerpo se volvía líquido bajo él, pensó que nunca querría otra cosa. La sensación de la carne contra la carne cada vez más caliente y húmeda era nueva y embriagadora. Y lo era también la avidez de sus bocas que se buscaban la una a la otra, y los sabores que hallaban y consumían, desesperados. Él murmuraba palabras sofocante s e inconexas, y ella respondía. La luz jugaba sobre las manos de Louis mientras le enseñaba que una sola caricia podía hacer volar el. alma.
Ella estaba desnuda, pero su timidez había desaparecido. Quería que él la tocara, que la saboreara y que buscara su propia satisfacción como buscaba la de ella. El cuerpo de Louis, musculoso y tenso, la fascinaba. Hasta ese instante, no había .sabido que tocar a otro, darle placer a otro, podía levantar tales oleadas de placer. Louis puso la mano sobre su sexo, y la pasión se contrajo en una bola de fuego que estalIó de pronto, casi violentamente. Jadeando, tendió la mano hacia él.
Ninguna mujer se había entregado tan completamente a Louis. Ver crecer su excitación y alcanzar el cenit le había provocado un embriagador arrebato de placer.
Deseaba llevarla al éxtasis una y otra vez, hasta que estuviera exhausta y aturdida. Pero su control se estaba desvaneciendo, y ella lo llamaba.
Cubriéndola con su cuerpo, la penetró al fin.
No supo cuánto tiempo se movieron juntos, si minutos u horas. Pero nunca olvidaría que sus ojos se abrieron y lo miraron fijamente.
♥ Besos!
*Pueden preguntarme lo que quieran AQUÍ
Capitulo 8 (Parte1)
/STOOOOOP! ESTE CAP ES ALGO PASADO DE TONO, SI ERES DE MENTE SUSCEPTIBLE TE RECOMIENDO QUE TE SALTES EL CAPITULO/
Louis tomó la cara de _______ entre sus manos y la sintió temblar. Al rozarse sus labios, la oyó suspirar y supo que siempre recordaría aquel instante, su rendición, su deseo, su vulnerabilidad.
La casa estaba en silencio. Louis deseó poder ofrecerle música. El olor de las rosas que ella había puesto en el jarrón palidecía junto a la fragancia a jardín que le parecía que emanaba de ella. La lámpara difundía una luz intensa. Louis no habría preferido los secretos de la oscuridad, pero sí la misteriosa luz de las velas. ¿Cómo podía explicarle que, lo que estaban a punto de darse el uno al otro, no era algo insignificante ni ordinario? ¿Cómo podía hacerle comprender que llevaba toda la vida esperando aquel momento? No sabía si daría con las palabras justas, ni si esas palabras tocarían el corazón de _______. Así pues, tendría que demostrárselo.
Sin dejar de besarla, la levantó en sus brazos. Ella dejó escapar un leve gemido de sorpresa, pero se abrazó a su cuello.
-Louis...
-Como caballero blanco, no valgo mucho -la miró sonriendo inquisitivamente-. Pero, por esta noche, fingiremos lo contrario.
Parecía un héroe, fuerte e increíblemente dulce. Las pocas dudas que aún tenía _______ se desvanecieron por completo.
-No necesito un caballero blanco.
-Esta noche, yo quiero serlo para ti -la besó una vez más antes de llevarla al dormitorio.
Una parte de él la deseaba hasta tal punto, que el deseo de tumbarla sobre la cama y cubrida con su cuerpo le causaba dolor. Había veces en que el amor se desataba veloz, incluso violento. Louis lo sabía y sabía que _______ lo entendería. Pero la dejó de pie en el suelo, junto a la cama, y la tomó de la mano, apartándose un poco.
-La luz.
-Pero...
-Quiero verte, _______.
Era absurdo sentir vergüenza. Ella sabía que sería un error permitir que aquel instante pasara en la oscuridad, indiferenciadamente. Estiró un brazo hacia la lámpara de la mesita de noche y la encendió.
La luz los inundó de pronto, sorprendiéndolos a ambos de pie, tomados de la mano, mirándose a los ojos. _______ sintió que el pánico volvía a asaltarla, llamando a golpes a su corazón y a su cabeza. Entonces él la tocó, y el ruido cesó. Louis le quitó los pendientes y, al dejarlos sobre la mesita de noche, el metal tintineó suavemente sobre la madera. _______ se sofocó como si, de un solo gesto, Louis la hubiera desnudado por completo. Él fue a desabrocharle el cinturón, pero se detuvo al ver que las manos de _______ se dirigían, trémulas, hacia el suyo.
-No te haré daño.
-Lo sé.
Ella apartó las manos. Louis le desabrochó el cinturón y lo dejó caer al suelo. Al besarla de nuevo, _______ le rodeó la cintura con los brazos y se dejó llevar por el deseo. Aquello era lo que quería. No podía mentirse a sí misma, ni buscar excusas. Por una noche, quería pensar y que pensaran en ella solamente como mujer. Sentirse deseada, dar placer, causar asombro. Cuando sus bocas se separaron, se encontraron sus ojos. Y ella sonrió.
-Estaba esperando eso -poseído por un placer tan intenso que apenas podía describirlo, él acercó un dedo a sus labios.
-¿qué?
-Que sonrieras cuando te beso -acercó la mano a su cara-. Intentémoslo otra vez.
Esta vez, el beso se hizo más profundo y pareció rozar territorios ignotos. _______ alzó las manos hasta los hombros de Louis y, deslizándolas por ellos, rodeó su cuello.
Él sintió el contacto de sus dedos, tímido al principio, más confiado después.
-¿Todavía tienes miedo?
-No -ella sonrió de nuevo-. Sí, un poco. No sé... -apartó la mirada, y él hizo que volviera a mirarlo.
-¿Qué?
-No sé qué hacer. Lo que te gusta.
Louis se sintió vencido y asombrado por sus palabras. Había dicho que ella le importaba, y era cierto. Pero, en ese instante, su corazón, que había estado vacilando al filo de un abismo, se precipitó sin remedio en el amor.
-_______, me dejas sin palabras -la atrajo hacia sí con fuerza, sosteniéndola entre sus brazos-. Esta noche, haz lo que te apetezca. Todo irá bien.
Él empezó por besarle el cabello, absorbiendo aquel olor que tanto lo atraía. Ya no era necesaria la seducción. Ambos sabían lo que querían. Louis sentía el corazón de _______ latiendo contra el suyo. Entonces ella giró la cabeza y buscó su boca.
Él le bajó con mano temblorosa la larga cremallera de la espalda. Sabía que vivían en un mundo imperfecto, pero necesitaba ofrecerle a _______ una noche perfecta. Nunca había sido un hombre egoísta, pero aun así, por primera vez, deseaba anteponer los deseos de otra persona a los suyos propios.
Le apartó el vestido de los hombros y se lo deslizó a lo largo de los brazos. Bajo él, llevaba una sencilla combinación blanca, sin volantes ni encaje. Ninguna fantasía de seda o satén podría haberlo excitado más.
-Eres preciosa -depositó un beso sobre uno de sus hombros y luego sobre el otro -Absolutamente preciosa.
_______ deseaba serlo. Hacía mucho tiempo que no sentía la necesidad de estar algo más que presentable. Al mirarlo a los ojos, se sintió bella y, haciendo acopio de valor, comenzó a quitarle la ropa.
Louis sabía que aquello no era fácil para ella. _______ le quitó la chaqueta y empezó a desanudarle la corbata. Al cabo de un momento, se atrevió de nuevo a mirarlo. Él sintió sus dedos temblar ligeramente al desabrocharle la camisa.
-Me gustas mucho -murmuró.
El único hombre al que había tocado así no era entonces más que un chiquillo. Los músculos de Louis eran sutiles, pero recios, y a pesar de que su pecho era suave, era el de un hombre. _______ se movía despacio, más por timidez que para avivar el deseo de Louis. Los músculos de la tripa de él se estremecieron cuando, al disponerse a desabrocharle los pantalones, los rozó suavemente.
-Me estás volviendo loco.
Ella apartó las manos automáticamente.
-Lo siento.
-No -intentó reírse, pero le salió una especie de quejido-. Me gusta mucho.
Con manos temblorosas, ella le bajó los pantalones. Sus caderas eran estrechas, de músculos largos y duros. _______ sintió un arrebato de fascinación y deleite al acercar las manos a ellos. Luego, se apretó contra él, y la impresión de sentir su carne retumbó dentro de ella.
Louis intentaba refrenar el deseo de precipitarse, de tomada enseguida, cuanto antes. Las tímidas caricias y los ojos asombrados de _______ lo habían puesto al límite, pero tenía que refrenarse y aguantar. Ella sintió la guerra que se libraba en su interior, notó la rigidez de sus músculos y la aspereza de su respiración.
-¿Louis?
-Espera un momento -enterró la cara entre su pelo y a duras penas logró ganar la batalla y recuperar el control. Pero se sentía debilitado, debilitado y confuso. Tocó la suave y sensitiva piel del cuello de _______ y procuró concentrar toda su atención en aquel punto.
Ella se tensó contra su cuerpo, girando la cabeza instintivamente para dejarle el paso libre. Era como si un velo hubiera caído sobre sus ojos, de tal modo que aquella habitación que le era tan familiar de pronto le parecía borrosa. Sintió que su sangre empezaba a palpitar con fuerza allí donde los labios de Louis la rozaban, humedeciéndole la piel. Después, sintió un calor palpitante pegado a la piel, suavizándola, aguzando su sensibilidad. El gemido que dejó escapar sonó primitivo incluso a sus oídos. Entonces fue ella quien arrastró a Louis hacia la cama.
Él hubiera deseado dejar pasar un minuto más antes de cubrida con su cuerpo. Sentía que una serie de detonaciones recorrían su cuerpo de la cabeza a la pelvis, pasando por el corazón. Sabía que tenía que acallarlas antes de que rompieran en añicos sus sentidos. Pero _______ recorría su cuerpo con las manos y alzaba las caderas hacia él. Haciendo un esfuerzo, Louis se giró de modo que quedaron tumbados el uno junto a otro.
La besó en la boca y, por un instante, todas sus ansias, todas sus fantasías, sus deseos más oscuros, se concentraron allí. La boca de _______, húmeda y caliente; parecía gritarle a su cerebro qué era lo que sentiría al penetrada. Apartando la fina barrera de la combinación, sintió los pechos desnudos de _______ y la oyó gemir. Luego, cerrando los labios sobre uno de los pezones erectos, sintió que murmuraba su nombre.
_______ se había abandonado. Había creído que jamás volvería a desear aquella rendición, pero en ese instante, mientras su cuerpo se volvía líquido bajo él, pensó que nunca querría otra cosa. La sensación de la carne contra la carne cada vez más caliente y húmeda era nueva y embriagadora. Y lo era también la avidez de sus bocas que se buscaban la una a la otra, y los sabores que hallaban y consumían, desesperados. Él murmuraba palabras sofocante s e inconexas, y ella respondía. La luz jugaba sobre las manos de Louis mientras le enseñaba que una sola caricia podía hacer volar el. alma.
Ella estaba desnuda, pero su timidez había desaparecido. Quería que él la tocara, que la saboreara y que buscara su propia satisfacción como buscaba la de ella. El cuerpo de Louis, musculoso y tenso, la fascinaba. Hasta ese instante, no había .sabido que tocar a otro, darle placer a otro, podía levantar tales oleadas de placer. Louis puso la mano sobre su sexo, y la pasión se contrajo en una bola de fuego que estalIó de pronto, casi violentamente. Jadeando, tendió la mano hacia él.
Ninguna mujer se había entregado tan completamente a Louis. Ver crecer su excitación y alcanzar el cenit le había provocado un embriagador arrebato de placer.
Deseaba llevarla al éxtasis una y otra vez, hasta que estuviera exhausta y aturdida. Pero su control se estaba desvaneciendo, y ella lo llamaba.
Cubriéndola con su cuerpo, la penetró al fin.
No supo cuánto tiempo se movieron juntos, si minutos u horas. Pero nunca olvidaría que sus ojos se abrieron y lo miraron fijamente.
♥ Besos!
*Pueden preguntarme lo que quieran AQUÍ
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Me gusto mucho el cap siguela cuando puedas muchos besos <3
Invitado
Invitado
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
askjdhsjksdhkadshkjasdhaskj <3
Tuve que prender el ventilador cuando las cosas se pusieron calientes u.u
JAJAJJAJAJA. Hermoso capitulo :3
Espero el proximo :)
Tuve que prender el ventilador cuando las cosas se pusieron calientes u.u
JAJAJJAJAJA. Hermoso capitulo :3
Espero el proximo :)
Roochi.1D
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
oh dios oh dios ooooooooh!!! siii poor fin juntooos *baile de cinco segundos* soooy feeeliiz dios me encantaa como se complementan los dooos, sin dudaa les esperan muchas cosas apartir de lo quee pasoo en la habitacioon ooh seeee!! siguela pronto lindaa xx
LalaHoran
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
OHHH DIOOOOS MIIIOOO, ¿PERO QUE TE PASA? ¿QUIERES QUE MUER? SIGUE LA JODA ESTA, SABES EL DAÑO QUE ME HACES EN NO ESCRIBIR, TENGO MIEDO QUE PASE LO MISMO, ME ABANDONASTE Y LO BUENO FUE QUE REGRESASTE, NO ME VUELVAS A DEJAR, SIGUELAAAAAA!
DannieParker
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
-
Tumbado junto a ella sobre la colcha arrugada mientras las gotas de una lluvia helada se estrellaban en la ventana, Louis se sentía un tanto trémulo. Giró la cabeza hacia el siseo de la lluvia, preguntándose cuánto tiempo llevaría sonando. Que él recordara, nunca se había sentido tan a gusto con una mujer como para que el mundo exterior, y todas sus imágenes y sonidos, hubieran cesado de existir.
Se giró de nuevo y apretó a _______ contra su pecho. Se le estaba quedando el cuerpo frío rápidamente, pero no sentía deseos de moverse.
-Estás muy callada -murmuró.
Ella tenía los ojos cerrados. Aún no estaba lista para abrirlos.
-No sé qué decir.
-¿Qué tal «¡guau!»?
Ella se echó a reír, un tanto sorprendida por poder hacerlo tras aquel momento de intensidad.
-Está bien. Guau.
-Ponle un poco más de entusiasmo. ¿qué tal «fantástico, increíble, estremecedor»? Ella abrió los ojos y lo miró.
-¿Qué tal «precioso»?
Él la tomó de la mano y se la besó.
-Sí, con eso me vale -se incorporó apoyándose en el codo y la miró. Ella se removió, intranquila-. Demasiado tarde para ponerte tímida -le dijo, y pasó una mano suavemente sobre su cuerpo-. ¿Sabes?, tenía razón sobre tus piernas. Supongo que no podré convencerte de que te pongas unos pantalones cortos y un par de calcetines de esos que llegan hasta los tobillos.
-¿Cómo dices?
Louis se inclinó sobre ella y le cubrió la cara de besos.
-Me encantan las piernas largas con pantalones cortos y calcetines hasta los tobillos. Me vuelve loco mirar a las mujeres que corren por el parque en verano. Y cuando llevan los pantalones y los calcetines a juego, me matan.
-Estás chiflado.
-Vamos, _______, ¿tú no tienes ningún fetiche? ¿Los hombres con camisetas de tirantes, o con esmoquin, corbata negra y los gemelos desabrochados?
-No seas tonto.
-¿Por qué no?
«Sí, ¿por qué no?», pensó ella, mordiéndose el labio.
-Bueno, la verdad es que me gustan los vaqueros bajos, con el botón desabrochado.
-No volveré a abrocharme los vaqueros mientras viva. Ella se rió otra vez.
-Eso no significa que yo vaya a ponerme pantalones cortos con calcetines.
-Está bien. A mí me excitas cuando te veo en traje de oficina.
-Pero ¿qué dices?
-Lo que oyes -se colocó sobre ella y empezó a jugar con su pelo-. Esas solapas finas y esas blusas de cuello alto. Y siempre llevas el pelo recogido -le subió el pelo hacia la coronilla. No era lo mismo, pero aun así se le hacía la boca agua-. La eficiente y formal señora Wallace. Cada vez que te veo vestida así, me imagino lo maravilloso que sería quitarte el traje y las horquillas -dejó que su pelo se derramara entre sus dedos.
Pensativa, _______ apoyó la mejilla contra la de él.
-Eres un hombre extraño, Louis.
-Seguramente.
-Confías mucho en tu imaginación, en lo que podría ser, en las fantasías y las ilusiones. Yo, en cambio, solo me fío de los hechos y las cifras, de las pérdidas y las ganancias, de lo que es o no es.
-¿Estás hablando de nuestros trabajos o de nuestros caracteres?
-¿No es lo mismo?
-No. Yo no soy el Comandante Zark, _______.
Ella se removió, acunada por el ritmo del corazón de Louis.
-Supongo que lo que quiero decir es que el artista, el escritor que llevas dentro, rebosa imaginación y creatividad. Y creo que la banquera que hay en mí busca cheques y balances.
Él guardó silencio un momento, acariciándole el pelo. ¿Acaso _______ no se daba cuenta de que había mucho más dentro de ella? Ella fantaseaba con una casa en el campo, sabía batear y había convertido a un hombre de carne y hueso en un manojo de ansias y deseos.
-No quiero ponerme filosófico, ¿por qué crees que elegiste dedicarte a los préstamos? ¿Tienes la misma sensación cuando rechazas una petición que cuando la apruebas?
-No, claro que no.
-Claro que no e-repitió él-. Porque, cuando apruebas una, tocas las ilusiones de los otros. Estoy seguro de que no te desvías ni un milímetro de las normas; eso es parte de tu encanto, pero apostaría a que te produce una gran satisfacción personal poder decir: «está bien, cómprense su casa, pongan su negocio, crezcan» .
Ella alzó la cabeza.
-Pareces comprenderme muy bien.
De pronto, se dio cuenta de que nadie la había comprendido. Y sintió un vuelco en el corazón.
-He pensado mucho en ti -la atrajo hacia sí, preguntándose si ella sentía lo bien que encajaban sus cuerpos-. Muchísimo. En realidad, no he pensado en otra mujer desde que te subí la pizza -ella sonrió y fue a acomodarse de nuevo sobre él, pero Louis la detuvo-. _______... -por extraño que fuera, se sentía tímido. Ella lo miraba con expectación, casi con paciencia, mientras él buscaba las palabras adecuadas-. El caso es que no, quiero pensar en otra mujer, ni estar con otra mujer... así -titubeó de nuevo y, al final, masculló un juramento-. Maldita sea, me siento como si estuviera otra vez en el instituto.
Ella sonrió cautelosamente.
-¿Vas a pedirme salir?
No era eso exactamente en lo que él estaba pensando, pero comprendió por la mirada de sus ojos que sería mejor ir despacio.
-Puedo buscar el anillo de mi promoción, si quieres.
Ella se miró la mano, apoyada con toda naturalidad sobre el corazón de Louis. ¿Era absurdo sentirse tan conmovida? Aunque no lo fuera, sin duda era peligroso.
-Quizá sea mejor dejarlo en que yo tampoco quiero estar con nadie más así.
Él fue a decir algo, pero al final se contuvo. _______ necesitaba tiempo para convencerse de que aquello iba en serio. Solo había habido otro hombre en su vida, y en aquella época no era más que una niña. Para ser justo, tenía que dejarle espacio para decidir. Pero no quería ser justo. No, Louis Tomlinson no era el abnegado Comandante Zark.
-Está bien.
Había organizado y vencido suficientes guerras como para saber cómo planear la estrategia. Se ganaría a _______ antes de que ella se enterara siquiera de que había habido una batalla.
Atrayéndola hacia sí, se apoderó de su boca y comenzó el primer asedio.
Era una sensación extraña y maravillosa despertar por la mañana alIado de un amante... aunque dicho amante ocupara casi toda la cama.
_______ abrió los ojos y, quedándose muy quieta, disfrutó de aquella sensación. Louis tenía la cara enterrada contra su nuca y el brazo alrededor de su cintura, lo cual era una suerte, pues, si no, probablemente ella se habóa caído de la cama. _______ se movió ligeramente y experimentó la excitante sensación de frotar su piel aúnentumecida por el sueño contra la de él.
Nunca había tenido un amante; Un marido sí, pero su noche de bodas, su iniciación en la madurez sexual, no había sido como la noche que acababa de pasar con Louis. ¿Era justo compararlas?, se preguntaba. ¿Acaso no era humano hacerla? Esa primera noche, hacía mucho tiempo, había sido frenética y complicada debido a sus propios nervios y a las prisas de su marido. La noche anterior, con Louis, la pasión había crecido poco a poco, como si hubieran tenido todo el tiempo del mundo para disfrutar. _______ no sabía que el sexo podía ser tan liberador. A decir verdad, no sabía que un hombre pudiera desear dar placer tanto como recibirlo.
Apoyó cómodamente la cabeza en la almohada y observó la tenue luz invernal que pasaba por las ventanas. ¿Serían diferentes las cosas esa mañana? ¿Se sentirían violentos D, peor aún, se comportarían como si nada hubiera pasado, menoscabando así la profundidad de lo que habían compartido? Lo cierto era que no sabía lo que era tener un amante... o serlo.
Estaba dándole demasiada importancia a una sola noche, se dijo, suspirando. Pero
¿cómo no iba a hacerlo, habiendo sido tan especial?
LAS ADORO LINDURAS GRACIAS POR SUS MARAVILLOSOS COMENTARIOS ♥ Besos!
*Pueden preguntarme lo que quieran AQUÍ
Capitulo 8 (Parte2)
Tumbado junto a ella sobre la colcha arrugada mientras las gotas de una lluvia helada se estrellaban en la ventana, Louis se sentía un tanto trémulo. Giró la cabeza hacia el siseo de la lluvia, preguntándose cuánto tiempo llevaría sonando. Que él recordara, nunca se había sentido tan a gusto con una mujer como para que el mundo exterior, y todas sus imágenes y sonidos, hubieran cesado de existir.
Se giró de nuevo y apretó a _______ contra su pecho. Se le estaba quedando el cuerpo frío rápidamente, pero no sentía deseos de moverse.
-Estás muy callada -murmuró.
Ella tenía los ojos cerrados. Aún no estaba lista para abrirlos.
-No sé qué decir.
-¿Qué tal «¡guau!»?
Ella se echó a reír, un tanto sorprendida por poder hacerlo tras aquel momento de intensidad.
-Está bien. Guau.
-Ponle un poco más de entusiasmo. ¿qué tal «fantástico, increíble, estremecedor»? Ella abrió los ojos y lo miró.
-¿Qué tal «precioso»?
Él la tomó de la mano y se la besó.
-Sí, con eso me vale -se incorporó apoyándose en el codo y la miró. Ella se removió, intranquila-. Demasiado tarde para ponerte tímida -le dijo, y pasó una mano suavemente sobre su cuerpo-. ¿Sabes?, tenía razón sobre tus piernas. Supongo que no podré convencerte de que te pongas unos pantalones cortos y un par de calcetines de esos que llegan hasta los tobillos.
-¿Cómo dices?
Louis se inclinó sobre ella y le cubrió la cara de besos.
-Me encantan las piernas largas con pantalones cortos y calcetines hasta los tobillos. Me vuelve loco mirar a las mujeres que corren por el parque en verano. Y cuando llevan los pantalones y los calcetines a juego, me matan.
-Estás chiflado.
-Vamos, _______, ¿tú no tienes ningún fetiche? ¿Los hombres con camisetas de tirantes, o con esmoquin, corbata negra y los gemelos desabrochados?
-No seas tonto.
-¿Por qué no?
«Sí, ¿por qué no?», pensó ella, mordiéndose el labio.
-Bueno, la verdad es que me gustan los vaqueros bajos, con el botón desabrochado.
-No volveré a abrocharme los vaqueros mientras viva. Ella se rió otra vez.
-Eso no significa que yo vaya a ponerme pantalones cortos con calcetines.
-Está bien. A mí me excitas cuando te veo en traje de oficina.
-Pero ¿qué dices?
-Lo que oyes -se colocó sobre ella y empezó a jugar con su pelo-. Esas solapas finas y esas blusas de cuello alto. Y siempre llevas el pelo recogido -le subió el pelo hacia la coronilla. No era lo mismo, pero aun así se le hacía la boca agua-. La eficiente y formal señora Wallace. Cada vez que te veo vestida así, me imagino lo maravilloso que sería quitarte el traje y las horquillas -dejó que su pelo se derramara entre sus dedos.
Pensativa, _______ apoyó la mejilla contra la de él.
-Eres un hombre extraño, Louis.
-Seguramente.
-Confías mucho en tu imaginación, en lo que podría ser, en las fantasías y las ilusiones. Yo, en cambio, solo me fío de los hechos y las cifras, de las pérdidas y las ganancias, de lo que es o no es.
-¿Estás hablando de nuestros trabajos o de nuestros caracteres?
-¿No es lo mismo?
-No. Yo no soy el Comandante Zark, _______.
Ella se removió, acunada por el ritmo del corazón de Louis.
-Supongo que lo que quiero decir es que el artista, el escritor que llevas dentro, rebosa imaginación y creatividad. Y creo que la banquera que hay en mí busca cheques y balances.
Él guardó silencio un momento, acariciándole el pelo. ¿Acaso _______ no se daba cuenta de que había mucho más dentro de ella? Ella fantaseaba con una casa en el campo, sabía batear y había convertido a un hombre de carne y hueso en un manojo de ansias y deseos.
-No quiero ponerme filosófico, ¿por qué crees que elegiste dedicarte a los préstamos? ¿Tienes la misma sensación cuando rechazas una petición que cuando la apruebas?
-No, claro que no.
-Claro que no e-repitió él-. Porque, cuando apruebas una, tocas las ilusiones de los otros. Estoy seguro de que no te desvías ni un milímetro de las normas; eso es parte de tu encanto, pero apostaría a que te produce una gran satisfacción personal poder decir: «está bien, cómprense su casa, pongan su negocio, crezcan» .
Ella alzó la cabeza.
-Pareces comprenderme muy bien.
De pronto, se dio cuenta de que nadie la había comprendido. Y sintió un vuelco en el corazón.
-He pensado mucho en ti -la atrajo hacia sí, preguntándose si ella sentía lo bien que encajaban sus cuerpos-. Muchísimo. En realidad, no he pensado en otra mujer desde que te subí la pizza -ella sonrió y fue a acomodarse de nuevo sobre él, pero Louis la detuvo-. _______... -por extraño que fuera, se sentía tímido. Ella lo miraba con expectación, casi con paciencia, mientras él buscaba las palabras adecuadas-. El caso es que no, quiero pensar en otra mujer, ni estar con otra mujer... así -titubeó de nuevo y, al final, masculló un juramento-. Maldita sea, me siento como si estuviera otra vez en el instituto.
Ella sonrió cautelosamente.
-¿Vas a pedirme salir?
No era eso exactamente en lo que él estaba pensando, pero comprendió por la mirada de sus ojos que sería mejor ir despacio.
-Puedo buscar el anillo de mi promoción, si quieres.
Ella se miró la mano, apoyada con toda naturalidad sobre el corazón de Louis. ¿Era absurdo sentirse tan conmovida? Aunque no lo fuera, sin duda era peligroso.
-Quizá sea mejor dejarlo en que yo tampoco quiero estar con nadie más así.
Él fue a decir algo, pero al final se contuvo. _______ necesitaba tiempo para convencerse de que aquello iba en serio. Solo había habido otro hombre en su vida, y en aquella época no era más que una niña. Para ser justo, tenía que dejarle espacio para decidir. Pero no quería ser justo. No, Louis Tomlinson no era el abnegado Comandante Zark.
-Está bien.
Había organizado y vencido suficientes guerras como para saber cómo planear la estrategia. Se ganaría a _______ antes de que ella se enterara siquiera de que había habido una batalla.
Atrayéndola hacia sí, se apoderó de su boca y comenzó el primer asedio.
Era una sensación extraña y maravillosa despertar por la mañana alIado de un amante... aunque dicho amante ocupara casi toda la cama.
_______ abrió los ojos y, quedándose muy quieta, disfrutó de aquella sensación. Louis tenía la cara enterrada contra su nuca y el brazo alrededor de su cintura, lo cual era una suerte, pues, si no, probablemente ella se habóa caído de la cama. _______ se movió ligeramente y experimentó la excitante sensación de frotar su piel aúnentumecida por el sueño contra la de él.
Nunca había tenido un amante; Un marido sí, pero su noche de bodas, su iniciación en la madurez sexual, no había sido como la noche que acababa de pasar con Louis. ¿Era justo compararlas?, se preguntaba. ¿Acaso no era humano hacerla? Esa primera noche, hacía mucho tiempo, había sido frenética y complicada debido a sus propios nervios y a las prisas de su marido. La noche anterior, con Louis, la pasión había crecido poco a poco, como si hubieran tenido todo el tiempo del mundo para disfrutar. _______ no sabía que el sexo podía ser tan liberador. A decir verdad, no sabía que un hombre pudiera desear dar placer tanto como recibirlo.
Apoyó cómodamente la cabeza en la almohada y observó la tenue luz invernal que pasaba por las ventanas. ¿Serían diferentes las cosas esa mañana? ¿Se sentirían violentos D, peor aún, se comportarían como si nada hubiera pasado, menoscabando así la profundidad de lo que habían compartido? Lo cierto era que no sabía lo que era tener un amante... o serlo.
Estaba dándole demasiada importancia a una sola noche, se dijo, suspirando. Pero
¿cómo no iba a hacerlo, habiendo sido tan especial?
LAS ADORO LINDURAS GRACIAS POR SUS MARAVILLOSOS COMENTARIOS ♥ Besos!
*Pueden preguntarme lo que quieran AQUÍ
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
marina_onedirection escribió:Me gusto mucho el cap siguela cuando puedas muchos besos <3
Ya he subido Lindura, ¡Felices fiestas! :D
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
Roochi.1D escribió:askjdhsjksdhkadshkjasdhaskj <3
Tuve que prender el ventilador cuando las cosas se pusieron calientes u.u
JAJAJJAJAJA. Hermoso capitulo :3
Espero el proximo :)
asdfghjklnvbitennjt gracias!!!! Felices fiestas lindura!! :D
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
LalaHoran escribió:oh dios oh dios ooooooooh!!! siii poor fin juntooos *baile de cinco segundos* soooy feeeliiz dios me encantaa como se complementan los dooos, sin dudaa les esperan muchas cosas apartir de lo quee pasoo en la habitacioon ooh seeee!! siguela pronto lindaa xx
*Chocalas* jajaja GRACIAS POR TUS COMENTARIOS ¡Felices Fiestas lindura!
EleanorJCalder
Re: Un héroe en Nueva York - [Louis Tomlinson]
DannieParker escribió:OHHH DIOOOOS MIIIOOO, ¿PERO QUE TE PASA? ¿QUIERES QUE MUER? SIGUE LA JODA ESTA, SABES EL DAÑO QUE ME HACES EN NO ESCRIBIR, TENGO MIEDO QUE PASE LO MISMO, ME ABANDONASTE Y LO BUENO FUE QUE REGRESASTE, NO ME VUELVAS A DEJAR, SIGUELAAAAAA!
Nunca te dejaría linduraaa!!! ¿Como se te ocurre? ASDFGHJKL Espero que disfrutes el capitulo *Besos*
EleanorJCalder
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